Luis F. Mejia-De Lilís a Trujillo

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  • De Lils a Trujillo

  • Santo Domingo, Repblica Dominicana2011

    De Lils a Trujillo

    LuiS F. Meja

  • SocieDaD DoMinicana De BiBLiFiLoS

    conSejo DiRecTiVo Mariano Mella

    Presidente Dennis R. SimVicepresidente antonio Morel

    Tesorero juan de la Rosa

    Vicetesorero Miguel De camps

    Secretario Scrates olivo Vicesecretario

    narciso Romn comisario de cuentas

    VocaLeS

    eugenio Prez Monts jos alfredo Rizek Billini julio ortega Tous eleanor Grimaldi Sili

    aSeSoReS

    jos alcntara almnzar andrs L. Mateo Manuel Mora SerranoVirtudes uribe Toms Fernndez emilio cordero Michel

    Raymundo Gonzlez Guillermo Pia contreras Mara Filomena Gonzlez amadeo julin

    eX-PReSiDenTeS

    enrique apolinar Henrquez +Gustavo a. Tavares espaillat + Frank Moya Pons juan Toms Tavares K.

    Bernardo Vega jos chez checo juan Daniel Balccer

  • Banco De ReSeRVaSDe La RePBLica DoMinicana

    Lic. Vicente Bengoa albizuadministrador General

    Miembro ex oficio

    conSejo De DiRecToReSLic. Daniel Toribio

    Ministro de Hacienda,Presidente ex oficio

    Lic. Mcalo e. BermdezMiembro

    Vicepresidente

    Dra. andrena amaro ReyesSecretaria General

    VocaLeS

    Sr. Luis Ml. Bonetti MesaLic. Domingo Dauhajre Selman

    Lic. Luis a. encarnacin Pimenteling. Manuel enrique Tavrez Mirabal

    Lic. Luis Meja oviedoLic. Mariano Mella

    SuPLenTeS De VocaLeS Lic. Danilo Daz

    Lic. Hctor Herrera cabraling. Ramn de la Rocha Pimentel

    Dr. julio e. Bez Bez Lic. estela Fernndez de abreu

    Lic. ada n. Wiscovitch c.

  • coMiT De eVaLuacin Y SeLeccin

    orin MejaDirector General de comunicaciones y Mercadeo de Banreservas

    coordinador

    juan Salvador Tavrez DelgadoGerente de Relaciones Pblicas de Banreservas

    Miembro

    emilio cordero Michelasesor de la Sociedad Dominicana de Biblifilos

    Miembro

    Raymundo Gonzlezasesor de la Sociedad Dominicana de Biblifilos

    Miembro

    Mara Filomena Gonzlezasesora de la Sociedad Dominicana de Biblifilos

    Miembro

    Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por el autoren la edicin que ha servido de base para la realizacin de esta publicacin.

    De Lils a Trujillo iSBn: Tapa dura 978-9945-457-31-5 Tapa blanda 978-9945-457-32-2

    Primera edicin: caracas, 1944 Segunda edicin: editora de Santo Domingo, 1976

    Tercera edicin: Sociedad Dominicana de Biblifilos, 1993cuarta edicin: BanReSeRVaS-BiBLiFiLoS, 2011

    coordinadoresLuis o. Brea Franco, por Banreservas; y

    Mariano Mella, por la Sociedad Dominicana de Biblifilos

    en la portada: Luis F. Meja SoliereDiseo y arte final: ninn Len de Saleme correccin de pruebas: Milagros Germnndice onomstico: juan Freddy armando

    impresin: Brownsville Lake companySanto Domingo, Repblica Dominicana

    agosto, 2011

    esta publicacin, sin valor comercial, es un producto cultural de la conjuncin de esfuerzos del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana

    y la Sociedad Dominicana de Biblifilos, inc.

  • 9contenido

    Presentacin ..................................................................................................... 15Vicente Bengoa alBizuadministrador General del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana

    exordio ............................................................................................................. 19Mariano MellaPresidente de la Sociedad Dominicana de Biblifilos

    introduccin .................................................................................................... 21

    Primera Parte

    caPTuLo ialborada de libertad ........................................................................................ 27 i. el tiranicidio. Horacio Vsquez y Ramn cceres. ii. Lils.

    iii. Presidencia de Figuereo. inciase la revolucin en San Francisco de Macors. el cibao se levanta. Pronunciamiento de la capital. La juventud apedrea las casas de los lilisistas. Gobierno Provisional de Horacio Vsquez. Se llama al seor Hostos. Regresan los exiliados. Prensa libre. iV. Gobierno de jimenes. Personalidad del nuevo Presidente. contina la poltica liberal. Primer Gabinete. el congreso. Rivalidades en el Gobierno. el congreso rechaza el contrato celebrado con la improvement & co. elecciones Municipales en 1901. incidente fronterizo. Rompimiento entre jimenes y Vsquez. estalla la revolucin. jimenes capitula. Fracaso del gobierno civil.

    caPTuLo iiel retorno de las Guerras civiles ..................................................................... 53 i. Segundo Gobierno Provisional de Horacio Vsquez. Poltica

    econmica de emiliano Tejera. Ley de instruccin Pblica. Revolucin de la lnea noroeste. Se forman los partidos jimenista y horacista. cordero y aquiles lvarez dominan a Monte cristi. asamblea constituyente. agitacin poltica. el lilisismo y el jimenismo se unen

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    para derribar el Gobierno. cuartelada del 23 de marzo. Woss y Gil al frente de los sublevados. Horacio Vsquez asedia la capital. incendio de San carlos. Mueren cordero y aquiles lvarez. Horacio Vsquez levanta el sitio y se embarca para el extranjero. juicio sobre el Gobierno cado. ii. Gobierno Provisional de Woss y Gil. Se prescinde de jimenes. Presidencia constitucional de Woss y Gil. Desorganizacin financiera. Muere Hostos. Levantamiento de carlos F. Morales en Puerto Plata. La unin. Woss y Gil capitula. Gobierno Provisional de Morales. Revolucin de la desunin. Las provincias se pronuncian por jimenes. Los jimenistas sitian a la capital. Reaccin horacista en el cibao. Toma de Puerto Plata y Santiago. Demetrio Rodrguez en San Pedro de Macors. Los americanos bombardean a Villa Duarte. Los sitiados en la capital rompen el asedio y toman a San Pedro de Macors. el horacismo triunfa. Pacto con los jimenistas de Monte cristi. Fusilamientos de Guilloux y Manzueta. iii. Presidencia constitucional de Morales. Velzquez en el Ministerio de Hacienda. Primera convencin dominico-americana. el Modus Vivendi. Gestin administrativa de Morales. Su ruptura con el horacismo. Su ida al monte, su fracaso y su renuncia. juicio sobre su Gobierno.

    caPTuLo iiiel rgimen cacerista ......................................................................................... 89 i. cceres se encarga del poder. Pacificacin de la Lnea noroestana.

    Muere Merio. Se establece slidamente la paz. el congreso aprueba la nueva convencin. el emprstito de 1908. Su inversin. Poltica econmica de Velzquez. excelente labor administrativa de cceres. Se cancelan las onerosas concesiones de la poca lilisista. Reformas constitucionales. constitucin de 1908. ii. cceres electo Presidente por seis aos. Su nuevo Gobierno. Se corrigen las arbitrariedades de los Gobernadores provinciales. Poltica de tolerancia. alfredo Victoria organiza el ejrcito. Las obras Pblicas. amrico Lugo en la cuarta conferencia Panamericana de Buenos aires. Horacio Vsquez sale para el extranjero y lanza una carta pblica criticando el rgimen de cceres. incidente fronterizo en el Sur. Mediana libertad de imprenta. cceres anuncia que se retirar al cumplir su perodo. Luis Tejera encabeza una conspiracin. Muerte de cceres en la carretera del oeste. Propsitos de Tejera. Su muerte. juicio sobre la muerte de cceres y sobre su rgimen.

    caPTuLo iVHacia la prdida de la soberana ...................................................................... 131 i. alfredo Victoria se aduea del poder. eladio Victoria electo Presidente

    interino. Personalidad de alfredo Victoria. Prisiones de horacistas. Morales invade y cae prisionero. asesinato de Guzmn espaillat. Sublevacin militar sofocada. eladio Victoria Presidente constitucional. nuevo Gabinete. el Partido Liberal Reformista. Levantamientos de Vidal y arias. Horacio Vsquez encabeza la revolucin. Situacin del Gobierno para combatirla. Diversos combates. La revolucin ocupa a Snchez y Saman. La comisin americana mediadora. Plan para restablecer la paz. La Receptora suspende la entrega de fondos. Renuncia de eladio

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    Victoria. ii. Gobierno interino de nouel. amnista. emprstito Renuncia de nouel. Reidas elecciones en las cmaras. iii. Gobierno interino de Bordas. Su gabinete. Sus tendencias polticas. arrendamiento del Ferrocarril central. el horacismo se levanta. Mediacin americana. Se restablece la paz. Poltica reeleccionista. elecciones Municipales. el 2 de diciembre. cambios de jefes militares. el Gobierno gana las elecciones con presin. Prisin de Velzquez. acusacin de Bordas. Fracaso de la asamblea constituyente. asesinato de Freites Roque. conferencia de Bordas y Desiderio en Puerto Plata. Se desaloja a Desiderio de Santiago. Bordas en campaa. Levantamiento de Puerto Plata. La revolucin se generaliza. La Receptora niega los fondos al Gobierno. Simulacro de elecciones. Vidal se levanta. Prisiones. nueva mediacin americana. Plan Wilson. Renuncia de Bordas. juicio sobre su Gobierno. iV. Gobierno del Dr. Bez. Restablecimiento de la universidad de Santo Domingo. Leyes de Habeas corpus y Libertad Provisional bajo fianza. cdigo de educacin. campaas eleccionarias. Triunfo del jimenismo. el nuevo congreso. V. Segundo gobierno de jimenes. Su gabinete. Desiderio arias. Fracasan los esfuerzos por reorganizar la Hacienda. intervencin americana en Hait. Misin a Washington. Levantamiento de Qurico Feli. Los americanos ofrecen su concurso para sofocar la revolucin. Feli se somete. enrique jimenes en el Ministerio de interior. La nota americana n 14. Divisin del jimenismo. arias se aduea de la capital. jimenes en cambeln. acusacin del Presidente. Los marinos americanos desembarcan en San jernimo. Renuncia de jimenes.

    caPTuLo VBajo la frula yanqui ........................................................................................ 199 i. ultimtum a Desiderio arias. Las fuerzas americanas ocupan la

    capital. Luchas eleccionarias en las cmaras. comisin cibaea mediadora. invasin del cibao. actitud de los dominicanos frente a la invasin. Gestos de herosmo. eleccin del nuevo Presidente. ii. interinara del Dr. Henrquez y carvajal. Los americanos presentan nuevamente la nota 14. Se apoderan de las entradas fiscales. Prdida del Memphis. negociaciones dominico-americanas. Su fracaso. Reunin de la asamblea constituyente. Llegada del capitn Knapp. Proclama americana del 29 de noviembre de 1916, estableciendo un Gobierno Militar. Protesta de la cancillera dominicana. iii. Knapp asume el mando. Disolucin del congreso. el desarme. La censura. Gobernadores Militares. el espionaje. La Polica nacional Dominicana. Prosperidad econmica. Reformas fiscales. impuesto sobre la propiedad inmobiliaria. Ley de aranceles. Ley de Hacienda. La Lotera nacional. La junta de Reclamaciones de 1917. nuevos emprstitos. Programa de obras Pblicas. Ley de instruccin Primaria. cdigo Sanitario. Ley sobre braceros negros. Ley de Mensuras catastrales. Ley sobre la manutencin de los hijos. Los gavilleros del este. crmenes de Merckle y Taylor. La represin en Salcedo y San Francisco de Macors. consideraciones finales.

