La motivación

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© www.futbolconsulting.com 2012 1 Jesús Úbeda Colom Técnico Deportivo Fútbol La motivación Introducción Es probable que, como entrenadores, en algunas ocasiones hayamos manifestado que los jugadores a los que entrenamos se encuentran muy motivados, o por el contrario poco motivados para llevar a cabo el entrenamiento que desarrollamos con ellos. Normalmente argumentamos esa motivación con conductas notoriamente observables en los jugadores. Que un jugador llegue tarde a entrenar sin causa aparente, que se esfuerce poco durante un partido, o no nos atienda cuando explicamos algo, nos parecen conductas que demuestran poca motivación. Por el contrario, nos agrada ver que un jugador lleve una hora tirando antes de comenzar el entrenamiento, saber que Adrián dejó la celebración de su propia comunión para entrenar con la selección siendo él de primer año, o que algunos jugadores se esfuerzan hasta el final de un partido que perdemos a pesar de quedar poco tiempo para que acabe. Si pensamos en la labor que desarrollamos como entrenadores, llama la atención que somos capaces (o no) de mejorar el nivel de nuestro equipo desde muchos puntos de vista. A nivel individual somos capaces de hacer que un jugador mejore cualquier fundamento. A nivel colectivo, nos creemos capaces de construir un ataque, o montar una defensa en zona en varias sesiones de trabajo. Además, tenemos en cuenta variables propias de la teoría del entrenamiento físico en nuestra planificación y desarrollo de sesiones. Por si fuera poco, sabemos entablillar un índice con esparadrapo y el rotulador de la pizarra. Por último, están esos entrenadores con madera, los enganchados al fútbol, que abren y cierran el campo para entrenar, que imprimen en su casa las papeletas de la rifa para el dinero de las equipaciones (o compran camisetas con dinero de su bolsillo), hacen de taxista & Sabemos hacer de todo, o casi de todo. Sin embargo, la motivación del jugador es algo por lo que no solemos sacar pecho cuando es alta, ni vemos en nuestra actuación la causa de que sea baja. Creemos que la motivación del jugador es algo que depende exclusivamente de él, como si fuese lo único que le pedimos. Además, si hacemos comentarios acerca de los jugadores de hoy, quizás sean comentarios “crítico – destructivos” y “bucólico – comparativos” (cuando yo tenía esa edad entrenaba con mi equipo y con los mayores, y nunca me quejaba) o bien la “exposición de resultados de una investigación de tendencias sociales” (es que hoy la oferta de ocio que tienen los chavales es mucho mayor & videoconsolas & inglés). Por el contrario, en la motivación de los jugadores los entrenadores tenemos mucho que ver, y sobre todo mucho que entrenar. También somos bucólico – comparativos cuando decimos que en tal colegio o pueblo antes había mucho fútbol, o que no había apenas nada y ahora tienen ya dos equipos en distintas categorías. O analistas sociales cuando decimos que tal entrenador “se lo monta” muy bien, que es un “monstruo”, y que tiene a la gente “enganchada” al fútbol. El fútbol lo hacemos en gran medida los entrenadores. El que entrenaba con dos equipos sin quejarse, el que se quedaba a tirar quinientos tiros tras cada entrenamiento, el que dejó de comprar algo por ahorrar para una entrada de un partido, posiblemente tendría a alguien cerca que provocaba todo eso: su entrenador.

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La motivación en el fútbol.

