maqueta chile en otros ojos 1 - unesco.org · construir entre todos nuestra memoria e identidad,...

88

Transcript of maqueta chile en otros ojos 1 - unesco.org · construir entre todos nuestra memoria e identidad,...

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � �

������������������ ��������

� ��� � � � � � � � � � � � �

� � �� � �

� � �� � � �

1

2 Chile en otros ojos

Publicado en 2012 con el apoyo de la Ofi cina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago).

Todos los derechos reservados.

Las ideas y las opiniones expresadas en esta obra son las de los autores y no refl ejan necesariamente el punto de vista de la UNESCO.

Los términos empleados en esta publicación y la presentación de los datos que en ella aparecen no implican, de la parte de la UNESCO, toma alguna de posición en cuanto al estatuto jurídico de los países, territorios, ciudades o regiones, ni respecto de sus autoridades, sus fronteras o límites.

Diseño gráfi co: José Antonio Miranda G.

Impreso en Chile

3

IntroducciónIntroduction

Reportajes Ganadores

Chile: un país minero con defi ciente seguridad laboralChile, a mining country with poor labor security

Avalancha de críticas contra campaña antisidaFlood of Criticism for “Retrograde” AIDS Campaign

Crónica del nacimiento de una niña, hija de uno de los mineros atrapados bajo tierraChronicle of the birth of a girl, the daughter of one of the miners trapped underground

Un incendio en la prisión de San Miguel, en Santiago de Chile, provocó la muerte de 81 presosFire at the San Miguel prison in Santiago, Chile kills 81 inmates

Menciones Honrosas

Chile, la excavadora a un paso de los minerosChile: Excavator’s drill only one step away from miners

Con más de 100 años, ascensores de Valparaíso buscan sobrevivirOver 100 years old, Valparaiso cable cars fi ght to survive

Tras el terremoto, la aldea de Dichato dejó de existir bajo una ola giganteThe village of Dichato disappeared under a giant wave

Chile, probada solidaridadChile-Bicentennial

Indice

5

12

15

27

37

43

53

57

63

71

77

4 Chile en otros ojos

5

La Asociación de Corres-ponsales de la Prensa Internacional de Chile,

entidad que agrupa a los perio-distas de los principales medios extranjeros que operan en el país, convocó este año al I Con-curso de Reportajes Leonardo Henrichsen.

La iniciativa, un esfuerzo por construir entre todos nuestra memoria e identidad, permitió rendir un humilde homenaje a Leonardo Henrichsen, asesina-do cuando fi lmaba los albores de la dictadura militar (1973-1990).

También generó la posibi-lidad de reconocer algunos de los mejores trabajos realizados por los corresponsales, en un año marcado por grandes noti-

cias, como fueron el terremoto en el sur de Chile, el ascenso de Sebastián Piñera a la Presi-dencia, el rescate de los 33 mi-neros atrapados en la mina San José, las protestas mapuches, el Mundial de Fútbol de Sudáfrica y la muerte de 81 personas en la Cárcel de San Miguel, entre otras.

El concurso fue así un es-fuerzo por dejar un testimonio de nuestro trabajo editorial, pero también generó un espacio para debatir sobre los desafíos del periodismo, sus formatos, enfoques y temáticas.

En defi nitiva, nos hizo re-fl exionar de todo lo que aún po-demos entregar al periodismo, la pasión que acogimos profe-sional y humanamente.

En ese marco, es indispen-sable agradecer el apoyo de entidades como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Fundación Imagen de Chile, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Ofi cina Regional de Educación para America Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultu-ra (OREALC/UNESCO Santiago), Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Pontifi cia Uni-versidad Católica de Valparaíso y la Universidad Diego Portales, que enumero en estricto orden alfabético.

Todas ellas colaboraron en la articulación del concurso y fue-ron parte del jurado. Contamos

Introducción

6 Chile en otros ojos

con que estarán en el futuro de este premio y todos los demás desafíos que tenemos como Asociación de Corresponsales de la Prensa Internacional.

Somos testigos y actores de una época excepcional donde cambian los imperios, mutan las comunicaciones y emergen tan-to formas inéditas de produc-ción económica y medial como nuevos modelos de democra-cia. Además, una época en que América Latina parece forjar una incipiente voz propia en el mundo.

En todo ello están y estarán nuestros ojos y nuestras letras, nuestros días recorriendo de-siertos, visitando comunidades indígenas, caminando sobre

aldeas arrasadas por la natu-raleza o hablando con quienes detentan poder o liderazgo, ya sea desde un sillón mullido de La Moneda o las callejuelas de Valparaíso, Santiago o Punta Arenas.

Es imposible por tanto no dejar de hablar del periodismo, al presentar los trabajos home-najeados en este concurso. Es decir, los escritos de Christian Palma, Daniela Estrada, Eva Ver-gara, Margarita Bastiás, Martino Rigacci, Moisés Ávila y Roser Toll, nuestros ganadores.

La tentación inicial, de tinte ilustrado, es centrar el debate en los retos que la mediatización de la vida supone para el periodis-mo o más específi camente para la producción de contenidos.

Sin embargo, creo que ese sería un error. Es cierto, Inter-net y la hiperindustria cultural condicionan toda la generación de contenidos. Se necesitan periodistas para llenar Twitter, Facebook, diarios electrónicos, cables, mensajes radiales, emi-siones televisivas y SMS celula-res.

Sin embargo, el periodismo no puede ser escritura de noti-cias como mercancía. Una pa-sión merece más que eso.

Por lo tanto, creo que la pre-gunta esencial, la que supongo que se hicieron los ganadores de este premio, es de qué deben hablar los periodistas cuando escriben. De qué intersticios, de qué silencios, de cuáles olvidos, de qué transtierros.

7

En un mundo tan fragmenta-do como globalizado, de memo-ria hiperrepoducible e invisible, creo que el sentido del periodis-mo es, nuevamente, ser testigo.

Sin embargo, ese no puede ser más un testimonio ingenuo, en parte inhibido por la preten-sión imposible y racionalista de la objetividad.

Escribir historias es narrar silencios. Deambular por el pre-sente es describir futuros. En-tender que las historias, como creía Foucalt, pueden conocerse en sus rupturas e intersticios, en las voces de niños de Temu-cuicui, las mujeres de Dichato, las esposas de San Miguel, los migrantes de la Plaza de Armas,

En defi nitiva, creo que asisti-mos también a una mutación del periodismo como alguna vez lo fue el paso de las plumas poéti-cas a las escrituras objetivas en el ocaso del siglo XIX o el paso del periodismo fordista al inter-pretativo en el siglo XX.

Puedo estar profundamente equivocado, pero creo e intuyo que el periodismo seguirá ca-minando por dos senderos en el futuro.

Uno, resignado e industrial, dedicado a emitir noticias, ape-lando a una cada vez endeble pretensión de objetividad.

Otro, fl orecido en el exce-so de información actual, que buscará narrar historias, pero

ponerlas en contexto, subjeti-varlas, mirar sus consecuencias, escribir sus futuros.

En defi nitiva, un periodismo de escenarios o prospectivo que se hace cargo de su mirada necesariamente subjetiva, que requiere voces anónimas para ser visible, que observa y regis-tra donde los fl ujos de Internet pasan corriendo.

Sean o no ciertas estas supo-siones, lo real -si eso existe- es que hoy podemos hablar del pe-riodismo, nuestra pasión, gra-cias al esfuerzo y entusiasmo de todos.

Eso es lo importante.

Lo demás son sólo ideas que seguiremos discutiendo cuando

8 Chile en otros ojos

nos encontremos en una cum-bre, una revuelta o una simple conferencia.

Finalmente, quisiera agrade-cer -y creo que lo hago a nombre de todos- el trabajo realizado por quienes me antecedieron como presidentes de la Asocia-ción.

Su entusiasmo y dedicación nos permitió seguir en pie en los años difíciles de la dictadura y crecer en la democracia. Un sa-ludo a Robert Mur, Carlos Dorat, Gustavo González, Marcial Cam-pos y Manuel Fuentes, entre tantos otros que se me vienen a la memoria.

También a Eduardo Gallardo, miembro de la actual directiva, cuya labor como jurado y tra-

ductor fue clave para impulsar el I Concurso de Reportajes Leo-nardo Henrichsen. No puedo ol-vidar a nuestros amigos Gideon Long y Stefanie Block, que nos ayudaron a traducir este libro también. Por último un renoci-miento a los medios que cedie-ron los derechos de autor de textos y fotos para hacer posible este texto.

MAURICIO WEIBEL BARAHONAEditor

9

The Association of Foreign Press Correspondents in Chile, an organization

that brings together journalists from the major foreign media outlets operating in the coun-try, this year launched the fi rst Leonardo Henrichsen Reporting Contest.

The initiative, an eff ort to build a collective memory and identity, allows us to pay humble tribute to Leonardo Henrichsen, who was killed while fi lming the start of the military dictatorship (1973-1990).

It also allows us to recog-nize some of the best work carried out by our correspon-dents in a year marked by major news, such as the earthquake in southern Chile, Sebastián

Piñera’s rise to the presidency, the rescue of 33 miners trapped in the San Jose mine, the Mapu-che protests, the football World Cup in South Africa and the dea-th of 81 inmates in the San Mi-guel jail, among others.

The contest was an eff ort to leave a record of our editorial work, but also to create a space in which to discuss the challen-ges facing journalism, its for-mats, approaches and themes.

In short, it made us refl ect on everything that we can still give to journalism, the passion that we have embraced both profes-sionally and humanely.

In this context, it is essential to acknowledge the support of organizations like the Economic

Introduction

10 Chile en otros ojos

Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC), the Chile Image Foundation, the Or-ganization of the United Nations Food and Agriculture Organiza-tion (FAO), the Regional Educa-tion Offi ce for Latin America and the Caribbean of the United Na-tions Educational, Scientifi c and Cultural Organization (OREALC/UNESCO Santiago), the Interna-tional Labor Organization (ILO), the Pontifi cal Catholic Universi-ty of Valparaíso and the Diego Portales University, which I list in strict alphabetical order.

They all collaborated to make this contest happen, and were on the jury. We can count on them to be with us for future editions of this contest and in all the other challenges we face as The Association of Foreign Press Correspondents.

We are witnesses to and protagonists in a unique time in which empires are changing, methods of communication are mutating and in which there are as many new forms of economic and media production as there are new models of democra-cy. Furthermore, it is a time in which Latin America appears to be forging its own emerging voi-ce in the world.

Our eyes and our words will be part of all this; our days tra-velling through deserts, visiting indigenous communities, wal-king through villages devasta-ted by nature or talking to those in positions of power or leaders-hip, either on the stuff ed chairs of La Moneda or on the back streets of Valparaíso, Santiago and Punta Arenas.

It is impossible therefore not to talk about journalism, and not to present the work honored in this contest, namely the wri-tings of Christian Palma, Daniela Estrada, Eva Vergara, Margarita Bastias, Martino Rigacci, Moises Avila and Roser Toll, our win-ners.

Our initial dyed-in-the-wool temptation was to focus on the challenges that increasing me-dia coverage of life presents for journalism and, more specifi ca-lly, for content production.

But I think that would have been a mistake. It is true that the Internet and new media now condition all content gene-ration. Journalists are required to provide content for Twitter, Facebook, electronic journals,

11

cables, radio reports, television and SMS messages.

But journalism cannot be about writing news as if it were a commodity. A passion deser-ves more than that.

And so I think the essential question, which I imagine the winners of this award have as-ked, is what should journalists speak about when they write? What are the interludes, the si-lences, the things forgotten?

In such a fragmented and yet globalized world, in which me-mory is at once endlessly repro-ducible and yet invisible, I think the role of journalism is, once again, to serve as witness.

However, it cannot be simply as a naive witness, inhibited in part by the impossible pretence of rationalist objectivity.

Writing stories is about narra-ting silences. To investigate the present is to describe futures. It is to understand that stories, as Foucault believed, can be un-derstood through their breaks and their gaps, in the voices of children from Temucuicui, the women of Dichato, the wives of San Miguel, the migrants in the Plaza de Armas.

In short, I think we are wit-nessing a great change in jour-nalism, just as there was once a change from poetic to objec-tive writing in the twilight of the nineteenth century, or from Fordist journalism to interpreti-

ve journalism in the twentieth century.

I may be very wrong, but I believe, I sense, that journalism will develop along two paths in the future.

One path, resigned and in-dustrial, will be dedicated to producing news, and it will rely on an increasingly tenuous claim to objectivity.

The other, which will grow out of the current excess of in-formation, will try to tell stories, but to put them into context, to look at their consequences, to write their future.

In short, it will be a journa-lism that will be comfortable with the fact that it is necessa-

12 Chile en otros ojos

rily subjective, that will require anonymous voices to be visible, which will observe and record, while the internet fl ows.

Whether or not this comes to pass, what is undeniable is that we can talk today about jour-nalism, our passion, because of the eff orts and enthusiasm of all of us.

That is important.

The rest are simply ideas that we can discuss when we meet during a summit, a revolt or a news conference.

Finally, I would like to thank (and I believe I do so on behalf of all of us) those who preceded me as president of the Associa-

tion for their work.

Their enthusiasm and dedi-cation kept us going during the diffi cult years of the dictators-hip and the growth of democra-cy. I would like to pay tribute to Robert Mur, Carlos Dorat, Gus-tavo González, Marcial Campos and Manuel Fuentes, among many others that come to mind.

Also to Eduardo Gallardo, a current boa d member, who-se work as a juror and translator was key to boosting the number of reports submitted for the fi rst Leonardo Henrichsen contest. Also to our friends Gideon Long and Stefanie Block who helped us to translate this book. Finally I would like to thank the media organizations for giving us the rights to the reports and photos

of the various authors, in order to make this book possible.

