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    Para Celia Montolio

    PERFIL BIOGRFICO

    Es habitual que las biografas de Maquiavelo recojan algo tan banal como un sueo que poco antes de morir el florentino relat a sus amigos; sin duda no es un dato intil, sino muy pertinente, porque el clebre sueo de Maquiavelo transmite de un plumazo su talante y personalidad. Al parecer el pensador enso a un grupo de hombres mal vestidos y dolientes que, tras una pregunta suya, se identificaron como los santos y beatos que se dirigan al paraso. A continuacin se encontr con otro grupo ocupado en conversar sobre poltica, entre sus miembros reconoci a grandes pensadores e historiadores de la Antigedad (Platn, Plutarco, Tcito); su aspecto y su ropa eran solemnes y, tras preguntarles, le respondieron que se dirigan al infierno. Ya despierto, confes a sus amigos que prefera con mucho gozar de la eternidad con el grupo de condenados al infierno antes que aburrirse en el paraso.

    La irona del relato, la admiracin por la grandeza y la lucidez intelectual que no se somete a nada salvo a sus propias exigencias, le_p!,eocupacinJ:?~ c.o~.~'. de_.~~~~ \",.,4. mundo y esta vida aun a costa ae lllcumplirlos preceptos ristianos e incurrir en el pecado o en la condenacin eterna, todo ello define la personalidad de Niccolo Machiave

    tanto como el que haya encontrado fuerzas para bromear en un momento tan amargo. Amargo no tanto por la proximidad de la muerte, sino por la triste y decepcionante etapa finaLde su vida.

    Naci en Florencia el 3 de mayo de 1469 en el seno de una familia (la paterna) venida a menos. Ese mismo ao accedi al gobierno de Florencia Lorenzo el Magnfico durante cuyo mandato la ciudad disfrut de un gran esplendor cultural. En ese ambiente creci Maquiavelo, que

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  • (rezos, ayunos, abstinencia). instauracin de la nueva Repblica se vio acompa

    ada la invasin de Italia por Carlos V1II de Francia. Esta fue la ms clara evidencia de la ruptura de un doble equilibrio hasta entonces en vigor; de un lado, el que haba regido entre los diversos Estados (principados, nos, ducados, repblicas) la pennsula italiana y, de otro lado, el existente entre potencias europeas por aqul entonces en expansin y pugna, Francia y Espaa. De hecho, a partir de esa fecha se suce

    en Italia un rosario continuo de guerras intercaladas por alianzas y tratados de paz que tan pronto se concertaban como se incumplan. Y en este crispa90. contexto poltico transcurri la vida de MaqUiavelo; un contexto que

    puaooncer--enpr6furiacra~cua1do en junio 1498 es nombrado Secretario de la Segunda Cancillera y en julio Secretario de los Diez de la libertad y la paz. Los nombra

    procedan de la Repblica civil que se instaura en Florencia tras la cada y ejecucin en la hoguera de narola, el cual (a juicio de Maquiavelo) fue vctima de sus propios errores polticos que fueron aprovechados

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    ,

    r, /;'i" ......),. /'V

    "' una Curia romana enfurecida a causa de las "-'-"'-

  • nocimiento, como el encargo en 1520 de escribir la historia de Florencia (el resultado, Historia de Florencia, lo acab en 1 y se public en 1532) o el nombramiento en 1526 como Canciller de Procuradores de las Murallas de Florencia, comisin encargada de reordenar las defensas florentinas de cara a resistir cualquier posible ataque extranjero. Esta ltima tarea result intil dado que, mientras a comienzos de mayo de 1527 Roma caa a manos las tropas imperiales de Carlos 1 de Espaa y V de Alemania, en abril desapareca el rgimen florentino de

    Mdici. Sus esperanzas en que la nueva Repblica le restituyera como Secretario fueron vanas, pues se decidi prescindir de sus servicios debido a sus ltimas colaboraciones con los Mdici. So con irse al infierno junto a los grandes hombres y muri el 21 junio de ese mismo ao.

    Adems de los escritos polticos e histricos su obra contiene de teatro, obras en verso y un gran nmero de cartas.

    y ESTRUCTURA DE LA OBRA

    El Prncipe es, como toda obra, el resultado de factores personales, histricos y tericos, sin embargo en este caso es absolutamente necesario tener en cuenta cada uno de esos elementos para realizar una lectura libre de tpicos moralistas y edificantes.

    Para empezar es preciso reparar en l~tuacin pe[..onal@de Maquiavelo en ese ao de 1513, una SItuacin triste y desgraciada por haber sido apartado ge la Yi.---E9ltica, pero tambin provechosa porque le ha obligado a u.!!..QQo que le ha permitido compendiar sus estudios e investigaciones de primera mano sobre el arte del Estado. As lo manifiesta en la nutrida correspondencia que entonces mantiene con su antiguo colega Francesco Vettori, ahora embajador ante la curia romana y al que, en su clebre carta del lO de diciembre de 1513, le comunica que ha escrito un opsculo Sobre los principados del que los menos experimentados en asuntos polticos pueden aprender algo.

    su retiro campestre su pasin por los asuntos de Estado (que no cede) se canaliza a travs de la lectura de

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    los historiadores antiguos y de la escritura reflexiva sobre la dificilsima situacin poltica de la Florencia y la Italia

    momento. A sus ojos la des.c.ornposicin poltica italiana y sus causas resultan tanto. ms evidentes si se con

    tr~meJdresTpcas ae~ranstona:a(tT~tliu1na-.d' ."d....' .._"11 _,,.. ''r,,., ,_ .. ""_,T:'~--"_l..'~~

    nI a , aque as en as que, como en la Koma c aSlca, forma republicana de Estado proporcionaba paz, seguridad, libertad y todo tipo de beneficios comunes a los ciudadanos. Yeso es precisamente lo que hace al escribir en el mismo perodo de tiempo El prncipe y su anlisis de la repblica: los Discursos sobre la primera dcada de Lvio.

    La continuidad cronolgica existente entre ambas obras es indiscutible y nace del hecho de haber sido gestadas al mismo tiempo, puesto Maquiavelo interrumpi la redaccin de los Discursos para escribir de tirn El Prncipe y luego seguir con los Discursos. Pero, ms aun, hay una profunda continuidad y complementariedad rica que permitira decir que 131 Prnci12e es una parte de una rEefle~r:fi~~~~~~~~!:~L~,S"J~en~~Eft;.~!l los ~ils~ur-sos. s slgm catlvo que la mternlpclOn ue esta u tIma

    tuviera lugar tras escribir el captulo XV11 o XVIII de la primera parte, es decir, cuando se topa con el problema de la corrupcin y sus consecuencias aniquiladoras de libertad y de la repbl~ la forma de gobierno ms perfecta PGlHl M9.Jd!=.mQJlEs en ese momento cuando llega a la conviccin de que, puesto que la realidad poltica no es una ni inmutable, puesto que existe una gran diferencia entre una situacin poltica corrupta y otra sana, es necesario el desempeo de prcticas polticas diferentes, ade\~uadas a cada caso. As, El Prncipe j;:S UD trata.dQ que aQaliz-Jq...~:t:!:~j2rLes corru,J;11aS_._y.Jas~ acciones necesarias para remontarlas; enlOSDiscursos e~ iJiiS-aavespara"e1 mantenimiento de la bonanza y su bue, na gestin, de modo que se frene al mximo la degenerai cin, algo, como veremos luego, inevitable dada la natu\raleza humana y su historia.