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Jesús Úbeda Colom

Técnico Deportivo Fútbol

La motivación

Introducción Es probable que, como entrenadores, en algunas ocasiones hayamos manifestado que los jugadores a los que entrenamos se encuentran muy motivados, o por el contrario poco motivados para llevar a cabo el entrenamiento que desarrollamos con ellos. Normalmente argumentamos esa motivación con conductas notoriamente observables en los jugadores. Que un jugador llegue tarde a entrenar sin causa aparente, que se esfuerce poco durante un partido, o no nos atienda cuando explicamos algo, nos parecen conductas que demuestran poca motivación. Por el contrario, nos agrada ver que un jugador lleve una hora tirando antes de comenzar el entrenamiento, saber que Adrián dejó la celebración de su propia comunión para entrenar con la selección siendo él de primer año, o que algunos jugadores se esfuerzan hasta el final de un partido que perdemos a pesar de quedar poco tiempo para que acabe. Si pensamos en la labor que desarrollamos como entrenadores, llama la atención que somos capaces (o no) de mejorar el nivel de nuestro equipo desde muchos puntos de vista. A nivel individual somos capaces de hacer que un jugador mejore cualquier fundamento. A nivel colectivo, nos creemos capaces de construir un ataque, o montar una defensa en zona en varias sesiones de trabajo. Además, tenemos en cuenta variables propias de la teoría del entrenamiento físico en nuestra planificación y desarrollo de sesiones. Por si fuera poco, sabemos entablillar un índice con esparadrapo y el rotulador de la pizarra. Por último, están esos entrenadores con madera, los enganchados al fútbol, que abren y cierran el campo para entrenar, que imprimen en su casa las papeletas de la rifa para el dinero de las equipaciones (o compran camisetas con dinero de su bolsillo), hacen de taxista… Sabemos hacer de todo, o casi de todo. Sin embargo, la motivación del jugador es algo por lo que no solemos sacar pecho cuando es alta, ni vemos en nuestra actuación la causa de que sea baja. Creemos que la motivación del jugador es algo que depende exclusivamente de él, como si fuese lo único que le pedimos. Además, si hacemos comentarios acerca de los jugadores de hoy, quizás sean comentarios “crítico – destructivos” y “bucólico – comparativos” (cuando yo tenía esa edad entrenaba con mi equipo y con los mayores, y nunca me quejaba) o bien la “exposición de resultados de una investigación de tendencias sociales” (es que hoy la oferta de ocio que tienen los chavales es mucho mayor… videoconsolas… inglés). Por el contrario, en la motivación de los jugadores los entrenadores tenemos mucho que ver, y sobre todo mucho que entrenar. También somos bucólico – comparativos cuando decimos que en tal colegio o pueblo antes había mucho fútbol, o que no había apenas nada y ahora tienen ya dos equipos en distintas categorías. O analistas sociales cuando decimos que tal entrenador “se lo monta” muy bien, que es un “monstruo”, y que tiene a la gente “enganchada” al fútbol. El fútbol lo hacemos en gran medida los entrenadores. El que entrenaba con dos equipos sin quejarse, el que se quedaba a tirar quinientos tiros tras cada entrenamiento, el que dejó de comprar algo por ahorrar para una entrada de un partido, posiblemente tendría a alguien cerca que provocaba todo eso: su entrenador.

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Se pretende con este trabajo desmenuzar un poco ese campo desconocido de la motivación, para entenderla y poder entrenarla. Sólo con conseguir que alguien cambie pensamientos de tipo “bucólico” o “analista social” por planteamientos de mejora, ya habremos conseguido mucho. Si además comprendemos algo más la relación que existe entre el aprendizaje del jugador y su motivación, y la que existe entre nuestra forma de entrenar y dicho aprendizaje, estaremos llegando a válidas conclusiones que nos sirvan en la concreción de nuestra tarea deportiva.

¿Qué es la motivación? “La motivación supone los procesos impulsores y orientadores que resultan determinantes para la elección y para la intensidad de la actualización de las tendencias de la conducta”. En lenguaje más coloquial, que las variables que intervienen en la motivación deben explicar por qué un jugador se comporta en determinadas circunstancias precisamente de un modo y una intensidad determinados. Por qué un jugador hace una cosa y por qué de la manera en que la hace. Podemos decir que algo motiva a un jugador cuando ve en ello una fuente de disfrute, de placer. Diferenciemos ahora dos tipos de motivación:

• Motivación intrínseca: los incentivos que hacen que el jugador repita una conducta radican en la tarea en sí. Se trata de una motivación que se encuentra en el deporte en sí. Jugar juegos en sí es gratificante (es divertido).

• Motivación extrínseca: si añadimos a la tarea algo externo a la misma (premio o castigo) que motive al sujeto que la realiza.

La motivación del jugador comienza en el entrenador A los entrenadores nos corresponde elegir la tarea a realizar (los jugadores harán o no una actividad gratificante si así lo decide el entrenador), éste se convierte en el determinante de las características de la tarea de aprendizaje. Por otro lado, el entrenador es el mediador de las motivaciones externas a la tarea en sí, al ser el encargado de asociar (o no) premios o castigos a las conductas de los jugadores. El paso previo a todo este planteamiento pasa obligatoriamente por la motivación del entrenador, sobre todo la intrínseca a su labor. La motivación del jugador puede en gran medida estar modulada por el técnico, pero la motivación del entrenador debe nacer de él mismo. Entendemos que entrenar debe suponer en sí una motivación intrínseca, es decir que para todos los entrenadores es gratificante desarrollar entrenamientos y dirigir partidos, con todas las conductas que eso conlleva.