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    Segunda Partea guisa de memorias

    caPTuLo ien busca de la liberacin ................................................................................. 253 aos de expectativa. Proceso de Basilio camilo. comits Pro-Santo

    Domingo de Santiago de cuba y La Habana. el doctor Henrquez recurre en vano a la conferencia de Versalles. La comisin Dominicana en nueva York. Plan de restauracin gradual del gobierno propio, del doctor Henrquez. Llamamiento a la solidaridad continental. adhesin de polticos e intelectuales espaoles a la causa dominicana. Declaraciones del Gobernador Snowden. comienza la agitacin nacionalista. Mi entrevista con Horacio Vsquez. instalacin de las juntas nacionalistas de San Francisco de Macors, Puerto Plata y Moca. incidente del club esperanza. La junta consultiva. abolicin de la censura Gestin de Kundhard con la american Federation of Labor. Villaespesa en Santo Domingo. La Directiva del club esperanza y el capitn Davis. constitucin de la unin nacional Dominicana y de la junta nacionalista de Santiago. Pelegrn castillo ante una corte Marcial. campaa de prensa contra la intervencin. Prisiones de Periodistas. Flores cabrera y Horacio Blanco Fombona enjuiciados y expulsados del pas. cayo Bez. La Semana Patritica. Senadores, diputados y periodistas americanos piden la desocupacin de nuestro territorio. Gestiones del Dr. Henrquez en Washington. el Plan Wilson. Su rechazo por el pas. nueva junta consultiva. Misiones nacionalistas a Sur amrica. estrella urea y Kundhard en el congreso Panamericano del Trabajo en Mxico. el Plan Harding. Manifestaciones, y mtines de protesta contra dicho plan. Se suspende su ejecucin. Martnez Reyna aconseja el no pago del impuesto territorial. el Dr. Henrquez en la Repblica. conferencia de Puerto Plata. comisin senatorial americana en Santo Domingo. Peynado inicia negociaciones con la cancillera americana. Los jefes de Partidos en Washington. Plan Hughes-Peynado. Tratado de evacuacin. Manifiesto explicativo. oposicin del nacionalismo. eleccin de Vicini Burgos como Presidente Provisional.

    caPTuLo iiel resurgir de la soberana ................................................................................ 291 Presidente Vicini Burgos. Su gabinete. Reorganizacin del horacismo como

    Partido nacional. La coalicin Patritica de ciudadanos y la candidatura de Francisco j. Peynado. el Partido Progresista. Mi intervencin en la poltica partidarista. La campaa eleccionaria. Ley de organizacin Provincial. Ley electoral. alianza nacional Progresista. Rechazo de la candidatura de la alianza para La Vega por la junta central electoral. acuerdo entre los partidos para presentar nuevas propuestas de candidaturas. celbranse las elecciones. Popularidad de Horacio Vsquez. Triunfo de la alianza nacional Progresista. instalacin de las cmaras. Sus miembros. Reforma constitucional de 1924. Visita del Presidente electo a los estados unidos.

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    caPTuLo iiiensayo de democracia ...................................................................................... 315 instalacin del Gobierno nacional. el gabinete. Retiro de las fuerzas de

    ocupacin. Fricciones en la alianza. convencin Dominico-americana de 1924. Sustitucin de los empleados americanos en obras Pblicas. Luchas Parlamentarias. Libertades Pblicas. Ley de colonizacin de las Fronteras. carreteras y puentes. acueducto de la capital. Realizaciones en agricultura, ganadera e irrigacin. campaas sanitarias. Hospitales creados. La instruccin Pblica. Trujillo, jefe de la Polica nacional Dominicana. nombramiento de Martn de Moya como Secretario de Hacienda. Rompimiento de la alianza. nombramiento de estrella urea como Secretario de justicia e instruccin Pblica y de Rafael augusto Snchez de Relaciones exteriores. Renuncia de estrella urea y nombramiento de elas Brache hijo en su sustitucin. cambios de Secretarios de interior, Polica, Guerra y Marina. Martnez Reyna, Secretario de la Presidencia. La prolongacin del perodo constitucional. Reforma constitucional de 1927. Prosperidad econmica. alfonseca sustituye a Velzquez en la Vicepresidencia en 1928. influencia de alfonseca en el Partido nacional. Rivalidades en el Partido nacional y en el Gobierno. Se plantea la reeleccin del general Vsquez. Misin y Plan Dawes. Ricart olives, Ministro de Defensa nacional. Tratado de lmites con Hait y reforma constitucional para aprobarlo. campaas periodsticas en contra y en favor de la reeleccin. Francisco j. Peynado, Ministro de Relaciones exteriores. Horacio Vsquez presenta su candidatura para la reeleccin. Su enfermedad y viaje a Baltimore. alfonseca encargado de la Presidencia. actitud hostil de Trujillo. Regreso de Horacio Vsquez. cambios en el gabinete. candidatura de oposicin. Velzquez. estrella urea. Trujillo conspira y se ala con estrella urea. Levantamiento del 23 de febrero de 1930. actitud traidora de Trujillo. Renuncia de Horacio Vsquez y de alfonseca. estrella urea asume la Presidencia de la Repblica. Mi juicio personal sobre el gobierno de Horacio Vsquez.

    caPTuLo iVen la antesala del abismo ................................................................................. 363 Gabinete de estrella urea. La confederacin de Partidos. eleccin

    de alfonseca como director del Partido nacional. Regresa Horacio Vsquez. nueva alianza nacional Progresista. j. B. Peynado, encargado interinamente de la Presidencia. Reforma de Ley electoral. atentado en la carretera del cibao contra los lderes de la alianza. Mitin de los choferes. asesinato de sus directores. asesinato de Demstenes Matos en Barahona. Violencias contra los miembros de la alianza. La 42. La alianza se retira de los comicios. elecciones del 16 de mayo de 1930. Se pide la anulacin de las elecciones ante la corte de apelacin de Santo Domingo. Persecuciones contra los jueces para impedirles dictar fallo. Prisin de Velzquez. asesinato de Martnez Reyna y su esposa. Generalzanse las persecuciones contra los lderes de la alianza. estos salen para el extranjero. Soy perseguido por La 42. Salgo para el exilio. Toma de posesin de Trujillo. juicio sobre el Gobierno de estrella urea.

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    Tercera ParteBalance de una poca

    caPTuLo ien lo intelectual. .............................................................................................. 379

    caPTuLo iien lo econmico y social. ................................................................................ 423

    caPTuLo iiien lo poltico. ................................................................................................... 441

    cuarta ParteLa era de Trujillo

    caPTuLo iel terror. ........................................................................................................... 461

    caPTuLo iiLa extorsin econmica. .................................................................................. 481

    caPTuLo iiiel quebrantamiento moral. .............................................................................. 495

    Bibliografa. ...................................................................................................... 511

    ndice onosmtico ............................................................................................ 513

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    Presentacin

    Nuestro pas conmemora este ao 2011, el cincuentenario del ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina, gracias a la heroicidad y sacrificio de los participantes en la ges-ta del 30 de mayo de 1961.

    el Banco de Reservas de la Repblica Dominicana, en co-laboracin con la Sociedad Dominicana de Biblifilos, se une a esta efemride patria con la reedicin de la obra del prcer antitrujillista Lic. Luis F. Meja, De Lils a Trujillo.

    el perodo que abarca ha sido caracterizado como el ms catico de nuestra historia, y tuvo como consecuencia la ocu-pacin norteamericana, primero; y luego, una de las dictaduras ms atroces de amrica.

    el libro ofrece datos e interpretaciones muy coherentes sobre esa poca histrica, que son expuestos a sus lectores con una clara metodologa y sencillez, que hacen posible su comprensin.

    el autor es oriundo de Santo Domingo. nace el 21 de junio 1892. Se grada de abogado en 1915, y en 1926 opta por oposicin a la ctedra de Derecho comercial en el instituto

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    Profesional, que ocupa hasta 1930, cuando abandona secreta-mente el pas.

    es diputado por la provincia Duarte desde 1924 hasta su exilio, motivado por la feroz persecucin a que es sometido por reprochar directamente al dspota sus latrocinios, segn relata en un obituario publicado en el Listn Diario el luchador anti-trujillista antinoe Fiallo, con motivo de su muerte acaecida en caracas, Venezuela, el 25 de Febrero de 1971.

    en los atribulados aos que dura su extraamiento de la patria, participa con entusiasmo en todas las iniciativas que buscan derrocar al tirano. a pesar de su edad, en 1947 par-ticipa en la expedicin de cayo confites. Por esta causa un tribunal dominicano lo condena a 30 aos de trabajos forza-dos. en 1959 forma parte del consejo Supremo de las expe-diciones de ese ao, lo que le vale otra condena semejante a la anterior.

    Regresa y reestablece lazos con el pas en diciembre de 1961, pero en esos das fallece su esposa y digna compaera, doa emma Guzmn de Meja. al poco tiempo, solo y atormentado por esta sensible prdida, regresa a la patria de Bolvar. all vive hasta que lo alcanza la muerte.

    Su vida entera la dedica a la lucha por la liberacin y el bienestar de la patria. este fue el camino elegido para su exis-tencia y fue, igualmente, su mayor preocupacin.

    La presente edicin es la cuarta desde la original de 1944. incluye un completo ndice onomstico que permite consultar la obra como un til instrumento de trabajo.

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    Banreservas se honra en presentar a las generaciones pre-sentes y futuras, una valiosa interpretacin de nuestra historia de la primera mitad del siglo pasado lo que constituye, a nuestro juicio, un gran aporte a la bibliografa dominicana.

    Lic. Vicente Bengoa albizuadministrador General.

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    exordio

    La Sociedad Dominicana de Biblifilos se siente complacida de haber colaborado con el Banco de Reservas de la Repblica Do-minicana en la reedicin de la obra De Lils a Trujillo, de la autora de Luis F. Meja.

    el autor de esta obra pertenece a un grupo de intelectuales que se opuso a la dictadura de Rafael L. Trujillo, y sufri el exilio durante 31 aos.

    este texto constituye un aporte al estudio de la ocupacin nor-teamericana de 1916, como consecuencia de los acontecimientos ocurridos a la muerte del presidente ulises Heureaux (Lils), los cuales provocaron una inestabilidad poltica que se manifest en las luchas caudillistas y el endeudamiento financiero que provoca-ron la citada ocupacin de 1916 y, luego, el ascenso al poder por parte de Trujillo.

