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MEMORIAS DE AMBROSIO SALAZAR Y MRQUEZ

Memorias sobre la Resistencia de La Brea del Teniente Coronel AMBROSIO SALAZAR y MRQUEZ

Documentos(Escrita por su hermano Juan P. Salazar) EXPLICACIN La guerra con Chile, y en particular, la Campaa de La Brea, ha sido muy poco tratada por nuestros historiadores nacionales; las hazaas del general Cceres y sus gloriosos guerrilleros, eran ignoradas hasta hace muy poco. El Mariscal de la Brea, el soldado ms grande de la guerra sin lugar a dudas, era casi desconocido cosas injustas de la vida-; ni que decir de sus lugartenientes de la epopeya de la resistencia: Ambrosio Salazar y Mrquez, Jos Mercedes Puga y otros esclarecidos patriotas. Las inditas e importantes Memorias del vencedor de los combates de Sierra Lumi, Concepcin, San Juan Cruz y segundo combate de Concepcin, halladas casualmente despus de insistente y larga bsqueda, confortaron y facilitaron mi afn, largamente acariciado, de escribir algo de la legendaria y olvidada Campaa de La Brea. Las Memorias del general Cceres, tan importantes pero muy sucintas, no abarcan todas las numerosas e importantes acciones de la Campaa de la Resistencia; era pues necesario indagar de los sobrevivientes, recopilar y rescatar documentos inditos, tradiciones y testimonios guardados por los descendientes de los gloriosos combatientes. En ese afn tuve conocimiento de la existencia de las Memorias del Teniente Coronel Ambrosio Salazar, ya famoso como actor principal del combate de Concepcin; pero pasaron varios aos antes de encontrarlas. En Huancayo resida, ya retirado, un magnfico profesor que tuve en la escuela, a quien visitaba siempre que iba a ese lugar porque nos proporcionaba datos importantes sobre la Campaa de La Brea. Un buen da del ao 1974 que lo visit, con gran sorpresa y alegra le escuch decirme: Yo tengo las Memorias de don Ambrosio Salazar. El heroico breero, ya anciano, enfermo y sin familia, anhelaba viajar a Lima a radicarse, para lo que necesitaba dinero; pens que vendiendo sus Memorias, que las consideraba importantes, podra obtener alguna suma considerable. Ofrecido a varios intelectuales y profesores, nadie quiso comprrselas ni por sumas irrisorias. Slo lo hizo mi antiguo maestro, Lorenzo Alcal Pomalaza, quien al obsequirmelas, me dijo: Ms por lstima que por inters se las compr en 100 soles; al leerlas comprend que haba hecho una buena adquisicin, por su originalidad y hechos inditos importantes que contena; se lo regalo!, de repente me voy y se pierde todo, yo se que lo dejo en muy buenas manos.

Para m fu una enorme sorpresa y una alegra nica encontrar en poder de mi querido profesor lo que tanto haba buscado. Despus de leer las Memorias y explotar su contenido, las entregu personalmente al general Felipe de la Barra, Presidente del Centro de Estudios Histrico Militares del Per el ao 1974, refirindole la forma como las haba hallado. l le envi, a mi pedido, un oficio al citado profesor, agradecindole la importante donacin. El Teniente Coronel Ambrosio Salazar no tuvo el honor de rendir su vida en Huamachuco con su unidad, el batalln Concepcin No.7, del cual era segundo jefe, porque estando en La Oroya, ante la segunda ofensiva chilena al interior, fu enviado por el general Cceres al valle del Mantaro con la misin de reunir al personal necesario para afrontar la nueva contienda. Habiendo avanzado rpidamente el enemigo, al punto de que el ejrcito patriota casi fu sorprendido en La Oroya, el general Cceres orden a Salazar, antes de partir al Norte, que se desplazara con sus efectivos a Huancavelica, para ponerse a rdenes del coronel Justo Pastor Dvila que vena del Sur, lo cual lo priv reincorporarse a su batalln. Sin embargo, el destino lo reserv para conquistar nuevos laureles comandado a sus huestes en el segundo combate de Concepcin el 4 de julio de 1883, enfrentando a la columna Urriola que habiendo penetrado hasta Huancayo volva a La Oroya. Ambrosio Salazar, anteriormente, haba brillado combatiendo a los chilenos cuando estos intentaron volver a Coms. Despus de la accin de Sierralumi, varios jefes enemigos le enviaron mensajes exigindole que se rindiese y que entregue los chilenos muertos y el botn que se les tomara el 2 de marzo de 1882. Los mensajeros, a pesar que llevaban bandera blanca, fueron recibidos a pedradas por los vigas de Salazar; y cuando al fin consiguieron trasmitir la nota a gritos, recibieron de los comsinos esta contestacin: A todos los perros chilenos los hemos arrojado al ro. No hubo ms interlocucin. Fue seguramente por esa negativa, y ante la imposibilidad de que lo recibiese Salazar, que el jefe chileno oblig al alcalde de Concepcin, bajo amenaza, a enviar una vergonzosa nota a Ambrosio Salazar, que ste, en actitud altiva y valiente que le honra, respondi el 27 de abril de 1882 en los siguientes trminos: Tengo en mis manos el oficio de vuestra seora en el que tiene a bien proponerme que deponga las arms y entregue a la vez el botn de guerra tomado a los araucanos, as como tambin el cadver del oficial chileno muerto en la refriega.

Para aceptar tal propuesta sera necesario no ser peruano, no tener sangre en las venas ni dignidad en el alma; el castigo que se les ha inflingido a los salteadores de Amrica es merecido, y continuar exterminado araucanos en cuanta ocasin me sea propicia. Si los enemigos vuelven a invadir este pueblo como V. S. me asegura, mi derrotero est determinado: ellos me encontrarn siempre en el camino del honor y del saber.!No me rindo!, ni entrego nada de lo que se me exige; puede V. S. as decrselo a su mandante. No hubo ms amenazas ni intento de invadir; y como dijera Ambrosio Salazar: En Coms se iz la bandera del Per delante del enemigo y no se arri jams. Quien fuera tenaz contra los invasores y tempestad vengadora en las cumbres andinas, merece ser reivindicado para siempre del olvido que le acompa en el ocaso de su vida; el Per le debe el bronce que perpete su gloria. Sus restos reposan hoy merecidamente en la Cripta de los Hroes de la Guerra del Pacfico, donde tuvimos el honor de conducirlos el 9 de julio de 1986, sacndolos de un humilde nicho que nunca luci una lpida ni un ramo de flores que le dieran el perfume que su gloria merece. Y una forma de reivindicarlo, exaltando su nombre como Paradigma del Valor y del Patriotismo, es publicando por primera vez sus Memorias, dictadas a su hermano Juan P. Salazar como Cceres lo hiciera a Julio C. Guerrero. Se trata de una pulcra edicin bellamente ilustrada, que respeta escrupulosamente la ortografa y diccin de la poca en que fu redactado el documento. Plausible entonces el esfuerzo emprendido por la Orden de la Legin Mariscal Cceres y la Universidad Alas Peruanas, instituciones que se han fijado el objetivo de coadyuvar en el noble esfuerzo de rescatar las pginas ms gloriosas de la historia patria, para cimentar con bases slidas nuestra Identidad Nacional. Lima, Mayor 3 EP de Eduardo marzo Mendoza del 2001. Melndez.

HISTORIA DE LA PICA LA RESISTENCIA DE LA BREA DURANTE LA BRUTAL CONQUISTA LLEVADA A EFECTO POR LAS HORDAS DE CHILE, EN 1882 Y 1883. Por: Juan P. Salazar

Este trabajo est dedicado la poblacin escolar del Per de la presente y futuras generaciones, por el sencillo motivo de que el protagonista de esa epopyica resistencia fu un adolescente. Primera Huancayo edicin 1918

PRLOGO A LA PRIMERA EDICIN El estudiante isabelino don Ambrosio Salazar y Mrquez, consiente de sus deberes para con la Patria, imitando los espaoles de 1808, que combatieron heroicamente contra los franceses de Napolen Bonaparte, arm el brazo del pueblo para luchar contra los enemigos extranjeros de su pas. Fue quien lanz el primer grito de guerra sin cuartel en la Brea. Deshechos nuestros ejrcitos en los campos de batalla; hollado el suelo nacional, por el invasor; impotentes los pequeos ejrcitos, que, despus de la toma de la capital por el enemigo, se organizaron bajo el comando de varios caudillos, para expulsar del suelo patrio al insolente conquistador; abandonada su propia suerte, la regin central del Per, por la retirada del ejrcito peruano, desde Chosica hasta Ayacucho, no caba otro medio, que, librar combates parciales de asalto, contra los destacamentos y guarniciones de retaguardia del ejrcito chileno, hasta aniquilarlos: sta idea brot en el cerebro de Salazar, para proceder como procedi, en Coms y Concepcin. Estos hechos, eminentemente, patriticos, que libraron de la humillacin la patria vencida; es la leccin objetiva ms elocuente y la enseanza ms prctica, del ms puro patriotismo; por eso dedicamos ste trabajo la juventud escolar, fin de que, de entre ellos, surjan algn dia, imitadores de la hermosa actuacin del primero y nico Boy scout del Per, durante la guerra del 79, cuya sola actitud aislada, ocasion enormes bajas al ejrcito de Chile, en la clebre resistencia de la Brea. Los poderes pblicos estn obligados hacer que se divulgue sta brillante pgina de nuestra historia, por todos los mbitos de la Repblica, con objeto de preparar sus hijos, para las emergencias del porvenir. Son estos grandes ejemplos, los que imponen grandes deberes. El Autor.

PRIMERA PARTE Las diversas expediciones chilenas al Centro de la Repblica Los chilenos no dieron por terminada la guerra, con la toma de Lima, enseoreados

de la capital, destacaban fuertes expediciones al interior del territorio, con objeto de imponer onerosos cupos, saltear las haciendas de ganado, efecto de esquilmarlos econmicamente, como pueblo conquistado, por la ausencia de toda fuerza peruana en la zona central del Per. En el ao 81, antes de la organizacin del ejrcito del Centro, mandaron una expedicion las rdenes de un coronel Letellier, al Cerro de Pasco y Hunuco, quien impuso esos pueblos enormes cupos, sin resistencia alguna. Tampoco hubo resistencia cuando enviaron otra expedicion al mando del coronel Lagos, el sanguinario de Arica; sta invasin lleg hasta Tarma, donde amenaz imponer cupos caonazos. Constituido el ejrcito del Centro, en nmero de cinco mil hombres, mandado por el general Cceres, tuvo por cuartel general Chosica; esto aconteca mediados del ao 81. En enero del 82, ese ejrcito se retiraba y se defeccionaba, casi en presencia del invasor, el cual, en nmero de cuatro mil hombres de las tres arms, fu destacado de la capital, que persigui muy de cerca de aqul, hasta Pucar, dirigido por el mismo jefe de la expedicion coronel Canto, con la consigna de destruirlo, para sobre sus ruinas, imponer el gobierno de Iglesias, creado la sombra de sus bayonetas. Esta expedicion suscit la resistencia armada de los pueblos de las provincias de Jauja y Huancayo; durante los seis meses de la ocupacin extranjera. La cuarta y ltima expedicion chilena, fu fines del 83, bajo el comando del coronel Urriola, en calidad de pacificadora, que avanz hasta Ayacucho. Los pueblos no tuvieron en cuenta la misin que traa el rechazo al enemigo, fu tan tenz y sangriento como antes. I COMBATE

DE

COMS

Nos hemos propuesto narrar los hechos relacionados con los acontecimientos militares del Centro, durante la tercera invasin chilena, con toda la imparcialidad del historiador, apoyndolos en documentos oficiales fehacientes, fin de hacer resplandecer la verdad histrica, para que quede establecida de una vez por todas, que, sin el movimiento de Coms, el 2 de Marzo del 82, no habra habido, ni resistencia del Centro, ni combate de Concepcin. Aquel, fu, el punto de arranque, tanto para la homrica resistencia, que dur seis meses; cuanto para el heroico combate, en el que no qued ni un slo enemigo sobre la arena. Esta leccin objetiva es la ms fecunda de nuestra historia.

