Marosa Padre

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LAS LETRAS EN SALTO EN EL SIGLO XlX

LEONARDO GARET

El milagro incesante

Vida y obra

de

Marosa di Giorgio

Ediciones ALDEBARN

2005

Advertencia

Los libros y los poemas que integraron Los papeles salvajes, son citados, en todos los casos, de acuerdo a esa edicin. Cuando difiere la ubicacin de un texto con respecto a la que ostenta cuando su primera aparicin, se deja expresa constancia. Se han percibido pocas variantes de significacin entre las versiones de los textos, salvo las de Poemas y Humo, que se sealan en el captulo correspondiente.

Aquellos textos que no tienen numeracin, sino solamente separacin con asteriscos, se citan numerados a fin de permitir su ms fcil localizacin. Se ha elegido, sobre todo en la primera parte, referida a la vida de Marosa, la sealizacin de las citas mediante iniciales de referencias, para permitir una mayor fluidez de lectura.

Todos los libros que tenan un prlogo en su primera edicin lo perdieron al pasar a formar parte de Los papeles salvajes. Dichos prlogos se transcriben ntegramente o una parte sustancial de los mismos, como forma de permitir a los nuevos lectores de la obra de Marosa, un acercamiento completo a las obras tales como fueron en su momento.Propsitos

Escribir el testimonio personal que me dej su ser de excepcin, pero tambin hacerme eco del sentimiento generalizado de todos cuantos la conocieron, creo que es mi ineludible deber a la memoria de Marosa di Giorgio. Tuve la necesidad de dejar pasar un tiempo de meses para siquiera pensar en abordar el tema. A partir del momento de iniciar este libro me fue indispensable el dilogo con quienes tambin fueron sus amigos. Pretendo que sea documental sin dejar de ser vivo y pasional. El tema, como ninguno, exige la conjuncin de ambos enfoques.

Para la segunda parte realic una relectura de toda su obra intentando acercarme al secreto de su vigencia y profundidad.

Es notable constatar que empez a transcurrir el tiempo tempranamente vislumbrado por Wilfredo Penco en 1979: no creo equivocarme al afirmar que en los aos venideros, ms tarde o ms temprano, una aureola mtica rodear el prestigio literario de Marosa di Giorgio. (Prlogo, Clavel y tenebrario.) Se hace imperioso que quienes estuvimos a su lado, demos fe, en este proceso, que el prestigio mtico emergente de su obra, de su presencia y de su forma de vida, no debe ocultar algunos rasgos inseparables de su persona, tales como la simpata y la bondad. Estos son los menos contribuyentes para formar la aureola mtica, pero son los primeros que se hacen presente para quienes la tuvimos en la cercana del corazn.La parte biogrfica de este libro se vio generosamente enriquecida por los aportes de Nidia di Giorgio, su hermana, y tambin mi amiga, y por todas la personas que consult sobre un aspecto determinado y acerca de los cuales dejo constancia en cada oportunidad. A todas ellas mi agradecimiento.

Marosa sin duda se quedara contenta si escuchara el recuerdo que compartimos todos quienes tuvimos el privilegio de estar cerca de su persona y su afecto. Quienes no la conocieron tengan la seguridad de que era difana y viva, como cada una de sus palabras.

1

Vida

Una sacerdotisa en el altar

La imagen en el espejo

Las biografas poticas y anecdticas tienden a eliminar distancias, se confunden en una propuesta que es como otro tejido en el plano profundo de la pgina. Marosa es la que transit determinadas calles porque sus pasos se sienten en el papel y las criaturas de sus poemas la acompaan y se le caen diademas al ritmo de su paso. El presente ejercicio de superponer una Marosa histrica a otra enteramente formada por ella misma, puede parecer del todo innecesario. En efecto, nada mejor para describir su infancia que un poema con ese motivo, nada mejor que para hablar del lugar real de la chacra de su abuelo, que el El mar de Amelia 33, por ejemplo, pero esta superposicin nos trae la comprobacin asombrosa de esa coincidencia, mostrando irrefutablemente, que estamos en presencia, como pocas veces en la historia del arte, de alguien que vivi su propia obra y escribi su propia vida. Aunque en su caso se trate otra vez- de escribir sus propios sueos.Marosa di Giorgio, un ser humano magnficoEn las reuniones de la ms diversa ndole, Marosa era el centro natural de gravitacin por su personalidad avasallante, an siendo retrada; se impona su voz baja pero perfectamente audible, su particular modo de vestirse, de maquillarse, de estar. La conversacin y las miradas giraban a su alrededor y ella permaneca buena parte del tiempo en silencio. Sus expresiones precisas, personales, comprensivas, cultas, chispeantes, demostraban que, a pesar de parecer ausente, estaba perfectamente al tanto de lo que se estaba tratando. Jams buscaba sobresalir. No le gustaba ejercer protagonismo de ningn tipo y la ganaba el mutismo cuando una mesa de caf se volva un poco extendida. Le gustaba el dilogo mano a mano, casi secreto, propicio a la confidencia importante, el razonamiento justo, la bsqueda de la comprensin profunda. Preguntaba y se asombraba con facilidad, porque la vida era para ella un incesante milagro. Creo que no es posible mayor capacidad de enriquecimiento espiritual que con el contacto que se poda tener con Marosa. Pero as como tena condescendencia hacia todas las situaciones humanas no poda transigir con la mediocridad literaria. Un silencio absoluto la envolva cuando se trataba de opinar sobre un texto que no era de su agrado. Era de una intuicin certera y profunda. Saba las distancias entre la autenticidad y el xito, y entre ste y la honestidad intelectual. Prefera siempre la mesa del caf a la acadmica y abordaba con la misma naturalidad e inters los pequeos temas y los trascendentes.Primeros aos

Nac y vivo en Salto del Uruguay, una ciudad que queda cerca del agua y de la luna.

Ficha, Magnolia.En una quinta una nia se hamaca, ensimismada. Es imposible no ver la cabellera. No color fuego, sino castaa casi rubia, suelta, luminosa de ingenuidad y de sueos. La nia une palabras que suelta al viento de los naranjales, de los viedos y los aleles. Al alcance de su voz caminan su madre y su hermana, entre dos canteros, all, sobre el horizonte, el padre empua una azada, en el porche se desliza el abuelo con traje de pana verde y escopeta al hombro.

Cuando estbamos jugando Marosa haba desaparecido. La buscbamos y estaba hamacndose. Al poco tiempo empez a escribir, con algunas indicaciones de mam, mucho antes de ir a la escuela. Cuando tena nueve aos escribi un poema a la Virgen. (N)Haba nacido en Salto. En un internado creo, pero nosotros ya vivamos en el campo, en la chacra, porque mi padre tena una chacra y los abuelos tambin. Eran dos chacras juntas...una sobre la avenida San Martn y otra sobre la avenida Apoln. Yo viv en las dos al final, porque iba de una a la otra. (RM)

Marosa naci en el Sanatorio Salto. (N)Era por junio y por domingo y a mitad del da. Imagino el rostro plido de mi madre, y ms all a los campos con la escarcha crecida como mrmol levsimo, lcido, adecuado slo para construir estatuas de ngeles- y con las telaraas de perlas y las naranjas como bombas de oro, olvidado ya el azaharero origen. Y del campo hablo, porque a l part apenas vividos ocho das. (Seales mas, Druida.)

* * *La primera casa-quinta que tuvieron los Mdicis fue en Apoln y San Martn. En esos aos vivieron en la quinta mis padres, los abuelos, Josefina, melliza de mi madre y su hija Poupe y la empleada Magdalena criada por los abuelos, con su hijo Pocho. Llegaron a trabajar con nosotros trece peones. Hermano de Magdalena era Julio, uno de los peones, que de noche tocaba la guitarra para todos nosotros. (N)

La chacra que tendra dimensiones y habitantes que Don Eugenio nunca pudo soar.

* * *

Domnico di Giorgio vino de Italia con su hijo Pedro, de diecisiete aos. (Su esposa, Marianna Grossi, haba fallecido). Fatalmente, la poesa invade la historia: Pedro di Giorgio, di Giorgio Pedro, acompaado por su padre, porque era un adolescente, y al desembarcar en el puerto de Salto (Toscana-Gnova-Marsella-Buenos Aires-Salto, cuarenta das marinos), la primera muchacha con la que cambi unas palabras fue con Clementina Mdici; y despus de varios aos se reencontraron y se casaron (WP) Pedro di Giorgio se estableci en Salto y su padre se volvi a Italia. Pedro fue agricultor, experto en plantaciones de rboles. A sus manos se le deben los rboles de la Estacin Arapey. Cuando se cas con Clementina Mdici, el padre de ella le entreg una chacra para trabajar. La chacra de Apoln y San Martn.

* * *Con Eugenio Mdicis si inici la familia materna en Amrica.

Eugenio Mdicis aparece en un lbum de principios del siglo XX, con su foto y la indicacin de que proviene de un paesello del Circondario di Pontremoli, Provincia di Massa e Carrara. Fatto il servizio militare per 32 mesi nel Battaglione Alpino, 3 Compagina, con irreprensible condotta, nel 1884 venne a Salto, ove si dedic al piccolo commercio ambulante nel dipartimento. Eugenio Mdicis cas con Rosa Arreseigor, de sangre vasca. Prosper en su actividad comercial y se construy un edificio cercano al puerto, en la hoy esquina de Albisu y Brasil. No se seala el momento en que adquiri la chacra adonde ira sus ltimos aos junto a su hijas Clementina y Josefina, mellizas, e Ida. Josefina tendra dos hijos, Rubn Daro, que falleci muy joven, y Hebe Iris (Poupe), aludida repetidamente por Marosa ya que compartieron los aos de infancia, y que se ira a vivir a Santa Fe, e Ida, que contrajo enlace con Carlos D. Zunini, y sera la madre de Carlos Celiar e Ilse Nevia. Clementina contraera enlace con Pedro di Giorgio.

A Marosa la acompa una nostalgia que llegara a adquirir profundidad csmica, todopoderosa: A estos dos seres que viajaron desde lo hondo del universo, a juntarse y a crearme, Pedro y Clementina Clementina, Pedro, ahora aparentemente no visibles, dejo el pimpollo sacro de la rosanieve. Dejo la rosa roja de la resurreccin sombra. (Diamelas a Clementina 12)

* * *

La casa de mis abuelos era larga, oscura y baja, y su edad, de cien aos, y apropiada slo para que la morasen fantasmas o algunas gentes extraas y hermossimas, o un animal blanco y poderosamente milagroso. En su torno todas las flores se cean y todas las bestias y las sombras todas y los destellos. Yo part de ella slo para ir a la escuela; pero, la escuela quedaba apenas ms all y tambin bajo las flores; borrone mi caligrafa primera el polvo amarillo de la garganta de las amapolas. (Seales mas, Druida.)

* * *

La obra literaria, sobre todo potica, nace de las primeras impresiones del ser humano La narrativa exige mayor incidencia de la observacin y el cuestionamiento adultos. La obra de Marosa nace del recuerdo del paraso perdido.

Mi infancia est en los campos,

los rboles, los demonios,

los perros, el roco;

queda en medio del arvejal,

y adentro de la casa;

a veces, vena a visitarnos el arco-iris,

serio como un hombre,

las largusimas alas tocando el cielo.

mi infancia es la luna,

patente como una rosa,

y el grito de los muertos.

Ficha, MagnoliaDe ese paraso perdido se destacan las imgenes de los familiares y de ellos y sobre todo en los primeros libros, la abuela: Oh bruja-Rosa dulcsima, transforma a la calabaza en cubitos de vidrio, de amor y de miel; me llama por una sola palabra que yo bien recuerdo, y yo acudo (Magnolia 41), que merece uno de los pocos poemas con ttulo de toda la obra de Marosa, Abuela, penltimo poema de Magnolia.

