Los H de La Hist. Michellete

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dela historia La HistoriaUniversal a trcvés de sus p/o fagonisfas -I rI tf U 0[|Bil[

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de la historia

La Historia Universala trcvés desus p/o fagonisfas

-Ir I

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l:g€

-:

1e a3,xto. Jules Michelet n¿ce en Pa-¡s- s e1 edificio de lo que había sido una{*; et el b¿rrio de Saint-Denis, enton-ccs -.-o de los más poblados de la capital.

t35É ¡:i.e de \fichelet, Jean-Furcy, es anes-a:: ?:r deudas.

l5r5l{=e-e de l¿ mad¡e de \{ichelet.

l9l;\Éi<i*le: se diploma en letras.

tle!E*-5= el \femorial, e¡l el que evoca los:e--.--::¡ de l¿ infanci¿ y de la adolesg.¡-::,

IteIV;=<-.< s¡:a un concurro ,, el año siguien-= :: lsbr¿do prolesor en el colegio Sain-'!+5¿i.€-

IE4\L::=a=i. c¡n Pauline Rousseau.

lgD=sl=*ieric de \leo.

r!g;lliÉEk 6 p:.:l-esor de la Escuela Normal5'q.=::t'-FÉl-:*=rr de 1¡ *¿ducción de los Ptitt:í-!-j ¡i¿ r,z fri.o:otía de la hístorilJ de Vlco.

l!e5lke : -Ll*:¡i¿

túrE ¡ iiz]a E¡ ocir]b¡e \lichelet entuag' lr **É"* qaec¿¿les-

EÉf*,¡¡

- L kaoduccíón q l4 histo-

1- rg¿¡:e-ú, r ie'z Eídorb romana.

D¡S¡E.e.= ¡¡i: i¿ s Ei<,''ri¡ d¿ Fm¡cb-

ñ1!¡"a-k =s¿ a b S¡}:s-

il¡[l|0hlClaude Mettra

1838Michelet es elegido en el Colegio deFraDcia.

r839Muerte de la esposa de Michelet.

1842La señora Dumesnil, con quien Michelettenía ¡elaciones desde 1840, mue¡e. Mi-chelet at¡lvíes¿ una difícil crisis, muy afec-t¿do por esta desaparición y por la hostili-dad del ambiente de la Sorbona.

1845.La enseña¡z¿ de Michelet, cada vez máscomprometida, es combatida vigorosamentepor los ambientes conservado¡es ¡, clerica-les hasta 1848.

1848En enero, el curso de Michelet en el Colegiode Fr¿ncia es suspendido. Se lo continúaluego de la revolución de febrero.

1849Michelet se casa con Athénals Mialaret.

1851Es suspendido el cu¡so de Michelet en elColegio de Francia. Golpe de estado deLuis Napoleón.

1852Michelet es alejado del Colegio de Franciay de los Archivos nacionales, Se estableceen Nantes por un año, inici¿ndo desde estemomento uDa vida eüante: vive altemati-vamente en Pa¡ís, en G¡an Bretaña, enItalia, en Suiz¿ y en la costa medite¡ránea.

r853

Completa la Hisloria d" la rewluciin,

1858Yiaje a Hy'éres, P¡imer baño de mar.

1862-{ ¡resar de la amenaza de prohibición, I{i-chelet pubüca La lirula.

1567Concpleu l¿ llirJ!.ü dc Frcr,cto'

l!l

1870En ¿gosto estalla la guer¡a f¡anco-qe¡mana.Michelet {irma el manifiesto de K¡¡l M¿rxpor la paz.

l87IEl 30 de ablil Michelet sufre un ataque deapoplejía en Pisa. Un nuevo ataqu€ ocu-rle el 92 de mayo ante la notici¿ c'lel fin clela Comu¡a cle Par'ís.

r87 4Michelet m¡ere en Hyéres el 9 de febre¡o.

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11= ;:; <=i¡':.': r:::- -: ':'' e:-i= ic

l j+¡ \!i&l= é :eF:e=riail¿ de 1o que

=-- , , .--a-, ' :-----:- i - :r \ ' ' ' -c 'r ' ' Io_ú*!-

=¡_:. C¿¡iie¡:io e-.:ropeo. el ¡cmanticis-

=-,-r ]f,l ei ilii¿ 4lci¿ o u,re escuela que su-

:€¿e: oü¿i escuel:s, siI]o que represelta

-¡¡ sobio ¡¿dic¿l en 1a fuoción del arüsta

.¡ e l¿ ¡e1¿ción ent¡e arte y sociedad' Du'

¡ l¡ t todd la epoca clá"ica el arr i ' l ' r . pinlor '

esc¡iior o músico. es un aúesano que, pn-

\ilegi¿do o maldecido, ocupa su propio lu"

qa¡ en el mecanismo soci¿l: testimonio o

profeta de 1os valores dominantes de su

de¡opo, su destino está estrechamelte vincu_

lado con el ambie¡rte histórico v su tale¿

es la de traduci¡, con el lenguaje que le

es p¡opio, 1o que la época y el ambiente

en q.,e vive conside¡an sagrado' En el si-

slo xDi, el arte mismo se toina sagmdo y'

iegun Nfalraux, se con\qerte en la "moneda

cle 1o ,rbsoluto". El artist¿ no es más el

mens¡jero de la verdad colectiva, sino ex'

clusiv¿mente el mens¡jero de sí mismo El

arte no es más la representacirin de la

realidacl, silo la invención de otra reali'

dad. Cu¿ndo Go1'a cleja Madrid pala re-

fugiarse en la cass del sordo' no es el pd-

mero en conocer la soledad, la incompren'

" i , ,n o h maldi" ión, : ino el Prrmcro on

reivinclic¿r esta soledad y en {unrlar sobre

csla m¿ldic i i rn Lrnrt p intur.r nr leva q ' re s igna

t l r r ¡c imienlo del ¡ r le morlel no unr pin-

t¡r-¿t que extrae s1l plopio significaclo no

de la sociedacl sino del propio creador'

En el corazén de la Europa romántica

Totlir aventur¿ romá¡ltic¿ se asemeja a la

cle Goya: cada una asigna ¿l arte un po-

de¡ de vida y de muerte mediante el cual-el hombre, ¿rl mismo tiempo luente y prc'

ducto de la creación, pone en juego cada

vez su propia verdad, su propio equilibrio

mental y su existencia úisma Apa¡te de

Goya, Hólderlin, Rimbaud y \¡¿n Gogh le

d¿¡á¡ su verdadero rostro ¡l romanticismo.

En este sentido, la literatula francesa no

posee, en el ámbito de lo que se tienomina

escuela románüca, ver'¿l¿de¡os lománücos'

Lamartine, Vign.v, el mismo Hugo, si bien

nutlidos de un lenguaje y de una sensr-

bilidad nuevos, son homb¡es de letr¿s en el

sentido del siglo xvru: el ploblema esen-

cial de ellos es la ¿pertula hacia el próxi'

mo siglo, la comunicación con el proplo'

Completamente distinto es lo que ocurre

con \,Iichelet. Para é1, como más tarde

para Baudelaire, la literatura es eI ejerci

cio de l¡ salvación, el único medio para

no morir. Entre 1os contemporáneos fr¿n-

ceses sóIo Balzac, ial vez, leconoció a la

literatura un privilegio tal. No es exage¡ado

afirma¡ que esta modernidad de Michelet

es un descubrimiento absolutamente re-

ciente. Dado que' Michelet es el ¡utor de

1¿ Hi*oría de Fratwia, dttante mucho tiem-

po se lo encesi l ló en l¡ histori ' t v en str

ambie¡te n¿cioncl, asi que la gloria de Mi'

chelet descansó largamente en la parte de

su obra que menos valores poseía: su ¡1c-

: : - - - . - : :É'_-- . - - : - _- : :_. : : - : : _ iÉ- ' - :

su =¡¡J ie iiP p¿id¿¡c?l- su lj::iÉo \-¡t-

gitano. Eiio e¡¿ el lruto de la criiica tia-

dicional, preocupada en grado mator por

los r'alores sociales de la obra antes que

en su significado plofundo y en su lenguaje

. ingular ' . ArtualmentF. los nuevos caminos

de 1a c¡ítica nos ofrecen ot¡a 1ectura de

Michelet. El descub miento del roman'

ticismo germano en Francia (que para el

grueso de1 público se ¡emont¿ al lilrro de

Álbet Béguin, El alma rotntíntíca a el sue-

ño, aparecido en 1938),la aventura surrca'

U.i¿ y ln introducción dc l . ' cl¡vcs psicoa-

nalíticas en el examen de la literatura, han

c¿mbiado la imagen que hasta hace poco

tiempo se dab¡ cle Michelet. No es casual

que los dos mayores i¡lnovadores entre los

eiscritores fr¿nceses contemporáneos, Ceor'

ges Bat¿ille y Roland Barthes, hayan pre-

sentado ¿1 ve¡dadero Nfichelet, el escritor

tle los abismos, aqr.rel que más allá de la

histo¡ia, de Francia y del siglo xrx, con-

se¡va para nosotros una hrz ¿tlrté¡tica Por

otra parte, los mismos historiadores, para

ouienes Michelet fue sospechoso ilurante

Jrucho tiempo, reconocen hoy la verdadera

naturaleza de esta luz, como Fern¿nd Br¿u-

de1 que e.r r ibi : rccientemenlc: "L¡ [are¿

.Lel historir . lor es i iFmlre una l ' l r-h¿ con-

tra la muerte, como si aquello que toca_

mos pucliera. debiela revM¡, ¡ehrri¡ a la

reql . , abturd¡, \ nAdie re, l rn"ntc 'c l ¡nzó

r " . . ie

g ' rn iuego con el f l ' 'ne. i r l ' exu-

berancia de tr{ichelet."

La casa del PadreIules Míclrclet nació en Pa¡ís el 21 de agos-

io de 1798, en el viejo edificio c1e lo que

h¿bía sido una iglesía, donde el padre

había inst¡lado una tipografía Los N{i-

chelct perleneci i ln I la p"¡ueire l¡¡quesía

art.rulol quc <e hal.,ra mull- ipl icado du-

rante el siglo xvrrr a medicl¿ que se desa-

¡¡ollaba el movimiento industrial A decir

verclad, se t¡ataba de una burguesía que

hunclía todavia sus raíces en el pueblo y

se hallab¡ celcan¡ a srrs or'ígenes mmles,

y qüe más que cualquier otro grupo social

ir"úio tt".tto propia la esperanza revolu-

ciona¡ia del siglo xvm. El arte de la im-

prenta, oficio pobre y difícil, es un artesa'

nado rtoble justamente porque srr papel es

el de dar forma a la ideas y de difundir-

las. Entre los imprentero$ ¡r los obrelos

tipográficos 1¿ revolución hallará algunos

de lrts me;ores servi¿lores, e¡tre ellos el

padre de Michelet. lules \4ichelet erecerá

Lntre los tipos ¡r el olor de la ti¡ta, apre¡-

diendo a leer y al mismo üempo a co¡npo-

ner tipográficamente con su abuelo Cuan-

do éi na"ió hacía cuat¡o años que la re-

volución, co¡ su furor apocalíptco había

teminado Francia, obligada po¡'la co¡Ju-

sjón de un régimen incaoaz de darle as-

Declo (oherenlc ¡ l :r renirbl ica se e' lca'ni.r,, lentamente hacia la ti¡anía de Napoleón-

El padre de Michelet será una de las pri-

meras víctimas del imperio' Se ¡educe e1

:-: :-- --rr ;€-,"::== 5 =éi .:.:- ::=::

€: ;_,-i-r-:. : -:: il¡ie=*s .E !,:r* )' ;.=:-

l¿-:. -r: rcio l- pubLiereo'- i -'::. ..¡

de par'iietos seüciosos, Laee ce:::¡ =':-

chas tipogafías, enüe ellas ia <le lc' \fi'

chelet. Ello significa la miseria, una mi'

selia mucho más dura polque el padre del

pequeño Nlichelet no es en realiclad rrn ba-

tallaclo¡. ft desorden y las desventuras de

la vida lo dejan indefeoso, las deudas se

acumul¿n, los cambios de casa se multi'

¡ ) ican v lu l : rmiüa üve di : r a día en uo

clima de tensión. Michelet dirá más t¿r-

de: "Crecí como la hie¡ba entre dos pie-

dras del empedrado de París." Dado que

sus padres no tienen tiempo de ocuparse

de é1, el niño se sustlae a las disputas y

a la falta de comodidades de la casa pa-

tenu y se refugia en la calle. Ya de pe"

queño, como si el cor'¡tacto con el arte de

la imprenta 1o hubie¡a iniciado en la cul-

tu¡a, manifiesta óptima disposición para los

estudios: de la escuela al colegio, del co'

legio a la universidad, conquista los diplo'

mns q.,e lo llevarán al profesorado, símbolo

de la seguridad material y del logro so-

cial. Duronte todos estos oscuros años de

la adolescencia se verifican pocos sucesos

importantesr en lB15 la mue¡te ;le la ma"

dre, en 1816 su P¡imel viaje fuera de

París. Sin embargo, las pro{unclas dete¡-

minaciones de lr'{ichelet deben buscarse' en

sus raíces, en estos años. Nlichelet perte-

nece a aquella raza de hombres que se

hallan ya completos en su infancia Toda

su existencia, üna existencia cuyo lelieve,

por otr¿ pa¡te, es totalmente intetno, pare-

ce.cr " l dps.rrol lo Je un proglamr or i -

ginal concebido muv precozmente y en el

qu" dere-boc^n t¡es herencias complemen'

tarias: su ser, su f¿milia -Y su tiempo.

