Litoral de Bolivia

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La riqueza del Litoral boliviano Bolivia nació a la vida independiente en 1825 con una costa de aproximadamente 400 kilómetros sobre el océano Pacífico. A inicios de la década de 1840, ciudadanos chilenos comenzaron a ocupar el Litoral boliviano y explotar sin autorización los ricos depósitos de guano existentes en la zona, aprovechándose de la escasa población local y la poca presencia de autoridades bolivianas. Como consecuencia, Chile pretendió extender su soberanía hasta el paralelo 23º, en territorio boliviano. En Antofagasta se encontraban los grandes yacimientos salitreros, que fueron explotados por empresarios chilenos en la década de 1860 y en 1879 Chile invadió y ocupó por la fuerza el territorio del Departamento del Litoral. Hace poco más de una centuria, un 13 de agosto de 1900, el embajador chileno en Bolivia, Abraham Konig presentaba a la Cancillería nacional una particular nota, célebre por sus exabruptos. La nota presentaba una conminatoria agresiva para firmar un tratado de límites definitivos entre ambos países, ante un debilitado gobierno boliviano cuya economía se encontraba en ruinas a raíz de las condiciones del Pacto de Tregua de 1884. En la citada nota, el representante del gobierno chileno afirmaba: “Que el Litoral es rico y que vale muchos millones, eso ya lo sabíamos.” Sin duda alguna, el Litoral Boliviano valió mucho para Chile Bastan algunas cifras para que el lector pueda comprender la magnitud de la riqueza que Chile generó con base en nuestro territorio. Tan sólo una mina de cobre ubicada 15 kilómetros al norte de Calama, cuya heroica defensa se recuerda el 23 de marzo, convirtió a Chile en uno de los mayores productores de cobre en el mundo. Sobre esta mina, el presidente trasandino Salvador Allende afirmaba que era el sueldo de Chile y no exageraba. Tan sólo en el año 2012, la industria minera del cobre, cuando el esplendor de Chuquicamata, la mina en cuestión, va en decadencia, aportó a la economía mapuche cerca de 30 mil millones de dólares estadounidenses, según el Reporte Anual del Consejo Minero de Chile 2012- 2013. Para comprender la dimensión de dicha suma, cabe recordar que en ese mismo año, todo el Producto Interno Bruto boliviano alcanzó casi 27 mil millones de dólares estadounidenses. Es decir, ni con toda la producción de dicho año, se logró siquiera llegar a lo que la industria del cobre generó para el PIB chileno. No hay duda que Chuquicamata ha sido el sueldo de Chile desde hace más de un siglo. Sin embargo, no es la única riqueza del territorio usurpado con la que el país invasor logró dinamizar su economía. No se debe olvidar las guaneras, salitreras, minas

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La riqueza del Litoral boliviano

Bolivia nació a la vida independiente en 1825 con una costa de aproximadamente 400 kilómetros sobre el océano Pacífico. A inicios de la década de 1840, ciudadanos chilenos comenzaron a ocupar el Litoral boliviano y explotar sin autorización los ricos depósitos de guano existentes en la zona, aprovechándose de la escasa población local y la poca presencia de autoridades bolivianas. Como consecuencia, Chile pretendió extender su soberanía hasta el paralelo 23º, en territorio boliviano. En Antofagasta se encontraban los grandes yacimientos salitreros, que fueron explotados por empresarios chilenos en la década de 1860 y en 1879 Chile invadió y ocupó por la fuerza el territorio del Departamento del Litoral. 

Hace poco más de una centuria, un 13 de agosto de 1900, el embajador chileno en Bolivia, Abraham Konig presentaba a la Cancillería nacional una particular nota, célebre por sus exabruptos. La nota presentaba una conminatoria agresiva para firmar un tratado de límites definitivos entre ambos países, ante un debilitado gobierno boliviano cuya economía se encontraba en ruinas a raíz de las condiciones del Pacto de Tregua de 1884. En la citada nota, el representante del gobierno chileno afirmaba: “Que el Litoral es rico y que vale muchos millones, eso ya lo sabíamos.” Sin duda alguna, el Litoral Boliviano valió mucho para Chile

Bastan algunas cifras para que el lector pueda comprender la magnitud de la riqueza que Chile generó con base en nuestro territorio. Tan sólo una mina de cobre ubicada 15 kilómetros al norte de Calama, cuya heroica defensa se recuerda el 23 de marzo, convirtió a Chile en uno de los mayores productores de cobre en el mundo. Sobre esta mina, el presidente trasandino Salvador Allende afirmaba que era el sueldo de Chile y no exageraba. Tan sólo en el año 2012, la industria minera del cobre, cuando el esplendor de Chuquicamata, la mina en cuestión, va en decadencia, aportó a la economía mapuche cerca de 30 mil millones de dólares estadounidenses, según el Reporte Anual del Consejo Minero de Chile 2012-2013.

