Marx y engels_-_manifiesto_comunista
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KARLMARX FRIEDRICH ENGELS
MANIFIESTO COMUNISTA
Introducción de
ERIC HOBSBA WM
Edición bilingüe
CRÍTICA GRIJALBO MONDADORI
BARCELONA
33
8 MANIFIESTO COMUNISTA
Aunque Marx y Engels prepararon borradores, y el documento representa claramente la visión común de ambos, Marx escribió casi con seguridad el texto final después de una enérgica advertencia de la Ejecutiva, pues a Marx, tanto entonces como más tarde, le costaba completar sus textos a menos que fuera bajo la firme presión de una fecha límite. La práctica ausencia de versiones preliminares podría sugerir que fue escrito con rapidez. 1 El documento de 23 páginas resultante, titulado Manifi'esto del Partido Comunista) (conocido en general desde 1872 como el Maniji'esto comunista), se «publicó en febrero de 1848», impreso en la sede de la Workers' Educatiooal Association (más conocida como Kommunistischer Arbeiterbildungsverein, que sobrevivió hasta 1914) situada en el n.º 46 de la calle Liverpool, de Londres.
En 1998 conmemoramos el 150 aniversario de la publicación de este breve panfleto que, a buen seguro, es con mucho la pieza de literatura política más influyente desde la Declaración de los Derecho_s_ael Ho1nb-1:e--Te!Ciudadano de la Frandaievolucionaria. Por fortuna salió a la calle sólo una sema11~1 o dos antes del estallido de las revoluciones de 1848, que se extendieron como un incendio forestal desde ParÍs a todo el continente europeo. Aunque su horizonte era claramente internacional -·con optimismo, pero errando, la primera edición anw1ciaba la inminente traducción del Mani}i'esto al inglés, francés, italiano, flamenco y danés-, su impacto inicial tuvo lugar exclusivamente en Alemania. A pesar de lo pequeña que era, la Liga Comunista desempeñó un papel significativo en la revolución alemana, sobre todo por medio del periódico Neue
l. Sólo se han descubierto dos materiales ele este tipo: un esquema para la sección III y el borrador de una página (véanse pp. 151-152 y lámina 2)_ Karl Marx y Frieclrich Engels, Collected Works, vol. 6, pp. 57 6-577.
INTRODUCCIÓN 9
Rheinische Zeitung (1848-1849), que Marx editaba. En pocos meses se reimprimió tres veces la primera edición del Manifiesto, se publicó por entregas en el Deutsche Londoner Zeitung, se reescribió y corrigió en abril o mayo de 1848, en treinta páginas, pero se esfumó con el fracaso de las revoluciones de 1848. Cuando Marx se estableció en Inglaterra en 1849, en uf!__~){lli_o que duraría toda la vida, debían existir tao pocos ejemplar~-~ -q~~--i\ii~rx p~-ns-Ó qu-~-;alía la pena reimprimir la sección III del Mamfiesto («Sozialistische und kommunitische Literatur») en el último número de su revista en Londres, Neue Rheinische Zeitung, politisch-okonomische Revue (noviembre de 1850), que apenas tenía lectores.
Nadie hubiera predicho un futuro brillante para el Manifiesto en la década de 1850 y primeros años de la de 1860. En Londres, un impresor alemán emigrado publicó por su cuenta una corta nueva edición, probablemente en 1864, y otra pequeña edición vio la luz en Berlín en 1866, la primera que realmente se publicó en Alemania. No parece que entre 1848 y 1868 hubiese traducciones, aparte de una versión sueca publicada probablemente a finales de 1848, y una inglesa en 1850, que es significativa en la historia bibliográfica del Mamfi'esto sólo porque al parecer la traductora consultó a Marx, o (puesto que ella vivía en Lancashire) más probablemente a Engels. Ambas versiones desaparecieron sin dejar huella. Hacia mediados de la década de 1860 casi nada de lo que Marx había escrito en el pasado estaba ya en el mercado.
El destacado papel de Marx en la Asociación Internacional de Trabajadores (la denominada «Primera Interna-
. cional», 1864-1872) y el surgimiento en Alemania de dos importantes partidos de clase obrera, ambos fundados por antiguos miembros de la Liga Comunista que le tenían en gran estima, llevaron a una renovación del interés por el Manifi'esto
35'".
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total 0 parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante
alquiler o préstamo públicos.
Traducción castellana de ELENA GRAU BioscA (Introducción) y LEÓN MAMES
Cubierta: Luz de la Mora
© 1998 de la Introducción: E. J. Hobsbawm © 1998 de la traducción castellana y de la presente edición para España y América:
CRÍTICA (Grijalbo Mondadori, S.A.), Aragó, 385, 08013 Barcelona ISBN: 84-7423-881-1
Depósito legal: B. 3.482-1998 Impreso en España
1998 - HUROPE, S.L., Lima, 3 bis, 08030
INTRODUCCIÓN AL MANIFIESTO COMUNISTA
I
En la primavera de 1847, Karl Marx y Friedrich Engels deci· dieron afiliarse a la denominada Liga de los Justos (Bund der Gerechten), una rama de la más antigua Liga de los Proscritos (Bund der Geachteten), una sociedad secreta revolucionaria que habían creado en París obreros alemanes -en su mayoría sastres y ebanistas- bajo la influencia revolucionaria francesa, y compuesta principalmente por ese tipo de artesanos radicales expatriados. La Liga, convencida por su «comunisrno crítico», se brindó a. publicar un Manifiesto redactado por Marx y Engels como documento político suyo y también a rnodernizar su organización de acuerdo con las propuestas que ellos hiciesen. Efectivamente, se reorganizó en el verano de 1847, se rebautizó Liga de los Comunistas (Bund der Komrr:J.Unisten) y se declaró a favor del «derrocamiento de la burguesía, del gobierno del proletariado, del fin de la vieja sociedad basada en las contradicciones de clase (Klassengegenscitzen) y del establecimiento de una nueva sociedad sin clases ni propiedad privada». Un segundo congreso de la Liga, que tamb:ién tuvo lugar en Londres en noviembre-diciembre de 1847, aceptó formalmente esos objetivos y los nuevos estatutos e invitó a Marx y Engels ~ redactar.el nuevo Manifiesto que expusie:::se las finalidades y la política de la Liga.
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10 MANIFIESTO COMUNISTA
y por sus otros escritos. En particular, su defensa elocuente de la Comuna de París de 1871 (que se conoce comúnmente como La guerra civil en Francia) le proporcionó una considerable notoriedad en la prensa como un peligroso líder de la subversión internacional temido por los gobiernos. Más concretamente, el juicio por traición de los líderes socialdemócratas alemanes, Wilhelm Liebknecht, August Bebel y Adolf Hepner en marzo d~ 187i, le dio ~;;~-ir{esperada publicicl~-d ---- . ···- __ _._ ~- - .,_ -· ---
al documento. La acusación leyó el texto del Manifi"esto en la sesión del tribunal y así les dio la primera oportunidad a los socialdemócratas de publicarlo de forma legal, y con una larga tirada, corno parte de los procedimientos del juicio. Puesto que parecía claro que un documento publicado antes de la revolución de 1848 necesitaría algún comentario explicativo y una cierta puesta al día, Marx y Engels escribieron el primero de una serie de prefacios que desde entonces han acompañado habitualmente las nuevas ediciones del Mani/iesto.2 Por motivos legales, el prefacio no se pudo di~tdb~Ú--~;;-pEamente en aquel momento, pero de hecho la edición de 1872 (basada en la edición de 1866) se convirtió en la base de todas las ediciones subsiguientes. Mientr~s tanto, entre 1871y1873, aparecieron al menos nueve ediciones del Mdni/iesto en seis idlo~as.
En los cuarenta arios siguiente~, el Md~ifiesto co~quistó el mundo impulsado por el ascenso de los nuevos partidos obre-
2. Durante la vida de los fundadores hubo: 1) Prefacio a la (segunda) edición alemana, 1872; 2) Prefacio a la (segunda) edición rusa, 1882. La primera traducción rusa, hecha por Bakunin, había aparecido en 1869, se entiende que sin la bendición de Marx y Engels; 3) Prefacio a la (tercera) edición alemana, 1883; 4) Prefacio a la edición inglesa, 1888; 5) Prefacio, a la (cuarta) edición alemana, 1890; 6) Prefacio a la edición polaca, 1892; y 7) Prefacio «Al lector italiano», 1893 (repwducidos todos ellos en esta edición; véanse pp. 121-150).
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ristas (socialistas), en los que la influencia marxista aumentó con rapidez en la década de 1880. Ninguno de estos partidos optó por darse a conocer como Partido Comunista hasta que los bolcheviques rusos volvieron al nombre original después de la Revolución de Octubre, pero el título Manzfiesto del Partido Comunista permaneció inalterado. Incluso antes de la Revolución rusa de 1917 se había publicado en varios cientos de ediciones en unos treinta idiomas, iriduyendo tres ediciones_en jaJ2Qnés y una en chino. No obstante, su principal zona de influencia se hallaba en la franja central de Europa que se extendía desde Francia, al oeste, hasta Rusia, en el este. No es sorprendente que el mayor número de ediciones se hiciera en ruso (70), más 35 ediciones en las lenguas del irnp~~io zarista: 11 en polaco, 7 en yiddish, 6 en finés, 5 en ucraniano, 4 en georgiano, 2 en armenio. Había 55 ediciones en alemán, más, para el imperio de los Habsburgo, otras 9 en húngaro y 8 en checo (pero sólo 3 en croata, 1 en eslovaco y 1 en esloveno), 34 en inglés (abarcando también los Estados Unidos, donde la-primera traducción apareció en 1871), 26 en francés y 11 en italiano (la primera en esta lengua no se hizo hasta 1889).3 Su impacto en la Europa del suroeste fue peqüeño: 6 ediciones en español 1'
1' El Mani/iei-to se tradujo por primera vez en ~spaña en noviembre-diciem
bre de 1872, en el semanario madrileño La Emanapación. El autor de la traducción era José Mesa, que decidió omitir el pasaje sobre el «El socialismo alemán o "verdadero"», por considerarlo de interés local y superado por el tiempo. Esta traducción se reprodujo en El Obrero, de Barcelona, en 1882 y en 1886 lo fue en el semanario El Socialista, a la vez que se publicaba por primera vez como un folleto de 32 páginas en Madrid. La priinera edición que apareció .en América Latina fue, al parecer, la que se hizo en El Sodalúta de México en 1888. (N. del eJ
3. Paolo Favilli, Storia del marxismo italiano. Dalle origini alta grande guerra, Milán, 1996, pp. 252-254.
12 MANIFIESTO COMUNISTA
(incluyendo las latinoamericanas) y una en portugués. El mismo impacto tuvo en la Europa del sureste (7 ediciones en búlgaro, 4 en serbio, 4 en rumano y una sola edición en ladino, presumiblemente publicada en Salónica). Europa del norte estuvo moderadamente bien representada con 6 ediciones en danés, 5 en sueco y 2 en noruego.4
Esta distribución geográfica desigual reflejaba no sólo el desarrollo desigual del movimiento socialista, y de la misma influencia de Marx, como movimiento diferenciado de otras ideologías revolucionarias como el anarquismo. También debería recordarnos que no se daba una correlación estrecha entre el tamaño y el poder de los partidos socialdemócratas y obreristas y la circulación del Manifiesto. Por ejemplo, hasta 1905 el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), con sus cientos de miles de afiliados y sus millones de votantes, publicó nuevas ediciones del Manifiesto en tiradas que no sobrepasaban los 2.000 o .3 .000 ej~~plar~s. Del Programa de Erfurt de 1891, el partid;-¡:;_¡~;--¡:;~ª tirada de 120.000 ejemplares, mientras que no parece que se publicaran más de 16.000 copias del Manifiesto en los once años que van desde 1895 a 1905, año en el que la circulación de su periódico teórico, Die Neue Zeit, era de 6.400 ejernplares.5
No era de esperar que el afiliado medio de un partido socialdemócrata-·marxlsta de masas-s-~perara {in examen d~-t~;-~Í~~-P;r el contrario, las setenta ediciones--de la Rusia:pre1~ré~;l~d·~~maria representaban una combinación de organizaciones, ilegales la mayor parte del tiempo, cuya afiliación total no debió ser supe-
4. Me baso en las cifras del inestimable Bert Andréas, Le Maní/este Communiste de Marx et Engels. H!Stolre et b1bl1ographie, 1848-1918, Milán, 1963,
5. Datos procedentes de los informes anuales del SPD Parteitage. No obstante, no se dan datos numéricos acerca de las publicaciones teóricas para los años 1899 y 1900.
