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LOS CASOS DE

HIROTO MATSUMOTO

por

FRANCISCO RUEDA

© Francisco Rueda

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La inspectora Virtudes Pomares era una mujer obesa, lesbiana y con mal carácter. Presumía de haber superado la carrera de Derecho y las oposiciones de policía en tiempo récord. Solía vestir con trajes hechos a medida poco femeninos de tonalidades oscuras, su pelo castaño normalmente lo tenía recogido en un moño, nunca se ponía maquillaje, y además si añadimos su voz grave y algo cavernosa que impresionaba bastante cada vez que se enfadaba, pues todo añadido resultaba motivo suficiente para que sus compañeros la llamaran simpáticamente a sus espaldas como Superpoli Marimacho. Si alguna vez pillaba a alguno de esos pazguatos de la comisaría llamándola de ese modo se le caería el pelo ya que no pararía hasta que le expulsaran del cuerpo al susodicho o susodicha. Pero Hiroto sabía

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que estaba hecha toda una sabuesa, y gozaba del récord actual de detenciones en la comisaría del distrito. Era como Colombo en versión mujer; cuando sospechaba de alguien se convertía en su sombra hasta que lograba encontrar las pruebas que sustentaban sus hipótesis. Era estricta, tajante, directa, no se andaba con rodeos, y para incredibilidad de la mayoría de sus compañeros de la brigada estaba casada con una espectacular modelo y actriz llamada Samanta. Aunque ella prefería no hablar jamás de su vida privada, y ante sus compañeros se comportaba de un modo profesional sin socializar con nadie, ni siquiera con sus superiores. El comisario estaba encantado con ella, ya que aunque tuviera tan malas pulgas, siempre resolvía los casos que se le adjudicaban a pesar de empeñarse en no trabajar en equipo salvo que fuera estrictamente necesario. El detective Hiroto Matsumoto había llegado a ver a la inspectora Virtudes junto a su flamante y hermosa esposa Samanta en algunas discotecas de ambiente gay donde él había acudido estrictamente por motivos de su profesión, aunque eso no había evitado que entre copa y copa ya no distinguiera con quién se enrollaba por los efectos tan nocivos que el alcohol producía en él. Al detective siempre le había dado mucho morbo ver a la inspectora y su esposa besándose entre ellas con tanta pasión, y más de alguna vez había estado tentado de proponerlas un trío pero temía la reacción de las dos, sobre todo de Virtudes dado su famoso mal carácter.

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Hiroto Matsumoto, detective mediocre que solía trabajar en la zona del Rabal barcelonés, localizó a la inspectora en la lejanía y se acercó a paso lento levantando el brazo para saludar a su amiga.

Virtudes alzó su mano para chocarla con la de su colega, el detective de origen japonés Hiroto Matsumoto, ambos sonrieron y se miraron a los ojos con afabilidad.

- Encantado de volver a verla inspectora, ¿por qué deseaba verme con tanta premura?

- Querido Hiroto, para que puedas comprenderlo quisiera que me acompañes a un escenario del crimen bastante particular. Le iré poniendo al corriente de todo conforme estemos allí, prometo explicárselo como es debido.

- Pero para eso ya tenéis a los de la científica y los de criminalística, es decir un montón

de técnicos especialistas que procesan el escenario de un crimen. Yo me dedico a otras cosas… investigar asuntos privados y descubrir a algún ruin mentiroso como mucho, pero desde luego no mi licencia de detective no me faculta para inmiscuirme en un delito público ni enfrentarme a asesinos o psicópatas. Respecto a lo de unir las piezas del rompecabezas para resolver el misterio del crimen os compete a los inspectores, o sea que de nuevo me resulta algo ajeno al ser un mero detective

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privado que solo aspira a cobrar sus honorarios tras seguir a esposas infieles o empleados desleales.

- Eres muy modesto Hiroto, jamás comprenderé por qué rehúyes de la fama, los titulares y los elogios, sé de buena tinta que has resuelto casos muy complicados poniéndonos a nosotros la policía en bandeja a los malhechores. Pero luego huyes de la prensa y reniegas tu participación salvo cuando te toca ratificar el informe delante del juez instructor y el fiscal ya que en ese caso no tienes más remedio. La fama conlleva prestigio, que a su vez se traduce como buena publicidad para tu negocio.

