Los Pilotos Japoneses en La Segunda Guerra Mundial[1]
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Los pilotos japoneses en la Segunda Guerra Mundial
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A principios del siglo XX, Japón había desarrollado un plan de expansión territorial muy
ambicioso, y las guerras que sostuvo, guerras más o menos fáciles, como por ejemplo con China
en 1895 y Rusia en 1905 (aunque esta, un poco más peleada) ayudaron a elaborar un programa
de expansión que poco a poco fue calando en todos los estratos de la población japonesa; sobre
todo en el ejército.
En 1931 los japoneses pusieron sus ojos en la región China de Manchuria, rica en recursos
naturales, utilizaron el pretexto de abanderar la libertad de la población y algunos incidentes en
la frontera con Japón en Corea (entonces ocupada y anexionada como colonia japonesa) para
invadir el territorio con poca resistencia por parte de los chinos.
2Lt Tomoari Hasegawa
Los japoneses pusieron más sus ojos en el territorio de China propiamente dicho, y en 1937
aprovecharon otro incidente para invadir China y ocupar su capital Pekín. Los japoneses creyeron
que ocuparían China en un desfile triunfal, pero si bien la ocupación conoció unos grandes
progresos en cuanto a tierras ocupadas, no es menos cierto que el ineficaz ejército chino pudo
zafarse de las garras de los japoneses e internarse en el corazón de China.
Allí inició una guerra de desgaste contra el ocupante opresor, recibió algunas ayudas de
Inglaterra, Francia y la URSS, pero fue su indomable coraje de no claudicar ante el invasor lo que
impidió que toda China fuera anexionada por Japón, objetivo este que ya había abrigado en el
transcurso de la primera guerra mundial, pero que por aquel entonces no pudo ser satisfecho.
La guerra chino-japonesa fue un largo periplo en el que la lucha fue muy larga y laboriosa,
obligando a los japoneses a invertir numerosos recursos en la misma y sin ver en el horizonte un
posible fin de la guerra.
A6M Zero-Sen
El siguiente paso en el plan expansionista japonés lo vemos en el año 1940 en plena guerra
mundial, Japón pone sus ojos en la región asiática de Indochina, (de la cual formaban Vietnam,
Laos y Camboya). Esta región está ocupada por Francia, la cual es una colonia francesa; pero no
es menos cierto que tras la derrota francesa contra Alemania en la primavera de ese año, la
capacidad de respuesta de Francia es nula.
En julio dan un golpe de mano apoderándose de la colonia, si bien la ocupación, con la
connivencia renuente del gobierno de Vichy instalado en Francia tras la guerra, (gobierno títere
de la Francia no ocupada por los alemanes) se limita a la ocupación militar de las bases militares
del país, sin efectuar una ocupación total a gran escala.
El establecimiento de una serie de guarniciones a lo largo de todo el país, (en un principio 25.000
efectivos japoneses) señalará la ocupación militar de Indochina y por supuesto, la posible
explotación de los recursos del país, del que Japón tenía una terrible necesidad. Máxime cuando
los EEUU habían, en represalia por la acción de Indochina, decretado que no exportarían a Japón
ningún bien material, ni petróleo ni recursos minerales de ningún tipo.
Esto puso al Japón en brazos de Alemania. La guerra de desgaste en China, donde los soldados
chinos utilizando tácticas guerrilleras en territorio chino ocupado por Japón (ya que China no
podía formalmente medirse con el potente ejército japonés) y la conquista de nuevos territorios
chinos, obligaba a Japón a depender enormemente del petróleo.
Admiral_Takijiro_Onishi creador de los Kamikaze
El bloqueo americano los dejó en una dificilísima posición; pidieron a los americanos levantar el
embargo, pero la negativa fue total. Los japoneses hicieron un balance de sus reservas, tres
años para tiempos de paz o la mitad para tiempos de guerra, el resultado era muy sombrío.
Japón había echado el ojo a los recursos minerales y naturales de las colonias europeas al sur de
Asia, en particular al petróleo de las islas holandesas de Java y Sumatra y Malasia, colonia
inglesa rica en estaño (dueña de las 4/5 partes de la producción mundial) amén de productora de
grandes recursos en arroz y caucho.
A finales de 1941 Japón, con sus recursos disminuyendo, se lanzó, con la alianza de Alemania e
Italia (el eje Berlín-Roma- Tokio) a un ataque por sorpresa en la bahía de Pearl Harbor contra la
flota americana varada en ella. Esperaba que el silenciamiento de aquella flota, pudiera ocupar
los territorios del sur asiático y poder dar fin a su carestía de materias primas.
Antes del estallido de la guerra, la aviación japonesa, (la cual jugó un papel importantísimo en la
conquista de Asia) podía sin rubor presentar una aviación muy moderna y pilotada por pilotos
diestros y consumados. En particular presentaba la mejor embarcación de guerra que hubiera en
el mundo.
Caza Zero
La aviación japonesa no tenía un mando independiente, al contrario que sus homólogos
alemanes; en consecuencia, el ejército de tierra y el de mar, tenían sus propios escuadrones de
caza y bombardeo. El ejército de tierra disfrutó un poco de experiencia bélica a este respecto, ya
que la guerra con China en 1937 y sobre todo con la URSS en el verano de 1939, había
posibilitado la participación en combate de dicha aviación.
La aviación del mar no obtuvo este beneficio, ya que no participó en los combates; también hay
que tener en cuenta que la aviación embarcada era por aquel entonces un programa nuevo, que
no estaba muy desarrollado. Pero a finales de 1941, había habido grandes avances en todo el
mundo, pero en particular en Japón, y gracias a la preparación del ataque en Pearl Harbor, se
podía decir que el nivel de adiestramiento de la aviación japonesa les ponía a la cabeza del
mundo.
La formación en los pilotos japoneses de ambas armas era lenta y concienzuda, pero por el
contra, era de primer nivel y los pilotos salían con un nivel de aprendizaje excepcional, el cual no
está de exento de posteriores cursos de perfeccionamiento en los que poder seguir
desarrollando sus habilidades aprendidas.
El nivel de aprendizaje fue puesto en práctica el 7 de diciembre de 1941 durante el ataque a la
flota americana en las islas Hawái, concretamente en la base americana de Pearl Harbor, donde
estaba anclada la flota del pacífico. La sorpresa fue total, combinándose los aviones de caza, con
los bombarderos y aviones torpederos que hicieron un enorme daño a la flota anclada, sin bien,
los portaviones americanos, que eran una prioridad en el ataque japonés, no estaban presentes
(por fortuna para los americanos) en la base.
Piloto BUNJI YOSHIYAMA
En dos oleadas de ataque, los japoneses dañaron seriamente la flota, dejándola inoperante unos
meses, lo suficiente para poder los meses siguientes operar por el Pacífico ocupando sus grandes
islas sin el estorbo de una flota oponente. Las bajas japonesas fueron escasas, 29 aviones y sus
55 pilotos y tripulantes, aunque es de destacar que pese a la sorpresa del ataque, los
americanos reaccionaron con sorprendente agresividad derribando los dos pilotos que pudieron
despegar y la artillería anti-aérea, un número de aviones considerable.
Los meses siguientes fueron un paseo triunfal para Japón, con escasa resistencia fue ocupando,
Filipinas, la Indonesia holandesa, Singapur, Malasia, Nueva Guinea y un sin fin de islas. La
aviación japonesa encontró escasa resistencia por parte de la aviación americana, inglesa u
holandesa y más fue dedicarse a apoyar el desembarco de los efectivos terrestres y a escoltar a
los navíos de guerra en su trayecto.
Al precio de la pérdida de 400 aviones, los japoneses habían ocupado la práctica de la totalidad
de Sudoeste asiático. Pero los americanos, tras la sorpresa inicial y preparar sus tropas para la
contraofensiva, empezó poco a poco a responder a tremendo poderío de los japoneses.
Durante la primera mitad del año 1942 Japón había dominado los cielos del Pacífico, su gran
caza, el “Zero- Ceke”, el cual dominaba a placer sobre los modelos americanos y británicos. Pero
no todo iba a ser una marcha triunfante para los japoneses, el tremendo poderío dormido de los
EEUU empezaría pronto a surgir, una vez que su maquinaria de guerra fuera puesta a pleno
rendimiento.
Caza-hidroavión Kawanishi N1K1
En la batalla del “Mar del Coral” en mayo de 1942, se vio que los americanos estaban
empezando a responder eficazmente a la devastadora ofensiva japonesa que había puesto en
sus manos casi toda el Asia del Sudoeste. Aunque se saldó con un triunfo técnico de los
japoneses, no es menos cierto que el intento japonés de tomar la capital de Nueva Guinea, Port
Moresby, se saldó con un fracaso.
Tomar la totalidad de la isla era un paso prioritario para en un futuro, preparar la toma de
Australia. Pero lo cierto es que salvo la toma de la mitad Septentrional de la isla, los japoneses
poco más avanzaron. La pérdida de 43 aviones por 33 de los aliados significó también que la
aviación japonesa está empezando a encontrar un rival de altura, y ya no encontraría en el
futuro presas indefensas.
Japón por aquel entonces, decidió antes de que el dominio de EEUU resultara agobiante,
machacar a la flota del Pacífico, para que la recuperación de los EEUU fuera más larga y les
otorgara tiempo para consolidar sus conquistas.
Casi al inicio del verano, se decidió atacar la isla de Midway. Como objetivo secundario y con
intención de engañar a la flota americana, se lanzó un ataque a las islas Aleutianas, cerca de
Alaska; también existía el objetivo de con este acto, y es que estas islas, eran clave en las rutas
del norte del Japón respecto a su tráfico marítimo.
Capt Kenji Shimada
Pero salvo la toma de dos islas por los japoneses, poco más se hizo y al cabo de un año las islas
se perdieron. Se creía que las islas Aleutianas protegerían a las islas Kuriles, ya que al sur de las
mismas, estaba Japón; pero nunca hubo una invasión estadounidense por esa zona, lo cual no
quita que los japoneses la temieran.
Para la toma de Midway, los japoneses intentaron tender una trampa a la flota de 76 navíos del
almirante Nimitz. El concurso de toda la flota japonesa, unos 200 navíos, era una pieza clave, los
mismos se encargarían de mandar al fondo del mar a la flota americana.
Pero hubo un problema grave para los japoneses, y el que antes del bombardeo de Pearl Harbor,
los americanos habían conseguido descifrar la clave de los mensajes secretos japoneses. Por lo
tanto, los mensajes que ellos se mandaban, eran interceptados y descifrados por los americanos,
sin que los japoneses lo supiesen hasta la primavera del 1943.
El 4 de junio fue un día para la historia, los portaviones japoneses llevaron a los aviones que
atacarían la isla Midway. Los aviones americanos que fueron enviados a detener a los japoneses
fueron derrotados sufriendo numerosas bajas; el ataque dañó las instalaciones de la isla, pero los
americanos respondieron con agresividad derribando 10 aparatos japoneses.
De Aichi B7a (2) Ryusei (Shooting Star) - Torpedero-bombardero - 1942
Los americanos tenían como objetivo los portaviones japoneses y cuando estos fueron
descubiertos, los americanos desde sus portaviones, mandaron oleadas de aviones en número
de 108 para derribarlos. Pero la defensa que los aviones japoneses hicieron de sus portaviones
fue ejemplar, acorde con su destreza, muchos aparatos americanos fueron derribados acosta de
escasas bajas.
Pero los portaviones tuvieron noticias de que la flota americana había sido localizada. Así que
uno una serie de órdenes y contraórdenes para bombardear la isla y bombardear los portaviones
americanos. En el hangar de los portaviones japoneses el trasiego de bombas era un caos.
En ese preciso instante en que los aviones japoneses estaban siendo reabastecidos, los aviones
americanos hicieron acto de aparición en número superior al centenar de aparatos.
Con los portaviones japoneses en pleno trasiego de reabastecimiento, recibieron el ataque
americano; los cazas japoneses y su artillería antiaérea dieron cuenta de un buen número de
aviones americanos, pero unos cuantos de ellos atravesaron la cortina defensiva japonesa y
lanzaron un ataque que hundió tres portaviones japoneses.
Comandante IWORI SAKAI
¡Fue un desastre para los japoneses!, que al día siguiente se vio rematado con el hundimiento
del cuarto portaviones japonés que había participado en la operación de ataque a Midway.
Con este ataque el Japón vio detenido para siempre su capacidad ofensiva. A partir de entonces,
dedicó sus esfuerzos al plano defensivo y a detener la ofensiva norteamericana, la cual empezó
con timidez, pero que con el tiempo fue adquiriendo más fuerza.
También el plano de los pilotos japoneses, que es el que abarca este trabajo, Japón se encontró
con un serio contratiempo. La participación de los aviones japoneses pertenecientes a los
portaviones japoneses fue admirable; los aviones americanos tanto en el plano de la calidad de
sus aviones, como en la pericia de los pilotos fue inferior en todo a la de los japoneses.
Pero eso no sirvió de mucho ante el hundimiento de los portaviones japoneses y la pérdida de los
pilotos de los mismos. La pérdida total de pilotos japoneses en esa batalla fue terrorífica. La
cuarta parte de los pilotos de élite japonés habían sido perdidos sin remisión y 260 aviones de
combate se habían perdido.
Kawanishi H8K (1) - hidroavión - 1941
Todavía quedaban, ¡por supuesto pilotos experimentados!, pero no olvidemos que las
formaciones que se perdieron eran de las más en forma que estaban entre los pilotos japoneses;
ya que aunque eran unos excelentes pilotos, recibieron un adiestramiento intensivo en la
preparación al ataque de Pearl Habor, ya que los aviadores habían participado en el sorpresivo
ataque a la base americana.
Pero no solo eso, las bajas habían sido desproporcionadas comparadas con las que había venido
sufriendo durante la guerra, de momento las bajas habían sido escasas, y estas se podían
compensar con las promociones que estaban saliendo de las academias de vuelo los japoneses.
