Loli Correas:una vida ofrendada para Dios

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Autora: Loli Correas Redondo Escrito entre: Agosto 2003-Septiembre 2004 UNA VIDA OFRENDADA PARA DIOS Experiencias Personales De Mi Vida Con El Señor Loli Correas Redondo

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Autora: Loli Correas Redondo Escrito entre: Agosto 2003-Septiembre 2004

UNA VIDA OFRENDADA PARA DIOS

Experiencias Personales De Mi Vida Con El Señor

Loli Correas Redondo

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INDICE

Prólogo.- Por la Autora. Introducción de la autora. Capítulo 1.- Infancia con el Señor. Capítulo 2.- Mis primeros pasos en solitario. Capítulo 3.- Batallando por la fe. Capítulo 4.- Esperando en el Señor mi compañero. Capítulo 5.- Propósito de Dios y avivamiento de mi ciudad. Capítulo 6.- Respuesta y oportuno socorro. Capítulo 7.- Sirviendo en el hogar. Capítulo 8.- Recibiendo mi tercera petición. Capítulo 9.- Algunas de las más sorprendentes experiencias vividas en Dios. Capítulo 10.- Llamado de Dios a Mónica Capítulo 11.-Trabajando para el Señor en mí trabajo. Capítulo 12.- Un nuevo propósito de Dios para con mi vida.

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PRÓLOGO

El libro que a continuación presento no es algo que se pueda contar sin más, no es una novela, ni un renombrado titulo de un gran escritor.

Los nombres que se han utilizado son ficticios, solamente son reales el de mi

abuela paterna, aunque los relatos, si son ciertos y reales. Este libro es el sentir de mi vida, no es una relación de hechos sin sentido. En mí ser hay alguien más Grande que cualquier otro, incomparable e

inigualable, demasiado especial para mí, para el cual me faltarían palabras para poder describirlo y que inspira sentimientos muy fuertes y arraigados en mi interior. Esos sentimientos los quiero compartir con cada persona que lea estas líneas.

Este libro trata de vivencias de mi persona muy especiales vividas con Dios. Yo quiero pensar y decirte, a ti que estas leyendo este libro, que al igual que a

mi, también te guía ese ser tan sublime por excelencia, en tu caminar diario. Si no es así, espero crear en ti una expectación que te mueva y te despierte, a una realidad que no vives y que estas desaprovechando.

Mi deseo más ferviente es el hacer bien a todo el que pueda; y sobre todo agradar a nuestro Señor y Creador “ADONAI” (Dios).

“DIOS TE BENDIGA MUCHO Y TE HABLE A TRAVES DE ESTAS PALABRAS“

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INTRODUCCIÓN

Para emprender este largo viaje sobre mi caminar, debéis saber primero como se despertó en mí este deseo de escribir; que me ha inducido a hacerlo, como he llegado a pensar de esta forma. Para ello he de contaros como conocí al Señor.

Desde pequeña siempre había oído hablar en mi casa de los “ALELUYAS” (se denomina así, entre los gitanos, a los Cristianos Evangélicos de Filadelfia).

Se abrió la primera capilla en mi ciudad y mis padres asistían a los cultos. Esta denominación se compone principalmente de personas de etnia gitana.

Quiero orientarte un poco por si no conoces bien del tema.

Los inicios de esta denominación en España no fueron fáciles. Los que trajeron el evangelio a nuestro país fueron dos gitanos franceses y

comenzaron a predicar por el norte de España extendiéndose así poco a poco por todo el estado.

A mi ciudad llegó el evangelio hace, entre alrededor de 40/50 años

aproximadamente, primero vino predicando un pastor abriendo camino y después vino el que sería el primer pastor de aquí, el hermano Jaime.

No eran muchos los gitanos que se dejaban convencer por un evangelio nuevo,

eran gitanos muy tradicionales y arraigados a las creencias de toda la vida, la religión católica.

Las iglesias de esta denominación están organizadas de la siguiente forma:

Un pastor (varón), que debe estar casado. Los feligreses, “almas u ovejas” (como se las suele llamar). El coro oficial, formado principalmente por jóvenes solteras, aunque si se casan, hay quien sigue ejerciendo en su cargo.

Existen unas normas de comportamiento y unos dirigentes a nivel local,

regional y estatal. El papel del pastor en la iglesia es el de ministro espiritual, haciendo mediación

cuando se le necesita en los distintos problemas que puedan surgir a sus “ovejas”. Su testimonio ante la sociedad debe ser intachable para que pueda pastorear y

ejercer su administración como ministro del Señor, y se le respete como tal, ya que el pueblo gitano es muy exigente en cuanto a eso.

El pastor es el encargado de gestionar todo lo que pasa en el culto y fuera de el, siempre que sea de su competencia. Aunque tenga a personas con cargos en la iglesia para ejercer ciertas labores, debe pasar todo lo relacionado con el culto por su supervisión y aprobación, algo que los demás vemos como normal y natural.

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El rol del coro oficial en la congregación es muy importante, ya que son las encargadas de ministrar la alabanza en los cultos, oraciones, reencuentras (reunión de varias iglesias de la misma zona), y cuando salen a visitar a otras iglesias ellas representan la suya.

No todo el mundo puede acceder al coro, deben ser personas muy responsables

con el cargo que ocupan y con buen testimonio ante la sociedad, además de tener “llamado” (don y certeza, convicción de su labor) de parte de Dios, para el coro.

Como requisito han de estar bautizadas por inmersión, conforme a las normas

que se siguen en toda la denominación, y dichos bautizos están apoyados bíblicamente. En lo posible deben ser solteras, ya que una moza tiene mas tiempo para

dedicarse a las actividades propias del coro como: reuniones para ensayar, oraciones, ayunos (esta actividad consiste en abstenerse de alimento y bebida durante un periodo de tiempo voluntario. El tiempo que se quiera estar ayunando depende de la persona). En los ayunos se dedica el tiempo a orar, leer la Biblia, y si se hace junto con alguien, se hablan conversaciones relacionados con el ambiente espiritual que viven. Otra actividad son las vigilias. Consiste en estar orando y leyendo la Biblia en las horas de la noche, hasta que lo decida la persona que lo hace, y si es compartida con mas, deciden todos/as.

El coro, al ser solteras, tienen menos obstáculos para salir de visita a otras

iglesias y realizar el resto de actividades. Esto no quiere decir que no halla mujeres casadas en el coro, si que las hay, casi siempre porque son mujeres que estaban ya en el coro y al casarse han seguido ejerciendo su ministerio en la alabanza.

El que tiene la autoridad de poner y quitar a personas del coro es el pastor. Lo

pone en oración y si Dios se lo confirma por medio del Espíritu la pone o la quita. Cuando alguien decide quitarse del coro por decisión propia se suele respetar su

decisión. Normalmente cuentan con el pastor primero y algunas se dejan aconsejar por el ministro de la iglesia, pero otras en cambio, no toman el consejo y actúan conforme ellas piensan.

Cuando es el pastor quien la pone, porque así lo siente o lo recibe, habla primero

con la persona y la palabra del pastor se suele respetar mucho. También hay casos en los que el pastor ha hablado con alguien y no se ha sentido en ese lugar y no se ha puesto.

Una parte muy importante del coro son los músicos. Estos, al igual que el coro deben seguir unas normas de comportamiento y cumplir los requisitos que se les exige su cargo. No obstante, no son imprescindibles pero si necesarios, un culto puede empezar sin ellos, pero sin el coro resulta mas difícil.

Recuerdo cuando yo comencé en el evangelio como iniciábamos las alabanzas,

tan solo con una guitarra y a veces ni eso. Cantábamos a pulmón sin micros.

En la actualidad se tienen muchas mas ventajas que las que tuve yo en su momento, por que cuentan con megafonías, micros, instrumentos y muy buenos músicos en la mayoría de iglesias.

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Yo también he experimentado el tener músicos y la cosa cambia mucho, son de mucha ayuda en la alabanza y cuando son ungidos por el Espíritu de Dios traen mucha bendición al pueblo. .

En algunas iglesias también hay “candidatos”, se llama así a los hombres que quieren acceder al ministerio pastoral (solo pueden acceder a al ministerio los varones). Estos deben estar bajo la supervisión y subordinación del pastor.

Primero se les nombra candidatos locales por un tiempo. Si siguen queriendo

ejercer y guardan buen testimonio ante la sociedad, pasan a ser candidatos nacionales. Para ello se celebra un acto mediante la aprobación del presidente de la obra y ante todos los obreros de España en una reencuentra nacional de obreros (reunión de ministros a nivel estatal), en la que oran por ellos con imposición de manos delante de todos y son constituidos como “candidatos nacionales”.

Deben seguir ejerciendo como candidatos nacionales durante cinco años, antes

de que se les nombre “obreros” a nivel nacional, con la misma ceremonia que para hacerlos candidatos nacionales, y se les entrega una carta de predicador con la que pueden predicar por toda España. Desde ese momento ya pueden pastorear iglesias (si está casado).

Un candidato puede acceder al ministerio siendo soltero, incluso llegar a ser obrero, pero para pastorear una iglesia, como requisito, debe estar casado.

Otro cargo que también se desempeña en la iglesia y que es muy importante y de privilegio es el diaconado, alguien que se encarga de los pormenores de la iglesia. Ejem… el ofrendero, l@s que limpian, l@s que preparan la Santa Cena…, todos ellos también deben tener un testimonio limpio ante la sociedad y estar bautizados por inmersión.

Todo este conjunto de personas realizan a diario, menos un día o dos a la

semana, “Cultos” (ceremonias devocionales diarias) en las que principalmente se cantan alabanzas acorde a la cultura gitana, se ora y se predica el evangelio.

Espero haberte situado un poco en la estructura del culto y en la importancia de los cargos que se desempeñan y sin más paso a relataros mi experiencia personal.

Mi vida en el Señor esta compuesta de varias fases en la que han transcurrido unos periodos de tiempo. La primera la podría llamar…

“BUSCANDO EN EL BAÚL DE MIS RECUERDOS”

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Capítulo 1 Infancia con el Señor.

Yo nací en el seno de una familia gitana y humilde. La casa donde nací y crecí está situada en un polígono de un barrio de mi ciudad. Una casa pequeña de apenas 42/45 m2 donde convivíamos mis padres y cuatro hermanos contando conmigo.

Mi hermana mayor siempre se ha encargado de la casa, de mis hermanos y de mí, porque mis padres trabajaban en la venta ambulante y no podían atendernos. Tuvo que dejar el colegio a la edad de 9 años para realizar las tareas antes citadas.

Muy continuamente mis padres salían fuera de mi ciudad a hacer viajes para

dedicarse a su trabajo, por lo que nos llevaban a casa de mis abuelos maternos mientras ellos permanecían fuera.

Mi madre era la mayor de cinco hermanos, siempre ha sido y es una mujer muy luchadora en la vida, a la que todo le ha costado mucho esfuerzo y sacrificio. Para que a nosotros, mis hermanos y yo, no nos faltase nada, tuvo que sacrificar el tiempo que podía haber estado en casa atendiéndonos y disfrutando de sus hijos estando siempre de viaje en la carretera, ayudando a mi padre como buena madre y como buena gitana.

Estaba educada como antiguamente se educaba por unos padres muy estrictos en

cuanto a seguir sus normas y sin recibir demostraciones efusivas de cariño por parte de ellos, pero no sabían hacerlo de otra forma y querían mucho a mi madre.

A mis abuelos maternos los he conocido como unos ancianos muy buenos y que ayudaban mucho a mi madre.

Mi abuelo era un hombre con mucho carácter y que estaba acostumbrado a que

se respetase mucho su palabra, pero fue (ya partió con el Señor), dentro de sus posibilidades, el mejor padre para sus hijos y muy buen abuelo. Era un gitano de tez morena y ojos penetrantes al que le gustaba vestir de traje con sombrero a juego y siempre fue muy limpio y ordenado.

De mi abuela, ¡¡¡bueno que contar!!! (también está con el Señor), era la bondad

en persona, no tenía espíritu para hacerle mal a nadie, una anciana de ojos grises y pelo ondulado con canas, que siempre se apenaba por todo. Los ojos se le llenaban continuamente de lágrimas porque se emocionaba solo con ver ¡A LOS NIETOS DE SU HIJA!

Mis abuelos siempre nos han querido a mis hermanos y a mí por encima de los

demás nietos. Nosotros les correspondíamos de igual manera. Me pasé la mayor parte de mi infancia con ellos. Largas temporadas. Casi me criaron.

Recuerdo, que cuando mis padres nos dejaban en su casa para salir de viaje a trabajar, durante una semana más o menos, a la vuelta, nos escondíamos por toda la casa porque no nos queríamos ir de allí, yo me metía debajo de la cama otro en el armario... ¡qué tiempos tan inocentes y bonitos!.

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Cuando se abrió el primer culto en mi ciudad empezó a asistir a los cultos mi padre. Esto no le parecía demasiado bien a mi madre, porque no compartía la fe de un evangelio nuevo y que no entendía…

- ¡Qué podían saber unos torpes gitanos sin haber estudiado!, pensaba ella.

Cuando mi padre conoció el evangelio recibió llamado en su corazón de parte de Dios para hacerse predicador, pero no llegó a cumplirse y después de levantar su mano en la congregación, en un llamado del pastor, fue después del culto a decirle que no.

No sé bien cuando, mi madre empezó también a ir a los cultos, pero no estaba

convertida, solo acompañaba a mi padre. Le gustaban las alabanzas y escuchar la palabra pero, no terminaba de entregarse, simplemente no creía.

En el tiempo en que mis padres comenzaron a ir al culto yo tenía 4-5 años de edad mas o menos, recuerdo que en mi casa, por las noches antes de acostarme, mi padre y yo nos recostábamos sobre la cama y el me enseñaba alabanzas en las que cantábamos juntos.

En ese tiempo mi gran “Amigo” (Jesús) comenzó a tratar conmigo. Desde mi

niñez ya me sentía parte de su gran número de servidores, porque me gustaba aprender alabanzas y cantarlas con mi padre. El era mi modelo a seguir y yo quería saber cantar como el ya que el tenía una voz preciosa y cantaba muy bien. Yo siempre he sido muy “padrera”.

Poco tiempo después, debido a las constantes oposiciones de mi madre, mis padres dejaron de asistir a los cultos, pero yo, ya tenía sembrada la semilla de su palabra en mi corazón, de tal forma, que recuerdo una anécdota que me sucedió con las niñas que vivían en mi mismo barrio.

Os cuento….

… Yo tendría unos 6-7 años y ellas comenzaron a hablar mal del “culto”, no sé bien que es lo que sucedió en mis adentros que no pude callarme y recuerdo que les dije…

“NO HABLEIS MAL DEL CULTO DELANTE DE MI, PORQUE YO DE MAYOR VOY A SER UNA DE ELLAS”.

¿Que impactante no?, una niña que se expresase de esa forma y con tan gran

sentimiento.

Llegó el momento en que mi hermana se casó y al igual que ella, tuve que tomar el relevo adoptando el rol que ella desempeñaba, tomé el cargo de las labores de mi casa y mis hermanos con 11 años de edad.

Me quedé a cargo de un niño con 2 años. Mi hermano siempre venía conmigo a

todas partes, mi otro hermano Pedro, ya era mayor para que yo lo cuidara.

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El tiempo fue pasando, pero por suerte para mi, en mi familia habían cristianos, una de ellas fue mi abuela paterna Maria (también ha partido con el Señor). Era una anciana, viuda desde hacía años, que conoció al Señor y lo adoraba.

Ella fue quien me inició en el camino y me instruyó en la oración y la búsqueda

de la santificación. Ella vivía sola. Por las noches, yo solía ir a su casa para dormir con ella y acompañarla y la hora de dormir, recuerdo….

….. su habitación en el fondo del salón, una pequeña cama donde nos

acostábamos juntas, una luz tenue encima de la mesilla que estaba junto a la cama se dejaba encendida y llegado el momento de acostarnos, nos sentábamos en la cama cubriéndonos con las sábanas, nos echábamos por encima esa colcha de ganchillo que ella misma había elaborado y entonces es cuando llegaba el momento de aprender y me decía…

- “Hija vamos a leer un poco la Biblia”.

Después de leer siempre me enseñaba alabanzas. Ella cantaba muy bien. Tenía una voz muy bonita, dulce, melodiosa con la que

adoraba a Dios y poco a poco sin darme cuenta se me despertó el celo por la alabanza. Yo seguía siendo una niña pero Dios ya tenía su propósito conmigo, estaba

preparando el terreno para cuando se presentase a mi vida como Dueño y Señor. Después de cantar me enseñaba a orar presentando los sueños a al Señor

adorando y dando gracias por todo. Con ella comencé a asistir a los cultos, pero no me enteraba bien por mi niñez. Yo solo sabía que me atraía ese lugar y me gustaba ir con mi abuela. Solía poner mucha atención cuando cantaba el “coro” para aprender, pero mis mejores maestros han sido mi padre y mi abuela, con ellos comencé mi camino hacia servir en un área de mi vida que descubriría unos años mas tarde.