- Tengo un negocio ruinoso, eso es cierto, apenas me llegan casos de poca importancia, pero a pesar de ello no me atrae la idea de ser conocido, eso impediría que mis investigaciones llegaran a buen puerto. Aunque reconozco que mi secretaria y ayudante Andrea piensa distinto y ha comenzado a escribir en un foro de la página web de la agencia algunos de los casos en los que he tenido el placer de participar. Creo que con eso será suficiente publicidad.

- Como tu prefieras, yo en cambio ansío obtener un ascenso y me gusta verme en los medios cada vez que resuelvo un caso y detengo a los malos. No quiero pasarme la vida en la calle, aspiro a un ascenso por promoción interna. Por este camino lo lograré, solo necesito unas pocas condecoraciones más y me

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destinarán a un puesto de mi altura. No sé si te has fijado que ya no estoy tan en forma como en mi época universitaria cuando superé los exámenes de oposiciones. Odio patearme las calles en busca de información, eso es trabajo de agentes, patrulleros e inspectores mediocres de mucho músculo pero poco cerebro. Yo merezco sentarme en un despacho como comisaría o al menos inspectora jefe.

- Estoy seguro que algún día lo lograrás –dijo Hiroto siguiendo los pasos de la inspectora sin saber exactamente hacia dónde se dirigían.

- Gracias. Mira, no te he llamado para que hagas mi trabajo y yo me lleve los laureles. Lo que ocurre es que en este caso que te voy a enseñar hay ciertas particularidades especiales que se adentran en un mundo bastante desconocido y vedado para los polis. Me estoy refiriendo a la comunidad oriental de Barcelona. Japoneses, chinos… En fin, todos vosotros. Voy a necesitar ayuda externa, y quiero que tú firmes un contrato como asesor temporal de la brigada de homicidios. Pero cuidado con cagarla ya que he tenido que mover ciertos hilos e insistir a mis superiores para que me dieran el permiso, y me han dejado bien claro que yo soy responsable de ti para bien o para mal. Si averiguas algo quiero que me lo comuniques inmediatamente.

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- ¿Cobraré?

- Tus honorarios habituales más un suplemento extra si tienes éxito. ¿Qué te parece?

- Cojonudo –respondió Hiroto encogiéndose de hombros.

Virtudes Pomares señaló una tienda de cómics, mangas, y merchandising que había en una esquina de un edificio ruinoso.

- Es ahí –dijo Virtudes escupiendo su cigarrillo tras toser violentamente.

La inspectora indicó a Hiroto con la mano que pasara debajo de la cinta que acordonaba la zona exterior de la tienda de cómics. Hiroto introdujo las manos en los bolsillos de la gabardina y se quedó examinando el interior de la tienda. Si no fuera por la silueta dibujada en el suelo que adquiría la forma en la que había sido encontrado un cadáver, el detective se habría distraído con las estanterías donde se exponían para su venta distintos tipos de cómics, mangas, cartas de rol y figuras articuladas. A él le encantaban todas esas cosas y le fastidiaba muchísimo que por culpa del asesinato la tienda estuviera cerrada y no pudiera comprar nada en esos momentos.

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La inspectora insistió en que el detective se pusiera unos guantes de látex así como protectores que cubrían sus zapatos. Ella hizo lo propio y luego le indicó que prestara atención.

- Ya sabes que lo primero que debemos hacer en un escenario de crimen es asegurarnos de que no haya ninguna alteración del mismo para que en el juicio oral ningún abogado de oficio nos tumbe la acusación argumentando que se rompió o violó la cadena de custodia.

- ¿Quién ha sido asesinado en este sitio? Se supone que aquí ha muerto alguien… Pero

no me explico quién querría matar a nadie en un santuario o paraíso como este hermoso lugar.

- Ya llegaremos a eso, oye a veces olvido lo friki que puedes llegar a ser, Hiroto. Deja de ojear esos mangas y ven a mi lado para que pueda explicártelo todo.