Pero las bajas de Midway fueron muy elevadas, y Japón en plena guerra, no se podía permitir el
lujo de ver reducido su plantilla de aviadores.
Las bajas a partir de entonces, se elevaron en mayor ritmo y Japón no solo tenía que parchear
sus bajas y reponerlas, sino aumentarlas, acorde con los serios enfrentamientos que se
producirían en el futuro.
Esto provocó que para obtener un mayor número de nuevos pilotos, se intensificaran los planes
de entrenamiento; pilotos veteranos fueron transferidos a las escuelas de entrenamiento
(debilitando el poder de defensa de las guarniciones donde estaban apostados) como
instructores y para disponer de un gran número de cadetes, se redujeran los exigentes requisitos
de admisión y también para que se formaran más rápidamente, se redujo el tiempo de
entrenamiento.
Comandante JYOZO IWAHASHI
La formación se estableció seriamente, acorde con las normas japonesas que evitaban toda
improvisación; pero no es menos cierto que este apresuramiento, aunque formó buenos pilotos,
estos no gozaron del grado de preparación de sus predecesores, los cuales tuvieron una
preparación simplemente excepcional.
Quizá con el tiempo podían haber mejorado su preparación, pero estaban en guerra; su menor
formación hubo de ser complementada con la experiencia en combate, lo cual les dejaba en
inferioridad con las tripulaciones anteriores. Los pilotos americanos tenían un plan de formación
muy completa y enfrentarse a formaciones tan bien preparadas hizo que jugaran en inferioridad.
Muchos de estos pilotos adquirieron experiencia a lo largo de la guerra, pero no es menos cierto
que muchos pagaron con su vida su menor formación. Es bien seguro que de haber tenido una
formación completa, muchos habrían sobrevivido; aunque también es cierto, que Japón por
desgracia, no podía permitirse este lujo.
La guerra continuó con su desgaste para las formaciones niponas, las cuales tuvieron que
enfrentarse a un duro reto. El 7 de agosto de 1942, los americanos desembarcaron en una isla
llamada Guadalcanal, esta parecía otra isla por la que iban a batallar los japoneses y
americanos.
Caza KI-61
Sin embargo esta fue una batalla que implicó a las fuerzas terrestres, navales y aéreas, pero no
solo eso; incluso la propaganda y el orgullo de las dos naciones también se vieron implicados en
la misma batalla. Una lucha de poder a poder, para ver quien desalojaba la isla, se desarrolló con
un sinfín de actos bélicos durante el medio año que duró la batalla y que duró hasta que los
japoneses abandonaron la isla el 7 de febrero de 1943.
Las bajas de los japoneses y americanos en esta batalla respecto a las bajas aéreas, no dan
datos precisos, en un principio se hablaba de unos 3.000 aparatos; finalmente datos más
conservadores hablan de la mitad, unos 1.500 aeronaves. Pero aquí como en el futuro, las bajas
japoneses fueron mayoría respecto a los americanos.
Tras esta batalla y el gran desgaste de la aviación nipona, (no especialmente sobre los aviones
de combate, los cuales se podían reponer; sino sobre sus aviadores, los cuales eran mucho más
difíciles de reponer) los japoneses tuvieron que hacer nuevas reducciones en el número de horas
de vuelo de entrenamiento de los cadetes de vuelo.
Esto, ¡pos supuesto!, condujo que posteriormente, la calidad de sus tripulaciones sufrió un
brusco descenso, el cual ya no se detendría durante resto de la guerra. Las grandes bajas y el
descenso de los planes de adiestramiento de los pilotos para disponer de ellos lo más pronto
posible, se saldó con pilotos mal entrenados, los cuales se convertían normalmente en víctimas
de los aviadores americanos.
Fusata Iida
A grandes bajas, más apremiante era el deseo del gobierno japonés por disponer de más pilotos;
por lo que consecuentemente, los planes de reducción de entrenamiento se redujeron
drásticamente. Como vemos en resumen, este era un círculo vicioso que se retroalimentaba y
que por desgracia no se podía detener.
El intentar un mejor entrenamiento de los pilotos para que estos tuvieran más posibilidades de
sobrevivir, era algo que no se contemplaba, porque para esto se necesitaba tiempo, y
precisamente, ¡tiempo!, tiempo para entrenar a los pilotos, era algo de lo que el agobiado Japón
no disponía.
Como hemos visto, este problema no tenía visos de solución. Las batallas se saldaban con bajas
desiguales para ambas partes, aquí tenemos algún ejemplo de ello:
La batalla del mar del Coral del 7 al 8 de mayo de 1942, con las respectivas bajas en
aviones de 140 bajas americanas por 159 de los japoneses.
La campaña de las Islas Salomón, con 800 y 1.500 aparatos perdidos para americanos y
japoneses respectivamente.
Batalla de las islas Santa Cruz, entre el 25 y 27 de octubre de 1942 con bajas americanas
y japonesas de 170 y 200 aeronaves respectivamente.
Estas son solo algunas de las batallas que se desarrollaban en el Pacífico, pero no es
menos cierto que estas batallas y campañas eran de un gran desgaste para las fuerzas
niponas, las cuales difícilmente podían parchear sus pérdidas.
Kyushu J7W Shinden 1945
El plan americano de avanzar por las islas que los japoneses habían ocupado en su totalidad
habría requerido un sinfín de esfuerzos que los americanos no se podían permitir. Por lo tanto
efectuaron un ataque que se reflejaría sobre las islas estratégicas con las que se toparan.
Las que no lo eran simplemente eran dejadas de lado. Las mismas, siendo imposible su
reabastecimiento por la marina japonesa, se vieron obligadas a subsistir por sí mismas,
explotando los recursos de las islas donde vivían y sin obtener repuestos para sus instalaciones y
armamento.
Cuando la guerra acabó, muchas de las islas donde sus guarniciones mal vivían penosamente se
rindieron. Pero también es cierto que en algunas muy pequeñas, algunos soldados no se
enteraron de la rendición y seguían en guerra sin saber que la misma había acabado hacía
mucho tiempo.
Fueron frecuentes durante los años posteriores, que islas pequeñas donde todavía había
soldados japoneses, estos fantasmas recibían noticias (por algún barco que atracaba en el lugar,
algún turista que visitaba la isla o por los más diversos motivos) de que la guerra había acabado
hacía mucho tiempo y se sorprendían ellos mismo del suceso y de que no hubieran sido ellos
mismos avisados del mismo.
Pilotos Kamikaze
Con sus familias resignadas a su muerte desde hacía mucho tiempo, recibían entre la alegría y el
estupor el aviso de que un marido o un hermano o hijo, todavía estaban vivos en alguna lejana
isla prestando servicio de guarnición en el ejército un imperio japonés inexistente.
Como comentaba, la inteligente campaña estratégica americana, aparte de atacar las islas
Salomón, fue atacar las islas Gilbert, luego las islas Marshall, para luego posteriormente,
lanzarse sobre las islas Carolinas y las islas Palaos.
De allí, atacarían las islas Filipinas, para luego lanzarse sobre las islas de Iwo Jima y Okinawa;
excelentes plataformas para saltar sobre el corazón de las islas del Japón. Pero este es un
objetivo que tuvo que enfrentarse a la dureza defensiva japonesa, que defendió palmo a palmo
el territorio a la par que efectuaba una salvaje defensa de las islas que tenía ocupadas, la cual se
salvaba con pérdidas importantes para los americanos.
La lucha en Nueva Guinea por la toma de la isla en primavera de 1943 alcanzó tintes dramáticos,
la lucha por la toma de la misma entre japoneses y americanos era extrema. Desde abril la
aviación japonesa hostigaba las bases americanas cercanas, pero la superioridad americana era
eficaz y la aviación japonesa lo pagó terriblemente.
Caza a reacción ME-163 "Komet"
Ese abril se dio dos situaciones excepcionales, los japoneses se dieron cuenta de que los
americanos estaban en posesión de su clave secreta. No la cambiaron, lo cual fue un desacierto,
ya que las comunicaciones se redujeron drásticamente sabiendo que los americanos se podían
esterar de lo que decían.
¿Cómo se enteraron de ello?, pues de una manera muy amarga; perdiendo a uno de los cerebros
de la marina japonesa era su insigne almirante Yamamoto. Este había girado una visita de
inspección por las islas Salomón, las formación de escolta integrada por 8 aviones se vio atacaba
por 18 cazas americanos P-38 Lightning. A costa de un avión americano derribado, la formación
japonesa fue destruida y el almirante muerto.
El resto de 1943 a parte de ocupar las islas Salomón, fue la dura lucha por la toma de las islas
Gilbert, donde la isla de Tarawa revistió una crudeza y dureza inauditas por la tremenda
resistencia de la guarnición nipona. La toma de las islas Carolinas se efectuó con mayor
precaución.
Había que reblandecer a la aviación que ocupaba las islas y que podía causar serios disgustos a
los americanos que intentaran desembarcar en las islas. 12 portaviones americanos con sus
aviones se encargaron de barrer a la aviación japonesa que guarnecía las islas. 150 aparatos
japoneses fueron derribados, lo cual permitió a los americanos a desembarcar con mayor
tranquilidad.
Kaname Harada
El punto culminante de la toma de estas islas a principios de 1944 fue el ataque que se efectuó a
la gran base aeronaval de Truk y a los aeródromos adyacentes el 17 y 18 de febrero. Se
pretendía con este ataque, crear un Pearl Harbor japonés, ya que en la misma isla estaba
estacionado el grueso de la flota japonesa.
El ataque no causó el efecto deseado, todo fuera que los japoneses se esperaran una acción de
este tipo cuando empezaron la toma de las islas Carolinas por parte de los americanos. El caso
es los japoneses ya habían evacuado los navíos japoneses cuando las americanos atacaron, y el
efecto de hundir la escuadra japonesa no se pudo realizar.
Las pérdidas navales se redujeron a un destructor, 6 petroleros y 22 transportes. Lo
verdaderamente grave para la fuerza aérea nipona fue la destrucción o daños efectuados sobre
250 aparatos japoneses.
Lo que quizá marcó un punto de inflexión fue la toma de las islas Saipán y el posterior asalto a
las islas Filipinas la segunda mitad de 1944; aquí fue donde los aparatos y aviadores japoneses
fueron sometidos a una presión agobiante y extrema que supuso su destrucción; pero no nos
precipitemos y narremos su situación paso a paso.
Mitsubishi A5M 1936
La toma de las islas Marianas era inminente, desde mediados de Junio, una poderosa flota
americana marchaba a la conquista de la isla de Saipán. El día 15 desembarcaron en la isla; pero
los japoneses ocupaban una posición ventajosa dominando las alturas, los americanos tuvieron
que luchar con denuedo ante la indómita resistencia que opusieron los japoneses.
Mientras los japoneses, habían reunido una poderosa flota compuesta por 9 portaviones con 550
aviones de combate, 5 acorazados, 10 cruceros y 36 destructores. Eran inferiores a las fuerzas
americanas; arriesgaban el grueso de sus fuerzas navales a una sola partida, pero confiaban en
sorprender a los americanos y salir airosos del trance.
Los pilotos de los aviones de los portaviones, habían recibido un entrenamiento especial y más
duradero de lo que solían recibir últimamente los pilotos japoneses. Se deseaba que esta fuerza
estuviera bien preparada para lo que se avecinaba; habían recibido la orden de incorporarse a su
destino cuando estaban en la fase final del entrenamiento, pero se confiaba en que su
rendimiento fuera óptimo.
También se confiaba en la excelencia de los aparatos nipones; por desgracia, la confianza de los
japoneses estaba sobrevalorada en ambos casos. Respecto a los aparatos nipones, estos eran
muy ágiles debido al escaso peso que comportaba su ligereza; pero no es menos cierto que al
ser aviones poco sólidos, estos no resistían los disparos de las ametralladoras americanas.
Kaneyoshi Kinsuke Muto
No estaban protegidos, por lo tanto no era extraño que tras una ráfaga estos estallaran en el
aire. A esto se añadía el hecho de que los pilotos eran como norma muy novatos y bisoños, lo
que por norma general les convertía en víctimas de los pilotos americanos. Estos eran mucho
mejores pilotos gracias a su excelente formación y además, tripulaban aviones sólidos y bien
armados.
Los combates aéreos entre los aviones americanos y japoneses empezaron el 19 de junio, y
como más tarde se conoció, se llamó “la caza de patos en las Marianas”, título que no fue
desmerecedor al resultado final.
Los japoneses atacaron con sus aviones de caza y bombardeo a la flota americana, pero estos
fueron machacados por los aviones de caza americanos de manera abrumadora. Durante los
días 19 y 20 los japoneses fracasaron por completo en intentar destruir a la flota oponente, el
balance total de bajas era escalofriante.
Los japoneses, a pesar incluso de que tuvieron el apoyo de aeronaves japoneses de los
aeródromos japoneses cercanos, no fueron rivales para los americanos. Sufrieron 395 por 43 de
los americanos. A estos habría que añadir otros 80 aviones americanos perdidos, debido a que a
un ataque prolongado sobre la flota japonesa el día 20, se quedaron sin gasolina y cayeron al
mar; pero se salvó la mayoría de las tripulaciones.
Kawasaki Ki-61 (I) Hien (Swallow) - Avión de combate - 1941
Respecto a los enfrentamientos aéreos, el resultado de 395 a 43 para los americanos, dejaba
bien a las claras el rendimiento de la flota aérea japonesa. La toma total de las islas Marianas
había sido nefasta para la aviación japonesa; se había roto la espina dorsal de la caza japonesa
definitivamente. La pérdida total de 1.200 aviones y de buena parte de sus tripulaciones
experimentadas fue un golpe del que no se repondría Japón.
En adelante se puede decir que la caza japonesa, a niveles generales, aparte de no poder
efectuar operaciones de envergadura, se convirtió en presas fáciles de unos pilotos más
experimentados y mucho mejor entrenados. El siguiente ejemplo se puede advertir en octubre,
desde el día 10 los americanos atacaron con dureza las islas de Formosa, Luzón y Okinawa.