    La obra consta de cuatro partes: la primera comprende los acontecimientos ocurridos a partir de la cada de ulises Heureaux (Lils), en 1899, hasta la ocupacin militar norteamericana de 1916. La segunda, que se considera como la mejor aportacin del autor, comprende las luchas por la desocupacin hasta la eleccin del seor juan Bautista Vicini Burgos, presidente provisional en el ao 1924. La tercera parte es el balance de una poca, con un

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    anlisis sobre la vida intelectual, social, econmica y poltica de Santo Domingo, durante los primeros aos del siglo XX. La cuar-ta y ltima parte analiza los mecanismos que utiliz Trujillo para mantenerse en el poder, apoyados en el terror, la extorsin econ-mica y el quebrantamiento moral.

    esperamos que las nuevas generaciones puedan adentrarse en el estudio de esta obra, que ayuda a comprender mejor las causas de una tirana que cost tantas vidas al pueblo dominicano: la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, que durante 31 aos sojuzg a los hijos de esta tierra.

    Mariano Mella

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    Los estudios histricos no deben de tener carcter puramente especulativo, porque la Historia memoria de la humanidad es la fuente principal de la experiencia. La explicacin del presente y la previsin del porvenir se facilitan con un conocimiento exacto del pasado, no limitado tampoco al de la relacin cronolgica de los sucesos, sino acompaado de una sistematizada interpretacin de los diversos aspectos intelectuales, econmicos, sociales y pol-ticos de la vida de un pueblo en un perodo de tiempo.

    Debido a la natural concatenacin de los hechos humanos, y porque las causas determinantes son siempre las inmediatas, ya que las lejanas, por poderosas que sean, obran a travs de stas, las races del presente estn en la materia semiviva del reciente pasado.

    Para comprender, sentada esa premisa, la actual etapa, luctuo-sa y desconsoladora, de nuestra vida nacional y tratar de enderezar el futuro hacia el destino a que estn llamados nuestros jvenes y turbulentos pueblos de Hispanoamrica, necesitamos estudiar cui-dadosamente ese pasado, todava latente, si queremos nutrir a la juventud que se agita en el exilio y en el seno de un pueblo aherro-jado, movida por un anhelo de libertad, con las provechosas ense-anzas que de l se pueden extraer. ese fue el propsito inicial de

    introduccin

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    esta obra. a ello se ha unido, en el curso de su preparacin, ante el triste convencimiento de nuestra impotencia para quebrantar con nuestras exclusivas fuerzas el oprobioso rgimen de Trujillo, la necesidad de presentar ante el mundo que libra un duelo a muerte por salvar las instituciones democrticas en nosotros suprimidas, al desnudo y con todas sus sombras caractersticas, a ese monstruo de dos caras, una que mira hacia el pasado, hacia Lils, y hacia las tiranas americanas de tipo primitivo, y otra que mira hacia Hitler, hacia las matanzas raciales, hacia la dogmtica supresin de toda libertad y hacia el predominio inmisericorde del fuerte. Por eso este libro quiere brindar una enseanza y ser a la vez una demanda de auxilio dirigida a la amrica democrtica.

    La Historia contempornea de Santo Domingo comienza con la muerte de Lils en 1899 y experimenta una fundamental trans-formacin con el advenimiento de Trujillo en 1930. el primero de esos acontecimientos vari por completo los rumbos de nuestra poltica y sustituy a los actores principales, inicindose en la vida pblica una nueva generacin, la del 99, inspirada en las ideas de Hostos. con lo segundo se malogr ese ideal cuando pareca ya cristalizado; desaparecieron las figuras que se haban mantenido en primera lnea durante los ltimos treinta aos, y en la histrica tierra que tanto am coln se enseorea el ms implacable y san-griento rgimen de fuerza y opresin implantado en amrica.

    Los certeros disparos de Mon cceres y jacobito de Lara, que abatieron al negro formidable y a su nefasta satrapa, abrieron una poca de luchas, de claridades y de sombras, de pasiones y virtu-des. La bota militar de Trujillo, al pisotear y destruir la libertad im-plantada finalmente a costa de tanta sangre y tantos sacrificios, le puso fin, comenzando de nuevo el trgico reinado de las sombras.

    Historiar ese perodo de treinta aos, analizarlo cuidadosa-mente y con toda la imparcialidad posible en quien ha sido ac-

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    tor en los acontecimientos de su ltima dcada, es la tarea que he emprendido. Pero como no es tan fcil dividir la evolucin intelectual, econmica y poltica de un pueblo, porque ella no tiene solucin de continuidad, ni se pueden explicar los sucesos y dar a conocer los actores, sin estudiar las corrientes espirituales y materiales que les imprimen direccin en el Balance de una poca hago una somera exposicin de esa evolucin, ensayando en la parte poltica una interpretacin de la reciente historia domini-cana para explicar el vergonzoso presente. Por ltimo, en la Era de Trujillo agregada posteriormente con el fin de cumplir el segun-do propsito apuntado, vivir el lector la tragedia dominicana en toda su desnudez.

    S que voy a atraer sobre m tempestades de odios y calumnias, tanto de parte del tirano y sus satlites como de aquellos a quienes debo juzgar severamente para cumplir a cabalidad con un deber asumido por propia voluntad. Pero mi camino est tomado desde hace largo tiempo y no me pueden arredrar ni lo uno ni lo otro.

  • Primera Parte

  • 27

    1.La situacin econmica de la Repblica era muy angustiosa a mediados de 1899. Se estaba al borde de la bancarrota, con la hacienda exhausta. el capital escondase temeroso y las continuas emisiones de billetes de banco, sin respaldo de oro, diariamen-te depreciados, crearon un profundo malestar en las regiones de cibao, orientadoras de la poltica nacional para la poca desper-tando dormidas rebeldas frente al rgimen caduco, de peculado y de crimen, personificado por ulises Heureaux. era de esperarse el golpe certero que lo derrib al herirle en la cabeza.

    Los jvenes intelectuales formados en la escuela normal, de-seosos de implantar los principios liberales y democrticos ensea-dos por Hostos, manifestaban una inconformidad compartida por toda la juventud dominicana y especialmente por los discpulos del Padre Billini, aquel noble varn, que arroj su teja en seal de cvica protesta cuando no pudo salvar unas vidas destinadas por Lils al patbulo.

    una nueva generacin de hombres de accin esperaba tam-bin su hora. no eran los militares formados en los cuarteles o en la escuela de las guerras civiles, como los que haban imperado desde la Restauracin, sino pequeos propietarios, cultivadores de la tierra, y modestos empleados de comercio, animados por las

    caPTuLo i alborada de libertad

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    Luis F. Meja | De LiLS a TRujiLLo

    nuevas ideas, hombres pasionales y violentos, pero honrados y sinceros. unos y otros deseaban derribar la tirana y poner fin al oprobio del presente.

    juan isidro jimenes revolucionaba en el exterior, no desalen-tado por el fracaso de la expedicin del Fanita, mientras Ho-racio Vsquez, llamado a simbolizar una poca, imprima en el cibao unidad y consistencia al movimiento oposicionista.

    era Horacio Vsquez un pequeo propietario que labraba per-sonalmente sus tierras, verdadero hidalgo campesino, de consti-tucin robusta, de aspecto procero, de vida austera y de mediana instruccin. Haba pasado cinco aos en el exilio, regresando a la patria desencantado, con la resolucin de consagrarse a sus faenas agrcolas; pero guardando dentro de s, a pesar de cierta torpeza en la accin y de una manifiesta facilidad para entusiasmarse hasta el herosmo o desalentarse hasta rayar en la cobarda, el espritu ms revolucionario y combativo de toda la historia dominicana. Tena entonces treinta y nueve aos y slo haba actuado en la poltica como figura secundaria. Su continente noble y atractivo y su inna-to don de mando le ganaron con facilidad muchos adeptos, inspi-rndoles una fe ciega en su hombra de bien y en sus principios.

    un hombre ms enrgico, de menos cultura, pero igualmente honrado, le secundaba: Ramn cceres, su primo hermano, hijo de Manuel altagracia cceres, prestante poltico asesinado vein-te aos atrs. Mon cceres, as se le llamaba, tambin cultivaba la tierra y traficaba entre Moca, La Vega y Santiago. cuando su recua marchaba por los caminos todos le cedan el paso, porque iba como un alud. impetuoso y decidido, era partidario de las re-soluciones radicales. De treinta y tres aos, todava no se le co-nocan actividades polticas, pero recordaba siempre, con dolor, el asesinato de su padre atribuido, sin razn, a Lils, perpetrado durante su internado en el colegio del Padre Billini.

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    en uno de los primeros das de julio de 1899 celebraba Mon cceres, en su casa de estancia nueva, el bautizo de su hija ana antonia. asista a la fiesta Horacio Vsquez. La esposa de aqul, tmida y poco deseosa de verlo mezclado en la poltica, observaba, con inquietud, las frecuentes conversaciones privadas de ambos, bajo un mamey. cuando se retir la concurrencia inquiri el tema tratado, dicindole ante sus evasivas: no te dejes conquistar por Horacio para una revolucin: a Lils no lo tumban si no lo matan y quin se atreve a matarlo? Yo, le contest l. La suerte del tirano estaba echada, la libertad y la patria haban encontrado un vengador.

    algunos das despus lleg Lils a Moca, procedente de La Vega, donde haba tomado a prstamo fuertes sumas de billetes del Banco nacional, para incinerarlos, con el fin de valorizar la moneda. Moca era entonces una villa de no ms de dos mil habi-tantes, pero rodeada de campos ricos, nutridamente poblados de pequeos propietarios, en su mayora de raza blanca, descendien-tes de canarios.

    Mon cceres haba organizado la conjuracin con mozos de la localidad, algunos en plena adolescencia. casimiro cordero, heroico joven llamado a altos destinos y malogrado ms tarde en las guerras civiles, Pablito arnaud, Vicente y Blas de la Maza, Doroteo Rodrguez y los hermanos Ramn y jacobito de Lara, el ltimo de diez y siete aos. Todos llenos de juveniles entusiasmos se alistaron en el grupo tiranicida. jos Brache, Secretario de la Gobernacin, tambin comprometido, se encarg de avisarles el momento oportuno.

    el 26 de julio, Lils, despus de haber terminado sus gestiones en Moca, estaba listo para partir. a las dos de la tarde dej su ca-ballo en el almacn de Lara Hermanos y fue a despedirse de don jacobo de Lara, quien, desconociendo la conjura, le present sus

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    hijos. Mon cceres aguardaba en la tienda del mismo seor de Lara. Lils andaba solo, como de costumbre, debiendo reunrsele sus edecanes en el camino. Bravo en extremo, de reconocida sangre fra, tirador excelente con la mano izquierda, pues tena la derecha inutilizada por un balazo, no tema a nada ni a na-die, acostumbrado a retar el peligro, marchando en los combates siempre al frente de sus tropas. jams quiso aparecer que se cuida-ba. al salir de la casa un mendigo le pidi una limosna. Mientras se la da ha se acerc Mon cceres, despus de ordenar al grupo no intervenir en la lucha, sino en el caso de verle sucumbir, pero jacobito de Lara corri precipitadamente de la tienda de su padre y a quema ropa hizo el primer disparo, hiriendo a Lils por la cabeza. aunque no le interes el crneo, lo puso en estado de semi-inconciencia. Mon cceres le atac de frente, disparando repetidas veces. Lils tir, ya herido de muerte, y mat invo-luntariamente al mendigo, tratando de avanzar sobre su agresor, llamndolo asesino y con la mirada llameante y el gesto colrico se desplom, sin un desmayo, en sus ltimos intentos de defen-sa. Bajo un nspero, a la salida del pueblo, aguardaba Horacio Vsquez, reunindose seguido al grupo, desde ese instante alzado en armas. Por la noche tirotearon la casa a donde se velaba el cadver, cuya mortaja cogi fuego al dispersarse los asistentes. el general Pedro Pepn lleg con una escolta y se lo llev para sepultarlo en la iglesia Mayor de Santiago.