Como ya he citado anteriormente, desde niña supe en mi interior que yo era para el Señor, ahora en este momento de la escritura me gustaría hacer un stop para preguntarte algo, ¿y tú?, ¿a ti también te llamó el Señor de niño?, quizás lo hallas conocido de mayor pero ¿tienes la seguridad de que tú eres de Dios?, no temas, tu propio espíritu te da testimonio de ello.

Cuando una persona entra en los planes de Dios, conforme a su propósito y

contando con tu voluntad libre e incondicional, ten por seguro que no puede escapar a los lazos inconsumibles de amor que te atrapan en su Santa y preciosa “Voluntad”.

Yo había dejado de asistir al culto porque la capilla de aquí se cerró y teníamos que desplazarnos a la iglesia de un pueblo, eso hizo que al cabo de un tiempo dejase de acompañar a mi abuela, pero nunca se aparto el deseo de mi corazón de ir a los cultos por que me gustaba escuchar la palabra y los cánticos. Aquí se quedaba parado mi viaje en los inicios de mi peregrinaje, hacia los caminos del Señor, ya que estaba comenzando a sembrar en mi corazón su llamado y veremos como Dios tornaba mi vida hacia Él en los siguientes capítulos..

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Capítulo 2 Mis primeros pasos en solitario.

A la edad de 12/13 años el Señor comenzó su obra en mi vida.

En ese tiempo yo empezaba a salir con mis amigas con las que solía ir a los cines, al parque y a merendar, pero todas esas actividades no me saciaban, me sentía vacía, aún cuando celebrábamos cumpleaños o fiestas me sentía fuera de lugar.

¡YÓ NECESITABA ALGO MÁS! Los domingos iba a misa a la iglesia católica porque me gustaba escuchar la

palabra de Dios, yo notaba que me gustaba estar en ese ámbito pero, para que no se riesen de mi mis amigan no iba muy continuo, eso no era lo que yo buscaba, aunque me gustaba por que se hablaba de Dios, yo quería escuchar a Dios, vivirlo, experimentarlo, no que me hablasen solamente.

De pronto un día sentí el deseo de ir al culto, ya que se volvió a abrir el culto de

nuevo aquí. Una tarde fui por mi propia voluntad y antes de que me diese cuenta estaba asistiendo a diario y dejé de salir con mis amigas. A mi madre no le parecía demasiado bien que asistiese a los cultos, ya que ella quería que saliese con mis amigas y fuese como las demás, no quería que me metiese en eso.

Desde el primer momento en que acudí al culto me pusieron en el coro, aún sin estar bautizada según sus normas, lo que suponía un privilegio que me concedió el Señor.

En ese tiempo estaba pastoreando el hermano Ángel.

Antes de esta fecha iba esporádicamente al culto estando otros pastores, pero

cuando comencé de lleno, fue en ese tiempo.

La congregación la formaba un número reducido de miembros, aproximadamente entre 15-20 personas.

El coro lo componíamos tres niñas: la hija del pastor Emilia, una joven de mi edad a la que tuve oportunidad de conocer por un tiempo. Ella y yo éramos buenas amigas.

Carmen otra niña muy simpática que se había criado sin padre y que conocía el

evangelio desde muy pequeña, era muy soñadora, tenía un carácter muy dulce, pero a la vez era “muy testaruda”.

Y sólo falto yo, una niña de aspecto flacucho y de alta estatura, que tenía muchas inseguridades y que constantemente se estaba riendo. Además estaban con nosotras dos mujeres: Mercedes, madre de Carmen, una hermana preciosa que había sufrido mucho en la vida y era viuda desde muy joven. Con ella aprendí mucho y tuve la oportunidad de conocer más de Dios. Solía visitarla muy a

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menudo y recibí mucha ayuda de ella. En mis momentos más duros, siempre estaba ahí para ayudar.

La otra mujer Marta, era paya (no gitana), vivía para Dios y apoyaba mucho la obra.

De guitarrista había un joven, José primo mío, que se entregó al Señor y que componía alabanzas que después nosotras cantábamos.

En ese tiempo nos esforzábamos mucho para cantar porque no sabíamos muy

bien. Las alabanzas las comenzaba mi primo y nosotras le seguíamos.

El pastor tenía mucha relación con los hermanos de la Iglesia Bautista y ellos le dejaron una película sobre el rapto de la iglesia (arrebatamiento según Apocalipsis). Avisamos a la gente para que viniese a verla y como consecuencia de la difusión que dimos, acudieron algunas almas por unos días, entre ellas mi madre y mi hermano. Yo desconocía que antes de esa fecha mi hermano Pedro ya había estado acudiendo, por lo que para mi fue una grata sorpresa ver allí a mi hermano.

Un día estando en el culto, hizo el pastor un llamado para recibir a Cristo como

Salvador, yo me levante con mucho gozo en mi corazón y con un llamado muy fuerte de parte de Dios. Recibí a Jesús en mi vida y tomé la decisión de seguirle, pero ¡ay!, allí comenzaron mis problemas ya que ese día recuerdo que estaba mi madre y mi hermano en el culto. Cuando llegué a mi casa todo mi gozo se convirtió en lamento y tristeza, ya que a mi madre no le pareció bien lo que había hecho, me hizo sentir culpable como si hubiese cometido una locura de algo que ella no entendía. Mi hermano salió en mi defensa, algo que me sorprendió porque sólo estaba yendo al culto unos días, según yo creía. No sirvió de nada, la discusión siguió su curso, aunque yo callaba y no entendía su oposición por que estaba convencida de que no había hecho nada malo, al revés quería seguir a Jesús.

En el fondo de mí, no concebía como ella que supuestamente conocía al Señor (dejó de asistir a los cultos hacia años) no me permitía a mí que formase parte de su creencia.

Yo pensaba dentro de mí:

- ¿Por qué tuvo que ir ella ese día al culto?, ¡si ella no viene nunca!, ¿qué ha

pasado hoy?

Yo no me daba cuenta del propósito que había detrás de todo eso y que me iba a costar seis largos años de intercesión, con ayunos y oraciones continuas. Yo no sabía que ella nunca había estado convertida. Después me extenderé en esto y retomaré el tema.

Desde que conocí al Señor siempre había pedido en oración y ayuno la manifestación del Espíritu Santo, “las lenguas”. Por si no sabes que es esto te explico.

El don de lenguas es, que tu espíritu interior habla directamente con Dios por medio de un código de lenguaje desconocido y que sólo Dios conoce.

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Excepcionalmente, y como don especial, hay algunas personas a las que Dios les otorga el don de saber que se dice por el espíritu, pero en contados momentos, usando para ello otros dones como el don de profecía o el de interpretación de lenguas, en las que Dios habla a su pueblo o a alguien en concreto por medio de una persona.

Yo quería experimentar que era eso, que se sentía, ya que todos decían que

sentías mucho gozo y que no se podía expresar con palabras, pero comenzó a forjarme en la paciencia, ya que tuve que esperar casi dos años antes de recibirlas.

Como ya he citado antes habíamos cinco personas en el coro, pero realmente, éramos las tres niñas, las que llevábamos los cultos junto con mi primo.

Emilia nos dejo pronto solas ya que se casó muy joven, con 15 años, pero Dios

ya tenía a otra persona para ocupar su lugar, una niña flacucha como yo de fuera, mi amiga Patricia, que vivía a temporadas cerca de mi ciudad. Nos hicimos grandes amigas hasta hoy y ella venía todos los días al culto ya que el pastor era tío suyo y venia con él. Estaba en el coro con nosotras y nos juntábamos para ensayar y orar. No solo nos veíamos en el culto ya que un tío mío, que es pastor, el tío Roberto, hermano de mi padre, esta casado con una tía suya y nos íbamos a dormir juntas a la casa de mi tío, donde menos dormir hacíamos de todo.

En las temporadas que se iba a su casa de fuera solíamos escribirnos cartas muy a menudo y me sirvió de mucha ayuda y yo también a ella, pero llegó un momento en el que dejó de venir y al poco tiempo se hizo novia del que es hoy su marido.

Otra vez nos quedábamos solas en el coro y de nuevo “El” nos mandaba ayuda.

Había un matrimonio joven que eran servidores de Dios, que estaban fuera de la

iglesia, terminaron su labor y volvieron a su iglesia (la mía), yo no sabía que ellos eran miembros de aquí y me llevé una grata sorpresa ya que la mujer, la hermana Araceli, se puso en el coro con nosotras.

Era una hermana con tiempo en el Señor y que había estado en el coro, aprendí

mucho con ella. La alegría no me iba a durar mucho ya que se fueron a pastorear una iglesia y de

nuevo nos quedamos solas. En la actualidad sigue siendo una hermana preciosa que ha sufrido mucho a lo largo de su camino y a la que amo mucho.

Yo no dejaba de orar y ayunar pidiendo hermanas jóvenes para el coro, pero el

tiempo aún no había llegado.

Había otra familia que yo no conocía que pertenecía a la iglesia y que también estaba fuera, volvió en ese tiempo a la iglesia por un periodo muy corto de tiempo, ya que se volvieron a marchar a pastorear una iglesia de la zona de mi región.

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El padre de familia era pastor y tenía dos hijas que se pusieron en el coro ese corto tiempo y fue cuando conocí a esas hermanas, pero no me dio tiempo a conocerlas realmente, eso vino después. Volvíamos a estar solas.

La iglesia en ese tiempo estaba un poco retirada del barrio donde yo vivía. En el tiempo en que todavía estaban en el coro Emilia y Patricia, estuvimos

yendo a una zona de mi barrio a predicar el evangelio con el pastor.

Íbamos a la casa de la hermana Doris que se brindo a abrir sus puertas al evangelio y se hacía culto en su casa para dos familias. Esto después dio su fruto.

Las dos madres de familia empezaron a venir al culto y el pastor decidió cambiar de local e instalarlo mas cerca de ellas en el mismo barrio para ayudar a esas familias a que viniesen a los cultos.

Después de estar casi dos años intercediendo por un coro, parecía que mi oración

recibía respuesta. Abrimos la capilla nueva y se añadieron estas dos familias, ¡qué gozo, habían tres niñas más para el coro!

Tania era una joven mayor que yo muy alegre, cantaba muy bien y solíamos

compartir la tarea de sacar las alabanzas (en ese tiempo ya las comenzábamos nosotras solas).

Melisa era hermana de la anterior, pero no la conocí realmente hasta años

después, era una joven muy callada y a la que le gustaba mucho orar, con los años se hizo más comunicativa y nos reíamos mucho juntas.

Inma era compañera de Tania antes de venir al culto, ya se conocían porque

vivían en el mismo edificio. Era una joven que oraba muchísimo, le gustaba mucho leer la Biblia, siempre estaba dispuesta para todo.

Mi alegría no terminaba ahí ya que empezó a asistir otra familia, La madre está ya con el Señor, pero su hija mayor Gabriela se puso en el coro.

Esta familia vivía cerca de mi casa, ella y yo éramos amigas desde pequeñas,

fuimos juntas al colegio. A ella le gustaba mucho cantar para Dios y se pasaba el día cantando en su casa

y la escuchaba todo el barrio porque tenía mucha potencia de voz. El barrio estaba apañado con ella y conmigo porque yo también cantaba en mi casa y se oía por todos lados, ¡parecíamos dos emisoras de radio cristiana!

Ella era una joven muy callada e inteligente, con un carácter más acorde con una

persona de mayor edad, estaba muy unida a su madre y cuando esta le faltó, lo pasó realmente mal. Se quedó sin su madre siendo una niña.

No la dejamos sola, ni el coro ni yo, la apoyamos en todo. Yo fui quien le hable de ir al culto antes de que muriese su madre, aunque ella

ya conocía algo porque tenía tías en otra ciudad que iban a los cultos y había ido con

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ellas. El Señor le concedió el privilegio de que conociesen el evangelio ella y su familia antes de que partiera su madre con el Señor.

No me lo podía creer ¡éramos seis de coro! Además de José y mi hermano que convirtió al Señor, y dos jóvenes más.

Nosotras comenzamos a reunirnos para ensayar y orar juntas.

El nuevo local me parece que era una tienda o algo así, ya que tenía al final una cámara frigorífica. Era estrecho y alargado, su anchura era la de un poco mas que el ancho de un banco de la iglesia y al final de este había una puerta que daba a un patio donde supuestamente se criaban pollos. Deducción a la que llegué después de ver el suelo lleno de señales de excrementos secos de ave.

El suelo de ese habitáculo (el patio), era de cemento y estaba lleno de señales de

haber criado pollos por lo que reflejaba el suelo. Por mucho que lo limpiábamos seguían apareciendo las manchas, incluso se olía como si hubieran pollos dentro, pero ¡Cuántas bendiciones hemos recibido en ese lugar!, al final de ese patio estaba el aseo.

Antes de empezar los cultos solíamos ir a orar y lo hacíamos en aquel cuartucho. Perdíamos la noción del tiempo sin saber cuanto tiempo podíamos estar orando y todos los días tenían que venir a llamarnos para empezar el culto y ocupar nuestro lugar en el coro. Salíamos limpiándonos los ojos de las lagrimas que habíamos estado derramando en la presencia de Dios, imaginad por un momento como salían las alabanzas, después de estar buscando el rostro de Dios y derramando nuestra alma a sus pies. Nosotras no sabíamos cantar muy bien pero estábamos consagradas para el servicio del coro y teníamos un gran respaldo en la alabanza.

En un ayuno con las hermanas de la iglesia y precisamente en ese cuarto, fue donde recibí por primera vez el don de lenguas, con un fuego impresionante que me hacía temblar de la cabeza a los pies.

Sentí algo que no se puede explicar con palabras, tienes que vivirlo para saberlo,

notaba como me corría por mi interior algo que me subía y me bajaba por todo el cuerpo y me producía mucho gozo, lloraba de alegría, sentía como se me levantaba el vello de todo el cuerpo y mi boca no podía dejar de hablar un lenguaje nuevo. Por fin conseguía mi regalo, ¡gracias Señor!

Durante el paso de esos dos años tuve alguna lucha con mi familia porque se oponían a que asistiese al culto pero lo peor estaba por llegar y continuamente lo ponía en oración y ayuno.

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Capítulo 3 Batallando por la fe.

Aunque yo conocía al Señor ya dos años, continué teniendo muchas cosas que cambiar en mi vida, como cristiana y como niña.

Yo era una niña con un carácter muy débil. Por fuera podía aparentar ser fuerte,

pero en realidad era muy sensible y cualquier cosa me afectaba mucho, ya que le daba muchas vueltas en la cabeza.

Retomemos el tema que en el capítulo anterior dejé en el tintero. La oposición de mis padres a que asistiese al culto, era que temían que me casase con alguien que a ellos no les agradase, y de ahí, que no me dejasen ir a los cultos. A esto se añadía la oposición a esta religión de mi madre.

Antes de esta fecha su impedimento no era tan fuerte, pero por lo visto para

ellos, el acercarme a la edad en que las gitanas empiezan a presumir de los mozos, los asustó. El hermano Ángel tenía que venir a mi casa, a pedir a mis padres que me dejasen ir con su familia al culto.

Por respeto hacia él, como gitano, me dejaban ir, pero no muy continuo. Aquí debo dar gracias a Dios primero y al pastor por haberme permitido estar en el coro todo ese tiempo, aún con los problemas que tenía y sin estar bautizada.

Mis padres ponían como excusa, que no me dejaban ir al culto para que yo no

diese con un “aleluya”. No les gustaban las personas que iban a los cultos. El evangelio si que les atraía, pero los cristianos no, ¡no estaban realmente convertidos!

Aquí comenzó un verdadero calvario y una fuerte lucha en contra de ellos, porque actuaba y pensaba como niña.

Mi rebeldía llegó a ser usada por el enemigo (el diablo), porque ya no sólo era

celo de Dios, sino que me puse en contra de mi madre. En ese tiempo yo no me daba cuenta de la obra del enemigo, que usó, parte de mi amor hacia Dios para usarlo en contra de mis padres ¡CUIDADO CON ESO HERMAN@S!

Es cierto que amaba a Dios, y lo sigo amando por encima de todo, pero una cosa es amar a Dios y otra el fanatismo que yo cree a base de oír testimonios mal contados de las llamadas “verdaderas cristianas” (según me contaban), que yo creía.

Me solían contar como otras niñas iban a los cultos por encima de sus padres, y

como sufrían en carne propia las ofensas de seguir a Jesús, teniendo consecuencias impropias de sus padres.