Las bajas japonesas fueron tremendas, 500 aviones por 79 bajas americanas. El resultado deja a
las claras que la aviación japonesa, aparte de ser inferior en número, no podía tener la
esperanza de debilitar la aviación americana, puesto que esta era de mucho mejor calidad.
Zenji Abe
Un relato esclarecedor puede darse el día 12 de octubre cuando 300 cazas Hellcat americanos
atacaron la isla de Formosa y 230 ceros japoneses acudieron a interceptarlos; el vicealmirante
Fukudome fue testigo ocular del enfrentamiento y dejó estas palabras:
“Un terrible combate aéreo se entabló precisamente sobre mi puesto de mando. Nuestros cazas
se precipitaron contra los invasores y parecían hacerlo tan bien que no pude desearles nada
mejor. En cuestión de segundos se vieron caer uno tras otro numerosos aviones envueltos en
llamas.
¡Bravo, bravo!, grité entusiasmado, y no pude menos que romper en aplausos. Pero, ¡ay!, un
examen más detenido me reveló que ¿todos los que caían eran cazas nuestros y todos los que
describían orgullosamente círculos sobre nuestras cabezas eran aviones enemigos!
Nuestros ceros no eran más que otros tantos huevos arrojados contra el muro de piedra de la
indomable formación enemiga. En un breve encuentro, el combate terminó con una derrota total
para nosotros”.
Kenji Yanagiya
Días después, la flota japonesa arriesgo nuevamente el grueso de su flota en un combate en el
golfo de Leyte, con el objetivo de destruir a la flota americana. Si bien en las islas Marianas había
sufrido algunas bajas; en Leyte las bajas fueron demoledoras, a pesar de contar con el apoyo de
300 aviones. Los aviones americanos disponían de 1.500 y su flota y aviación machacaron a los
japoneses.
La aviación salió vapuleada, pero la flota japonesa ya no pudo utilizarse en operaciones de
envergadura; su función se relegó a operaciones auxiliares de poco calado. La toma de las islas
Filipinas continuó revistiendo una gran dureza, ya que la defensa japonesa se endureció hasta
extremos de fanática resistencia.
La lucha en la jungla, impedía a los americanos realizar operaciones veloces que envolvieran a
los japoneses a modo análogo a lo que los compatriotas americanos de Europa hacían sobre los
alemanes. La resistencia fanática de los japoneses junto a la espesa jungla ofrecía a los
americanos un lento avance que en líneas generales, embrutecía a ambos bandos.
Desde finales de 1944, sobre todo a partir de octubre, los americanos tenían bases aéreas en las
islas Marianas para bombardear el territorio del Japón. La aviación y la industria aeronáutica
fueron dispersadas sin bien los americanos no tuvieron en cuenta el bombardeo de las líneas
ferroviarias.
Kyushu Q1W Tokai 1944
Estas últimas abastecían de carbón a la industria en general (los americanos habían acabado con
sus submarinos con la práctica totalidad de la marina mercante) ya que los bombardeos habían
acabado con tráfico marítimo costero. Sin las vías férreas, la industria japonesa se habría
colapsado por completo.
El bombardeo diurno y sobre todo nocturno (la aviación japonesa nocturna era casi inexistente)
dieron excelentes resultados sobre las aterrorizadas ciudades japonesas, ya que los inmensos
aviones americanos B-29 “los acorazados del aire” no eran rival para la caza y artillería antiaérea
japonesa.
Las ciudades japonesas con un gran número de sus casas construidas de papel y madera, fueron
presas fáciles para las bombas americanas que utilizaron en gran número bambas incendiarias,
de mayor efecto que las de poder explosivo; ¡las casas japonesas así sufrieron un mayor poder
de destrucción!.
Los americanos para amedrentar a la población, lanzaba octavillas anunciando los bombardeos,
El pánico se apoderó de las ciudades, cuyos habitantes emigraron en masa a las zonas rurales.
Más de ocho millones y medio de habitantes despoblaron las ciudades cuya industria como las
refinerías de petróleo, fábricas de equipo electrónico, motores de aviación y aviones quedaron
reducidos a un rendimiento en el 15% y el 40%.
Saburo Sakai
Las materias primas vitales para el funcionamiento de las industrias, tales como el petróleo,
bauxita, mineral de hierro, coque y otros muchos fueron imposibles de llevar al Japón, porque la
flota mercante que debía llevar esas materias primas al continente metropolitano, ¡ya no
existía!. Las industrias japonesas languidecieron rindiendo a bajo nivel y faltos de materias
primas de todo tipo.
Nos encontramos ya en el año 1945 y el panorama generalizador que podía dar Japón de la
guerra era bastante sombrío. Durante la batalla por las islas Marianas había perdido buena parte
del resto de sus tripulaciones veteranas, dejando el conjunto de la aviación japonesa con un nivel
de pilotos adiestrados bajo mínimos.
Con esto por supuesto, no se quiere decir que no hubiera pilotos veteranos, estos se podían
encontrar (¡con escasez claro!) en muchas escuadrillas; incluso algunos agrupados en unidades
de élite, todas compuestas de pilotos veteranos, como por ejemplo la G.A. 343, formada en
diciembre del 1944.
Pilotada por excelentes veteranos y provistos de uno me los mejores aviones de caza japonesa,
el NIK2-J Shiden, apodado por los americanos “George”; esta unidad respondió perfectamente a
su cometido, ofreciendo un contra punto en la deficiente aviación japonesa.
Caza KI- 61
También podemos encontrar algunos actos de valor, que podía sorprender a los americanos, ya
que estos solían encontrarse con unos pilotos japoneses deficientemente preparados. La guardia
baja y un exceso de confianza son un peligro para cualquier piloto y esto es lo que parece que
debió de ocurrirles a los 12 cazas americanos Hellcats cuando encontraron un solitario “George”
un 16 de febrero de 1945.
Estos se acercaron a su presa, lista para ser derribada sin problema alguno, pero cuando estaba
a tiro de piedra el piloto japonés da la media vuelta y lanza un ataque frontal disparando sus
ametralladoras. La formación americana se disuelve lanzándose en todas direcciones,
sorprendida por la reacción del japonés. Este evoluciona con una habilidad innata y pasa al
ataque cuando la oportunidad se presenta.
Los americanos tratan de derribarlo, una vez recuperados de la sorpresa; pero el piloto maniobra
con una habilidad innata, lo cual demuestra que se han topado con un piloto veterano y que este
venderá cara su muerte. Pero no es la muerte lo que encuentra, en pocos minutos a derribado 4
aviones Hellcats y los 8 aviones restantes deciden que ya han tenido demasiado y huyen,
dejando al aviador japonés con 4 victorias en su haber.
Esta hazaña fue obra del piloto japonés Kinsué Muto, veterano piloto que no regresó de una
misión el 24 de julio de 1945, dejando un palmarés de 35 victorias en su haber. Uno de los
grandes ases de la caza japonesa, el piloto Saburo Sakai se refirió a él como “el más duro piloto
de combate de la Armada Imperial”; lo cual demuestra que los aviadores norteamericanos ese
día, habían elegido mal a su presa.
Pilotos Kamikazes
Pero no nos engañemos, estas eran acciones aisladas afortunadas para los nipones; el 95% de
las veces, las formaciones japonesas podían hacer un balance desolador en su lucha contra los
aviones americanos.
Los EEUU están tras la conquista de gran parte de las islas Filipinas, a un paso del Japón. Los
americanos han puesto sus ojos en la isla de Iwo Jima; esta está a un tiro de piedra del territorio
japonés, su conquista hará que los aviones americanos no tengan que realizar grandes
desplazamientos para bombardear el territorio metropolitano del Japón.
La escasa caza japonesa que había en el isla se retiró, confiando a la fuerza terrestre a las
fuerzas de infantería. De todas formas los americanos habían, en previsión del ataque a la isla,
realizado una demostración de fuerza en territorio japonés sin precedentes.
Las bases aéreas y fábricas de aviones alrededor de Tokio sufrieron un demoledor ataque de
unos 1.000 cazas y bombarderos provenientes de 12 portaviones americanos. El ataque se
efectuó el día 16 de febrero (día de la hazaña de Kinsué Muto) y el día 17, 600 aviones
americanos más repitieron el ataque.
Caza a reacción ME- 262
La caza japonesa salió mal parada de la acción, con más de 300 aviones perdidos por unos 50 de
los americanos. Este ataque demuestra la indefensión de la caza japonesa, la cual estaba
imposibilitada para parar ataques de envergadura a su territorio metropolitano.
Las bajas en la batalla fueron escalofriantes, ya que el competente comandante de la isla, el
general Kuribayshi, apoyado por 25.000 hombres se apoyó en las cuevas naturales y artificiales
de la isla, las cuales podían resistir perfectamente los bombardeos americanos.
Emplazando inteligentemente las ametralladoras en puntos estratégicos y contando con el tesón
y disciplina de sus defensores, los japoneses infligieron desde su desembarco, pérdidas
escalofriantes a los atacantes. La conquista de la misma fue sumamente dura, a costa del
exterminio sistemático de la guarnición japonesa, de los que solamente cayeron prisioneros unos
200 hombres, los americanos sufrieron 6.000 muertes y 20.00 heridos.
Entre las bajas americanas, se contabilizaron las producidas por los aviones Kamikaze. Los
ataques Kamikaze fueron obra del vicealmirante Takijiro Onishi, el cual creyó oportuno la
creación, de estas unidades aéreas de la muerte. Apoyándose en el espíritu patriótico y fanático
de la tropa japonesa, Onishi , vio que la formación de los pilotos japoneses no podía cubrir las
necesidades de la aviación japonesa y que su rendimiento era nefasto,(sobre todo al enfrentarse
a los aviones americanos).
Pilotos japoneses
Los recursos que se gastaban en la formación de un piloto no tenían un rendimiento aceptable;
los aviones eran escasos, la formación de un piloto necesitaba mucho combustible, combustible
que empezaba a escasear de modo alarmante, ya que las fuentes que transportaban el petróleo,
la marina mercante, había sido diezmada por los submarinos americanos.
La metrópoli japonesa estaba falta de muchas materias primas y con falta de abastecimientos de
todo tipo, por lo tanto tenía sus fábricas a un rendimiento insuficiente; Onishi ideó unas
formaciones aéreas que fueran más rentables en batalla.
Creo un grupo de aviadores suicidas, con los cuales esperada asestar un duro golpe a la marina
americana. Estos pilotos solo tenían que tener un conocimiento elemental de pilotar un avión, lo
suficiente para despegar y maniobrar con suficiente habilidad para estrellar su avión contra el
navío enemigo. Con una semana de entrenamiento, (con un alto coste en ahorro de combustible
comparado con el entrenamiento de un piloto normal) el piloto era lo suficientemente entrenado
para desempeñar su mortal cometido.
El vicealmirante equiparía los aviones de los grupos de kamikaze con una bomba de 250 Kg; la
consigna era “un avión=barco”, cada avión hundiría una nave enemiga. Más tarde los aviones
fueron equipados con bombas más pesadas. Se empezó utilizando aviones Zero, pero más tarde
se utilizaron aviones de bombardeo, para dotarles a los mismos con bombas de alto poder
explosivo.
Caza N1K2 "George"
Ya en 1945 se empezó a dotar a los pilotos de aviones-cohete, los cuales serían transportados
por hidroaviones; estos ingenios serían mandados cerca de sus objetivos, luego se pondrían en
funcionamiento, desenganchados de los hidroaviones y arrojados sobre los navíos americanos a
una gran velocidad, ayudados por los potentes cohetes que tenían incorporados.
Los aviones kamikaze eran vulnerables en el trayecto, por lo que se les dotaba de una fuerza de
caza que les protegía durante el trayecto. Sus inicios fueron esperanzadores, a finales de octubre
de 1944, el día 25 y 26 se hundieron 2 portaviones americanos y otros tantos fueron averiados.
Hasta el mes de enero de 1945 sus actuaciones fueron más o menos afortunadas.
Pero no es menos cierto que una vez pasada la sorpresa de los americanos, estos efectuaron una
serie de contramedidas para protegerse de los ataques kamikaze. A partir de entonces, las
presas fueron más escasas. Los portaviones americanos eran protegidos en su recorrido por un
grupo de destructores, los cuales se reforzaron de artillería antiaérea y también fueron
protegidos por patrullas aéreas de cazas.
Los aviones kamikaze en su recorrido hasta el objetivo eran recibidos por una lluvia de
proyectiles disparados tanto de los barcos, como de los cazas americanos de defensa. Las bajas
fueron tremendas para los kamikazes (de hecho, no se tiene noticias de que ninguno
sobreviviera a una misión de combate) pero no fue menos la obstinación de los japoneses en
seguir con la operación kamikaze hasta el final de la guerra.
Sargento HIROMICHI SHINOHARA
Si bien Japón quería con este método ahorrar recursos, no es menos cierto que los recursos
gastados en esta operación fueron ingentes, y de unos resultados escasos o desoladores. En
líneas generales se causó en su totalidad unas bajas apreciables a la marina americana; pero no
es menos cierto que la producción americana en navíos de guerra era abrumadora, y toda baja
era repuesta con facilidad.
Todo lo contrario que los japoneses; la pérdida de un navío era difícil de parchear y ya por aquel
año de 1945, no se podía sustituir. Se calcula que a costa de unos 50 navíos americanos
hundidos y otros muchos averiados, los pilotos japoneses kamikaze que sucumbieron en
combate fueron unos 1.450 y se perdieron cientos de aviones en dichas operaciones; un
resultado total desastroso para los japoneses y con poca esperanza de asestar un golpe a la
marina americana.
El 1 de abril de 1945 los americanos desembarcaron en la isla de Okinawa, esta isla, todavía
estaba más cerca del territorio metropolitano de Japón, lo que junto con Iwo Jima, la hacían una
excelente plataforma desde donde los bombarderos americanos bombardearían Japón. La
irresoluble defensa que Japón hizo de Iwo Jima y el alto número de pérdidas que le supuso, le
hicieron aprenden una dura lección.
