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Departamento
Salud Comunitaria
Carrera
Licenciatura en Trabajo Social
Centros de Referencia:
La intervención comunitaria como campo
problemático en el Territorio de la Política Social
Trabajo Final de Grado
AMBROSI D. CELESTE
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AGRADECIMIENTOS
Al Estado.
A la UNLa por la formación.
A los Profesores por su dedicación.
A Mercedes Lahr y Rodolfo Núñez por la simpleza al explicar lo complejo.
A los Trabajadores Sociales de los CDR y demás actores partícipes.
A la/o/s compañera/o/s, amiga/os de Trabajo Social, a los que quedaron en
el camino y a quien le robaron la vida en el momento de su emancipación.
A la Noma y al Lulin.
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ÍNDICE
Presentación______________________________________________
Introducción________________________________________________
3
5
Capítulo I. Historizando a la Política Social en Territorio _____________ 9
Antesala de la Política Social contemporánea: el neoliberalismo_______ 9
De la biologización de la existencia a la existencia de sujetos de
derecho___________________________________________________
15
La Política Social Integral se territorializa: MDS, CDR y Trabajadores
Sociales__________________________________________________
Intervención Comunitaria como campo problemático_______________
20
27
Capítulo II. ¿Lo comunitario en los CDR, la integralidad focalizada o la
focalización de la integralidad?________________________________
33
Trabajadores Sociales e intervención profesional en los CDR_________ 33
Intervención Comunitaria en el CDR Sur_________________________ 35
Lo comunitario en el CDR Oeste _______________________________ 46
Consideraciones Finales_____________________________________ 53
Bibliografía________________________________________________ 57
Anexos___________________________________________________ 65
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Centros de Referencia:
La intervención comunitaria como campo problemático
en el Territorio de la Política Social
PRESENTACIÓN
La elaboración del Trabajo Final de Grado requerido para culminar la carrera
de Trabajo Social, dictada en la Universidad Nacional de Lanús, puede
instituirse en un espacio para la producción de conocimientos a partir del
diálogo entre las prácticas pre-profesionales y las diversas materias teórico-
metodológicas —además de otras fuentes extra-curriculares— con que nos
vamos formando desde los primeros años de cursada. Lo que en su
momento puede resultar insignificante, con el pasar del tiempo y a la luz de
la teoría puede ir adquiriendo significancia no sólo para la comprensión
individual sino para el colectivo profesional en general.
En este sentido, el presente trabajo rescata una experiencia de las
prácticas e intenta ser una síntesis de lo aprehendido en este constante
camino de formación profesional, constante porque la formación no acaba
con la titulación sino que continúa con el ejercicio cotidiano, siempre inmerso
en las dimensiones que caracterizan al Trabajo Social. Lo contrario, podría
resultar reduccionista y funcional a intereses que deslegitiman nuestra
carrera.
En términos generales y para facilitar la lectura, este trabajo se
estructura en una serie de capítulos que parten de consideraciones de índole
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teórica y general sobre el contexto socio-histórico dentro del cual se enmarca
la Política Social contemporánea en territorio, incursionando en los
antecedentes académicos sobre el tópico en estudio, para luego abordar el
surgimiento de los CDR y el rol de los trabajadores sociales. Posteriormente
se invita al lector a recorrer los espacios de actuación profesional y
comunitaria, observados en las prácticas pre-profesionales, a la luz de los
antecedentes y el marco conceptual propuesto para ir visualizando cómo se
construye el campo de la intervención comunitaria como un campo
problemático. Por último, se arrojarán algunas consideraciones finales que
nos permitan seguir reflexionando sobre la “cosa pública” en aras de aportar
conocimientos teórico-prácticos que contribuyan a su mejoramiento y
comprensión.
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INTRODUCCIÓN
Con motivos de cumplimento curricular por las materias anuales de la
Carrera de Trabajo Social, dictada en la Universidad Nacional de Lanús,
hacia el año 2010 inicié las prácticas pre profesionales en un Centro de
Referencia (CDR de ahora en adelante), ubicado en el Conurbano Sur,
continuando en el 2011 en la misma institución, la cual depende del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDS).
Durante el primer año se elaboró un diagnóstico1 sobre un
asentamiento de reciente conformación, mientras que en el segundo la
exigencia fue la ejecución de una intervención2 en aras de transformar la
situación problemática, planteada, en ese entonces, en torno a las
dificultades de funcionamiento que presentaba un proyecto de cooperativas
implementado a nivel nacional y denominado “Desarrollo Comunitario
Sustentable y Sostenible”. En ambos años, se estableció una asistencia de
una vez por semana durante 7 meses aproximadamente por cada año,
elaborando para cada ocasión de práctica semanal un informe. Por otro lado
1 El diagnóstico es un documento escrito que sale del análisis de situación, proceso donde
se apela al conocimiento tanto explicativo (por qué/red causal) como descriptivo (cómo/línea
de base) para efectuar una acción transformadora sobre la problemática definida (objeto) en
relación a los actores sociales intervinientes (sujetos). De dicho momento, se obtiene un
producto denominado Diagnóstico, donde deben figurar la situación problemática, los
diversos contextos (macro, micro), el análisis de actores sociales, las alternativas de acción
que pudieran dar solución al problema.
2 En este punto lo que se pretendía era, post realización del diagnóstico sobre alguna
situación problemática delimitada, diseñar e implementar un proyecto de intervención a nivel micro, teniendo en cuenta las condiciones de factibilidad y viabilidad, es decir, las posibilidades de realización técnica y política respectivamente.
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y además de dicho corpus de material, se realizaron visitas a un CDR situado
en la Zona Oeste del Gran Buenos Aires (asistiendo a una Jornada Solidaria,
Taller para Emprendedores y Mesa de Red de cooperativas a nivel local) y a
la Sede del Ministerio de Desarrollo Social sito en la calle Moreno de la
CABA.
Con el transcurso de los años de prácticas de formación profesional y
realización de diversas entrevistas, las palabras “territorio”, tanto como
“relevar” y “bajada”, aparecían naturalizadas en los discursos del MDS, de los
profesionales y de los múltiples actores intervinientes en los espacios
transitados por el colectivo de trabajadores sociales empleados en los
diferentes CDR visitados. Desde entonces, dicho tópico comenzó a ser
materia de interés, comenzándose a problematizar la Política Social en
territorio desde —y dentro de— los espacios institucionales del Estado y la
instrumentalización de planes y programas sociales como dispositivos de
poder/saber. En los primeros tiempos, se cuestionaron los supuestos sobre la
soberanía territorial subyacentes en la formulación y ejecución de los
programas sociales contemporáneos a partir de un análisis centrado en la
interpelación de los propios discursos del MDS que pueden leerse en sus
sitios de internet.
“Territorio” y la bajada a él, entonces, resultó ser una palabra
producida y reproducida en diversos espacios institucionales —tan virtuales
como territoriales— que van delimitando, de acuerdo al posicionamiento que
se tenga dentro del campo de intervención profesional en curso, su sentido
práctico/semántico que se vislumbra en las formas de hacer y pensar de los
diversos actores sociales (Bourdieu y Wacquant, 1999). Consecuentemente
en el presente trabajo final de grado se propone, en términos generales,
describir y analizar, la construcción del campo problemático de intervención
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comunitaria en el territorio de la política social contemporánea.
Específicamente, se busca describir la delimitación de los territorios
comunitarios —dentro del espacio pre/o/visto por las políticas sociales y
descentralizadas desde instituciones estatales— a partir del análisis de dos
procesos de intervención efectuados por los Equipos Técnicos
correspondientes a dos CDR del Conurbano Bonaerense. Por otro lado, se
intentará reconstruir la relación entre los diversos actores que interactúan en
la configuración de la intervención comunitaria en el territorio de la política
social. Finalmente, se tratará de Identificar facilitadores y obstaculizadores en
la realización del Trabajo Social dentro de los marcos pre/o/vistos por los
Centros de Referencia.
En este sentido y desde lo metodológico, la presente investigación se
enmarca desde lo hermenéutico/dialéctico, en tanto se pretende incursionar
en los sentidos, en el entramado de significados del pensar/hacer de los
diversos actores sociales partícipes en la realidad delimitada a tal efecto,
realidad, por su parte, concebida como una construcción histórica atravesada
por múltiples dimensiones (económica, política, cultural, ideológica, social).
El diseño de investigación (Sabino, 1996) resultó no experimental,
dado que, por el tipo de investigación misma, no se apeló a la
implementación de mecanismos de control y manipulación de situaciones,
grupos sociales, así como tampoco se buscó la medición de variables. De
este modo y siguiendo a De Souza Minayo (2004), se instituye una
investigación de tipo cualitativa, orientada a la comprensión de “los
significados de las acciones y relaciones humanas, un lado no perceptible y
no captable en ecuaciones, medias y estadísticas” (De Souza Minayo, 2004:
18). A su vez y dado que los CDR son instituciones de reciente inserción en
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los diversos territorios, la investigación se inscribe en lo descriptivo-
exploratorio (Sabino, 1996) en cuanto se pretende realizar una aproximación
sobre las cuestiones teórico-metodológicas del “hacer” del Trabajo Social en
dichos espacios. Vinculadas al diseño de investigación propuesto de tipo
descriptivo y exploratorio con basamento en el estudio de los casos
seleccionados a tal fin, las técnicas a utilizar están dadas por el análisis
bibliográfico —sobre el arte del tema— y documental en relación al análisis
de registros e informes —construidos durante las prácticas a partir de las
técnicas de entrevistas y observaciones participantes/no participantes—.
El proyecto selecciona en tanto muestra, fundamentalmente y dentro
del universo que constituyen los CDR distribuidos en el Conurbano
Bonaerense y las provincias del interior, dos casos de estudio sobre
procesos de reciente realización (ambos realizados en el año 2010). Por su
parte, las unidades de análisis se centraron espacialmente hablando, en un
CDR de Zona Sur y otro del Oeste donde los respectivos Equipos Técnicos
llevaron a cabo esas dos intervenciones de índole comunitaria. La unidad de
observación, por su parte, se circunscribió a la caracterización de las
intervenciones comunitarias realizadas colectivamente entre los diversos
actores sociales partícipes en los CDR.
Una última acotación nos remite a que las dimensiones presentes en
la intervención profesional abordada por varios autores (Barroco, 2003;
Guerra, 2005), también deben ser tenidas en cuenta a la hora de encarar los
proyectos de investigación. Lo teórico-metodológico del planteamiento debe
estar acorde al despliegue de lo operativo-instrumental durante el desarrollo
del trabajo de campo y el análisis de la información recopilada, sin dejar de
considerar, fundamentar, el posicionamiento político-ideológico que se
asume frente a esa realidad construida/recortada para estudiar.
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CAPÍTULO I
Historizando a la Política Social en Territorio
En el presente capítulo se pretende incursionar en la Política Social
contemporánea, describiendo el contexto socio-histórico circundante, las
orientaciones fundamentales de la misma y los antecedentes en materia de
producción teórica, lo cual nos dará sustento para comprender, en capítulos
posteriores, el campo problemático de la intervención comunitaria
implementada desde los CDR.
Antesala de la Política Social contemporánea: el neoliberalismo
Al compás de la aplicación del neoliberalismo en la Argentina se producen
una serie de transformaciones en las políticas sociales, transformaciones que
comienzan a manifestar sus consecuencias sociales ya desde los tiempos en
que el poder de los gobiernos militares irrumpe coercitivamente en nuestra
democracia, para continuar con la hiperinflación de Alfonsín, hasta
recrudecerse con la asunción de Carlos Menem en 1989 para finalmente
estallar con la crisis económica, política y social del año 2001. Dicha crisis,
dejó al descubierto una serie de efectos enraizados en las desigualdades
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surgentes con la implementación del modelo neoliberal en nuestro país y sus
políticas sociales “bomberiles” orientadas a “apagar incendios” al decir de
Vilas (1997), sumando a eso la ausencia de un Estado que diera solución a
los conflictos sociales.