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rior a unos pocos miles. De modo parecido, las 34 ediciones inglesas fueron publicadas por y para unas cuantas sectas marxistas del mundo anglosajón que operaban en el margen izquierdo de los partidos socialistas y obreristas que existían. Este era el medio en que «la perspicacia de un camarada se podía calibrar invariablemente por el número de anotaciones personales en su Mani/iesto».6 En definitiva, los lectores del Manifiesto, aunque formaban parte de los nuevos partidos y movimientos socialistas y de trabajadores en alza, a buen seguro no eran una muestra representativa de su afiliación. Eran hombres y mujeres con un interés especial en la teoría que subyace en esos movimientos. Probablemente todavía sea este el caso. ·
Esta situación cambió después de la Revolución de Octubre, en todo caso en los partidos comunistas. A diferencia de los partidos de masas de la Segunda Internacional (1889-1914 ), los dela Tercera (1919-1943) esperaban que todos sus miembros comprendiesen la teoría marxista, o al menos mostraran cierto conocimiento de ella. La dicotomía entre los líderes políticos reales, que no estaban interesados en escribir libros, y fos «teóricos» tipo Karl Kautsky, conocidos y respetados como tales pero no como attivistas políticos prácticos, se desvaneció. Siguiendo el modelo de Lenin, se suponía que todos los_ difigentes eran ir:npqrtant~SJé':Óricos, puesto que todas las decisiones polídcas se.fustifíéaban c~n el fundamento del análisis marxista, o, más probablemente, haciendo referencia a la autoridad textual de «los clásicos», Marx, Engels, Lenin y en su momento Stalin. La publicación y la difusión popular de los textos de Marx y Engels se convirtió, por consi-
6. RobertR LaMonte, «The New Intellectuals», New Review, II (1914), citado en Paul Buhle, Marxism in the USA.: From .1870 to the present day,
Londres, 1987, p. 56. jf¡
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o-uiente en alo-o mucho más importante para el movimiento de o ) o
lo que había sido en los días de la Segunda Internacional. Abarcaba desde series de escritos menores, probablemente encabezados por el Elementarbiicher des Kommunismus alemán, durante la República de Weimar, y compilaciones de lecturas adecuadamente seleccionadas, como la inestimable Correspondencia seleccionada de Marx y Engels, hasta las Obras selectas de Marx y Engels, primero en dos y luego en tres volúmenes, y la preparación de sus Obras completas ( Gesamtausgabe); todas ellas respaldadas por los ilimitados recursos -para estos propósitos- del Partido Comunista Soviético, y a menudo editados en la misma Unión Soviética en muftitud de idiomas extranjeros. El Manifiesto comunista se benefició de esta nueva situación por tres vías. Aumentó sin duda su circulación. La edición económica que publicaron en 1932 las editoriales oficiales de los partidos comunistas norteamericano y británico, de «cientos de miles» de ejemplares, se ha descrito como «probablemente la edición más masiva que jamás se haya publicado en inglés».7 Su título no fue ya una supervivencia histórica, ·ahora se vinculaba directamente a la política del momento. Puesto que ahora un estado importante se reclamaba de la ideología marxista, la posición del Mamfiesto como texto de ciencia política se reforzó, y por consiguiente entró a formar parte del programa docente de las univ~~sidade~donde su destino fue una rápida expansióri dr:~P_ll_~-~ de l_a ;;gunda guerra mundial, y dondé el marxismo de los lecto~~s i~telectuales iba a encontrar su público más entusiasta en las décadas de 1960 y 1970.
La URSS salió de la segunda guerra mundial convertida en
7. Hal Draper, The Annotated Communist Manife<;to, Center for Socialist History, Bérkeley, CA; 1984, ISBN 0-916695-01-8, p. 64.
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una de las dos superpotencias mundiales, encabezando una vasta región de estados y satélites comunistas. Los partidos comunistas occidentales (con la notable excepción del alemán) emergieron de ella más fuertes de lo que nunca habían sido ni iban probablemente a ser. En el año de su centenario, aunque se había iniciado la guerra fría, el Manifiesto ya no fue publicado exclusivamente por comunistas u otros editores marxistas, sino en grandes ediciones de editoriales no políticas con introducciones de académicos destacados. Es decir, no fue ya sólo un documento marxista clásico, sino que se había convertido en un clásico político tout court.
Sigue siéndolo, incluso después del final del comunismo soviético y el declive de los partidos y movimientos marxistas en muchas zonas del mundo. En los estados donde no hay censura, es casi seguro que cualquiera que tenga al alcance una buena librería, y con seguridad si tiene una buena biblioteca a mano, puede tener acceso a él. Por lo tanto, el objetivo de una nueva edición en su 150 aniversario no es hacer accesible el texto de esta s.orprendente obra maestra, y mucho menos volver a revisar un siglo de debates doctrinales acerca de la interp.retación «correcta» de este documento fundamental del marxismo. El objetivo es recordarnos que el Manifiesto tiene todavía mucho que decir al mundo en vísperas del siglo xxi.
II
¿QUÉ TIENE QUE DECIR?
Es, obviamente, un documento-escrito para un momento concreto de la historia. Parte de él envejeció casi inmediatamente. Por ejemplo, las tácticas que se recomendaban a los comunistas alemanes, que no fueron las que de hecho aplicaron du-
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rante la revolución de 1848 y sus secuelas. Una parte mayor de él se fue haciendo obsoleta a medida que aumentaba el tiempo de separación entre los lectores y la fecha de su escritura. Hace mucho tiempo que Guizot y Metternich se pasaron de la dirección de los gobiernos a los libros de historia; el zar (aunque no es el caso del papa) ya no existe. Y por lo que se refiere a la discusión de la «literatura socialista y comunista», los mismos Marx y Engels admitieron en 1872 que incluso entonces estaba anticuada.
Todavía más: con el tiempo, el lenguaje del Manifiesto no es ya el de sus lectores. Por ejemplo, se ha dado mucha importancia a la frase en la que se dice que el avance de una sociedad burguesa había sustraído «a una considerable parte de la población al idiotismo de la vida rural». Pero aunque no hay duda de que Marx en aquel momento compartía el habitual desprecio, a la vez que la ignorancia, de los hombres de ciudad con respecto al medio campesino, lª-frase alemana real, y más interesante desde el punto de vista ái1alítico («dem Idiotismus des Landlebens entrissen»), no se refería a la «estupidez», sino a la «estrechez de miras» o al «aislamiento de la sociedad más amplia;> en el que Viví~-i~p-~Eia~ió·¡:;·del c~~~;po. Se hacía eco del significado original del término griego idiotes, del que se deriva el sentido habitual de «idiota» o «idiotez», a saber, «persona que sólo se preocupa de sus intereses privados_}' _l:!_O
de los de la comunidad más amplia». Desde los años cuarenta del pasado siglo, a lo largo de las décadas y en movimientos cuyos miembros, a diferencia de Marx, no habían recibido una educación clásica, el sentido original se evaporó y se malinterpretó.
Esto es todavía más evidente en su vocabulario político. Términos como Stand («condición social»), Demokratie («democracia») o «Nación / nacional» o bien tienen poca aplicación a
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la política de finales del siglo xx o bien ya no tienen el significado que tenían en el discurso político o filosófico de la década de 1840. Para poner un ejemplo obvio, el «Partido Comunista» cuyo manifiesto reclama ser nuestro texto no tenía nada que ver con los partidos de la política democrática moderna o los «partidos de vanguardia» del comunismo leninista, y no digamos con los partidos de estado de tipo soviético y chino. Ninguno de ellos existía todavía. «Partido» significaba todavía esencialmente una tendencia o corriente de opinión o política, aunque Marx y Engels reconocían que, una vez encontrara expresión en los movimientos de clase, desarrollaría cierto tipo de organización («diese Organisation der Proletarier zur Klasse, und damit zur politischen Partei»). De ahí la distinción, en la sección IV, entre «los partidos obreros ya constituidos ... los cartistas en Inglaterra y los reformistas agrarios en Norteamérica» y los demás, todavía no constituidos.8 Como dejaba claro el texto, el Partido Comunista de Marx y Engels no constituía ninguna organización en aquel momento, ni pretendía establecerla, mucho menos una organización con un programa específico diferente de otras organizaciones.9 Por cierto, el grupo real en nombre del cual se escribió el Manifiesto, la Liga Comunista, no se menciona en ningún lugar.
Además, está claro que el Mamfiesto no sólo fue escrito en y para una situación histórica particular, sino que representaba una fase -una fase relativamente inmadura- del desarro-
8. El original alemán empieza esta sección discutiendo «das Verhültniss der Kommunisten zu den bereits konsrituierten Arbciterparteien ... also den Chartisten», etc. La traducción inglesa oficial de 1887, revisada por Engels, atenuaba el contraste.
9. «Los comunistas no son un partido aparte, frente a los demás partidos obreros ... I":Jo establecen principios especiales según los cuales pretendan moldear el movimiento proletario» (sección II).
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18 MANIFIESTO COMUNISTA
llo del pensamiento marxiano. Esto se hace muy patente en su§__a~2s::sto§_~COJ:?...§~j_s:~s. Au12.9_1:1_~}~'!_arx había empezado a estudiar econom~a desde 1843, no se puso a desarrollar
~ri~g~<:~1s~--~l_~!_!_~[s_i_~_<:~_o_p_~!:!2_~C? expuest¿ en El capital hasta ~s:_lJ~g§ a su exilio en Inglate¡r;-a;;s-pué-i<leTa-reV-oludónde 1848 y accedió a los tesoros de la Biblioteca del Museo Britár~~Q~_Q-_~Y~~;~~o de i85o. De- ~~do ~:111e l~ -cilsti~~ió~-~~tre la venta por parte del proletario de su trabajo al capitalista, y la venta de su fuerza de trabajo, que es esencial a la teoría marxiana de la plusvalía y la explotación, todavía no había sido elaborada con claridad en el Manifiesto. Tampoco el Marx maduro sostendría la visión de que el precio de la mercancía «trabajo» fuera su coste de producción, es decir, el coste del mínimo fisiológico necesario para mantener vivo al obrero. En definitiva, Marx escribió el Manifi'esto menos como un economista marxiano que como un comunista ricardiano.
