La Vida Jipi (Curso de Marina de Psicosupervivencia)

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Día 1: ¿Qué es la Vida Jipi? ¡Hola, Jipi! ¡Gracias por participar en este mini-curso de Introducción a la Vida Jipi! SoyMarina Díaz, de Psicosupervivencia : el blog de psicología pragmática y autoayuda no convencional. Tengo muchas ganas de compartir contigo algunas ideas sobre el tema más importante del mundo: La Vida, así con mayúsculas. O, más importante aún: tu vida. ¿Qué es un jipi? La palabra jipi surgió por casualidad cuando mandaba mis primeras newsletters. En la cabecera de cada una incluyo el número de personas que la están recibiendo. Escribir “ya somos 33 personas” me parecía aburrido, así que me acordé de un amigo que utiliza a menudo la palabra “jipi”. Por ejemplo: “vente a tomar algo que vamos a estar ahí todos los jipis”, o “¿qué pasa, jipi?” (para daros contexto, os diré que todo esto sucedía en Cádiz ;). Me hizo gracia la palabra y la utilicé por casualidad; no fue ninguna oscura decisión de marketing planeada durante semanas. Poco a poco, sin embargo, me di cuenta de que la idea arraigaba. La gente se suscribía y me decía: “¡yo también soy jipi!” o “¡ya tienes un jipi más!”. Obviamente, ser un jipi significaba algo y yo tenía que descubrir qué.

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Día 1: ¿Qué es la Vida Jipi?¡Hola, Jipi!

¡Gracias por participar en este mini-curso de Introducción a la Vida Jipi!

SoyMarina Díaz, de Psicosupervivencia: el blog de psicología pragmática y

autoayuda no convencional. Tengo muchas ganas de compartir contigo algunas

ideas sobre el tema más importante del mundo: La Vida, así con mayúsculas. O,

más importante aún: tu vida.

¿Qué es un jipi?

La palabra jipi surgió por casualidad cuando mandaba mis primeras newsletters.

En la cabecera de cada una incluyo el número de personas que la están

recibiendo. Escribir “ya somos 33 personas” me parecía aburrido, así que me

acordé de un amigo que utiliza a menudo la palabra “jipi”. Por ejemplo: “vente a

tomar algo que vamos a estar ahí todos los jipis”, o “¿qué pasa, jipi?” (para daros

contexto, os diré que todo esto sucedía en Cádiz ;). Me hizo gracia la palabra y la

utilicé por casualidad; no fue ninguna oscura decisión de marketing planeada

durante semanas.

Poco a poco, sin embargo, me di cuenta de que la idea arraigaba. La gente se

suscribía y me decía: “¡yo también soy jipi!” o “¡ya tienes un jipi más!”. Obviamente,

ser un jipi significaba algo y yo tenía que descubrir qué.

Para mí un jipi es, sobre todo, aquel que hace las cosas a su manera. ¿Significa

eso dejarse el pelo largo, quemar incienso o tocar la flauta? No: un jipi no es

un hippie. Se trata de descubrir tus propios valores y vivir de acuerdo con

ellos.Puedes ser jipi si te casaste por la iglesia, tienes tres hijos y jamás has

pensado en tomar drogas, y también si llevas un año viajando por el mundo y

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durmiendo en tu furgoneta. Lo importante es hacerte dueño de tu propia vida y

vivirla con consciencia y responsabilidad. 

Ser jipi es confiar en que sabemos lo que nos conviene y somos capaces de

decidir lo que es mejor para nosotros. 

¿Cuál es la meta de la Vida Jipi?

La meta es ser un humano más humano. No dejar que tu mente acabe con tu

vida. Conocerte más a ti mismo, alcanzar una mayor satisfacción con lo que haces

y compartir todo eso con los demás. Diría que la meta es “ser feliz”, pero a lo largo

de estos días sabrás que la palabra felicidad me da un poco de alergia.

Durante los próximos 8 días hablaremos de muchos temas: cómo ser autónomo (y

no, no me refiero a pagar la cuota... no me hagas hablar de ese tema, que lloro),

qué hacer con los pensamientos negativos que insisten en no irse, cuál es el

sentido de la vida o por qué es importante ayudar a los demás. También te contaré

el chiste del hermano pesimista y el hermano optimista, la historia de la mujer y los

granos de sésamo y mi propia historia inspiradora de cómo pasé de “la vida es una

mierda” a “psé, tampoco está tan mal esto”.  

Acción práctica

Si te has suscrito a esta lista, probablemente hay algunos aspectos de tu vida que

te gustaría cambiar. Así que permíteme hacerte una pregunta: ¿Qué quieres

empezar a cambiar hoy?

Tus relaciones personales.

La forma en que te ves a ti mismo.

Tu fuerza de voluntad.

Tu capacidad para lograr lo que deseas.

El funcionamiento de tu mente.

Y ahora, después de haber plantado en tu cabeza esa semilla de cambio,

pregúntate: ¿de qué tienes suficiente? Mira a tu alrededor, aquí y ahora:

¿puedes conciliar ese deseo de cambio, de mejora, con la búsqueda de

satisfacción con lo que ya tienes?

El deseo de cambio y la satisfacción con lo que ya tenemos son el Yin y el Yang de

la Vida Jipi. Demasiado deseo de cambio y viviremos siempre persiguiendo la

zanahoria como un burro; demasiada satisfacción y nos quedaremos inmóviles, sin

evolucionar jamás. 

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Día 2: La vida es dura¡Hola, jipi!