Pero ¿a qué nos referimos con el neoliberalismo? Sintéticamente
hablando, las medidas económicas del neoliberalismo se caracterizaron por
dar vigencia a sistemáticas reformas de matiz estructural, concretadas
principalmente durante el gobierno menemista a través de la implementación
de los programas de Estabilidad Monetaria (Plan de Convertibilidad 1991-
2001, el “uno a uno”); la desregulación de la economía y los mercados; la
apertura externa para promover el ingreso de capitales extranjeros, tanto
como servicios y mercancías; las transformaciones en el mundo del trabajo
(flexibilización laboral, inestabilidad en el puesto de trabajo, contratos a corto
plazo, quiebres de empresas, reducción de los derechos del trabajador —
quita de indemnizaciones por despidos, retiros voluntarios etc.—);
reprogramación de la deuda externa. Siguiendo a Rozas Pagaza (2003),
podríamos decir entonces, que el recetario de las medidas económicas
implementadas por recomendación del Consenso de Washington se
orientaron al disciplinamiento fiscal, la apertura comercial y financiera sin
restricciones, las reformas fiscales, el achicamiento del gasto público, la
inversión extranjera directa y el derecho de propiedad, la abolición de los
subsidios. Siendo de este modo, no es llamativo el creciente endeudamiento
externo no sólo en Argentina sino en América Latina (Trotta, 2003).
En cuanto a las políticas sociales, interesa ante todo hacer una
distinción que nos permitirá visualizar el trasfondo político e ideológico que
fundamentan a las mismas en cualquier tiempo histórico abordado.
Compartiendo la idea de Grassi (2003), en el presente trabajo se entenderá
por “política social” el posicionamiento político respecto a la forma de definir y
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resolver la cuestión social en determinado momento, aspecto a tener en
cuenta para diferenciarlo de los planes y programas sociales en particular.
Ahora bien, de manera genérica podríamos referir por el término “Cuestión
Social” —abordado por Castel (1997) y retomado por diversos autores como
Parra (2002), Iamamoto (1999)— a las desigualdades estructurales que
acarrea el sistema capitalista y la pluralidad de situaciones problemáticas
cotidianas en las que se manifiesta —como ser el desempleo, la pobreza— a
raíz de las contradicciones internas e inherentes a la relación entre capital y
trabajo.
Desde la dimensión política/pública que implica la política social en
relación a la cuestión social y su ingreso a la agenda pública, debe ser
comprendida a partir de los intereses de los gobiernos de turno por
delimitarla a través de un lenguaje conceptual que se acciona mediante
diversas “políticas sociales” puestas en funcionamiento a partir del diseño y
ejecución de los planes, programas y proyectos sociales, donde no sólo se
define el objeto de la cuestión social sino también los sujetos involucrados.
Es decir, es importante prestar atención a los criterios de asignación de
responsabilidades en su producción y resolución, así como a quienes
padecen las consecuencias de la misma. De este modo, la observancia de
los problemas y actores que entran a la agenda pública, los marcos
interpretativos que se determinan y la planificación e implementación de las
políticas sociales nos permite comprender la Política Social como un marco
que da sustento a la intervención estatal tanto como el posicionamiento que
éste asume frente a la cuestión social. Como nos lo sugiere Grassi “las
políticas sociales son un espacio crítico: como políticas de Estado condensan
la hegemonía y tienen capacidad de normatizar y normalizar, en tanto el
Estado se constituye en un actor (y en un ámbito) en la producción de los
problemas sociales, en la delimitación de su propia responsabilidad, en la
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definición de los sujetos merecedores de sus intervenciones y de las
condiciones para dicho merecimiento. Son, en fin, la manera en que la
cuestión social es constituida en cuestión de un Estado y, en consecuencia,
el resultado de la politización del ámbito de la reproducción (…) En sentido
estricto, corresponde referirse a la política social (en singular) como la forma
política de la cuestión social, que se expresa y materializa en las políticas
sectoriales” (Grassi, 2003: 25-26).
A modo de ejemplo, en la Política Social del neoliberalismo,
condicionada y financiada en gran parte por los organismos internacionales
(Pantaleón 2005), el Estado sumió el rol de no intervenir, avalando el “efecto
de derrame” y focalizando sus acciones en los individuos pobres/indigentes y
sus familias, fragmentando de este modo a la realidad y al individuo mismo.
Es decir, se “biologizó” (Álvarez Leguizamón, 2005; Grassi, 2003) de manera
individual la necesidad y el Estado —asentado en ese postulado de no
intervenir porque el mercado se encargaría de distribuir, derramar sus
recursos— asumió el rol de proveer mínimos niveles de satisfactores a través
de fragmentarios programas sociales sin tener en cuenta las circunstancias,
los escenarios y relaciones en que esos individuos y familias desenvuelven
su existencia cotidiana, para lo cual apeló a la descentralización y la
privatización de los servicios sociales (salud, educación, asistencia,
seguridad social, entre otros), dando origen, por otro lado, a la disputa por los
recursos entre diversos actores, principalmente entre las ONGs, gobiernos
provinciales y municipales.
Fernández Soto y Tripiana (2009), hacen una acotación interesante al
analizar las políticas sociales durante el neoliberalismo, las cuales apuntaron
hacia la fragmentación y biologización de las necesidades de los individuos,
necesidades definidas a partir de las carencias. Es decir, durante el
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neoliberalismo, “la atención a la cuestión social se reduce a los pobres, se
construye un modelo de “protección social para pobres… De modo que… la
intervención social del Estado se realiza bajo un fuerte proceso de
parcialización, residualización y fragmentación de la cuestión social que se
traduce en múltiples programas específicos” (Fernández Soto y Tripiana,
2009: 125-127).
En sintonía con Vilas (1997) y Rozas Pagaza (2003), podríamos decir
que las políticas sociales en el modelo neoliberal se caracterizaron por
centrarse en tres ejes fundamentales: la privatización de empresas y
servicios públicos en cuanto corolario de la no intervención del Estado en el
mercado; la focalización, orientada a que los recursos deben llegar a quienes
efectivamente están dirigidos, es decir, a solucionar biológicamente
situaciones de pobreza extrema; y, por último, la descentralización, en tanto
que las agencias gubernamentales de diversos niveles —provincias,
municipios—, así como las organizaciones sociales y/o no gubernamentales,
asumieron la responsabilidad de tomar decisiones referentes a la cuestión
social de entonces.
En resumidas cuentas y según lo expresa Hintze (2006), los cambios
en las políticas sociales se debieron “a las transformaciones en sus formas
de financiamiento, funcionamiento y administración, en el régimen de acceso
y el tipo de beneficios con la finalidad de reducir el gasto público y abrir al
sector privado nuevos campos de actividad (educación, salud, obras
sociales, jubilaciones y pensiones, riesgos del trabajo entre los principales)”
(Hintze, 2006: 26).
En este punto importa resaltar un aspecto interesante que comienza a
emerger más allá de la desafiliación social/colectiva que busca propiciar las
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medidas y políticas sociales neoliberales (Grassi, 2003). Desde la biopolítica
de Foucault (1978), donde los mecanismos de saber/poder producen control
y disciplinamiento de los sujetos, podemos observar cómo los discursos
neoliberales y medidas sociales, económicas, políticas, pretenden instituirse
como instrumentos destinados a gobernar los cuerpos políticos desde la
individuación de la existencia en un creciente mundo que enarbola el
consumo y la mercantilización de la vida. Ahora bien, lejos de aislar entre sí
esos cuerpos políticamente “biologizados”, los sujetos comienzan a
organizarse y movilizarse colectivamente desde el anclaje territorial, aspecto
notoriamente visible con la crisis del 2001 y la emergencia de asambleas,
empresas recuperadas, movimiento de desocupados, entre otros. Como lo
explica Aguilera Portales (2010) para el caso de América Latina, creemos
que “los movimientos sociales se están convirtiendo en nuevos sujetos
sociales que inyectan un nuevo impulso político a la sociedad civil
(movimientos políticos, organizaciones no gubernamentales, asociaciones
comunitarias, sociales, vecinales). Estos movimientos políticos-culturales
tratan de alzar una voz crítica y alternativa a la desacreditada esfera pública”
(Aguilera Portales, 2010: 28).
Dislocadas las formas de integración social construidas
tradicionalmente alrededor del trabajo a fuerza de la individuación de la vida,
los reclamos de los sujetos por los derechos ciudadanos —políticos, sociales,
civiles—, sea en materia de reconocimiento —de actores sociales
desprotegidos— y/o redistribución —de los recursos y capitales para
satisfacer necesidades básicas—, comienzan a organizarse desde los
márgenes sociales, políticos y económicos que han sido privados de la
presencia/asistencia del Estado y librados a la acción de un mercado
altamente desregulado. En este sentido, como sostiene Denis Merklen
(2005), la inscripción territorial y acción colectiva se vieron así combinadas,
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haciendo del barrio un bastión de resistencia para aquellos que
progresivamente dejaban de estar cubiertos por las tradicionales formas de
inscripción colectiva, tanto estatales como sindicales (Merklen, 2005).
Consecuentemente, la voluntad de integración o de resistencia a la
desafiliación implica la necesidad de hacer frente a las urgencias de lo
cotidiano para dar lugar al establecimiento de lazos de solidaridad local, a la
formulación de demandas y de negociaciones y a la construcción de una
conciencia contestataria orientada al reconocimiento (Ídem.).
De la biologización de la existencia a la existencia de sujetos de
derecho
En el apartado anterior se describió cómo en la concepción política
ideológica neoliberal se accionaron mecanismos compensatorios para
“atacar la pobreza… por medio de la provisión de mínimos biológicos para
satisfacer necesidades básicas3” (Álvarez Leguizamón, 2005: 241). Ahora
bien, la política social actual que viene desarrollándose desde el 2003
aproximadamente y a diferencia del neoliberalismo, se presenta en términos
de integralidad, aspecto abordado por diversos autores como Hinzte (2006),
Vilas (2007), Avalle (2011), Lerullo (2011), entre otros.
3 Al respecto y para quienes estén interesados en profundizar sobre esta concepción
“biologizada”, se recomienda la lectura de “Los discursos minimistas sobre las necesidades
básicas y los umbrales de la ciudadanía como productores de la pobreza”, escrito por Sonia
Álvarez Leguizamón (2005). En el artículo, la autora describe detalladamente la focopolítica,
un modo de gobernar en la era neoliberal que analiza a partir de la revisión del uso de las
categorías para nominar y construir a los sujetos de los programas sociales como sujetos
“inferiores” en lo cultural, social y biológico.
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A modo introductorio, en la coyuntura contemporánea, pueden
diferenciarse tres lineamientos de intervención que se llevan a cabo desde el
MDS —para enfrentar la cuestión social legada del pasado neoliberal— a
partir de la implementación de los siguientes planes4: Plan de Desarrollo
Local y Economía Social “Manos a la Obra”, Plan de Seguridad Alimentaria
“El hambre más urgente”, Plan Familias por la Inclusión Social (Hintze, 2006).
Por otro lado, conviene destacar una salvedad importante de la política social
actual, remitente a que el diseño, la planificación y ejecución de los
programas no estará como antaño en los particularismos en pugna constante
—ONGs, por ejemplo— para canalizar de esta forma los recursos
asistenciales en aras de administrar la biologizada pobreza, sino que será el
propio Estado, quien recobrará su participación e intervención en la cuestión
social a través del MDS fundamentalmente, cuyas políticas serán financiadas
ya no exclusivamente por los organismos internacionales sino por fuentes
propias provenientes, como por ejemplo, de la ANSES y de las empresas
estatizadas.