No obstante, aunque Marx y Engels recordaban a los lectores que el Manifiesto era un documento histórico, que estaba anticuado en muchos aspectos, fomentaron y contribuyeron a la publicación del texto de 1848 con correcciones y clarificaciones relativamente insignificantes. 10 Reconocían que
10. La más conocida de ellas, que Lenin destacó, fue la observación, en el prefacio de 1872, de que la Comuna de París había demostrado «qu~ ladase
¡obrera no puede tomar simplemente posesión de la máquina estatal ya acaba\ da, y ponerla e:n _movimiento µ~ra sus propios fines;>. b~;pués el~ b ¡~-i:;é~ -de • Marx, Engels añadió la nota a pie de página q~e ITiodifica ¡;pri!Tiem-fras~ dé la sección I para excluir a las sociedades prehistóricas del campo de aplicación de la lucha de clases. Sin embargo, ni Marx ni Engels se tomaron la molestia de comentar o modificar los pasajes económicos del documento. Se puede dudar de que Marx y Engels tornaran realmente en consideración una «Umarbeitung oder Erganzung» más completa del Manifiesto (prefacio a la edición alemana de 1883 ), pero no de que la muerte de Marx hizo imposible tal reescritura.
INTRODUCCIÓN 19
seguía siendo una exposición fundamental del análisis que distinguía su comunismo de todos los demás proyectos de creación de una sociedad mejor. En esencia este análisis era histórico. Su núcleo central era la demostración del desarrollo histórico de las sociedades, y de forma espe~ífi~~ d~-l~c~~~T~~ dad burguesa, que había reemplazado a sus predecesoras, había revolucionado el mundo y, a su vez, había creado necesariamente las condiciones para su inevitable sustitución. A diferencia de la economía marxiana,la «c:oncepción materialis~~Ae la historia» que subyace en este análisis, había encontrado yá su formulación madura a mediados de la década de 1840. En los últimos años permaneció sustancialmente inaltera~a. 11
En este aspecto, el Manzfiésto era ya un documento que definía el marxismo. Expresaba la visión histórica, aunque su trazado general quedase todavía por completar en análisis más acabados.
III
¿Qué efecto tendrá el Manifi'esto en el lector que acceda a él por primera vez en 1998? El nuevo lector difícilmente se podrá resistir a ser arrastrado por la convicción apasionada, la bre~edad sintética, la fuerza intelectual y estilística, de este sorprendente panfleto. Parece que haya sido escrito en un úni-
11. Comparemos el pasaje de la sección II del Manifieito («¿Se requiere una comprensión profunda para entender que, con las condiciones de vida de los hombres, con sus relaciones sóciales con su existenci;-;~~i;I se rnodifi~~~-~;I~1~11i_~-;-~s}:Íeas, -p~nt~~-d<: -~¡;ta' y_ con~eptos, en una p~labra, ~u CO_!l_c!~ncia?») con el pasaje correspondiente del Prefacio a la Crítica de la economía política («No es la conciencia de los hombres lª que determina la realidac!;_f>ord contrario,la realidad _s_oc:i~l_~s la que dete.rmÍna su conciencia.»)
20 MANIFIESTO COMUNISTA
co impulso creativo, en frases lapidarias que casi se transforman de forma natural en aforismos memorables que han llegado a ser conocidos mucho más allá del mundo del debate político: desde el principio, «Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del comunismo», hasta el final, «Los proletario_s_Q_o tienen nada _gt:l~P_e_rc}er _..:::_ rr.i~s __g~~~-s~~---~f14_en_as:__Tienen un mundo que ganar». 12 De forma igualmente poco común en la literatu~a ale~~ª del siglo x1x, está escrito en párrafos cortos, apodícticos, predominantemente de una a cinco líneas, sólo en cinco casos de entre más de doscientos son de quince o más líneas. Se mire como se mire, el Manifiesto comunista como retórica política tiene una fuerza casi bíblica. Es decir, no es posible negar su irresistible fuerza literaria. 13
No obstante, lo que también llamará sin duda la atención del lector contemporáneo es el notable diagnóstico del Manifiesto acerca del carácter revolucionario y el impacto de la «sociedad burguesa». No se trata simplemente de que Marx re~onocies_~_y_p!_()~_l_aI!1_?_8._~J9-~_ lq_g!_2?_~xt~~?()_!:<:fü~_~_rio~__y~l_dü:iamismo de una sociedad queéléfetestaba, para sorpresa de más ¿-;;-~~-~d;f~~~~r-posterior-d~i capitalismo contra la amenaza roja. Sino de que en el mundo transformado por el capitalismo que él describía en 1848, en pasajes de elocuencia sombría y
12. Aunque esta es la versión inglesa aprobada por Engels, no es una traducción del texto original correcra en sentido estricto: «Mogen die herrschenden Klassen vor einer kommunistischen Revolution zittern. Die Proletarier haben nichts in ihr («en ella», o sea, «en la revolución»; la cursiva es mía) zu verlieren als ihre Ketten»- [En la versión de las OME la frase se corresponde por completo con el texto original. (N de fa t.)]
U. Para un análisis estilístico, véase S. S. Prawer, Karf Marx and Worfd Literature, Oxford, Nueva York y Melbourne, 1978, pp. 148-149. Lastraducciones cJel Mamjí-esto que conozco no tienen la fuerza literaria del texto 'alemán original.
INTRODUCCIÓN 21
lacónica, se reconoce el mundo en que vivimos 150 años después. Curiosamente, el optimismo nada realista, desde el punto de vista político, de dos revolucionarios de 28 y 30 años, ha demostrado ser la fuerza más duradera del lvianz/iesto. Porque aunque el «fantasma del comunismo» obsesionase ciertamen-te a los políticos, y aunque Europa atravesara un importante período de crisis económica y social, y fuera a estallar en la revolución continental más extendida de su historia, de ningún modo había fundamento para la creencia expresada en el 1V1ani/iesto de que el momento de derrumbe del capitalismo se estaba acercando («la revolución burguesa alemana sólo puede ser el preludio inmediatamente anterior a una revolución proletaria»). Por el contrario. Como ahora sabemos, el capitalis- 1
mo estaba preparado para su primera era de avance global 1 /
triunfante. Lo que da al Manifiesto su vigor son dos cosas. La prime
ra es su visión, incluso en los comienzos de la marcha triunfal del capitalismo, de que este modo de producción no era permanente, estable, «el final de la historia», sino una fase temporal en la historia de la humanidad, y que, como sus predecesores, estaba destinado a ser superado por otro tipo de sociedad (a menos que -la frase del Manifiesto apenas ha sido advertida- concluya «con la destrucción de las clases beligerantes»). La segunda es su reconocimiento de las tendencias históricas del desarrollo capitalista necesariamente a largo plazo. El potencial revolucionario de la economía capitalista era ya evidente; Marx y Engels no pretendían ser los únicos que lo reconocían. Desde la Revolución francesa algunas de las tendencias que ellos observaron estaban teniendo claramente un efecto sustancial: por ejemplo, la decadencia de «provincias independientes, apenas aliadas y con intereses, leyes, gobiernos y aranceles diferentes», ante los estados-nación con «un
1.2
22 MANIFIESTO COMUNISTA
gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una línea aduanera». Sin embargo, hacia finales de la década de 1840, lo
___ __,_q....,1..,,..1e,..._,< ..... da burguesía» había logrado era mucho más modesto que los milagros que se le atribuían en el Manifiesto. Al fin y al cabo, en 1850 en el mundo no se producían más de 71.000 toneladas de acero (casi el 70 por 100 en Gran Bretaña) y se habían construido menos de 38.000 km de vías férreas (dos terceras partes de ellas en Gran Bretaña y los Estados Unidos de América). Los historiadores no han tenido dificultad en demostrar que, incluso en Gran Bretaña, la Revolución industrial (un término utilizado explícitamente por Engels desde 1844 en adelante) t4 a12_enas habí_~-~~eado un país industrial, ni siquiera predominante1nent_e urb~go,_ames_ d~-1~ déc~9~ de 185-ó.--M-a~~-y:E1;géls ·no describían el mundo tal como había sido ya transformado por el capitalismo en 1848, sino que predecían cómo estaba lógicamente destinado a ser transformado por él.
Hoy vivimos en un mundo en el que esta transformación se ha realizado en su mayor parte, aunque los lectores del Manifiesto en el tercer milenio del calendario occidental sin duda observarán que ha avanzado incluso más allá desde 1998. En algunos sentidos, hoy podemos incluso ver de forma más clara la fuerza de las predicciones del Manifiesto que las generaciones situadas entre nosotros y su publicación. Porque hasta la revolución en los transportes y las comunicaciones, a partir
-1: de la segunda guerra mundial, existían límites a la globalización de la producción, a «dar una conformación cosmopolita a la producción y al consumo en todos los países». Hasta la década de 1970, la industrialización siguió estando preponde-
14. En «Die Lage Englands. Das 18.Jahrhundert», Marx-Engels, Werke, I, pp. 566-568.
INTRODUCCIÓN 2~
rantemente confinada a sus regiones de origen. Algunas escuelas de marxistas podían incluso argumentar que el capitalismo, al menos en su forma imperialista, lejos de «obliga(r) a rodas las naciones a apropiarse del modo de producción de la burguesía, si es que no quieren sucumbir», por naturaleza perpetuaba, o incluso creaba, «subdesarrollo» en el llamado Tercer Mundo. Mientras un tercio de la especie humana vivía en economías delt!po-comun!sta sovfédco-,--pareCía que-er éa-~ pitalismo nunca conseguiría obligar a todas las naciones «a convertirse en burguesas». No «crea(ría) un mundo a su propia imagen y semejanza». Tampoco, antes de la década de 1960, el anuncio hecho por efMani}/esto de.que el c~pitafisffi9 llevaba consigo la destrucción de la familia parecía haber sido verificado, ni siquiera en los países occidentales avanzados donde hoy más o menos la mitad de los hijos nacen de madres solas y son criados por ellas, y la mitad de los hogares en las grandes ciudades son unipersonales.
Para acabar, lo que en 1848 pudo sorprender a un lector no comprometido como retórica revolucionaria o, come mucho, como predicción verosímil, hoy se puede leer como una caracterización concisa del capitalismo a finales del siglo xx. ¿De qué otro documento de la década de 1840 se puede decir lo mismo?
IV
No obstante, si a finales del milenio debemos sorprendernos por la agudeza de la visión que el Maniji'esto daba del entonces remoto futuro de uh_ capitalismo masivamente globalizado, el fracaso de otra de s~s previsfo-iies-es igualmente sorprendente. Hoy es evidente-qué la burguesía no ha produci9o:<:<:mt~J¡Qclo, sus propi~s sepultureros» en el proletariado. «Su hundimien-
1.3
I
24 MANIFIESTO COMUNISTA
to y el triunfo del proletariado» no se han demostrado «igualmente inevitables». El contraste entre las dos mitades del análisis hecho en el Manzfiesto en su sección titulada «Burgueses y proletarios» reclama más explicación después de 150 años que en el momento de su centenario.