    Se destacaron tropas en persecucin de los alzados; practicn-dose una batida en los campos, con los acostumbrados fusilamien-tos de infelices peones de las familias cceres y Vsquez. Horacio Vsquez y Mon cceres, acosados, pero resueltos a no caer vivos en manos de sus perseguidores, disolvieron el grupo y se retiraron a los campos de San Francisco de Macors, a ocultarse en la ha-cienda de Toms urea, en la seccin de el Pozo.

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    ii. La hegemona de ulises Heureaux haba durado veinte aos. en 1879 se levantaron en armas en Puerto Plata el general Gregorio Lupern y l contra cesreo Guillermo y lo derribaron, quedando triunfante el Partido azul. el Gobierno Provisional de Lupern tom excelentes medidas econmicas y acogi al educacionista y pensador antillano eugenio Mara de Hostos, bajo cuya direccin se fund la escuela normal. en las elecciones triunf el Padre Me-rio, quien lleno de idealismo y de desinters, se vio duramente combatido por los rojos (conservadores) y asumi la dictadura, distinguindose Lils, como Ministro de interior, tanto por su ta-lento y su bravura, como por la fra e implacable serenidad con que exterminaba a los prisioneros. Sus afortunadas campaas militares le llevaron al poder en las siguientes elecciones presidenciales, gobernando bastante bien en sus dos primeros aos, (1882-1884) y realizando obras de progreso. al expirar su mandato entreg el mando a su sucesor, de imperecedera memoria, Francisco Grego-rio Billini, quien respet las libertades pblicas, dio amnista a los perseguidos o acusados por delitos polticos y tuvo amplia transi-gencia para todas las opiniones, protegiendo especialmente, como Merio, la instruccin pblica. Lils no ocultaba su disgusto ante el nuevo giro de la poltica y haciendo uso de la fuerza militar quiso obligar al Presidente a que tornase el viejo camino de las re-presiones; pero ste prefiri renunciar y retirarse a su hogar, pobre y sin mancilla, dejando un alto ejemplo de civismo. Su sucesor, alejandro Woss y Gil, de talento y valor reconocidos, no pudo o no supo, sacudir la tutela del jefe omnipotente y le dej utilizar los resortes del poder para perseguir a sus contrarios. en las elecciones de 1886 se dividi para siempre el Partido azul, pues la rama libe-ral, con el concurso de la juventud intelectual, sostuvo la candi-datura del general casimiro n. de Moya, mientras los hombres de

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    armas y una minora postularon la de Lils. La eleccin de Moya, si haba libertad en los comicios, era segura, pero su adversario con la fuerza y el oro del Gobierno impuso su candidatura. Los vencidos, burlados en sus legtimas aspiraciones, apelaron a las armas. La revolucin de Moya, eminentemente popular, pareca triunfadora. Sin embargo, con audacia y actividad extraordinarias, derrotando a unos, sobornando a otros, buscando el apoyo de los rojos, Lils venci a su rival, inferior a l en dotes militares y en carcter, y qued dueo absoluto de la situacin. a partir de 1886 ocup la Presidencia, hasta su muerte en 1899, mediante sucesivas reelecciones, que se complaca en presentar como impuestas por el pas, deseoso de paz y de trabajo. Si hubo progreso material bajo su mando y se tendieron lneas frreas, fomentndose el cultivo del cacao y del caf y protegindose el establecimiento de cen-trales azucareros en el este, estrangul en cambio, las libertades pblicas, extremando paulatinamente las medidas tirnicas. Sa-crific en el patbulo a cuantos adversarios no pudo transformar en satlites suyos y pobl las crceles con los desafectos de me-nor importancia. contrat tambin numerosos emprstitos, cuyos fondos empleaba en comprar buques de guerra y armamentos y en sobornar con cuantiosas ddivas a cuantos podan obstaculizarle. con esa poltica corruptora desorganiz las finanzas nacionales, que manejaba como si fueran su peculio personal, para enriquecer a sus partidarios y a sus queridas y aduearse del pas en la forma ms completa.

    Durante sus ltimos aos los rasgos de su rgimen se perfilaron con tintes ms sombros. Las medidas crueles, los fusilamientos, los asesinatos nocturnos, adornados con burlas y sarcasmos para las vctimas, se multiplicaron, la sed de honores le domin, aun-que jams alcanz la megalomana de Trujillo. Se hizo conferir el ttulo de Pacificador de la Patria y otorgar una espada de honor

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    por el congreso nacional. Se dio el nombre de Pacificador a una provincia, el de Heureaux a una plaza pblica y mientras en car-navales, regios bailes y rumbosos bautizos el oro corra prdiga-mente, la hacienda vaciaba sus cajas, la deuda pblica creca sin cesar, pues no se pagaban intereses, elevndose hasta treinta y tres millones de dlares, suma exorbitante para la poca. Mal admi-nistrador en todos los aspectos, vio esfumarse tambin su fortuna personal, empezando entonces a tomar prestado a los amigos por l enriquecidos, quienes llegaron a temerle y a desear secreta-mente un cambio poltico. un trgico vrtigo pareca empujarlo hacia el final.

    Sin embargo, entre tantas sombras aparece de vez en cuando algn rayo de luz. Se brinda a Mart hospitalidad y recursos para la magna empresa a que haba consagrado su vida, permitindose la salida por Monte cristi de la expedicin que iba a libertar a cuba. Lils recibi al apstol a media noche, y despus de poner una suma en sus manos, le condujo hasta la puerta trasera de su residencia, dicindole al despedirse: el general Heureaux acaba de atenderlo y complacerlo, pero procure, seor Mart, que el Pre-sidente de la Repblica no lo sepa.

    ulises Heureaux haba nacido en Puerto Plata en el ao de 1845, tena, pues, a su muerte, cincuenta y cuatro aos. De origen humilde, negro de color, aunque con alguna sangre blanca hizo sus primeras armas en la guerra de la Restauracin a las rdenes del general Gregorio Lupern. obtuvo todos sus grados por mritos de guerra, en las filas del Partido azul, participando en el derroca-miento de los Gobiernos de Bez, Gonzlez y Guillermo. Sostuvo en el cibao, en campaa enrgica y valiente, al Gobierno del ms puro y civilista Presidente, ulises espaillat. Siempre victorioso lleg a convertirse en mulo de su viejo jefe, el glorioso Lupern, a quien acab por desterrar. Sabindolo ms tarde moribundo, en la

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    isla de Saint Thomas, fue a buscarlo para llevarlo a Puerto Plata, ciudad natal de ambos, a morir rodeado de honores. al llegar le dijo Lils: es la primera vez que un Presidente sale del pas a buscar a su enemigo, y el hroe le contest sencillamente: era tu deber!

    Su energa, su valor reconocido y ensalzado por sus propios enemigos, su talento natural, fino y agudo, su sangre fra, su gran-deza an en el mal, habran hecho de l un Presidente extraordi-nario, si a esas sobresalientes cualidades no hubiera unido una ca-rencia absoluta de sentido moral, que al servicio de una ambicin desenfrenada, le hizo cometer impvidamente los ms abomina-bles crmenes. en materia financiera esa negativa cualidad, que sus ya apuntadas dotes hacan ms temibles, le llev a emplear la corrupcin como arma infalible y favorita. Trataba primeramente de atraer al enemigo y cuando no lo lograba, recurra a la supre-sin violenta, al fusilamiento, al veneno, se ha llegado a afirmar, aunque tal vez sin fundamento.

    Despus de una larga paz, caso paradjico, se encontraban las arcas del tesoro totalmente vacas, y el pas inundado de billetes de Banco desvalorizados. La corrupcin implantada haba dado sus frutos.

    iii. A l morir ulises Heureaux asumi la Presidencia el Vicepresi-dente general Wenceslao Figuereo. el Gobierno de un mes de Manolao, como se le apodaba, fue la agona del lilisismo. el Pre-sidente ocasional figuraba en la poltica desde la Restauracin. Haba desempeado el Ministerio de interior y Polica con ces-reo Guillermo en 1878. en las sucesivas administraciones de Lils estuvo siempre al frente de la misma cartera hasta 1893 en que se le nombr Vicepresidente. De carcter conciliador y ecunime,

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    se haba enriquecido a la sombra del tirano, sin participar en sus crueldades, limitando sus actuaciones a un apagado papel para no despertar celos. al reunirse el consejo de Gobierno, despus del tiranicidio, el licenciado enrique Henrquez, Ministro de Rela-ciones exteriores, propuso la renuncia del Gabinete para brindar oportunidad al Presidente de escoger hombres nuevos, capaces de congraciarle con la opinin; pero aquellos Ministros no midieron las ventajas de una honrosa retirada y con un silencio egosta in-dicaron sus deseos de no desprenderse de sus carteras. a Manolao, sin entusiasmo alguno por la herencia que el acaso le haba depa-rado, le faltaron energas para despedir a sus viejos compaeros. La suerte del rgimen qued decidida.

    Se envi al cibao al general Tefilo cordero y Bid, Ministro de Fomento y obras Pblicas, para activar la persecucin de los hombres del 26 de julio; pero la indecisin reinante le impidi alcanzar el objetivo indicado. La larga paz haba embotado el es-pritu revolucionario y el audaz golpe de Moca no encontr eco inmediato. Horacio Vsquez y Mon cceres, al dirigirse a el Pozo, llevaban el propsito de obtener los medios de embarcarse por las costas de Matanzas, considerndose fracasados al no haber sido se-cundados; pero el destino haba dispuesto las cosas de otro modo.

    estaba al frente de la Gobernacin del entonces Distrito Paci-ficador Manuel Mara castillo, general de la Restauracin. Duran-te su mand, debido a su espritu de tolerancia, San Francisco de Macors fue refugio de quienes no se sentan garantizados en otros pueblos colocados baja la frula de ms recios jefes.

    Samuel de Moya, adversario del rgimen cado, al que haba combatido con las armas, jos Francisco Guzmn y Pelegrn cati-llo, dirigentes de la juventud franco-macorisana de la poca, cele-braron frecuentes entrevistas con Vsquez y con cceres, ponin-doles en contacto con Manuel Mara Ventura, el hombre de ms

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    prestigio entre los campesinos del Distrito, ganado por ellos para su causa. Ventura conferenci con castillo y lo convenci de dar paso al iniciado movimiento. el 18 de agosto entraron Vsquez y cceres en San Francisco de Macors con los jvenes mocanos del 26 de julio; el pas comenzaba a despertar!

