Los recuerdos y los forenses de la historia (Sobre Elizabeth Loftus e Iván el Terrible, 2010)

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PÚBLICO LUNES, 26 DE JULIO DE 2010 28 Culturas Cuando hace dos sema- nas el calor hizo suspender el juicio contra John Demjanjuk, acusado de colaborar en el ase- sinato de 28.060 judíos en el campo de Sobibor, en Múnich hacía 32 grados centígrados. Suficientes para que los médi- cos que tratan a este ucrania- no de 90 años desautorizaran el traslado desde la prisión de Stadelheim a la sede del tribu- nal. Uno de los objetivos de es- te proceso –las sesiones diarias no duran más de hora y me- dia– es mantener con vida a Demjanjuk. El mismo acusado a quién, sin embargo, un tribu- nal israelí ya había condenado hace años, por error, a morir en la horca. “El acusado es Iván, el cono- cido como Iván el Terrible, ope- rador de las cámaras de gas en el campo de exterminio de Tre- blinka”, decía aquella senten- cia en 1988. Elizabeth Loftus, la primera forense a la que ha- bían acudido los abogados de Demjanjuk para que testifica- ra a su favor, como había he- 3 BRAULIO GARCÍA JAÉN MADRID cho con otros muchos acusa- dos, prefirió no hacerlo. Lue- go, cuando supo que había si- do condenado a muerte, revi- vió en parte su dilema. “Fue terrible, me sentí muy mal por él y por su familia: porque yo tenía mis dudas”, explica Loftus, profesora estadouni- dense de Psicología del Testi- monio, a Público. Demjanjuk aportó luego do- cumentos desclasificados, tras la desmembración de la Unión Soviética, que mostraban que él no estuvo en Treblinka y no podía, por tanto, ser Iván el Te- rrible. Fue absuelto en 1994. Esos mismos documentos, sin embargo, apuntaban a que ha- bía estado en Sobibor, por lo que debe responder ahora an- te el tribunal alemán. “Si los supervivientes es- taban tan seguros de que era Iván el Terrible, cuando al pare- cer no lo es, ¿no es natural pre- ocuparse de que ahora otros testigos afirmen con la mis- ma certeza que estuvo en So- bibor?”, se pregunta Loftus en el prólogo a la edición espa- ñola de su Juicio a la memo- John Demjanjuk fue identificado por error como ‘Iván el Terrible’ «Es él. Está impreso en mi cabeza», declaró uno de los supervivientes Loftus, dada su herencia judía, rechazó testificar como forense Reyes Mate: «La memoria es capital para no reproducir la barbarie» ria, recientemente publicado por Alba. La pregunta de Loftus apun- ta al ámbito al que suele apli- car sus más de 40 años de in- vestigación. Su trabajo foren- se consiste en advertir al ju- rado de los inconvenientes de basar su veredicto de culpabi- lidad sólo en la identificación del acusado por parte de vícti- mas y testigos. Por desgracia, se equivocan mucho más de lo que creemos. “Y eso siem- pre es doloroso”, dice. Pero, in- directamente, su interrogante va más allá de la letra de la ley, puesto que se trata del mayor proyecto de exterminio huma- no jamás organizado. Los juicios a los verdugos “no son sólo una caza al nazi, son mucho más que eso: son vitales para calibrar la impor- tancia que el conocimiento el pasado tiene para el presen- te”, dice Reyes Mate, autor de Memoria de Auschwitz. El li- bro de Loftus concreta el mo- do en que funciona uno de los elementos más valiosos de los que disponemos no sólo pa- ra alcanzar una verdad moral ¿DESPLAZADO O GUARDIÁN? John (Ivan, en 1948) Demjanjuk se habría hecho registrar como “personada desplazada”, según el organismo encargado de documentar las víctimas civiles del nazismo (ITS). AFP El gueto de Varsovia, tras tener noticias del exterminio de muchos de sus habitantes, se rebeló contra los nazis entre abril y mayo de 1943. AFP La profesora de Psicología del Testimonio Elizabeth Loftus publica ‘Juicio a la memoria’, donde aborda el caso del supuesto ‘Iván el Terrible’, guardián de Treblinka, y el papel de víctimas y testigos en el proceso contra él LOS RECUERDOS Y LOS FORENSES DE LA HISTORIA