Las raíces del ser

Si r¡odemos hall¿¡ e¡ el joven Michelet, ya

pr"i"irudu "orr

hrcrza,7a configuración de

io q.," fn" el esctitor en su madurez' ello

o".trr" porqo. Michelet es, ante todo, u¡l

cuerpo. Po¡os artistas han tenido como él

un contacto tan inmediatamente físico con

el mundo. El aprendiza¡-e de la vida con-

siste, en su caso, en el aprendizaje de los

sentidos. Su saber, su ¡elación con las

obras ¡, las ideas, en comparación con la

enorme riqueza que rep¡esenta par¿ él la

cuidadosa posesión de aquello que entra

inr¡edi¿tamente en su universo' tienen un¿

imporLnr ia I i"¡ i t¡d¿ en <u i t iner¡r io inLe'

lectual. Tod¿ l- Hislorio de Fran"ia es tt¡

faniástico inventa¡io de las múlüples sen'

saciones sracias a 1as cuales estamos ea

comunicación con 1a r.ida Corno arüst1-

\fichelet parece utjliz¿¡ un úeierial sen-

so¡io de incomparable variedad v deüca-

deza. Su sensibilidad procede en modo

contr¿rio ír la, lc Chaleaubrjand. par'r quien

el mundo es un desierto cuya pobreza sólo

puede aicnualse mediante las qulmeras in-

ip¡ie¡¿5. Pcrc Michelel el mundo está po-

bl¿clo. En este mundo el hombre está con-

II

II

1

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Michelet

7. Michelet. Lifografía d.e Lafosse,1862. Pan,. ts. N.. E¡¡. (Ségalal).

2. La sala del si,gla XI del' m¡¡seod, los monum¡ntos lranccses, hacia1815-16. Pinhno de L. M. Cocherau,París, Museo Canwoalet (Falchi':

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tenido así como el embrión lo está en elseno materno, ¡ecibiéndolo todo y dándolereson¿nci¿ a todo lo que existe. El temaorrgirral de.Michelel es la pleni tud, quedebe enlendersc en sentido upueslo a lasoledad ian familia¡ a los romint¡cos. Mi-chelet descubrió esta plenitud en el parísque por tanlo üempo fue el un¡co mar(ode. su

.exislcrrcia, un p:rris especialmenLeoerer'mtnrnté p. a un nirio ¡ un .rdolescen,te abandonado a si mismo; este pdris selimitaba, por otr¿ parte, a pocos barrios,.los más populosos de aquel tiempo, dondeel joven Michelet profundizaba incesante_mente uu¿ experiencia siempre repetida.Es esta dqueza del mundo viüente la quelo conduce a interrogar con ayirlez la ri_queza de 1as generaciones desaparecidas,pero que dejaron señales casi por doquier.t1s este contacto con la multifud el queobliga a Michelet a ver en l¿ histoda noel sucederse de figuras y hechos privile_giudo.. sino la totaüdad de las er,perien_cias humanas, aun las más humildei y ol.vidadas. Es justamente este cuerpo conel que tocamos, sentimos, escuchamos, ve_mos, gustamos, el elemento común entlelos hombres, más allá de las desigualdadesde cultura. de condiciones, de fe. De elloderiva la impor.tancia extrema, en el dis_curso de .Viclrelct. de todas las sensirciones.Veamos el retrato de Luis XIV: es la des_cripción del apetito, el ¡elato de una di_gestión perturbada. El Terror, es ante todo

eI ¿cre olor de la sangre que emllriaga ¿los_ revolucionarios coaro r¡¡r vino d¡ogadoy los transforma en asesinos. La bruJeríaes rrna

-histo¡ia de la mir.ada, una e¡plo_

¡ación del ojo dirigida a hallar en la yidael ¿limento de los sueños. Michelet apren_dió todo esto en l¿ i¡fancia, mediaDte unasensualidad p¡ofunda, p¡eco¿ áüda, quemuy pronto lo se¡xibüzó a las cualidaáesparticulares de cada clima humano, a lastensiones que caracterizan todos los djálo"gos entre los homb¡es. Michelet conocróesta tensión en su estado primitivo, dondeno está regida por las tradiciones de lassociedades organizadas siDo que nace es.ponlanecmenle por el simple eocuenlro detos rnct¡viduos. Es eo esio que Micheletcs un hijo del pueblo. dejtino bastanteraro en uDa época en la cual los intelec_fuales pertenecen casi sierrp¡e a Ia claseDu¡guesa o a la adstooacia y, por lo mis_mo, están protegidos del contacto con lomás ca¡nal de la vida.Esta experiencia sensual i¡{antil 1o lleva¡á¡l descubrimiento de sus propias rair.es.\irctoo ) ed ¡ado en un arnbienle urb¡no,

Michelet.está unido al lugar y a la época¡omo, más generalmente, lo está¡r los ha_bitantes de la campaña. Convie¡re ¡e¡erpresente en la mente a Thomas Hardy yTess dUbe¡oíll,e, a Ignaáo Silone y Ladmiente boio Lo niew, a Adalbert Stifter yEI oerano de Satt Martín, para definir enel meior modo ló que représenta este víncu_

114

2lo particular de un homb¡e que se srenreligado a un suelo, a un pasadq a un ciertoorden del mundo_

Los hombres de la t¡ibuEl padre juega un¿ parte fundamental enla sólida afi¡mación de Michelet. EI mu_ch¡rcho hr des.ubicrto con su paorc, y me_d¡irle é\te. Jo quc podriamos Uam¡r elsentímiento de une genealogia, Ia certezade ser: r 'omo Jo expücari en toda su obra,uno de los eslabones de la interminable ca-dena que representa el deveni¡ humano. Elpequeño l4ichelet no fue criado por manossen'lles; sus primercs pasos fueron grriadospor los abuelos. y los padres. Los prrmeroselementos del saber los recibió a uavesde las histod¿s que le contaban; estas his,to¡ias de¡ivaban todas, especialmente, delr ie jo fondo popular de lerendas v l ibulasmediantc el cual la Francia rural Iraduciasu propia.\ir ion del mundo y la idea queposei¡r dcl bien y del mal. . 'Había

unlvez. . . en aquellos üempos", fueron éstasJas palabras que introdujeron a Micheleten el gr.an océano del pasado. Esta litera-tura popular llegaba al muchacho en unaforma muy el¿borada y nutrida a menudopor la imaginación del padre, mezcladacon sucesos más contemporáneos. Median_te esta literatura se podía descubrir todoel paisaie natrral y mental de la vieiaclase campesina y de los artes¿nos. Seentiende entonces que Michelet se encon-

JÉSUITES

PARIS

ü_\cltETTE, i t^ulr¡-,' ¡ .

, , ¡1 u¡ [h¡ , 33.

Page 7: Los H de La Hist. Michellete

DE FRAI\CTpaR II. ]UICHELET,

A L¡ F^Cgúfá

¡ t !úcolE ronv¡LE, cH€F nE L^ sEcr¡or ! ' . ruR'¡¡Lr

HISTOIRE

touE PnI l InR.

PARIS.

I,IBRAINTE CI,ASSIQUE DD L. IIACTTETTE.

Michelet

t¡ar¿ cómodo al evoc¿r los ambientes del

trdl-,ajo. a Io. cimppsinos de la glan lac.queñe * d,el siglo xrv, a los artesanos de

Lieja o de Franc{od, a los co!¡erciantesde Venecia o de Londres. Pero gracias a

e\la l i leralura ¡arl ici¡abn cn el inmenso in'

consciente colectivo en el que se irallan su-

mergidas l l r n¿rracjone\ po¡rr lates. se ha-

llaba en conf¡ontación di¡ecta con un mun-

do mitokigico que extendía hast¿¡ lo infi-

nito los limites de la imaginación y estaba

¿nimado por una constante magia' Las his'

torias de hadas y de gigantes, aquellas de

los milagros cdstianos, las vidas ilustres,

todas estas inme¡siones en el búen tiempo

antiguo lraducí.rn la perpetrra rrsnir icion

del pueblo a evadirse de la ¡ealidad coti

diana para encontrar 1rl marawilloso Todo

ello, luego, ha¡á ¿ Michelet más se¡sible

a todos los aspectos ir:racion¿les del cono-

cimiento, a tod¿s las fo¡mas confusas del

misterio: su representación de la brujería

de los siglos xvr y x\1r, la fascinación que

siente por la fe luminosa de los primeros

cruzados, de los valdistas perseglridos o de

Ios protestantes del antígrro régimen, e).-

traen su evidencia de lo que podríamos

fiama¡ la verdadera expeúencia mística det

escritor, el G¡an Libro narado por el pue-

blo. Pero cp.rrte de los relalos 'Je la pri-

mera infalcia, el padre de \4ichelet tam-

' \f.¡iaierlto de ¡elelión camp€si4a.

l5

l l l55

1. lIíclrclat. Litografíade Tong Toullion, 1843.

2, 3, 4. Algutws pottadasde obryrs d,e Micl¡,elet.

En Ia página 747:

7. Antígúas casas de Francfoú.,\ctatreln. de E. lsabey. Puís, Mu"seodel Lotu:re, Cabinet des Dessítts (Falchi)

2. Vísta de una. arcadn d,el Coliseode Roma, de P. L. Clnrles Cicéri, 7826.Pa¡ís, Museo del Louore, Cabinetries Dessins (Falchi),

3. Interíot de la Sankt Lorenzkirche;-¡ \ü¡emberg. Acuarela de Auguste\lolitíeu. Pa¡ís, lluseo d,el Loutv¡e,Cqbinef des Desslas ( Falchi).

bién consignaría al hijo todo el peso dela historia wiva, es decir, de la levolución.El niño ha viüdo con el ¡ecue¡do ¡evolu.ciona¡io en intensidad crecientg a medidaque maduraba. Para su padre la historiase había detenido el 9 de termidor, conla caída de Robespierre, que signa los cG.mienzos de l¿ contrarrevolución. Result¿curioso notar que también para Michelet lahistoria de F¡:ancia se detendrá el 9 determidor. Toda la obra de Michelet se¡áesencialmente la continuación de la expe-¡iencia f¿miliar. Una especie de ¡usüfica'ción póstuma ofrecida al recuerdo del padre.

Michelet toma conciencia a través de estadoble herenci¿¡ mítica e histórica de loque 1o liga ¿l movimiento de la vida, dellugar que ocupa en la larga continuaciónde generaciones que naciercn, trabaja¡oD y

sufrieron, 1' que muderon para renacer e¡

oüas genetaclones,Es aquí donde se despierta en Micheletel sentido de la historia, que es simple-mFnte el scnl imiento de que torlo Io que

ha ocurrido a través de los destinos de los

hombres tenía su propia necesidad y supropia verclad, que el hombre se conviede

en nada si se lo aleja de sus antiquísimosorígenes y cle su fuente, ya que todos lospaisajes clel presente están 1'a contenidos

en los paisajes del pasado. La historiaviüente es la ¡evelación, el ilumina¡se de

aquello que en los siglos muertos habiaquedado inconsciente e info¡rnado.

INTNODUCTION

I'HISTOIRB UNIYBRSBLLB

. Pan MICIIELET'

r ¡ l r r r or corr{ .8r . ¡ r ^

I ' iúr¡ !Ó¡ÚLd

PANIS

LNRAINIE CLASSIQUD DE L. HACH.ETTE,

.""*--*^, ' "

¡vR¡! , tSl l

Page 8: Los H de La Hist. Michellete

EI fuio de DiosLueqo del propió tiescubrimiento de l¿ca¡ae del murdo I' de la exploraciól deI¿ memori¿ de la tribu, \{ichelet se hallaconfrontado con las ptofuldas necesidadesde su época. Su ob¡a, desünada ¡r expresarsu ¡elación pe¡sonal con la tieüa, desti-nada también a presentar en su más g¡an.de dimensión la herencia de sus oadres, esdeci¡, del pueblo, es al mismo tiempo unarespuesta al gr¿n inteüogante espi¡itual delsiglo x¡i: qué hacer con un mundo en elque Dios está ausente, qué hace¡ con unavida a la que el pecado capit¿l y el iuiciounive¡sal ya ¡o logr.an defi¡ir. La muertede Dios, la desaparición de la evidenciadívinn del campo mental de Occirlente, ha-llarán hacia el fin del siglo un pr.ofeta enNietzsche. En efecto, ser.á sólo Ia compro-b¿ció¡ de una agonía que dura desrle hacecien años. Pe¡o el ateísmo cle los hombr.esimportantes se asont¿ a lo absurdo delmundo: si Dios no existe, el mundo carecede sentido. el bien y el mal ya no sondistinguibles y sólo el placer deberá pro-porcionar el significaclo de la vida. El in-coherente itinera o del marqués de Sade,a quien la desapar.ición de Dios le tornaIícito marchar al e{tremo del propio deli-rio, es absurdo; Dostoievsky, cincLrentaaños más ta¡de, le ha¡á eco al escribir:"Si Dios no existe, entonces todo está per-nritido."Este absurdo no corresponde a la violenciaintelectual y ¿1 profundo descubrimientode la Eur.opa romántica. Mientras los poe-tas ger.manos inventan nuev¿mente a losdioses griegos pará restau¡ar la pureza rlela humanidad en sus comienzos, los filóso-fos sueñan rn universo cu1,a diviniclad vano será el motor süpremo. El más gran<lio,so de estos sueños es el de Hegel, que \,li,chelet descubrirá aproximaclaiente al li-nalizar sus estudios, en el momento er qrie.habiendo pagado su tributo a la socieC,rd,comienza a precisar Io que se convertúáen el gran proyecto de su vida. AI mismotiempo que a Hegel, busCa especi¿lmentea los alemanes Herder. 1' Ctimm, que lointroducen en las fuentes desconccidas dela histo¡ia y recondücen su cu¡iosidacl alas,_riquezas de las le¡'endas, lo obligan ahallar en el presente la impronta del tiempopasado. En compañía de ellos, \,tichelettoma conciencia de I¿ continuidad del tiem_po humanor el homb¡e no es mrls que elfruto de una larga cadena de sufrimientos,de trabajos y de invenciones que hacende cada uno de nosotros el heredero de Iagtan aventur.a humana, Lo que 4a ul sr3!"nificado a la aventura humlana es i,rstrr-menfe la hisfolia: ésta ps al menos Ia cer-teza que guí¿ a Michelet en los pnmerospasos de Ia caüera liter.aria, Es eviclenteque para é1, como par.a todos los hombresde su generación, la ruptura con el c¡istia.nismo fue una empresa difícil y dolorosa,ya que el clisüánismo constituía una espe-cie de herencia inalienable; inspiraba l¡¡

1id¿ cotidi¿la, la jerarquü i*nili:¡ 1'- qú¡ma1.or profundidad en las alm¿s sensibles,la emoción tan pa¡ticula¡ en que consisteei p¡esentimiento de lo sagrado. Para untemperamento mísuco como el de nuestrohisto¡iador, alejarse del cristianismo sig-nificaba perderse fue¡a de los confines le-

6ibles del mundo, significaba halla¡se des-nudo en una creación en desorden, perderIos puntos de ¡efe¡encia que dan rrn ordena la vida. La ruptura con el cristianismoest¿ba dificultada por el hecho de que alcomienzo del siglo xr< la religión encrren-tra por obra de Chateaubriand, y poco des-pués mediante Hugo, el cálido lirismo yel podel de amor qúe le habían siclo pro-pios en el período gótico. El proyecto fun-damental de Michelet toma forma en elseno de este dirilogo cada vez más entare-cido con la religión de los antepasados,Como Dios Io ha abandonado, él mismo de-be ser su dios, cavar en la oscu¡idad delas épocas par.a descubrir la raíz secretaque dará razón ¡l hombre contra la leolo-gía y a la vida ter.rena contra los pa¡aísosde la ilusión. Es un¿ lucha difícil: N,Iiche.let confesará habe¡se liber.ado completa-mente del cristianismo sólo al tél.mino dela Historia del merlíoet:o, es decir, hacia1841. Pero toda su vida perm¿necerá im-pregnado de esta ancestral familiar.idadcon el dios de la revel¿ción. A menudodenunciará el servilismo y las deqladacio-nes del c¡istianismo, en obra en la civiliza-ción desde hace dos milenios, en nombre deun clistianismo auténtico. Pa¡a é1 Dios novolverá a entrar del todo en la oscuridad.

