Literatura medieval siglo xv
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LITERATURA MEDIEVAL SIGLO XV
3 ESO PMAR
IES CALDERÓN DE LA BARCA
LITERATURA MEDIEVAL SIGLO XV 3 ESO PMAR
CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XV está marcado por el conflicto entre los grandes
nobles, que luchan por conservar los privilegios feudales y
las cotas de poder propias de una sociedad medieval, y la
monarquía, deseosa de establecer un poder central
unificador. El reinado de Juan II (1406-1454) se caracteriza
por el predominio del poder real, que encuentra un
importante apoyo en la burguesía urbana, un grupo social
emergente y cada vez más enriquecido por su actividad
fabril y comercial, pero sin influencia alguna en el esquema
estamental todavía vigente. Destaca en este reinado la
figura del condestable Álvaro de Luna, mano derecha del rey
que llegó a acumular un poder inmenso, pero que acaba
ejecutado por la campaña de desprestigio alentada por la
nobleza.
El reinado de Enrique IV (1454-1474) resulta mucho más
inestable. En la llamada "farsa de Ávila", los nobles levantiscos
deciden coronar unilateralmente al hermano pequeño del rey,
de tan solo once años, con la intención de manipularle.
Comienza una nueva guerra civil que termina por la prematura
muerte del infante. El siglo termina con un nuevo conflicto
armado entre los partidarios de Juana, conocida como "la
Beltraneja", hija de Enrique IV e Isabel, su hermana, a quien
muchos nobles apoyan esperando de ella que fuera una reina
proclive a sus deseos. Sin embargo, Isabel I de Castilla, sobre
todo a partir de su matrimonio con el rey Fernando de Aragón,
consolidará el poder de la monarquía y acabará definitivamente
con el orden feudal. Son los Reyes Católicos .
En el año 1492 confluyen dos
acontecimientos que marcan un cambio
de época: la toma de Granada, con la que
acaba definitivamente la Reconquista, y el
Descubrimiento de América. Es también el
año de la expulsión de los judíos y de la
publicación de la Gramática de Nebrija.
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LOS ROMANCES
Los romances son composiciones poéticas breves de transmisión oral con dos
componentes, un componente narrativo (se cuentan hechos puntuales o historias,
siempre emocionantes) y un componente lírico (los romances se cantan y, en ellos, los
sentimientos se representan con gran intensidad). Los romances constituyen, junto
con la poesía lírica tradicional, el legado popular de la literatura. Su autor es
desconocido y presentan muchas variantes, pues el pueblo va modificándolos y
depurándolos a lo largo del tiempo.
El origen de la métrica y de muchos contenidos de los romances se halla en los
cantares de gesta. No obstante, se distinguen de éstos por su brevedad (que tiene
como consecuencia una mayor condensación y una mayor depuración) y por su mayor
contenido lírico (lo que comporta intensidad).
Los cantares de gesta estaban compuestos en tiradas, estructuras con un número
indeterminado de versos monorrimos en rima asonante de metro irregular, aunque
rondaban, sobre todo a partir del siglo XIV, las dieciséis sílabas. En cualquier caso, los
versos se dividían en dos hemistiquios o partes iguales (la cesura o pausa intermedia
es obligatoria en español en todos los versos a partir del dodecasílabo o verso de doce
sílabas). La regularidad se acentúa en los romances, pues el lirismo añadido a los
contenidos épicos va asociado a la sustitución del recitado de un juglar acompañado
de instrumento musical, característico de la épica, por el canto o interpretación
musical, propio de los romances (que, incluso, hasta se bailaban).
En el siglo XV, la música popular de los romances llama la atención de los músicos de
la corte, los cuales se dedican a recopilar los romances (y otras composiciones
tradicionales) en colecciones denominadas cancioneros. La regularidad aún se
acentúa más cuando son transcritos. Se procede a copiarlos divididos, en sucesión
variable de versos de ocho sílabas en la que, por tanto, sólo riman los versos pares. Y
ésta es la caracterización métrica que se asocia a los romances. También se acortan
frecuentemente, lo que refuerza el tono lírico. Se acortan porque la brevedad era un
ideal estético en el círculo cortesano y, además, por las limitaciones de impresión, que
se realiza en pliego suelto o de cordel (una hoja doblada sobre sí misma hasta obtener
8 ó 16 páginas).
Como ocurre siempre con la literatura tradicional, la fecha segura es la de
transcripción (trasposición a la escritura); la fecha de composición de los romances
nos es desconocida, aunque, a veces, se deduce de lo contado.