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Elizabeth Loftus aborda en 'Juicio a la memoria' el caso de John Demjanjuk, al que varios supervivientes del campo de Treblinka identificaron erróneamente como Iván el Terrible. El reportaje incluye opiniones de los profesores Reyes Mate y Margarita Diges.

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Culturas Responsable de la sección: Peio H. Riaño p [email protected]

Público Lunes, 26 de juLio de 201028

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Cuando hace dos sema-nas el calor hizo suspender el juicio contra John Demjanjuk, acusado de colaborar en el ase-sinato de 28.060 judíos en el campo de Sobibor, en Múnich hacía 32 grados centígrados. Suficientes para que los médi-cos que tratan a este ucrania-no de 90 años desautorizaran el traslado desde la prisión de Stadelheim a la sede del tribu-nal. Uno de los objetivos de es-te proceso –las sesiones diarias no duran más de hora y me-dia– es mantener con vida a Demjanjuk. El mismo acusado a quién, sin embargo, un tribu-nal israelí ya había condenado hace años, por error, a morir en la horca.

“El acusado es Iván, el cono-cido como Iván el Terrible, ope-rador de las cámaras de gas en el campo de exterminio de Tre-blinka”, decía aquella senten-cia en 1988. Elizabeth Loftus, la primera forense a la que ha-bían acudido los abogados de Demjanjuk para que testifica-ra a su favor, como había he-

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BRAULIO GARCÍA JAÉNMAdRid

cho con otros muchos acusa-dos, prefirió no hacerlo. Lue-go, cuando supo que había si-do condenado a muerte, revi-vió en parte su dilema. “Fue terrible, me sentí muy mal por él y por su familia: porque yo tenía mis dudas”, explica Loftus, profesora estadouni-dense de Psicología del Testi-monio, a Público.

Demjanjuk aportó luego do-cumentos desclasificados, tras la desmembración de la Unión Soviética, que mostraban que él no estuvo en Treblinka y no podía, por tanto, ser Iván el Te-rrible. Fue absuelto en 1994. Esos mismos documentos, sin embargo, apuntaban a que ha-bía estado en Sobibor, por lo que debe responder ahora an-te el tribunal alemán.

“Si los supervivientes es-taban tan seguros de que era Iván el Terrible, cuando al pare-cer no lo es, ¿no es natural pre-ocuparse de que ahora otros testigos afirmen con la mis-ma certeza que estuvo en So-bibor?”, se pregunta Loftus en el prólogo a la edición espa-ñola de su Juicio a la memo-

John Demjanjuk fue identificado por error como ‘Iván el Terrible’

«Es él. Está impreso en mi cabeza», declaró uno de los supervivientes

Loftus, dada su herencia judía, rechazó testificar como forense

Reyes Mate: «La memoria es capital para no reproducir la barbarie»

ria, recientemente publicado por Alba.

La pregunta de Loftus apun-ta al ámbito al que suele apli-car sus más de 40 años de in-vestigación. Su trabajo foren-se consiste en advertir al ju-rado de los inconvenientes de basar su veredicto de culpabi-lidad sólo en la identificación del acusado por parte de vícti-mas y testigos. Por desgracia, se equivocan mucho más de lo que creemos. “Y eso siem-pre es doloroso”, dice. Pero, in-directamente, su interrogante va más allá de la letra de la ley, puesto que se trata del mayor proyecto de exterminio huma-no jamás organizado.