Los EEUU hicieron planes minuciosos para el desembarco; en un primer plano, antes del
desembarco, la aviación americana se empleó a fondo contra el archipiélago japonés. Desde los
portaviones americanos, realizaron una demostración de fuerza una semana antes del
desembarco; numerosos aviones japoneses fueron derribados o destruidos en tierra por la caza
americana; también sus bombarderos se emplearon a fondo contra sus bases aéreas.
Mitsubishi Ki-51 - avión de ataque - 1939
Con esto se pretendía debilitar el apoyo aéreo japonés a la isla de Okinawa. Tras esto, una
poderosa flota (que incluía 40 portaviones con más de 2.000 aviones) de cerca de 300 navíos
apoyados por cerca de mil buques de transporte, (los cuales en su conjunto transportaban un
total de 280.000 hombres) se acercaban a la isla.
Antes del desembarco, la flota bombardeo las playas de desembarco de manera infernal, tras lo
cual las tropas desembarcaron. Creyeron que el desembarco sería penoso, enfrentándose con los
japoneses de manera brutal y resolutiva; pero el desembarco se produjo sin que se disparara un
solo tiro. Los japoneses defendían una tierra dura y rocosa, por lo que decidieron fuera de lo
usual, (cuando la defensa se solía hacer en las playas) fortificar el interior de la isla.
Cuando los americanos llegaron a las posiciones japonesas, entonces sí que se desató un
infierno, ya que la defensa japonesa, apoyada por una numerosa guarnición de 100.000 hombres
y una defensa tenaz y obstinada del terreno, obligo a los americanos a un avance lento y
sangriento.
Mientras, la flota americana, era sometida a un acoso demoledor. Más de 2.000 aviones de las
cercanas bases japonesas apoyarían a las tropas japonesas de la isla; entre sus unidades aéreas
se enfrentarían a las temibles formaciones kamikaze, las cuales formaban una buena porción de
las aeronaves.
Pilotos Japoneses corren hacia sus Nakajima Ki-44 Shoki
Desde el 6 de abril, el acoso japonés a la flota americana fue continuo; ese día, la flota fue
atacada por la operación “crisantemo volante” no era otra que una operación kamikaze lanzada
a escala masiva. Cerca de 700 aviones japoneses, (de los cuales la mitad eran kamikazes) se
lanzaron contra la flota americana; ese día, tres destructores y dos transportes de municiones
fueron hundidos, pero no serían los únicos durante la batalla.
El día 7 de abril, Japón en su locura, no podía dejar inerme sin haber participado en combate el
buque insignia de la flota, el poderoso acorazado “Yamato”; este navío, junto a un crucero ligero
y ocho destructores, partieron para enfrentarse a la flota americana, pero no siquiera tuvieron la
oportunidad de medirse contra los navíos americanos.
La fuerza aérea del los EEUU mandó una poderosa agrupación de 386 bombarderos para
eliminarla. Los navíos se enfrentaron con valentía a las aeronaves americanas derribando a diez
de ellas; pero a cambio el precio fue terrible. El buque insignia japonés, junto con el acorazado
ligero y cuatro destructores fueron echados a pique junto con cerca de 3.700 muertos.
La toma de la isla, (cuyas operaciones finalizaron el 21 de junio) se consiguió tras casi tres
meses de terribles combates que se saldaron con 110.000 militares y civiles japoneses muertos,
solo 7.000 prisioneros japoneses se pudieron tomar; cientos de aeronaves perdidas y 16 navíos
de diverso tipo. Pero las bajas americanas fue lo que más asustó a los americanos; entre las
bajas terrestres y los ataques sufridos por la flota americana, 38.000 heridos y 12.000 muertos.
Combate entre cazas japoneses y americanos
También se perdieron 1.000 aviones y 30 buques de todo tipo se hundieron junto a 300 navíos
con averías de diversa consideración. La toma de la isla había sido sumamente costosa; esto y la
toma de Iwo Jima, hizo que la prensa americana arremetiera contra el gobierno por elevado
número de pérdidas sufridas.
La próxima operación que tocaba era la toma de Japón, ¿Cuántas pérdidas acarrearían?, los
japoneses seguramente defenderían su territorio con gran resolución fanática. Las islas de Iwo
Jima y Okinawa, habían dado a los americanos el aviso de cómo los japoneses defenderían el
territorio metropolitano.
No obstante, tras la toma de Okinawa, Aunque Japón se vio sometido a un constante bombardeo
aéreo; no solo sobre sus ciudades, sino sobre sus bases aéreas e industrias diversas. Pero ocurría
algo verdaderamente extraño, la respuesta aérea nipona a tales ataques era casi nula; por lo
que los americanos se auto convencieron de que la aviación japonesa había quedado
neutralizada casi en su totalidad.
La inteligencia americana llegó a la conclusión de que la aviación japonesa solo disponía de unos
2.500 aviones de todo tipo; cazas, bombarderos, hidroaviones, aviones de reconocimiento
etcétera; pero los americanos estaban muy equivocados, ya que los japoneses estaban
continuando (en la medida de sus posibilidades) fabricando aviones en talleres subterráneos.
Sgt Maj Hiroshi Sokiguchi
La aviación japonesa reservó cuidadosamente sus aviones y pilotos; cuando los nipones se
rindieron el 15 de agosto de 1945, tenía más de 12.000 aviones de todo tipo escondidos en
cuevas subterráneas, minas, hangares camuflados etcétera. Pero es posible que Japón tuviera
más aviones a su disposición más tarde, ya que la invasión de Japón estaba programada para
más tarde.
Los americanos habían preparado la invasión del Japón mediante dos operaciones; para invadir
el archipiélago japonés, primero lanzarían la operación “ Olympic”, la cual era invadir la isla más
meridional de las mismas, la isla Kyushu, el 1 de noviembre.
Tras la misma, más al norte, se lanzaría la operación “Coronet” el 1 de marzo de 1946, donde
estaba la capital nipona, Tokio; tras estas dos importantes operaciones, el mismo año de 1946 y
1947 se completarían la tomas del resto de islas que formaban el archipiélago de Japón.
Para las dos primeras operaciones, se aportarían ingentes cantidades de hombres cifradas en 1
millón y 1,5 millones de hombres respectivamente y de 3,5 a 4,5 millones para las operaciones
de ocupación. Todo esto, a parte de las gigantescas cantidades de material movilizado para
ambas operaciones, ¡los medios logísticos de los americanos de todo tipo serían excepcionales!.
Cazas Japoneses
Pero si los americanos habían hecho grandes preparativos para la invasión, los japoneses no se
habían quedado de brazos cruzados, a pesar de la debilidad de sus fuerzas, opondrían todo lo
que tendrían, y se defenderían con un fervor, que haría que los americanos lo pagaran muy caro.
Los japoneses tenían preparados los siguientes medios:
2.350.000 soldados del ejército regular.
250.000 hombres de la reserva.
32 millones de civiles adiestrados en la milicia.
De estos últimos, 4 millones eran civiles que trabajaban en el ejército de tierra y mar. La milicia
reclutada con carácter casi universal, englobaba a hombres ancianos, adultos, jóvenes y niños.
Estaba escasamente preparada y dotada con un armamento obsoleto que podía resumirse en
pocas armas modernas y muchas antiguas, incluyendo arcos y flechas, espadas y lanzas de
bambú afiladas como estacas.
Cuando los americanos desembarcaran, estos se lanzarían contra los invasores ofreciéndose
como carnaza mientras las mejores unidades regulares estaban apostadas más a retaguardia.
Tenían el objetivo de desgastar en lo posible a los americanos hasta que estos se internaran en
territorio japonés.
Takeshi Maeda
Los cálculos de los americanos se cifraban en un millón de bajas, pero las de los japoneses
hubieran sido más tremendas, cifras entre 8 y 10 millones. Los preparativos japoneses de
defensa del país tenían como objetivo la defensa de las playas y el interior del país; por lo que
los preparativos habían sido intensos, no solo obras de defensa, sino hombres adiestrados en
tácticas suicidas.
Aparte de que la aviación nipona contaba con la mitad de sus tripulantes adiestrados como
kamikazes, buzos suicidas atacarían bajo el agua las lanchas de desembarco (los pilotos
kamikaze abandonarían sus anteriores ataques a los navíos de la armada americana para
concentrarse en las lanchas de desembarco para crear una gran mortandad en las tropas
americanas).
También había hombres enterrados en la arena con cargas de demolición, los cuales esperarían
a que los vehículos americanos desembarcaran para lanzarse sobre ellos y submarinos enanos,
torpedos tripulados y lanchas cargadas de explosivos acosarían a los barcos americanos junto
con los restos de la flota imperial japonesa.
¡El desembarco de los EEUU en Japón amenazaba con ser un auténtico infierno!, pero no hizo
falta, ya que el proyecto secreto americano, el proyecto “Manhattan”, (la creación de la bomba
atómica) fue un auténtico éxito. Del proyecto solo estaban al tanto muy pocos hombres, por lo
que la preparación del desembarco en Japón fue elaborado por el ejército americano sin tener en
cuenta otros factores que evitaran dicha invasión.
Bombardero NAKAJIMA B5N
En el mes de julio, en el laboratorio de “Los Álamos”, en el estado americano de Nuevo México
(EEUU), el 16 de julio se detonó con éxito la primera bomba atómica de la historia. En previsión
de que la toma de Japón sería muy sangrienta, se decidió lanzar dos bombas atómicas sobre las
ciudades de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto respectivamente.
Las ciudades quedaron literalmente destruidas con muchas víctimas; para colmo de males, los
japoneses vieron como el 8 de agosto, la URSS les declaraba la guerra y estos penetraban con
tres poderosos ejércitos en Manchuria y Corea con escasa resistencia por parte nipona. El
emperador japonés Hirohito, arto del sacrificio del pueblo japonés se impuso al gobierno
militarista japonés, (partidario de seguir con la guerra) y el 15 de agosto, proclamó la rendición
de su pueblo, la cual fue ratificada oficialmente el 1 de septiembre de 1945.
Poco más hay que decir, ¿Cuál sería el detonante que supuso el fracaso de la aviación nipona en
la guerra?; a mi modo de ver no hay duda de que tanto la aviación del ejército y la marina
japonesas al principio de cuando Japón atacó Pearl Harbor, (el 7 de diciembre de 1941) estaban
entre las mejores del mundo.
Con un programa de entrenamiento muy concienzudo y una selección de sus candidatos muy
exigente, hizo que al inicio de la guerra sus aviadores tuvieran un nivel operativo muy elitista.
Pero también es cierto que los pilotos que salían con sus despachos de piloto entre sus manos
eran muy pocos.
WO Hiromichi Shimohara
Cuando estalló la guerra, al principio con sus victorias y sus escasas bajas, los japoneses no
pusieron en marcha un plan de entrenamiento numeroso, ya que las escasas bajas se podían
compensar con los pilotos que salían de las academias. Tras la derrota de Midway y sus grandes
bajas entre sus pilotos de élite, se puso en marcha un plan de entrenamiento masivo.
Sin embargo, el hecho era que por las necesidades perentorias de la guerra, a los pilotos se les
necesitaba, ¡ya!, sino ayer. Lo que hizo que para disponer de más pilotos, se bajara el listón se
cualidades a exigir a un candidato y su mejor tiempo de entrenamiento.
Esto se acentuó con el paso de la guerra, descendiendo en picado la exigencia y el tiempo de
entrenamiento para los aviadores, por lo que cada vez salían de las academias, pilotos mal
entrenados que eran meras víctimas propicias de los aviadores americanos. Por ejemplo, antes
de la guerra, un aviador japonés contaba como mínimo con 600 horas de vuelo en prácticas; en
1945 estas se habían reducido a 20 horas.
Los americanos disfrutaban con entre 300 y 400 horas de vuelo, por lo que su aprendizaje era
sólido y formaba pilotos muy bien instruidos. Con el tiempo, los aviadores tuvieron pilotos
veteranos, con lo que la inicial ventaja de los japoneses desapareció, ya que al inicio de la
guerra, los pilotos japoneses tenían pilotos que habían entrado en combate en la guerra de China
y la que tuvieron con la URSS en el verano de 1939.
Nakajima Ki-43 HAYABUSA
La calidad del material de la aviación japonesa se puede decir que anduvo pareja a la calidad de
los pilotos nipones. Durante 1942 la calidad de la caza japonesa hizo que fue la reina de los celos
en contraposición a los anticuados modelos de los aviones americanos. Ya en 1943 los términos
se cambiaron; los excelentes aparatos americanos “Hellcat” y “Corsair” desbancaron al caza
“Zero” japonés como dueño indiscutible.
No hay duda de que la aviación japonesa se empeñó con esfuerzo en crear nuevas versiones del
Zero más potentes y desarrolladas, pero todos los modelos que creó nacieron superados por la
potente industria americana, la cual fabricaba modelos excelentes, muy bien protegidos y
sólidos, los cuales tenían la ventaja de ser tripulados por pilotos que manejaban con maestría
sus aviones.
ME 262 "Komet"
Aquí los japoneses con el paso del tiempo eran la contraposición de los americanos, ya que sus
pilotos en líneas generales eran peores (salvo excepciones) pilotos y para colmo disfrutaban de
unos aparatos que si bien eran muy ágiles en su maniobra, esto era debido a que eran aparatos
muy frágiles y ligeros de peso.
Su protección era inexistente, por lo que los americanos que atacaban los aviones japoneses, se
sorprendían de que rápidamente estos se incendiaran, (cuando no estallaran) en el aire. Solo
unos aparatos japoneses pudieran al final de la guerra competir con los cazas americanos, pero
fueron fabricados en cantidades demasiado pequeñas para alterar el curso de la guerra.
Entre ellos estaba el “George”, excelente aparato y al que se le dotó de mejor protección y fuego
de ataque para que compitiera con dignidad con los Hellcat y Corsair americanos, si bien es
cierto que se reservó en líneas generales para los pilotos con más destreza de la caza nipona.