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Además existen motivaciones extrínsecas a la labor del entrenador; la progresión de los jugadores (a muchos niveles de formación), el reconocimiento de los padres, incluso la remuneración económica que pudiera existir. No se trata de una elección de más o menos implicación en el desarrollo de los entrenamientos y partidos. En el hecho de ser entrenador de fútbol va implícito el papel de formador de los niños, como jugadores y como personas. Esta responsabilidad, compartida con otras figuras educativas en diferentes contextos, tiene que ser asumida por el entrenador, no puede desligarse de su labor.

Estrategias metodológicas para la motivación del jugador La motivación del jugador depende en gran medida de sus características personales. La edad, el nivel de juego, el contexto social al que pertenecen los niños, y otras características propias del jugador determinan en gran parte esa motivación. También la actuación del entrenador es fundamental en la motivación del jugador, si sabe manejar todas esas variables. Para ello, el entrenador debe conocer el material humano con el que trabaja.

Una adecuada elección de objetivos y contenidos de entrenamiento Las expectativas del grupo deben verse cumplidas en la práctica, lo que puede suponer una fuente de motivación. La elección de objetivos a perseguir con el trabajo debe realizarse atendiendo a todas las características del grupo. En función de ellos, se determinan unos contenidos a trabajar, y se planifican en el tiempo disponible para ello:

• Elección de objetivos adecuados al contexto, la edad y el nivel de juego del grupo. • Elección de los contenidos de trabajo que se relacionan con esos objetivos. • Planificación temporal de esos contenidos. • Confección de las herramientas para la enseñanza – aprendizaje de esos contenidos. • Análisis de los resultados del proceso de enseñanza – aprendizaje. • Modificación de la planificación temporal en función de los resultados.

Los posibles contenidos deben partir del entrenador, y para su elección debe tener una actitud de observación del juego de su equipo, que le permita detectar las deficiencias del mismo, para establecer continuamente las estrategias de actuación. Con esto queremos decir que no sólo es posible salirse de los contenidos de siempre (normalmente basados en los fundamentos individuales y colectivos). El entrenador debe entender que aquello que necesite mejorar el grupo es susceptible de ser trabajado con algún ejercicio. Sólo hay que construirlo.

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Confección de herramientas útiles para la enseñanza – aprendizaje Los objetivos han determinado unos contenidos, y éstos deben trabajarse en el campo para alcanzar los primeros. Ese trabajo se lleva a cabo utilizando juegos o ejercicios, que persigan en su desarrollo los contenidos que queremos trabajar. Si atendemos a las características que debe reunir un ejercicio o juego ideal, podríamos señalar muchas. Aquí destacamos:

• Dinámico. • Divertido en su ejecución. • En cierta medida cambiante en su desarrollo. • Tiempos de descanso proporcionados a los tiempos de ejecución. • Simple en su explicación. • Transferibles a la reglamentación del juego. • Transferibles a la técnica, táctica y estrategia del grupo. • Posibilidad de crecer en variantes. • Posibilidad de crecer en parámetros físicos.

En un principio, entendemos que el juego es el medio más apropiado para enseñar fútbol, si la edad del jugador es muy corta, por dos razones:

• El componente lúdico que tiene el juego en el que el niño se manifiesta y voluntariamente satisface su propia necesidad e identidad que va formando con su experiencia (lo lógico en un niño pequeño es jugar), además es lo que le divierte.

• En el juego debemos incluir progresivamente los elementos técnicos y tácticos más elementales (podemos jugar, pero no a cualquier juego y de cualquier forma).

Desarrollo correcto de esas herramientas en el campo A veces los entrenadores damos al traste con todo el trabajo de establecimiento de objetivos, planificación y confección previa del entrenamiento al llevar a cabo los ejercicios o juegos que lo integran. Si nos preguntásemos quién es el buen entrenador aparecerían respuestas del tipo “el que más sabe”, “el que enseña bien lo que sabe”, “el que ayuda al jugador a aprender” etc.

