La invenci�n de Hugo Cabret de Brian Selznick r1.1

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Hurfano,relojeroyladrn,Hugoviveentrelosmurosdeunaajetreadaestacinparisinadeferrocarriles.Siquieresobrevivir,nadiedebesaberdesuexistencia.Sinembargo, un da tiene un descuido y es descubierto por una excntrica chica, amante delos libros y por un viejo y amargado juguetero. Y ya nada ser como antes.Con ilustraciones originales del propio autor y combinando elementos de los lbumesilustrados, las novelas grficas y el cine, Brian Selznick expande los lmites del conceptode novela, produciendo en jvenes y adultos una experiencia literaria nica.Brian SelznickLa invencin de Hugo CabretCon ilustraciones del autorePub r1.1JerGeoKos 18.06.13Ttulo original: The invention of Hugo CabretBrian Selznick, 2007Traduccin: Xohana BastidaIlustraciones: Brian Selznick, Harold Lloyd Trust, George Eastman House, Roger Viollet, Georges Mlisy British Film InstituteDiseo de portada: Brian SelznickEditor digital: JerGeoKos (aporte original de LeoLuegoExisto)ePub base r1.0Para Remy Charlipy para David SerlinBREVE INTRODUCCINLA HISTORIA QUE VOY A COMPARTIR con ustedes tiene lugar en 1931, bajo los tejados de Pars.AqupodrnencontraraunniollamadoHugoCabretque,enciertaocasin,descubriunmisterioso dibujo que habra de cambiar su vida para siempre.Pero antes de pasar esta pgina, imagnense que estn a oscuras, como si fuera a empezar unapelcula.Cuandoelsoldelamaneceraparezcaenlapantalla,lacmaralesllevarenunzoomvertiginosohastaunaestacindetrenenelcorazndelaciudad.Franquearnlapuertaatodavelocidad, se internarn en un enorme vestbulo atestado de gente y no tardarn mucho en distinguira un nio en medio de la multitud. El nio comenzar a avanzar por la estacin. Sganle, porque esees Hugo Cabret. Hugo tiene la cabeza llena de secretos, y su historia est a punto de comenzar.Profesor H. ALCOFRISBASPARTE PRIMERA1El ladrnDESDESUPOSICINPRIVILEGIADAtraselreloj,Hugopodaobservarlotodo.Manoseinconscientemente el pequeo cuaderno que llevaba en el bolsillo y se dijo que deba tener paciencia.El viejo de la tienda de juguetes estaba discutiendo con una nia que tena ms o menos la edad deHugo.Amenudolavearecalarenlatiendaconunlibrobajoelbrazoydesaparecertraselmostrador.Elviejoparecanerviosoaquelda.Sehabradadocuentadeladesaparicindelosjuguetes?Aunque as fuera, Hugo no poda hacer nada para remediarlo.Si robaba juguetes era porque le hacan falta.Elviejojugueteroylaniadiscutieronunpocoms,yporfinellacerrellibroysefuecorriendo.Afortunadamente, el viejo tard poco en cruzar los brazos y cerrar los ojos.Hugo se escabull por los pasadizos que recorran el interior de las paredes, sali por una rejillade ventilacin y cruz a toda prisa el vestbulo de la estacin hasta llegar a la juguetera. Manose sucuaderno por ltima vez y luego extendi la mano cautelosamente hasta agarrar el juguete de cuerdaque necesitaba.Pero de pronto algo se movi al otro lado del mostrardor, y el viejo dormido volvi a la vida deimproviso. Antes de que Hugo pudiera escapar, el juguetero le cogi de un brazo.ElratoncitoazuldecuerdaqueHugohabacogidocayalmostrador,resbalhastaelbordeyaterriz en el suelo con un chasquido.Al ladrn! Al ladrn! grit el viejo, y su voz reson por el vestbulo vaco. Que alguienllame al inspector de la estacin!La mencin del inspector aterroriz a Hugo. Se retorci intentando escapar, pero el viejo lo tenabien agarrado por el brazo y no le dej ir.Al fin te pill! Y ahora, vacate los bolsillos.Hugo gru como un perro. Estaba furioso consigo mismo por haberse dejado atrapar.El viejo le tiraba del brazo con tanta fuerza que Hugo tuvo que ponerse de puntillas.Me est haciendo dao!Vacate los bolsillos!Hugofuesacando,demalagana,docenasdeobjetos:tornillos,clavos,trocitosdemetal,engranajes,arrugadascartasdebaraja,pequeaspiezasderelojes,ruedasdentadas,arandelasTambin sac una caja de cerillas aplastada y algunos cabos de vela.Te falta un bolsillo dijo el viejo.Est vaco.Pues dale la vuelta.No contiene nada suyo. Djeme marchar.Dndeestelinspectordelaestacin?berreelviejovolvindosehaciaelvestbulo.Por qu nunca est a mano cuando hace falta?Hugosabaquesielverdeuniformedelinspectordelaestacinaparecaalotroladodelvestbulo, todo habra terminado. Se debati en un ltimo intento de soltarse, pero era intil. Al fin seresign, meti una mano temblorosa en el bolsillo que quedaba y sac su ajado cuaderno de cartulina.Tena las tapas relucientes de tanto manosearlas.Sin soltar el brazo del nio, el juguetero le arrebat el cuaderno, lo coloc fuera de su alcance, loabri y hoje sus pginas. Una de ellas le llam la atencin.Devulvamelo! Es mo! grit Hugo.Fantasmas murmur el juguetero para s. Saba que acabaran por encontrarme.Cerrelcuaderno,ylaexpresindesucaramudrpidamentedelmiedoalatristezaydelatristeza a la furia.Quin eres t, nio? pregunt bruscamente. Hiciste t esos dibujos?Hugo no respondi.Te he preguntado que si hiciste t esos dibujos.Hugo volvi a gruir y escupi en el suelo.A quien le robaste este cuaderno?No lo rob.El viejo resoll, solt al fin a Hugo y lo apart de un empujn.Pues djame en paz, entonces! No vuelvas a esta juguetera ni te acerques ms a m.Hugo se frot el brazo y dio un paso atrs, pisando sin querer el ratn de cuerda que haba dejadocaer.El viejo se estremeci al or el crujido del juguete aplastado.Hugo recogi los fragmentos del ratoncillo y los puso sobre el mostrador.No puedo marcharme sin mi cuaderno.Ya no es tuyo, nio. Ahora es mo, y har con l lo que me d la gana el viejo agarr la cajade cerillas de Hugo y la agit. Puede que lo queme!No!Sinhacercaso,elviejorecogitodoslosobjetosqueHugosehabasacadodelosbolsillos,incluyendoelcuaderno;loscolocsobreunpauelo,atlaspuntasycubrielpaqueteconlasmanos.Entonces dime quin hizo esos dibujos.Hugo se qued callado.El viejo dio un puetazo en el mostrador que sacudi todos los juguetes.Lrgate de aqu, ladronzuelo!El ladrn es usted! grit Hugo mientras echaba a correr.Elviejojugueterosiguirezongando,peroHugoyasolooaelecodesuspropiospasos,querebotaba contra las paredes de la desierta estacin.2Los relojesHUGOFUECORRIENDOhastaelotroextremodelvestbuloydesapareciporunarejilladeventilacin.Unavezdentro,sedetuvounmomento.Elambienteerafroyolaahumedad.Decuando en cuando, una dbil bombilla iluminaba un tanto los oscuros pasadizos.Hugo abri la puerta y entr.Sobre el techo de la sala de espera principal haba un conjunto de pequeos apartamentos ocultosalpblico,quehacatiempohabanservidodeviviendaparaelpersonaldelaestacin.Casitodosllevaban aos abandonados, pero quedaba uno en uso.Por la sucia claraboya se filtraban algunos rayos de sol. Hugo contempl las hileras de botes quesealineabanenlasestanteras.Estabanllenosdepiezasextradasdetodoslosjuguetesquehabarobadodelatiendaalolargodelosmesesanteriores.Losestantesestabanfabricadoscontablonessueltos que Hugo haba encontrado en los pasadizos que recorran las paredes de la estacin. Bajo sucamastrodesvencijadoguardabasusdibujos,yenunpolvorientobalquedormaenmediodelahabitacin tena una baraja. Junto al bal, en una mesita baja, se apilaban un montn de sobres: eranlos cheques de la paga de su to, que se haban ido acumulando all semana tras semana.Hugoseenjuglaslgrimasyagarrsucubodeherramientas.Semetiunoscuantoscabosdevela y algunas cerillas en un bolsillo y se dispuso a trabajar.Comodecostumbre,comenzporlosdosgrandesrelojesconesferadecristalquehabaeneltejado, porque eran los de ms difcil acceso. Eran como enormes ventanales redondos que se abransobrelaciudad,unomirandohaciaelnorteyelotrohaciaelsur.Hugotuvoqueascenderporunalarga escalera de caracol, trepar por una escalerilla de madera y colarse por una trampilla abierta en eltechoparaaccederalosrelojes.Cuandosubadeda,siempretenaquepestaearunratoalllegarpara acostumbrarse al torrente de luz que se filtraba por los ventanales. Los motores y mecanismosde aquellos dos relojes eran los ms grandes de toda la estacin, y a Hugo siempre le daba miedo quealgn engranaje le atrapara la mano alguna vez.Enunaesquinadelaestancia,alfinaldedossogas,pendanunasenormespesasquehacanfuncionarlosrelojes.Hugocomproblahoraquemostrabanlasesferasdecristalconladelrelojferroviario de su to, que guardaba con sus herramientas y al que daba puntualmente cuerda todas lasmaanas. Luego se entretuvo un momento revisando los complejos mecanismos y engras los ejes delos dos relojes con una pequea alcuza que llevaba en el cubo. Por ltimo, se qued escuchando conlacabezalevementeladeadaelritmodelosmecanismoshastaqueestuvosegurodequetodofuncionaba correctamente.Cuando termin de revisar los relojes del tejado,Hugo baj la escalerilla de madera y la escalerade caracol. De nuevo en los oscuros pasadizos, se dispuso a comprobar todos los dems relojes de laestacin, que tenan la esfera de bronce y eran accesibles desde el interior de los corredores.Hugo lleg al reloj que haba sobre las taquillas, encendi varios cabos de vela para alumbrarse ysedispusoarevisarlo.Losrelojesdeloscorredorestenanpesascomolosdeltecho;peroeranmucho ms pequeas, y las cuerdas que las sujetaban desaparecan por unos agujeros practicados enel suelo.Hugoencajunamanivelaenunorificioqueseabraenlapartetraseradelrelojyempujcontodas sus fuerzas para darle vueltas hasta que le fue imposible moverla ms.Comprobquelosengranajesypalancassemovancorrectamenteycomparlahoraquemarcabalaesferaenminiaturadelapartetraseraconladesurelojferroviario.Cuandoacab,fuerecorriendo los pasadizos hasta llegar al anillo de relojes que circundaba los andenes, y luego revislosrelojesmspequeosquehabaenlosdespachosinterioresdelaestacin,incluyendoeldelinspector. Al llegar a aquel, Hugo peg un ojo a uno de los nmeros de la esfera. Desde all se vea elescritoriodelinspector,ylajaulaquetenaenunaesquinadeldespachoparaencerraralosdelincuentesalosquesorprendaconlasmanosenlamasa.Hugohabavistoavarioshombresymujeresencerradosenaquelmnimocalabozo,einclusoavarioschicosdesuedad,conlosojosirritados de llorar. Aquellas personas no pasaban mucho tiempo all; al cabo de un rato se los llevabansiempre, y Hugo nunca haba vuelto a ver a ninguno de ellos.Despusderevisarlosrelojesdelasoficinas,Hugoseinternenunlargopasadizoquelecondujohastaelquehabafrentealajuguetera.Lehubieragustadosaltarseaquel,perosabaquedeba revisarlos todos sin excepcin. Acerc la cara a los nmeros y volvi a ver al viejo juguetero:estaba solo en su pequea tienda, hojeando el cuaderno de Hugo. A Hugo le dieron ganas de ponersea chillar. Pero en vez de hacerlo, engras el reloj y escuch atentamente su mecanismo. Por el ruido sediocuentadequenoharafaltadarlecuerdaenunoodosdas,asquesedirigialsiguienteynoparhastaquenohuborevisadolosveintisieterelojesdelaestacin,talcomosutolehabaenseado a hacer.3La nevadaELVIEJOJUGUETEROSEINCORPORysalidesutiendaconpasocansino.EstabaempezandoabajarlapersianademaderaparaecharelcierrecuandoHugoseleacercpordetrs.Aunque saba caminar con gran sigilo, el nio hizo un esfuerzo por pisar las baldosas con fuerza paraque el hombre advirtiera su presencia.Nopisestanfuerte,muchachodijoelviejomirndoloporencimadelhombro.Odioelruido que hacen los tacones de los zapatos al repiquetear contra el suelo.Acab de bajar la persiana y enganch un candado en el pasador.La estacin estaba prcticamente desierta. Hugo saba que el inspector estaba haciendo su rondavespertina por el lado opuesto, y se figuraba que an tardara un rato en