Si bien perfectamente individualizadas en su poesa, no quedan aisladas la casa y la quinta. Son el mundo y forman parte de un estilo de vida. En El mar de Amelia 7 se nombra a la quinta de Savio y en El Mar de Amelia 16 a Las chacras de Menoni, de Bottaro, la chacra de Zunini, de Malvasio, la chacra de Medici o Varese, todo bajo las deslumbrantes estrellas de los indios.

* * *

ramos una familia de clase media. Haba familias que estaban muy bien econmicamente, que tenan estancias grandes. Pero, de dnde va a salir una aristocracia en el Uruguay? En los mbitos en que yo me mova no se vean diferencias. Las nias de esas grandes familias iban al liceo conmigo, eran nias como las otras, sencillas. No s por qu Salto tiene esa fama. (RRP)* * *Lea y caminaba de un modo casi obsesivo, pero tambin distrado, pero tambin atento, a lo largo de duraznos, ciruelas, almendros, rosales, morenas, vides, olivares. Iba y vena.

A la vuelta de las caminatas, en su casa, la esperaban revistas extranjeras. Eran publicaciones finas, algunas en italiano, a las que mi abuelo Eugenio Mdicis estaba suscripto. (MM)

Esa literatura y ese otro idioma fueron determinantes en la formacin de Marosa. Siempre me sent italiana y sudamericana, a la vez. El lugar donde transcurrieron mis primeros trece aos, pareca un trasplante de Toscana. Todos haban venido de all y se conocan; eran vecinos all y hablaban, claro est, en italiano; y fundaron las maravillosas quintas de naranjas, las quintas negras y de oro. (JLG2)

* * *

Jugar jugaba poco, pero tena muecas, las miraba, las cuidaba, plantaba claveles. As transcurri mi infancia, muy vigilada por mis padres, que yo no necesitaba vigilancia era muy tmida pero, me cercaron siempre. Me gustaba mucho ir a la escuela, lloraba si no poda ir a la escuela. Lo dems est en los libros. (REE)La primera creacin literaria de Marosa fue ella misma. Cierta vez coment que tena que actuar de Marosa. Y nada ms profundamente correcto porque desde su primer libro se firm con el nombre que la inmortalizara sin nunca revelar el suyo verdadero: Mara Rosa.

Pero el deseo de fabular no se agota fcilmente: Marosa es el nombre de una planta italiana, fantstica; cada tanto da una flor sumamente abrillantada. Parece ser que esta flor fue trada de las Galias, o no, pero form parte de los rituales drudicos. As decan siempre en mi casa. A lo mejor inventaron todo. Inventaron el nombre Marosa. (LB)Mara Rosa (Rosa como su abuela), haba nacido el 16 de junio de un ao determinado, pero Marosa naci un 16 de junio. Y nada ms. Acaso de un ao que es una creacin de ella misma. El tiempo es el que uno desea y eso que puede interpretarse como una flaqueza fue para ella su fuerza. Marosa se consider -y estuvo- fuera del tiempo.

El asunto de la s que le agreg a Mdici es otra invencin de Marosa porque el abuelo aparece citado con el apellido italiano, sin s.

El juego con las fechas y los nombres reaparece en: Mara Rosario de Giorgio Mdici, nacida el 16 de junio de...Y se oy el milenio, mas no el siglo ni el ao. (Mesa de esmeralda 12).

Con su nombre juega a confesarlo, y no: Rosa es el nombre secreto de mi raza (Est en llamas 32).

En un poema se produce su nacimiento con el nombre adoptado: Me parece que, hoy, es el da de mi nacimiento. Papa y mam dicen Se llamar Marosa. (La liebre de marzo 116).

* * *

Cules son los senderos que nos llevan a nuestros primeros libros? Y ms todava, cules las ilusiones que empiezan a dejarnos atrapados entre sus tapas? All, en la quinta, se abra un tnel hacia las palabras que una nia recorra, obediente y encandilada.

Siempre fue tocada por una mano mgica. Jugaba pero siempre incorporaba elementos vegetales, las hojas de laureles eran los panes, las hojas de magnolias eran los cuencos donde se preparaban los alimentos para las muecas. Matizbamos con jazmines y flores para hacer un plato multicolor. (N)

* * *

La felicidad de la infancia quiz sea uno de los mitos ms cultivados por la literatura y por la memoria. A pesar de esa imagen repetida, en la infancia se sufre el temor al desamparo, a la muerte, al sexo desconocido. Si se trata de alguien de exquisita sensibilidad, resulta impensable que los primeros aos transcurran sin experiencias negativas, de esas capaces de marcar para toda la vida. Esta interpretacin fuera de la estandarizada es la que se adivina en la poesa de Marosa, en sus ms lejanos recuerdos. Ella delimit tempranamente su territorio potico en una regin de seres sobrenaturales que literalmente la hechizaban, pero tambin la estremecan de terror. En ese libro -olvidado, excluido?- Visiones y poemas, confiesa: Hay un costado de mi infancia, horrible.

* * *

Cuando de la infancia se trata, se necesita buena observacin y mejor memoria, para percibir que hay experiencias imponderables que escapan al mito de la felicidad. La terrible infancia comienza En todos los vestidos 18 y culmina: Y desde la casa nos llamaban, nos llamaban, nos llamaban. // La lista infinita de mandamientos y llamados.Hay experiencias que marcan un tiempo para siempre. Marosa recuerda:Hasta los cuatro aos fui, me parece, como todo el mundo. Pero ah sufr una perturbacin...Deca los cuatro aos...entonces qued, me transform en una testigo, sensible y ardiente, de todas las cosas.

Mi protagonismo era como testigo: las cosas pasaban, yo las miraba en profundidad, con una atencin extrema y dolorosa. Qued expectante.

Las causas de aquella "perturbacin" temprana no remitan a ninguna lgica. No... un da en el jardn, de pronto, me emparent con la magnolia. Como ella ech unos ojos grandes, blancos, negros, nerviosos, fijos. (ELSF)Recuerdo tener miedo, que algo estuviera en las sombras, acechando, sobre todo de noche porque la casa estaba siempre abierta y estaba rodeada de una arboleda de noche impenetrable...Y las sombras de los mayores que aunque fuesen protectores, infundan un poco de miedo tambin. (RM)

* * *

Entre esas primeras impresiones de miedo se destaca la experiencia del sexo. Unida para siempre a lo natural pero tambin al misterio.

De nia viv en el campo y vi acoplarse a los animales. Me llamaba la atencin el apasionamiento de las gatas, que tienen normalmente una expresin tan impasible y lejana. Y not volar moscas ensambladas. Yo vea sin morbosidad alguna. Como un ngel que observase las cosas del tiempo y de la tierra. Ahora, esos recuerdos me sirven para la escritura ertica que estoy haciendo. (EM)

* * *

No tena habilidad. Mam me impuls a bordar unos pauelos pequeos de gasa casi transparentes. Haba que usar hilos de colores: oro, verde-luz. Era un trabajo lento, exquisito, que se me fue de las manos. (MM)

Era la anunciacin de una incapacidad prctica general que tendra este otro reconocimiento: Una cosa es estar sentada contemplando las preciosas licoreras como fue cuando era chica, y otra es tener que ordenar el aparador todos los das, regar las plantas, quitar el polvo y todo lo dems...eso para m no es. (RM)

* * *

Veo a Marosa nia asomarse en la persona mayor que me saluda llena de nervios, antes de subirse al avin que la llevar a Colombia. Haba sido invitada a las jornadas de poesa que se organizan en Medelln. Los nervios eran ms fuertes que ella, aunque ms que el miedo a volar, le preocupaban los aeropuertos, ir a dar a otro lado, perderse. Saba desenvolverse mucho mejor de lo que pareca, o de lo que quera dar a entender y slo una vez se qued en Buenos Aires, mientras su avin levantaba vuelo. Le ocurri el 30 de mayo de 2001.

Primeros estudios.

La escuela queda lejos. Pero la nia asiste con pasin desvelada y con devocin por su maestra, a pesar de que ya desde los cuatro aos, saba leer y dibujar sus primeras letras.

Tena cinco aos y mam me llev de la mano a la escuela nmero 13. aunque invisible, mam me sigue sosteniendo la mano, como en aquella hora. Recuerdo el sol de oro; un tulipn en el mismo color, que a los pocos das llev a la maestra. Pero lo que ms se me grab, insisto, fue mi madre, de sacn granate, dialogando con la maestra. Y un humo tornasolado que vel y alz para siempre todo.

Se trataba de la Escuela N 13, Agraria, (frente a la entonces quinta de Guglielmone). Iba junto a Nidia, que ingres a la escuela con cuatro aos. En 5 y 6 aos, Marosa y Nidia asistieron a la Escuela Urbana N 8 de Salto.

Cuenta Nidia que el padre las traa muchas veces en sulky a la escuela. Sin duda este recuerdo se convirti en esta vivencia casi en estado puro:

Cuando nac me encontr con eso: El Coche. En plena edad de los automviles y los aviones, l estaba all, largo y negro, y tirado por caballos; tena lmparas; pap era el auriga, y nosotras, mi hermana, y yo, Nidia y yo, viajbamos, tan naturalmente, por arriba de los jardines encantados, donde nacan arvejas con antenas y lucirnagas comestibles. Los vecinos salan a mirar; saludaban con las manos. Pero, a la vez, pareca que, siempre, era muy tarde, e iba a ocurrir algo desolador, y nosotros nos salvbamos en El Coche. (Clavel 110)

* * *

Pelendose con las palabras como cosas, quizs en esos tiempos la nia no estaba muy lejos de adivinar que en la escritura el tema es lo de menos, es un asunto del escritor con la escritura misma, como le gustaba decir cuando le hablaban de la originalidad de sus temas.

* * *No creo que mis relatos tengan tono de cuentos infantiles. De nia, con mi hermana Nidia, leamos a Constancio Vigil, cuyos cuentos protagonizados por animales nos producan un gran encanto; o a Calleja, inquietante por la actividad de brujas y hadas. Le Alicia en el pas de las maravillas de adulta, habiendo publicado ya muchos libros. Siempre me conectan a Carroll y su Alicia, como si hubiese algn vnculo. Alicia es inefable, no encuentro calificativo que le venga bien. La conoc desde solo una lectura, y es un esplendor escondido que no debo volver a visitar. La nia que atraviesa mi trabajo, la que lo protagoniza bajo diferentes nombres, o con el propio, es Marosa, es mi alma andando y andando como sin fin, encandilada. (RRP)Es necesario destacar la perspicacia de Marosa esplendor escondido que no debo volver a visitar- es la clara conciencia de la necesidad de preservar su originalidad. La crtica seala paralelos y hasta ha llegado a dictaminar una dependencia de Marosa con respecto a Lewis Caroll. Son, en cambio, acentuadas las diferencias entre la nia que obra respondiendo a la atraccin irresistible del misterio y de un Eros que convive en llamativa empata con el Eros de todas las criaturas y la nia que vive la arbitrariedad de las asociaciones libres.