El problema no reside en la visión de Marx y Engels de un capitalismo que transformaba necesariamente a la mayor parte de la población que ganaba su sustento en esa economía en hombres y mujeres que dependen para su subsistencia de alquilarse a cambio de jornales o salarios. Sin duda la tendencia ha sido esa, aunque hoy en día los ingresos de algunos de los que técnicamente son empleados contratados a cambio de un salario, como Íos ejecutivos de las grand~;·-~-~p-;:.~sa~,- diÍícilment-esep-uedeñ .. contar corno proleta,-rios. -Ni t~mpoc~ reside esen~i~1~iiteeii-sii creencfaoe que la mayor parte de esa población trabajadora consistiría en una fuerza de trabajo industrial. Aunque Gran Bretaña siguió siend¿--~o~pl~t~~;nte excepcional como un país en que los obreros manuales asalariados constituían la mayor parte de la población, el desarrollo de la producción industrial exigió una entrada masiva y creciente de trabajo manual durante mucho más de un siglo después del Manifiesto. Es incuestionable que este ya no es el caso en la producción moderna de capital intensí\Tü''y afr;--~~nología, un desarrolio que no se tomó en consideración en eCÚanifiesto, auf1qu-e de hecho en sus ~studios económicos más maduros el.mismo Marx concibiera el posible desarr~ff¿·¿~-~~a economía que prescindiera progresivamente del trabajo, al
. . 15 ....... .. menos en una era poscapitalista. Incluso en las viejas econo-
l '5. Véase, por ejemplo, la discusión acerca de «Capital fijo y el desarrollo de lqs recursos r>roductivos de la sociedad» en los manuscritos de 18.57-1858, Col!. Works, vol. 29, Londres, 1987, pp. 80-99.
INTRODUCCIÓN 25
mías industriales del capitalismo, el porcentaje de gente empleada en la industria manufacturera se mantuvo estable hasta la década de 1970, excepto en los Estados Unidos, donde el declive se inició un poco antes. Desde luego, con muy pocas excepciones, como las de Gran Bretaña, Bélgica y los Estados Unidos, en 1970 los trabajadores industriales probablemente constituían una proporción mayor del total de población ocupada en el mundo industrial, y en vías de industrialización, que en cualquier momento anterior.
Sea como sea, el derrocamiento del capitalismo previsto por el Manifiesto no residía en la transformación previa de la mayoría de la población ocupada en proletarios, sino en la asunción de que la situación del proletariado en la economía capitalista era tal que, una vez organizado como un movimiento de clase necesariamente político, podía encabezar y aglutinar el descontento de otras clases, y así adquirir poder político como «el movimiento independiente de una ingente mayoría en interés de esa ingente mayoría». De este modo el proletariado llegaría a «elevarse a clase nacional ... constituirse a sí mismo en cuanto nación». 16
Puesto que el capitalismo no ha sido derrocado estamos en condiciones de desechar esta predicción. Sin embargo, por muy improbable que pareciera en 1848, la política de la mayor parte de los países capitalistas europeos iba a ser transformada por el ascenso de los movimientos políticos organizados que se basaban en la conciencia de clase proletaria y que apenas
16. La frase en alemán «sich zur nationalen Klasse erheben» tenía connotaciones hegelianas que la traducción inglesa autorizada por Engels modificó, presumiblemente porque pensaba que no sería entendida por los lectores de la década de 1880. [En la edición inglesa de 1888 figura: «elevarse a clase dirigente de la nación». (N de la t )] I¡(/
( \
26 MANIFIESTO COMUNISTA
habían hecho su aparición fuera de Gran Bretaña. Los partidos socialistas y obreristas emergieron en muchas zonas del mundo «desarrollado» en la década de 1880. Llegaron a ser partidos de masas en los estados con derecho democrático al voto que ellos mismos habían contribuido en tan gran medida a conseguir. Durante la primera guerra mundial, y después de ella, mientras una rama de los «partidos proletarios» siguió el camino revolucionario de los bolcheviques, otra rama se con -virtió en el pilar que sustentaba un capitalismo democratizado. La rama bolchevique ya no tiene una gran significación en Europa, o bien los partidos de este tipo se han asimilado a la socialdemocracia. La socialdemocracia, tal como se entendía en tiempos de Bebel e incluso de Clement Attlee, está luchando en retaguardia en la década de los noventa. Sin embargo, mientras escribo esto (1997), los descendientes de los partidos sociafdemó·;;-¡~tas de la Segu;;-d; .. I~ter;-;~io;al,--:;tlg11r~~~~ ~e-c:es bá}o-su.s nomb~~s odgi~~les: s~n los .partidos de gobierno en tod~s lo~ ~~tados europeos excepto dos (España y Alemania), y en ambos han gobernado en el pasado y .es probaJ>l~_qut=Jo vuelvan a hacer.
.. En definitiva, lo que está equivocado no es la predicción del Manzfi'esto acerca del papel central de los movimientos políticos basados en la clase obrera (y que todavía llevan explÍ~it~~~~te
. el ~ombre de clase, como los partidos laboristas británico, holandés, noruego y de Australasia). Es la proposición de que «de todas las clases que ~nfrentan hoy en_ día a la b11rg1:1~sí~_~§-~~l proletari;do. es una clase verdaderamente .. revoluci()_!1?:~~a», cuyo destino inevitable, implícito en la naturaleza y el desarrollo del capitalismo, es derrocar a la burguesía: «~1:1.Q!l_I1<:1Jmiento y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables».
Incluso en los famosos «hambrientos año~ cuarenta», el mecanismo que debía asegurar este hecho, a saber, la caída
INTRODUCCIÓN 27
inevitable de los trabajadores en la indigencia,¡; no era totalmente convincente; a menos que se supusiera, lo cual incluso entonces no era creíble, que el capitalismo se encontraba en su crisis final y a punto de ser derrocado inmediatamente. Se trataba de un mecanismo doble. Sumado al efecto del aumento de la indigencia sobre el movimiento obrero, demostraba que la burguesía era «incapaz de dominar porque es incapaz de asegurar a sus esclavos la existencia inclusive dentro de su esclavitud, porque está obligada a dejarlos que se suman en una situación en la cual debe alimentarlos en lugar de ser alimentada por ellos». Lejos de proporcionar el beneficio que alimentaba la máquina del capitalismo, el trabajo lo drenaba. Pero, dado el enorme potencial económico del capitalismo que tan enfáticamente se exponía en el mismo Manifiesto, ¿por qué era inevitable que el capitalismo no pudiese proveer la subsistencia, por muy miserable que fuera, a la mayor parte de su clase obrera, o, dicho de otro modo, que no pudiese proporcionar un sistema de bienestar? ¿ Er:~. i_r:iey!_table que la «indigencia [en sentido estricto, véase la nota 17] se desarrolla(ra) aún con mayor celeridad que la población y la riqueza»? 18 Si el ca-
17. PauperiJm no se debe leer c_oII1.º 11.n si_nónÍfI10 de puverty. Las palabras alemanas t~~~das d~l uso inglés son Pauper («perso~~ in.J.igente ... que recibe caridad o algún tipo de provisión pública», Chambers' Twentieth Century Dictionary) y Pauperismus (pauperínn: «situación de ser pauper>>, zhid). [La palabra utilizada por Hobsbawm es pauperisation, que he traducido por «caída en la indigencia». (N de la t )]
· }8_-"~fi;~;aa6¡1;;amente, hoy los capitalistas y los gobiernos que defienden el libre mercado utilizan algo pareci.do al argumento marxiano de 1848 para demostrar que las economías o los estados cuyo PNB se sigue doblando cqda pocas décadas irán a la bancarrota si no acaban con los sistemas de redistribución de la renta (estados del bienestar, etc.), que se establecieron en épocas de menor riqueza, por medio de los cuales aquellos _que tieneri ingre_sos mantienen a aquellos que no pueden tenerlos. 4'S
28 MANIFIESTO COMUNISTA
pitalismo tenía una larga vida ante él -como fue evidente muy poéo después de 1848-, esto no tenía que ocurrir. Y de hecho, no ocurrió.
La visión del desarrollo histórico de la «sociedad burguesa» que daba el Manifiesto, incluida la clase obrera que ésta generaba, no conducía necesariamente a la conclusión de que el proletariado derrocaría al capitalismo y, al hacerlo, abriría el camino hacia el desarrollo del comunismo, porque la visión y la conclusión no derivaban del mismo análisis. La meta del comunismo, adoptada antes de que Marx fuera «marxista», no se derivaba del análisis de la naturaleza y el desarrollo del capitalismo, sino de un argumento filosófico, en realidad escatológico, acerca de la naturaleza humana y su destino. La idea -fundamental para Marx desde aquel momento- de que el proletariado era una clase que no se podía liberar a ella misma sin -Hberár -cle es-e modo a toda la sociedad, aparece pri~ero comÓ «una deducción filosófica más que como un produc~o d('!J~_é>bs~rvación». 19 Como señaló George Lichtheim: «el proletariado hace su primera aparición en los escritos de Marx como la fuerza social que se necesita para realizar las metas de la filosofía germana» tal como lo veía Marx en 1843-1844.2º
La «posibilidad positiva de la emancipación alemana», escribió en la Introducción a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, reside «en la formación deuna clase con cade!J{[S radicales ... una clase que es la disolución de todas 1asclases;una esfera de la sociedad que tiene un carácter universal porque s~s-süfrfui~~tos- ~;~-~~i~~~s~ies, :y-q~~ .no demanda u~ bien particular porque el mal que se ha cometido contra ella no es
19. Leszek Kolakowski, Main Currents o/ Marxism, vol. 1, The Founders, Oxford, 1978, p. UO.
20. George Lichtheim, Marxism, Londres, 1964, p. 45.
INTRODUCCIÓN . 29
un mal particular, sino mal como tal ... Esta disolución de la socieda_d_J;_qr:no una clase particular es el proletariado ... La emancipació~ alemana es la emancipación del ser humano. La filosofía es la cabeza de esta emancipación y el proletariado es su corazón. La filosofía no se puede realizar sin abolir el proletarí~do, y el proletariado no se puede abolir sin que la filosofía s~ haya hecho realidad».21
En aquel momento, Marx sabía poco más del proletariado que lo siguiente: «se está formando en Alemania sólo como resultado del avance del desarrollo industrial» y este era precisa-mente su potencial como fuerza liberadora, puesto que, a diferencia de las masas pobres de la sociedad tradicional, era el hijo de una disolución drástica de la sociedad y, por consiguiente, con su existencia «proclama(ba) la dimlución del orden mundial existente hasta ahora». Todavía sabía menos acerca de los movimientos de trabajadores, aunque poseía un gran conocimiento sobre la historia de la Revolución francesa. En Engels encontró un compañero que aportó a la asociación el concepto de_«Revolución industrial», una forma de comprender la dinámica de la economía capitalista tal y como existía realmente en Gran Bretaña, y los rudimentos de un análisis económico.22 Ambos le conducían a predecir una revolución social futura que debería realizar una clase obrera real, acerca de la cual, al vivir y trabajar en Gran Bretaña a principios de la década de 1840, sabía mucho. Las aproximaciones de Marx y de Engels al «proletariado» y al comunismo se complementa-
21. Karl Marn y Friedrich Engels, Coll Works, vol. 3, pp. 185-187. En este pasaje he preferido en general la traducción de Lichtheim, loe. at Lapalabra alemana que él ha traducido como «clase» es Stand, que hoy es errónea.
