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ECONOMÍA INFORMA 7 Escepticismo y medio ambiente Luis Eduardo Candaudap C.* Introducción Hacia el año 2001 aparece en las librerías del mundo la primera edición en inglés de un “libro brillante y poderoso” 1 intitulado Skeptical environmentalist, escrito por Bjørn Lomborg, un profesor de estadística del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Aarhus en Dinamarca. El objetivo del mismo, según consta en el prefacio y en la primera parte denominada “La Letanía” 2 pretende desmentir la creencia de que la situación del medio ambiente en el mundo está empeorando aunque no esté del todo bien. Según el autor, no nos estamos acabando la energía ni los recursos naturales, hay más alimento per capita en el mundo, cada vez menos personas mueren de inanición y en los últimos cincuenta años se ha reducido la pobreza más que en los anteriores quinientos años. Además, aunque el calentamiento global es, ciertamente, una realidad, su magnitud y las proyecciones que de él se hacen son irreales y pesimistas, y el remedio (cortar el consumo de energéticos de origen fósil) sería peor que la enfermedad misma. Por otro lado, tampoco perdemos de 25 a 50% de todas las especies en nuestro período de vida si no solamente 0.7%. La lluvia ácida no mata los bosques, y el aire y el agua que nos rodean cada vez están menos contaminados (Ibid, p. 4). Pero, aunque el mundo mejora, todavía no estamos del todo bien, por ello es importante poner en perspectiva el cúmulo de problemas que aquejan al mundo para asignar prioridades. Y dado que, “el único bien escaso es el dinero” (Ibid, p. 9), debemos de gastarlo de manera óptima haciendo a un lado los mitos y los prejuicios de la letanía ecologista radical. Para ello se requiere, forzosamente, de una visión antropocéntrica del problema, ya que “los pingüinos no pueden votar” (Ibid, p. 10) y no queda más remedio que el que nosotros, los humanos, seamos el punto de referencia. Este es, básicamente, el argumento central del libro y el sustento ético y económico del mismo, sin embargo, queda una duda, ¿porqué, si el libro habla del medio ambiente, el autor ocupa una quinta parte del mismo en temas que competen al bienestar humano? En principio, uno pensaría que el autor se encuentra preocupado por analizar y revisar de manera integral el desarrollo sustentable del mundo tal y como se encuentra definido en el Informe Brutland de 1987: “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” 3 ya sea en su vertiente dura o débil. Que como * Profesor de Asignatura de la Facultad de Economía y Doctorante del Programa de Posgrado en Economía. 1 Opinión explícita que hace Matt Ridley, autor de “Genome” (1999), del citado libro. 2 El título de esta primera parte alude sarcásticamente a las constantes llamadas de atención que los ecologistas de la izquierda radical repiten incansablemente: vamos mal, cada vez estamos peor, el día del juicio final (doomsday) esta cerca, etcétera. 3 Brutdland, G.H. (1988), Our common future, Oxford University Press, Oxford.

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Escepticismo

y medio ambienteLuis Eduardo Candaudap C.*

Introducción

Hacia el año 2001 aparece en las librerías del mundo la primera edición en inglés de un “libro brillante y poderoso”1 intitulado Skeptical environmentalist, escrito por Bjørn Lomborg, un profesor de estadística del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Aarhus en Dinamarca. El objetivo del mismo, según consta en el prefacio y en la primera parte denominada “La Letanía”2 pretende desmentir la creencia de que la situación del medio ambiente en el mundo está empeorando aunque no esté del todo bien. Según el autor, no nos estamos acabando la energía ni los recursos naturales, hay más alimento per capita en el mundo, cada vez menos personas mueren de inanición y en los últimos cincuenta años se ha reducido la pobreza más que en los anteriores quinientos años. Además, aunque el calentamiento global es, ciertamente, una realidad, su magnitud y las proyecciones que de él se hacen son irreales y pesimistas, y el remedio (cortar el consumo de energéticos de origen fósil) sería peor que la enfermedad misma. Por otro lado, tampoco perdemos de 25 a 50% de todas las especies en nuestro período de vida si no solamente 0.7%. La lluvia ácida no mata los bosques, y el aire y el agua que nos rodean cada vez están menos contaminados (Ibid, p. 4).

Pero, aunque el mundo mejora, todavía no estamos del todo bien, por ello es importante poner en perspectiva el cúmulo de problemas que aquejan al mundo para asignar prioridades. Y dado que, “el único bien escaso es el dinero” (Ibid, p. 9), debemos de gastarlo de manera óptima haciendo a un lado los mitos y los prejuicios de la letanía ecologista radical. Para ello se requiere, forzosamente, de una visión antropocéntrica del problema, ya que “los pingüinos no pueden votar” (Ibid, p. 10) y no queda más remedio que el que nosotros, los humanos, seamos el punto de referencia.

Este es, básicamente, el argumento central del libro y el sustento ético y económico del mismo, sin embargo, queda una duda, ¿porqué, si el libro habla del medio ambiente, el autor ocupa una quinta parte del mismo en temas que competen al bienestar humano?