Derrotadas nuestras huestes en los campos de batalla, no pudo contenerse la marcha triunfal del invasor, hasta la capital de la Repblica; de all se desbord los dems departamentos, como un turbin incontenible, en son de conquista. Esta regin la ms inmediata la capital, fu invadida por un cuerpo de ejrcito, fuerte de cuatro mil hombres de las tres arms, comandado por el entonces coronel Estanislao del Canto; el ejrcito del Centro encontrbase la sazn en Ayacucho, hasta donde avanz, despus del combate de Pucar, realizado con la vanguardia del enemigo en la maana del 5 de febrero de 1882, al continuar la retirada emprendida desde Chosica. Como consecuencia de la retirada del general Cceres, quedaron sometidos al ominoso yugo del araucano, todos los pueblos del los departamentos del Centro, donde reinaba el terror ms pavoroso, que las bayonetas de la soldadesca chilena infundan. Los vencedores disponan de vidas, honras y haciendas. Ante tal situacin, hurfanos de todo amparo, al menos inmediato, los pueblos de esta zona, no les quedaba otro camino que el de reaccionar con las arms en la mano, cuadrndose al enemigo, para no legar la posteridad una pgina triste de abyeccin ignominia; y sobre todo para no empaar la gloriosa tradicin de la victoria de Junn, en cuyo suelo fueron vencidos los crueles dominadores de tres siglos: se sabe, el amor de la tradicin, crea, la conciencia nacional. Cuando nadie lo esperaba, reson con la intensidad de un estallido elctrico, el triunfo de Coms, por fuerzas preparadas con el mayor sigilo, por un estudiante recin salido del Colegio de Santa Isabel, despus de haber terminado sus estudios de instruccin media. Este alumno, fu Ambrosio Salazar y Mrquez. Desde este dia, flame en la cumbre ms alta de la Brea la ensea del Per, tremolada por un adolescente; vencida, pero no humillada, poco h, en las tristes jornadas de San Juan y Miraflores. Coms, punto estratgico de primer rden, en esta regin, es capital de uno de los distritos de la provincia de Jauja; se halla situado al N.E. de Concepcin, dista de esta ciudad, ocho leguas, diez de Jauja y doce de Huancayo, en aqul entonces cuartel general del grueso del ejrcito chileno. Es all donde fij su centro de impulsin patritica, el mencionado estudiante, para hacer morder el polvo al enemigo extranjero; mientras el ejrcito del Centro invernaba en Ayacucho, desde su retirada de Chosica y su victoria de Acuchimay, realizada el 22 de febrero del 82, sobre las fuerzas comandadas por el coronel peruano don Arnaldo Panizo. II

Veamos, ahora, en que horrendas circunstancias, se libr el combate de Sierralumi, en Coms. El Jefe del ejrcito chileno, acantonado en Huancayo, destac parte del Escuadrn Yungay, rdenes de dos distinguidos oficiales de su ejrcito, el capitn Fernando Germain y el teniente Ildefonso Alamos, para que expedicionasen sobre la hacienda Rumatullo, situada al oriente del pueblo de Coms, extraer reses de dicha hacienda, no slo para el consumo del ejrcito enemigo, sino tambin para vender los extranjeros, quienes aprovechando de las desgracias de nuestra patria, combinaban grandes negociaciones con los invasores. El italiano Luis Loero fu el gua de esa expedicion. En la maana del 24 de febrero del 82, se present en la poblacin de Coms, un piquete del Escuadrn Yungay, compuesto de cuarenta hombres; el jefe de la expedicion Germain, exigi de pronto rancho para esos individuos, que se les proporcion sin dilacin alguna, y despus de consumido, siguieron su derrotero sin decir una palabra acerca del objeto de comisin, ni adonde iban, ni cuando regresaran; solo se limitaron encargar que, para su regreso, preparasen rancho agradable y abundante. A raiz del avance de los expedicionarios, el pueblo reunido en comicio popular, nombr por aclamacin Comandante Militar de la plaza al estudiante Salazar y Mrquez, por haber manifestado ste desde su arribo aquel pueblo, el 8 de febrero, que urga organizar fuerzas y reunir arms, para un taque sorpresivo la guarnicin araucana de Jauja o de Concepcin. Se resolvi en ese momento, por opinin unnime del pueblo y sobre todo su jefe, presentar combate al destacamento su regreso. Cualquiera que fuese el xito que se obtuviera. La primera medida adoptada por el jefe de la plaza, para estar al corriente del camino que tomara el enemigo su regreso, fu enviar chasquis detrs de ste, conveniente distancia, siguindoles las pisadas hasta el trmino de su viaje, con la misin de transmitir, su vez, las noticias otros que, distancia equidistantes, se iban ubicando en toda la extensin del trayecto, medida que avanzaba el enemigo en su itinerario. Necesitaba el jefe de la plaza tener dato seguro sobre la ruta de la vuelta, para improvisar trincheras en los sitios ms estrechas del trnsito. Podan haber optado al regreso cualquiera de las tres vas que dan acceso esa regin. Con el procedimiento que se adopt, se haba establecido una lnea telegrfica, usanza del tiempo incaico, que di proficuos resultados. Los chasquis anunciaron al cuarto dia, que los chilenos regresaban por el mismo

camino que los haba conducido, trayendo un respetable contingente de reses y caballos; desde luego ya hubo base para construir trincheras, situar piedras para galgas y contar casi con el triunfo, porque, inevitablemente, tenan que volver pasar por Sierralumi, especies de horca caudina. III El desfiladero de Sierralumi tiene ms de un kilmetro de largo, de camino estrecho cortado pico; por el pie corre un ro de mucho caudal en invierno, 200 metros, antes de llegar al puente del ro, para pasar al pueblo de Coms, se levant una trinchera doble, toda de piedra destinada para los expertos tiradores, capitaneados por Manuel Arroyo. La parte alta del camino estrecho es un despeadero de varios centenares de metros de extensin, abundante en piedras de todo volumen; all se colocaron cincuenta hombres con objeto de hacer funcionar las galgas, luego que los chilenos tropezacen con la trinchera preparada, porque era de esperarse que las reses y los arreadores, que venan fraccionados, estuviesen ya todos dentro de la quebrada, encerrados como en un cartabn. As sucedi en efecto. Entre las malezas del otro lado del puente, para ascender ya Coms, se emboscaron convenientemente treinta hombres con rifles Mini, bien provistos de municiones. Dispuestas as las cosas, hasta el primero de marzo, slo esperaban que los enemigos ocupasen toda la quebrada que, desde las once del dia del dos, principiaron descender; alas once y veinte minutos, por seal convenida, hicieron funcionar las galgas, en cuanto el capitn de la trinchera y sus compaeros iniciaron los fuegos de fusilera, en la trinchera levantada en pleno camino, pero en lugar estratgico. El efecto producido por las galgas fu desastroso para los enemigos, quienes rodaban al abismo que se extiende al pie del ya mencionado camino cortado pico, arrastrados por las misms reses selvticas que, al ruido de las piedras que, al desprenderse una por lo empinada del cerro, arrastraba diez en su cada; prodjose un torbellino espantoso, que, en mnos de veinte minutos, quedaron inhabilitados para el combate de fusilera; ms de la tercera parte del destacamento chileno, entre llos Germain, con las piernas fracturadas. Los que venan atrs y los que an salieron ilesos de las galgas, optaron por abandonar sus cabalgaduras y las reses que arreaban, para desplegarse en guerrilla en la margen izquierda del rio, desde donde se empe un encarnizado combate con los comsinos emboscados entre

los arbustos de la margen derecha; despus de dos horas de continuada refriega, quedaron en el campo treinta y cinco chilenos y solo salvaron cinco, ua de caballo y por caminos extraviados, incluso el teniente Alamo y el gua Loero. El completo xito de ste combate gener, por decirlo as, la pica resistencia de la Brea, contra nuestros implacables enemigos; iniciada y sostenida por un pueblo patriota y su joven caudillo. Sin sta altiva y patritica actitud, todo habra pasado sin protesta alguna, como en un pueblo envilecido, servilmente conquistado. IV A fin de que, el capitn Germain y los suyos, cayesen cuando ntes la trampa, se excogit un ingenioso ardid, que rindi los ms ptimos frutos; el cual consisti en lo siguiente: se colocaron sobre piedras, en la parte ms visible de la plaza, cuatro grandes peroles llenos de agua, con fogatas de paja hmeda, que producan mucha humareda; con el preconcebido propsito de hacer creer los invasores, que el encargo sobre rancho agradable y abundante, se cumpla al pi de la letra. En cuanto los rotos voltearon la cumbre del desfiladero, hacia Coms, se encontraron con ese hermoso espectculo, causa de que, desde aquella cumbre, se abarca el pueblo con la vista, en toda su extensin, por estar situado ste, en plano ms bajo, sobre una pequea colina. Ante perspectiva tan atrayente, los de Chile apresuraron su marcha, notablemente, y pronto se di buena cuanta de ellos. Los hijos de Coms, que colocaron con ms eficacia, en la preparacion y ejecucin del plan concebido por el jefe de la plaza, fueron los siguientes: Luis Chavez, Jos Gil, Manuel Arroyo, el cura Soto, Jos Manuel Mercado, Jernimo Huaylinos, Nazario Valero, Venancio Valdez, Vicente Buenda, Baltazar Chavez, Isidro Muoz, Mateo Garay, Pedro Medina, Venancio Martinez, Andrs Gonzales, Pablo Bellido, N. Huancauqui, Jos R. Paitampoma, Manuel de la O., Melchor de la O, Presentacin de la O, Gregario de la O, Evaristo Sols y Facundo Mercado; todos los dems ciudadanos del distrito cumplieron tambien con su deber en aquel dia de imborrable recordacin. El comandante militar de la plaza, el hroe adolescente, despus de dirigir al pueblo una conceptuosa proclama, se ocup de enviar, el parte oficial de ese hecho de arms, al jefe superior, poltico militar de los departamentos del Centro, que se encontraba en Ayacucho, cincuenta leguas de distancia, del teatro de la resistencia: tan vigorosamente iniciada; el expreso Juan Yupanqui, conductor del documento oficial regres los veinticinco dias trayendo la contestacin y la ratificacion del nombramiento, conferido en plebiscito favor de Salazar, como comandante militar de la plaza, seis dias ntes del combate. Un solo hombre de