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Sin duda, coincidimos en que el jugador, por muy malo que sea su entrenador algo mejora. Es una cuestión de perseverancia en horas de entrenamiento. Si hemos hecho una planificación completa hasta llegar al momento práctico del entrenamiento, el entrenador es la figura que debe asegurar el aprendizaje de los jugadores. Los ejercicios son para aprender algo concreto, y si los jugadores no lo aprenden suponen una pérdida de tiempo. Si los jugadores que entrenamos no aprenden en una tarde todo cuanto necesitan aprender esa tarde, no estamos haciendo bien nuestro trabajo. Está un poco manida la exposición de “cuándo y cómo corregir”, que si no paramos un entrenamiento para corregir a un solo jugador, que no empleamos tres minutos para corregir, etc. Pero, aunque parece obvio, ¿tenemos claro qué corregir? En esta línea, hace falta que el ejercicio tenga una objetivo, una meta a conseguir conocida por todos, para que la actuación del deportista se encamine hacia ella. Esa meta debe ser perseguida constantemente, y las correcciones deben aludir a la misma, sin que nos centremos demasiado tiempo en otros aspectos en los que esa meta no se fundamenta. En ese conocimiento de esa meta, de eso que el jugador debe aprender a hacer, hace falta una argumentación entendida por él, y esa argumentación debe basarse en un buen conocimiento del deporte por parte del entrenador. Además, esta práctica casi obsesiva del técnico por asegurarse de que los jugadores han aprendido aquello que se pretende, debe estar constantemente sujeta a revisión, porque en el desarrollo de una actividad de enseñanza – aprendizaje subyacen muchos factores internos que escapan a nuestro control. La consecución (o no) de objetivos de ejecución a corto plazo y de metas didácticas determina la modificación o no de las establecidas en siguiente lugar. Por otra parte, no le basta al técnico con conocer el deporte. Debe conocer al deportista (individual y colectivamente) para saber qué puede pedirle, de manera que el jugador se vea constantemente sometido a un proceso de desequilibrio, se enfrente a tareas que están casi a su alcance, y en el momento de alcanzarlas su entrenador maneje las variables de la práctica deportiva para que el reto sea otro nuevo, igualmente alcanzable a través del esfuerzo. Aquí se abre un campo apasionante que se relaciona con el aprendizaje del jugador, la importancia que tiene la comunicación del entrenador hacia el jugador (y viceversa) y el control de la ansiedad en este aprendizaje.

La motivación en el fútbol La motivación debe analizarse también como una de las habilidades psicológicas que se requieren para convertirse en un jugador efectivo. Uno de los errores que a menudo se manifiestan en el ámbito deportivo, es creer que por el sólo hecho de dedicarse a una actividad, que a uno le gusta, le pagan bien (a veces), tiene repercusión mediática (a veces), tiene éxito (a veces), etc.; lo que lo convierte en un lugar deseado por una gran mayoría, un deportista debería estar siempre motivado. Pero no podemos desconocer que los componentes biológicos, sociales, cognitivos y emocionales, son formadores de la motivación básica de una persona, y si tenemos en cuenta que los tres últimos factores (sociales, cognitivos y emocionales), son cambiantes por naturaleza, va de suyo que la motivación es una cualidad evidentemente dinámica. A pesar del carácter dinámico de la motivación, hay una gran cantidad de entrenadores de fútbol que creen (y así lo declaran públicamente) que la motivación de un futbolista es una cualidad permanente e inalterable en el tiempo.

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Otra práctica común en el fútbol, es aquella que establece expectativas poco realistas sobre las posibilidades de un futbolista en la competición. La frase "tú puedes hacerlo" conlleva un alto riesgo, ya que si el deportista ve que no se cumplen las expectativas previstas, puede sufrir un efecto "boomerang", que provocará una disminución en la motivación, afectando la confianza del futbolista en su entrenador. Según Littman (1958) "La motivación se refiere al proceso o condición que puede ser fisiológico o psicológico, innato o adquirido, interno o externo al organismo, el cual determina o describe porqué, o respecto a qué, se inicia, se selecciona o finaliza; éste fenómeno se refiere al estado por el cual determinada conducta frecuentemente se logra o se desea: también se refiere al hecho de que un individuo aprenderá, recordará u olvidará cierto material de acuerdo con la importancia y el significado que el sujeto le dé a la situación". La motivación explica:

• La energía con la que hacemos algo (velocidad y vigor) • La persistencia en la actividad. • La dirección que toma nuestra conducta.