    El Prncipe es, adems, una obra escrita desde las preocupaciones del presente en el que se halla Maquiavelo y que no duda en presentar como ejemplo de corrupcin. Pero en su b~da de unas claves racionales que permitieran ente~Cj;.de intervenir en ~s aconte

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    ,

  • ,drnen,tQ"P-J:,i:.9rregirlos en lo posible, el autor tuvo que ~\lelabo,r.'a.r"n,.,u.., e,v,,a,.s ca,teg.or.a,s. "te,r,ica.. ~_.g~p-~r,:(;ll~~.fm,Jas deWvirtud' o 'f
  • humanos y no una mera mala Fortuna (captulo XXV), entonces cabe corregirlos y tiene sentido exhortar (como hace en el captulo XXVI) al nuevo prncipe florentino para que se ocupe de ello. Fue en vano, Lorenzo, duque de Urbino, ni siquiera ley el texto.

    Sin embargo, tanto El Prncipe como los Discursos circularon profusamente, primero en forma de manuscrito y luego ya en sus ediciones y reediciones respectivas. Suxito editorial no se vio afectado ni siquiera por la condena de

    Inquisicin y la demonizacin de las obras y del autor. Cosas ambas que, dicho sea de paso, ocurrieron bastantes aos ms tarde de Que los libros vieran la luz; adems el ataque fue llevado a cabo por los antimaquavelianos, tanto seguidores de la Reforma protestante como contrarrefonnistas1. Todos ellos tomaron como pretexto la obra del florentino para, al hilo su confrontacin interna, presentar cada cual su opcin religiosa como la nica representante de la ortodoxia cristiana, cosa que pretendan establecer marcando su lejana con lo que consideraban tesis maquiavelianas, las cuales redujeron a las expuestas en prncipe, obra que se tom en consideracin, por supuesto, absolutamente al margen los Discursos.

    Que los primeros ataques contra Maquiavelo provengan de-t'os 'idelogos de la ortodoxia cristiana no es un dat01Ja1ad. Como tampoco lo es el que procedan de dos secfCires cristianos por lo dems tan enfrentados entre s. La razn que los une es profunda: el rechazo a las concepciones maquiavelianas de la historia y del agente poltico; la negacin, pues, de los dos pilares conceptuales que sustentan el pensamiento de Maquiavelo. Ciertamente se trata de dos nociones no-cristianas que permiten acciones anticristianas desde el punto de vista moral; sin embargo, no son conceptos ni inmorales ni antirreligiosos. Tngase en cuenta que aunque Maquiavelo manifiesta desprecio por el gobierno temporal del Papa con sus pretensiones de superioridad moral y sus polticas claramente corruptas

    , 1 El primerAntimaquiavelo, el de Gentlet, de 1576 se atribuye a un hugonote, Pocos aos despus, en 1595, apareci el del jesuita espaol Ribadeneyra con el ttulo Tratado de la religin y las virtudes que debe tener el prncipe cristiano.

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    " desde los propios cnones cristianos, sin embargo, ni desprecia el fenmeno religioso ni su teora carece de nocin de bien.

    Aprecia la religin en tanto que instrumento polticoparfL~esJ:LSQ.cill, pero sin otorgarle ningn valor hegemnico en lo normativo, dado que esto es -a su juicio-- una prerrogativa de esa capacidad humana que es el saber poltico. El ser humano ducho en poltica constituye la nica fuente de normas; es l quien determina en cada fase histrica cmo es mejor actuar y qu medios hay que emplear si se pretende satisfacer las necesidades humanas fundamentales, objetivo ste que, como recoge la historia, se alcanza en gran medida en contextos polticos que permiten vivere civile. En esto consiste el bien. Por tanto, no son de extraar las crticas vertidas desde un ideario como el cristiano que remite el bien al ms all supramundano, pues la de Maquiavelo es una concepcin enteramente mundana.

    Esta mundaneidad se manifiesta en su ya mencionada perspectiva realista. Mucho se ha insistido en este aspecto del pensamiento maquiaveliano y de hecho ha servido para clasificar su obra y diferenciarla de la de aquellos otros pensadores que, como los utopistas (coetneos suyos) o los afines al ideario cristiano sostienen una distinta concepcin del objeto de estudio. Lo peculiar de su reflexin es evidente si leemos el primer prrafo del captulo XV de prncipe:

    Pero siendo mi intencin escIibir algo til para quien lo lea, me ha parecido ms conveniente ir directamente a la verdad efectiva la cosa que a la imaginacin de la misma (veritii effettuale della cosa che alla immaginazione di epsa). Y muchos se han imaginado repblicas y pIincipados que nunca se han visto ni se ha sabido que existieran realmente.. ,

    Sin embargo, hablar slo de realismo poltico resulta escaso como descripcin de este pensamiento. El adjetivo poltico slo informa que esa teora es realista con respecto a lo poltico (y no a lo fsico-natural), pero esto es demasiado impreciso, Realismo es un trmino de uso habitual en contextos ontoepistmicos, donde se han sealado muchos tipos (ingenuo o directo, metafsico, emprico,

    -19'.

  • cientfico, interno ... ); de ah que tenga sentido buscar ms precisiones y preguntar, por ejempJo, qu concep~i~n la realidad (poltica) tiene, qu nOCIones de conOCImIento y verdad acompaa, qu concepci~
  • maquiaveliano y es que sujeto y objeto son un continuo, siquiera sea porque quien conoce es al mismo tiempo objeto de conocimiento. Por tanto, allilque la historia como objeto de conocimiento existe de forma independiente de quien en cada caso conoce, sin embargo est en continuidad ontolgica con quien conoce. ~ A partir de aqu elabora una nocin de Historia muy difer rente a las de inspiracin cristiana, puesto que sus aconteciiI mientas forman parte del estrat na~ura.l del mundo y sus

    I claves son inmanentes; es una Hlstona ajena a la Providen da divina, sin referencia trascendente que la dote de senti! do continuo. Ahora bien, esa perspectiva inmanente que

    concibe la historia como una serie ms de acontecimientos estrato natural del mundo no la condena a ser un haz de

    sucesos azarosos, aleatorios y contingentes, por el contrario dotada de una estructura continua que conecta los

    acontecimientos Y hace de la historia un todo dotado de sentido. En Maquiavelo esa estructura continua es circular.

