La Imagen Cristiana Del Hombre
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LA IMAGEN CRISTIANA DEL HOMBRE
(Publicamos este opúsculo e Piepe! "e# t!aucci$# e Ru%i#o Gime#o Pe&a" po!especial 'e#tilea e E) Rialp " *ttp+,,---)*ottopos)com.
Josef Pieper
LA IMAGEN DEL HOMBRE EN GENERAL
La segunda parte de la Summa theologica del Doctor Común de la Iglesia, que se
refiere a la Teología moral, comienza con esta frase:
«Puesto que el om!re fue creado a seme"anza de Dios, despu#s de tratar de $l,
modelo originario, nos queda por a!lar de su imagen, el om!re%& 'ucede con
esta frase lo que con tantas otras de 'anto Tom(s: la e)idencia con que la
e*presa, sin darle gran relie)e, oculta f(cilmente el eco de que su contenido no
es de ningún modo e)idente& $sta primera proposici+n de la Teología moral
refle"a un eco del que los cristianos de o casi an perdido la conciencia: que
la moral es, so!re todo ante todo, doctrina so!re el om!re- que tiene que acer resaltar la idea del om!re que, por tanto, la moral cristiana tiene que tratar de
la imagen )erdadera del mismo om!re& $sta realidad era algo mu natural para
la cristiandad de la .lta $dad /edia& De esta concepci+n !(sica, cua e)idencia
a se a!ía puesto en duda, como indica su formulaci+n pol#mica, naci+, dos
siglos despu#s de 'anto Tom(s de .quino, la frase de $c0art: «Las personas no
de!en pensar tanto lo que an de acer como lo que de!en ser%& 'in em!argo, la
moral, so!re todo su ense1anza, perdieron despu#s, en gran parte, estas
perspecti)as por causas difíciles de comprender aquilatar, asta tal punto que
incluso aquellos te*tos de Teología moral que pretendían estar e*presamenteescritos según el espíritu de 'anto Tom(s diferían de #l en este punto capital& $sto
e*plica algunas causas del porqu# al cristiano medio de o apenas se le ocurre
pensar que en moral pueda conocerse algo so!re el )erdadero ser del om!re,
so!re la idea del om!re& .l contrario, asociamos el concepto de moral la idea de
una doctrina del acer , so!re todo, del no2acer, del poder no2poder, de lo
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'egundo& $l cristiano anela 7en la esperanza7 la plenitud definiti)a de su ser
en la )ida eterna&
Tercero& $l cristiano se orienta 7en la )irtud teologal de la caridad7 acia Dios
su pr+"imo con una aceptaci+n que so!repasa toda fuerza de amor natural&
Cuarto& $l cristiano es prudente, es decir, no de"a entur!iar su )isi+n de la
realidad por el sí o el no de la )oluntad, sino que ace depender el sí o el no de
#sta de la )erdad de las cosas&
8uinto& $l cristiano es "usto, es decir, puede )i)ir en la )erdad con el pr+"imo- se
sa!e miem!ro entre miem!ros en la Iglesia, en el Pue!lo en toda Comunidad&
'e*to& $l cristiano es fuerte, es decir, est( dispuesto a sacrif icarse , si es preciso,
aceptar la muerte por la implantaci+n de la "usticia&
'#ptimo& $l cristiano es comedido, es decir, no permite que su am!ici+n af(n
de placer llegue a o!rar desordenadamente antinaturalmente&
$n estas siete tesis se refle"a que la moral de la teología cl(sica, como e*posici+n
de la idea del om!re, es esencialmente una doctrina de las )irtudes- interpreta
las pala!ras de la $scritura acerca de la perfecci+n mediante la imagen s#ptuple
de las tres )irtudes teologales las cuatro cardinales& $l de)ol)er a su forma
original a la conciencia uni)ersal de nuestra #poca la imagen grandiosa del
om!re, que est( a descolorida, , lo que es peor, desfigurada, no es tarea que
carezca de importancia, a mi parecer& La raz+n no es precisamente un inter#s
«ist+rico%, sino m(s !ien porque esta interpretaci+n de la idea del om!re no
s+lo se conser)a )(lida, sino que para nosotros es )ital afirmarla contemplarla
de nue)o con claridad&
8uisiera intentar aora la definici+n, con algunas o!ser)aciones, de los contornos
de esta imagen dentro del cuadro de las cuatro )irtudes cardinales, especialmente donde me parezca que aa quedado descolorida o desfigurada&
EL CONCEPTO DE 3IRT2D / LA 4ERAR125A ENTRE LAS3IRT2DES
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Para comenzar, a que decir algo so!re el concepto de )irtud& 9ace unos a1os
precisamente Paul al#r pronunci+ en la .cademia ;rancesa un discurso so!re
la )irtud& $n este discurso se nos dice:
«irtud, se1ores, la pala!ra <)irtud=, a muerto o, por lo menos, est( a punto dee*tinguirse&&& . los espíritus de o no se se muestra como la e*presi+n de una
realidad imagina!le de nuestro presente&&& >o mismo e de confesarlo: no la e
escucado "am(s, , es m(s, s+lo la e oído mencionar en las con)ersaciones de
la sociedad como algo curioso o con ironía& Podría significar esto que frecuento
una sociedad mala si no a1adiese que tampoco recuerdo a!erla encontrado en
los li!ros m(s leídos apreciados de nuestros días- finalmente, me temo no e*ista