Motivación consciente e inconsciente En líneas generales, lo que una persona acusa o expresa como motivación de su conducta, suele ser solo una parte de la motivación total, pero puede también ser únicamente una justificación o racionalización de aquella, escapando a su conocimiento o a las motivaciones verdaderas. La motivación consciente o inconsciente, se refiere en última instancia al conocimiento o desconocimiento respectivamente, que el propio individuo tiene de las motivaciones. A menudo en el fútbol, no se avanza más allá de la motivación consciente, que es la que se ve, dejando de lado la motivación inconsciente u oculta, que es la generadora de la conducta visible; entonces sucede que muchas veces un entrenador sanciona a un jugador, por alguna acción incorrecta, sin investigar las causas que originaron dicha conducta manifiesta. Ahora bien, el entrenador, ¿tiene tiempo para ocuparse de las motivaciones inconscientes?, ¿está capacitado para hacerlo?, creo que la respuesta a las dos preguntas es no. Las expectativas de los entrenadores, pueden afectar el potencial de progreso de algunos jugadores, de manera tal que puede verse afectada la motivación de los jugadores, cuando las expectativas de los entrenadores, están por debajo de las capacidades reales de dichos jugadores. Si bien es cierto que un deportista debe partir de una motivación básica, no es menos cierto que dichos deportistas pueden padecer diferentes problemas, que afecten temporalmente su motivación.

Una clasificación posible de los problemas que afectan la motivación de un deportista, podría ser: Sub – motivación: en determinadas situaciones de entrenamiento y competición, los deportistas muestran una motivación y disposición de esfuerzo disminuidos. Por ejemplo: fases de entrenamiento intenso, monótono (pre – temporada), competencias insignificantes, o después de repetidos fracasos.

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Sobre – motivación: puede ser manifestada como deseo exagerado de rendimiento, sobremadurez, euforia y ambición de victoria. La sobre – motivación aparece generalmente antes de competiciones que son particularmente importantes, y con grandes expectativas. Fluctuaciones de la motivación: algunos deportistas están sujetos, en determinadas situaciones de entrenamiento y competición a fluctuaciones de la motivación, quiere decir que su motivación en el entrenamiento y la competición es inestable y está influida por factores internos y externos. Fijación de motivos: algunos deportistas están fijados en un motivo único, en particular en el motivo de su rendimiento personal, por lo que otros motivos no son desarrollados o juegan un papel mucho menos importante. Motivación negativa: la motivación negativa puede expresarse entre otras formas como miedo ante el éxito y el fracaso, miedo de fallar, miedo ante determinadas competiciones, o a los contrarios, y miedo a las lesiones. Expectativas y fijación de metas irreales: dicho problema puede ser observado, cuando las personas que rodean al deportista han depositado en él expectativas exageradas, las que no pueden ser cumplidas por él. El problema aparece también cuando los deportistas esperan demasiado de si mismos, y se fijan metas muy elevadas. En ambos casos caminan rumbo al fracaso. Motivación externa: algunos deportistas dependen de los factores de motivación externa, tales deportistas necesitan un reforzamiento permanente, atención y reconocimiento a través de otras personas para mantener su motivación en el entrenamiento y en la competición. Dichos deportistas motivados desde afuera, no están en la posición de motivarse a si mismos cuando se presentan problemas, y de mantener su motivación por largo tiempo. Auto recompensa inapropiada: en ocasiones los deportistas se recompensan a si mismos después de éxitos y fracasos, sin embargo de un modo inapropiado (por ejemplo: después de una victoria o de una derrota, tengo que comprarme algo, o me junto con amigos, compañeros o familiares para tomar cerveza). Atribución causal inapropiada: muy seguido, los deportistas, hacen una atribución parcial e indiferenciada de causas para el éxito y el fracaso. Algunos deportistas tienden a atribuirse todo a si mismos (atribución causal interna de motivos), otros rechazan cualquier atribución hacia si mismos, y atribuyen el fracaso a factores externos (por ejemplo: si ganamos es gracias a mí, si perdemos, el técnico no sabe nada). A modo de síntesis; partiendo de la premisa de que en el fútbol salvo la competición, todo lo demás es entrenable, y al ser la motivación una cualidad básica para cualquier actividad humana, resulta imposible tomar a la motivación como un aspecto fijo e inmóvil, ya que la misma se va modificando cotidianamente.