MAURICIO WEIBEL BARAHONA

Editor

13

Reportajes g a n a d o r e s

14 Chile en otros ojos

Eva Vergara es correspon-sal en Chile de la agen-cia estadounidense The

Associated Press desde 1983. Antes trabajó un par de años en la agencia United Press Interna-tional, reporteando los sectores Relaciones Exteriores, Defensa y luego en el naciente frente de los Derechos Humanos. Estudió licenciatura en Ciencias Sociales durante dos años en la Universidad de Chile, hasta que fue cerrada por el régimen militar. Luego cursó periodis-mo en el mismo plantel. Hizo su tesis de grado con la aplicación del Análisis Transaccional a las revistas de opinión en la época de la dictadura militar (1973-1990). Posteriormente hizo su práctica en radio Chilena y un reemplazo en radio Portales. En 1981 ingresó a la agencia UPI y luego postuló a la agencia AP.

Eva Vergara

Eva Vergara has been a co-rrespondent for the Asso-ciated Press news agency

of the United States since 1983. Before that she worked for a couple of years for United Press International, covering the fo-reign relations and defense beats, and later the then-emer-ging sector of human rights. She studied social sciences for two years at the University of Chile, until the school was clo-sed by the military regime. She then moved on to study journa-lism at the same university. Her graduation paper was entitled ‘Transactional analysis of opi-nion magazines during the time of the dictatorship (1973-90). She later completed an intern-ship at Radio Chilena and then worked as a replacement at Ra-dio Portales. In 1981 she joined UPI and was then hired by AP.

15

un país minero con deficiente seguridad laboral

Chile:

Por Eva Vergara

16 Chile en otros ojos

SANTIAGO DE CHILE (AP)

Hace un mes, Chile asom-bró al mundo al rescatar a 33 trabajadores atra-

pados 69 días en un profundo socavón, pero hace cinco días, dos hombres murieron en la misma región en una explosión en un yacimiento ilegal.

Ambos accidentes refl ejan la inseguridad del trabajo en las medianas y pequeñas operacio-nes mineras.

Yacimientos ilegales en el Desierto de Atacama, polvo-rines improvisados, mercado negro de dinamita y reapertura improvisada de minas de cobre abandonadas.

Muchos mineros arriesgan la vida trabajando en minas cono-cidamente peligrosas pero que pagan sueldos algo más altos. Otros explotan faenas de cobre abandonadas, alentados por el alto precio del metal, que en no-viembre alcanzó los 4 dólares la libra.

Entre 1990 y 2005 hubo 650 accidentes en el sector, con 742 mineros muertos, según el Ser-vicio Nacional de Geología y Mi-nería, (Sernageomin), respon-sable de supervisar la seguridad minera.

En la última década han muerto, en promedio, 35 mine-ros al año, pero la cifra alcanzó a 38 la primera semana de no-viembre de 2010.

El derrumbe que sepultó a los 33, cuyo rescate fue seguido por millones de telespectadores en el mundo, dejó dos lecciones principales: el esfuerzo, sin li-mitaciones fi nancieras, permite hazañas inéditas, y es urgente implementar o reforzar la se-guridad laboral, en un sector en que el año pasado trabajaron 174 mil personas.

Néstor Jorquera, presidente de la Confederación Nacional de Mineros de Chile, dijo a Associa-ted Press que “es una realidad del porte de un buque que se prioriza la producción sobre la seguridad”.

“Estoy de acuerdo, pero el tema pasa por el autocuida-do, porque muchos accidentes

Chile: un país minero con deficiente seguridad laboral

17

tienen directa responsabilidad del trabajador”, declaró Lorena Martínez, jefa de Prevención de Riesgos del Instituto de Segu-ridad Laboral de Atacama, 800 kilómetros al norte de Santiago.

Jorquera dijo que los cul-pables del derrumbe del 5 de agosto en la mina San José son los dueños, además de Serna-geomin, por no fi scalizar, y los propios trabajadores.

“Cuando los compañeros nos dijeron que la mina se estaba cayendo...los trabajadores debi-mos haber solidarizado con ellos y no haber permitido que esa mina siguiera trabajando. Pero los dejamos solos con su sin-dicato y las consecuencias son éstas”, lamentó.

El jefe de Sernageomin en Atacama, Mariano Gajardo, atri-buyó el accidente a una “explo-tación irracional de la mina”.

Miguel Fortt, ingeniero en minas a cargo del rescate duran-te los primeros días, dijo a la AP que antes del derrumbe “hubo un dejar hacer y un dejar pasar que fue trágico, que mancha la historia de la minería en Chile”.

El éxito del rescate “no sig-nifi ca que la gestión la estemos haciendo bien”, dijo.

Chile es el mayor productor mundial de cobre y sus grandes yacimientos, como los de la es-tatal Codelco o de las multina-cionales Barrick, Anglo Ameri-can o Xstrata, tienen tasas muy

inferiores de accidentes a las de la pequeña minería.

En 2009, 54% de los 35 muertos en accidentes trabaja-ban en la pequeña minería y el 11% en las grandes compañías.

La producción chilena de co-bre en 2009 llegó a 5,4 millones de toneladas métricas, de las cuales las grandes empresas entregaron el 93%, las media-nas 5% y las pequeñas el 2%.

El mejor precio metal lleva a muchos mineros y a afi ciona-dos a internarse en el desierto, donde están la mayoría de los yacimientos, a buscar minas abandonadas que explotan con métodos artesanales y venden el cobre a empresas autorizadas por Sernageomin.

18 Chile en otros ojos

Los trabajadores muertos el lunes en la mina Los Reyes, cercana a la San José, fueron golpeados por la explosión de dinamita que ellos mismos ins-talaron. Tenían tres mechas y encendieron primero la más corta, dijo Martínez. Carecían de un polvorín autorizado y guar-daban la dinamita en un cajón, junto a sus camastros.

Es imposible saber cuántos yacimientos ilegales existen, especialmente en el norte, o cuántas personas laboran en ellos. Martínez cree que pueden ser entre 1.000 y 3.000 trabaja-dores.

“En la mediana minería hay algunos cumplimientos y avan-ces relacionados con prevención de riesgos, pero en la pequeña

minería y entre los mineros ar-tesanales o ‘pirquineros’, son casi nulos”, afi rmó Martínez, in-geniera especializada en minas.

Fort dijo que se necesita “un rediseño orgánico rápido, ur-gente y tener profesionales y gente capacitada que salga de la universidad certifi cada. No sacamos nada con tener más inspectores si no tienen la diná-mica para poder ver y enfrentar esta cantidad de minas”, unas 2.500 solo en el norte.

“Espero que esto nunca más vuelva a ocurrir”, fue lo primero que dijo Luis Urzúa, jefe de tur-no de los 33, al emerger del tú-nel por el que fueron rescatados desde 700 metros de profundi-dad.

Nunca más se permitirán “condiciones tan inseguras e inhumanas como las de la mina San José”, le prometió el pre-sidente Sebastián Piñera, que esperó a los mineros en la boca del túnel.

Piñera autorizó todos los re-cursos para el rescate, más de 20 millones de dólares. También hubo aportes de la empresa pri-vada.

El infi erno que vivieron los 33, el dolor de sus familias y el enorme gasto pudieron haberse evitado, al igual que la muerte el lunes de los dos mineros en su primer día de trabajo en un so-cavón clandestino.

“Hay que trabajar con un re-glamento interno de prevención

19

de riesgos. La pequeña minería ni sabe que existen” reglamen-tos, afi rmó Martínez.

San José fue cerrada en 2007 por el Sernageomin, el mismo que autorizó su reapertura en 2008, sin verifi car que su or-den de escalerar la chimenea o toma de aire fuera cumplida, lo que habría permitido un rápido rescate.

Tras el derrumbe, llovieron promesas de mejoras en la se-guridad laboral del sector mi-nero, y hubo avances teóricos, como las propuestas de una co-misión creada por Piñera. Pero algunos cambios requieren le-yes, y el congreso no se caracte-riza por legislar rápido.

Piñera le pidió a su ministra del trabajo, Camila Merino, que acorte sus vacaciones de vera-no para que los proyectos de ley estén listos en marzo.

También, en los próximos días se pedirá al congreso ratifi -car el Convenio 187 de la OIT, de 1998, que obliga a elaborar una Política Nacional de Seguridad Laboral y mantener un Sistema Nacional de Seguridad y Salud en el trabajo. Jorquera abogó porque también se apruebe el Convenio 176, que permite al minero negarse a ingresar al pique por razones de seguridad sin ser despedido, y que ese día se le pague.

Jimmy Sánchez, uno de los 33, contó que “la mina estaba sonando y nos dejaron adentro”.

Piñera descabezó el Serna-geomin de Atacama, donde está la mina, y ordenó aumentar sus fi scalizadores, pero el servicio sigue con cuatro inspectores, dijo Martínez.

En las primeras semanas tras el derrumbe se cerraron un par de decenas de minas inseguras, pero la cifra ofi cial es de sólo cinco yacimientos cerrados, de 2.500, dijo Gajardo a la AP.

Jorquera plantea que no hay que cerrar las pequeñas minas, sino que “hay que empadronar a los trabajadores, darles los implementos de seguridad para que sigan trabajando. El Estado debería subsidiar, ayudar, así como lo hace con las grandes minas”.

20 Chile en otros ojos

El objetivo del gobierno es reducir la tasa de accidentes del 5,3% actual a 4,0% en 2015, y la de muertes de 6,5 a 5 cada 100.000 trabajadores.

Martínez dijo que “en cuanto a legislación, estamos bastante más avanzados que otros países de Latinoamérica, pero el pro-blema está en la fi scalización, en el cumplimiento”.

21

By EVA VERGARA

SANTIAGO DE CHILE (AP) -

A month ago, Chile stun-ned the world with the rescue of 33 miners

trapped for 69 days by a collap-se in a deep mine, but fi ve days ago two men were killed in the same region by an explosion at an illegal mine.

Both accidents refl ect the poor security at medium and small mining operations in Chile.

Illegal mines in the Atacama Desert, unsafe powder magazi-nes, a dynamite black-market, unauthorized reopening of abandoned copper mines.

Many miners risk their lives by working at mines known to be unsafe, lured by the high pri-ce of the metal, which reached 4 dollars a lb. last November.

From 1990 to 2005 a total of 650 accidents occurred in the mining sector, leaving 742 people dead, according to the Geology and Mining Service (“Sernageomin,” its Spanish acronym), the government agency that supervises mining operations security.

During the last decade an average of 35 miners have died every year, but the fi gure rea-ched 38 during the fi rst week in November, 2010.

In Chile, two main lessons can be learned from the collap-se that buried the 33 miners, whose rescue was followed by millions of television viewers around the world: great eff ort with no fi nancial limitation allows unprecedented achieve-ments, and it is urgent to imple-ment or reinforce labor security measures in a sector that em-ployed 174,000 people in 2009.

Nestor Jorquera, president of Chile’s National Confederation of Miners, told the Associated Press that “the fact that produc-tion takes priority over safety is a reality the size of a ship.”

“I agree, but the real subject is self-protection by workers,

Chile, a mining country with poor labor security

22 Chile en otros ojos

because many accidents are the responsibility of the wor-kers themselves,” replied Lo-rena Martinez, head of the risk prevention department at the Labor Security Institute in Ata-cama, 800 kilometers north of Santiago.

Jorquera blamed the August 5 collapse at the San José mine on the owners; on Sernageo-min, for allegedly failing to pro-perly supervise operations; and on the miners themselves.

“When our comrades warned us that the mine was collapsing, we should have reacted in soli-darity with them by preventing the mine from continuing to operate. But we left them alone with their labor union, and this is the result,” he added.

The head of Sernageomin in Atacama, Mariano Gajardo, said that the accident resulted from “an irrational exploitation of the mine”.

Mining engineer Miguel Fortt, who briefl y lead the fi rst stage of the rescue, told the AP that before the collapse there was “an attitude of just letting things happen, and that proved tragic, staining the history of mining in Chile.”

The successful rescue “does not mean that we are doing things well,” he added.

Chile is the world’s largest copper producer and its biggest mines, such as those operated by the state-giant Codelco or in-

ternational companies, such as Barrick, Anglo American or Xs-trata, have much lower accident rates than those of small mines.

In 2009, 54 percent of 35

miners killed in work accidents worked at small mines and 11 percent at big companies.

Chile’s copper production reached 5.4 million metric tons in 2009, with 93 percent of that coming from large companies, 5 percent from medium-sized mines and 2 percent from small ones.

The high price of copper en-tices many miners and others to work at abandoned mines in the desert using poor equipment. They then, sell the metal to

23

large companies authorized by Sernageomin.

The two workers killed Mon-day at Los Reyes mine, near San José, were struck by the ex-plosion of dynamite they were handling. Martinez said they lit a wrong fuse. The mine lacked a regular powder magazine, and the explosives were stored in a wooden box.

It’s impossible to determine how many illegal mines exist, especially in northern Chile, or how many people work at them. Martinez believes there may be 1,000 to 3,000 workers.

“In the medium-size mining industry there is some progress in the prevention of risks, but in the small mines it virtually

doesn’t exist,” said Martinez, an engineer specialized in mining operations.

Fort said that “a new, rapid, urgent (safety) system is nee-ded, with trained professionals from certifi ed universities. The-re is no point in having more ins-pectors if they lack the capacity to visit that large number of mi-nes.”

“I hope this will never hap-pen again” were the fi rst words by Luis Urzua, the shift head of the 33 rescued miners, as he emerged from the mine after travelling for 700 metros in the rescue capsule.