aparecer por all.El viejo juguetero cerr el candado y lo revis para asegurarse de que no se poda abrir.Cmo te llamas, muchacho?Hugotitubeyestuvoapuntodedecirunamentira.Peroentonces,sinsaberbienporqu,decidi revelarle su verdadero nombre.Hugo Hugo Cabret.Escchamebien,HugoCabret. Antestedijequenoteacercarasam.Sitevuelvoaverporaqu, te agarrar de una oreja, te llevar al despacho del inspector y te encerrar yo mismo en la jaula.Entiendes lo que acabo de decirte?Deme mi cuadernoPrecisamente, me voy a casa para quemarlo, muchacho.Y sin ms, el viejo juguetero ech una rpida mirada al reloj que haba frente a su tienda y ech aandar con paso apurado por el vestbulo cubierto de enormes nervaduras de hierro. En unos segundoshaba atravesado las puertas de bronce dorado y se perda por las oscuras calles de Pars. El inviernoestaba llegando a su fin, pero haban empezado a caer pequeos copos de nieve. Hugo observ cmoel viejo se alejaba.Llevaba muchsimo tiempo sin salir de la estacin, y adems no llevaba puesta ropa de abrigo. Sinembargo, en un abrir y cerrar de ojos se encontr saliendo por las puertas doradas a todo correr.No tiene derecho a quemar mi cuaderno! le grit.S que lo tengo.A Hugo le habra gustado abalanzarse sobre l y derribarlo para recuperar su cuaderno, pero no leparecaquefueracapaz.Eramuchomspequeoquel,yademselviejotenamuchafuerza:aHugo todava le dola el brazo en el punto donde lo haba agarrado haca un rato.Deja de hacer ruido con los tacones de los zapatos sise el viejo con los dientes apretados. No quiero volver a decrtelo.Luego mene la cabeza y se cal bien el sombrero.Esperoquelanievelocubratododijoenvozbaja,comoparas. Asnadiepodrhacerruido al andar, y la ciudad entera podr descansar tranquila.Pronto llegaron a un decrpito bloque de pisos que haba al otro lado del cementerio.El edificiopareca inclinado hacia un lado. Adems, deba de haber estado cubierto de hiedra en el pasado, perola haban arrancado, dejando largas cicatrices que recorran la agrietada fachada. El viejo sac una llavegrande y abri con ella una puerta cubierta de pintura verde descascarillada.Luego se volvi para mirar a Hugo.Esquenosabesqueelrepiqueteodelostaconesatraealosfantasmas?lepregunt.Quieres que te sigan los espectros?Sin decir ms, se meti rpidamente en el portal y cerr la puerta de golpe.4La ventanaHUGO SE QUED PARADO frente al edificio. Se frot los ojos para quitarse los copos que se lehaban acumulado en las pestaas y manose los sucios botones de su chaqueta, sobndolos con losdedos ndice y pulgar como anteriormente haba hecho con la cubierta de cuaderno.Entoncesagarrunguijarrodelsueloylolanzhaciaunaventana.Elguijarrochoccontraelcristal con un sonoro chasquido.Las cortinas se abrieron y en medio apareci la cara de una nia. Por un instante, Hugo crey quese haba equivocado de ventana, pero luego la reconoci.Era la nia de la juguetera.CuandoHugo estaba a punto de gritarle algo, ella se llev un dedo alos labios y le indic con una sea que no se fuera. Las cortinas volvieron a cerrarse.Hugo esper temblando de fro, y al cabo de unos minutos la nia apareci por la esquina traseradel edificio y se acerc corriendo a l.Quin eres? le dijo.Tu abuelo me ha robado mi cuaderno de notas. Tengo que recuperarlo antes de que lo queme.Pap Georges no es mi abuelo repuso la nia. Y tampoco es ningn ladrn. El ladrn erest.Eso es mentira!Te vi robando.Cmo ibas a verme? El viejo te dijo que te fueras antes de que yo me acercara a la juguetera.Ah,demodoquettambinmehasestadoespiandoam.Bueno,puesentoncesestamosempatados.Hugo la mir con curiosidad.Djame entrar, nia dijo.No puedo. Te tienes que marchar.No pienso irme hasta que no haya recuperado mi cuaderno.Hugo cogi otro guijarro y se dispuso a lanzarlo a la ventana, pero la nia le agarr la mano y learrebat la piedra.Ests loco? susurr. No quiero que me pillen aqu abajo contigo! Dime, por qu te hacetanta falta tu cuaderno?No te lo puedo decir.Hugotratdecogerotroguijarro,perolachicaloderribdeunempujnyloinmovilizenelsuelo.Escchame:notepuedodejarentrar,peroteprometoquehartodoloquepuedaparaquepap Georges no queme tu cuaderno. Vuelve maana a la juguetera y pdeselo otra vez.Hugo mir fijamente los grandes ojos negros de la nia y se dio cuenta de que no tena eleccin.La nia le solt, y l se puso en pie y se alej corriendo entre la nieve.5El padre de HugoHUGOCORRISINPARARhastaencontrarsedenuevoensucasasecreta.Intentencenderlaluz, olvidando, como siempre, que la bombilla del techo se haba fundido. Sac una cerilla, la encendiy prendi con ella unas cuantas velas. La estancia se inund de un tibio resplandor dorado, y en lasparedes aparecieron enormes sombras temblorosas.LosdedosdeHugosedirigieroninstintivamentehaciaelbolsilloenelquehabaestadosucuaderno, pero lo encontraron vaco. Sin saber qu hacer, se acerc a un montn de cajas apiladas quehaba en una esquina de la estancia y lo apart, descubriendo un hueco en la pared.Hugo meti una mano en el escondrijo y sac un objeto grande, de aspecto pasado. Luego desatlas radas cuerdas que lo rodeaban y abri el envoltorio de tela.Era un hombre construido enteramente con engranajes de relojera y otras delicadas maquinarias.Desdeelmismomomentoenquesupadrelehabahabladodel,aquelhombremecnicosehabaconvertido en el centro de su vida.El padre de Hugo regentaba una relojera, y tambin trabajaba manteniendo los relojes de un viejomuseo. Una noche haba vuelto a casa ms tarde de lo habitual.Hola, capitn le haba dicho a Hugo, que ya estaba en la cama. Perdona que haya tardadotanto en llegar, pero esta tarde encontr una cosa fascinante en el museo; en el desvn del museo, paraser exactos. Nadie sabe cmo lleg hasta all, ni siquiera el viejo guarda se acuerda. Aunque la verdades que no se acuerda de casi nada El caso es que es la mquina ms bella y compleja que he visto enmi vida. Es una autntica pena que la direccin del museo no se haya preocupado por mantenerla enfuncionamiento.Qu es? pregunt Hugo.Un autmata respondi su padre con los ojos brillantes.Y eso qu es?Esunaparatodecuerda,comolascajasdemsicaoesosjuguetitosquesemueven,peroinfinitamente ms complicado. No es la primera vez que veo uno: en cierta ocasin vi un pjaro quecantaba dentro de una jaula, y un trapecista mecnico que haca acrobacias Pero este es mucho mscomplejo e interesante.Por qu? inquiri Hugo, intrigado.Porqueestepuedeescribir. Almenos,esocreo.Sostieneunapluma,yestsentadotrasunamesa.Loheabiertoparamirarpordentroytienecientosdepiezas,entreellasvariasdocenasderuedas dentadas con las ms extraas muescas y surcos que te puedas imaginar. Estoy seguro de que,si estuviera en buen uso, podramos darle cuerda y poner un papel en la mesa, y todas esas piececitasempezaranamoverseunatrasotrahaciendoqueelbrazodelautmataescribieraalgo.Unpoema,una adivinanza La pena es que est demasiado deteriorado y herrumbroso como para funcionar.Quin lo fabric?He preguntado al personal del museo y nadie lo sabe, pero todos los dems autmatas que hevisto en mi vida fueron creados por magos que los usaban en sus espectculos.Magos? pregunt Hugo, cada vez ms emocionado.Bueno,enelpasadohubobastantesmagosqueantesdeserlofueronrelojeros,yusabansusconocimientos para construir esas mquinas asombrosas. Las hacan con el nico propsito de dejar ala gente boquiabierta, y casi siempre lo conseguan; nadie se explicaba cmo podan bailar, escribir ocantaraquellosmuecos.Lagentellegabaapensarqueaquellosmagoserancapacesdecrearvidaartificial, pero en realidad todo el secreto resida en los mecanismos de sus autmatas.Pero t tambin eres relojero, pap! exclam Hugo. Podras arreglarlo, no?Nolos,Hugo.Estcomidoporelxidoylefaltanpiezas.Adems,yatengobastantetrabajo.A Hugo tambin se le daba bien arreglar relojes; pareca una habilidad hereditaria en su familia. Supadre siempre haba llevado a casa relojes rotos para que el nio jugara con ellos, y a la edad de seisaos ya era cpaz de arreglarlo casi todo.Ms tarde, cuando empez a visitar el taller de su padre,Hugo lo miraba trabajar con enorme atencin, y cundo se aburra construa animalitos mecnicos conlas piezas sobrantes que haba esparcidas por la sala. El padre de Hugo colocaba aquellas creacionessobre su banco de trabajo, lleno de orgullo por lo habilidoso que era su hijo.Puedo ver el autmata? pregunt Hugo. Por favor, pap.Unosdasdespus,lysupadresecolaronahurtadillaseneldesvndelmuseo.Alaluzpolvorientaqueentrabaporlasclaraboyas,Hugodistinguimaquetasdebarcosrotas,cabezasdeestatuas,viejoscarteles,puertasamontonadasHabafrascosdecristalllenosdelquidosdeapariencia extraa, pjaros disecados y felinos petrificados en mitad de un salto que reposaban sobresoportes de madera.El padre de Hugo se acerc a un bulto cubierto por una mugrienta tela blanca, lo destap y allestabaelhombremecnico.Alverlo,Hugotuvolaclaraconcienciadequenuncaolvidaraaquelmomento.Susmecanismoserantanintrincados,tancomplejos,quesemaresolodemirarlos. Apesar del estado de deterioro en el que se encontraba, era un objeto muy bello.Porqunoloarreglas,pap?susurrHugo.Noquieresaveriguarloqueescribe?Podramos darle cuerda y leer su mensaje.Ni siquiera s si voy a tener tiempo de arreglar todos los relojes rotos que tengo en el taller y elmuseo, hijo.Sinembargo,elpadredeHugodebidereflexionarsobreelautmatamientrastrabajabaensutaller.Pronto,elpadredeHugotenavarioscuadernosllenosdebocetosdelautmata.Lohabadesarmado con mucha precaucin, haba trazado dibujos detallados de cada una de sus partes, habalimpiado todas las piezas y las haba vuelto a ensamblar pacientemente.En el siguiente cumpleaosde Hugo, su padre le llev a ver una pelcula como haca todos los aos, y luego le entreg uno de loscuadernos como regalo.Para entonces, el padre de Hugo ya estaba obsesionado con la idea de reparar el autmata. Llev asuhijoalmuseounascuantasvecesmsparaexplicarlecmofuncionabansusmecanismos;tantoHugo como l estaban convencidos de que tena arreglo, y a menudo especulaban sobre lo que podraescribir cuando funcionara.Los dos empezaron a considerar al autmata como un animal herido quehaba que cuidar para que se restableciera.Una noche, el viejo vigilante del museo olvid que el padre de Hugo estaba en el desvn y ech lallave de la puerta principal, dejndolo encerrado dentro.Hugo nunca lleg a saber exactamente lo que ocurri a continuacin.Nadie saba por qu haba empezado el incendio, pero lo cierto es que arras el edificio del museoen cuestin de minutos.Hugo estuvo toda la noche despierto, esperando el regreso de su padre.Nunca haba llegado tantarde. Pero cuando la puerta de su casa se abri por la maana, quien apareci en el umbral no fue suprogenitor.Era su to Claude.Recogetuscosasymtelasenunamaleta.Dateprisa,sobrinodijosuto.Elalientoleapestaba a alcohol, como de costumbre. Con una mano se quit sus pequeos anteojos de montura dealambre mientras con la otra se secaba los ojos inyectados en sangre. Tu padre ha muerto. Yo soyel nico familiar que te queda, as que te acoger en mi casa.Hugo,quenohabadormidoentodalanoche,apenascomprendilaspalabrasdesuto.Lacabeza le palpitaba al ritmo de los latidos de su corazn, como el tictac de un reloj. Atontado, comoen un trance, Hugo meti toda la ropa que tena en una pequea maleta y guard en una bolsa algunasherramientasyunabaraja.Luegosemetielpequeocuadernodecartnquelehabaregaladosupadre en el bolsillo del pantaln.Mientras recorran las heladas calles de la