Sé que el asunto de esta newsletter es un poco chungo. ¿A qué viene hablar de lo

dura que es la vida así, de repente, el segundo día de este mini-curso? ¿No

debería estar convenciéndote de que el mundo es maravilloso y vas a conseguir

todo lo que quieres?

No, jipi. La vida es súper-ultra-dura. Si algo he aprendido en los años que llevo

trabajando en salud mental es que la vida está llena de sufrimiento. Nacemos y

empezamos a llorar. Crecemos y nos enfrentamos a la frustración de no lograr

siempre lo que queremos. Nos hacemos mayores, envejecemos y morimos. 

Si has ido alguna vez a un hospital, verás que hay decenas de secciones para las

distintas especialidades: cardiología, neurología, psiquiatría, oftalmología. Cada

una de esas especialidades tiene a su vez decenas, ¡cientos! de enfermedades,

problemas y trastornos. Hay maneras de estar más sano, de prevenir y de curar,

pero hay muchas formas de que nuestro cuerpo sufra.

¿Y las relaciones humanas? ¿Te has parado alguna vez a pensar que tarde o

temprano perderás a todas las personas a las que más quieres? Ellos morirán o lo

harás tú. No puedes aferrarte a nadie para siempre. Ni siquiera hace falta que se

mueran: los otros pueden engañarte, traicionarte o hacerte daño a propósito.

¿Qué hago entonces? ¿Me tiro de un puente?

¡No, jipi, NOOO! No te tires de un puente, porque la vida también tiene muchos

momentos luminosos y oportunidades de paz, bienestar y satisfacción. Tiene sol,

música, amigos, abrazos, fotos de gatitos, naturaleza, baños de burbujas y buenas

novelas. Pero es importante aceptar que es difícil para nosotros y para los demás,

porque solo con esa realidad podremos empezar a trabajar para salir de ese

sufrimiento.

Imagínate que tu casa tiene goteras. ¿Ayudará que digas que es una casa

estupenda y perfecta, que nada puede ir mal en tu casa o que tienes que mirar el

lado positivo, como la preciosa pintura de las paredes? No. Tampoco te servirá de

nada tirarte en una esquina a llorar y a decir que tu casa es un desastre y que

nunca estará bien. La única solución es empezar a arreglar esas goteras poquito a

poco y una por una, sin olvidar que la casa también tiene otras habitaciones secas

en las que es agradable estar.

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¿Qué pasa si no aceptamos que la vida es dura?

Que cuando nos pasa algo malo, creemos que tenemos mala suerte, que

es nuestra culpa, que hemos hecho algo mal. Nos rebelamos, no lo

entendemos y queremos que todo vuelva a ser como era antes.

Que miramos a los demás y pensamos que sus vidas son mejores que

las nuestras y que ellos no sufren ni un poco. Eso nos angustia y nos aísla

de ellos.

Que nos creemos al primero que viene diciéndonos que va a eliminar todo

lo que va mal en nuestras vidas y a hacer que alcancemos nuestro

máximo potencial,para que cada día sea una aventura nueva y fascinante

donde nuestro mundo brilla en tecnicolor. “Si quieres, puedes”, o “todos tus

sueños van a hacerse realidad”.

Yo no te digo eso, jipi. Voy a ser sincera contigo. No importa lo mucho que me

esfuerce por averiguar contigo qué es vivir una vida buena: en tu vida va a haber

sufrimiento y frustración, ansiedad y tristeza. En la mía también la hay, porque

la mayoría de las cosas que merecen la pena lo requieren. Al final de este curso te

contaré mi historia, pero basta con decir que aunque parece que he logrado todo lo

que había deseado siempre, me sigo peleando con la insatisfacción y el dolor.

¿Recuerdas lo que decíamos ayer sobre ser un humano más humano? Hay una

frase que se atribuye a Sócrates y que dice algo como “prefiero ser un humano

infeliz a un cerdo feliz”. Yo la interpreto como que es mejor ser consciente de la

realidad y tener esta mente imperfecta que ir por la vida sin darnos cuenta de

nada, sin poder buscarle un sentido ni vivir de acuerdo con nuestros valores.

Yo estoy aquí para ser una humana más humana, y sé que eso significa ser a

veces feliz y otras veces infeliz. La meta no es la felicidad, sino el equilibrio de

la mente, la conciencia de cambio, la aceptación de las cosas tal y como son.

Acciones prácticas:

Toma conciencia del sufrimiento. No lo hagas desde el victimismo o desde el

pesimismo de “oh, Dios, todo va a ir siempre mal”. Simplemente, observa la

realidad. Túmbate un rato en la cama, lo más cómodo posible, y date cuenta de

que después de algunos minutos algo empezará a picarte, o te entrarán ganas de

ir al baño, o te dolerá el cuello por estar siempre en la misma postura. 

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Observa las vidas de los que te rodean: ¿alguien vive una vida totalmente libre de

sufrimiento? Elige a personas que conozcas bien, no a actores de televisión o a

famosos de revista. ¿Conoces a alguien que sea feliz todo el rato, sin interrupción?

O bien, lee estas historias budistas.

¡Prometo que el tono de este curso ascenderá lentamente hacia el optimismo!

Quédate conmigo y lo comprobarás. 

Día 3: La mano que va a ayudarte está al final de tu brazo ¡Hola, jipi!