    En efecto, siguiendo la teora de Polibio del crculo de las constituciones, entiende que la historia transcurre

    necesidad y con arreglo.~ un curso circuIN_que_3.lterna ...c..QnltPJ~i.ny ~~~t;n~~C:l?n. De forma que no tiene comienzo ni [filaI y estructuralmente es repetitiva como una ley. Precisamente, ese necestarismo legaliforme es condicin de posibilidad para obtener lecciones polticas de ella, algo central para Maquiavelo que no tiene un inters meramente erud~~ en ;lyasado, sino prctico: quiere extraer un saber pohtlCO ut11. A este respecto es preciso recordar que la necesidad legaliforme constituye una caracterstica tpica del modelo moderno de conocimiento, segn la cual slo es posible conocer (ya se trate de acontecimientos naturales o histricos) si objeto de estudio es reducible a las condiciones de racionalidad humana, esto es, uniformizable, homogeneizable y generalizable al mximo. Y, ms aun, slo a propsito de un objeto de estudio regular en sus mutaciones cabe hacer predicciones y cabe incidir en l para procurar el beneficio humano. AS, segn Maquiavelo, el curso circular la Historia no se puede ni detener ni evitar, pero s cabe intervenir en l para paliar los efectos perversos de cada situacin o potenciar los beneficiosos, como se puede apreciar en afirmaciones como esta:

    " Se ve fcilmente, si se consideran las cosas presentes y las antiguas, que todas las ciudades y todos los pueblos tienen los mismos deseos y los mismos humores, y as ha sido siempre. De modo que a quien examina diligentemente las cosas pasadas, le es fcil prever las futuras en cualquier repblica, y aplicar los remedios empleados por los antiguos, o, si no encuentra ninguno usado por ellos, pensar unos nuevos teniendo en cuenta la similitud de las circunstancias. Pero corno estas consideraciones son olvidadas o entendidas

    los lectores, o, aunque entendidas, no son conocipor los que gobiernan, se siguen siempre los mis

    mos desrdenes en todas las pocas3

    Las relaciones de mutua determinacin entre la realidad objeto de estudio y el modelo conocimiento van ms all. As resulta que la mencionada verdad efectiva de la cosa slo se alcanza a costa de cribada (igual que aos despus Galileo cribar su objeto de estudio de las cualidades secundarias). Semejante nocin de Historia entronca, a este respecto, con la que en su momento elabor Tucdides, quien se refera a su obra con trmino syggraph en el que se recoge junto al hecho de escribir, grph, el seleccionar y juntar (syn), esto es, el de esa trabazn de lo histrico, que no est tanto en la realidad como en la misma concepcin crtica y en la visin personal del autor del relato histrico4.

    La verdad efectiva de la cosa no se reduce, pues, a la mera descripcin de los acontecimientos socio-polticos en su discurrir espontneo, pero tampoco es vlida cualquier seleccin como, por ejemplo, la oficial de su poca, esto es, la elaborada por autores teolgicamente lastrados.

    Por tanto, el conocimiento histrico efectivamente verdadero tiene ya en Maquiavelo el doble aspecto con el que se viene debatiendo el pensamiento del ltimo siglo. Expresado con terminologa contempornea tenemos que, por un lado, constituye una disciplina compuesta de

    3 Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio, Madrid, Alianza, pgina 127. . C. Garca Gual, La narrativa histrica griega en AAW, La(s)

    o/raes) historia(s), Bergara, UNED, 1991, pg. 12.

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  • afirmaciones que se corresponden con lo ocurrido en el pasado y con las que se intenta explicarlo en trminos de causalidad eficiente; pero, por otro lado, es una narracin que encadena y compone selectivamente los acontecimientos para comprender su sentidoS. Ahora bien, en ningn caso Maquiavelo considera la Historia como una narracin cuya validez dependa slo de la credibilidad suscitable por medio de la coherencia interna, es unadisciplina emprica cuya validez es contrastable.

    El procedimiento de contrastacin resulta muy interesante para la filosofa contempornea, pues no es nico ya que depende de que sea patente la utilidad de ese conocimiento histrico-poltico, bien sea para sentar las bases de la creacin futura de una estmctura de gobierno acorde con el vivere civile, bien para el afianzamiento en el presente de la misma. La verdad y la utilidad, pues, varan a la par que la propia configuracin efectiva de la cosa. En la medida en que lo dado no es fijo, sino cambiante, la verdad no se contrasta detectando una adecuacin a nada, sino por la correccin y el xito de las acciones que se guan por el conocimiento. Lo dado, antes que una realidad idntica a s misma, es para Maquiavelo un variable y plural entorno y el recurso para la accin. Cuan-

    se tiene presente esta concepcin variable y plural del acontecer histrico se entiende que la Historia como disciplina cognitiva y su validez tambin sean variables.

    Adems desde esta perspectiva se explica algo que siempre llama la atencin a los estudiosos de Maquiavelo, a saber, la enorme diferencia existente entre el modelo poltico que propone en El prncipe y el de los Discursos. y es que (como apuntbamos arriba) en la primera obra

    5 Al mencionado encadenamiento y composicin selectiva se refiere Rkoeur con el trmino 'trama'. Cfr. P. Ricoeur, Historia y narrativi

    Barcelona, Paids, 1999. articulacin de las dos caras de la Historia sigue siendo un pro

    blema epistemolgico pendiente. Para la dimensin comprensiva de la Historia vase tambin de Ricoeur su obra Tiempo y narracin l, JI Y III, Mxico, Siglo XXI, 1995 Y 1996. Para la peculiar dimensin explicativa de la Historia contina siendo una referencia obligada la obra de Arthur C. Danto, Historia y narracin. Ensayos de filosofa analftica de la historio Barcelona, Paids, 1989.

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    "' analiza la crisis de Florencia en contraste con situaciones polticas igualmente corruptas de otras pocas histricas. Su afn es dar con una salida de ese estado y no encuentra otra que mediante un sistema poltico radicalmente unipersonal, carente de lmites jurdicos o morales, pues considera que nicamente si poder est en manos de un individuo (especialmente cualificado) se puede refundar un Estado que ha cado en la corrtlpcin.

    En los Discursos, en cambio, analiza las condiciones de posibilidad de la antigua Roma republicana, un referente histrico ste altamente ideologizado que presenta como el mejor ejemplo de Estado. Se trata de un sistema bien organizado, plural y equilibrado en lo econmico y en lo poltico. En lo primero, porque hay mayor igualdad y se busca de manera inmediata el bien comn; en lo poltico, porque el poder se ejerce a travs de un gobierno mixto y en sus instituciones (rdenes) estaran representados todos los estamentos sociales. De esta forma todos tienen derechos y deberes, incluido el de la defensa de la patria que -a su juicio- nunca debe quedar en manos de tropas mercenarias o extranjeras. As quedaran garantizadas la estabilidad, la paz social y la libertad, entendiendo esta ltima como la condicin de no estar sometido a ningn poder extranjero y de atenerse a unas leyes que son obra comn. As pues, la concepcin institucional del poder, la representacin, la libertad y el imperio de la ley son los elementos constitutivos de su ideal de vivere civile.

    Por tanto, la realidad histrico-poltica no es ni una ni inmutable, puesto que existe una gran diferencia entre una situacin poltica corrupta y otra sana. De ah que sea necesario el desempeo de prcticas polticas diferentes, adecuadas y vlidas para cada caso.