peri+dico alguno que la imprima o se atre)a a imprimirla con otro sentido que no
sea el del ridículo& 'e a llegado a tal e*tremo, que las pala!ras <)irtud=
<)irtuoso= s+lo pueden encontrarse en el catecismo, en la farsa, en la .cademia en la opereta%& $l diagn+stico de al#r es indiscuti!lemente )erdadero, pero no
de!e e*tra1arnos demasiado& $n parte se trata, seguramente, de un fen+meno
natural del destino de las «grandes pala!ras%& $n efecto, ?por qu# no an de
e*istir, en un mundo descristianizado, unas lees ling@ísticas demoníacas, merced
a las cuales lo !ueno le parezca al om!re, en el lengua"e, como algo ridículoA
.parte de esta última posi!ilidad, digna de tomarse en serio, no a que ol)idar
que la literatura la ense1anza de la moral no an eco que el om!re corriente
capte con facilidad el )erdadero sentido realidad del concepto «)irtud%&
La )irtud no es la «onradez% «correcci+n% de un acer u omitir aislado& irtud
m(s !ien significa que el om!re es )erdadero, tanto en el sentido natural como
en el so!renatural& Incluso, dentro de la misma conciencia uni)ersal cristiana, a
dos posi!ilidades peligrosas de confundir el concepto de )irtud: primero, la
moralista, que aísla la acci+n, la «realizaci+n%, la «pr(ctica% las independiza
frente a la e*istencia )ital del om!re& 'egundo, la supernaturalista, que
des)aloriza el (m!ito de la )ida !ien lle)ada, de lo )ital de la onradez
decencia natural& irtud, en t#rminos completamente generales, es la ele)aci+n
del ser en la persona umana& La )irtud es, como dice 'anto Tom(s, ultimum
potentiae, lo m(*imo a que puede aspirar el om!re, o sea, la realizaci+n de las
posi!ilidades umanas en el aspecto natural so!renatural&
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$l om!re )irtuoso es tal que realiza el !ien o!edeciendo a sus inclinaciones m(s
íntimas&
Casi tan importante como su concepto e*acto es el e*amen del )erdadero orden
de categorías entre las )irtudes& 'e a a!lado muco del car(cter «eroico% delcristianismo o del concepto «eroico% de la e*istencia, como rango esencial de la
)ida cristiana& $stas formulaciones s+lo son correctas a medias& La )irtud primera
característica del cristiano es el amor so!renatural acia Dios su pr+"imo,
todas las )irtudes teologales est(n por encima de las cardinales& Incluso mi o!rita
Del sentido de la fortaleza no a escapado a aquella interpretaci+n «eroística%
)erdadera a medias , por tanto, falsa a medias, aun cuando el o!"eti)o principal
era demostrar que la fortaleza no est( en primer lugar, sino en el tercero entre las
)irtudes cardinales&
PR2DENCIA
La primera entre las )irtudes cardinales es la prudencia& $s m(s:
no s+lo es la primera entre las dem(s, iguales en categoría, sino que, en general,
«domina% a toda )irtud moral&
$sta afirmaci+n de la supremacía de la prudencia, cuo alcance apenas somos
capaces de comprender, encierra algo m(s que un orden m(s o menos casualentre las )irtudes cardinales& $*presa, en t#rminos generales, la concepci+n
!(sica de la realidad, referida a la esfera de la moral: el !ien presupone la )erdad,
la )erdad el ser& ?8u# significa, pues, la supremacía de la prudenciaA 8uiere
decir solamente que la realizaci+n del !ien e*ige un conocimiento de la )erdad&
«Lo primero que se e*ige de quien o!ra es que conozca%, dice 'anto Tom(s&
8uien ignora c+mo son est(n )erdaderamente las cosas no puede o!rar !ien,
pues el !ien es lo que est( conforme con la realidad& /e apresuro a a1adir que el
«sa!er% no de!e entenderse con el criterio cientifista de las ciencias
e*perimentales modernas, sino que se refiere al contacto efecti)o con la realidado!"eti)a& La re)elaci+n, por e"emplo, da a este contacto un fundamento m(s
ele)ado que el científico& Tam!i#n pertenecen a la prudencia la «docilidad%, es
decir, la uni+n sumisa con el )erdadero conocimiento de la realidad de un espíritu
superior& $l conocimiento o!"eti)o de la realidad es, pues, decisi)o para o!rar
con prudencia& $l prudente contempla, por una parte, la realidad o!"eti)a de las
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cosas , por otra, el «querer% el «acer%- pero, en primer lugar, la realidad, en
)irtud a causa de este conocimiento de la realidad determina lo que de!e no
de!e acer& De esta suerte, toda )irtud depende, en realidad, de la prudencia
todo pecado es, en cierta manera, una contradicci+n de la prudencia: «omne
peccatum opponitur prudentiae»&
3uestro lengua"e usual, que es tam!i#n el del pensamiento, se a apartado
!astante de este estado de cosas& Lo prudente nos parece, antes que la
presuposici+n, la circun)alaci+n del !ien& 3os cuesta pensar que ser "usto )eraz
suponga siempre esencialmente la «prudencia%& Prudencia fortaleza parecen