Hoy vamos a empezar con las soluciones. Para ello, permíteme que te

presente los cuatro principios de la Vida Jipi. Después de dar muchas vueltas a

los temas sobre los que escribo y que son importantes para mí, creo que estos

cuatro principios resumen bien la visión que me gustaría transmitirte y desarrollar

contigo. Pero vamos, que estoy en continua evolución, es decir: que hoy son

cuatro y a lo mejor mañana son siete :D

De momento, los principios de la Vida Jipi son los siguientes:

1. Autonomía.

2. Aceptación.

3. Sentido.

4. Heteroayuda.

Sin más, empecemos por el primero: la autonomía. Es un principio que no sabía

muy bien si incluir, porque suena a que debemos ser egoístas y no depender de

nadie.

Sin embargo, la autonomía (principio número 1) no puede entenderse sin la

heteroayuda (principio número 4). Los jipis nos hacemos cargo de nosotros

mismos para poder ayudar a los demás. 

Uno nunca se queda el propio sufrimiento para sí. Lo repartimos y lo

extendemos alrededor como si nos quemara en las manos. Piensa, por ejemplo,

en un día en que llegas a casa agobiado del trabajo o tenso porque has tenido

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clases difíciles. ¿Vas a quedarte esa tensión para ti hasta que se te pase? No: lo

más probable es que lo pagues con tu pareja, o con tus hijos, o con tus amigos, o

con el pobre perro.

Por eso, la autonomía, es decir: hacerse cargo de nuestro bienestar, aceptar la

responsabilidad de salir del sufrimiento, lleva en sí una preocupación por los

demás. Si nos esforzamos por dejar de sufrir y vivir una vida satisfactoria, eso

impactará automáticamente en los demás de forma positiva. Te será fácil ser

amable, porque te encontrarás en paz. Te saldrá naturalmente ser generoso,

porque sentirás que tienes de sobra en todos los sentidos. 

Lo que no es la autonomía

Por favor: no confundas ser responsable de tu vida con la Ley de la Atracción u

otras pseudociencia. Yo no creo, repito, NO creo que seas 100% responsable de

todo lo que te sucede, o que atraigas tu realidad con tus creencias. Si te cae un

rayo, no pienso que una parte de tu inconsciente estaba atrayendo al rayo con

vibraciones negativas. Las cosas malas ocurren porque sí. 

Autonomía tampoco significa que no puedes confiar en nadie y tienes que ser un

lobo estepario, o preocuparte solo de lo que te concierne a ti. Vives con otros.

Puedes pedir favores y esperar que los demás te ayuden. La cuestión es ser

consciente de que tú eres libre para pedir y los demás son libres para darte

algo o no hacerlo.

Hay un proverbio budista que me gusta mucho:

Haz de ti mismo una isla,

haz de ti mismo un refugio.

No hay otro refugio.

Haz de la verdad tu isla,

haz de la verdad un refugio.

No hay otro refugio.

Tenemos que ocuparnos de nosotros mismos porque nadie más va a hacerlo por

nosotros. La autonomía no es una opción: es la única opción con posibilidades

de éxito a largo plazo. 

Imagínate que una persona buenísima y abnegadísima decide ocuparse

totalmente de ti. Va a bañarte, a vestirte, a ganar dinero para ti y dártelo cada mes,

a limpiar las cosas de tu casa, a llevarte el coche al taller si se te rompe. Incluso en

ese caso: ¿puede ocuparse de lo que hay dentro de tu mente? ¿De gestionar tus

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emociones, tus sentimientos, tus miedos? Aunque se pasara todo el día

diciéndote: “ánimo, eres estupendo, todo va a ir bien, me encanta tu pelo”, ¿qué

pasa mientras duermes? ¿Y cuando estás solo, o cuando se cuelan otros

pensamientos que no son de nadie más que tuyos?

En la vida real, en la que ninguna persona va a dedicarse al 100% a nosotros, ser

autónomo todavía es más importante. Tú eres tu refugio porque, de verdad: no hay

ningún otro, nadie que vaya a estar contigo toda tu vida, nadie que te conozca

mejor ni sepa mejor que tú lo que quieres y lo que necesitas.

La autonomía tiene muchas facetas: ser autónomo emocionalmente,

económicamente, físicamente. Y en todas esas facetas, recuerda: buscamos la

autonomía para poder ser útiles. Cuidamos de nosotros mismos para poder

cuidar de los otros. Somos compasivos con nosotros mismos para serlo con

los demás.

Acción práctica

¿En qué áreas de tu vida te gustaría alcanzar más autonomía?¿El área emocional,

quizá? ¿Financiera? ¿Mental? ¿Física? Anótalas. De momento, basta con ser

consciente de ellas; Zamora no se hizo en una hora.

Día 4: La loca de la casa¡Hola, jipi!

Ayer hablábamos del primer principio: la autonomía o necesidad de hacerse cargo

de los propios asuntos. Hoy vamos a introducir el segundo principio: la

aceptación.Para ello, vamos a empezar por examinar el asunto más urgente del

que todos tenemos que ocuparnos y que está más cerca de lo que pensamos:

justo entre nuestras dos orejas.

La mente, la imaginación, esa “loca de la casa” (como decía Santa Teresa) con la

que todos convivimos, es la jefa de nuestro mundo. Trabaja  24 horas al

día produciendo imágenes, pensamientos y emociones. Incluso cuando dormimos,

ella sigue ocupada con sueños, fantasías, temores.

Todo lo que nos ocurre ocurre en nuestra mente. Es la puerta que filtra todos

nuestros contactos con la realidad. Los sentidos tienen áreas específicas en el

cerebro; no hace falta, por ejemplo, que tus ojos estén dañados para que no

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puedas ver, sino que puedes tener ceguera cortical: deterioro en las áreas del

cerebro que se encargan de procesar los estímulos visuales.

Un ejemplo muy clásico de la capacidad de la mente para interpretar la realidad es

el chiste del hermano optimista y el pesimista. 