Never again “such unsafe and inhuman conditions will be allowed,” replied President Se-

bastian Piñera, who waited for and embraced each and every miner at the mouth of the res-cue tunnel.

Piñera authorized all resou-rces needed for the rescue—more than U$20 million. There were some private sector dona-tions, too.

The tragedy of the 33 mi-ners, the pain of their families, and the huge spending could have been avoided. The same for the deaths of the two miners on Monday.

“It is necessary to work fo-llowing rules for risk prevention. Small mining operations don’t even know such a thing exists,” said Martinez.

24 Chile en otros ojos

San José was closed in 2007 by Sernageomin, which then authorized its reopening in 2008 without even confi rming that the requirement to install an escape chimney or ladder had been completed. These would have allowed a quick es-cape by the 33 miners.

After the collapse, promises of improvements in mining safe-ty emerged from everywhe-re and some progress indeed occurred, including a special safety commission established by Piñera. But other changes require legislative approval, and speed is not a feature of Chile’s Congress.

Piñera asked his Labor Mi-nister, Camila Merino, to cut her

summer vacation short in order to have the required bills ready to be sent to Congress in March.

The government will soon ask Congress to ratify Agree-ment

187, passed in 1998 by the World Labor Organization, which mandates countries to establish a National Labor Security Policy and maintain a National System of Labor Security and Health. Jorquera also urged approval of Agreement 176, which allows miners to refuse to enter a mine for security reasons without their salary being cut.

Jimmy Sanchez, one of the 33 rescued miners, said that before the collapse “the mine was ma-

king noise, and they still left us inside.”

Piñera fi red the top offi cials of Sernageomin in Atacama, the region where the San José mine is located. He also ordered the hiring of more inspectors, but the agency still has only four, according to Martinez.

During the last few weeks af-ter the collapse a couple dozen unsafe mines were closed, but the offi cial fi gure is only fi ve out of a total of some 2,500, Gajar-do told the AP.

Jorquera says there is no need to close small mines, but instead we should “register all the workers and provide them with appropriate safety equi-pment so that they can keep

25

working. The State should sub-sidize, help, as it does with the big mines.”

The government’s goal is re-ducing the current accident rate of 5.3 percent to 4 percent by 2015, and the rate of 6,5 deaths for each 100,000 workers to 5.

Martinez said that “in terms of legislation, we are in better shape than other Latin Ameri-can countries, but the problem is the lack of control and enfor-cement.”

26 Chile en otros ojos

Daniela Estrada Lizama (1981) es periodista de la Universidad de Chile.

Entre 2006 y 2010 fue corres-ponsal de la Agencia Internacio-nal de Noticias Inter Press Ser-vice (IPS), medio al que ingresó como colaboradora en 2004. Paralelamente escribió para el semanario ambiental de Améri-ca Latina, Tierramérica.

Su reportaje “Pascua-Lama sí, pero no tocar glaciares”, pu-blicado en 2006 por IPS, fue distinguido junto a otras 24 historias del mundo en la edi-ción 2007 del Project Censored Award entregado por la Sonoma State University de California, Estados Unidos.

Como corresponsal de IPS cubrió diversas reuniones in-ternacionales como la XVII

Daniela Estrada

Conferencia Internacional sobre el Sida en México (2008), la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Nacio-nes Unidas sobre el Cambio Cli-mático en Dinamarca (2009) y la Cuarta Asamblea del Fondo para el Medio Ambiente Mundial en Uruguay (2010).

Daniela Estrada Lizama (1981) graduated as a journalist from the Uni-

versity of Chile. From 2006 to 2010 she was a correspondent for the international wire servi-ce Inter Press Service (IPS). She had worked with that agency since 2004. At the same time, she wrote for Tierramerica, a Latin American magazine spe-cializing in environmental mat-ters.

Her feature story “Pascua Lama yes, but do not touch the glaciers”, published by IPS in 2006, was granted a year later, along with 24 other stories, the Project Censored Award, spon-sored by the Sonoma State Uni-versity of California, USA.

As a correspondent for IPS she covered a variety of inter-national meetings, including the XVII International Conference on AIDS, in Mexico (2008); the 15th United Nations Conference on Climate Change in Denmark (2009); and the Fourth Assem-bly of the Fund for the World En-vironment in Uruguay, (2010).

27

Por Daniela Estrada

Avalanchade cr í t icas contra campaña ant is ida

28 Chile en otros ojos

Por Daniela Estrada

SANTIAGO DE CHILE (IPS) -

Morir de viejo es más divertido que morir de sida. Y si mueres con

tu pareja de toda la vida, tanto mejor. Sé fi el”, dice uno de los cuestionados mensajes televisi-vos de la campaña anual contra esta pandemia preparada por el Ministerio de Salud de Chile.

Los vídeos invitan a ingresar a la dirección de Internet http://www.quientienesida.cl, que contiene información sobre las características de la enferme-dad, los métodos de prevención y los lugares donde hacerse el examen de detección.

Avalancha de críticas contra campaña antisida

“Es la peor campaña en la his-toria de las campañas contra el sida, que nunca han sido muy exitosas que digamos”, sen-tenció ante la consulta de IPS Manuel Jorquera, de la no gu-bernamental Vivo Positivo, que coordina a agrupaciones y orga-nizaciones de personas vivien-do con VIH/sida de todo Chile.

Activistas, expertos y di-rigentes políticos califi can la campaña en su conjunto de con-fusa. Solo uno de los mensajes televisivos, la mayoría de ellos de tono humorístico, apela al uso del condón para prevenir la transmisión del VIH (virus de in-munodefi ciencia humana), cau-sante del sida.

Un spot muestra a una mujer caracterizada con distintos ti-pos de enfermedades, como gri-pe, paperas y varicela. Cuando “tiene sida” se ve lista para ir a una fi esta y seducir. El mensaje fi nal es: “El sida no se ve, pero no por eso nos vamos a hacer los ciegos. Hazte el examen y lleva a tu pareja”.

“Es la campaña más vaga, la más ambigua. No tiene una mi-rada sanitaria ni apunta a las po-blaciones de mayor riesgo. Es de una interpretación muy difusa. Consideramos que ha sido un re-troceso”, enfatizó Jorquera, cuya organización estudia presentar un recurso de protección contra el Ministerio por “atentar contra el derecho a la vida”.

29

“Aquí lo que hay que decir, le guste a quien le guste, es que el uso sostenido del condón sigue siendo el método más efectivo para evitar el VIH”, planteó Jor-quera, quien envió el martes 7 una carta al ministro de Salud, Jorge Mañalich, a nombre de Vivo Positivo.

“La campaña arremete con-tra las mujeres al establecer una relación entre el hecho de que el sida es una enfermedad que no se manifi esta físicamente con una mujer lista para la seduc-ción”, cuestiona la misiva.

“También insulta a las perso-nas que viven con VIH, dicién-doles que es divertido morirse de viejos y no de sida, volviendo sobre la relación sida-muerte,

superada en las últimas campa-ñas, gracias a la incidencia de la sociedad civil”, acota.

Se trata de la primera cam-paña masiva de prevención de enfermedades del gobierno del derechista Sebastián Piñera, quien sucedió en marzo a la coa-lición centroizquierdista Concer-tación de Partidos por la Demo-cracia que gobernó Chile desde 1990, tras 17 años de dictadura.

El trabajo fue lanzado el do-mingo 5 y está dirigido a hom-bres y mujeres de entre 15 y 29 años de edad, quienes presen-tan mayor riesgo y utilizan las redes sociales de Internet. Ello explicaría, según el gobierno, el tono lúdico y humorístico de la apuesta.

Entre 1984 y 2008, casi 20.100 personas de este país austral con 17 millones de habi-tantes fueron notifi cadas como portadoras de VIH, según cifras ofi ciales. La epidemia afecta so-bre todo a adultos jóvenes de entre 20 y 39 años, la mayoría hombres que tienen sexo con hombres.

Aunque se distribuirán afi -ches en locales nocturnos donde asisten hombres ho-mosexuales y bisexuales, los vídeos que se transmiten por señal abierta de televisión no apelan a esa realidad, lo que es considerado discriminatorio por los activistas.

“Me parece que es una cam-paña bastante retrógrada y poco actualizada en términos de

30 Chile en otros ojos

información”, dijo a IPS Claudia Dides, directora del Programa de Inclusión Social y Género de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Chile).

“Yo estoy bastante molesta porque me parece que la frase ‘quien tiene sida’ es muy discri-minatoria, entonces todo lo que se había logrado en términos de enfoque de derechos durante los últimos 20 años en materia de VIH, entre otras cosas la ley del sida de 2001, queda en fojas cero”, sostuvo la experta.

Dides explicó que “las perso-nas no tienen sida sino que ‘vi-ven con VIH’, por lo que la cam-paña vuelve a poner la idea del ‘sidoso’, del leproso, del que está afuera del sistema y eso es una

falta de respeto impresionante” para la gente con esta enferme-dad.

“Valoro la intención, y es im-portante todo lo que se hace en relación a la prevención, pero la verdad es que esta campa-ña no aporta a eso”, coincidió Elena Sepúlveda, coordinadora de la maestría de Afectividad y Sexualidad de la estatal Uni-versidad de Santiago de Chile (Usach).

A su juicio, el trabajo no toma en cuenta la conducta sexual de los jóvenes chilenos ni su idiosincrasia. Al apelar a la abs-tinencia y a la pareja única, se olvida que las relaciones sexua-les son cada vez más precoces y que los niveles de infi delidad son altos en el país, apuntó.

“Cuando uno trabaja con el cólera dice claramente que hay que lavarse las manos y que no hay que comer verduras o frutas crudas. Entonces no en-tiendo por qué acá no se puede decir claramente que el uso del condón es la herramienta más efectiva para evitar el VIH/sida y para evitar otras enfermedades de transmisión sexual”, cuestio-nó Dides.

A juicio de la experta de Flac-so, detrás de la campaña “están operando las ideas más conser-vadoras en torno a la sexualidad de los chilenos y las chilenas, y las decisiones político-valóricas que no incluyen la mayoría de lo que piensan la población chi-lena”.

31

En la campaña “se nota muy marcada la postura católica del gobierno”, dijo a IPS Jaime Val-derrama, de 30 años. “Todos los enfoques son válidos, pero no creo que la fi delidad debiera ser una política gubernamental contra el sida”, enfatizó.

“El sida se detiene con polí-ticas antidiscriminatorias, con educación sexual laica, impul-sando derechos ciudadanos y, sin lugar a dudas, fortaleciendo el trabajo compartido entre la sociedad civil y estado”, conclu-yó Jorquera.

El tema será analizado en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, donde legislado-res opositores le pedirán al go-bierno que retire la campaña.

32 Chile en otros ojos

By Daniela Estrada

SANTIAGOCHILE (IPS) -

It’s much more fun to die of old age than to die of AIDS. And if you die with your li-

felong partner, so much the better. Avoid AIDS: be faithful” is one of the controversial TV spots in this year’s edition of the annual anti-AIDS campaign by Chile’s Health Ministry.

The ad shows an older couple suddenly clutching their chests and dying, while applause is heard off -stage and balloons and confetti are thrown.

The ads invite viewers to visit the web site http://www.quientienesida.cl for informa-

tion about the disease, preven-tion methods, and HIV testing centers.

“This is the worst campaign in the history of campaigns against AIDS, which, it should be added, have never been par-ticularly successful in this coun-try,” said Manuel Jorquera of Vivo Positivo (Living Positive), an umbrella group linking orga-nizations of people living with HIV and the AIDS virus across the country.

Although one of the spots—which like all the ads strikes a humorous tone—urges people to use condoms to prevent the spread of HIV/AIDS, activists, experts and politicians are com-plaining that the campaign as

a whole does not send a clear message.

One ad shows an actress being made up to look like she has diff erent illnesses, like the fl u, mumps or chicken pox. But when she is made up to repre-sent “AIDS,” she is dressed to the nines, ready for a party. The fi nal message is: “You can’t see AIDS, but that’s no reason for us to act blind. Take the test, and bring your partner with you.”

“This is the vaguest, most ambiguous campaign ever. It does not have a health focus, nor does it target the highest risk populations. It sends out a very diff use message, and we see it as a step backwards,” said Jorquera, whose organization is

Flood of Criticism for "Retrograde" AIDS Campaign

33

studying the possibility of fi ling a court injunction against the Health Ministry for “attacking the right to life.”

The issue will also be discus-sed by the health commission in the lower house of Congress, where opposition legislators will ask the government to can-cel the campaign.

“What needs to be said, no matter who likes or doesn’t like it, is that consistent use of con-doms is still the most eff ective method to avoid HIV,” said Jor-quera, who sent a letter Tues-day to Health Minister Jorge Mañalich in the name of Vivo Positivo.

“The campaign strikes out at women by establishing a link between the concept that AIDS is a disease that is not physica-lly apparent and a woman ready to go out and seduce,” the open letter says.

“It is also insulting to people living with HIV, telling them it is fun to die of old age but not of AIDS, which is a return to the AIDS=death equation, which was overcome in earlier cam-paigns thanks to the infl uence of civil society,” it adds.

This is the fi rst major health prevention campaign by the government of right-wing Pre-sident Sebastián Piñera, who took offi ce in March, putting an end to 20 years of government

by the center-left Coalition of Parties for Democracy, which governed the country since the end of the 1973-1990 dictator-ship of General Augusto Pino-chet.

The campaign, launched Sunday Dec. 5, targets teena-gers and young men and women between the ages of 15 and 29, the highest-risk age group. Go-vernment offi cials have said the playful, fun tone of the cam-paign is in line with the use of on-line social networking sites by today’s young people.