Los pilotos japoneses en la Segunda Guerra Mundial
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A principios del siglo XX, Japón había desarrollado un plan de expansión territorial muy
ambicioso, y las guerras que sostuvo, guerras más o menos fáciles, como por ejemplo con China
en 1895 y Rusia en 1905 (aunque esta, un poco más peleada) ayudaron a elaborar un programa
de expansión que poco a poco fue calando en todos los estratos de la población japonesa; sobre
todo en el ejército.
En 1931 los japoneses pusieron sus ojos en la región China de Manchuria, rica en recursos
naturales, utilizaron el pretexto de abanderar la libertad de la población y algunos incidentes en
la frontera con Japón en Corea (entonces ocupada y anexionada como colonia japonesa) para
invadir el territorio con poca resistencia por parte de los chinos.
2Lt Tomoari Hasegawa
Los japoneses pusieron más sus ojos en el territorio de China propiamente dicho, y en 1937
aprovecharon otro incidente para invadir China y ocupar su capital Pekín. Los japoneses creyeron
que ocuparían China en un desfile triunfal, pero si bien la ocupación conoció unos grandes
progresos en cuanto a tierras ocupadas, no es menos cierto que el ineficaz ejército chino pudo
zafarse de las garras de los japoneses e internarse en el corazón de China.
Allí inició una guerra de desgaste contra el ocupante opresor, recibió algunas ayudas de
Inglaterra, Francia y la URSS, pero fue su indomable coraje de no claudicar ante el invasor lo que
impidió que toda China fuera anexionada por Japón, objetivo este que ya había abrigado en el
transcurso de la primera guerra mundial, pero que por aquel entonces no pudo ser satisfecho.
La guerra chino-japonesa fue un largo periplo en el que la lucha fue muy larga y laboriosa,
obligando a los japoneses a invertir numerosos recursos en la misma y sin ver en el horizonte un
posible fin de la guerra.
A6M Zero-Sen
El siguiente paso en el plan expansionista japonés lo vemos en el año 1940 en plena guerra
mundial, Japón pone sus ojos en la región asiática de Indochina, (de la cual formaban Vietnam,
Laos y Camboya). Esta región está ocupada por Francia, la cual es una colonia francesa; pero no
es menos cierto que tras la derrota francesa contra Alemania en la primavera de ese año, la
capacidad de respuesta de Francia es nula.
En julio dan un golpe de mano apoderándose de la colonia, si bien la ocupación, con la
connivencia renuente del gobierno de Vichy instalado en Francia tras la guerra, (gobierno títere
de la Francia no ocupada por los alemanes) se limita a la ocupación militar de las bases militares
del país, sin efectuar una ocupación total a gran escala.
El establecimiento de una serie de guarniciones a lo largo de todo el país, (en un principio 25.000
efectivos japoneses) señalará la ocupación militar de Indochina y por supuesto, la posible
explotación de los recursos del país, del que Japón tenía una terrible necesidad. Máxime cuando
los EEUU habían, en represalia por la acción de Indochina, decretado que no exportarían a Japón
ningún bien material, ni petróleo ni recursos minerales de ningún tipo.
Esto puso al Japón en brazos de Alemania. La guerra de desgaste en China, donde los soldados
chinos utilizando tácticas guerrilleras en territorio chino ocupado por Japón (ya que China no
podía formalmente medirse con el potente ejército japonés) y la conquista de nuevos territorios
chinos, obligaba a Japón a depender enormemente del petróleo.
Admiral_Takijiro_Onishi creador de los Kamikaze
El bloqueo americano los dejó en una dificilísima posición; pidieron a los americanos levantar el
embargo, pero la negativa fue total. Los japoneses hicieron un balance de sus reservas, tres
años para tiempos de paz o la mitad para tiempos de guerra, el resultado era muy sombrío.
Japón había echado el ojo a los recursos minerales y naturales de las colonias europeas al sur de
Asia, en particular al petróleo de las islas holandesas de Java y Sumatra y Malasia, colonia
inglesa rica en estaño (dueña de las 4/5 partes de la producción mundial) amén de productora de
grandes recursos en arroz y caucho.
A finales de 1941 Japón, con sus recursos disminuyendo, se lanzó, con la alianza de Alemania e
Italia (el eje Berlín-Roma- Tokio) a un ataque por sorpresa en la bahía de Pearl Harbor contra la
flota americana varada en ella. Esperaba que el silenciamiento de aquella flota, pudiera ocupar
los territorios del sur asiático y poder dar fin a su carestía de materias primas.
Antes del estallido de la guerra, la aviación japonesa, (la cual jugó un papel importantísimo en la
conquista de Asia) podía sin rubor presentar una aviación muy moderna y pilotada por pilotos
diestros y consumados. En particular presentaba la mejor embarcación de guerra que hubiera en
el mundo.
Caza Zero
La aviación japonesa no tenía un mando independiente, al contrario que sus homólogos
alemanes; en consecuencia, el ejército de tierra y el de mar, tenían sus propios escuadrones de
caza y bombardeo. El ejército de tierra disfrutó un poco de experiencia bélica a este respecto, ya
que la guerra con China en 1937 y sobre todo con la URSS en el verano de 1939, había
posibilitado la participación en combate de dicha aviación.
La aviación del mar no obtuvo este beneficio, ya que no participó en los combates; también hay
que tener en cuenta que la aviación embarcada era por aquel entonces un programa nuevo, que
no estaba muy desarrollado. Pero a finales de 1941, había habido grandes avances en todo el
mundo, pero en particular en Japón, y gracias a la preparación del ataque en Pearl Harbor, se
podía decir que el nivel de adiestramiento de la aviación japonesa les ponía a la cabeza del
mundo.
La formación en los pilotos japoneses de ambas armas eran lenta y concienzuda, pero por el
contra, era de primer nivel y los pilotos salían con un nivel de aprendizaje excepcional, el cual no
está de exento de posteriores cursos de perfeccionamiento en los que poder seguir
desarrollando sus habilidades aprendidas.
El nivel de aprendizaje fue puesto en práctica el 7 de diciembre de 1941 durante el ataque a la
flota americana en las islas Hawái, concretamente en la base americana de Pearl Harbor, donde
estaba anclada la flota del pacífico. La sorpresa fue total, combinándose los aviones de caza, con
los bombarderos y aviones torpederos que hicieron un enorme daño a la flota anclada, sin bien,
los portaviones americanos, que eran una prioridad en el ataque japonés, no estaban presentes
(por fortuna para los americanos) en la base.
Piloto BUNJI YOSHIYAMA
En dos oleadas de ataque, los japoneses dañaron seriamente la flota, dejándola inoperante unos
meses, lo suficiente para poder los meses siguientes operar por el Pacífico ocupando sus grandes
islas sin el estorbo de una flota oponente. Las bajas japonesas fueron escasas, 29 aviones y sus
55 pilotos y tripulantes, aunque es de destacar que pese a la sorpresa del ataque, los
americanos reaccionaron con sorprendente agresividad derribando los dos pilotos que pudieron
despegar y la artillería anti-aérea, un número de aviones considerable.
Los meses siguientes fueron un paseo triunfal para Japón, con escasa resistencia fue ocupando,
Filipinas, la Indonesia holandesa, Singapur, Malasia, Nueva Guinea y un sin fin de islas. La
aviación japonesa encontró escasa resistencia por parte de la aviación americana, inglesa u
holandesa y más fue dedicarse a apoyar el desembarco de los efectivos terrestres y a escoltar a
los navíos de guerra en su trayecto.
Al precio de la pérdida de 400 aviones, los japoneses habían ocupado la práctica de la totalidad
de Sudoeste asiático. Pero los americanos, tras la sorpresa inicial y preparar sus tropas para la
contraofensiva, empezó poco a poco a responder a tremendo poderío de los japoneses.
Durante la primera mitad del año 1942 Japón había dominado los cielos del Pacífico, su gran
caza, el “Zero- Ceke”, el cual dominaba a placer sobre los modelos americanos y británicos. Pero
no todo iba a ser una marcha triunfante para los japoneses, el tremendo poderío dormido de los
EEUU empezaría pronto a surgir, una vez que su maquinaria de guerra fuera puesta a pleno
rendimiento.
Caza-hidroavión Kawanishi N1K1
En la batalla del “Mar del Coral” en mayo de 1942, se vio que los americanos estaban
empezando a responder eficazmente a la devastadora ofensiva japonesa que había puesto en
sus manos casi toda el Asia del Sudoeste. Aunque se saldó con un triunfo técnico de los
japoneses, no es menos cierto que el intento japonés de tomar la capital de Nueva Guinea, Port
Moresby, se saldó con un fracaso.
Tomar la totalidad de la isla era un paso prioritario para en un futuro, preparar la toma de
Australia. Pero lo cierto es que salvo la toma de la mitad Septentrional de la isla, los japoneses
poco más avanzaron. La pérdida de 43 aviones por 33 de los aliados significó también que la
aviación japonesa está empezando a encontrar un rival de altura, y ya no encontraría en el
futuro presas indefensas.
Japón por aquel entonces, decidió antes de que el dominio de EEUU resultara agobiante,
machacar a la flota del Pacífico, para que la recuperación de los EEUU fuera más larga y les
otorgara tiempo para consolidar sus conquistas.
Casi al inicio del verano, se decidió atacar la isla de Midway. Como objetivo secundario y con
intención de engañar a la flota americana, se lanzó un ataque a las islas Aleutianas, cerca de
Alaska; también existía el objetivo de con este acto, y es que estas islas, eran clave en las rutas
del norte del Japón respecto a su tráfico marítimo.
Capt Kenji Shimada
Pero salvo la toma de dos islas por los japoneses, poco más se hizo y al cabo de un año las islas
se perdieron. Se creía que las islas Aleutianas protegerían a las islas Kuriles, ya que al sur de las
mismas, estaba Japón; pero nunca hubo una invasión estadounidense por esa zona, lo cual no
quita que los japoneses la temieran.
Para la toma de Midway, los japoneses intentaron tender una trampa a la flota de 76 navíos del
almirante Nimitz. El concurso de toda la flota japonesa, unos 200 navíos, era una pieza clave, los
mismos se encargarían de mandar al fondo del mar a la flota americana.
Pero hubo un problema grave para los japoneses, y el que antes del bombardeo de Pearl Harbor,
los americanos habían conseguido descifrar la clave de los mensajes secretos japoneses. Por lo
tanto, los mensajes que ellos se mandaban, eran interceptados y descifrados por los americanos,
sin que los japoneses lo supiesen hasta la primavera del 1943.
El 4 de junio fue un día para la historia, los portaviones japoneses llevaron a los aviones que
atacarían la isla Midway. Los aviones americanos que fueron enviados a detener a los japoneses
fueron derrotados sufriendo numerosas bajas; el ataque dañó las instalaciones de la isla, pero los
americanos respondieron con agresividad derribando 10 aparatos japoneses.
De Aichi B7a (2) Ryusei (Shooting Star) - Torpedero-bombardero - 1942
Los americanos tenían como objetivo los portaviones japoneses y cuando estos fueron
descubiertos, los americanos desde sus portaviones, mandaron oleadas de aviones en número
de 108 para derribarlos. Pero la defensa que los aviones japoneses hicieron de sus portaviones
fue ejemplar, acorde con su destreza, muchos aparatos americanos fueron derribados acosta de
escasas bajas.
Pero los portaviones tuvieron noticias de que la flota americana había sido localizada. Así que
uno una serie de órdenes y contraórdenes para bombardear la isla y bombardear los portaviones
americanos. En el hangar de los portaviones japoneses el trasiego de bombas era un caos.
En ese preciso instante en que los aviones japoneses estaban siendo reabastecidos, los aviones
americanos hicieron acto de aparición en número superior al centenar de aparatos.
Con los portaviones japoneses en pleno trasiego de reabastecimiento, recibieron el ataque
americano; los cazas japoneses y su artillería antiaérea dieron cuenta de un buen número de
aviones americanos, pero unos cuantos de ellos atravesaron la cortina defensiva japonesa y
lanzaron un ataque que hundió tres portaviones japoneses.
Comandante IWORI SAKAI
¡Fue un desastre para los japoneses!, que al día siguiente se vio rematado con el hundimiento
del cuarto portaviones japonés que había participado en la operación de ataque a Midway.
Con este ataque el Japón vio detenido para siempre su capacidad ofensiva. A partir de entonces,
dedicó sus esfuerzos al plano defensivo y a detener la ofensiva norteamericana, la cual empezó
con timidez, pero que con el tiempo fue adquiriendo más fuerza.
También el plano de los pilotos japoneses, que es el que abarca este trabajo, Japón se encontró
con un serio contratiempo. La participación de los aviones japoneses pertenecientes a los
portaviones japoneses fue admirable; los aviones americanos tanto en el plano de la calidad de
sus aviones, como en la pericia de los pilotos fue inferior en todo a la de los japoneses.
Pero eso no sirvió de mucho ante el hundimiento de los portaviones japoneses y la pérdida de los
pilotos de los mismos. La pérdida total de pilotos japoneses en esa batalla fue terrorífica. La
cuarta parte de los pilotos de élite japonés habían sido perdidos sin remisión y 260 aviones de
combate se habían perdido.
Kawanishi H8K (1) - hidroavión - 1941
Todavía quedaban, ¡por supuesto pilotos experimentados!, pero no olvidemos que las
formaciones que se perdieron eran de las más en forma que estaban entre los pilotos japoneses;
ya que aunque eran unos excelentes pilotos, recibieron un adiestramiento intensivo en la
preparación al ataque de Pearl Habor, ya que los aviadores habían participado en el sorpresivo
ataque a la base americana.
Pero no solo eso, las bajas habían sido desproporcionadas comparadas con las que había venido
sufriendo durante la guerra, de momento las bajas habían sido escasas, y estas se podían
compensar con las promociones que estaban saliendo de las academias de vuelo los japoneses.