En la actualidad y en contraste con el neoliberalismo, la preocupación
por la desigualdad y la precariedad social es el punto de partida desde donde
se posiciona la Política Social centrándose en la integralidad. La pobreza, en
4 De acuerdo al sitio oficial del MDS, el Plan Nacional Familias busca la protección y
promoción de las capacidades y derechos de las familias en situación de vulnerabilidad
social; entre sus programas se encuentra el Programa Familias por la inclusión Social. El
Plan de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la obra” tiene como objetivo lograr un
desarrollo social económicamente sustentable que permita generar empleo genuino y
calidad de vida en las familias. Está destinado prioritariamente a personas, familias y grupos
en situación de pobreza, desocupación y/o vulnerabilidad social. Finalmente, el Plan
Nacional de Seguridad Alimentaria está dirigido a familias que viven en situaciones
socialmente desfavorables y de vulnerabilidad nutricional. Los objetivos son brindar
asistencia alimentaria, adecuada y acorde a las particularidades y costumbres de cada
región del país, facilitando la autoproducción de alimentos a las familias y redes
prestacionales.
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tanto cuestión social internalizada en las políticas sociales y desde la
perspectiva del actual gobierno, pasa a concebirse “como el efecto de
procesos de empobrecimiento alimentados por dinámicas estructurales y
acciones institucionales, de ahí que la integralidad implica el reconocimiento
de la multidimensionalidad del fenómeno de la pobreza. Un enfrentamiento
efectivo a la pobreza y a la vulnerabilidad con un sentido de integración
social requiere encarar desde múltiples ángulos institucionales ese conjunto
de factores y relaciones. El nuevo paradigma no implica dejar de lado las
políticas asistenciales, pero les quita el papel protagónico que desempeñaron
en el paradigma neoliberal. En lugar de la focalización individualista del
asistencialismo (…), el nuevo paradigma pone el acento en los escenarios
estructurales e institucionales y en las relaciones sociales y políticas” (Vilas,
2007: 41). En esta direccionalidad, aunque con marcadas diferencias entre sí
que no vienen al caso, serán planteados el programa Argentina Trabaja, la
Asignación Universal por Hijo, donde la implicancia de múltiples sectores —
Ministerios Nacionales, Municipios, Sociedad Civil, Entes privados/públicos—
en el diseño y ejecución será enarbolada bajo la insignia de la integralidad
referida tanto a la intersectorialidad de las políticas sociales como a la
integralidad del antes fragmentado y biologizado sujeto “beneficiario”, ahora
ciudadano/sujeto de derechos, a la salud, a la educación, al trabajo (Avalle,
2010; Hintze, 2009), aspectos que se condensan en dichos planes, por
ejemplo. Como lo explica Trotta, “trabajar intersectorialmente significa no
tratar los problemas en forma aislada sino en su complejidad, trabajando
para el colectivo social con derechos, no para individuos portadores de
carencia” (Trotta, 2003: 99).
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En términos generales, un programa5 se orienta entonces hacia la
atención simultánea de diversos factores que hacen a la condición de
ciudadano no por ser un trabajador asalariado sino más bien un sujeto con
derechos, derechos a la salud, educación, trabajo, seguridad social. En este
sentido, cabe mencionar la intervención activa que asume el Estado respecto
a lo económico, social y político, protagonismo que se puede observar a
través de diversos instrumentos puestos en marcha como ser: la re-
estatización de algunas empresas de servicios públicos (Aerolíneas
Argentinas, el caso del 51% de YPF), la eliminación del sistema privado de
jubilaciones y pensiones (estatización de la administración de los fondos
ahora a cargo de la ANSES), la regulación de los mercados agropecuarios,
los acuerdos de precios con agentes de las cadenas productivas y
comerciales remitentes al congelamiento de los alimentos y otros productos
de consumo masivo, la apelación a la distribución secundaria a través de la
entrega de subsidios destinados a empresas energéticas y de transporte
público.
En resumidas cuentas y como bien lo expresa Hintze (2006), con la
reprogramación de la participación del Estado como agente de intervención,
se delinean los siguientes objetivos en la política social: “A) Promover el
desarrollo humano enmarcado en un ideario social asociado a la equidad y
los derechos. B) Instalar capacidades y herramientas para superar las
carencias, no sólo materiales sino también de oportunidades. C) Ejercitar la
ética del compromiso desde un Estado que acompaña y articula la
consolidación de la política con fuerte inversión social. D) Favorecer una
gestión asociada entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado”
5 A modo de ejemplo podemos citar brevemente a la Asignación Universal por Hijo (AUH),
donde puede observarse cómo articulan diversos ministerios (salud, educación, desarrollo
social, trabajo) para abordar una problemática de forma integral.
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(Hintze, 2006: 82). Pese al énfasis de la integralidad y como se verá más
adelante, la focalización sigue su curso si se tiene en cuenta, como bien lo
expresa Hintze, la acentuación en “las carencias materiales y de
oportunidades” en determinados espacios transitados por determinados
grupos sociales.
En cierto sentido, el sujeto de derecho al que apunta el Estado por
medio de los planes y programas, sigue siendo un sujeto carente y ubicable
geográficamente —a partir de los censos— en un espacio delimitado y
ocupado por esa/s carencia/s. Si uno lee los decretos y objetivos de los
planes y programas sociales se puede observar que la designación de los
territorios a intervenir se establece en función de los bolsones de pobreza
más crudos existentes en Argentina, delimitados geográficamente a partir del
CENSO nacional y de la Encuesta Permanente de Hogares6. Con otras
palabras, se trata de seguir focalizando no sólo a partir de las zonas
geográficas detectadas sino también desde el paradigma de la “carencia”,
donde “la falta de” sigue siendo el punto de partida para designar a los
territorios de los sujetos destinatarios de las políticas sociales. El CDR no
estará exento de la convivencia de paradigmas focalizados e integrales y
será, por lo tanto, parte de los discursos que producen, contornean
biopolíticamente7 a los sujetos de derecho.
6 Sobre este tópico Álvarez Leguizamón (2005) realiza un análisis interesante sobre las
implicancias del “enfoque de las necesidades básicas”, donde la construcción de sus
indicadores sirve “para realizar un mapeo de la población pobre y aplicar a ella los
programas focalizados” (Álvarez Leguizamón, 2005: 255)
7 La biopolítica es un neologismo trabajado por Foucault para analizar el gobierno sobre los
cuerpos desde los discursos políticos, aspecto que se retoma para explicarlo más adelante
en el trabajo. De forma breve, se trata de cómo el poder soberano es ejercido sobre los
cuerpos.
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A modo de ilustración de lo antedicho y como antecedente al
funcionamiento actual de los CDR, se puede traer a colación el “Plan ahí”
descentralizado desde los CDRs, entre otros entes, cuyo objetivo se orientó
a profundizar la intervención en los núcleos duros de la pobreza, ampliando
la presencia del Estado en el territorio, creando accesos y rescatando las
redes e identidades locales8. Más allá de la preponderancia de focalizar en
“los núcleos duro de la pobreza”, cabe rescatar que, discursivamente
hablando, el territorio predilecto de intervención del Estado es un proyecto de
construir espacios para configurar una red social integrada, proyecto para el
cual se proponen como herramientas de gestión a los CDR, los Centros
Integradores Comunitarios y los Promotores Territoriales.
La Política Social Integral se territorializa: MDS, CDR y Trabajadores
Sociales
La idea central en la nueva modalidad de abordaje territorial propuesta desde
el momento en que la Ministra Alicia Kirchner y su equipo asumen la gestión
del MDS durante el mandato de Néstor Kirchner, radica según puede leerse
en los diversos artículos oficiales publicados9, en la realización de acciones
coordinadas y la articulación conjunta —en aras de conformar una red social
que promueva el ejercicio de la ciudadanía y la participación de los actores
en la resolución de problemáticas sociales— entre el Estado, las
organizaciones/instituciones y comunidad, respetando las particularidades
locales de cada municipio, provincia.
8 www.desarrollosocial.gob.ar
9 Políticas Sociales del Bicentenario TOMO I y II del MDS, en: www.desarrollosocial.gob.ar
La intervención comunitaria como campo problemático …
21
Uno de los postulados de la nueva política social radica en salir del
escritorio para ir al territorio. Perelmiter (2012a, 2012b), por su parte, es una
socióloga que desarrolla un análisis interesante sobre el proceso que fue
configurando la territorialización de las políticas sociales, donde vislumbra
cómo el Estado, a través del MDS, comienza a incursionar asistencialmente
en los territorios, con la intención de ganar visibilidad en esos espacios
ocupados por las clases populares desafiliadas. Como bien lo expresa
Perelmiter, “en el marco de la territorialización de las clases populares
(Svampa, 2005; Merklen, 2005) y de la pérdida de visibilidad del Estado
nacional en la escena local de la asistencia, ganar proximidad territorial fue
un vector de reconfiguración política del lugar del Estado nacional en la vida
de las clases populares más desafiliadas. En ese sentido, fue un imperativo
político-organizacional de la burocracia asistencial” (Perelmiter; 2012a:1).
Ahora bien, es en ese espacio heterogéneo, relacional y multiactoral,
inscripto en el territorio local/barrial del que hablaran diversos autores como
Svampa (2005) y Merklen (2005), donde el CDR se insertará desde el año
2006 aproximadamente a partir de la necesidad del Estado por hacerse
presente y visible en “los territorios” sociales/populares a lo largo y ancho del
país. Así, puede leerse en la Web Oficial del MDS que “el proyecto nacional
asumido por el Gobierno a partir de 2003, emprendió el camino de la
recuperación política, social y económica del país de la mano de un Estado
activo, presente y promotor del desarrollo con equidad social, a través de la
política como principal herramienta para la transformación de la sociedad. En
este marco, el Ministerio de Desarrollo Social impulsa políticas sociales
inclusivas para el desarrollo integral de las personas, su familia y su entorno,
fomentando la organización y la participación popular. Dos ejes centrales
La intervención comunitaria como campo problemático …
22
guían la implementación de estas políticas en todo el territorio argentino: la
familia y el trabajo”.
Un primer acercamiento al territorio lo podemos realizar a través del
Organigrama del MDS, el cual nos coloca, al situar el espacio ocupado por
los CDRs10, en la Secretaría de Gestión y Articulación Institucional, de la cual
depende la Subsecretaría de Abordaje Territorial, área a la cual se
encuentran supeditados los CDRs.
Históricamente hablando y como parte de la política social
kirchnerista, hacia el año 2004/2005 (Bazzalo, 2011) se aprobó la creación
de los CDRs desde donde se descentralizarían, además de otras
instituciones como los Municipios, los planes y programas sociales de
alcance nacional. Según el MDS, los CDRs funcionan como delegaciones
locales del nivel central, cuya forma de trabajo es articular políticas con los
gobiernos provinciales y municipales, organizaciones de la sociedad civil y
movimientos sociales en lo que se denomina Red Federal de Políticas
Sociales. Puesto que ningún actor puede trabajar solo, se necesitan construir
estrategias que recuperen los saberes y experiencias de todos y todas11.
Una aproximación a la constitución de los CDRs nos remite entonces,
como sostiene Bazzalo (2011), a los años 2004/2005 cuando el MDS
propone llevar a cabo cambios en lo ateniente a las políticas sociales,
orientándolas de ahora en más no hacia la fragmentación/focalización como
si hiciera en los años previos sino hacia la integralidad y lo territorial con la
consecuente presencia del Estado en todo el país a través de dichas
10
Ver Anexo Ubicación del CDR en el Organigrama del MDS. 11
En www.desarrollosocial.gob.ar/cdr/106
La intervención comunitaria como campo problemático …
23
dependencias. Como sostiene la autora, “el objetivo del proceso es la
definición y construcción de este modelo integral de políticas sociales en el
territorio. Del análisis de situación de la gestión institucional-administrativa
del MDS y de la gestión de las políticas sociales surge la necesidad de una
definición política del territorio que brinde un encuadre estratégico de gestión;
coordinación a nivel nacional de las políticas sociales, y de los planes y
programas específicos, mayor articulación de técnicos, recursos, actores;
institucionalizar espacios de diálogo, reflexión y discusión (Bazzalo, 2011:
103).