Between 1984 and 2008, 20,100 people in this country of 17 million were notifi ed that they were HIV-positive, accor-ding to offi cial fi gures. Most HIV-

34 Chile en otros ojos

positive people in the country are between the ages of 20 and 39, and a majority are men who have sex with men.

Although posters will be dis-tributed to gay bars and night clubs, the failure of the TV spots to focus on this particular popu-lation group is considered discri-minatory by activists.

“This campaign seems to me to be retrograde and out-of-da-te in terms of information,” Clau-dia Dides, director of the social inclusion and gender program of the Latin American Faculty of Social Sciences (FLACSO-Chile), told IPS.

“I am very annoyed because the title of the campaign ‘who

has AIDS’ seems to be discri-minatory, and everything that has been achieved in terms of a human rights approach to the question of HIV/AIDS over the last 20 years, including the 2001 law on AIDS, is back to zero,” Dides said.

She explained that “people don’t ‘have AIDS’, they are ‘living with HIV’. And the campaign revives the idea of the ‘sidoso’ (a pejorative term for someone who is HIV- positive), the ‘le-per’ who is outside the system, which shows an incredible lack of respect” for people with the disease.

“I value the intention, and every prevention eff ort is impor-tant, but the truth is that this

campaign does not contribute” to the cause, concurred Elena Sepúlveda, head of the masters program on sexuality at the pu-blic University of Santiago.

The campaign neither takes into account the sexual con-duct of young Chileans nor their idiosyncrasies, Sepúlveda said. By urging people to abstain from sex unless they are in a stable, monogamous relation-ship, the campaign ignores the fact that teenagers are having sex at younger and younger ages, and that infi delity rates in the country are high, she added.

Dides said that “When you work in the area of prevention of cholera, you clearly explain that people should wash their

35

hands and should avoid raw vegetables or fruit. So I don’t understand why it can’t just be clearly stated here that condom use is the most eff ective tool for preventing HIV/AIDS and other sexually transmitted diseases.”

In the FLACSO expert’s view, behind the campaign “the most conservative ideas are opera-ting with respect to the sexua-lity of Chileans, as are political and values-based decisions that do not refl ect what the majority of Chileans think.”

“The government’s iden-tifi cation with the Catholic Church is very obvious” in the campaign, Jaime Valderrama, a 30-year-old Chilean, told IPS. “All approaches are valid, but I

don’t think faithfulness should be a government policy against AIDS.”

Jorquera said “AIDS is curbed by means of anti-discriminatory policies, secular sex education, the promotion of citizen rights, and without a doubt, strengthe-ning joint eff orts by civil society and the state.”

36 Chile en otros ojos

Christian Palma nació en Chañaral, pequeño pueblo minero del norte de Chile.

Es periodista de la Universidad de Artes y Ciencias sociales (AR-CIS).

Ha escrito de economía y educación en los diarios chi-lenos La Nación y La Tercera y en los portales especializados www.valorfuturo.com de El Mercurio y www.eldinamo.cl.

Desde el 2006 es correspon-sal del diario argentino Página 12 y colaborador de medios es-critos y radiales en Colombia y El Salvador.

Durante el rescate de los 33 mineros de Atacama estuvo varias semanas en la mina San José. Su trabajo fue reconocido y publicado en Argentina, Chile, España y Rusia.

Christian Palma

Christian Palma was born in Chanaral, a small mining town in northern Chile.

He graduate as a journalist from the University of Arts and Social Sciences (ARCIS).

He has written on the sub-jects of economy and education subjects for Chilean newspa-pers La Nacion and La Tercera and for the internet sites www.valorfuturo.com of El Mercurio and www.eldinamo.cl.

He has been a correspondent in Chile for the Argentine daily Pagina 12 since 2006. He also reports for written and radio media outfi ts in Colombia and El Salvador.

During the operation to res-cue the 33 miners in Atacama he remained at the San Jose mine for several weeks. His work was

recognized and published in Ar-gentina, Chile, Spain and Russia.

37

Por Christian Palma

del nacimiento de una niña, hija de uno de los mineros atrapados bajo tierra

Crónica

En Copiapó, un parto con Espe-ranza

Elizabeth Sego-via es la madre de Esperanza, re-cién nacida e hija de Ariel Ticona, uno de los 33 mi-neros atrapados en la mina San José, en Copiapó. La historia de su nacimiento rela-tado por su ma-dre. La pareja es reacia a las cáma-ras. A él lo llaman el “incógnito”.

Elizabeth Sego-via is the mother of Esperanza (Hope), the new-born daughter of Ariel Ticona, one of the 33 miners trapped in the San Jose mine in Copiapo. The story of her birth told by her mother. The cou-ple is reluctant in front of cameras. He is called the “Incognito,” or The Unknown.

38 Chile en otros ojos

Por Christian Palma

Desde Santiago de Chile para Página 12

Buenas noches y tranqui-lidad mañana.

–Muchas gracias y a encomen-darse a Dios nomás.

Este mínimo diálogo cerró una conversación de media hora a través del teléfono, sólo inte-rrumpida de a ratos por ruidos de niños inquietos o por algunos silencios emotivos. Fue la última llamada que Elizabeth Segovia, de 25 años, recibió la noche del lunes. A eso de las 22, luego de cortar, acostó a sus hijos mayo-res de tres y seis años, preparó su ajuar e intentó dormir. Apagó la luz y el recuerdo de su esposo

Ariel Ticona y del bebé que na-cería al día siguiente le impidió conciliar el sueño de inmediato.

Al día siguiente se levantó temprano. A las 8, Elizabeth entró a la Clínica Copiapó –en la ciudad del mismo nombre, capi-tal de la III Región de Chile– con una panza a punto de estallar. El personal médico la saludó con cariño: sabían que se trataba de la esposa de uno de los 33 mineros que desde el pasado 5 de agosto permanecen atrapa-dos en la mina San José, en el norte de Chile. También estaban al tanto de que, desde el octavo mes de embarazo, las contrac-ciones, el insomnio y la pena la han acompañado, por lo que se esmeraron en atender a la mu-jer cuya rutina cambió de golpe hace casi 40 días, cuando el ya-

cimiento de oro y cobre se des-plomó dejando a su marido bajo toneladas de piedras y tierra.

“Ya tenemos decidido el nombre: se llamará Esperanza”, contó Elizabeth a Página/12 la víspera del parto programado. “Mi marido me lo pidió y también quiere que le graben todo para verlo abajo”, agregó con un tono de voz pausado, alegre. Como si la historia tuviera asegurada de antemano un fi nal feliz. Como si el nacimiento de Esperanza, la primera mujer después de dos varones, llenara otra vez de fe los corazones de sus tíos mine-ros atrapados y de toda la gente que hace vigilia desde el 5 de agosto en el lugar, y que han es-tado algo impacientes en los úl-timos días por la demora en las labores de rescate.

Crónica del nacimiento de una niña, hija de uno de los mineros atrapados bajo tierra

39

Hasta antes de la tragedia, el matrimonio Ticona-Segovia había elegido el nombre de Ca-rolina para la primera niña de la familia. Junto con la petición de grabar el parto, Ariel solicitó a su mujer cambiar esa decisión y bautizar a la pequeña como Es-peranza.

“Esperanza –remarcó Eliza-beth–. Así como el campamen-to.” El mismo nombre con que se ha denominado el refugio levan-tado en las afueras de la mina y donde pernoctan los familiares de los 33 trabajadores, desde el fatídico 5 de agosto.

“Esta niñita nos devolverá la alegría”, dice Elizabeth al otro lado del teléfono. Relata que por motivos de seguridad, debido a su estado y por sus otros hijos,

“más que por pena”, nunca subió a la mina, como tampoco se ha comunicado personalmente con su esposo, a diferencia de los otros familiares que han usado toda la tecnología disponible para hablar con los mineros que están a casi 700 metros de pro-fundidad. “Lo he visto poco en la televisión”, agrega. De hecho confi esa que tanto ella como Ariel son reacios a las cámaras y que en su casa sólo existe una foto de su esposo y un par más de ella. “Por eso, el Ariel no aparece mucho en las imáge-nes que han mandado desde la mina”, reitera.

Ariel Ticona fue bautizado por sus compañeros bajo tierra como el “incógnito”, debido a su reconocida timidez y retrai-miento. De hecho ha participado

poco en los videos que se han hecho públicos.

Para su tranquilidad, añade, hasta su casa en Copiapó lle-garon algunos familiares que cuidarán a sus otros pequeños y que la ayudarán con las tareas hogareñas.

Elizabeth y Ariel “pololean” desde hace diez años, hace cin-co se casaron. “Es poco expre-sivo –reconoce Elizabeth–, pero sus cartas me han alegrado y se nota que ha cambiado. Debe es-tar ansioso también por el par-to”, sostiene. Ansiedad que ayer a las 12.36 se aplacó en parte, cuando Esperanza Ticona Sego-via llegó al mundo.

40 Chile en otros ojos

By Christian Palma

From Santiago de Chile for Pági-na 12

Good night, and be calm tomorrow.

- Many thanks, and let’s just have faith in God.

The brief dialogue ended a half-hour conversation on the telephone, sporadically inte-rrupted only by the noises made by children or some emotio-nal silences. It was the last call that Elizabeth Segovia, aged 25, received on Monday night. At around 10 p.m., after han-ging up the phone, she put her children (ages six and three) to bed, prepared her things for the hospital, and tried to get some

sleep. But thoughts of her hus-band, Ariel Ticona, and the baby that was to be born the next day would not allow her to sleep.

The next day she got up early. At 8, with her belly ready to pop, Elizabeth entered the Copiapó Clinic in Copiapó, the capital city of Chile’s Third Admi-nistrative Region.

The medical staff greeted her with aff ection—they knew she was the wife of one of the 33 miners trapped since Aug. 5 in the San Jose mine in northern Chile. They were also aware that since the eighth month of her pregnancy she endured con-tractions, insomnia and sorrow, so they tried hard to care for the woman whose routine suddenly changed 40 days earlier, when

the copper and gold mine co-llapsed, leaving her husband buried under tons of rocks.

“We have already decided on her name: she will be called Esperanza (Hope), Elizabeth told Pagina/12 on the eve of the scheduled delivery. “My hus-band requested that of me. He also wants the delivery be taped so that he can see it down the-re,” she added in a calm, happy voice. As if the story had a ha-ppy end assured beforehand. As if the birth of the fi rst girl after two boys would again fi ll with faith the hearts of her trapped miner uncles and all the people keeping a permanent vigil since Aug. 5th, who have shown some

impatience in recent days because of the delays in the rescue operations.

Chronicle of the birth of a girl, the daughter of one of the miners trapped underground

41

Before the tragedy, the Tico-na-Segovia couple had planned to call the fi rst girl in the family Carolina. But Ariel, along with requesting the taping of the de-livery, asked his wife to baptize the baby Esperanza instead.

“Esperanza—stressed Eliza-beth—the same as the camp.” The same name was given to the camp erected just outside the mine, where relatives of the 33 have been living since Aug. 5th.

“This little girl will bring joy

back to us,” said Elizabeth on the phone. She said that for se-curity reasons due her condition and because of her other chil-dren, “more than because of my sorrow,” she never went up to

the mine and didn’t communi-cate directly with her husband. Unlike other relatives, who have used all available technology to talk to the miners who remain trapped 700 meters under-ground.

“I have seen him a little on the television,” she added. In fact, she said, both she and Ariel feel uncomfortable in front of cameras and at home there is only one photograph of her hus-band and a couple of her.

“Because of that, Ariel doesn’t appear much in the images sent from the mine, she said.

Ariel Ticona was dubbed “El Incognito”, or The Unknown, by

his trapped comrades because of his shyness. He has hardly appeared in the videos that have been made public.

Elizabeth said that to help her to remain calm, relatives came to her house in Copiapo to take care of the children and do household chores.

Elizabeth and Ariel started going steady 10 years ago and fi ve years later they got married.

“He doesn’t talk much,” Eli-zabeth said. “But his letters have brought joy to me and I see that he has changed. He must also be anxious because of the birth.” An anxiety that partly cal-med yesterday at 12.36, when Esperanza Ticona Segovia came into this world.

42 Chile en otros ojos

43

Por Christian Palma

en la prisión de San Miguel, en Santiago de Chile, provocó la muerte de 81 presos

Un incendio

En Chile, el infi er-no de los pobres ahora se llama cárcel

Una pelea entre internos desató un incendio en el penal de San Miguel. Murieron 81 carbonizados o asfi xiados. Los guardiacárceles no reaccionaron. Los bomberos fueron alertados por los presos.

In Chile, inferno of the poor is now called jail.

A fi ght among in-mates triggered a fi re at the San Miguel prison. 81 inmates died. Prison guards did not react. Fire-fi ghters were ca-lled by the inma-tes themselves.

44 Chile en otros ojos

Por Christian Palma

Desde Santiago de Chile para Página 12

A las 5.48 de ayer, la cen-tral de alarma de la di-visión sur del Cuerpo de

Bomberos de Santiago recibió un llamado de alerta distinto a los muchos otros telefonazos de cada jornada. La comunicación provenía de la cárcel de San Mi-guel, una de las comunas más populosas de esta capital; al otro lado de la línea, y a través de un celular, un interno encen-día literalmente las alarmas: “Se está quemando el penal”, dijo la angustiada voz.

Esta historia narrada por un bombero –aún no confi rmada de manera ofi cial– continuó un

minuto después, cuando se ra-tifi có con gendarmería (policía carcelaria) que efectivamente había fuego en el lugar. Diez mi-nutos más tarde llegó el primer carro-bomba que se encontró con un espectáculo dantesco: el incendio más grande en la histo-ria carcelaria chilena y que hasta ahora quitó la vida a 81 reclusos y dejó más de 15 heridos.