Los juicios a los verdugos “no son sólo una caza al nazi, son mucho más que eso: son vitales para calibrar la impor-tancia que el conocimiento el pasado tiene para el presen-te”, dice Reyes Mate, autor de Memoria de Auschwitz. El li-bro de Loftus concreta el mo-do en que funciona uno de los elementos más valiosos de los que disponemos no sólo pa-ra alcanzar una verdad moral

¿DesplazaDo o guaRDián?

John (Ivan, en 1948) Demjanjuk se habría hecho registrar como “personada desplazada”, según el organismo encargado de documentar

las víctimas civiles del nazismo (ITS). AFP

El gueto de Varsovia, tras tener noticias del exterminio de muchos de sus habitantes, se rebeló contra los nazis entre abril y mayo de 1943. AFP

La profesora de Psicología del Testimonio elizabeth Loftus publica ‘juicio a la memoria’, donde aborda el caso del supuesto ‘iván el Terrible’, guardián de Treblinka, y el papel de víctimas y testigos en el proceso contra él

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un ápice de duda: ‘John Dem-janjuk, tú eres Iván el Terrible”, según la cita recogida en The New York Times.

“Es aquel que se sienta allí. Con la edad ha cambiado, co-mo es natural, pero no tanto como para no reconocerlo. Veo a Iván todas las noches. Está impreso en mi cabeza”, decla-ró en el juicio uno de los super-vivientes. La sala, cuando ter-minó, se puso en pie y empezó a aplaudir. El Tribunal Supre-mo israelí dictaminó años des-pués de aquella condena, que Pinchas Epstein y sus cuatro compañeros, respecto de ese detalle particular pero decisi-vo, estaban equivocados.

La conclusión más impor-tante de las investigaciones de Loftus es que la seguridad de los testigos no guarda relación con la exactitud de su testimo-nio. Pero, como ella misma ha apuntado, “a la gente le impre-sionan la seguridad de los tes-tigos presenciales”. “La verdad es que el paso del tiempo mo-difica los recuerdos, incluso cuando son traumáticos”, aña-de Margarita Diges, profesora de Psicología del Testimonio en la Universidad Autónoma de Madrid.

Una reflexión necesaria

Loftus renunció a la defensa de Demjanjuk ante la imposi-bilidad de que su entorno, sus amigos y familiares, compren-dieran que dudar de la preci-sión de la memoria respecto de los detalles, no era dudar de su valor y su importancia. “Mi de-claración se habría visto como un asalto sin cuartel contra los únicos recuerdos que tenemos de Treblinka”, escribió en un artículo para Newsweek, des-pués de tomar su decisión.

“Primero dijeron que era Iván el Terrible, el de Treblinka. Pruebas posteriores sugirie-ron que eso no era así. Todo es-to tiene que llevar a la gente a preguntarse sobre los proble-mas de las declaraciones de los testigos”, insiste ahora.

El juez obligó el jueves pa-sado a John, nacido Iván Demjanjuk, soldado del ejérci-to rojo, prisionero de los nazis y acusado de haberse conver-tido luego en guardián de un campo de exterminio, a pre-sentarse ante el tribunal. Llegó en una camilla de hospital.

La fiscalía alemana sitúa a Demjanjuk, al que le fue retira-da la nacionalidad estadouni-dense, en Sobibor, construido, como Treblinka, en territorio polaco. “En él los internos fue-ron capaces de organizar una rebelión y eliminar a muchos de sus verdugos”, recuerda Reyes Mate. “Evoca la digni-dad de las víctimas y al mismo tiempo particularmente ho-rroroso: en muy poco tiempo exterminaron a unos 600.000 judíos”. “Las víctimas tienen todo el derecho a que se juz-gue a los responsables”, con-cluye. D

Loftus no habría dudado en aceptar un caso con tantas irregularidades en la investi-gación. Pero precisamente en este, dada su herencia judía y la fuerte implicación emocio-nal que le suponían los críme-nes juzgados, no quiso ver las-trada su objetividad: “Y de ahí mi decisión de que acudieran a otro experto que no tuviera que preocuparse de eso”, reco-noce. Loftus recomendó a un prestigioso colega holandés.