Pero las bajas de Midway fueron muy elevadas, y Japón en plena guerra, no se podía permitir el
lujo de ver reducido su plantilla de aviadores.
Las bajas a partir de entonces, se elevaron en mayor ritmo y Japón no solo tenía que parchear
sus bajas y reponerlas, sino aumentarlas, acorde con los serios enfrentamientos que se
producirían en el futuro.
Esto provocó que para obtener un mayor número de nuevos pilotos, se intensificaran los planes
de entrenamiento; pilotos veteranos fueron transferidos a las escuelas de entrenamiento
(debilitando el poder de defensa de las guarniciones donde estaban apostados) como
instructores y para disponer de un gran número de cadetes, se redujeran los exigentes requisitos
de admisión y también para que se formaran más rápidamente, se redujo el tiempo de
entrenamiento.
Comandante JYOZO IWAHASHI
La formación se estableció seriamente, acorde con las normas japonesas que evitaban toda
improvisación; pero no es menos cierto que este apresuramiento, aunque formó buenos pilotos,
estos no gozaron del grado de preparación de sus predecesores, los cuales tuvieron una
preparación simplemente excepcional.
Quizá con el tiempo podían haber mejorado su preparación, pero estaban en guerra; su menor
formación hubo de ser complementada con la experiencia en combate, lo cual les dejaba en
inferioridad con las tripulaciones anteriores. Los pilotos americanos tenían un plan de formación
muy completa y enfrentarse a formaciones tan bien preparadas hizo que jugaran en inferioridad.
Muchos de estos pilotos adquirieron experiencia a lo largo de la guerra, pero no es menos cierto
que muchos pagaron con su vida su menor formación. Es bien seguro que de haber tenido una
formación completa, muchos habrían sobrevivido; aunque también es cierto, que Japón por
desgracia, no podía permitirse este lujo.
La guerra continuó con su desgaste para las formaciones niponas, las cuales tuvieron que
enfrentarse a un duro reto. El 7 de agosto de 1942, los americanos desembarcaron en una isla
llamada Guadalcanal, esta parecía otra isla por la que iban a batallar los japoneses y
americanos.
Caza KI-61
Sin embargo esta fue una batalla que implicó a las fuerzas terrestres, navales y aéreas, pero no
solo eso; incluso la propaganda y el orgullo de las dos naciones también se vieron implicados en
la misma batalla. Una lucha de poder a poder, para ver quien desalojaba la isla, se desarrolló con
un sinfín de actos bélicos durante el medio año que duró la batalla y que duró hasta que los
japoneses abandonaron la isla el 7 de febrero de 1943.
Las bajas de los japoneses y americanos en esta batalla respecto a las bajas aéreas, no dan
datos precisos, en un principio se hablaba de unos 3.000 aparatos; finalmente datos más
conservadores hablan de la mitad, unos 1.500 aeronaves. Pero aquí como en el futuro, las bajas
japoneses fueron mayoría respecto a los americanos.
Tras esta batalla y el gran desgaste de la aviación nipona, (no especialmente sobre los aviones
de combate, los cuales se podían reponer; sino sobre sus aviadores, los cuales eran mucho más
difíciles de reponer) los japoneses tuvieron que hacer nuevas reducciones en el número de horas
de vuelo de entrenamiento de los cadetes de vuelo.
Esto, ¡pos supuesto!, condujo que posteriormente, la calidad de sus tripulaciones sufrió un
brusco descenso, el cual ya no se detendría durante resto de la guerra. Las grandes bajas y el
descenso de los planes de adiestramiento de los pilotos para disponer de ellos lo más pronto
posible, se saldó con pilotos mal entrenados, los cuales se convertían normalmente en víctimas
de los aviadores americanos.
Fusata Iida
A grandes bajas, más apremiante era el deseo del gobierno japonés por disponer de más pilotos;
por lo que consecuentemente, los planes de reducción de entrenamiento se redujeron
drásticamente. Como vemos en resumen, este era un círculo vicioso que se retroalimentaba y
que por desgracia no se podía detener.
El intentar un mejor entrenamiento de los pilotos para que estos tuvieran más posibilidades de
sobrevivir, era algo que no se contemplaba, porque para esto se necesitaba tiempo, y
precisamente, ¡tiempo!, tiempo para entrenar a los pilotos, era algo de lo que el agobiado Japón
no disponía.
Como hemos visto, este problema no tenía visos de solución. Las batallas se saldaban con bajas
desiguales para ambas partes, aquí tenemos algún ejemplo de ello:
La batalla del mar del Coral del 7 al 8 de mayo de 1942, con las respectivas bajas en
aviones de 140 bajas americanas por 159 de los japoneses.
La campaña de las Islas Salomón, con 800 y 1.500 aparatos perdidos para americanos y
japoneses respectivamente.
Batalla de las islas Santa Cruz, entre el 25 y 27 de octubre de 1942 con bajas americanas
y japonesas de 170 y 200 aeronaves respectivamente.
Estas son solo algunas de las batallas que se desarrollaban en el Pacífico, pero no es
menos cierto que estas batallas y campañas eran de un gran desgaste para las fuerzas
niponas, las cuales difícilmente podían parchear sus pérdidas.
Kyushu J7W Shinden 1945
El plan americano de avanzar por las islas que los japoneses habían ocupado en su totalidad
habría requerido un sinfín de esfuerzos que los americanos no se podían permitir. Por lo tanto
efectuaron un ataque que se reflejaría sobre las islas estratégicas con las que se toparan.
Las que no lo eran simplemente eran dejadas de lado. Las mismas, siendo imposible su
reabastecimiento por la marina japonesa, se vieron obligadas a subsistir por sí mismas,
explotando los recursos de las islas donde vivían y sin obtener repuestos para sus instalaciones y
armamento.
Cuando la guerra acabó, muchas de las islas donde sus guarniciones mal vivían penosamente se
rindieron. Pero también es cierto que en algunas muy pequeñas, algunos soldados no se
enteraron de la rendición y seguían en guerra sin saber que la misma había acabado hacía
mucho tiempo.
Fueron frecuentes durante los años posteriores, que islas pequeñas donde todavía había
soldados japoneses, estos fantasmas recibían noticias (por algún barco que atracaba en el lugar,
algún turista que visitaba la isla o por los más diversos motivos) de que la guerra había acabado
hacía mucho tiempo y se sorprendían ellos mismo del suceso y de que no hubieran sido ellos
mismos avisados del mismo.
Pilotos Kamikaze
Con sus familias resignadas a su muerte desde hacía mucho tiempo, recibían entre la alegría y el
estupor el aviso de que un marido o un hermano o hijo, todavía estaban vivos en alguna lejana
isla prestando servicio de guarnición en el ejército un imperio japonés inexistente.
Como comentaba, la inteligente campaña estratégica americana, aparte de atacar las islas
Salomón, fue atacar las islas Gilbert, luego las islas Marshall, para luego posteriormente,
lanzarse sobre las islas Carolinas y las islas Palaos.
De allí, atacarían las islas Filipinas, para luego lanzarse sobre las islas de Iwo Jima y Okinawa;
excelentes plataformas para saltar sobre el corazón de las islas del Japón. Pero este es un
objetivo que tuvo que enfrentarse a la dureza defensiva japonesa, que defendió palmo a palmo
el territorio a la par que efectuaba una salvaje defensa de las islas que tenía ocupadas, la cual se
salvaba con pérdidas importantes para los americanos.
La lucha en Nueva Guinea por la toma de la isla en primavera de 1943 alcanzó tintes dramáticos,
la lucha por la toma de la misma entre japoneses y americanos era extrema. Desde abril la
aviación japonesa hostigaba las bases americanas cercanas, pero la superioridad americana era
eficaz y la aviación japonesa lo pagó terriblemente.
Caza a reacción ME-163 "Komet"
Ese abril se dio dos situaciones excepcionales, los japoneses se dieron cuenta de que los
americanos estaban en posesión de su clave secreta. No la cambiaron, lo cual fue un desacierto,
ya que las comunicaciones se redujeron drásticamente sabiendo que los americanos se podían
esterar de lo que decían.
¿Cómo se enteraron de ello?, pues de una manera muy amarga; perdiendo a uno de los cerebros
de la marina japonesa era su insigne almirante Yamamoto. Este había girado una visita de
inspección por las islas Salomón, las formación de escolta integrada por 8 aviones se vio atacaba
por 18 cazas americanos P-38 Lightning. A costa de un avión americano derribado, la formación
japonesa fue destruida y el almirante muerto.
El resto de 1943 a parte de ocupar las islas Salomón, fue la dura lucha por la toma de las islas
Gilbert, donde la isla de Tarawa revistió una crudeza y dureza inauditas por la tremenda
resistencia de la guarnición nipona. La toma de las islas Carolinas se efectuó con mayor
precaución.
Había que reblandecer a la aviación que ocupaba las islas y que podía causar serios disgustos a
los americanos que intentaran desembarcar en las islas. 12 portaviones americanos con sus
aviones se encargaron de barrer a la aviación japonesa que guarnecía las islas. 150 aparatos
japoneses fueron derribados, lo cual permitió a los americanos a desembarcar con mayor
tranquilidad.
Kaname Harada
El punto culminante de la toma de estas islas a principios de 1944 fue el ataque que se efectuó a
la gran base aeronaval de Truk y a los aeródromos adyacentes el 17 y 18 de febrero. Se
pretendía con este ataque, crear un Pearl Harbor japonés, ya que en la misma isla estaba
estacionado el grueso de la flota japonesa.
El ataque no causó el efecto deseado, todo fuera que los japoneses se esperaran una acción de
este tipo cuando empezaron la toma de las islas Carolinas por parte de los americanos. El caso
es los japoneses ya habían evacuado los navíos japoneses cuando las americanos atacaron, y el
efecto de hundir la escuadra japonesa no se pudo realizar.
Las pérdidas navales se redujeron a un destructor, 6 petroleros y 22 transportes. Lo
verdaderamente grave para la fuerza aérea nipona fue la destrucción o daños efectuados sobre
250 aparatos japoneses.
Lo que quizá marcó un punto de inflexión fue la toma de las islas Saipán y el posterior asalto a
las islas Filipinas la segunda mitad de 1944; aquí fue donde los aparatos y aviadores japoneses
fueron sometidos a una presión agobiante y extrema que supuso su destrucción; pero no nos
precipitemos y narremos su situación paso a paso.
Mitsubishi A5M 1936
La toma de las islas Marianas era inminente, desde mediados de Junio, una poderosa flota
americana marchaba a la conquista de la isla de Saipán. El día 15 desembarcaron en la isla; pero
los japoneses ocupaban una posición ventajosa dominando las alturas, los americanos tuvieron
que luchar con denuedo ante la indómita resistencia que opusieron los japoneses.
Mientras los japoneses, habían reunido una poderosa flota compuesta por 9 portaviones con 550
aviones de combate, 5 acorazados, 10 cruceros y 36 destructores. Eran inferiores a las fuerzas
americanas; arriesgaban el grueso de sus fuerzas navales a una sola partida, pero confiaban en
sorprender a los americanos y salir airosos del trance.
Los pilotos de los aviones de los portaviones, habían recibido un entrenamiento especial y más
duradero de lo que solían recibir últimamente los pilotos japoneses. Se deseaba que esta fuerza
estuviera bien preparada para lo que se avecinaba; habían recibido la orden de incorporarse a su
destino cuando estaban en la fase final del entrenamiento, pero se confiaba en que su
rendimiento fuera óptimo.
También se confiaba en la excelencia de los aparatos nipones; por desgracia, la confianza de los
japoneses estaba sobrevalorada en ambos casos. Respecto a los aparatos nipones, estos eran
muy ágiles debido al escaso peso que comportaba su ligereza; pero no es menos cierto que al
ser aviones poco sólidos, estos no resistían los disparos de las ametralladoras americanas.
Kaneyoshi Kinsuke Muto
No estaban protegidos, por lo tanto no era extraño que tras una ráfaga estos estallaran en el
aire. A esto se añadía el hecho de que los pilotos eran como norma muy novatos y bisoños, lo
que por norma general les convertía en víctimas de los pilotos americanos. Estos eran mucho
mejores pilotos gracias a su excelente formación y además, tripulaban aviones sólidos y bien
armados.
Los combates aéreos entre los aviones americanos y japoneses empezaron el 19 de junio, y
como más tarde se conoció, se llamó “la caza de patos en las Marianas”, título que no fue
desmerecedor al resultado final.
Los japoneses atacaron con sus aviones de caza y bombardeo a la flota americana, pero estos
fueron machacados por los aviones de caza americanos de manera abrumadora. Durante los
días 19 y 20 los japoneses fracasaron por completo en intentar destruir a la flota oponente, el
balance total de bajas era escalofriante.
Los japoneses, a pesar incluso de que tuvieron el apoyo de aeronaves japoneses de los
aeródromos japoneses cercanos, no fueron rivales para los americanos. Sufrieron 395 por 43 de
los americanos. A estos habría que añadir otros 80 aviones americanos perdidos, debido a que a
un ataque prolongado sobre la flota japonesa el día 20, se quedaron sin gasolina y cayeron al
mar; pero se salvó la mayoría de las tripulaciones.
Kawasaki Ki-61 (I) Hien (Swallow) - Avión de combate - 1941
Respecto a los enfrentamientos aéreos, el resultado de 395 a 43 para los americanos, dejaba
bien a las claras el rendimiento de la flota aérea japonesa. La toma total de las islas Marianas
había sido nefasta para la aviación japonesa; se había roto la espina dorsal de la caza japonesa
definitivamente. La pérdida total de 1.200 aviones y de buena parte de sus tripulaciones
experimentadas fue un golpe del que no se repondría Japón.
En adelante se puede decir que la caza japonesa, a niveles generales, aparte de no poder
efectuar operaciones de envergadura, se convirtió en presas fáciles de unos pilotos más
experimentados y mucho mejor entrenados. El siguiente ejemplo se puede advertir en octubre,
desde el día 10 los americanos atacaron con dureza las islas de Formosa, Luzón y Okinawa.