poca edad, cuadrndose al ejrcito invasor, para suplir la deficiencia del ejrcito peruano, que se retir casi cien leguas, de Chosica hasta Ayacucho! Este hecho merece ser considerado entre los grandes acontecimientos que registra la historia de la humanidad. (Anexos nos. 1, 2, 3 y 4). V Enfrentados desde entonces los de Coms con todo el ejrcito de ocupacion de la zona central, por el golpe asestado al desplante araucano; aquellos permanecieron vigilantes, durante cincuenta dias, esperando por momento otra invasin del ejrcito chileno, en represalia del descalabro del destacamento expedicionario. Esta actitud, como dejamos dicho, fu de cincuenta dias, en razn de que ningn pueblo de toda sta regin, imitaba la patritica rebelin de Coms. Estuvo slo, aislado, ante la pasividad inercia de los dems pueblos, que indiferentes lo miraban, en aquella hora solemne que demandaba cohesin y fuerza. Chupaca fu invadido por el ejrcito chileno, el 19 de abril, n por haber aniquilado ese pueblo, algn otro destacamento araucano, sino porque y imitando Coms, se levant en arms, dejando observar sus movimientos, por el vecino cuartel general chileno. En aquella sorpresiva invasin, tuvo que batallar el araucano, con hombres de temple espartano, que cayeron sobre el escudo, causando muchas prdidas al invasor. El 22 de abril se levantaron en arms Huaripampa, Ricrn, Orcotuna y Sicaya; en Huaripampa pele el pueblo con la guarnicin chilena de Jauja, capitaneado por el Cura Mendoza, quien luch valerosamente, hasta perder la vida, junto con muchos de sus compaeros. Los dems pueblos, no tuvieron oportunidades de medir sus arms con los invasores, por no haberse puesto tiro de fusil con stos. Estos sucesivos levantamientos distrajeron la atencion de los enemigos y descuidaron amagar e invadir Coms, para reducirlo cenizas y pasar cuchillo sus habitantes, segn vociferaron en todos, los tonos los famlicos invasores de Arauco. El botn de guerra que cay en manos de los comsinos el, dia del combate de Sierralumi, fu el siguiente: ochocientas reses y cien caballos extrados de la hacienda Runatullo, treinta y cinco caballos chilenos, aparados de brida espuela y otras tantas carabinas Winchester, chapa blanca, no conocidas hasta entonces en el Per. La clera chilena puso precio la cabeza del comandante Salazar y Mrquez, autor

principal de la hecatombe araucana; ide todo los medios para conseguir su objeto, hasta querer corromper conciencias por el oro, para que guiasen otra nueva expedicion Coms. Pero, el levantamiento casi general de los pueblos, que se efectu despus, frustr, el desquite que intentaban los vndalos del Pacfico. VI Es preciso fijar la atencin, con el inters que inspira aquel grandioso acontecimiento, realizado hace treinta y seis aos; que, durante la catstrofe nacional del 79, ningn pueblo de la Repblica, hizo uso de su libertad y soberana popular, con ms eficacia y oportunidad, que, Coms; nombrando en plebiscito por aclamacion, un jefe que presidiera sus actos militares, de propsitos deliberados; ante la ausencia de toda autoridad militar superior, dentro de la seccin territorial, ocupada por el invasor; y ante la resolucin inquebrantable, de no ceder ms terreno al araucano. El nombramiento recay, como tena que recaer; en la persona de un adolescente, que llev ese pueblo, la idea primera, de reaccin y guerra sin cuartel; y respondi en seguida la confianza depositada en l, con el aniquilamiento en Sierralumi de la horda capitaneada por Germain, que, harta de huano y salitre, comenzaba saquear en alta escala las haciendas ganaderas de Junin. Coms merecer en todo tiempo, un HURRA de los peruanos de patriotismo acrisolado, por su actitud levantada y digna, en el perodo ms crtico del infortunio nacional, en el que, en todo momento, se respiraba el olor acre de la plvora, en ste vasto cementerio, de abnegados patriotas y salteadores, venidos de la, tierra de Arauco. Este hecho es el ms glorioso y significativo de nuestros anales; realizado por el pueblo sin la menor intervencin del ejrcito, llamado del Centro. Sin embargo, la pica hazaa de Coms, no est debidamente apreciada, por los contemporneos, de aquel incomparable acontecimiento. VII Combate

de

Concepcion

Consumado el triunfo de Coms, lleg el momento de pensar en la destruccin de la guarnicin enemiga de Concepcin, allegando previamente, material de guerra, que, no fu cosa de un dia, mucho ms, cuando ningn auxilio se esperaba de otra parte, causa de que no exista gobierno nacional slidamente constituido, reconocido y acatado por todos los peruanos, desde el 17 de Enero de 1881. La delegacin gubernativa del gobierno provisorio de Garca Caldern, que se deca, tena su sede en Lima, ocupada entonces por los chilenos, fu una entidad invisibles e impalpable, que nada apreciable hizo por mejorar la defensa del pas

vencido,

en

aquella

aciaga

poca.

El jefe que inici, la reaccin contra la invasin enemiga y los que con posteridad lo secundaron, se mantuvieron firmes e impertrritos durante cinco meses, envueltos en la ola de sangre derramada cada momento, por los fusilamientos de los que, en la refriega caan en manos de los invasores y los golpes bien dirigidos de los peruanos contra los destacamentos chilenos. Los que emprendieron la cruzada patritica, no saban de retiradas, ni de hudas, haban resuelto quemar, tambin, el ltimo cartucho o sucumbir: siempre buscando al enemigo para el combate. Sin ste firme propsito, la resistencia de los pueblos del Centro, habra carecido de orientacin, no habra acariciado ningn ideal: pero, se quiso diezmar invasores lo ms posible y se consigui, aunque no mpliamente el objeto; no han podido triunfar en toda la lnea, por haber estado en la brecha, solos y desamparados; el cuartel general de Ayacucho, ni siquiera con armamento, ni municiones los auxili. Aquel momento histrico, fu de los ms terribles, pero, la obra estaba en manos de hombres consientes de sus deberes, que no rehuan el peligro, ponindose distancias inaccesibles. Las treinta y cinco carabinas Winchester, tomadas igual nmero de chilenos muertos en el combate de Coms, no fueron utilizadas por falta de municiones de ese sistema. Aquel dia desempearon papel importante, las galgas, por el sitio en el que se les oblig presentar combate los enemigos, y los rifles Mini, nico sistema que hasta entonces usaban los naturales de aquel pueblo, en sus caceras, por lo cual tienen predileccin, desde que pueden manejar un rifle o una escopeta. Para el asalto Concepcin se necesitaba armamento moderno de precisin, por tratarse de mayor nmero de fuerzas contrarias con parque abundante. Hasta fines de Junio del ao referido, contaba el jefe de la plaza con 105 rifles modernos, con una dotacin de ms de cien tiros cada uno; con cuyos elementos organiz una columna de 105 hombres que en corto tiempo fu convenientemente militarizada; llamose Cazadores de Coms, que integr la division vanguardia del ejrcito del Centro, que vino de Ayacucho Izcuchaca y de ste lugar pas Coms, por indicacin del jefe de las fuerzas de sta plaza, al general Cceres, en oficio que oportunamente le dirigi, hacindole ver que, tal medida levantara el espritu de los pueblos y reforzara la fuerza efectiva del flanco oriental, en vista de que el ejrcito enemigo, ocupaba el valle de Jauja en toda su extensin; adems, Tarma, Oroya, Chicla y Cerro de Pasco.

VIII Aunque en la contestacin de la jefatura superior, al parte pasado por el comandante militar de la plaza de Coms, sobre el triunfo de Sierralumi; decale ste que se mantuviera la defensiva, sin comprometer combate con los enemigos; ste mandato no se avena con el temperamento del vencedor de los araucanos en el combate aludido. Concibi otro golpe de mano, contra otro destacamento de caballera, mandado por el sargento mayor Bell, que, peridicamente, iba San Jernimo, destacado de este cuartel Genera. Parece que el objeto de esos viajes continuos era reforzar de vez en cuando, la guarnicin de Concepcin y tener siempre bajo su frula San Jernimo, para que no imitase los dems pueblos del valle de Jauja, sublevndose tambin, dificultando as el envio de vveres para el ejrcito Chileno. Ello, es que, Bell no cesaba de hacer sus viajes, con mucha frecuencia, la cabeza de veinticinco hombres de caballera. Este codiciable racimo de araucanos, exit, sobremanera, el patriotismo de Salazar, en el sentido de hacerlos caminar los de Bell, por el mismo rumbo que los de Germain en Coms; aunque la empresa en esta vez era ms peligrosa y arriesgada, por la cercana al cuartel general enemigo, y, la guarnicin chilena inmediata; slo un procedimiento rpido, poda coronar el xito apetecido. Comunic su plan sus compaeros de confianza, que lo acogieron con entusiasmo, entre ellos un Mximo Aguilar, natural de Coms, arrojado y valiente corbatn, que haba vivido en los cuarteles de la polica de Lima, la mayor parte de su vida. Aguilar por orden del jefe de la plaza, y en comisin importante del servicio, sali de Coms el 28 de abril, ponerse al habla, con algunos compatriotas de San Jernimo, educados como Aguilar , en la misma escuela de la polica de la capital; stos deban secundar el asalto proyectado. Como la distancia que media, entre Coms y San Jernimo, no es ms que de ocho leguas, en la noche del mismo dia, lleg Aguilar este pueblo; habl con sus camaradas y entreg cartas, en las que se combinaba una estrategia, maduramente, meditada, para arrollar al enemigo, llegado el momento sicolgico. Ya iba retirarse del pueblo, para regresar al centro de operaciones, cuando la viuda de los tristemente clebres Turn, se notici de la estada de Aguilar en San Jernimo, persona aquella que odiaba ste implacablemente, por haber formado parte de la expedicion la hacienda Ayna por rden de la jefatura superior, encomendada al teniente coronel Ismael Gonzles, para presentar los Turn, vivos

o muertos, sino entregaban las arms de propiedad del Estado que posean, con fines inhumanos y brbaros. La viuda denunci ante el Mayor Bell, que, en ese instante llegaba de Huancayo, la presencia de un montonero de Coms en la poblacin; el jefe chileno destac en el acto, cuatro soldados para apresar Aguilar, en casa determinada. Preso ste, lo primero que se le encontr en el cinto, fu un hermoso revolver, descubierta el arma, la suerte del preso estaba descontada. Bell prosigui su marcha Concepcin, llevando Aguilar en la grupa de uno de sus soldados; en esta ciudad se le someti un consejo de guerra verbal, presidido por el jefe citado e integrado por los oficiales de la guarnicin; concluido en corto tiempo, el consejo que lo sentenci muerte, regresaron San Jernimo, donde se le fusil, en el patio del plantel de instruccin primaria, despus de haberse confesado, como lo pidi el sentenciado, con el cura de la parroquia, doctor don Ricardo Basurto: muri como un bravo, sin consentir que lo vendran para su fusilamiento. Este acontecimiento se realiz, como ya se dijo, en uno de los ltimos dias del mes de abril de 1882; frustrndose un plan bien concertado. La muerte de Aguilar, caus profunda consternacin entre los suyos; pero, este hecho, el fusilamiento de Rosado, Samaniego y Gutarra, en sta ciudad; la muerte del cura Mendoza en Huaripampa; la salvaje msacre en Huamancaca, de la familia Pealosa, los fusilamientos de Sanchez en Sapallanga y de Marino en Acopalca; fueron vengados dos meses ms tarde, en el clebre combate de Concepcin. Ese combate tradujo al lenguaje humano, todo el rencor que los corazones peruanos, abrigaban y abrigaban, contra los estranguladores de su nacionalidad. IX El 30 de junio llegaron Coms las dos pequeas columnas, mandadas por el coronel Gast, las que se incorpor de orden superior la Columna Coms, con su primer jefe, teniente coronel Ambrosio Salazar Mrquez; cesando desde ese dia, del mando militar de la plaza, para constituir la divisin vanguardia, que deba operar contra el invasor, despus de unos dias de descanso. La divisin mencionada, aunque impropiamente, llamada tal, por su pequez, dej Coms el 8 de julio, saliendo la zona ocupada por el enemigo, con el objeto de orientarse sobre el paradero del general Cceres, que regresaba de Ayacucho y su plan de campaas, en rden al expulsin del araucano, de la seccin territorial que ocupaba ttulo de conquista. Ese mismo dia, las cuatro de la tarde, lleg al