Yo pensaba que actuando así sería mejor cristiana. Esas personas no se daban

cuenta de lo que hacían, porque para ellas era demostración de fidelidad a Dios por encima de todo en su corto conocimiento.

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A veces no sabemos contar las cosas como algo bueno, positivo y con el verdadero significado y corremos el riesgo de destruir una vida. Esto puede crear una gran confusión y un mar de errores en la mente de una niña como me pasó a mí.

Hay que saber muy bien, lo que se dice y como se dice, porque sin saberlo

podemos hacer mucho daño y marcar a las personas. ¡CUIDA LO QUE DICES Y A QUIEN LO DICES! que de tus palabras dependen muchas cosas.

Por lo que a mi me contaron, personas indoctas claro, yo creía que con desobedecer a mi madre y escaparme a los ayunos, cultos y oraciones era más cristiana y que ellos eran los que no me entendían, eran los malos de la película. Yo estaba en pecado, porque estaba fuera del orden que Dios tiene establecido. Estaba en desobediencia pero yo ignoraba mi condición.

Estas cosas no me las decía el pastor sino las hermanas que tenían poca visión

un corto conocimiento de la palabra y falta de prudencia que me veían como la victima. Ellas me decían: - “Ellos no entienden a los cristianos porque son inconversos” (no creyentes). No me enseñaron que había que obedecer a los padres en esta situación y orar

por ellos para que Dios les trabajase el corazón aunque no entendiese su forma de actuar, que dejase todo en las manos de Dios y esperara su tiempo.

El conocimiento de Dios antes en las hermanas no era muy amplio, ellas creían

de verdad que lo que me aconsejaban estaba bien, no se percataban realmente de lo que decían, solo las movía el amor hacia Dios y la fidelidad que debe tener un cristiano hacia el Señor.

Hoy día la realidad es otra, gracias a Dios habemos mujeres con un

conocimiento mas profundo y sabemos donde esta nuestra mano derecha, por lo menos para no llevar a error a nadie con malas interpretaciones y no hacer unas personas mal fundamentadas en Cristo.

Es cierto que lo pasé muy mal porque me tenía que escapar de casa para ir a los cultos, incluso pactaba con mis amigas, para que mi madre no se enterase que iba al culto a escondidas. Rebeldía total.

Recuerdo como yo salía de casa con ellas para que me viese mi madre y en cuanto me alejaba un poco, me iba corriendo al culto.

Quedaba con mis amigas para saber a que hora iban a volver y les pedía que me

esperasen, para que mi madre me viera llegar con ellas y pensara que había salido a pasear, pero no sé como, se enteraba y ya estaba el lío.

Mi madre solo quería mí bien, un bien conforme ella lo concebía por que el conocimiento de entonces del evangelio no era tan amplio como ahora, y llamó a mis amigas sin que yo lo supiera, llena de angustia les pidió que la ayudaran a que dejase de ir al culto porque pensaba que era algo perjudicial para mi.

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Creía que era lo mejor para mi y no se daba cuenta del daño que me hacía. A mi ya no me saciaban las compañías de mis amigas, había conocido a Jesús y El me llenaba por completo.

Durante el tiempo que dejaba a mis amigas iba corriendo al culto a cumplir con el ministerio que Dios me había dado en la alabanza, me sentaba en mi coro a cantarle a mi Dios con toda mi alma.

Era tanta la responsabilidad que tenía con mi cargo, que excedía y anteponía esto

a la obediencia a mis padres, algo incorrecto. Esto no agradaba al Señor pero yo no lo sabía, por eso Dios nunca miró mi ignorancia y recibía muchas bendiciones, solo quería servir a Dios y no entendía la postura de mis padres.

Simplemente estaba en una etapa de mi vida, que al igual que para todas las

niñas en esa edad, es muy difícil. Es una edad de cambios importantes y muy significativos que te hacen sentir incomprendida y en la que te levantas como una luchadora en contra de todo y de todos.

Durante seis largos años estuve orando, ayunando e intercediendo para que mis padres se convirtiesen (se hiciesen cristianos evangélicos) y me dejasen bautizarme ya que era mi mayor deseo servir a Dios.

La larga espera fue muy sufrida y con un gran número de tribulaciones y aflicciones, ya que yo tenía mucho celo de las cosas de Dios y sentía que al único que tenía y que me comprendía era mi Señor, llegué a sentirme muy “SOLA” por que no tenia la comprensión de mis padres y vivía en una lucha constante.

Se bautizaron todas las del coro, incluso mi hermano, y allí estaba yo con mi pena y mi deseo sin cumplir, llena de dolor y con muchos resentimientos. Cada vez que había bautizos me costaba muchas lágrimas, porque ellas empezaron ese camino después de mí y lo tenían todo, yo sin embargo me tenia que conformar con ver como ellas triunfaban mientras yo me hundía.

Yo me sentía el patito feo, pero el Señor me consolaba con sus caricias y me

guardaba para el momento adecuado, conforme a su tiempo y no el mío.

Me sucedieron tantas anécdotas que si las contase no podrían escribirse por su largo contenido, solo voy a relatar una:

- Una mañana me levanté, era domingo y había ayuno en la iglesia, espere a que mi madre se fuese a trabajar y organice las tareas de mi casa incluso dejé la comida hecha. Mi madre solía volver sobre la una del mediodía de trabajar y yo tenía todo hecho a las diez de la mañana. Pensé, ¡qué bien, tengo tres horas para ir al culto a orar sin que se entere mi madre! Yo había presentado un ayuno por ellos para que se convirtieran. Cuál fue mi sorpresa cuando estaba de rodillas apoyada en un banco orando y de

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pronto levanté la mirada y ¡Oh no, era ella!, todo se me vino abajo, desee en ese momento que me tragase la tierra. Me sacó del culto y me pegó, la vergüenza me consumía, el dolor me atravesaba el corazón, pero yo no dejaba de asistir al culto, aunque eso si, a escondidas. No era su tiempo y yo no comprendía nada.

Poco después cambiamos de pastor y entró el hermano Fernando. Recuerdo como en ese tiempo se recrudeció mi lucha y tenía que ir al culto a

temporadas, por lo que decidí, ponerme el día que iba en la segunda fila en vez de la primera fila donde estaba el coro, para no importunar cuando me tenía que salir; pero desde ahí servía al Señor.

En ese periodo de tiempo el coro pasó por un mal momento porque yo era una de las que sacaban alabanzas y fallaba mucho a los cultos.

Con todo eso quedaban hermanas preciosas de las que Dios se usaba, pero justo en ese momento volvieron a la iglesia las hijas del siervo que estuvo pastoreando fuera y se pusieron en el coro. Ellas sabían cantar muy bien y el coro mejoró mucho con ellas, pero le dieron a su padre otra iglesia de la región y se tuvieron que volver a marchar.

Pasó el tiempo de pastoreado de su padre y se vinieron a vivir definitivamente a

mi ciudad pero de momento no estaban en el coro, hasta que en una oración las oyeron cantar y las volvieron a poner en el coro. Noemí y Alicia eran dos niñas flacuchas y altas como yo, ¡¡que bien ya no era yo sola!!

Les tomé mucho cariño, especialmente a Alicia. Nos compenetrábamos muy

bien cuando cantábamos juntas y nos gustaba hacerlo. También estaba en ese tiempo en el coro otra hermana nueva. Andrea, una joven

que conoció al Señor un poco antes de que saliese de pastor el hermano Ángel. Cuando yo la conocí era una joven callada y que lo había pasado mal en su vida.

Perdió a su padre (murió) y estaba separada de su marido. Comenzaba sus primeros pasos en el Señor y Dios la bendecía mucho.

En las continuas luchas por el evangelio, recuerdo un día, en una boda a la que fui con mi tía Lucía (hermana de mi madre) y como no, con mi hermano menor.

Había allí un pequeño grupo de medio mozicas y ni corta ni perezosa me puse a

testificarles del Señor. A Inés la había conocido anteriormente en otra boda donde también le hablé del Señor y eso me dio paso para hablar con el resto.

Esa conversación tuvo fruto, ya que a día de hoy son todas cristianas. Inés me

recuerda cuando me ve, como conoció al Señor a través de mí.

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Por donde quiera que iba presentaba a quien me había dado tanta felicidad y a quien yo consideraba mi mejor amigo.

Estando Fernando de pastor se hicieron bautizos, y me viene al pensamiento lo mal que lo pasé, porque mis padres me confiaron diciéndome que me dejaban bautizarme y después de tenerlo todo preparado, un día antes, me dijeron que no me dejaban.

Imaginaros la decepción tan grande que llevé, me creía que el Señor había

escuchado mi ruego y podría participar de la Santa Cena (solo los que están bautizados por inmersión pueden hacerlo). Quizás no estaba todavía bien machacada mi carnalidad y tenía que seguir trabajándome la paciencia y la fe.

Con todo el sufrimiento que pasé sucedieron tres cosas: aprendí a tener paciencia, a esperar en el Señor, a tener fe y me indujo a la santificación. Me preparó para el siguiente proceso que me tenía reservado y que se añadía a mi espera.

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Capítulo 4 Esperando en el Señor mi compañero.

Hacía poco que venía al culto la hermana Andrea y un día ella enfermó. Nos enteramos el coro y decidimos ir a visitarla. Nuestra sorpresa fue el conocer que tenía cinco hermanos, decidimos hablarles del Señor, busquemos mañas para testificarles, pero no nos hacían caso y un día aconteció lo siguiente.

Me dijeron las hermanas del coro que había un cumpleaños de uno de los

hermanos de ella. Era uno de los pequeños, el hermano número 4, yo no lo conocía, tan solo conocía al mayor de ellos. En ese tiempo yo tenía 16 años.

Antes de conocerlos yo pedí en oración al Señor que trajese jóvenes al culto porque no habían, ya que los que estaban al comienzo se habían casado, excepto dos de ellos y que se habían ido al mundo (así se le dice al que deja de asistir a los cultos y no practica la fe) y eran mayores para mí.

Yo estaba segura de que quería por compañero a un cristiano y no había ninguno

para mi en la iglesia, tampoco lo quería de fuera de mi ciudad, por eso le pedí al Señor que me convirtiese al que fuese a ser mi esposo y compañero, pero no esperaba conocerlo tan joven.

Miro en el tiempo y en el fondo de mis recuerdos, como conocí a mi esposo y como se sirvió Dios de las circunstancias para llamar a jóvenes a su camino.

En ese tiempo el coro estaba compuesto por 10 hermanas contando conmigo.

Fui a ese cumpleaños con el coro donde también habían invitado a otras mozas no cristianas, algunas eran amigas mías de antes de ir al culto.

Llegó el momento más importante para mí y que marcaría mi vida. Yo estaba en una esquina del salón de su casa cuando entró “EL”, fue algo

inexplicable, verlo y flechazo. Era un joven que cumplía por entonces 18 años, un varón alto, delgado, de pelo negro y rizado y que ante mis ojos, era el hombre que yo quería. Solo crucé con él dos palabras.

Me tuve que ir por la hora que era, pero antes de irme, insistían en que bailásemos con ellos, pero una de las normas que antes había para los coros, era que no se podía bailar en fiestas. Teníamos unas normas de comportamiento muy estrictas, ahora ya no tanto, se han ido flexibilizando y adaptando más al tiempo en que vivimos.

Yo me fui y se quedaron las demás. El coro, por hacerles bien a ellos y hacerles

ver que el culto no era malo, ya que la visión que ellos tenían era que exigían demasiado, las jóvenes bailaron y ese evento llego a oídos del pastor y nos disciplinó a todas quitándonos por un tiempo del coro.

La misma noche que conocí a mi esposo me puse delante de Dios y le dije…

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- “Señor te pido que si este ha de ser mi compañero me lo confirmes y me lo muestres, y si no es voluntad tuya, me ayudes a no fijarme en él y olvidarlo, pero una de mis confirmaciones es que vaya al culto”.

A la mañana siguiente me levanté muy contenta porque el Señor me mostró en

sueños que iba a ser mi compañero, pero yo no me fiaba de mí, por los sentimientos que se me habían despertado y le dije al Señor que se lo mostrase a otra persona que no supiese nada.

Me enteré de que las hermanas de la iglesia hablaron con los jóvenes utilizando una estrategia para atraerlos al culto diciéndoles…

- ¡Ellas han bailado por haceros bien a vosotros y las han arrestado (disciplinado) del coro, por lo tanto, tenéis que darles una muestra de apoyo e ir al culto el tiempo que estén arrestadas o por lo menos hoy!

Yo no sabía nada de esas palabras, me enteré después, pero cuando llegué al

culto… cuan grande fue mi sorpresa, la confirmación que pedí estaba ahí, el vino al culto con los demás y se sentaron detrás de nosotras en la última fila.

Yo no salía de mi asombro pero no quería confiar todavía, aunque ya sabía que

era de Dios, necesitaba mas confirmaciones y le pedía insistentemente que si no era para mi que me ayudara a no fijarme en el antes de que mis sentimientos llegasen a más.

A partir de ese día siguieron viniendo a los cultos y cuando llevaban unos quince días asistiendo hizo el pastor un llamado para recibir a Jesús como Salvador, en ese momento volví a decirle al Señor…

- “Si este ha de ser mi compañero, que se levante ahora y te acepte como salvador”.

Aún no había terminado de decirlo cuando ya estaba orando el pastor por él. Me

gocé mucho, pero lo que me hizo afirmarme fue algo que sucedió después. Yo ya le había pedido confirmación al Señor por otra persona que no supiese

nada y una tarde le dije al Señor…

- “Señor ya se que este es mi compañero pero te vuelvo a pedir confirmación y sé por fe que la voy a recibir esta tarde por la hermana Doris, en ti confío y espero”.

Me fui como de costumbre al culto y me acerqué a esa hermana en fe y le dije… - “Dame lo que Dios te ha dado para mi”.

Ella se hizo la desentendida y fuimos a tomar café, pero cuando volvimos le

volví a repetir…

- “Dame lo que Dios te ha dado para mi”.

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Entonces ella me dijo…

- ¿Cómo sabías tú que yo había recibido para ti?, es cierto, he tenido una visión contigo. He visto quien es tu compañero, te he visto unida este hermano. (era el que yo pedí)

Esta fue la confirmación que yo esperaba y que sabía que recibiría, mi fe se

agigantó mucho por medio de esta petición.

En ese tiempo el hermano Fernando se dedico a cuidar de esos jóvenes que le habían llegado y no los dejaba solos, procuraba visitarlos muy continuadamente y fue su primer pastor.

Desde el momento en que hablé con Doris y con continuas confirmaciones por la palabra, visiones de otras hermanas, sueños y profecías, experimenté como mi fe se fue haciendo más fuerte y grande.

Yo decía a mis amigas con plena confianza y en un acto de fe sin límite…

- “Si Dios me ha dicho que es para mi, aunque se junten cielo y tierra es para mi, porque El no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta”.

“El dice en su palabra que si tuvieseis fe y no dudarais le diríais a un monte arráncate y échate al mar y lo hará, (Mateo 21:21) por lo tanto yo creo en su palabra y tengo fe”.

Volvió a entrar de nuevo de pastor el hermano Ángel y seguía esperando, pero

yo confié en su palabra y fui justificada. Mis amigas solían llamarme en broma Abrahana.

Pasé por muchas cargas hasta que el Señor me lo dio, incluso levanté muchos

ayunos pidiendo al Señor que adelantase el tiempo porque ya estaba cansada de esperar y siempre que se nos cruzaban las miradas, las cuales yo evitaba por vergüenza, me daba nuevas fuerzas.

El Señor nunca dejó que se apagase en mí los sentimientos que un día se

despertaron, quizás en parte yo tuve la culpa de pasarlo peor, porque recuerdo que al principio de pedirle confirmaciones le dije al Señor…

- “Padre si entra en tu voluntad y este es el compañero que tu me has traído, te pido que por mucho que yo intente olvidarlo no pueda, por el contrario que cada día lo quiera más”.

Tuve que esperar cuatro largos años, hasta que el último año de espera fue

cuando el Señor se ganó su corazón para mí. El sabía que a mí me gustaba, por los comentarios típicos de mozos y mozas, además de que a mi se me notaba mucho, porque en cuanto lo veía me ponía como un flan.

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El nunca le puso al Señor que le dijese quien era su futura compañera, no se había parado a pensar en eso, y un día sus amigos le dijeron…

- ¿Porqué no se lo presentas al Señor, quizás sea tu compañera? Esa misma noche se puso a orar y lo presento al Señor. A partir de ese día se le

despertaron sentimientos hacia mí y también pidió confirmación a Dios.

Por aquel entonces yo me había convertido en una joven de 19 años a la que pretendían algunos jóvenes, y él tenía 21.