Fueron las presiones de sus amigos y familiares, que con-denaban al acusado por ade-lantado, las que influyeron en su decisión. Según refleja el li-bro, en base a una lógica bien definida: el arquetipo, aun-que Loftus no use ese concep-to. Las ventajas de dicha lógica son indudables, por ejemplo, para la literatura, donde una escena o un personaje arque-típico nos hacen ver todo un mundo: “La novelización que hace Semprún, aunque llena de experiencia, está construi-da artísticamente. Y es muy importante, siempre que no perdamos de vista sus límites como representación”, expli-ca Mate. Para el autor de La herencia del olvido, ese rasgo puede ser fructífero también desde un punto de vista políti-co y moral: “Cualquier verdu-go de Sobibor trae a la memo-ria lo que fue aquel campo”, remata.

Una catarsis colectiva

En un sentido estrictamente penal, sin embargo, el arqueti-po es un inconveniente. Un tío de Loftus, de 85 años y que ha-bía sufrido los progromos an-tisemitas rusos, resume en el libro ese deslizamiento. En el juicio a Demjanjuk, el segun-do procesado en Israel por crí-menes nazis, viene a decir, no sólo se juzgaban los actos de John Demjanjuk: “Querida, ten presente que no se va a juz-gar a una sola persona, sino a todo un mundo en el que suce-dieron esas atrocidades”, de-cía la voz de su tío Joe grabada en el contestador.

El punto decisivo era si la cara de John Demjanjuk, que los supervivientes señalaban como la cara de Iván el Terrible, era correctamente identifica-da. Pero si Joe Loftus advertía a su sobrina sobre el contex-to, lo hacía a sabiendas de lo delicado que resulta dudar de las víctimas y los testigos pre-senciales. “¿Me estás dicien-do que vas a subir a la tribuna y vas a llamar mentirosos a los testigos? ¿Es eso lo que quie-res decir, Beth?”, le espetó su mejor amiga cuando Loftus le planteó su dilema.

Un reportero de la televisión israelí trasluciría luego cómo esa presión se amplifica a las puertas del tribunal: “Es muy frustrante que después de cin-co meses de duro trabajo de la fiscalía, no podamos toda-vía ponernos de pie y decir, sin

que ayude a no repetir el pa-sado, sino también una ver-dad jurídica que permita cas-tigar a los responsables: la me-moria. Esa memoria que, en el caso de los supervivientes, “es capital para construir un pre-sente que no sea la reproduc-ción de la barbarie pasada”, añade Mate.

Un asunto personal

Loftus no aborda tanto aque-llos testimonios que cinco de los supervivientes de Treblinka (donde fueron asesinados en-torno a un millón de personas, sobre todo judíos) prestaron en Jerusalén, como su deci-sión de abstenerse. Su expe-riencia personal es un valioso elemento para el análisis de las repercusiones de esos testi-monios. Su libro no sólo ayuda a entender cómo las víctimas y testigos de robos, violacio-nes y asesinatos, se equivocan al señalar al sospechoso, sino cómo también los jueces ye-rran clamorosamente. En esto último, el capítulo dedicado a Demjanjuk es especialmente ilustrativo.

El gueto de Varsovia, tras tener noticias del exterminio de muchos de sus habitantes, se rebeló contra los nazis entre abril y mayo de 1943. AFP

la profesora de psicología del Testimonio elizabeth loftus publica ‘juicio a la memoria’, donde aborda el caso del supuesto ‘iván el Terrible’, guardián de Treblinka, y el papel de víctimas y testigos en el proceso contra él

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Responsable de la edición: peio H. Riaño p [email protected]

‘innocence project’Desde que un grupo de abogados neoyorquinos se reuniera entorno a barry c. scheck para fun-dar ‘innocence project’ en 1992, 255 presos, muchos de ellos condenados a muerte, han salido en li-bertad gracias a la revisión de su condena en eeUU, promovida por esta orga-nización sin ánimo de lu-cro. en el 80% de los casos, el error se había debido a un error de identificación por parte de víctimas o testigos presenciales. en españa, donde no faltan los ejemplos, no hay esta-dísticas.

