La Representación Del Sujeto Indígena

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La representación del sujeto indígena en la Relación acerca de las antigüedades de los indios de Fray Ramón Pané Introducción La conquista hispana tuvo varios niveles: el primer nivel y, quizás el más violento, fue la conquista político- militar de los pueblos indígenas. Dicha conquista supuso un cambio abrupto en el sistema político y social, que provocó en los indios un estado de confusión y a la vez de orfandad metafísica de incalculable dimensión. La primera fase del empresa de la conquista fue exploratoria por lo que las relaciones fueron importantes para brindar información a las autoridades de máxima jerarquía como el rey, por lo tanto eran documentos burocráticos. Los pueblos indígenas, al verse derrotados y burlados por el poderío militar y la astucia española, pensaron que sus dioses los habían abandonado; esta situación de increíble desolación espiritual fue una de los factores de la poca resistencia indígena al avance español. Quizás este fue uno de los motivos por el que las culturas indígenas fueron vulnerables ante los preceptos de la nueva religión. Entonces devino el segundo nivel de la conquista española: 1

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Análisis de la representación del sujeto indigena en Pané

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La representación del sujeto indígena en la Relación acerca de las antigüedades de

los indios de Fray Ramón Pané

Introducción

La conquista hispana tuvo varios niveles: el primer nivel y, quizás el más

violento, fue la conquista político-militar de los pueblos indígenas. Dicha conquista

supuso un cambio abrupto en el sistema político y social, que provocó en los indios un

estado de confusión y a la vez de orfandad metafísica de incalculable dimensión. La

primera fase del empresa de la conquista fue exploratoria por lo que las relaciones

fueron importantes para brindar información a las autoridades de máxima jerarquía

como el rey, por lo tanto eran documentos burocráticos. Los pueblos indígenas, al verse

derrotados y burlados por el poderío militar y la astucia española, pensaron que sus

dioses los habían abandonado; esta situación de increíble desolación espiritual fue una

de los factores de la poca resistencia indígena al avance español. Quizás este fue uno de

los motivos por el que las culturas indígenas fueron vulnerables ante los preceptos de la

nueva religión. Entonces devino el segundo nivel de la conquista española: la

denominada “conquista espiritual”, en otras palabras, el proceso de conversión de los

indios al cristianismo. Los frailes aprovecharon el pánico y la confusión para poner en

marcha enormes conversiones en masa. Este “rescate del paganismo” tuvo un cariz

violento en la extirpación de idolatrías: los religiosos hispanos iniciaron un proceso de

aculturación, una violencia cultural, destruyendo los principales bastiones de la cultura

indígena. Por ello, en los primeros años de la conquista, los emisarios y “paladines

católicos” quemaron códices, demolieron imágenes de los dioses prehispánicos, así

como profanaron los templos y lugares sagrados para edificar sobre esos terrenos

iglesias o lugares de culto al dios cristiano. Sin embargo, muchos estudiosos piensan

que si el cristianismo se impuso en el pensamiento colectivo de los pueblos

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prehispánicos no fue precisamente por la rudeza de los frailes o de los extirpadores de

idolatrías, sino sobre todo por algunas ideas y propuestas innatas al pensamiento

cristiano que sedujeron y atrajeron la simpatía e interés. Los indígenas americanos

habían vivido bajo el yugo de dioses crueles que se alimentaban de sangre humana. El

cristianismo, por el contrario, presentaba un Dios que se sacrificaba para los hombres en

lugar de pedir que los hombres se sacrificaran para él. Los hombres ya no entregaban la

sangre de sus cuerpos para beber a los sacerdotes elegidos por el dios sediento de

rituales de muerte, en oposición a ello el dios cristiano entregaba a su hijo para que los

hombres bebiesen su sangre. Por otro lado, si la primera etapa de la conquista espiritual

fue radical, hubo una segunda etapa de mayor éxito: denominada la etapa de la inserción

cultural. Así, una segunda generación de frailes misioneros se dedicó a aprender las

lenguas indígenas y a estudiar las costumbres y creencias del pueblo que querían

convertir, con la finalidad de poder explicar con cabalidad las doctrinas cristianas. En

esta tarea, es importante resaltar la figura del fraile de origen catalán Ramón de Pané

quien escribió el que es considerado el primer libro escrito en las Indias, sumergiéndose

en el estudio de la cultura y de la lengua indígena de los taínos redactó un libro que

recoge los mitos antillanos, a los cuales descalifica para al final sostener un discurso

evangelizador para ganar almas. El texto creado sirvió de base para otros textos y

documentos con los cuales se ha llegado a conocer los ritos y costumbres del pueblo

taíno antes de ser exterminado.