ciudad, su to le habl del incendio y de la puerta que elvigilante haba cerrado por error. A Hugo le hubiera gustado desplomarse all mismo, tumbarse en laaceraydesaparecer.Todohabaocurridoporsuculpa!Lehabapedidoasupadrequearreglaraaquel artilugio, y su padre haba muerto por hacerle caso.Su to segua hablando mientras caminaban.Sersmiaprendizleoydecirvagamente.Vivirsenlaestacinconmigo,yyoteensear cmo cuidar de los relojes. Sers aprendiz de relojero; es un buen oficio para un chico comot. Adems, me estoy haciendo demasiado viejo para colarme por esos pasadizos.EnlaneblinaqueinundabalamentedeHugoflotabanunmillndepreguntas,perosoloseatrevi a hacer una:Y la escuela?Tenalamanoenelbolsillodelcuaderno,ysindarsecuentahabaempezadoafrotarloconelndice.Ah,sobrino,eresunchicoconsuerterespondisutoconunacarcajada.Laescuelaseacab: no te quedar tiempo para ir cuando te hagas cargo de los relojes de la estacin.En realidad,deberas agradecrmelo aadi to Claude, dndole una palmada a Hugo en la espalda. Provienesde una larga estirpe dedicada a la cronometra; tu padre estara orgulloso de ti. Venga, date prisa.El to Claude carraspe, se sac una petaca plateada del bolsillo y dio un trago.El taller del padre deHugo tena un rtulo que pona Especialista en cronometra.Hugo sabaquelacronometraeralacienciademedireltiempoconlosrelojes,ysiemprehabapensadoqueacabaraporconvertirseenrelojerocomosupadre.Perocuandosupadredescubrielautmata,Hugo cambi de opinin: prefera ser mago.En aquel momento, por la cabeza de Hugo cruz la idea de escapar corriendo de su to. Pero estele agarr del cuello de la chaqueta como si le hubiera ledo los pensamientos, y no lo dej ir hasta queno llegaron a la estacin.Y as, Hugo comenz a pasarse los das envuelto en la penumbra de los corredores, cuidando delos relojes. A menudo imaginaba que tena el crneo lleno de ruedas y engranajes, y senta una extraaconexin con todos los mecanismos que tocaba. Le apasionaba aprender cmo funcionaban los relojesde la estacin, y senta cierta satisfaccin al escabullirse por el interior de las paredes para reparar losrelojes sin que nadie lo viera. Pero su to apenas le daba comida, le gritaba a menudo, le golpeaba losnudillos cuando haba algo mal y lo obligaba a dormir en el suelo.Su to tambin le ense a robar comida. AHugo le repugnaba hacerlo, pero en ocasiones era lanicaformadeconseguiralgoquellevarsealaboca.Casitodaslasnochesllorabahastaquedarsedormido, y cuando el sueo lo renda, soaba con incendios y relojes rotos.Pronto, su to empez a ausentarse durante ratos largos, dejando que Hugo se hiciera cargo de losdos repasos diarios que haba que dar a los relojes de la estacin. A veces no volva hasta bien entradala noche; y un da, simplemente no volvi.A Hugo le daba miedo que su to lo persiguiera si se marchaba, pero una noche la tercera que suto pasaba fuera decidi escapar.Meti todas sus posesiones en la maleta y sali corriendo de laestacin; estaba cansado y hambriento, y no saba adnde ir. Se intern por las callejuelas del centrodelaciudaddandovueltasalazar,aterrorizadoporlaideadequetalvezmurieradefrosinoencontrabaalgnrefugio.Caminabaconlacabezagachaparaprotegersedelvientohelado,yas,lesorprendi encontrarse de pronto frente a las ruinas carbonizadas del museo.Lo nico que quedabaen pie era una tiznada pared de ladrillo, salpicada de ventanas que solo mostraban la negrura del cielo.La polica haba cercado el lugar con una valla de madera, pero an no haban empezado a despejar elsolar. Delante de la fachada haba un enorme montn de vigas retorcidas, tablas quemadas y ladrillosrotos. Pero en medio de los escombros Hugo vislumbr un brillo que le llam la atencin.El autmata yaca entre los restos del edificio como si quisiera acusar a Hugo, recordarle que todolo que tena en la vida haba desaparecido. Hugo se sent y lo mir fijamente.As estuvo largo rato.Alolejosladrabaalgnperro,yelrumordelosbarrenderosrompadecuandoencuandoelsilenciodelanoche.Hugoreflexion:nosabaadndeirniquhacer.Nolequedabanadieenelmundo. Hasta el autmata haba muerto.Volviaagarrarsumaletayechaandar.Sinembargo,nopodaevitarvolverlamiradaatrs;algo en su interior le impeda dejar all el autmata. Su padre haba pasado muchas horas arreglndolo,yahoralepertenecaal.Hugoinspirprofundamente,diolavuelta,seacercalmontndeescombros y escarb un poco. El autmata pesaba mucho y se haba partido en varios trozos, peroHugo carg con ellos y se encamin hacia la estacin a pesar del temor que le inspiraba aquel lugar.No se le ocurra otro sitio al qu acudir.Fueuntrayectomuydifcil,porqueHugonosolotenaquecargarconlamaleta,sinotambincon los ennegrecidos fragmentos del autmata.Le dolan los brazos y la espalda, y ni siquiera sabaqu iba a hacer con todo aquello cuando llegara a la habitacin en la que viva.Eramuytarde,loquelepermiticolarseporunadelasrejillasdeventilacinsinquenadieloviera. Una vez dentro de la pared, tuvo que hacer varios viajes para transportar toda su carga hasta lahabitacin. Al acabar tena las manos llenas de profundos rasguos y los brazos entumecidos.Dejlospedazosdelautmataenelsuelo,llevaladiminutacocinalajofainaquehabajuntoasucamastro,lallendeaguaenelfregaderoresquebrajadoyselavlasmanos.Luegoobservlosretorcidostrozosdemetalquehabatradoconsigo,pensandoqueeraunasuertequesutonohubiera vuelto an.Arrglalo.Hugodiounrespingo;hubierajuradoqueunavocecillaacababadesusurrarleaquellapalabraalodo.Mirasualrededoresperandoverasuto,peroenlaestancianohabanadiemsquel.Reflexion: no saba si la voz habra sonado dentro de su propia cabeza o si habra sido un fantasma,pero la haba odo claramente. Arrglalo.Observ el autmata, pensando que nunca sera capaz de repararlo.Estaba an ms deterioradoque antes. Sin embargo, an tena el cuaderno que le haba dado su padre. Tal vez pudiera utilizar losdibujos como gua para reconstruir las partes que faltaban.El sentimiento de que deba intentarlo se haca ms y ms fuerte. Si lo lograba, al menos dejara deestar tan solo.Hugoeraconscientedelpeligroqueentraabaquedarseenlaestacin.Sutopodavolver;adems, si el inspector de la estacin se enteraba de que viva all solo, lo encerrara en la jaula de sudespachoyluegolomandaraalorfanato.Siesoocurra,estabasegurodequeelautmataacabaradestrozado o en el basurero.Hugosediocuentaenseguidadequetenaquehacercomosisutosiguieraviviendoall.Sededic a cuidar de los relojes para que funcionaran con total precisin, y cuando llegaban a la oficinade personal los cheques de las pagas, se colaba sin que lo viera nadie para retirar el de su to (aunqueno saba cmo cobrar el dinero). Ante todo, procuraba ser invisible.Desdeentonceshabanpasadotresmeses.Hugorozconlasyemasdelosdedoselbrazodelautmata y observ su rostro. Haba estudiado con mucha atencin los dibujos de su padre, y habalogrado grandes progresos en la restauracin del autmata. Tambin le haba repintado las facciones,queahoramostrabanunaexpresinmuyextraa.Lerecordabaalacaraqueponasupadrecuandoparecaestarpensandoentrescosasalavez.Lamanorecinbarnizadadelautmataestabasuspendidasobrelamesacomoalprincipio,alaesperadeagarrarlaplumaqueHugotenaquefabricarle.Hugo haba pensado mucho en lo que podra escribir el autmata una vez arreglado. Cuanto msavanzabaensurestauracin,msleobsesionabaunaidea;sabaqueeraunalocura,peronopodasacrseladelacabeza.Estabaconvencidodequeloqueaparecieseallescritoresolveratodaslaspreguntas que tena pendientes y le revelara qu hacer ahora que se haba quedado solo. Aquella notaiba a salvarle la vida, estaba seguro de ello.Siempre que pensaba en la nota del autmata, se la imaginaba escrita con la letra de su padre. Talvez su padre, mientras lo reparaba en el desvn del museo, hubiera alterado sus menudos mecanismosparahacerleescribiralgodiferente,algodestinadonicamenteaHugo.Noeraunaideatandescabellada, al fin y al cabo.Hugo pens que solo tena que recuperar el cuaderno para terminar su tarea y leer el mensaje desu padre.6CenizaESTABAROMPIENDOELDA.ElviejojugueteroacababadeabrirsutiendacuandoHugoseacerc por el vestbulo.Estaba seguro de que vendras hoy dijo volvindose hacia l.Semetilamanoenelbolsillo,sacunpaueloconlasesquinasatadasyseloofreci.Hugoabri los ojos de par en par, esperanzado; pero en cuanto cogi el pauelo comprendi lo que le habaentregado el viejo.Mientras desataba los cabos se le form un nudo en la garganta, y las lgrimas se le agolparon enlos ojos.Hugopalplascenizasydejcaerelpaueloquelascontena.Setambale:todossusplanes,todos sus sueos se haban deshecho como aquel puado de ceniza. De improviso se abalanz sobreel viejo, pero l fue ms rpido y le agarr los brazos para detenerle.Por qu te importa tanto ese cuaderno? pregunt mientras sacuda aHugo. Por qu noquiers decrmelo?Hugo se ech a llorar y, mientras se debata para desasirse de las manos del hombre, se dio cuentadealgoextrao:tambinlparecatenerlgrimasenlosojos.Hugosepreguntporquestarallorando el viejo juguetero.Vete susurr este, soltndolo. Mrchate de aqu, por favor. Ya ha acabado todo.Hugo se enjug las lgrimas con una mano llena de ceniza que le dej la cara surcada de churretesnegruzcos. Luego se dio la vuelta en redondo y ech a correr.Estabaexhausto,perotenaquerevisarlosrelojes.Porunmomentoconsiderlaposibilidadderendirse:dadoqueyanopodraconocerelmensajedelautmata,talvezfueramsfciliraldespachodelinspectorparapedirlequeloenviaraalorfanato. Almenos,asnotendraquerobarmscomidanipreocuparseporlosrelojes.Sinembargo,laideadeperderdevistaalhombremecnicoselehacainsoportable.Habaacabadoporquererlo;sesentaresponsabledel. Aunqueno funcionara, prefera quedarse en la estacin para tenerlo cerca.Hugosepusomanosalaobra.Sinembargo,pormsqueintentabapensarenotrascosas,laimagen del pauelo lleno de cenizas volva a su mente una y otra vez. Estaba furioso con el viejo, y lamentira que le haba dicho la nia le pareca imperdonable.Al final de la jornada, Hugo pos en el suelo su cubo de herramientas y se sent junto al reloj queacababa de revisar. Meti su reloj ferroviario en el cubo, apoy la barbilla en las rodillas y se tap lacara con las manos.Estaba tan cansado que se adormeci durante un momento, arrullado por el ritmo del reloj; peroen seguida empez a soar con incendios y se despert sobresaltado.Envueltoenunasensacindemelanclicafrustracin,Hugodioporterminadosutrabajoyseretirasucuartoparatratardedormir.Perolacabezanodejabadedarlevueltas,asquesacuntrozodepapelyunlpizdeunacajaquehabajuntoalacamaysepusoadibujarrelojesyengranajes,mquinasimaginariasymagossubidosaescenariosdeteatro.Dibujelautmataunayotravez,ynodejdedibujarhastaquenosecalmeltorbellinodesumente.Luegometilosbocetos bajo su cama, donde ya haba un montn, y se tumb vestido sobre el colchn.Cuando amaneci, Hugo record que los relojes estaban esperndolo como todos los das.Al terminar de revisarlos, se lav la cara y las manos en la jofaina de su cuarto. Estaba sediento, ylo que ms le apeteca en el mundo era beber un poco de caf caliente. Como era imposible robar unataza de caf, Hugo rebusc en sus botes y al fin logr reunir algunas monedas.Se dirigi a la cantina y se sent a una mesa para saborear el caf. Procuraba comprar todo lo quecoma o beba con la calderilla que encontraba por el suelo, y trataba de no robar nada que sus dueospudierannecesitar.Sisabaropadelaseccindeobjetosperdidos,yrebuscabaenlaspapelerasenbusca de mendrugos de pan duro. A veces se permita robar alguna botella de leche o algn bollo