- Tú mandas, jefa.

- Esta mañana retiraron el cuerpo tras el levantamiento efectuado por su señoría el juez Instructor y la comitiva judicial. Los de policía científica han hecho su trabajo y el médico forense debe haber terminado la autopsia a esta hora, o eso supongo. Probablemente encuentre un informe preliminar procedente de la morgue

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en mi despacho cuando llegue a la comisaría. Lo que está claro es que no ha sido muerte natural, y el juez considera que existen indicios suficientes como para abrir la instrucción del caso. El fiscal está de acuerdo con el juez al parecer. Nosotros los inspectores no debemos solapar el trabajo de los técnicos de la científica, así que ellos primeros procesaron el escenario en busca de pruebas y vestigios y luego entro yo en acción para tratar de averiguar lo que ha pasado gracias al trabajo de calle y los resultados de los análisis efectuados en el laboratorio de criminalística.

- Muy instructivo inspectora pero sigo sin entender qué puedo aportar yo…

- ¡No me interrumpas! Joder, eres increíble. Hablar en voz alta me ayuda a aclarar mis

ideas, y ya lo entenderás todo al final de mi exposición.

Hiroto prefirió callarse y dejar que la inspectora siguiera hablando con la mirada perdida en la silueta dibujada en el suelo donde momentos antes había yacido una persona asesinada. Al japonés le estaba costando horrores concentrarse a causa de la cantidad de objetos y cómics que tanto le gustaban, pero debía mantener la compostura para no volver a enfadar a la inspectora Virtudes Pomares. Al detective no le hacia ninguna gracia, y de hecho le aterrorizaba, cada vez que la inspectora ponía su cara de bulldog a punto de atacar.

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- Antes de nada se acordona todo para que nadie sin acreditación pueda acceder al escenario con el riesgo que ello conlleva de contaminar las pruebas. Los agentes que llegaron antes al escenario deben identificar a los posibles testigos y asegurarse que ni la prensa ni ninguna otra persona puedan inmiscuirse en la labor policial. Luego entra en escena el fotógrafo para documentar el escenario del delito y sus alrededores. La documentación fotográfica queda inmediatamente incorporada al atestado junto a las primeras diligencias previas. El experto en planos sin embargo es el que ha de verificar las medidas necesarias para confeccionar el croquis del escenario. El médico forense examina el cadáver, para determinar en su informe pericial la causa que acabó con la vida de la víctima así como la hora de la muerte en función de la rigidez cadavérica y otros factores. Se busca el objeto del crimen en el escenario, el arma empleada, todo ello por especialistas vestidos con monos, guantes, botas y mascarillas. El técnico en rastros papilares tratará de ordenar y examinar los objetos y lugares a fin de seguir el rastro al delincuente para obtener su identidad. Si se han producido disparos, entonces el perito correspondiente analiza la distancia de disparo, buscará el arma, comprobará si fue empleada además de la comparación de proyectiles que se encuentren en el escenario con los que se extraigan del cuerpo. Otros peritos químicos buscaran rastros de

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sangre, esperma, etc, para aportar los datos de cara a la identidad del culpable.

- Vaya, me ha dejado usted impresionado inspectora. Ahora si no le importa decirme quién es la víctima y por qué yo puedo resultarle útil en esta investigación…

- Ya llegaremos a eso detective, tenga un poco de paciencia. Yo como investigadora he de ser minuciosa, no puedo subestimar nada de lo que me encuentro en un escenario del crimen por insignificante que pueda parecer en principio. Además he de ser imparcial para no rechazar nada por sí mismo, ni crearme prejuicios que me alejen de la verdad. Mira Hiroto, ahora mismo tienes el privilegio de estar en este lugar, huele a crimen porque ha sucedido uno, hay un enigma que resolver y eso para todo buen investigador es un reto imposible de rechazar. Yo me muevo por instinto pero también por deducción, querido detective. Por eso tengo el récord de casos resueltos en comisaría, ganándome la envidia de casi todos mis compañeros.