ser poco menos que irreconcilia!les, a que la fortaleza es, la maoría de las
)eces, «imprudente%& Con)iene, sin em!argo, recordar que el sentido propio
)erdadero de esta dependencia es el de que la acci+n "usta fuerte toda acci+n
!uena, en general, s+lo es tal en cuanto responde a la )erdad, creada por Dios, delas cosas reales esta )erdad se manifiesta de forma fecunda decisi)a en la
)irtud de la prudencia&
$sta doctrina de la supremacía de la prudencia encierra una importancia pr(ctica
enorme& Comprende, por e"emplo, el a*ioma pedag+gico: «La educaci+n
autoeducaci+n, en orden a la emancipaci+n moral, an de tener su fundamento en
la respecti)a educaci+n autoeducaci+n de la )irtud de la prudencia, es decir, en
la capacidad de )er o!"eti)amente las realidades que conciernen a nuestras
acciones acerlas normati)as para el o!rar, según su índole e importancia%&
.dem(s, la doctrina cl(sica de la )irtud de la prudencia encierra la única
posi!ilidad de )encer interiormente el fen+meno contrario: el moralismo& La
esencia del moralismo, tenido por mucos por una doctrina especialmente
cristiana, consiste en que disgrega el ser el de!er- predica un «de!er%, sin
o!ser)ar marcar la correlaci+n de este de!er con el ser& 'in em!argo, el núcleo
la finalidad propia de la doctrina de la prudencia estri!a precisamente en
demostrar la necesidad de esta cone*i+n entre el de!er el ser, pues en el acto de
prudencia, el de!er )iene determinado por el ser& $l moralismo dice: el !ien es elde!er, porque es el de!er& La doctrina de la prudencia, por el contrario, dice: el
!ien es aquello que est( conforme con la realidad& $s importante o!ser)ar
claramente la cone*i+n íntima que aquí resalta entre el moralismo «cristiano%
el )oluntarismo moderno& Las dos doctrinas tienen un parentesco !astante m(s
acusado de lo que a primera )ista parece aún puede indicarse aquí un tercer
parentesco «pr(ctico% «actual%& $l fondo de equidad o!"eti)idad de la
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doctrina cl(sica de la prudencia encontr+ su e*presi+n en la frase magníficamente
sencilla de la $dad /edia: «'a!io es el om!re a quien las cosas le parecen tal
como realmente son%& Bn resultado de la psicología, o me"or dico, psiquiatría
moderna, que a mi parecer nunca ponderaremos demasiado, ace resaltar c+mo
un om!re al que las cosas no le parecen tal como son, sino que nunca se percatam(s que de sí mismo porque únicamente mira acia si, no s+lo a perdido la
posi!ilidad de ser "usto 4 poseer todas las )irtudes morales en general6, sino
tam!i#n la salud del alma& $s m(s: toda una categoría de enfermedades del alma
consisten esencialmente en esta «falta de o!"eti)idad% egoc#ntrica& . tra)#s de
estas e*periencias se arro"a una luz que confirma ace resaltar el realismo #tico
de la doctrina de la superioridad de la prudencia& La prudencia es uno de los
«lugares% del espíritu en que se ace )isi!le la misteriosa cone*i+n entre salud
santidad, enfermedad pecado& Bna doctrina del alma 4psicología6 que no aga,
a sa!iendas, caso omiso de estas realidades podr( adquirir, seguramente, desde
esta posici+n, una )isi+n de relaciones mu ondas&
$l concepto central caracteriol+gico de la autosugesti+n 4que no es otra cosa que
una falta de o!"eti)idad )oluntaria en la )isi+n de la realidad6, así como el
concepto sociol+gico de «ideología%, enteramente paralelo, podrían ser
«descu!iertos% por la doctrina de la prudencia de una forma enteramente
sorprendente& /as aquí s+lo nos es posi!le indicar lo a dico&
42STICIA
Prudencia "usticia est(n m(s íntimamente ligadas de lo que pueda parecer a
primera )ista& Justicia, decíamos, es la capacidad de )i)ir en la )erdad «con el
pr+"imo%& 3o es, sin em!argo, difícil )er en qu# medida depende este arte de la
)ida en la comunidad 4es decir, el arte de la )ida en general6 del conocimiento
reconocimiento o!"eti)o de la realidad, o sea de la prudencia& '+lo el om!re
o!"eti)o puede ser "usto, falta de o!"eti)idad, en el lengua"e usual, equi)ale casi
a in"usticia&
La "usticia es la !ase de la posi!ilidad real de ser !ueno- en esto se apoa la
ele)ada categoría de la prudencia& La categoría de la "usticia se !asa en ser la
forma m(s ele)ada propia de esta misma !ondad& Con)iene su!raar esto, pues
la !urguesía «cristiana% a considerado desde algunas generaciones cosas mu
diferentes, por e"emplo, la denominada «moralidad% como característica propia
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primordial del om!re !ueno& $l om!re !ueno es en principio "usto& 3o es
casualidad que las 'agradas $scrituras la Liturgia llamen «"usto%, en general, al
om!re en estado de gracia& .l rozar el tema «"usticia% el lengua"e enteramente
desapasionado de 'anto Tom(s adquiere un estilo m(s )i!rante- cita, en este lugar