22. Publicado como Out!ines o/ a Critique o/ Politica! Econo1f1y en 1844, Coll Works, vol. 3, pp. 418-443.
í 1
30 MANIFIESTO COMUNISTA
ban mutuamente. Lo mismo ocurría con su concepción de la lucha de clases como rnotor de la historia. En el caso de Marx derivaba ampliamente del estudio del período revolucionario fr.?_r:icés, en el de Engels de la experiencia de los movimientos sociales en la Gran Bretaña posnapoleónica. No es sorprendente que estuviesen (en palabras de Engels) «de acuerdo en todos los terrenos teóricos».23 Engels proporcionó a Marx los elementos de un modelo que demostraba la naturaleza fluctuante y propensa a la desestabilización de las operaciones de la economía capitalista -en particular los esbozos de una teoría de las crisis económicas-24 y material empírico acerca del ascenso del movimiento de la clase obrera británica y el papel revolucionario que podía desempeñar en Gran Bretaña.
En la década de 1840 no era inverosímil la conclusión de que la sociedad estaba al borde de la revolución. Tampoco lo era la predicción de que la clase obrera, por inmadura que fuera, la dirigiría. Después de todo, al cabo de pocas semanas de la publicación del Manifiesto un movimiento de los obreros de París derrocó a la monarquía francesa y dio la señal para la re-volución a media Europa. Sin embargo, la tendencia a generar · 1
un proletariado esencialmente revolucionario, por parte del desarrollo capitalista, no se podía deducir del análisis de la naturaleza del desarrollo capitalista. ~E.ª una_c,()~~e-~l1encia posi-ble de __ C:~~-~c:~_~!_r_()µo_,_ p~ro 11º se podía_ demostrar que er~ la única_ posible. Todavía menos se podía demostrar q~1e el hecho
23. «Ün the History of the Communist League», Col! \Vorks, vol. 26, Londres, 1990, p. 318.
24. Outlines ofa Crt!ique, Co!L Works, vol. 3, pp. 433 ss. Parece que procedía de los escritores radicales británicos, en particular deJohn Wade, History of the Middle ami Workzng Classes, Londres, 1835, a quiert Engels hace referencia en este aspecto.
INTRODUCCIÓN 31
de que el proletariado derrocara con éxito al capitalismo debía abrir necesariamente el camino al desarrollo del comunismo. (El Manifiesto sólo afirma que entonces se iniciaría un proceso de cambio muy gradual.) 25 La visión de Marx de un proletariado cuya misma esencia le destinaba a emancipar a toda la humanidad y a acabar con la sociedad de clase por medio de su derrocamiento del capitalismo, representa una esperanza que se lee en su análisis del capitalismo, pero no una conclusión que este análisis imponga de forma necesaria.
Lo que se puede desprender sin duda del análisis del capitalismo hecho_ en el Mamfi'esto, en especial cuando Marx amplía su análisis, sobre la concentración económica, y que apenas está insinuado en 1848, es una conclusión más general y menos específica acerca de las fuerzas autodestructivas que se generan en el desarrollo capitalista .. Llegará un punto -y en 1998 no sólo los marxistas aceptarán esto- en que «las relaciones burguesas de producción y tráfico, las relaciones burguesas de propiedad, la sociedad burguesa moderna, que ha producido, como por arte de magia, medios de producción y tráfico tan ingentes, se asemeja al hechicero que ya no logra
__ dominar las fuerzas subterráneas que ha conjurado ... Las relaciones burguesas se han tomado demasiado estrechas como para abarcar la riqueza por ellas engendrada».
No es irrazonable concluir que las «contradicciones» inherentes a un sistema de mercado basado en «ningún otro vínculo que el interés desnudo, que el insensible "pago al contado", un sistema de explotación y de acumulación sin fin»,
25. Esto queda incluso claro en las formulaciones de Engels en lo que son, realmente, dos borradores anteriores al Manifiesto, «Draft of a Communist Confession of Faith», Col!. Works, vol. 6, p. 102, y «Principies of Communism», ibid, P- 350 («Principios del comunismo», en OME, 9, pp. 1-21).
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32 MANIFIESTO COMUNISTA
nunca pueden ser superadas; que en un punto determinado en una serie de transformaciones y reestructuraciones, el desarrollo de este sistema que tiende esencialmente a desestabilizarse, conducirá a un estado de cosas que no pueda ser ya descrito como_~itaJiSJ:ll(). O, para citar al último Marx, cuando «la centralizacio-n dé los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan un punto en el cual se hacen incompatibles con su cobertura capitalista»26 y esta «cobertura estalla en pedazos». No importa qué nombre se le dé al estado de cosas subsiguiente. No obstante -"como demuestran los efectos de la explosión económica mundial en el medio ambiente mundial-, deberá marcar un giro drástico de la apropiación privada a la gestión social a escala global.
Es muy improbable que esté} «sociedad poscapitalista» se corresponda con los modelos tradicionales de socialismo, y todavía menos con el socialismo «realmente existente» de la era soviética. Las formas que pueda tomar, y hasta qué punto encarnará los valores humanistas del comunismo de Marx y Engels, dependerá de la acción política por medio de la cual llegue este cambio. Porque esto, como sostiene el Manifiesto, es determinante para la configuración del cambio histórico.
V
En la visión marxiana, como sea que describamos aquel momento histórico en el que «la cobertura estalla en pedazos», la política será un elemento fundamental. El Manifiesto se ha
26. De «Historical Tendency of Capitalist Accumulation», en Capital, voL I, CoH \Vorks, vol. 35, p. 750 (trad. cast. en El capital, libro primero, vol. 2, OME, 41, Crítica, Barcelona, 1978, p. 409).
INTRODUCCIÓN 33
leído principalmente como un documento que describe un proceso histórico inevitable, y desde luego su fuerza derivó sobre todo de la 'confianza que proporcionaba a sus lectores acerca de que el capitalismo estaba destinado de forma inevitable a ser enterrado por sus sepultureros, y de que ni entonces ni en ninguna época anterior de la historia se habían dado las condiciones para la emancipación. Con todo, contrariamente a las presunciones más extendidas, puesto que admite que el cambi~ hi~~c)!ico t_i~ne)ugar por medi<?.Eé'.J()s h,oII1_b_res queh~~~~ su propiaJ:iisforia, n_o es un documento determinista. Las tumbas deben ser cavadas .. pori~ ~~~ió~-hu~aiia o a t~~vés de ella.
Ciertamente es posible hacer una lectura determinista del argumento. Se ha sugerido que Engels tendía a ella de forma más natural que Marx, lo que tuvo importantes consecuencias para el desarrollo de la teoría y el movimiento obrero marxistas después de la muerte de Marx. De todos modos, aunque los propios esbozos preliminares de Engels se han citado como prueba~,27 de hecho no se puede leer en el Manifiesto mismo. Cuando deja el terreno del análisis histórico y se adentra en el presente, es un documento de opciones, de posibilidades políticas más que de probabilidades, y no digamos de certezas. Entre «ahora>> y el momento, imposible de predecir, en que «en el curso de la evolución» habría «una asociación en la cual el libre desarroll9 de cada cual será la condición para el libre desarrollo de todos», se encuentra el reino de la acción política.
El cambio histórico a través de la práctica social, a través de la acción colectiva, está en el corazón del Manifiesto: contempla el desarrollo del proletariado como la «organización de los proletarios en una clase; y con ello en un partido políti-
27. George Lichtheim, Marxism, pp . .58-60.
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34 MANIFIESTO COMUNISTA
co». La «elevación del proletariado a clase dominante» («la conquista de la democracia») es «el primer paso de la revolución obrera», y el futuro de la sociedad depende de las posteriores actuaciones políticas del nuevo régimen (cómo «el proletariado utilizará su hegemonía política»). El compromiso con la política es lo que, históricamente, distinguió al socialismo marxista de los anarquistas y de los sucesores de aquellos socialistas cuyo rechazo de toda acción política condena explícitamente el Mamji~sto. Incluso antes de Lenin, la teoría marxiana no sólo trataba acerca de «lo que nos dice la historia que ocurrirá», sino también acerca de «lo_g_ue se deb_~ h~_c~r». Es verdad que.la experiencia soviética del sigfo xxiios ha enseñado que quizá sea mejor no «hacer lo que se_debe» en condiciones históricas que prácti~~merire hacen el éxito imposible. Pero-ésta lección ·se podría haber.ap.re1Í.dido tomand~ en c;nsideración las implicaciones del Manifiesto comunista.
Para acabar, el Manifiesto -y esta no es la menor de sus extraordinarias cualidades- es un documento que preveía el fracaso. Manifestaba la esperanza de que el resultado <lel desarrollo capitalista fuera «una transformación revolucionaria de toda la sociedad», pero, como ya hemos visto, no excluía la alternativa: «destrucción de las clases beligerantes». Muchos años más tarde otro marxiano volvió a formular esta idea como la elección entre socialismo y barbarie. Cuál de los dos prevalecerá es una pregunta que el siglo XXI debe responder.
E. J. HossBA WM, 1997
KARL fv1ARJC FFJEDRICH ENGELS
lVIANIFIESTO DEL PARTIDO COI\!IUNISTA
NoTA: Esta edición reproduce la versión castellana publicada en OME, 9, Crítica, Barcelona, 1978, pp. 133-169, a partir de la edición de Karl Marx-· Friedrich Engels, Werke, Dietz-Verlag, Berlín Oriental, reimpresión de 1975, vol. 4, pp·. 459-493, reproducida también en este volumen. Como en aquella edición, las notas a pie de página de Marx y Engels se indican con números precedidos de asterisco; las que no llevan asterisco son. notas de edición. Los prólogos al Manifiesto del Partido Comiínísta escritos por Marx y
Engels se encuentran al final del presente volumen (pp. 121-150).
Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en una sacrosanta cacería: de este fantasma: el papa y el zar, Mettemich y Guizot, los radicales franceses y los policías alemanes.
¿Dónde está el partido opositor al cual sus adversarios en el gobierno no hayan tildado de comunistas? ¿Dónde está el partido opositor que no haya lanzado.de retorno la estigmatizadora acusación de comunismo tanto a los opositores más avanzados como a sus enemigos reaccionarios?
De este hecho surgen dos cosas. Todas las potencias europeas reconocen ya al comunismo
como una potencia. Y a es tiempo de que los comunistas expongan abierta
mente ante todo el mundo su enfoque, sus objetivos, sus tendencias, oponiendo a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto de su propio partido.
Con esa finalidad se han reunido en Londres los comunistos de las más diversas nacionalidades y han esbozado el siguiente Manifiesto, que se publica en inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y danés.