* * *Las maestras eran muy buenas, y yo era una nia correctsima. Me gustaba mucho ir a la escuela. Una vez que deb faltar, mand a mam a que mirara por los ventanales de la escuela lo que estaban enseando, para no perder eso. En el liceo era igual. (RRP)

A la escuela 8 pap nos llevaba frecuentemente en sulky. (N)

* * *

Coincidi la prdida que experiment la nia cuando debi abandonar el mundo idlico de la chacra para seguir estudiando, con la prdida real de las propiedades de la familia, una decadencia econmica que se haba iniciado con la enfermedad del abuelo, una parlisis. La chacra haba significado un patrimonio importante, con rboles frutales de todo tipo, viedos y elaboracin de dulces, conservas y vinos. Las cosas ms inslitas vena la gente de la ciudad a buscar a casa. La abuela no supo manejar los negocios y a mi padre no le gustaba hacerlo. Cuando el abuelo vendi, se hizo lechera y se cortaron las plantaciones. (N)La sensacin de prdida inmerecida se traslada literariamente a un texto, el Poema 12 de Druida.

Y quedar fija en esta imagen de s misma:

A los diez aos

yo era aquella alta nia rubia

al pie de las parvas de papas que mi padre levantaba

cerca de los rosales y la luna.

(Historial de las violetas 29)

* * *La intuicin del mundo de los adultos, o de habitar el misterio, es el momento en que Marosa toma la Primera Comunin. La Primera Comunin, realizada en el Templo del Carmen, marc la lnea divisoria entre la niez y la adolescencia. Llevbamos Nidia y yo, vestidos de organd blanco, manta celeste, varas de azucenas. El atuendo de Mara inmaculada. Hubo fotos, un pequeo festejo y yo me desmay. (WP)

* * *Aprob el examen que se exiga para el ingreso al liceo. Concurri al que era por entonces el nico liceo pblico de Salto (hasta 1965), el Instituto Politcnico Osimani y Llerena. Apenas pasado el umbral de la adolescencia, Dios me quit el bosque. Y me trajo a la ciudad que, con todos sus espejos y sus flores, no es el bosque. Mucha gente empez a deslizarse en mi torno, a indagar en mi rostro; pero, intilmente. (Seales mas, Druida.)

Tena sobresaliente en todas las materias. (N)

Marosa conservaba un muy buen recuerdo de sus profesores y de sus compaeros de clase. Cumpl los estudios de bachillerato como todas las nias del mundo. Slo que, muchas veces, una lucirnaga, venida de antes, me calcin los deberes. (Seales mas, Druida).

El primer da en el liceo

En ocasin de los cien aos del liceo al que concurri Marosa se edit en 1973 un lbum Instituto Politcnico Osimani y Llerena, con la direccin de Anbal Barrios Pintos. Marosa colabor con un texto que da cuenta de su ingreso al liceo, que ms que una crnica es verdaderamente un poema. Esta es la primera vez que se reproduce:

Primer da en el liceo

Un da, no s cul, porque se lo llevaron las flores.Yo, todava, viva adentro de la rosa natal; por el aire transitaban las azucenas y la miel. Y las hermosas moscas moradas que nacen adentro de los aleles.

No s cmo llegu al Instituto Politcnico Osimani y Llerena. Yo era una pequea nia con un ramo de rosas en la mano, o de naranjas salvajes, invisibles, pero evidentes. Ya, la misma extraa, con el mismo miedo y la misma seguridad de las estrellas. Qu me habran dicho? Tal vez, lgebra, por primera vez, y yo cre que era el nombre de otra azucena con muchas vueltas de ptalos; Prehistoria y Oriente. Caras de piedra mirando el cielo y lapislzuli en el Valle de las Reinas.

Lo que recuerdo bien fue el regreso. Al bajar del coche rojo, empec a pasar jardines y ms jardines con nombres conocidos. A lo lejos, el sol caa, deslumbrante y triste, porque algo haba cambiado y no se saba qu. Sin embargo, las vecinas eran las mismas, las de siempre, cortaban las violetas para el t de antes y despus de la cena; as lo exiga el ceremonial. Vi las alteas con su olor a lluvia y a altea, las salvias con su mantn de miel, y el saco negro de las pesadillas. Mis familiares me estaran aguardando con gran inquietud, porque algo, ya, haba cambiado y no se saba qu.Todos los gatos de la casa salieron a esperarme; eran cien o solo uno; eran cien. Amarillos, blancos, negros, amarillos. Se apostaron a los dos costados del camino. Las miradas escrutadoras y fijas.

Ayer y hoy.

Las mismas preguntas.

Ninguna respuesta.El adulto que rememor este da interpreta -o recuerda? que el significado de comenzar el liceo era el enfrentamiento con el mundo. A un mundo que la alejara, invariablemente, de la chacra. En Mesa de esmeralda, en la seccin Cumbres borrascosas, se vuelve sobre el primer da de liceo:

Dieron vuelta los aos. Era mi primer da de liceo.

Saqu los pies de entre las sbanas, angostos. Bellos como de loza; tan livianos que parecan huecos; hasta resonaban. Me puse el vestido blanco y empec a andar por los senderos. El mundo ya estaba para m en contra y yo estaba segura y asustada. Haba ramos de naranjas, y pomelos, y ramos de limones. Las frutas no se vean sueltas, abundantes, sino atadas. Los amos de las huertas estaran festejando alguna cosa. Ellos tambin eran enemigos; se sonrieron.

Apareci el vehculo rojo, y se detuvo, que llevaba la gente a la ciudad. Me arregl el vestido breve y trep-, me puse la pequea mscara liceal. (Cumbres 25)

El primer ao, la familia todava viva en la chacra: Marosa iba al liceo en el mnibus que pasaba al medioda y volva de tardecita, cuando cerraban los comercios. Tena que hacer tiempo despus del liceo para volver. (N)Cuando Marosa asisti el segundo ao, ya la familia se haba mudado al centro de la ciudad de Salto.En el liceo Marosa y Nidia llamaban la atencin por sus presencias de gloga.Fuimos nias un tanto fantsticas. Con la prima Ilse, formamos un tro plido, hiertico; bamos al alba al liceo, con tiesas tnicas blancas; pero muy pintadas, con caravanas titilantes y flores en el pelo. Esto conmocion a la poblacin del Salto, gris y rutinaria (salvo numerosas excepciones). El mundo est dividido entre los que suean y los que no suean. (WP)

Fueron excelentes estudiantes, pero a ninguna de las dos le atrajo el estudio de una carrera universitaria.Marosa lleg a asistir unos meses a la Facultad de Derecho. Pero prontamente descubri que no se pueden forzar los caminos y que el suyo estaba signado por la vocacin de construir mundos con palabras. Nunca tendra el ms mnimo arrepentimiento por el abandono de los estudios curriculares.

La mirada propiaAs como Marosa indag aplicada y fervientemente sobre su memoria, lo hizo al mismo tiempo sobre el acto mismo de la creacin. De pronto se enciende un punto, y de ah salta un camino, un bosque, un panorama entero. (EE) Aquella persona que pareca estar viviendo tan para afuera, era, sin embargo, alguien que estaba en todo momento rodeada de su propio mundo. Eduardo Espina le pregunt acerca del significado para ella de la palabra poema, y le contest: Esta palabra se ha transformado en el dibujo de mi vida. La siento caer hasta mi frente, hasta mi alma, como seres, objetos, acaso pimpollos rojos. Me acostumbr a vivir con esa angustia y ese amor, porque tienen algo de las dos cosas. (EE)

* * *

De ascendencia toscana y vasca (Mdicis-Arreseigor, di Giorgio Mdicis) quisieron el azar y la suerte que creciera en una granja de la ciudad nortea uruguaya Salto, y all presenci el milagro de la Creacin, como si hubiese visto el origen del mundo, tales eran la belleza y lo sorpresivo de todo lo que apareca. Esto me influy, me form, y form mi escritura, que es un largo cntico de agradecimiento y admiracin en varios volmenes.

(Informe Curricular, de puo y letra de Marosa, proporcionado por su hermana Nidia).

* * *

Recuerdo, me recuerdo, pequesima, con un vestido azul con pecas rojas, siguiendo a mi padre que araba. Con bueyes. Sobre el lomo de los bueyes iban parados muchos pjaros de diverso tamao y color. Era un grupo sobrenatural. Pap me dijo Por qu no haces un libro? Lo pens: Qu querr decir? Armar materialmente un libro con papel y cartn, tapas y hojas? O escribirlo? No me anim a preguntar. Tena seis aos. (WP)

* * *

Yo no creo mucho en los signos aunque s, por supuesto que los astros influyen...eso est cientficamente aprobado, pero tan al pie de la letra como alguna gente sigue a los signos, yo no. Pero en lo popular y en lo as no tan popular, el signo de Gminis parece que es el signo de los artistas...Ahora, yo, a pesar de ser un ser un tanto trmulo como te digo ah, es decir como tocado siempre por otra cosa que tampoco se bien qu es, tengo una firmeza, como una lnea que sigo, y a eso me refiero cuando digo que no soy ambigua en el sentido de que no vacilo mucho sino que voy por un camino...un camino difcil, pero lo voy siguiendo...(RM)

* * *

Las races de estas cosas son un tanto insondables, siempre. Yo veo un paisaje, una campia de Toscana, al pie y en la ladera de los montes Apuanes. Veo a Lusana, el sitio de Pedro, mi padre. Membrillo de Lusana nombr a mi ltimo libro.

Y crec en la zona de San Antonio, en Salto. Chacras, huertas, granjas fundadas por italianos. Pero las races repito, son insondables. Habra que ir hasta la burbuja de donde salt el universo, a la voluntad de Dios. (ROM)

* * *

A veces me pregunto qu hubiera pasado si hubiese nacido y crecido en una ciudad, con breves, escasas visitas al campo. No s.

El periodista le dijo: Se podra haber inhibido la parte de creacin?

Y con decisin contest:

-Si, si. Nac donde deba nacer. (REE)Entrada en la ciudad

y en la poesa

Salto era una ciudad de alrededor de 50.000 habitantes en el comienzo de la dcada del 50.

Las casas en las que vivieron en la ciudad de Salto seran, por su orden: en calle Silvestre Blanco entre Delgado y Zorrilla; en calle 19 de abril, a la altura de la Plaza de Deportes, y la tercera en 8 de Octubre 457, ap. 4. El primer escritor que conoci textos de Marosa fue Adolfo Montiel Ballesteros. Montiel lleg a aprobar la publicacin de un conjunto anterior a Poemas que su autora, a las pocas semanas de habrselo enviado, destruy. En las palabras de Marosa se haca presente Montiel, con su picarda y su figura quijotesca.

La entrada de Marosa di Giorgio al mundo de las letras fue junto a los dilogos con los amigos Artigas Milans Martnez y Julio Garet Mas. Este ltimo fue el primero en ocuparse de comentar un libro suyo. Lo hizo en diario y despus recogi ese texto en el libro La cigarra de Eunomo, en 1954.