En principio, uno pensaría que el autor se encuentra preocupado por analizar y revisar de manera integral el desarrollo sustentable del mundo tal y como se encuentra definido en el Informe Brutland de 1987: “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”3 ya sea en su vertiente dura o débil. Que como

* Profesor de Asignatura de la Facultad de Economía y Doctorante del Programa de Posgrado en Economía.

1 Opinión explícita que hace Matt Ridley, autor de “Genome” (1999), del citado libro.2 El título de esta primera parte alude sarcásticamente a las constantes llamadas de atención

que los ecologistas de la izquierda radical repiten incansablemente: vamos mal, cada vez estamos peor, el día del juicio final (doomsday) esta cerca, etcétera.

3 Brutdland, G.H. (1988), Our common future, Oxford University Press, Oxford.

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vemos, independientemente de los debates que existen en torno a dicha definición, es un concepto integral de desarrollo que debe considerar tanto el bienestar natural como el humano, así en el presente como en el futuro.

Sin embargo, el autor no sólo evita entrar en cualquier discusión de esta naturaleza (con lo que evita el ampuloso problema de tratar con la distinción de recursos renovables y no renovables y todas sus implicaciones) si no que utiliza la medida del bienestar humano para sustentar la idea de una mejora permanente de la situación mundial.

En efecto, en la página 33 del texto el autor correlaciona el Índice de Sustentabilidad Ambiental con el Ingreso per cápita para varios países y afirma que “la conclusión es evidente, cuanto más alto es el ingreso per cápita mayor es la sustentabilidad ambiental”.

Esto explica la enorme importancia que cobra este ítem en el texto y las implicaciones del mismo, si el bienestar humano del mundo ha mejorado, entonces lógicamente el medio ambiente también, y aún más, si dicho bienestar sigue mejorando el medio ambiente lo seguirá haciendo por inercia, por lo que, aunque falte mucho por hacer esto no es del todo preocupante, porque, dada esta tendencia, la calidad ambiental se encuentra, por así decirlo, asegurada, excepto en pocos casos, como el del cambio climático.

Pero esta idea en sí misma no es nueva ya que en el fondo de la misma subyace el razonamiento que sustenta a la famosa curva ambiental de Kuznets (EKC, por sus siglas en inglés), aunque el autor no haga mención de ella a lo largo del texto. La omisión es importante, además de cómoda, ya que al evitar entrar en la discusión de la misma, el autor, sortea, las críticas subyacentes. Sin embargo, en el presente escrito se pretende hacer una revisión del texto desde esta óptica, tomando como base del análisis la figura 9 del mismo, presentado en la página 33.

En este caso, el optimismo del autor queda rápidamente en tela de juicio, ya que efectivamente el bienestar humano ha mejorado de una manera sin precedentes en los últimos cincuenta años, y muy probablemente lo siga haciendo a lo largo del tiempo (lo cual no deja de ser mera especulación), en cambio la situación para el medio ambiente es diferente, ya que si bien es cierto que ha mejorado en los últimos años, es claramente peor que hace cien y difícilmente tiende a mejorar, por lo menos para el corto y mediano plazos.

El análisis del medio ambiente mundial va mucho más allá de explicaciones altamente simplificadas que nos pueden llevar a conclusiones erróneas como la vertida por el autor y por los defensores de la EKC.

Las propiedades estadísticas supuestas de las series y el marco teórico en que se desarrollan dista mucho del que se observa en la realidad, por lo que si analizamos con mayor detenimiento las mismas podremos encontrar explicaciones con mucho más satisfactorias pero mucho menos optimistas.

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Para demostrar dicha afirmación, se revisará en el primer capítulo el sustento teórico de la EKC y sus consecuencias. En el segundo, se analizan las principales críticas vertidas hacia dicha concepción y en el tercero se hace una revisión breve de las afirmaciones de Lomborg, en lo que respecta a la relación ingreso-medio ambiente, y se demuestra que el simplismo de su análisis lo lleva a conclusiones erradas acerca del estado del mundo y sus tendencias.

I Crecimiento económico y degradación ambiental

La hipótesis de la EKC sostiene que conforme se incrementa el nivel de ingreso de la sociedad en su conjunto (medida por el ingreso per cápita), el daño (degradación más depredación) ambiental primero se incrementa hasta que se llega a un punto máximo (turning point o punto de inflexión) a partir del cuál comienza a decrecer (Stern et al, 1996, Panayotou, 1993, Grossman et al, 1994, Shafik, 1994, Shafik et al, 1992, Martínez Alier et al, 2001). En otras palabras, se sostiene que la relación entre el nivel de renta de las economías y su nivel de degradación se comporta en forma de “U” invertida (figura 1).

Figura 1Curva ambiental de Kuznets

DañoAmbiental

Ingreso per cápita

“Turning Point” o punto de inflexión

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Dicha relación se deriva, por analogía, de la curva de Kuznets (1955) original, el cual encuentra una regularidad entre la desigualdad en la distribución del ingreso y el nivel de producto por habitante cuyo comportamiento tiene forma de “U” invertida4

lo que indicaría que la desigualdad social de un país aumentaría primero y luego disminuiría, en la medida en que el ingreso per cápita se incremento a lo largo del tiempo.