- Por eso y por tener una esposa cañón que está buenísima –susurró el detective.

- ¿Qué has dicho?

- Nada, nada. Que siga, por favor. Me está pareciendo interesantísimo todo lo que dice.

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- ¿Sabes qué hay que hacer nada más tener noticia de la comisión de un crimen?

- Claro, comprobar que es cierto.

- Muy bien, listillo –sonrió la obesa inspectora –. Pero además hay que anotar la fecha,

hora y medio por el que se tuvo conocimiento de la denuncia. Al llegar al escenario hay que anotarlo todo en las primeras diligencias de la inspección ocular, como la hora de llegada de los primeros efectivos así como la dirección del lugar del crimen. Si vemos que efectivamente hay un cadáver, ¿qué harías en ese caso?

- Comprobar sus constantes vitales para saber si el sujeto está realmente muerto –dijo el detective esperando haber acertado.

- A veces eso queda claro nada más echar un vistazo al cuerpo. Lo principal es proteger el lugar de los hechos, tender toldos para impedir la visibilidad a los medios de comunicación, y preservar ante todo la integridad del escenario. Esas líneas dibujadas en el suelo sobre el contorno del cadáver a modo de silueta marca la posición del cadáver al ser encontrado. Una posición un tanto extraña, ¿no te parece?

- Bueno, no soy experto pero día que parece como si estuviera follando en el suelo.

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- Hiroto por favor, seamos serios.

- Lo digo de verdad, creo haber visto una posición similar en el Kama Sutra.

- Pasaré por alto ese comentario Hiroto porque le tengo en buena estima.

La inspectora se paseaba por el escenario con suma tranquilidad, atenta a todos los detalles de la tienda e incluso poniendo una mueca de disgusto cuando veía algo que no le gustaba como el exceso de polvo o la cantidad de objetos en la tienda que a ella le resultaban un tanto extraños y desconocidos. Hiroto en cambio apenas prestaba atención a las palabras de la inspectora ya que estaba bastante ocupado con meterse en los bolsillos todos los cómics y mangas que veía cada vez que su acompañante se daba la vuelta y no le veía.

- Pues bien, prosigamos: se anota la descripción del lugar, se realiza un exhaustivo exámen topográfico y fotográfico, se recogen muestras ya sabes ADN o huellas dactilares…

- Se está usted repitiendo inspectora, ¿le importaría ir al grano?

- Sí que me importa, necesito volver a procesarlo todo para que no se me olvide nada.

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Bien, como decía después la tarea del investigador es tomar notas sobre la situación del escenario así como describir el cadáver, su posición, ropa, y todo lo que le rodea sin alterar huellas ni indicios. Hay que buscar salpicaduras de sangre en las paredes o techo así como posibles trayectorias de impactos por proyectiles de arma de fuegos.

La inspectora recorría la estancia señalando a las paredes, techo y suelo como si se estuviera imaginando las posibles situaciones en las que se había podido producir la muerte.

- No veo ningún agujero o desperfecto en la tienda que indique que aquí se ha producido un tiroteo inspectora, al menos que la bala se haya quedado en el interior del cuerpo de la víctima.

La oronda y desconfiada Virtudes Pomares miró de reojo al japonés y haciendo caso omiso a sus palabras continuó su singular ritual.

- Cabe la posibilidad de que se trate de envenenamiento, en ese caso hay que examinar los vasos, tazas, botellas u otros recipientes como envases o similares. ¿Conoces al autor Hans Gross, Hiroto?

- Algo, la verdad que un poco pero no recuerdo mucho de las clases de la facultad. Era considerado el

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padre de la criminalística al considerarla como la ciencia práctica de la criminología o algo así.

- Escribió el Manual del Juez como Sistema de Criminalística, todo un avance en las investigaciones de crímenes, revolucionando la investigación científica del delito. Deberías leer su obra, es muy instructiva. Como te dije antes el cadáver fue conducido por la funeraria encargada hasta la morgue situada en el instituto de medicina legal, donde el doctor Horacio Peralta se está encargando de la autopsia. El juez instructor ha ordenado abrir Diligencias Previas de Procedimiento Abreviado, y ya ha empezado a remitirnos a nosotros, la policía judicial, oficios y mandamientos donde se nos piden determinadas diligencias de investigación.