La memoria de su primera dcada en la ciudad de Salto, era inseparable del mltiple artista Leonardo Astiazarn (Cacho), del animoso Jorge Real (Negro), de la profesora de italiano Paulina Muoa (Chingola). Quien llegara a ser editorialista del diario El Pueblo, el Esc. Enrique A. Cesio, la recuerda as: Introducido en la huella memoriosa de la nostalgia, recuerdo la vida cincuenta aos despus, como sentado en aquellas sillas de madera y cuero alrededor de las redondas mesas de mrmol blanco, del caf Sorocabana, tan nicas. Ah estaba Marosa, con sus polleras ajustadas y sus altos tacones. Tambin frecuentaban su hermana Nidia; Cacho Astiazarn; Piba y Chingola Muoa y mis amigos del liceo y otros ms, a veces juntos, y otras separados, de Nidia Arenas con Varn Silva y Rosas; Cerqueira Leites, o Pepe Arruabarrena y todos los que iban y venan maana, tarde y noche- con los temas del teatro, el liceo, la cultura, la poesa. Marosa era parte de ello, aunque hablara poco, porque seguramente ya estaba en su mundo propio, espritus llenos de flores, verduras, duendes y mitos. (EAC)

* * *

No eran de este grupo pero no por eso menos amigos, el arquitecto y artista plstico Csar Rodrguez Musmanno y el Prof. Julio Csar Zino (Lucho). Ambos dirigieron en los aos 1962-1967 una galera de arte en calle Florencio Snchez, casi Artigas, llamada Estudio 2. Marosa desde siempre tuvo una actitud alerta ante la variedad de los movimientos culturales. Marosa recuerda Csar- era la primera que llegaba a todas las exposiciones y era la que se encargaba de atender como anfitriona a los artistas invitados. En oportunidad de una exposicin del pintor informalista abstracto, Juan Ventayol, se hizo un acto en que Marosa recit sus poemas y la seora de Ventayol los interpret mediante la danza. Fue sigue recordando Rodrguez Musmanno- la primera experiencia de integracin de lenguajes que me toc de cerca. Algo similar protagonizaran, aos ms tarde, Csar y Marosa, cuando en el ICUS, Instituto Cultural Uruguayo Sovitico, realizaron una exposicin de poemas ilustrados. Poemas manuscritos por Marosa y pinturas de Csar amalgamados en una misma tela. La exposicin estaba abierta cuando la dictadura allan el ICUS. Nunca se supo el destino de esas obras.

* * *

De la dcada siguiente sera su amistad con el malogrado Tono Maglio, el pintor Osvaldo Paz, el profesor de filosofa Carlos Garca, el actor Ral Balbiani, el pintor Horacio Rosete y quien esto escribe.

El periodista Ramn Mrica da una idea del impacto que provocaba Marosa en Salto, al comienzo de los sesenta: Era una seora extraa: el pelo muy largo que se desplomaba sobre la espalda desnudsima en verano, que se enredaba en los chales en invierno, que siempre merodeaba por encima de pechos como de mascarn de proa (la imagen me vino porque en el Club Remeros haba, y hay, un mascarn colgado de una pared), la cintura muy fina, quiz muy apretada por aquellos cinturetes Marilyn Monroe que radio Salto promocionaba con euforia, los collares interminables, las caravanas haciendo juego an ms interminables, y despus los tacos, aquellos tacos que parecan salir de abajo de la tierra y clavarse en sus zapatos, aquellos tacos sobre los que ella evolucionaba, ausente, enhiesta, la mirada sin saber adnde iba porque estaba velada por unos anteojos en punta hacia arriba, me parece que con piedritas brillantes, aunque creo que no miraba nada, mucho menos vidrieras. Eso s: todo el mundo la miraba a ella. (RM)

* * *

Marosa fue en Salto, en sus primeros aos, una solitaria. Al noble grupo de sus primeros amigos debe oponrsele, contrastando, el de quienes vean en ella nada ms que una excntrica a la que miraban con condescendencia. Debe decirse esto porque si hay algo que debe destacarse es la bondad de quien no guard el mnimo rencor a aquellos jueces, hoy y ayer sombras sin nombre. Qu difcil habr sido para la pequeez provinciana y pacata aceptar a aquella mujer que era figura de destaque en sus trabajos, la intendencia y el diario, donde era cronista, que tena como amigos u ocasionales interlocutores a las figuras del profesorado y de la poltica, y aceptar, a la vez, su presencia en los bailes de carnaval con un cetro de reina y un vestido de lentejuelas y aquellos lentes que parecan un eterno antifaz.

Los lugares de Marosa, de lecturas y encuentros, fueron: el Sorocabana, la confitera Oriental, El Ding Dong y El Galen. En ese orden, no por preferencias, sino ms bien por las horas del da.

* * *

Bueno...Vos sabs que yo tena el cabello muy largo, y la gente siempre dijo que yo era rara...siempre dijo. Vos te acords que en Salto, me llamaban La rara. (RM)

En un poema percibe claramente su presencia de entonces y el instante de enfrentamiento con la ciudad:

Ella tom de aquello y se cubri la cara que logr enseguida un opaco esplendor. Y luego se puso la ropa justa, el cinto, las esmeraldas falsas, que parecan ms bellas que las legtimas, y solt su cabello rojo.Casi no se poda avanzar por las calles, pues la gente la perciba hasta casi sin verla, y daba silbos, la gentecita daba coces, silbos, o criaba unas orejas largas y oscuras.

Pero ella prosegua hiertica. (Mesa de esmeralda, Cumbres 26)

No slo en Salto sino en la ciudad que fuera, llamaba la atencin y era la rara, por la rareza y los colores de su vestimenta, por la bijouterie y por sus hbitos de pasar horas en un caf, frecuentemente sola y fumando. Esa agresin que ella perciba, ensea la brecha enorme que generaba la incapacidad de comprensin. Ayer y hoy, ni conmiseracin ni condescendencia. Marosa fue duea de s misma y de su opcin.A mediados de la dcada del 70 me integr al crculo de sus amigos. Fue para m los tiempos de cuando la mesa de caf era un ateneo, una retorta de alquimista, una mesa de planificaciones y el retablo de los sueos. Al Sorocabana, al Ding Dong, se agregan las reuniones en casa de amigos -a las que me referir ms adelante-, y los encuentros en la Librera Salto, de Lila Escanellas y Pipa Pose.

Primeros poemas

Tuvo idea muy clara de su destino:

Me di cuenta alrededor de los 8 o 9 aos que comenc a pergear algo, siempre inspirndome en lo que me rodeaba, tambin en las figuras de la iglesia catlica, que mam era muy catlica y yo tambin estaba ya iniciada en eso, entonces la Virgen me hipnotiz de algn modo, con su belleza, su manto azul y escrib para la Virgen. Eso de muy niita y despus fue evolucionando como una cosa ms abarcadora y desemboc en los poemas erticos de ahora. (REE)De los aos de estudiante son los primeros poemas que tivieron contacto con las letras de molde. En un peridico estudiantil, encontr los que, casi con seguridad, son los ms antiguos poemas publicados por Marosa. A pesar de tener ese sabor a expresiones ms ledas que sentidas, permiten la comprobacin de su innata intuicin. La autora tena la nocin del verso sin haber tenido tiempo de enterarse de que existan retricas. Los dos poemas aparecieron en el peridico estudiantil Adelante, correspondiente a julio de 1946. Se transcriben:

Mi daEra un da de lilas y jazmines,

era un da de alas...era mi da!

Los pjaros artistas sus clarines

concertaban en clida armona.

De los oscuros, ntimos jardines

haba hudo la melancola...

y una lluvia rosada de jazmines

sesgaba continua sobre aquel da!

Yo, trmula, exttica en la espera,

sent abrirse en mi rubia primavera

un ansia secreta como un corazn...

Y hoy te pregunto por qu no viniste,

por qu de tu cumbre no descendiste?

Yo no esper nunca con igual pasin!

El encuentro

Yo iba por el mundo, con mi gajo de retama

hmedo an de niebla...por tierra desconocida...

buscando los ojos negros, vivos como llama,

dos nices regios para abrochar mi vida!

Arabia! Arabia! Desprendi la pobre rama

su floracin blanca...qu importa la flor cada?

Arabia. Y en ella t, el que slo odia o solo ama!

Moreno hasta el encanto, la pupila ardida,

y en la sonrisa un sello de enigma o anank!

Oh! Eres como el sueo ms salvaje que so!

...Rehuyamos el oasis de viva enredadera,

rehuyamos el torrente azul de agua tranquila,

yo quiero este desierto que arde en una hoguera!

yo quiero la tormenta de fuego que aniquila!

* * *

En su acercamiento inicial a la poesa, debe de haber sentido lo que le gustaba repetir: A escribir he venido al mundo. Nunca neg sus primeros contactos, que fueron por correo, aunque, a su lado, haba poetas como Enrique Amorim, Julio Garet Mas, Milans Martnez, Altamides Jardim, Walter Peralta, Gregorio Rivero Iturralde, Margarita Muoa y Rondn Martnez, entre otros. (MM)

De los aos siguientes a los poemas trascriptos y seguramente perdidos si no integraron su primer libro, son unos textos quiz inhallables; la propia autora declara su existencia: Por 1949 obtuve gracias a excesiva buena suerte- el primer premio de prosa y poesa, en un certamen para estudiantes organizado por la revista Nocturno de Buenos Aires. (Autoprlogo, Visiones y poemas).

* * *

Marosa vivi durante tres meses en Santa Fe, provincia de Entre Ros, en 1955, en casa de su prima Hebe Iris, (Poupe) que viva all desde su matrimonio con el abogado penalista Adolfo Alfredo Rojas Mors. Es la explicacin de la publicacin de su tercer libro, Humo, en Santa Fe. Los intentos de su prima y de su ta Josefina de que se quedara con ellas fracasaron; volvi a Salto donde vivi las siguientes dos dcadas de su vida.

Primeras publicaciones

Cuanto ms se estudia su poesa, ms se confirma la existencia de una unidad incontrastable que puede ser comparada con un organismo vivo. Esa vida dio su primer grito en Poemas (1953), con ms precisin en el primer texto de ese pequeo conjunto de ocho, y concretamente, en el primer prrafo del primer poema. Porque ese promontorio alumbrado por la luna es un lugar desde donde se percibe claramente el mundo que se ira a desarrollar.

El segundo libro, Visiones y poemas, apareci en Venezuela, por las manos amigas de Conie Lobel y Jean Aristeguieta y permite tener una idea de la repercusin del primero. Incluye jucios de Montiel Ballesteros: Jams he sentido mayor sensacin de gracia y de sueo que en la maravillosa aventura de sus poemas y otro de Artigas Milans Martnez: La poesa de Marosa di Giorgio es todo un originalsimo hallazgo, por lo que tiene de creacin propia, de descubrimiento y por el profundo contenido lrico que la traspasa, as como un poema de Manuel Pacheco, que en sus primeros versos, expresa: He recibido tu nombre // como si fuera un sueo, // dulcemente cado de la luna; // como un ptalo de agua // huyendo de la cueva del roco.Humo (1955) apareci en Santa F, R. A. formado por diecisis poemas, tambin numerados pero esta vez con nmeros romanos. Esta peculiaridad de simplemente numerar los textos, que se reitera en casi todos sus libros de poesa, contribuye a la sensacin de unidad. Nada es distinto, todo se contina.

Digno de destacar es el hecho de que en las sucesivas reediciones, Marosa integr siempre la totalidad de los dos pequeos libros, el de Salto y el de Santa Fe, con muy contadas variantes. Y que elimin el libro aparecido en Venezuela. Se intentar explicar este hecho en el captulo correspondiente.* * *

No se puede concebir una edicin ms humilde del primer y tercer libro de Marosa. A ambos conservo con sendas dedicatorias a mi padre. Son comparables al Libro sin tapas, de Felisberto Hernndez, ese otro grande de la narrativa americana al que Marosa se senta ntimamente hermanada. Poemas y Humo son de papel de diario, sin tapas, portadilla, hojas en blanco, ni ndice. Diecisis pginas y formato 13 x 19 cms. en el primer caso, y veintisis pginas y formato 13 x 19,5 en el segundo. Notoriamente se trata, en ambos casos, de ediciones de autor. Nada mejor que esta constatacin de los humildes comienzos para valorar mejor el genuino reconocimiento que se fue ganando. Desde siempre su camino fue el del esfuerzo y la sinceridad, sin apresuramientos, sin banderas prestadas, creyente slo en la honestidad de la superacin.