Había una vez un hermano muy pesimista y otro muy optimista. En navidades, los

padres deciden hacer un pequeño experimento para ver si consiguen que los dos

estén de un humor parecido: le regalan al pesimista un montón de juguetes y al

optimista una mierda de caballo. 

El día de reyes, el hermano pesimista está muy triste:

- Me han regalado una Wii, pero se me da fatal; un ordenador, pero la pantalla me

hace daño en los ojos; un balón de fútbol, pero me canso al jugar; unos soldaditos

de juguete, pero me da miedo de que se me pierdan o me los roben…

El optimista, sin embargo, está contentísimo, corriendo por toda la casa. 

- ¿Qué haces, hijo? - le pregunta su padre.

- ¡Es que me han regalado un caballo - contesta él, emocionadísimo -, pero no sé

dónde está!

En este caso, ninguno de los dos hermanos estaba viendo su realidad: el pesimista

no podía disfrutar de sus juguetes, pero el optimista no veía su mierda y tampoco

podía actuar de forma acorde (por ejemplo, tirándola a la basura y preguntándole

al optimista si le dejaba jugar con la Wii).

Tenemos una mente que nos cuenta historias todo el rato, que produce sin parar

pensamientos y que filtra lo que sucede a través de sus creencias. No percibimos

la realidad, sino que hacemos juicios constantes sobre ella, recreamos el pasado y

anticipamos el futuro. 

Esto no sería malo si no fuera por varias ideas perjudiciales que están metidas a la

fuerza en nuestras cabezas desde que somos pequeños. A saber:

1. Somos nuestros pensamientos.

2. Para ser feliz hay que tener pensamientos y sentimientos

positivos todo el rato.

3. Podemos controlar nuestros pensamientos y sentimientos.

Son mitos tan extendidos que es probable que ni siquiera los reconozcas como

mitos. Pues claro que hay que tener pensamientos lo más positivos posible,

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y claroque pueden controlarse. Te lo dice todo el mundo: si vas a una entrevista de

trabajo, te dicen que “pienses en positivo” y “creas en ti mismo”; si te ha pasado

algo horrible, te insisten en que trates de “no ser tan negativo” y “ver la botella

medio llena”. Hay camisetas deportivas que insisten en que "el poder está en tu

mente" y libros de autoayuda que se empeñan en que seas optimista, atraigas a la

suerte y deseches las ideas y emociones tóxicas. ¿Qué puede haber de malo en

eso?

La pregunta que te hago yo a cambio, jipi, es: ¿han demostrado ser verdaderas

esas ideas? ¿Te han ayudado a ser más feliz, a llevar una vida más plena, a

sentirte más satisfecho?

Mañana exploraremos estos mitos con más tranquilidad. Hasta entonces…

Acción práctica

Reflexiona sobre los tres mitos y la presencia que tienen en tus vidas. ¿Recuerdas,

por ejemplo, algún anuncio de televisión que te dijera que seas “positivo”? ¿Algún

libro de autoayuda o psicología? ¿Una frase de un amigo o de tus padres acerca

de controlar tus pensamientos y sentimientos? Piensa en la influencia que ha

tenido en tu vida y en tu relación con el contenido de tu mente. 

Día 5: Apaga el Gran Hermano Mental¡Hola, jipi!

Ya hemos llegado al ecuador de este mini-curso, y ahora tengo que contarte un

secreto. A pesar de haberse suscrito a esta newsletter de forma libre y voluntaria,

hay gente que cancela su suscripción después de algunos días. ¿Por qué? Lo de

recibir un curso intensivo de nueve días puede ser demasiado, y estamos tan

saturados de información que es difícil distinguir la que de verdad merece la pena.

Aun así, me sabe mal cuando alguien se borra, porque pienso que las ideas que

estoy compartiendo aquí contigo han sido TAN importantes para mí, me han

cambiado TANTO la vida, que ¿y si podían habérsela cambiado también a alguno

de ellos?

Así que hoy, antes de empezar, quiero pedirte algo: si este curso te está

ayudando, cierra los ojos (¡todavía no! Termina de leer la frase ;), piensa en

alguien a quien pueda serle útil y reenvíale esta newsletter. La persona que lo

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reciba sabrá que esto no es ruido, que es importante: alguien en quien confía le ha

reenviado este correo, así que merece la pena leerlo.

También quiero agradecerte a ti, sí, a ti, que sigas ahí. Gracias por tomarte este

tiempo para reflexionar sobre lo que es importante, para pausar en medio de la

vida cotidiana y preguntarte si tu forma de hacer las cosas te acerca a la vida que

quieres.

Prometí que hoy íbamos a hablar más sobre los mitos acerca de nuestros

pensamientos, así que vamos allá.

Mito 1: somos nuestros pensamientos

Creer que somos nuestros pensamientos implica aceptar que cómo nos sintamos

y cómo actuemos va a depender solo y exclusivamente de cómo

pensemos.Es decir: que si un día me levanto pensando que soy una psicóloga

horrible, por fuerza ese día voy a trabajar muy mal con mis pacientes, o incluso a

no trabajar en absoluto. Si un día siento que todo me sale mal y que no merece la

pena intentar nada, me paralizaré en mis proyectos y no me arriesgaré.

Sin embargo, no somos nuestros pensamientos. Podemos actuar de forma

distinta a ellos. Por ejemplo: piensa “no voy a tocarme la cabeza, no voy a tocarme

la cabeza, no voy a tocarme la cabeza”. Hazlo de forma intensa, concentrada,

creyéndotelo al máximo. Y después… tócate la cabeza. ¿Ha sido imposible? ¿Te

lo ha impedido alguna fuerza del cosmos?

