LAS BODAS DE F GARO) - aamalcoy.com · FIGARO Barítono ... 1838) extrajo de la comedia de...
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presenta
De Wolfang A. Mozart
Coproducción OPERA 2001 / TEATRO LE FORUM DE FRÉJUS. OPERA 2001, compañía residente Teatro Le Forum de Fréjus TEMPORADA 2014/2015
libreto: Lorenzo da Ponte según la comedia de BEAUMARCHAIS Ópera bufa en 4 actos, versión original en italiano, sobretítulos en español (opcional)
Solistas, Coros y Orquesta de la Compañía Lirica OPERA 2001 Dirección musical : Martin MAZIK
Dirección artística: Luis Miguel Lainz Dirección de escena : Alexander Herold
Escenografía: Alfredo Troisi Vestuarios: ARRIGO, Milano Peluquería : Mario AUDELLO, Torino
Zapatos : Calzature de Epoca, Milano
CONDE ALMAVIVA Barítono Lars FOSSER , Paulo RUGGIERO
FIGARO Barítono Nicola EBAU, Javier GALÁN DOCTOR BARTOLO Bajo Ivaylo DZHUROV DON BASILIO Tenor Paolo ANTOGNETTI
CHERUBINO Soprano Inés BERLET, Eugenia BURGOYNE
ANTONIO Bajo Giancarlo TOSI
CONDESA ALMAVIVA Soprano Natalia LEMERCIER, Berna PERLES SUSANNA Soprano Francesca BRUNI, Linda CAMPANELLA MARCELLINA Mezzosoprano Roberta MATTELLI BARBARINA Soprano Daniela KARAIVANOVA
DON CURZIO Tenor Dimiter DIMITROV
Esta relación pudiera sufrir cambios el día de la representación, no previstos en el momento de imprimir esta información.6/12/13
LAS BODAS DE FÍGARO
Argumento
Representada por primera vez en Viena
el 1 de mayo de 1786, esta ópera
cómica en cuatro actos que supuso el
máximo triunfo de Mozart conserva
todavía intacta su vitalidad. Con suma
habilidad, Lorenzo Da Ponte (1749-
1838) extrajo de la comedia de
Beaumarchais un libreto rico y
complicado, despojándolo en parte de
su intención satírica y social y
acogiendo sin restricciones el aura rica
de difusa sensualidad, que en la comedia francesa estaba compensada por la sana
franqueza del popular Fígaro. Con Las bodas de Fígaro, Mozart superó ampliamente las
convenciones del género bufo. En la obra, Fígaro y Susana preparan su boda, pero su
señor, el conde de Almaviva, no está dispuesto a renunciar al tradicional derecho de
pernada. El conde se ha encaprichado de Susana, camarera de la condesa; la condesa
está dolida y decepcionada por las escapadas del incorregible marido. Los dolidos celos
de la condesa y las imprudentes artimañas de Fígaro y Susana para esquivar los anhelos
del conde dan lugar a una serie complicadísima de intrigas, durante las cuales Fígaro se
descubre hijo del decrépito don Bartolo y de la no menos vieja Marcelina, y la condesa
se ve cada vez más envuelta en una peligrosa desviación, delicadamente insinuada,
debida a la simulada pasión de Fígaro y al ardor amoroso del precoz paje Cherubino,
doncel ansioso de amor, siempre inocente y siempre destinado a dejarse sorprender por
los maridos celosos en las situaciones más comprometedoras. Todo se arregla,
naturalmente, y la ópera termina con abundantes matrimonios y reconciliaciones. Este
clima blando y afeminado, dominado por una ingenua y casi pueril voluntad de alegría y
placer, encuentra su expresión musical en los gozosos gorjeos, ya lánguidamente tiernos
(la condesa, Cherubino), ya realzados por una malicia petulante (Susana, Fígaro), que se
revela en la saltarina viveza del ritmo.
Comentario
Hay, en Mozart, la inclinación irresistible y natural
hacia un placer incluso demasiado fácil y al
alcance de la mano, en el que convergen todos los
circundantes, entretejido incluso en la más íntima
trama de placer y alegría, y en el cual las
realidades más diversas (como la dura vida militar)
pueden convertirse en increíble fábula, capaz de
una paródica y grotesca fantasía, como sucede en
la canción de Fígaro que predice al pobre
Cherubino, nombrado "oficial", las marchas en el
fango, con el sable al costado, y el concierto de los
cañones.
Como los suaves conciertos de voces femeninas son la materia más apta para convertir
en sonidos dicho mundo, incluso visualmente, la ópera es rica en escenas galantes que
parecen solicitar el pincel de un Watteau: por encima de todas, el disfraz de Cherubino
con ropajes femeninos por obra de Susana y de la condesa (en que se aprovecha
hábilmente la ambigua sugestión del personaje masculino interpretado por una actriz).
En la primera escena, Susana, ante el espejo, se prueba complacida el hermoso
sombrerito; y en la melodía acariciadora y ligeramente burlona se encuentra casi un eco
de la infantil actitud del mismo Mozart, siempre solícito en preguntar a sus familiares en
sus cartas si "están contentos": estar contento, tal es la ley suprema de dicho mundo. Y
cuando Fígaro y Susana, en la penúltima escena, entonan su melodía casi soñadora y
sentenciosa, tienen verdaderamente el aire de extraer la moraleja de la historia.
Entre los veintiocho números que componen la ópera, sólo catorce son arias: la mitad
está hecha de dúos, tercetos y escenas de conjunto. En ello reside el secreto de su
viveza. La eliminación de lo estático del aria confiere al conjunto un dinamismo
sorprendente; además, algunas arias (como la de Fígaro "Non più andrai..." y la de
Susana "Venite, inginocchiatevi...") no están circunscritas al personaje que canta, sino
que tratan y completan la personalidad de Cherubino; así se obtiene, en la música, un
extenderse, un derramarse y un reciproco reaccionar general en una intriga que es
verdadera imagen de la vida.
De ello se alimenta el estilo vocal que Dent llamó "de conversación". La evolución
tonal y rítmica, el fraseo y el conjunto de las melodías, coinciden milagrosamente con el
valor sintáctico de la frase: la naturaleza de dicha íntima fusión es tal que sería más fácil
citar los poquísimos pasajes donde no se realiza que destacarla expresamente. Sin
embargo, en algunos puntos alcanza verdadero virtuosismo, particularmente cuando el
texto poético de Da Ponte ofrece al músico la posibilidad de divertirse con réplicas y
respuestas adecuadas (por ejemplo, al final, el sincopado diálogo entre el conde y la
condesa, disfraza de Susana), con juegos verbales (el dúo del din-din y el don-don entre
Fígaro y Susana) y con artificios sintácticos (el extraordinario dúo entre Susana y la
condesa, con el dictado, la escritura y la lectura de un billete galante). Naturalmente,
después de ello, las pocas arias que quedan no constituyen un elemento negativo, sobre
todo cuando tienen la plástica viveza de la de Cherubino ("Non so più cosa son, cosa
faccio") y de Fígaro ("Aprite un po' quegli occhi"), o la celestial belleza del aria de la
condesa, melodía eterna y ejemplar por la progresión ceñidísima de los intervalos, de la
que exhala, como un perfume, la resignada tristeza del personaje.