En efecto, algunos estudios, como los elaborados por Shafik y Bandyopadhyay (1992), Panayotou (1993), Grossman y Krueger (1994), Shafik (1994), Selden y Song (1994) y Cropper y Griffiths (1994) mostraban una relación similar entre la degradación ambiental y los niveles de ingreso, en particular para el caso de la calidad del aire (dióxido de azufre y partículas suspendidas, en general) y de la deforestación.5

Estos resultados, bastaron para confirmar la existencia de la EKC y sostener que el crecimiento económico no afecta la calidad ambiental y, que de hecho, no existen límites ambientales al crecimiento económico. Aún más, si esta afirmación se sostiene, el crecimiento económico es la forma de mejorar la calidad ambiental, como se afirma en The Limits to Growth (1972) de Meadows et al o en The skeptical environmentalist de Lomborg, precisamente.

Sin embargo, si bien es cierto que la EKC se mantiene para los casos antes señalados, el mismo Shafik en sus textos de 1992 y 1994, respectivamente, encontró que no se cumplía para los casos de los residuos municipales por persona/año, que crece de manera exponencial a lo largo del tiempo (ello quizá asociado directamente con el crecimiento poblacional), emisiones de C02 por persona/año, cuyo comportamiento también es creciente exponencialmente, oxígeno disuelto en ríos (microgramos por metro cúbico) que cae constantemente en el tiempo, y partículas fecales coliformes en ríos cuyo comportamiento a lo largo del tiempo no sólo es creciente si no incluso explosivo.

Por ello llama la atención que Meadows y Lomborg proclamen esta mejora con tanta convicción, ya que la evidencia no es sostenible para el conjunto total de elementos que conforman al medio ambiente, incluso si tratamos con casos particulares, como el que presentan Naidoo y Adamowicz (2000) que relacionan el ingreso per cápita con el número de especies amenazadas, encontrando que sólo las aves presentan una relación de tipo EKC, mientras que las plantas incrementan exponencialmente el riesgo de extinción y los anfibios, los reptiles y los mamíferos

4 Kuznets elabora dicho estudio con la finalidad de determinar el origen y las causas de los cambios de largo plazo en la distribución del ingreso de los países desarrollados. El estudio analiza el caso inglés entre 1780 y 1840, el estadounidense entre 1870 y 1890 y el alemán entre 1840 y 1890.

5 Sólo Cropper y Griffiths difieren de los resultados de la curva de Kuznets para deforestación. Cabe decir, también, que el estudio de Grossman y Krueger sólo analiza la calidad del aire, en particular del dióxido de azufre y las partículas suspendidas.

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presentan una forma de U, lo que indica que conforme aumenta el ingreso, aumenta su riesgo de extinción, de alguna manera, estos últimos son, al mismo tiempo, un bien de lujo y uno de primera necesidad.

Los ejemplos son múltiples e indican sólo una cosa: la debilidad empírica sobre la que se sustenta la curva ambiental de Kuznets y su conclusión más nociva, cuanto más alto es el ingreso más alta es la sustentabilidad medioambiental de un país y por tanto, el solo incremento del ingreso traerá la sustentabilidad al planeta.

II La EKC en perspectiva

Ahora bien, no sólo la debilidad intrínseca de los estudios pioneros afecta la existencia y las conclusiones de la EKC, ya que, aún en los casos en que aparentemente se cumple existen problemas teóricos y estadísticos considerables. Algunos de los problemas teóricos de esta especificación se presentan, brevemente:

1. Si se habla de degradación, la EKC podría ser válida, siempre y cuando se considere que en el período anterior dicha degradación causada por el crecimiento de ese período se restituyó a su estado “original”.6 Si esto no es así, la degradación total de un país en el período t es la suma de la degradación en dicho periodo más las degradaciones no restituidas de los precedentes, ya que la degradación es acumulativa porque el sistema natural no la absorbe en su totalidad.7 En su defecto, para trabajar con la curva de Kuznets debieran considerarse las tasas de crecimiento de la calidad ambiental contra el ingreso per cápita y no sus valores absolutos (Candaudap, 2004)

2. En el caso de la depredación, es decir cuando hacemos referencia al uso de un bien no renovable,8 el problema es el mismo, pero se acentúa debido a que no existe forma alguna de reestablecerlo a su estado original (Candaudap, 2004)

3. El sistema ecológico dista mucho de ser un sistema lineal, de hecho, en todo caso, por lo menos, debiera ser un sistema exponencial cuyo equilibrio es, además, altamente volátil, por lo que la desaparición de especies, aunque sólo sea de 0.7% como sostiene Lomborg tiene consecuencias mucho más amplias de las que

6 Lo que se entienda por reestablecer varía de acuerdo al enfoque considerado de sustentabilidad, ya sea fuerte o débil.

7 La actividad humana interviene en el sistema ecológico como un shock externo, parte de este shock puede ser absorbido por la naturaleza en cierto tiempo, pero parte no y aún la parte absorbida por ésta puede no completarse debido a que los tiempos necesarios para la reproducción económica difieren de los tiempos necesarios para la reproducción del sistema ecológico (Pearce, 1985)

8 Un ejemplo sería el uso de un litro de gasolina, una vez utilizado este bien, éste recurso no puede ser restituido ni a la sociedad ni a la naturaleza, por lo menos en miles de años, por lo que su uso acelera el agotamiento irremisible del producto en un horizonte temporal de corto, mediano y largo plazos.