Mito 2: para ser feliz hay que tener únicamente pensamientos y sentimientos positivos

Este mito se deriva del anterior: si lo que haga y sienta depende exclusivamente

de mis pensamientos, más me vale que sean positivos.

Piensa en un logro importante de tu vida, algo de lo que te sientas especialmente

orgulloso. Puede ser tu relación de pareja, haberte licenciado en algo difícil, tus

hijos o un premio que ganaste cuando eras pequeño. Ahora dime: en el proceso de

lograrlo, ¿experimentaste únicamente pensamientos positivos? ¿Solo tuviste

emociones buenas y agradables?

Las únicas medallas que he ganado en mi vida las gané en orientación: un deporte

un poco raro que consiste en correr guiándose por un mapa y encontrar una serie

de objetivos (balizas con códigos). Ganar esas medallas me produjo una gran

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satisfacción, pero las carreras y los entrenamientos tenían muchos momentos de

agotamiento, cansancio y dolor. ¿Significa eso que correr en orientación era malo

para mí?

Vivir una vida plena implica experimentar todo tipo de sensaciones y

pensamientos: positivos y negativos, agradables y desagradables. Los

pensamientos negativos suelen ser más frecuentes que los positivos,

porque funcionar así nos ha ayudado a sobrevivir a los peligros al ser capaces de

imaginarlos y anticiparlos. Un troglodita optimista era un troglodita muerto. Sin

embargo, es importante aprender a gestionar esos pensamientos y

preocupaciones para que no nos paralicen.

Mito 3: es posible controlar los pensamientos

No pienses en un oso blanco. No pienses en un oso blanco. ¡¡Te he dicho que no

pienses en un oso blanco!! De verdad: cierra los ojos y trata de no pensar en un

oso blanco durante los próximos cinco minutos. El pensamiento “no debo pensar

en un oso blanco” también cuenta.

¿Lo has conseguido? ¿Es fácil o difícil? Y, sobre todo, ¿has podido hacer alguna

otra cosa en esos cinco minutos?

Cuando estás preocupado por controlar todos y cada uno de los pensamientos que

hay en tu cabeza como un Gran Hermano interior, gastas muchísima energía. Y

puesto que tenemos miles de pensamientos al día, que es natural que muchos de

ellos sean negativos y que para lograr lo que nos importa tenemos que

experimentar todo tipo de pensamientos y emociones, controlar los pensamientos

negativos es una tarea ingente y absurda.

¿Qué hacemos si no los controlamos? La respuesta está en el principio 2: la

aceptación. Aceptamos todo lo que hay dentro de nosotros, todo lo que la vida

nos trae. Aceptamos lo malo que nos ocurre y se va, y lo bueno que también se

irá, tarde o temprano. Aceptamos los pensamientos negativos, las emociones

difíciles y las imágenes amenazantes: les hacemos sitio y actuamos a través de

ellos para conseguir lo que nos importa.

Acción práctica

Quizá te hayas preguntado: si no soy  mis pensamientos, ¿quién soy? La

respuesta es: eres la mente que observa. ¿Quieres descubrirla? Te propongo

dos ejercicios:

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1. Identifica el primer pensamiento que acuda a tu mente: después de leer

esta frase, cierra los ojos y aguarda, a ver cuál es el primer pensamiento

que surge. Puede ser un pensamiento sobre el calor que tienes, sobre lo

que vas a comer hoy, o incluso el pensamiento “no tengo ningún

pensamiento”. La mente que aguardaba: esa es la mente que observa,

ese eres tú.

2. Trata de prestar atención a tu respiración y solo a tu respiración durante

unos minutos. Verás que pasas todo el rato perdido en miles de

pensamientos e ideas, pero que durante algunos segundos cada vez eres

capaz de observar muy atentamente, sin juzgar. De nuevo: ahí está la

mente que observa. Ahí estás tú.

Día 6: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¡Hola, jipi!

Ya hemos cruzado el ecuador de este Mini-curso de Introducción a la Vida

Jipi.Quizá a estas alturas estés un poco abrumado: hay muchas ideas nuevas,

propuestas y desafíos. No te preocupes. Tómate tu tiempo. Recuerda que este es

un curso de introducción. Es una condensación en nueve días de lo que va a ser

el contenido del blog a lo largo de (espero) mucho tiempo.

Hoy vamos a hablar del sentido de la vida. ¿A que parece importante? Lo es.

Porque si tu vida no tiene sentido, es una vida sin sentido, y eso suena fatal. 

¿Cuál es el sentido de la vida? Si se lo preguntas a cualquiera, quizá te salten con

una respuesta facilona. Por ejemplo: “el sentido de la vida es ser feliz y ya está”.

¡Estamos buenos! Es el equivalente a esa gente que dice que “para adelgazar,

solo hay que comer sano”. ¿Qué es comer sano? ¿Qué es “ser feliz y ya está”? Si

fuera tan fácil ser feliz, ¿estarías tú leyendo esto, o yo escribiéndolo?

Otros se ponen generosos y dicen que “el sentido de la vida es ayudar a los

demás”. Vale, eso está muy bien, pero de acuerdo con el principio 1 (autonomía),

si no me puedo ayudar a mí mismo, no voy a ayudar a nadie. Imagina que vas en

un avión y te dicen que lo importante para salvarte si la cabina se despresuriza es

que le pongas la mascarilla a otro. Vale, pero, ¿y la tuya? ¿Cómo vas a salvarte si

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no te la pones?