delosquedejabanlosrepartidoresjuntoalacantinatodaslasmaanasantesdelamanecer,comolehaba enseado a hacer su to. Evidentemente, los juguetes eran la excepcin a las reglas que se habaimpuesto.Elcafestabademasiadocaliente,ymientrasHugoesperabaaqueseenfriara,sededicaobservar la cavernosa estacin y la multitud de viajeros que se apresuraban para llegar a un millar desitios diferentes. Cuando observaba la estacin desde arriba, sola pensar que los viajeros parecan losengranajes de una compleja maquinaria.Pero de cerca, en medio del bullicio, todo pareca catico y disperso.Cuando volvi a agarrar la taza, vio que sobre la mesa haba aparecido un papel doblado. Mir asualrededor,peronohabanadiecercaquepudierahaberlodejadoall.Hugodesdobllahojalentamente.Deca as: Te ver en la librera que hay al otro lado de la estacin.Nada ms.Pero entonces dio la vuelta al papel y vio otra frase escrita: Las cenizas no eran de tu cuaderno.7SecretosHUGO NUNCA HABA ENTRADO en la librera, pero saba perfectamente dnde estaba; conocala estacin como la palma de su mano. Enfrente de la cantina, junto a la sala de espera principal, habasiempre dos mesas de madera cubiertas de libros que flanqueaban una puerta con el siguiente rtulo:R. LABISSELIBROS NUEVOS Y DE OCASINCuandoabrilapuerta,enelinteriordelalibrerarepiqueteunacampanilla.Hugoempezasobar los botones de su chaqueta para tranquilizarse, y uno de ellos se desprendi. Se lo meti en elbolsillo y sigui manosendolo. El corazn le lata con fuerza.La librera ola a papel viejo, polvo y canela. Aquel olor le record al colegio, y de improviso levinoalacabezaunagradablerecuerdodesuvidaanterior,unaimagendeAntoineyLouis,losmejores amigos que haba tenido en la escuela. Los dos eran muy morenos y a menudo jugaban a decirqueeranhermanos.Hugollevabamuchotiemposinacordarsedeellos. Antoine,elmsaltodelosdos,habaapodadoaHugoTictacporquesiemprellevabaalgnrelojenlosbolsillos.Hugosepregunt qu habra sido de ellos. Seguiran jugando a ser hermanos? Lo echaran de menos?Hugo record tambin las increbles historias de Julio Verne que su padre le lea muchas noches.Otras veces le lea cuentos de hadas de su autor favorito, Hans Christian Andersen. Echaba mucho demenos aquellas lecturas.Traselmostradordelalibrera,entredospilasdetomosdeenciclopedia,asomabaellibrero.Hugo mir a su alrededor. Al principio no distingui a nadie ms, pero en seguida vio cmo la niaapareca entre los montones de libros como una sirena emergiendo de un mar de papel. La nia cerrel volumen que tena entre las manos y le indic con un ademn que se acercara a ella.Pap Georges no ha quemado tu cuaderno.Cmo puedo saber que me dices la verdad? Me mentiste el otro da.No te ment. Pap Georges ha hecho trampa.Por qu me cuentas esto? Por qu me quieres ayudar?La nia se qued pensativa un momento.Porque quiero ver lo que hay en tu cuaderno dijo luego.No puedes. Es secreto.Mejor, me gustan los secretos.Hugopensqueaquellaniaeradesconcertante.Ellasevolvihaciaelfondodelatiendaparahablar con el librero.Seor Labisse, si no le importa, me llevo el libro de fotografa. Se lo devolver pronto.S,s,deacuerdorespondilconaireausente,mientraslaniasaladelalibrerasinvolverse para mirar a Hugo.Una parte de Hugo desconfiaba de la nia: poda estar engandolo. Pero como no tena nada queperder, se encamin a la juguetera y esper a que el viejo terminara de atender a unos clientes.Lasruedas y engranajes de su cabeza giraban desenfrenadamente.Qu haces aqu? pregunt el viejo juguetero.Hugo inspir profundamente antes de contestar.No creo que haya quemado usted mi cuaderno.Ah, no? repuso el viejo.Pareca sorprendido, y reflexion durante unos segundos antes de seguir hablando.Y a m qu? dijo luego.Tal vez ests en lo cierto; puede que esas cenizas no fueran losrestos de tu cuaderno, pero eso es algo que nunca sabrs.Hugo se acerc muy lentamente al mostrador.El viejo orden tranquilamente los juguetes que tena esparcidos por la encimera y retom el hilo.Has hecho mal en volver aqu, Hugo Cabret. Mrchate ahora mismo.Pero ms tarde, tras reflexionar en la soledad de su habitacin y en los estrechos corredores queconducanalosrelojes,Hugoseconvencidequetenaqueseguirintentndolo.Aldasiguientevolvialajuguetera,yalotrotambin.Elmontoncitodedibujosqueguardababajolacamacrecacada noche.Altercerda,elviejojugueterosalidesutiendaenarbolandounaescoba.Hugoseestremeci,convencido de que iba a golpearlo. Pero en vez de hacerlo, el juguetero le ofreci el palo.S til, al menos le dijo.Hugo agarr la escoba y se puso a barrer el trozo de vestbulo que haba frente a la juguetera.El viejo lo observ atentamente.Cuando Hugo termin, le devolvi la escoba.Y ahora deme mi cuaderno.El viejo tosi y se llev una mano al bolsillo. Cuando la sac, en ella haba algo de calderilla.Ve a comprarme un cruasn y un caf. Espero que no pretendas robar mi dinero como hicistecon mis juguetes.Hugocogilasmonedasalegrementeyvolvialpococondoscruasanesydoscafs.Losdoscomieron y bebieron en silencio.Cuandoterminaron,elviejoselevantdelbancoenelqueestabansentados,entrenlatienda,rebusctraselmostradorysaclosrestosaplastadosdelratoncitoazuldecuerdaqueHugohabaintentado robar el da en que lo sorprendi.Arrglalo dijo, esparciendo las retorcidas piezas por el mostrador.Hugo lo mir atnito.He dicho que lo arregles insisti el hombre.Necesito mis herramientas.Elviejojugueterosacunacajadelatallenademinsculosdestornilladores;alicates,limasymartillitos de bronce.Usa estas.Hugo vacil solo un instante, y luego se puso manos a la obra.El ratn correte ruidosamente por el mostrador.Veo que no me he equivocado al juzgarte dijo el viejo. Parece que tienes cierto talento. Yahora, dime: por qu has vuelto? Ests dispuesto a hablarme sobre los dibujos de tu cuaderno?Dmelo primero respondi Hugo.El viejo suspir.Novoyadecirtesilohequemadoono;pero,sinolohubierahecho,solohabraunaposibilidaddequetelodevolviera.Losmocososcomotvalenanmenosquelosandrajosquellevanpuestos.Sinembargo,casitodoslosmocososcomothabrandesaparecidosindejarrastro.Adems,haypocosconlahabilidadquettienesparaarreglarartefactosmecnicos.Talvezseascapazdedemostrarmequeeresalgomsqueunladronzuelo;talvezpuedasganartetucuaderno.Perorecuerdaqueestoesunaapuesta,ytestsjugndotetutiempo.Puedequetrabajesparamdurante meses y meses para acabar descubriendo que no estabas en lo cierto, y que tu cuaderno ya noexiste. Es una posibilidad que debes tener en cuenta, un riesgo que tendrs que correr.El juguetero mir a Hugo fijamente y continu hablando.Vendrs aqu todos los das. Yo decidir cunto tiempo debers trabajar para compensarme portodoslosjuguetesquemerobaste,ytambindecidircundoeselmomentoadecuadoparadevolverte el cuaderno si es que no lo he quemado, claro. Lo entiendes?Pero es que tengo que trabajar protest Hugo.El viejo solt una carcajada.Robar no es un trabajo, nio.Yo trabajo en otra cosa. Sin embargo, vendr siempre que pueda.Empiezas maana.Hugoechacorrerporelvestbulodesierto,procurandonohacerruidoconlassuelasdeloszapatos.No es que fuera un plan perfecto, pero al menos era un comienzo.8CartasALDASIGUIENTE,trassurondamatinalderevisiones,Hugosepresentenlajugueteradispuesto a trabajar. Le daba la impresin de que las ruedas y engranajes de su cabeza se movan endirecciones opuestas: tan pronto se esperanzaba pensando que iba a recuperar su cuaderno, como seponafuriosoconelviejo.Aunas,cumplicontodassustareas.Barrielsuelodelatiendayorden las cajitas que se alineaban tras el mostrador. Desenred los cables de los mviles de pjarosyrepintlosjuguetesquetenanmelladurasenelesmalte.Tambinarregllosanimalesmecnicosque haban dejado de funcionar.Se encontr rodeado de piezas mecnicas, ms de las que jams hubiera podido imaginar. Miraradondemirara,encontrababotesllenosdepiececitasmetlicas,resortesminsculos,engranajes,muelles, tuercas, tomillos y trocitos de hojalata de colores. Saba que no deba robar nada ms, peroaquellaabundanciaresultabademasiadotentadora.Silograbarecuperarsucuaderno,ibaanecesitarmuchas ms piezas de las que tena.Finalmente,altiempoquemanoseabaconnerviosismolosbotonesdesuchaqueta,seguarddiscretamente las piececitas que ms necesarias le parecieron.MientrasHugotrabajaba,elviejosededicabaajugaralascartas.ElpadredeHugolehabaenseadoahacersolitariosaosatrs,yamenudohacatrucosdecartasparaentretenerle.Elniollevaba mucho tiempo sin acordarse de ello, pero al ver cmo jugaba el viejo se qued cautivado porlas cosas que haca. ste no se limitaba a barajar las cartas: formaba un abanico con ellas, les daba lavuelta y las haca saltar formando un puente que pasaba de una mano a otra con rapidez vertiginosa.Saba cortar la baraja con una sola mano y hacer que apareciera un segundo abanico de cartas tras elprimero.Hastahizoqueunacartaflotarasobreelmostradorysevolvieraaposarsola.Hugosepregunt cmo podra un hombre tan viejo hacer unas cosas tan asombrosas.Aldasiguiente,Hugofuealajugueteraconsubarajaguardadaenunbolsillo.Cuandoyacasihaba terminado todas sus tareas, se acerc con actitud decidida al viejo juguetero y dej la baraja antel.Enseme cmo hace esas cosas con las cartas.Cmo hago qu? Los solitarios?No, cmo logra hacer abanicos usando una sola mano, y cmo hace que las cartas floten.Nomedigasquehehechotodasesascosas!exclamelviejo.Habrsidosindarmecuenta. Y ahora, sigue trabajando antes de que pierda la paciencia.Hugo no se movi ni un pice.El viejo titube. Gir un poco la cabeza y, mirando a Hugo de reojo, agarr su baraja y la extendienabanicocomohabahechoantes.Despushizoquelascartasbailaran,sepusieranverticalesyflotaran.Hugo lo observ todo obnubilado hasta que la voz del viejo juguetero lo sac de su trance.Hala, ya est bien. Ponte a trabajar.Sinembargo,duranteelrestodelajornada,Hugosiguiobservandodevezencuandoalviejo,que segua haciendo cosas increbles con las cartas. A veces sus miradas se encontraban, y entoncesHugo tena la impresin de que, en el fondo, el otro, quera que viera todo lo que estaba haciendo. Eracomo una representacin solo para l.Alfin,elviejosequeddormidosobreelmostrador,comodecostumbre,yHugosintiungolpecitoenelhombro.Eralania,queloobservabaconunlibrorojobajoelbrazo.Cuandoibaasaludarla, ella se llev el ndice a los labios.Ve a la librera dentro de diez minutos le susurr. Pap Georges no quiere que est aqu.La nia ech a andar rpidamente esquivando bancos y columnas, y pronto se perdi de vista porel vestbulo.Ya he empezado a buscar tu cuaderno dijo cuando Hugo entr en la librera.No quiero que mires lo que pone.Si lo encuentro, creo que debera tener derecho a hojearlo, al menos.Pues entonces no lo busques repuso Hugo fulminndola con la mirada.Por qu eres tan mezquino? Yo solo trato de ayudarte.Hugo pestae. Nunca se le haba ocurrido calificarse a s mismo de mezquino. El viejo jugueteroera mezquino, sin duda, pero l? No, l no tena ms remedio qu comportarse as. Estaba obligado aguardar sus secretos, pero no poda explicarle todo aquello a la nia.Ella esperaba con los brazos en jarras, mirndolo con una expresin que Hugo no supo identificar.Parecamuyadulta,ycomosiestuvieradecepcionadaconl;poruninstante,Hugonotconsorpresa que el corazn se le encoga. Apart la vista de la nia y se meti las manos en los bolsillos.Promteme que no lo abrirs insisti.Como quieras respondi ella en tono agrio. Pero si cae al suelo y se abre, no pienso cerrarlos ojos al recogerlo aadi luego, ms suavemente.En aquel momento volvi a sonar la campanilla y un joven entr en la