Pero siguiendo a Perelmiter (2012a; 2012b) y si se tiene en cuenta
que el MDS históricamente no contaba con infraestructura propia
desperdigada en los espacios locales, puede observarse cómo esa
institucionalización de la asistencia en diversas delegaciones estuvo
destinada a propiciar la visibilización del Estado en el territorio nacional y en
la vida diaria de las personas, de ahí que en primera instancia se hiciera
hincapié en recepcionar, leer y diagramar las visitas domiciliarias para dar
respuesta a las famosas “cartas”. Asimismo y como parte de ese procesos
de visibilización territorial localizada, se institucionalizó mediante la sanción
de decretos, la creación de los CDR junto a los Centros Integradores
Comunitarios (CICs) y el Programa de Promotores Territoriales para el
Cambio Social (PTCS).
Esta propagación territorial de los CDR, similar al diseño radial de las
vías ferroviarias según puede observarse en la web oficial, ponderará como
zona principal del despliegue del Estado a la provincia de Buenos Aires, en
especial el cinturón del Conurbano Bonaerense. Mientras en el interior de la
Argentina hay un CDR por y en cada provincia, con excepción de Santa Fe
donde se encuentran dos, en el Conurbano Bonaerense —no así en la
La intervención comunitaria como campo problemático …
24
CABA— proliferan en la mayoría de los distritos (como Avellaneda,
Presidente Perón, Tres de Febrero, Almirante Brown, Lomas de Zamora,
entre otros) conformando un colectivo profesional de aproximadamente 120
trabajadores sociales en territorio, según lo explicó uno de ellos. Asimismo lo
explica Perelmiter al sostener que “el Ministerio profesionalizó a su
funcionariado. Entre 2003 y 2007, la cartera triplicó su plantel de trabajadores
sociales.
La decisión de construir una burocracia enraizada al territorio, en
condiciones de disputar cercanía y afectividad en el vínculo asistencial,
estuvo en la base del proceso de valorización -simbólica y salarial- del
trabajo social en la práctica ministerial” (Perelmiter, 2012b: 317).
A esta altura muchos se preguntarán cuál es el territorio al que alude
la política social. Sólo se hará referencia brevemente a algunas cuestiones
interesantes. A modo introductorio y teniendo en cuenta el marco teórico que
se viene desplegando, podría decirse que la focalización en los territorios de
las clases sociales populares se fundamenta en la idea de un Estado Nación
moderno, donde la soberanía territorial se instituye —históricamente y desde
los tiempos de conformación de nuestro Estado—, en un principio político de
actuación tendiente a la homogeneización de lo diverso/insurgente dado que
pone en jaque el control y dominio del Estado dentro de sus propias
fronteras, de ahí que la soberanía sin territorialidad de la que hablara
Appadurai (1999) resulte inaceptable para la gobernabilidad. En este sentido,
cómo la biopolítica, el control político sobre los cuerpos, está presente de
manera subyacente en la formulación y ejecución de las políticas sociales en
cuanto buscan producir sujetos de derecho o derecho a ser sujetos —a partir
de aprehensiones estadísticas, aspecto fundamental en los Estados
modernos—. Es decir, se trata de políticas tendientes a diseñar formas
discursivas de poder y control sobre los focos territoriales de los sujetos
colectivos detectados en cuanto formas alternativas de organización,
La intervención comunitaria como campo problemático …
25
representación y movilización surgentes en la década de los noventa y
principios del nuevo milenio. Políticamente el territorio podrá implicar
determinada concepción física/geográfica, soberana/focalizada, del mismo y
de lo que hay dentro de él.
Existen numerosos autores que analizan la implementación de
políticas sociales en espacios localizados, donde la condición para la
participación ciudadana en determinado programa —en cuanto beneficiario—
se reduce a límites territoriales visibles en lo geográfico, como ser de un
barrio o cuadra por ejemplo. Ejemplo de lo anterior está dado por Boccara
(2004), quien analiza el diseño e implementación de un proyecto de salud
complementaria construido desde el territorio Mapuche, entre el Servicio
Público de Salud Araucanía Sur y la Asociación Mapuche Newen Pu
Lafkenche de Carahue, Chile. Así también lo describen, Kowerwein y
Doudtchitzky (2007), al desarrollar el caso de la entrega de microcréditos a
partir de un análisis comparativo de la implementación de una política social
a nivel local, conocida comúnmente con el Banco Popular de la Buena Fe.
En este caso, dichos autores se detienen en la relación que se establece
entre quienes otorgan el crédito y quiénes lo reciben, siendo que estos
últimos deben estar dentro de los límites territoriales/barriales definidos y
aceptados para ser beneficiarios de la política social en cuestión.
Pese a lo anterior y el debate del cual puede ser objeto, debemos
tener en cuenta la presencia de múltiples territorios donde interviene el
Estado —a través de los CDR— tanto como los múltiples actores que
transitan esos lugares. En este sentido, se propone comprender al territorio
de la intervención comunitaria como campo problemático, cuestión que
retomaremos al final del trabajo, tal como lo entiende Ortiz (1996) en cuanto
“conjunto de planos atravesados por procesos sociales diferenciados” (Ortiz,
La intervención comunitaria como campo problemático …
26
1996: 60), distanciándonos de la concepción geofísica del espacio y, también
podría agregarse, del territorio en términos de “gueto” al decir de Bauman
(2003), es decir, en tanto espacios de confinamiento espacial y social, o
barrial para ser más gráficos. Por lo tanto, se destaca no el aspecto
cartográfico del espacio sino las fuerzas sociales que circulan por él y el
entramado de diversas espacialidades y relaciones de poder entre esas
fuerzas sociales posicionadas en disputa por capitales económicos, políticos,
simbólicos (Bourdieu y Wacquant, 1995). En resumidas cuentas, “el lugar
sería entonces el entrecruzamiento de diferentes líneas de fuerza en el
contexto de una situación determinada” (Ortiz, 1996: 64).
En relación a lo antedicho, es conveniente comprender al poder en
términos relacionales e históricos, en la forma planteada por Foucault (1978;
1991). También se comparte la idea de Ferullo de Parajón, para quien la
participación se torna en un ejercicio de poder. Consecuentemente, pensar
en términos relacionales es analizar las relaciones desiguales en la
participación (Poggiese, 1993) a la hora de definir y proponer acciones para
las problemáticas vividas por parte de los diversos actores, potenciando la
cualidad de agencia y empoderamiento de los mismos, promocionando la
capacidad de ejercer el poder de manera democrática, es decir participando
activamente, facilitando la circulación del poder por todo el entramado social
y deconstruyendo la idea de que sólo unos pocos pueden tener acceso al
poder.
Como sostiene Tomassini (1995), si el poder no está al servicio de una
realidad o idea, no crea nada, de modo que el poder se ejerce participando
en los diversos espacios comunitarios en torno a un proyecto colectivo
orientado a transformar las situaciones vividas. El poder atraviesa todas las
relaciones humanas (Montero, 2004), de ahí la necesidad de fortalecerlas y
La intervención comunitaria como campo problemático …
27
potenciarlas de manera participativa y democrática en los espacios de
intervención, donde cada uno de los actores partícipes puedan desarrollar
conjuntamente sus capacidades y recursos, para lograr la transformación de
su realidad, transformándose al mismo tiempo a sí mismos. Es meritorio
aclarar que más allá de comprender que el poder circula, no hay que dejar de
lado las concepciones nativas de algunos actores con los que se interactúa y
que tienen otros supuestos subyacentes en la producción de poder —como
atributo, como una cosa que se posee y se ramifica desde un centro
intencionalmente a partir de determinados anclajes en ciertos espacios y
campos sociales ofuscando la participación democrática—.
Intervención Comunitaria como campo problemático
En este punto se preguntarán en qué consistirá el campo problemático de la
intervención comunitaria. Al respecto, repasemos lo visto hasta ahora.
Comenzamos nuestro recorrido presentando los postulados generales y la
historicidad de la política social. A continuación se le dio paso a la política
social —en cuanto marco político ideológico que da respuesta a la cuestión
social del momento histórico que se trate—, la cual fue tomando cuerpo con
la delineación de las orientaciones actuales, que serán retomadas en el
capítulo siguiente para describir y analizar dos situaciones de campo, cada
una con sus particularidades, pero ambas insertas en el territorio de la
política social contemporánea. Luego veremos cómo cada territorio de
intervención profesional desde los CDR presenta cualidades que lo
distinguen de otros y cómo en cierto sentido, se trata de una construcción
colectiva de espacios sociales. Por otro lado, en lo que resta del presente
capítulo se propone reflexionar críticamente sobre la intervención profesional
comunitaria —siempre teniendo en cuenta el territorio de la política social—,
La intervención comunitaria como campo problemático …
28
como campo problemático que se inserta en dichos espacios de disputa y
tensión entre diversos actores, el Estado y la comunidad principalmente.
Así, podremos observar como la intervención profesional comunitaria,
orientada a la promoción de la ciudadanía y a la autonomía en la toma de
decisiones para la transformación, adquiere matices propios según las
características del territorio donde se desarrolle, sin dejar por eso, de
fundamentarse —teórica y prácticamente— cada una de las acciones
emprendidas para modificar cierta realidad, cualidad del Trabajo Social.
Como lo expresa Rozas Pagaza, toda intervención se fundamenta en un
conjunto de conceptos que guían el accionar del profesional” (Rozas Pagaza,
2005: 61). A su vez, la necesidad de la mediación se redescubre en cada
espacio social transitado, sea desde la intervención como desde la
investigación. Las realidades que enfrentamos no son llanas ni simples, por
el contrario, presentan un nivel de complejidad que requieren de
herramientas complejas para su aprehensión mediatizada, es decir, que nos
permitan dar cuenta de las múltiples relaciones entre lo singular, particular y
universal. El Trabajo Social, de acuerdo a diversos autores (Rozas Pagaza,
2005; Mendoza Rangel, 1986; Iamamoto, 1999), se encuentra en ese
espacio relacional y complejo, intersectado por tensiones que provienen
desde diversos campos públicos/privados, políticos, económicos, sociales,
culturales, ideológicos.
Para Mendoza Rangel (1986) el posicionamiento del profesional en la
intervención se encuentra en la interacción que acontece entre las
necesidades del sujeto, las disciplinas que dan respuestas, el Estado y las
políticas que el mismo despliega, y las instituciones que brindan servicios.
Como lo explica la autora, “el trabajo social ha definido que su acción
profesional está ubicada en el ámbito de la política social y que una de las
La intervención comunitaria como campo problemático …
29
tareas fundamentales que el Estado ha definido para nosotros, es la de
conocer las necesidades de la población, para opinar, definir o analizar el
otorgamiento de los servicios” (Mendoza Rangel, 1986: 70). Ahora bien, este
posicionamiento en el espacio colectivo desigual, en el meollo mismo de la
cuestión social, debe ser un medio desde el cual promover acciones
fundamentadas tendientes al respeto y ejercicio de los derechos humanos.
El CDR, en este sentido y como cualquier otra institución pública/privada,
puede contribuir con tal ideario que, más que ideario, resulta una necesidad
indispensable del hacer/pensar el Trabajo Social en todas sus dimensiones
—teórico/práctica, operativo/instrumental, ético/política—. Los trabajadores
sociales que realizan su quehacer cotidiano en dicho espacio, cuentan con
un espacio de libertad para promover acciones de índole comunitaria, aun a
cuentas de enfrentarse a intereses monopólicos políticos y económicos.