Encuentro con VicoEn 1822 Michelel inicia la carrer¿ univer-sitada. P mero modesto profesor de liceo,será llamado muy pronto a desempeñar ot¡asfunciones. Per.o desde este momento y sinul fer io¡es a¡rcpent imientos def in i rá rrn es-tilo de vida que será el de tod¿ su erlsten.cia. El t¡abajo constituye la par.te esen.cial del mismo; N,lichelet lo conside¡a di-¡ectamente la higiene de Ia existencia

-v sededicará al n'lismo con un ardor jr.tsensato,

viviendo co¡ Ia pluma en la mano, fascina.do por el espeetáculo de1 pr.opio cuerpo,1'a que Ia gran ocasión de este t¡¿baio esla salud de este mismo cuerpo. Su diarioestá l leno de diagnósticos f isiolósieos quele permiten día t¡as día conoce¡ l¿ medidade ltrs fue¡zas de que dispone para reali-zÍlr su tarea. El trabaio lo nutre. Io hacevivir ' y lu hrce molir; es la emhri.rsrrez.un remedio soberano contra Ia fatiea. laenfermed¿d, la ¿ngustia. Toda Ia tensiónde su vicla está definida por su relacióncon esta actividad delirante. Como obse¡-va Roland Barthes, "todo el c¡erno de \fi"chelet se convjerte en el p¡o{:luctn de sucreación \'/eutre el histo ador v la histo-

a se establece una especie de sotDre¡den-te simbiosis. Las náuseas, los rértieos. lasoplesiones, no son ya prodrrci,los solamen-le por l ¡ r . cst¡c iones y los c l imas. Son pro,

146

r c<::is :¡e el ie:= -:.rc

& 1: !!fuiaqlle se !1a¡.¿- Esi'.e¡¡ != i;-k¡s i¿ ,=1%'históricos''. E1 i].aba,o es

'=¿ d,-=] =-sradd (emo ia palr"br. L e-er, ie p: ilesor r el rtaje. Su praeñ.¡l¡ e. u,¿ i-:-maturgia, sus t¡aslados son el ¿ot::o i}Jrdescub¡i¡ e inte¡¡ogar a los hombres 9 alos paisajes po. *Jdpl i"n. Jas prr.ba. 'po,las cuales su empresa hallará 1as bases pa:zsüs certezas ,v sus instituciones. Hasta 1515Nlichelet se dedica a algunos t¡abaios ¿eediciótL (Cuad,ros cronológicos de la i¡i-.-tc-¡ia, Cuad,ros síncrónicos de la hisfo¡ia r,a-derna) et su intento por farorecer su c;-rrcr¿ uni\ er\ i far i¿. En 1821 .e h¿ cas:t i¡con Pauline Rousseau, uoa much¿cha c€-nocida pocos años antes en la pensión dela que su padle se había co¡ve¡ti<{o en Ci-¡ector. De esta unión nacerán dos hijos.Ente¡ame¡te abso¡bido po¡ su ta¡eá, \fi-chelet no se dedica¡á demasiado a la riC¿f¿miliar. En 1825 se producirá uno de lossucesos decisivos de su vida intelectual: eldescubrimiento de los Principíos de la filc-sofía da l-a. llistoria de Vico. En efecto. 1aIeal in'¡portancia del encuent¡o con Vico esciertanente inferio¡ a lo que el historiaiormismo ¿¡firma: "No tuve ningin otro maes-tro que Vico -escribe en el gtan préfaciode 1869-. Su prin. ipio de l¡ fuerza r. iva.de la humanidad que se crea, produjo lliIibro y mi enseñanza". Por un 1ado, por.que la enseñanza esencial de Vico va h¿.bi . . ido el a l imento cot id iano del ¡orenestudiante a t¡avés de sus maestros en ]auniversidad: por el otro, porque Ia paticu.lar novedad de esta enseñanza habí¿ sidoadve¡tida v casi inventada por N{icheletmismo. Si el descubrimiento de los P¡.i¡-c;pios sienif ica una par' tc ta. l decisiva, sies una ve¡dade¡a iluminación, es porque eljoten profecor hal l" de pron.o en este pen.samiento Ce un siglo de antigúedad la con-fi¡mación de una intuición personal. Loque golpea inmediatamente a N{ichelet co.mo un ¡elámpago no es el contenido delpensami€nto de Vico sino la audacia de s.¡p' .-edimiento inlelecturl . del r ie.go de Iainielisencia del que da testimo¡io. Estep¡ocedimiento libe¡ará a llichelei de I¿s<iud¿s r- de las ¡ese¡vas ¡r será para é1 c-:-mo el pemiso para adel¿ntarse hasi¿ el l-mite cle su investigación. En 1625 ¿r =sólc r:n profesorcito cuva carrera es+ ei-t¡echamente l igacia a las tradiciones r. :l . prudercír dc l¡ lnivcr, idad, una uair-e-. -sidad donde se camina a pasos afelpados €!el clima de las ideoloqías domina¡tes v ba-''o l¿ mir.rd,. de.confi .rda de los r ieios mees-t¡os. \{ichelet descubre en Vico, muchomás que una filosofía de la historia, el iü-ne¡¿¡io de un libre pensamiento, el amo¡por el r ieseo inleleclral. la fnlta de r.espe-to. En un universo donde se tiene la cos-lumblc dc . ¡ lcr¡ l ¡ r la ¡ropie audrcic v pn-nerla lentane¡te a pr.ueba por medio delcontacto con las verdades reconoc¡lC¡rs, elencuenho con \¡ico es el elrcuentro con elentusiasmo intelectuel.

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Michelet

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l!':teie. iedc"¡á dc,s aios a l: ¡¡:dr¡ccio¡ie lc; Princípíos de la fitosofía. d¿ la sino-;:,r- que ¿pa¡ece¡án en las lib¡erías en 1827.Con esta t¡aducción, siempre eciquecidapor la oeditación pe$onal en la que semezclan todos 1os encuentr'os intelectualesanteriores, proporciona los verd¿deros fun-damentos de su persolal visión de 1¿ histo.ria, donde se reconocen ya claramente dosperspectivas principales: de la primera, esdeci¡, de la aventura humana consideradacomo un¿ única corriente que transpo¡:t¿con su energi¿ las diversas potencialida-des de los pueblos y no cor¡o el sucedersede un¿ serie de aventruas fragmentarias, hah¿llado el modelo en Vico; la segunda esl¿ ide¿ de la p:rrticipación pelson:r) de todoindividuo e¡ la formación de la historia.De este modo, la historia es una síntesisporque es l¿ tom¡r de conciencia de aquelloque liga los diversos destinos de la colecti.viclad, y es globnl porque no exclrr-ve delpropio c¡mpo de inr- . r ig:r , i ,n r nr l |uunrr{ormo históricamente plcna,

El ejercicio de [a literaturaRe¡liz¡d¿r la tr-aducción de Vico, Nficheletse abandona a su demonio, se u¡e ahora., L lropir oLr., ' t ' re .er¡ \u |rojr ir vid.¡.Los sucesos de su existencia personal setornan, a par'tir de este momento, Dluamen-te accesorios. Funcion¿rio de la rnon¿r-quía, se vale de los :rpoyos que le reporta-ro¡ sus primelos trabajos ,v llega rápidamen"te a ocupar impor-tantes funciones en launiversid¿¡d. En enero de 1827 es nombra-do profesor de histori¡ ¡' de filosofía enla Escuela Normal Superior. En 1828 eselegido como plincipal educaclor de la prin-cesa de Berrv, la nieta de Carlos X. Estacarlera ofici¿l es Ia just¿t recompensa polsu mísela infanci¡. tr{ichelet reconoce elsímbolo tle l¿r eler,'aci1¡n del prreblo, queser'á uno cle los temas dominantes de laideología progresista del siglo xrx. alPe¡oque será Ja obn que debe iniciar todavía?Cómo clel'ni¡ los límites, cómo elegir elterrenó privilegiado cilonde poCrán ser ilus-tladas las ide¿s fomuladas en el Díscursosobre el sistelna E kL oída de Vico: "Lasotras ciencias se ocopan de dividir al hom-ble y de perfeccionarlo; pero hasta al¡ot¡nincún.r i iene como pro\e. ln el con,,r ' imien-to de los principios de la cjvilización en laque tod¿¡s se originaron. La ciencia quenos haga conocer-tales principios nos d¿ ala oportunidad de n:edir e1 c¿mino reco-rrido por los pueblos en sus proyectos yen sus decadencias, calcul¿rr l¿ e'.lad cle lavida de las ú¿lciones". Ningún país le pa-¡ece ¿ Nfichelet más bello que l¿r ¡ntisraItniia, el país sobre el qrre tan lulgamentese ejercitó 1¿ meclitaciór de su maestrc.Piensa que It¿lia prese¡ttl todns 1as etapasr¡corf id¿< po| el horTbrc r n Fl largn cs-Iuerzo pol llc¿rlzar la ve¡cl¡<le¡lr lil¡ertad.Porqne el verdaclero problernil que se pro-pone Vico es el siguientei ¿en quó se cou-r . , r t ¡ , - l h ' ,ml¡r . .

'nd' , 1 , . nr i to. r r , , r i ¡e,r

n¿s s¿ rid¿. c,:¿cio j¡r i;3:es s€ r==r¿rdel destino de los se¡es rilientes? ¿PodráVichFlFl in\cnl . . r los nuevo. mi los que ins-piren la histolia, echar las b¡ses de su au-téntica volunt¿d? En 1829 lo h¿Il¿mos enlas c¿rlles cle lt¿lia, donde pasatá seis se'm¿nas. De este viaje n¡cerá La hístoríarornana, publicada en IESI. En esta obradesen desclibir el lento ¿scenso de los pue'blos h¿cia I;r luz y, sin ocr4)$rse de las fi-gur¡s heloicr¿s o legendarias de l¿s cró-nic.rr l .r l in¡.. se prenclrpr pur hitcer rer. ivirl¿ pdrticular intimidrd dc c;rd¿ u¡o de lassedimentaciones hum:¡r'las en Lrs qJJe desem-boca el genio antiguo. Pero esla r'esulrec-ción no es uDa nuevi¡ versión de llna ¿vcn-furu ya demasiadas veces contadir, cs :rn-tes bien una nuev¿r lectula cor¡plet¿ v pro-fu¡dizada de un¿ literatu¡¿ que a travésde los siglos es el testimonio rle la conti-nuicil¿d cle l¿¡ civiliz¿¡ciól.E{ecti\,:¡mente, mucho ¡ntes de dcscub¡i¡¿ Vico y gr¿ciirs ¡l contacto qoe h¿bía te-nido de joven con ft¡s mundos dc le epo"pe,v.r y t:tmbién gr¿icias ir l¿t ¡pasiontlda in-vestigación que habín re¿lizado de todos losdepósitos de l¿r liter'¡tur¡ popular, Michelett i .ne l . r \cn5Jcjon de qu. Jr ' ' lurn r : , mi.completas de llr culturn no h¿cen m/ts qúepresent¡r b¿rjo otro aspecto lo que alientaen los m:ís profundo del espí tu de unpüeb]o. No existe r-uptlrra, sino metamot-fosis, entre l¿rs nalraciones míticas de lasépocas primiti\'¿s v los rigurosos discursoscle las civi]izirciones madu¡as: es lR mismalengua que se expresa por vías clivcrsas.En este lenguaje, a través de los siglcs, seperpetú¿n Jas profundas obsesiones de ca,cla pueblo y¿ que '¡cada preblo es unapersona en la sociedad humana. ¿No es ne-ces¡rio, tal vez, que un¿ petsona tenga elsonido de la voz y una fisonomía propios?".Es esta investig¿ción del lengrrajc- porta-dol de los mitos, de las verdades y de losdc."os , ' l " ¡od.¡ ,oci¡d,rd.

'o q,¡c const i tu i -

rá ¡ ' , r , r \ l i ' l .c lc ' l ¡ 1. , ¡ r" , le l r erper ienniahistóric¿. L¿ histori:r ¡oman¿r es la ilrstra,ciót brilla¡te: lns huma¡idades itálicas, os"ca, etrusca, latiDa o sannita, al '¡ezcla¡serecípr:ocamente y enriquecerse mutuamen-te hasta constituir rrn írnico pueblo en elcral se reúnen los valo¡es de los puebloshasta entonces divididos, termina¡ por.con-vertirse en un¿ hum¿ni.:lad irnica. con Lrrrlenguale qre hereda todas las exnerlen-cias ¿ncestrales. Llegn jrr l io de 1830. Larevolución no fue para \{ichelet más oueun suceso interior, urt espectáculo que ha-cí¿ eco a sus preocupilciones; c¡ especial,ve rc¡acel los fant¿smas que su pa,Jre lehabía asignado como compañelos de suinfancil, r, sobre toclo ve e¡ obr¿ i¿¡ acciónde un perpetuo n¿ciniento a tr¡vés clelcu¿l el }ombr'e s1i convierte e¡ ot¡o hombt.eincc5jtnr *mcr r l i r . \ ' f i ' l r ! l . i t .rnl lr i i ¡ rec(rLrLr-, r ,

" l \ , , ,1 i , (1. , , , mur, , r , l , l ,1.r" , , i , Ln r¡Iulguriurte €spler( lor: "( i¡r cl l ¡rnrlo co-mer/ ' i r r r . . { r ¡Fr: . t r , l , l " l , . r ' . ' ' , ' r ' - ' r 'el rnLrndo. y lo xrtes: l l dt ' l hor¡r lrr ' ct¡r-

1.48

=¡ l::,:-.¡-k: ü -¡==

:a:== -:m¿itefia- de L ]iD€r'.¿i .',r=; : i=i-:-;-Lrr histona no €s más qi¡e i¿ r¿:r:a:.-::eest¡r lucha sin lin". E¡ el e¡i-:s!¿scr deiestío revolucionario. enhlsiasmo eLto:rc€<comparticlo pol toda la clase intelecir¡¿!que l ro) Ios fpsul l l p\ t 'a. lamPnie de.p:c-poicionado a ún simple cambio de monür-quia, \4ichelet esc be sú Intrcducción a iaLListorin u¡t iu, rsal . pr{ fdcio te'Jr i("o . la erdoempresa donde se¡án sepultados cuarent¿.¡ñor de >u t idt: Lo l t isloría dc francia.