* * *

Cuando aparece Humo ya le haban avisado recibo a la autora de Poemas y a esa correspondencia pertenecen las siguientes apreciaciones que se incluyen en el reverso de la tapa de Humo:

Sus poemas estn sacudidos por relmpagos; el versculo juega a los remolinos como una pequea hoja de sufrimiento. Da una de las notas ms particulares a la nueva poesa. (Juvenal Ortiz Saralegui)

Es duea de una prosa lrica sorprendente, articulada, poemtica, de una riqueza y complejidad profundas, creadora de un clima que roza el misterio y la irrealidad. En ella confluyen esas nieblas enigmticas que crean el hechizo de Maeterlinck y Poe, con una delicadeza recndita autnticamente suya. Es una gran prosista, una prosista excepcional, sin parentesco con ninguno de los nuestros. (Dora Isella Rusell)

Tambin en el reverso de la tapa de Humo aparecen estas palabras de Jean Aristeguieta, citadas por Conie Lobell: Si furamos a buscar ligazones para estos poemas en prosa habra que lindar con los salmos de David, con los asombros de Safo. (Prlogo, Visiones y poemas).

En Druida aparece una nota de Conie y un poema de Jean. Comienza as Conie: En el mes de junio (cuando los duendes de la lluvia estremecen el aroma de la noche) naci Marosa di Giorgio Mdicis, en Salto, Uruguay. Y as comienza el poema de Jean: Vaticinas, Marosa, el ngel de junio de tu nacimiento y la escarcha de la alucinacin, cuando con tu voz lejana insistes en la soledad de los seres, en el silencio transfigurado de la nostalgia.

* * *Es impensable la obra de Marosa sin las fuertes presencias familiares. El padre y la madre, en primer lugar. Una periodista le plantea: En Clavel y tenebrario tu padre aparece definitivamente santificado y tu madre, en cambio, es como si hubiera crecido hacia una definicin ms bien terrible y Marosa contesta: Ella tiene una mirada profunda y vigilante. Era y es como un guila sobre Nidia y sobre m. Y es una poetisa secreta. En la manera de vivir, de recordar. Puso en mi vida terror y ensueo. Cuando la evoco en los poemas le rindo un extrao y permanente homenaje. (AM)Es del caso agregar que la madre, Clementina, tena una hermana melliza, Josefina, que escribi dos pequeos libros de poemas. Uno con el marosiano nombre Sendas de cielo a los que amo. (Salto, S/f). Acaso la unidad de toda la obra provenga de la atencin a la intuicin como determinante de sus textos. En su primer contacto con la escritura, descubri para siempre, que le deba respeto religioso a su mundo interior: Todo empieza como un pequeo relmpago, una palabra que se adelanta, ornamentada; algo del pasado o del futuro que me cae en las manos. Hoy me despert y hubo una palabra. No recuerdo cul. Una palabra a partir de la cual naci un pequeo texto que tuve que escribir. Porque si no lo escribo se va. No vuelvo a recordarlo. (MEG)El primer crtico de Marosa

La primera consideracin crtica aparecida sobre Marosa corresponde a Julio Garet Mas, quien la incluy en el ltimo captulo de su libro La cigarra de Eunomo (Montevideo, Numen, 1954. 142 pp.) La cigarra de Eunomo trata la obra de 34 poetas uruguayas, incluyendo abundante material de cada una de las autoras estudiadas.La crtica literaria de mi padre, en particular la de este libro, se encuadra dentro de un estilo que cada vez me parece ms oportuno y necesario y que T. S. Eliot llama crtica con fervor. No es poco incluir en una obra antolgica nacional a una autora de nada ms que aquel primer cuadernillo y haber destacado, a pocas semanas de ver publicado el segundo libro, algunos de los rasgos que se convertiran en tpicos de la crtica marosiana. En su cuerpo central dice el artculo titulado Marosa di Giorgio Mdicis: De imaginacin, sueo y profundo latido humano est hecha la creacin de Marosa di Giorgio Mdicis, que, a momentos hace pensar en la del peruano Jos Mara Eguren, y en la de la dilectsima autora de Las puertas del secreto, sin que este hable de influencias; slo dice semejanzas expresionales e ntimas. Porque sus recuerdos, sus intuiciones, sus xtasis son enteramente suyos y traen un nuevo matiz que lleva su nombre; una forma indita de sentir y soar.

Mi poesa si existe- es la sombra de aquel tiempo.

Existe! Y cun grato es celebrarla.

Tan reveladoras como los Poemas, tan bellas y quizs ms bellas todava, las Visiones. Este libro contiene emocin, maravillamiento, ternura; siendo de arte moderno, avanzado, ofrece una sensacin de primitividad que encanta como unas manos amantes que despiden luz como el vuelo de las mariposas.

Los pequeos grandes libros

Tres libros de Marosa aparecieron en Ediciones Lrica Hispana, de Caracas, -Poemas y visiones, Druida y Magnolia- editados por aquellas entusiastas de la poesa que eran las venezolanas Conie Lobell y Jean Aristeguieta.

El simptico formato (8 x 11.2 cms.) nacido sin duda de la voluntad de sus autoras de poder distribuirlo por va postal en todos los pases del idioma, permiti que tuviera una buena llegada a los poetas de Amrica y que fuera reconocida por sus pares de otros pases antes de tener lectores en su propio pas. edicin limitada para los poetas, dicen los ejemplares de Lrica Hispana.En estos breves libros la autora, radicada en Salto y sin planes por el momento de alejarse, ostenta claridad y conviccin reveladoras acerca de la familia literaria en la que naca su obra. Son ms que significativas las notas con que se presenta y que no volver a incluir en la reedicin de los libros en editoriales uruguayas: en Visiones y poemas incluye un Autoprlogo, en Druida, el prlogo Seales mas, indispensable para todo comentario que pretenda abarcar la relacin del poeta con su obra, y en Magnolia, una Ficha. (Se incluyen estos textos en las pginas correspondientes al estudio de cada uno de los libros).Druida y Magnolia pueden ser ledos, sin modificaciones, en las sucesivas ediciones de Los papeles salvajes. Pero la seccin Visiones de Visiones y poemas no se volvi a editar. Marosa tena muy poca preocupacin por llevar cuenta precisa de su obra. Puede comprobarse que en la casi totalidad de las publicaciones crticas y diccionarios, con datos bibliogrficos la mayora de las veces aportados por ella misma, olvida Visiones y poemas de la misma manera que equivoca el ao de su primer libro, que es 1953 y no 1954, como lo repiti siempre. Dijo la fecha correcta en el Autoprlogo, de Visiones y poemas y en Seales mas de Druida. Un manuscrito que enumera sus libros, con su letra titubeante de sus ltimos meses restituye el reconocimiento a Visiones y poemas.

Los textos de Visiones postulan el mundo recin descubierto, lo delimitan y formulan. Da la sensacin de que lo que vendr est en ese pequeo conjunto de poemas. Un rasgo curioso de Visiones es que los poemas tienen ttulo, aunque solamente en el ndice, como para que no interrumpan la continuidad de la lectura. Son ocho textos titulados, toda una rareza en el contexto de su obra.

Marosa y las mscaras

Una fuerte tendencia a la representacin comparti Marosa con su hermana Nidia y an con su madre. Recordaba que hacan representaciones de personajes mitolgicos. A mi me bast una vez ver una pelcula y ver una vez un circo para que la imaginacin ya aceptara eso como el mundo propio...Entonces despus de ver eso se abri una zona, adems de que lo de interpretar est en m...me encantara ser actriz...Y en la adolescencia con mi hermana, habamos elegido eso, que no pudo ser...Entonces tuvimos que ser empleadas municipales. (RM)

Un poema de La guerra de los huertos, recoge aquel clima:

Y el pequeo filme se rueda otra vez, hacemos una representacin en la que mi madre es siempre la primera actriz usando peluca rubia y mscara de plata, y en la que yo, siempre, encarno al destino, a la muerte; salgo de cualquier lado, de un hueco de la tierra, de un ramo de manzanas. (Poema 32)

Y tambin La liebre de marzo 122:

Fue cuando hicimos las comedias msticas, Isabel, Iris, Nidia y yo. Y a cada uno de los que venan a vernos, se daba un cucurucho de arroz, margaritas fritas-, o corales. Y ellos aplaudan rezando vagamente.

La escuela tambin favoreci la temprana vocacin:

Las maestras me daban las poesas de las actividades escolares y as segu. En el liceo me comunicaba poco. Sigo siendo tmida pero hago lo que tengo que hacer porque sino no podra andar por el mundo. Adems soy poeta y debo cumplir con mi destino. (REE)En 1954 escribi: Integro desde hace algunos aos el conjunto teatral Decir. Esta precisin de fechas demuestra que su experiencia de la representacin es anterior a la de publicacin de un libro, lo que explica, de alguna manera, su predileccin por los recitales escenificados.

El teatro es una de mis preferencias, y hubiera querido dedicarme por entero al teatro o al cine, pero eso era imposible en Salto. (RRP)

Se vincul al Conjunto Decir, un grupo de teatro que Nydia Arenas form en 1947 en el Liceo Nocturno de Salto. Nydia era una argentina que se radic en Salto cuando contrajo enlace con Bernardo Silva y Rosas, ya nombrado por su sobrenombre, Varn. (El Conjunto Decir se present el 18 de mayo de 1947, con una clase prctica en el Ateneo de Salto. Se represent Amores y amoros, fragmentos de El genio alegre y Secreto de confesin de Serafn y Joaqun Alvarez Quinteros. El 18 de octubre de 1947 se representaron: Las Cosas de Gmez, de Pedro Nez Seca y Pedro Prez Fernndez y Los angelitos, de Jos Antonio Saldas.

El Conjunto Decir lleg casi al medio centenar de obras puestas en escena hasta la disolucin del grupo, el 18 de mayo de 1972, exactamente a los veinticinco aos de su creacin.)* * *

La lista de actuaciones de Marosa en el Conjunto Decir se form con informaciones del archivo del teatro Larraaga de Salto y de algunos programas conservados por amigos. Me animo a decir que es completa:

Obra: Mi querida RuthAutor: Norman KrasnaPersonaje: Edith Wilkins

Fecha: 20 / 8 / 1950

Obra: Un marido como hay pocos

Autor: Manuel Barbera

Personaje: Mercedes

Fuga: 31 / 5 / 1951

Obra: Tu vida y la maAutor: Malena Sandor

Personaje: Martha

Fecha 21 / 9/ 1951

Obra: Fablilla del secreto bien guardadoAutor: Alejandro Casona

Personaje: Leonela27 / 4 / 1952

Obra: Un marido como hay pocosAutor: Manuel Barbera

Personaje: Mercedes

Fecha: 1 / 6 / 1952

Obra: Barranca abajoAutor: Florencio Snchez

Personaje: Rudecinda

Fecha 9 / 11 / 1952

Obra: El s de las niasAutor: Moratn

Personaje: Doa Irene

Fecha: 10 / 5 / 1953

Obra: Las de BarrancoAutor: Gregorio de Laferrere

Personaje: PepaFecha: 14 / 11 / 1953

Obra: Nuestros hijosAutor: Florencio Snchez

Personaje: Mercedes

Fecha: 19 / 6 / 1954

Obra: Tres maridos mucho amor y nada msAutor: Alcira OlivrPersonaje: Celina

Fecha: 16 / 5 / 1954Obra: La malquerida

Autor: Jacinto Benavente

Personaje: La Acacia

Fecha: 9 / 11 / 1954Obra: La dama de las cameliasAutor: Alejandro Dumas

Personaje: Nanina

Fecha: 25 / 8 / 1955

Obra: Fin de semana (La fiebre del heno)

Autor: Noel CowardPersonaje: Clara Fecha: 5 y 6 / 11/ 1955

Obra: Somos dueos del mundoAutor: Alcira Oliv

Personaje: Trini

Fecha: 10 / 8 / 1957Obra: El ltimo hijo del sol

Autor: Carlos Mara Princivalle

Recitado de Marosa

19 / 5 / 1957

Obra: El negrito del pastoreoAutor: Yamand RodrguezInterpretacin de Marosa

10 / 10 / 1957

La ronda de los cuervos

Creacin libre de Nydia S. Arenas

Personaje: Eleonora

15 / 8 / 1959

Obra: Proceso de familiaAutor: Diego FabriPersonaje: Nina

Fecha: 15 / 8 / 1959Obra: El Puente

Autor: Carlos Gorostiza

Personaje: Elena

Fecha: 25 / 8 / 1960 Obra: Catalina no me lloresAutor: Enrique Surez

Personaje: Carlota

Fecha: 30 / 7 / 1960

Obra: Esperando al zurdoAutor: Clitford Odets

Personaje: Edna

Fechas: 25, 26, 27 / 8 / 1961Obra: Los maridos engaan de 7 a 9

Autor: Ros y Olivari

Fecha: 1961

Obra: Oh, Carolina!!