librera.Etienne! exclam la nia.Hola, Isabelle respondi l.As que se llama Isabelle, pens Hugo.Cunto tiempo sin verte, Isabelle! Qu tal van las cosas en la juguetera?Bienrespondiella,mientrasextendaelbrazoparasealaraHugo.TepresentoamiamigoHugo.Etienne sonri y le choc los cinco.Etienne trabaja en el cine que hay cerca de mi casa, sabes? Siempre me deja pasar sin entrada;a pap Georges no le gusta que vaya al cine.Cuando conozco a alguien que disfruta tanto de las pelculas, me da mucha pena que no puedaverlas. No lo puedo evitar. A ti te gustan, Hugo?Mi padre siempre me llevaba al cine por mi cumpleaos respondi l.Y qu pelculas has visto? pregunt Isabelle.Hugo mir alternativamente a los dos, recordando los tiempos en los que iba al cine con su padrey lo mucho que les gustaba estar juntos en la penumbra de la sala.Por fin se decidi a contestar a la pregunta de la nia.Elaopasadovimosunaenlaqueunhombresequedabacolgadodelasagujasdeunrelojgigantesco.Ah, esa es muy buena! Se llama El hombre mosca dijo Isabelle. El protagonista es HaroldLloyd.Voy a marcharme unos das de la ciudad para visitar a mi familia intervinoEtienne.Peropodis venir al cine la semana que viene, cuando est de vuelta. Os dejar pasar a escondidas.Yo no puedo murmur Hugo.Cmo que no? respondi Etienne, sonriente. Promteme que vendrs.Pero es que no puedo.Vamos, Hugo, promteselo! exclam Isabelle.LaideadeiralcinelerecordaHugoalgoquesupadrelehabacontado.Eraunahistoriadecuandosupadrenoeramsqueunnio,ylaspelculaseranalgototalmentenuevo.ElpadredeHugohabaentradoenunahabitacinoscurayall,sobreunasbanablanca,habavistocmouncohetesaladisparadoysehincabaenelojodelaluna.Supadrelehabadichoquenuncahabaexperimentado nada semejante: haba sido como ver sus propios sueos en mitad del da.De acuerdo, lo prometo dijo Hugo.Isabelle se meti bajo el brazo el libro de mitologa griega que acababa de coger de una estantera.Nos veremos entonces, Hugo. Ahora me tengo que marchar; he de buscar una cosa.No abras el cua dijo Hugo. Pero Isabelle ya se encaminaba hacia la puerta.Adis,Etienne! exclam la nia antes de salir.Luego mir aHugo.Te ver en el cine lasemana que viene.Y sin ms, ech a andar y se perdi entre la gente que pululaba por la estacin.Hasidounplacerconocerte,HugodijoEtienne,volvindosehacialasestanterasparaexaminar los libros.Hugohizoademndemarcharse,perosedetuvoamediocamino.Eraagradableestarenlalibrera: haca calor y no se oa ningn ruido, y adems a Hugo le fascinaban aquellas vacilantes pilasde libros. Decidi quedarse un poco ms.Hugo examin el libro que le haba llamado la atencin.En la cubierta se vea un grabado doradoque representaba varias cartas de la baraja, y bajo el grabado poda leerse el ttulo: Manualprcticodemagiaconcartaseilusionismo.Suspginasestabanllenasdeesquemasenblancoynegroqueexplicabancmorealizarunsinfndetrucos;Hugoreconocimuchosdeellosporqueseloshabavistohaceralviejojuguetero.Lasegundapartedellibrorevelabaotrossecretos,comolaformadelograrquedesaparecierancosas,deproyectarlavozodesacarconejosdeunachistera.Tambinhabaotrosesquemasquemostrabancmoromperpapelesyhacerqueserecompusieran,ocmoverter agua en un zapato sin que este se mojara.Hugo pas todas las pginas para ver si el libro deca algo de autmatas, pero no encontr nada.Aunas,sentaundeseoirrefrenabledeposeerlo.SabaqueelseorLabisseleprestabalibrosaIsabelle,peroaHugonolebastabaconcogerprestadoellibro.Deseabaquedarseconlparasiempre.Se lo meti bajo el brazo y se acerc a la puerta muy lentamente, sobando con la mano derechalos pocos botones que le quedaban en la chaqueta.Eh,Hugo dijo de improvisoEtienne, que estaba leyendo sentado en una banqueta. Qullevas ah?Hugo se puso muy nervioso. Le hubiera gustado echar a correr, pero Etienne ya estaba junto a l.Le sac el libro de debajo del brazo y ley el ttulo.Aj, magia dijo sonriendo y devolvindole el libro. Sabes lo que tengo bajo este parche?HugosepreguntsiEtiennerealmenteesperabaquelerespondiera.Loobserv:s,parecaesperar una respuesta. Hugo titube y se aventur al fin.Un ojo?No; perd el ojo de nio mientras jugaba a tirar cohetes. Me explot un petardo justo delante.Hugorecordaquellapelculaquetantolehabagustadoasupadre,ysepreguntduranteunsegundo si la luna tambin habra tenido que ponerse un parche despus de que se le metiera el coheteen el ojo.Vaya musit, sin atreverse a hablar de aquello con Etienne.Bueno, entonces, quieres saberlo que tengo debajo del parche, o no?S dijo Hugo, aunque lo que quera de verdad era salir corriendo de all.Etienne meti los dedos bajo su parch, sac una moneda y se la dio a Hugo.ste es el nico truco de magia que s hacer dijo. Hala, cmprate el libro.9La llaveAQUELLA NOCHE, TRAS REVISAR Y LIMPIAR todos los relojes de la estacin, Hugo abri sulibrodemagia.Loleydeprincipioafinyluegorepaslaspartesquemslehabangustado,tratando de memorizar prrafos enteros y ensayando algunos trucos con los objetos que almacenabaensucuarto.PeronopodadejardepensarenIsabelle:inclusomientrasextendalascartasenabanico o haca rodar una moneda por el dorso de los dedos, sus pensamientos volvan una y otra veza la nia. Al fin cerr el libro, fatigado.Isabellehabadichoqueloayudaraarecuperarelcuaderno. Adems,alpresentarleaEtiennehaba descrito a Hugo como su amigo.Sin embargo, Hugo tena demasiados secretos para ser amigo de la nia. En los tiempos en que eraamigo de Antoine yLouis, no tena que esconderles ningn secreto.Le hubiera gustado queIsabelledesapareciera de su vida sin ms.Antes de meterse en la cama, Hugo sac el hombre mecnico de su escondrijo y examin todas laspiezasquehabarobadoeneltiempoquellevabatrabajandoenlajuguetera.Deprontosintiqueuna luz se encenda dentro de su cabeza y vio con total claridad que, si modificaba un poco una de laspiezas, esta encajara exactamente en la articulacin del hombro. Hugo cogi su cubo de herramientasy se puso a cortar, limar y curvar el metal hasta que pudo encajarla limpiamente en su sitio.Haba logrado avanzar en el arreglo del hombre mecnico sin fijarse en los dibujos de su padre!Era la primera vez que lo haca. Los latidos de su corazn se aceleraron al pensar que tal vez pudierarepararlo por completo sin ayuda. Al fin y al cabo, quin saba cunto tiempo ms pensaba obligarleatrabajarelviejoparadevolverleelcuaderno?Ysilanialehabamentido,yesteyanoexista?Hugonoestabasegurodesercapaz,perodecidiintentarloalmenoshastaqueconsiguierarecuperarlo.Lasemanapasrpidamente.Hugoestabamscansadoquenunca;apenasdorma,porquealfinaldecadajornada,despusderevisartodoslosrelojesyayudarenlajuguetera,sequedabatrabajando en el autmata hasta el amanecer.Realiz grandes progresos, y pronto tuvo la seguridadde que el autmata estaba casi reparado.Al fin lleg el da en el que haba prometido encontrarse con Isabelle y Etienne en el cine. Comonoquerafaltarasupalabra,inventunaexcusaparaelviejojugueteroysalicorriendodelaestacinendireccinalcine. AlllegarsedirigialapartetraserayvioqueIsabelleyaloestabaesperando.PapGeorges debe de haber escondido muy bien tu cuaderno dijo la nia, pero creo ques dnde puede tenerlo.Hugo consider la posibilidad de volverle a decir que no lo abriera, pero luego lo pens mejor.Por qu no le gusta que vayas al cine? pregunt.No s.Tal vez piense que es una prdida de tiempo; nunca me ha dicho la razn.Seguro quemis padres me dejaran ir sin problemas.Isabelle observ a Hugo como si quisiera que l le preguntara por sus padres. Pero Hugo no dijonada, as que la nia sigui hablando sin ms.Mis padres murieron cuando yo era muy pequea, y como pap Georges y mam Jeanne eranmis padrinos, me acogieron en su casa. Son muy buenos conmigo menos cuando digo que quiero iral cine.Hugo sigui callado, y al cabo de un rato Isabelle volvi a hablar.Dnde estar Etienne? Suele dejarme pasar a esta hora.HugoseasomcautelosamentealafachadadeledificioybuscaEtienneconlamirada.Justoentonces,elgerentedelcine,unhombremorenoconelpelountadodebrillantina,abrilapuertaprincipal y mir directamente a Hugo.Quandasbuscando,nio?lepregunt.Tenapegadoallabioinferioruncigarrilloquesemova cuando hablaba.Estoy estoy buscando a Etienne.El gerente lo mir sin decir nada.Es un chico que tiene un parche en el ojo aadi Hugo a modo de explicacin.S, ya s quin es Etienne repuso el gerente alisndose el pelo con una mano. De su cigarrillosali disparada una pelotilla de ceniza que rebot en la cara de Hugo. Acabo de despedirlo; pareceque permita colarse a algunos arrapiezos en la sala. Una costumbre lamentable, verdad, arrapiezo?Hugo recul hasta doblar la esquina y fue corriendo a la puerta trasera para contarle a Isabelle loque haba pasado.Quhombretandesagradable.Bueno,daigual.Sguemedijoellacuandoelnioacabsurelato.Isabelleseacercalapuertatraseraysesacunahorquilladelbolsillo.Hugoobservcmohurgaba con ella en la cerradura hasta que la puerta se abri con un leve chasquido.Cmo aprendiste a hacer eso? pregunt Hugo.En un libro.IsabelleasomlacabezaalinteriordelcineparaasegurarsedequenohabanadievigilandoyabrilapuertaparaqueHugopasara.Losdosniosentraronenlapartetraseradelvestbuloypasaronjuntoaunavitrinaquemostrabafotografasdelossiguientesestrenos.Isabellesedetuvodelante de ella un momento para observar una imagen en blanco y negro en la que apareca una actrizcon los ojos muy oscuros.Avecespiensoqueestasfotosmegustantantocomolaspelculassusurr.Conellaspuedo imaginar mis propias historias.Hugo se acerc para contemplarla ms de cerca, pero Isabelle dio un respingo:Corre, que viene el gerente!Los dos nios se escabulleron a toda prisa por la puerta de la sala, se hundieron en los mullidosasientos de terciopelo rojo de la ltima fila y esperaron a que comenzara la pelcula.Al ver la pantalla en blanco, Hugo pens que pareca una hoja de papel sin estrenar. Le encantabaescuchar el zumbido del proyector que flotaba por la sala.AntesdelapelculaseproyectabaelNodo,unaespeciedenoticiario.ElNododeaqueldatrataba de la Gran Depresin de Estados Unidos, de una Exposicin Universal que se inaugurara enPars unos meses ms tarde (Hugo pens que le gustara mucho ir, aunque saba que era imposible) ydelasituacinpolticaenAlemania.Yalfin,despusdelnoticiario,comenzunahistorietadedibujos animados. Se llamaba La relojera, y trataba de un hombre que recorra las calles al anochecerencendiendo farolas de gas. En cierto momento, el hombre pasaba junto a una relojera en la que todoslos relojes estaban vivos y bailaban al comps de una pieza de msica clsica. Hugo pens que a supadrelehabraencantado. Alfinal,lamsicasonabacadavezmsrpidoydosdespertadoresseenzarzabanenunapelea.Eltelndelcinesecerrfrentealapantalla,ytodoelmundoaplaudimientras el proyeccionista cambiaba los rollos de pelcula. Al cabo de unos minutos, el teln se abride nuevo para dar paso al plato fuerte, una pelcula titulada El milln, cuyo director era un talRenGlair. Trataba de un pintor, un billete de lotera perdido, un delincuente, una chaqueta regalada y uncantantedepera,yacababaconlaescenadepersecucinmsemocionantequeHugohubierapodidosoar. Alverla,Hugopensquetodaslaspelculasdeberanterminarconunapersecucintan animada como aquella.El tiempo se les pas en un suspiro, y cuando las laces se encendieron, Hugo dese con todas susfuerzas que aquella tarde no terminara.Isabelleylsemiraron,conlasimgenesqueacababandeverantitilandoenlosojos.Losespectadores salieron ordenadamente de la sala hasta que los dos nios se quedaron solos en la ltimafila. Hugo contempl la pantalla como