    Zoilo Garca capitul en La Vega ante una comisin enviada a intimar la rendicin integrada por jos F. Guzmn, Domingo Ferreras y juan a. Martnez.

    en Santiago los generales Pedro Pepn y Miguel andrs Pi-chardo presentaron la resistencia final; pero la revolucin mar-chaba arrolladora e incontenible. Despus de un corto combate, en que pereci el general andrs Regalado, las fuerzas lilisistas se rindieron. el general Horacio Vsquez asumi el mando como Presidente del Gobierno Provisional, constituido con el siguiente gabinete: interior y Polica, jos Brache; Relaciones exteriores, li-cenciado Domingo Ferreras; justicia e instruccin Pblica, licen-ciado jos Mara nouel; Hacienda y comercio, Samuel de Moya; Guerra y Marina, Ramn cceres; Fomento y obras Pblicas, ar-turo Zeno y correos y Telgrafos, jos Francisco Guzmn. Todos carecan de antecedentes polticos y eran jvenes, pues ninguno tena cuarenta aos. Guzmn apenas contaba veinte y seis. en la capital la juventud se agitaba mientras el Gobierno vacilaba ante la negativa del Presidente a dictar medidas violentas. Pareca pro-curarse nicamente amortiguar la cada del rgimen.

    el 31 de agosto se organiz en el casino de la juventud una manifestacin encabezada por Miguel ngel Garrido, irreductible periodista y escritor, Flix e. Meja, abraham Santamara, jos Dolores alfonseca, hijo y otros ms, la cual se dirigi a la Gober-nacin para pronunciar la ciudad. all arrojaron por el balcn un retrato de Lils en traje militar, que despedaz la multitud enfure-cida. Despus recorrieron las calles, lanzando vivas y mueras. en

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    la Plaza Heureaux el joven jos Dolores alfonseca, subido en un barril, invit a los manifestantes a aplicar sanciones y darle ms radical matiz al movimiento. Los faroles con el nombre del tirano fueron rotos. La juventud desbordada, se encamin a las casas de los ms sealados lilisistas, acusados por la voz popular, unos como coautores de los crmenes cometidos, otros de peculado y los ms por su servilismo, y las apedre, rompiendo los cristales, conside-rados entonces como artculos de ostentacin y de lujo. La casa del general Figuereo fue respetada, bien por su actitud concilia-dora, bien porque una guardia azuana le cuidaba, vindose a doa candelaria Pimentel de Figuereo, arma en mano, acompaar a su esposo en sus medidas defensivas.

    Se encarg de la direccin del Gobierno, en espera de las fuerzas revolucionarias cibaeas, una junta formada por el general Pedro Mara Meja, el licenciado lvaro Logroo, don Mariano cestero y el general arstides Patio.

    Das despus, el 5 de septiembre de 1899, desfilaban triun-fantes, por la calle de el conde, los generales Horacio Vsquez y Ramn cceres, en medio del ms delirante entusiasmo. Flores y coronas de laureles llovan sobre los vencedores; todos queran conocerlos. Hubo ancianas, madres o viudas de las vctimas de la derribada tirana, que se precipitaron a la calle, queriendo besar la mano vengadora de Mon cceres. a partir de esa fecha, la capital se convirti en el ms firme baluarte del horacismo que naca.

    el Gobierno Provisional de Horacio Vsquez hizo frente a la crisis econmica, retirando de la circulacin los depreciados bi-lletes de Banco, cuya amortizacin fue decretada en forma equi-tativa. Se estableci el cambio de la moneda nacional a razn de cinco pesos, que el pueblo llamaba clavaos, por un dlar oro. el sistema aduanero fue reorganizado, fijndose la proporcin de los derechos a pagar en oro y plata. con la, supresin del fraude y el

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    contrabando, merced a la designacin de un nuevo personal honrado y eficiente, los ingresos fiscales aumentaron grandemente.

    Se llam a eugenio Mara de Hostos, entonces en Mayagez, para encargrsele de la Direccin de la enseanza, con benepl-cito general. Pas, discpulos, reclmanlo, se le deca. el seor Hostos no pudo or inmediatamente aquella invitacin, como lo indica en su hermosa carta a Horacio Vsquez del 19 de septiem-bre de 1899, porque sus deberes de puertorriqueo exigan su pre-sencia a su isla, donde, exclama l, la patria se me escapa de las manos. Sin embargo, pronto estar nuevamente al servicio de su obra educadora. en esa carta, en las que dirigi a don Federico Henrquez carvajal, a los fundadores de la Liga de ciudadanos, sociedad nacida al calor de sus doctrinas en aquellos momentos de entusiasmo cvico, y a su discpulo Domingo Ferreras, entonces Ministro Relaciones exteriores, manifiesta su fe en el porvenir de su ideal de confederacin de las antillas, su solidaridad con la obra redentora de la revolucin tiranicida y dicta a gobernantes y discpulos todo un programa cuajado de nobles ideales, de fe en el mejoramiento de nuestros pueblos, aconsejndoles dar auge a la enseanza popular; reimplantar un rgimen jurdico, pero sin abrir un perodo constituyente promotor de trastornos e inquietu-des, declarando restablecida la constitucin que debe conside-rarse suspendida durante el rgimen de la tirana y que ha de ser expresa, especial y solemnemente restaurada. Les indica tambin que deben proceder a la distribucin de tierras y auspiciar la inmi-gracin para fomentar la creacin de la pequea propiedad y a la descentralizacin de las funciones gubernativas.

    Los exilados polticos regresaron, entre ellos: juan isidro jimenes, que iba a ser electo Presidente; Damin Bez, antao terrible Gobernador de la capital, entonces, despus de estoico exilio de veinte aos en curazao, correcto ciudadano; ignacio

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    Ma. Gonzlez, ex-Presidente de la Repblica, cuyas manos no se haban jams manchado con sangre, salvado providencialmente del trgico fin que le reservaba Heureaux; eugenio Deschamps, orador de palabra tribunicia y panfletario, autor de el Rprobo que le vali sus heridas del pecho, nunca cicatrizadas, recibidas en Ponce, Puerto Rico, de manos de guila Blanca, asesino al servicio de Lils; los Presbteros armando Lamarche, buen orador sagrado y carlos F. Morales Languasco, quien haba servido la Pa-rroquia de Maiqueta, en Venezuela, e iba a trocar la sotana por la espada y alcanzar la Presidencia de la Repblica. Don Gerardo de Marchena y el doctor Pedro emilio Marchena, hermano e hijo, respectivamente del ejecutado general eugenio Generoso de Mar-chena y otros ms.

    Las crceles se vaciaron, aunque no encerraban sino personas de poca significacin, olvidadas en sus calabozos por largos aos; Lils, a sus enemigos notables o temibles, se los ganaba o los supri-ma; a la juventud intelectual, que le lanzaba alusiones o velados reproches por la prensa, como Miguel ngel Garrido, jacinto R. de castro, jos Dolores alfonseca y otros tantos, los arrestaba por corto tiempo.

    La prensa recobr su libertad, perdida desde los das del Go-bierno de Billini. apareci el nuevo Rgimen, dirigido por Ra-fael justino castillo, Presidente de la Liga de ciudadanos, desti-nado a predicar las teoras constitucionales de Hostos y a llevar a las masas, con lenguaje vibrante y criterio inexorable, el anatema de la juventud revolucionaria contra el rgimen lilisista. Se pu-blicaron tambin, en hojas sueltas, canciones y dcimas contra el tirano y sus ms destacados servidores, que repetan por las calles y frente a las casas de los aludidos, pilluelos, beodos, y las cocineras y sirvientas mientras llenaban sus oficios domsticos. Redactaba La Bomba, agresivo semanario, Marianito Soler y

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    Merio, poeta de veinte y dos aos, principal compositor de las canciones en boga. La Bomba pas en sus ataques del campo poltico al personal y su imprudente Director, toda una esperanza para las letras patrias, fue muerto a balazos por los miembros de una familia que haba injuriado sin razn.

    el general Vsquez, dando un alto ejemplo de desinters y sin or los consejos de viejos polticos, de lanzar su candidatura a la Presidencia de la Repblica, postul la de juan isidro jimenes, aceptando la Vicepresidencia. electos ambos para el perodo 1899 a 1903, el 20 de noviembre entreg el mando al Presidente jime-nes, despus de un ejemplar gobierno de tres meses, de reorgani-zacin econmica y libertad absoluta, regresando a sus labranzas cibaeas. Le falt para dejar cumplida su misin, haber liquidado el lilisismo, sin arbitrariedades, ni injusticias; pero con la aplica-cin de sanciones judiciales a los autores de crmenes odiosos y la reintegracin al erario nacional, con el producido de las ventas de los bienes de los depredadores, de las cuantiosas cantidades de-fraudadas. el lilisismo vencido, pero poderoso todava, gracias a la indulgencia e imprevisin del juvenil gobierno del 26 de julio, habra de levantar cabeza nuevamente en la sangrienta jornada del 23 de marzo.

    iV. Tena don juan isidro jimenes, al ser electo Presidente, cin-cuenta y cuatro aos. De color blanco, alto de estatura, de vien-tre abultado, bigotes y cabellos grises y distinguidos modales, su figura impresionaba favorablemente. era hijo de Manuel jimenes, prcer del 27 de Febrero y Presidente de la Repblica de 1848 a 1849. Desterrado su padre por Santana se domicili en Hait du-rante su infancia y los primeros aos de su juventud, conservando

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    una pronunciacin afrancesada. De mediano intelecto, pero de reconocida capacidad comercial, ferviente y sincero en su religio-sidad, austero en su vida de hogar, era un hombre de bien. Se ha-ba dedicado a actividades mercantiles, fundando en Monte cristi una casa comercial reputada como la ms importante del cibao, con sucursales en diversas ciudades y oficina en Pars. en la poca de mayor apogeo, cuando los cortes de campeche daban prosperi-dad a la regin noroestana, se le calculaba un capital de un milln de dlares. apartado de la poltica durante largos aos, slo figur en un gobierno revolucionario de Lupern, en Monte cristi, en las postrimeras de los seis aos de Bez. estuvo en buenas relaciones con Lils, prosperando a su sombra, nica forma de comerciar con buen xito en la poca. Ms tarde, se distanci de l. entonces sus negocios empezaron a declinar. Su firma fue declarada en quiebra. arruinado, abandon el pas, dedicndose a revolucionar en el ex-terior, en lo que consumi el resto de su fortuna.

    el 2 de junio de 1898, a media noche, lleg jimenes a Monte cristi, en el vapor Fanita, al frente de una expedicin revolu-cionaria. Sorprendieron la guarnicin e hicieron preso al Gober-nador, general Miguel andrs Pichardo. como don juan isidro careca de aptitudes militares y era incapaz de medidas enrgicas o de carcter represivo, no persigui a las autoridades subalternas, respetando la vida de Pichardo, quien, pasada la sorpresa, fue liber-tado por los agentes del Gobierno, despus de derrotar stos a los expedicionarios. Ya de retirada perecieron en los botes agustn Mo-rales, Remigio Bez y otros. jimenes logr escapar, pero a los dems que quedaron en tierra, los ejecut el mismo general perdonado por ellos. Slo se salv Manuel de j. Mercado por la intercesin a su favor, con el general Heureaux, de la sociedad santiaguera.