de la Summa, la frase de .rist+teles: «La m(s ele)ada entre las )irtudes es la dela "usticia- ni el lucero de la ma1ana ni el )espertino pueden serle comparados en
!elleza%&
La realizaci+n de la "usticia es cometido del om!re como tal, como «ser
socia!le%& Casi se puede asegurar que el portador de la "usticia no es tanto el
indi)iduo 4aunque, naturalmente, s+lo la persona puede ser «)irtuosa% en sentido
estricto6, como el «nosotros%, la entidad social o el pue!lo- "usticia es, pues, la
plenitud +ntica del «nosotros%& Las di)ersas formas del «nosotros% se estructuran
en torno a tres rasgos fundamentales- cuando estas tres estructuras son«)erdaderas% puede decirse que en este «nosotros% reina "usticia& $stos tres
elementos estructurales son, según la $scol(stica, los siguientes: primero, las
relaciones de los miem!ros entre sí, cua equidad se apoa en la "usticia
conmutati)a- segundo, la relaci+n del todo a los miem!ros, cua equidad se
apoa en la "usticia distri!uti)a, tercero, las relaciones de los miem!ros
aislados al todo, cua equidad )a regida por la "usticia legal& Todas estas cosas
parecen e)identes, aunque no lo sean en modo alguno&
La doctrina «social% indi)idualista, por e"emplo, reconoce de estas tres
estructuras !(sicas s+lo una, a sa!er: las relaciones de los indi)iduos entre sí,
pues el indi)idualismo no reconoce la e*istencia propia del todo, por eso para
#l no e*isten propiamente relaciones del indi)iduo al todo ni del todo al
indi)iduo& .sí, para un indi)idualismo que quiera ser consecuente, la única forma
de "usticia es la conmutati)a, que se !asa en el contrato como medio de lograr la
compensaci+n de intereses& Por otra parte, el colecti)ismo a creado una doctrina
social «uni)ersalista% que niega rotundamente que e*istan siquiera relaciones de
indi)iduo a indi)iduo- en estricta consecuencia declara a la "usticia conmutati)acomo un «a!surdo indi)idualista%& La acusada tendencia que tienen estas
«opiniones de escuela% a la realizaci+n pr(ctica lo demuestra, por e"emplo, la
e*periencia ist+rica de los regímenes totalitarios& Caracteriza a #stos la tiranía
del $stado, que apenas permite relaciones pri)adas entre los indi)iduos como
tales- #stos apenas si se enfrentan «oficialmente% como funcionarios indi)iduales
de los intereses del $stado& 'e a eco el intento, por parte de algunos
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cristianos, de proclamar la su!ordinaci+n del indi)iduo al !ien común como
directriz !(sica en la )ida pú!lica admitir, en consecuencia, la "usticia legal
como "usticia propiamente dica& .l mismo tiempo se asegur+ que #sta es la
opini+n )erdadera de la teología cl(sica& $s mu difícil "uzgar acertadamente este
intento, a que sería preciso acer en orden al mismo distinciones tan importantescomo complicadas& 'anto Tom(s de .quino dice, ciertamente, que toda la )ida
moral del om!re est( su!ordinada al !ien común& .sí pues, la "usticia legal tiene
realmente una categoría posici+n mu especial& Pero no de!e perderse de )ista
que la tesis e*puesta por 'anto Tom(s tiene dos facetas: la una e*presa que e*iste
una )erdadera o!ligaci+n del indi)iduo con respecto al !ien común, esta
o!ligaci+n se refiere al om!re entero- la otra faceta ace resaltar, en cam!io,
que toda )irtud del indi)iduo es necesaria para el !ienestar de todos, significando
esto que el !ienestar común necesita )irtud de los indi)iduos aislados& $sto
último no es realiza!le si los miem!ros aislados de la comunidad no son !uenos,
«!uenos% no s+lo en el sentido m(s restringido de "ustos, sino tam!i#n en el
sentido de una )irtud personalísima, oculta , por decirlo así, completamente
íntima& 3o con)iene, pues, pasar por alto esta cuesti+n&
6ORTALE7A
$*iste otro error acerca del concepto de "usticia, en el fondo completamente
li!eral, pero no solamente restringido al llamado «siglo del li!eralismo%& Dice
así: es posi!le poseer la "usticia sin la fortaleza& 3o es tanto un error que afecte a
la esencia de la "usticia como a la concepci+n de «este% mundo en el cual la
"usticia a de realizarse, pues «este% mundo est( constituido de tal forma que la
"usticia, como el !ien general, no se «impone% por sí sola sin que la persona est#
dispuesta incluso a la muerte& $l mal tiene poder en «este% mundo, este eco se
pone de relie)e en la necesidad de la fortaleza, que en realidad, no es otra cosa
que la disposici+n para realizar el !ien aun a costa de cualquier sacrificio& .sí, la
misma fortaleza es, como dice 'an .gustín, un testigo irrefuta!le de la e*istencia
del mal en el mundo&
$s, por otra parte, una mala r#plica al error li!eral, e igualmente falso, opinar que
se puede ser fuerte sin ser "usto& La fortaleza como )irtud e*iste s+lo donde se
quiere la "usticia& 8uien no es "usto no puede ser !ueno en el )erdadero sentido&