En ese tiempo y como norma del culto, sobre todo los coros, se solía ir muy discreta en cuanto a vestimenta y adornos porque no se nos permitía. Teníamos que vestir con vestidos de manga al codo y por debajo de la rodilla, no podíamos maquillarnos mucho, ni usar pantalones; tampoco se podía llevar pendientes grandes ni peinados llamativos, no podías ir como cualquier joven pero dentro de un orden, algo que fue trasmitido por el hombre y que tardaría años en superarse, aunque alguna norma ha prevalecido todavía.

La primera confirmación que el le pidió al Señor, fue que yo viniese al culto con unos pendientes grandes de latón, algo imposible por el tiempo en que vivíamos, pero como prueba de fuego, para que no se equivocase.

Al día siguiente yo fui al culto con unos grandes pendientes en forma de hoja, y

al verlos supo ver la señal de Dios.

La siguiente señal y definitiva que lo convenció por completo fue, que si yo era su futura mujer, tenía él que encontrar un traje negro, por X dinero, de X forma y de su talla para el día de nuestro pedío (compromiso formal ante todos los gitanos).

Así fue, vino un joven y le dijo…

- “Hermano, he visto un traje para ti y solo queda uno”.

Era el traje que él pidió en oración y sin pensarlo se fue directamente a comprárselo.

Esa noche había oración de iglesia y le comentó a sus amigos que se había comprado un traje para pedirse, ellos le preguntaron que si le había llegado (declarado) a alguien y él les dijo que no, pero que se iba a arreglar (pedir) conmigo.

Después de cuatro largos años se me concedía mi petición, creí a Dios y me justificó.

Su hermana y yo nos éramos muy amigas, además de ser hermanas en el Señor, y me dijo un día…

- “Me ha dicho mi hermano que por toda esta semana va a hablar contigo porque quiere pedirse contigo”.

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Imaginad por un momento como me sentía, el tiempo de Dios y no el mío había llegado.

Durante esa semana procuraba todos los días ir lo más arreglada que podía, me

maquillaba y me ponía mis mejores ropas, pero nada, y el domingo que yo no me lo esperaba y no iba tan arreglada, ¡sorpresa!

Veníamos todas las mozicas de pasear después del culto y yo me adelanté por otra calle con Josefa, una joven del coro que había entonces, a comprar pipas. El resto estaban esperándonos en la placeta donde yo vivía. Salimos de la tienda y cuando empezamos a andar, me dijo ella…

- “Oye parece que alguien nos está llamando desde el comienzo de la calle”. Ella fijó la mirada y dijo… ¡es él, es él, es él, te esta llamando! Yo respondí algo incrédula… “No puede ser, es un payo (no gitano)”.

Entonces escuche como me llamaba por mi nombre y decía…

- ¡Espera, esperaaa!

Cuando mis ojos lo vieron me estremecí por dentro, él se iba acercando cada vez más y no sabía que hacer, tenía alegría y a la vez mucho miedo, me daba mucha vergüenza hablar con él y más sabiendo para lo que era. Por una parte quería quedarme pero por otra quería salir corriendo. Le pedí a mi amiga que no me dejase sola, pero él le pidió que se apartara porque quería hablar conmigo a solas.

Cuando terminó de hablar conmigo y se fue, me puse a dar saltos abrazada a Josefa y ella se alegraba mucho por mí, porque sabía todo sobre nosotros, entonces decidimos no contárselo a las demás, hasta que yo hablase con mi padre y volvimos con el resto de mozas sin decir nada.

Yo me subí a mi casa y ellas fueron a acompañar a Carmen a su casa. A la vuelta

ya les había contado todo Josefa. Yo estaba en la ventana de mi habitación y las vi, ellas ya lo sabían y se alegraron mucho por mí.

Ese día el 14 de agosto del año 1988 con 20 años de edad nos hicimos novios y

al año siguiente nos casamos.

Por fe conseguí una de las peticiones mas importantes de mi vida, quizás pueda ayudarte si estás atravesando por el mismo momento que yo pasé, sólo te puedo decir que si es de su voluntad, entra en los planes de Dios y te lo ha prometido, tengas fe y absoluta certeza de que te lo va a dar a su tiempo, no al tuyo, ten paciencia.

Recuerda que yo tuve que esperar cuatro largos años pero lo conseguí por su

gracia y porque confié en su palabra.

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Quiero hacer un stop y reflexionar en este apartado de este capítulo, ya que cuando sucedieron estos acontecimientos pensaba de una forma, y recientemente Dios me ha cambiado la perspectiva.

Durante mucho tiempo, años, pensaba que mi esposo fue una petición que el Señor me concedió a mi, pero hace poco descubrí que no era como yo pensaba y me sorprendió mucho ver el trasfondo verdadero, según el orden de Dios establecido, para la vida cristiana ya que según su palabra nos dice en, Génesis 2:18. “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea para el”. (Nótese lo que dice la escritura, “ayuda idónea para el”) Mi esposo no me fue dado a mí como yo creía, sino por el contrario yo fui dada a él. El Señor me preparó durante mi vida para ser la esposa y compañera idónea de mi esposo, no otra, sino yo. Por lo tanto nos complementamos dentro del orden establecido por Dios. Muchas veces, divagamos en nuestras vidas como cristianas sin seguir el orden de Dios por el desconocimiento total del plan establecido por Dios para el matrimonio cristiano. El Señor estableció un orden en cuanto autoridad en el seno familiar, de la misma forma que lo hizo en la forma de servir en la iglesia. Las ovejas están sometidas al pastor, el pastor al responsable, los responsables a los dirigentes nacionales (el presidente) y todos juntos sometidos a Jesucristo que es la cabeza. Su palabra nos enseña que el es la cabeza, él es el esposo y nosotros la esposa, por lo tanto, la esposa esta sometida a autoridad en su esposo, recordad lo que nuestro hermano Pablo nos dice en, Efesios 5:21. “Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23. porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y el es su Salvador”. 24. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

En muchos casos esta norma establecida por el Señor es rota por nuestra propia humanidad y deseo de controlar todo, sin tener en cuenta, quizás por ignorancia, que no es así como esta establecido. Es cierto que en muchos hogares son las mujeres las que llevan las riendas de la casa a causa de la incapacidad del varón, bien sea por descuido, irresponsabilidad o quizás también puede que sea… piensa un poco… ¿pudiera ser que tú no le dejas ejercer autoridad en la casa queriendo tomar tu dominio de todo? Cada uno de vosotros tenéis un papel que desarrollar en el seno familiar, a nivel carnal y espiritual. La esposa no puede quitar ni suplantar la autoridad que ha sido dada al esposo por Dios. En muchas ocasiones disputamos decisiones con nuestros esposos, que puede que en algunos casos realmente no tengan razón, pero si el toma la decisión equivocada

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es cosa suya dar cuentas. Nuestra obligación es obedecer a la autoridad que nos ha puesto el Señor. Quisiera que abrieseis vuestro intelecto para entender lo que estoy diciendo sin malos entendidos. Un ejemplo, para que me entendáis:

Un pastor en su iglesia comete un error y la iglesia se somete y obedece. La iglesia no es la culpable sino su pastor, la iglesia ha obedecido como bien dice la Biblia, por lo tanto el encargado de dar cuentas por su acto es el pastor. Hebreos13:17. “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta…” ¿Os dais cuenta?, mi función es someterme y obedecer, aunque no me guste mucho, y si crees que tu marido esta equivocado ponte delante del Señor y dile, como yo aprendí de un matrimonio en una emisora cristiana, “Señor tienes un problema con tu hijo, trata tú con el”. A mí personalmente, me cuesta mucho aceptar muchas de las decisiones de mi marido porque yo siempre he sido muy independiente, aprendí desde niña a valerme por mi sola y cuesta mucho ceder, pero he aprendido ha dejarlas en sus manos porque creo que Dios le ha capacitado para eso, para ser la cabeza de mi hogar. Muchas os preguntareis ¿y si mi esposo no es cristiano qué, también lo dejo llevar todo y me someto a él?, mira que dice nuestro hermano Pedro, 1ª de Pedro 3:1. Asimismo vosotras, mujeres estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, 2. Considerando vuestra conducta casta y respetuosa.

La mejor forma de ganar a tu esposo para el Señor es por medio de tu testimonio, que él vea el cambio en ti. El papel que Dios te ha designado en tu hogar es muy importante, debes ser compañera, esposa y apoyo de tu marido, pero también eres la encargada de la educación de tus hijos. En ti van a descubrir sus valores mas importantes para conducirse en la vida y ser cristianos, tienes mucha responsabilidad en tus manos y siempre vas a contar con el respaldo de la autoridad de tu marido como señal de respeto y alguien al que imitar cuando sean mayores. Los niños en edades tempranas son como esponjas, absorben todo lo que ven y aprenden de sus mayores, y eso que aprenden de niños, va forjando su carácter hasta que se hacen mayores. No creáis que cuando se hacen adultos aprenden su carácter en dos días saliendo con los amigos, les sale lo que han aprendido a lo largo de su corta vida, y si han tenido un buen ejemplo, vivirán sabia y honradamente, con unos valores muy fuertes para guiarse en su caminar y bien fundamentados en la fe.

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Un principio que debemos saber y aprovechar al máximo es, Proverbios 14:1. La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba No solo hemos sido llamadas al servicio en nuestro hogar, sino que también a servir en la iglesia y ser de ayuda para otros. A través de nuestra experiencia y testimonio personal podemos instruir a las más jóvenes, siendo un espejo en donde puedan mirarse. La más insignificante de tus experiencias puede ser una puerta abierta para alguien que desconoce la salida. Las cosas que tú ya has vivido, pueden ser de mucha ayuda a la que tienes a tu lado, piensa por un momento, cuando tú pasabas por una parte de tu vida difícil, si hubiese venido alguien diciéndote que tenías que hacer y por donde debías andar para no caerte como hubiese cambiado tu vida. Siéntete dichosa y privilegiada de poder ser de ayuda para otros, aunque en su momento tu lo pasases mal, ahora es para testimonio de otros. Es muy importante saber que lugar tienes en Dios y a que has sido llamada, para ejercer tu labor con éxito, porque Dios a quien llama también lo capacita. Por lo tanto, hay que aprovechar el tiempo y confesar victoria en todo tiempo, debemos ser mujeres y hombres de fe y de primera línea de batalla ya que tenemos mucha responsabilidad a nuestro cargo, y ser un apoyo en todo tiempo para nuestros maridos, esposas, hijos, familia, herman@s, en definitiva para el pueblo de Dios.

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Capítulo 5 Propósito de Dios y avivamiento de mi ciudad.

El último período de lucha por conseguir mi asistencia a los cultos y que se convirtiesen mis padres, se convirtió en una victoria gloriosa, os preguntareis ¿por qué?

Llego el momento en el que recibiría respuesta a mis oraciones, sucedió algo

inexplicable pero guiado por Dios.

Esta época de mi vida sucedió la segunda vez que entró como pastor el hermano Ángel.

El pastor sintió de parte de Dios que fuésemos la iglesia, sobre todo el coro, a evangelizar a un nuevo barrio.

Cuando terminábamos los cultos solíamos ir a ese barrio y nos situábamos en la

plaza y comenzábamos a cantar alabanzas.

Después el pastor predicaba una corta porción de la Biblia. Se arrimaba mucha gente a escuchar y esto se estuvo haciendo hasta que un día…

…Hubo una boda aquí y en ella estaba mi padre hablando con el Tío Pepe. Mi padre, aunque no iba al culto tenía la semilla del evangelio y le gustaba hablar del Señor y mantuvo estas palabras más o menos con él…

Mi padre:

- “Si yo pudiera dejar de fumar iría al culto y me bautizaría (uno de los requisitos para bautizarse es dejar el tabaco) pero, tengo mucho vicio con el tabaco y no puedo dejarlo, solo el Señor podría hacerlo”.

El Tío Pepe:

- “Pues para que yo vaya al culto tengo que recibir una señal de que ese es el

verdadero camino”.

Aconteció que, a la noche siguiente, empezó mi padre a referir un dolor en el pecho y lo llevamos al hospital.

Entró directamente a la UCI ya que le había dado un infarto. El médico nos dijo

que corría mucho peligro y que si repetía podía morir.

Todos en mi familia tenían mucho miedo pero, a mi me había hablado el Señor y me dio calma y confianza, de que él estaba con mi padre.

Al día siguiente estábamos en la sala de espera de la UCI y me dijo mi madre…

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- “Nena, tu padre me ha dicho que te diga, que ya no te va a ser más de impedimento para que te bautices ni para que vayas al culto”.

Mis oídos no daban crédito a lo que escucharon, por fin mi deseo cumplido. Creeréis que esto me agradaba, pues en parte si, pero por otro lado no era justo

que tuviese que estar en juego la vida de mi padre. No creáis que Dios los castigó con esto, no, por el contrario, Dios uso esas circunstancias, que habrían pasado igualmente, para beneficio mío. Dios sabía todo lo que iba a acontecer y así pudo llamar a mis padres, para que cediesen en su actitud hacia el evangelio.

Estaba a mi lado la mujer del pastor, la hermana Lola y ella me relató lo que había pasado.

Yo había bajado a mi casa a asearme, y en ese tiempo, según ella me contó, mi padre pidió que viniese el pastor a orar por él.

Entraron al box de la UCI en que estaba mi padre el pastor y mi madre. Mi padre le pidió que orase por él, y se reconcilio con él Señor; en ese momento dijo que se llenó la habitación de una fuerte luz. De pronto la gloria y la presencia de Dios inundó ese lugar y mi padre recibió el don de lenguas estando conectado a las máquinas para controlar sus signos vitales. Todos los aparatos se volvieron locos, pero Dios estaba dominando la situación y no sucedió nada, bueno rectifico, si sucedió algo glorioso, Dios tocó el corazón no solo de mi padre, sino también el de mi madre quebrantándola en un llanto de arrepentimiento.

Los médicos se alarmaron porque mi padre no estaba en situación de recibir emociones, incluso el mismo pastor temió por la vida de mi padre y se sorprendió del mover del Espíritu Santo, pero recibió calma en su espíritu de parte de Dios, y el pastor, calmo a los doctores.

El propósito de mi lucha llegaba a su fin.

Cuando el pastor terminó de orar mis padres le dijeron que iban a empezar a

asistir al culto y que querían bautizarse en los próximos bautizos. Mi petición se vio cumplida a los seis años. A partir de ahí comenzaron a ir al

culto y yo me bauticé junto con otros hermanos de la iglesia. Nos juntamos varias iglesias y se realizaron ese día 100 bautizos, fueron los bautizos con más número de almas para bautizar que se ha hecho hasta ahora aquí.

Mi padre fue bautizado antes junto con mi tío Paco (Ya ha partido con el Señor) en la bañera de la casa de mi tío, debido a sus estados de salud, y como a otro día también habían bautizos, se pusieron en las fotos con el resto de hermanos.

Poco después lo haría mi madre y ya estábamos bautizados los tres. Por entonces mi hermano Pedro era candidato y siempre lo tuvo más fácil que yo

por ser hombre.

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El Señor siempre está presto a nuestras palabras, de la misma forma que oyó a mi padre he hizo su obra con él, también escuchó las palabras del Tío Pepe.

La misma noche que mi padre enfermó le sucedió algo al Tío Pepe que él no esperaba, la señal que demandó a Dios le fue concedida mientras dormía.

Se levantó por la mañana como cualquier otro día y al ir al baño a asearse se lavó las manos y de pronto vio algo en ellas…

- “¿Que será esto?”, se preguntó al ver una pequeña marca de color marrón en el dedo pulgar de su mano.

- “¿Porque no sale?”, se decía restregándose cada vez mas fuerte.

Llamó a su esposa, la que es hoy nuestra hermana Pepa, y le dijo…

- “¡Mira lo que me ha salido en el dedo y no consigo quitármelo!”

Viendo que no se quitaba, sintieron la curiosidad por saber que había allí y

tomaron una lupa para ver mejor lo que era. Cuán grande fue la sorpresa que se llevaron, al observar que tenía grabado, dentro de la piel y en miniatura, la imagen de una espada y un cordero.

Esa noche Dios lo marcó como señal de que ese era el camino que debía seguir.

A raíz de eso comenzó el y su esposa a venir a los cultos y se entregaron a Dios

hasta hoy. De esa señal fue de la que se sirvió Dios para llamar a muchas personas, todo el que lo veía era llamado por Dios a venir al culto y a través de eso se llenó la iglesia de familias y de mucha juventud.

Como las vidas ya habían sido sembradas mediante los cultos que hacíamos en la calle, comenzamos a recoger la siega de lo trabajado, unido a la señal que Dios le dio a mi ciudad por medio del hermano Pepe.