    La expedicin del Fanita, a pesar de su fracaso, seal a su organizador, en aquellos momentos de desorientacin, cmo el

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    hombre capaz de preparar otra que pusiera fin al rgimen lilisista. Si el 26 de julio inici el prestigio del general Horacio Vsquez, ella fue la gnesis del jimenismo. aos ms tarde, cuando un ji-menista quera hacer notar la antigedad de su filiacin poltica, deca: Yo soy bolo del Fanita.

    Se nombr el siguiente Ministerio: interior y Polica, general Luis Ma. Hernndez Brea; Relaciones exteriores, doctor Francisco Henrquez y carvajal; justicia e instruccin Pblica, licenciado lvaro Logroo; Fomento y obras Pblicas, licenciado F. Leonte Vsquez; Hacienda y comercio, Federico augusto Gonzlez; Gue-rra y Marina, general jos Brache; correos y Telgrafos, eugenio Deschamps. el general Horacio Vsquez fue nombrado Delegado del Gobierno en el cibao; el general Pedro Ma. Meja, Goberna-dor de Santo Domingo y el general Ramn cceres, Gobernador de Santiago.

    era jimenes de temperamento liberal, respetuoso de la ley, tendencias que su larga permanencia en Pars haban robustecido. Pero iniciado en la poltica despus de los cincuenta aos, careca de experiencia y de tacto para resolver los problemas que hubo de afrontar, faltndole tambin amplitud de visin para medir, con exactitud, su posicin respecto a las fuerzas que le haban elevado. en su primer gabinete quiso complacer al general Vsquez con la designacin del licenciado Leonte Vsquez; pero si los dems Ministros eran hombres de opinin, representativos de diversas tendencias, la juventud iniciada en la vida pblica el 26 de julio, que encarnaba el ideal renovador de la Revolucin, no encontr cabida en el Ministerio, pues jos Brache, partcipe en la conjura-cin tiranicida, no poda ser considerado como su representante.

    el congreso, electo por unnime y desinteresada seleccin, ha sido calificado como el ms notable de la Repblica desde su fundacin. casi todos eran hombres nuevos en la poltica. Sin

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    datos escritos y en la imposibilidad actual de procurarlos, nos limitaremos a citar algunos: el Presbtero Rafael c. castellanos, orador fogoso y elocuente, de honradez y patriotismo ejemplares; el Presbtero carlos F. Morales, que como hemos dicho abandon los hbitos; el licenciado emilio Prudhomme, autor de la letra del Himno nacional; el licenciado Rafael justino castillo, periodista de combate y despus recto Magistrado; el licenciado elas Bra-che, hijo, combativa y combatida figura del jimenismo, de fcil y galano verbo, que de la oposicin sali a ocupar el Ministerio de Hacienda, como gesto de acercamiento del Gobierno al congre-so; el licenciado jos Ma. cabral y Bez, de lgica contundente en sus argumentaciones; casimiro cordero, de palabra vehemente, pronto a la accin; jos Francisco Guzmn, idealista y generoso; Pelegrn castillo, sinceramente agresivo y apasionado. emilio coradn, autor de una interpelacin de carcter econmico, magistralmente sostenida; Fidelio Despradel, lder jimenista de limpias actuaciones. Todos despus figuras sobresalientes de la era historiada.

    jimenes mantuvo la libertad de prensa implantada por el Go-bierno del 26 de julio. Tirbanse numerosos peridicos, adversa-rios o partidarios de la situacin imperante. entre los primeros se contaba el nuevo Rgimen, que segua dirigiendo castillo, La Bandera Libre, de Fabio Fiallo, tan buen periodista como exquisito poeta, incorporado al movimiento renovador; La Re-dencin peridico santiaguero, en cuyas columnas sostuvo ruda campaa de oposicin Federico Velzquez y Hernndez. entre los segundos se destacaban La Maana, desde donde contraataca-ban las chispeantes plumas de Miguel e. alfau (juan Sinsonte) y Lorenzo Despradel (Muley); La Picota, del periodista espaol j. Daz Valdepares, sazonado con caricaturas, agresivo y de ideas reaccionarias y el combate, donde doctrinaba y combata el

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    doctor Francisco Henrquez y carvajal, la ms alta mentalidad del Gobierno, que con los seudnimos de Cayacoa y Cotubanam colaboraba tambin en otros peridicos, en defensa de su plan de arreglo de la deuda exterior.

    Se entablaron apasionadas polmicas entre libre-pensadores y catlicos, alrededor de Hostos y sus enseanzas, algunas de las cuales culminaron en lances personales. el normalista dirigido por el Maestro con la colaboracin de sus ms brillantes discpulos, como amrico Lugo, sostuvo constantes polmicas con antonio alfau y Baralt, defensor de la enseanza religiosa y del pasado, a quien respaldaban M. de j. Galvn y Fco. javier amiama.

    La juventud capitalea no amaba a jimenes. con sus ribetes de libre pensamiento y la intolerancia propia de los aos se bur-laba de la sincera piedad del Presidente, que asista a misa arro-dillado en su reclinatorio y con libro de oraciones en las manos. Se le tildaba de dbil, de clerical, se sospechaba, sin razn, de su pulcritud en el manejo de la cosa pblica, recordndose su larga carrera comercial. Se le atacaba en fin, dura y diariamente, en el congreso y en la prensa. Tambin se combata reciamente al doctor Francisco Henrquez y carvajal, Ministro de Relaciones exteriores, cuya influencia era preponderante. Los jvenes del 26 de julio des-confiaban de l, acusndosele de haberse beneficiado del rgimen fenecido, yndose a europa, pensionado por Lils como preceptor de su hijo; sin considerar, que su temperamento liberal y su amplia cultura orientaban al Gobierno en sentido democrtico y sostenan aquel ambiente civilista. junto a l inspiraban tambin al Presiden-te: lvaro Logroo, austero y honrado, enemigo de los jvenes nor-malistas y eugenio Deschamps, de insospechable antililisismo, pero desdeoso de los hombres de accin de Vsquez y cceres.

    Los amigos y deudos de jimenes compartan las ideas del doc-tor Henrquez y de Deschamps. ciegos ante la realidad poltica

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    de la hora, robustecidos por la oposicin horacista del congreso, inclinaban la vacilante voluntad del Presidente, extempornea e impolticamente, hacia una candidatura Henrquez-Deschamps, sin detenerse a meditar que las circunstancias creadoras del rgi-men imperante sealaban a Horacio Vsquez como natural suce-sor de jimenes.

    en el campo administrativo se abolieron los derechos de ex-portacin, que gravitaban pesadamente sobre la economa nacio-nal. el cacao, el caf y el tabaco, por esta medida, y por el alza en los mercados europeos, se vendieron a muy buenos precios, crean-do bienestar en las regiones cibaeas. Los agricultores de Santia-go, La Vega, Salcedo y San Francisco de Macors lo atribuyeron a sabia gestin del Presidente, cuya capacidad comercial era noto-ria. aos ms tarde, en las elecciones de 1914, esa recordada alza arrastr millares de votos campesinos a favor de la candidatura de jimenes.

    Tuvo el Gobierno dificultades, desde sus comienzos, con los acreedores extranjeros. Primeramente el cnsul francs exigi el pago inmediato de la reclamacin caccaveli, con amenazas de incautarse de los fondos aduaneros y bloquear a Santo Domingo. Mediante una suscripcin popular se le pag y los buques france-ses se retiraron. Despus hubo de enfrentarse a la improvement & co., compaa americana que haba obtenido de Lils contratos leoninos, la cual, por medio de la Regie, recaudaba las entra-das aduaneras. como los belgas, tenedores de bonos, la desauto-rizaran, el Gobierno dominicano, por decreto del 10 de enero de 1901, asumi la recaudacin directa de esos fondos. entonces, para negociar con los tenedores extranjeros de bonos domini-canos y con la mencionada compaa, sali al exterior el doctor Francisco Henrquez y carvajal, quien suscribi dos contratos ad-referndum, uno con los tenedores de bonos europeos y otro con

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    la improvement co. en el congreso fueron acaloradamente discutidos, con la interpelacin de los Ministros, que haban intervenido en el asunto, siendo finalmente rechazado el de la improvement y aprobado el celebrado con los tenedores eu-ropeos. el motivo principal aducido para el rechazo fue el de darle tres meses a la improvement para presentar sus cuentas, cuando se quera que lo hiciera previamente y de seguida. Tambin se juzgaba peligrosa la clusula relativa al arbitraje; pero sobre todo la opinin popular clamaba por su rechazo, porque crea que nada se deba a aquella odiada compaa americana. Los hombres de la oposicin suelen tomar actitudes radicales, a veces erradas, en cuestiones que afectan el patriotismo, aunque luego, al gobernar a su vez, reconoz-can su error y traten de hacer lo que antao haban combatido. Los acontecimientos posteriores y la convencin han demostrado que ambos convenios debieron ser aprobados. Sin embargo, hay que reconocer que la opinin de Hostos, adversa a la improvement, impuls a sus discpulos a combatir el tratado concertado con ella.

    Se proyect organizar un partido poltico, denominado Re-publicano, integrado por los amigos de jimenes distanciados del Vicepresidente Vsquez y algunos intelectuales, de procedencia lilisista, empeados en separar a estos hombres. el programa, lle-no de promesas, fue redactado, segn afirma Bernardo Pichardo, por el licenciado Manuel de jess Galvn, notable literato, pero de reconocidas ideas conservadoras. Lo indicado era la formacin de un partido nacional, de programa ampliamente liberal y de-mocrtico, dirigido por jimenes y por Vsquez, cimentado en la juventud que hizo la revolucin. as se habra robustecido, con caracteres de perdurabilidad, la unin de los dos hombres de ms prestigio en el nuevo rgimen, para lo cual era tambin indispen-sable implantar el principio, salvador para nuestras democracias, de la alternabilidad en el mando, con la definitiva condenacin

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    de todo intento reeleccionista, siempre provocador entre nosotros de la guerra civil, que la revolucin del 26 de julio, un paseo triun-fal e incruento, haba mantenido apagada. La nueva generacin poltica, cuyos evangelios eran las lecciones de Derecho cons-titucional de Hostos, vidamente recogidas de los propios labios del insigne maestro, habra cumplido y respetado, con sinceridad y buena fe, la plataforma adoptada. Pero un organismo, en gran parte integrado por lilisistas y oportunistas, aunque contare en sus filas una minora de idealistas, no poda revestir sino caracteres de maniobra poltica, tendente a escalar el poder por la definitiva separacin de jimenes y Vsquez. en las elecciones municipales, de fines de 1901, esa divisin se hizo patente. en la capital se pre-sentaron dos candidaturas: la obrera, sustentada por los partida-rios de jimenes y la Popular, por sus adversarios. La Ley electoral, obra del pasado rgimen, en lugar de garantizar la libertad de los comicios e impedir los fraudes, ms bien tenda a lo contrario. no exiga inscripcin previa de los votantes y estableca una sola mesa electoral en cada comn. La mayora de los capitaleos sim-patizaban con Horacio Vsquez y en unas elecciones sin fraudes habra triunfado ampliamente la candidatura Popular; pero como a despecho de los incidentes suscitados sta iba arriba en las urnas, el ltimo da de elecciones, el Gobierno envi los soldados del ejrcito a votar por la candidatura obrera. estos votos, admiti-dos con la protesta de los lderes de la otra candidatura, dieron el triunfo a la oficial; pero ahondaron, hacindola ya definitiva, la divisin entre jimenes y Vsquez.