T 1
BURGUESES Y PROLETARIOS'·:t
La historia de todas las sociedades existentes hasta el presente'''2
es la historia de luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y
siervos, maestros y oficiales, en suma, opresores y oprimidos
,., L Por burguesía se entiende la clase de los capitalistas modernos, quienes son poseedores de los medios sociales de producción y explotan el trabajo asalariado. Entiéndese por proletarios a la clase de los .trabajadores as~~ariados modernos quienes, puesto que no poseen med10s de produccion propios, dependen de la venta de su fuerza de trabajo para poder vivir. [Nota
de Engels a la edición inglesa de 1888] 1'2. Esto significa, estrictamente hablando, la historia transmitida por es
crito. En 1847 :ún era prácticamente' desconocida la prehistoria de la sociedad la organización social que precedió a toda la historia fijada por escrito. DesJe entonces, Haxthausen descubrió la propiedad común de la tierra en Rusia, Maurer demostró que fue el fundamento social del cual partieron históricamente todas las tribus teutonas y poco a poco se descubrió que las comunidades aldeanas con posesión comunitaria del suelo fueron la forma primitiva de la sociedad desde la India hasta Irlanda. Por último, el descubrimiento cimero de Morgan acerca de la verdadera naturaleza ele la gens y su posici?n dentro de la tribu, puso al descubierto la organización interna de esta sociedad comunista primitiva en su forma típica. Con la disolución <le estas corm'.nidades primitivas comienza la escisión de la sociedad en clases separadas y.finalmente opuestas entre sí. [Nota de Engels a la ediczon inglesa d~ 188~ ~·a la edición alemana de 1890] He intentado seguir este proceso de d1soluc10n en El origen de la famzlia, de la propiedad privada y del Estado, segunda edición, Stuttgart, 1886. [Nota de Engels a la edición inglesa de 1888]
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 39
siempre estuvieron opuestos entre sí, librando una lucha ininterrumpida, ora oculta, ora desembozada, una lucha que en todos los casos concluyó con una transformación revolucionaria de toda la sociedad o con la destrucción de las clases beligerantes.
En las épocas anteriores de la historia hallarnos casi por doquier una total división de la sociedad en diversas clases, un múltiple escalonamiento de las posiciones sociales. En la antigua Roma tenemos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en el Medioevo tenemos señores feudales, vasallos, maestros, oficiales, siervos y, por añadidura, en casi cada una de estas clases hay, a su vez, gradaciones particulares.
La sociedad burguesa moderna surgida del ocaso de la sociedad feudal_no ha abolido los antagonismos de clase. Sólo ha sustituido las antiguas clases, condiciones de la opresión y formas de la lucha por otras nuevas.
Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue empero por el hecho de haber simplificado los antagonismos de clase. Toda la sociedad se divide cada vez más en dos grandes bandos hostiles, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente entre sí: la burguesía y el proletariado.
De los siervos de la Edad Media surgieron los villanos de las primeras ciudades; a partir de esta clase urbana se desarrollaron los primeros elementos de la burguesía ..
El descubrimiento de América, la circunnavegación del África crearon nuevos terrenos para la burguesía en ascenso. Los mercados de las Indias Orientales y de la China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la incrementación de los medios de cambio y de las mercancías en general proporcionaron al comercio, a la navegación y a la industria un auge jamás conocido, y con ello una rápida evolución al elemento revolucionario dentro de la sociedad feudal en desintegración.
.S-1
40 KARL MARX / FRIEDRIGH ENGELS
La explotación feudal o gremial de la industria, imperante hasta entonces, ya no bastaba para satisfacer las necesidades, crecientes con los nuevos mercados. Su lugar fue ocupado por la ma11uf_a_ctura. Los maestros de los gremios fueron desplazados por la clase media industrial; la división del trabajo entre las diversas corporaciones desapareció ante la división del trabajo dentro del propio taller individual.
Pero los mercados crecían constantemente, la demanda aumentaba de continuo. Tampoco la manufactura resultaba ya suficiente. Entonces, el vapor y la maquinaria revolucionaron la producción industrial. El lugar de la manufactura fue ocupado por la gran industria moderna y el de la clase media industrial por los millonarios industriales, los jefes de ejércitos industriales enteros, los burgueses modernos.
La gran industria ha instaurado el mercado mundial preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial ha dado origen a un desarrollo inconmensurable del comercio, la navegación y las comunicaciones terrestres. A su vez, este desarrollo ha repercutido sobre la expansión de la industria, y en la misma medida en que se expandían la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, se desarrolló la burguesía, incrementó sus capitales y relegó a un pla.no secundario a todas las clases heredadas de la Edad Media.
Vemos, pues, que la propia burguesía moderna es producto de un prolongado curso evolutivo, de una serie de revoluciones en los modos de producción y tráfico.
Cada una de estas etapas evolutivas de la burguesía estuvo acompañada por un correspondiente progreso político.1 Clase
l. (Agregado en 1888): de esta clase.
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 41
oprimida bajo la dominación de los señores feudales· aso-ciación armada y autogobernada en la comuna;'"3 en al~unas partes república urbana independiente,2 en otras tercer estado tributario de la monarquía;3 luego, en tiempos de la manufac-tura, contrapeso de la nobleza en la monarquía feudal o en la absoluta,
4 base fundamental de las grandes monarquías en ge-
neral, desde la instauración de la gran industria y del mercado : mundial conquistó finalmente la hegemonía política exclusiva ) J en el moderno estado re~r~~entati~º·. El poder estatal moder- ; ,' ¡:' / no es solamente una com1s1on admmrstradora de los negocios , / comunes de toda·la clase burguesa.
La burguesía ha desempeñado un papel extremadamente revolucionario en la historia.
Dondequiera que llegó al poder, la bi;irguesía destruyó todas las condiciones feudales, patriarcales, idílicas. Ha desgarrado despiadadamente todos los abigarrados lazos feudales que ligaban a los hombres a sus superiores naturales, no dejando en pie, entre hombre y hombre, ningún otro vínculo que el inte-
*3, En Francia se denominaban «comunas» a las ciudades que surofan b '
inclusive antes aún de que sus señores feudales y maestros lograsen conquis-tar la autonomía administrativa local y los derechos políticos en condición de «Tercer Estado». En términos generales hemos citado aquí a Inglaterra como país típico del desarrollo económico de la burguesía y a Francia como país típico de su evolución política. [Nota de Engels a la edición inglesa de 1888]
Así denominaban los habitantes de las ciudades de Italia y Francia a sus comunidades urbanas, luego de haber adquirido sus primeros derechos de autonomía administrativa a sus señore.s feudales o de haberles forzado a cedérselos. [Nota de Engels a la edición ~!emana de 1890)
2. (Agregado en 1888): (como en Italia y Alemania). .3. (Agregado en 1888): (como en Francia). 4. (En 1848): y
42 KARL MARX / FRIEDRICH ENGELS
rés desnudo, que el insensible «pago al contado». Ahogó el saorado paroxismo del idealismo religioso, del entusiasmo caballeresco, del sentimentalismo pequeñoburgués, en las gélidas aguas del cálculo egoísta. Ha reducido la dignidad personal al valor de cambio, situando, en lugar de las incontables libertades estatuidas y bien conquistadas, una única desalmada libertad de comercio. En una palabra, ha sustituido la explotación disfrazada con ilusiones religiosas y políticas por la explotación franca, descarada, directa y escueta.
La burguesía ha despojado de su aureola a todas las actividades que hasta el presente eran venerables y se contemplaban con piadoso respecto. Ha convertido en sus obreros asalariados al médico, al jurista, al cura, al poeta y al hombre de ciencia.
La burguesía ha arrancado a las relaciones familiares su velo emotivamente sentimental, reduciéndolas a meras relaciones dinerarias.
La burguesía ha desvelado que la brutal manifestación de fuerza que tanto admira la reacción en el Medioevo tenía su complemento apropiado en la más indolente holgazanería. Sólo ella ha demostrado qué puede producir la actividad de los hombres. Ha llevado a cabo obras maravillosas totalmente diferentes a las pirámides egipcias, los acueductos romanos y
las catedrales góticas, ha realizado campañas completamente distintas de las migraciones de pueblos y de las cruzadas.
La burguesía no. puc:~e ~¡,>:~stir __ si.!-1:_ ~_eY5?L~~~'?_~~r permanente~e~t~-f0s-ff1;tr~u111entos de producción, vale decir las rela~l.;ñes-ae·p~-od~~t:~ié)i:i y, ·p¿; e¡.;_de~·t;·das las relaciones socia· le;, jf~ ca~bio, la-conservación inalterada del a~tiguo modo de producción era la condición primordial de la existencia de todas las clases industriales anteriores. El continuo trastocamiento de la producción, la conmoción ininterrumpida de todas las situaciones sociales, la eterna inseguridad y movilidad
i\fANlFlESTO DEL PARTlDO COMUNlST.A
distingue la época burguesa de todas las demás. 5 Todas las relaciones firmes y enmohecidas, con su secuela de ideas y conceptos venerados desde antiguo, se disuelven, y todos los ele formación reciente envejecen antes de poder osificarse. Todo
'Al lo estmnental y estable se e\'apora, todo lo consagrado se desa-1 craliza, y los homb;e~~e ven fi~almente obligados a contem
plar con ojos desapasionados su posición frente a Ia vida, sus relaciones mutuas.
L,1 necesidad de una venta cada vez más expandida ele sus productos lanza a la burguesía a través de todo el orbe. Ésta debe establecerse, instalarse y entablar vinculacione¡; por doqmer.
- En virtud de su6 explotación del mercado mundial, la burguesí8-Ea dado úna álnfornúCioi1 cosrnopolita a la produc-
-ción y al consurrío. Con grnn pesar de los reaccionarios, lu sustraído eí terreno de sustentación nacional bajo los pies de k industria. Las antiquísimas industrias nacionales han sido anTquiladas, y aún siguen siér:ídolo a diario. So:1 clespL1zadas por
nuevas industrias, cuya instauración ~;e convierte en una cuestión vit:d pa.ra todas Lis naciones civilizadas, por induc;trÍé\S que no elaboran y~1 nrnterias primas locales, sino otrns prove-
. 1 l , ,. ' n1entes Ge as zonns n1'-i.s e11st::Jntes, y cu;/os productos n·~• se ,- ' . • . r . j ,
consumen y~1 solo en el propto paE. s1no, en rorrn;;; smw.r~'fr::'.'.L.
ei: roclos 10'; continentr-::; EJ .lug;~r dC'. lc>s antiglu10 cr::cesicL~d~::, satisEecl1as .Poi· tos prociuc·ros regioaales, se \1e ocupHdo p;~)~·
' 1 ~ 1 • ,. •• oLr·qs .nuevas, que requ1er 1::n L)S proc1uctos ce .lo:~ pa1s~~ y cu-
, . ¡·· . , ,., 1 . . ; i . 1T1as trt~:..s t\:rnotos par;J su sa-c1s.::u~i'.:1on .ti_ s1t10 Ge 1H antigul~ :.h.'.-
.L'Js;-,[:1·r.:,,::,q~1r·i'..1 \/ ''l·~t'f"llJ:r:>·¡•"""L("- j('.('•.)Jp(.~ \f q("1rÍr)ll:J.le 1~ se· V~.:. '· ~. ·- •.._.._.,_ ...__.._, J C.t U .. ~•~- ,\.. .• ~ .j L_ '°:''"~"~-. .; ; .-.... '-- - "..._ ~ .._
por un
5 (tn l/"i-48, J'S~? r !'XS-1): nntcri.,_¡¡·~:;
6 (T!/í' i 8~/-J): i:.1 ••
53
44 KARL MARX / FRIEDRICH ENGELS
cia general entre las naciones. Y lo mismo que ocurre en la producción material ocurre asimismo en la producción intelectual. Los productos intelectuales de las diversas naciones se
. q:>~~erten-en patrÍillonio común. La pardaffdacfylimitación nacionale~ise-tor-nan cadá vez :más imposibl~~,y-;~ti~de las mnile~osas 1.iteratÜras nacionales-y focales se-forma una litera-tura universal. . ---
-Medlánte el rápido mejoramiento de todos los instrumentos de producción y la infinita facilitación de las comunicaciones, la burguesía también arrastra hacia la civilización a las naciones más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyén la artillería pesada con la cual demuele todas las murallas chinas, con la cual obliga a capitular a la más obcec'ada xenofobia de los bárbaros. Obliga a todas las naciones a apropiarse del modo de produq:ión de la burguesía, si es que no quieren sucumbir; las obliga a instaurar en su propio seno lo que ha dado en llamarse la civilización, es decir, a convertirse en burguesas. En una palabra, crea un mundo a su propia imagen y semejanza.