El Romancero viejo frente al Romancero nuevo. La gran longevidad del género
En los siglos XVI y XVII, se vive un nuevo interés por los romances, pero esta vez,
sobre todo, por parte de los poetas cultos, atraídos por los rasgos populares de las
letras y no sólo por la música. Tal interés lleva a la aparición del Romancero nuevo, en
que se recopilan romances de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo o Góngora. Los
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autores se complacen en mantener el arcaísmo del lenguaje, lo que ya se daba en los
romances viejos a tono con su exaltación del pasado.
Los romances nuevos aportan frecuentemente la rima consonante y un mayor rigor
métrico. Muchos romances nuevos usan de estrofa, es decir, presentan estructuras
repetidas con número fijo de versos (generalmente, cuatro octosílabos) y el esquema
de rima en los versos pares. Así mismo, los romances nuevos aportan mayor variedad
temática (aparecen contenidos satíricos y los temas moriscos -en que se idealiza al
caballero musulmán derrotado, asumiendo, muchas veces, su punto de vista-, y se da
un mayor interés por los asuntos amorosos).
El interés que la literatura culta ha dispensado a la forma del romance se extenderá
hasta el siglo XX, con cultivadores de este género como Antonio Machado ("La tierra
de Alvargonzález"), Federico García Lorca ("Romance de la pena negra"), Juan
Ramón Jiménez ("Romances de Coral Gables") o el cubano Nicolás Guillén
("Romancero"), por citar sólo unos pocos.
El romance tradicional ha sobrevivido hasta ese mismo siglo en el medio rural, aunque
en la España de los setenta constituye ya una tradición moribunda. De generación en
generación, los romances han sobrevivido en Hispanoamérica y en las comunidades
de judíos sefardíes de Marruecos y Asia Menor.
ACTIVIDADES
ACT 1
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ACT.2
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ACTIVIDAD 3
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EL ROMANCERO
Los romances tradicionales se clasifican temáticamente en varios grupos.
El primer grupo es el de los romances históricos o noticieros. En ellos se integran, a
partir del siglo XIV, los fronterizos (sobre los contactos con el reino musulmán
superviviente). Muchos tienen un carácter propagandístico, lo que permite asociarlos a
determinado suceso histórico y datarlos con más precisión.
El segundo grupo está integrado por los romances épicos nacionales, nacidos muchas
veces como desgajamiento de un cantar. Tratan sobre la conformación de la identidad
castellana.
El tercer grupo es el de los romances épico-caballerescos, que incluyen los de asunto
carolingio o de la épica francesa e, incluso, los del ciclo artúrico, más caballerescos.
El cuarto grupo está conformado por los novelescos o de aventuras y los líricos.
Cuentan asuntos como el engaño, los cautivos y, sobre todo, el amor desdichado
(amor desgraciado o infiel, la malcasada, etc.). Tales ficciones entroncan con la balada
tradicional de toda Europa. Son muy difíciles de datar.
El lenguaje
Hay dos elementos del lenguaje de los romances consustanciales a la transmisión
oral: el estilo formulario y los tópicos. Ello obedece a que tales elementos facilitan la
rima y, por tanto, son indispensables en la improvisación, si falla la memoria.
Además de lo anterior, los romances comparten con la épica las repeticiones, pues
presentan esquemas repetitivos y, también, esquemas antitéticos, de contraste. Las
repeticiones constituyen un recurso dilatorio, de suspense narrativo.
Los romances comparten con la épica, así mismo, la fluctuación en los tiempos
verbales (de repente, por ejemplo, uso de presentes dentro de lo que es narración de
hechos pasados) y el abuso del demostrativo. Ambos elementos permiten una
evocación más viva y actualizada de los hechos, y cambios de ritmo y enfoque (como
ocurre, paralelamente, con los cambios de plano de las películas hoy en día). A esta
evocación más viva y actualizada de los hechos contribuye también la reproducción de
los diálogos en estilo directo y sin verbo declarativo alguno que lo anuncie ("dijo,
preguntó", etc.).
Los romances se complacen en utilizar arcaísmos del idioma para subrayar su origen
épico o su regusto tradicional.
Los romances, frente a los cantares de gesta, se caracterizan por su fragmentación
(comienzo y final abruptos, y frecuente elipsis de episodios intermedios). Todo ello
aumenta la intensidad y el ritmo.
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ACTIVIDAD 4
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ACTIVIDAD 5
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ACTIVIDAD 5
El romancero viejo
Determina a qué grupo temático pertenecen los siguientes romances o fragmentos de
romances viejos. Las cuatro opciones posibles son: histórico o noticiero, épico
nacional, épico-caballeresco y novelesco o lírico.