'anto Tom(s dice: «La gloria de la fortaleza depende de la "usticia%& $s decir,
s+lo puedo ala!ar la fortaleza de alguien si al mismo tiempo puedo ala!arle por
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su "usticia& La fortaleza )erdadera est(, pues, esencialmente ligada al deseo de
"usticia&
3o es menos importante sa!er que la idea de fortaleza no es id#ntica a la de una
agresi)a temeridad a toda costa, e incluso e*iste una temeridad contraria a la)irtud de la fortaleza& Para maor claridad, con)iene considerar qu# lugar ocupa
el temor en la )ida del om!re& La «carlatanería% superficial de la )ida
cotidiana, en principio tranquilizadora, tiende a negar la e*istencia de lo terri!le,
o !ien a situarlo en la esfera de lo aparente o ine*istente& $sta «tranquilizaci+n%,
eficaz o no, e*iste en todas las #pocas se encuentra o con oposici+n nota!le,
a que ningún concepto de la literatura profunda 2filos+fica, psicol+gica
po#tica2 de nuestra #poca "uega un papel tan importante como el del miedo& tra
forma de manifestar aquella inocuidad de la )ulgar e*istencia es un estoicismo
nue)o, «proclamado% por un círculo de om!res para los cuales el recuerdo delos sucesos de las guerras mundiales es una destrucci+n que encierra la promesa
amenaza de unas cat(strofes apocalípticas aún m(s )iolentas& La e*istencia es, en
todo caso, orri!le, mas no e*iste nada que lo sea tanto que el fuerte no pueda
soportar so!relle)ar con grandeza& Leendo los li!ros m(s personales de $rnst
J@nger, una de las ca!ezas m(s nota!les de aquella stoà nue)a, se comprende que
todos los sue1os de estos «corazones a)entureros% sean pesadillas& 9a que
o!ser)ar que sería poco menos que ridículo el recoger estos ecos con cierta
«satisfacci+n% asta ironía& 'eguramente son estas pesadillas una respuesta a la
)erdadera situaci+n metafísica del ccidente, umanamente m(s ele)ada
o!"eti)amente m(s adecuada que un cristianismo que se consuela con razones
culturales superficiales sin a!er penetrado aún en su propia profundidad& $n
dica profundidad late la última respuesta cristiana a esta cuesti+n: el concepto
del temor de Dios& $ste concepto se est( des)aneciendo en la conciencia
uni)ersal cristiana est( a punto de con)ertirse en algo )acío e insustancial para
ella& $l temor de Dios no es simplemente la mismo que el «respeto% al Dios
a!soluto, sino )erdadero temor en el sentido estricto de la pala!ra& Común a
temor, miedo, susto, orror terror es que todas son respuestas di)ersas a lasdiferentes formas de mutilaci+n del ser, cuo último t#rmino sería propiamente la
aniquilaci+n& La Teología cristiana no piensa en negar la e*istencia de lo terri!le
en la )ida umana- por otra parte, nada m(s le"os para la doctrina cristiana de la
)ida que afirmar que el om!re no de!a temer lo terri!le& Pero al cristiano le
interesa el ordo timoris, el orden del temor- en definiti)a, lo realmente temi!le,
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en último t#rmino- la preocupaci+n consiste en temer acaso lo que no e*iste ni es
definiti)amente terri!le , por el contrario, tener por inofensi)as cosas realmente
temi!les& Lo realmente terri!le no es m(s que la posi!ilidad que tiene el om!re
de separarse )oluntariamente, por su propia culpa, de su última raz+n de ser& La
posi!ilidad de ser culpa!le es el maor peligro para la e*istencia del om!re& $ltemor de Dios es la respuesta adecuada a este orror de la separaci+n culpa!le
siempre posi!le de su última raz+n de ser& $sta culpa!ilidad constitue lo que
definiti)amente emos de temer& $ste miedo que acompa1a a cada e*istencia
umana, incluso a la de los santos, como una posi!ilidad real, no es supera!le por
cualquier forma de «eroísmo%- m(s !ien es este temor la premisa para todo
eroísmo aut#ntico& $l temor de Dios 7como tal temor7 a de ser soportado
resistido asta la «seguridad% definiti)a en la )ida eterna& 'i la fortaleza nos li!ra
de amar a nuestra )ida de una manera tal que la perdamos, e*presa esto que el
temor de Dios como temor a perder la )ida eterna es el fundamento de toda
fortaleza cristiana& 9a que pensar, sin em!argo, que el temor de Dios es s+lo el
an)erso negati)o del amor esperanzado acia Dios& 'an .gustín dice: todo temor
es amor que ue&
$n el temor de Dios se «perfecciona% el miedo natural del om!re ante una
mutilaci+n o aniquilaci+n de su ser& Todo lo moralmente !ueno no es m(s que
una especie de «prolongaci+n% de las inclinaciones naturales del ser& $l om!re,
sin em!argo, teme por naturaleza a la nada antes de cualquier decisi+n de su
inteligencia, o sea, según su naturaleza creada por Dios& > así como la tendencia
natural de la con)i)encia se perfecciona en la )irtud de la "usticia de la propia
autoridad en la )irtud de la longanimidad, la de la tendencia al goce en la