Como bien es sabido, el ejercicio profesional y por ende, la condición del
trabajador social en cuanto asalariado, no es ajeno al desarrollo capitalista,
como sostiene Iamamoto “as condiciones e relacoes de trabalho do
assistente social sofrem impactos diretos do conjunto das transformacoes
operadas nas esferas privada e estatal, que alteram as relacoes entre o
estado e a sociedade… os assistentes funcionários públicos vem sofrendo os
efeitos deletério da reforma do estado na órbita do emprego e da
precarizacao das relacoes de trabalho” (Iamamoto, 1999: 119). Sin embargo,
esa cualidad del Trabajo Social lejos de instituirse en una limitación a la
acción transformadora, se instituye en una potencialidad para impulsar
estrategias de cambio socio-comunitario. Nos debe permitir mediar entre los
diversos actores, beneficiando a los sectores más desprotegidos y
vulnerados, brindándoles para ello herramientas que viabilicen el ejercicio de
los derechos.
La intervención comunitaria como campo problemático …
30
Por su parte, la intervención comunitaria como campo problemático
propone pensar el rol del Trabajo Social desde la mediación e inserto dentro
del entramado de la realidad social, compleja y multicausal, realidad que nos
interpela constantemente en el ejercicio profesional. No hay recetarios
metódicos que nos indiquen cómo posicionarnos y actuar en cada espacio.
Cada intervención debe procurar construir formas de aprehensión y
resolución de conflictos acordes a la complejidad de las situaciones que se
presentan. En este sentido, el Trabajo Social debe permitirnos dar cuenta de
la polifónica realidad en la que se interviene, no de forma apriorística, sino
reflexiva y crítica, de ahí la necesidad de “construir nuevas categorías que
permitan mostrar una realidad persistente y múltiple”, sin olvidar que “la
función de mediación no es hablar de otros sino mostrar las contradicciones
de los discursos” (Matus Sepúlveda, 1999: 19/67).
Emulando a Cavalieri (2008) cuando discute el término de problemas
sociales y propone el de situaciones problemáticas, la intervención
comunitaria debe ser comprendida desde los CDR como un espacio que se
instituye en una realidad dialéctica donde se presentan las manifestaciones
de la cuestión social, inmersa en territorios atravesados por múltiples
intereses —del Estado, de los actores sociales como vecinos, organizaciones
no gubernamentales, partidos políticos— y dimensiones encumbradas
históricamente—económicas, políticas, sociales, culturales—, que adquieren
determinadas particularidades, de ahí la necesidad de aprehenderlas desde
la mediación, desde esa interacción que se da entre lo singular y universal,
tanto como entre la teoría y empiria. Es así que, siguiendo a Aquín (2004), “la
esfera comunitaria de nuestra intervención aborda específicamente los
obstáculos que ciertos sectores presentan para reproducir su existencia,
particularmente en la dimensión pública de la reproducción cotidiana. La
imposibilidad de resolución individual de ciertas necesidades, determina la
La intervención comunitaria como campo problemático …
31
creación de un espacio social donde las dimensiones de lo público, lo privado
y lo estatal se entrecruzan de distintos modos y con distintos grados de
formalización, al interior del espacio público societal” (Aquín, 2004: 119).
Partiendo de las necesidades colectivas que se encuentran en los múltiples y
complejos territorios de intervención y que en la problemática bajo análisis
algunos de ellos coinciden con el territorio de la política social —donde el
Estado se hace presente a través de los CDR—, urge transformar esas
necesidades en medios para la organización y movilización so pretexto de
promover el ejercicio de la ciudadanía. Al respecto, se comparte con Aquín
(2004), las cualidades que debe tener el Trabajo Social comunitario. Por un
lado, debe estar orientado a la acción instituyente de ciudadanía en los
espacios de intervención insertos en los intersticios de la interacción entre
estatal y societal, sin dejar de lado la necesidad de articular con otros
espacios que trasciendan las limitaciones, segregaciones y asilamientos que
implican los localismos —guetos para Bauman (2003), barrios para Merklen
(2005)— en aras de fortalecer la acción de las comunidades con las cuales
se trabaja. A su vez, la intervención debe contribuir a sostener procesos que
sustenten —en el tiempo y en el espacio territorial— la igualdad de
oportunidades, la justicia y la libertad en el ejercicio de todos los derechos de
los sujetos. Finalmente, lo anterior debe estar inscripto en el paradigma de la
participación democrática, aspecto abordado en el apartado anterior. En
resumidas cuentas y en sintonía con Barbero y Cortés (2005) se trata de
construir “sujetos sociales, nuevos agentes colectivos y/o nuevas estructuras
de relaciones entre ellos que permitan encarar la transformación de
situaciones colectivas” (Barbero y Cortés, 2005: 18), transformación
asentada en la autonomía a la hora de tomar decisiones y emprender
acciones, siendo que el rol de los trabajadores sociales es promover y
acompañar esos procesos colectivos.
La intervención comunitaria como campo problemático …
33
CAPÍTULO II
¿Lo comunitario en los CDR, la integralidad focalizada o la
focalización de la integralidad?
El capítulo anterior pretendió contextualizar la política social en territorio
desde algunos conceptos teóricos e históricos fundamentales que le dan
sustento para comprender, en lo que resta del trabajo, los escenarios de
actuación profesional. En el capítulo presente se intentará dar cuenta de la
construcción del campo de intervención comunitaria —como campo
problemático— en los espacios creados por el MDS, los CDR, a partir de dos
casos concretos, donde se realizaron entrevistas, observaciones
participantes y no participantes. Antes, se detallan algunas consideraciones
acerca de las modalidades de intervención profesional en los CDR.
Trabajadores Sociales e intervención profesional en los CDR
Como se anticipara anteriormente en la nueva política social territorializada
se le dio un lugar preponderante al colectivo de trabajadores sociales dentro
del MDS en general y de los CDR en particular, locus donde nos
detendremos en los párrafos siguientes.
Los CDR observados, están ubicados en el Conurbano Bonaerense,
situados uno en Zona Sur y el otro en Zona Oeste. Por cuestiones de respeto
La intervención comunitaria como campo problemático …
34
a la identidad de quienes prestaron su tiempo y abrieron sus puertas para
conocer la “cocina” de las intervenciones profesionales, no se darán datos
personales ni direcciones para no comprometer ni juzgar sus trabajos,
apelando en su lugar al establecimiento de nombres ficticios en caso de ser
necesario.
Recapitulando la historicidad de los CDR y a partir de lo recabado en
el campo, podría decirse que los mismos son delegaciones creadas por el
MDS con la finalidad de descentralizar los programas sociales12 en territorios
delimitados específicamente para eso.
Por su parte, los Equipos Técnicos de los CDR, están constituidos por
trabajadores sociales, quienes articulan con vecinos y demás instituciones
presentes en los territorios de actuación. Si bien cuentan con una oficina
donde organizan cronológicamente las actividades a desarrollar y algunas
reuniones con referentes, la mayor parte del tiempo transcurre en “territorio”,
barrios e instituciones, según pudo observarse y de acuerdo a lo comentado
por una trabajadora social durante una entrevista. Como lo expresara otra de
ellas, los lineamientos de intervención pueden ser de índole asistencial —
relevar para entregar un recurso— o comunitaria —organización de algún
proyecto comunitario para solucionar determinada necesidad colectiva—,
aspecto este último surgido, en los dos CDR visitados, por el interés del
colectivo de trabajadores sociales y no por disposición del MDS, según
explicaron.
Una de las cuestiones sobresalientes del CDR Sur —y que en el
Oeste no manifestaron estar sujetos— recaló en estar subordinados a dos
12
Ver Anexo de Planes y programas Sociales del MDS descentralizados desde el CDR.
La intervención comunitaria como campo problemático …
35
tipos de coordinación: una política y otra técnica. Para comprender la lógica
de funcionamiento se invita a pasar revista a uno de los casos para ir
visualizando, entretanto, la construcción del espacio de intervención y los
conflictos emergentes.
Intervención Comunitaria en el CDR Sur
En los inicios del año 2010, cuando comenzaron las prácticas relativas al
cumplimiento curricular facultativo, la referente13 de una Organización
(“ORG”) —partícipe en la toma y organización de un asentamiento de
reciente conformación—, junto con la coordinación política del CDR Sur,
determinan dos líneas de acción que el Equipo Técnico debería efectivizar
sobre la población residente: por un lado, relevamientos familiares y, por el
otro, organización comunitaria (Informe de Actuación Profesional, 2010). Por
su parte, el término “referente” merece ser explicado para comprender el
sentido al que se remitirá el presente trabajo.
El concepto de referente hay que entenderlo en términos de
“mediador” al decir de Trotta (2003), quien analiza las transformaciones del
clientelismo político. En su libro, dicho autor refiere por mediador a aquellas
personas que estando en los barrios se encuentran en una posición bisagra
13
En el desarrollo del trabajo la “referente” de la ORG será nominada en esos términos, tal como lo hacía el Equipo Técnico de Trabajadores Sociales, dado que era un actor con injerencia en el asentamiento. Fue ella quien presentó al Equipo ante los residentes del barrio. Además, en una oportunidad, pudo observarse cómo dicha referente resolvió un problema de nación contactándose con funcionarios del nivel municipal para que atendieran en el hospital a una mujer de urgencia y que no pudo ser tratada en el tráiler de salud de nación porque el mismo nunca asistió al barrio programado. Con esto quiere resaltarse el vínculo que tenía el Equipo con la referente, a quien conocían de antemano y qué posicionamiento tenía la referente en el territorio.
La intervención comunitaria como campo problemático …
36
entre los funcionarios políticos de mayor nivel —en nuestro caso,
representantes de los niveles municipales y nacionales— y la población,
asentándose el vínculo con la población en una relación asimétrica de dones
y contra-dones, es decir, recursos materiales a cambio de lealtades políticas.
A modo de ejemplo, en dos oportunidades, las reuniones de encuentro con
los residentes del asentamiento se vieron suspendidas una vez que llegamos
al campo mismo porque la mayor parte de los participantes, seguidores de la
“referente” de la ORG, tuvieron que acompañar a la misma a un acto público
en la ciudad de La Plata, según manifestaron unos vecinos. Trotta menciona
que “quien se erige en referente o mediador en el ámbito barrial es uno de
los vecinos cooptados por el funcionario político inserto en la burocracia
estatal; esto garantiza que quien oficia de terminal en el lazo clientelar de
parte del patrón sea visto como uno más y no como alguien del afuera del
entorno barrial” (Trotta, 2003: 128). En nuestro caso cabe aclarar que la
referente barrial y coordinadora de la ORG no vivía en el barrio, pero, según
pudo constatarse de acuerdo al relato de varios vecinos, a ella recurrían
cuando se presentaban inconvenientes en el barrio o se necesitaban
recursos del Estado, quien, por su parte, no podía intervenir directamente por
la “ocupación ilegal” de las tierras, según lo expresó una de las trabajadoras
sociales. Por demás, cuando en el presente trabajo se aluda a la “referente
de la ORG”, se lo hará bajo la concepción precedente, donde el entramado
relacional coloca al mediador en una posición que le permite administrar
territorios y lealtades a partir de la distribución de recursos a corto (chapas,
frazadas) y largo plazo (promesa de títulos de propiedad, por ejemplo).
Con relevar, en el CDR se hacía mención a la entrevista sita en el
domicilio de quienes figuraban en un listado entregado por la ORG —
entiéndase la “referente”— para participar de los Programas de Ayudas
La intervención comunitaria como campo problemático …
37
Urgentes y Emprendimientos Familiares, programas14 que se entregan por
única vez.