Los últimos son los cínicos, que dicen que “la vida no tiene sentido” o que “se trata

de aguantar el tirón”, o que “la vida es una mierda y después te mueres”. Bueno,

sí, pero incluso si aceptas que somos diminutos puntos de luz en el universo, y que

no hay nada después de la muerte, y que todo esto es un parpadeo de un dios al

que no le importamos nada… aun así, te quedan, con suerte, muchos años por

delante: puestos a elegir, mejor llenarlos de forma satisfactoria, ¿no crees?

Para mí, el sentido de la vida es vivir de acuerdo con mis valores.

¿Qué es un valor?

A diferencia de un objetivo, que es un punto en el camino, una meta que alcanzar,

un valor es una dirección hacia la que ir. Todos tenemos objetivos: queremos un

trabajo, un ascenso, un novio, ganar un premio, hacer un viaje o una bici nueva. El

problema de los objetivos es que si basamos nuestra felicidad en ellos, siempre la

colocaremos dos pasos por delante de nosotros, como la zanahoria del burro.

Si mi felicidad es que Psicosupervivencia tenga 10000 visitas al día, ¿qué va a

pasar mientras tanto? ¿Dejo mi vida en suspenso, sufro y escribo y tuiteo hasta

llegar ahí? ¿Qué ocurrirá después? Querré 100000 visitas, y después un millón.

¿Y qué pasa con los objetivos que no dependen al 100% de nosotros? Si buscas

pareja, una parte importante de tu éxito tiene que ver con el azar, ¿vas a impedirte

ser feliz hasta que aparezca tu media naranja?

Un valor, por el contrario, es algo hacia lo que tender, algo que podemos hacer

todos los días. Mi objetivo es tener 10000 visitas al día; mi valor es aportar algo a

los demás cada día con mi proyecto. Mi objetivo es lograr pareja; mis valores son

ser generosa, cuidar a los demás, abrirme a experiencias nuevas. Puedo trabajar

por mis valores cada día, todos los días. Esto nos da una gran sensación de

libertad: el sentido y la satisfacción están aquí mismo, al alcance de nuestra mano,

en nuestro aquí y ahora.

Acción práctica

Deténte un rato a pensar en algún valor importante para ti. Cada persona tiene

valores distintos y nadie tiene por qué juzgar los tuyos, siempre y cuando no sean

dañinos para otros. A estas alturas el concepto todavía está fresco en tu mente y a

lo mejor te cuesta, pero céntrate en algún área muy importante para ti, la primera

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que te venga a la cabeza. ¿La familia, el trabajo, la pareja, la naturaleza, la

espiritualidad? Ahora pregúntate:

¿Qué es importante para mí en relación con esto?

¿Cómo actuaría mi yo ideal en este ámbito?

¿Qué cualidades personales quiero desarrollar como... (pareja/miembro de

mi familia/trabajador/habitante del planeta)?

¿Cómo me comportaría en este área si no me preocupara lo que los demás

piensan de mí?

No es necesario que aclares TODOS tus valores aquí y ahora. Basta con que te

vayas familiarizando con el concepto. ¿Piensas que puede llevarte a una vida

mejor? ¿Acercarte a quien quieres ser? ¿Darte más satisfacción con lo que tienes?

Día 7: El secreto está en la acción¡Hola, jipi!

Los principios 2 y 3 de la Vida Jipi son la aceptación y el sentido. Aceptación de lo

que pasa dentro de nosotros: nuestros pensamientos y emociones, que a veces

son agradables y otros desagradables, a veces positivos y otros negativos. Sentido

como conjunto de valores hacia los que orientarnos.

Si a la aceptación sumamos el sentido, el resultado es la acción

comprometida. Es decir: que si aceptas tus pensamientos, sentimientos y

emociones, y te comprometes a vivir de acuerdo con tus valores, solo te queda un

resultado posible: actuar.

Esto es importante. No puedes vivir de acuerdo con tus valores solo en tu cabeza.

No puedes sentarte a visualizar el éxito laboral si después no te levantas y actúas,

aunque algunas etapas sean incómodas o molestas. 

Y, en efecto, las acciones comprometidas a menudo nos exigen atravesar

sensaciones más o menos desagradables.

Por ejemplo: ¿cómo es el primer día de gimnasio? ¿O el primer día en un trabajo

nuevo? En ambos casos hay miedos, desorientación y un esfuerzo

Page 15: La Vida Jipi (Curso de Marina de Psicosupervivencia)

desproporcionado para hacer cosas que más adelante nos resultarán sencillas. En

el caso del trabajo, además, quizá tengas pensamientos de preocupación acerca

de tu futuro: ¿lo harás bien? ¿Y si no te renuevan el contrato? ¿Y si se dan cuenta

de que no tienes ni idea?

Ante las sensaciones y pensamientos desagradables, tenemos dos

opciones: evitar o atravesar. Evitar sería salir huyendo del gimnasio a la primera

señal de cansancio, o dimitir del trabajo tras una bronca de nuestro jefe. Atravesar

es dar espacio a las emociones y sensaciones desagradables, ser conscientes de

que no pasa nada por tenerlas, saber que tarde o temprano se irán, y persistir.

La clave de una vida satisfactoria, por tanto, está en emprender tan a menudo

como sea posible acciones que se alineen con nuestros valores, a pesar de

las sensaciones desagradables que puedan presentarse en el camino.

¿Cómo saber cuándo actuar y cuándo retirarse?

Ojo: no quiero decir que tengas que empeñarte con algo pase lo que pase y hasta

la muerte. Si un alpinista está llegando a la cumbre y ve las condiciones son

horribles y que puede morir, hará bien en darse la vuelta: no es evitación, sino

sensatez.

