Las 8 Actitudes Del Jefe Excelente
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Las 8 actitudes del Jefe Excelente
Si hace poco os hablaba del El Jefe ideal hoy os hablo de las ocho
actitudes del jefe excelente porque existe, claro que sí.
Es cuestión de combinar liderazgo y motivación, de cultivar una serie
de actitudes y características que convierten a un dirigente en
excepcional y que son comunes a muchos de los grandes consejeros
delegados del mundo así como compartir una manera de entender
la empresa que hace que los empleados también se impliquen
y disfruten trabajando.
Geoffrey James, autor del libro 'Business to business selling' ha ido
recopilando tras varios años de entrevistas a importantes consejeros
delegados de empresas de referencia a nivel mundial, los ocho
conceptos o actitudes que todo Jefe que aspire a ser Excelente debe
cultivar y los ha resumido en la columna Sales Source que escribe
para Inc.com.
1. Los negocios son un ecosistema, no un campo de
batalla. El antiguo concepto del mundo empresarial como una
jungla que tanto triunfó en los 80 y los 90 está ahora en
decadencia entre la vanguardia de la dirección corporativa. Si el
jefe medio concibe los negocios como un continuo conflicto
entre empresas e incluso departamentos y crean su propio
ejército para ir a la guerra, la visión de los jefes extraordinarios
es bien diferente. Para ellos los negocios no dejan de ser una
simbiosis entre las diversas firmas de forma que varias pueden
sobrevivir al mismo tiempo. Y precisamente para hacer frente a
esta situación crean equipos capaces de adaptarse a los nuevos
mercados y pueden asociarse rápidamente con otras
compañías para sacar ventajas, sin importar incluso que sean
competidores.
2. Una empresa es una comunidad, no una máquina. Es
relativamente habitual comparar las empresas con un motor
perfectamente engrasado, siendo los empleados las piezas que
la hacen funcionar al ritmo y tiempo adecuados. Para sustentar
esta máquina crean rígidas estructuras y reglas para controlarla
a su antojo. Sin embargo, hay quienes van más allá y piensan
que las compañías no dejan de ser una colección de personas
con esperanzas y sueños que, de alguna forma, conectan en
pos de un propósito más alto. Para lograrlo tratan de incitar a la
colaboración y la búsqueda del bien para todo el equipo.
3. Dirigir es servir, no controlar. Los dirigentes medios quieren
que los empleados se limiten a cumplir órdenes y se cuidan
muy bien de fomentar las iniciativas de sus empleados. De
hecho, tienden a promover una actitud de autocontrol en el que
cualquier idea debe ser antes presentada al jefe, algo que se
hace con una actitud que en ocasiones puede rozar el
temor. Los grandes mandatarios operan de forma diferente,
marcando un camino y tratando después de que sus empleados
tengan a su disposición las herramientas necesarias para
atravesarlo y llegar al objetivo marcado. De esta forma apoyan
la toma de decisiones, dejando a los empleados tomar sus
propias decisiones.
4. Los empleados son colegas, no hijos. Otro error común de
muchos jefes es el de tener una actitud paternal, fruto en
muchos casos de considerarles inferiores e inmaduros, además
de no ser dignos de su confianza. Por el contrario, los
mandatarios excelentes tratan a sus subordinados como a
iguales y los hacen sentir las personas más importantes de la
empresa, lo que sirve para que los empleados sean capaces de
hacerse dueños de su destino.
5. La motivación es fruto de una visión, no del miedo. El
miedo es un arma arrojadiza y demasiado utilizada por parte
del jefe medio. En las mentes menos preclaras se utiliza como
un elemento de motivación, pero que en el peor de los casos
puede llegar a paralizar a los subordinados. Por el contrario, un
gran jefe sabrá inspirar a sus empleados con una visión general
de lo que quiere, de su futuro.
6. El cambio se equipara al crecimiento, no el dolor. Lo
habitual es ver el cambio como una complicación y una
amenaza. En definitiva, algo que debe evitarse hasta que no
sea inevitable. Precisamente como algo inevitable pero también
natural es como lo conciben los grandes jefes. Pero no se trata
de valorar el cambio en si mismo, sino la forma en la que la
organización y los empleados se preparan y lo asumen.
7. La tecnología potencia la empresa, no la
automatiza. Si en los primeros estadios la tecnología sirvió
para automatizar la empresa y sus procesos productivos –de ahí
precisamente esta visión de las corporaciones como máquinas-
ahora las posibilidades de las nuevas tecnologías van mucho
más allá. Al tiempo que permiten controlar y pronosticar mejor,
también deberían servir para fomentar la creatividad y mejorar
las relaciones.
8. El trabajo no debe ser cansado, sino divertido. Para la
mayoría de jefes el trabajo, es, en el mejor de los casos, como
un demonio y esperan que sus empleados así lo sientan. Por
eso creen que estarán resentidos y tienden a definirse a sí
mismo como opresores, aunque sea de forma inconsciente, y
por lo tanto a comportarse en consecuencia. Nada más lejos
de la realidad. Otra de las conclusiones de Geoffrey James tras
sus entrevistas con importantes CEOs es que el trabajo puede y
debe ser divertido y de hecho, cuanto más lo sea, mayor será el
rendimiento.
Así que si eres Jefe o aspiras a serlo y además a ser Excelente,
empieza a cultivar estas 8 actitudes… y que te acompañen como
“mantras” cada día en el trabajo. Te ayudarán a ti y a tu
organización.
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