De entre toda la juventud que vino se levantaron como candidatos al ministerio diez jóvenes.

Ellos, junto con la iglesia, el coro, los jóvenes y el mini coro éramos los que dábamos vida al culto en ese tiempo. Buscábamos mucho al Señor y teníamos unos cultos gloriosos. Dedicábamos la mayor parte del día y algunas noches a orar y ayunar.

Recuerdo como en el coro se levantó un celo por ver la que oraba más cada día y

nos picamos, llegando a orar, hasta seis horas al día o incluso más.

Procurábamos ocupar la mayor parte de nuestro tiempo en buscar el rostro de Dios (orar).

Aunque había mozos en el culto, apenas nos fijábamos ni ellos en nosotras, ni

nosotras en ellos, todos estábamos por la labor de consagrarnos. Pero yo ya llevaba en mi mente al que después seria mi marido. En esos tiempos aún no era mi novio. Nos

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hicimos novios dos años después de todos esos acontecimientos y como yo esperaba en Dios solo me restaba consagrarme para Él.

Quiero relataros como era un día cualquiera en esa época para nosotras.

Para nosotras empezaba el día presentándoselo al Señor orando, terminábamos de hacer la casa, o venían de vender las que salían y nos metíamos a orar de nuevo cada una en su casa.

A las cuatro de la tarde ya habíamos quedado en casa de Aurora, ella era una

hermana casada que no tenía hijos y nos brindó su casa para orar a las del coro, y lo hacíamos junto con ella.

De ahí salíamos corriendo hacia la oración que se hacia a nivel de iglesia todos los días a las seis de la tarde en el culto. Cuando terminaba íbamos a tomar un café y enseguida empezaba el culto.

A noches alternas se hacía oraciones por las casas y como éramos tantos, las

dividían en dos casas, según el barrio. Recuerdo que al coro nos mandaban a una y al mini coro a otra.

La gloria de Dios descendía con grandes dones repartidos por la iglesia. Era raro

el día que no se diese profecía o que alguien tuviese un sueño o visión de parte de Dios. El coro además de todo eso ayunaba dos y tres días por semana y hacía vigilias todos los sábados.

Por otra parte los jóvenes, se iban a trabajar al mercadillo a vender y cuando terminaban se iban al culto a orar, estaban allí hasta la hora de irse a comer y luego volvían.

Al igual que nosotras perdían la noción del tiempo. Iban y venían durante todo el

día, la iglesia se abría por la mañana y muchos venían de madrugada a presentar el día antes de irse a vender, casi siempre se cerraba de noche. Ellos también se reunían para ayunar y hacer vigilias.

Todos los días recibíamos visitas de otras iglesias y se gozaban tanto que se extendió el comentario: “Si te quieres gozar en Dios, ve a visitarlos”.

Había tanta gloria de Dios, todos los días, que llegó a nuestros oídos que se nos llamaba “La Nueva Jerusalén”.

Hubo otra boda por entonces a la que fuimos toda la iglesia y fue tan grande el testimonio que dimos todos, en cuanto al comportamiento que entonces se exigía a los del culto, que la fama llegó hasta la Dirección de la iglesia de España.

Por el coro han pasado muchas hermanas, en ese tiempo estábamos: Alicia, Andrea, Noemí, Amalia, Ángela, Melisa, Gabriela, Marisa y yo.

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Para mi cada una de estas hermanas ha tenido un lugar, en su momento, en mi corazón y algunas siguen teniendo un lugar especial.

De Alicia puedo contar que hemos estado muy unidas y que seguimos estándolo, nos queremos mucho.

Ella buscaba en su casa a solas a Dios de la forma que ella sentía, amaba mucho

el coro y cantar para Dios, tenía mucha responsabilidad con el cargo que ostentaba. Como he citado antes, cantaba muy bien y Dios se usaba mucho de ella.

Hermana Alicia, a través de este libro quiero decirte públicamente lo que tú ya

sabes, que te quiero mucho y eres muy especial para Dios y para mí.

De Andrea puedo decir que es una mujer de Dios a la que se la ama mucho en la iglesia, yo siempre he tenido una relación de cariño muy especial hacia ella, ya que al ser mayor que yo me ha enseñado muchas cosas y hemos compartido momentos en Dios muy bonitos. Era una persona que oraba mucho, le gustaba vivir cerca Dios y era como la “mami” de todas por ser mayor y porque era en ese tiempo la dirigente del coro. Y en la actualidad es mi cuñada.

De Noemí puedo contar que siempre iba con su hermana (Alicia) y que también sabía cantar muy bien, era responsable con su cargo y la amo en el Señor. Ha estado por un tiempo apartada del Señor, pero recientemente ha comenzado a asistir de nuevo a los cultos.

Mi relación con Amalia no era demasiado cercana, lo justo como coro y como hermanas, pero era preciosa en el Señor, tenía muchos dones y Dios la usaba mucho en profecía (es cuando Dios, por medio de su Espíritu Santo, da revelación a una persona sobre alguien en concreto o para varias), pero como se casó pronto, se alejó de nosotras para dedicarse a su marido. Ella era muy introvertida y no te dejaba acercarte demasiado, vivía en su mundo.

Ángela era la hermana mayor de Amalia, una joven que cantaba en el coro y a la que conocía de antes del culto. También se casó pronto y se alejo de nosotras.

En cuanto a Melisa puedo contar que era una mujer de carácter serio, según con quien estuviera. Conmigo ha tenido una relación muy cercana, era la que me hacía la doble voz en las alabanzas y nos hemos reído y llorado muchas veces juntas. Era una torre en cuanto a oración, la que más oraba de todas era ella y al igual que las otras al casarse se alejo del resto.

Gabriela ya sabéis lo que le sucedió de niña, pero eso no impidió que siguiera al Señor, por el contrario, la afirmó mas y era una mujer que edificaba mucho por su testimonio. Por suerte para mi pasó de ser mi amiga, a ser mi hermana, y en la actualidad somos cuñadas por los maridos, por lo tanto siempre estamos juntas; sin contar que vivimos en el mismo edificio. ¡Qué Dios te bendiga mucho por ese lugar que has ocupado en mi vida y por ser una hija de Dios!

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Marisa siempre ha sido muy especial, era una hermana muy amorosa y responsable, edificaba solo con que la mirases, desprendía la presencia de Dios por toda su persona. Tenía un carácter fuerte, pero amaba a Dios y al coro.

Pasó el tiempo y nos cambiamos de local. Compramos uno propio en el barrio donde íbamos a testificar y que es donde actualmente esta la iglesia madre.

Mis padres seguían haciendo sus viajes como de costumbre y yo aprovechaba esas salidas para hacer vigilias en mi casa con el coro que por entonces cambió y éramos: Carmen, Melisa, Nerea, Josefa, Pepi, Ingrid, Paula, Andrea, Marisa y yo.

Algunas de las que menciono ya las conocéis pero a otras no.

Nerea era una moza que casi no se oía en el coro, nunca daba problemas, solo se

limitaba a servir a Dios hasta que le llego a su vida su compañero y con el tiempo se alejo de nosotras. De vez en cuando sigue viniendo a los cultos.

Josefa es la que estaba conmigo cuando me hice novia de mi esposo, era y es una joven muy alegre a la que quiero mucho. A día de hoy es mujer de un pastor. Ella es muy bondadosa, muy dulce, con mucho amor y sobre todo ¡mi hermana en Cristo además de mi amiga!

Pepi es al mismo tiempo amiga, hermana en Cristo y pariente mía. Su padre y el mío eran primos hermanos y ella se casó con un primo hermano mío que fue en su tiempo candidato (partió con el Señor) que en paz descanse. Ella también lo tuvo muy difícil para venir al Señor porque no la dejaban venir y a base de fe y constancia lo consiguió. Ha enviudado y ha tenido una vida muy dura. ¡Pepi, adelante que Dios te ama mucho y no te deja sola!, Él siempre va ha estar a tu lado para fortalecerte en los momentos débiles.

Ingrid también es pariente mía. Es la que más cerca de mi siempre ha estado en todo, ya que nos separaban solo 16 escalones, vivía en el piso de arriba de mi casa y cuando yo estaba soltera orábamos juntas. Ella tiene de parte de Dios una sabiduría preciosa, siempre se ha instruido mucho en la Biblia. Tiene un carácter muy dulce y siempre tiene la palabra adecuada para ayudarte. Seguimos muy unidas y con el paso de los años hemos alcanzado otra forma de madurez en el Señor que nos amplía los campos de la sabiduría excelsa de Dios.

Paula también es pariente mía al igual que Pepi. Ella es una mujer con muchos

dones, tenía concedido mucho privilegio de parte de Dios, y bendecía a cualquiera que estuviese con ella.

En aquel entonces seguíamos con el ritmo de consagración que siempre

habíamos tenido y para hacer los ayunos nos íbamos a la casa de la hermana Ingrid, a la casa que tenía otro barrio de la ciudad.

¡CUÁNTA GLORIA Y CUÁNTAS BENDICIONES HEMOS TENIDO EN

ESA CASA!

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Terminábamos de orar y nos acicalábamos todas juntas y de allí nos íbamos al culto.

Nosotras éramos “muy especiales”, nos tomábamos la Biblia “al píe de la letra”, sobre todo en cuanto lo que dice sobre el ayuno en: Mateo 6:16, “Cuando ayunéis, no seáis como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan…” Mateo 6: 17-18, “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas…”.

Tanto queríamos ocultar que habíamos estado de ayuno que nos maquillábamos

y arreglábamos más que de costumbre por lo que siempre se nos notaba. Uno de los candidatos nos decía en broma…

- “Ya habéis estado de ayuno, vigilia o algo, porque lleváis puestas las

pinturas de guerra”.

Dios me concedió todas mis peticiones. Desde que entre al culto había estado orando y ayunando por que viniesen muchas almas al culto, pedí un coro y lo trajo, pedí jóvenes y ahí estaban, pedí a mis padres y ahí estaban, y por último pedí a mi compañero y me lo dio.

Desde que comencé mi caminar estos fueron los períodos de tiempo en que recibí mis peticiones y por este orden:

1. Las lenguas, a los 2 años de convertirme 2. Un coro, a los 2 años de convertirme 3. Traer a jóvenes a la iglesia (mi compañero), a los 4 años de

convertirme 4. Avivamiento en mi ciudad, mas jóvenes y almas nuevas, a los 6 años

de convertirme 5. Convertirse mis padres, a los 6 años de convertirme 6. Bautizarme, a los 6 años de convertirme 7. Darme a mi esposo, a los 4 años de presentárselo como petición

Aquí terminó una fase de mi vida y comenzaba otra diferente pero igual de hermosa.

“DIOS, PADRE, CONSEJERO Y AMIGO”

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Capítulo 6 Respuesta y oportuno socorro.

Los primeros meses de casada los pase viviendo en casa de mi suegra. Para mi era una suerte contar con la ayuda mi cuñada Andrea, ya que de soltera,

en mi casa yo tenía que orar sola, excepto cuando bajaba de su casa a la mía la hermana Ingrid.

Cuando yo conocí a Andrea le tomé mucho cariño, incluso antes de conocer a su hermano y ser cuñadas. Nos llevábamos tan bien que incluso le dije al Señor una vez que me gustaría vivir cerca de ella para orar juntas.

Ella vivía muy cerca de Dios y yo siempre he anhelado estar con personas que viviesen cerca de Dios para poder absorber todo lo que pudiese, ya que ni hambre de Dios siempre es inmensa e insaciable, siempre he querido saber y gustar mas de Dios.

Parece ser que se me concedió mi petición de parte de Dios.

Yo seguía estando en el coro y cumplía con todo lo que se me demandaba como

coro. En ese tiempo me resultaba muy difícil asistir a los cultos porque la casa de mi suegra estaba lejos de la iglesia y mi compañero venía tarde de trabajar (en ese tiempo se dedicaba a la recogida de cítricos en el campo), pero yo procuraba dejarme todo preparado para cuando viniese mi marido de trabajar tuviese sus cosas preparadas y me iba con la hermana Andrea al culto.

En ese tiempo no tuve impedimentos para hacer lo que quería en cuanto al culto, por el contrario, recibía mucha ayuda. Mi marido asistía a los cultos el día que podía y no se metía en que yo sirviera en el coro, que me reuniese con ellas o que participase en ayunos, vigilias… etc.

Nuestra vida de casados la comenzamos sin nada. Vivíamos en una habitación de la casa de su madre. No teníamos ni trabajo, ni género para ir a vender, por lo que se tuvo que ir a recoger limones al campo, como ya he citado.

Yo me pasaba el día sola en la casa de su madre. Si que estaba con mi suegra y cuñados, pero no estaba él, solo lo veía de noche a noche.

La relación que yo tenía con Dios hasta ese momento era de mucha intimidad. No solo era mi Dios, sino que era todo: Padre, Amigo, Consejero, Ayuda, Mi roca, Torre Fuerte…etc., “mi todo”. Había aprendido a conocerlo a base de mucha oración, las experiencias que Él me hizo vivir con el a solas e indagar en su palabra (la Biblia).

Normalmente yo aprovechaba las horas que mi esposo no estaba para orar con mi cuñada en la habitación de ella. En mis oraciones íntimas un día le dije al Señor…

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- “Padre tengo algunas peticiones que hacerte y si entran en tu voluntad, quiero, y por este orden, lo siguiente: Un coche, una casa cerca del culto y un trabajo fijo para mi compañero”.

Yo tenía puestas mis peticiones delante de Dios y sabía dentro de mi corazón

que me aguardaba una larga espera por el trato al que estaba acostumbrada a recibir de Dios, pero mi fe en ese tiempo era una montaña.

Un día a la semana hacíamos vigilias con la hermana Mª Rosa (esposa de Fernando) y los domingos seguíamos con los ayunos en casa de Ingrid en su otra casa.

Desde el avivamiento de la iglesia el coro estaba muy unido, nos queríamos como verdaderas hermanas y aunque unas estaban y otras se habían quitado, era lo mismo, porque el vínculo ya estaba.

En este tiempo me sentía más unida que nunca a la hermana Alicia, siempre me he sentido muy a gusto con ella. Hemos compartido muchas cosas en el coro. Nos sentíamos muy contentas cantando juntas ya que nos compenetrábamos muy bien.

No podíamos estar tan unidas como antes porque al casarme yo, cambié de barrio, pero yo iba a su casa y la visitaba. A ella siempre le ha gustado ofrecer su casa para Dios y para sus amigas. Su compañero, el hermano Pascual es un hombre de Dios que siempre la ha ayudado mucho, siempre ha querido mucho a las hermanas del coro y hemos recibido mucha ayuda de él. Los amo mucho a los dos, son un matrimonio precioso para Dios.

Pasaron los meses y conseguí el coche que le pedí al Señor, Dios me concedía

mi primera petición. Mi marido dejó trabajar yendo a coger limones al campo y comenzamos a salir a

vender los dos juntos al mercadillo; de esta forma podía pasar más tiempo con mi esposo y no me sentía tan sola.

No teníamos mucha suerte en la venta y lo pasamos verdaderamente mal, pasamos como se suele decir “la quintada”. No nos faltó la comida gracias a la familia, pero todo no se componía de comida, por lo que insistía en mi petición del trabajo para mi esposo, pero no llegaba, tardaría aún un tiempo.

El Señor no tardó mucho en contestar a dos de mis peticiones, el coche y la casa.

Nos enteramos, que en el piso donde vivía mí cuñado, el marido de Gabriela, había una casa vacía.

Estas casas eran viviendas sociales, que pertenecían en ese tiempo a la Comunidad Autónoma de mi región.

Mi madre, junto con mi suegra, abrieron esa casa y entré a vivir allí, aunque yo no quería hacerlo así. No me gustó la forma en la que decidieron por ni. Yo quería recibir mi casa de otra forma.

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Estos hechos acontecieron a los ocho meses de casarme.

Nosotros mismos notificamos a las autoridades que habíamos ocupado la casa, pero intervino el Señor y por el momento no me echaron. Al menos estaba en una casa cerca del culto.

Pasaron dos años de aquello, y un día tocaron a mi puerta, abrí y eran dos policías con una orden de desahucio. Me daban tres días para abandonar la casa.

Fui corriendo a contárselo a mis padres y ellos se movilizaron, convenciendo a la policía de que nos dieran quince días para gestionar las cosas.

Recuerdo que el día se me hacía noche llorando, yo estaba convencida de que esa casa me la había dado el Señor, aunque aún no me estuviese adjudicada legalmente.