si todava pudiera ver el chorro de luz del proyector y or susuave zumbido.De improviso, dos fuertes manos agarraron a los nios por el cuello de las camisas y los obligarona levantarse.Cmo habis entrado, mocosos? aull el gerente del cine.Notandocmolescaancoposdecenizaenelpelo,losdosniosagarraronrpidamentesuschaquetas antes de que el gerente los sacara del cine a empellones.Espero no volveros a ver por aqu! grit el gerente cuando Hugo e Isabelle ya estaban de pieenlahmedaacera.Luegocerrlaspuertasacristaladas,sesacudilasmanosysequedmirandoconexpresinairadacmolosniosescapabanatodocorrer,atusndoseelpeloparasacudirselaceniza.Cuando perdieron de vista el cine, Hugo e Isabelle aminoraron el paso. Soplaba un viento fro quelos haca tiritar.IsabellelehablaHugodesuspelculaspreferidas:comedias,pelculasdedibujosanimadosehistorias de indios y vaqueros cuyo protagonista era un tal Tom Mix. Tambin le gustaba una actrizllamada Louise Brooks, hasta el punto de que haba copiado su corte de pelo. Y haba visto muchasotraspelculasdeaventuras,demisterio,deamor,fantsticasIsabellerecitabanombrescomoCharlie Chaplin, Jean Renoir o Buster Keaton. Hugo haba visto algunas pelculas de Buster Keatony dos de Charlie Chaplin, pero, por alguna extraa razn que ni l mismo comprenda, no se lo conta Isabelle. En vez de hacerlo, la escuch sin decir nada.Pronto llegaron a la estacin.Cuando estaban entrando en la gran sala de espera,Hugo vio a unhombre que miraba muy atento el reloj principal de la sala y tomaba notas en un cuaderno.Era el inspector de la estacin.Hugo agarr aIsabelle del brazo y la oblig a agazaparse con l tras un banco cercano.Luego seasom un poco, manoseando los botones de su chaqueta.Se puede saber qu haces? dijo Isabelle incorporndose.Pero Hugo estaba abstrado y no contest. Se habra dado cuenta el inspector de que su to habadesaparecido?Hugonoquerairalorfanatodeningunamanera:estabamuycercadeterminarlareparacindelhombremecnico.Sesinticulpableporhaberidoalcine;nuncahubieradebidoacceder a abandonar la estacin.Lospensamientospasabanvertiginososporsumente.Tenaqueinternarsedeinmediatoenlospasadizos de las paredes para revisar todos los relojes, pero Isabelle no paraba de hablar. Cuando elinspectordelaestacinsediolavueltayechaandar,Hugoseincorporyempezacaminarendireccin opuesta.Hugo, contstame! dijo Isabelle agarrndolo del brazo. No te vayas as.Tengo que marcharme.Pero adonde? Eso es precisamente lo que te estaba preguntando. Dnde vives, Hugo?Hugo se detuvo en seco y clav sus ojos en los de Isabelle.No s nada de ti dijo la nia. T sabes dnde vivo, sabes lo que les pas a mis padres. Siquieresqueseamosamigos,tendrquesaberalgunacosasobreti.Porqunoquierescontarmenada?Apenas la nia hubo acabado de hablar, Hugo ech a correr sin previo aviso.Hugo! grit Isabelle. Para! Esprame, Hugo!Hugo la ayud a levantarse, con los ojos clavados en la llave que llevaba al cuello. Isabelle reparen ello y volvi a metrsela bajo el vestido.De dnde has sacado esa llave? susurr Hugo.Dime dnde vives.Los dos se quedaron callados.AhorafueIsabellelaqueechacorrerdeimprovisoyHugoquiensaliensupersecucin. Alcabo de un rato,Isabelle se detuvo sin aliento junto a la cantina y se sent en una de las mesas quehaba fuera. Hugo se sent a su lado. Una paloma de las que vivan dentro de la estacin se acerc asu mesa y comenz a picotear las migas que salpicaban el suelo.Por qu te interesa tanto mi llave? pregunt Isabelle.Primero dime de dnde la has sacado.Elensordecedorsilbidodeunalocomotoradevaporinundlaestacinahogandoporunmomentotodoslosdemsruidos.Hugodiounrespingoalorlo,comoleocurrasiempre.Losdosnios se miraron de hito en hito hasta que la cantinera se acerc para decirles que se marcharan si nopensaban consumir. Cada uno se fue por su lado, sin despedirse siquiera.10El cuadernoALDASIGUIENTE,Hugo lleg tarde a la juguetera.Cuando al fin apareci por el vestbulo, ibaatusndose el sucio pelo y frotndose los ojos legaosos.El viejo lo vio acercarse, dej su baraja en el mostrador y ech a andar hacia l a grandes zancadas.Hugo levant la mirada y se dio cuenta de que tena la cara congestionada.Sindarletiempoareaccionar,elviejojugueteroseabalanzsobrelcomounalocomotoradevapor y le aferr el brazo.Devulvemelo! sise con furia.Qu? respondi Hugo, atnito.Cmo te atreves a colarte en mi casa, mocoso?No s de qu me habla! replic Hugo.Dndeest?Dndeestelcuaderno?inquirielviejo.Cmopudisteentrarenmicasa?Eresunestpido,nio!Novesqueteibaadevolverelcuaderno?Teperdon,tediotraoportunidad! Y t, cmo me lo pagas? Con ms robos, ms mentiras! No creas que no me di cuentadequesisabaspiezasdelosjuguetes.Yaunas,notedijenada.Mantenaslimpialatienda,setedababienrepararlosjuguetesestropeados.Meayudabas.Hastadisfrutabadetucompaa!Porquhastenidoquemeterteenmicasa,cmotehasatrevidoarobarme?Measombraquetengaseldescaro de presentarte hoy aqu. Me has fallado, me has decepcionado por completo.El viejo empez a toser y se tap la boca con una mano, mientras le indicaba a Hugo con la otraquesemarchara.Enaquelmomento,HugovioquelacaradeIsabelleaparecasobreelhombrodelviejo:habaestadosentadaenelfondodelatiendatodoeltiempo.Laniaseacercunpocoalmostrador y levant ligeramente una mano.Tena agarrado el cuaderno.Djeme despedirme de Isabelle, al menos le dijo Hugo al viejo juguetero.Isabelle ocult el libro tras su espalda.El viejo mir fijamente a Hugo, humedecindose los labios.No! respondi al fin. Vete, mrchate ahora mismo!Sin hacerle caso, Hugo se meti tras el mostrador y se acerc a la nia corriendo.Te dije que no lo haba quemado! susurr ella. Qu quieren decir los dibujos?Te ped que no miraras dentro. Dmelo.No.Isabelle se meti el cuaderno en un bolsillo y lo protegi con la mano.Hugo mir hacia atrs. El viejo se acercaba a l a toda velocidad. De improviso, Hugo rode conlos brazos el cuello de Isabelle y la abraz con todas sus fuerzas. La nia se qued petrificada por lasorpresa.Sultala! exigi el viejo, aferrando el hombro de Hugo.Hugo se separ de Isabelle, se agach para librarse del agarrn y ech a correr por el vestbulo sinmirar atrs.11Artculos robadosCON LOS OJOS ANEGADOS EN LGRIMAS, Hugo se abri paso entre la multitud hasta llegar aunarejilladeventilacin.Seinternenloscorredoressecretos,fuecorriendoasucuartoyalllegarcerrlapuertayencendiunascuantasvelas.Luegoseabalanzsobrelascajasquetapabanelescondrijo del hombre mecnico, las apart y sac el autmata.Habatrabajadomuchsimoenlalolargodelasemanaanterior. Alfinhabalogradoreparartodaslaspiezasrotas,ytambinhabapulidolasqueestabandemasiadoherrumbrosasparamoverse.Lehabahechountrajenuevoyhabaengrasadotodaslaspartesdelmecanismo.Paraterminar, le haba fabricado con sus propias manos una pluma nueva y un plumn a medida.Hugo agarr una vela y la puso al lado del hombre mecnico para verlo mejor.En medio de la espalda tena un agujero con los bordes forrados de plata. Un agujero en forma decorazn.Hugotenacerradalamanoderechadesdequehabasalidocorriendodelajuguetera,hacaunrato. Ahora su puo se abri tan lentamente como los ptalos de una flor.Hugodirigilamiradaallibroquereposabajuntoasucama: Manualprcticodemagiaconcartas e ilusionismo. Haba estudiado aquel libro con mucha atencin, y ya saba hacer prcticamentetodos los trucos mgicos que describa. Mientras ensayaba se haba dado cuenta de que la magia se ledaba bastante bien: si dispona de instrucciones detalladas, le resultaba fcil trasladar su talento conlosmecanismosalostrucosdemagia. As,Hugohaballegadoacomprenderlaconexinentrelacronometraylamagiadelaquelehabahabladosupadre.Nosetratabanicamentedequelosrelojeros comprendieran el funcionamiento de los mecanismos; tambin tena que ver con su destrezamanual, con la capacidad de mover los dedos de forma casi inconsciente, como si los propios dedossupieranloquetenanquehacer.LosdedosdeHugoerancapacesdelograrcosassorprendentes:haba descubierto que poda hacer que las cartas levitaran, convertir canicas en ratones o romper enpedazos trozos de papel y recomponerlos luego. Pero lo que ms le importaba en aquel momento eraotra habilidad: la de dar un abrazo de despedida aIsabelle y hacer que su colgante desapareciera sinque ella se diera cuenta.12El mensajeLAS MANOS DE HUGO TEMBLABAN de forma incontrolada.Haba logrado reparar el autmata por completo, pero le faltaba la llave para darle cuerda. La llaveoriginaldebadehaberdesaparecidoenelincendio,yhastaentoncesHugonohabasidocapazdeencontrar en el suelo de la estacin o en la juguetera del viejo ninguna otra que pudiera encajar en elagujerodelautmata.PerocuandoviolallavequeIsabellellevabaamododecolgante,supodeinmediato que servira para dar cuerda al hombre mecnico. Y ahora la tena en su poder.Hugointrodujolallaveenelagujeroconformadecorazn.Sussospechasseconfirmaron:encajaba perfectamente. Los pensamientos de Hugo empezaron a dar vueltas como un torbellino. Alfin podra recibir el mensaje que tanto anhelaba.Pero justo cuando iba a dar el primer giro a la llave, se oy un ruido y la puerta de su cuarto seabriviolentamentesinqueHugotuvieratiempodeocultarelautmata.Unasiluetaoscuraseabalanz sobre l y lo derrib antes de que pudiera chillar siquiera. Al caer, su cabeza golpe el suelocon dureza.Me robaste la llave!Qu haces aqu? No puedes entrar en mi cuarto! chill Hugo.Por qu me robaste la llave, despus de todo lo que hice para ayudarte? Consegu tu cuaderno,te lo iba a dar! Lo nico que pensaba pedirte a cambio era que me contaras para qu lo necesitabas.Debera quemarlo, sabes?Fueradeaqu!siseHugo,acercandosucaraaladeIsabelle.Loestsechandotodoaperder! Djame en paz!Recurriendoatodaslasfuerzasquelequedaban,Hugoapartalania,sepusoenpieylaempuj hacia la puerta para obligarla a salir.Pero ella le plant cara y pronto volvi a derribar a Hugo, le aprision el tronco entre las rodillasyaprettantoquelgritdedolor.Luegoleagarrlasmuecasconlasmanos.Losdosniosestaban jadeantes.Dnde estamos? pregunt Isabelle. Quin eres?La luz de las velas se reflejaba en sus fieros ojos negros.Es un secreto! No puedo decirte nada.Ya no es ningn secreto! No ves que estoy aqu? Y ahora, dime dnde estamos. Qu es estelugar?Isabelle apret las rodillas un poco ms y Hugo se estremeci por el dolor.Es mi casa dijo al fin, mirando a la nia con desprecio. Ella no se inmut. No era eso loque queras saber? Bueno, pues ahora ya te lo he dicho.Por qu voy a creerte? repuso ella en voz muy baja.No haces ms que mentir y robar.Dnde est mi llave?La luz de las velas era tan tenue que Isabelle an no haba advertido al hombre mecnico que habaal lado. Hugo se debati en un ltimo intento de liberarse, pero no le sirvi de nada.Isabelle mir a su alrededor por primera vez y al fin vio el autmata. Se levant para acercarse unpoco a l, sin soltar una de las muecas de Hugo.Es lo que haba dibujado en tu cuaderno! exclam, volvindose hacia el nio. Qu pasaaqu?Los engranajes imaginarios de la cabeza de Hugo empezaron a girar.Lo construy mi padre antes de morir dijo, sin saber bien por qu menta.Cmo es posible que mi llave sirva para dar cuerda a un mueco que construy tu padre? No,eso es absurdo.A Hugo no se le haba ocurrido pensar en aquello.No lo s respondi. Pero supe que tu llave encajara en cuanto la vi.Y me la robaste.No se me ocurri ningn otro modo de conseguirla.Podras habrmela pedido! dijo Isabelle, apartndose el pelo de la cara con la mano libre.Y qu ocurre cuando le das cuerda al hombre?No s. Nunca haba podido darle