El libro de Pané es clave porque es un modelo indiscutible de análisis y

presentación de la cultura taína. Por ello el propósito de este trabajo es develar el modo

de representación del sujeto indígena en la obra capital de Fray Ramón Pané: Relación

acerca de las antigüedades de los indios. El catalán estudia los mitos y costumbres

religiosas de los pobladores de la isla La Española y por ende configura al otro,

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mostrándolo como un ser exótico de una forma paradigmática y, sospechamos,

perdurable. Como bien sabemos, los discursos hegemónicos se configuran a partir de la

escritura sobre el otro; el discurso social se sostiene y nace con el modo en que

representamos en los textos (crónicas novelas, artículos periodísticos, ensayos

filosóficos) a los distintos sujetos componentes de nuestra sociedad. En la actualidad, la

historia es considerada como una narración regida por códigos discursivos, un

constructo de carácter intersubjetivo mediado por el lenguaje. Algunos críticos nos han

dado claves para entender que la historia es un mensaje hecho con palabras, un discurso

que interpreta y debe a su vez ser interpretado.

En ese sentido, estudiaremos el texto, que lamentablemente nos ha llegado de

una mala traducción del italiano, para identificar cómo el cronista representa al sujeto

indígena taíno. Recordemos que tanto en el periodo de la conquista como en el inicio de

la república, el discurso de poder se desarrolló en dos grandes marcos discursivos: el

literario y el militar-político-jurídico. El principal objetivo de ambos era la creación de

una identidad para los habitantes del nuevo mundo que los diferenciara o igualara de los

colonizadores: Estudio y religión, milicia y leyes, cruz y espada, todas ellas apuntaban

en una misma dirección, el plan de crear actores subalternos para afianzar la dominación

y la imposición de la cosmovisión occidental, porque la relación del fraile catalán

plantea desde ya la jerarquización y diferenciación cultural que luego, acaso en el siglo

XIX y XX, heredarán de algún modo los distintos Estado Nación de nuestros países

multiétnicos y latinoamericanos.

El texto

Antes de analizar en el presente trabajo la Relación acerca de las antigüedades

de los indios (1987) de Fray Ramón Pané y mostrar la representación del sujeto

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indígena que el autor configura en el texto, centrado principalmente en el relato de los

mitos de los antiguos pobladores antillanos, debemos mencionar lo siguiente con

respecto a la importancia y los problemas que encierra el texto.

La importancia del texto de Pané radica en que es un texto fundacional, pues es

uno de los primeros que representa la cultura indígena, en este caso taína, a partir de sus

mitos, narrados a partir de la mediación de la escritura y por un autor-intérprete que

reordena mediante estrategias narrativas occidentales la cosmovisión presente en los

mitos orales. El texto se erige como la base para los estudios etnográficos posteriores e

incluso fueron usados para abogar por la humanidad del indio.

El texto nos confronta con un primer problema, el cual se relaciona con la

edición, pues sabemos que el manuscrito original en castellano se ha perdido y que lo

que nos ha llegado es una traducción de la traducción hecha por Alfonso de Ulloa al

italiano, quien cometió el error de italianizar no solo los nombres castellanos sino

también los taínos, añadiendo más dificultades en el texto que ya de por sí era confuso,

pues Pané no tuvo como lengua materna el español sino el catalán. La edición de Juan

José Arrom, uno de los máximos estudiosos, ha tratado de limpiar de erratas el texto.

Otro problema que destacar es con respecto al concepto de relación, pues

sabemos que es un documento ascendente, ya que se escribe por orden expresa de una

autoridad con mayor jerarquía, generalmente el rey, en el caso de nuestra relación fue

una petición hecha por Cristóbal Colón, con el fin de conseguir información que será

importante para los fines de la conquista: riquezas y almas. Lydia Fossa (2006: 27)

realiza una división de los documentos manuscritos coloniales y sostiene que la relación

es un documento informativo o descriptivo:

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Los documentos informativos o descriptivos de hechos más o menos específicos que

responden a los requerimientos explícitos de la Corona, deben constituir una subdivisión de los

documentos manuscritos coloniales, la de las relaciones. La diplomática identifica estos

documentos como ascendentes dentro de la burocracia española y los describe como la

contraparte de los documentos que envía el rey solicitando información. (25-26)