pueblecito de San Antonio, ubicado en las alturas del convento de Ocopa; una hora ms tarde, se present caballo el joven Crisando Meza, llevando el encargo del Sr. Obispo Valle, oculto en el antedicho convento, desde meses atrs, por temor los cupos onerosos, que los enemigos imponan, las personas espectables y ricas; el expresado Meza, manifest en presencia de todos los jefes, que el Obispo le haba encargado decir, al jefe de las fuerzas llegadas de Coms, que haba recibido cartas de Lima, procedentes de personas de elevada posicin social y poltica, las que le aseguraban, que el general Linch haba ordenado ya el jefe del ejrcito de ocupacin del centro, su reconcentracin inmediata al cuartel general; que convena no perder tiempo, en trazar un plan, fin de hostilizar al enemigo en su prxima retirada. Terminado con la relacin anterior, la misin de Meza, se puso enseguida rdenes del jefe de la Columna Coms, quien desde ese momento lo nombr su ayudante, para los servicios sucesivos la patria, en aquellos instantes lgidos de peligro. Este aviso fu una especie de acicate para Salazar, que inflam su entusiasmo, por lo que opin, decisivamente, poco despus, en la junta de guerra de Lastay, por el inmediato ataque los araucanos que guarnecan Concepcin. X El 9 de Julio prosigui su marcha la division Gast, tomando rumbo al Sur, cierta altura, con el objeto de aproximarse Marcavalle, punto avanzado de la ocupacin chilena, donde segn conjeturas fundadas, se efectuara el primer encuentro entre las avanzadas chilenas y las fuerzas peruanas que regresaban de Ayacucho. Pasaron por Santa Rosa de Ocopa y Alayo; doblando enseguida hacia la izquierda, tomando la encaada que conduce al casero de Lastay; aqu, se hizo alto en media pampa, donde el comandante de la Columna Coms, manifest al coronel Gast, que, exactamente, se encontraban en la altura de Concepcin, y que deba resolverse, si se atacaba o n, sta plaza, ocupada por una guarnicin chilena. El coronel Gast, ante indicacin del primer comandante de la fuerza de Coms, hizo reunir los dems primeros jefes, para deliberar sobre ste punto, haciendo presente que sus instrucciones, se limitaban slo para estar la defensiva, sin comprometer ningn combate; el comandante de las fuerzas de Coms tom nuevamente la palabra, para decir que: si las instrucciones eran tales l, por su parte, atacara al enemigo extranjero; que las fuerzas de su mando las haba organizado con ese propsito, haciendo todo gnero de sacrificios y esfuerzo personal y que estaba decidido no seguir, un paso ms hacia el Sur; en ese instante, el sargento Mayor don Luis Lazo, que escuchaba la deliberacin, sin

pertenecer al consejo de guerra, dijo: yo no he venido estar la defensiva, sino pelear con los enemigos de mi patria; me adhiero y lo acompao al comandante Salazar, en su resolucin de atacarlos en el acto. El Coronel Gast, no dio tempo que los dems jefes emitieran su opinin; decidi asaltar la plaza, pero, manifestando, que el ataque se llevara cabo, en la madrugada del dia siguiente, o sea, el 10. Sobre este punto, prevaleci la opinin del comandante Salazar y Mayor Lazo, por el ataque incontinenti. (Anexo n 5). XI Actuaron, pues, en el asalto la guarnicin chilena de Concepcin, las columnas Pucar, Ayacucho y Coms; sta mandada por Salazar y las otras, por los entonces comandantes Freyre, y Carvajal, respectivamente; pero, como este jefe saliese herido al principio del combate, su segundo, el Mayor Lazo, sigui peleando la cabeza de la fuerza. El asalto se inici las cuatro y minutos de la tarde del 9 de julio, cumpliendo con toda exactitud, en todas sus partes, el plan, previamente trazado. Despus de tres horas de encarnizado combate, la guarnicin enemiga, perfectamente pertrechada, fu reducida menos de la mitad de su efectivo, mientras peleaba cuerpo libre, desplegada en guerrilla en la plaza; las siete de la noche se encerr en su cuartel, desde cuyas ventanas alcanz los asaltantes muchas bajas, como la de los capitanes, Jos Manuel Mercado y Cipriano Camacachi, de la Columna Coms, que se aproximaron bastante la trinchera del enemigo y la de don Avelino Ponce, que las nueve de la noche, avanz con unos cuantos guerrilleros del pueblo de Apata e Izcos, hasta frente al cuartel enemigo. Los chilenos abandonaron sus primeros atrincheramientos, pasndose las habitaciones del departamento contiguo, un costado de la iglesia, las doce de la noche, perforando las paredes que an las dividen, donde se resistieron hasta las nueve de la maana del diez, hora en que toc su trmino el toque sangriento, con la muerte de toda la guarnicin y la toma de casi todos los rifles Grass, por los de la Columna Coms. (Anexo n 6). Consta del parte oficial, que elev la comandancia general, de la divisin vanguardia del ejrcito del Centro, el jefe de la Columna Coms, al dia siguiente de la hecatombe, los nombres de los pocos vecinos patriotas de esa ciudad, que cooperaron al xito, excepcionalmente nico, obtenido durante la infausta guerra del Pacfico. La detonacin de las arms de fuego, con las descargas cerradas que hacan los combatientes, despert la curiosidad de los vecinos de los pueblos inmediatos, que

concurrieron en tropel, a contemplar el combate como simples expectadores, sin tomar parte en la refriega; ni disponan de arms para esta especie de encuentros. Es preciso hacer constar, que el lejano pueblo de Andamarca, aport tambin su contingente de sangre, para el combate de Concepcin; un regular pelotn de jinetes bien armados, capitaneados por Hiplito Avellaneda, vino de all, por orden del comandante Salazar, quien lo incorpor la columna de su mando, para formar un solo cuerpo. Su llegada al cuartel general fu oportuna, en la antevspera del asalto la ciudad, que en pocas horas ms, haba de ser, como lo fu, La Troya del Centro. A las siete de la maana del diez de julio, cuando ya el cuartel chileno estuvo completamente dominado por las fuerzas de Coms, se presentaron unos cuantos armados, del inmediato pueblo de San Jernimo, al mando de don Melchor Gonzles, que tomaron pequea parte en la rendicin de los que an se resistan en el cuartel, ordenes del capitn chileno, don Ignacio Carrera Pinto. Lo que despus se not de reprensible, en algunos habitantes de la ciudad de Concepcin, fu, que sin contribuir engrosar las filas atacantes, para acabar pronto con los araucanos, se contrajeron desde que se rompieron los fuegos, apoderarse y esconderlos para s, los cuatro caballos de los oficiales chilenos y otras tantas mulas del parque de los mismos, que pastaban en un cerco de Lulin; dichos individuos fueron unos mocetones del bajo pueblo, del barrio de la Alameda, encabezados por un Claudio Salazar, antiguo sirviente de don Diego Guerrero, avecindado en la ciudad, teatro del acontecimiento histrico. Si el hecho anterior, es reprensible, el siguiente, es acremente vituperable: cuando la ciudad antedicha, qued escueta despus del combate, por haber emigrado sus habitantes, por temor al tradicional repase araucano, al no encontrar con vida, la guarnicin que haba dejado; al constituirse aquellos, nuevamente en sus casas, pasado y el peligro, y encontrndolas robadas, interpusieron sus quejas, ante la primera autoridad poltica del departamento, don Guillermo Ferreyros; est, despus de practicar los esclarecimientos del caso, orden el fusilamiento de los jefes de la pandilla de saqueadores, Gabriel y Leonardo Meza, del casero de Huaychulo, suburbios de la ciudad, varias veces citada. XII Consideraciones

posteriori

Las operaciones blicas del Centro, en julio del 82, no estuvieron presididas por una direccin hbil, carecan de un Estado Mayor activo, que concertara un golpe audaz

y simultneo, contra los enemigos esparcidos en el extenso departamento de Junn. Por qu quedaron sin atacarse las guarniciones aisladas de Tarma, Jauja, Chicla y Cerro de Pasco? No hubo, pus, ningn acuerdo en ese sentido, de la superioridad militar, que, recin llegaba de Ayacucho. Cada jefe de fuerza, obraba segn su patriotismo le sugera. El 5 de julio atac Tafur, La-Oroya, con las guerrillas del banda Occidental del Mantaro, para salir lastimosamente derrotado; el 9 del mismo mes, atacaba Gast Concepcin, obligado por Salazar, por que as lo haba determinado ste, desde que triunf en Coms y organiz por su cuenta fuerzas con ese fin. El ataque Marcavalle, en la maana del 10 de julio, por las fuerzas venidas de Ayacucho y las guerrillas del departamento de Huancavelica, fu una providencial coincidencia, con la prolongacin del combate de Concepcion. Sin embargo de haberse librado combates aislados, sin concierto, ni competencia tcnica, pudo estimarse el resultado como medianamente satisfactorio. (Anexo n 7). Desde el 6 de febrero del 82, dia posterior al combate librado en Pucar con los chilenos, en proteccin de la retirada de las tropas peruanas que se dirigan Ayacucho, el enemigo estableci su vanguardia en la cumbre del cerro Marcavalle. Durante seis meses, los indios de Tongos y Pasos, de la provincia de Tayacaja, sostuvieron casi diarios tiroteos, desde los picachos de sus cerros, con dicha avanzada; quedando tambien escalonadas otras ms, en Pucar y Sapallanga. Estas avanzadas, desconectadas entre s, y distancia de cinco, y tres y dos leguas, respectivamente, de Huancayo, cuartel general del araucano; llegado el momento del ataque Marcavalle, han podido ser arrolladas y destruidas. Pero, causa de no haber estado bien armadas, tanto las guerrillas, como la pequea division de 800 hombres de Ayacucho, que fu reorganizada sobre la base de los rendidos de Acuchimay, que tambin carecan de material de guerra suficiente;dejaron escapar los de Marcavalle, dejando en el campo slo unas cuantas bajas. Ya no exista el ejrcito de Chosica, que haba completado su defeccion, en la empinada subida de Julcamarca, de ida Ayacucho. Es sobremanera sensible, que el batalln Santiago, formado con los presidiarios de Chile, no hubiera tenido la misma suerte, de los de Chacabuco en Concepcion. Aquel batalln trado para conquistar el Centro del Per, con un total de 600 plazas, ha debido quedarse para siempre, en los mismos puntos donde guarneca; pero faltaron municiones para castigar, ejemplarmente los 600 ms famosos criminales de nuestros implacables enemigos. La causa principal, para que los invasores, de comandante en jefe ltimo soldado, no hubiesen hallado su tumba, en este departamento, arranca desde ms arriba;