Para comprender la dimensión de dicha suma, cabe recordar que en ese mismo año, todo el Producto Interno Bruto boliviano alcanzó casi 27 mil millones de dólares estadounidenses. Es decir, ni con toda la producción de dicho año, se logró siquiera llegar a lo que la industria del cobre generó para el PIB chileno. No hay duda que Chuquicamata ha sido el sueldo de Chile desde hace más de un siglo. Sin embargo, no es la única riqueza del territorio usurpado con la que el país invasor logró dinamizar su economía. No se debe olvidar las guaneras, salitreras, minas de plata, productos ictiológicos entre otros recursos naturales, de los que el gobierno de La Moneda se benefició.

¿Y Bolivia qué recibió a cambio? La ridícula suma de 300 mil libras esterlinas. Es decir, aproximadamente 35 millones de dólares estadounidenses en la actualidad; ni siquiera representa el 1% de lo que Chile percibe en promedio cada año por la industria cuprífera. Como se puede notar, Bolivia renunció a una riqueza incalculable con la usurpación de su Litoral. Pero ello no es todo, cada año el país aún pierde cerca de 30 mil millones de dólares estadounidenses en sus exportaciones debido al injusto enclaustramiento, de acuerdo con un estudio que realicé hace dos años.

Pese a los inmensos ingresos que el Litoral Boliviano generó para Chile y los perjuicios económicos que el enclaustramiento causa a Bolivia, existen analistas que aún sostienen la tesis de obtener una franja sobre las costas del Pacífico a cambio de una compensación territorial o con otros recursos naturales. Estos planteamientos no merecen consideración alguna. En las líneas

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anteriores, se ha demostrado claramente el beneficio chileno con base en recursos del Litoral. Además, se puede añadir a ello el usufructo a título gratuito por una centuria del agua de los manantiales del Silala, y desde 1960 de las del río Lauca, desviadas unilateral y abusivamente, a pesar de nuestras reclamaciones.

En lugar de discutir infructuosamente sobre compensaciones, se debería prestar atención al denominado Norte Grande de Chile. Si bien la región cercana a Chuquicamata aún contribuye al PIB chileno, existen otras localidades del territorio boliviano usurpado que dejaron de generar ingresos para Chile y se encuentran en total abandono por el gobierno centralista de La Moneda. Como culminaba su nota el diplomático chileno Konig: “Lo guardamos porque vale, que si nada valiera, no habría interés en su conservación.” Las poblaciones de Mejillones, Tocopilla, Cobija, Calama e incluso Antofagasta que conforman el Litoral Boliviano, junto con la región de Arica y Parinacota dejaron de valer en la economía chilena, pero su valor es inconmensurable para los bolivianos.

Desarrollo económico chileno y el Litoral de Bolivia mito o realidad

Estación de trenes de Calama

Así, Chile dio un paso importante en su trayectoria de desarrollo gracias a las exportaciones de los recursos naturales que pertenecían a Bolivia. A principios del siglo XX, pasó a estar entre los países económicamente más avanzados en América Latina. En efecto, podría decirse que antes de ello Chile era una economía atrasada, con un crecimiento relativamente modesto. 

Según Meller, la etapa inicial de la economía chilena moderna comenzó en 1880, los recursos naturales, especialmente los minerales, han tenido siempre un papel importante en la economía chilena. Sin embargo, lo que cambió sustantivamente el carácter de la economía chilena fueron las exportaciones salitreras que comenzaron a realizarse en gran escala durante la década de 1880. 

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Por otro lado, El Libro del Mar hace referencia que, en 1877 un terremoto seguido de maremoto (estimado en 8,8 grados en la escala de Richter en mediciones posteriores) arrasó la costa boliviana devastando ese territorio. Por si esto fuera poco, en 1878 una terrible sequía asoló importantes sectores del territorio boliviano.

Como consecuencia de estos desastres naturales, el Gobierno de Bolivia solicitó a la empresa anglo-chilena Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta el pago de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado, a fin de generar recursos ante las catástrofes naturales que habían afectado a la región. Esta solicitud suscitó un reclamo por parte del gobierno de Chile antes que la compañía acudiera a los tribunales bolivianos correspondientes. Por su parte el Gobierno boliviano manifestó su disposición de someter esta controversia al arbitraje establecido por el Protocolo Complementario de 1875, sin recurrir al mecanismo de arbitraje previamente acordado, Chile invadió militarmente el puerto boliviano de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.