La forma más fácil de averiguar si debes persistir o retirarte es, de nuevo: ¿estas

acciones se alinean con tus valores? Y si hay valores en conflicto, ¿cuál es más

importante para ti?

Imagina que estás en una relación que lleva un tiempo siendo tormentosa. ¿La

razón? Tu pareja está atravesando un mal momento laboral y “lo paga” contigo

(recuerda: el sufrimiento no solo te lo quedas tú). ¿Qué hacer? ¿Deberías

dejarle y buscar a otro que tenga mejor carácter? ¿O seguir a su lado?

Preguntemos a los valores. ¿Qué tipo de pareja quieres ser? ¿Quieres ser

paciente y amar de forma incondicional? ¿Es importante para ti ser asertiva y

poner límites? ¿En qué punto terminas de cuidar al otro y empiezas a cuidarte tú?

Los valores no son infalibles, pero son una buena brújula para empezar a tomar

decisiones más conscientes.

Acción práctica

Piensa en una acción acorde con tus valores que lleves un tiempo aplazando.

Quizá hasta ahora no te habías dado cuenta de que lo hacías porque rechazabas

Page 16: La Vida Jipi (Curso de Marina de Psicosupervivencia)

experimentar sensaciones y emociones negativas. Ahora toma conciencia de

cuáles son esas sensaciones y emociones. ¿Eres capaz de tolerarlas para llevar a

cabo esta acción? ¿Cuál es la parte más pequeña de esta acción que puedes

emprender hoy? ¿Por qué es importante para ti? ¿Hacia dónde te llevará si eres

capaz de completarla?

Día 8: La heteroayuda es la nueva autoayuda¡Hola, jipi!

Hoy es el último día del curso-curso. Ya solo nos queda un día más, que

aprovecharé para contarte un poco mi vida y recapitular sobre lo que hemos

trabajado en estas entregas. Como ya te he dicho, no te preocupes si aún hay

cosillas que no te quedan claras o que no sabes cómo aplicar: iremos hablando de

todo esto en el blog.

Recordemos los principios que hemos expuesto hasta ahora:

1. Autonomía.

2. Aceptación.

3. Sentido.

Hoy vamos con el principio 4: heteroayuda. Quizá pienses que la Vida Jipi es una

vida egoísta, porque coloca el principio 4 el último. Es cierto que es importante

trabajar en todos los demás ámbitos para así tener más que aportar a los demás.

Sin embargo, ayudar a los demás es algo que se puede hacer desde el principio,

desde el primer trocito de bienestar y paz que conquistes.

Repartir el bienestar no es como repartir un plato de comida. Se parece más a

cultivar una planta y distribuir los frutos y semillas entre los que te rodean: tú

apenas pierdes nada, porque tu planta dará cada vez más frutos, y los demás

pueden plantar sus propias semillas y beneficiarse de ellas.

Hay algo que no me gusta de gran parte de la autoayuda tradicional, y es el foco

Page 17: La Vida Jipi (Curso de Marina de Psicosupervivencia)

en yo-yo-yo-yo. YO quiero estar bien, YO quiero ser más feliz, YO quiero

relajarme. ¿Y los demás? ¿Qué pasa con ellos? Es cierto que si tú estás más feliz

y relajado, se reflejará en los otros, pero la heteroayuda es una cuestión de

intención.

[Añado, por cierto, que la palabra heteroayuda me la inventé hace tiempo como

diferente a la autoayuda: ayudar al otro; sin embargo, hasta que no la había usado

bastante no caí en que lo contrario de “hetero” no es “auto”, sino “homo”. Pero creo

que el mensaje se entiende ;) ]

Ya estamos llegando al final de este curso y no sé si alguna de estas ideas te ha

sido útil o te ha dado aunque sea un pequeño rayito de esperanza. Si es así,

¡compártelo! No hace falta que hagas publicidad a mi blog o que reenvíes las

newsletter, que eso ya te lo pedí hace unos días y no quiero abusar; mejor que

eso, tómate un café con alguien a quien quieres y cuéntale lo que has descubierto

acerca de no controlar tus pensamientos, o aceptar el sufrimiento, o vivir con

valores.

Por supuesto que ahora mismo no tienes todas las respuestas. A lo mejor sabes

que los pensamientos negativos no son “malos”, pero aun así te siguen haciendo

daño y no puedes manejarlos. Quizá quieres ser más autónomo pero no sabes

cómo. No te preocupes, jipi: para eso estamos aquí, para hacer el camino juntos.

Quizá en este punto nos baste con compartir con alguien nuestra verdad: que

sufrimos y queremos salir de ese sufrimiento. Mostrarnos vulnerables suele ser

positivo para nosotros y para los demás.

Acción práctica

Comparte un momento de tu bienestar. Piensa en algo que hayas logrado estos

últimos días, ¿cómo puedes transmitirlo a otros, hacer que ellos también se

sientan un poco más felices? Si estás agradecido, puedes transmitir tu

agradecimiento a tus padres, tus hijos o tu pareja por algo que hayan hecho por ti.

Si estás emocionado por aprender algo nuevo, puedes tratar de enseñar a otros

algo que sepas o que se te dé bien.

¡Hasta mañana! Sí, a mí también me da un poco de penita :( ¡Pero lo mejor está

por venir, jipi!

Con todo mi amor (sí, lo sé, ¡cada vez me estoy poniendo más efusiva!),

Page 18: La Vida Jipi (Curso de Marina de Psicosupervivencia)

Día 9: La felicidad está llamando a tu puerta, ¿vas a abrir?¡Hola, jipi!