Los relevamientos familiares se realizarían a partir de un listado
cedido por la referente de la ORG que antes se mencionara. Asimismo, el
Equipo Técnico del CDR había definido criterios profesionales de selección
para la entrega de los recursos en el asentamiento, como ser problemas de
salud, habitacionales, residir permanentemente en el lugar, aspecto, este
último, que ocasionó algunas tensiones dado que en el listado proporcionado
figuraban familias que ya habían sido relevadas en otros barrios años
previos, razón por la cual se solicitó una nueva lista. Este dato no es menor,
porque el territorio de intervención bajo modalidad asistencial estuvo definido
simultáneamente por lo geográfico y político, ya que, técnicamente, sólo
serían relevadas las familias que vivían permanentemente dentro del
asentamiento y de buenas a primeras, fue designado como territorio a
intervenir por la Coordinación Política en conjunto con la referente de la
ORG.
Como puede observarse, bajo la línea de intervención asistencial
enmarcada dentro del espacio del CDR y de tinte asistencial por centrarse en
la “carencia de”, subyace la continuidad de la focalización en cuanto política
social que sigue vigente dentro de un modelo que se presenta como integral
e inclusivo en el territorio. Pero además, resulta focalizada porque está
dirigido a las clases populares que han quedado desafiliadas, pululando de
un Plan a otro hasta ser integradas a uno de ellos. En la situación bajo
análisis la continuidad de la focalización se vislumbra en el relevamiento
familiar dentro del asentamiento y la entrega —bajo el programa por única
14
Ver Anexo de Planes y programas Sociales del MDS descentralizados desde el CDR.
La intervención comunitaria como campo problemático …
38
vez de “Ayudas Urgentes”15 — de chapas, colchones y frazadas a
determinadas personas, en su mayoría partidarios de la referente de la ORG.
Por otro lado, como puede premonitoriamente verse en el territorio
bajo análisis, lo técnico —equipo profesional— y político —referente de la
ORG— configuran un entramado institucional/territorial interesante que ya de
entrada muestran tensiones entre sí en el campo de intervención estatal,
dadas por los conflictos entre las formas de selección/asignación de recursos
—intervención profesional vs clientelismo político— y las formas de
participación —democrática vs autoritaria—.
Es en el territorio mismo donde puede visualizarse la tensión entre lo
técnico/político tanto como la pugna por delimitar los espacios por parte de
los diversos actores presentes en el escenario, de ahí de la necesidad de
considerar que, más allá de los discursos político ideológicos oficiales que
fluyen en torno a las políticas sociales en territorio —singularidad tendiente a
negar la pluralidad—, no existe un territorio sino múltiples formas de
transitarlo, lo cual nos lleva a pensar que resulta más apropiado hablar de los
territorios como espacios atravesados por fuerzas sociales.
Podría entonces argumentarse que ese territorio designado
verticalmente para la actuación horizontal del equipo profesional deja al
descubierto cómo el territorio mismo se instituye en un campo problemático a
intervenir, ya que esa indefinición provista por la singularidad en su
definición, es el locus que permite la delimitación del territorio de acuerdo al
posicionamiento ocupado frente a él y a la intencionalidad de las acciones
15
Ver Anexo de Planes y programas Sociales del MDS descentralizados desde el CDR.
La intervención comunitaria como campo problemático …
39
emprendidas sobre él. En ese sentido, es dable entender por qué las
tendencias políticas y técnicas entran en conflicto.
Volviendo al relato, si bien el nuevo listado nunca llegó, el equipo
asistió al barrio para realizar el relevamiento, el cual se vio truncado por la
interrupción de la referente de la ORG, quien acompañaba al equipo a la
hora de relevar. Cabe remarcar que al tiempo que se proponían los
relevamientos familiares, la Coordinación Política gestionó e hizo entrega a la
organización de diversos recursos como chapas, frazadas y colchones, los
cuales fueron repartidos entre los miembros pertenecientes a la ORG. El
territorio delimitado consistió en un indudable clientelismo político, propiciado
desde el interior del mismo MDS por medio de la Coordinación Política,
obviando a la Coordinación Técnica. Así, la articulación horizontal propuesta
por el MDS entre los múltiples actores se vio ofuscada por la apropiación
vertical del territorio ya que las chapas, frazadas y colchones “bajaron” por un
acuerdo político donde el Equipo Técnico y demás
organizaciones/instituciones presentes en el barrio no participaron.
La construcción del territorio a intervenir, al estar compuesto por
múltiples fuerzas que lo van configurando, es objeto de definiciones no sólo
conceptuales sino también de actuación, apropiación, según los supuestos
acerca del poder que maneje cada actor interviniente. Sintéticamente
hablando, tanto políticos como profesionales definen con sus prácticas el
territorio a intervenir, relevar, imponiendo diversos juegos de poder (Matus,
2007). Así, por ejemplo, la referente de la ORG busca monopolizar el control
sobre los individuos mediante el ejercicio de un poder políticamente
autoritario y vertical. A diferencia de esto, el equipo técnico con su saber
fundamentado científicamente y a partir del poder comprendido en términos
relacionales, pretende construir comunidad, participación democrática,
La intervención comunitaria como campo problemático …
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promocionando la ciudadanía como derecho del sujeto por el simple hecho
de ser sujeto y no un partidario, seguidor de alguna tendencia/referente de la
ORG.
Esta “bajada” del Estado a través de dos lineamientos, uno fundado en
el consenso (participación democrática desde la promoción comunitaria del
CDR) y otro en la coerción (desde el posicionamiento y accionar de la
referente de la ORG), nos hace pensar en su institución como hegemonía
(Portantiero, 1981) que se revela en la vida cotidiana mediante diversos
mecanismos, discursos contradictorios, en este caso, a través de las políticas
sociales en territorio, circunscriptas a determinado colectivo social, los
residentes del asentamiento. El poder político entonces confronta con el
poder fundamentado técnicamente, aspecto anticipado por Weber (1967),
quien reserva el término político para referir al Estado como esa “comunidad
humana que, dentro de un determinado territorio, reclama para sí el
monopolio de la violencia física legítima” (Weber, 1967: 83), utilizando para
tal dominación la obediencia de la población hacia quienes creen portar el
poder legítimo y el poder de disposición de los funcionarios administrativos y
de los recursos materiales. Es decir que, “para el mantenimiento de toda
dominación por la fuerza se requieren ciertos bienes materiales” (Ídem.: 88)
Los criterios establecidos profesionalmente compiten y caducan ante
los criterios políticos de selección, aspecto abordado por Pantaleón (2005),
cuando describe cómo la dicotomía de lo técnico y político presente para el
caso de la Secretaría de Desarrollo Social en Salta se intensifica, justamente,
en uno de los momentos claves del quehacer cotidiano del programa:
Registrar la demanda bajo el carácter “urgente y sugerir la entrega de los
materiales pedidos. Para los profesionales no militantes, si no se cumple con
los criterios que consideran como los legítimos para declarar la carencia y la
La intervención comunitaria como campo problemático …
41
necesidad (criterios aprendidos en la formación profesional), el registro se
transforma en una acción política, y por tanto, inválida. Por su parte, en la
perspectiva de los políticos y técnicos militantes, la política es positiva, ya
que intervienen los criterios de pertenencia al grupo partidario y un proyecto
común a realizar. Y el “realizar” habla de los tiempos políticos que tienen más
premura que los tiempos técnicos” (Pantaleón, 2005: 48).
La vertical y conflictiva “bajada” de los recursos, a través de la gestión
y administración de los programas de índole asistencial descentralizados en
los territorios con la mediación de la referente de la ORG, en una
simultaneidad contradictoria visibilizada en la horizontalidad
participativa/colectiva propiciada por el equipo técnico del CDR, deja entrever
los conflictos emergentes que configuran el campo problemático de la
intervención comunitaria en el territorio de la política social, ese intersticio
entre el Estado y la sociedad.
En cuanto a la organización comunitaria —realizada en forma paralela
a los relevamientos familiares—, la misma comenzó su proceso en el espacio
físico de funcionamiento de la ORG, quien se había ocupado de la entrega
de chapas, frazadas y colchones. Cabe aclarar que siguiendo a Barbero y
Cortés (2005) y en el sentido compartido por el Equipo Técnico según lo
expresaran en entrevistas y en los espacios de los CDR, la intervención
comunitaria es una forma de abordaje mediante la cual se busca modificar
colectivamente determinada situación problemática común al colectivo por
medio de tres procesos: la concienciación (identidad), organización y
movilización, siempre y cuando se promocionen el ejercicio de la ciudadanía
y la autonomía de los actores para la toma de decisiones y acciones respecto
a los problemas visualizados y viables de solucionar, aspectos tenidos en
cuenta en este segundo lineamiento —organización comunitaria—.
La intervención comunitaria como campo problemático …
42
Cada quince días el Equipo Técnico asistía al territorio designado,
convocando a todas las instituciones/organizaciones/vecinos presentes en el
barrio con la intención de ampliar la participación y hacer un diagnóstico
situacional de las problemáticas en aras de construir futuras líneas de acción
que propiciaran la autonomía y el ejercicio de la ciudadanía, según lo
expresaron las trabajadoras sociales en las entrevistas realizadas.
En ese espacio colectivo, comienza entonces a definirse el territorio de
intervención en forma conjunta, tal como lo sostiene la nueva Política Social.
Pero ese territorio comunitario en construcción estaba gestionándose dentro
del territorio singular, geográfico y político de la referente de la ORG, quien,
además de “prestar” su territorio —el terreno y tinglado de la ORG— imponía
sus propias reglas para participar y designar las voces que podían hablar.
Por ejemplo, se ocupaba de “fortalecer” a los vecinos que veía como
potenciales referentes, incentivándolos a asistir a diversas reuniones
barriales. Obviamente, esa tensión en la delimitación territorial y confluencia
de diversas fuerzas en el territorio, donde se entrecruzaban dos lógicas de
intervención paralelas, socavaría el proceso de organización comunitaria,
algo que el MDS avaló porque nunca tomó medidas al respecto a sabiendas
de lo que sucedía según puede constatarse en el Informe de Actuación
Profesional (2010), donde quedaron registrados los conflictos que culminaron
con el proceso de organización por pedido de la referente y la Coordinación
Política.
Por otro lado, es justamente en este momento donde nos insertamos
como estudiantes de Trabajo Social por un convenio entre la Universidad de
Lanús y la Coordinación Técnica del CDR. Desde la llegada al campo se
participó del proceso de organización, asistiendo a la asamblea barrial, un
La intervención comunitaria como campo problemático …
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espacio donde los vecinos e instituciones/organizaciones podían expresar
sus inquietudes, debatir los problemas y las formas de resolverlos sin estar
sujetos al control unidireccional de la referente de la ORG. En relación a esto
último y siguiendo a Menéndez (2006), la participación más que un fin en sí
misma debe ser un medio relacional que conlleve la organización,
movilización, democratización de la comunidad, generando un campo de
autonomía tanto a nivel sujeto como grupal. Como sostiene dicho autor,
debemos pensar la Participación Social como un mecanismo para
construir/reconstruir la identidad, como un ejercicio donde los sujetos pueden
experimentar su propio poder y sus posibilidades de acción (Ídem.: 61),
proyectando la sociedad que desean alcanzar. Ahora bien, mediante esas
reuniones quincenales que luego se volvieron semanales, comienza a
construirse un escenario participativo donde el Equipo Técnico es un actor
más que interactúa con vecinos y organizaciones en aras de realizar una
acción conjunta en torno a un objetivo común a todos. Así, la feria
comunitaria, inmersa en la Gestión Asociada —aspecto a tratar en el próximo
apartado— es propuesta bajo los objetivos de: generar un ingreso económico
a las familias participantes, facilitar el intercambio de productos-servicios
dentro del barrio y fortalecer la participación y organización barrial (Acta
Acuerdo de la Feria).