Las voces del silencioEn el otoño de 1830 Michelet es nomb¡adojefe de la sección históricil cle los archil¡sde Fr¡ncia. Su nornbramie¡to coincide con

el florecimiento plopiamente dicho de l:rin\r , \ t ig¡ . inn hi¡ i , , r i , . , err l . ¡ entcrrr r ¡n iver.sidacl fra¡ces¡, investig¡ción que se ve f¿-

vorecicli¡ por l¿ cre¡ción de numelos¡s cá-tedras y por la lund¿ció¡ ¿le irstitutos ar'queol(igicos. !-rarcia desea reclescubrir en

el pasaclo las ¡¿íces de la leconquistadllibertad. En los ¿rclivos el histoli¿dor se

h¿rll¿ en co¡t¿rcto directo con todos los ana_

les de su pr¡eblo. Son clocumentos mLre¡-

tos, polvo¡ientos, indiferentes, perc el si-

lencio cle los nismos tiene para \{ichelet

un¿l cüt-iosa reson¿r¡ci¿. ¿De cuá]es hom_

l¡res hablan estos pelg¿minos, estos trata_

dos, estos nanuscr'itos? ¿De cuiiles sufri'nientos \. de cuáles esperanzas se han

nutriclo pobres \ licos, enfelmos y s¿lnos,

de los cloe ¡estar'r como irnicos recuerdos

los volúmenes acumulados? Hasta ahora,

a t¡avés de \-ico l a tlavés de la filosofí¿alemana que se le hicien familiar luego

del f.iaie ¡ \lemani¿ de 1828, tr{ichelet se

ha dedicado con p¿sión a las jdeas genera-

les r. ¿ la filosofi¿ cle l¿ historia. La in-

mer..sión en las fuentes del pasi,rdo lo con'duci¡á a un¿ risión más concleta de su

empresa. Cú¿¡Co los filósofos habl¿n delhomb¡e. e,¡ocan ,,rn co¡cepto abstracto. Lo

que halla el hls:odador es, cn cambio, l¿

ca¡.e min¡¿ Ce la historia, la cnreldad de

los poclerosos. e1 h¡¡mbre de los pobles, la

muerte de los 'old¿dos,

la santidad de losperegdnos. En esie encuentro decisivo, an-tes de delini¡ el se¡io. es el cuerpo de Fm¡-

cia lo que \ti.Lelet desea reconocer. Des'

de su conie¡z: La ltíslotia de Ffli.ncia to-

ma esi¡ dü¡cció¡. cligamos fisica. El pri'

me¡ \_olrirae:- es un preludio general a su

emp¡es3 .n ei qr:e se desclibcn los elemen-tcs pdnai!-le¡ cue contlibuyeron con su

lusión ¿ l; .:!':.ió¡ de Francia. La ver'- ,

dade¡,r li¡:¡i:: ..mienza h¡rci¿ el año mil,en e] s:=;:::- .._lhmren con tn Cu,ad¡o d.e

F¡ancic ct:-= i::.: el primer modelo de loque s.!: = .':¡{iu:¡ción 1a geoglafía his-

tóric¿r: \f:ll¡]..: d:r una pintula de los pue-

l , lo. , l - . i : - . : : : r , r ¡ ¡ , l c¡¡ jcrc¡ pr '6f in

¡ le lo¡ r:¡ : ; . !- s-.s rrspi lr lciones, lr ts cl iver.si ls iel¿::-: :a- : : : el s '11elo que hi l l ) i t0n.Pt¡ ' ; : . i : : : ' - - l : . : , . : r_c¡l Der-roni l l ida¡l tr 1i15"

enti . i¿' : ] .5 - i : : . . : :¡ .r¡ oue scgirn él cleter-rnirrL: - r : - . : . . : , t 1. . lL istol iLL: e l R1¡clrr¡o

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Michelet

es una persona, como el páramo bretón, l¿¿foresta de los Vosgos y el sol del Nlediterrá-r ,eo. \ cñnl i r r r r c ion. tomando esios pi l i .J-jes de la historia como punto de partida,plese¡lta a los hombres, c¿d¿ uno en sucuadro imperativo, en los línites naturalcs,en el trabajo por sí nismos, e¡ conünuoc¡rmbio, llamados ¿lteln:ltivamente a obr'ilsfecundas y a esclavitudes estérjles. Sinenbrlgo, en sus inteúciones, La lúsfori& ¿eFrar¡cía uo est¿i destinacla a tolnar privile-gi¿¡dir, eD ¡ombre de un ciego nacionalis-mo, ln expeliencia frirncesa. Nlichelet mucs-tra solamente que, entre toclos los países

eur-opeos, Franci¡r es aquel donde la elabo-rilción histórica, el trabajo sobre el mismo,hc s iJo ' ler : rd l l n '¿: ¿dehnlc. "Fran'" i . ' cs

el país del mundo en el cual la personalidadnacional esL¡í más cerca de la personalidadindividu¡I". Fla¡cia es un ejernplo en lamedid.r en que ofrece los modelos de to-d¿¡s las situaciones vividas por las otrasnaciones: por lo tdnto, esclibif la historiade Francia significa esclibir la histo¡ia del¿r h,uma¡icl¿rd.Cuanto más peletrr Nfichelet e¡ los do-cr¡me¡tos ¿lel pasado, más rico se tornit elciliálogo qlre conduce con los seres que co-mo somb¡as h¿bita¡ los vieios pergaminos."Estos papeles no sorr papeles sino vid¿s dehombres, cle provincias, dc pueblos. Todosvivían ,v hablabtrn, r'odeando al Írutor de

un cjér l i in dc ¡ ien lencua.. Dc.¡acio. se-ñores muertos. vay¿1mos por orden, pol

favor". Hasta 1839 tr4ichelet se escondeen este imnenso sul¡te¡¡áneo cle 1a histo¡iaque son los archivos. L¿ histaria del me'díoeto es escr-ita con una pdsa ardiente-

me¡rte feb¡il. En el verano del mismo añomuere sLr esposa. I{abía trabajado, habia

apenas dado s[ atención a las personas que

vivían ¿ su ¿rlrededo¡: ahora, la muerte ¿la que habia d¿do caza en los tiempos anti-guos, lo amenazaba. Es el comienzo de unaprimera crisis. El hombre a quien tantas

tumbas descubie¡tas l¡ab¡ían debido pro'

teger cle los golpes ordioarios de la wida

se reconocía de pronto frágil v mlnerable,Con mavor fuerza halla refugio en el tra-

bajo, pero lo esperan nuevas pruebas. Una

ioven rnujer, conocida en 1840 v amadatier¡amente pol el historiador, muere sólodos años después. Las fue¡zas lo t¡aicio-nan; a los cllr¡l-enta y cuatro ¿ños se sien-te cntr¡r en el largo suplicio de la vejez.En l¿r misma época abandona definitiva-mente el cristi¿¡nismo y todo lo que lareligión de sns antepasados podía darle co-mo refugio y consolación. La energía que

clesea brincla¡le a los muertos, siente que se

aleja de él poco a poco. Esth indefenso, srncerteza v sin fe.Pero en torno a é1 el mundo se mueve. La::ionarquía libe¡al se sumerge lentarnente. - ¿r ¡¡¡.p¡.¿ j6¡,.rrc er pl mismo perío,i¡ el el cual se inicia en F¡¿ncia Ia ¡evo-- : . ' . ' 'n !u<tr i¿l q. ,e . ,n id i / .Lrá i r ( dF<-,=-lli.:ie. iaciil€s j 1¿s l,¡ch,:s c1e cl,rse.

- !=-l- :-: l.: ,:i=,--, .e:a:r-.e12_. 'tr;j.l

7. Adam Mickieuicz. Dibuiode l. I. Schmeller, 1829.

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7- Epocas ¡netno¡ables de l¿ Realuciónfrancesa. Irncooen populor publicadapor Pellerín en Epinal en 7847.Pañs, 8. N., E5¿, (Ségalat).

oi¡a fo¡Ea. t-na eDtera jur-eoir:d inquieia,todo un petsanie¡to atravesado por s¿cl¡-didas üolentas, se di¡ige hacia Nlichelet,que rep¡esenta en aquel momento ( desde1838 es profesor en el Colegio de Francia)1a conciencia luminosa y el esplendor dela vida intelectu¿l en la unive¡sidad fran-cesa. Eütonces Michelet, a la búsquedade la fuente de la cual ext¡aer la fuerzanecesari¿ para sobrevivi¡ a su infeücidady al mismo tiempo para responder a la es-pera de aquellos que 1o escuchan como aun plofela. :e di l ige hacia el núcleo prin-cipal de su infancia, la ¡evolución. Co_mienzan desde este momento añoi duros yfecundos. Sombras femeninas atraviesancon humildad su solitaria existencia: do-mésticas cariñosas ¿ las cuales él les da be-llos nomb¡es de leyenda, Bárbara, Rústica,..La revolubión es el fin de la historja, el lí.mite extlemo de la libertad, y tr{ichelet se_rá el gtan sacerdote de la misma. Al ¡elatarla historia de la ¡evolución Ie dnrá al pue-blo francés su ye¡d¿rdera epope)'a: ya quecon 1789 comienza "la er..a de la justieitr,de la verdad, de la r¿zón, la ép.:ca sagla-da en la cual el hombre pasa a ser ür.ry{Jrde edad, la era de la madurez human¿1,,.En tanto, para da¡ continuidad ¿ su ense-ñanz:r y afirmarse como el proleta de la li-

.bertad moderna, publica diversos libros queconstituyen un ¡nálisis profirndo de la so-ciedad del siglo xrx: Los iesuitas (Ig4S;El sac¡rduy. Ia muü r a k lumil¡ü t lg14) |El pueblo (f845), que son todos lib¡os debatalla, como Ia hirtoria de la reaolucítín,cuyo primer volumen será publicado en1846. Esta actiüdad participa plenamen-te en el vasto moümiento de contestacióndel que la revolución de febrero de 1g4gsigna el apogeo.

Resu¡recciónLa ¡evolución de feb¡e¡o de l84g es un¿revolución popular traicionada. Está he-, ' l ra, por' . lor obreros prr isinos y mrry pronto\e,¡ aplaslach. en iunio. pol. la hu¡g¡pqi¡y la Francia campesina. La esperanza re-volucionaria se aleja una vez más. Simboloauténtico de las aspiraciones de Ia nacron,Napoleón III ¡eúne en un único sistema elespíritu de conquista de la bu¡guesia in-dustrial, el espiritu consenado¡ de los ca--pesinos, el orden moral c¿ro a la igl€siay una confusa tentación por eI sociaüsmo.La nueva sociedad debe abolir el paupe-dsmo a tmvés de Ia prosperidad, fundamen_t9 y ftuto de la economía libe¡¡I. Hacia1850,'el ascenso del capitalismo es para lasclases dirigentes la primera etapa hacia laliqueza general y la justicia social. F¡entea esta economía positiva, basada en Ia ini-ciativa individu¿l y en los derechos inalie_nables de la propiedad, los intelectualescomo Michelet aparecen como utopistas,Sueñan una sociedad solida¡ia e¡ la cualIos ¡icos se preocuparían por los pobres,en la cuol los mnflictos de clase se¡íanreemplazados por la colaboración de los

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g:u,oos- I-a pcsiciJ+ +e eIos p=-a :: és€gwdo iúperio no ¡nede s6 cr!-, slje :Fien ¿da. a¡fes de tor¡¿¡se f¡ane::.r,c L:_--til, sobre todo en el rromento sn que elnue\ o rágimPo se afima cooo .éSiE6¡utori tario. basado en la poücia. t re¡suray el fin de las übertades. \lichelet es pr:.vado de todas sus fu¡ciones oficiales. Ea¡¡arzo de 1851 se sr¡spende su cu¡so en elColegio de Francia, en junio es erpulsadode la unive¡sidad y pierde su puesto en 1o5archivos nacionales, Abo¡a se halla total-mente disponible para su propia obra. Est¿nuev¿ existencia no es justamente una des-gracia para Nlichelet, si se hace abst¡accíóndel disgusto que le inspira el é).ito de lecont¡arrevolució¡ en F¡ancia y eo Europay las sanguinarias ¡epresiones de los mo-vimientos popular.es en Italia, Austria, Ale-mania y en los países eslavos. En 1849sr¡ r idr sc ve transformad¡ por la in.pira-ción de una mujer: Athénais Mial¿ret, unamuchach:r de veinte años que le pide alhistori¿dor que se¿ su padre espiritual.\{ichelet se casn con ella, La joven se con-verti¡á en el motor de su activid¿d c¡ea-tita, el centlo de sus intereses, el simbolcrde l¿¡s dcirs imágenes pol él inventldasque reco[en süs itinerados histririr:os. Pa-ra \'Iichelet es un¿ ve¡dader¿ resurrecció¡.trIientr¿s lealiz¿ La histori.o ¿e la reaohrción

francesa, cuyo último volumen será publi,c¿do en 1854, esc¡ibe ot¡os clos lilrr.os paraIa gloria del pueblo universal: Las leyend,asdemdcrátícas d.el none, y Los má¡-tires d¿Rusia-Para completar el ciclo de fa flistoúJ deFrancia retana el ren¿cimiento, ab¿¡dona-do en 1843, 1, luego los siglos xvrr y xvrn.Est¿ tarea se completará en 1867. Pa¡aMichelet es un periodo mucüo más felizy menos tenso. Las grandes perspectiv¿rsde la histo¡ia va han aparecido a ttavés del¿s obras plecedentes. Todo el estudiosobre el anüguo régimen ,v sobre Europaclásica está hecho pata anunciat v pr.epa-tar u¡¡a Hisfarie de l¡L reoolución y¡ teaTl-zacla. Aio¡a lr'Iichelet le declica¡á la ten-sión que la historia ya no le reclama alconiunto de la vida, a lo que despierta suatención aparte de la humanidad. El hom-b¡e es un microcosmos donde se reflejanlas energías y el deseo de vivir Cel m¿c¡o-cosrnos. Comprender al homb¡e es, por 1otanto, un modo de hacer comprensiblestodas las formas de la existencia dotadasde mor-imiento, de leintegra¡ a Ia expe-¡iencia humana la total id¿d de lo üvido.,Comienza así l:r larga interrogación de lanaturalez¿ expresada en Et p,4iaro (1856),El insecto 11857), EL mar (7862), La man-taña (7E08). Así comienza la celebracióndel espíritu ürfr.e¡sal, el canto en honordel Eros onnipotente, fundador de la ac-ción ] 'al mismo t iempo del sueño, que seexp¡esa en El amor (78á8), La tnu1er(1859), I¿ bruia (186r), La bibl ia de tahumanídad (1864). En tod¿¡s estas obr.asflo¡ece un lilismo con el cual Michelet prr-

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A MES AlIlS, CONNUS ET TNCONT\US.

S¡lut fratcrncl,

J. IITICtrELET,Froieseur au Collége de Fraace.

l0 ma¡s 1848.

La révoh¡tion de Février a órri lc révcil tlc I'honneur, Ia réparation á Ia moralcontrag(!c. Nous sommes tous vairrc¡trcurs.