templanza, igualmente se perfecciona el miedo natural a la destrucci+n en el
temor de Dios& De la misma manera que el empu"e natural a la con)i)encia,
propia autoridad la concupiscencia natural pueden actuar desordenadamente si
no se perfeccionan en la "usticia, la longanimidad la templanza, tam!i#n puede
acerlo el miedo natural a la aniquilaci+n, si no se perfecciona en el temor de
Dios& $l eco de que #ste, en su forma propia de temor de Dios, «filial%, sea undon del $spíritu 'anto no, como las )irtudes cardinales, la realizaci+n de las
posi!ilidades del om!re en la esfera de la moral, significa que s+lo la perfecci+n
so!renatural realmente )i)ida es capaz de li!rar al om!re del «temor
imperfecto%& La tiranía de este «temor imperfecto% repercute, adem(s de en el
aspecto moral, en la )ida psíquica natural, so!re lo cual puede informarnos la
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psiquiatría& 9e aquí otro punto en el que resalta claramente el parentesco entre
salud santidad, aunque la claridad se refiere s+lo a la e*istencia de esta
relaci+n& 'in em!argo, apenas es posi!le dilucidar la forma íntima en que est(n
enlazadas la salud la santidad, so!re todo la culpa la enfermedad, las
condiciones en que este parentesco se manifiesta& De todas formas, la «salud% de5a "usticia, Longanimidad, templanza, temor de Dios de toda )irtud en general
consiste en estar de acuerdo con la )erdad o!"eti)a, natural so!renatural& $sta
correspondencia a la realidad es, al mismo tiempo, el principio de la salud del
!ien&
TEMPLAN7A
'e a dico que la disposici+n natural al gozo puede llegar a actuar
desordenadamente& La tesis li!eral de que «el om!re es !ueno% oculta esta)erdad& $l li!eralismo progresista no podía reconocer, de acuerdo con sus
premisas !(sicas, que e*istiese en el om!re una re!eli+n de las potencias menos
ele)adas del alma contra el dominio del espíritu , por tanto, niega que el om!re
u!iese perdido por el pecado original el orden interior genuino de su naturaleza&
$n consecuencia, con este modo de pensar la )irtud de la templanza a de
aparecer como algo sin sentido, a!surdo e insustancial, pues presupone
reconoce la posi!ilidad de esta re!eli+n de los sentidos contra el espíritu& La
conciencia uni)ersal de la cristiandad 4 no decimos la doctrina de la Iglesia, ni
tampoco la Teología6 respondi+ a esta negaci+n del sentido de la templanza
aciendo resaltar marcadamente esta )irtud& La )irtud de la templanza, en sus
típicas formas de castidad continencia, lleg+ a ser para la conciencia uni)ersal
cristiana el rasgo saliente predominante en la idea del om!re cristiano& De
todas formas, esta respuesta fue i"a de su ad)ersario, el li!eralismo& La
templanza es la )irtud m(s «personal% entre las cuatro )irtudes cardinales, lo que
demuestra la dependencia de su enemigo li!eral2indi)idualista& $n realidad, se
podría a!er alzado de igual forma la !andera de la fortaleza contra el li!eralismo
progresista- o !ien, a!er recalcado predicado con especial insistencia am!as)irtudes, fortaleza templanza, aparte completamente de la "usticia distri!uti)a
legal& $l li!eralismo a soca)ado los fundamentos de am!as )irtudes, que
presuponen la e*istencia del mal, a causa de su fe a!soluta en «este% mundo-
pero precisamente su!raamos que la conciencia uni)ersal de la cristiandad
antepuso la templanza como )irtud característica del cristiano, )irtud que se
refiere de primera intenci+n, como a se a dico, al indi)iduo como tal& .sí se
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tom+ la )irtud m(s «personal% por la m(s cristiana& De esta forma la
super)aloraci+n
de la templanza tiene una relaci+n manifiesta con el li!eralismo por la
«indi)idualizaci+n% de la moral& $ste car(cter pri)ado de la templanza fue causade que la Teología cl(sica no considerara esta )irtud como la primera, sino la
última de las cuatro )irtudes cardinales&
La super)aloraci+n de la templanza tu)o repercusiones refle"os considera!les&
Por de pronto, el concepto de la llamada «moralidad% tiene aquí sus raíces& $ste
concepto, con todas sus am!ig@edades, tal como se usa o día en el lengua"e
corriente, es el resultado de la restricci+n de la moral a la )irtud de la templanza-
por otra parte, est( unido a una concepci+n moralista del !ien en general que
separa, como se a dico, la acci+n 4u omisi+n6 en el om!re )i)iente escindeel «de!er% el «ser%& .dem(s, se redu"o, de una manera completamente
unilateral, la fuerza moral el e"emplo de los (ngeles la irgen al plano de esta
)irtud so!re todo a la castidad& La consecuencia fue que todas estas figuras no
quedaron en la conciencia cristiana con toda su cumplida plenitud real& Con
respecto al concepto «de pureza angelical% a que o!ser)ar que un (ngel no