    Por otro ladD, esta combinacin de estmctura formal circular, recurrente y necesaria ms variabilidad en las constelaciones socio-polticas concretas6 es un elemento

    6 Variabilidad limitada, pues, fiel a Polibio, Maquiaveb en seis las formas de organizacin poltica. Tres de ellas son buenas: monarqua, aristocracia y democracia -esta ltima lgicamente se entiende en su acepcin clsica, es decir, asamblearia-; las otras tres representan las formas degeneradas correspondientes: tirana, oligarqua y oklatra o anarqua. La opcin defendida por Maquiavelo, la Rep

    -25- " ,

  • para distinguir el mod~l~ m!1quiaveliano Historia de los inspirados en el CnstIamsmo, tanto r~n~centistas como ilustrados. Pues, en efecto, para estos ultImos curso de la historia sigue un progreso lineal que vincu

    la su validez y sentido a la culminacin en algn tipo de reconciliacin final, depuradora de todo conflicto y mal, con Dios o con una versin pacfica y bondadosa de la propia humanidad; as sucede con la idea de concordia universal todas las religiones y filosofas que Pico della Mirandola ligaba a la ansiada renovatio, o con las nociones parecidas que se encuentran en los modelos secularizados posteriores debidos a Condorcet, Kant o los de raigambre hegeliano-marxista. Frente a ellos, la historia para Maquiavelo ni trae nunca lo radicalmente nuevo, ni tiene un fin ltimo libre de corrupcin, salvo que desaparecieran sus artfices, los seres humanos. Sin embargo, a pesar del decurso necesario de la historia, el conocimiento de la misma permite intervenir en los acontecimientos del presente y prever el futuro mediante acciones virtuosas no puramente gestoras de ese acontecer, sino transformadoras -en lo posible- del mismo.

    A este respecto es preciso sealar tambin que esta es la manera en la que aflora en el pensamiento de Maquiavelo un problema filosfico recurrente que el pensamiento posterior hereda bajo la oposicin libertad/necesidad: la realidad histrica aparece tanto en continuidad con el ser humano como en oposicin a l; es su producto, pero tiene una dinmica propia, en parte imprevisible, que slo cabe ignorar a la hora de la praxis a costa de incurrir en errores y procurar nuevos perjuicios. Por tanto, la dificultad que recorre este pensamiento es la siguiente: en la medida en que la historia es producto humano est en continuidad racional con los individuos y por eso cabe aprender de ella y, en parte, dominarla para protagonizarla, pero, en cuanto se rige por unas leyes que dan cabida a lo que los humanos experimentan como azar y contingencia, presenta una plas

    blica romana. no con ninguna de ellas pues es un tipo de gobierno mixto de las tres fonnas buenas; ste, a su juicio, tiene la ventaja de gozar de mayor estabilidad. Cfr. Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio, pgs. 33-35.

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    " ticidad limitada que coarta y reduce el alcance de su capacidad de accin individual libre. Semejante tensin la refle-

    Maquiavelo en la relacin que establece entre dos conceptos centrales en su obra: virt y Fortuna. A este respecto slo adelantaremos por el momento su idea de que las cosas del mundo que brotan de nuestras acciones no estn completainente determinadas por una fuerza ajena, sino que dependen tambin de nuestro libre albedro. Veamos antes con ms precisin su concepcin del ser humano, ese agente que puede aprender de la Historia para perfeccionar sus acciones libres de relevancia colectiva.

    NATURALEZA HUMANA Y ESTADO

    l.a antropologa Maquiavelo constituye una de las partes ms lcidas y brillantes de su pensamiento. Desde la ya sealada perspectiva inmanente y desde las necesidades de racionalizacin vinculadas prototipo de conocimiento adoptado, elabora un tipo uniforme de naturaleza humana a partir casos histricos singulares

  • Frente a ello slo hay un IJcU.l.ctll mos ms

    En el en verso de 1509 titulado Captulo expone que esa pasin es la causa

    de la infelicidad humana y del eterno oscilar de los hombres y los trata, pues, de un motor de la historia que opera a favor de la corrupcin, la decadencia y la degeneracin. Ahora bien, en ningn caso describe la ambicin como un pecado moral acorde con la nocin cristiana preponderante en su medio y para la que es uno de los pecados capitales; por el contrario, la ambicin es sobre todo un pecado poltico, pues consiste en anteponer el inters propio al inters comn yeso implica una constante fuente de inestabilidad y de conflicto socio-poltico. A esto se aade que aparece como pasin connatural al ser humano que le impuesta astralmente y que, en consecuencia, resulta ineliminable. Esta ltima caracterstica refuerza su como fuerza motriz

    "'r",n1-", con la ya mencionada ausencia de histrico. No cabe parar los

    cambiar su doble sentido (de degeneracin y porque no es posible reabsorber la causa del mal en mundo ni eliminar radicalmente el conflicto. La razn de ello es la ambicin que habita en lo ms profundo de la naturaleza humana.

    Desde esta perspectiva se desvela el ltimo por qu del inters maquiaveliano por la ambicin. Y como cabe esperar no consiste en ofrecer un estudio psicolgico de las pasiones, sino que objetivo es mostrar la ineludible necesidad de un Estado en el que impere la virl. En definitiva, la ambicin as entendida es un presupuesto lgico-sistmico que justifica la necesidad de un Estado bien organizado y dotado una importante atribucin: el uso legtimo de la Por esto, sin duda, en se encuentra una

    A este respecto es reparar en que 0J.'_J..L"1-' que Maquiavelo origen de la organizacin estatal la presenta como requisito para ponerle coto a la

    8 Cfr. Maquiavelo, Textos cardinales, edicin de M. A. Granada, Barcelona, Pennsula, 1987, 223-228.

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    sucede tanto en lOS Lllscursos como en Captulo ambicin, donde para explicar la ""'-"v""~a dad del Estado conjetura cmo habra sido la vida humana antes del Estado, es decir, lo que tarde otros denominarn estado de naturaleza. En el Captulo de la ambicin recrea el relato bblico de la vida sencilla y plcida de Adn, y sus hijos antes del asesinato de Abel por el ambicioso Can". En los Discursos tambin aventura (con el pensamiento de Lucrecio como trasfondo) una situacin previa a los regmenes estatales que aparecieron entre los hombres por azar, porque, en el principio del mundo, siendo pocos los habitantes, ron por algn tiempo dispersos, semejantes a las fieras; luego, al multiplicarse se reunieron, y, para poder derse mejor, comenzaron a buscar entre ellos al fuerte y de mayor le hicieron su jefe y le n1"."'",1-'.> ron obediencia. tuvo su origen el conocimiento las cosas honestas y buenas y de su diferencia de niciosas y U""-J.U,J.

    Por esta va el pensador florentino recalca que la cin es consustancial a la naturaleza humana, que se notar cuando los seres humanos viven en organizaciones sociales, es decir, prcticamente siempre, y que es la principal causa de la infelicidad; por eso exige simultneamente los medios que pueden ponerle coto y la capacidad que permite el buen uso de esos medios l1 . Semejante capacidad es la ya aludida virt que permite determinar los medios necesarios en cada caso, pues no siempre sern los mismos sino que dependen de la fase histrica. En general, esos medios sern siempre das buenas leyes y las buenas armas y, en particular, van desde la cin en los valores republicanos a la coaccin y la sin, pasando por la religin.