.. l l¡ inlnnant i l s'agit d'organiscr ia victoiro. eue tout ce peuple, rentr¿ Dcr uu¡1lan d'hóroisme d¡ns la 'r ir it,1.

dans sa narrrri, 1""¿" ¿n"'i^i iür;;;; ; i ;,; l ' jsablcs, gui rcndent i i jamais impossible lc relo¡rr des r¿volurions s;;; i"; 'r. i ;, ' ', \

I\or¡s n'attondons .poinl I ' ,\sscmblée pour proclamer la Républi"qr¡c; nor¡s

l-avons to.s proclamrle. - l l ne lui ap.pirt icrrt- point de discutér 1". '"o*1,;i.t,,:de la révolution nouvelle, elle n'a qü'l i ,""."" h',,.r"

"""i"-rtfo unanine lcs

d,1c¡ets dc la Fr¡ncc qui a- .prr ló poi l . Co,rv"rnnntent provisoirc : l ,n l lo¡ : t iñr¡dc,fa pc.rnl de. mort, tc. sullr.nge rrnivcrscl. l¡ l i lerté dc la pressc , l¡ l i lrcrld d¡.s

:1i1,.":.llji':¡::..'-1,T"-d_,:ri f::* Ia premiürc fois dans tioipór, ut re cr.o;r {i"IOUI nomme dc t t t rc cn t r .ay¡t l lant .

1. Manifíesto elecforal del j0 de mtqzode 1B4B en eI que Micheletauspicia la elecci,ón d,el Venlo. Se ugregunlos princi,¡tíos sobre los que se tleseafundar la nueaa rcpúblíca:abolición de Ia pena d,e mueñe, sulragiounixersol, libe¡f.ad. de prensa, libernd, d.ecultos, reforma de tos impüeítos,preminencia del trabo.io .

2,3. Etiísoüos de la rcpolación d.e lB4Ben Paús. París, 8.N., Es¿. (Ségalat).

QUI M'OFFRENT LEURS SUFTIRAGES.

- Je- les aceeplc. ros s¡r fTr¡ f fcs. , _ non lout nroi , voué on cc:noincul ¡ i undevoir sacr.é. ̂l 'h istoirc

dc l i p¡ t r ic , ,_, i " i , p"r" ' i r "" f , f . ' j ;o. lopt io, , . , , ,on

-ry.i:lig: jlo" unique coltrtrolatcur dcpuis 1,,,..¡r onr, iibü'ülitN UU,ltCS-VUIIIICH ELET, qui eit nroi-nr,.me.

. I I vaut micux quc r ous, narcc qu'il cst jcrrnc , " mc disait l,aut¡c jour ootrcchcr ci immortcl B,,ran,r¡". : l l lnri¡ ¿,,s i,lo,n,rr," ¡""r,* ,'"á"f., et cle forcesentitrcs. L¡ ¡ouvcllo ass"eqrbléc cloit rcpriscnter p"ii lg"-ir-""j"""isscnrent d.ela |rancc.llon gr.ndrc, apri.s scs itudes 4c droit, s'est fcrmé la carriére du oarreau. Lescrmont a la rolarrtri a ritd porrr lui un obstacle insurmontable.

..-_Y]:.:j1.-ry11i :orrnu cncore parmi nos plus éminenrs écrivainp, c'est qu,il aunr qr¡cmcn t travarlle porlr noi.l l s est donni ; i moi. Jc lc donne á la France.Nous nor¡s dc\ons toul enticrs et sans réscn-e i la patric. Ma vie tléiá aopartc_

ncit ii son l¡istoir.¡.. Jc lui offre bien plus arriourd'hui: Mon avcnir, lÉ nlr'á,4"i"pcnsóc.

¡ece überarse dei a¡--ea:i i¡i¡eb¡=: qr:: ¡l:-bte La hinoría dc Francla. ToC:.. *--:obras .on himnos a l¿s fuenfes Í.e.¡¡ i ,¡ cjelas que nace l .r r ida. u¡a búsqued:. ;p-.:+.nada de los rost¡os toúados al amor r- pr+-veedo¡es del amo¡.

El {in de r¡¡a vidaEn 1867 se pubLica el último volumen del¡ Hístoria de F ratcía dedicado al sigioxvr¡r. Dos años más tarde, como para clar-le ¡elieve y color defiritivo a la ob¡a co-menz¿cla c¿si cu{re¡ta años antej, v pa¡atener la ex¿¡cta dimensión de una tarea quelo ha absorbido por toda la vida, Ivlicheletda el último toque de est¿ ctónica del pue-blo francés: dos largos prefacios donde des-cribe los principios que guiaron la histo¡iade Francia y Ia historia de la llevolución.Escritos capitales, en los que N{ichelet hadeseado fundir err un movimietto irnicolos movimieDtos fragmentarios de tos siglosque ha r'ecorrido sucesiv¿mente v en loscuales h¿ deseado expresar la continuidadinterior cle su experiencia de hombre y deesclitor'. En estos escritos se htrlla plena-mente realizada v, como consecuencia,cumplida Ia función c¿si sacerdot:il que elhistoriador lrabía asignaclo a su propia tfi-rea. Ahora ñIichelet puede, como los hé-roes de quienes ha clescrito el tráqico ca.mino, desapar.ecer en las tier.ras negras don-de l¡all¿¡ alimento los muertos, tornal alseno de la oscuridad clonde su rrrrgre semnzthr 'á , on I r d¡ tudo. ¡ , ¡ r re l lo. s in nom-b¡e de los tiempos pasados.En efecto, l{ichelet vivir¿i los pocos añosq'¡* le qrrcd¡n L^nto s i [u.r , rn un¡ i ¡ .o l ror-table clilación. Los tres vohimenes sobrel.r HistoríLt del siglo XIX, que en rerlicladtrat¿n l¡ ¡er.olución luego tle Te¡miclor vlos comienzos del ascenso de Bonaparte.expresan sólo un horror apresuraclo e ir-ri-tado por la tiranía napoleónica, por l¿ trai_ción burguesa r-por. los prirne.os rrru,.r.,r_tos de l¿ citilización inclust¡ial. Como unvieio v¿ sin ocupación, viaja de la Costaazul a Suiza. de Itr¡lia a Sabova, encontran-do prórimo a li1 muerte el humilde ¡ecue¡"do de la i¡fanci¿. el mensaje que le habíatransmitido su pldre. La historia, abolidapor el Termidor. con la ob¡a de l\{ic}elet,que habírr ¡esucitado la revoluciíxr en suplrezá prüniü\-a así como había resucit¿rcloIos siglos qre 1a hal¡í¿n plecediclo, habíate¡minaCo. r co¡ ella ei historiador, Loslr , is ico" di i l . dc l r Crmrna on l , l r ima.r .c_ra de 1E71. la deuot¿r clel pueblo de paríspor los r-ersa1leses. ej desinterés de Fran-cr'a por la c¿r¡s¿ ¡e-r-olucionaría, la conclu_sión rlesastrosil de rtrra guer.r.a donde Io"-dos termentos p¡incipales de la civiliza,ción, Ale¡n¡¡:.r r. F¡anci:r. se habian com-baticlo l enrileciclo_ son t¡¡dos succsos quepara \Ií(ielet descubren el siqnificado dei¡ mediocnC,rd ¡.cle 1a clesesperación cle suépoca. Sepult:rdo en el p:rsado, mila elp' .scnlP . , - o t !1 r ;o10 \ t F\ f | tño.

\fo¡irri el 9 de feb¡e¡o de 1874 en Hvéres,

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Michelet

en l¿r dulce tibieza del invielno mediterlá-

neo, luego de pedir que su cuerpo fuera

expuesto un di¿ entero al sol, para paltici'

par' con m¿yor rapidez en la gran metamor-

fosis de Ia carne mediante la cual la mue¡-

te se declara como p¡omesa de la vida.

Una obra faustiana

,Orré oueda. luego de cien años de la lee-

iir""ior., d" h iisloria de Francia, de la

obra de lvlichglet? No es ciertamente su

aporte científico el que podrá concitar

nuestra atención. Todos aquellos que de-

nigraron esta obla porque dernostraba in-

suficiencia de erudición o de rigor no han

entendido nada del procedimiento plofun-

do del historiado¡.Pol otra parte, ¿cómo podemos definir con

precisión el conocimiento científico de nues-

tro pasado, en una éPoca en la que los

métodos v los mate¡iales de la historia se

renuevan incesantemente, si no a parür de

algunos püntos sümamente precisos de la

vida material?Tampoco la filosofía de \Iichelet ¡os lo

acerca. En él no se encuentran la filoso"

fía de la historia y la racionalización del

devenir que, baio formas diversas, carac-

terizan en igual medida la obra de Ka¡I

Marx o, más cerc¿na a nosotros, 1¿r de Os'

t'ald Splengler o Arnold To-r'nbee La IIís'

toñlt d,e Francía no il¡rstra un pensamiento

sistemático: los conceptos que son propros

de Michelet revelan un vitalismo o un pan-

teísmo de los que el siglo xlx ofrece nume-

rosos ejemplos. Los conceptos interesan

tan poco o N{ichelet que los emplea con

significados diversos en diferentes lugales,

ya que para é1 las ideas son sólo símbolos'

señales que no encierran ningtna realidad

precisa y que adquieren su verda¿lero sen-

tido en l¿ trama de imágenes en la que se

lallan incluídas.La ve¡dad es que la misma presencia de

Michelet en nuestro siglo es una 2resenciadramática. En la larga galería trágica de

la literatüra occidental Michelet tiene su

lugar junto a Tácito, Shakespeare o Dos-

toievsky, como eI principal testigo de las

lace¡aciones y de las confusiones del hom"

b¡e. André llalraux ha insistido la¡ga-

mente en el hecho de que el arte es ante

todo el deseo de oponer a 1o absurdo y al

silencio de la creació¡ divina una creación

que sea propi¿mente humana. En este sen-

üdo Michelet es, sin ninguna duda, Ia na-

tu¡aleza más artística entre los ¡ománticos

f¡anceses. Su designio fundamental es de

n¿tureleza faustianal consiste en sustraer-

les a los dioses los secretos que éstos es'

conden a los homb¡es, su ambición es l¿

de peneüar en los más profundos misterios

de la aventu¡a humana para descubrir el

rosko ¿lescoDocido cle la misma y pa¡a ac-

cede¡ ¿l co¡ocimiento supremo. Su pro'

fundo obletilo es el de recuperar en la

Listoria todo Io que Ia misma contiene de

fuerzi energia. poder creaclor- r- no el de

€5c¿¡ el mundo ¡. la historirr. La te¡d:r-

il,ill

t ,

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r|-"5

de¡¿ esencia de esta empresa es de orden

oágico. Su objeto no es, ed efecto, pooel

en evide¡cia en la continuidad de los si'glos los modelos que pueden hacer com-prender o inspirar al presente, sino antes

bien el de manejar los impulsos furaclona'

les de la conducta humana, el de ¡eencon-

trar a la colectividad er¡ante y a los inclivi-duos que Ia guían en su calor y en su com_plejidad. Para Michelet, Ia verdad de la

histor-ia es su tensión interna, su fieb¡e,su peso existencial.

La mateda de la historiaEl dominio que el historiador se ha con-denado a explorar no es para Nlichelet elinagotable inventado de los a¡chivos hu"manos, el mo¡ótono sucederse de las gue-

rras, de las revoluciones o de las vidas ilus-

tres, cl inmenso ¿cumularse cle obras ¡' de

c¡ónicas. Su preocupación inicial es la devolver a lo elemental, a lo que determina alhombre, lo condiciona, lo envilece o lo ma-ta, perc que le d¿ también la oportrmidadde sobrevivir: la naturaleza. Pero la na.tur¿leza no se reduce para Michelet almarco de la vida, a los elementos múlti-pl€s que constituyen el fondo de la vidacotidi¿na. La natur¿lez¿ es Ia totaliclad de1o ¡eal, todo aquello que el hombre no hatransformado aún mediante ln culhrra. Unacosa cs oüdente para Michelet desde los

años de la juventud: la inclisociable unidadde la vida. Contra el dualismo que actúaen Ia civilización occidental desde los tiem-pos de Sócrates, contla la separación decuerpo ,v alma, de la materia y del espíritu,propone como principio fundamental lapresencia rigü¡osa, en todo, de una vidaque simplemente se manifiesta en modosdiversos. "También el guijarro, la dura pie-dt.a, tuvo vicl¿r y nutre la vida".El universo es rrn¿ v¿sta energía dentro dela cual el futulo está ya como pensado yformado por el tiempo transculrido, v lasforrn¿s in¡nir¡adas son el presentimiento deaquello que se convertirá verdaderame¡teen vivo. "Un íntimo vínculo une todás épo-cis. \osolros. g.neracionFs .rr( cs¡vas. nonos consider¿mos como eslabones de unacadena o como los co¡¡edores que se pasanla antorcha, de los que habla Lucrecio. Nosconsideramos en manera bien diversa. To-dos hemos estado en el seno de los pri-meros padres y de sus mujeres. El mismoe.pir i lu { luido corre de r¡n¡ gcncrrción ala ot¡a".La primere materia cle la historia, cntonces,consiste en Ios elementos que cletennin¿nen igual modo el cuerpo del hombre y elcuelpo del mundo, aquellos mismos ele-mentos que los griegos utilizaban comofund¿¡nento de su comprensión del cos-mos: el agüa, ln üerra, el aire, el ftego.Lo que resulta trágico en la condiciónhuman¿ es que la misma no es eJ leflejosino, antes bien, Ia copia de Ia trageclianJtrrr¡1. que consistt ' en mUFrtc. n¡cimipn-to, madurez y muerte. Es la reproducción