    Desde los primeros das del Gobierno, los lilisistas lanzron-se a algunas intentonas revolucionarias, fcilmente debeladas, sin las acostumbradas represiones, pues tanto el Presidente ji-menes como el Vicepresidente Vsquez, comandante de las fuerzas militares del cibao, eran enemigos de fusilamientos. Slo

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    revisti alguna importancia la iniciada en Barahona por el general carlos alberto Mota, antiguo lilisista.

    Para poner fin a las interminables disputas fronterizas los gobier-nos, dominicano y haitiano, designaron comisiones, con el encargo de trazar los lmites entre ambos pases, restableciendo las antiguas mojonaduras y respetando las posesiones actuales, separadas en el norte por la lnea del Tratado de aranjuez. La comisin domi-nicana la integraban el general casimiro n. de Moya, licenciado emilio e. joubert y Federico Llins. apenas iniciaron sus trabajos, se suscit un incidente en Pitobet, al querer los delegados haitianos enmarcar, dentro de su territorio, unas isletas formadas por el Ro Masacre, lo que no aceptaron los dominicanos. nuestro pueblo se alarm. el general Vsquez acudi a la frontera, al frente de mi-llares de hombres, mal armados y carentes de toda disciplina; pero movidos del invencible odio profesado por los dominicanos, desde el degello de Moca y la invasin de Boyer, contra los vecinos de occidente. La cancillera haitiana no deseaba un conflicto arma-do y ante la resuelta actitud de los dominicanos dio satisfacciones, pero al retirar sus delegados, sin designar otros, desisti de buscar pacfica y amigable solucin a la vieja disputa de lmites.

    La situacin careca de firmeza. Las frecuentes crisis ministe-riales restbanle estabilidad y eran el mejor indicio de la divisin entre los dirigentes, que empebanse en evitar algunos hombres serenos y bien intencionados, como el licenciado Manuel ubaldo Gmez, Ministro de interior y Polica en el ltimo gabinete; pero las pasiones y los intereses de sus respectivos amigos empujaban tanto al Presidente como al Vicepresidente, ambos de vacilante vo-luntad, hacia una actitud de intransigencia. La oposicin horacista en el congreso irritaba a jimenes, quien la atribua a inspiraciones de Horacio Vsquez, cuando todo lo contrario, ste era ms bien impulsado por sus diputados. amigos apasionados, inconscientes

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    de su perniciosa labor, atizaban el fuego. Haba otros, que seguros de ocupar posiciones de primera fila al quedar eliminado el contra-rio, laboraban intencionalmente por el rompimiento. Por ltimo, el lilisismo, al atisbo de propicia ocasin para intervenir de nuevo en la vida pblica, azuzaba maquiavlicamente a ambos bandos.

    el 17 de marzo de 1902 el congreso aprob un voto de cen-sura al Presidente, fundndose en que se haba excedido en sus prerrogativas constitucionales, hacindolo responsable del dficit existente por haber autorizado ilegalmente el aumento de varios sueldos de empleados pblicos.

    La crisis se agravaba por momentos, se deca que si Vsquez iba a la capital lo prenderan. el general Manuel de j. castillo, jefe comunal de San cristbal, fue llamado por el Gobierno y, al intentar arrestrsele en la Gobernacin de Santo Domingo, escap a caballo, cruzando varios disparos con oficiales de la Po-lica. Los amigos del Presidente, agrupados alrededor del doctor Henrquez y carvajal, exigan una actitud resuelta, mientras en el cibao Mon cceres y varios gobernadores presionaban al Vi-cepresidente para que se alzara en armas. Pero Horacio Vsquez vacilaba; un da aceptaba el rompimiento; al siguiente desista y quera entrevistarse con jimenes. al fin, el 26 de abril de 1902, se levant, lanzando un manifiesto revolucionario, siempre usual en esos casos. acusaba a jimenes de mala administracin econmica, de haber defraudado los ideales del 26 de julio y de violacin de las libertades pblicas. inici la insurreccin el general cceres en Santiago, tocando llamada en la Fortaleza San Luis. como el nmero de los ciudadanos que acudieron fue escaso, sali a caballo y repartiendo planazos a diestra y siniestra, penetr en los cafs, billares y plazas pblicas, enviando la gente a la Fortaleza. Tales procedimientos definieron a aquella ciudad como baluarte jime-nista, a pesar de haberle dado al horacismo sus mejores espadas.

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    en Moca, San Francisco de Macors y La Vega, las autoridades se pronunciaron por la revolucin. en Monte cristi, el coman-dante de armas, general andrs navarro, despus audaz lder ji-menista, destituy al Gobernador y se levanto tambin. a Puerto Plata la defendi valerosamente eugenio Deschamps con el con-curso de los generales lilisistas Pedro Pepn y Poln espaillat, quie-nes marcharon al encuentro de las tropas de Mon cceres, siendo vencidos en los combates de aguacate y altamira. el general Luis Ma. Hernndez Brea, en el este, secundado por el Gobernador de el Seibo, general julin Zorrilla, se adhiri a la revolucin, mar-chando sobre San Pedro de Macors, despus de derrotar las tropas salidas a su encuentro. en la capital una parte de la juventud, casi toda horacista, se sali a los campos, bajo la direccin de casimiro cordero. con el contingente revolucionario de Ban derrotaron en Haina al general Luis Felipe Dujarric.

    Las tropas del cibao, al mando del general Horacio Vsquez, marcharon arrolladoras sobre la capital, incorporndosele los ge-nerales lilisistas Miguel andrs Pichardo y juan Francisco Sn-chez. al llegar a las alturas de San carlos tuvieron un encuentro con las tropas del general Rafael Rodrguez y Rodrguez, siendo estas ltimas totalmente vencidas.

    jimenes se sinti cado ante la fcil derrota de sus partidarios. cuando llegaron las fuerzas revolucionarias cerca de la capital, quiso evitar intiles derramamientos de sangre, y negoci una ca-pitulacin, renunciando a la Presidencia, el 2 de mayo de 1902. casi seguido se embarc para el extranjero acompaado por su honorable familia. Haba cometido errores de bulto en su polti-ca, contribuyendo imprudentemente a precipitar la ruptura con el Vicepresidente, de funestas consecuencias; pero sus manos no se mancharon con sangre ni con oro, pues sali pobre y arruinado del mando, como haba entrado.

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    La mayor responsabilidad en aquella escisin le cabe a Horacio Vsquez. no hubo traicin de su parte, como han afirmado sus adversarios. el no deba su posicin a jimenes; estaba en el Go-bierno, que l mismo haba creado, por propio derecho, no por haberle hecho aqul depositario de su confianza y al levantarse en armas slo agreg una pgina ms a la luctuosa historia de nuestras revoluciones. Pero como no se haba implantado un rgimen tir-nico y faltaban ao y medio para terminar el perodo constitucio-nal, debi contener a sus amigos, revestirse de paciencia, esperar las elecciones presidenciales, y slo recurrir a las armas en caso de no tener efecto el proceso electoral en un ambiente de completa libertad. el bien del pas as lo exiga. antes de encender nueva-mente la guerra civil, despus de veinte aos de paz, debi impo-nerse toda clase de sacrificios; apoyar al Gobierno, guardando en todo caso una actitud exclusivamente defensiva.

    Debe reconocerse, sin embargo, que sin una ley electoral efi-ciente, sin inscripciones previas, con una poblacin analfabeta para la poca en un 90%, la libertad y la sinceridad de las elec-ciones eran muy dudosas. De haber lucha electoral, no era difcil vaticinarlo, degenerara en guerra civil. Por eso habra sido prefe-rible, al cumplir jimenes su perodo, elegir Presidente, sin presin alguna, pero sin disputa, los amigos de ambos, a Horacio Vsquez, manteniendo lejos del poder al lilisismo y robusteciendo paula-tinamente el ambiente civilista creado por la Revolucin del 26 de julio. Desgraciadamente, ambos caudillos, si bien intenciona-dos, honrados y austeros, carecan de capacidad suficiente para apreciar sus verdaderos intereses y del tacto necesario para limar asperezas; se dejaron influir por los hombres y por las circunstan-cias, dividiendo al Pas en dos banderas polticas, marcadamente personalistas. el ensayo de gobierno civil haba fracasado!

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    i.P udo el Vicepresidente asumir con apariencias de legalidad la Presidencia, pero como se quiso dar carcter de renovacin purifi-cadora a la revolucin triunfante y exista un anhelo de reformas, todava insatisfecho, opt por prescindir momentneamente del ropaje constitucional y establecer un Gobierno Provisional para convocar a elecciones de una asamblea constituyente. abriga-ba tambin, deca a sus amigos, el propsito de recomendar a la nacin, practicadas las reformas, un ciudadano austero y civilista para la Presidencia constitucional y retirarse a sus trabajos agrco-las. Pensaba en don Toms cocco, de Puerto Plata.

    el gabinete nombrado fue el siguiente: interior y Polica, general casimiro cordero; Relaciones exteriores, general juan Francisco Snchez; justicia e instruccin Pblica, licenciado jos Mara cabral; Fomento y obras Pblicas, jos Francisco Guzmn; Hacienda y comercio, licenciado emiliano Tejera; Guerra y Ma-rina, general Miguel andrs Pichardo; correos y Telgrafos, li-cenciado Rafael justino castillo. cordero, Guzmn, cabral y cas-tillo pertenecan a la generacin del 99, aspiraban a implantar los principios de Hostos. Don emiliano Tejera, de la generacin de la Restauracin, haba militado muy poco en la poltica activa, pero tena en su haber una meritoria labor intelectual. Por la austeridad

    caPTuLo ii el retorno de las Guerras civiles

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    y rectitud de su vida y por su patriotismo insospechable, ha sido de los hombres que han contribuido a formar la conciencia nacional y ha gozado de justsimo prestigio en la opinin. Su ideal poltico era la implantacin de una repblica catoniana. Snchez, hijo del glorioso mrtir de el cercado, haba servido a Lils y derrochado a su sombra una fortuna, sin participar en sus crueldades. el ge-neral Pichardo haba desempeado con Lils la cartera de Guerra y Marina y la Gobernacin de Monte cristi. Se le consideraba la mayor capacidad militar de la poca; pero careca de entusiasmos por la causa horacista, sobre todo cuando vio alistarse en las filas contrarias a sus viejos compaeros de armas: Woss y Gil, jos Do-lores Pichardo y Pedro Pepn.