- ¿Dónde encajo yo exactamente? –apremió impaciente el detective privado.

- La víctima era un ciudadano japonés filiado como Nozomi Kimura, residente en Tokio que había venido a España en un viaje de negocios. Su cometido era visitar unos inversores españoles para cerrar unos tratos urbanísticos y comerciales, pero antes de acudir a la reunión prefirió hacer un alto en esta tienda de cómics. El asesino le siguió desde el hotel hasta este lugar y luego le mató utilizando una de esas espadas…

- Katanas –dijo Hiroto con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

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- Exacto. Varios testigos vieron como un –la inspectora hizo un alto para consultar sus notas –, un ninja según los testigos… Bueno, pues este ninja apareció de la nada y acabó con la vida de este empresario japonés de un espadazo. Los clientes que tuvieron la mala fortuna de presenciar el crimen salieron despavoridos de la tienda bastantes asustados.

- Hum… shinobi. Eso es muy extraño.

- ¿Cómo dices?

- El ninja que comentas, quizá fuera un disfraz. A la gente que le gustan los cómics suelen disfrazarse de sus personajes preferidos. Pero no creo que se estuviera celebrando ninguna convención de manga porque yo soy aficionado y me habría enterado. A día de hoy es imposible que exista un verdadero ninja.

- Como ves nos enfrentamos a un caso complejo, ese ninja o lo que fuera hizo un destrozo con el pobre tipo, le abrió en canal con su espada como si fuera mantequilla. Tú tienes contacto con la comunidad oriental de Barcelona, quizá puedas oír o averiguar algo que a la policía le resulte ajeno o imposible de obtener. Los chinos y japoneses son una comunidad muy cerrada y no suelen colaborar con la policía. Quiero que seas mi asesor en este caso, yo de cultura japonesa no tengo ni idea, y voy a necesitar tu ayuda. Cuando resolvamos el caso, me llevaré los elogios y alguna otra condecoración

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para mi colección y entonces seguro que me ganaré mi ansiado ascenso en el cuerpo. En cuanto a ti pues tendrás tu dinero y podrás seguir investigando casos por tu cuenta, tirarte a tus amigas putas o fastidiar a tu amigo Felipe ese andaluz que regenta un bar independentista.

- Me parece bien inspectora. Haré lo que pueda.

- Mañana quiero que te pases por la comisaría para que me asesores sobre cultura japonesas, ninjas y todas esas mierdas, ¿de acuerdo? También espero que hayas conseguido algún avance. Te pasaré una copia del atestado para que tengas todos los datos del caso, y ni se te ocurra filtrar nada a la prensa o yo misma me encargaré de cortarte los testículos de un mordisco, ¿entendido?

- A sus órdenes jefa –dijo el japonés cuadrándose.

- Menos cachondeo Hiroto, que nos conocemos desde hace tiempo. Una última cosa, el cadáver presentaba además una horrible mueca post mortem similar a una sonrisa, aunque dudo que estuviera el pobre hombre como para sonreír tras sufrir el ataque que le había costado la vida. Es muy extraño…

La inspectora indicó al detective que ya se podía ir, ella quería quedarse más rato en el escenario para inspirarse e impregnarse de sensaciones.

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Cuando Hiroto Matsumoto salió de la tienda de cómics, con algunos cómics mangas robados y ocultos en su gabardina ocre, se quedó pensando en que realmente él no era el más indicado para asesorar a la inspectora respecto a crímenes japoneses ya que desde pequeño había mostrado desinterés por conocer sus raíces y la cultura japonesa. Él era español y le gustaba serlo. Pero su familia sí podría ayudarle, así que tan sólo debía volver al hipermercado Son Goku y preguntar a su abuela o a su madre. Entonces recordó la cita con Kazuo y nada más montarse en el Mini introduciendo su corpachón en el pequeño vehículo, puso rumbo hacia el restaurante de su hermano.

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