La burguesía ha sometido el campo a la dominación de la ciudad. Ha creado ciudades enormes, ha incrementado en alto grado el número de la población urbana con relación a la rural, sustrayendo así a una considerable parte de la población al idiotismo de la vida rural. Así como ha hecho depender al campo de la ciudad, también ha hecho depender a los países bárbaros y semibárbaros de los civilizados, a los pueblos campesinos de los pueblos burgueses, y al Oriente del Occidente.
La burguesía va superando cada vez más la fragmentación de los medios de producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado a la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en pocas manos. La consecuencia necesaria de ello ha sido la centralización po-
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 45
lítica. Provincias independientes, apenas aliadas y con intereses, leY:~~.!-~o~iernos y aranceles diferentes, han sido compri-\ \
1
miclaS para formar una nación, un gobierno, una ley, un inte- ' résnaéion-aCde-das e y una línea aduanera.
-En sU dominación de clase apenas secular, la burguesía ha creado fuerzas productivas más masivas y colosales que todas las generaciones pasadas juntas. El sojuzgamiento de las fuerzas de la naturaleza, la maquinaria, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, los ferrocarriles, los telégrafos eléctricos, la urbanización de continentes enteros, la navegabilización de los ríos, poblaciones íntegras como surgidas de la tierra, ¿qué siglo anterior sospechaba que dormitasen semejantes fuerzas productivas en el seno del trabajo social?
Hemos visto, pues,7 que los medios de producción y comunicación en los que se basó la creación de la burguesía se engendraron en la sociedad feudal. En determinada etapa de la evolución de estos medios de producción y comunicación, las condiciones en las que la sociedad feudal produ~ía y traficaba, la organización feudal de la agricultura y la manufactura, en una palabra, las relaciones de propiedad feudales, ya no correspondían a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Las mismas inhibían la producción, en lugar de estimularla. Se convirtieron en otras tantas ataduras. Hab(a que romperlas, y se las rompió.
Su lugar fue ocupado por la libre competencia, con la constitución social y política apropiada a ella, con la hegemonía económica y política de la clase burguesa.
Bajo nuestra vista está transcurriendo un movimiento similar. Las relaciones burguesas de producción y tráfico, las re-
7. (En 1848): empero.
1 ''
4ó K:\.l\L MARX / FRIEDR!CH ENGFLS
laciones burguesas de propiedad, la sociedad burgues,1 moderna, que ha producido, como por arte ele mac•ia ~11edios de producción y tráfico tan ingentes, se asemeja al he~hicero que ya no logra dominar las fuerzas subterráneas que ha conjurado. Desde hace décadas, la historia de la industria v del co-s , mercio es sólo' la historia de la rebelión Je Lis fuerzas p10-
ductivas modernas comra las relaciones ele prnducción modernas, contra las relaciones de propiedad que constituyen las condiciones existenciales de la burguesía y de su dominación. Basrn citar las crisis comerciales que, con su recurrencia periódica, cuestionan en fonna cada vez más amenazadora la existencú.1 de la sociedad burguesa rock En las crisis comerciales se destruye regularmente gran parte no sólo ele los oroducws engendrados, síno' de las fue~zas productivas ya ~re,1-das. En las crisis estalla una epidemü1 socüü que en rodas las épocas anteriores hubiese p~1recido un contrnsentido: lc2 epidemia de ia superproducción. Súbirnmente, la sociedad se i;~;_lla retrotraída a una situación ele barbarie rnomentúnea; un,1 hambruna, urn'. guerra de extenninio 10 generalizada 08.recen haberle cortado todo:; sus n1eJios de sub~isrencia; la ü1,JustrL:, el comercio, o::c1-.::c,.:n 2111iquih1dos ; -/ P]ÍCJ >)Oí' ClU'~) PmcP 1·~ ... ... - . ·.. . .._ . i- . .l.. ...... • ·" ) L.'-
posee Jen1asiaón civiliz~1ción; clcn1~:sindo~; 1T1ec1ins de subsistc11cin, den1asü:.da i~1Justri::~, denl!:l.3i::tdo cr!111ercl 1~L Í~Lu..:r:za~1
~;rvductivas de e~_ u e dis~)tJne y'.:l n;: , ven ~1 1 forri.ent:·=·; ¡ ¡ de las 1<::
h~clunes de p;_\Jj_)ieCk:.J burg1_~~~):_1s, f)f.<L" e.~ ccr_;~1 uri·J: se b~-td co:·-1.-ic:clo den1asiado IJQ(l1::.'"1"ü~~~)'~ ·;).,1 1··.1 e~ 1-~ L",'.¡(. rr--.. i ·1.-- ¡· nq .:-_·,(· '/ ¡' -,1 __ :~ ¡'_,~, _
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n~!.Jen; y en cuanto super:-:111 esta u1l-.ii.!J.tc101.·i) !JOncn en dr::sorder.t
tu (l~;; 1848): ;~ucrr'..1. cL~ df:\·asta(.:ión 1 J (ln1c1nolt2do e'.: L\-: ! ·:: <.L: lr .:Iviii.<::lcié.n G!_1rgL1.(:'.s~·)
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 47
toda la sociedad burguesa, ponen en peligro la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas se han tornado demasiado estrechas como para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿De qué manera supera la burguesía las crisis? Por una parte, mediante la destrucción forzada de gran cantidad de fuerzas productivas; por la otra, mediante la conquista de nuevos mercados y la explotación más a fondo de 12 mercados viejos. ¿De qué manera, pues? Las supera preparando crisis más extensas y violentas y reduciendo los medios para prevenir las crisis.
Las armas con las que la burguesía ha abatido al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía.
Per() la burguesía no sólo ha forjado las arm~s que le darán muerte; también ha engendrado a los hombres que manejarári esas armas: los obreros modernos, los proletarios.
En la misma medida en que se desarrolla la burguesía, es decir el capital, se desarrolla el proletariado, la clase de los obreros modernos, quienes sólo viven mientras hallan trabajo y que sólo lo hallan mientras su trabajo incrementa el capital. Estos obreros, quienes deben venderse por pieza, son una mercancía como cualquier otro artículo del comercio, y en consecuencia se hallan igualmente expuestos a todos los avatares de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.
En virtud de la expansión de la maquinaria y de la división del trabajo, el trabajo de los proletarios ha perdido todo su carácter independiente y, con ello, todo atractivo para los trabajadores. El obrero se convierte en un mero accesorio de la máquina, a quien sólo se le exigen las operaciones más sendI~srnonótonas y de más fácil ap~endizaje. De ~hí qu~ i~s costo~
ºº 12. (En 1848 y 1872): los.
I
48 KARL MARX / FRIEDRICH ENGELS
que acarrea el obrero se limiten casi exclusivamente a los medios de subsistencia que requiere para su manutención y para la propagación de su raza. Pero el precio de una mercancía, y en consecuencia también el trabajo, es igual a sus costos de producción. Por ello, en la misma medida en que aumenta el lado desagradable del trabajo, decrece el salario. Más aún, en la misma medida en que se incrementan la maquinaria y la división del trabajo, se eleva asimismo la cantidad13 del trabajo, sea por aumento de las horas de labor, sea por incremento del trabajo exigido en un lapso determinado, por aceleración del movimiento de las máquinas, etcétera.
La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Las masas obreras, apiñadas en la fábrica, se organizan militarmente. En su calidad de soldados industriales rasos son puestos bajo la supervisión de toda una jerarquía de suboficiales y oficiales. No sólo son esclavos de la clase burguesa, del estado burgués, sino que son esclavizados a diario y a toda hora por la máquina, por el capataz y sobre todo por los propios fabricantes burgueses individufl.}es. Este despotismo es tanto más mezquino, aborrecible y exasperante cuanto más abiertamente proclame a la ganancia como su fin. 14
Cuanto menos requiera el trabajo manual la habilidad y el empleo de la fuerza, esto es cuanto más se desarrolla la industria moderna, tanto más resulta desplazado el trabajo de los hombres por el de las mujeres. 15 Las diferencias de sexo y edad ya no tiene vigencia social para la clase obrera. Sólo hay ya instrumentos de trabajo, que acarrean diferentes costos según su sexo y edad.
13. (En 1888): carga. 14. (En 1848, 1872 y 1883): último. 15. (En 1848): y los niños.
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 49
Una vez que la explotación del obrero por el fabricante ha concluido y aquél recibe el pago de su salario en efectivo, caen sobre él las partes restantes de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etcétera.
Las pequeñas capas medias existentes hasta la fecha, los pequeños industriales, comerciantes y rentistas, los artesanos y campesinos, todas estas clases se van sumiendo en el proletariado, en parte porque su pequeño capital resulta insuficiente para la explotación de la gran industria y sucumbe a la competencia con los capitalistas de mayor envergadura, en parte porque sus habilidades quedan desvalorizadas en virtud de nuevos modos de producción. De este modo, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.
· El proletariado recorre diversas etapas evolutivas. Su lucha contra la burguesía comienza con su propia existencia.
Al comienzo, luchan los obreros individuales, luego los obreros de una fábrica, después los obreros de un ramo laboral en una localidad contra el burgués individual que los explota directamente. Dirigen sus ataques no sólo contra las relaciones burguesas de producción, sino contra los propios instrumentos de producción; destruyen las mercancías extranjeras que compiten con ellos, destrozan las máquinas, incendian las fábricas, tratan de conquistar nuevamente la desapa-recida posición del trabajador medieval. ·
En esta etapa, los obreros constituyen una masa diseminada por todo el país y fragmentada por la competencia. La cohesión masiva de los obreros no es aún la consecuencia de su propia unificación, sino co:nsecuencia de la unificación de la burguesía, la cual, a fin de lograr sus propios objetivos políticos, debe poner en movimiento a todo el proletariado, cosa que, por ahora, aún puede hacer. Por consiguiente, en esta etapa los proletarios no combaten aún a sus enemigos, sino a
60
50 • KARL MARX / FRIEDRICH ENGELS
los enemigos de sus enemigos. Los resabios de la monarquía absoluta, los terratenientes, los burgueses no industriales, los pequeños burgueses. De este modo, todo el mo~imiento h.istóríco está concentrado en manos de la burguesia; cualqmer victoria que se logra de esta manera es una victoria de la bur-
guesía. . Pero con el desarrollo de la industria no sólo se acrecien
ta el proletariado, sino que se va concentrando en masas ?1ªyores, sus fuerzas aumentan y las siente en mayor med1~a. Los intereses y las condiciones de vida dentro del proletariado se nivelan cada vez más, pues la maquinaria desdibuja cada vez más las diferencias del trabajo y deprime casi por doquier el salario a un nivel igualmente bajo. La creciente competencia de los burgueses entre sí y las crisis comercial~s resultantes de ello tornan cada vez más fluctuante el salario de los obreros; el cada vez más acelerado e incesante mejoramiento de la maquinaria hace cada vez más inciertas todas sus condiciones de vida; las colisiones entre el obrero individual y el burgués individual adoptan cada vez más el carácter de colisiones entre dos clases. Los obreros comienzan a formar coaliciones16 contra los burgueses; se unen para asegurar su salario. Hasta llegan a formar asociaciones permanentes, para asegurarse los medios para estas ocasionales sublevaciones. En diversos puntos estalla la lucha mediante insurrecciones.