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Nlichelet

de los esquernas fundamentales de l¿ c¡ea.ción viüente, como aquellos cuyo ejemplonos of¡ece el ciclo de las estaciones. Lagran obsesión de Michelet, en su deseo depenetrar en el ce¡t¡o de la acción huma-na, es descubdr la osamenta esencial quepuede considelarse como el andamiaje dela acción misma. Si ponemos en evidencia¿nte todo los cuatro eiementos es porquelos mismos aparecen como las esrLuctu¡asfundament¿les del devenir, las prrrrerasformas en las cuales se halla e1 esbozo deldiálogo entre el hombre y el mundo. Aeste respecto deseamos hace¡ notar queno es casu¿l que el clescubrimiento de Mi-chelet comience jüstamente en el momen-to en que florecen las filosofí¿s de la es-tructura, cuyo objeto es poner en evidenciano la natut¿lez¿ propia de Ia ¡ealid¡d si-no, antes bien, las relaciones ent¡e las for-mas diversas cle esta realidad.El único ejemplo que deseamos dar, me-diante un retrato muy car.ácterístico de lagalería heroica de lvlichelet, es el de Ro.bespierre. N{ichelet nunc¿ da una descrip-ciótl pr-ecisa de los actores de la historia,antes bien, dibuja la configurirción alquimista de los mismos. P¿ra él Rcbespierrees una cieta calida¿l de sangre, rrn ciertomovimiento interiol del ser. En él se en-fientan y se mezcl¿¡n estos cuaho elemen-tos. El aire, que es el símbolo cle la liber.tad interior, cle la agilidad intelectual vdel rigol moral, pr.edomina. Igualmentepodeloso es el elemento tierra, poder deconsolidnción, de obsti¡ación, de resisten-cia y de indiferencia pala con los ot¡os.Tierla y aire dtn a Robespierre el mismosig'no de sequedad: es el homb¡c-pied¡a, elsel mineral, por lo t¿nto es pariente delos legisladores y de los organizador.es delmundo. El fuego, tercer elemento, resultadifícil aisla¡lo en é1: es un producto mixtode la tie¡ra y del air.e, como 10 demuesrrael talento de o¡ador basado en la utiliza-ción concertada de la palabra, la itoníamordaz de la prédica y el gusto por las{ó¡mulas retóricas. E¡ cu¿nto al últimoelemento, el agua, es muy débil en Robes-pierre, hombre de sequedacl y, como con.secuencia, de la esterilidad. Es el homb¡ecuyos ojos 1lo se humedecen jamás, ni pordesesperación, ni por emoción ni por felici-dad. En Robespierre, las relaciones en quese hallan ent¡e sí estos cuatro elementos de-termi[¿n el ¡itmo de su ser que es un mo.vimiento mineralizado, la tentación de estarpor. encima de las cos¿s y no en las mis-mas. "¿A qué se debía, se pregurrt¿ Nliche-let, el misterio de su poderío? A la opiniónque había sabido imprimir en todos de suprobidad inconuptible y de su inmutabiü.dad. Solo, con un espíritu maravilloso yuna técnica prodigiosa, maniobró e¡ formatal de mantene¡ la fama de esta i¡rnutabü-d¿d".Lo que es verdadero pa¡a el ¡etrato indi.vidual, 1o es también para el rehto cqlectir.o. Cada paisaje, ctma de la presenoa

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humana, es ¿nte todo la yrxtaposición de

los cuat¡o eleme¡tos: el sol no posee el

sismo f igor, la tierra la misma fecu¡rdi-

dad, e1 agua el mismo movimiento, e1 aire

la misma sequedad, en lugares diversos.

Cada paisaje libera seres diversos y conse-

cuenteúente actos dive$os. No sa trata

en efecto de una ¡elación elemental enhe

ia vida y la naturaleza, sino más bien de

rn lenguaje sumamente complejo, de una

sede de rel¿ciones subte¡ráneas mediante

las cuales el paisaie natu:r¿l se translo¡ma

en paisaje humano. Michelet escribe a

propósito de Enrique IV: "Palecía que eI

bea¡nés hubiera tomado, por raza, y corl'

se¡vado el verde¿¡ de la montaña, este mis'

te¡io de cálida vida que los Pi¡ineos arro-

jar¡ en sus aguas".De Ginebra, re{ugio de los protestantes,

dirá que es "rnutable como su lago, inme-

&ata como su Ródano, verdadera bande¡ola

con su pico al viento, . . un conjuro de

la naturaleza contra la austeridad del es-

pftitu". El paisaje no es sólo un estado

de ánimo, como se creía según Rousseaur

sino que traduce también un cierto modo

de comer, de dormir, de cura¡se, de ha-

blar; en resumen, del nivel más elemental

aI más alto, traza las fronteras de todo lo

que se llama civilización.

Las matrices de la histo¡ia

Los elementos son Ia base de la química

miste¡iosa mediante la cual se hace la his-

toria. El trabaio del histodador consiste,

especialmente, en descubri¡ las matrices

donde se siguen sin fi¡ las mutaciones que

c¿r¿cterizaú la evolución de las sociedades.

Estas matrices son los hornillos alquimistas

donde se componen, se mezclan y se des-

componen las energias para reaparecer ba-jo formas diversas. En la gran alquitectura

del devenir son las puertas a través de

l¿s cuales pasa necesaliamente el destino

humano. La primera matriz de l¿ historia

es 1a müerte, ya que la ca¡acterística de

toda cxislenciJ hisiórica es la de enr"ami-

na$e hacia el propio término y de cons-

tituirse como obra mortal. Michelet se di-

rige a la muerte como los hé¡oes de la

tragedia antigüa se dirigían a los dioses;

al afi¡mar la vida y devolver a la luz todo

lo que una vez c yo eú el silencio fúneb¡e,

niega la muete y al mismo tiempo la hace

propia y l .r une a h prolunda expericncia

de cada hombre. Como Heidegger, Miche-

let dice que el hombre es "un ser-para-la-

muerte". Pero la mue¡te no es la nada, el

olvido, la fuga hacia la confusión inorgáni-

ca; es, en caúbio, consagr¿ción y Úetamor-

fosis de la vida, organización del destino

La conciencia de estt organización es la

meaoda, ),a que es a t¡avés de la memor'ra

que de época en época el hombre une

ent¡e sí los diversos momentos de su vida

¡- que las generaciones anudan el hilo que

las liga unas a otras y se ven a sl mlsmas

clmo herederas de una genealogía. Desde

la ¿dolesgencia, \'Iichelet le ha asignado

I{i¡+det

a la historia esta fu¡ción taumaturgica.La resu¡¡ección del pasado es para él elúnico medio de subsistencia ante 1a nadadel futuro, la única vía para esc¿par a Iaangu$tia fundamental que todo individuosiente ante la ce¡tez¿ de la propia muelte.El tono t¿n singular y patéüco de tantaspáginas de la His'toria de Frunci¿ o delDiarío se deriva justamente del hecho deque el historiador se pregunta en todo mo-mento si ha logrado oponerle al rostrc im-penetrable de Ia mue¡te una obra dignade subsistir, si se ha unido lo suficientecon I¿s huellas del pasado para no desapa-recer en el porvenir. Para dar mayor pesoa e:la ¡.rruel-ra. püa lundar la historia comosacerdocio y como magisüatura divina, élasume la totalidad de los destinos desapa-recidos con el propósito de devolverles lavida¡ "A menudo el historiador ve en sussueños a una multitud que üora y se la-ment¿, la multitud de aquellos que lo haur iv ido brsfanle ) que desearí¡m reüür. . .Ellos necesitan un Edipo que les expliqueel enigma cuyo sentido no h¿n coúpren-dido y que les enseñe el significado delas palabras que han pronmciado y de losactos que han ¡ealizado y no han com-prendido". La muerte es para él un ali-mento porque es el aümento mismo de lahistoria. De abí esta especie de ebriedad,de desaliento satisfecho clebido aI espec-tácu1o de este grupo de muertos "He be-bido en demasía la negra sangre de losmuertos". La muerte no le disgusta, porel conlrario, lo fascina Duranle \u cxis-

tencia vanas veces esfudió con atenta pa-

sión los cuerpor puLre[aclos. como si in-

tentar¡ aferÉr en vivo l¿ acción de la

muerte entendida como movimiento, meta-morfoiis, es decir, retorno ¿ la vida' Este

es un aspecto particulerísimo del sentimien-to de la muertc analizado en modo muylúcido por Ma¡io ?raz. en La carne, lamuerte y el diablo. Para Michelet la m¡rer-

te es una verdade¡¿ agonía, es decir, la

huella de una batalla. Al completar un

destino indiüdual, la misma no lo consa-gra sino. por el contrario. Ie pro¡orciona¡ cada de'fino indiüdu¿l su propia uni-versalidad. L¿ úuelte {unda la comunióneterna de los seres lrvientes. Resulta cla_¡oj ento¡ces, todo lo que sepa¡a a Miche-let de sus contemporáneos, los ¡ománticosgermanos e ingleses, para qúienes la muer-le era la úlrim¿ máscara de una cxperien-cia personal. Pa¡a Michelet la mue¡te esun ¡ito de pasaje, la promesa de otlo plo-

yectalse en el devenir del espíritu-Si Ia muerte es la primera matriz de la

historia, la segunda está constitdda por el

trabajo, que es un talle¡ y una armadúracontn la muette. El trabaio es el cleseode transfo¡mar el munclo, de darle unaimpronta humana. Fuer¿ del tral-raio v delcleseO de transformacr'ón nO existe historiani prog¡eso. Est¿ perspectiva se ha'll¿ con-firmacla, po'* otra D¿rte. pol los tr¡bajosde la etnogmlín: los pueblos plimitivos,

158

como exltlic¿ Lévi-Stuauss, aquellcs que

viven al ma¡gen de la histoúa, sorl aque'

llos que rechazan el cambio, niegan el

tiempo, respetan las {o¡mas n¿tu¡ales, coo-

sideran profanación toda subversión de lo

que se le diera originariamente al mundo.

El acto que implanta 1a historia es el acto

de Proúeteo, que es el del deseo de ac-

tuar sobre el mundo, de "quemarlo" con

el fuego pala darle otra forma. Como el

alquimista, el hombre es un opeúdor al

cual se le proporcionan las sustancias des'

tinadas a scr modilicadas mediante una

selie de actos; estas modilic¿ciones cam'

bian en igual medida al auto¡ de las mis'

mas. Bajo muchos aspectos, la histoda de

la aventur¿ humana es la historia de Ia

irn:rginación desplegada por los individuos

o los pueblos para fabricar con otras fol'

mas los paisajes de esta aventura. Esta

imaginación, se$in las épocas, se encarna

en operaciones creativ¿s difetentes; pero

todas son expresiones del deseo de vivir

y del deseo de hacer, Ia respuesta y el

eco de la voluntad universal que es el

motor de todas las energías viüentes Exis-

te la imaginación del espacio que impulsa

a los pueblos a partir hacia obas tieͿls(las invasiones, las cruzadas, los viajes de

los italianos y luego de los españoles del

renacimiento); existe la imaginación de la

felicidad, que mueve a las ciudades a

mejorar sus propias seguridades y sus pro-

pias comodidades. provocando el nacjmien'

to y el perfeccionamiento del artesanado

y de la indushia. Existe tarnbién la ima-

ginación espiritual que conduce lent¿mente

a estas ciudades hacia la lüetad, la res-

ponsabilidad y la justicia: es la audacia

de Abelardo contra el formalismo del si'

glo xn, es Juana de Arco que opone a las

intrigas de la politica la espontaneidad del

pueblo mi.t icn. es la bnri .r que ¡nrrncia

por intermedio de Satanás la sonrisa de Ia

iibe¡tad.El rol fundamental asignado por Michelet

al trabajo y a la acción no tiende sólo

a la glorificación de la oscura pena de los

hombles, al evi¿lencialse de 1as innumera-

bles energías mediante las cuales la huma-

nidad incesantemente ha modificado su

propio ¿specto. Contra la idea rcdentora

del t¡ab¿io sobreentendida en la moral cris-

tiana, conha el utilitarismo de fabricante

de l¿ filosofía de los hombres ilustres,

Michelet re cn el lrabajo el lengraje mis-

mo del mundo, el vínculo siempre reno'

v¿do entre el hombre y las cosas, entre

el hombre y los otros homb¡es. Mediante

este lenguaje y este deseo permanente de

da¡le al ambiente que lo circunda una for'

ma nueva, el homb¡e se crea a sí mismo'

Este pensamiento contiene, frente a'l reno-

v¿do lealismo de la filosofía románüca' el

anuncio de lo que será el existencialismo

moderno po¡ el cual "el hornble es sólo

aquello que hace'. Esta visión cle una

metamorfosis paraleln del individuo y del

universo mediante la acció¡ inspira a Mi'

Page 21: Los H de La Hist. Michellete

Michelet

7. Los escolLos de Ettetat. Acuarcta deE. Isabey, 1857. P.trís, Museo del. I'ouare,Cabinet d.es Des.stfl$ (Falchi ) .

En las págbvs precedentes:

1-5. LitogafíaLs de Daumier que comentanalgunos sucesos da 1851, publ,icadasen "Chariaari. París, 8.N,,Esf. (Ségalat).

chelet el rechazo de todas las {ugas delmundo y de todos los de¡ivados de la con-templación consoladora, Su posicióu frentea los fenómenos reügiosos-está totalmentedeterminada por la certeza de que todafe que no se encarna en el mundo y queno toma partido por la obra del hombrees un fe estéril: tal es la fe mecUeval delsiglo xv, tal es la devoción catóüca en laépoca de Luis XIV, tal es la ideologíaclerical de la burguesía francesa en el si-g1o xrx. Para Michelet, la verdade¡a re.ligión es aquella que hace sagr:rda a laexistencia concret¿, que, lejos de hacer deIa vida terrena sólo el reflejo ridiculo y laespera de los ete¡nos paraísos, por el cou-t¡a¡io, da al gesto humano la grandezadel gesto divino.La muerte es una promesa de l¿ vida, eltrabajo la señal de conve¡ü¡se en paüonesdel mundo. Pero la matriz basal de lahistoía es la mujer. Michelet dirá que espor int€¡meüo de la mujer que el hombrese convie¡te realmente en el espejo y enla réplica de la natu¡¿leza y que la hu-manidad asume una dimensión verdadera-mente cósmica. En efecto, en grado mayorque el hombre, la mujer es el simbolo dela histo¡ia como reaüzación del cuerpo de lahumanidad, Más ce¡cana que el hombrepor su dtmo fisiológico, por su intuiciónde las cosas ocultas, y también por su fun-ción materna al movimiento de la natula-leza, la mujer ¡epresenta el núcleo central

tDv

de la vid¿, el lugar donde las energíasse fo¡man catalizando todas las fuerzasoscuras del universo. Pa¡a Michelet la his-toria es u¡r intercambio ininterrlrmpido en-tre la mujer, qúe es vientre, matriz fe-cunda, acumulación de la sangre caliente,y el hombre, que es cerebro, agente que

constituye, t¡ansformador de energías. Porintermedio de la mujer la sociedad humanaestá ligada al vasto úovimiento del cos"mos. Se¡ía un esfue¡zo inútil desea¡ in.quirir en un sistema claramente explícitoel entero conjunto de ¡elaciones entre elmasculino y el femenino que Michelet des-cribe. Estas relaciones son de o¡den sim-ból ico, formln une galeria imaginxria que

está ligada al inconsciente y a la intuiciónantes que a la ¡azón. Lo que el historiado¡trata ¿[e ab¿rcar, lo que advierte en eldestino femenino, es la ley del devenir,aqiello que llama amo¡ y que nosotlos,según Flerd, Ilamamos deseo. Y es justa.