2. Romance de Fontefrida Fontefrida, Fontefrida,
Fontefrida y con amor, do todas las avecicas van tomar consolación,
si no es la tortolica que está viuda y con dolor. Por ahí fuera a pasar
el traidor del ruiseñor, las palabras que él decía llenas son de traición;
-Si tú quisieses, señora, yo sería tu servidor. -Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador, que ni poso en ramo verde, ni en prado que tenga flor,
que si hallo el agua clara, turbia la bebía yo; que no quiero haber marido,
porque hijos no haya, no, no quiero placer con ellos, ni menos consolación.
Déjame, triste enemigo, malo, falso, mal traidor, que no quiero ser tu amiga
ni casar contigo, no.
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LA CELESTINA El género de La Celestina
Las unidades formales de una novela son tres: narración, descripción y diálogo. En La Celestina sólo encontramos la unidad formal del diálogo, lo que demuestra que nos hallamos ante una obra teatral. Esta obra de teatro contrasta poderosamente con las de su época por cuanto no es en verso. La literatura en romance nace vinculada al fenómeno de la rima, pues la rima es consustancial a la transmisión oral: La transmisión oral era el único procedimiento adecuado para acceder al gran público, abrumadoramente iletrado; antes de la invención de la imprenta en 1468, la única alternativa a la transmisión oral era la copia manuscrita, que, por su coste, se reservaba en un principio para las obras consideradas clave, usualmente en latín. La rima es un procedimiento primordialmente concebido para la transmisión oral, no para la transmisión escrita, pues consiste en la repetición de sonidos al final de los versos a partir de la última vocal tónica y, por tanto, es un fenómeno del nivel fónico. La rima es un formidable recurso mnemotécnico (favorece la memorización, lo que resultaba una ventaja para los juglares y, después, para los actores). El primer gran género occidental que se desprende de la rima es la narrativa (al principio de la literatura en romance, los géneros narrativos eran en verso: cantares de gesta, relatos del mester de clerecía, primeras novelas caballerescas -roman courtois-, etc.). El siguiente género que se desvincula de la rima es el teatro, en el siglo XVIII o siglo de la Ilustración. En el siglo XX, veremos como empieza a resultar habitual encontrar poemas en que no hay rima (se juega con el ritmo de cantidad, es decir, con el metro o longitud del verso, para obtener el tono adecuado a los contenidos líricos). Por todo lo visto, La Celestina es obra de teatro, pero, en tanto que en prosa (hallándonos, como nos hallamos, antes del siglo XVIII), es evidente que no fue concebida para ser representada. Además, su representación hubiera sido imposible ya que abarcaría unas ocho horas. Es cierto que es una obra que hoy se representa constantemente, pero siempre en versión adaptada (una de las adaptaciones más conocidas es la de Gonzalo Torrente Ballester). Tan cierto es que es obra del género teatral (aunque insólita para entonces) que uno de sus primeros editores recomendaba que se leyera en voz alta dramáticamente (véanse las octavas de Proaza que aparecen al final del texto). Además, es obra de la que enseguida surgieron versiones en verso. La Celestina es una obra teatral peculiar porque pertenece al género de la comedia humanística, un género que nace en entornos universitarios y va dirigido a un público universitario (y que, por tanto, sabe "leer y escribir", lo que, en aquella época, significa, sobre todo, saber 'leer y escribir en latín'). Las universidades españolas abandonarían definitivamente el latín como lengua de la docencia por disposición del rey Carlos III de 1769. La comedia humanística del siglo XV está protagonizada por jóvenes enamorados, sus criados e, incluso, medianeras, pues se inspira en el teatro clásico
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romano de Plauto y Terencio. Este género en latín triunfa mucho entre los humanistas; en Italia peca de exceso de rigidez en la imitación de los modelos romanos. La Celestina es la primera comedia humanística europea que se compone en lengua romance y alcanza el grado de clásico de la literatura occidental merced, en parte, a su independencia con respecto a los patrones clásicos. Autoría y estructura. Argumento Coherentemente con su condición de comedia humanística, los dos autores de La Celestina denominan a su obra Comedia de Calisto y Melibea en su primera versión, la de 1499. Esta versión consta sólo de 16 actos. El autor de los 15 últimos actos es Fernando de Rojas, un hombre de leyes nacido en La Puebla de Montalbán (Toledo). Conocemos su identidad gracias a unos versos acrósticos que aparecen entre la carta de "el autor a un su amigo" y el "prólogo" de la obra. Un poema acróstico es un poema en que las