EXPORTACIONES DE RECURSOS NATURALES 1880-1971  

Durante el período 1880-1930, las exportaciones salitreras dominaron la economía chilena; entre 1940 y 1971, el principal producto de exportación fue el cobre. En todo ese período, que se extiende por casi un siglo, el salitre y el cobre han representado más de la mitad de las exportaciones totales de Chile (Meller, 1998). 

El fácil acceso al mar (los grandes yacimientos se encontraban a una distancia de entre 40 y 80 kilómetros del océano) y gracias a los grandes depósitos, con alto contenido de nitrato, Chile pronto se transformó en el mayor productor de nitrato del mundo. De 1880 a 1930, las exportaciones salitreras constituyeron el área más importante de la economía chilena, elevando el nivel total de exportaciones de manera significativa y proporcionando una enorme y creciente fuente de ingresos al gobierno chileno. 

La producción de nitrato registró una tasa de crecimiento sostenida y relativamente alta durante 40 años: entre 1880 y 1920, las exportaciones salitreras crecieron a un ritmo de 6,1 % al año. La explotación del nitrato requería una tecnología rudimentaria, relativamente intensiva en mano de obra: en el período 1906-30, más de 40.000 personas trabajaron en los yacimientos salitreros. Ya en 1890 las exportaciones salitreras constituían la mitad de las exportaciones chilenas; desde comienzos del siglo XX, y hasta la Primera Guerra Mundial, su participación en las exportaciones totales fue superior al 70 %, mientras que su contribución al Producto Geográfico Bruto (PGB) fluctuó en torno a un 30 % durante el período 1900- 1920.

Las exportaciones salitreras aumentaron el nivel de tributación desde menos de $us 1 millón en 1880 a más de $us 20 millones en los primeros años del siglo XX, aportando al gobierno chileno casi el 50 % de los impuestos totales entre 1895 y 1920; también contribuyeron indirectamente al presupuesto estatal al proporcionar divisas para la expansión de las importaciones, puesto que aumentaron la disponibilidad de recursos fiscales. De este modo, los impuestos al sector externo tuvieron una participación de 60 %-80 % en la tributación total durante el período de auge del salitre. 

El auge de las exportaciones salitreras dio un gran impulso al sector externo chileno, transformándose en el motor del crecimiento y generando dos cambios estructurales fundamentales en la economía chilena. Primero, los inversionistas extranjeros llegaron a ser agentes importantes, principalmente en el sector minero exportador. Segundo, a pesar de la

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ideología predominante del laissez faire, el gobierno empezó a adquirir un papel cada vez más protagónico en la economía, debido a los grandes ingresos tributarios generados por las exportaciones salitreras. 

LA ERA DEL COBRE 

(1920- 1971) 

En 1911, firmas norteamericanas iniciaron inversiones en la mina a tajo abierto más grande del mundo, Chuquicamata (cerca de Calama, fue parte del territorio de Bolivia antes de la invasión chilena). La inversión inicial en Chuquicamata fue de alrededor de $us 125 millones, y la producción se expandió rápidamente: hacia 1924, Chuquicamata producía 107.000 toneladas al año. Es decir, en 10 a 15 años esta mina de cobre estaba aportando el 80 % de la producción total de cobre de Chile. 

Las exportaciones del cobre; han adquirido una importancia creciente en la economía chilena. Desde 1945, han representado más del 50 % de las exportaciones totales (y aún cerca del 60 % en el período 1955-59). La tributación a esta actividad aportó más del 26 % de la recaudación total del gobierno en la década de 1950. La importancia relativa de las exportaciones del cobre en el PGB de Chile fluctuó entre 6 % y 9 % en el período 1950-1970. 

Todos los indicadores muestran una importancia relativa mucho mayor de las exportaciones salitreras, principalmente por el hecho de que éstas representaron alrededor del 30 % del PGB chileno, mientras que las exportaciones del cobre constituían alrededor del 8 %. 

LA INDUSTRIA DEL LITIO 

Chile es el primer productor de litio del mundo con reservas conocidas en el salar de Atacama (territorio boliviano antes de la invasión chilena), siendo este su mayor depósito correspondiendo al 25 % de las reservas mundiales del recurso. 

El salar de Atacama es el depósito de mayor calidad de litio en el mundo. Está ubicado en el sector centro-oriental de la II Región de Chile, a 2.300 msnm, con una superficie de 3.000 km2 y un cuerpo salino central o núcleo de 1.400 km2. Las concentraciones de litio en Atacama son las más altas entre los salares conocidos. 