    como la acusacin de haber incurrido el Gobierno anterior en mala administracin econmica fue uno de los pretextos in-vocados por la revolucin, y como en el gabinete privaba un cri-terio puritano, cuya figura representativa era don emiliano, crite-rio condensado en el lema del horacismo de entonces: orden y Honradez, se hizo un reajuste del Presupuesto, con la supresin de todo cargo intil. Se redujeron los sueldos en una proporcin que casi no les permita vivir a los empleados de la nacin. el Presidente devengaba trescientos pesos mensuales y los Ministros ciento cincuenta. Se escogieron como interventores de aduana y administradores de Hacienda a personas de bien sentada repu-tacin. economizar fondos para un arreglo con los acreedores ex-tranjeros, y restablecer nuestro crdito, era el propsito primordial de aquel Gobierno. Los bonos dominicanos se cotizaron en alza en los mercados del exterior.

    el Ministro de justicia e instruccin Pblica, cabral Bez, inspirado por Hostos, hizo promulgar una nueva Ley de instruc-cin. Devolvise su nombre a la escuela norma, transformada por Lils, para borrar el recuerdo del maestro en colegio central,

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    confindosele la direccin al propio fundador. Se cre la escuela de Bachilleres, que dirigi don Federico Henrquez y carvajal y mejorse el instituto Profesional, aumentndose los cursos y exi-gindose ttulos universitarios para el desempeo de las ctedras. a los antiguos profesores se les confiri, de jure, la licenciatura; pero Monseor de Merio, su Rector y fundador, negse a acep-tarla, renunciando el cargo y la ctedra. no dejaron de pesar en esta resolucin sus opiniones polticas, adversas al rgimen. Se nombr en su sustitucin al licenciado apolinar Tejera. el Minis-tro de interior, casimiro cordero, estudiante de derecho, asista a las ctedras de esa facultad.

    Desde muy temprano comenz la reaccin contra hombres del 26 de abril. aunque el Gobierno contaba en cada ciudad con un grupo de jvenes dispuestos a defenderlo hasta con el sacrificio de sus vidas, el pas, excepto la capital y Moca, le era adverso. Los caciques lilisistas, que contaban con los campesinos, a ellos atados con lazos de compadrazgo y gratitud por pequeos favo-res, abstuvironse de intervenir en la poltica mientras jimenes y Vsquez estuvieron unidos. cuando por la revolucin del 26 de abril el elemento radical, a quien atribuan su cada, asumi la direccin, empezaron a conspirar, sumndose a los jimenistas, y con los resortes de su dinero y su ascendiente excitaron al pueblo contra el Gobierno.

    el general andrs navarro era Gobernador de Monte cristi. Rico y prdigo, gozaba de prestigio en la regin. Poco avenido con las normas de rectitud de la nueva situacin, quiso disponer a su antojo de los fondos de la administracin de Rentas unidas, a cargo de Federico Velzquez y Hernndez, quien se neg a facili-trselos, quejndose al Gobierno. navarro fue llamado a la capital y destituido. al regresar a Monte cristi se levant, prendi y puso grillos a Velzquez y a Santiago Guzmn espaillat, Procurador

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    Fiscal, exigindole al primero la entrega de las llaves de las cajas de la administracin; pero l, arrojndolas por una ventana, afirm que se las haba tragado. al enterarse Mon cceres de lo ocurrido destac sobre Monte cristi, con una columna, a los generales Ra-fael abreu y amadeo Tavares. ambos fueron muertos en el puen-te de Guayubn. La provincia de Monte cristi entera se levant a las rdenes de navarro, secundado por Demetrio Rodrguez, el ms destacado paladn del jimenismo, Ramn Tavares y Desiderio arias, nico superviviente de aquel alzamiento, muerto veinte y nueve aos ms tarde combatiendo a Trujillo.

    Monte cristi es una regin rida, donde llueve muy rara vez. Sus habitantes, en perenne lucha con la naturaleza, bajo un sol de fuego, llevan una vida dura y de privaciones; zarzales y cactos les rodean por todas partes. el ganado vacuno, sediento y flaco, con los chivos, constituyen casi los nicos medios de vida. cuando la casa comercial de jimenes estaba floreciente y el mangle y el cam-peche alcanzaban altos precios en los mercados extranjeros, se co-nocieron das de bienestar. Recordbase con melancola la figura paternal de don juan, como familiarmente lo llamaban, haciendo prosperar a unos, alentando a otros, y ayudando a todos con tra-bajo bien remunerado. Los hombres de la regin son excelentes guerrilleros, caminan a pie sin cansarse largusimas distancias, co-men un da, ayunan otro y se contentan con la ms escasa y frugal alimentacin. La guerra se les presenta como ocasin propicia de dominar ms ricas regiones, donde crearse holgada posicin.

    en La Vega, Pedro Lazala, viejo guerrillero, y otros en 1os campos de Santiago, Salcedo y San Francisco de Macors, secun-daron la revuelta noroestana.

    Los partidarios de jimenes fueron llamados bolos y los de Ho-racio Vsquez, aunque ms conocidos como horacistas, rabudos, teniendo por smbolo los atributos del gallo. Los dominicanos

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    todos afilironse a uno u otro bando, con excepcin de algunos intelectuales. una lucha medioeval se entabl, con pasin y fiere-za, en todas partes.

    el general epifanio Rodrguez tom, despus de sangrientos combates, a Monte cristi, y capturando a navarro, herido en la accin, lo remiti a Santo Domingo. Demetrio Rodrguez, Desi-derio arias y Ramn Tavares continuaron batindose; el primero con singular denuedo, y los segundos, con rpidas marchas y con-tra-marchas, unas veces divididas sus fuerzas en guerrillas, otras unidas para caer sobre un pueblo. cansaban as a sus perseguido-res, refugindose, en casos extremos, en la loma de juan calvo. Los habitantes de la provincia los favorecan, bien ocultndolos, o bien envindoles pertrechos y recursos. Se distinguan en esas actividades doa emilia jimenes de Rodrguez, doa amelia Roca Vda. Romn y doa ceferina caldern Vda. chaves, prestigiosas y polticas damas noroestanas.

    el Gobierno hizo supremos esfuerzos para debelar la revuelta. el Ministro de la Guerra, Pichardo, fracas esa misin por ser-le duro combatir contra sus antiguos amigos. Despus asumieron el mando el bravo aquiles lvarez, Gobernador de Puerto Plata y el Ministro de interior, casimiro cordero. con los entonces oficiales subalternos jos Bordas, Qurico Feli, Santos Garca y Manuel de js. camacho, batieron con energa y arrojo en todas partes, buscando a sus contrarios por los ms agrestes sitios. aqui-les lvarez dej sentada una reputacin de valor indomable, que muy pronto deba precipitarlo a un trgico final. La revolucin, vencida, punto menos que invisible, aunque siempre latente, dur ocho meses, costando muchas vidas. Los generales horacistas aso-laron la regin a sangre y fuego; pero el Gobierno consumi sus mejores energas y gran parte de los recursos economizados por don emiliano.

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    ante las conminatorias exigencias del Gobierno americano para llegar a un arreglo sobre la cancelacin de la deuda pendiente con la improvement & co., se concert un Protocolo el 31 de enero de 1903, entre el Ministro de Relaciones exteriores Sn-chez y el encargado de negocios de los estados unidos Powell. La Repblica reconoci deber a la improvement & co., la suma de $4.500.000.00, cuya forma de pago sera fijada por tres rbitros, uno nombrado por el Gobierno dominicano, otro por el Presiden-te de los estados unidos y el tercero por ambos rbitros de comn acuerdo. Si no se llegare a acuerdo sera uno de los miembros de la Suprema corte de justicia de los estados unidos, escogido por el Gobierno dominicano. este convenio ha sido censurado con razn, pues se le reconoci a la improvement & co., una canti-dad excesiva. La divisin partidarista facilitaba innegablemente el triunfo de las pretensiones de esa odiada compaa.

    Se convoc a elecciones de diputados a la asamblea cons-tituyente, la cual inici sus labores bajo la presidencia del Padre nouel, despus arzobispo de Santo Domingo y conocido simpa-tizador del jimenismo. Se proponan votar una constitucin mo-delo, imbuidos en el eterno error de pensar en reformar el pas por medio de preceptos escritos, a la postre letra muerta, mientras no se obtenga el mejoramiento de nuestro pueblo por medio de una intensa labor educativa.

    Pero reinaba la ms completa agitacin. Los gobernadores de provincias enviaban a la capital centenares de ciudadanos acusa-dos de prestar ayuda a los alzados. en la Torre del Homenaje su-fran prisin alrededor de doscientos detenidos polticos y haban otros tantos confinados, que escasos de recursos y ociosos todo el da, se dedicaron a conspirar. como el Ministro de interior estaba combatiendo la revolucin y el Presidente Vsquez se encontra-ba en Moca, qued encargado de la direccin del Gobierno jos

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    Francisco Guzmn, Ministro de Fomento y persona de la mayor confianza del Presidente, pero carente de experiencia poltica, por dedicarse exclusivamente Tejera a las cuestiones financieras, de las que finalmente se separ ante la aridez de sus esfuerzos, ya que la guerra civil lo consuma todo. Le sustituy el licenciado emilio c. joubert, de la generacin del 99, como la mayora de los miem-bros del gabinete.

    Se fue al monte en Santiago el general Sebastin emilio Val-verde (chanito), antiguo Ministro de Lils. Perseguido y asaltado en la loma de Los amaceyes por las fuerzas de Mon cceres, pe-reci en la breve lucha entablada. aquella muerte, as como el fusilamiento de otamendi, ordenado por cceres en un momento de violencia, atrajeron sobre l y sobre el Gobierno la enemistad de la inmensa mayora de los santiagueros.

    en la capital se conspiraba pblicamente. Francisco Guzmn, bondadoso y dbil, no daba odos a atinadas advertencias. Su pri-mo, el general Tadeo lvarez, fue expresamente a imponerle del peligro y a proponerle la adopcin de medidas enrgicas. Se ha-blaba de ejecuciones sumarias, de adelantarse al alzamiento por el terror; pero tanto Guzmn como otros miembros del gabinete se opusieron a las ejecuciones proyectadas. Sin embargo, no se tomaron las medidas, por la ms elemental prudencia aconseja-das, de expulsar del pas a los principales conspiradores, asegurarse de la fidelidad de las tropas y resolver el problema de los con-finados, reduciendo a prisin segura a los ms peligrosos, como Pedro Pepn y Remigio Zayas (cabo Millo). a este ltimo se le permita imprudentemente el acceso a los cuarteles, circunstancia que aprovech para preparar un golpe audaz, conquistando a las tropas azuanas, ncleo principal de la guarnicin, merced al as-cendiente que tena sobre ellas como su compueblano y antiguo jefe. el pronunciamiento se prepar en la casa del general jos

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    Dolores Pichardo, de donde sali cabo Millo, el 23 de mar