Además la autora plantea ciertas diferencias entre la relación y la crónica. La

relación trata sobre un tema puntual y específico, mientras que la crónica relata una

serie de hechos más amplios en el tiempo y en el espacio. Algunas crónicas fueron

publicadas al poco tiempo de ser escritas, en cambio, las relaciones no fueron escritas

con el fin de la publicación debido al carácter confidencial que tenían, aunque varias de

ellas fueron usadas como fuentes para las crónicas. La relación surge como respuesta a

una petición de información, la crónica relata hechos históricos, su intención es

“preservar en papel los hechos que la memoria no podría guardar” (26). Por otro lado,

Meghan McInnis-Domínguez (2008) se apoya en las ideas de dos autores, José Rabasa y

Roberto Gónzalez Echevarría, para sostener que Pané ha transgredido o violentado las

normas del género de la relación al incluir juicios morales y descalificar el discurso y

cultura de los taínos, creando un discurso híbrido en donde el discurso del sujeto

colonizador se impone sobre el discurso del sujeto colonial. Leamos las concepciones

de relación a partir del texto de McInnis:

José Rabasa explica que “a diferencia de la historia propiamente dicha, donde una estructura

narrativa les otorga a los hechos significados universales, las relaciones se deben limitar a

recolectar datos sobre la naturaleza y las culturas, y a dar testimonio verídico de lo particular”

(1995: 176). Para el crítico tanto la relación como el anal, se limitan a presentar los eventos en

orden cronológico sin agregar comentarios morales, religiosos o históricos (1995: 176). Roberto

González Echevarría ha estudiado la estructura típica de este género y agrega “En la relación, el

autor menciona su nombre, linaje, lugar de origen y luego procede a informar –a manera de

constancia, por así decirlo– lo que ha ocurrido, ya sea una expedición, la revisión del mandato de

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un virrey (juicio de residencia), un agravio o un acto conducente a la petición” (2000: 96). Para

este autor la relación tiene dos fines “1) dar testimonio personal de incidentes presenciados por el

que redacta y subscribe, 2) organizar de forma coherente (res-latio, enlazar la realidad) esos

incidentes o datos, esa ‘relación de datos’ para que cobren sentido”. (2008)

Sabiendo ya, por lo expresado líneas arriba, las características de la relación

podemos decir que Pané transgrede el género de este documento colonial, pues si bien

da testimonio personal de los mitos que ha escuchado de sus informantes y también de

los hechos que ha presenciado en su estancia en la isla La Española, incorpora

comentarios morales, culturales y religiosos con los cuales representa al sujeto indígena

como subalterno a partir del discurso hegemónico que posee. Siguiendo los

convenciones del género Pané se presenta como autor y a pesar de que muestra una

falsa modestia pues se autocalifica de “pobre” y de poco entendido en las creencias de

los taínos, el autor a lo largo del texto se presentará desde una posición de jerarquía y

poder: “Yo, Fray Ramón Pané, pobre ermitaño de la orden de San Jerónimo, por

mandato del ilustre señor Almirante y virrey y gobernador de las Islas y de la Tierra

Firme de las Indias, escribo lo que he podido saber y entender de las creencias e

idolatrías de los indios, y de cómo veneran a sus dioses” (1987: 21).

El texto, desde nuestro punto de vista, se puede dividir en cuatro partes a partir

de los tópicos que el autor configura: la primera parte (desde el capítulo I al XIII) trata

netamente de los mitos que explican el origen de sus dioses, el mundo, el sol, la luna, el

hombre, la mujer, el mar y también se detienen a hablar sobre la región de los muertos;

la segunda parte (del capítulo XIV al XVIII) aborda las creencias religiosas y engaños

realizados por los behiques o médicos; la tercera parte (del capítulo XIX al XXIV) trata

sobre los cemíes o ídolos, se relata los hechos ocurridos con respecto a ellos; y la última

parte (capítulos XXV y XXVI) relata la propia experiencia de Ramón Pané en su labor

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evangelizadora de los indios. Estas partes se van alejando poco a poco del mito para

presentar al final la “realidad” histórica experimentada por el propio Pané. Estas

secciones avanzan progresivamente presentados primero por un narrador, que si bien se

presenta desde el inicio a partir de un “yo”, su presencia no se siente en los primeros

capítulos, pues es un intermediario que solo transcribe los mitos taínos y esto se

manifiesta a través de marcas textuales como “dicen” o “dice” que corresponden a una

tercera persona que habla a través del narrador. Poco a poco esta voz desaparece, hasta

que al final la voz del narrador en primera persona se posiciona como centro del

discurso, revelando su rol hegemónico discursivo, pues a lo largo del texto Pané expresa

opiniones que califican al indígena como un sujeto subalterno. Por otro lado la presencia

de Pané crece en el texto a lo largo de los capítulos pues pasa de ser un transcriptor que

primero oye y luego ve, para volverse un personaje protagonista o agente de la

narración y esto se manifiesta con el uso recurrente del pronombre “yo” e incluso la

aparición del “nosotros” en los últimos capítulos que muestran la presencia del sujeto

colonizador.