letras iniciales de los versos forman una frase. Está acreditada la condición de judío converso de Fernando de Rojas. Dice éste, en la carta de "el autor a un su amigo" al principio de la obra, que se encontró el primer acto (sensiblemente más largo que los restantes) y se dispuso a continuarlo. El autor del primer acto nos es desconocido. En la versión de 1502, Fernando de Rojas añadió 5 actos más, entre el 15º y el 16º y último de la versión anterior. La obra consta definitivamente, pues, de 21 actos. La obra cuenta cómo Calisto, un rico y apuesto joven, es rechazado por la joven y resuelta Melibea, también de familia rica. El enamorado acude a la alcahueta Celestina, por consejo de su criado mayor, Sempronio (quien se halla en relación amorosa con una pupila de la medianera, Elicia), y en contra del parecer de su criado más joven, Pármeno. Celestina, tras granjearse la simpatía de Pármeno (a cambio de los favores de Areúsa, otra de sus pupilas), consigue el sí de Melibea y, por ello, es recompensada con una cadena riquísima. Sempronio y Pármeno riñen con la alcahueta por su parte en la recompensa, la asesinan y son ajusticiados. En la versión de 1502 (alargada a solicitud de los lectores), Elicia y Areúsa envían unos matones para vengar a su comadre y a los criados; al oír gritos, Calisto, en una nueva cita con Melibea, baja por la escala para hacerles frente, pero tropieza y se mata. La obra concluye en la versión larga y la corta con el accidente de Calisto y la consiguiente decisión de Melibea de arrojarse desde una torre ante su padre, que, finalmente, se lamenta lastimosamente de tanta sinrazón por culpa del amor. ACTIVIDAD 6
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ACTIVIDAD 7
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[ACTO I; escena I]
CALISTO.- En esto veo, Melibea, la
grandeza de dios. MELIBEA.- ¿En qué, Calisto? CAL.- En dar poder a natura que de tan
perfecta hermosura te dotase: y hacer a mi inmérito tanta merced que verte
alcanzase: e en tan conveniente lugar que mi secreto dolor manifestarte pudiese. Sin duda incomparablemente
es mayor tal galardón que el servicio, sacrificio, devoción e obras pías que por este lugar alcanzar tengo yo a dios
ofrecido. [1] Ni otro poder mi voluntad humana puede cumplir. ¿Quién vio en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre como ahora el mío? Por cierto los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina no gozan más que yo
ahora en el acatamiento tuyo. Mas, ¡o triste!, que en esto deferimos: que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienauenturanza: e yo mismo me alegro con recelo del esquivo tormento que tu ausencia me ha de causar. [2] MEL.- ¿Por grand premio tienes esto, Calisto?
CAL.- Téngolo por tanto en verdad, que si dios me diese en el cielo la silla
sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad. MEL.- Pues aún más igual galardón te daré yo, si perseveras.
CAL.- ¡O bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra [3]
habéis oído! MEL.- Más desaventuradas de que me acabes de oír: porque la paga será tan
fiera cual la merece tu loco atrevimiento; e el intento de tus palabras, Calisto, ha sido de ingenio de tal hombre como tu, haber de salir para se perder en la
virtud de tal mujer como yo. [4] ¡Vete, vete de aquí, torpe: que no puede mi paciencia tolerar que haya subido en corazón humano conmigo el ilícito amor
comunicar su deleite! CAL.- Iré como aquel contra quien solamente la adversa fortuna pone su
estudio con odio cruel. [5]
[1] Carácter hiperbólico (exagerado) de la declaración de amor de Calisto, parodiando así una de las características del amor cortés. [2] Alegría que siente Calisto ante su sufrimiento por la pasión que siente, característica del amor cortés. [3] Tan gran palabra: “galardón”. Se produce un equívoco, pues Melibea usa el término con significado de castigo, y Calisto lo entiende como recompensa (señal de la dama a la devoción del amante). Calisto lo interpreta como rendición sexual, de ahí la furia que muestra Melibea. [4] Como es habitual en el amor cortés, la dama censura y rechaza al hombre de clase media (aunque en este caso es de alto linaje) que le acaba de requerir en amores. [5] [ACTO I; esc I] Primer encuentro, casual, entre Calisto y Melibea. Él se enamora de manera instantánea, mientras que ella le rechaza, siguiendo los tópicos del amor cortés. ---------------------------------------------------------------
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Actividades
a. Resume brevemente el primer encuentro entre Calisto y Melibea. b. ¿Cuál es la reacción de Calisto ante el rechazo de Melibea?
c. ¿En qué consiste la ambigüedad de la actitud de Melibea? d. Destaca los rasgos de amor cortés que observes en este encuentro .
Actividad procedente de http://antoniocanolopez.blogspot.com/