Actualmente, y según estimaciones del gobierno chileno, poseen el 41 % del mercado mundial de litio, con exportaciones que durante el año pasado el mineral representó ingresos por $us 204 millones para Chile. Asimismo, en 2011, Chile aportó el 37 % de la producción mundial de litio, seguido por Australia, con el 30 %; China, con un 15 %, y Argentina, con un 12 %. Además, contiene el 25 % de las reservas mundiales del recurso. 

En conclusión, los recursos naturales, que pertenecieron a Bolivia, dieron y siguen dando un gran impulso al desarrollo económico de Chile y; el impacto en el Producto Interno Bruto y las exportaciones de Chile son muy importantes.

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Mapa del territorio que Bolivia perdió con Chile

El cobre contribuye al progreso de Chile

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Enriquecimiento ilícito de Chile con salitre, guano y cobre de Bolivia

Por la veracidad con la que Bolivia demanda a Chile una salida al mar con soberanía, mediante la

Corte Internacional de Justicia de La Haya, se debe tomar en cuenta los siguientes antecedentes

históricos, geopolíticos y políticos adicionales que justifican el reclamo de Bolivia.

Mucho antes de la Guerra del Pacífico de 1879, en el año 1870 se descubrió yacimientos de plata

en Caracoles y posteriormente grandes extensiones de salitre. Todo esto muestra que el poderío

económico y militar de Chile surgió gracias a las riquezas que existían en territorio boliviano, y

conociendo los adelantos de científicos ingleses que obtenían cobre a partir de sulfatos. Con lo

cual aseguraban la exportación de cobre a los mercados del mundo.

En 1857, fuerzas chilenas tomaron el puerto boliviano de Mejillones, expulsando a las autoridades

bolivianas y haciendo obligatoria la obtención de una licencia chilena para la explotación del guano.

En 1860, José Santos Ossa, asociado con Francisco Puelma, se hicieron dueños del salitre y el

guano de Bolivia, incluyendo los yacimientos de cobre más grandes del mundo. El Gobierno de

Chile dijo que esos recursos naturales localizados en Bolivia formaban parte de su territorio, por

esta razón, sin respetar la propiedad boliviana, declaró que su territorio se expandía hacia el norte

hasta el paralelo 23 y que los depósitos de guano eran propiedad del Estado.

El Gobierno de Bolivia envió oficialmente una protesta legal manifestando y demostrando que su

territorio se extendía hacia el sur hasta el paralelo 26. Chile rechazó este reclamo haciendo gala de

su poder económico y militar muy superior al de Bolivia. José Santos Ossa y Francisco Puelma en

1869 formaron la sociedad Salitrera Melbourne Clark y Cía. En octubre de 1872 esta compañía

hizo traspaso de sus derechos a una sociedad anónima chilena denominada Compañía de Salitres

y Ferrocarril de Antofagasta, que entre sus derechos tenía facultad para construir un ferrocarril

privado desde el Puerto de Antofagasta al depósito de nitrato de Las Salinas.

En 1884, el Gobierno chileno concedió a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta el

permiso para prolongar la línea hasta la frontera con Bolivia, para lo cual se contrató al ingeniero

Josiah Harding, quien se preocupaba por la falta de agua de calidad, y porque se debía utilizar

aguas subterráneas con salitre para el llenado de calderos de locomotoras a vapor, porque no se

contaba en la región con otra fuente apropiada del líquido.

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Chile, anoticiado de la existencia de bofedales con agua de buena calidad en la provincia de Sud

Lípez (Potosí – Bolivia), hizo que el Ing. constructor Josiah Harding ingrese a territorio boliviano

para recolectar aguas de bofedales, para lo cual llevó obreros y construyó canales de tierra de 60

cm de ancho y 80 cm de profundidad, complementados con tuberías, dándoles una pendiente que

permita llevar 250 lts/seg de agua hasta la frontera con Chile, aun sabiendo que se trataba de una

usurpación ilegal del agua existente en territorio boliviano. Harding completó las obras para que la

compañía chilena se beneficie con estas aguas de buena calidad en el llenado de calderos de

locomotoras a vapor, la explotación e industrialización del cobre y disponer de agua potable para la

población.

Después de lo mencionado anteriormente, se concretaron los objetivos de Chile, recordando lo que

el ministro Abraham Koning manifestó, durante la invasión del Litoral de Bolivia, “que el Litoral es

rico y vale muchos millones, eso ya lo sabíamos. Lo guardamos porque vale: que si no valiera, no

habría interés en su conservación” (año 1890). Lo manifestado por el señor Koning demuestra que

el Litoral era rico en recursos naturales y era un territorio soberano de Bolivia.

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