Llegamos al final de este curso (ooohh :( ). Hoy vamos a recapitular brevemente

los cuatro principios de la Vida Jipi, y después voy a contarte mi historia, o al

menos la parte de ella que cabe en un mail y podría interesarte.

Los principios de la Vida Jipi son:

1. Autonomía: hazte dueño de tus decisiones y responsable de tu

bienestar. 

2. Aceptación: acepta los pensamientos negativos y emociones

desagradables que acompañan a veces a una vida plena.

3. Sentido: encamínate hacia tus valores a través de la acción provechosa.

4. Heteroayuda: no te olvides de compartir con los demás lo que vayas

consiguiendo.

Y ¿todo esto para qué? ¿Cuál es el objetivo último de la Vida Jipi? Ya te dije

que la palabra felicidad me da un poco de alergia: suena a bienestar absoluto, a

ausencia de preocupaciones, a sensaciones agradables sin cesar. Sabes que no

creo en eso, y por esa razón no la utilizo a menudo. Pero hoy, en este noveno día

de mini-curso, ya sabes lo bastante sobre mí y sobre lo que creo como para usarla

sin miedo. Ya sabes que feliz significa satisfecho con uno mismo,

comprometido con los propios valores, encaminado hacia un sentido claro.

Déjame que te cuente algo sobre mí. Yo hace un tiempo era muy, muy infeliz.

Tomaba pastillas para la ansiedad, tenía una opresión en el pecho que no me

dejaba respirar, me angustiaba todo el rato y no encajaba con la gente. Todo esto

con dieciocho, diecinueve, veinte años, en la que se suponía que debía ser la

mejor época de mi vida. Empecé psicología, de hecho, porque entendí muy pronto

lo poderosa que es nuestra mente y su capacidad para el mal, y quise aprender a

manejarla.

Page 19: La Vida Jipi (Curso de Marina de Psicosupervivencia)

Seguí luchando con mi malestar mucho tiempo. Avancé un poco cuando empecé a

meditar y a aprender cómo aceptar mis sentimientos, pensamientos y emociones

negativas. La meditación también me dio un marco moral y ético en el que basar

mis decisiones, y me ayudó a enfocarme en conseguir felicidad para mí y para los

demás.

La rama más extendida de la psicología, la terapia cognitivo-conductual, me

parecía muy alejada de lo que había aprendido meditando. Solo buscaba cambiar

pensamientos y creencias y actuaba en la superficie de la mente con resultados

poco duraderos. Entonces descubrí ACT: la Terapia de Aceptación y

Compromiso. De ahí vienen muchos de los conceptos que he compartido contigo

en este mini-curso: aceptación, valores, la importancia de la acción… me ayudó a

transmitir a mis pacientes las ideas que para mí habían sido transformadoras.

Esto sucedió cuando estaba en quinto de carrera, es decir: hace ahora casi seis

años. Desde entonces mi vida no ha sido un camino fulgurante y recto: he tenido

momentos de tristeza, de confusión y de pérdida. Me han roto el corazón un par de

veces, me he quemado en el trabajo, he estado fatal de dinero y he llorado en mi

casa porque me sentía sola. La diferencia es que en estos años nunca he

estadodesesperada. Nunca. Incluso en mis peores momentos, mantenía la

capacidad de observar, de distanciarme, de aceptarme, de saber que pasará.

¿Sabes, jipi? No puedo ofrecerte la felicidad eterna, ni una cadena ininterrumpida

de días con propósito, donde tu destino se dibuje en el firmamento con una

claridad deslumbrante. Pero si puedo conseguir que nunca te sientas

desesperado, me doy por satisfecha. En el momento en que uno siente que tiene

margen de acción, que hay espacio para la mejora, que el cambio puede ser una

realidad… las cosas empiezan a verse de otra manera.

Ahora vivo con mi novio en Margalef, un pueblecito de Tarragona. Los dos

trabajamos en casa, así que tenemos mucha flexibilidad de horarios. Raramente

me pongo el despertador, salgo todos los días a la naturaleza, puedo escalar,

escribir, leer… Y a pesar de esto, tengo un montón de malos ratos. Porque me

duele la espalda de estar sentada en la silla o los dedos de escalar; porque me he

peleado con Pablo; porque echo de menos Andalucía y a mis amigos; porque esto

del blog me parece una chorrada; porque me siento culpable por dormir demasiado

o demasiado poco; porque pienso que a mis treinta años debería haber

conseguido mucho más. Mi mente sigue trabajando, y a lo largo de mis días,

tengo cientos de estos momentos. Y también tengo momentos de satisfacción, de

diversión, de bienestar y de amor. Es una buena vida. No estoy desesperada y,

en general, estoy satisfecha con el rumbo que van tomando las cosas.

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He ahí mi oferta, jipi. No te prometo grandes cosas. No sé si de aquí a un año tu

vida va a dar un vuelco espectacular… pero aunque lo dé, te garantizo que

seguirás luchando con las pequeñas cosas: con lo que una amiga mía llama “los

detalles molestos”. Te ofrezco tratar de ayudarte a que te hagas dueño de esa

lucha, a vivirla como un proceso que es emocionante en sí y a aprender a buscar

la satisfacción en tu día a día, con lo que ya tienes.

Espero que hayas disfrutado de este curso. Hay mucho más que quiero compartir

contigo, y por eso te pido que te quedes aquí y que sigas leyendo

Psicosupervivencia. Si estos mails te han gustado, déjame que te diga algo: son

solo el principio.