puede ser «puro% en el sentido de la castidad que la «)irtud% del (ngel consiste
primordialmente en la )irtud teologal del amor& .l mismo tiempo el concepto de
immaculata no se refiere únicamente a la castidad de la /adre de Dios, sino que
tiene una amplitud muco maor- significa primeramente ante todo la plenitud
de gracia en su ser que /aría reci!i+ en un principio& Para concluir: esta
super)aloraci+n de la castidad es en !uena parte culpa!le de que t#rminos de
nuestro lengua"e tales como «sensualidad%, «pasi+n%, «concupiscencia%,
«instinto%, etc&, aa adquirido un significado totalmente negati)o, no o!stante
ser en principio conceptos moralmente indiferentes& Pero si en el lengua"e se
entiende !a"o «sensualidad% s+lo la sensualidad contraria al espíritu, por
«pasi+n% s+lo la pasi+n mala por «concupiscencia% la concupiscencia re!elde,
no nos quedar(n t#rminos que designen la sensualidad no contraria al espíritu ono2re!elde, que 'anto Tom(s inclue entre las )irtudes& $sta escasez de t#rminos
en el lengua"e nos lle)a f(cilmente a una confusi+n peligrosa de conceptos
asta de la misma )ida, precisamente de una tal confusi+n se origin+ este uso
defectuoso del lengua"e&
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$s quiz( con)eniente recordar aquí un e"emplo de la Summa theologica que
muestra la opini+n del Doctor Común en esta materia& $s un e"emplo no una
tesis- pero un e"emplo que ilustra una tesis& La Summa inclue un tratado so!re
las pasiones del alma& 'anto Tom(s estudia en #l todos los mo)imientos de la
capacidad sensual, como el amor, odio, deseo, placer, tristeza, temor, ira, etc& Bnade las )einticinco cuestiones apro*imadamente de este tratado a!la de los
«remedios contra el dolor la tristeza%& 'anto Tom(s e*pone en cinco capítulos
otros tantos remedios- pero antes de conocerlos ag(monos esta pregunta: ?8u#
contestaci+n nos daría o podría dar la conciencia moral uni)ersal de los cristianos
acerca de «los remedios contra la tristeza del alma%A 8ue cada uno se conteste a
sí mismo& $l primero, completamente general, de que 'anto Tom(s se ocupa es:
«cualquier goce%& La tristeza es un cansancio del alma- el goce, en cam!io, un
descanso& $l segundo remedio son «las l(grimas%& $l tercero es el «compartir la
alegría%& $l cuarto es la «contemplaci+n de la )erdad%& $sta última calma el dolor
tanto m(s cuanto m(s perfectamente ama el om!re la sa!iduría& .nte el quinto
remedio que nom!ra 'anto Tom(s emos de considerar que estamos ante un
tratado de Teología, no precisamente uno cualquiera& $ste remedio contra la
tristeza es «dormir !a1arse%- pues el sue1o el !a1o de)uel)en al cuerpo la
de!ida disposici+n del !ienestar, que, a su )ez, repercute en el alma& 'anto
Tom(s, naturalmente, esta !ien informado de las posi!ilidad necesidades de
superar el dolor umano con medios so!renaturales, incluso es de la opini+n que
e*isten grados del dolor umano que s+lo pueden )encerse so!renaturalmente- pero no piensa en descartar los medios sensi!les naturales, como, por e"emplo,
dormir !a1arse& 3o se a)erg@enza lo m(s mínimo de a!lar de ello en medio de
un tratado de Teología&
6E8 ESPERAN7A / CARIDAD
Con esto conclue la serie de o!ser)aciones so!re las )irtudes cardinales& Las
cuatro 7prudencia, "usticia, fortaleza templanza7 pertenecen en principio a la
esfera del om!re natural- pero como )irtudes cristianas se desarrollan en elcampo a!onado por la fe, la esperanza la caridad& ;e, esperanza caridad son la
respuesta del om!re a la realidad del Dios Bno Trino, re)elada al cristiano
so!renaturalmente por Jesucristo& $s m(s: las tres )irtudes teologales no s+lo son
la respuesta a esta realidad, sino que, al mismo tiempo, constituen la capacidad
fuente de energía para esta respuesta no s+lo esto, sino que, adem(s, son la
única «!oca%, por decirlo así, capaz de dar esta respuesta& $ste estado de cosas no
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se refle"a con suficiente claridad en todas las manifestaciones cristianas so!re las
)irtudes teologales& .l om!re natural no le es posi!le «creer% en el sentido de la
)irtud teologal de la fe por la simple raz+n de que la realidad so!renatural le aa
sido eca «asequi!le% por medio de la re)elaci+n& 3o- esta posi!ilidad de
«creer% s+lo nace por la comunicaci+n de la gracia santificante& $n la fe adquiereel cristiano conciencia de la realidad del Dios Bno Trino, en una medida tal
que so!repasa a todo con)encimiento natural& La esperanza es la respuesta de
afirmaci+n del cristiano, sugerida por Dios, a la realidad re)elada de que Cristo
es el «camino a la )ida eterna% en el m(s real de los sentidos& $l amor,
finalmente, es la respuesta de todas las potencias del om!re en gracia a la
!ondad infinita esencial de Dios& Las tres )irtudes teologales est(n ligadas de la