De ellos, una decena no su-peraba los 25 años. La mayo-ría cumplía condenas por robo con intimidación, robo en lugar habitado, robo con violencia, homicidio, violación y tenencia ilegal de armas, junto a algunos “primerizos”. Todos hacinados ahí, en el fatídico cuarto piso de la Torre 5, apretaditos, como en una madriguera mísera y malo-liente que no discrimina entre

reincidentes o los que pueden y quieren reinsertarse. Todos conviviendo con la mugre y la violencia.

Ahí estaba también Bastian Arriagada, de 21 años, purgando una pena de 61 días de presidio por vivir del pirateo de música y películas. Trabajo informal, por cierto, que en Chile mantiene a muchas familias y que ayuda a bajar los niveles ofi ciales de desempleo que se entregan mes a mes con mayor o menor pompa, dependiendo de si la fl echita del índice es roja o azul.

Los primeros bomberos en arribar al penal describieron la situación como dramática, debi-do al fuego violento. Además se tuvo que forzar candados y rejas para ingresar a la zona del foco

Un incendio en la prisión de San Miguel, en Santiago de Chile, provocó la muerte de 81 presos

45

principal. Esa temeraria labor permitió evacuar a 64 internos, informó el comandante de esa división, José Sánchez. El resto murió calcinado y asfi xiado.

Las pericias iniciales, según trascendió, indican que el si-niestro se originó por culpa de un balón de gas con manguera usado por los internos como lanzallamas en una riña interna a causa de disputas territoriales y privilegios (el uso del celular por parte de jefes de carteles es común en los penales chile-nos). Sin embargo, uno de los internos de la Torre 4, cercana a la zona siniestrada, dijo a Ra-dio Cooperativa que esa versión sólo busca “bajar el perfi l a lo su-cedido”.

Explicó que la relación entre los uniformados y los reclusos es muy mala, lo que demoró las labores de socorro. “Como a las cinco de la mañana comenzaron a pedir ayuda, pero los funcio-narios decían ‘quémense hijos de perra, muéranse’, no les in-teresaba nada, se murieron las personas porque gendarmería no prestó el apoyo necesario”, declaró el preso, que prefi rió no dar su nombre. Dijo también que entre las 17 y las 5 “aquí es otro mundo”, porque no hay funcio-narios de gendarmería.

La cárcel de San Miguel está diseñada para unas 800 perso-nas; no obstante, la población penal hasta el martes era de 1900 reclusos, hacinamiento que se repite a lo largo del país,

amplifi cado por el terremoto de febrero.

Este suceso, que enluta otra vez a Chile, reabrió un debate que de tarde en tarde vuelve a la agenda: la precariedad del siste-ma penal chileno.

El primero en hablar fue el presidente, Sebastián Piñera, quien de entrada anunció la po-sibilidad de construir cárceles modulares para terminar con el hacinamiento.

“Este problema se arrastra desde hace décadas y fue una de las primeras preocupaciones que enfrentó nuestro gobierno. En marzo hicimos un diagnósti-co y tenemos en promedio una sobrepoblación del 70 por cien-

46 Chile en otros ojos

to, que en algunos casos alcan-za más del 200”, explicó.

En ese sentido, recordó que su gobierno dio a conocer una serie de medidas al respecto. “Estamos estudiando traer cár-celes modulares, para disminuir la sobrepoblación, el hacina-miento que afecta a nuestros recintos penales y mejorar la calidad de vida de los presos. Este accidente nos señala que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para que en Chile tengamos un sistema carcelario digno de seres humanos y que además no transforme a nues-tras cárceles en universidades del delito.”

Piñera también salió al paso de las críticas por la demora de

la ayuda. “La cárcel ardió en tres o cuatro minutos. Tanto el lla-mado a las ambulancias como a bomberos se hicieron en forma oportuna y, por tanto, esa ver-sión de que durante horas no se habría llamado a bomberos o ambulancias, de acuerdo con nuestra información, es inco-rrecta.” Aseguró, no obstante, que “se van a perseguir todas las responsabilidades para de-terminar negligencias y errores”.

Otra tarea dura será el reco-nocimiento de cadáveres. El in-tendente de Santiago, Fernan-do Echeverría, dijo anoche que existen al menos 50 cuerpos no identifi cados y que ya se in-formó a los familiares de los que perecieron.

Este escenario trajo a cola-ción viejas recriminaciones por lo no hecho en los 20 años de gobierno de la Concertación o la oportuna, o no, acción de las autoridades actuales.

El presidente de la opositora Democracia Cristiana (DC), Igna-cio Walker, instó a la administra-ción de Piñera a “no actuar con pequeñez”, procurando sacar provecho político electoral al endosarle la responsabilidad a gobiernos anteriores.

“Nosotros podríamos decir que en 1990 (cuando volvió la democracia) encontramos un sistema penitenciario comple-tamente colapsado, como era el caso, pero no hemos actuado así y, antes bien, hemos asumido nuestra propia responsabilidad

47

en reconstruir el sistema, a pe-sar de las defi ciencias que aún subsisten”, dijo.

Walker destacó que durante el gobierno de Michelle Bachelet “se aprobó la ley para aumentar la planta de gendarmería, cre-ciendo 56 por ciento”.

El DC emplazó además al gobierno a acelerar proyectos en materia carcelaria, iniciados por la Concertación. “Exigimos del gobierno abandonar su pa-sividad en esta materia y llevar adelante estos proyectos”, con-cluyó.

Desde la Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los partidos de derecha que sustentan al gobierno, su se-cretario general, Víctor Pérez,

sostuvo que “con los gobiernos de la Concertación no sólo no se avanzó en este tema sino que tuvimos un retroceso. Sólo quiero recordar que el plan car-celario del ex presidente Ricardo Lagos terminó con un escándalo de malos manejos y frenó todo el proceso. Este gobierno no sólo tiene la oportunidad sino que tiene la responsabilidad de hacerse cargo de este tema, construyendo nuevos recintos carcelarios”, sentenció.

A su turno, el senador Guido Girardi, del opositor partido PPD, también responsabilizó de la tragedia al Estado chileno. “Este accidente expresa y demuestra que en Chile, en materia car-celaria, se violan los derechos humanos. Puede que exista un incendio, es posible, pero lo que

es inaceptable es que no exista un plan de contingencia y que mueran personas que están a cargo del Estado”, dijo Girardi.

Este hecho cierra un año ne-gro para Chile, que se suma a la seguidilla de tragedias que ha vivido el país. El terremoto, acci-dentes carreteros con numero-sos fallecidos y el derrumbe de la mina San José, entre otros.

48 Chile en otros ojos

By Christian Palma From Santiago de Chile for Pagi-na 12

At 05.48 a.m. yesterday, the alarm center at the southern division of the

Santiago Fire Department re-ceived a call that was diff erent from so many other telephone calls received every day. The call was from the prison of San Miguel, one of the most popula-ted counties in this capital city. At the other side of the line, through a cell phone, an inmate was voicing the alarm: “The pri-son is burning,” his anguished voice said.

This story told by a fi re-fi ghter—not offi cially confi rmed

yet—continued one minute later when the corrections service confi rmed that the prison was indeed on fi re. Ten minutes la-ter, the fi rst fi re truck arrived to fi nd a horrible scene: the bi-ggest fi re in Chile’s prison his-tory, which so far has taken the lives of 81 inmates and left 15 others wounded.

A dozen of them were aged under 25. Most were serving sentences for theft with threats or violence, theft at an inhabi-ted place, rape and illegal pos-session of weapons. Some were fi rst-time off enders. All were crowded into the fateful fourth fl oor of Tower 5, tightly packed, like a malodorous den that does not diff erentiate between re-peat off enders and those who

can or want to return to a life away from crime. All of them living in the middle of dirt and violence.

Bastian Arriagada, 21, was there serving a 61-day prison term for selling illegal music and fi lms. An informal job, indeed, that in Chile provides a living to many families and helps lower offi cial unemployment fi gures issued monthly with much or minimal pomp, depending on whether the index arrow is blue or red.

The fi rst fi remen to arrive at the prison described the situa-tion as dramatic because of the violent fi re. They had to break locks to reach the worse area of the fi re. This bold action allowed

Fire at the San Miguel prison in Santiago, Chile kills 81 inmates

49

them to rescue 64 inmates, ac-cording to the division’s com-mander, Jose Sanchez. The rest died, burned or suff ocated.

Preliminary investigations indicate that the fi re was star-ted by a gas tank with a hose used by the inmates as a fl ame-thrower during an internal fi ght over territorial and other pri-vileges (the use of cell phones by gang leaders is common at Chilean prisons). However, one of the inmates at Tower 4, near the fi re area, told Radio Coope-rativa that the report is aimed at “lowering the profi le of what happened.”

He said the very bad rela-tionship among guards and in-mates delayed aid. “At around 5 in the morning they started

calling for help, but the guards replied ‘get burned, you sons of bitches, die,’. They didn’t care about anything. People died because the guards did not give them the necessary support,” added the inmate, who choose not to be identifi ed by name. He added that between 5 p.m and 5 a.m. “it’s a diff erent world here” because there are no prison guards.

The San Miguel prison was built to house 800 people, but the inmate population on Tues-day reached 1,900, a situation occurring across the country that has been worsened by the February earthquake.

This event that Chile now mourns reopened a debate that periodically emerges in the

country’s agenda: the weakness of the Chilean penal system.

President Sebastian Piñe-ra spoke fi rst, announcing the possibility of building modular prisons.

“This problem has persisted for decades and was one of the fi rst concerns of our administra-tion. In March, a diagnosis of the situation showed that we have 70 percent overpopulation, and in some cases, it reaches 200 percent,” he said.

He recalled that his govern-ment has announced a series of measures. “We are conside-ring bringing modular prisons to reduce crowding in our pri-sons and improve the living conditions of the inmates. This

50 Chile en otros ojos

accident shows that we have to double our eff orts in order to have a prison system that is adequate for human beings. And to avoid our prisons beco-ming universities of crime.”

Piñera also rejected criticism for the alleged delay in helping the inmates.

“The prison was totally in fl ames in three or four minutes. The calls, both to the ambu-lances and the fi re department were made on time, and there-fore the report that hours pas-sed before the ambulances and the fi re-fi ghters were called is wrong, according to the infor-mation we have,” Piñera said.

But he added that “all res-ponsibilities will be investiga-

ted, to determine whether the-re was any negligence or errors.”

Another diffi cult task will be the identifi cation of the bodies. Santiago governor Fernando Echeverria said last night that there are at least 50 unidenti-fi ed bodies. Relatives of those who died were already infor-med.

The situation revived old cri-ticism over what 20 years of go-vernment by the Concertacion did or failed to do, and the ac-tions, or lack of them, by current authorities.

Ignacio Walker, president of

the opposition Christian Demo-cratic Party, urged the Piñera administration not to try to take political advantage by blaming

the situation on previous gover-nments.

“We could say that in 1990 (when democracy was restored) we found a prison system that was totally collapsed, as was the case, but we have not done so. Instead, we assumed our responsibilities in rebuilding the system, in spite of the defi cien-cies that still exist.”

Walker noted that under the government of President Michelle Bachelet a “law was passed to increase the staff of the corrections services, which grew by 56 percent.”

The Christian Democratic Party urged the Piñera gover-nment to speed up legislative bills sponsored by the Concer-

51

tacion. “We demand that the government abandons its pas-sive attitude on this and pushes those bills ahead,” he said.

From the Independent De-mocratic Union, one of the right-wing parties supporting the go-vernment, Sen. Victor Perez said that “under the governments of the Concertacion, there wasn’t any progress. Instead we moved backward. I just want to recall that the prisons plan of former President Ricardo Lagos ended amid scandal for irregular si-tuations and the whole process was stopped. This government has not only the opportunity but also the possibility of taking care of this problem, building new prisons.”

Sen. Guido Girardi, of the op-position PPD party, also blamed the tragedy on the Chilean Sta-te.

“This accident indicates and shows that in the Chilean prison system human rights are viola-ted. A fi re may occur, but it is not acceptable that no contingency plan exists, causing the deaths of people who are supposed to be guarded by the State,” Girardi added.

The event closes a black year for Chile, adding to a series of tragedies the country has expe-rienced. The earthquake, road accidents that left a number of victims and the collapse of the San Jose mine, among others.

52 Chile en otros ojos

53

Menciones H o n r o s a s

54 Chile en otros ojos

MARGARITA BASTIAS BAEZA, Periodista chilena graduada en

la Universidad Católica de Chi-le, egresada de licenciatura en Ciencias del Desarrollo del Insti-tuto Latinoamericano de Desa-rrollo Social (ILADES) y diploma-da en relaciones internacionales de la Universidad Alberto Hur-tado. Se inició como reportera y redactora en Radio Chilena; tra-bajó en la mesa de edición del diario UnoMásUno de México y hace 22 años se desempeña como corresponsal residente en Santiago de la agencia.

MARGARITA BASTIAS BAEZA, Journalist who graduated from

the Catholic University of Chi-le. She also holds degrees from the Latin American Institute for Social Development (ILADES) and a diploma in international relations from the Alberto Hur-tado University. She begun her career as a reporter and editor at Radio Chilena. She worked on the editing desk of the UnoMa-sUno daily of Mexico, and for the last 22 years she has worked as a correspondent in Santiago for the Italian news agency ANSA.

