Literatura a Puerta Cerrada (Cesar Vallejo)

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LITERATURA A PUERTA CERRADA O LOS BRUJOS DE LA REACCION El literato a puerta cerrada, no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y direcciones encontradas de la realidad social y objetiva, nada de esto llega hasta el bufete del escritor a puerta cerrada. Este plumífero de gabinete es hijo directo del error económico de la burguesía. Propietario, rentista, con prebendas o sinecuras de Estado o de familia, el pan y el techo le están asegurados y puede escapar a la lucha económica, que es incompatible con el aislamiento. Tal es el más frecuente caso económico del literato de gabinete. Otras veces, el escriba se nutre el estómago de un tácito sentido económico, heredado de la psicología de clase de que procede. Carece entonces de renta, como vulgar parásito de la sociedad, pero disfruta de un temperamento que le permite practicar una literatura de gran cotización. ¿Cómo? "El artista -escribe Upton Sinclair- que triunfa en una época, es un hombre que simpatiza con las clases reinantes de dicha época, cuyos intereses e ideales interpreta, identificándose con ellos". En una sociedad de aburridos regoldantes y de explotadores satisfechos, que, como decía Lenin, "enferman de obesidad", la literatura que más place es la que huele a polilla de bufete. Cuando la burguesía francesa fue más feliz y satisfecha de su imperio, la literatura de mayor prestancia fue la de puerta cerrada. A

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LITERATURA A PUERTA CERRADA O LOS BRUJOS DE LA REACCION

El literato a puerta cerrada, no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema

económico, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e

inmediato de las fuerzas y direcciones encontradas de la realidad social y objetiva, nada

de esto llega hasta el bufete del escritor a puerta cerrada.

Este plumífero de gabinete es hijo directo del error económico de la burguesía.

Propietario, rentista, con prebendas o sinecuras de Estado o de familia, el pan y el techo

le están asegurados y puede escapar a la lucha económica, que es incompatible con el

aislamiento. Tal es el más frecuente caso económico del literato de gabinete. Otras

veces, el escriba se nutre el estómago de un tácito sentido económico, heredado de la

psicología de clase de que procede. Carece entonces de renta, como vulgar parásito de la

sociedad, pero disfruta de un temperamento que le permite practicar una literatura de

gran cotización. ¿Cómo? "El artista -escribe Upton Sinclair- que triunfa en una época,

es un hombre que simpatiza con las clases reinantes de dicha época, cuyos intereses e

ideales interpreta, identificándose con ellos". En una sociedad de aburridos regoldantes

y de explotadores satisfechos, que, como decía Lenin, "enferman de obesidad", la

literatura que más place es la que huele a polilla de bufete. Cuando la burguesía francesa

fue más feliz y satisfecha de su imperio, la literatura de mayor prestancia fue la de

puerta cerrada. A la víspera de la guerra, el rey de la pluma fue Anatole France. Hoy

mismo, en los países donde la reacción burguesa se muestra más recalcitrante como en

la propia Francia, en Italia y en España, -para no citar sino países latinos- los escritores

en boga son Paul Valéry Pirandello y Ortega y Gasset, cuyas obras contienen, en e

fondo, una evidente sensibilidad de gabinete. Ese refinamiento mental, ese juego de

ingenio, esa filosofía de salón, esa emoción libresca, trascienden a lo lejos al hombre

que se mas turba muellemente, a puerta cerrada.

(1) Literatura a puerta cerrada o los brujos de la reacción. ¿Englobarlos con los hacedores de imágenes? (N. del A.)