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suponen los creyentes de la EKC. Esto se aplica, también, para la composición del aire o, incluso cuando se habla de algunos ejemplares de cualquier especie. El problema es que al no considerar seriamente esta fragilidad del sistema, no se cuestiona sí, incluso cumpliéndose la EKC, habrá suficiente tiempo para revertir el daño hecho al sistema.

Ahora bien, en términos estadísticos y econométricos, los principales problemas serían los siguientes:

1. En las estimaciones econométricas realizadas y, en particular, las revisadas (que son una muestra representativa y significativa del universo de trabajos elaborados en este sentido) no se considera que si bien es cierto que el crecimiento económico afecta a la calidad ambiental, el proceso contrario también se verifica en la realidad.9 Por tanto, el utilizar, para la estimación, mínimos cuadrados ordinarios y no considerar el problema de simultaneidad10 en las ecuaciones se pone en tela de juicio los resultados obtenidos (Stern et al, 1996)

2. En las estimaciones elaboradas no se considera el efecto del comercio internacional y, por tanto, de la división internacional del trabajo. Mientras que algunas economías subdesarrolladas se especializan en la importación de insumos primarios para los países desarrollados otras alojan en sus fronteras los procesos intensivos de manufactura. Ambas situaciones presionan sobre el estado medioambiental de las economías subdesarrolladas aliviando la carga, en este estricto sentido, de las desarrolladas. De hecho, las diferencias en las emisiones entre los países desarrollados y los subdesarrollados no son producto de una relación como la señalada por la EKC si no de esta especialización comercial (Hettige et al. 1992). De hecho, la especificación tradicional de la EKC oculta esta relación en vez de ponerla de manifiesto (Stern, 1996)

3. Derivado de lo anterior y de la agregación de los datos, se presentan problemas de heterocedasticidad en la muestra lo que hace que los parámetros obtenidos sean ineficientes y sesgados.11

4. Aunque el índice de calidad ambiental se comporta normalmente, el ingreso per cápita no. Esto es, su distribución muestral se encuentra sesgada a la derecha, lo

9 Para una demostración de esta afirmación, véase Candaudap (2004).10 Este problema en las estimaciones aparece cuando las variables se determinan la

una a la otra en ambos sentidos lo que se traduce en parámetros sesgados (la media de los parámetros muéstrales difieren de la media de los parámetros poblacionales) e inconsistentes (los parámetros no se acercan al verdadero valor del parámetro poblacional, conforme crece la muestra). Véase Washington et al, 2003.

11 La ineficiencia de los parámetros se refiere a que no son de varianza mínima, es decir, que existen otros parámetros que se comportan mejor en este sentido. Cuando el parámetro obtenido es de varianza mínima esto quiere decir que la dispersión en torno a la media es la más pequeña de todas las existentes. (Washington et al., 2003). El caso del sesgo ya se explico con anterioridad.

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que pone en tela de juicio la hipótesis simplista de la EKC (ya que si fuera cierta las distribuciones debieran de coincidir).

Además, aunque la hipótesis se cumpliera para las proyecciones de su comportamiento a futuro se debiera de considerar la mediana de la distribución y no de la muestra. Stern et al (1996) toman en cuenta esta consideración y proyectan el comportamiento del dióxido de azufre y de la deforestación total y tropical con las ecuaciones encontradas por Panayotou (1993) considerando que el punto de inflexión va de 3 957 dólares per cápita en 1990 a 7 127 dólares per cápita para 2025. Los autores encuentran que a pesar de que el punto de inflexión de la muestra ya se ha alcanzado, las emisiones de dióxido de azufre crecen impresionantemente al igual que la deforestación de los bosques tropicales, mientras que la deforestación total parece que alcanza su máximo apenas para 2025. Estos resultados nos alertan, una vez más, acerca del riesgo de confiar ciegamente en los resultados de la EKC.

Dadas estas evidencias, ¿podríamos creer que el sólo hecho de elevar el ingreso medio de las personas es suficiente para asegurar la calidad ambiental del planeta, tal y como lo asegura Lomborg en su texto y en particular en la gráfica en cuestión?

¿No debiéramos ser un poco más cautelosos antes de expresar semejante afirmación y hacer un análisis más detallado?

La respuesta es afirmativa y es lo que se hará en el siguiente apartado, en el cual se pretende señalar la debilidad de la afirmación del autor, con base en la idea central de la División Internacional del Trabajo.