mente en el deseo que descansa todo el

destino humano. No es casual que para

Michelet las mutacio¡es de la civiüzaciónoccidental estén ligadas a las mutacionesde la condición femenina. El gan saltogótico del siglo xu está ligado a una reno.vación del culto de la Virgen en el cuallos hombres del medioevo tra¿lucen a su

modo la antigua fascinación por ia tierra

madre y por la gran diosa, pero que estátambién ligado al nacimiento del e¡otismocortés y a 1o que, mediante el mito de

Page 22: Los H de La Hist. Michellete

14. Alguras Tnrtadas de pimetased.iciones de obras de \Iiclelet.París- B.\. (Ségalat).

Trisiá¡ e L.old¿, Denrs de Rouge*ont lla-oa -Ia invención del amor-pasion", sigoode u¡a t¡ansformación decisiva d: la vesti-menta, de la sensibílidad y por lo tatrtode las prácticas políticas y güel¡eras.Del mismo modo, el Renacimiento in¿u-gura un nuevo movimie¡to de los valores{emeninos. En la época en que Paracelso,padre de la medicin¿ filosófica, se dedicaal estudio de las enlermedades de la ma-triz, la Refonna intenta da¡le bases radical-mente divelsas al cdstianismo, libelándolode los servilismos clericales y proporcionán-dole como raíz a la familia, que es obrade la mu¡er. Pero en el mismo período,en Francia y en Italia, en torno a la mujertoma fo¡ma una refin¿da civilización quebusca los cálidos ¡ostros del amor', r-esucitael pirganismo antiguo y l¿ belleza de loscuerpos, hace del arte y del lenguaie elcamino hacia el redescub¡imiento de lacarne y glorifica los enc¿ntos del amorcarnal.Del mismo modo, luego de la pomposaesterilidad del siglo de Luis XIV, el si-glo xvru irbre un nuevo mundo. no só1oexpulsando a Dios del cent¡o d-.1 munclo

-v poniendo en su lugar al hombre, srr:o

concedié¡clole a la mujer el reinaclo sobretodo lo que constituye l¿r medicia cle lavida cotidiana: la conversación sustituye ala retódc¿ clásica; el reino de los salonessucede al de Ias academias. Una alqur-tectun imaginaria, basada en el placer- delos sentidos, sucede a la arquitectüra fríay rigu¡osa del siglo xvrr, basado en el pla-cer de la razón. La novela del alma, esdecir-, una literattra que se dedica a laé\ploj"ación de los laberintos femeninos, su-cede a la epopeya y a la tragedia. Demodo qhe, en toda época y contra lasfuerzas de muerte y de esterilidad, la mu-jer es el signo de un infinito r)oder deresur¡ección y de metamo¡fosis. Pot suintermcdio ci¡cula la sangre sn el mundo,por medio de ella continú¿ el diálogo delespíritu universal y de la carne vivientey mortal, ya que "los dioses son como loshomb¡es: nacen y mueren en su seno".

La organización del dramaLa historia se compone, entonces, de unasucesión de diálogos entre el hombre y lanaturaleza, entre el pueblo y la materia;los diálogos difieren entre si por la tensióny el movimiento. El ritmo histórico puedeser comparado al dtmo musical, dado quecompo¡ta un sucederse de tiempos muertosy de tiempos plenos, de silencios, de vocessofocadas y de explosiones, Resucitar elpas¿do significa, ante todo, halla¡ el ritmoprofundo de cadc t iemlo. recondlrcir a sulugar exactci a cada somb¡a que ha parti-cipado en la metamorfosis del mundo. Pe.Io ei en ma\or grado a la üda de lanatu¡aleza, antes que a Ia orquestaciónmusical, que conviene comparar el logrodel obietivo histórico. En cada uno deestos dos casos se pone en cuesüón el

160

desar¡ol.¡ de s'¿ cle=. sE€É: qEi Effiternir¡¿ de s¡¡d3fie¡:- e! s¿l isc¿ ] €su fue?a. Como Ia eaerg:ia ) ei c!€riniento del á¡bol- ambos i¡¡i¡rb1e¡- s¡aefectuados por mütiples energias ocu}'.:-rque en la tie¡ra o bajo la corteza ¡o c€sa.cde moclific¿r el teiido vegeial, ¿si la l':s-toria es el tejido de ]as fuerz¿s se¿r¿t¿sque hacen y deshacen a las sociedades alo profundo.Afer¡ar est¿s fuerzas, ponerlas a 1¿ 1uz,significa penetrar en el eentro de uú¿¡ealitlad bien dive¡sa de la que desea des-clibir la histori¿ tradicional, signifiea bu:'cr l la r id:r "no roh'e sus superl icie. sinoen sus órganos internos y profundos". -{.c. l" nivcl I¿ histori¿ no puede ser trai¿dÁcon rrrr juicio moral, E¡ la acción huna¡¿no existe modo cle h¿bla¡ apropiadameotede bien y de mal, existen sol¿mente ener-gías fecundas y energías estériles. En elinte o¡ de cada homb¡e, como en el inte-rior de cada colectividad, lo qüe constit!)€el campo tle la histoda es el conflicto ea-trc esterilid¿¡d y fecrrndidad. Existe fecun-dicl¿d toda vez que el hombre sale t¡a¡¡s-folmado en este conflicto, dislluesto 6otlas aventur¿ts, nuevamente confiado e¡su propio desti¡o: como en el caso deAbelardo y del cspléndido florecimientaintelectual clel siglo xrr q¡e rehabilit¿ alamor y a la muier, libera al occide¡te me-clieval del terror clel pecado y anunci¿ Iagran :rlegría gótica. Como tambié¡ en elcr¡so de l¿ reforma luterana, donde se hallala simiente del impulso científico del ¡ena-cimiento, que ¿nunci¿r a Par¿rcelso v a G¿-I i too ¡r 'c¡:rrr el ddvpnjmienfo dc Lr lven-tuia c¿pitalista y lo explotación de lasriquezas mnndinles. Como también en elcaso ilel 14 de julio de 1789 que quiebrael cuadro antiguo y sofocante de la Europamonárquica y presenta a los hombres elsentimiento de la f¡ate¡nídad, Existe esre-rilidad cada vez que la histo ¿ se detiene,cuando imita servilmente a! pasado, cuandoel homb¡e r'enuncia a sus propios poderesy ¿ sus propias posibilidades. Es éste elcaso de Luis XIV, que fija a la sociedaden una celeb¡ación ari¡tocrática fuera deuso y que sofoca todo nuevo fermento quese maniliesta en la economía y e¡ la reli-gión, o también el de España luego deFelipe II, perdida ,en el misticismo formalque le im|ide hacer l lorecel lar r iquezasde Ias colonias; es también el caso de Ro-bespierre, que mat¿ a la revolución eonombre de la le;' y a la libertad en nombrFde la pureza. Cad¿ uno de estos conflictoses una pasión de la cual Michelet es eldirecto¡ de escena, un dlama medianteel cual todo lcctor participa en la histo¡íauniversal y la reconoce como propia. Lahistolia, a tr¿vés del escritor (el ello con-siste par'¿ trIichelet el valor eterno de laobra lite¡aria) no es ya l¿ aventura deotros hombles, complet¿mente ajena a lamuerte, sino que se convierte en restrapropia aventura. Este dr¿ma se 4esa¡r'olla

Page 23: Los H de La Hist. Michellete

según un ¡itual que lo ace¡ca a un cele-monial mágico en el que, mediante el p¿-

sado, se recuperan las fuerzas pan eI pre-sente. Esta lunción mágica del historiador,que no había logrado la atención de lacrítica clásica, hoy aparece más evidentea través de todo lo que la etnografía nosha enseñado sobre los pueblos p mitivos.El ¡elato de Nlichelet tiene el único obje-tivo de da¡le a la ciudad de los hombreslos fundamentos y la necesidad, comum-cándole el significado oculto de las antigu¿sacciones y develándole las corrientes pdn-

, cipales por las cuales el pasado no ha he-cho mas que anunciar el porveni l

Todo d¡ama, momento privilegiado de lahistoria en su más alto punto de tensión,está co¡struido según una arquitectura rÍ-guros¿ quc recue¡da h h¡gcdia griega ola misa cristia¡a. Así se trate de destinoscolectivos (la cruzada, los templarios, losprotestantes perseguídos) o de destinos in-dividu¿les ( Carlos el Temerario, John Lawy Marat) el progreso dramático se des-ar¡oll¿ a través de cu¿tro etapas, crra1¡ocambios, a cuyo término el le¡mento tr/r-gico se hansfo¡ma en úemoda y nutrirápara siempre la imaginación futura. Estoscurhu cambio\, esles r 'u¡ lro escend\ princi-pales no pueden ser diseñadas r-on ¡r leci-sión, ya que el calor de las mismas cambiasegún los lugares y los hombres que repre-sentan en el teatro de la historia. Podemosdecir en fo¡ma muy esquemática que estasrepresentaciones son sucesivament€: la fies-t¿, la acc:lón, la purificación y el sacrificio.Tomemos dos ejemplosr uno que simboliztun destino individual maléfico, el otro undesLino colectiro bencfico. El primero esel de Carlos el Temerario, último de losgrandes duques de Borgoña. En su vida,baio la mirada de Michelet, todas las cosasion excepcionales: ante todo la época, dis-tinguida por el pasaje rico en contmdic-ciores entre las oscuridades medievales y

las luces del renacimiento. A continuaciónel lugar: la cuna más adornada de la civi-lización occidental, un mundo que ditigesus mi¡adas al mismo tiempo hacia Flan-des y hccia ItJl ic y donde pareceo relnirsey fecundarse el genio latino y el geniogermánico. Po¡ fin el hombre, héroe dos-toievskyano al mismo tiempo místico y rea-lista, roído por extraños demonios, devoradopor el deseo de ser y de marchar más alláde sus propios l ímites. Esla es la primeraparte del dranna, un rctrato fascinante, elinventa¡io de todo lo que un eer poseepara dejar su propia huella en la histolia,el nacimiento de una vid¡ con todo lo que

la caracteriza como exalt4ción, esperanza,voluntad.Sigr:e la escena segunda, la de la acción,donde un ser asrune la propia dimensiónfrente a los hombres y a las cosas. Ve¿-mos a Carlos f¡ente ¿ las ciudades de Flan.des en ¡err:elta, ante el rey de F¡anciamedio am¡inado. Es en este momento qr¡c

el destino asurne una forma y que las de_

Michelet

nrryoL,tJTloN

t , \ l s

. ; ,

REVOLU'TIONI ¡,1r\_ q-{ I S!

J. MICHI ' I , I I1 '

J. TI ICI]ELI 'T

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J. iT ICIf ELXT

PARI Sr , rRAl t ) [ I , UAC]I ITTI XT C'

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J. iu lc l l l iL l i r

LA FDMME

PARISr.rBn¡ lnt f , L. , \ t i l l tT l l

L'Ii{SE CTE

PARI SLIBR,{ jRIX ! t L. { lC[XrTE xT c, .

i858

Page 24: Los H de La Hist. Michellete

7. El Coü.ége de France (Faliúi\.

2. Ia ca$I de Michel.et en ln nn dAssasen París (Falcti) .

3. Michelpt. Estilografíar d.e Naoellier dewro fotogafía oriútwl de ReuünglerPa¡ís, B.N-, Er¿. (Ségalat).

4. Urw caríce¿ura de MicheLet a.z And,réCí11. Patís; B.ñ., Es-t. (Ségalat).

En lns pógirws siguietutes:

1-73. Ihlstracionas de hts ñrus d¿Míchelet: El póiaro g El itusecto, ed,ícionesde 1867 y 1876. Paús, B.N. (Perugi).

Page 25: Los H de La Hist. Michellete

Michelet

cisiones pe¡sonales se sutr)€4)onen a la polí-tica y a la ambición. En este pu¡to co.mienza la gran batalla ent¡e u¡ hombreobsesionado por sus p¡opios sueños y unaépoca que le opone ¡esistencia. En tomo¿ él se c¡istalizan las fue¡zas dete¡minantesde su tiempor se mnve¡tüá en la eucar.nación del drama de este siglo xv que per-tenece a medias al üejo mundo y a mediasal nuevo.Luego de la acción siguen la purificacióny la renuncia. Carlos el Temerario, al ele-

,gir obedecer ¿ las fuezas osculas y resu-citar con la caballería el espíritu del antiguoIeudalismo, se convertirá en el símbolo delo que es necesado que muera pa¡a que

el mundo conünúe. Sus erores poüticos ysus deÍotas miütares son los signos de sudestino maldito.El drama se completa con el sac¡i{iciofino! la aniquilación del duque y de sureino, donde agonizan todas las fieb¡es delsiglo xv y se disuelven todas las tensionesque testimoni¿n la metamorfosis profundade la época, En torno a esta üd¿ privi-legiada todo un univ€rso busca su nuevorostro. El exterminio de Carlos el Teme.rario, como aquel de los héroes de Esquiloo de Sófocles, es el exte¡minio del Pad¡eal que es necesario matar pam que la vidarecomience. Un esquema casi idéntico en.contramos en la revolución francesa, que

comienza con una gran celebración colec-tiva luego del advenimiento del nrlevoCristo, el pueblo, y se lo festeia corno laconsagración de la primavera luego dclestéril inüerno. Toda la nación se por:re

en ma¡cha hacia París par¿ participar eluna fiesta g¡andiosa, la del 14 de julio de1790: en este punto la revolución se hallapor igual en los sueños y en los hechos yes antes que nada el alimento de la ima-ginación, sacudiendo a todo el cuerpo na-cional con su fervor indescriptible.Sigue la acción, el enfrentamiento de todasIas fue¡z¡s de muerte simbolizado por krseneúigos iiternos de la revolución, lasr.iejas clases diiigentes ofeÍadas a sus pro-pjo5 bienes y privi legior. y los enemigos

extemos, los dominadores de la Europamonár'quica. Esta acción tiene un fin eiem.plar en el verano de 1792, aquel brevemomento en el cr¡al el pueblo e¡durecidopor las pruebas sufridas se cr¡nfunde conel ca¡áctel unive$al de la revolución ycon la aspiración humana hacia u¡ mundodife¡ente. Pero el dinamismo propio tlela idea ¡evolucionaria la impulsa más allhde lo que la histo¡ia puede soportar. Ll¡evolución es un ingrediente demasiadofuerte para la colectividad que está, oblig¿.da a autocasügarse por haber reivindicadolas funciones divinas. Por ello la sangrev las masac¡es de setiemb¡e y el Terror.Con el e' termir io de los p¡opios enemigosel 9ueb1o desea solamente cxtcrminlrr cnsi nismc todo aquello que aún le impidec¡¡I';ndi¡se con Ia figura ide¿l de la ¡evo.lcc:c¡- Este sfuerzo es descrito oor \fi-

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Page 28: Los H de La Hist. Michellete

7. Retrato de trtichelet de ThomasCouture d.¿ 7843. París, MuseoCarratwla (Falchi).

r¡üé€t

clelet co¡oo el del hé¡oe trágico que se

desnuda física y espiritualmente e¡ la me-

tamorfosis que lo toraará similar a un ar-

quetipo divinizado. El fin es el s¿crificio

que anula 1a revolución pero al mismo

tiempo l¿ torna ir¡emediable e inr''ulnera'

ble, la arranca de 1a ¡ealidad para resti-

tuir'la al esplendor de la imaginación' la

cambia en modelo de una sociedad ideal

que debe r_ehacer-se continúamente. Natu-

ralmente, tal arqlritéctlua dramática no se

halla pol doquier con 1a misma clarida¡I.