    9

    10 N. Maquiavelo, Discursos.. pg. 33. 11 Esto es evidente a lo todo El prncipe, pero tambin en

    otros lugares de sus como por ejemplo en el citado Capilulo de la ambicin: "Si de otros Ambicin usarla, / el mal hombre de si no puede orden y fiereza acompaarla

    alguien se digna, I cmo se debe la de ellos nos lo ensea: I pues el

    debe el juico y el intelecto sano con cit., vv 160-165).

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  • Todos ellos son recursos instrumentales que se elegirn y aplicarn con mayor o menor intensidad segn grado de corrupcin social O la histrica que se atraviese; unas veces bastar con los indirectos, como la religin, otras ser necesario recurrir a los directos y suscitar el miedo al castigo. Su eficacia depender de que hayan sido bien elegidos de manera que sean adecuados a la situacin; se requiere, pues, que o el prncipe o el grupo dirigente de ciudadanos republicanos estn acertados en la evaluacin de la ocasin ante la que se encuentran.

    De este modo, aparato represivo del Estado queda legitimado porque su fuerza y capacidad coercitiva estn orientadas a frenar y canalizar el mal inmanente al querer y actuar humanos. En esta medida, puesto que en la articulacin socio-estatal de la vida humana tuvo su origen el conocimiento de las cosas honestas y buenas de su diferencia de las perniciosas y malas, por ello propio Estado se convierte en punto de referencia obligado y en valor absoluto distinto a las instituciones eclesisticas. Ciertamente en la obra de Maquiavelo la religin goza de un papel central como instrumentum regni y como mecanismo de legitimacin, sin embargo Estado ya no es

    dei que encarrila a humanidad hacia su reencuentro con Dios. Frente a la concepcin trascendente, tanto el Estado como el mal y el bien son acontecimientos

    estrato inmanente del cosmos. Por otro lado, aqu se inicia proceso de personifica

    cin del Estado que tarde desarrollar Hobbes: Estado representa los intereses del todo y, en aras de la preservacin de los mismos, emite normas para regular las acciones externas entre los individuos que interactan socialmente.

    Como se ha visto, el Estado es en su origen un producto azaroso de un organismo natural (el ser humano); pues bien, es en el marco de ese constnlcto inmanente y varia

    donde se perciben las cualidades de la naturaleza humana, tanto las pasiones como su ingenio y fantasa o imaginacin, as como las consecuencias buenas y malas

    ejercicio de ellas en la convivencia. De esta suerte --como decamos-- el problema del mal aparece destrascendentalizado. El mal no es un problema teolgico consecuencia

    una hipottica falta originaria; es un problema poltico

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    consecuencia del protagonismo de la amBicin como gua de las acciones de las criaturas humanas. De ah que el objetivo no sea redimirse de l en el otro mundo, sino en ste a travs de su represin mediante las buenas armas y su canalizacin mediante las buenas leyes. De forma paralela, no hay otra fuente del bien que las instituciones poltico-estatales, aunque no es legtima cualquier organizacin estatal por el hecho de serlo, sino slo aqullas en las que la virt impera sobre la Fortuna.

    DIALCTICA VIRT/PORTUNA

    el Renacimiento el tema de la Fortuna cobr una gran importancia y preocup a todos los pensadores y artistas de la poca. En medio de todos ellos el tratamientoque Maquiavelo hace del asunto muestra su gran originalidad. As, ofrece una secularizacin de ese smbolo semi-mtico que es la Fortuna al tiempo que hace un uso metafrico del mismo convirtindolo en uno de los mentos con los que articula su filosofa de la historia.

    Ciertamente la secularizacin de este smbolo es algo propio del Renacimiento que retoma la idea clsica frente a la cristiana. En La divina comedia Dante hace uso de la concepcin cristiana para la que la agente de la Divina Providencia que acta bajo su direccin cumpliendo la tarea asignada en 10 que atae a la vida de los seres humanos. De este modo, la Fortuna es un poder ininfluenciable que rige el mundo, pero no de forma autnoma puesto que sirve a un principio superior.

    La idea clsica se encuentra, por ejemplo, en las Tusculanas de Cicern donde la Fortuna no aparece como una fuerza inexorable, sino como una buena diosa en la que cabe influir para hacer que se vuelva hacia nosotros. Esto es posible porque la Fortuna, aunque diosa, tambin es mujer y se siente atrada por el vir, es decir, el varn de verdadera hombra. es precisamente la concepcin de la Fortuna que Maquiavelo retoma para su reflexin poltica, hasta el punto de realizar la misma comparacin de la Fortuna con una mujer que se siente atrada por el varn autntico, el nico tipo humano vlido para las funciones polticas:

    -31.,

  • Yo sostengo firmemente esto: que es mejor ser impetuoso que precavido, porque la fortuna es mujer y es necesario, si se la someter, golpearla y zurrarla. Y se deja vencer antes por stos que por quienes proceden mamente. Por eso siempre es, corno mujer, amiga de los jvenes, porque son menos precavidos, ms feroces y la dominan con ms audacia11.

    Maquiavelo es consciente de la resignificacin concepque propone cuando unas lneas ms arriba de ese

    mismo captulo de prncipe afirma lo siguiente:

    No desconozco que muchos han tenido y tienen la opinin que las cosas del mundo estn gobernadas de tal manera por la fortuna y por Dios que los hombres con su prudencia no pueden enmendarlas ni tampoco remediarlas. Por eso podra pt;nsarse que no hay que esforzarse mucho por las cosas, sino dejarse gobernar por la suerte. Esta opinin se ha generalizado ms en nuestros das por los grandes cambios de las cosas que, ms all de cualquier conjetura humana, se han visto y se ven cada da. Yo mismo, pensando alguna vez en me he inclinado en parte hacia esa opinin. Sin embargo, dado que nuestro libre albedro no ha desaparecido, pienso que puede ser verdad que la fortuna sea rbitro de la mitad de nuestras acciones, pero tambin que nos deja gobernar la otra mitad, o casi, a nosotros.