III La relación ingreso-sustentabilidad ambiental: una fantasía quijotesca12

En primer lugar, reproduzcamos la ya tan citada figura 9 de la página 33 del texto de Bjørn Lomborg. Para ello se recurrió a la fuente original citada por el autor, el “World Economic Forum” (WEF), que elabora el “Índice de Sustentabilidad Ambiental” (ESI, por sus siglas en inglés) y al “Internacional Monetary Found” (FMI), de donde se obtuvo el Ingreso per cápita a precios de poder de paridad (PPP), en particular en el “World Economic Outlook” de septiembre de 2004.13 Ahora bien, dicha figura es una gráfica de dispersión que relaciona el PIB per cápita de 1998 con el ESI de 2001 para un total de 117 países. En ésta se observa que efectivamente existe una correlación positiva entre el ingreso y la calidad ambiental, lo que le aporta suficiente evidencia al autor para afirmar que la mejora del ingreso lleva consigo a una mejora del medio ambiente.

12 A propósito de la celebración de los 400 años de la edición de la primera parte del Quijote.

13 Los datos pueden obtenerse en las páginas web de los organismos mencionados.

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En la gráfica 1, se observa la misma gráfica de dispersión presentado por el autor, pero para dos años, 2001 y 2005, considerando 127 países. Se reproduce, también la especificación econométrica usada para relacionar a los países.

PIB per cápita (PPP$)

0 10000 20000 30000 40000 5000020

30

40

50

60

70

80

PIB 2002 vs ESI 2002 PIB 2005 vs ESI 2005 Ajuste 2002Ajuste 2005

Índi

ce d

e su

sten

tabi

lidad

am

bien

tal (

ESI)

Fuente: WEF, 2002 y 2005, World Economic Outlook, FMI, septiembre de 2004

Aunque el patrón encontrado en la gráfica es muy similar al presentado por el autor, existen dos grandes diferencias, en primer lugar, la concentración de los países en la parte inferior del ingreso es mucho mayor que en la parte superior (la distribución esta sesgada hacia la derecha) lo que hace que la R2 de las regresiones presentadas sea de alrededor de 0.2, una bondad de ajuste muy pequeña; en segundo lugar, las varianzas en cada segmento del ingreso son muy variables lo que nos indicarían que en cada uno de éstos existen comportamientos estructurales similares dentro del mismo y diferentes con respecto a los demás.

Gráfica 1Relación entre el PIB per cápita y el Índice de sustentabilidad ambiental 127 países 2002 y 2005

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Estas dos observaciones nos impiden afirmar que la mejora del ingreso conlleve a una mejora de la calidad ambiental por sí misma, ya que la falta de homogeneidad en los distintos segmentos de la muestra nos indican que para cada uno de estos existen distintas relaciones causales intrínsecas, ya sea en función del segmento del ingreso considerado o de alguna otra variable, que, a priori, no se observa al interior de la estimación al menos con las variables elegidas.

Para verificar estos hechos, se partirá de una de las principales críticas vertidas por Stern et al (1996), explicada en el párrafo. En particular, aquella que se refiere a los diferenciales en las distribuciones de ambas variables. Con esta finalidad no es sorprendente que se comience con el análisis de las distribuciones de cada una de las variables en 2002.14

Los histogramas o la gráfica de la distribución de frecuencias de las variables nos permiten observar de manera sencilla la forma en que se encuentran agrupados los datos. La longitud de cada barra es proporcional a la frecuencia de los valores representados en cada clase. Además, esta presentación nos permite observar asimetrías en los datos, como el sesgo y la curtósis y, por tanto, hacer inferencias sobre su utilidad y comportamiento. Para saber si existen dichas asimetrías, el comportamiento de los datos debe compararse con el comportamiento teórico de una distribución normal estandarizada, cuyas características centrales son que la media, la mediana y la moda son iguales además de que 95% de los datos se encuentran a una distancia no mayor a dos desviaciones estándar a cada lado de la media.

En las gráficas 2 y 3 se presentan los histogramas del ESI y del PIB per cápita para 2002, en ellos se observa que, mientras la distribución del primero es normal, la del segundo se encuentra sesgada a la derecha, tal y como se ha indicado a lo largo del texto, lo que nos daría un indicio de que para el uso eficiente de esta variable es necesario considerar la mediana más que la media.

Estas observaciones se reforzaron al realizar la prueba no paramétrica de Kolmogorov-Smirnov para una distribución muestral, la cual indicó que el ESI era normal mientras que el PIB per cápita no lo era.15

Una vez hechos estos señalamientos, resta preguntarnos cuáles son las consecuencias de estas simples observaciones para la regresión elaborada para la muestra seleccionada.

14 Una de las cosas observadas en la gráfica es que la tendencia se mantiene prácticamente igual en 2002 y en 2005, por lo que para acortar la exposición sólo se considerará la muestra de 2002. Por otro lado, no queda muy claro cómo en el “World Economic Outlook” se obtuvieron los datos para 2005, lo más probable es que sólo sea una estimación mientras que los datos de 2002 son los observados, lo cual nos da un motivo adicional para elegir la serie de 2002.