Autor: William Somerset Maugham

Personaje: Lorande

Fecha: 18 / 5/ 62

Obra: Los prjimosAutor: Carlos Gorostiza

Personaje: Vecina

Fecha: 18/12/68

No como actriz sino como Apuntadora, figura Marosa en el elenco de El Pasado de Florencio Snchez, estrenado en el teatro Larraaga, el 20 de septiembre de 1951.

Tengo en mis manos un programa de Doa Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, de Federico Garca Lorca, del 11 de julio de 1957. Otras obras del conjunto Decir -que no se conserva noticia de que hayan sido representadas en el teatro Larraaga- son: El mundo quebrado y Las aceitunas. En la ciudad de Tacuaremb, en el cine Gran Rex, el da martes 9 de noviembre de 1954 se represent La Malquerida de Jacinto Benavente. (Fue estreno en Tacuaremb, de acuerdo al programa que se conserva de la representacin en Salto). En el reparto figuran, entre otros: Nydia Arenas como Raimunda, Marosa como La Acacia, y Nidia di Giorgio como La Milagros. En el Saln de Actos del Instituto Politcnico Osimani y Llerena, se estrena Mano santa, de Florencio Snchez, el 30 de junio de 1956. El mismo ao Marosa es Asistente de Direccin de Espectros, de Ibsen, representada en el teatro Larraaga, el 29 de noviembre.En el Ateneo de Salto y como adhesin a los actos conmemorativos del Centenario de Salto, el conjunto Decir pone en escena, el 8 de junio de 1963 y a beneficio del Liceo Nocturno de Salto, la obra El mundo quebrado, de Gabriel Marcel. Marosa represent a Natacha.El programa de Decir de Las aceitunas, de Lope de Rueda, indica que se hizo en el Museo Histrico de Salto (inauguracin de su Teatro al aire libre), el 11 de agosto de 1963 y a Marosa correspondi el papel de gueda. Esta obra se represent junto a otras igualmente breves: Balada de Atta Troll, de Alejandro Casona y Feliz viaje de Thornton Wilder. Estas ltimas sin actuaciones de Marosa ni de Nidia.

* * *

Marosa declaraba su esperanza de encarnar algn da a Lady Macbeth. Creo que ms que la personalidad de la herona lo que la impulsaba era el deseo de un papel verdaderamente importante. No tuvo esa oportunidad. Los compaeros del Conjunto Decir, recuerdan que Marosa tena condiciones para la comedia. Esta observacin coincide con la actitud y el espritu que tena en los encuentros amistosos, donde haca gala de un finsimo sentido del humor

* * * El sentimiento de Marosa hacia Nydia Arenas era cercano a la veneracin. Lo fundamentaba no slo en su sentimiento personal, sino en lo que crea que Salto le deba a Nydia Arenas por su accin a favor del teatro.

Nydia Arenas muri en Montevideo, en 1992. Marosa y su hermana Nidia impulsaron la idea de traer las cenizas a Salto hecho que se concretara el 24 de octubre de 1994. En un bar de calle Yaguarn, en Montevideo (Marosa cuenta esta instancia en artculo del diario La Repblica del 27 de noviembre de 1994), escrib lo que se grabara en la placa de bronce que se pondra en la tumba:

Nydia S. Arenas

1916-1992

Con pasin

trabaj las mscaras,

la luz y el movimiento

El Teatro de Salto

Marosa vino a Salto para asistir a esa instancia. Era a ella a quien le corresponda hablar, pero como en otras oportunidades, me pidi que me encargara tambin de su parte. Lo ledo por m en esa ocasin se reprodujo en el diario El Pueblo, de Salto, el 13 de noviembre de 1994.La poesa en el escenarioEl contacto con la actuacin le inspirara la realizacin de recitales poticos. Senta profundamente la armona que poda darse entre el texto, la voz y los gestos, y sus recitales resultaban una experiencia maravillosa.

Son cosas diversas y emparentadas. Recitar es tambin una creacin y una recreacin. La poesa es escrita para ser recibida y esto puede suceder a travs de un recitado. Me interpreto a m misma con mucho gusto. (MM)

Nada ms parecido a una ceremonia religiosa que aquellos recitales. Es que cada palabra reciba una atencin preferente: La escritura es tambin una actuacin, un continuo acto. El ms profundo, la develacin. Pero me gusta andar en perfomances, recitales, videos. Un poco sera como quitarse el velo de humo y que la faunesa antigua ruja a la vista. Pero an as prosigue el velo de humo. (ROM)

En Montevideo no rehusaba participar en lecturas en los ms variados lugares. Era frecuente su intervencin en lecturas en boliches nocturnos, juveniles. Pero lo suyo terminaba en el recitado o en la lectura. As como no le gustaban las reuniones grandes tampoco el dilogo con el pblico. Cuando estuvo en Espaa en 2003, no quiso el coloquio despus de haber recitado: a qu complicar las cosas, cuenta Graciela Camino que respondi. (MS)Tambin recorri escenarios compartiendo el protagonismo, con Miguel ngel Campodnico y Amanda Berenguer, por ejemplo. Recitales de estos tres escritores se realizaron en el Teatro La Candela, en septiembre de 1982. El espectculo se llam "Lectura concertante". Juan Jos Iturriberry, el msico uruguayo que integra el ncleo de Msica Nueva, hizo la msica especialmente para la ocasin. A este espectculo se refiere Marosa: El libro de poemas es para transitar, agotar y nunca se agota-, en la paz y el silencio. Me parecen s vlidas, experiencias como las que estamos haciendo con la gran poeta Amanda Berenguer y quien me interpela. En el sagrado recinto de un teatro, el autor dice los suyo, como cree que debe ser dicho y bien acompaado por una lnea de msica. (MAC)

Al ao siguiente, Marosa y Miguel ngel Campodnico realizaron un recital en el Teatro La Mscara con el guitarrista Jos Fernndez Bardesio,"en vivo".

Marosa realiz performances junto a Roberto Echavarren, las que este ltimo cree que se deben consignar son: en la Alliance Franaise "Pecar labiado, una pera popular", con msica de Rene Pietrafesa y otra que se llamaba "Sur",en el teatro La Mscara, con Marino Rivero (bandonen), ambas entre 1984 y 1987.

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En Francia, cuando estuvo becada en la Casa del escritor extranjero, en Saint Nazaire, particip en un film y en un video. En el teatro La Mscara, de Montevideo, cre el recital llamado originariamente El Lobo y despus Diadema, que llevara a los ms diversos escenarios de Uruguay y de Amrica. Se me ocurri cambiarle de nombre. La palabra diadema est dentro del recital, pero adems es una gua de poemas extrada de distintos libros. Por lo tanto no deja de ser una diadema. (JLG)Sobre Diadema culmina su valoracin Guillermo Piro: Porque Marosa di Giorgio, como el sol, nos obliga a cerrar los ojos. La verdad ciega (Dossier Diario de Poesa) y Mirta Rosenberg: Nunca escuch a Marosa di Giorgio en vivo, nunca la vi, y, si bien la le y me haban llegado comentarios (siempre exaltados) de su interpretacin oral de los poemas, la grabacin del recital Diadema result para m casi una sorpresa. Quiero decir que en cierto sentido alter y enriqueci la lectura silenciosa que haba hecho de sus libros: los cambios de voz, la entonacin, el retintn entre oracular, irnico-pavoroso y de encantamiento que cobran sus versos dichos por ella misma eliminaron de mi cabeza todo atisbo de asociacin que pudiera haber establecido entre su obra y casi cualquier otra tendencia de este siglo. (Dossier Diario de Poesa). Eduardo Casanova dirigi en 1988 el cortometraje inspirado en el poema El Lobo (produccin de C.E.M.A. de filmografa de videos.) Fue filmado en el balneario Las Brujas, en una granja de Melilla, en la puerta del antiguo Sorocabana y frente al Palacio Santos.

Me gusta leer, recitar. Slo el poeta sabe qu color dar a cada palabra. Hice presentaciones en diversos pases y fui muy bien recepcionada. En La falena me pinto como la recitatriz que interpreta delante de un rosal, y a la que se le ve un solo pie, con las uas rojas. Amo el teatro, eso es. (EE)

La amante del teatro ha encontrado, felizmente, fervorosas cultoras de su poesa en el escenario. As Graciela Camino que puso en escena en El excntrico de la 18, en Villa Crespo, Buenos Aires la obra Lumnile, basada en textos de Marosa. Las actrices que, segn el programa, fueron las cuerpas que alojan y despliegan la palabra alta de Marosa, se llaman: Woszezenczuk, Pagura y Prez Laglayze. Graciela Camino declar: Quera hacerle un homenaje, una especie de agradecimiento por haberme encontrado con esta obra milagrosa, que es como una epifana. Hay muchas altas poetas, pero ella tiene algo que te saca de este mundo. Hasta el sufrimiento y la muerte que Marosa no deja de lado- tienen otro tratamiento (MS)

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Fue una habitu del cine, tanto en su etapa saltea cinco grandes salas haba en ese entonces en Salto-, como montevideana. Perciba una decadencia que muchos amantes del Sptimo Arte reconocen. En 1997 opin: El cine se est viniendo abajo. Recuerdo Acorazado Potemkin y Trono de Sangre. (FN)

Senta el encanto del cine, identificndose con personajes y situaciones. En Camino de las pedreras 30, nombra a Jean Harlow, como una actriz de referencia.De nia no iba al cine. Cuando lo conoc vi que era otra de mis salas, de mis alas. Quisiera trabajar en l, vivir en l. Me fascina. Y me espanta: ese blanco y negro podra quitar la vida. (AM) Era un acontecimiento. Vivamos lejos y todo cobraba una dimensin mayor o su verdadera dimensin. Ahora la tcnica avanz, lleg a su mximo y la calidad baj. As que actualmente acudo al cine de una manera errtica, azarosa y salgo casi siempre desconforme. No me gusta contar pelculas ni que las cuenten: la imagen es intraducible.

Admiraba a directores como Sergei Eisenstein, Ingmar Bergman, Akira Kurosawa, Federico Fellini y Michelngelo Antonioni. Piensa que el cine debi seguir en blanco y negro. (MM)Tuvo una fugaz aparicin en la pelcula Montevideo Proust, junto a Manuel Espnola Gmez, dirigida por Hermes Milln. Pero esto no colmaba lo que haba soado cuando quiso ser artista de cine. Su tristeza por el poco xito de la pelcula era realmente muy significativa. A los pocos das del estreno ya no quiso volver a hablar de ella.