    As pues, la nocin Fortuna es compleja, pues sigue apareciendo como fuerza responsable de ciertos acontecimientos de trascendencia poltica sucedan con independencia de las capacidades y deseos humanos. Conserva, pues, cierto perfil de [atuUrfl que es coherente con algunos aspectos de la cosmologa dominante que Maquiavelo acoge en sus obras13 Recurdese, por ejerrl

    12 nl prncipe, captulo XV. El evidente sexismo del texto no es debido a un mero desliz circunstancial, sino que es un elemento constitutivo de su visin del mundo poltico. Su pensamiento se construye sobre la distincin entre los que son y los que no son aptos para la actividad poltica y ni las mujeres ni los varones viejos parecen serlo; no obstan'te, como es habitual en estos casos se contemplan a la

    Catalina Sforza o Isabel la Catlica).

    esta cuestin vase M. A. Granada, Cosmologa, religin y

    -32

    " la aludida determinacin astral con que explica el surgimiento de la ambicin. Sin embargo, rompe el determinismo al insertar al vir en el centro de los acontecimientos como agente parcialmente responsable de su

    Ciertamente individuo, como agente, est condicionado por las ya aludidas inclinaciones y pasiones humanas que son connaturales e ineliminables, adems las consecuencias de sus acciones se producen e inciden en un entorno complejo que, aunque producto humano, le rebasa y cuya dinmica est sujeta (como hemos sealado al hablar de la Historia) a leyes inmanentes. Pero ese entorno es susceptible de modificaciones y, hecho, son las acciones humanas las que lo modifican para, finalmente, revertir sobre el agente de manera positiva o negativa. Pues bien, en esta relacin de mutua alteracin entre mundo y agente, la Fortuna representa el lmite de las capacidades humanas para hacerse cargo de ese entorno complejo y cambiante y determinar su direccin (que es tambin la del agente en l inserto).

    Junto a esto Maquiavelo constata que ante una misma situacin distintos seres humanos pueden optar por diversos cursos de accin que producirn consecuencias de diferente signo y que, por tanto, les proporcionarn diversa suerte. A esta capacidad se refiere con la expresin libre albedrio, --como ya se puede colegir- encierra un concepto muy alejado del cristiano. El ncleo de la distincin entre ambas concepciones radica en que, mientras para las doctrinas cristianas libre albedrio capacita para elegir entre el bien y el mal preexistentes y trascendentes, en el caso del florentino el libre albedro consiste en la capacidad de llevar a cabo actos no clasifica bIes ni como azarosos ni como caprichosos, sino realizados por

    en el Renacimiento, Barcelona, Anthropos, 1988. El autor prccon claridad cmo la 'ilinculacin del pensamiento de Maquiavelo

    eon la cosmologa dominante no es unvoca, sino llillbigua e incierta. Por ejemplo, a propsito de los signo celestes lo decisivo es que no ms lectura correcta que aquella que los interpreta en funcin de necesidad poltica. De este modo se afirma la autonoma humana y se reconoce en el agente poltico la corresponsabildad con la Fortuna en los avatares polfticos.

    -33-"

    lo

  • el agente a conciencia, de manera autocontrolada e incluso disciplinada. Autocontrol y disciplina que se ejercen para canalizar las propias pasiones e impulsos naturales, pero tambin para dosificar el recurso a los principios normativos prevalecientes (morales o religiosos) de modo

    quepa controlar en lo posible el mundo poltico entorno, de por s en gran medida inseguro y contingente a ojos humanos. Adems, el libre albedro es una libertad de accin capaz de generar el bien o el mal inmanentes.

    As, gracias al libre albedro el ser humano es rbitro de sus acciones, y las consecuencias de las mismas, afortunadas o no, dependern de que el ejercicio de su autonoma est regido por aprovechamiento disciplinado de sus capacidades racionales e intelectuales, es decir, por la virt:

    y La comparo a uno de esos dos torrenciales que cuando se enfurecen inundan las llanuras, destruyen rboles y edificios, arrastran la tierra de un lugar y ponen en otro; todos huyen ellos, todos ceden a su fmpetu sin poder oponerle resistencia. Y aunque sean as, sin embargo eso no quita que los hombres, en pocas de tranquilidad, puedan tomar precauciones con diques y espigones, de modo que en crecidas posteriores o corran por un canal o su mpetu no sea ni tan perjudicial ni tan desenfrenado. Lo mismo ocurre con la fortuna, que muestra su poder all donde no hay una virtud dispuesta a resistrsele, y acomete con sus tus donde sabe que no se han hecho ni espigones ni diques para contenerla14 .

    De este modo, la Fortuna es lo opuesto a la capacidad humana de conocer e incidir en el curso de los acontecimientos de acuerdo con sus intereses y necesidades y, dado que los acontecimientos que a Maquiavelo le preocupan son los polticos, la Fortuna aparece como fuerza directriz de tales sucesos en ausencia de lo que podramos denominar clculo racional. En este sentido el poder de Fortuna expresa la ignorancia y cortedad humanas en asuntos polticos, cosa que ya manifest el f1orentino en

    14 El prncipe. cap. xv.

    -34-

    algn texto anterior15 y que en el aqu pr"esentado queda patente. Vase, por ejemplo, el anlisis que realiza de las acciones de Csar Borgia en el captulo VII de El prncipe.

    un principio parece que la desgracia final de Csar Borgia fue culpa de una extrema malignidad de la fortuna, puesto que la muerte del Papa Alejandro y el que l mismo cayera enfermo son eventualidades que escapan a todo clculo racional. Sin embargo, un anlisis ms minucioso muesira que, en realidad, su desgracia fue causada por un error poltico, es decir, por la falta de virtud que supuso permitir a un antiguo enemigo, el Cardenal de San Pietro ad Vincula, ascender al papado.

    Este mismo caso nos sirve para precisar la original nocin de virtud que ofrece Maquiavelo. Original porque, a diferencia de lo habitual en toda la tradicin de libros de consejos para prncipes, aqu no se entiende el concepto

    virtud en trminos morales, sino polticamente. Para la tradicin moralista un buen prncipe desde el punto de vista poltico deba cumplir con cuatro virtudes centrales para todo hombre (prudencia, fortaleza, justicia y moderacin) ms una serie de virtudes especficamente principescas (como honestidad, magnanimidad o liberalidad). Se recomendaba adems que la prctica poltica nunca entrara en conflicto con los principios morales.

    idea de Maquiavelo es radicalmente distinta, pues con virtud alude a la capacidad humana para analzar las situaciones, evaluarlas y decidir la accin ms adecuada. un talento que permite a los seres humanos sustraer la histora de las manos de la Fortuna, es decir, protagonizarla. Si se me permite emplear terminologa contempornea, se puede decir que la virtud es un saber cmo, es decir, una capacidad cognitiva de carcter prcticoracional en cuyo uso correcto cabe iniciarse estudiando la

    15 Por ejemplo, en Fantasas esl-'rtas en Perugia para Soderini (1506) donde afirma lo siguiente: "y verdaderamente quien fuera tan sabio que conociera los tiempos y el orden de las cosas y se acomodora a ellas tendra siempre buena fortuna se guardara siempre de la mala, y vendra a ser cierto que el sabio gobierna a las estrellas y a los Hados. (Cfr. Maquiavelo. Textos cardinales, edicin de M. A. Granada, Barcelona, Pennsula, 1987, 192).

    -35

  • Historia, disciplina que a estos efectos se constituye en un saber que16. y, precisamente, lo que el autor presenta en los captulos XV a XIX de El prncipe es que, de acuerdo con la informacin que proporciona la Historia, en el ejercicio de la virtud poltica muchas veces hay que actuar contra los principios morales clsicos:

    y es preciso saber que un prindpe, y mxime un prncipe nuevo, no puede observar todo aquello por lo que los hombres son considerados buenos, dado que, para conservar el Estado, a menudo necesita obrar contra la lealtad, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religin. Por eso necesita tener un nimo dispuesto a moverse segn se lo exijan los vientos de la fortuna y las variaciones de las cosas y, como he dicho antes, no alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si es necesario. ( ... ) Trate, pues, el prncipe de ganar y conservar el Estado y los medios siempre sern juzgados honorables y alabados por todos, porque el vulgo se deja conquistar por la apariencia y por el resultado final de las cosas, y en el mundo no hay ms que vulgo17.