Fui a las tiendas de alrededor para pedir cajas y empaquetar mis cosas ya que se acercaba el plazo para abandonar la casa. El alma se me caía a los pies cada vez que miraba a las cajas con mis cosas y entonces recordé… ¡la hermana Mª Rosa!, la mujer del hermano Fernando, mi antiguo pastor. Esta hermana vivía muy íntimamente cerca de Dios y el Señor siempre me hablaba a través de ella. Me fui corriendo de mañana a su casa y le dije…

- “Hermana Mari te necesito, pídele al Señor que te hable para mi”

Yo no le había contado nada a ella y nos metimos a su habitación a orar.

Cuando terminamos de orar ella me dijo… - “Hermana, he tenido una visión con algunas palabras para ti. Te he visto en

la orilla de una playa rodeada de oscuridad y sin ver una salida.

Caminabas hacia delante y no veías nada, pero te paraste, miraste hacia atrás y había mucho camino recorrido y no podías volver porque solo era oscuridad, miraste a la derecha y habían casas que cuando las mirabas te cerraban las puertas, miraste a la izquierda y no podías seguir porque estaba el mar. Entonces se abrió una puerta y me dijo el Señor: Yo vengo abriéndote puertas, no temas Yo estoy contigo y no te dejo, confía en mi sigue adelante”

En ese momento recuerdo que dejé de llorar, me sequé mis lagrimas, me

incorpore y dije dentro de mi, “te creo Señor”, vine a mi casa y le dije a mi compañero y a mis padres lo siguiente…

- “No me van a echar de la casa, el Señor me ha dicho que el me va a abrir puertas y el es el dueño de todo”, “La casa es para mi”.

Mi padre no quería que me ilusionase y procuraba quitarme esperanzas. Ellos,

mi padre y mi esposo, habían contratado a un abogado y quedaron a otro día para ir a verlo y mover los pasos para solucionar lo mejor posible la situación.

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Llegó el día siguiente y mi marido y yo decidimos quedarnos a comer en casa de mis padres, para que así el y mi padre fueran juntos al abogado.

Mi compañero y mi padre se habían ido a hablar con el abogado mientras yo

estaba en la casa con mi madre. Llegó la hora de la comida y cuando estábamos sentados a la mesa, mi padre con una mirada un poco sospechosa, como dando vueltas a ver que me decía dijo con un gesto de seriedad:

“Hija el abogado nos ha dicho, que te tienes que ir de la casa”

A lo que yo contesté muy firmemente…

- “No me importa lo que el abogado haya dicho, la casa es mía!!!. Me la ha dado el Señor”

Mi padre y mi compañero se miraron con una mirada de complicidad y se

echaron a reír. Entonces mi padre me dijo…

- “Hija ni que fueras bruja!!!, es verdad que no te echan. Nos ha dicho el abogado, que ha habido un error y han archivado el caso, pero yo le dije de camino a casa a tu marido que no te dijera nada, para ver que decías tu, y darte la sorpresa”

Así fue como quedaron las cosas por el momento y pasó el tiempo.

Alrededor del año 2000, se removieron las cosas en cuanto a mi casa, porque la

Comunidad Autónoma decidió hacer propietarios de sus casas a los vecinos de mi barrio, estaban obligando a escriturar las viviendas y me invadió el temor y fui a preguntar a ver que me decían los de la administración de Vivienda.

El Servicio de Vivienda me dijo que no moviese nada, que ya me avisarían de

que debía hacer o de cualquier cambio, pero que les llevase una serie de documentación.

Ese año yo estaba haciendo un curso del Ayuntamiento, y entre mis compañeras estaba la hermana Juana de un pueblo cercano.

Ella, un día me dijo…

- “Hermana ¿qué te pasa?, llevo unos días con carga (preocupación) y no

puedo dejar de orar por ti.

Yo le conté el problema que tenía con la casa y ella me dijo que seguiría orando

por eso. A lo pocos días me llamó aparte y me dijo…

Anoche estuve orando como estos días atrás por ti y el Señor me mostró en visión algo especial.

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“Vi una palmera muy alta en medio del desierto y de repente comenzó una tormenta, tan fuerte, que cuando soplaba el viento la copa de la palmera tocaba el suelo de lo que se doblaba por el viento, pero de repente se paró la tormenta y la palmera volvió a su sitio. Entonces fue cuando me dijo el Señor: ¿Has visto como se ha doblado la palmera en la tormenta, y pasada esta vuelve a su sitio?, así es esta hermana, aunque le soplen fuertes vientos vuelve a su sitio, porque sus raíces son profundas y están bien arraigadas, dile que voy a solucionar su problema”.

Nuevamente el Señor me mandó fuerzas para que no desmayase. Por fin llegó el momento tan esperado, a los 15 años de mi matrimonio y justo el

día de mi aniversario el 21 de septiembre de 2004. Llamé por teléfono al Servicio de Vivienda para preguntar por el estado de mi

situación, con respecto a la casa, y cuán grande fue mi sorpresa y mi alegría al recibir las buenas noticias.

Me dijo una voz al otro lado del teléfono que pasase por allí cuando quisiera con

mi DNI, a formalizar los trámites para escriturar la casa a mi nombre. Este fue mi regalo de aniversario de mi ¡PAPA DIOS! Hermanos/as, las tres peticiones que le hice al Señor al comenzar mi matrimonio

las ha cumplido, aunque esta es hasta el momento la petición que más ha tardado en concederme, pero doy gracias a Dios por ser su hija y por todas las cosas que hace conmigo sin ser digna de nada. ¡GRACIAS PAPICO!

Nuevamente el Señor justifica a los creen en su palabra. Yo creí cuando su voz

llegó en medio de la tormenta, ¿y tú en quién tienes depositada tu confianza?, ¿Has consultado con Dios sobre los temas más importantes de tu vida, antes de tomar alguna decisión?, si es así confía en su voz y espera su tiempo.

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Capítulo 7 Sirviendo en el hogar.

Desde que me vine a vivir a esta nueva casa, yo le dije al Señor que sería para él. Durante unos años seguimos haciendo vigilias todos los sábados en mi casa, donde recibimos un sin fin de bendiciones.

Nos juntábamos en mi casa mis cuñadas: Andrea, Silvia -esposa de otro hermano de mi marido- y Gabriela. La hermana Marisa, la hermana Ramona (hermana de Tania y Melisa) y Felisa (hermana pequeña de Gabriela).

También seguíamos haciendo los ayunos en casa de Ingrid o en el culto. Mi casa

estaba al servicio del Señor como yo le dije y seguía con el ritmo de consagración al que yo estaba acostumbrada.

Pasó el tiempo y yo tenía 23 años, cuando el pastor de la iglesia me concedió un nuevo cargo. Me ofreció ser la dirigente del mini coro, un grupo de niñas de entre 13 a 16 años que recientemente estaban asistiendo a los cultos.

La primera reunión que concerté con ellas, fue en mi casa, donde las reuní para conocerlas. Comencé a hablar con ellas sobre el Señor y les conté testimonios de otras cristianas, incluso el mío propio.

Apenas había empezado a conversar cuando sonó la puerta, era Naima, una

joven que venía con mucha necesidad. Ella se enteró de la reunión y vino corriendo a mi casa. Por el camino, le puso a Dios que yo recibiese para ella palabra y cuando pasó al comedor y la vi fui llena del Espíritu Santo. Me dirigí a ella con palabra profética. El Señor me descubrió su vida y me dio instrucciones para ella.

Ella salió llorando y me dijo que todo era verdad, que era lo que ella había

pedido, que le dijo al Señor que no le importaba que la descubriera delante de todas, pero que quería que le hablase.

Esta hermana ha sido una bendición para mi vida, me ama incondicionalmente y

yo a ella también, siempre ha estado a mi lado, pero ahora esta casada y tiene mas obligaciones que la alejan de mi.

La primera reunión que hice con ellas fue difícil de expresar, el ambiente que reinaba en mi hogar en ese momento era de un Espíritu glorioso. A las niñas, sin saber porque, bueno yo si sabía porque, les comenzaron a caer lagrimas sobre sus rostros, otras temblaban al sentir la presencia Santa de Dios. Había un silencio muy respetuoso y una expectación por ver que pasaba. Simplemente “DIOS” estaba allí y tenía el control de la reunión.

Yo sabía que algunas de ellas no se hablaban entre ellas, estaban reñidas. En el amor de Dios, y gracias a la sabiduría que me dio en ese momento el Señor, se rompió esa barrera.

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Comenzó a derramarse mucha presencia de Dios y yo continuaba hablando sobre la muerte de Jesús y el sacrificio por nosotros, cuando volví la cabeza y dirigí la mirada a una de las niñas. Al fijar mis ojos en ella pasó algo que me sorprendió mucho, jamás antes había experimentado una situación como esa fue algo increíble. Me miró y salió hablando en lenguas, recibió la manifestación del Espíritu Santo.

Yo no comprendía bien que estaba pasando en ese momento, era la primera

reunión con ellas y muchas solo venían desde hacía pocos días al culto. ¿Qué pasa Señor?, me preguntaba a mi misma un poco asustada. Me quedé muy sorprendida del nuevo trato de Dios conmigo.

Se corrieron las voces entre las niñas de su edad de las reuniones que teníamos y comenzaron a venir mas jóvenes, llegando a ser unas 20/22 niñas de mini coro. Con este grupo de jóvenes me esperaban muchas bendiciones y cosas nuevas que hasta el momento no había experimentado.

Les puse como inicio, para que buscasen al Dios en la intimidad, que realizasen algo que yo le llamaba “la libreta”. Tenían que repartir en ella las tareas del día, y entre tarea y tarea, dedicar un tiempo para orar y apuntarlo, para que a la semana se sacase la cuenta y vieran ellas mismas lo que oraban. De esta forma se les despertaba celo por la oración y se esforzaban por añadir cada semana mas tiempo para orar.

Procuré enseñarles todo lo que hasta entonces yo sabía. Todos los días las reunía en mi casa a las cuatro de la tarde para orar y los domingos hacíamos ayuno en el culto, o si estaba ocupado por los hermanos, lo hacíamos en mi casa.

Las tardes de los lunes eran para estar reunidas, ya que no había culto. Hablaba con ellas, las enseñaba con respecto a normas, conducta, respeto… etc. Leíamos la Biblia y la estudiábamos.

Cuando me indicaba el Espíritu, no hablábamos, sino que orábamos, y muchas

de ellas recibieron las lenguas (manifestación del Espíritu Santo) en esos “lunes”.

No las instruí en la alabanza hasta que pasó un periodo de tiempo. Me interesaba más que aprendiesen a consagrarse y tuviesen un buen fundamento de la palabra.

Me entregué a ellas por completo, cada minuto del día que tenía era para ellas y para Dios. Me decían cariñosamente “MAMA” y es que en verdad, en cierta forma me sentía así.

Durante dos años y pico experimenté en mi vida un mover nuevo y que cada día me sorprendía mas. No sabía que pasaba, pero en cuanto las miraba, el Espíritu Santo me descubría sus vidas y recibía palabra para ellas. Me sentía muy unida a ellas y les tome mucho cariño, llegando a dar la cara por ellas en muchas ocasiones porque en la iglesia mucha gente no las valoraban por su juventud.

Hicimos una vigilia en casa del tío de una de ellas y fue algo espectacular. Esa noche recibieron varias las lenguas, otras, don de profecía y otras visiones. Se nos pasó la noche en un abrir y cerrar de ojos, cuando nos quisimos dar cuenta eran las ocho de la mañana.

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Pasó el tiempo y muchas de ellas se marcharon del culto, solo quedó un pequeño remanente y hable con el pastor para que las pusiera en el coro y así lo hizo.

Hubo un momento en que el enemigo (diablo), quiso “meter la pata” poniéndonos en contra, pero enseguida lo descubrimos.

En el tiempo que ellas estaban engañadas en contra de mí lo pasé muy mal, yo

las quería de verdad y me había entregado a ellas por completo, por eso no entendía su actitud hacia mi.

Recuerdo como una tarde fui al culto y al pasar por el lado de ellas ninguna me habló, no entendí, pero pensé que me lo había imaginado yo.

No era imaginación, alguien fue hablándoles mal sobre mí y ellas creyeron todo. Yo me rompí por dentro porque no entendía nada, deposité tanto en ellas que el porrazo fue muy duro.

Pasados unos días se acercó a mí la hermana Elisa (una de las niñas) y me preguntó…

- ¿Qué te pasa hermana? A lo que yo le respondí…

- ¿Qué, que me pasa?, dímelo tú. ¿Por qué habéis dejado todas de hablarme?,

¿Qué os he hecho para recibir este daño de vosotras?, por lo menos tú te has dignado en venir a preguntar pero, ¿Y las demás?

Ella me dijo…

- “Es que una hermana de la iglesia ha venido diciéndonos que tú hablas mal

de nosotras y nos ha dolido mucho”.

A lo que yo le respondí…

- “Si en verdad me conocieseis y me amaseis, sabríais como soy yo”. No os hubieseis dejado engañar porque, ¿cuántas veces os he defendido cuando nadie apostaba por vosotras? Si yo conozco a una persona, sé, si esas palabras que me han dicho vienen de ella o no, y por lo tanto, no lo creo, además, de que antes voy y me entero por ella misma.

Ella se dio cuenta de su error y me pidió perdón y cuando el resto se enteró de la

conversación que mantuvimos, vinieron a hablarme y en ese momento, fue cuando me contaron un sueño que había tenido una de las niñas y que ella no entendía…

- “Decía que yo caminaba por el barrio de la iglesia en dirección al culto y de pronto se abalanzaron sobre mi un grupo de pequeños pajarillos que dieron con mi rostro en tierra, no podía levantarme porque comenzaron a

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picotearme la espalda y me arrancaban trozos de carne con sus picos. Me quedaba postrada en tierra con las espalda sangrando y sin fuerzas”.

Sin duda alguna fue lo que me sucedió con ellas. La única hermana que en

ningún momento me abandonó fue Naima, siempre me ha sido fiel, incluso ahora.

Al poco tiempo y por motivos personales, deje el cargo del mini coro, pero sigo considerándolas “mis niñas”, aunque muchas de ellas ya son madres de familia.

A todas las recuerdo con mucho cariño, pero en mi corazón, tienen un lugar especial: Elisa, Naima, Miriam y Adela.

Elisa es hoy, una mujer de Dios que ha estado desde hace años cantando en el coro oficial de la que el Señor se ha usado mucho por medio de su voz para bendecir a la iglesia. Es una hermana que arrastra una fuerte carga con su segunda hija que esta enferma, pero no deja de dar testimonio. Cuando comenzó sus primeros pasos era muy temerosa, no se atrevía a dar lo que recibía de Dios y siempre consultaba conmigo todo. Estaba muy pegada a mí, yo la amo mucho, pero Dios la ama más todavía y pronto le va a dar su recompensa.

Como ya he dicho Naima se dedica hoy día a su casa, su marido, sus hijos y acude al culto cuando puede, pero me ama y yo a ella. En las manos de Dios es preciosa, porque se utiliza mucho de ella para ayudar a otras personas. Mantiene una fuerte lucha contra el enemigo porque es una rival que no le conviene que levante cabeza pero… ¡Naima Dios está contigo, no desmayes, son mas los que están contigo, como dice la Biblia, que los que están en tu contra!, pelea la buena batalla que tu casa es para Dios.

Miriam fue una de las ultimas en agregarse al grupo pero, ¡que bendición!, todo en ella es de Dios, sierva fiel y constante que con el paso de los años ha recibido una gran sabiduría. Por mucho que tardemos en vernos seguimos manteniendo los lazos de amor y amistad. Hermana siempre vas a estar en mi corazón por ser como eres, tu lugar no lo ocupa nadie, ni en el cielo ni en la tierra; eres territorio del Padre, huerto cercado, propiedad privada de Cristo. Dios te bendiga mucho.

¡Ay! y que voy a decir de Adela, es bondad, ternura, inocencia, toda ella es lo que debemos tener los cristianos. Siempre ha sido igual. El Señor la quiere mucho y se agrada mucho en su alabanza cuando ha servido en el coro. Pone al servicio de Dios lo que tiene sin importarle lo demás, da lo que tiene y por eso se agrada Dios en ella. Hermana Adela, a través de ti entró el evangelio a tu casa, tu fuiste la lumbrera donde ahora otros pueden alumbrarse por eso te digo… “Resplandece y haz el bien porque tú eres luz”.

Cuando deje de reunirme con ellas, comencé a hacerlo con otro grupo de hermanas. Nos juntábamos a las cuatro de la tarde para tomar café y orar.

El grupo lo componíamos: Tía Pepa, Remedios, Justa, Amparo, Andrea,

Ramona, Gabriela, Felisa, Marisa, Ingrid, Naima, Jacinta y Merche. A este grupo se fueron sumando mas hermanas con el paso del tiempo.

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Había días que nos reuníamos en las casas y otros en el culto, pero la hermana Remedios compró una casa y nos pidió que fuésemos a orar allí para bendecir la casa.