Margarita Bastías

55

MARTINO RIGACCI HAY: Periodista italiano graduado en la Fa-

cultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Florencia, experiencia en programas de cooperación italiana en Amé-rica Latina, periodista de Ansa en la sede central en Roma (re-dacción, política exterior, ser-vicios diplomático-Vaticano), corresponsal por cinco años en Bruselas para temas de la Unión Europea, y desde hace dos años corresponsal en la Mesa Central de América Latina en Buenos Aires.

Martino Rigacci

MARTINO RIGACCI HAY: Italian journalist who graduated from the

Economcis Sciences Faculty of the University of Florence. He has worked in Italian coopera-tion programs in Latin Ameri-ca. He worked as a journalist at ANSA’s headquarters in Rome, writing about foreign relations and diplomatic aff airs. He has been a Vatican correspondent and worked for fi ve years as a correspondent in Brussels cove-ring the European Union head-quarters. For the last two years he has been a correspondent at the agency’s Latin American Desk in Buenos Aires.

56 Chile en otros ojos

57

Por Margarita Bastías y Martino Rigacci

la excavadora a un paso de los minerosChile,

En estas horas en la mina chilena de San José está en juego la vida de 33 hombres que desde hace 64 días luchan como pueden para no morir y para volver a ver el sol del desierto de Atacama.

Thirty-three mi-ners’ lives are at stake in the Chi-lean mine of San José. Sixty-four days after an accident buried them alive, the men still fi ght for survival and con-tinue their des-perate attempt to see the Ataca-ma sun again.

58 Chile en otros ojos

Por Margarita Bastías y Martino Rigacci

MINA SAN JOSÉ, CHILE (ANSA) -

Es necesario vivir”. De al-guna de las carpas del campamento Esperanza

una cumbia que se escucha de una radio parece recordar lo que está en juego en estas horas en la mina chilena de San José: la vida de 33 hombres que desde hace 64 días luchan como pue-den para no morir y para volver a ver el sol del desierto de Ataca-ma. Todo en el campamento da a entender que la situación está a punto de terminar. Entre los familiares hay muchas “espe-ranzas” pero también tensión: si todo sale bien, o sea sin pro-blemas no previstos en la cons-

Chile, la excavadora a un paso de los mineros

trucción del pozo, el momento en que los 33 podrán abrazar sus seres queridos no estará le-jano. En los últimos días, el cam-pamento Esperanza, entre el Océano Pacífi co y la cordillera de Los Andes, ha crecido y hoy día es como un enclave habitado en medio del desierto.

A momentos, el campamento parece el set cinematográfi co de un western spaghetti, en otros, en cambio, un camping con una aire casi de Woodstock, don-de hay casa rodantes y carpas -sobre todo del modelo iglú- domo además de containers y camiones gigantescos de las grandes cadenas mundiales de la televisión, camarógrafos y cronistas que van y viene a lo largo de la calle larga sumergida

entre cerros y piedras. También se ven carabineros chilenos, técnicos con buzos de sus res-pectivas empresas, voluntarios de la municipalidad de Copiapó con poleras donde se lee ¡Fuer-za Mineros!. Un payaso – Rolly- entretiene a los niños de los mineros que en la horas menos calurosas se persiguen y jue-gan. Todo esto bajo un sol muy fuerte aunque en la tarde llega un viento frio y la temperatura baja sensiblemente. Dominan, bajo el azul intenso del cielo, dos colores, el café de las alturas aledañas y el gris de las rocas y las piedras durísimas, como bien saben los técnicos chilenos que han perforado el área buscando el punto preciso del túnel para salvar a los mineros.

59

Muchas de las carpas perte-necen a las familias de los mine-ros que se sientan entre ollas y platos puestos en la mesa. Cada núcleo familiar tiene fotos y car-teles improvisados con mensaje a sus propios seres queridos. Un poco por doquier, en las carpas pero también en el improvisado “restaurant” del campamento se ven imágenes de San Lázaro y San Expedito, y estatuas de la Virgen.

Antenoche todos participa-ron a una velatón a luz de vela. “Tal vez sepultados, vencidos jamás”!, afi rma el mensaje ele-gido por los parientes de Pedro Cortés (24) y de Carlos Bugueño (27) mientras un poco más allá los familiares de Mario Gómez (62 ) - el mayor de de los 33)-

incitan a su Marito con un ¡Va-mos. Toda esta tierra no logrará derrotar a un atacameño!; “Te echamos de menos”, recuerda el mensaje de la madre y mujer de Víctor Zamora (40), que al lado de la carpa tienen estacionado el auto blanco adornado con banderitas con los tres colores de Chile: blanco azul y rojo. Los mismos que se ven en todas las banderas de todas las dimensio-nes (algunas enormes) distri-buidas a lo largo y ancho. Sobre todo en las alturas que circun-dan Esperanza, hay tantas ban-deras azules y amarillas de la ciudad de Copiapó, idénticas a esa de la UE, pero con una gran estrella en el centro. A menudo en las colinas se ven grupos de cronistas en sus jeep arrenda-dos que toman imágenes del campamento.

En un texto largo, casi una poesía, los parientes de Richard Villarroel (23) afi rman que su ser querido es más grande que Elvis y que “en el fondo la vida nos regala siempre dos oportu-nidades”.

Para Jimmy Sánchez (19 años y el más joven de los 33) la fami-lia eligió una especie de collage con foto y texto: “sabemos que Dios ilumina tu camino hacia el regreso”. No hay carteles ni lienzos, pero muchas mujeres sentadas a la mesa que hablan en la carpa de centro de orien-tación y ayuda a los familiares. No lejos destaca una frase que se encuentra por todos lados y que representa uno de los as-pectos claves de este drama de San José: “Chile sin mineros no es Chile”.

60 Chile en otros ojos

By Margarita Bastías and Marti-no Rigacci.

MINA SAN JOSÉ, CHILE (ANSA) -

It is necessary to live.” The sound of cumbia from a radio in Camp Hope reminds us of

what is at stake at this very mo-ment down in the mine of San José, Chile; the lives of thirty-three men. They have been in the dark fi ghting for survival for 64 days, and now there is a chance that they might see the Atacama light again. In Camp Hope there are plenty of signs that there will be an outcome at any moment. Among relatives there is hope, but also tension. If everything comes out well with the drilling, the thirty-three will soon be able to embrace their loved ones again.

The camp, which started as an emergency-base built in the middle of nowhere between the Pacifi c Ocean and The Andes, has grown fast, and it is now a busy town. At times, this new setting resembles the cinema-tographic layout of a spaghetti western; in others, however, it looks like a summer camp with an air of Woodstock, with trailer-homes and igloo-tents spread out all over. There are also containers and gigantic production-trucks brought in by almost every TV network in the world. Cameramen and journalists come and go in the dusty narrow steet across town. There are uniformed Chilean police offi cers and plenty of te-chnicians, all wearing distinctive outfi ts. There are also a number

of volunteers from the Copiapó municipality, whose members walk around in t-shirts that read “Be Strong, Miners!”.

A number of children, the sons and daughters of the mis-sing miners, run around cheer-fully as they are entertained by Rolly the Clown. The sunlight beats heavily during the day, but every evening a breeze cools the air. Two colors domina-te here: the intense blue of the sky, and the grey-brown of the bordering heights, the rocks, and the stones which the tech-nicians have worked so hard to perforate in order to complete the tunnel to rescue the miners.

Most of the tents are occu-pied by relatives of the thirty-

Chile: Excavator’s drill only one step away from miners

61

three and are surrounded by camping tables with pots and cooking tools. Each family has built a small sanctuary where they have placed photos of their missing loved one and hand-written messages addressed to them.

In every tent and also in an improvised cafeteria in the middle of the camp, there are images portraying San Lazaro and San Expedito, and statuet-tes of Virgin Mary. We learn that the night before, everybody participated in a “velaton” (can-dle-light ceremony).

“Buried, but not defeated!” reads a sign written by relatives of Pedro Cortés (24) and Carlos Bugueño (27). A little further on

a sanctuary built by relatives of Mario Gomez (62)—the eldest of the 33. Other family members aimed to inspire their “Marito” with the sentence “Keep on going” and “The Earth will never defeat an atacameño!” painted on a banner.

A sign hanging by the tent of the wife and the mother of Victor Zamora (40) reads “We miss you.” These women have adorned their white car (parked by their tent) with small Chilean fl ags. Flags, large and small, dominate the landscape in all directions. On hills surrounding Camp Hope, the blue and yellow fl ags of the city of Copiapó can be seen. And there are TV crews up there too, as the height pro-vides a good panoramic view of the camp for live coverage.

There are banners everywhe-re. In a long hand-written text, almost a poem, the relatives of Richard Villarroel (23) assure that he is a great singer, greater than Elvis, and that “life always gives us a second chance.” For nineteen-year-old Jimmy San-chez, the youngest of the thir-ty-three, relatives have built a photo-collage. The text reads: “we know that God illuminates your way back.” At the main tent, where counseling is provi-ded and most of the women of-ten reunite around a large table, there is only one large sign. One that probably best represents the drama of San Jose: “Without miners, Chile is not Chile.”

62 Chile en otros ojos

Moises Avila Roldan, pe-riodista peruano. Se inició como reportero

de Radio Unión y CPN Radio en Lima. Fue redactor del diario Perú.21, y luego viajó a Chile como corresponsal del diario El Comercio de Perú, donde también se desempeñó como redactor del cuerpo de Repor-tajes del diario El Mercurio. Fue periodista de la Agence France Presse (AFP) en 2009-2010 y actualmente es corresponsal de la agencia de noticias Reuters. Le gusta comer bien y dice que escribe mejor con el estómago lleno, aunque a veces puede pa-recer que no ha comido nada.

Moises Ávila

Moises Avila is a Peruvian journalist. He started his career as a repor-

ter for Radio Union and CPN Ra-dio in Lima. He worked for the Peru.21 daily and then moved to Chile as a correspondent for the Peruvian newspaper El Comer-cio. At the same time he wrote for the features section of the El Mercurio newspaper. He worked for Agence France Presse from 2009 to 2010 and currently works for Reuters news service. He likes to eat well, saying he writes better on a full stomach, although sometimes it may look as if he has not eaten anything.

63

Por Moisés Ávila

ascensores de Valparaíso buscan sobrevivir

Con más de 100 años,

64 Chile en otros ojos

Por Moisés Ávila

  VALPARAÍSO, CHILE (AFP) -

Sobre un viejo riel, un va-gón de metal sube y baja a diario la cuesta del cerro

Concepción de Valparaíso desde hace más de 127 años. Es uno de los seis ascensores, de los 30 construidos originalmente, que aún sobreviven con difi cultad en este puerto chileno.

Los ascensores o funicula-res de Valparaíso (120 km al no-reste de Santiago) han sido des-de más de un siglo la alternativa para subir o bajar de los cerros a la costa, y adicionalmente son parte del atractivo turístico de la ciudad, declarada patrimonio de la humanidad en el año 2007 por la Unesco.

Primero a fuerza hidráulica, luego a vapor y actualmente a electricidad, estos pequeños carritos, cuyo suelo de madera cruje con cada pisada, permiten al pasajero observar a través de las ventanas el puerto en todo su esplendor e incluso fi sgonear en las cocinas y patios de las ca-sas aledañas al recorrido.

De los 30 ascensores que alguna vez existieron hoy que-dan 15 pero de ellos tan sólo 6 funcionan, cuenta Luis Segovia, jefe de ascensores municipales de Valparaíso.

“Si no se ponen las pilas van a ir desapareciendo. Cada as-censor que se cierra es difícil reabrirlo. El Estado debe ser ca-paz de recuperarlos, porque son

parte de nuestra identidad”, co-menta Segovia.

De los 15 ascensores 9 perte-necen a la privada Compañía de Ascensores de Valparaíso, cinco a la Municipalidad y el último, que se incendió y está fuera de servicio, a un ciudadano de Val-paraíso.

Todos son considerados pa-trimonio histórico de Chile y, algunos de ellos, por estar en el casco urbano de Valparaíso, también son patrimonio de la humanidad.

“Funcionan con maquinaria original que es reparada por nosotros”, dice el operador del ascensor El Peral, Cristián Sala-zar. Desde su puesto de mando,

Con más de 100 años, ascensores de Valparaíso buscan sobrevivir

65

en la parte superior del cerro, controla la velocidad de despla-zamiento con un timón mientras que una gran palanca le sirve de freno.

“Algunas de las máquinas son alemanas, otras francesas y otras inglesas, pero los repues-tos actuales los hacemos noso-tros” porque ya no existen en el mercado, explica Segovia.

Los ascensores municipales reciben una subvención estatal que les permite cobrar 100 pe-sos por viaje (20 centavos de dólar), mientras que los priva-dos cobran 300 pesos (60 cen-tavos).

Según el gerente de los as-censores privados, Juan Esteban

Cuevas, mantener un ascensor cuesta 3,5 millones de pesos (unos 7.000 dólares) al mes.

Aquellos con gran afl uencia turística transportan hasta 900 pasajeros diarios y reportan ganancias mensuales sobre los 16.000 dólares, pero los que es-tán instalados en cerros popula-res tienen pocos usuarios. Esos son los que más rápido cerraron.

“A mí me sirve mucho porque yo trabajo en un jardín infantil en el cerro. Todos los padres su-ben y bajan a sus hijos por aquí”, señala Carola Salin abordo del ascensor El Peral. Si bien existen ahora autos colectivos o buses que suben el cerro Carola dice que no es lo mismo.

Los ascensores municipales recibieron hace poco unos 3 mi-llones de dólares por parte de un programa de recuperación urba-na. Pero los privados dependen de sus pasajeros. Segovia cuen-ta que hubo conversaciones para que el Estado los comprara pero nunca hubo acuerdo.