    De modo que, lo que para la moral establecida parece vicio desde el punto de vista poltico es virtud, pues no cabe otro objetivo que la institucin y conservacin del Estado. Slo con la virtud as entendida se pueden poner diques a la Fortuna y canalizar la ambicin y corruptibilidad humanas. En efecto, las acciones los grandes hombres que se afectan mutuamente y articulan la convivencia responden a un patrn relacional en el que el poder es la relacin preponderante, la cual cabe regular tanto por

    16 La distincin entre saber cmo (knvwing how) y saber que (knowing that) fue tipificada en 1949 por G. Ryle en su libro El concepto de. lo mental (Barcelona, Paids, 1967). La expresin saber que ms una oracin que menciona un hecho compone el saber proposicional o conocimiento; se refiere a una proposicin que puede ser verdadera o Jalsa. El saber cmo versa sobre reglas de ejecucin de conceptos y equivale a dominar un decurso de acciones. En algunos casos es retrotaible a un saber que".

    17 N. Maquiavelo, El prncipe, cap. XVIII.

    ambicin, en tanto que pasin-fuerza q~e opera a favor de la corrupcin, como por la virt en tanto que capacidad racional que opera a favor de la regeneracin y la estabilidad18. De ah la conveniencia de optar por la virtud aun cuando no case con la moral establecida. Tngase en cuenta, adems, que si bien la virt no requiere respetar siempre los principios morales tampoco conlleva necesariamente enfrentarse a ellos, sino slo en ocasiones. Esta caracterstica del concepto de virtud es tan fundamental como coherente con la concepcin de la realidad sociohistrica que emplea Maquiavelo, pues si, como vimos, esa realidad es cambiante, la virtud tiene que consistir en una capacidad cambiante.

    En el mundo social no hay rdenes previos a los que adecuarse o con los que reconciliarse porque se trata de una realidad sin permanencia ontolgica, que, si bien flucta dentro de unos mrgenes, sin embargo son 10 suficientemente amplios e inconcretos como para que carezca de esencia fija dada. Al hablarde mrgenes me refiero al tiempo cclico de la historia, con sus dos momentos extremos, y a la nocin de naturaleza humana, con su doble dotacin de ambicin y virt. Ambas instancias operan en esta teora como lmites materiales de la accin (similares a los ros con sus crecidas); pero aunque el ciclo histrico de las constituciones y las caractersticas bsicas de la naturaleza humana sean constantes e inevitables, sin embargo, cada situacin concreta es variable y encierra un tanto de contingencia, de ah la necesidad de contar con diversos cursos de accin de modo que sea posible atender a la ocasin y adaptarse a la situacin sabiendo ver lo relevante en cada caso.

    La virtud, pues, supone actuar segn lo exijan los vientos de la fortuna y las variaciones de las cosas), porque -como dice en el captulo XXV- al cambiar la fortuna segn los tiempos y al mantenerse obstinados los hombres en sus modos de actuar, prosperan cuando

    lS Con el trmino poder alude al gobierno del Estado (y ste al territorio), al dominio que el gobernante sobre el territorio y sus habitantes y tambin al ejercicio por el que se regula esa relacin de dominio y las relaciones con otros Estados.

    -36-37

  • mWCHi entre ambos y tracasan cuando no hay)} 19.

    En resumidas cuentas, ni virtud ni fortuna son nociones unvocas, su significado cambia segn la fase histrica de la que se trate. No se encuentran las mismas condiciones en la fase descendente de la historia que en la ascendente; como ya hemos dicho, en el primer caso hay degeneracin y corrupcin, en segundo hay bonanza; de la nrimera situacin hay que lograr salir, en la

    permanecer; el primer caso autoridad de un hombre el

    segundo un gobierno mixto. Por ello las acciones que en un caso pueden poner diques a la fortuna y resultar virtuosas, en el otro pueden fracasar; por ello tambin el par virtudJfortuna tiene una acepcin unipersonal e indivi

    en el primer caso (el recogido en El prncipe) y otra republicana en el segundo (el de los Discursos). siquiera en cada histrica

    son Claras y constantes, por eso etapa para ser virtuoso debe aprender a interpretar correctamente la situacin e intervenir aprovechando la ocasin en funcin de la sola necesidad poltica, incluso al margen de la moral establecida. Ms an, semejante variabilidad comporta la presencia en su obra de dosfiguras sujeto poltico: el colectivo de ciudadanos republi-

    Esta misma idea de virtud (yen realidad tambin de fortuna e mUlVJduo) se encuentra en el Lazarillo de 1bmles, si bien es cierto que el contexto no es la poltica sino la sociedad. No obstante, es un de sociedad que enlaza a la perfeccin con el medio politico descrito en El prncipe, Se trata de una sociedad puramente inmanente en la que priman las relaciones de competencia entre sus miembros. El Lazarillo es una narracin en la que -como El prncipe- se adopta una ",,,,'-.0,.,"'

  • nuevo). As pues, como la meta del florentino es borar un modelo que de inspiracin para el hombre nuevo capaz de hacer a la corrupcin (y no una mera descripcin del hombre imperfecto que hay), considera que el prncipe ha de ser el Fundador de algo nuevo, a saber, de s mismo como poltico virtuoso y del Estado. Ahora el agente poltico es un individuo que acta como principio generador al mismo tiempo de s mismo (su figura pblica se a travs de las el"''''''-''''__:> emprende) y de la cosa Siempre, claro gra~

    a su virt; nocin que al comportar semejante capacidad creadora y racionalizadora permite incluir a Maquiavelo entre los idelogos del modelo de fuerza y de la causalidad eficiente en su acepcin generadora. Y si posteriormente, con Hobbes, ese modelo se desarrolla en el seno de un paradigma claramente geomtrico y mecnico, aqu se perfila en el contexto de una pica mundana perfectamente representada en las abundantsimas comedias enredo de la poca. Su propia contribucin a este gnero, La Mandrgora, constituye un texto complementario a El .

    Por la caracterizacin global de esta figura vidualidad se puede afirmar que se trata de un modelo pico y no mtic021 . Recordemos que el mito es una fbula o ficcin alegrica generalmente con tintes religiosos; es decir, es un constructo lTeal y no humano. Lo pico, en cambio, es relativo a la epopeya o poesa heroica, gnero narrativo que acenta y magnifica los rasgos extraordinarios de sus personajes pero sin que ello conlleve la prdida del carcter humano de los mismos y la realidad fehaciente de los acontecimientos narrados. bien, una figura primitiva sujeto moderno nace en textos de Maquiavelo como una idealizacin de carcter pico.

    trata de un hroe al que no le mueve ningn compromiso moral previo con un bien trascendente; su horizonte es inmanente y acta sin angustia metafsica y sin nostalgia de lo infinito o lo trascendente; tampoco se mueve por la sola ambicin, que por s conduce a la corrupcin.