15 Esta prueba fue desarrollada por Andrei Kolmogorov (1993) y Vladimir Smirnov (1939), esta prueba sirve para probar las distribuciones discretas con respecto a las continuas como la Normal o la Weibull con la finalidad de saber su distribución teórica continua subyacente en la muestra discreta comparada. En realidad en 1933 Kolmogorov presenta la base axiomática de la probabilidad y en 1939 Smirnov presenta la prueba K-S referida basándose en la teoría estadística construida por Kolmogorov en dicho año.

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Para poner en perspectiva estos hechos, se sintetizarán en la gráfica 4 las observaciones realizadas, en él se observa tanto la regresión estimada en la gráfica 1 como las densidades de kernel16 de cada una de las series (en los bordes paralelos a los ejes en que se encuentra cada variable), lo que nos permite comparar las estimaciones y las muestras de manera conjunta. Se utilizan las densidades de kernel y no los histogramas, en primer lugar, porque es más fácil verlos sin confundirnos, y en segundo lugar, porque nos permite hacer inferencias sobre la distribución teórica subyacente de las muestras.

Adicionalmente, la gráfica muestra una “elipse de confianza muestral”, la cual nos indica conjuntamente la desviación estándar de las series y su covarianza. La elipse se encuentra centrada en el lugar geométrico en el que se intersectan las medias de las series, a partir de este punto se estiman los focos de la elipse, los cuales se encuentran a una desviación estándar de la media, ya que se utilizó una probabilidad de 0.6827, por tanto, las desviaciones estándar conjuntas de la muestra determinan el diámetro de la elipse. Ahora bien, de esto se deduce que la dirección del eje principal de la figura será un indicador de la covarianza de las series o en otras palabras, la inclinación del eje principal nos indicará la magnitud de la relación de las mismas.En este caso, se observa una desviación estándar enorme junto con una correlación positiva entre ambas variables.

Frec

uenc

ia

20Índice de Sustentabilidad Ambiental

10

20

30

040 60 80

0Fr

ecue

ncia

0PIB per cápita (PPP)

20

30

40

10000 20000 30000 40000

Gráfica 2Indice de Sustentabilidad Ambiental (2002) y su distribución normal estandarizada

a) b)

16 La densidad de kernel es una forma equivalente y continua del histograma de una variable. Para una revisión mas profunda del tema véase el texto de Greene (2004).

Gráfica 3PIB per cápita (2002) y su distribución normal estandarizada

Fuente: gráfica 1 Fuente: gráfica 1

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Ahora bien, para verificar la hipótesis de Stern et al (1996) se diferenció el comportamiento total de la muestra discriminando entre países que se encuentran por encima de la media y aquellos que están por debajo. Para ello se utilizó una variable dummy, en donde los ceros indicaban a los países que se encontraban por debajo y el uno a los que estaban por arriba. Lo mismo se hizo para la mediana. Los resultados se presentan en las gráficas 5 y 6, respectivamente.

0 10000 20000 30000

Índice de Sustentabilidad Ambiental

20

30

40

50

60

70

PIB

per c

apita

(PPP

)

SLE

TZAMWI

BDIETH

MDGGNBNER

ZMB

MLI

NGA

TJKKENBENTCD

MOZ

BFA

RWA

CAF

NPL

MMRUGA

TGOKHMSEN

HTI

UZB

BGD

MNGLAO

CMR

MRT

MDA

GINSDNPAK

AGO

PNGGHA

VNM

ZWENIC

ARMHND

IND

BOL

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Gráfica 4Relación entre PIB per cápita y el Índice de Sustentabilidad Ambiental 127 países 2002

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Lo que observamos es que diferenciando el comportamiento de la muestra, el resultado es cualitativamente diferente al encontrado por Lomborg al correr una sola línea de regresión olvidando los problemas que conlleva el manejo econométrico de muestras de esta naturaleza (ver apartado anterior).

En primer lugar observamos, que por cualquiera de estos dos criterios, la pendiente de los países de bajos ingresos es mayor, al igual que la inclinación de sus elipses, lo que indicaría, acorde, a lo que señaló Lomborg, que los países de bajos ingresos son, con mucho, más propensos a mejorar su calidad ambiental que los países desarrollados. Esto porque mientras más cerca se encuentre un país de su óptimo es marginalmente más caro y más difícil acercarse al mismo.

Sin embargo, en lo que diferimos es en el hecho de que, según lo muestran las distribuciones del ESI para cada submuestra, las medias de ambas sólo difieren en 6.7 puntos del índice, lo cuál no es una diferencia considerable, aunque sí estadísticamente significativa. Por otro lado, las pruebas sobre la distribución del ESI para cada muestra indican que éstas son normales lo que significa que para este caso, al menos, la media sí es importante.