manera m(s íntima, «refluen en un círculo santo%, según una e*presi+n de 'anto
Tom(s en su Tratado de la Esperanza& «8uien fue lle)ado de la esperanza al
amor adquiere una esperanza m(s perfecta, a que tam!i#n cree con m(s )igor
que antes%&
DI6ERENCIA ENTRE LA MORAL NAT2RAL / LA SOBRENAT2RAL
La moral so!renatural del cristiano se distingue de la moral del gentleman, del
ca!allero, por la cone*i+n íntima de las )irtudes cardinales con las teologales& La
conocida frase «La gracia no destrue, sino que perfecciona la naturaleza%,
e*presa esta misma relaci+n la forma en que dependen )irtud natural
so!renatural& $stas pala!ras parecen mu claras de eco lo son- pero su
claridad no quita la imposi!ilidad de acer comprensi!le un misterio por medio
de una simple e*presi+n, nada m(s misterioso que la forma en que Dios actúa
en el om!re el om!re en Dios&
'in em!argo, la diferencia entre el cristiano el gentleman se muestra de
múltiples maneras suficientemente comprensi!les&
Puede parecer, a )eces, que el cristiano o!ra contrariamente a la prudencia
natural porque tiene que acer "usticia a realidades que pertenecen al mundo de la
fe& 'o!re esta «prudencia so!renatural% a escrito tam!i#n 'anto Tom(s algo que,
a mi parecer, es de una importancia e*traordinaria para el cristiano de o& La
)irtud natural de la prudencia 4así dice apro*imadamente6 est(, e)identemente,
ligada a una cantidad no escasa de conocimientos adquiridos de la realidad& 'i las
)irtudes teologales ele)an a las cardinales a un plano so!renatural, ?qu# sucede
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entonces con la prudenciaA, ?suple la gracia el conocimiento natural de los seres
realesA, ?ace la fe superflua la )aloraci+n o!"eti)a de la situaci+n del o!rar
concreto, o la supleA, ?de qu# le sir)e la gracia la fe al «om!re sencillo% que
no posee en ciertas ocasiones este conocimiento para una situaci+n complicadaA
. estas preguntas s+lo 'anto Tom(s da, según creo, una respuesta magnífica ,adem(s, mu consoladora: «Las personas que necesitan direcci+n conse"o
a"enos sa!en aconse"arse a sí mismas cuando est(n en estado de gracia, por lo
menos en cuanto que piden conse"o a otras personas , lo que es m(s importante,
son capaces de distinguir el conse"o !ueno del malo%& 5Cuando est(n en gracia
3o necesita aclaraci+n alguna asta qu# punto es esto consolador para la
situaci+n del «cristiano corriente%&
De una manera especialmente conmo)edora se muestra la diferencia entre el
cristiano el gentleman por la distancia que separa la fortaleza cristiana de lafortaleza «natural%& Con esto queremos concluir estas consideraciones so!re la
idea cristiana del om!re& La diferencia entre la fortaleza cristiana la fortaleza
meramente natural radica, en último e*tremo, en la )irtud teologal de la
esperanza& Toda esperanza nos dice: aca!ar( !ien, tendr( un !uen fin& La
esperanza so!renatural nos asegura: el om!re que est( en realidad en gracia de
Dios terminar( de una forma infinitamente me"or de lo que pudiera esperar- el fin
de este om!re ser( nada menos que la ida $terna& Pero puede suceder que
todas las esperanzas de un «feliz fin% oscurezcan en una #poca de tentaciones, de
desesperaci+n, darse el caso de que al om!re restringido a la esfera de lo
natural no le quede otro remedio que la )alentía del «ocaso eroico%, para un
)erdadero gentleman ser( precisamente #ste el único recurso, pues sa!r(
renunciar a la autosugesti+n tranquilizadora, a la narcosis , como dice $rnst
J@nger, al «recurso de la suerte%& $n una pala!ra, la esperanza so!renatural puede
quedar como único recurso de la esperanza en general& $sto no est( dico en un
sentido «eudemonístico%, a que no se trata aquí de la preocupaci+n por una
última posi!ilidad de felicidad su!"eti)a& La frase de las 'agradas $scrituras:
«.un cuando me diere la muerte, esperar# en $l% no puede estar m(s le"os deltemor eudemonístico de la suerte& 3o- la esperanza cristiana es principalmente
ante todo la direcci+n de la e*istencia del om!re a la perfecci+n de su
naturaleza, a la saciedad de su esencia, a su última realizaci+n, a la plenitud del
ser, a la que corresponde, por tanto, tam!i#n la plenitud de la suerte, o, me"or
dico, de la felicidad& 'i, como se a dico, todas las esperanzas naturales
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pierden a )eces su sentido, se deduce que el único recurso del om!re, adecuado
a su ser, es la esperanza so!renatural& La fortaleza desesperada del «ocaso
eroico% es en el fondo niilista, mira a la nada- sus partidarios creen poder
soportar la nada& La fortaleza del cristiano, en cam!io, se nutre de la esperanza en
la realidad suprema de la )ida, en la )ida eterna- en un nue)o cielo en unanue)a tierra&