    21 Discrepamos a este respecto de Pitkin que considera al Fundador una figura mtica.

    -40 ~

    Lo que motiva es el afn de el deseo de que sus actos en la memoria otros despertando su admiracin. la gloria depende modelo de accin (virtuosa o no)22 con el que el hroe afronta sus trabajos:

    Y, sin duda, si ha nacido de hombre, se apartar de toda imitacin de los tiempos desdichados y sentir que se enciende en l un inmenso deseo de copiar a los buenos. Y verdaderamente, si un prncipe busca la gloria del mundo, debera desear ser dueo de una ciudad corrompida, no para a perder completamente, como Csar, sino para como Rmulo ( ... ) En suma, podemos que aquellos a los que el cielo da tal ocasin ven abrirse ante s uno que les har vivir seguros y, tras la muerte, se gloriosos, y otro har vivir en continuas angustias y los dejar, de la muerte, en sempiterna infamiaH .

    Historia, pues, ensea que la gloria slo la adquieren los polticos que disminuyen la cOITupcin y sus causas y estabilizan el Estado. Por eso, como decamos,

    apunta la virt es, o bien garantizar el vivere propio de la organizacin republicana (virt tiva de los ciudadanos republicanos), o bien poner damentos para remontar la decadens::ia y llegar a taJ nizacin social (virt del prncipe). Ese es el fin mundano a travs de cuya persecucin se autoconstituye el individuo como sujeto 'virtuoso', libre. Semejante fin es al mismo tiempo un bien inmanente y un bien comn de carcter tico y poltico, pues la estabilidad poltica es garanta

    seguridad y bienestar en esta tieITa a ttulo individual y colectivo. Yen favor de la repblica no cabe hallar punto apoyo o fundamento ulterior (ni Dios, ni naturaleza,

    'ascendente de la historia). Por todo esto, contra

    22 Para la relacin gloria/virt vase el artculo de Rafael del la, Modelos y estrategias del poder en Maquiavelo)}, en R. R. Aramayo y J. 1. Villacaas (comps.), La herencia de Maquiavelo, Madrid, FCE, 1999, pgs. 209-239. Tambin Q. Skinner, Maquiavelo, Madrid, Alianza, 1984, pgs. 76 y sigs.

    23 N. Maquiavelo, Discursos sobre la primera dcada de TIto Madrid, Alianza, 1987, pgs. 62-63.

    -41-, ,

    i i

  • interpretacin tradicional del pensamiento maquiaveliano, no es exacto afirmar que el florentino rompe la conexin entre poltica y tica, pues lo que verdaderamente sucede es que la piensa en otros trminos. Lo que considera un error es que la poltica se piense idealizndola contra la evidencia emprica a costa de supeditarla rigidamente a las normas y valores cristianos.

    As pues, en esta doctrina hay un modelo de bien, aunque posee inquietantes peculiaridades: la primera, que es efmero dado que los ciclos de la_ historia son imparables. La segunda, que no se concreta primeramente en nos morales sino polticos; ms an, el marco poltico es el que dota de sentido a los cdigos morales. As se explica que en un contexto poltico corrupto el cumplimiento de los cdigos morales preponderantes pueda favorecer la corrupcin, mientras que el incumplirlos la frene. Por

    la fluidez y contingencia tambin afecta a la nocin de bien: no hay ninguna excelencia poltico-moral en sentido absoluto, aunque s extrae un ideal poltico de lo acontecido en la historia humana. Una misma accin ser buena o mala segn la circunstancia) pues lo que determina el bien y el mal vuelve a ser la utilidad en relacin con el vivere civile, ideal que ha sido producido tricamente a costa de someter las relaciones poder a la virt. Con semejante ideal se torna imposible cualquier desarrollo nihilista de este pensamiento; adems, la ausencia de valores anteriores al acontecer de lo real no impide la produccin de los mismos, slo cierra el paso a su mitificacin y absolutizacin.

    Lo cierto es que estos desarrollos tericos producen una gran tensin en el pensamiento de Maquiavelo) pues no especifica lo suficiente el trnsito que permite alcanzar el ideal republicano (tan apasionadamente defendido) a partir de su contrario: el uso salvfico y autoritario del poder en aras de la estabilidad y seguridad del Estado. El problema radica en que el fin (el bien comn) puede ser usado por el prncipe como coartada para) mediante cualesquiera medios, cometer desmanes sin control en aras de sus propios intereses egostas. Consciente de apunta un mecanismo de salvaguardia posible, si bien no institucionalizado: la insatisfaccin de los sbditos que pueden destituir al gobernante.

    -42

    Esto conlleva Ull nuevo aspecto de la nocin de virtud, dado que el gobernante debe ser capaz de mantener su dominio sobre un Estado ya instituido, y para ello no le vale el uso continuo de las armas y la represin sistemtica (el comportamiento fiero similar al del len), sino que necesita obtener el consentimiento de los sbditos (con la astucia caracteristica de la zorra). Este no es otro que el problema de la legitimacin.

    La cuestin es complicada, porque -como ya se ha dicho- los acontecimientos polticos son concebidos por Maquiavelo como productos humanos nsitos en el estrato inmanente y natural del mundo e independientes trascendente y sobrenatural, circunstancia que descarta como carente de sentido la posibilidad de que la legitimidad de los sistemas polticos la otorgue Dios. Fuera de esta solucin tan querida por el pensamiento poltico tiano, la cualidad de legtimo slo puede provenir del colectivo social afectado, cosa que para el florentino sucede cuando la virt del principe produce los efectos deseados: la estabilidad y la paz social que se manifiesta en la aceptacin del sistema de poder. Para ello son decisivas

    buenas instituciones polticas y las buenas leyes. Ahora bien, muchas veces el prncipe ha de tomar decisiones impopulares que parecen vicio aunque sean virtud, de ah que precise controlar su imagen pblica y ser un gran simulador y disimulador capaz de evitar ser despreciado y odiado24.

    Aqu se encuentra una de las principales aportaciones de Maquiavelo a la filosofa poltica moderna, pues esta idea es el ncleo de la teora de la legitimacin indirecta. Desde la perspectiva inmanente aqu adoptada, el problema no es si una domInacin es en s misma legtima o no, sino por qu medios una dominacin puede legitimarse y as autoconservarse. La legitimacin, pues, no es prima facie una cuestin de racionalidad sustantiva, sino de racionalidad instrumental.

    Los medios que ofrece son caractersticas bien distintas: la religin, rodearse de personas de talento, usar sicarios para las tareas impopulares, llevar a cabo empre

    24 N. Maquiavelo, El prncipe. captulos XVIII y XIX.

    -43, .

  • des y Vl'stosas etc. En cualquier caso es im.pressas gran , .. . l' cindible la seduccin por la apanencl~, ~~nque lmp}qu.e manipulacin de la realidad y ~e l