En cuanto a la modalidad de la asamblea barrial merece destacar que
la misma buscaba propiciar la participación de todos los actores presentes en
el barrio, apartándose de la adhesión partidiaria que podían presentar otras
organizaciones como la ORG, por ejemplo. En este sentido, las
convocatorias se realizaban con anticipación y mediante la “pegatina” de
folletos con el día, hora y lugar de encuentro, así como también con llamados
telefónicos que se realizaban desde la oficina del CDR a todas las personas
que habían estado en la última reunión. Una vez en la asamblea, se procedía
La intervención comunitaria como campo problemático …
44
a armar un círculo con los presentes, pidiéndose que se presentaran en cada
encuentro los nuevos participantes. Asimismo, cuando alguno de los actores
cooptaba la palabra, alguna de las trabajadoras sociales intervenía para
moderar y darle lugar a otras personas.
En una de esas reuniones quincenales, la referente de la ORG
comenta una experiencia de trabajo comunitario, donde los vecinos de otro
barrio organizaron una feria, cuestión que fue apropiada con entusiasmo en
el asentamiento. De ahí en más las reuniones, ya sin la presencia de la
referente de la ORG, girarían en torno a la definición de los objetivos de la
feria, requisitos para poner un puesto, participantes, rubros.
Como puede observarse, esta modalidad de intervención horizontal se
inscribía dentro de los parámetros de la Política Social actual, aunque el
escenario construido por el Equipo Técnico se contraponía, al propiciado
focal y verticalmente por el MDS a través de la referente de la ORG. De ahí
la importancia de hablar de territorios y no de territorio. El territorio de
intervención técnico-profesional fue construido colectivamente mediante
asambleas comunitarias, pero sin embargo la designación del territorio/barrio
—donde “las chicas de Nación” iniciaron el proceso de organización
comunitaria— había sido establecida verticalmente a través de la
Coordinación Política y la referente de la ORG, quien tenía contactos con
referentes del MDS y el Municipio. En este caso, los referentes eran
personas con cierto poder decisorio en las instancias estatales con las cuales
se vinculaba la referente de la ORG para obtener recursos y coartar la acción
colectiva. Al parecer, a la hora de implementar las políticas sociales en el
territorio nacional, persiste la estructura neoliberal de clientelismo y reducción
de “los pobres” a sus cotos de existencia cotidiana (Cardarelli y Rosenfeld,
1998), el barrio o los guetos reales al decir de Bauman (2003). Todavía
La intervención comunitaria como campo problemático …
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subsisten vestigios del modo en que se implementaron las políticas sociales
durante el neoliberalismo en su máxima expresión.
Hasta este momento el proceso de organización comunitaria fue
desarrollándose “normalmente”. Sin embargo, una semana antes de la
inauguración de la feria terminó por estallar el conflicto latente en una
reunión dentro de la oficina del CDR. De esta manera, las tensiones
provocadas por la simultaneidad de intereses en el territorio acabarían
desterritorializando al Equipo Técnico del asentamiento.
Según contó una de las trabajadoras sociales, el clima de esa reunión
fue violento, llegándose a los gritos. Es así que la referente de la ORG
decidió, con el consentimiento de la Coordinadora Política presente en la
reunión, que el Equipo Técnico se retirara del asentamiento, que se “corriera”
de la actividad (Informe de Actuación Profesional, 2010), teniendo que
entregar todo lo trabajado hasta el momento (acta acuerdo, credenciales
identificatorias para los puesteros, listado de rubros y responsables de los
puestos). De este modo, la referente de la ORG pasa a hacerse cargo de la
feria en “su” territorio, en el territorio de la Política Social. Como lo explicó
una de las trabajadoras sociales, la construcción de un territorio/escenario
participativo en el asentamiento —entre el Equipo Técnico, vecinos,
instituciones, organizaciones—, dijo la referente de la ORG en esa reunión,
no sólo no “fortaleció” a la ORG sino que la “debilitó”16.
16
En el Informe de Actuación Profesional (2010) puede apreciarse lo siguiente: “durante dicho encuentro la Sra. Referente, manifiesta su disconformidad con el trabajo técnico profesional realizado en el Barrio, aludiendo que se generó un “conflicto político” a raíz de la actuación profesional. Se explicita también (entre otras cosas) que las profesionales no sólo no fortalecieron a la ORG sino que además la “debilitaron”. Este análisis compartido entre la coordinación política y la referente (propuesta por la Sra. Referente y avalada por la Coordinación Política), conduce a la decisión irrevocable de impedir la participación del equipo en la actividad… La coordinación sostiene su decisión y define que el equipo “se
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46
Por otro lado, en otra reunión con la Coordinadora Técnica y el Equipo
del CDR, se dejó en claro que las estudiantes podríamos ir a la feria porque
la referente de la ORG así lo avaló. Sin embargo, decidimos no acudir el día
de la inauguración para no aumentar el conflicto, dado que inevitablemente
nos asociarían a “las chicas de nación”, como llamaban los vecinos a las
trabajadoras sociales del MDS.
El sábado siguiente a la inauguración asistimos con una compañera a
la feria por única y última vez porque no fuimos bienvenidas, a pesar de que
teníamos el “permiso” de la referente de la ORG. Recordemos que se había
acordado que nosotras no éramos parte del conflicto y que podríamos ir al
asentamiento cuando quisiéramos.
Una vez en la plaza donde estaba levantada la feria, hicimos un
saludo en general y recorrimos algunos de los puestos buscando a un vecino
para entrevistar. Claramente eso no gustó y fuimos identificadas con “las
chicas de Nación”. Permanecimos unos minutos más y nos retiramos para
nunca volver por sugerencia de la cátedra y la Coordinación Técnica del
CDR. Con el tiempo nos enteramos que la feria no prosperó y se disolvió.
Como puede extraerse del relato anterior, el territorio, en cuanto
espacio de fuerzas que lo atraviesan y configuran, es también, por tanto, un
locus17 de confrontación y disputa de poder que busca limitar o expandir la
participación de los múltiples actores sociales en tanto ciudadanos
portadores de derechos o individuos carentes en todo sentido.
corra” y entregue todo lo trabajado hasta el momento a la referente de la ORG quien se responsabiliza de la ejecución de la tarea”. 17
La palabra “locus” proviene del latín y significa lugar, en ese sentido es utilizado en el siguiente trabajo.
La intervención comunitaria como campo problemático …
47
Constantemente hay conflictos que despierta la intervención.
Constantemente intervienen conflictos que interrumpen la intervención. Hay
entonces: territorios de sujetos objetos de las políticas sociales que siendo
“integrales” y con aspiraciones “universalistas” terminan focalizándose en los
bolsones de pobreza en cuanto potencial beneficiario de un subsidio y sujeto
pasivo; hay territorios de sujetos políticos que tienen sus propias reglas de
juego; hay territorialidades; hay territorios de intervención o de no
intervención; hay territorialización de planes y programas que “bajan” a los
barrios; hay objetos que bajan para los sujetos. Pero también hay territorios
dispuestos a constituirse en espacios colectivos re-orientando lo focal hacia
lo integral.
Lo comunitario en el CDR Oeste
En el presente apartado, se pretende dar cuenta del segundo caso
seleccionado, una experiencia de conformación de una mesa de red entre
cooperativas en el CDR Oeste, donde se asistió a sus primeras reuniones en
la oficina del mismo, además de participar en encuentros con instituciones,
un taller de emprendedores y en entrevistas con cooperativistas en la sede
de sus respectivos trabajos.
Una de las diferencias sobresalientes respecto al CDR Sur recayó en
que la distinción entre Coordinación Política y Técnica en este territorio no
tenía vigencia según comentó una trabajadora social. Pero en sintonía con el
CDR Sur, también expresaron que la experiencia comunitaria surgió por
interés del equipo técnico y no por sugerencia del MDS. Por otro lado, el
trabajo en la oficina a puertas abiertas o cerradas resultó distinto y,
consecuentemente, tal postura adquiere resultados disímiles. Así, mientras
La intervención comunitaria como campo problemático …
48
en el CDR Sur las puertas permanecían cerradas para los actores en
general, en el Oeste, las puertas estaban abiertas y variadas reuniones de
tipo asamblearia e individual se realizaban en su interior. Sobre este punto se
trabajará en los siguientes párrafos para comprender cómo los territorios de
actuación, el territorio de la política social, se instituyen como espacios
diversos y a construir constantemente.
En relación a lo anterior, una cuestión de interés a tener en cuenta de
buenas a primeras, es que la intervención profesional18 desde y en los
espacios pre/o/vistos por una infraestructura inmobiliaria —oficina— puede
adquirir distintas dimensiones sociales en la práctica cotidiana. Es decir,
también el territorio del CDR —como espacio físico institucional asentado
ediliciamente y además de los barrios, instituciones donde interviene—,
adquiere fronteras disímiles según se lo utilice de uno u otro modo (a puertas
abiertas o cerradas).
La direccionalidad de la intervención desde una oficina es parte de ese
locus de libertad que tiene el colectivo profesional actuante sobre ese
intersticio que se da entre el Estado y la Sociedad Civil dentro del marco
propuesto por las políticas sociales en territorio. Es también desde la oficina
del CDR y desde el escritorio que se puede reproducir, producir o recrear la
política social provista por el MDS —y, por extensión, del Estado en cuanto
aparato ideológico hegemónico—, entendida desde una mirada inclusiva e
integral y orientada hacia un ciudadano sujeto de derechos o, por el
contrario, como sujeto beneficiario de un plan, sujeto del asistencialismo y de
una marcada focalización.
18
Con intervención profesional se pretende hacer referencia al campo específico del Trabajo Social, a la acción fundamentada que se emprende con el proceso de intervención (inserción, análisis de situación, formulación y diseño de intervención, implementación y gestión, evaluación y sistematización).
La intervención comunitaria como campo problemático …
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A modo introductorio, a principios del año 2010 los trabajadores
sociales del CDR comienzan a interesarse por el tema de las cooperativas
desde un abordaje “integral”—sin adherirse a algún proyecto vigente en
especial pero articulando diversos ministerios y organismos sociales para
socializar recursos—, aclarando que prefieren designar a las mismas como
“grupos de trabajo”, dado que hay una pluralidad de modalidades de
organización interna como ser cooperativas formales y no formales (sin
papeles), miembros del Argentina Trabaja. Un aspecto interesante radicó en
cómo podían hacer uso del Programa Ayudas Urgentes mediante
experiencias grupales antes que individuales. Lejos de relevar para asignar
recursos, prefirieron implementar acciones de índole comunitaria “en función
de lo que hay, desde un proceso productivo y asociativo” (Entrevista con un
trabajador social del CDR Oeste, Agosto de 2011).
Al momento de participar en la mesa de red, el equipo técnico
trabajaba con 12 cooperativas aproximadamente de variados rubros
(reciclado de residuos, textil, por ejemplo). Algunas de ellas ya tenían el
Monotributo Social, el logo y comercializaban exitosamente en La Salada,
por ejemplo. Otras, en cambio, eran incipientes proyectos que estaban
siendo orientados por el equipo, aclarándose de entradas que su función, era
“el seguimiento, acompañamiento en la organización, gestión, capacitación”
(Entrevista con el Equipo Técnico del CDR Oeste, Septiembre de 2011).
La mesa de red, por su parte, consistía en una reunión bajo modalidad
de gestión asociada que se realizaba dentro de la oficina una vez por mes,
entre cooperativistas conformados y en proceso de organización, actores de
instituciones (sociedad de fomento, médico comunitario) y los trabajadores
sociales, quienes moderaban las participaciones y facilitaban los
intercambios de recursos.
La intervención comunitaria como campo problemático …
50
En sintonía con Poggiese (1993), conviene acotar en este punto que la
Gestión Asociada es una forma de cogestión entre Estado y Sociedad, que
viabiliza la construcción de un espacio participativo para abordar el desarrollo
integral. En este sentido, la mesa de red de cooperativas se inscribiría en
este escenario y dentro de los postulados de la política social actual según
vimos al comienzo. De este modo, el Estado es representado por los
trabajadores sociales del MDS y la Sociedad por los cooperativistas, vecinos
y demás actores sociales presentes en ese espacio. Un requisito de la
Gestión Asociada es asentar las acciones en actas, registros de las
actividades, decisiones tomadas, como sucediera con la mesa de red, donde
existía un temario y se dejaba asentado las cuestiones asumidas para ser
efectivizadas o seguir trabajando en el siguiente encuentro.