Así en el texto es una simbiosis de dos discursos: uno occidental y otro indiano,

donde uno prevalece sobre el otro, por lo tanto hallamos un discurso dominante y otro

dominado. La Relación acerca de las antigüedades de los indios (1987) de Pané se

presenta como un discurso híbrido que por un lado presenta como autor directo a Pané y

como autor secundario a un autor colectivo que es el pueblo taíno, el cual ha creado sus

mitos como una manera de explicarse el universo. A pesar de que Pané tiene la

intención de hacer sólo una relación, es decir, un catálogo o lista de lo que él llama

antigüedades (que realmente son las creencias actuales y presentes de los taínos de la

época), lo que vemos es un discurso que subordina y descalifica las creencias míticas

del pueblo taíno. Las pocas opiniones de Pané bastan para conocer el discurso

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hegemónico español que el texto trasunta. A partir de ello también se produce un

cuestionamiento al concepto de relación pues como mencionamos, Pané no hace una

simple recopilación de mitos de manera imparcial y objetiva, pues lo traiciona la

ideología cristiana y occidental a la cual pertenece para descalificar a la cultura taína.

Veamos ahora sí la manera como el autor representa al sujeto indígena en su

relación.

El sujeto iletrado

Fray Ramón Pané empieza su relación presentándose como un “pobre ermitaño”

que escribirá de lo que ha podido saber y entender sobre las creencias e idolatrías de los

indios, pero al relatar los mitos taínos intercala sus opiniones sobre los indios por creer

en tales historias: “Todo esto les han hecho creer sus antepasados; porque ellos no saben

leer ni contar hasta diez”. (1987: 22) En el cual presenta al indio como un sujeto iletrado

por no poseer las tecnologías de la escritura y la matemática, saberes importantes en la

cultura occidental europea. Pero esto revela aún un problema mayor, que es la

diferencia discursiva y cultural de ambos pueblos. Pues notamos que Pané se siente

incómodo en varios momentos al tratar de transcribir de manera fidedigna y ordenada

los mitos y achaca esto a la ignorancia y al analfabetismo propios del indio. Pané

justifica su impericia y no comprende que se enfrenta a una forma discursiva distinta de

la que él posee:

“Y puesto que ellos no tienen escritura ni letras, no pueden dar buena cuenta de cómo han

oído esto de sus antepasados, y por eso no concuerdan en lo que dicen, ni aun se puede escribir

ordenadamente lo que refieren” (24). “Y como no tienen letras ni escrituras, no saben contar bien

tales fábulas, ni yo puedo escribirlas bien. Por lo cual creo que pongo primero lo que debiera ser

último y lo último primero. Pero todo lo que escribo así lo narran ellos, como lo escribo, y así lo

pongo como lo he entendido del país”. (26)

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La dificultad mayor que ha tenido el autor ha sido tratar de adecuar el discurso

oral de la cultura taína a un discurso escritural que ha puesto en una especie de horma y

que ha mutilado y transformado los relatos míticos de los taínos (el cual presenta una

lógica propia), tal como lo manifiesta el propio autor que trata de justificarse y sostiene

que esto se debe a que el indio es un sujeto iletrado, carente de escritura y en suma de

cultura, a partir de su mirada, la de un sujeto colonizador. Gonzalo Espino sostiene

sobre el punto: “El relato, para Pané, será el de una escritura lineal de la historia y no la

del mito, por eso aparenta un discurso confuso” (2006: 52). Pané ignora que el mito

presenta una estructura propia del discurso oral amerindio. La memoria cultural del

indio taíno también será puesta en duda por Pané, pues esta no puede ser recuperada de

manera uniforme y ordenada por los indios.

El calificativo que Pané utiliza de manera recurrente para con los indios por sus

creencias es llamarlos ignorantes: “Y esto tiene por ciertísima aquella gente ignorante”.