La motivación en el fútbol profesional Entendemos a la Motivación como "Energía Disponible Para", definición que encierra en cierta medida anteriores revisiones formuladas acerca de la motivación por medio de autores como Sagredo, De Diego, Williams, etc. De tal manera concluimos que la Motivación es el caudal de impulsos al servicio del deportista para la satisfacción de las necesidades que se presentan en esta área de desarrollo. Estudios de varios autores, observaron que se produce una relación inversa entre el Nivel Educativo Alcanzado y el nivel de Motivaciones Deportivas. Es decir que "a mayor Nivel Educativo Alcanzado menor Nivel Motivacional".

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Alcanzar un mayor Nivel Educativo le posibilitaría al individuo el establecimiento de objetivos con compromiso intelectual evidente, lo que podría llevar a una desviación del impulso motivacional de lo físico hacia lo intelectual. Lo cuál encuentra una explicación en lo que se conoce como la "orientación" del impulso motivacional; lo que nos permite suponer que los deportistas con un mayor Nivel Educativo poseen mayores posibilidades para satisfacer sus necesidades de Autorrealización, lo que viene a contestar el por qué no presentan el mismo nivel motivacional aquellos jugadores de inferior Nivel Educativo. Lo mismo ocurre entre el Nivel Educativo Alcanzado y la Agresión Psicológica Es decir, que aquellos deportistas que quizás encuentren en el deporte una de las únicas posibilidades de satisfacción de sus necesidades de Autorrealización, se aferren a la misma de manera que terminen moldeando ciertas conductas de dominio de la situación en pos del logro del objetivo personal antes que la satisfacción de la necesidad grupal. Las Motivaciones Sociales Deportivas se encuentran conformadas por dos dimensiones a saber: La Competición Social Motivacional y la Cooperación Social Motivacional, las cuales se relacionan con la "Condición Deportiva del jugador". En este sentido se observó que los jugadores Suplentes presentan un mayor Nivel de Competición Social Motivacional; y un mayor nivel de Cooperación Social Motivacional. Esto se desprende de que los jugadores Suplentes por un lado quieren lograr su objetivo de formar parte del equipo Titular, de tal manera que desarrollan un elevado grado de Competición Social, es decir que encauzarían su impulso motivacional con el único objetivo de ganarse el puesto y sentirse de esa manera más seguros. Perseguirían entonces un objetivo individualista y pretenden conseguirlo de cualquier forma, cabe aclarar que actualmente el jugador que no rinde de inmediato en un club es transferido o dejado en libertad de acción. Por su parte, el elevado nivel de Cooperación Social de los jugadores suplentes también estaría dado por la necesidad de afiliación y de pertenencia que pretenderían saciar a través de actividades grupales, lo que marca en cierta medida que estos jugadores pueden sentirse útiles al grupo y desarrollar tareas que le permitirían satisfacer necesidades sin la condición única de ser titulares. Muestra esto la importancia que representaría la satisfacción de necesidades sociales en un primer momento, para luego sí, encauzar el impulso motivacional en relación al cumplimiento del objetivo. Sin duda, esto evidencia un muy buen trabajo del cuerpo técnico que hace sentir parte del equipo a aquellos jugadores que no son titulares, cosa que no es sencilla, y menos en estos momentos donde la competición es muy exigente. En relación a la variable "Puesto en el Campeonato" se observó que existe una relación inversa entre esta variable y Motivaciones Deportivas. Al analizar estos resultados hay que tener en cuenta un par de situaciones externas que pueden llegar a configurar dichas marcas. En primer lugar la diferencia de posiciones es pequeña, lo que ya de por sí determina la existencia de otros factores, de manera que se puede entender mejor esto teniendo en cuenta que es una etapa clasificatoria y no una etapa eliminatoria, lo que lleva a que los planteles aún están en formación y la presión social se haga sentir en menor medida. Aquí resulta significativo poner en juego una variable más y es la trayectoria del club en la disciplina, lo que viene a explicar que el club que se encuentra tercero, presenta una mayor trayectoria que el otro plantel y en relación a esta variable debería estar jugando en la Primera División y no disputar el Ascenso, hecho que conllevaría a que su nivel motivacional por lograr el ascenso sea mayor que el equipo adversario.