Según un informe de la priva-da Universidad Federico Santa María que evaluó los ascenso-res, recuperar en su totalidad los 15 ascensores que quedan en el puerto, demanda unos 20 millones de dólares.

“Con esa cifra uno podría abordar todo. Tiene que redi-señarse el sistema totalmente, aunque primero solucionar la propiedad de los ascensores,

66 Chile en otros ojos

ya sea como compra o expro-piación”, explica Camilo Vargas, coordinador estatal de las obras que se realizarán en Valparaíso con motivo del Bicentenario.

“No sólo hay que recuperar-los sino escribir de nuevo sus manuales, sus protocolos de seguridad. Los ascensores han sobrevivido por el amor de sus maquinistas pero, aunque es con mucho esfuerzo, el cuidado es informal y hay que trasladar-lo a un sistema documentado”, añade.

“Uno aprendió a quererlos. Es como llevarlos al geriatra, requieren mantención diaria”, fi naliza Segovia, quien vela por ellos hace 34 años.

67

By Moisés Ávila

VALPARAÍSO, CHILE (AFP) -

On an old rail track, a me-tal wagon has gone up and down the Concep-

cion Hill in Valparaiso for 127 years. It’s one out of six cars, of thirty originally built, that still survive in this Chilean port city.

The cable cars—or “eleva-tors”—in Valparaiso, 120 kilo-meters north east of Santiago, have been for over a century the sole alternative to climb and descend the hills and reach the coast. In addition, they are part of the city’s touristic attraction, declared a World Heritage Site by UNESCO in 2007.

Hydraulic power was used at fi rst, then steam, now elec-tricity. The small cars, with a wooden fl oor that creaks as passengers step on them, have windows that allow users a full view of the harbor area, and also peep at the kitchens and yards of the houses lining both sides of the tracks.

Fifteen of the 30 original ele-vators still exist, but only 6 still work, says Luis Segovia, head of the Valparaiso municipal eleva-tors division.

“If they do not react soon, the elevators will soon disappear. Every time an elevator closes, it’s very diffi cult to reopen it,” Segovia added. “The State must be able to recover them because they are part of our identity.”

Nine of the still surviving 15 elevators belong to the priva-te Compania de Ascensores de Valparaiso and six are owned by the Valparaiso Municipality. The last one, which recently was damaged by a fi re, belongs to a private Valparaiso resident.

They are all considered part of Chile’s historic patrimony and, since they are located in the city’s historic center, thay are also part of the area declared a World Heritage Site by UNESCO.

“They work with their ori-ginal machinery, which we re-pair”, says Cristian Salazar, who operates the elevator at Cerro El Peral. From his command post he controls the speed of the car with a helm wheel. A huge crowbar is the brake.

Over 100 years old, Valparaiso cable cars fight to survive

68 Chile en otros ojos

“Some of these machines came from Germany, others from France, others from England, but we have to make all the spare parts” because they are no longer available in the market, says Segovia.

The municipality elevators receive a government subsi-dy which allows them to set a rate of just 100 pesos (20 dollar cents). The private ones charge 300 pesos (60 dollar cents).

According to Juan Esteban Cuevas, manager of the com-pany that owns the private ele-vators, monthly maintenance of each car costs 3.5 million pesos (US$7,000 ).

Those attracting the largest number of tourists carry up to

900 passengers a day, posting earnings of over 16,000 dollars. But those serving hills with poor residents have few clients. And those are the ones that closed fi rst.

“They are very convenient for me because I work at a day care center and all the parents use the elevators to bring their children,” explains Carola Salin as she rides an elevator.

There are also collective taxis and buses that climb and des-cend the hills, but Carola says they are not the same.

A recent urban recovery pro-gram allocated the equivalent of 3 million dollars to the muni-cipal cars, but the private ones

depend on their passengers. Segovia said negotiations were held recently aimed at having the government buy the cars, but no agreement was reached. According to a report by the pri-vate Federico Santa Maria

University, recovering all 15 elevators still would cost some 20 million dollars.

“With that amount of mo-ney, one could solve everything. The system needs a complete redesign, but, before that, ow-nership of the cars should be defi ned, either through direct purchase or expropriation”, ex-plained Camilo Vargas, a gover-nment offi cial who coordinated the celebration of Chile’s inde-pendence bicentennial (2010).

69

“Not only do they need to be recovered but also their ma-nuals must be rewritten and security protocols must be es-tablished,” Vargas added. “The elevators have survived thanks to the love of their operators. Maintenance is quite informal, and a documented system for it should be created.”

“One grows to love them. It’s like taking them to a geriatrics doctor, they require daily care”, said Segovia, who has cared for the elevators for 34 years.

70 Chile en otros ojos

Licenciada en Periodismo por la Universidad Autó-noma de Barcelona, Roser

Toll se inicia en la prensa escrita española, en los diarios La Ma-ñana y Bondia. Tras su paso por los informativos de la cadena pública Televisió de Catalunya, obtiene la Beca Internacional “Agencia EFE - La Caixa”, con la que trabaja en la sede de Bar-celona durante el año 2008, y posteriormente, en la delega-ción de Santiago de Chile, tanto en el área escrita como audio-visual. Desde hace un año se desempeña como corresponsal de la Agencia France-Presse en Santiago de Chile.

Roser Toll

A journalist graduate from the Universidad Auto-noma of Barcelona, she

started her career at the Spa-nish newspapers La Mañana y Bondia. After a period working for the public network Televisio de Catalunya, she won the in-ternational fellowship “Agencia EFE - La Caixa”. She worked for EFE in Barcelona and then at the agency’s offi ce in Santiago, Chile, both in the text and tele-vision departments. For the last year she has been a correspon-dent in Chile for Agence France Presse.

71

Por Roser Toll

la aldea de Dichato dejó de existir bajo una ola giganteTras el terremoto,

72 Chile en otros ojos

Dichato (Chile), 1 mar.(EFE) -

Todavía hoy, dos días des-pués del terremoto que asoló el centro y sur de

Chile, los habitantes de Dichato no pueden creer que su peque-ño pueblo costero, situado a 38 kilómetros de Concepción, dejó de existir arrastrado por una ola.

El escenario supera lo dan-tesco: las casas están desplaza-das a más de 700 metros de su ubicación original.

El suelo parece un mosai-co en el que con difi cultad se diferencian las baldosas de la arena arrastrada desde el mar, las habitaciones succionadas y vueltas del revés, y más de me-dia docena de barcos y lanchas encajadas entre las viviendas derruidas.

Dichato es hoy una planicie repleta de escombros y miradas estupefactas, con 26 muertos confi rmados en la localidad, un número indeterminado de des-aparecidos y más de un 80 por ciento del pueblo bajo las ruinas.

“Solamente parece estar a salvo la población Chacra Alicia, uno de los barrios más pobres, que se encuentra más enfi lado en las montañas”, comentó a Efe César Lagos, bombero de la séptima compañía de Dichato, quien no ha dejado de trabajar desde la madrugada del sábado para atender una población que quedó olvidada en el mapa de la catástrofe.

El mar aparece silencioso y tímido después de su furia, pero

el olor salado y de incipiente pu-trefacción empieza a instalarse en las ruinas, que aun tiemblan bajo las réplicas intermitentes.

Las redes de pescadores, al-gas y pescado descansan junto a todo tipo de enseres domésti-cos, restos de comida y hasta un reloj parado a la hora del sismo: las 03.36 (06.36 GMT).

Laura Yáñez pisaba con di-fi cultad las maderas llenas de clavos bajo las cuales supone que está su casa. “No podemos comer, está todo sucio, vivimos en la pura miseria”, dijo llorando, mientras buscaba la pareja de un zapato mugriento junto a su esposo. No les queda nada, lo perdieron todo en unos pocos minutos.

Tras el terremoto, la aldea de Dichato dejó de existir bajo una ola gigante

73

José sigue tratando de resca-tar su camioneta roja, la misma a la que, en la madrugada del sá-bado pasado, empujó a sus hijos para intentar salir con vida de la inmensa ola que siguió al terre-moto de una magnitud de 8,8 grados en la escala de Richter.

“Pensaba que nos íbamos a morir todos, pero decidí luchar hasta el último momento”, afi r-mó, satisfecho tras haber salva-do a su familia.

El lapso de tiempo que se produjo entre el terremoto y la llegada del agua arrolladora per-mitió a algunos correr hacia las colinas más cercanas para res-guardarse, por lo que muchos pudieron salvar sus vidas.

Según los equipos de bombe-ros, los cadáveres identifi cados deben ser sepultados hoy para evitar su descomposición, de la misma forma que los que no han sido reconocidos, por lo que han improvisado una morgue en el pueblo vecino de Tomé.

“A nosotros el terremoto no nos hizo nada, fue el mar”, co-mentó a Efe una señora mien-tras trataba de encontrar sus joyas y el poco dinero que te-nía guardado en la cocina de su casa, sepultada por el barro.

La tarea es ardua para todos aquellos que, todavía sin luz, ni agua ni alimentos empezaron hoy a hurgar entre los escom-bros de lo que antes era pueblo de 3.500 habitantes, que en ve-

rano recibe la visita de más de 10.000 turistas.

A pesar de que siguen sin re-cibir ningún tipo de ayuda, los vecinos de Dichato continúan en su búsqueda incansable para recuperar lo poco que permane-ce entre las ruinas.

Ahora les quedan su vida, sus fuerzas y la esperanza de encontrar un futuro entre tanta destrucción.

74 Chile en otros ojos

DICHATO (Chile) (EFE) -

Even now, two days after the massive earthquake that rocked central-south

Chile, residents of Dichato can’t believe that their small coastal town, 30 kilometers from Con-cepción, no longer exists, swept away by a giant wave.

The scene is beyond des-cription: houses were displaced more than 700 meters away from their original location.

The ground looks like a mo-saic where one can hardly dis-tinguish tiles from sand from more than a dozen ships and smaller boats among the des-troyed houses.

Dichato is now a fl at surface, covered with debris and stun-ned residents, with 26 people confi rmed dead, an unspecifi ed number of others who disap-peared and more than 80 per-cent of the village beneath ruin.

“The only area that appears to have been unaff ected is Cha-cra Alicia, one of the poorest neighborhoods, which is closer to the mountain,” César Lagos, a fi re-fi ghter of the Dichato 7th Company, told EFE. He hasn’t stopped working since Satur-day, helping a population for-gotten, left off the map of the catastrophe.

The sea appears silent and shy after its spell of fury, but the smell of salt and the beginning

stages of putrifi cation begins to emerge from the debris, which moves with intermittent after-shocks.

Fishermen’s nets, seaweed and fi sh are mixed among all kind of home appliances and scraps of food. Even a clock that stopped at the time of the ear-thquake: 3.36 a.m. (6.36 GMT).

Laura Yañez walks with diffi culty, stepping on pieces of wood full of nails, assuming her house is somewhere under-neath.

“We can’t eat, everything is dirty, we are living in total mi-sery,” she said, crying, as she and her husband searched for a shoe to complete a pair with the dirty one they have.

The village of Dichato disappeared under a giant wave

75

They have nothing left, they lost everything in a matter of minutes. José continues to try to recover his red truck, the same one he pushed with his sons inside to escape from the huge wave that followed the magni-tude 8.8 Richter earthquake.

“I thought all of us were going to die, but I decided to fi ght to the end,” he said, satisfi ed that he saved his family.

The time elapse between the earthquake and the arri-val of the overwhelming wave allowed some people to run to the closest hills, saving their li-ves.

Firefi ghters said the bodies of victims who have already been identifi ed must be buried

today to avoid epidemics. A mor-gue was improvised in the near-by town of Tomé.

“The earthquake didn’t do anything to us. It was the sea,” a lady told EFE, as she tried to fi nd some jewels and the little money she kept in the kitchen of the house, now buried under mud.

It’s an arduous situation for those who, still without any light, water or food, today began rummaging among the debris of what used to be their 3,500-re-sident town, which during the summer season received up to 10,000 visitors.

Although they have not yet received any aid, the Dichato residents continue their tireless

search to recover the few things that remain under the debris.

They now have only their life, strength and hope for fi nding a future among such destruction.

76 Chile en otros ojos

Eva Vergara es correspon-sal en Chile de la agen-cia estadounidense The

Associated Press desde 1983. Antes trabajó un par de años en la agencia United Press Interna-tional, reporteando los sectores Relaciones Exteriores, Defensa y luego en el naciente frente de los Derechos Humanos.

Estudió licenciatura en Cien-cias Sociales durante dos años en la Universidad de Chile, hasta que fue cerrada por el régimen militar. Luego cursó periodis-mo en el mismo plantel. Hizo su tesis de grado con la aplicación del Análisis Transaccional a las revistas de opinión en la época de la dictadura militar (1973-1990). Posteriormente hizo su práctica en radio Chilena y un reemplazo en radio Portales. En 1981 ingresó a la agencia UPI y luego postuló a la agencia AP.

Eva Vergara has been a co-rrespondent for the Asso-ciated Press news agency

of the United States since 1983. Before that she worked for a couple of years for United Press International, covering the fo-reign relations and defense beats, and later the then-emer-ging sector of human rights.

She studied social sciences for two years at the University of Chile, until the school was closed by the military regime. She then moved on to study journalism at the same univer-sity. Her graduation paper was entitled ‘Transactional analysis of opinion magazines during the time of the dictatorship (1973-90). She later completed an in-ternship at Radio Chilena and then worked as a replacement at Radio Portales. In 1981 she joined UPI and was then hired by AP.