desde cuando el Dictador, despus de la doble derrota sufrida en las puertas de la capital, no se hubiese preocupado, de trasladar al interior, por el Ferrocarril Central siquiera una parte del material de guerra, almacenado en Santa Catalina; desde que es fcil deducir con fundamento, que en su mente tendra ya trazado su derrotero de huda, esta region, en caso de una posible derrota; material y vestuario que los enemigos dispusieron su entera satisfaccin, vendindolo ms tarde, al gobierno creado y prohijado por sus bayonetas; mientras los nuestros carecan de todo, en las escarpadas cumbres de la Brea, por redimir su patria, de la esclavitud que tenan en perspectiva, originada por la torpeza de sus gobernantes. XIII Durante el transcurso de las distintos etapas de la historia, han existido pueblos, como Grecia antigua, que se apresuraban inmortalizar sus hroes, que moran o se sacrificaban por su Patria; inscribiendo sus nombres en el mrmol o en el bronce, fin de que pasaran la posteridad cubiertos de gloria y sus acciones se hicieran dignas de imitacin. Los pueblos que as dignifican sus hroes, nada tienen que temer del porvenir de su nacionalidad, son stos los centinelas avanzados de su honor; pero, los pueblos decadentes y degenerados, que, en su seno albergan hasta traidores, caminan su ruina, tiene pas vencido y mutilado, dias peores les espran, en las vicisitudes de su historia. En el sitio en que ntes se asentaba, la casa parroquial de la ciudad de Concepcin, y que despus sirvi dicho edificio, de ltimo baluarte nuestros extranjeros agresores, cuando la indignacin de los buenos hijos del Per, no contaminados con la riqueza envenenada del huano y salitre, estall contra ellos; se ha levantado un obelisco, en memoria de aquel brillante hecho de arms, iniciativa del comandante general de la segunda regin, coronel La Combe de nacionalidad francesa. Tal obelisco no puede ser sin provisional, hasta que la gratitud nacional, erija otro, digno de la magnitud del acontecimiento; entonces ste llevar el siguiente epitafio: Aqu yacen los hroes del Centro, los que cayeron sobre el escudo, los que sin elementos de combate, lo improvisaron todo, en el momento crtico del peligro, por salvar la

dignidad nacional y exterminaron en leal refriega, la 4. Compaia del Batalln Chacabuco, en la tarde y en la noche, en la madrugada y en el dia, del 9 y 10 de julio de 1882 . Esta expresiva leyenda, debe considerarse en todo tiempo, como el testamento de los cados y el programa, severamente imperativo, de las generaciones del porvenir; aunque los que ven el resultado, no ven lo que cuesta alcanzarlo. XIV La cuarta y ltima invasin chilena, sta regin, fu la del coronel Urriola, desprendida de la fuerte division, destacada de Lima, en abril del 83; con el ostensible propsito, de destruir el ejrcito del Centro, comandado por el general Cceres imponer el gobierno de Iglesias, creado y fomentado por Chile. Como el general Cceres se retirase de Tarma hacia el norte, hasta Huamachuco, la divisin aludida lo persigui hasta ms all de Hunuco, guiada por el chilenfilo Luis M. Duarte; quin un ao ms tarde, fu asesinado en Concepcin, no se sabe, si, por un grupo fantico de patriotas, que quisieran castigar su nefasto crimen de lesa patria, como Bolivia Daza; o un grupo de asesinos vulgares en desquite de agravios antiguos. El hecho est todava cubierto de tupido velo, la historia se encargar de esclarecer ms tarde lo que haya motivado este acto delictuoso. Urriola con el batalln Miraflores, fuerte de ochocientas plazas y un escuadrn de caballera, avanz hasta esta ciudad en julio del 83; aqu se esperaba que esa fuerza fuese batida, por la division del coronel Dvila, venido de Huaytar y las guerrillas de Huancavelica, mandadas por el coronel don Toms Patio. Empero, los chilenos se retiraron Tarma, por no haber tenido eco simptico, como ellos lo esperaban, la misin pacificadora que traan; los pueblos los rechazaron y hostilizaron, mirndolos siempre, como crueles e irreconciliables enemigos. Slo la comisin destacada de Pucar, campamento peruano, para cortarles la retirada los chilenos, en caso de un combate, encomendada al teniente coronel don Ambrosio Salazar y Mrquez; tuvo un encuentro sangriento en Concepcin, 2 combate en sta ciudad, en la tarde y noche del 6 de julio del 83, causndoles al invasor numerosas bajas. (Anexos Nos. 8 y 9). Cuatro meses ms tarde, sea, en noviembre de ese mismo ao, volvi Urriola de Tarma, con su tropa aumentada dos mil quinientos hombres y avanz hasta Ayacucho, donde se encontraba el general Cceres, despus de la derrota de Huamachuco; retirndose este general Andahuaylas, con las pocas fuerzas que tena sus rdenes, hasta la vuelta de los chilenos, a su cuartel general, despus de

breve

estada

en

aquella

ciudad.

El 7 de agosto del mismo ao 83, raz de la hecatombe de Huamachuco, cuando los chacales del repase, y no tuvieron estorbo alguno en el departamento de Junn; el coronel Urriola antes de avanzar ms adelante, con su divisin compuesta de las tres arms, se dirigi al pueblo de Santa Rosa de Ocopa, con objeto de apresar al seor Obispo Valle, amenazando destruir el convento caonazos, si ste no se daba preso sin resistencia; medida adoptada por instigacin del traidor Duarte, gua del ejrcito araucano. Lo crean al seor Valle, agitador de las turbas guerrilleras de esa comarca; tal creencia ha sido infundada, dicho Prelado, nunca se entrometi en esos asuntos. Empero, s, prest un importante servicio la Patria, trasmitiendo los venidos de Coms el ao anterior la noticia de que: y haca dias, que, haba recibido cartas de Lima, en las que le aseguraban, que el general en jefe del ejercito enemigo, haba impartido orden al jefe de la divisin del Centro, para que se reconcentrse en la capital. Sin este oportuno aviso, el jefe de la Columna Coms, quizs no hubiera opinado en Lastay, por el ataque ipso ipso; y la postergacin de unas cuantas horas, un dia ms, para emprender el ataque, habra frustrado el xito que se obtuvo, con tan oportuno asalto, en la tarde del 9 de julio. El 11 lleg el ejrcito chileno Concepcin, en retirada Lima, cuando en la maana del dia anterior haba terminado la refriega, con el exterminio de la guarnicion chilena, despus de un combate que dur cerca de veinte horas. El seor Obispo fu apresado y remitido hasta la Estacion de Chicla, escoltado por una fuerza enemiga, despus de habrsele intimado prision antelada, por medio del nuevo gobernador de Concepcin, Jos Manuel Lizrraga, otro vil turiferario del gobierno emergido de las desgracias nacionales, patrocinado en aquel entonces, por los hijos bastardos del Per. En julio del 84, vino de Lima esta ciudad, con el nico objeto de entrevistarse con el general Cceres, el ayudante del general en jefe del ejrcito chileno, capitn Armstrong, en misin especial de hacer reconocer por aquel general, el tratado de Ancn, como un hecho consumado. Una vez reconocido, el oficial chileno, se regres incontinenti. Huancayo, ha atestiguado desde los albores de la independencia del Per, dos sucesos histricos de infinita trascendencia. Siendo el primero: la proclamacin de la independencia en 1812 por el doctor don Estanislao Mrquez1 -y el coronel don

Pedro Granados; y el segundo: el reconocimiento del malhadado tratado de Ancn por el general Cceres, en 1884, para cuyo efecto vino desde Lima, un seor Armstrong, secretario del general Lynch. Vencido el Per, en la guerra de invasin de ladrones y asesinos del 79, como dijo el eminente publicista francs y catedrtico de la facultad de derecho, de la Universidad Mayor de San Marcos, don Pablo Pradier Foder; cuando se trat de hacer la paz, pens con unanimidad admirable, tal como quiso arreglar ese convenio internacional, el Presidente Provisorio de la Repblica, doctor Garca Caldern, es decir, sin cesin de territorio, pagando una indemnizacin razonables, fijada de comn acuerdo o por medio de un arbitraje. Persuadido el gobierno de Chile, que, el del Per, no acceda las exigencias del vencedor, por haber manifestado aquel de antemano, que no estaba dispuesto sacrificar en un tratado de paz el territorio del Per; el jefe militar de Chile, lo redujo prisin al Presidente y sin prdida de tiempo lo remiti preso Santiago, en la maana del 6 de noviembre de 1881. Resuelto no consentir en la cesin del territorio, guiado por un sentimiento de alta poltica americana, dijo el jefe militar de Chile, poco antes de ser reducido prisin: queriendo la verdadera paz, no puedo resolver desmembrar el territorio del Per; porque no quiero que mi nombre pase la posteridad con el estigma de reprobacin que los pueblos de Amrica impondrn al que legalice entre ellos el funesto sistema de conquista. Palabras luminosas y profticas de aquel gran estadista. Un eminente publicista americano refirindose la inquebrantable entereza del gobierno de Garca Caldern, ante la presin de Chile, al negociar la paz, dice: Se v, pues, que el Presidente y los hombres que con l constituan el gobierno provisional, pesar de las terribles circunstanciasen que el Per se encontraba, no olvidaron su honor y sus deberes, conservaron su energa, su serenidad, su inteligencia, su comprensin de las cosas y probaron ser absolutamente dignos de la confianza de la nacin e iguales la hora de extremo peligro y extremo infortunio en que su patria se encontraba, cuando, en una negociacin en que los estadistas de mayor experiencia y lealtad habran podido equivocarse, engaados por la esperanza y abrumados por la espantosa adversidad; llos se mantuvieron de pi, con los ojos abiertos, firmes y dueos de s mismos, sin sacrificar nada, en un momento en que todos los sacrificios eran posibles. Nada honra tanto la inteligencia y las virtudes del gobierno provisional como su conducta en esta negociacin. Esa entereza de espritu, del gobierno provisorio, una vez conocida en el interior

del Per, con algn retardo, hizo empuar las arms, al estudiante aludido que, con tanto bro inici la reaccin en el Centro. Despus de todo, ya sabemos cual fu el desenlace de la desgraciada guerra del Pacfico, por culpa de las ambiciones hidrpicas, nacidas hasta en los cuarteles, cuando la tarea de hacer la paz, slo incumba los estadistas de larga visin poltica y diplomtica. (ojo atrs anotacin de Salazar-). Aqu= (hay un aadido del propio Salazar). Tal es, el triste momento de hoy, consecuencia fatal del ignominioso tratado de Ancon, llevado cabo por el general Iglesias, hombre de cuartel, y por sus intensos colaboradores; que cumplido el trmino de ocupacin chilena, de Tacna y Arica, segn aquel pacto internacional; sigue en todo su vigor, la chilenizacin brutal y salvaje, impuesta hace aos, en las tierras irredentas, por la nica voluntad del detentador. En el problema del Pacfico, hasta su completa solucion, habrn todava de surgir infinidad de complicaciones y dificultades, atendida la f pnica de los hombres dirigentes de la Repblica usurpadora. XVI Sin embargo de tanto herosmo desplegado por Coms, no slo por el hecho del combate, sino por las circunstancias que de ste se derivaron, como el continuo amago del numeroso y terrible enemigo, durante cinco meses, para incendiarlo y destruirlo; hasta hoy los poderes pblicos del Per, especialmente, su Congreso, no ha(n) dictado siquiera una ley fin de premiar su patriotismo en cualquier forma, para estmulo de las futuras generaciones en casos idnticos y (para) tener (un) pueblo valeroso, celoso de su dignidad y autonoma. Sin el triunfo de Coms, de donde arranca la epopyica resistencia del Centro, sta no se habra llevado efecto, por la debilidad numrica del ejrcito, que, por no poder contrarrestar el empuje del chileno, en Chosica, se retir hasta Ayacucho; nos hallbamos pues, hurfanos de toda proteccin de parte de aquel, desde el dia de Pucar. (Eco de Junn. N 23). XVII Queda dicho que el combate de Pucar, se realiz en la maana del 5 de febrero del 82, entre la vanguardia chilena de Canto y tres compaas del batalln Zepita, dirigidas personalmente por el general Cceres; una de cuyas compaas estuvo mandada por el entonces teniente Muiz. El teatro de la lucha, fu ambas arillas de ro Pucar, que corre por el pie de este pueblo, que est situado sobre una meseta.