Las bajas japonesas fueron tremendas, 500 aviones por 79 bajas americanas. El resultado deja a
las claras que la aviación japonesa, aparte de ser inferior en número, no podía tener la
esperanza de debilitar la aviación americana, puesto que esta era de mucho mejor calidad.
Zenji Abe
Un relato esclarecedor puede darse el día 12 de octubre cuando 300 cazas Hellcat americanos
atacaron la isla de Formosa y 230 ceros japoneses acudieron a interceptarlos; el vicealmirante
Fukudome fue testigo ocular del enfrentamiento y dejó estas palabras:
“Un terrible combate aéreo se entabló precisamente sobre mi puesto de mando. Nuestros cazas
se precipitaron contra los invasores y parecían hacerlo tan bien que no pude desearles nada
mejor. En cuestión de segundos se vieron caer uno tras otro numerosos aviones envueltos en
llamas.
¡Bravo, bravo!, grité entusiasmado, y no pude menos que romper en aplausos. Pero, ¡ay!, un
examen más detenido me reveló que ¿todos los que caían eran cazas nuestros y todos los que
describían orgullosamente círculos sobre nuestras cabezas eran aviones enemigos!.
Nuestros ceros no eran más que otros tantos huevos arrojados contra el muro de piedra de la
indomable formación enemiga. En un breve encuentro, el combate terminó con una derrota total
para nosotros”.
Kenji Yanagiya
Días después, la flota japonesa arriesgo nuevamente el grueso de su flota en un combate en el
golfo de Leyte, con el objetivo de destruir a la flota americana. Si bien en las islas Marianas había
sufrido algunas bajas; en Leyte las bajas fueron demoledoras, a pesar de contar con el apoyo de
300 aviones. Los aviones americanos disponían de 1.500 y su flota y aviación machacaron a los
japoneses.
La aviación salió vapuleada, pero la flota japonesa ya no pudo utilizarse en operaciones de
envergadura; su función se relegó a operaciones auxiliares de poco calado. La toma de las islas
Filipinas continuó revistiendo una gran dureza, ya que la defensa japonesa se endureció hasta
extremos de fanática resistencia.
La lucha en la jungla, impedía a los americanos realizar operaciones veloces que envolvieran a
los japoneses a modo análogo a lo que los compatriotas americanos de Europa hacían sobre los
alemanes. La resistencia fanática de los japoneses junto a la espesa jungla ofrecía a los
americanos un lento avance que en líneas generales, embrutecía a ambos bandos.
Desde finales de 1944, sobre todo a partir de octubre, los americanos tenían bases aéreas en las
islas Marianas para bombardear el territorio del Japón. La aviación y la industria aeronáutica
fueron dispersadas sin bien los americanos no tuvieron en cuenta el bombardeo de las líneas
ferroviarias.
Kyushu Q1W Tokai 1944
Estas últimas abastecían de carbón a la industria en general (los americanos habían acabado con
sus submarinos con la práctica totalidad de la marina mercante) ya que los bombardeos habían
acabado con tráfico marítimo costero. Sin las vías férreas, la industria japonesa se habría
colapsado por completo.
El bombardeo diurno y sobre todo nocturno (la aviación japonesa nocturna era casi inexistente)
dieron excelentes resultados sobre las aterrorizadas ciudades japonesas, ya que los inmensos
aviones americanos B-29 “los acorazados del aire” no eran rival para la caza y artillería antiaérea
japonesa.
Las ciudades japonesas con un gran número de sus casas construidas de papel y madera, fueron
presas fáciles para las bombas americanas que utilizaron en gran número bambas incendiarias,
de mayor efecto que las de poder explosivo; ¡las casas japonesas así sufrieron un mayor poder
de destrucción!.
Los americanos para amedrentar a la población, lanzaba octavillas anunciando los bombardeos,
El pánico se apoderó de las ciudades, cuyos habitantes emigraron en masa a las zonas rurales.
Más de ocho millones y medio de habitantes despoblaron las ciudades cuya industria como las
refinerías de petróleo, fábricas de equipo electrónico, motores de aviación y aviones quedaron
reducidos a un rendimiento en el 15% y el 40%.
Saburo Sakai
Las materias primas vitales para el funcionamiento de las industrias, tales como el petróleo,
bauxita, mineral de hierro, coque y otros muchos fueron imposibles de llevar al Japón, porque la
flota mercante que debía llevar esas materias primas al continente metropolitano, ¡ya no
existía!. Las industrias japonesas languidecieron rindiendo a bajo nivel y faltos de materias
primas de todo tipo.
Nos encontramos ya en el año 1945 y el panorama generalizador que podía dar Japón de la
guerra era bastante sombrío. Durante la batalla por las islas Marianas había perdido buena parte
del resto de sus tripulaciones veteranas, dejando el conjunto de la aviación japonesa con un nivel
de pilotos adiestrados bajo mínimos.
Con esto por supuesto, no se quiere decir que no hubiera pilotos veteranos, estos se podían
encontrar (¡con escasez claro!) en muchas escuadrillas; incluso algunos agrupados en unidades
de élite, todas compuestas de pilotos veteranos, como por ejemplo la G.A. 343, formada en
diciembre del 1944.
Pilotada por excelentes veteranos y provistos de uno me los mejores aviones de caza japonesa,
el NIK2-J Shiden, apodado por los americanos “George”; esta unidad respondió perfectamente a
su cometido, ofreciendo un contra punto en la deficiente aviación japonesa.
Caza KI- 61
También podemos encontrar algunos actos de valor, que podía sorprender a los americanos, ya
que estos solían encontrarse con unos pilotos japoneses deficientemente preparados. La guardia
baja y un exceso de confianza son un peligro para cualquier piloto y esto es lo que parece que
debió de ocurrirles a los 12 cazas americanos Hellcats cuando encontraron un solitario “George”
un 16 de febrero de 1945.
Estos se acercaron a su presa, lista para ser derribada sin problema alguno, pero cuando estaba
a tiro de piedra el piloto japonés da la media vuelta y lanza un ataque frontal disparando sus
ametralladoras. La formación americana se disuelve lanzándose en todas direcciones,
sorprendida por la reacción del japonés. Este evoluciona con una habilidad innata y pasa al
ataque cuando la oportunidad se presenta.
Los americanos tratan de derribarlo, una vez recuperados de la sorpresa; pero el piloto maniobra
con una habilidad innata, lo cual demuestra que se han topado con un piloto veterano y que este
venderá cara su muerte. Pero no es la muerte lo que encuentra, en pocos minutos a derribado 4
aviones Hellcats y los 8 aviones restantes deciden que ya han tenido demasiado y huyen,
dejando al aviador japonés con 4 victorias en su haber.
Esta hazaña fue obra del piloto japonés Kinsué Muto, veterano piloto que no regresó de una
misión el 24 de julio de 1945, dejando un palmarés de 35 victorias en su haber. Uno de los
grandes ases de la caza japonesa, el piloto Saburo Sakai se refirió a él como “el más duro piloto
de combate de la Armada Imperial”; lo cual demuestra que los aviadores norteamericanos ese
día, habían elegido mal a su presa.
Pilotos Kamikazes
Pero no nos engañemos, estas eran acciones aisladas afortunadas para los nipones; el 95% de
las veces, las formaciones japonesas podían hacer un balance desolador en su lucha contra los
aviones americanos.
Los EEUU están tras la conquista de gran parte de las islas Filipinas, a un paso del Japón. Los
americanos han puesto sus ojos en la isla de Iwo Jima; esta está a un tiro de piedra del territorio
japonés, su conquista hará que los aviones americanos no tengan que realizar grandes
desplazamientos para bombardear el territorio metropolitano del Japón.
La escasa caza japonesa que había en el isla se retiró, confiando a la fuerza terrestre a las
fuerzas de infantería. De todas formas los americanos habían, en previsión del ataque a la isla,
realizado una demostración de fuerza en territorio japonés sin precedentes.
Las bases aéreas y fábricas de aviones alrededor de Tokio sufrieron un demoledor ataque de
unos 1.000 cazas y bombarderos provenientes de 12 portaviones americanos. El ataque se
efectuó el día 16 de febrero (día de la hazaña de Kinsué Muto) y el día 17, 600 aviones
americanos más repitieron el ataque.
Caza a reacción ME- 262
La caza japonesa salió mal parada de la acción, con más de 300 aviones perdidos por unos 50 de
los americanos. Este ataque demuestra la indefensión de la caza japonesa, la cual estaba
imposibilitada para parar ataques de envergadura a su territorio metropolitano.
Las bajas en la batalla fueron escalofriantes, ya que el competente comandante de la isla, el
general Kuribayshi, apoyado por 25.000 hombres se apoyó en las cuevas naturales y artificiales
de la isla, las cuales podían resistir perfectamente los bombardeos americanos.
Emplazando inteligentemente las ametralladoras en puntos estratégicos y contando con el tesón
y disciplina de sus defensores, los japoneses infligieron desde su desembarco, pérdidas
escalofriantes a los atacantes. La conquista de la misma fue sumamente dura, a costa del
exterminio sistemático de la guarnición japonesa, de los que solamente cayeron prisioneros unos
200 hombres, los americanos sufrieron 6.000 muertes y 20.00 heridos.
Entre las bajas americanas, se contabilizaron las producidas por los aviones Kamikaze. Los
ataques Kamikaze fueron obra del vicealmirante Takijiro Onishi, el cual creyó oportuno la
creación, de estas unidades aéreas de la muerte. Apoyándose en el espíritu patriótico y fanático
de la tropa japonesa, Onishi , vio que la formación de los pilotos japoneses no podía cubrir las
necesidades de la aviación japonesa y que su rendimiento era nefasto,(sobre todo al enfrentarse
a los aviones americanos).
Pilotos japoneses
Los recursos que se gastaban en la formación de un piloto no tenían un rendimiento aceptable;
los aviones eran escasos, la formación de un piloto necesitaba mucho combustible, combustible
que empezaba a escasear de modo alarmante, ya que las fuentes que transportaban el petróleo,
la marina mercante, había sido diezmada por los submarinos americanos.
La metrópoli japonesa estaba falta de muchas materias primas y con falta de abastecimientos de
todo tipo, por lo tanto tenía sus fábricas a un rendimiento insuficiente; Onishi ideó unas
formaciones aéreas que fueran más rentables en batalla.
Creo un grupo de aviadores suicidas, con los cuales esperada asestar un duro golpe a la marina
americana. Estos pilotos solo tenían que tener un conocimiento elemental de pilotar un avión, lo
suficiente para despegar y maniobrar con suficiente habilidad para estrellar su avión contra el
navío enemigo. Con una semana de entrenamiento, (con un alto coste en ahorro de combustible
comparado con el entrenamiento de un piloto normal) el piloto era lo suficientemente entrenado
para desempeñar su mortal cometido.
El vicealmirante equiparía los aviones de los grupos de kamikaze con una bomba de 250 Kg; la
consigna era “un avión=barco”, cada avión hundiría una nave enemiga. Más tarde los aviones
fueron equipados con bombas más pesadas. Se empezó utilizando aviones Zero, pero más tarde
se utilizaron aviones de bombardeo, para dotarles a los mismos con bombas de alto poder
explosivo.
Caza N1K2 "George"
Ya en 1945 se empezó a dotar a los pilotos de aviones-cohete, los cuales serían transportados
por hidroaviones; estos ingenios serían mandados cerca de sus objetivos, luego se pondrían en
funcionamiento, desenganchados de los hidroaviones y arrojados sobre los navíos americanos a
una gran velocidad, ayudados por los potentes cohetes que tenían incorporados.
Los aviones kamikaze eran vulnerables en el trayecto, por lo que se les dotaba de una fuerza de
caza que les protegía durante el trayecto. Sus inicios fueron esperanzadores, a finales de octubre
de 1944, el día 25 y 26 se hundieron 2 portaviones americanos y otros tantos fueron averiados.
Hasta el mes de enero de 1945 sus actuaciones fueron más o menos afortunadas.
Pero no es menos cierto que una vez pasada la sorpresa de los americanos, estos efectuaron una
serie de contramedidas para protegerse de los ataques kamikaze. A partir de entonces, las
presas fueron más escasas. Los portaviones americanos eran protegidos en su recorrido por un
grupo de destructores, los cuales se reforzaron de artillería antiaérea y también fueron
protegidos por patrullas aéreas de cazas.
Los aviones kamikaze en su recorrido hasta el objetivo eran recibidos por una lluvia de
proyectiles disparados tanto de los barcos, como de los cazas americanos de defensa. Las bajas
fueron tremendas para los kamikazes (de hecho, no se tiene noticias de que ninguno
sobreviviera a una misión de combate) pero no fue menos la obstinación de los japoneses en
seguir con la operación kamikaze hasta el final de la guerra.
Sargento HIROMICHI SHINOHARA
Si bien Japón quería con este método ahorrar recursos, no es menos cierto que los recursos
gastados en esta operación fueron ingentes, y de unos resultados escasos o desoladores. En
líneas generales se causó en su totalidad unas bajas apreciables a la marina americana; pero no
es menos cierto que la producción americana en navíos de guerra era abrumadora, y toda baja
era repuesta con facilidad.
Todo lo contrario que los japoneses; la pérdida de un navío era difícil de parchear y ya por aquel
año de 1945, no se podía sustituir. Se calcula que a costa de unos 50 navíos americanos
hundidos y otros muchos averiados, los pilotos japoneses kamikaze que sucumbieron en
combate fueron unos 1.450 y se perdieron cientos de aviones en dichas operaciones; un
resultado total desastroso para los japoneses y con poca esperanza de asestar un golpe a la
marina americana.
El 1 de abril de 1945 los americanos desembarcaron en la isla de Okinawa, esta isla, todavía
estaba más cerca del territorio metropolitano de Japón, lo que junto con Iwo Jima, la hacían una
excelente plataforma desde donde los bombarderos americanos bombardearían Japón. La
irresoluble defensa que Japón hizo de Iwo Jima y el alto número de pérdidas que le supuso, le
hicieron aprenden una dura lección.