Lo que se busca con la Gestión Asociada es la construcción y
apropiación de escenarios participativos, es decir, espacios de articulación
formalizados como procesos decisorios con reglas definidas que se erigen
por acuerdos comunes y consensuados mediante el compromiso entre los
múltiples actores, la construcción colectiva de conocimientos. Obviamente en
este punto de construcción/reconstrucción de las tramas y escenarios, es
clave la participación democrática de todos los miembros para que de este
modo, las acciones emprendidas introduzcan cambios en relación a los
problemas presentados.
De este modo, los intercambios dentro del espacio de la mesa
resultaban un tanto ecléctico en la reunión para quien recién se incorporara
en ella. Para ilustrar lo antedicho, en una de esas reuniones en la oficina los
temas abordados en un tiempo aproximado de dos horas fueron: la viabilidad
de formar una federación de alcance nacional, organizar la feria de
La intervención comunitaria como campo problemático …
51
emprendedores en la plaza del barrio, la compra colectiva de carne, el
armado de una mutual para instalar una farmacia popular, el circuito
interurbano e interdistrital de recolección de residuos a manos de
cooperativistas ya insertos en el reciclado, situación de familia sin
documentos. Más allá de lo ecléctico y voracidad de los intercambios, en ese
encuentro se tomó nota de lo sucedido y se le dio intervención inmediata al
problema de los documentos de identidad, se organizaron las actividades de
la feria, entre otros asuntos.
Ejemplo sobre estos aspectos resulta esclarecedor el circuito de los
intercambios entre los actores partícipes en la mesa de red, quienes se
distribuían:
Recursos materiales: traspaso de retazos de telas de las
cooperativas insertas en la comercialización hacia las de
reciente formación y con escasez de materias primas. Préstamo
de maquinarias de: corte y confección de indumentaria,
reciclado.
Recursos inmateriales/ simbólicos: cursos gratuitos de
capacitación de acuerdo al rubro disponibles en el MDS,
Universidades Públicas, instituciones. Conocimientos
específicos sobre algún área, el reciclado. Experiencias
personales en la organización del grupo de trabajo con
modalidad asociativa, pros y contras del trabajo cotidiano.
Al margen de los múltiples tópicos que se abordaran en cada reunión,
sobre el final de los encuentros se asumían responsabilidades, como ser,
La intervención comunitaria como campo problemático …
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que uno de los partícipes asumiera el compromiso de armar el listado de
quienes estaban interesados en la compra colectiva de carne; otro, listar a
los cooperativistas no formales dispuestos a asistir a una charla por el
Monotributo Social, entre otras cuestiones, además de intercambiar números
telefónico para programar encuentros de intercambio de experiencia,
materiales de producción.
Esta divergencia de temas abordados en la mesa de red —salud,
identidad, trabajo, educación, entre otros— que venimos visualizando, nos
deja entrever cómo se territorializa la integralidad e inclusión en un espacio
social concreto y cómo los recursos que “bajan” focalizadamente, pueden ser
(re)orientados hacia fines colectivos y afines a las necesidades de una
comunidad determinada.
La pluralidad de actores, recursos, intereses en juego presentes en la
mesa, tanto como la circulación de poder en forma democrática, se
transforman entonces, a diferencia de lo que emergiera en el CDR Sur, en
aspectos instituyentes de procesos de intervención comunitaria que
conducen a la emancipación y no a la dependencia, al ejercicio de la
ciudadanía y no a la opresión de los derechos. Esto demuestra, a su vez,
que los territorios de actuación profesional y de inserción de los equipos
técnicos de los CDR, no están instituidos de antemano. Por el contrario, se
trata de una construcción social con basamento relacional que excede los
límites propiamente cartográficos, aun cuando las fuerzas sociales que
circulan por él, transitan constantemente las líneas de tensión y se disputan
el poder en todos los campos posibles.
La intervención comunitaria como campo problemático …
53
CONSIDERACIONES FINALES
Como pudo observarse en el desarrollo del trabajo, el territorio de
intervención de la política social bajo el impulso de la promoción comunitaria,
lejos de estar instituido sobre la homogeneidad, se instituye en cada proceso
de intervención, de acuerdo a las fuerzas sociales presentes en él y a las
luchas de poder existentes entre esas fuerzas, actores sociales. En el
trasfondo discursivo de la política social en territorio, aparecen múltiples y
particulares territorios donde la cuestión social se manifiesta y afronta de
diversos modos aun contando con los mismos instrumentos (programas
sociales). De este modo, “la cuestión social no se presenta como tal, sino
que, en cada época, se particulariza en problemas sociales que son, a la vez,
la expresión hegemónica del modo como se interroga, interpreta, resuelve,
ordena y canaliza la misma. El problema es, así, dependiente de su
definición como tal en los procesos de hegemonización, donde se imponen
los términos con que se lo nomina, describe y se especifica el contexto de
referencia (económico, cultural, etc.) al cual es remitido” (Grassi, 2003: 22).
El Estado, como poder hegemónico que se constituye a través del
consenso y la coerción, concentra y deja entrever a través de las políticas
sociales las luchas que se dan en torno a las posibles lecturas y soluciones
sobre la cuestión social, priorizando y oficializando aquella que responde a
sus intereses en cada momento histórico. Si en los años del neoliberalismo
se propiciara una política social compensatoria tendiente a fragmentar la
sociedad mediante la acentuación de lo individual y lo biologicista, en la
actualidad apunta a la integralidad con sustento en las condiciones
La intervención comunitaria como campo problemático …
54
estructurales que hacen al sujeto de derechos. Sin embargo, algunas
experiencias permiten visualizar cómo las luchas por imponer ciertos
parámetros hegemónicos de actuación siguen vigentes. Así, por ejemplo, el
espacio de participación de las personas en el territorio construido en el
asentamiento a través de la organización de una feria comunitaria, se
encontraba tensionado, atravesado por la conflictiva convivencia entre la
implementación de las políticas sociales de corte neoliberal —
focal/localista/coercitiva, descentralizada— y la actual Política Social
Integral—inclusiva/territorial/profesional—, representados en la referente de
la ORG y en el equipo técnico respectivamente.
Por otro lado, esa simultaneidad de poner en marcha las líneas de
intervención remitentes a los relevamientos familiares y a la organización
comunitaria, demuestran cómo la participación de la década de los ´90 sigue
estando presente en los territorios de intervención estatal. Como bien lo
explican Cardarelli y Rosenfeld (1998) para esos años, la participación de los
pobres se limita a permanecer puertas adentro de sus comunidades,
estableciendo dependencia respecto a un Estado, que, en la actualidad, se
instituye tan presente/promotor de la integralidad como asistencial y
coercitivo, como un estado hegemónico. Entonces puede bajar al territorio a
través de un Equipo Técnico o de los líderes locales, punteros, re-
fragmentando de este modo, a la pobreza en múltiples y minimalistas
“carencias de” —chapas, colchones y frazadas—, desarticulando los
procesos colectivos, individualizando la acción como forma de control sobre
los cuerpos individuales relevados en un territorio aprehensible, delimitada y
cuantitativamente.
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55
En resumidas cuentas, en la actualidad puede apreciarse lo que
dichas autoras analizan para la última década del siglo pasado en uno de los
territorios de actuación profesional, el CDR Sur. Hay una participación
localista donde “lejos de propiciar espacios para la participación ciudadana lo
que se observa es la reducción de los pobres a sus propios barrios (…) El
sujeto de la focalización es percibido desde su posición de grupo carente de
servicios, más que desde posición en las relaciones económicas y políticas”
(Cardarelli y Rosenfeld, 1998: 80/84), presentándose la intervención
comunitaria territorial en términos de clientelismo, regulación y control de
cuerpos políticos “carentes” de bienes materiales. Nuevamente esto nos
interpela a pensar el territorio en plural y no en singular, considerando el
contexto donde se inscribe cada intervención comunitaria dentro de los
espacios pre/provistos por el Estado. Esto nos remite entonces, a recordar
que no hay métodos formulados apriorísticamente y encarnados en recetas
de actuación porque la realidad es compleja y cambiante y porque las
manifestaciones de la cuestión social adquieren matices particulares en cada
situación, de ahí la necesidad de recurrir a la mediación y a marcos teóricos
que nos permitan comprender esas manifestaciones multicausales.
Sobre este aspecto ya nos había alertado Merklen (2005) cuando
aducía que la inscripción territorial por sí misma era una limitación dado lo
endémico y restrictivo que representa por sí sola. Como bien lo explica, “la
inscripción territorial no puede bastar, sola, para organizar un medio de
participación plena en la sociedad (…) Los habitantes de los barrios
populares “emplazados a domicilio” desarrollan una sociabilidad
prácticamente reducida a los límites de lo local (…) Como habitantes del
barrio, los “ciudadanos” pueden intentar movilizar el derecho a su favor
/”tenemos derecho a una vivienda”), pero difícilmente estarán en condiciones
La intervención comunitaria como campo problemático …
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de modificar la ley o tener influencia sobre el orden institucional” (Merklen,
2005: 169).
Pese a los conflictos en territorio que pueden limitar la acción
profesional, el Trabajo Social dentro de los espacios públicos como los CDR,
tiene potenciales herramientas fundamentadas para promover ciudadanía y
proyectos autónomos. Así, pudimos ver cómo en base a recursos que “bajan”
de manera focalizada, se pueden construir experiencias colectivas como la
asociación para el trabajo ejemplificada en el CDR Oeste.
Todos en el fondo aspiramos a una comunidad ideal, sólo que, como
la misma palabra lo dice y Bauman (2003) lo explicara, la misma no existe,
hay que construirla diariamente. Por lo tanto y como bien lo explica el autor,
“si ha de existir una comunidad en un mundo de individuos, sólo puede ser (y
tiene que ser) una comunidad entretejida a partir del compartir y del cuidado
mutuo; una comunidad que atienda a y se responsabilice de la igualdad del
derecho a ser humanos y de la igualdad de posibilidades para ejercer ese
derecho” (Bauman: 2003: 175).
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Anexo II. Planes y Programas Sociales descentralizados desde el CDR
Programa de Ayudas Urgentes. Otorga mobiliario para la vivienda
como así también algunos materiales (chapas, tirantes, colchones,
puertas). Si bien es una ayuda urgente su tramitación y concreción
demora cerca de un año.
Proyectos de Emprendimientos o Talleres Familiares. Está destinado a
fortalecer los oficios. Su objetivo es proveer a las familias de las
herramientas necesarias para que puedan desempeñar un
determinado oficio. A través de este proyecto se les dan estas familias
una posibilidad de trabajo. Este programa tarda aproximadamente un
año y medio en hacerse efectivo.
Módulo de Emergencias. Se utilizan en situaciones de urgencia como
los casos de incendios, inundaciones. Las entregas son inmediatas,
se efectúan en una semana aproximadamente.
Subsidios Personales. Se entregan por única vez y se otorgan hasta
$1500. Está orientado a personas que no tienen cobertura médica.
Requiere una rigurosa documentación a presentar.
Solicitud de Elementos de Tecnología Biomédica. Provee elementos
como lentes, plantillas, prótesis, audífonos, etc. Está dirigido a
personas que no cuentan con cobertura médica.
Solicitud de Medicamentos. Se entregan medicamentos oncológicos,
para diabetes y problemas de tiroides, por ejemplo.
Jornada Solidaria. Está dirigido principalmente a la realización de
actividades comunitarias en los barrios, como ser la refacción de una
plaza, construcción de veredas.