La aproximacin del enemigo fu anunciada por un disparo de can chileno, cuya bala perfor dentro del poblacion, el techo de una casa, inmediata la que se alojaba el general Cceres esa noche; se pudo detener el avance del araucano, no tanto por la actividad que despleg el jefe del ejrcito, sino por el inmenso aluvin que esa maana arrastraba el ro, por la lluvia torrencial en la noche; sin esta circunstancia, el ejrcito peruano habra sido sorpresivamente arrollado por el chileno, que no bajaba de dos mil hombres bien armados. La causa para esta casi sorpresa, al ejrcito que defenda la honra nacional, fu, que el encargado de avisar al general Cceres, el avance del enemigo esta ciudad, que lo era el Mayor Melndez, gobernador de este Cercado, no cumpli su misin como su deber se lo impona; sin dar oportuno aviso de asunto tan urgente y de suyo delicado, huy Yanacocha, lugar situado al occidente del Mantaro. El Subprefecto Carvo, tom rumbo opuesto, retirndose Pariahuanca: motivo por el cual, el general Cceres, careci de datos sobre los movimientos del ejrcito invasor. En cuanto los chilenos ocuparon esta ciudad, en la tarde del 4 de febrero, destacaron en persecucin de Cceres, que avanz al Sur, al medio dia de la misma fecha, una fuerza de caballera, mandada por un comandante Baeza que prometi regresar pronto, trayendo la cabeza del general Cceres; Baeza muri en el combate del siguiente dia, sus restos fueron llevados Chile. Durante la refriega, el ejrcito peruano, sin la menor desorganizacin, avanz paulatinamente Izcuchaca rdenes del coronel Secada, para pisar en breves horas ms, el departamento de Huancavelica, quedando el de Junin, en plena dominacion chilena, sin la presencia de un solo soldado peruano. Fin de la primera parte. Cuatro palabras (antes de la 2. parte) Si, hasta los hechos pasados en autoridad de cosa juzgada, se quiere desfigurar y ensombrecer, pronunciando discursos disparatados, como el del coronel La Combe, el dia de la inauguracin del obelisco de Concepcin; con mayor razn se falseara la historia de lo que no se conoce fondo como el motivo que origin, la ida Coms, de las diminutas fuerzas, mandadas por el coronel don Juan Gast. Necesitamos, pues, poner de relieve esos hechos, realizados en aquella luctuosa poca, cuando no todos estaban dispuestos, afrontar la muerte, por defender la honra nacional; fin de que, los ignorantes osados, que hablan de lo que solo tienen ligera idea, sin datos autnticos, ni hagan comulgar con absurdos descomunales, las generaciones no coetneas de ese magno acontecimiento patritico, que, an est pendiente del juicio de la historia: si no se consignaran tales hechos, con toda fidelidad, quedara en blanco, la pgina ms saliente de la

historia nacional, durante la infausta guerra del 79: ese fin tiende, la presente resea histrica. El Autor.

Un prrafo que debi consignarse en el captulo precedente y que por punible distraccin no se consign, lo puntualizamos enseguida para que que los episodios y crmenes de la Brea se conozca mejor en sus detalles. Dice as: Otro tipo que se hizo detestable, durante las desdichas de la patria, fu el jaujino Gregorio Castilla; este venal e infame asesino, se comprometi matar al general Cceres por oro chileno. Para ejecutar su nefasto crimen, le arm una emboscada al ilustre vencido de Huamachuco, que entonces encabezaba la honra nacional, en el lugar del casero de Tarmatambo, cuando caminaba de prisa perseguido por los araucanos desde Junn: el escondite del presunto matador fu designado con anterioridad para consumar su criminal intento mansalva y sobre seguro; le asest varios tiros de carabina sin hacer blanco. El general Cceres, supo de fuente fidedigna, quien haba sido su prfido victimario, orden su persecucin y captura poco despus, pero Castilla se intern en las montaas de Coms, donde permaneci mucho tiempo de incgnito, hasta que los tiempos cambiaron y la orden de captura qued en nada. Los nombres de tales traidores y malvados hay que exhibirlos para su debida execracin por las generaciones presentes y venideras. SEGUNDA I PARTE

Descritos los sucesos narrados en la primera parte, tales como se produjeron, queda establecido: que el 2 de marzo del 82, fu aniquilado en Coms, el destacamento chileno, mandado por el capitn Germain; que todava el 22 de abril del mismo ao, se alz en arms el cura Mendoza de Huaripampa, siendo este pueblo, el primero que secund, de un modo efectivo, el movimiento de insurreccin patritica, que el estudiante isabelino, inici contra el enemigo extranjero, en el Centro del Per, en la fecha referida; que durante cincuenta dias se mantuvo slo, el comandante militar de la plaza de Coms, enfrentado toda el ejrcito de ocupacion, sin tener otro pensamiento, que el de repeler otra invasin esa plaza, en cuanto, humanamente le fuera posible; desde que el pueblo haba tomado en sus propias manos, la causa de la Patria, en sus momentos de cruel infortunio.

Cuando Huaripampa y otros pueblos ms, se levantaron en arms, viendo que Coms no se renda, ante la arrogante intimacion del invasor, cuando tal movimiento se hizo casi general y llam seriamente la atencin de ste; entonces el jefe de la reaccin se propuso infligirle mayores prdidas en sus filas, atacando en sus cuarteles, las guarniciones de retaguardia. Pero, como se trataba de un enemigo fuerte y envalentonado, por sus triunfos en San Francisco, Alto de la Alianza, Arica, San Juan y Miraflores; con armamento moderno de largo alcance y parque abundante, necesitaba ante todo, proveerse de rifles de precision y municiones suficientes; eso qued reducido por de pronto, el ahinco del expresado jefe, quien tuvo que dedicar sus desvelos la consecucin del armamento que se requera, para una empresa de mayor magnitud; sin descuidar la parte fundamental del problema, sea, excitar el celo y entusiasmo de los hombres de accin de los distritos vecinos, para el levantamiento general de stos, fin de hacer sentir la justa indignacin de sta parte del Per, contra los descendientes de Lautaro y Caupolicn. Tal fu el objetivo central de la inesperada reaccin. II

En medio de la angustia pavorosa y el caos que reinaba, en todo el suelo peruano, en aquel triste momento histrico; particularmente, en las regiones ocupadas por el enemigo, despus de la retirada de los pequeos ejrcitos nacionales; fu obra digna de romanos, adquirir rifles de precisin, con dotacin suficiente para un asalto vigoroso; pero, se vi precisando hacerlo, para complementar el triunfo de Coms, con otro golpe de mano, una, ambas de las guarniciones, anteriormente, enunciadas. El jefe que comprometi su propia existencia y la de un pueblo entero, con la profunda brecha que le ocasion en Coms, al soberbio y altanero invasor, tuvo que desplegar labor intensa en conseguir el nmero de rifles que crea necesario, para contar con alguna probabilidad con el triunfo, sobre cada una de las guarniciones indicadas, que constaban de ochenta hombres. Esfuerzo inmenso despleg el comandante militar, para obtener el armamento que necesitaban; y slo as, pudo entrever la eficacia del audaz proyecto que concibi, desde que los chilenos distrajeron su atencin, con el levantamiento casi general de los pueblos del valle de Jauja, en los ltimos dias del mes de abril del 82, los cincuenta dias del primer triunfo obtenido en la Brea. Ese esfuerzo patritico, casi sobrehumano, en la hora suprema de la prueba, de un joven de corta edad, sin ms

amparo que la Providencia; no ha sido apreciado en todo el valor que ha tenido y tiene, para formarse una idea de lo que ese hecho magno significa, como ejemplo objetivo del ms acendrado patriotismo, en esa segunda guerra de independencia. III A raz del triunfo de Coms, de repercusin continental , por su inmenso valor moral; muchos jvenes voluntarios, de los diversos pueblos del valle de Jauja, se presentaron al Jefe de la Plaza; ponindose sus rdenes, incondicionalmente, para empuar un rifle y batirse contra los enemigos extranjeros; sta actitud, sugirile al comandante militar, la idea de confiar dichos jvenes, el mejor armamento; por haberle inspirado stos ms confianza, para llevar cabo un asalto, con la resolucion de triunfar, vender cara la vida de la demanda. Empero, uno de los muchos, que se puso rdenes del jefe de la plaza, que responda al nombre que Eulalio Bazn, revel uno de sus amigos de Coms, el plan de aqul, es decir, el de armar con los rifles modernos recin conseguidos, los venidos de los pueblos ocupados por los chilenos, postergando los comsinos, para poner en ejecucion, un plan de vida muerte. Esta revelacion del subalterno, caus despecho resentimiento, uno de los ms exaltados comsinos, que dio origen un motin, encabezado por el capitn Vicente Buenda, con la compaia de su mando, contra el comandante militar y su segundo jefe, Mayor Uladislao Msas, llegado poco h, de Ayacucho. Buenda y el instructor de su compaia, Bazn, intimaron prisin ambos jefes, que se hallaban desprevenidos; ponindoles centinelas, con objeto de apoderarse del parque, es decir, de los rifles y municiones, que, Salazar, costa de su peculio, esfuerzos y sacrificios haba acumulado, para coronar la obra patritica por l iniciada. Es de advertir, en honor la verdad, que solamente, Buenda y Bazn, con la compaa que aquel mandaba, se rebelaron contra los jefes, pretendiendo tener preferencia, en la distribucin de los rifles de precision; las otras cinco compaias, con sus respectivos capitanes, todos patriotas y sensatos, permanecieron fieles y obedientes al jefe de la plaza, que y cea el laurel inmarcesible de Sierralumi, por su brillante iniciativa y mejor estrategia, para obtener ese audaz triunfo de la Brea, casi en presencia de todo el ejrcito chileno, que ocupaba el departamento de Junin. IV