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Como consecuencia de esto es que existe una relación inversa entre Puesto en el Campeonato y Conflicto Psicológico, es decir que existe una urgencia por conseguir el objetivo y dado que esto no es posible en ese momento podría estar generando un elevado nivel Conflictivo entre los jugadores. A su vez, este hecho muestra que los equipos que se encuentran en ubicaciones inferiores tienen un mayor nivel de Cooperación Social. Esto se debería a que al no estar consiguiendo el objetivo trazado, los planteles tratan de configurar nuevas estrategias de ejecución y también, permite que los jugadores nuevos se sientan parte del plantel configurando el perfil Cooperativo que los resultados indican. En relación a la variable "Tiempo que Integra la Plantilla" se concluye que existe una relación inversa entre la variable mencionada y el nivel de Motivaciones Deportivas, es decir "a menor tiempo que integra el plantel mayor nivel motivacional" , esto se explicaría desde dos perspectivas:

• La necesidad de satisfacción de necesidades de afiliación y pertenencia a un grupo. Vuelve a evidenciarse la misma relación que apareció en las variables Pertenencia del Pase y Condición Deportiva, donde claramente se muestra la importancia que reviste para los integrantes de un plantel la satisfacción de las necesidades sociales. Claro está que en esta primera parte del campeonato, etapa clasificatoria, hay muchos jugadores provenientes de otros clubes que necesitan formar parte de un grupo que los contenga y los ayude a conseguir el objetivo del plantel.

• La No Habituación a las Recompensas. Suele suceder que jugadores de larga trayectoria en un club

se habitúan al reconocimiento social (ovación) que reciben de su parcialidad de seguidores y no se encuentran motivados como en un principio. Generalmente las gratificaciones o el reconocimiento aparecen por buenas ejecuciones, las cuales son realizadas por jugadores idóneos que generalmente son los que llegan a los clubes al comienzo de la competencia para reforzar al equipo para conseguir el objetivo. Al ser jugadores nuevos en el club encuentran en el reconocimiento social una fuente impulsora muy elevada para su nivel motivacional, que frecuentemente actúa como feedback, ya que estimula al deportista el cuál desarrolla buenas actuaciones y por consiguiente es recompensado.

Luego de haber mostrado la relación de los Reforzadores Externos con las Motivaciones Deportivas, trataremos de relacionar la misma variable con los Reforzadores Internos, donde se observó la existencia de una relación inversa entre la subescala de Autoestima "Funcionamiento Mental" y la subescala de Motivaciones Deportivas "Conflicto Psicológico Motivacional", es decir: "a mayor Funcionamiento Mental menor Conflicto Psicológico Motivacional". Los conflictos psicológicos generalmente son generados por la Crítica Patológica, la cuál tiene como herramienta principal a las Distorsiones Cognitivas. Las mismas se encargan de que el individuo interprete la realidad de manera tal que se vea perjudicado e inferior en relación al mundo que lo rodea. Esto explicaría el incremento del Conflicto Psicológico Motivacional. Podría decirse entonces que los jugadores que presentan un elevado nivel de Funcionamiento Mental pueden controlar estas formas erradas y perjudiciales de interpretar la realidad, lo que traería aparejado un nivel de Conflicto Psicológico bajo.

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Se observó también una relación inversa entre la subescala de Autoestima "Como me Ven los Demás" y la subescala de Motivaciones Deportivas "Conflicto Psicológico Motivacional", es decir "cuanto mejor los ven los demás menor es el Conflicto Psicológico Motivacional". Hay que tener en cuenta que es muy importante como perciben los deportistas su relación con el entorno que los rodea. Las Distorsiones Cognitivas pueden llevar a que los integrantes del plantel perciban e interpretan erróneamente su relación con el medio, lo que podría ser generador de Conflicto Psicológico. El segundo objetivo que perseguía este estudio era establecer las variaciones entre los jugadores profesionales de fútbol y la relación con su Motivación Psicológica y su Motivación Social.