cuerda hasta hoy.Bueno, y entonces, qu haces ah plantado? Venga, ponlo en marcha!No dijo Hugo.Cmo que no?Quiero quiero estar solo cuando lo haga.IsabellemiraHugo,todavamuyenfadada.Deprontolesoltlamueca,loapartdeunempujn, agarr la llave y empez a dar vueltas.Hugo grit para impedrselo, pero ya era demasiado tarde.Necesita tinta! dijo el nio, resignado. Agarr un frasco lleno de tinta qu haba en una cajay ech unas gotas en el pequeo tintero que el autmata tena en la mano.Losdosobservaroncmoempezabanamoverselosengranajesderelojeradelautmata,suspalancas y sus bielas. Los mecanismos zumbaban, rotaban, giraban, y el corazn de Hugo lata cadavez ms fuerte. Le daba igual que Isabelle estuviera a su lado; lo nico que le importaba ahora era elmensaje que estaba apunto de recibir.Una cascada de movimientos perfectos, con cientos de pequeas acciones de brillante precisin,recorri el interior del hombre mecnico.La llave serva para apretar un muelle de espiral; este, a suvez, accionaba una serie de engranajes que se extendan hasta la base de la figura.El ltimo de elloshacagirarvariosdiscosdemetalcuyosbordestroqueladosmostrabanunasintrincadasmelladuras;y,pegadosalosdiscos,habadosartilugiosparecidosamartillosdiminutosquesubanybajabansiguiendosusaccidentadoscontornos.Lossilenciososmovimientosdeaquellosmartillitossetransmitan a una serie de varillas que se internaban en el torso del hombre mecnico y accionaban loscomplicados mecanismos del hombro y el cuello.stos movan los engranajes del codo, cuyos girosdesembocabanenlamuecay,porltimo,enlamanodelautmata.HugoeIsabelleobservaronboquiabiertos cmo, muy lentamente, la cabecita del hombre mecnico bajaba para mirar el papelLosnioscontuvieronelaliento.Elhombrecillometielplumneneltinteroycomenzaescribir.Hugo e Isabelle intentaron desesperadamente leer el mensaje, pero el autmata no trazaba letras,palabras ni frases. Lo nico que apareca bajo el plumn eran lneas confusas a inconexas. El hombremecnico no escriba nada inteligible.AHugoleinvadiunafuriatalqueapuntoestuvodearrebatarlelapluma.Noheconseguidoarreglarlo, pens. Haba pasado algo por alto, algo que lo haba hecho fracasar.Devulveme el cuaderno le dijo a Isabelle.Sorprendidaporlairareconcentradaqueparecadominarlo,laniasemetilamanoenelbolsillo, sac el cuaderno y se lo ofreci. Hugo lo agarr y lo abri con ansia. Al fin poda compararsu trabajo con los esquemas que haba dibujado su padre.Miralternativamenteelcuadernoyelautmata:noparecahaberfalladoennada.Elautmatatena que funcionar, deba funcionar.De pronto, Hugo se sinti estpido por haber pensado que iba a ser capaz de arreglarlo y, sobretodo, por haber credo que el autmata iba a transmitirle un mensaje de su padre.Todos sus esfuerzos haban sido en vano.Hugo sinti como si l tambin fuera un mecanismo estropeado.Se retir a un rincn oscuro del cuarto, dej el cuaderno sobre un estante y se tap la cara con lasmanos.Pero el hombre mecnico segua movindose.Decuandoencuandomojabaelplumneneltinteroyseguatrazandolneas.Isabelleloobservabasinmoverse,contemplandocmolostrazosseacumulabanunotrasotroenlahojadepapel. Los movimientos del hombre mecnico eran tan naturales que incluso volva la cabeza hacia eltintero cada vez que repona la tinta del plumn.Y entonces sucedi algo increble.Isabelle sofoc un grito. Hugo se dio la vuelta para mirarla y luego se cerc corriendo a ella.Se dio cuenta de inmediato. El hombre mecnico no se limitaba a garrapatear: las lneas que habatrazado,vistasenconjunto,estabanempezandoacobrarsentido,comounaimagendistantequesehiciera cada vez ms clara.El autmata no escriba: dibujaba!Hugo reconoci a primera vista la imagen que estaba apareciendo bajo el plumn y sinti que unescalofro le recorra la espalda.ESTODEBERASERELFINDENUESTRAHISTORIA.AhorayasabencmoHugollegadescubrirelmisteriosodibujodelqueleshablalprincipiodeestelibro:estabaescondidoenelinterior de una mquina muy valiosa para l, esperando a que lo liberara con una llave robada. Eneste punto se cierran el teln y la historia, y aparece un fundido en negro.Perotambincomienzaunnuevorelato.Porquetodaslashistoriasllevanaotras.Yestanoslleva muy lejos, tan lejos como la luna.PARTE SEGUNDA1La firmaHUGO SE SENT TEMBLOROSO junto al hombre mecnico. Reconoca la imagen, cmo no iba areconocerla? Su padre le haba hablado de ella: era una escena de su pelcula favorita. De modo que lacorazonada de Hugo haba dado en el blanco: el autmata le enviaba un mensaje de su padre. Lo queno saba era lo que quera decir.Pero el hombre mecnico no haba terminado aun. Pareca haberse detenido en mitad de una lnea,comosiquisieradescansar.Hugocontemplcmomojabaelplumnunavezmseneltintero,acercaba la mano de nuevo al papel, la posaba en la esquina inferior derecha y firmaba.PerosieseeselnombredepapGeorges!exclamIsabelle,atnita.Cmoesposibleque el autmata de tu padre haga la firma de pap Georges?La nia se volvi hacia Hugo con expresin confusa, pero de pronto su mirada de perplejidad seti de furia.Me has vuelto a mentir. No fue tu padre quien construy esta mquina.Hugo tena la mirada perdida en el vaco. Aquello no tena ni pies ni cabeza.Me oyes, Hugo? Te estoy diciendo que este autmata no es de tu padre!Hugo dirigi lentamente la mirada hacia Isabelle y se enjug las lgrimas.S que lo es dijo en un susurro.Entonces, por qu ha hecho la firma de pap Georges? Por qu le hemos dado cuerda con millave?No lo s respondi Hugo.Eresunmentiroso!chillIsabelle.Seguroquerobasteelautmata,seguroqueselorobaste a pap Georges! Me apuesto algo a que el cuaderno tampoco es tuyo. Lo has debido de robaren algn sitio.No lo he robado!No eres ms que un mentiroso.El cuaderno era de mi padre. l hizo todos los dibujos.No me creo ni una palabra de lo que dices, Hugo.Isabelle agarr la llave que sobresala de la espalda del hombre mecnico, tir para sacarla, se pasla cadena en torno al cuello y agarr el dibujo de la luna y el cohete.Sepuedesaberquhaces?dijoHugo,intentandoarrebatarleelpapel.Devulvemeeldibujo.Est firmado con el nombre de mi padrino. Es mo.Los dos tironearon de la hoja hasta que se rasg por el medio. Isabelle se qued anonadada por unmomento, pero en seguida se rehzo. Agarr su mitad y ech a andar hacia la puerta.HugoseguardenelbolsillolaotramitaddelahojaysiguiaIsabelle,dejandoalhombremecnico en mitad del cuarto.Adnde vas, Isabelle? chill.Voy a preguntarle a mam Jeanne qu est pasando aqu. Y no se te ocurra seguirme!Los dos nios cruzaron corriendo la estacin. Era tarde, y no quedaba casi nadie en el edificio. Elviejo juguetero an no haba cerrado la tienda, e Isabelle se apresur para llegar a su casa antes que l.Djame en paz, Hugo Cabret! grit la nia.PeroHugonosearredr.Sabaquehubieradebidometerdenuevoelhombremecnicoensuescondrijo y que haca falta revisar los relojes con urgencia, pero no tena tiempo. Mientras sala trasIsabelleporlapuertadelaestacin,desecontodassusfuerzasqueelinspectorsehubieramarchado a dormir a su casa aquella noche.Losdosniosrecorrieronatodaprisalasoscurascallesdelbarrioycruzaronaltroteelcementerio que haba frente a la casa de Isabelle.De dnde sacaste la llave? dijo Hugo cuando casi haban llegado. Dime eso, al menos.No respondi ella.La encontraste? Te la regal alguien?Haciendo un esfuerzo, Hugo alcanz a Isabelle, la agarr del hombro y la oblig a volverse hacial. Los ojos de los dos nios se encontraron.Que me dejes en paz, te digo!Isabelle abri el portal de su casa y apart a Hugo con brusquedad. l agarr el borde de la puertacon una mano para impedir que la cerrara.Quita la mano de ah mascullIsabelle.Luego cogi impuls y empuj la puerta con todassus fuerzas, pillando los dedos de Hugo. Se oy un crujido siniestro y Hugo chill de dolor; Isabellese puso a chillar tambin y abri de nuevo la puerta.Qu pasa ah abajo? grit la madrina de Isabelle por el hueco de la escalera.Por qu no quitaste la mano? susurr Isabelle, furiosa.Qu pasa, Isabelle? Con quin hablas?LaniaintentsacaraHugodelportalaempellones;perocuandoadvirticmoseprotegalamanoheridametindolabajoelotrobrazo,secompadeciylodejsubir,cabizbaja.PorlacaradeHugocorranlgrimasincontenibles.Alllegaralapuertadelapartamento,Isabellesequitloszapatos y ayud a Hugo a quitarse los suyos.Mispadrinosnoquierenquenadieentrecalzadoencasasusurr.Ynodigasnadadelhombre mecnico ni de la llave; yo le preguntar por ellos a mi madrina cuando estemos solas.La madrina de Isabelle apareci en el umbral, acariciando el broche de plata con el que se cerrabala blusa.Quin es este nio?Se llama Hugo, mam Jeanne.Es el que trabaj unos das para pap Georges, el que le rob?Se ha pillado los dedos en el portal.Ya, pero qu hace aqu?A pesar de su aparente dureza, antes de que Isabelle pudiera contestar, la vieja seora hizo pasara Hugo hasta su dormitorio.Ven aqu, muchacho. Acrcate a la luz para que pueda verte bien la mano dijo.La madrina de Isabelle quit un montn de calcetines a medio zurcir de una silla que haba junto aunenormearmarioyleindicaHugoquesesentaraenella.Luegolecogilamanoeintentenderezarle los dedos, lo que hizo chillar a Hugo de nuevo.Te has machacado la mano, jovencito.Laviejaseorasalidelahabitacinyvolvialcabodeunmomentoconunostrozosdehieloenvueltos en un trapo.Toma, ponte esto en los dedos le dijo aHugo, ofrecindole el trapo.Luego se volvi haciaIsabelle. Pens que esta noche ibas a volver con pap Georges.Hugo segua furioso con Isabelle por no haberle confesado a su padrino que haba sido ella quienhaba robado el cuaderno. Y ahora, despus de lo que le haba hecho en la mano, Hugo pens que laniadebaconfesarsuculpabilidadantesumadrina,almenos.Sinembargo,Isabellelomirabasindecirnada.Hugohizounamuecadedoloralposarelhielosobresusmagulladosdedos,quetenaapoyadosenelregazo.Conlamanobuenaserebuscenelbolsillo,sacsumitaddeldibujoycarraspe para llamar la atencin de mam Jeanne.Hay algo que queremos preguntarle dijo.No, Hugo! Te dije que no le preguntaras nada ahora! chill Isabelle, intentando arrebatarleel dibujo antes de que lo cogiera su madrina. Pero ya era tarde: la vieja seora lo tena agarrado.De dnde habis sacado esto? pregunt en un susurro espantado.Dale la otra mitad, Isabelle le orden Hugo.Isabelle se meti la mano en el bolsillo de mala gana, sac su trozo de dibujo y se lo ofreci a sumadrina.Mam Jeanne junt las dos mitades y mir alternativamente al dibujo y a los dos nios.Lo hizo un hombre mecnico explic Hugo.No puede ser. No lo entiendo replic la vieja seora, con los ojos anegados en lgrimas.Un hombre mecnico que es mo aadi Hugo.Querrs decir que lo robaste replic Isabelle.Tienes t el autmata? Pero eso es es imposible dijo mam Jeanne.Lo encontr.Qu quieres decir con eso?LoencontrtraselincendiodelmuseodijoHugo.Loarreglconpiezasquecogdelajuguetera de su marido. Y le di cuerda con la llave de Isabelle.Qu llave?Isabelle palideci.Qu llave, Isabelle? insisti mam Jeanne.Muylentamente,Isabellesemetilamanoporelcuellodelvestidoysaclacadenadelaquependa la llave.Mi llave! grit su madrina. Cre que la haba perdido!Lo lo siento, yo cre balbuce Isabelle con la voz rota.Entonces, la robaste? exclam Hugo, asombrado.Nunca te he cogido ninguna otra cosa, te lo juro, mam Jeanne dijo Isabelle. Es que la llaveme pareci tan bonita Por favor, no te enfades conmigo. Pens que no te daras cuenta.Virgen santa! exclam la vieja seora, apartndose un mechn de pelo de la cara. Estoyrodeada de ladrones!Alfin,mamJeannelogrreponerse,seseclosojosydejenunamesitalasdosmitadesdeldibujo; al