Eva Vergara

77

Por Eva Vergara

probada solidaridad

Chile,

78 Chile en otros ojos

Chile llegó a su bicentena-rio con una vitalidad eco-nómica que pronto puede

convertirlo en un país desarro-llado, y viviendo una vibrante sensación de orgullo nacional por el temple de 33 mineros que, atrapados a 700 metros de profundidad, sobrevivieron 17 días racionando migajas de co-mida y gotas de leche.

Pero llega también con el lastre de una pobreza que se niega a desaparecer, las heridas aún abiertas de una dictadura cruenta, y la rebelión creciente de los empobrecidos descen-dientes de sus pueblos origina-rios.

Muchos chilenos se ven re-fl ejados en la fortaleza de los mineros que llevan más de 40

días en el fondo del socavón, con temperaturas de 30 grados Celcius y 80% de humedad, y que pese a la tecnología de pun-ta desplegada para rescatarlos, no saldrán antes de noviembre.

El viernes, la primera perfo-radora de tres que construyen túneles de rescate cumplió su primera etapa al alcanzar el sector donde están los mineros. Pero ahora debe ensanchar ese forado.

Los ciudadanos también pa-recen aprobar el tesón de las au-toridades, que no cejaron hasta ubicar a los mineros y comenza-ron la inédita tarea de arrebatar-los a las entrañas del desierto y traerlos de vuelta.

El dirigente mapuche Manuel Chocori cree que los mineros tienen el ADN guerrero de su et-nia, que combatió por 300 años a los conquistadores españoles.

“Los mineros son muestra de la genética que tiene la socie-dad mapuche”, dijo a la AP.

Marta Lagos, directora de la Corporación Latinobarómetro, dijo que parte del éxito chileno se origina en su herencia mapu-che, “austera, dura, seca, tenaz, persistente”, pero que no es ad-mitida por la sociedad chilena, que mayoritariamente se consi-dera blanca, y no mestiza.

“El primer problema que tie-ne el Estado chileno es que no acepta la existencia del proble-ma (mapuche)”, dijo.

Chile, probada solidaridad

79

Para Lagos Chile enfrenta el bicentenario con un problema de identidad, a diferencia de México que recién conmemoró el suyo.

“El gran éxito económico de Chile se contrasta con una es-pecie... de lentitud del desarrollo cultural”, afi rmó Lagos. “Aquí es-tamos en un proceso brutal de individualización “.

La escritora Isabel Allende afi rmó que “me parece muy justo” que la atención en el bi-centenario esté centrada en los mineros, “pero los mapuches llevan mucho más tiempo recla-mando por algo que es muy jus-to. Es una deuda pendiente que tiene Chile con los mapuches, no de hace 200 años, desde hace 500”, declaró, en referencia a la

demanda mapuche por lo que consideran sus tierras ancestra-les.

Otra prueba para la nación en su bicentenario fue el terremoto de 8,8 grados que asoló el cen-tro-sur del país el 27 de febre-ro, dejando cientos de miles de damnifi cados, 521 muertos y 56 desaparecidos y daños por más de 30.000 millones de dólares.

La Secretaria de Estado esta-dounidense, Hillary Clinton, se declaró el jueves conmovida por “la fortaleza del pueblo chileno”.

“El terremoto en febrero de-mostró su inquebrantable de-terminación. Y sus esfuerzos para rescatar a los mineros atra-pados es fuente de inspiración para todos nosotros”, añadió.

Frente al terremoto y al dra-ma de la mina San José, 850 ki-lómetros al noreste de Santiago, los chilenos mostraron ser pro-fundamente solidarios con sus compatriotas en desgracia.

La tenacidad también marca el largo camino de Chile desde que los criollos iniciaron su lucha por independizarse de España en 1810, la que se consolidó en 1818.

La solidaridad y tenacidad son constantes en la historia chilena, incluso durante los días de la dictadura del general Au-gusto Pinochet, que dejó más de 3.000 opositores muertos o desaparecidos.

El sicólogo y sociólogo Gior-gio Agostini dijo a la AP que en

80 Chile en otros ojos

situaciones de catástrofe se despierta en los chilenos “un fuerte sentido... como de uni-dad... donde se dejan de lado las discrepancias ideológicas, polí-ticas, religiosas, y se comienza a desarrollar la parte más huma-na”.

Pero el progreso económico del país, que muchos en Améri-ca Latina admiran, también hizo del chileno un ser individualis-ta, por la fuerte competitividad para “el surgimiento personal”, agregó Agostini.

Ante la tragedia resurgen la solidaridad y la tenacidad, como se observa ahora en el desierto, donde tres gigantescas perfo-radoras rasguñan día y noche la roca para llegar a los mineros.

En torno a la mina surgió una ciudadela que alberga a las fa-milias de los mineros, a resca-tistas y a expertos que luchan traerlos con vida. Comerciantes regalan alimentos, payasos en-tretienen a los niños y se acu-mulan las ofertas de trabajo para los mineros.

El presidente derechista Sebastián Piñera, en el poder desde marzo, comprometió to-dos los esfuerzos en el rescate. Jubiloso, él mismo anunció que los mineros habían sobrevivido 17 días comiendo un trozo de pescado en lata y bebiendo una mínima ración de leche cada 48 horas.

Su foto, jubiloso, exhibiendo el mensaje de los mineros con la leyenda “Estamos bien en el

refugio los 33”, dio la vuelta al mundo.

El hallazgo fue un regalo po-lítico para el gobierno: Piñera subió 10 puntos en su popula-ridad y su ministro de Minería, Laurence Golborne, se convirtió en una espacie de héroe como coordinador del rescate. Antes, era un ministro casi desconoci-do, ex gerente de una empresa de supermercados.

La economía sonríe al gobier-no. La agencia clasifi cadora de riesgo Standard &Poor’s elogió esta semana la solvencia eco-nómica de Chile, y destacó que tiene el riesgo soberano más bajo del continente, y elogió la política fi scal.

81

“Sin duda es un aliciente para seguir haciendo bien las cosas”, dijo el Coordinador de Finanzas Internacionales del Ministerio de Hacienda, Ignacio Briones.

Chile tiene un bajo nivel de endeudamiento, ahorros en bonos soberanos, tasas de cre-cimiento al alza y de desempleo a la baja, y se espera que este año crezca en torno al 5.5% y el próximo al 6%, con un mercado laboral en expansión, y un ingre-so per cápita de 14.000 dólares.

Pero la crisis económica mun-dial y el alza en los precios de los alimentos hicieron subir la pobreza durante el gobierno de la popular presidenta Michelle Bachelet de un 13,7 a un 15,1%. Piñera se apuró en utilizar las ci-fras, conocidas en julio, contra la

ex mandataria, y prometió que al concluir su mandato de cuatro años no habrá indigentes y que en 2020 desaparecerá la pobre-za.

Los triunfos económicos del país tienen un distante origen en la dictadura de Pinochet, 1973-1990, que impuso por la fuerza el modelo neoliberal que atrajo grandes capitales, des-protegió la industria local y dejó que los precios --incluso los sa-larios-- fueran regulados por el mercado.

La población estaba some-tida por un régimen de terror y el sindicalismo atomizado, lo que facilitó la implementación del modelo, que llevó el desem-pleo a la inédita cifra de 39% en 1980.

La oposición de centroiz-quierda de ese entonces, sin embargo, mantuvo básicamen-te el modelo cuando se convirtió en gobierno, en 1990.

Ante la mirada foránea, el problema de las violaciones a los derechos bajo la dictadura pare-ce superado, porque decenas de militares, incluso medio cente-nar de generales retirados, cum-plen penas de cárcel, y más de medio millar están enjuiciados. Pero aún se desconoce el para-dero de un millar de detenidos-desaparecidos.

“Este país tenía grandes po-sibilidades de llegar a ser un país desarrollado al término del gobierno militar, con todas las heridas superadas. Lamen-tablemente, hemos podido

82 Chile en otros ojos

comprobar que las heridas se mantienen”, dijo a la AP el ge-neral retirado Guillermo Garín, ex vicecomandante en jefe del ejército de la época de Pinochet.

Familiares de las víctimas exigen la derogación de una Ley de Amnistía que cubre los abu-sos entre 1973 y 1978, y que la Corte Suprema deje de rebajar condenas de represores, lo que a algunos los libra de poner un pie en la cárcel.

Las Iglesia Católica pidió a Piñera el indulto de violadores a los derechos humanos y de cri-minales comunes con ocasión del bicentenario, pero el alto costo político de esa medida provocó una pronta negativa.

Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, dijo a la AP que para que un país celebre su bicentenario, tiene que haber resuelto situaciones como “la impunidad que aún existe con las víctimas del terro-rismo de Estado”.

Dijo que el caso de los mine-ros muestra que “hoy día en Chi-le las leyes laborales no están centradas en la persona huma-na, sino en el lucro y el benefi cio de los empresarios”.

83

By EVA VERGARA

SANTIAGO DE CHILE (AP) -

On Saturday, Chile marks its bicentennial with economic strength that

may soon turn it into a develo-ped country and a sensation of national pride for the spirit of 33 miners who survived 17 days trapped underground, feeding on rationed breadcrumbs and drops of milk.

But it also carries the weight of poverty that refuses to disap-pear, the wounds still open from a bloody dictatorship and the growing unrest of the impove-rished indian population.

Many Chileans identify with the 33 miners who have

now completed 40 days at the bottom of the San Jose mine, enduring temperatures over 40 degrees and 80 percent hu-midity. In spite of the advanced technology deployed to rescue them, they will not be out befo-re November.

On Friday, the fi rst of three drilling machines building res-cue tunnels completed its fi rst stage, reaching the area where the miners are located. But now it must widen the tunnel.

Citizens appear to appro-ve the government’s tenacity, which never ceased trying until it confi rmed the miners were ali-ve, 17 days after they were trap-ped by a collapse of the mine, and then launched the ongoing,

unprecedented eff ort to bring them back.

Manuel Chocori, a leader of the Mapuche indian commu-nities who fought the Spanish conquerors for 300 years, thinks the miners have the warrior’s DNA of his race.

Sociologist Marta Lagos, head of Corporacion Latinoba-rometro, said that Chile’s suc-cesses stem in part from its Mapuche heritage, which was “austere, strong, dry, stubborn, persistent,” but that is still re-sisted by the Chilean society, which sees itself as white, not mixed.

Another test for Chile on its bicentennial was the magnitude 8.8 earthquake that rocked cen-

Chile-Bicentennial

84 Chile en otros ojos

tral-southern Chile on Feb. 27, leaving hundreds of thousands of people homeless, 521 people killed, 56 disappeared. Damages are estimated at over 30 billion dollars.

US Secretary of State Hillary Clinton on Thursday said she is moved by “the strength of the Chilean people.”

Chileans showed solidarity in the wake of the earthquake and the San Jose mine drama.

Solidarity and tenacity are permanent through Chilean history, even during the 1973-1990 dictatorship of Gen. Au-gusto Pinochet, which left 3,000 dissidents killed or made disappear.

Sociologist Giorgio Agostini told the AP that in the face of a catastrophe Chileans react “with a strong sense of unity, they set aside their ideological, political and religious discre-pancies, and they develop their more human side.”

But the country’s much prai-sed economic progress turned Chileans into selfi sh individuals, as a result of the strong compe-titivity in the search of “personal success,” according to Agostini.

A camp grew near the San Jose mine housing the miners relatives and rescue crowds. Merchants give away food, clowns act free for the children, businessmen bring job off ers for the miners.

The confi rmation that the miners were alive came as a political present for the gover-nment: President Sebastian Pinera’s rate of approval jumped 10 points and his Mining Minis-ter, Lorenzo Golborne, became a sort of national hero as coordi-nator of the rescue eff ort.

Chile still faces the problem posed by its poor indian popula-tions, who demand the restora-tion of the land that once belon-ged to their ancestors.

“In this famous bicentennial we Mapuches have nothing to celebrate,” said Chicori.

The economy is thriving. Standard&Poor’s this week prai-sed Chile’s fi nancial situation saying it shows the lowest risk

85

in Latin America. It praised the government’s fi scal policy.

But the world fi nancial crisis contributed to increase poverty from 13.7 percent to 15.1 per-cent under the former govern-ment of popular President Mi-chelle Bachelet.

Pinera quickly used those fi -gures to criticize Bachelet and promised their will be no indi-gents in Chile by the end of his four-year term, and that pover-ty will disappear by 2020.

Outside Chile, the problem of human rights violations un-der the Pinochet dictatorship appears solved because dozens of military men, including some 50 retired generals, are jailed,

and some 500 others are being tried.

But the whereabouts of more than 1,000 dissidents who disappeared after being arres-ted by the dictatorship’s securi-ty services remain unknown.

“This country had strong chances of becoming a develo-ped country by the end of the military regime, with all wounds heeled. Unfortunately, we have seen that those wounds remain open,” Gen. Guillermo Garin, de-puty army commander under Pinochet, told the AP.

Relatives of the victims de-mand the repeal of the amnesty law that covers abuses between 1973 and 1978, and that the Supreme Court stops reducing

86 Chile en otros ojos

sentences of repressors, which in some cases saves them from setting a foot in jail.

The Catholic Church asked

Piñera to pardon human rights violators and criminals with the bicentennial, but the high politi-cal cost of this measure caused a prompt refusal.

Lorena Pizarro, president of

the Association of Relatives of the Disappeared, told the AP that for a country to celebrate its bicentennial, it must solve is-sues like “the impunity that still exists with the victims of state terrorism.”

She said that the miners’

case showed that the “in Chile, current labor laws do not fo-cus on the individual, but in the

profi t and benefi t of entrepre-neurs.”

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � �

� ��� � � � � � � � � � � � �