Para corroborar esta relación se llevaron a cabo pruebas de diferencias de medias aritméticas entre ambos clubes; donde se encontró una diferencia significativa en el nivel de Motivaciones Deportivas y algunas de sus subescalas, que podríamos explicarlo en función de las correlaciones anteriormente mencionadas: La plantilla de un equipo presenta un Nivel Educativo mayor al presentado por el conjunto mediterráneo. La misma plantilla presenta una media aritmética en Años como Profesional superior al restante plantel. Si bien en ambos clubes la mayoría de sus deportistas son jugadores de la institución, en el Club A una menor proporción de jugadores en relación con el Club B son propiedad del club. Al analizar las diferencias motivacionales entre la primera y segunda medición de cada club, se muestra un incremento en ambos clubes, siendo significativo sólo en el Club B, y podría explicarse en función de que la instancia deportiva se ha modificado, dejó de ser un momento clasificatorio para ser una etapa eliminatoria. Dicha etapa, es el momento final del torneo en que ambos clubes compiten, lo que implica que si siguen compitiendo se encuentran cerca de conseguir el objetivo de ascender a la primera División. Queda claro entonces, que la instancia deportiva podría explicar el incremento dado que acercaría a los equipos a la consecución de sus objetivos deportivos. Es necesario remarcar que si bien el estudio era de carácter exploratorio y el número de casos no era muy significativo, aparecieron datos relevantes para posteriores investigaciones, y para tener en cuenta en el trabajo de campo que los profesionales dedicados a esta área puedan realizar. Resaltamos que en la investigación no se pudo corroborar el Modelo de Motivaciones Deportivas empleado para tal estudio, lo que podría entenderse debido al bajo número de casos, recordemos que N = 40. El Modelo desarrollado por Dorcas Butt (1976) planteaba una cierta correlación entre determinadas Motivaciones Psicológicas y otras Motivaciones Sociales que no se pudieron comprobar. Pero sí fue acertada la dirección de los resultados, aunque no fueron significativos. Sí se comprobó la incidencia que determinados Reforzadores Secundarios Externos y determinados Reforzadores Secundarios Internos presentaban en relación a los niveles de Motivaciones Deportivas. Éstos Reforzadores fueron presentados en los pasos anteriores de esta conclusión.

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También destacamos que en nuestro trabajo no contamos con grupos extremos que nos permitieran encontrar resultados más significativos. Tengamos en cuenta que eran dos planteles de la misma divisional competitiva, y que tenían resultados similares y no presentaron fuertes cambios en su puntuación, lo que condicionó en cierta medida los datos finales de la investigación. En función de lo realizado en esta investigación, queremos aportar dos variables a tener en cuenta para posteriores trabajos, que no fueron tenidas en cuenta como variables principales a la hora de definir los ejes de la tarea, pero que aparentemente o potencialmente podrían estar influyendo en los resultados encontrados. La Instancia Deportiva cobra un papel preponderante en lo que refiere a su función como fuente motivacional. La misma puede hacer que a iguales resultados en distintas instancias varíe el nivel motivacional de los deportistas. No es lo mismo una etapa clasificatoria, en la cuál el margen de error es mucho más elevado, dónde los equipos se están conformando y donde la exigencia del público es menor aún; que una etapa eliminatoria donde un error lo deja al equipo automáticamente fuera de competencia, con todo el peso social que esto trae aparejado y las consecuencias para los deportistas que inevitablemente se sienten frustrados por la no consecución del objetivo planteado. La otra variable es la Trayectoria del Club, la cuál se relaciona con la Motivación Deportiva a través de los distintos procesos de reconocimiento social. Los clubes que tienen una mayor y mejor trayectoria en el fútbol actual, tienen mayor exigencia para la consecución de los resultados, tienen un mayor caudal de aficionados y simpatizantes que influyen de manera adversa o apoyando al equipo según se den los resultados. Estos equipos necesitan revalidar constantemente los logros obtenidos con anterioridad. Esto se ve claramente en la investigación ya que el Club B es una institución que por su historia y por su convocatoria debería disputar los torneos superiores y no los torneos de ascenso. Finalmente, se debe mencionar que la investigación realizada, configuró el Perfil Motivacional de ambos equipos estudiados, así como el perfil ideal el cuál es una decantación de las puntuaciones obtenidas. Si bien no se pueden generalizar los resultados, sería interesante corroborarlos con otros equipos de la misma divisional y de divisionales distintas para encontrar similitudes o diferencias.

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