Entonces, aunque concordamos con la idea de que mientras mas riqueza tiene un país y más cerca se encuentre de su óptimo ambiental, más difícil le será mejorar su situación, en este sentido diferimos de que la calidad ambiental de los países ricos y

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Gráfica 5 a) Relación entre el PIB per cápita y el Índice de Sustentabilidad Ambiental considertando la media 2002

Gráfica 6considerando la mediana 2002

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los pobres sea extremadamente diferente, por lo menos al grado de asegurar que a mayor riqueza le corresponde mejor calidad ambiental.

En el caso de las distribuciones de las submuestras del ingreso es claro que el comportamiento de cada una de éstas es mejor para el caso de la diferenciación que considera a la mediana como criterio, ya que las densidades de kernel indican que las distribuciones, para este caso se asemejan mucho más a la normal estandarizada respecto de la discriminación por la media.

Cabe decir, que aún haciendo esta consideración estadística, la muestra, todavía no se explica satisfactoriamente, ya que la R2 del modelo en su conjunto sigue siendo considerablemente baja: 0.223. La explicación de este hecho es simple, las observaciones de cada una de las submuestras son una especie de bola, en donde es imposible encontrar un patrón significativo de comportamiento, lo que nos indica que debe haber comportamientos estructurales todavía no considerados dentro del modelo.

Para mostrar la existencia de estos efectos, hemos decidido considerar el problema de la especialización generada por el comercio internacional, es decir, la división internacional del trabajo en los países, expresada fundamentalmente en la estructura de sus exportaciones.

Para ello, hemos agrupado los países de la siguiente manera:

• Países con alto contenido de exportación primaria: son aquellos cuyas exportaciones de insumos agrícolas, minería y combustibles son mayores a 75% del total de sus exportaciones de bienes

• Países con contenido medio de exportación primaria: son aquellos cuyas exportaciones en ese sentido se encuentran entre 25 y 75% del total de sus exportaciones de bienes

• Países con bajo contenido de exportación primaria: son aquellos cuyas exportaciones primarias son menores a 25% del total de sus exportaciones de bienes

Los datos para elaborar este criterio de discriminación fueron obtenidos del World Development Indicators, 2004 elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (WDI, por sus siglas en inglés).

Ahora bien, una vez establecidos los criterios de diferenciación, es necesario señalar que se utilizó el recíproco del ESI, con la finalidad de obtener una medida de degradación que nos permitiera conciliar el análisis con la lógica establecida por la EKC.

Así, los países que presentan un mayor ESI tienen por ende una menor degradación y viceversa.

Por último, es necesario señalar que dada la inexistencia de datos para ciertos países y el comportamiento atípico de algunos otros, como Noruega, Arabia Saudita o los Emiratos Árabes Unidos, la muestra se redujo a sólo a 109 países.

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La gráfica 7 presenta los resultados para esta estimación. En él se observa un patrón de ajuste mucho más razonable que en los casos anteriores, aunque no del todo satisfactorio. De hecho, la R2 del modelo en su conjunto se elevó a 0.553 y la prueba F indica que las variables del modelo son estadísticamente significativas.

Gráfica 7Relación entre el PIB per cápita y el Índice de Sustentabilidad Ambiental considertando la estructura del comercio internacional 109 países 2002

Pareciera ser, al contrario de lo que se piensa, que los países que menos contaminan son los países de medio contenido primario en sus exportaciones, como Canadá o Finlandia, mientras que los países que exportan mayoritariamente manufacturas y recursos naturales, presentan un mayor nivel de degradación medioambiental.

Es pues, según la evidencia, el patrón de especialización internacional, más que el nivel de ingreso, el que determina el nivel de degradación en cada uno de los países. Intuitivamente, el resultado es lógico, ya que los países que se especializan

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en la exportación de bienes primarios ejercen una fuerte presión sobre sus recursos naturales territoriales (deforestación, contaminación de agua, degradación de suelos), mientras que los países que se especializan en la producción de manufacturas ejercen presiones sobre el aire y el agua principalmente (emisiones de dióxido de carbono, óxidos nitrosos, dióxido de azufre, incremento de partículas de mercurio y de gran cantidad de metales pesados en el agua)

Por último, con la finalidad de afinar aún más esta observación el grupo de países con contenido medio de exportaciones primarias se dividió en países con contenido medio alto (entre 50 y 75% del total) y de contenido medio bajo (entre 25 y 50% del total) y se realizó de nuevo la estimación.

Dicha estimación se presenta en la gráfica 8, en donde se observa un patrón similar al encontrado, pero nos indica que de los países con contenido medio de exportación primaria, los de contenido medio bajo son los que menos degradación sufren.

Aún así, la información añadida en esta última estimación no es del todo relevante, en comparación con la anterior, ya que la R2 del modelo en su conjunto sólo se elevó a 0.556, sólo .003 puntos mayor que en la especificación anterior, lo que nos indica que la información es relevante para la comprensión del fenómeno, pero con considerar sólo tres categorías de diferenciación es suficiente para aprehender la mayor parte de la relación entre éstos fenómenos.

Ahora bien, lo más relevante de este análisis es que las tendencias encontradas muestran que difícilmente se cumple la sentencia expresada por Lomborg en la página 33 de su texto y, mucho menos, las ideas de los defensores de la curva de Kuznets.