La bendicin de la amistad

No recuerdo el ao en que conoc a Marosa, all por 1966 o 67. Pero no sera sino hasta enero de 1974 que comenzamos a vernos con frecuencia, cuando despus de mi pasaje por la Facultad de Humanidades y Ciencias, volv a radicarme en Salto y empec a trabajar en el liceo Osimani y Llerena. Las reuniones en casa de Walter Peralta y de Artigas Milans Martnez eran la cita casi semanal que nos reuna para compartir vinos y lecturas.

Es imposible aquilatar todo lo que debe la mutua simpata inicial nuestra, a la ya consolidada amistad de Marosa con mi padre. Se vean poco y como cada cual andaba en lo suyo, se escriban cartas viviendo en la misma ciudad.

Cuando a fines de 1974 Marosa me pidi que presentara su libro Gladiolos de luz de luna, la amistad entre nosotros era una planta de races vigorosas. El acto se hizo en la Alianza Francesa de Salto, el mircoles 7 de agosto y fue la primera vez que estuvimos juntos en un escenario. Se haba preparado una mesa con mantel blanco y un pequeo ramo de flores. En el momento de mirarla me di cuenta que para intentar vencer los nervios que me estaban asaltando tendra que hablar de pie, como me haba acostumbrado a dar mis clases en el liceo. Cuando se lo dije Marosa me respondi: yo leo sentada.

Debe de haber sido en aquel acto en la Alianza que por primera vez qued de manifiesto una diferencia que nunca lograramos allanar. A mi me gustaba y me gusta llegar puntual a todos lados y eso para ella era casi pecaminoso. Aquella noche hicimos tiempo dando vueltas interminablemente hasta lograr llegar media hora tarde.

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Artigas Milans Martnez era un entusiasta de hacer reuniones en su casa, de las ms hospitalarias que he conocido. Artigas incitado por Marosa. Hoy parece un sueo recordar cmo la poesa se adueaba verdaderamente de aquellas reuniones. Y eso ya desde la convocatoria. Conservo uno de los comunicados que Marosa desliz por debajo de mi puerta: Leonardo: dice Artigas que el sbado ofrece una gran ensalada (de ratones y hierbas mgicas), como despedida (un poco anticipada) del ao. Druida. La nota est escrita en el reverso de un certificado del Registro Civil, Libro de Nacimientos. A las convocatorias concurramos Walter Peralta, Beatriz Siffredo (y la hija ambos, Martha, que muy joven se fue a vivir a Buenos Aires), Carlos Garca, Horacio Rosete y Edith, Osvaldo Paz y Miriam, Marosa, Mara Cristina Reyes y yo.

La firma Druida, con que a veces firmaba tambin sus cartas, confirma la identificacin de Marosa con el mundo mgico de los celtas y que el ttulo del libro no fue algo circunstancial. Se senta orgullosa de que ese nombre tuviera aceptacin entre sus amigos: Dans ma ville natale, mes amis m appelaient la Druidesse. Ce mot est une flche que j ai reue, enfant, un dvoilement. Jai offici et j officie toujours. (BB)

* * *Desde el da de Gladiolos de luz de luna nos reunieron adems de las mesas de caf y las casas de amigos, las actividades literarias comunes.

Marosa junto a Napolen Baccino present mis libros Palabra sobre palabra, en la librera Linardi y Risso, de Montevideo, en 1991, y despus Las hojas de par en par junto a Miguel ngel Campodnico, en el Instituto Anglo de Salto, en 1999. Yo presentara otro libro suyo, Camino de las pedreras, en el Ateneo de Salto, el 10 de setiembre de 1997. Juntos asistimos a escuelas y liceos de Salto, para muy informales dilogos y lecturas con los estudiantes. Pero la actividad literaria que con ms frecuencia nos reuni fue la lectura de poesa, en varias oportunidades en Salto, pero tambin en Paysand, Artigas y Montevideo. Las dos ltimas en Salto fueron en el Ateneo, el 14 de octubre de 1998 y el 30 de mayo de 2002. Siempre con aquella diferencia en la puntualidad, que de una tortura pas a ser para m una rutina asumida con humor.

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No haba oportunidad en que no me preguntara por Cristina, mi esposa y por Aline, nuestra hija. Aline fue el nombre plural de las Empleadas que tenan alas minsculas cerca del hombro, en Los ojos del gato eran celestes como vidrio y alhel, como oculta guiada. Y recordando, ciertamente, los detalles de su estudio y de su vida, con el inters que pona en sus propias cosas. Con similar entusiasmo me contaba de su sobrina Jazmn.

Cultivbamos actividades comunes. La amistad era un rbol bajo el cual nos sentbamos para disfrutar de la vida y tambin para protegernos mutuamente de sus variadas inclemencias.

Cuando estaba con Marosa tena la sensacin de estar ante alguien que entenda tanto las preocupaciones pequeas y materiales, como las espirituales y metafsicas ms complejas. Podamos estar en silencio y la comunicacin se estableca igual en forma intensa. Puedo decir, en homenaje a la verdad, que llegu a no tener secretos con Marosa. Y eso es bastante ms de lo que se le pide a una buena amistad.

El mundo del trabajo

La publicitada imagen de Marosa siempre sentada en un caf, puede ser engaosa. Marosa cumpli sus aos de trabajo hasta jubilarse en un no muy creativo puesto de funcionaria de la Intendencia Municipal de Salto. Haba ingresado en 1962 por concurso, tal como lo haba establecido el Arq. Armando I. Barbieri, entonces Intendente de Salto. La primera en ingresar de esa manera a la Intendencia Municipal de Salto, fue precisamente su hermana Nidia, en 1957. Marosa dio el concurso y sac la mxima nota en la parte escrita. Cuando la buscaron para dar el oral, la encontraron sentada en la plaza frente a la Intendencia, creyendo que haba perdido. Trabaj en la seccin Registro Civil desde 1959, hasta 1978.

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Le solicit a Luz Mariel Salh, quien fuera compaera en la Intendencia, un testimonio de Marosa en el trabajo. En la respuesta que me acerc por escrito, se aprecia ese afecto natural que suscitaba Marosa, lo mismo que alguna curiosidad que va a sorprender a sus editores, que reciban los originales manuscritos:

Ingres a la Intendencia Municipal de Salto el da 12 de julio de 1962, por concurso.

Cumpli sus actividades en la Oficina de Registro Civil durante todo el perodo hasta la fecha de pedir su traslado a Montevideo, el da 28 de febrero de 1978. Se desempe en Comisin en la Intendencia Municipal de Montevideo.

Era una dactilgrafa muy veloz, aunque no escriba al tacto, sino que lo haca slo con tres dedos.

La costumbre de Marosa de no hacer sino manuscritos de su obra, la corrobora Moira Soto refirindose a las ediciones en Buenos Aires. Segn cuenta Edgardo Russo, que hizo la edicin de toda la obra, tipe lo que Marosa escriba con letra prolija de nia, ella apenas correga. (MS)

* * *Tambin trabaj en el diario Tribuna Saltea. Nidia era la encargada de Sociales y Culturales de ese diario y cuando ingres a la Intendencia de Salto, abandon el puesto en el diario, que ocup Marosa. Alrededor de cinco aos se mantuvo en este trabajo. Las fiestas grandes me daban miedo, confesara. Me refiri el fotgrafo que cubra los casamientos y cumpleaos de quince junto con ella, que al principio, iba a las fiestas, pero que despus l iba, sacaba la foto y le contaba los nombres de los que daban la fiesta y de algunos invitados. Marosa haca la crnica. Nunca hubo una queja por lo que deca.

Pero parece una cruel irona esta obligacin de contemplar ceremonias y ms ceremonias, con frecuencia ms de una semanalmente, justamente para quien no llegara a ser nunca protagonista de una similar.

Lo que recuerdo es una sucesin de novias. Si no quera ir a la recepcin tena al menos que asistir a la ceremonia religiosa. Eso era muy bello, tena algo de fantstico. Ver a esas nias con esos atuendos nevados, con esas diademas. Eran como seres de otro mundo avanzando hacia el altar. Era muy emocionante, muy potico. (RRP)

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Cuando se mud a Montevideo consigui un traslado especial, como no se estila de intendencia a intendencia y se hizo cargo de una especie de ctedra de recitales poticos en las bibliotecas municipales. Las ms de las veces llegaba a hacer la lectura y ni los empleados de la biblioteca saban que estaba previsto un acto. Ella lea, aunque fuera slo para algunos ocasionales y sorprendidos visitantes de la biblioteca y los propios dos o tres funcionarios. Era la cclica conferencia de Baudelaire en Blgica, ante un teatro con tres espectadores y el poeta de Las flores del mal saludando con tres solemnes inclinaciones de cabeza, a una platea definitivamente vaca.El descubrimiento de Montevideo

y el descubrimiento de Marosa

La repercusin de Marosa en Montevideo no sobreviene como consecuencia de su radicacin en esa ciudad. En 1959 asiste en Pirlpolis, por primera vez, al Congreso de escritores americanos. Y desde entonces faltar slo en una oportunidad a los encuentros anuales que se hicieron hasta 1970. En 1963 realiza su primer lectura de poemas en Montevideo. Fue en el Ateneo, el 19 de julio, presentada por Carlos M. Rama. Sin exageracin puede decirse que desde entonces sobrevinieron innumerables lecturas y recitales. Quizs, tomando en cuenta su trayectoria, haya sido entre los uruguayos quien ms importancia le dio a la divulgacin oral de su poesa.

Se radic en Montevideo en 1978. Su hermana Nidia ya lo estaba desde 1964. Montevideo la recibi como suya. El Club del Grabado de Montevideo, edit ese mismo ao, su almanaque anual con ilustraciones de textos tomados de Historial de las violetas. Su integracin a la ciudad puede aquilatarse porque desde el primer da se integr a todas las manifestaciones. Colabor con las publicaciones que en forma a veces humilde y otras clandestinas, trataban de lanzar seales, en medio del silenciamiento general impuesto por la dictadura, de que la poesa sobreviva.

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Recordando su desgarramiento al alejarse del campo razona:

El traslado a Montevideo tambin tuvo su melancola; me iba an ms lejos del jardn en llamas. Desaparec una noche, sin decir nada (lo que quedaba de mi familia ya estaba en Montevideo). En las manos una canastilla, con algunas cosas que quera mucho. (ROM)El nombre de Marosa se impuso con naturalidad entre los conocedores de poesa. El crtico literario Napolen Baccino, desde las pginas de El Pas, elige a Clavel y tenebrario como el mejor libro de poesa de la dcada. Marosa y su madre vivieron en principio en el Petit Hotel (Uruguay y Yaguarn) y despus de su cierre pasaron al Hotel Americano, en 18 de Julio 1212. Alquilaron luego en calle Gaboto 1852, el apartamento 6, en el mismo edificio y piso que Nidia. Clementina Mdici falleci el 10 de febrero de 1990. A partir de ese da Marosa vivi sola en Montevideo; sucesivamente en calle Uruguay 1292 (1993-1999) y en calle Colonia 1326, ap. 301, desde 1999. Las ltimas semanas en casa de su hermana Nidia.

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Regularmente Marosa me fundamentaba la conveniencia de la radicacin en Montevideo. Y yo siempre le deca que cuando me jubilara, que tena muchas cosas que hacer en Salto.