verlas, Hugo alarg rpidamente la mano sana y las cogi.LlvateesedibujoynolotraigasmsdijomamJeannecongestorepentinamentesevero,alisndoseelmandil.Nopiensoponermeaescarbarenelpasado.Ypaseloquepase,noseosocurra enserselo a pap Georges. Isabelle, vuelve a meterte la llave dentro del vestido; no quisieraque la perdieras por nada del mundo.La vieja seora se sec los ojos una vez ms e Isabelle ocult la llave, con los labios curvados enuna levsima sonrisa.Por favor, dganos qu es lo que pasa le rog Hugo.No. Solo te dir que debo proteger a mi marido, y la mejor forma de hacerlo es que los tres nosolvidemos de todo esto. Hazme caso: no podemos volver hablar de esto nunca ms.2El armarioEN AQUELMOMENTOSEOYELRUIDOdelapuertadeentrada.Elviejojugueterotosiunas cuantas veces en el recibidor, y su mujer se volvi rpidamente hacia Hugo:Noquieroqueseenteredequeestsaqu.Qudatequieto,dejaqueceneenpazyluegoteayudar a salir por la ventana del bao. Y ahora, por favor, estaos callados.LamiradademamJeanneseposporuninstanteenelarmario.Nofuemsqueunsegundo,pero tanto Hugo como Isabelle se dieron cuenta perfectamente y se miraron con expresin cmplicemientras la madrina de la nia sala de la habitacin.Al cabo de un momento, Hugo rompi el silencio.Tu madrina ha mirado el armario susurr. Debe de guardar algo importante dentro.Ya lo registr mientras buscaba el cuaderno y no encontr nada respondi Isabelle.Por qu no vuelves a mirar?Nomedigasloquetengoquehacer,quieres?repusoella.Sinembargo,parecipensarlomejoryenseguidasesacunahorquilladelbolsillo.Enunabrirycerrardeojos,lapuertadelarmario estaba abierta.Isabelleexaminlosabrigosquehabacolgadosylassbanasymantasquereposabanpulcramentedobladasenlosestantesinferiores.LuegocogilasillaenlaquehabaestadosentadoHugo,laacercalarmarioysesubiencimaparaexaminarlosestantesdearriba,sinningnresultado. Mientras Hugo la observaba, se dio cuenta de algo extrao: en la parte superior del armariohaba un friso decorativo que tena dos finas rendijas a los lados. Se lo dijo a Isabelle, y ella estir elbrazoygolpeelfrisoconlosnudillos.Sonabaahueco.Laniasepusodepuntillas,agarrlamoldura que recorra el friso por la parte superior y tir hasta desprender toda la pieza.Isabelle chill, solt la caja y aterriz sentada en el suelo. La caja le cay sobre un pie y se hizopedazos,eIsabellevolviachillar.Elcontenidodelacajasedesparramportodaspartes:erancientosdepedazosdepapeldetodaslasformasytamaos,quecayeronrevoloteandoporlahabitacin. Hugo mir alrededor y vio que todos estaban llenos de dibujos, y que entre ellos tambinhaba una especie de manta rada con un estampado de lunas y estrellas. Pareca vieja y enmohecida.Al cabo de un momento, la puerta de la habitacin se abri de par en par.Isabelle! grit mam Jeanne, corriendo hacia su ahijada.El viejo juguetero se qued petrificado en la puerta, con la mirada clavada en los dibujos.Por qu habis tenido que hacerlo, nios? se lament la vieja seora. Hugo, recoge todoslospapeles,mtelosenelarmarioycirraloaadi,dndoleunapequeallave.Vamos,aprate! Y t, Isabelle, ven conmigo. Georges, vuelve a la cocina!Hugo se guard la llave en el bolsillo y empez a recoger los dibujos. Los sostena en sus manoscontantareverenciacomosifuerandiamantesyrubes. Algunoseranhojassueltas,otrosestabanencuadernadosartesanalmenteformandopequeoslibros.Tenanlosbordesamarillentosyquebradizos, pero todos eran preciosos. Y todos estaban firmados por Georges Mlis.Nomusitelviejojuguetero.No.No.No.No!No!suvozsubadetonoconcadaslaba,hastaqueempezatoser.Peroquestpasandoaqu?Dedndehansalidoestosdibujos? exclam, cubrindose los ojos con las manos. Quin los ha hecho? Quin est jugandoconmigo de este modo?Sal de la habitacin,Georges! grit su mujer, que estaba ayudando aIsabelle a ponerse enpie.El viejo juguetero se abalanz sobre los dibujos que quedaban en el suelo y empez a romperlos adiestro y siniestro. Al verlo, tanto Hugo como Isabelle se echaron sin pensarlo sobre l para tratar desepararlo de los papeles. Aunque a Hugo le dola muchsimo la mano e Isabelle tena el pie roto, losdos intentaron desesperadamente evitar que el juguetero destrozara sus dibujos.Para, Georges! Para ya! grit su mujer. Fuiste t quien hizo esos dibujos!Yo? respondi l. YO? Cmo iba a hacer yo esto? No soy un artista! No soy nadie!Solo soy un comerciante arruinado, un prisionero, un cascarn vaco, un juguete de cuerda!MientrasmamJeannetratabadedistraerlo,HugoeIsabellerecogieronapresuradamentelosdibujos que quedaban, los amontonaron en el armario y cerraron las puertas con llave.Ahoraelviejojugueteroestabaencorvadojuntoalacamayllorabaconlacaraocultaentrelasmanos.Durante un rato repiti incansable la palabra no, y luego empez a murmurar para s:Una caja vaca, un ocano seco, un monstruo perdido, nada, nada, nadaEl viejo sigui mascullando entre sollozos y los dos nios retrocedieron lentamente.Mam Jeanne abraz a su marido y lo ayud a meterse en la cama. Le coloc la almohada bajo lacabeza y lo arrop. Con la cara surcada de lgrimas, la vieja seora le acarici la canosa barba una yotra vez hasta que la respiracin del juguetero se calm, indicando que se haba dormido.Lo siento, Georges dijo entonces su mujer. Le dio un beso, apag la luz y volvi a sentarsejunto a la cama, con una mano del viejo cogida entre las suyas. Lo siento, lo siento mucho.3El planHUGO AGARR AISABELLEparaayudarlaasalirdehabitacinyentrarenlacocina.Cuandollegaron,partiunpocodehieloparaelpiedesuamigaylosdossesentarontraslamesa,estremecindose y tratando de calmar el dolor de sus respectivas lesiones.Al cabo de un rato entr en la estancia la madrina de Isabelle.De verdad hizo pap Georges esos dibujos? pregunt la nia. Por qu nunca me dijisteisque era artista?Chssst, Isabelle, no hables tan alto. Dime solo cmo tienes el pie.Hugo se encogi de hombros.Micasasehaconvertidoderepenteenunhospitalmusitlaviejaseorameneandolacabeza.Luegointentsoltarunacarcajada,perofueincapaz;envezdehacerlo,sesentalamesajunto a los dos nios, apoy la cabeza en las manos y se puso a llorar.Qu ocurre? pregunt Isabelle. Por qu estaban esos dibujos escondidos en el armario?Por qu se puso tan nervioso pap Georges cuando los vio?Esquenotedascuentadetodoslosproblemasquehabiscausadoya,Isabelle?ApapGeorges le ha dado fiebre del disgusto, y no s cundo se le pasar. No quiero or ni una palabra mssobre este asunto.Te has portado fatal,Isabelle: me robaste la llave, abriste el armarioEres igualque este ladronzuelo. No quiero volveros a ver juntos a los dos, me os? Hugo, puedes quedarte aqua pasar la noche. Maana llamar al mdico para que os examine a Isabelle, a Georges y a ti, y luegoquiero que te vayas y no vuelvas ms.Mam Jeanne rasg unas tiras de tela de una sbana vieja y vend con ellas la mano de Hugo y elpie de Isabelle hasta dejarlos totalmente inmovilizados.Lo siento mucho, mam Jeanne! dijo Isabelle cuando su madrina termin aquella cura casera. Por favor, no te enfades con nosotros. Solo queramosChssst! A callar; es hora de irse a la cama. Hugo, t puedes dormir en el sof. Vamos, Isabelle,te ayudar a llegar hasta tu cuarto.Pero Hugo no lleg a tumbarse en el sof. Se le haba ocurrido un plan, y en cuanto Isabelle y sumadrina se retiraron, se acerc de puntillas al perchero que haba en el recibidor. Entre los abrigos quehaba all colgados estaba el del viejo juguetero, y Hugo rebusc en sus bolsillos hasta or un tintineo.Agarr el llavero, sali del apartamento y volvi a la estacin recorriendo las oscuras calles.Al llegar fue directamente a la juguetera. Mir alrededor para asegurarse de que no lo vea nadie,yluegofueprobandotodaslasllaveshastaqueencontrlaqueabralapersianadelatienda.Lalevantunpoco,secoldentroyempezainvestigarelcontenidodetodaslascajasycajones,rebuscando entre los papeles que el viejo tena guardados. Pero la juguetera no pareca contener nadadeinters.HugotenalaesperanzadeencontraralgoqueexplicaratodoslosmisteriosquemamJeanne no haba querido aclararles, algn papel u objeto en el que no hubiera reparado antes.Al cabo de un rato de bsqueda infructuosa, Hugo encontr por fin algo interesante: un paquetitoenvuelto en tela que estaba metido en el fondo de un cajn.Hugosepreguntporquhabraguardadoelviejojugueteroaquelratnazul;antesdeencontrarlo en el cajn, pensaba que el juguete haba encontrado un comprador haca ya tiempo. Sinembargo, le gust que el viejo lo hubiera guardado, y empez a sonrer sin darse cuenta mientras loexaminaba cuidadosamente. Pens en los pequeos engranajes que el ratn guardaba en su interior, yentodoslosjuguetesquehabarobadopararepararelautmata.Hastaentoncesnuncasehabaparadoapensarporqulaspiezasdelosjuguetesquefabricabaelviejoencajabantanbienenelhombre mecnico.Al cabo de un rato envolvi otra vez el ratn y lo meti de nuevo en su sitio.Cuando se dio lavuelta para salir, vio uno de los libros de Isabelle en una esquina del mostrador, y el verlo le dio unaidea.Hugovolviasucuartodelaestacinyexhalunsuspirodealivioalverqueelhombremecnico segua en el suelo, tal como lo haba dejado. Lo agarr como pudo y logr arrastrarlo hastasu escondite, contrayendo el gesto en una mueca de dolor; cuando lo tuvo dentro del hueco, lo cubricon su viejo envoltorio de tela y tap la abertura con las cajas vacas. Al acabar, mir hacia arriba, ysus ojos encontraron el estante sobre el que reposaba su cubo de herramientas.El corazn deHugodio un vuelco: hasta ese momento no se haba dado cuenta de que tena un grave problema. Se habalesionado la mano derecha, y sin ella le iba a ser imposible cuidar de los relojes de la estacin. Prontoempezaran a fallar, el inspector investigara la razn y las andanzas de Hugo llegaran a su fin.Hugo se tumb en su camastro y pos la mano daada en el pecho.Por su mente empezaron apasar imgenes vertiginosasHugo vio cmo los blancos dedos del inspector se acercaban a l tratando de apresarlo. Los dedosseconvertanengarraslargasyafiladasquesecerrabanentornoasubrazo.Cuandosedespertgritando, ni siquiera era consciente de haberse quedado dormido.Al fin amaneci, yHugo cogi su cubo de herramientas y sali para tratar de revisar los relojes.Conlosojoscerradosylacabezainclinadahaciaunlado,fueescuchndolosdeunoenunoparaaveriguar si seguan funcionando correctamente. Pero con una sola mano apenas poda darles cuerda,as que se limit a engrasarlos, examinarlos lo mejor que pudo y comprobar la hora que marcaban conla de su reloj ferroviario, rezando por que coincidieran.Se estaba quedando sin tiempo.Cuando vio que el seorLabisse abra su librera,Hugo se acerc corriendo.La campanilla de lapuerta tintine violentamente cuando entr.El librero, que an no se haba quitado el abrigo, se dio la vuelta y vio a Hugo.T eres el amiguito de Isabelle, verdad? Qu te ha pasado en la mano?Hugo ocult la mano vendada tras la espalda.Quisiera pedirle un favor, seor Labisse. Ver, es que necesito encontrar informacin sobre unapersona. Tiene usted libros que hablen de cine?Puede que haya alguno por aquY sobre las primeras pelculas que se hicieron? Cuando mi padre era pequeo vio una pelculaque nunca se le olvid. Trataba de un cohete que se meta en el ojo de la luna.Trasmuchopensarlo,Hugohabadecididoqueaquellapelculapodaserunbuenpuntodepartida para resolver el misterio.LoquedicessuenamuysugerenterespondielseorLabisse,acabandodequitarseelabrigo y ajustndose la corbata. Ven, muchacho, a ver qu encontramos.Hugo sigui