Comenzamos a ir a orar a esa casa y se notaba en el ambiente un espíritu raro. Había muy mala presencia y un día…… Iba a comenzar la oración y vino la

hermana Elisa, que por entonces estaba embarazada y con un fuerte dolor de ciática, entró al salón y se sentó en un sillón.

Comenzó la oración y por ese tiempo yo estaba fuerte en Dios tenía un alto

grado de consagración. Yo creía en ese tiempo que era por eso, por orar mucho, por lo que Dios nos bendecía tanto, sin comprender que era por su gracia inmerecida.

Nos pusimos a orar como de costumbre y entonces retumbo una voz extraña en mi mente que yo supe reconocer y me dijo…

- “Vengo a atormentar a Elisa, voy a aumentar su dolor para no dejarla orar”.

Enseguida me puse al frente de la batalla y le contesté…

- “Tú no puedes tocarla, ella es una hija de Dios y no tienes ni parte ni suerte con ella; ahora, en este momento te digo a ti satanás, que la dejes en paz, te reprendo en el nombre de Jesús y te estrello en la cruz del calvario”.

Seguí luchando un rato y se calló por un tiempo. Pero mi espíritu no estaba

tranquilo.

Me puse ha hablar, con un tono bajo de voz, preguntando al Señor que donde estaba aquella mala presencia por que yo notaba en mi espíritu que había algo allí y miré hacia fuera al recibidor, entonces fue cuando vi un cuadro con una imagen de una virgen o un santo, no recuerdo bien, descubrí como eso transfería mala presencia con solo mirarlo.

Me acerque a la dueña de la casa y le dije que rompiese el cuadro en el nombre

de Jesús. Ella lo tomó pero no conseguía romperlo por los nervios, entonces lo cogí y en una esquina de la mesa lo rompí. Al oír el ruido las demás se asustaron un poco, pero comenzó a caer mucha gloria de Dios y parecía, a simple vista, que se había ido el mal espíritu.

Terminamos de orar pero mi espíritu seguía percibiendo algo más. Le dije a Remedios si había más cuadros de esos en la casa y ella me dijo que no lo sabía, le pregunte si podía pasar a mirar y me dijo que si que pasase.

Entre a la habitación principal y había otro cuadro de esos, pero de por lo menos

1’5 m de ancho por 0`5 m de alto, lo tomé y lo rompí al igual que el otro y allí se termino la mala presencia que había en la casa ese día.

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Después nos enteramos, que la anterior dueña de la casa practicaba espiritismo, por eso había tan mala presencia en toda la casa, la cual rompimos a base de oraciones, descubriendo su juego y lo mandamos a la cruz del calvario.

Pasó una nueva fase en mi vida de aprendizaje, pero todavía me quedaba mucho

por aprender, veamos que me tenía el Señor reservado en el siguiente capítulo.

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Capítulo 8 Recibiendo mi tercera petición.

Mi situación económica no era la más próspera en este tiempo. Ignoraba que estaba en desobediencia, os preguntareis ¿por qué?

En el tiempo en que dirigía al mini coro, recibí de parte de Dios una instrucción

por el Espíritu. Tenia que enviarle una carta a la Reina para testificarle del evangelio que yo conocía.

Se me presentaba una tarea difícil de realizar y a la que no me atrevía, porque yo era insignificante ante alguien tan importante.

Pensé en ese momento…

- “Si tienes grandes siervos, ¿porqué tengo que ser yo?”.

Pero sin embargo, el corazón se me salía de lo fuerte que recibí ese sentir.

En ese tiempo no lo hice por miedo, por cobardía. A causa de eso pasé seis

largos años de disciplina por parte de Dios. La desobediencia no agrada al Señor. En ese tiempo, yo no sabía que mi economía no funcionaba porque estaba siendo

disciplinada, hasta que un día llegó el momento de dar cumplimiento a esa orden que Dios me demandó.

Pasaron como ya he dicho seis años, y un día estando orando, puso de nuevo en mi corazón el llamado a escribir a la reina. Cada día era mas fuerte la llama que se prendía en mi corazón por escribir, pero yo seguía dura y dura, no me atrevía, pero llegó el momento de recibir luz y fue entonces cuando tome fuerzas y la dirección sublime del Espíritu Santo que dirigía todo.

Estaba en la habitación pequeña de mi casa, en esa habitación tengo una cama pequeña donde solía recostarme a oír radio, orar, leer la Biblia, en fin es mi rincón favorito para estar a solas con Dios.

Precisamente estaba oyendo por radio el programa de una emisora cristiana que hacía poco se había incorporado a la FM. Recuerdo que era el día de la Hispanidad, el 12 de octubre de 1997, cuando comencé a escribir la carta que Dios me puso en le corazón.

En ella le hablaba cariñosamente y con mucho respeto a su majestad de mi “Dios” y la invitaba a escuchar la emisora cristiana; citaba versos de la Biblia, pero siempre procurando mostrarle a Jesús como Salvador. Terminé de escribir y alce en la palma de mi mano la carta, oré por ella y dije:

- “Señor si esta carta es lo que tu querías que hiciese, a ti te la presento en este

momento, yo he hecho conforme he recibido, aunque sé, que he estado por seis años endurecida, pero ahora cumplo tu voluntad. Ahora esta en ti

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continuar con la obra, esas almas están ahora en tus manos, y para que yo reciba confirmación de que esto era tu voluntad, te pido que reciba una carta de contestación en la que se me diga que la ha leído. Si recibo contestación es porque era de tu voluntad, por lo tanto la envío en el nombre de Jesús. También te prometo que si hay contestación lo contaré como testimonio por radio”

La eché al correo y mi economía comenzó a cambiar, vi la mano de Dios en ella,

además de que recibí un sueño que me hizo entender que había estado disciplinada por desobediente y mi situación iba a cambiar.

Pasó un mes, y mirando el correo como de costumbre, sorpresa, había una carta con el sello de la Casa Real. Abrí la carta que venía con fecha de 24 de noviembre de 1997, enviada por el secretario de S. M. la Reina y decía así…

- Estimada amiga:

Por encargo de su Majestad la Reina, me complace acusar recibo de la atenta carta que le dirigió el pasado 12 de octubre, y de cuyo contenido Su Majestad queda enterada.

Le saluda atenta y cordialmente,

José Cabrera García

¡Podéis imaginar por un momento lo que sentí!, mi carta era improbable que fuese leída, la podían haber tirado a la basura, pero no, Dios tenía el control sobre eso.

Llamé como prometí a la radio y conté el testimonio, mi labor estaba echa, y ya se había quitado la veda a mi economía.

En todo ese tiempo seguía reuniéndome con las hermanas a orar y mi petición siempre era la misma, un trabajo fijo para mi compañero.

Al poco tiempo llamaron a mi compañero a trabajar en una gran empresa y a fecha de hoy esta fijo.

Ese fue el comienzo de un gran cambio que prosiguió con más sorpresas. Dios

quitó del todo la disciplina y me empezaba a hacer abundar en su gracia.

En julio/agosto de 1998 me llegó información por medio de Carmen, que el Ayuntamiento tenía un proyecto de unos cursos para mujeres gitanas que estaban becados. A mi me atrajo mucho el proyecto y eche la solicitud en la UTS (asistenta social) de mi zona presentándoselo primero al Señor.

Pasó un tiempo y a finales de octubre se me llamó, para decirme que comenzaba en noviembre en el curso y que había sido aceptada.

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Había dos tipos de cursos que tenían una duración de tres años escolares. Yo opté por el de mediación y es aquí donde Dios me preparó y me forjó, para que ahora, en el presente, este escribiendo este libro.

Aquí comenzaba una etapa muy importante de cambios a nivel espiritual y carnal.

Nunca pensé que a través de ese curso recibiría tantas bendiciones, ni que había un propósito de Dios en ello, yo pensaba que era una ayuda para mi casa, por la beca que recibía, pero no, en Dios no hay casualidades, todo lo que acontece al cristiano es para bien suyo como dice la Biblia.

En ese curso obtuve el graduado escolar y la prueba de acceso aprobada para los ciclos de grado medio, además de un gran número de títulos que me servían para ejercer como mediadora.

Con la formación que recibimos se nos brindó la oportunidad de encontrar un

empleo y así fue. Aún no había terminado mi último año de preparación, cuando se me contrato como mediadora-educadora para trabajar con menores en una empresa dedicada a eso.

Dios me estaba creando un currículum para que poco a poco llegase a donde Él

quería.

Allí estuve trabajando durante seis meses y después fui llamada por una Fundación que se dedica a trabajar con población gitana y estuve contratada ocho meses como mediadora, y seguía haciendo currículum.

Como podéis ver os estoy describiendo un poco como ha sido mi vida en el

Señor, aunque me he dejado muchas cosas en el tintero que todavía están por escribirse, no se bien cuando.

Pasemos al siguiente capítulo y veamos como Dios me seguía tratando.

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Capítulo 9 Algunas de las más sorprendentes experiencias vividas en Dios.

A lo largo de todos estos años he vivido muchas experiencias, pero voy a contar las más especiales para mí, aunque algunas de ellas sean increíbles y seguramente muchos me tomareis por loca.

La primera que quiero contar sucedió durante un ayuno del coro, cuando yo

estaba en él en la iglesia madre de mi ciudad. La noche anterior habíamos estado de vigilia en mi casa y a eso de las ocho de la

mañana cada una se fue a su casa a asearse y quedamos en el culto a las 10 hrs. Poco a poco comenzamos a llegar al culto y conforme llegábamos nos poníamos

de rodillas a orar, cada una se situaba donde quería. Mi lugar preferido para orar era a los pies del púlpito pero no me puse allí, me puse en uno de los bancos de delante y comenzamos a orar.

Llevábamos un par de horas orando, más o menos, y me puse de pie delante del

púlpito apoyada en él orando, cuando de repente oí como me llamó el Señor por medio de su Espíritu hablando a mi mente, y me dijo:

- “Vuélvete y mira hacia los bancos”

Yo me resistía a hacerlo y le preguntaba qué sentido tenía hacerlo, pero

insistía… - “Vuélvete y mira hacia los bancos” Me volví y dije… - ¿Qué quieres?

El me respondió… - “Mira hacia los bancos y ven”

Miré como el Señor me dijo y vi como la silueta de tres seres sentados, a la

mitad de una fila de los bancos, que me llamaban. Su aspecto no se puede describir porque solo eran siluetas, como algo parecido al agua, transparente, como si tuviesen un aura por encima de ellos, no vi ninguna forma de carne ni de nada especial.

Yo me acerque al banco en el que estaban y conforme me iba acercando sentía

mas presencia de Dios, me dijeron que me sentase en medio de ellos y así lo hice. Entonces pregunté: - ¿Quiénes sois?, ¿sois acaso ángeles?...

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Entonces se me dijo:

- “Calla, mira y oye”, Yo vengo con muy grandes bendiciones en esta mañana sobre vosotras y vais a experimentar cosas que nunca habéis experimentado.

Yo dije: - ¿Porqué no me decís quienes sois?, ¿eres Tú Señor?

Respondió: “Hija somos El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. Tu estas sentada entre el Hijo y el Espíritu Santo porque al lado del Padre morirías”

Todo mi cuerpo estaba temblando, lloraba y no podía soportar tanta gloria, me caía al suelo y la gloria de Dios inundó ese lugar, de tal forma que todo el coro estaba gozándose y sintiendo mucha gloria.

Era demasiado para nosotras que éramos tan poco ante los ojos de Dios. Pero ellas ignoraban lo que a mi me estaba sucediendo. Cada una estaba en lo suyo. Cuando me dijo el Señor que era Él, yo le pedí que me dejase verlo y me respondió:

- “Hija no podrías resistir el vernos, tu carne no lo aguantaría, además de que al Padre no puedes verlo”

La primera instrucción que dio fue la siguiente:

- “Mi hija Carmen se siente muy mal porque cree que no la amo, por lo tanto voy a hacer algo especial con ella y con el resto. Yo voy a entrar en ti de una forma especial, y una por una vas a abrazarlas, pero tu no eres quien las vas a abrazar sino que voy a ser Yo a través de ti”.

Así lo hice y comencé por Carmen, yo apenas me sostenía sobre mis pies porque

todo mi ser temblaba por lo que sentía dentro de mí, me acerqué a ella hablando en lenguas, la levante del suelo, porque ella estaba tirada orando, y la abracé. Cuando lo hice noté algo muy especial, de mi cuerpo salía como fuego, todo ardía dentro de mí y no podía dejar de hablar en lenguas, pero con mucha fuerza.

En el momento en que la abracé salió llorando, hablando en lenguas y se cayó al suelo, no pudo soportar el abrazo de Dios a través de mí. De la misma forma que hice con ella, hice con el resto y todas caían al suelo hablando en lenguas. El Señor las restauró por medio de ese abrazo.

Terminé y me llamó el Señor de nuevo al banco, pero ellas estaban tan llenas de Dios, que solo hablaban en lenguas y lloraban temblando ante la presencia sublime de Dios, ignorando todo lo que me estaba sucediendo a mi.

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Cuando volví al banco el Señor me dio profecía sobre la iglesia e instrucciones para el coro y me aparté y seguí orando.

Me senté en un banco y de repente oí un sonido audible, no en mi mente, era como una cascada muy fuerte de agua que a su vez era como una trompeta que me estaba hablando…

¡ERA LA VOZ AUDIBLE DE DIOS!

Me estremecí por dentro y no entendí bien lo que dijo por temor, pero dije a

Dios que si era lo que yo creía, que me lo confirmase con otras hermanas. Paramos un rato de orar y ellas me preguntaron que había pasado, yo les conté todo excepto lo de la voz audible y entonces…

Paula dijo:

- ¿No habéis oído nada?...

A lo que Andrea replicó: - Yo he escuchado una voz audible

Y Paula dijo: - ¿Era como una cascada de aguas muy fuerte?

Y Andrea dijo: - Si, y como una fuerte trompeta, era una voz muy potente y fuerte.

Entonces dije yo en voz alta… - “Gracias Señor”, yo también la he oído y le he pedido confirmación al

Señor, hemos escuchado la voz audible de Dios.

Cuando les conté lo del banco miraron todas hacia donde vi a los tres seres y yo los seguía viendo, las siluetas claro, ya no solo yo experimente eso, porque las demás intentaban acercarse al banco y cuando les faltaba un banco por llegar a donde estaban se caían al suelo, no se podía soportar la gloria que desprendía ese lugar.

Después de eso nos volvimos a poner a orar y se nos dijo a todas que si creíamos íbamos a ver mas cosas, pero todas; entonces llegó la duda a mi corazón porque era mucha gloria para nosotras y le dije al Señor…

- Padre, tanta gloria nosotras no la merecemos, esto no puede ser, más gloria

es demasiado.

Con la actitud que tomé, se cortó todo por mi incredulidad y mi duda, parecía como si me hubiesen echado por encima un cubo de agua q me apagó por completo.

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Después me dijo Paula que notó el abrazo de un ser, que era un ángel y que le dijo el Señor que si abría los ojos lo podía ver y que los íbamos a ver todas, pero tuvo temor y no lo hizo.

Perdimos más bendición por ser tan torpes y porque siempre nos hemos visto

insignificantes ante Dios como para que se nos concediera tanto privilegio. Cada vez que nos poníamos delante de Dios era para llorar por nuestras faltas y

pedir perdón y clemencia, no nos dábamos cuenta de la estatura espiritual que teníamos en ese tiempo, siempre nos sentíamos lejos de Dios y lo que hacíamos para el no nos parecía suficiente, porque nosotras queríamos estar lo mas cerca posible de Dios.

La siguiente experiencia que quiero contar la viví cuando tenía el cargo del mini coro. Entró de pastor el hermano Gregorio y el primer domingo nos reunió su esposa a todas las mujeres antes del culto para orar, yo no conocía a esta hermana de nada, solo de verla en los cultos. Comenzó la oración y me vino revelación de Dios, tuve una visión con profecía…

- La vi tirada en el suelo de una habitación orando, y me dijo el Señor… “Ella esta orando y ayunando muchos años por una petición, dile que Yo hoy en este día, vengo concediendo su petición”

A mí me costaba mucho dirigirme a ésta hermana porque no la conocía, pero me

dejé llevar por la orden de Dios y cuando terminó la oración le dije: - Hermana Diana, ¿puedo hablar contigo?

A lo que ella respondió:

- ¡Claro hermana!, dime qué quieres. Y volví a decir: - Hermana he recibido palabra para ti. El Señor me ha dicho que, “la petición

que le estas pidiendo desde hace años con oración y ayuno, hoy, en este día viene concediéndotela”.