Por el contrario y acorde con lo señalado por Stern et al (1996), los resultados encontrados parecen indicar que conforme se eleve el ingreso medio de los habitantes del mundo, la degradación ambiental se acelerará. En efecto, tanto en la gráfica 7 como en la 8 se observa que si esto sucede, los países con exportaciones mayoritariamente primarias junto con los que exportan manufacturas en su mayoría, disminuirán considerablemente su calidad ambiental, mientras que los países de composición media la mejoraran pero en una proporción muy pequeña, de hecho, casi nula.

De hecho, si sólo centramos la atención en las elipses de confianza observaremos que sólo la correlación existente entre los países que exportan bienes primarios mayoritariamente es positiva, mientras que el de los países restantes es negativo, sin embargo, es necesario notar que la desviación estándar en el primer grupo de países es muy pequeña, lo que indica que el decremento de la degradación es la consecuencia inmediata del crecimiento del ingreso en dichos países. Ahora bien, en el caso de las economías que exportan mayoritariamente manufacturas observamos que aunque su correlación es negativa la desviación estándar de este grupo de países es la más grande del grupo, quedando fuera aquellos países que tienen elevados niveles de contaminación, esto nos indica, que aunque la correlación es negativa dentro de la elipse queda un gran grupo de países en donde la correlación es positiva y quedan fuera del intervalo de confianza elipsoidal.

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Gráfica 8Relación entre el PIB per cápita y el recíproco del Índice de Sustentabilidad Ambiental considertando la estructura del comercio internacional (cuatro desagregaciones) 109 países 2002

Por otro lado, los países con composición media presentan correlaciones negativas, pero muy pequeñas con respecto al restante grupo de países, y su desviación estándar muestral es bastante buena.

Esto refuerza las afirmaciones vertidas anteriormente, siendo el efecto general, la disminución de la calidad ambiental del mundo y no su mejora, ya que el valor absoluto de los cambios marginales en los grupos de países examinados es mayor para el grupo de países que presenta tendencias al empeoramiento de su calidad ambiental que para el grupo que presenta tendencias dirigidas a su mejora.

Conclusiones

Más allá de las apreciaciones de Bjørn Lomborg acerca del estado del mundo, en su texto el autor plantea una de las ideas economicistas más perjudiciales en términos

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de la sustentabilidad ambiental. Dicha apreciación deriva de un análisis simplista y poco elaborado de la relación que existe entre el ingreso y la calidad ambiental de los países del mundo. Aunque, este tipo de apreciaciones no son exclusivas del autor e históricamente han sido defendidas por los adeptos de la EKC.

Y aunque, a priori, parece cumplirse su hipótesis, un estudio más detallado de la misma, considerando las propiedades estadísticas de las variables, puede mostrar el enorme error en que se incurre al simplificar comportamientos que son complejos por sí mismos.

En el presente estudio se puso de manifiesto varias de estas debilidades, pero fundamentalmente dos:

1. Aquellas que se refieren al comportamiento de las frecuencias de distribución de las variables

2. Aquella que se refiere a la relación comercial entre los países

Se encontró que considerando estos efectos, la hipótesis central de la EKC pierde toda validez, ya que en un mundo en donde lo que importa es la mediana del ingreso y no la media, difícilmente podrían cumplirse sus predicciones.

Además, si diferenciamos los países de acuerdo a la forma en que se relacionan con el comercio mundial, encontramos que existen grupos de países con características comunes al interior pero diversas entre sí.

En conclusión, la hipótesis simplista defendida por los adeptos de la EKC de que a mayor nivel de ingreso le corresponde una mayor calidad ambiental queda en tela de juicio debido a que, como se mostró a lo largo del trabajo, no es el nivel de ingreso el que determina la calidad ambiental, si no que los precios relativos prevalecientes en el mercado internacional afectan las relaciones externas entre los países (determinan el nivel de ingreso de las distintas economías) y las internas, al afectar la estructura productiva de cada uno de estos y, por ende, su relación con el medio ambiente.

En efecto, el nivel de precios relativos que ha prevalecido en el mundo desde principios del siglo pasado ha jugado en contra de los exportadores netos de productos primarios, lo que explicaría su bajo nivel de ingreso y la necesidad de acelerar su depredación medioambiental para elevar sus niveles de vida.

En el caso de los países ricos los términos de intercambio y su nivel de desarrollo determinan una estructura de crecimiento que presiona sobre sus recursos ambientales, en términos, sobre todo, de la calidad del aire y del agua.

Pareciera ser, sin embargo, que aquellos países que han encontrado un punto medio de especialización en el mercado internacional son los únicos que, hasta ahora, han administrado de mejor manera sus recursos naturales.

No obstante, todavía queda mucho que investigar para comprender la relación que guarda la calidad ambiental con el modelo de crecimiento prevaleciente en la actualidad, lo que si es definitivo, es que la hipótesis de la EKC no es mas que un mito

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derivado de la simplificación teórica (llamémosle, en este caso, simplismo) de un conjunto de procesos que son complejos, por sí mismos.

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