Ese hecho punible frente al enemigo extranjero, le hizo idear un plan, al jefe de la plaza, que seguidamente lo puso en prctica. Sin vanas protestas, ni quejas intiles, sobre la insubordinacin de los capitanes, se dirigi por oficio, al jefe superior del Centro, que todava se encontraba en Ayacucho; empleando todas las precauciones del caso, fin de que no se transparentase, el medio que haba recurrido. En dicho oficio fechado el 29 de mayo, decale al general Cceres; que, convena todo trance, mandase un batalln Coms para atacar al enemigo por ese flanco; que, con la presencia de fuerzas venidas de Ayacucho, se reconfortara el espritu de la legin de pesimistas, que, crean, que no haba elementos para reaccionar con eficacia contra la derrota; que, as se destruira la creencia antipatritica, de los que propalaban la voz, de que el general Cceres, no contaba con fuerzas suficientes, para regresar al Centro; que, tambin se animara para un combate campal, las fuerzas militarizadas de Coms, dotadas y de arms de precision y municiones, pues, se haba penetrado, que esa gente, era reacia y levantisca; que, con sta fuerza y el batalln que viniese podra causrsele grandes prdidas al invasor, atacndolo por el flanco oriental, cuando llegase el momento oportuno. Accediendo stas razones, muy bvias de suyo, fu, que, el jefe superior, mand Coms, las columnas Pucar y Ayacucho, comandadas por el coronel Gast; ambas estuvieron dotadas de rifles de precision de diversos sistems, con escasas municiones y sin parque. Arribaron Coms, el 30 de junio del 82. Si es evidente, que el auxilio material recin venido de Ayacucho, no fu tan importante, el moral fu grande: los pueblos se convencieron, que, y no poda dudarse del regreso del general Cceres, combatir junto con llos, contra el enemigo extranjero, que hollaba nuestro suelo; los de Coms salieron la lucha, encabezados por su jefe, sin quedar ni uno solo, de los bien armados y municionados, inclusos los capitanes amotinados, enrolados de ltimos soldados, en la Columna Pucar. V La cruel catstrofe, que sobrevino la Repblica, con la derrota de sus huestes en los campos de batalla trajo consigo, la casi completa disolucin nacional ; ante sta casi total vorgine, fu sumamente difcil, que surgiran hombres denodados, para la defensa nacional, sin contar con la ms remota esperanza de socorro y sin ms ambicin, que, sacar ilesa la bandera del Per; slo una voluntad templada para la accin, como la del comandante militar de Coms, de patriotismo sin paralelo, en aqullos momentos de consternacin general, ha podido afrontar situacin tan terrible, despecho de cuantos trataban de disuadirlo, por medio de cartas

particulares y notas, para que depusiera las arms, hacindole ver su actitud temeraria, ante un enemigo fuerte y poderoso, cuando todo estaba perdido, incluso el general Cceres, que no tena cuando regresar de Ayacucho; causa de que ste, por el desbande de su ejrcito en la cuesta de Julcamarca, no slo se haba quedado sin tropas, sino tambin sin armamento; y, que era imposible regresar al teatro de la heroica resistencia, en su condicion de general sin ejrcito. En una palabra, haban perdido la f y pareca que carecan, hasta de instinto patritico. Todos los pesimismos de los posedos de pnico, en esa hora del infortunio nacional y adversos la valerosa resistencia, iniciada por Salazar, contra las hordas enemigas; no fu parte desanimarlo, para que desistiera de su actitud. Haba vencido en Sierralumi, al frente de cuatro mil chilenos, tendidos en el departamento de Junin, cuando y Cceres se encontraba en Ayacucho; teniendo el enemigo facilidades para reforzar su ejrcito, con parte de los veinticinco mil soldados de Chile, que ocupaban la capital de la Repblica; disponiendo, como disponan su arbitrio del ferrocarril Central de la Oroya; todo esto no lo intimid al esclarecido patriota, para que hubiera podido decidirlo soltar las arms; por el contrario, pens en dar otro golpe ms audaz todava, atacando una de las guarniciones enemigas, ms inmediatas al cuartel general peruano, situado en el lugar ms estratgico de la Brea, distante tan solo doce leguas de Huancayo, cuartel general del ejrcito araucano. Se mantuvo, pues, firme en su puesto de honor, por todo el largo perodo de la ocupacion araucana, causando en sus filas considerables bajas, que sern, eternamente, imborrables en la memoria de Chile. VI Si las pequeas fuerzas llegadas de Ayacucho no hubiesen estado tan desprovistas de municiones, habrase dividido la fuerza total, en dos columnas, para atacar, simultneamente, Jauja y Concepcin, tal como pens el jefe de las fuerzas de Coms; pero, el motivo puntualizado, que es convincente, determin, para que solo se asaltase la segundo plaza, con todas las fuerzas; contndose como principal factor para el triunfo, con la Columna Coms, que constaba de 170 hombres, con 115 tiros por plaza. Atenido la eficiencia de esos 170 hombres, bien armados y municionados, fu, que su jefe opin en la junta de guerra de Lastay, por que el ataque se verificase en el acto, y, adems, por que, despus de cinco meses de preparativos, con tal propsito, desde el triunfo de Coms, deba realizarse su objetivo todo trance; el impetuoso ataque al enemigo, con todas las fuerzas de frente y de flanco, di por resultado el exterminio de la guarnicin chilena de Concepcin.

De los patriotas abnegados y valerosos, que constituyeron, los 170 hombres de la Columna Coms, muchos murieron en el asalto, entre llos los capitanes Jos Manuel Mercado y Cipriano Camacachi; adems, salieron 19 heridos, los cuales se medicinaron hasta salir completamente curados del hospital de sangre, improvisado por los Reverendos padres de Ocopa. De esos heridos, muchos sobrevivieron en Coms, as como tambien de los que salieron ilesos del combate; sin embargo, ninguno se apresur recibir con avidez indecorosa, las monedas conmemorativas de la inauguracin del obelisco, sino otros, que ni sobrevivientes espectadores han sido. Concepcin se asalt la luz del dia, los jefes asaltantes, autnticos, inconfundibles, son muy conocidos por los contemporneos del suceso, que no es remoto y tambin por los historiadores chilenos, de la guerra del Pacfico. En el antedicho asalto, las fuerzas venidas de Ayacucho, no han sufrido ms prdidas, que unos cuantos desertores; sin duda por su corta actuacin en el combate. VII No podemos dejar de insistir, declarando enfticamente, que se necesita tener toda la sencillz de un tonto, la torpeza de un cretino, para afirmar en el discurso inaugural de la pirmide de Concepcin; que, unos cuantos soldados armados de rifles Mini, mandados por el coronel Gast, resolvieron atacar la guarnicin de Concepcin. Unos cuantos soldados armados de rifles Mini, exterminaron ochenta chilenos armados de rifles modernos Grass, con abundante parque!... Qu calificativo merece tan estpida afirmacin? Ninguno. Pero, s, el ms soberano desprecio, mucho ms, cuando, quien lo dice, es un extranjero. Todos y cada uno de los jefes, que actuaron en Concepcin, han sido y son hombres conscientes de sus deberes patrios; haban desempaado ya papel importante, en otros combates y en situaciones ms azarosas, obteniendo resultados idnticos al de Concepcin; han sido y son capaces de trazar un plan militar y de llevarlo cabo, con todo el bro y precisin matemtica necesaria, han sido y son peruanos que defendan la honra de su patria, no aventureros que cuidaban el estmago; suponer absurdos, tratndose de empresas guerreras, sobre todo, ignorando la situacin que atravesaba el Per en aquel perodo trgico, en que haba desaparecido el gobierno nacional y no exista ya ejrcito propiamente dicho, que afrontara con el enemigo, una situacin decisiva; es desconocer el fuego sagrado, que animaba y anima todo peruano, patriota de corazn, cuando trata de reivindicar el honor de su pas, mancillado por la planta de los cartagineses de

Amrica. VIII

(De

La

Voz

de

Huancayo).

Terminada la jornada de Concepcin, bajo todo punto de vista, brillante y heroica, los restos de las fuerzas, que, en lla haban actuado, es decir, las columnas Pucar, Ayacucho y Coms, recibieron orden del general Cceres, que vena atrs, comunicada por el Mayor Saravia, de picar la retaguardia del ejrcito chileno, que se retiraba hacia Tarma; sta ardua comision encomendada fuerzas disminudas, fatigadas y desmunicionadas, principalmente, la fuerza ltima, que sostuvo diecisiete horas de combate; fu, algo temeraria, habiendo habido, como haban, fuerzas de refresco, que en ninguna parte haban combatido. Sin embargo, picaron de cerca, la retaguardia del enemigo, hasta las goteras de Tarma, ingresando ste en dicha ciudad, el 13 de julio, dando tiempo, aqu, que el 3 de lnea, que vena del Cerro de Pasco, se le uniera, para seguir juntos la marcha de reconcentracin Lima. Reunidos el 15 en San Juan Cruz, los vencedores en Concepcin y los vencidos en el Oroya, se enfrentaron con los doscientos soldados de caballera chilenos, que trajeron otros tantos infantes la grupa; despus de dos horas de combate, ambos beligerantes experimentaron fuertes prdidas, quemando los nuestros hasta el ltimo cartucho, pero, con xito poco satisfactorio. All, murieron, Lino Huamn, dos jefes de la guerrilla de Chupaca y otros valientes patriotas. Conviene puntualizar, aunque la ligera, cmo se efectu el encuentro en la Oroya, cuya resultado fu doloroso para nuestras arms. El coronel don Mximo Tafur, comandante general de las guerrillas de la banda occidental del Mantaro, venido de Ayacucho ltima hora, en julio del 82; decidi asaltar la guarnicin chilena del puente citado, el 5 de julio, contando para el efecto, con ms o menos doscientos hombres, fraccionados en tres columnas por los tenientes coroneles Eduardo Toledo Ocampo, Manuel Meza y Demetrio Arauco, comandantes militares, tambin de ltima hora de Huaripampa, Sinco y Chupaca. Cuando en una empresa blica no hay unidad en el comando y todos quieren mandar y ninguno obedece, surge la discusin de los consejos de la fbula, de si son galgos o podencos, como acaeci en el inconsulto ataque la guarnicin antedicha, cuyo resultado fu desgraciado como queda aseverado. No slo esto, sino que todos los jefes, contando con la seguridad del triunfo, se hicieron candidatos la prefectura de Junn, que origin discusiones insustanciales e inoportunas, que enfriaron el entusiasmo de los subalternos para la accin, y

fueron lastimosamente derrotados, muriendo en ese encuentro, entre otros muchos, un distinguido joven de Mito, apellidado Ledesma. Quin ignora que el entusiasmo es el gran propulsor para realizar las grandes acciones?. En Concepcin prevaleci el acuerdo acerca del plan que deba observarse en la accin de arms inmediata; Gast y Salazar lo trazaron en privado y los ejecutaron al pi de la letra. En todos predominaba una sola aspiracin y un solo pensamiento: la destruccin del enemigo. Solo as pudo ser coronada la empresa guerrera aludida, con el xito ms brillante. IX El dia de la inauguracin del monumento de Concepcin no solo se falsificaron hroes, sino tambin se ha alterado la fecha en que tuvo lugar aquel combate, haciendo aparecer una distinta la en que se realiz. El suceso se efectu, segn consta de los oficiales, el 9 y 10 de julio del 82; pero La Combe se le antoj suponer, sin fundamento alguno, que el hecho se haba llevado cabo el 12 de julio del citado ao; as consta de la inscripcin que llevan las monedas conmemorativas que se distribuyeron aquel dia entre los concurrentes la fiesta inaugural. No es esto falsear la historia, descarada y estpidamente?. Pues, en la maana del 13 de julio, las fuerzas peruanas combatieron en Concepcin, dejaron Jauja, para seguir adelante, picando la retaguardia del enemigo, que haba pernoctado en Yanamarca, ingresando Tarma en la noche de ese mismo dia El perodo crtico de la campaa redentora del Centro, durante la tercera invasin chilena, que tuvo por consignar destruir el ejrcito de Chosica, para imponer la sombra de sus bayonetas, colmo lo impuso despus el repudiado caudillo de Montn, fu desde el combate de Coms hasta el de Concepcin, o ase, de marzo julio del ao anotado; durante el perodo lgido de esa campaa, el comandante militar de Coms, fu el alma de esa heroica resistencia, que asumi los caracteres de una epopeya, sin rendir la plaza ante la intimacin del enemigo. Las represalias que se ejercitaron durante ese perodo de ocupacin chilena en uno y otro campo, fueron terribles y sangrientos. Los chilenos fusilaron al cura Mendoza de Huaripampa, Samaniego, Rosado y Gutarra de Sicaya, Aguilar de Coms, capturado en San Jernimo desempeando una comisin, al doctor Pealosa y familia en Huamancaca por meras sospechas sin que se hubiera tomado parte en la rebelin de los chupaquinos, Merino en Acopalca y Snchez en Sapallanga. Tambin los peruanos no dieron cuartel los once chilenos tomados ilesos al final