Ella me contesto enseguida un poco sorprendida. - ¡No, no, no, yo no tengo ninguna petición! que va, yo estoy bien, yo no estoy

pidiendo nada. - En ese momento me hizo mucho daño porque yo fui con la convicción de que

Dios me había hablado y con la seguridad de que yo conocía su voz.

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Comenzó el culto y yo estuve todo el tiempo orando, pidiendo a Dios que me justificase y recibí convicción de que lo que yo había recibido era verdad y le dije al Señor…

- “Padre, yo conozco tú voz, sé que tú no me has engañado y por fe sé que me

vas a justificar”.

Terminó el culto y me fui a casa. Al día siguiente no había culto porque era lunes y los lunes no se hacía culto en la iglesia, pero al día siguiente… Me dirigía hacia la puerta del culto, y unos metros antes de llegar, veo la hermana Diana como sale corriendo hacia a mí llamándome.

- ¡Hermana, hermana, tengo que decirte algo!

Llegó hasta donde yo estaba y me relató. - Hermana perdóname, es verdad que tenía una petición desde hacía años pero

no me acordaba. El Señor ha hecho algo grandioso en mi casa. Sucedió después del culto, cuando nos íbamos en el coche de camino hacia mí casa. Íbamos hablando el hermano y yo cuando de repente nos llamó nuestra hija y me dijo…Mama, mama, el oído ¡¡PUMB!! No le hicimos mucho caso pero ella insistía… …¡Mama, mama, el oído ¡¡PUMB!! Hermana ¿sabes qué pasó?, pues resulta que mi hija estaba sorda de ese oído y en ese momento el Señor la sanó y comenzó a oír. En ese momento fue cuando recordé mi petición y me acordé de tus palabras, perdóname por haberte hecho daño, pero ha sido sin querer.

Yo le di las gracias a Dios por haberme justificado y a través de ese acontecimiento me acerqué mucho a ésta hermana y nos pudimos conocer más mutuamente.

Le tomé mucho afecto y mantengo buena relación con ella, sólo que ella vive en

otra población y no podemos vernos como quisiéramos. Que Dios bendiga mucho tu casa hermana Diana.

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Capítulo 10 Llamado de Dios a Mónica.

Transcurrió un tiempo en mi vida y las oraciones de la tarde con las hermanas se habían dejado de hacer. Entonces hablé con algunas hermanas y decidimos volver a hacerlas.

En aquel tiempo yo ya no pertenecía al coro, me había quitado. Nos comenzamos a reunir en la casa de la tía Montse, que en paz descanse, (murió poco después de hacer esas oraciones). Al principio éramos un grupo muy reducido, las de siempre, pero sucedió algo glorioso…

… Comenzaron a unirse algunas niñas del coro, que eran aquel mini coro que un

día yo dirigía. Se unió otro grupo de jóvenes, entre ellas mi prima Mª Raquel y una amiga mía del colegio que empezaba a asistir a los cultos, Mónica.

Mónica es hermana de Adela, era una mujer que tenía mucho deseo de conocer

de las cosas de Dios y a la que el Señor llamó con un propósito. Fue llamada a través de la enfermedad y posterior sanidad de su madre, aunque como ya he citado anteriormente, el evangelio entró en esta casa por medio de Adela.

Las oraciones en casa de tía Montse eran de mucha bendición y cada día se

agregaban más hermanas, de modo que ya no cogíamos en el salón y se sentaban por el pasillo que daba a las habitaciones y por el recibidor.

En una de esas oraciones comenzó a caer mucha gloria y el Señor me reveló que

Mónica iba a recibir las lenguas. Me puse a su lado y la cogí de la mano diciéndole: - “Mónica recibe el Espíritu Santo, suelta tu boca, no temas”.

Ella tenía mucho miedo porque nunca había experimentado lo que le estaba

pasando. Temblaba de la cabeza a los pies y por mucho que quería soltarla de la mano no me dejaba, cada vez me apretaba la mano más fuerte.

Yo comencé a hablar en lenguas fuerte y las demás también para que el Espíritu

Santo fluyese y después de un rato Mónica recibió las lenguas. Casi se ahogaba por la fuerza y el fuego con que las recibió, pero ahí comenzó el Señor a tratar con ella.

Otro de esos días de tanta gloria estábamos orando y el Señor me dijo:

- “Levántate y dile a la Mª Raquel que si quiere su regalo y dáselo”.

Me levante e hice como el Espíritu me indicó. Me acerque a ella y le dije:

- “Mª Raquel, ¿quieres tu regalo? Ella contestó… - Si

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Entonces volví a decir: - “Recíbelo”

En el momento en que dije eso comenzó a hablar en lenguas, recibió las lenguas

esa tarde. Yo no se bien por que, pero muchas hermanas han recibido las lenguas conmigo. Cada vez que el Señor me lo ha indicado y he hecho lo que me ha dicho, las han

recibido y han sido muchas. Entre ellas todo el mini coro que yo dirigí y que han estado (algunas) por muchos años en el actual coro de la iglesia madre.

Bueno como ya he dicho anteriormente, nuestro Padre tenía una “misión especial”

para Mónica. El Señor la llamó para que me sirviese de ayuda y restauración para mi vida, ya

que por entonces estaba pasando una temporada baja en el Señor. Mónica para nosotras era la pequeña del grupo, no por la edad, si no por su tiempo

en el Señor. El “Papa”, nos dijo a: Ingrid, Andrea, Gabriela, Ramona, Felisa (hermana de Gabriela) y a mi, que teníamos que enseñarla a caminar.

Aquí menciono a dos hermanas de las que no os he contado nada, pues a ello voy. De Ramona puedo contar que es preciosa en le Señor, conoce al Señor desde su

niñez, canta muy bien para Dios. Estuvo un tiempo en el coro pero se quitó al igual que las demás. Ha estado muy unida al grupo que he citado, pero ahora ya no tanto. Atiende a su madre, la hermana Doris que enviudo.

Felisa es una joven, que al igual que su hermana, ha sufrido mucho en la vida.

Tiene un carácter muy fuerte, pero no es nadie, tiene muy buen corazón. Al igual que Ramona conoce el evangelio desde pequeña. Ella ignora muchas cosas en el Señor y tenemos que enseñarla entre todas, aunque todas aprendemos unas de otras mutuamente.

A este grupo lo llamamos entre nosotras cariñosamente, “El cuartel de las feas”,

haciendo referencia a una telenovela. Desde esta parte de mi vida quiero pasar a otra fase de mi vida y contaros que

viví en ese momento, por eso llamaré esta fase…

“UN NUEVO CAMINO”

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Capítulo 11

Trabajando para el Señor en mí trabajo.

Esta parte de mi vida sucedió cuando trabajé por primera vez en la Fundación que antes he mencionado.

Recibí de parte de Dios que tenía que trabajar allí y así lo hice. Nuestro Señor me llevó allí para que sirviese de ayuda a muchas personas pero

en especial para mi amiga y hermana Mª Celia. Ella es una mujer preciosa para Dios y que necesitaba mucha ayuda para conocer mejor al Señor.

A través de trabajar allí mi relación con ella creció y se hizo fuerte, de forma que

hoy día somos muy amigas y la quiero muchísimo por estar siempre ahí, por ser mi paño de lágrimas y ayudarme en uno de los momentos más duros de mi vida.

Celia, se que no te gusta que te mencione, pero no puedo callar lo que Dios ha

hecho en ti y en mi para beneficio de su obra, ya que si el Señor no te hubiese utilizado para ayudarme no sé por donde estaría caminando yo ahora.

No lo dudes, tú eres una hija de Dios a la que el Señor ama mucho y de la que se

usa cuando El quiere, “QUE EL PADRE TE COLME DE BENDICIONES Y TE GUARDE EN TU CAMINAR DIARIO”.

Terminé mi contrato de trabajo y paré durante un año de trabajar por voluntad

propia. En ese año me sucedió algo demasiado doloroso para mi y que no quiero contar, pero el Señor preparó una forma de rescatarme y sacarme del fondo en el que me hundí por completo, en el que no me quedaban fuerzas, no tenía ni siquiera un área de mi corazón que no estuviese dañado, sin fuerzas, triste, sin ánimo para luchar, derribada por completo, pero…

… El Señor me mostró un sueño en el que se me ofrecía trabajo en un pueblo

cercano con otra empresa y así fue. Por la mañana recibí una llamada de teléfono de alguien que yo conocía y me ofrecía trabajo como yo soñé.

Acepté la oferta, por supuesto, era totalmente de Dios. Al poco tiempo de estar trabajando el Señor me mostraba otro sueño, en el que

entendí que ese trabajo era el medio por el cual me iba a restaurar del proceso tan doloroso que estaba viviendo y del que creí que nunca saldría. Así fue, además de contar con la ayuda de mi amiga Mª Celia.

En el tiempo que estuve allí (6 meses), no dejé de evangelizar en todas las casas

a las que entraba a causa de mi trabajo, e intentaba ayudar en lo que podía, sin saber, que la que de verdad estaba recibiendo ayuda, era yo.

El día que tuve el primer sueño que comenzaba a trabajaba lo entendí

perfectamente, pero me confundió otro sueño que tuve al día siguiente, vi como me llamaba mi antiguo jefe para trabajar con el y no entendí nada hasta 6 meses después.

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Mi contrato se terminaba en junio, pero tenia oídas de que podía continuar el proyecto en septiembre u octubre. Me quedaba parada y yo necesitaba trabajar para cubrir deudas.

Aún no se me había terminado el contrato, cuando me volvieron a llamar de la

Fundación ofreciéndome trabajo. Me puse delante de Dios y consulté con El…

- “Padre, muéstrame tu voluntad, ábreme la puerta que tu quieres que siga y ciérrame la que no sea”.

Así fue hermanos, de manera misteriosa se me cerró una puerta y escogí la que el

Señor me dijo. Yo comencé a trabajar de nuevo para mi anterior jefe, pero siempre contando con

la voluntad del Señor. Él conoce perfectamente todos sus propósitos y sabe el porqué y hasta cuando debía seguir trabajando allí.

Continué trabajando durante un año medio más, hasta que Dios me dijo. Después

de eso, asé cuatro largos años sin hacer nada de trabajo, dedicándome a mi casa, mi marido, la iglesia, el coro… en fin una nueva etapa en mi vida.

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Capítulo 12 Un nuevo propósito de Dios para con mi vida. En ocasiones, y muchas por cierto, desconocemos los planes de Dios con nuestras vidas y eso me ha sucedido a mi, algo que jamás hubiera imaginado. Durante casi 24 años había estado orando para que Dios se diese a conocer a toda mi familia, que por cierto es muy dura para el evangelio. Todos los pastores que han pasado por la iglesia lo han intentado y han fracasado, pero yo me he agarrado siempre a sus promesas…

Hechos 16: 31

“…Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. Así ha sido, mi hermano Pedro que en la actualidad es un obrero del Señor, tenía llamado para abrir una iglesia con mi familia, pero lo más sorprendente es que fueron ellos, mi familia, los que le pidieron la palabra a mi hermano. De tal manera el Señor comenzó a trabajar en sus vidas, que cuando nos dimos cuenta, teníamos el dinero recogido para abrir un local. Se acercaba el primer día de culto y mi hermano me pidió ayuda. “…No tengo quien saque las alabanzas en el culto ni quien las enseñe, vente un tiempo a ayudarme”. Así lo hice, con el propósito de estar un tiempo y después volverme a mi iglesia, pero Dios tenía otros planes. En ese tiempo que estuve ayudando, yo estaba trabajando, y estuve orando durante cuatro meses para saber cuando era el tiempo de que me fuera a mi iglesia. A mi me costaba mucho compatibilizar mi tiempo de trabajo, mi casa, el culto, dirigir el coro, ensayos, oraciones y sobre todo las hermanas de la iglesia, que también estaba a mi cargo. En varios mensajes Dios me había hablado para que me quedase en esa iglesia nueva, ese nuevo campo, pero yo le daba la vuelta para decirme a mi misma que mi tiempo allí ya había terminado, que debía volver ya a mi iglesia. A causa de mi trabajo no podía ir muy continuo al culto antes de que se abriese esta iglesia nueva, por lo que faltaba a muchos cultos. Pero Dios conoce todos sus planes. Al comenzar en esta nueva obra, me obligaba a mi misma a ir todos los días que podía para ser de ayuda a esas almas nuevas que venían delante de Dios.

Sucedieron unos acontecimientos que propiciaron que me marchase de la iglesia, siempre dentro del propósito de Dios para con su obra.

De momento dolió el trato que uso conmigo en ese tiempo, pero Él sabía el fruto

que iba a producir.

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Tuvieron que suceder unos hechos para que no siguiera transformando, para mi conveniencia, los mensajes en los que Dios me estaba hablando, no quería ver que Dios me quería en esta nueva y pequeña iglesia.

A partir de esa experiencia tomé la decisión de quedarme allí y tiempo después

entendí que fue permitido por Dios para que me quedase allí, que de otra forma no lo hubiese hecho.

Después de años el Señor me devolvía a mi lugar, “EL CORO”. Mi sorpresa no se iba a quedar solo ahí, que mi familia recibiera al Señor y

comenzara a escuchar la Palabra Santa.

Mi esposo se había apartado del evangelio hacía años, y yo llevaba orando todo ese tiempo para que Dios lo tocase. Mi esposo entiende mucho de sonido. Anteriormente era el encargado del sonido en la otra iglesia y tocaba el bajo. Entonces sucedió algo que me llenó de gozo.

Mi hermano vino un día a pedirle ayuda. Habíamos comprado un equipo de

sonido y no teníamos quien lo supiese manejar. De esta forma fue como el Señor a través de mi hermano tocó de nuevo su vida y ahora está encargado del sonido y además hemos comprado un bajo y lo está tocando en la iglesia, que alegría, mis deseos cumplidos, mi familia para Cristo.

Al cabo de unos meses se hicieron bautizos y se bautizaron 23 personas, entre

ellas la casa de mi hermana al completo. No os podéis imaginar lo que sentí al ver a mis sobrinos, mi hermana, mi cuñado, mis primos y sus hijos bautizarse.

Al cabo de 2 años de estar la iglesia abierta se hicieron nuevamente bautismos

donde se pasaron por las aguas 20 personas más con lo que la membresía de la iglesia llegaba a 71 personas, más unas diez que aún no se habían bautizado.

El Señor estaba poniendo un nuevo sentir y había un nuevo mover del Espíritu. Se ha abrió otra iglesia en otro barrio de la ciudad, en el mismo lugar que teníamos la antigua iglesia. Yo procuro mantener relación con las hermanas para ayudarnos mutuamente.

Actualmente hay 4 iglesias en mi ciudad en 4 barrios distintos que sirve y adoran

a Dios.

Desde esta nueva iglesia sirvo a Dios desde hace ya 7 años y ahora caminamos juntos hacia esa meta que tiene todo cristiano, ver un día al Señor en las nubes, como desciende por su iglesia y ser arrebatados juntamente con el al cielo. “ALELUYA”.

Aún nos queda mucho por recorrer hasta que Cristo venga y muchas batallas que

pelear. Seguiremos pues en sus filas hasta que él venga, por lo tanto ten ánimo, recobra nuevas fuerzas y adelante.

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Agradecimientos y dedicatorias.

Quiero dar las gracias a Dios primero por haberme permitido escribir este libro y si alguna vez llegase a publicarse, a las personas que lo posibiliten. El pensamiento de esta autora al escribirlo ha sido el de hacer bien a la iglesia y dar a conocer un poco de sus experiencias a todos en general, para que puedan ser partícipes de algo que yo considero precioso.

En ningún momento he pensado en hacer este pequeño librito con la idea de dañar a alguien, por el contrario, me gustaría que fuese de mucha bendición y que sirviese para que me conociesen mejor aquellos que no me conocen. También es una forma, de que aquellos que han venido al evangelio recientemente, conozcan la historia y trayectoria de la iglesia. Y para aquellos que no conocen a Dios sirva como un camino por donde comenzar a conocer las delicias de nuestro Dios. En este libro se mencionan muchas personas que ya no están y a las que he cambiado los nombres por respeto, y quisiera decirles a las familias, que las he mencionado con todo el respeto que ellas se merecen y como una forma de conmemorarlas y que queden presentes en nuestros recuerdos.

Quisiera dedicar el libro a toda la obra de Dios, pero en especial a mi Padre que recientemente ha partido con el Señor y a la persona que me hizo conocer el evangelio, mi abuela paterna María. Le quiero dar las gracias a Dios por ella, porque Dios la utilizó como instrumento para traerme delante de su presencia.

Solo me resta por decir que no sé si algún día volveré a escribir, eso está en

manos de Dios, pero si no volviese a hacerlo creo que el esfuerzo ha valido la pena.

“MARANATA”

¡CRISTO VIENE!