L¿ función purificadora del dlama organi-

zado por el histodador, sin emba¡go, con-

tinúa siendo idénüc¿ en todas p¿rtes La

historia no es un relato, sino un espectácu-

lo; no es una crónica, sino la celebración

de un enc¡ntamiento.

Los cuerpos de amotp¡..¡ cr¡ lnr.rr 1.. ' quírnica mislériosa mP'

diante l¿ cual las sociedades hum¿nas se

habían realizado y modificado, Michelet

habír particlo de la meditacíón sol¡re el

cuerpo del hombre y sus metaúorfosis. En

los libros sobre la naturalcza, en su Hisforí¿

de Francitt, pero sobre todo en srr Diarfo,

retomará, pt ofundizándola, esta meditación.

El Diarío,larga crónica de una vida e¡teradedicada a la liter¿¡tura, es ciert¿mente u¡o

de los documentos mús importantes qüe lahistoria litera¡ia contemporár'¡ea nos h¿ya

dejaclo. Luego de la muerte de \4jcheletla mnjer utilizó parte de este Diario pata

complet¿r algunas obras a las que preten-

dió dal una cierta pelfección liter¿ri¿ De

est¿ manela publicó Mi iuoentud, (1884),

Mí Diafio (1888) , Nuestro Francia ( 18BG),

Roma ( 1891), Por l¿s culles de E-ttopa

1l89ir . qrre con. i . l ían en rudaces rrs io-

nes nuevas cle los textos originales.El entero Diaño de7 histori¿dor fue here-

dado, a le muerte de lo seño¡a Michelet,por lln discipulo del maestro, Grabriel N{o-

nod, que publicó algunos extr¿ctos del

mismo y lo cedió, a su vez, al Institutode Francia. prohibiendo su publicación an-tes tle 1950.E] p:imer volumen del Diarto (1828-1848)

Iue publicado en 1959 y e1 segundo (1848-

1860) en 1962 a calgo de ?aul Vialla.

neix. El siguiente (1860-1874) será pu'

blicado muy pronto. El diario en su con-junto, al que es necesario aglegarle el

Mamotial y los escdtos c1e juventud, pu.

blicados aproximacl1rmente en 'l¿

misma

époc¿r, constituye un documento total¡¡:lente

excepcional y tal vez se lo puede considerarcomo la obra principal de lules Michelet.

Su.1r¡ . tcr ist ic.r "senci¡ l r " . ide, . in nin-

guna düda, en su modernid¿d. En efecto,

en el mismo ¡o tiene valor la anécdotaque nos De¡mite reconstmir día por dín la

bio¡'rafía de trfichelet, una vida pobre ensucesos importantes que no ofrece ningún

interés dramático, y tampoco tienr: mucho

valor', a pesar de l:rs :rpariencias, el carác-lcr f r^ l , i imcnl¡ . in l im,¡ de l ¡1 croni¡ r : s i

la natrrr¡]ez¿¡ ¡ruticular de srr lfecto por

166

-l.t!é¡¿:s revel¿ u¡ teropse-úal ;É€-pático úu]' o¡ieiE¿! sin emlrargo, el tsi:t+

¡iado¡ no ú¡uesfu¿ d¡quna complace<Épor su propio se¡

-y ni¡gú¡ deseo de ecdi

dencia. Lu luodamenlal Do cs Ia Dl e.eúci-de un homb¡e sino la de un esan¡or-Este dia o es el diálogo iniaternrmpfticde un artist¿ y de su propia obra. \o snecesado comp¿rar-lo con los recue¡dol de

Stendhal o con las Me¡¡or¡¿s de ultratumfa

de Chrrteaubriand, sino ¿ntes bien con eldia¡io de Kafka, el de Thomas \fa¡¡ o

el de Vilginia lVoolf. Para nosoiros, le&tores modernos interesados por igual en elmilagro de l¿ c¡eación artística como eq

la ob¡a de po¡ sí, se trata de u¡ra de las

más grandes empresas que se hayan i'Iiet-tado nunc¿ para dar r¿zón de una etpe_riencia hum¿na en su totalidad. El diario

nalra la la¡ga e inexo¡able batalla de u¡hombre v cle su destino, la conf¡ontació¡sin piedad de un escfr tur r dc srr teneuaje.

el largo camino de un espíritu a t¡ar-és

de la memori¿r clel munclo.Michelet resrrcita las pasiones de ios hom-

bres de los tienpos antiguos vivientlo é1

mismo h p 'opi¡ ¡usi in. La hi \ ¡o l ja per '

son¿l de1 hombre que se llama l'lichelet

se hall¿ en la birs¿ de la historia de todos

los hombres sepultados en la sombr¿ cle los

siglos pasados. Con el inventario de sr¡

interrogantes halla el significado de todos

los inteuogantes que la humanidad ha di-

rigido siempre, desde sus lejanos orígenes,

a las potencias celestiales. Esta qasió¡ de

Michelet es también uno de los frescos

más intensos que se ha¡ran pintado jamás

del homb¡e inte¡ior. Todo 1o que ei ser

ha ¿rlcanzado se hall¿ analiz¿do: ei cue¡po

v sus misteriosos humores, los sueños v lás

iDtuiciones, los encuentros, eI disqllsto, los

delirios y los entusiesmos. El histori¿do¡

vivió su propia vida como vivía 1a cle la

historia, es decir, como un espectáculo

trágico del que era al mismo tiempo el

autor, el clirector de escc¡¿ y el pírblico.

Como aquél de la historia, este espectáculo

constitu,ve para él la ocasión de una purifi-

c¿ción continua, de un reto¡¡o a las plo-

fundas fuentes proPias'

Es en el cliario que aparece tal 1'ez coo

mayor claridad el proceder particular de

N{ichelet, se podría decir su estilo, que no

consiste exclusiv¿mente en un modo de es'

cribir sino también en un modo de ver -v

d" vir i r . Cnmo par' :r Brtrdeleitc y Rim-

baud, el mundo está lleno de signos. Desde

las forr¡as mhs abstractas del espílitt á

los ¡ostros más concretos de la nntrualeza,

se extiende un¡ serie de voces, de resprles-

tas, de 1nces, q¡re son otros t¿rntos símbolos

de l¡ veld¿dera vicllr. El tr-tista cs justa'

mente aquel que descifr-a estos símbolos-

áqüel qrre está encargado tle d¡r-le voz a

lo que parece mudo y una miradil ¿ lo( l r re n¡r . , c r icFo. Con<idpr 'orn¿\ n"¡ . ieTn_

plo lo t¡re nos dice de lts cruz¿r¡las. 'li¡clos

los histori¡dores se pier'den erl co:lictür¿!

accr i - . , , l , l ! r \ mi ' t ivoi ' l ¡ l , ,s rn i . l f | , ior"¡

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LacÉ 1a Tier¡a Saata. \Iichelet eseribe

sifrplemente: "El homb¡e es peregrino de

por si. Hace mucho üempo que ha Par-iido ¡ no sabe cuándo llegtrrá. Para hacerld-

{rorer Do se necesita clemasiado". Ot¡o

ejernplo: ¿cómo definir- al francés? Basta

con rr¡ elemento para ¿lar razón de su

ve¡dade¡o carácter, el pan, su alimento

preferido: "El grano es un alimento sus-

tancial aunque no da, como la carne, ener_

gía momentánea. En el fondo, el grano

es la tie¡ra que se infiltla en la planta en

flor dándole una consistencia y una parti'

cular du¡ación a la alimentación. F¡ancia

se nutre de piedr-as. Este régimen le hace

centellear por momentos y le intr'oduce en

los huesos una g¡¿n fuerza de resistenci¡".

Para Michelet la interpretación de los sig'

nos, la lectura doe los símbolos, q1le revela

la familia¡idad y la coherencie de los hom-

bles y de las cosas, es la imagen del diá-

logo inintenrurpido entre l¿s enereías apa-

rentes y aquellas ocultas. El hombre, y

éste es su misterioso priülegio, es la con-

ciencia sober-ana de este cliálogo Avanzar

coltinuar¡ente en la lectu¡a cs ¿quello en

lo que íustamente consisten el prog¡eso

]' la posibilid¿d clel hombre, arqneólogo

clel sabe¡ acumul¿do por la humaniclad drr'

rante su larga pasión, cu¡'o ¡o1 es el de

profundizar- cada vez más en las estreti-

lic¿ciones inerpioladas que encierran el

secreto de n[estro pasado y, pol Io t¿úto,

el ile nnestro presente -v

núestro futuro.

L¿ histori¿r es cl üister-ioso movimiento a

través del cual el hombre ihrminado por

el espír'itu retueva continu¿mente unir na'

trnalez¿ volcada a la destrucción. El his-

todador tiene la t:rrea cle mostrar "cómo

el espíritrr combate a Ia muerte, obliga ala natulaleza a rebacgr lo que ha rlestruido,

conservar v hacer cluradero, de rna-tera que

el homb;e es el salvxdol de la naturaleza".Esta batalla se des¡r'r'oll¡ ente¡¡mente eo

los más oscuros rincones del clestino hu-

mano. Ent¡e el paisaje histórico v el geo-

lógico eriste un¿1 rigurosa icle¡tidaril: losvoJcanes, las extensiones glaciales, los de-

sier-tos no son Ia vida de la tierra- sóloson los signos transp¡rerltes ¡le los trrmultosinternos qne animen ¿ todo úrestro globo

clesi le h¿ce milenios. Del mismo modo, losrostros qre aparece¡ en e1 campo político,

1as guelras, Ias revohrcio¡es. los destinos

heroicos l. 1os {¡utos rlel tr':rbato v de la

invenció¡ humena son sólo las hncl las vi-

sibles. las másc¡¡¡s co¡scier-ites de las ener-gías subtcráneas que clía a dír trabajanel material ltmano obligándolo ¡ estable-cer el cliá1ogo con todo lo c¡re le sirvecomo frontel¿.La empresa cle \,Iichelet. r' en ello resicleslr prof11¡da modelnidacl, es entonces rrnintento por recnpeLar- el inco¡scicnte deIa historia. En relación a 1os glancles sis-fem¡s ide¡list¡s de l¡ filosofía occjclentaly a las glirndes interpretaciones tlel deve-rr i r l r r rm,,nn. que .Lrn . r ' l rmFnlp t is iones

abstractas v composiciorles for 'm¡les. 1¡r nTis_

ma ¡eprese¡ta u¡ salto decisil'o en la mi-

rada que el hombre dirige al mundo, de1mismo modo que las tres principales explo-

¡aciones del espíritu moderno, las de Mari,Nietzche y F¡eud. En efecto, esta empresaestá sumergida en los bajos fondos delu¡iverso, En lugar de interrogar al azul

del cielo y las tranquilizadoras luminosi.dades del sueño del rnás allá, r€cor¡e conansiedad fascinada el f¿ngo iDfome y mal-ol iente do Ia. profrndid¡des. "Sj no pue-do vencer las potencias suprernas, removerélos .¡bismos ínfimos", el lema revolucionarioque Freud pone en el ce¡tto de La Inter.'pretación d.e los Suaños, es también l¿rmbición final de Michelet. Toda su ob¡aes lrn in',,entar-io de las imágenes ocultasque dan un significado a las imágenes in-visil¡les, a t¡avés de las cu¿les se cumplenlos desti¡os individuales y colectivos. ErrrLna cultura que lla visto disolverse lenta-mente las glandes interpretaciones teoló-gicas, en un paisaje mental donde la imagende Dios se ha oscur-ecido, Nlichelet proponeuna nuev¿r lectur¿ del mundo. Su ¿mbi-ción, similal a la rlel pensamiento de nues-tlo siglo, fue la de halla¡ por intennediode l¿ aventura humana la entera ¿venfuracósnic¿, de darle un sentido a cada vidaen el se¡o de la humaniclad y de situara la hum¿niclad misma en l¿ totaiidad delo real.La historia del homble se confuncle deesta rnanera con la historia de los dioses.Prefigura un mundo qrre eriste Dor ahomsólo como aspiroción y obsesión del espiritu riniversal. Toclo es metamorfosis, y elhombve es el mensajero provisorio cle la

njsma. "Este globo -escribe Michelet en

1842- se halla en el est¿tdio infantil no sóloen reldció¡ con lo que podrá llegat' a ser

un clía, sino además, según tod¿s las apa-rie¡cias, en relación con los globos nrás

¡vanzedos a trnvés de los qrre pasaremos.

Nuestlas posibilidndes aquí sol mínimas.Por una p¡rrte se nace conluso, como por

los sueños dc vidas ¿rlterior'es. ?or otraparte se vr've

-v se sueñ¿! entre e1 sueño

y la digestión. . , Sueños del pasado, sue-

ños clel presente, ¡' luego llega la muerte.Tenemos cle la vid¿ u¡a idea totalmente

distinta que deberá ¡ealizarse Po: cnalquierparte.. . Es necesa¡io que la mrrerte sea

un nocin'riento. Así debe ser inevitablc-

mente".

Bibliografía

Ob¡as cla Michelet:

L'Histoire tle Flü1ce y L'Ilistoú'e de Ia Réao-lut inn t l"ron publicadas en l8 rulúmenes. conun prefacio de Claude Mett¡a, por Editionsnenconhe, Lausana, 1966.Una edición (xílica de L'Histoit¡, de la Réoo'I tion a c$go de Géra¡d Waltel fue publicadaen la colección de la Pléiade, Paris, Gallimard,1939.La Hi\toria de la Reaolueión Ftuncesa eslri edi-

168

tade ee s-paiol ,.l rpL. - Bue<s -{irs' l¡Eg-oaut¿,Entre los trtrce¡osos crrser¡s de Jdes \frridetfueron ¡eedit¿dos ¡ecieatem€nte I&tÉix, 6fHi,stoirc Uni'.erselle. Ia Sorci¿re t Les Fer.-m.es de la Rhofutu)rL Les écrits 'de

le¡.avxv los dos o¡imeros volúmene._ del Jow¡'¿f. íce-ion publicádos a cargo de Paul viallánei! P¿-rís- Callima¡d- 1956 v 1962.Una antología de Xlí¡s'toire d.e Frcnce a <:argade Claude Mettra fue ¡¡ublicada oor EdfiaesJ'ai Lü, París, 1964.

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