Montevideo es mi elemento. Ya, ahora, no podra vivir en otro lado. Praga es para visitarla y algn da iremos. Madrid...Espaa puede ser. Me gustara saber lo que es vivir en Espaa. Estas palabras me las dijo repetidamente las ltimas veces que nos encontramos. La compenetracin de Marosa con Montevideo debe reconocerse que fue total. Tanto que en Salto declar: En Montevideo, donde hace ya tantos aos que vivo, me sent siempre como en casa, tanto que cuando alguien me dice saltea me sorprendo un poco. No s, estoy absolutamente convencida de que nac en Montevideo, tambin. Tengo dos lugares, entonces. O tres, Italia sera el otro. (JLB2)La conquista del reconocimiento

El primero y el tercero fueron libros de ediciones de autor, el segundo y el cuarto aparecieron en Venezuela y el quinto, Historial de las violetas (1965) se public en Aqu poesa de Ruben Yacosky, que fue el primer sello editorial que la respald en Uruguay. Pasaron seis aos y editorial Arca public Los papeles salvajes, recopilacin de su obra, iniciando una divulgacin amplia, favorecida porque en esos aos se vivi una poca favorable para las editoriales uruguayas y americanas. La repercusin y el nombre de Marosa no cesaron de crecer de forma segura. Y estaba, todava, a varios aos de radicarse en Montevideo. Triunf cuando viva en Salto, lejos de las grandes vidrieras.

Y esa multiplicacin de sus ediciones sin duda fue una de sus alegras, porque:

Un autor no ledo no tiene sentido. No voy a buscar nunca la popularidad masiva, ni me voy a desvivir por eso, pero quiero que ese barco, que esa nave que ech a andar, marche, camine. Y pasa una cosa muy rara tambin. Hay gente de poco cultivo a la que le interesa mi literatura. Ser porque lo cotidiano est presente, la gente se encuentra con lo que vio, con lo que ve todos los das... (RM)

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El mundo editorial y la crtica de Montevideo acogieron a Marosa con unnime aprobacin, aunque las editoriales no acompaaran el reconocimiento con una retribucin econmica y la ddiva de algunos ejemplares fue todo lo que obtuvo. Lo comentbamos siempre. En 1997, cuando la edita una editorial extranjera, por primera vez firma un contrato y recibe un pago por adelantado. Desde Los papeles salvajes, Marosa era muy leda en nuestro pas, por lo que se puede probar, una vez ms, que el profesionalismo de un escritor de ficcin que respalde sus ventas exclusivamente en la calidad literaria, es nada ms que una utopa en Uruguay.

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Figura en innumerables antologas. En 1966 ngel Rama la incluye en Cien aos de raros (una de las revelaciones poticas, recientes, inslitas) y en 1967 Alejandro Paternain en la suya, Treinta aos de poesa uruguaya. Desde entonces se puede decir que en todas las uruguayas y cada vez con mayor frecuencia y representatividad en las ms exigentes de la literatura de habla espaola, no deja de aparecer, siempre con presentaciones que destacan la singularidad de su obra. Fue incluida en antologas tales como las de las editoriales Planeta, (Seix Barral) y Medusario (Fondo de Cultura Econmica, Mxico), y en el Diccionario Literario de Editorial Alianza, de Madrid.

* * *Naturalmente, el reconocimiento no fue unnime y por eso puede ser importante que la Bibliografa sobre Marosa y la constancia de las antologas en que figura, siguieran un orden cronolgico. Se puede recordar que Sarah Bollo no la incluye en su libro de referencia sobre la literatura uruguaya desde los orgenes al presente, tampoco Domingo Luis Bordoli en su antologa de la poesa uruguaya contempornea y Jorge Medina Vidal no la nombra en su estudio sobre poesa uruguaya en el siglo XX.

En estos tres casos parece simple inadvertencia para determinados registros, porque la obra de Marosa ya se haba divulgado en Uruguay y haba merecido reconocimientos; y resultaba imposible de obviar. Emir Rodrguez Monegal no escribi una obra en que fuera insoslayable nombrarla, pero tampoco lo hace en forma siquiera ocasional, en ningn artculo. Mario Benedetti no encontr ningn poema de amor de Marosa digno de figurar en una antologa hispanoamericana, en la que incluye diecisis autores uruguayos.

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En 1960 se inicia la larga serie de importantes reconocimientos cuando gana el Premio del Ministerio de Instruccin Pblica en poesa dita, con Magnolia.

En 1979 se le solicitan datos para incluirla en el Diccionario de la editorial Planeta. En 1980 recibe el Primer Premio del Ministerio de Educacin y Cultura y en 1981 el Premio de la Intendencia Municipal de Montevideo. En 1981, en colaboracin con Claudio Ross, realiza una antologa de la poesa de Concepcin Silva Blinson y aparece un extenso reportaje de Ramn Mrica en el diario El Da, de Montevideo y en Buenos Aires, una plaqueta con diecisiete poemas inditos.

Durante algunos aos Marosa se presenta a Concursos y se suceden los Premios en los de la Intendencia Municipal de Montevideo: Poemas, 1er. Premio Poesa Indita (1981); Poemas 2do. Premio Poesa Indita (1985); Mesa de Esmeralda, 2do. Premio Poesa Edita (1985); Poemas, 1er. Premio Poesa Indita (1987).

* * *1982 es el ao inicial de los reconocimientos internacionales: la Asociacin de Estudios de la literatura en lenguas romances Francesco Petrarca Asociacin Petrarca, con sede en Fontaine de Vancluse, Francia, le otorg el premio La flor de Laura. No pudo asistir a la entrega del premio que no inclua el pasaje-. (Constancia deja de ello Miguel ngel Campodnico en una nota-reportaje del 7 de enero de 1982. Ver bibliografa.)En 1982 la Bnai Brith de Uruguay le otorga el premio Fraternidad, en el ao en que se instituy, consistente en un viaje a Israel y a un pas de Europa a eleccin. Marosa eligi Italia. Es imaginable el impacto que le produjo el descubrimiento de la ciudad de Jerusaln.

El crtico Wilfredo Penco realiza para el semanario El Correo (30 de abril de 1982) una Antologa consultada de la poesa uruguaya y Marosa ocupa uno de los primeros lugares.

En 1983 es tema de estudio en la Universidad de Nueva York, en la ctedra de Roberto Echavarren.

En 1987 le fue otorgada la beca Fulbrigth por la que recorri varias ciudades de Estados Unidos, brindando recitales.

La conquista del pblico argentino se inici con recitales anuales al comienzo de la dcada del 90, en la Sala Ricardo Rojas, en la Universidad de Buenos Aires. En el Instituto de Cooperacin Iberoamericana (ICI), present Los papeles salvajes.En 1992 recibi una beca en la Casa del Escritor Extranjero, otorgada en Francia por la Alcalda de Saint Nazaire. Resultado de esa estada es la publicacin de una traduccin al francs de su obra Misales, realizada por Gabriel Saad.

En 1993 fue invitada al congreso de Escritores de la Universidad Estatal de Ro de Janeiro. Asiste junto a Miguel ngel Campodnico y lvaro Miranda.En 1994 asisti al Festival Latinoamericano de Poesa, realizado en Rosario, R. A. (Este festival se comenz en 1993 y desde entonces no ha cesado de consolidarse). En 1994 hubo participacin de poetas de varios pases de Amrica y de Espaa y se realiz los das 14, 15, 16 y 17 de septiembre. A Marosa se la distingui para cerrar las actividades del jueves 16, con un recital personal. Lo hizo con el ttulo Diadema. En julio de 1995, Diario de poesa, de Buenos Aires, le dedic un importante Dossier, que afirmara su repercusin en la Repblica Argentina. En 1997 recibi el premio Morosoli a la poesa.

En 1999 recitales en Asuncin del Paraguay. En 2001 y en Montevideo, el premio Bartolom Hidalgo, de la prensa. En 2001 recibi el Primer Premio del Festival Latinoamericano de Poesa, de Medelln.Una de las convocatorias ms importantes para los escritores de habla castellana es el Concurso Poesa de Medelln, con un jurado internacional y participacin de poetas de todos los pases. Concurrieron en el 2001, como ocurre en todas las ediciones y de acuerdo al prestigio de este concurso, numerossimos libros, resultando adjudicado el nico premio a Marosa por su obra Los Papeles salvajes.

No es arriesgado decir que los premios mayores eran, sin duda, el clido afecto y reconocimiento. Un poema de Amanda Berenguer fechado en abril-mayo del 1995 que pertenece al libro indito Los poetas, es el mejor ejemplo de ese ambiente general, en el que Marosa era un nombre con vida propia:

Esa voz de marosa

marosa!, clamaban, marosa! dnde ests?

Por aqu, decan.Por all, //sobre las casas, las terrazas,

sobre los techos de espuma y de jacinto. Luego decan,

no, por aqu, en el placard orlado de terciopelo

como un estuche de Bizancio, dnde ests?

ests ah? Estaban seguros, llamaban: marosa!

y abran las cajas con secreto, y los prpados irizados

del espejo, las diminutas venas de las lapiceras,

y abran hasta las ranuras de ncar del Gran Libro

y volvan a llamar: marosa!, marosa!, dnde ests?

por aqu, buscaban inquietos los mayores y los nios,

por aqu, fro, fro, tibio, fro, ms ah, detrs,

entre los brazos del candelabro, s, por ah, s,

debajo de las uvas, tibio, tibio, dnde?

dnde?

se oa una voz incitante, un Elfo areo, envolvente,

que se iba y vena y merodeaba, parecido casi al rumor

del viento entre las hojas de un bosque sombro. Por ah, dijeron los //elegidos,

por aquel lado del mundo,

y todos, alucinados, se pusieron a escuchar.

* * * Los viajes son, en el caso de Marosa, algo as como el ndice de los reconocimientos logrados.

Fue el Primer Premio Fraternidad que otorga la Bnai Brith del Uruguay y usufructundolo en 1982, conoci msterdam, Italia y las principales ciudades de Israel. En los aos siguientes visit Chile auspiciada por la embajada uruguaya en ese pas y fue invitada a Mxico, Colombia, ciudades argentinas, brasileras y de Estados Unidos. Estuvo viviendo en Saint-Nazaire, invitada en la Casa del Escritor Extranjero, en 1993.

* * *

Recibi una pensin graciable que sera determinante de su relativa tranquilidad en los ltimos aos. Es una pensin respaldada por nuestras leyes en la que se reconoce una trayectoria destacada, sea en las artes o en las ciencias. Me fue concedida hace unos aos por el presidente Sanguinetti y todo el Parlamento. (MM)

* * *

No es arriesgado decir que Marosa muri cuando estaba en el apogeo de su reconocimiento. Y cuando a pesar de lo que le gustaba viajar, tena que rechazar invitaciones porque se le superponan las fechas.

La familia La integracin de Marosa con su familia puede llamar la atencin a quienes la vean tanto tiempo en un caf. As como se desprende de su obra la veneracin por sus padres y abuelos, pocas personas cultivaron es el trmino exacto-, tanto y tan profundamente su vinculacin con todos los familiares de su edad y de la siguiente generacin: hermana, sobrina, primos. La mesa del caf haba sustituido el living de su casa. Estando en el caf quedaba expuesta a las visitas, como si viviera en una casa sin paredes. El que deseaba se sentaba a su mesa, a veces hasta sin pedir permiso. Y, acto continuo, ya se senta con documentos para proclamarse su amigo. Pero la hora de encontrarse con Nidia era sagrada. Tambin puedo decir que era mutuo el afecto que le profesaban sus familiares. Nidia y su hija Jazmn son las fieles custodios de la memoria y obra de Marosa.

Cuenta Jazmn que desde chica la conoci siempre como "Ta Bho": Parece que ya en su casa, entre ellas se llamaban por sobrenombres, Marosa era el bho, por la sabidura, mam el irar y mi ta Poupe era el chaj. Yo la asocio a la ta Bho con todos los momentos importantes de mi vida. Cuando nac, vino especialmente de Salto. Y cada domingo, fiestas de fin de ao, nacimiento de mis hijas, cumpleaos, mo, de Gabriel y de las nias, la tena a m