De tanto en tanto triunfan los obreros, pero ello sólo de manera transitoria. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la cada vez más amplia unificación de los obreros. Favorecen a la misma los crecientes medios de comunicación, engendrados por la gran industria, que comunican
16. (Interpolado en 1888): (Trade-Unzons).
MANIFJES'TO DEL PARTIDO COMUNISTA 51
entre sí a los obreros de las diversas localidades. No se requiere más que esta comunicación para centralizar las numerosas luchas locales, de igLwl carácter por doquier, y conv.:rrirlas en una lucha nacional, en una lucha de clases. Sin embargo, toda lucha de clases es una lucha política. Y la unificaciün, parn la cual los habirames de las ciudades Je la Edad i\!ledia, con sus caminos vecinales, necesitaron cemurias, logran establecerla los prolernrios modernos, con los ferroca:riles, en pocos ai1os.
Esta organización de los proletarios en una ciase, y con ello en un partido político, vuelve a ser destruida a cada instante mediante la competencia entre los propios obreros. Pero renace una y otra vez, nüs fuerte, firme y poderosa. La misma obliga al reconocimiento en la fonm~ de leyes de diversos irnereses de los obreros, al aprovechat éstos las escisiones internas de le': burguesfa. Tal el caso del hdl ele las die::: horns en Icglaten·<-1
En generc1l las colisiones de la vieja sociedad favorecen cliversameme el proceso evolutivo del prolernriado L:i. burgueshi se halla en permanente lucha: al comienzo, contra la aristocracia; luego, contra aquellas partes ele la propi,1 burguesÍ:-1. cuyos intereses emrnn en contradicción cou d progrcsu d::: fo inclustr'Ü:.; y siempre contra la burguesía de todos los ¡xüses cxtnrnjeros. En todas esas luchas se ;;e forzada a apelar ai pro1etariHdo, :). recurrir''· SLl auxilio. :.uTasLrúndolo así hacü el movinüento político. consecuencia, ella misma proporciona ::1l r--¡~r)·:r-1-· 1 r1«ict'o ''L'~ ·l-Jl'OJ>inc e1"111P!1f('J" r1:~ Fo1·1"nr·1/n 17 ,,,, ul"ri: .t" - '- - -~<-. -·"- .J ._._. .!.. J..-" .v.J ._,_ ...._. ~ . .) _1._.. .._ J..lCl\....t,_./_ ) \.....,) '-'--~-.)
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h.cJe1Tta;;, curDC'1 y~-1 11e111os v10to~ el progreso ue J.a 111c1UGfi:·1a
lJrecipi'Cél hu:~j:_·~ el prol 1.:~~lri·~l(iO H partes cc;1TlJ.JOn1::ates fr··: .'~:::·'S l:.J_ c~n1_-rti:ci~~nte, o ct.1an:i~) n1~nu:.~ L<1s t.:"!IH:n~1Zél e.:.1 ~'us
11 (i
52 KARL MARX f FRIEDRICH ENGELS
condiciones existenciales. También éstas aportan al proletariado gran cantidad de elementos formativos.
18
Por último, en tiempos en los que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el proceso de disolución que tiene lugar dentro de la clase dominante, dentro de toda la antigua sociedad, asume un carácter tan vivo y violento que una peque~ parte de)a clase dominante sesepara de ella y se adhiere a ~a clase revolucionaria, a la clase que tiene el futuro en sus manos. De ahí que, así como antes una parte de la nobleza se pasó a la burguesía, ahora una parte de ésta se pasa al proletariado, y en especial una parte de los ideólogos de la burguesía, quienes han avanzado hacia la comprensión teórica de todo el movimiento histórico.
De todas las clases que enfrentan hoy en día a la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las clases restantes decaen y perecen con la gran industria; en cambio, el proletariado es su producto más peculiar.
Los estratos intermedios -el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino- combaten todos ellos a la burguesía para asegurar su existencia en cuanto clases medias ante su hundimiento. Por lo tanto, no son revo-
d M, ' . . 19
lucionarios, sino conserva ores. as aun, son reacc1onar10s, tratan de hacer girar hacia atrás la rueda de la historia. Si són revolucionarios, lo son teniendo en c:;uenta su inminente pasaje al proletariado, no defienden sus intereses presentes sino futuros, abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.
El proletariado en harapos, ese producto pasivo de putrefacción de los estratos inferiores de la antigua sociedad, resul-
18. (En 1888): elementos de ilustración y progreso. 19. (Interpolado en 1848, 1872 y 1883): pues.
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 53
ta parcialmente arrastrado hacia el movimiento por una revolución proletaria, pero por toda su situación existencial se hallará más dispuesto a dejarse sobornar para prestarse a maniobras reaccionarias.
Las-condiciones existenciales de la antigua sociedad ya se hallan aniquiladas en las condiciones existenciales del proletariado. El proletario carece de propiedades; su relación para con su mujer y sus hijos nada tiene ya en común con la relación familiar burguesa; el trabajo industrial moderno, el moderno sojuzgamiento bajo el capital, que es el mismo en Inglaterra y en Francia, en Norteamérica y en Alemania, lo ha despojado de todo carácter naci~nal. Para él, las leyes, la moral y la religión son otros tantos prejuicios:1 biirg{.ieses, detrás de los cuales se ocultan otros tantos intereses de la burguesía.
Todas las clases anteriores que conquistaban la hegemonía trataban de asegurarse su posición existencial ya conquistada sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios sólo pueden conquistar las fuerzas prod~ctivas sociales aboliendo su propio modo de apro- >!
piación en vigencia hasta el presente, aboliendo con ello todo el modo de apropiación vigente hasta la fecha. Los proletarios no tienen nada propio que consolidar; sólo tienen que destruir todo cuanto, hasta el presente, ha asegurado y garantizado la iJ
propiedad privada. Todos los movimientos existentes hasta la actualidad han
sido movimientos de minorías o en el interés de minorías. El . movimiento proletario es el movimiento independiente de una )'l
ingente mayoría en interés de esa ingente mayoría. El proletario, estrato inferior de la sociedad actual, no puede alzarse, no puede erguirse sin hacer saltar por los aires toda la superes- ~ tru¿tura de l~s estratos que conforman la sociedad oficial.
15'8
54 KARL i\lARX Í FRIEDIUCH ENGELS
Aunque no lo es por su contenido, en su forma ia lucha del proletariado contra la burguesia es, por ahora, una lucha nacionaL Es natural que el proletariaJo de cada país debe acabar en primer término con su propia burguesía.
Al esbozar las fases más generales de la evolución dei proletariado, hemos seguido 1a guerra ci\'Ü más o menos encubierta dentro de la sociedad imperante hasta el pumo en q~e '¡ . 11 1 • ,,,. r i i a m1sma esta rn en uca l'eVOJ.uc1on rranca y en que e1 pctw:ü~-
riado cimenta su hegem-onía mediante el derrocamiento vio
lento de la burguesía. . Todas las sociedades existentes hasrn el preseme se han basado. como y;i hemos visto, en b. comradicción entre clas~s
• • ... T." 1 • • •
op_resoras y opnmicias. cer-:) parn poder opnrrnr a una cl<1se, es rnene·s-te: asegüra1E c_ondiciones Jentro de ias cudes pued;:1 sobrellevar, cuar.Jo rnen~">s, su exisEencia cscLn·izn.::lc< .. El sierv:; evolucionó a miembro de L1 comuna dentro d·? la sen'ídurn-' , ' - ' , 1 , • , l . 1 ere, as1 con10 ei pequerH..J t)urgues se eie.vo ::1 burgu~s ;aJo r::1
yugo del absolutismo feudal. En cambio, eI obrew moderno, ('111ltcr<i;·· rJ,, ei"'v·irs·" co1·' e' t)l"üª'.,""P ,lr, l··· t'"';··~·~i,_- ·-·~ ~-''''1o'i~ ,_ .:?'·-- ..__._, ....,\... e '-- .1. .1 ,>. 0 1.'--'-'-' Lb. ... ~'1 J • .,_lUvL! ...... l~ .:"J-... .! .. t.d ·-
C<Jd.a vez más por deb::iju ck-: bs condiciones Lié: SL' p;·opia cU~;'-~·;-1 obrero ,_.,e cocp.•1 .. ~'TP eq i11JfJeJ1 ~.? 'P L~ 1"11r~Í'.);:: .. ·1-1;"'•~:' rr.:. ·~f-"'•)•·:·r~--... - J.. '-' . • V ~-l. .._ • • ~-.,-,_,,e-....,.) -'-'· ,,__ ...J",:-l"' •_,.._l ,_1\~ \..._..,')¿.._, ~ \ . .'
lb aún con nrnyor cc:lerdud que b pobL1ción \' Lt riqueZéi c:nn ello se n1anifiesr~1 .b:·anct:UT1ente CJt!e lH bt.1r.,~uesI~1 es in.cHL"'-~11.~ . '· ..
s~e~-1dn ~:1Ul' rn~~~ 1.~it:n~1:r:: l·J el~:~~>..: r_1·:..)~rin:~!-:L·: d~:· Lt :_;~:~ _ _.;·::'~a··: ~·, !"~ i·.·11tv-)nt:)!"" a L,1 ''0···1er::.1,: r.ln L'T~'l"'·L·r1l·,::i..~;¡1.:.i.·1¡-L.-c~ ..... , '-"- '-· _, ..__ ............ ~ ~·-...-~·--l . ... ,_ ·-' "-~ ·-····-·~ .._,_ .... e ~1 ..._, ..... 1 .·-b-t ...... l l\..1.i..i:. .. ,
t:on::~FcL)nes :::xistr.:nci·~dr~s ~;u ~=J.-.1s;:,. E::.; incan·~~z ele ducr::in,¿~~
Cllis~·.re r·i!:>i1t 1'C' rL--' ~t 1 psr·1·. 11 :itL1 '-1 Q•')t-r"lue ·~<L·-: ,,:,1-;{}'}''i·~ .. ra'r..:i.;,; > - _\ ___..._. ,_' -......_ .... #1 ..... --1..~1 1-..., .l "--~-·~¿ . .,,_,~,O. vu_.._0 ~ ._e:... .:.l \...;:'...•
ios c.iJ'.: ~:;e .3u111a1:-i et-:. L'.11':~ 3flt:uciór1 ~.:11 ln c:u:::.1 debe alic.!e11Iar;Ds
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MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA· 55
La condición20 esencial para la existencia y para la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la riqueza en manos de personas privadas, la formación y multiplicación del capital; la condición del capital es el trabajo asalariado. Éste se basa exclusivamente en la competencia de los obreros entre sí. El progreso de la industria, cuyo agente involuntario e incapaz de oponérsele es la burguesía, sustituye el aislamiento de los obreros mediante la competencia por su asociación revolucionaria mediante las asociaciones. Con el desarrollo de la gran industria se sustrae, pues, bajo los pies de la burguesía, el propio fundamento sobre el cual produce y se aprnpia de los productos. Produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables.
59 20. (Interpolado en 1848, 1872 y 1883): más.