Los EEUU hicieron planes minuciosos para el desembarco; en un primer plano, antes del
desembarco, la aviación americana se empleó a fondo contra el archipiélago japonés. Desde los
portaviones americanos, realizaron una demostración de fuerza una semana antes del
desembarco; numerosos aviones japoneses fueron derribados o destruidos en tierra por la caza
americana; también sus bombarderos se emplearon a fondo contra sus bases aéreas.
Mitsubishi Ki-51 - avión de ataque - 1939
Con esto se pretendía debilitar el apoyo aéreo japonés a la isla de Okinawa. Tras esto, una
poderosa flota (que incluía 40 portaviones con más de 2.000 aviones) de cerca de 300 navíos
apoyados por cerca de mil buques de transporte, (los cuales en su conjunto transportaban un
total de 280.000 hombres) se acercaban a la isla.
Antes del desembarco, la flota bombardeo las playas de desembarco de manera infernal, tras lo
cual las tropas desembarcaron. Creyeron que el desembarco sería penoso, enfrentándose con los
japoneses de manera brutal y resolutiva; pero el desembarco se produjo sin que se disparara un
solo tiro. Los japoneses defendían una tierra dura y rocosa, por lo que decidieron fuera de lo
usual, (cuando la defensa se solía hacer en las playas) fortificar el interior de la isla.
Cuando los americanos llegaron a las posiciones japonesas, entonces sí que se desató un
infierno, ya que la defensa japonesa, apoyada por una numerosa guarnición de 100.000 hombres
y una defensa tenaz y obstinada del terreno, obligo a los americanos a un avance lento y
sangriento.
Mientras, la flota americana, era sometida a un acoso demoledor. Más de 2.000 aviones de las
cercanas bases japonesas apoyarían a las tropas japonesas de la isla; entre sus unidades aéreas
se enfrentarían a las temibles formaciones kamikaze, las cuales formaban una buena porción de
las aeronaves.
Pilotos Japoneses corren hacia sus Nakajima Ki-44 Shoki
Desde el 6 de abril, el acoso japonés a la flota americana fue continuo; ese día, la flota fue
atacada por la operación “crisantemo volante” no era otra que una operación kamikaze lanzada
a escala masiva. Cerca de 700 aviones japoneses, (de los cuales la mitad eran kamikazes) se
lanzaron contra la flota americana; ese día, tres destructores y dos transportes de municiones
fueron hundidos, pero no serían los únicos durante la batalla.
El día 7 de abril, Japón en su locura, no podía dejar inerme sin haber participado en combate el
buque insignia de la flota, el poderoso acorazado “Yamato”; este navío, junto a un crucero ligero
y ocho destructores, partieron para enfrentarse a la flota americana, pero no siquiera tuvieron la
oportunidad de medirse contra los navíos americanos.
La fuerza aérea del los EEUU mandó una poderosa agrupación de 386 bombarderos para
eliminarla. Los navíos se enfrentaron con valentía a las aeronaves americanas derribando a diez
de ellas; pero a cambio el precio fue terrible. El buque insignia japonés, junto con el acorazado
ligero y cuatro destructores fueron echados a pique junto con cerca de 3.700 muertos.
La toma de la isla, (cuyas operaciones finalizaron el 21 de junio) se consiguió tras casi tres
meses de terribles combates que se saldaron con 110.000 militares y civiles japoneses muertos,
solo 7.000 prisioneros japoneses se pudieron tomar; cientos de aeronaves perdidas y 16 navíos
de diverso tipo. Pero las bajas americanas fue lo que más asustó a los americanos; entre las
bajas terrestres y los ataques sufridos por la flota americana, 38.000 heridos y 12.000 muertos.
Combate entre cazas japoneses y americanos
También se perdieron 1.000 aviones y 30 buques de todo tipo se hundieron junto a 300 navíos
con averías de diversa consideración. La toma de la isla había sido sumamente costosa; esto y la
toma de Iwo Jima, hizo que la prensa americana arremetiera contra el gobierno por elevado
número de pérdidas sufridas.
La próxima operación que tocaba era la toma de Japón, ¿Cuántas pérdidas acarrearían?, los
japoneses seguramente defenderían su territorio con gran resolución fanática. Las islas de Iwo
Jima y Okinawa, habían dado a los americanos el aviso de cómo los japoneses defenderían el
territorio metropolitano.
No obstante, tras la toma de Okinawa, Aunque Japón se vio sometido a un constante bombardeo
aéreo; no solo sobre sus ciudades, sino sobre sus bases aéreas e industrias diversas. Pero ocurría
algo verdaderamente extraño, la respuesta aérea nipona a tales ataques era casi nula; por lo
que los americanos se auto convencieron de que la aviación japonesa había quedado
neutralizada casi en su totalidad.
La inteligencia americana llegó a la conclusión de que la aviación japonesa solo disponía de unos
2.500 aviones de todo tipo; cazas, bombarderos, hidroaviones, aviones de reconocimiento
etcétera; pero los americanos estaban muy equivocados, ya que los japoneses estaban
continuando (en la medida de sus posibilidades) fabricando aviones en talleres subterráneos.
Sgt Maj Hiroshi Sokiguchi
La aviación japonesa reservó cuidadosamente sus aviones y pilotos; cuando los nipones se
rindieron el 15 de agosto de 1945, tenía más de 12.000 aviones de todo tipo escondidos en
cuevas subterráneas, minas, hangares camuflados etcétera. Pero es posible que Japón tuviera
más aviones a su disposición más tarde, ya que la invasión de Japón estaba programada para
más tarde.
Los americanos habían preparado la invasión del Japón mediante dos operaciones; para invadir
el archipiélago japonés, primero lanzarían la operación “ Olympic”, la cual era invadir la isla más
meridional de las mismas, la isla Kyushu, el 1 de noviembre.
Tras la misma, más al norte, se lanzaría la operación “Coronet” el 1 de marzo de 1946, donde
estaba la capital nipona, Tokio; tras estas dos importantes operaciones, el mismo año de 1946 y
1947 se completarían la tomas del resto de islas que formaban el archipiélago de Japón.
Para las dos primeras operaciones, se aportarían ingentes cantidades de hombres cifradas en 1
millón y 1,5 millones de hombres respectivamente y de 3,5 a 4,5 millones para las operaciones
de ocupación. Todo esto, a parte de las gigantescas cantidades de material movilizado para
ambas operaciones, ¡los medios logísticos de los americanos de todo tipo serían excepcionales!.
Cazas Japoneses
Pero si los americanos habían hecho grandes preparativos para la invasión, los japoneses no se
habían quedado de brazos cruzados, a pesar de la debilidad de sus fuerzas, opondrían todo lo
que tendrían, y se defenderían con un fervor, que haría que los americanos lo pagaran muy caro.
Los japoneses tenían preparados los siguientes medios:
2.350.000 soldados del ejército regular.
250.000 hombres de la reserva.
32 millones de civiles adiestrados en la milicia.
De estos últimos, 4 millones eran civiles que trabajaban en el ejército de tierra y mar. La milicia
reclutada con carácter casi universal, englobaba a hombres ancianos, adultos, jóvenes y niños.
Estaba escasamente preparada y dotada con un armamento obsoleto que podía resumirse en
pocas armas modernas y muchas antiguas, incluyendo arcos y flechas, espadas y lanzas de
bambú afiladas como estacas.
Cuando los americanos desembarcaran, estos se lanzarían contra los invasores ofreciéndose
como carnaza mientras las mejores unidades regulares estaban apostadas más a retaguardia.
Tenían el objetivo de desgastar en lo posible a los americanos hasta que estos se internaran en
territorio japonés.
Takeshi Maeda
Los cálculos de los americanos se cifraban en un millón de bajas, pero las de los japoneses
hubieran sido más tremendas, cifras entre 8 y 10 millones. Los preparativos japoneses de
defensa del país tenían como objetivo la defensa de las playas y el interior del país; por lo que
los preparativos habían sido intensos, no solo obras de defensa, sino hombres adiestrados en
tácticas suicidas.
Aparte de que la aviación nipona contaba con la mitad de sus tripulantes adiestrados como
kamikazes, buzos suicidas atacarían bajo el agua las lanchas de desembarco (los pilotos
kamikaze abandonarían sus anteriores ataques a los navíos de la armada americana para
concentrarse en las lanchas de desembarco para crear una gran mortandad en las tropas
americanas).
También había hombres enterrados en la arena con cargas de demolición, los cuales esperarían
a que los vehículos americanos desembarcaran para lanzarse sobre ellos y submarinos enanos,
torpedos tripulados y lanchas cargadas de explosivos acosarían a los barcos americanos junto
con los restos de la flota imperial japonesa.
¡El desembarco de los EEUU en Japón amenazaba con ser un auténtico infierno!, pero no hizo
falta, ya que el proyecto secreto americano, el proyecto “Manhattan”, (la creación de la bomba
atómica) fue un auténtico éxito. Del proyecto solo estaban al tanto muy pocos hombres, por lo
que la preparación del desembarco en Japón fue elaborado por el ejército americano sin tener en
cuenta otros factores que evitaran dicha invasión.
Bombardero NAKAJIMA B5N
En el mes de julio, en el laboratorio de “Los Álamos”, en el estado americano de Nuevo México
(EEUU), el 16 de julio se detonó con éxito la primera bomba atómica de la historia. En previsión
de que la toma de Japón sería muy sangrienta, se decidió lanzar dos bombas atómicas sobre las
ciudades de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto respectivamente.
Las ciudades quedaron literalmente destruidas con muchas víctimas; para colmo de males, los
japoneses vieron como el 8 de agosto, la URSS les declaraba la guerra y estos penetraban con
tres poderosos ejércitos en Manchuria y Corea con escasa resistencia por parte nipona. El
emperador japonés Hirohito, arto del sacrificio del pueblo japonés se impuso al gobierno
militarista japonés, (partidario de seguir con la guerra) y el 15 de agosto, proclamó la rendición
de su pueblo, la cual fue ratificada oficialmente el 1 de septiembre de 1945.
Poco más hay que decir, ¿Cuál sería el detonante que supuso el fracaso de la aviación nipona en
la guerra?; a mi modo de ver no hay duda de que tanto la aviación del ejército y la marina
japonesas al principio de cuando Japón atacó Pearl Harbor, (el 7 de diciembre de 1941) estaban
entre las mejores del mundo.
Con un programa de entrenamiento muy concienzudo y una selección de sus candidatos muy
exigente, hizo que al inicio de la guerra sus aviadores tuvieran un nivel operativo muy elitista.
Pero también es cierto que los pilotos que salían con sus despachos de piloto entre sus manos
eran muy pocos.
WO Hiromichi Shimohara
Cuando estalló la guerra, al principio con sus victorias y sus escasas bajas, los japoneses no
pusieron en marcha un plan de entrenamiento numeroso, ya que las escasas bajas se podían
compensar con los pilotos que salían de las academias. Tras la derrota de Midway y sus grandes
bajas entre sus pilotos de élite, se puso en marcha un plan de entrenamiento masivo.
Sin embargo, el hecho era que por las necesidades perentorias de la guerra, a los pilotos se les
necesitaba, ¡ya!, sino ayer. Lo que hizo que para disponer de más pilotos, se bajara el listón se
cualidades a exigir a un candidato y su mejor tiempo de entrenamiento.
Esto se acentuó con el paso de la guerra, descendiendo en picado la exigencia y el tiempo de
entrenamiento para los aviadores, por lo que cada vez salían de las academias, pilotos mal
entrenados que eran meras víctimas propicias de los aviadores americanos. Por ejemplo, antes
de la guerra, un aviador japonés contaba como mínimo con 600 horas de vuelo en prácticas; en
1945 estas se habían reducido a 20 horas.
Los americanos disfrutaban con entre 300 y 400 horas de vuelo, por lo que su aprendizaje era
sólido y formaba pilotos muy bien instruidos. Con el tiempo, los aviadores tuvieron pilotos
veteranos, con lo que la inicial ventaja de los japoneses desapareció, ya que al inicio de la
guerra, los pilotos japoneses tenían pilotos que habían entrado en combate en la guerra de China
y la que tuvieron con la URSS en el verano de 1939.
Nakajima Ki-43 HAYABUSA
La calidad del material de la aviación japonesa se puede decir que anduvo pareja a la calidad de
los pilotos nipones. Durante 1942 la calidad de la caza japonesa hizo que fue la reina de los celos
en contraposición a los anticuados modelos de los aviones americanos. Ya en 1943 los términos
se cambiaron; los excelentes aparatos americanos “Hellcat” y “Corsair” desbancaron al caza
“Zero” japonés como dueño indiscutible.
No hay duda de que la aviación japonesa se empeñó con esfuerzo en crear nuevas versiones del
Zero más potentes y desarrolladas, pero todos los modelos que creó nacieron superados por la
potente industria americana, la cual fabricaba modelos excelentes, muy bien protegidos y
sólidos, los cuales tenían la ventaja de ser tripulados por pilotos que manejaban con maestría
sus aviones.
ME 262 "Komet"
Aquí los japoneses con el paso del tiempo eran la contraposición de los americanos, ya que sus
pilotos en líneas generales eran peores (salvo excepciones) pilotos y para colmo disfrutaban de
unos aparatos que si bien eran muy ágiles en su maniobra, esto era debido a que eran aparatos
muy frágiles y ligeros de peso.
Su protección era inexistente, por lo que los americanos que atacaban los aviones japoneses, se
sorprendían de que rápidamente estos se incendiaran, (cuando no estallaran) en el aire. Solo
unos aparatos japoneses pudieran al final de la guerra competir con los cazas americanos, pero
fueron fabricados en cantidades demasiado pequeñas para alterar el curso de la guerra.
Entre ellos estaba el “George”, excelente aparato y al que se le dotó de mejor protección y fuego
de ataque para que compitiera con dignidad con los Hellcat y Corsair americanos, si bien es
cierto que se reservó en líneas generales para los pilotos con más destreza de la caza nipona.