La pasada navidad lía

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LA PASADA NAVIDAD La Navidad ya no es como eran antes. Muchas cosas han cambiado y otras por suerte se mantienen. Mi abuela nació en Ibias, concretamente en Lavandeira. Cuando llegaba Navidad, se reunían todos en familia. Seis hermanos, los padres y cinco más de Calabreo. Ellos celebraban Noche Vieja; la llegada de los Reyes Magos, Papa Noel o la celebración del Año Nuevo no existían. En esa noche especial, cenaban siempre un botillo con cachelos; los adultos bebían vino y los más pequeños, agua. El padre de mi abuela llevaba para casa una pastilla de turrón que tenían que repartirse entre todos los hermanos. Las demás casas del pueblo no podían disfrutar de aquel trocito de turrón ya que solo lo había en la casa de mi abuela. Como no existían las campanadas no había tradición de comer uvas; pero sobre media noche asaban una tanda de Lía Chun Nuñez Andrés, 4º de ESO, CPEB “Aurelio Menéndez”

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LA PASADA NAVIDAD

La Navidad ya no es como eran antes. Muchas cosas han cambiado y otras por suerte se mantienen. Mi abuela nació en Ibias, concretamente en Lavandeira. Cuando llegaba Navidad, se reunían todos en familia. Seis hermanos, los padres y cinco más de Calabreo. Ellos celebraban Noche Vieja; la llegada de los Reyes Magos, Papa Noel o la celebración del Año Nuevo no existían. En esa noche especial, cenaban siempre un botillo con cachelos; los adultos bebían vino y los más pequeños, agua. El padre de mi abuela llevaba para casa una pastilla de turrón que tenían que repartirse entre todos los hermanos. Las demás casas del pueblo no podían disfrutar de aquel trocito de turrón ya que solo lo había en la casa de mi abuela. Como no existían las campanadas no había tradición de comer uvas; pero sobre media noche asaban una tanda de castañas y se quedaban charlando hasta tantas o jugando a adivinar cuántas nueces o avellanas tenían escondidas en la palma de su mano. No tenían ningún tipo de decorado y los regalos era poner unos caramelitos dentro de las zapatillas. Cuando los primos se iban, cogían un puñado de paja y la prendían para alumbrar el camino de vuelta a casa.

En el pueblo, había un señor que vendía coplas. Mi abuela, sus hermanos y sus primos le compraban unas cuantas y luego ponían la melodía que ellos querían para

Lía Chun Nuñez Andrés, 4º de ESO, CPEB “Aurelio Menéndez”

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cantarlas. Se pasaban la noche cantando y bailando y su padre les reñían, para que callasen un poco.

Casi siempre nevada, salían a jugar y hacían muñecos de nieve, se tiraban bolas... Lo más original es que se creaban como unos zancos de madera para andar por la nieve. Usaban una tabla como trineo, pero apenas resbalaban porque la carretera era bastante llana. Estaba claro que disfrutaban.

Desde entonces hasta ahora, la sociedad ha cambiado muchísimo. Ahora hay de más, no de menos. Hay fiestas por todo y masas de regalos. Ya nadie se conforma con jugar con una tabla. Los comercios han monopolizado y transformado un simple acto de reunión familiar a un acto comercial, que conlleva a muchos gastos. No digo que no me gusten los regalos, ni que esté mal regalar e navidad, sólo que el objetivo ya no es lo que era antes. Para mí el mejor regalo es poder compartir esos días especiales rodeada de mi familia hinchándonos a turrón y yo a Ferrero Rocher, bebiendo champán ,jugando con el corcho, atragantándonos con la uvas y comiéndolas al final, mientras valoras la posibilidad de morirte de risa atragantada la última noche del año… Todos vivimos muy lejos y repartidos por el mundo, pero esos días son la excusa perfecta para reunirnos y reírnos.

Lía Chun Nuñez Andrés, 4º de ESO, CPEB “Aurelio Menéndez”