del combate de Concepcin, incluso el capitn Ignacio Carrera Pinto, Jefe de la guarnicin de esa ciudad. Todava ms. Cuando el ejrcito chileno se retir de Huancayo, en obedecimiento rdenes superiores de su cuartel general y por la aproximacin de las fuerzas del general Cceres que venan de Ayacucho, no habiendo encontrado su paso por Concepcin ms que ochenta cadveres de la guarnicin, que all haban dejado; pues toda ella haba parecido en el combate librado con los asaltantes de esa plaza. Entonces, el coronel del canto hizo tocar sangre y degello. La caballera del coronel Alcerreca, despus se asesinar muchas personas distinguidas de la ciudad, entre ellas don Miguel Patio, don Juan de Dios Salazar, don Isidro Lizrraga y otros ms, recorri las afueras de la poblacin matando mucha gente del pueblo, que no haba podido huir ms lejos de la saa chilena, cuyo nmero se hizo ascender treinta en total. X Del cuartel general peruano (Coms) partieron varias insinuaciones los centros guerrilleros, tendientes coordinar un ataque intempestivo, llegada la oportunidad, enderezadas las distintas guarniciones de retaguardia del ejrcito chileno, que ocupaba Huancayo. El cura Prez, jefe de los guerrilleros del distrito de Pariahuanca, fu insinuado para que la cabeza de stos, l, o sus tenientes, se aproximsen la quebrada de Camisera, con objeto de apoderarse sorpresivamente de los doscientos caballos de la caballera del coronel Alcerreca, disminuidos en cuarenta que quedaron para siempre en Sierralumi, que en los ubrrimos potreros de la hacienda Hualahoyo pastaban, cuidados por una veintena de rotos bien armados. El cura guerrillero contest con evasivas esa insinuacin, sin duda por que no dispona de gente armada, capaz de arrollar los rotos pastores del ganado caballar. Por fin esa gente de Pariahuanca no fu til para nada durante el conflicto de la invasin; solo para contemplar asombrada, saliendo por primera vez de sus montaas, el 12 de julio, el cuadro lgubre y pavoroso que presentaba Concepcin despus de la hecatombe de que fu teatro. Chamorro y Monteblanco, jefes de los guerrilleros de Ricrn, han sido insinuados ms de una vez , para que haciendo esfuerzos extraordinarios, no teniendo de quien esperar nada, consiguieran material de guerra para caerle de improviso la guarnicin de Tarma; contestaron que era imposible conseguir arms y municiones

en que ellas circunstancias para el golpe que se premeditaba. Tampoco se utiliz el servicio de sus msas armadas de lanzas, que permanecieron agazapadas en sus riscos durante toda la campaa, impropiamente llamada del Centro, cuando solo algunos pueblos de las dos provincias meridionales del departamento de Junn, resistieron batallando contra los invasores; mientras las otras dos provincias de este departamento se dejaron avasallar ovejunamente, como si en aquel entonces no hubiera habido en el seo de ellas hombres de accin. Despus de la muerte del cura Mendoza de Huaripampa, se les insinu los de este pueblo Muniyauyo y Sincos, para que organizasen debidamente sus fuerzas, de manera que significasen en su oportunidad un factor til para atacar jauja, conjunta o separadamente con Coms, en desquite de la muerte del cura. Tardaron mucho en prepararse, hasta que fines de junio del 82 lleg de Ayacucho el coronel don mximo Tafur, nombrado comandante general de las guerrillas de la banda occidental del Mantaro. Juntamente vinieron tambin los tenientes coroneles Arauca Meza y Toledo Ocampo, comandantes militares, respectivamente, de los distritos de Chupaca, Sincos y Huaripampa; jefes de ejrcito y experimentados, pero que condujeron todas las guerrillas de aquella banda al triste fracaso de la Oroya, el 5 de julio del 82. Los dems pueblos, de los muchos que existen en el valle, permanecieron estticos, casi petrificados, ante la irrupcin famlica de los brbaros del Sur. Quedaba solamente Coms con las arms en la mano para vengar por segunda vez la iniquidad araucana. As lo hizo, en efecto: en su itinerario de Sierralumi hasta Concepcin; le caus al enemigo 115 bajas, que ste no lo olvidar jams, aunque se arranque la memoria. XI El jefe del ejrcito chileno, durante su corta estada en tarma, en su retirada Lima, despus de la hecatombe de Concepcin, dirigi una proclama al ejrcito de su mando, en uno de cuyos prrafos deca: Pero no olvidis los rasgos generosos de que siempre habis hecho uso para con esos prjimos de la humanidad degradad. Llamar humanidad degradada los dueos de casa, que repelieron con energa la agresin de ladrones y asesinos, que, con, el ostensible propsito de asesinar invadieron ajena propiedad, es el colmo del cinismo. El derecho de legtima defensa es todos permitido, hombres y naciones, luego, al que injusta y sorpresivamente ataca, con el fin de asesinar y robar, es lcito ultimarlo. Y qu

hicimos en Coms y Concepcin?; lo que est permitido por el derecho natural, o sea matarlos y exterminarlos como bandoleros de ciudades y pueblos indefensos. Es sensible que por tan poca cosa, canto se haya permitido decir tanta procacidad; hemos debido levantarnos todos los peruanos de esta parte del territorio, como un solo hombre, y hacer con todos lo que se hizo en Coms y Concepcin; cuando menos con todas las guarniciones de retaguardia del ejrcito invasor. As el calificativo de Humanidad degradada nos habra producido menos escozor, castigando en mayor escala los invasores del 79. Pero, nos declararon la guerra cuando nos encontrbamos desprevenidos; no tuvimos suficiente material de guerra, ni hombres competentes para la direccin del Estado, slo desertores del deber y de los puestos de honor; sobre todo nos falt un Gran General, de que siempre hemos carecido. Un Foch y 200.000 hombres bien armados y equipados, habra sido y sera ahora el remedio radical para nuestra deplorable situacin: Hoy, con pas vencido y mutilado y dos provincias detentadas por el cndor araucano!. Son funestas las reflexiones que se agolpan la mente cuando se piensa en la triste herencia legada la presente y futuras generaciones! El odio contra Chile debe conservarse, como se conserva el fuego sagrado de las Vestales. XII La historia y la posteridad han de fallar un dia sobre la altivez y patritica actitud asumida por el joven estudiante, sin inspiracin extraa y por cuanta propia; que sin detenerse pensar en la ferocidad araucana, expuso su vida, la de su familia y la del pueblo que lo secund con eficacia, para librar su bandera de la humillacin y oprobio; vencida ya inmerecidamente en todos los campos del desastre, merece pues bien de la Patria; puesto que, con sus hechos efectivos y ejemplarizadores, ha escrito una gloriosa pgina en la historia del Per. Tanto ms gloriosa dicha pgina, cuando que castigo, merecidamente, con los reducidos elementos de que dispona, los filibusteros de la nacin, que en Amrica implant el derecho de conquista, declarando al Per y Bolivia una guerra expoliadora, injusta y cruel; que abus de su fuerza, no respet durante la lucha ni despus de la victoria, las leyes de la guerra, que acatan todos los pueblos civilizados; ni se someti los principios consagrados en bien de la humanidad. XIII Este ltimo captulo ha sido reservado para consignar la parte que le cupo de la

crueldad y terrorismo que los invasores desplegaron contra toda la familia del jefe de la plaza de Coms, especialmente contra su padre don Ascencio Salazar y Castilla, por el gran crimen que su hijo haba perpetrado en Sierralumi, en honor de su bandera, exterminado los cuarenta araucanos del Escuadrn de Yungay mandados por el capitn chileno Fernando Germain. Para no caer en manos de los enemigos, el padre del mencionado jefe, tuvo que abandonar todos sus intereses, situados en el pueblo de Quichay, inmediato Concepcin; emigrando en seguida la cumbre de los cerros de la hacienda Suitucancha, por todo el tiempo de la ocupacin chilena en esta zona, causa de que las comisiones que se destacaban del cuartel general chileno, se sucedan unas otras con el pregonado propsito de capturar Salazar (padre) y fusilarlo. No habiendo sido tomado por ninguna de las comisiones, por haberse puesto previamente fuera del alcance de stas, por avisos oportunos de personas de buena voluntad, el jefe chileno adopt una estrategia para conseguir su objeto. Canto, de acuerdo con uno de los gamonales chilenfilos del pueblo de San Jernimo, que ejerca el cargo de Alcalde Municipal, envi un individuo llevando una nota del Alcalde para el emigrado, con instrucciones de buscar Salazar en las punas hasta encontrarlo. En la nota se le deca ste que haba sido nombrado Gobernador del distrito y que se constituyese cuanto antes desempear el puesto que se le haba conferido; pero, como el juego era demsiado burdo para caer en la celada que le tenda, se retir con su familia ms al interior, un punto casi inaccesible de la Brea, para no ser capturado. Pero lleg el momento por todos anhelado para saldar cuantas con los invasores. Cuando la columna Comsmandada por su hijo y las dos columnas ms venidas de Ayacucho, dejaron su cuartel general con objeto de asaltar Concepcin, por determinacin antelada del vencedor de Sierralumi; se uni esas fuerzas don Ascencio Salazar; tomada la plaza despus de tres horas de combate, encabezo un grupo de patriotas constituido por Andrs Mandujano, Rufino Meza, Sntos Moreno y otros; se apoder en seguida de una de las torres de la Iglesia, de la que dominaba el cuartel chileno, de donde dirigi con el grupo que lo acompaaba, certeros tiros contra los araucanos. El resultado de este combate es universalmente conocido. Qued as arreglado con los enemigos la cuenta pendiente de persecucin, captura y fusilamiento que contra el padre del ilustre paladn de la Brea proyectaba el jefe de los rotos que irrupcionaron el Centro.

XIV El

desgraciado

fin

del

ejrcito

del

Centro

A fines de abril del ao 1883, el general en jefe del ejrcito de Chile, Lynch, destac hacia el centro una fuerte divisin, compuesta de 5.000 hombres de las tres arms, al mando del coronel Len garca, con el ostensible propsito de destruir el ejrcito mandado por el general Cceres, que entonc