Falsos recuerdoslas investigaciones de loftus, entre otros, defi-nen el concepto de ‘falso recuerdo’: el recuerdo de algo que no ha ocurrido. los experimentos, basa-dos en técnicas como la hipnosis, han demostrado que es posible inducir esos recuerdos falsos entre quienes se prestan al expe-rimento. No es de extrañar, por tanto, que algunas víc-timas sigan ‘recordando’ la cara del falso culpable como la de su agresor, des-pués de que el ADN, por ejemplo, haya demostrado su error.

Memoria blancaAlgunos estudios cien-tíficos, como el del instituto de investigación biomédica de bellvitge (iDibell) y la Universidad de barcelona, que pu-blica ‘The Journal of Neuroscience’ en 2009, señalan que esos falsos re-cuerdos podrían generarse en una parte concreta del cerebro: la zona o sustan-cia blanca, más interna que la corteza o sustancia gris. eso abre la posibilidad de que se pueda llegar a distinguir cuando un re-cuerdo se corresponde con un hecho real, y cuando no. el gran interés forense de estos descubrimientos es que podrían aplicarse a la declaración de los testigos.

eRRoRes sinceRos

los testigos y las víctimas ‘creen en su error’, por lo que detectarlo resulta casi tan complicado como que rectifiquen.

cRonoLoGÍA DeL cAso

1976cleavelandJohn Demjanjuk, originalmente Ivan, señalado desde Israel como el supuesto ‘Ivan el Terrible’, fue identificado en Cleaveland en 1976. Era mecánico en un taller de coches.

1981desnacionalizadoCinco años después, y tras admitir que había mentido a las autoridades migratorias de EEUU sobre sus actividades durante la guerra, le fue retirada la nacionalidad estadounidense. En 1986 se convirtió en el primer desnacionalizado y extraditado a Israel por crímenes de guerra.

1987 Juicio en israelEl juicio contra Demjanjuk, que había admitido que como prisionero de guerra en manos de los nazis realizó trabajos forzados, pero no como guardián de ningún campo, se inició en Jerusalén el 18 de febrero de 1987. Tras ser señalado como ‘Iván el Terrible’ por cinco supervivientes

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del campo de Treblinka, fue condenado a muerte.

1993archivos soviéticosDocumentos desclasificados por tras la desmembración de la Unión Soviética, evidencia que el verdadero apellido de ‘Iván el Terrible’ era Marchenko, Dejmjanjuk. Un año después, el Tribunal Supremo israelí revocó la condena a muerte por unanimidad y absolvió al condenado.

1994sobibor, en el caminoEsa documentación apuntaba, según recoge la misma sentencia, a la posibilidad de que Demjanjuk hubiera trabajado como guardián, en lugar de en Treblinka, en Sobibor, otro de los campos construidos en territorio polaco por los alemanes. Formalmente, sin embargo, no le corresponde al Supremo israelí juzgar esos otros hechos.

2009en el banquillo alemánTras su extradición en mayo de 2009, Demjanjuk afronta en Múnich su segundo juicio por su supuesto pasado nazi desde noviembre. Es el primer extranjero que juzga Alemania por los crímenes del régimen de Hitler. Podría ser también el último, en un país que ha emitido unas 6.600 sentencias al respecto, según Reuters.

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las dos caras de John Demjanjuk ante los tribunales

Demjanjuk, en el tribunal de Múnich, el mes pasado. AFP