(1987: 47) Así el discurso de Pané configura al indio como un sujeto subalterno, un

sujeto iletrado e ignorante, debido a la carencia de escritura y por ende de cultura, según

la lógica discursiva de la conquista.

El sujeto evangelizado

Pané, a partir del capítulo XXV, nos habla del indio converso Guaticaba, que

después de bautizado ha tomado el nombre de Juan Mateo, y es el primer cristiano de

La Española y tras él hubo más indios convertidos, pero la visión que nos da Pané es

ambigua, pues primero considera a Juan Mateo como el “mejor de los indios y el más

entendido en la santa fe católica” y lo tenía por “buen hijo y hermano”, en estas palabras

se ve que el autor se equipara a Juan y lo exalta e incluso lo considera mártir tras morir

asesinado por el cacique Guarionex. Pero vemos que líneas después si bien no lo

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menciona directamente sugiere que él y los otros indios conversos son ingenuos ya que

creen fácilmente sin ningún cuestionamiento:

Los primeros cristianos en la isla Española fueron, pues, los que arriba hemos dicho, a saber,

Naboría, en cuya casa diecisiete personas, que todas se hicieron cristianas, con darles a conocer

que hay un Dios, que ha hecho todas las cosas, y creó el cielo y la tierra, sin que otra cosa se

discutiese ni se les diese a entender, porque eran propensos a creer fácilmente. Pero con los otros

hay necesidad de fuerza e ingenio, porque no todos somos de la misma naturaleza (1987: 55.

Énfasis nuestro).

Este rasgo de ingenuidad ya está presente en el texto, pero manejado de otra

manera y con un sentido peyorativo, cuando Pané nos habla acerca de los engaños que

los behiques (médicos) les hacían a los indios y sobre la creencia hacia los cemíes: “Las

cuales cosas creen aquellos simples ignorantes que hacen aquellos ídolos, o por hablar

más propiamente, aquellos demonios, no teniendo conocimiento de nuestra santa fe”

(1987: 35). Vemos de manera manifiesta que Pané descalifica a los indios por creer en

sus ídolos, pero celebra la conversión fácil de los indios y nos sugiere cierta ingenuidad

de algunos como Juan Mateo y sus familiares, pero para otros es necesario la

imposición de la fuerza para su conversión. Y en el último capítulo el autor expresa su

verdadera intención de convertir a todos los indios a la religión católica y los ve como

un botín espiritual: “Y verdaderamente que la isla tiene gran necesidad de gente para

castigar a los señores cuando son merecedores de ello y dar a conocer a aquellos

pueblos las cosas de la santa fe católica y adoctrinarlos en ella; porque no pueden y no

saben oponerse” (1987: 54-55. Énfasis nuestro).

A partir de la lectura de este fragmento se puede leer que el adoctrinamiento se

debe imponer incluso con el castigo y hay en la última oración una visión de

inferioridad y debilidad del otro indígena que tiene que ver con el hacer y el saber. En

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los últimos capítulos, Pané hace mención del español y configura al sujeto colonizador

como un ser ávido de conseguir riquezas pues se menciona que Guarionex se distancia

de Pané, debido a que los otros señores están disgustados porque el invasor les ha

quitado sus posesiones e incluso los obliga a pagar tributos.

Conclusiones

A partir de lo dicho, podemos concluir que Fray Ramón Pané configura al indio

como un sujeto iletrado o ignorante en la primera parte, a partir de una perspectiva

occidental europeízante, ya que este no conoce la escritura, además de que cree en

idolatrías o supersticiones, menospreciando con estos términos la religión y

cosmovisión del otro indígena. Uno de los motivos que lo lleva a utilizar el calificativo

de ignorante se debe a su falta de comprensión del mito taíno.

En un segundo momento, Pané, debido a su labor doctrinal, ha logrado convertir

a varios indígenas y por ello representa al indio como un sujeto evangelizado, pero

ligado a la idea de ingenuidad debido a la facilidad para aceptar a la religión cristiana;

aunque no todos los pueblos de la isla muestran esa predisposición en este proceso de

inserción del otro a la cultura dominante. Por ello cabe resaltar la verdadera intención de

Pané, la cual es obtener, incluso con el castigo o la fuerza, el botín de almas de los

pueblos indígenas de La Española. A pesar de que el sujeto indígena es insertado al

mundo religioso y al discurso cristiano es visto como un ser subalterno y en ningún

momento llega a equipararse al otro, en este caso el sujeto colonizador.

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BIBLIOGRAFÍA

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