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Lascosasimportantesdelavidanotienennombre,sonlasquenoshacensentirsinencontrar lapalabraqueseajustaaesemomento,aese instantequenoscambia lavida.

Esta novela habla de esas cosas, de emociones, del guion que no está escrito, delvalor de hacer lo que quieres y no lo que debes.De enfrentarte a timismo.De laconquistadetupropiavida.

Enrique Arce debuta en la literatura con una historia conmovedora,sorprendentementesincera,quenostransformadeunaformainiciática.

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EnriqueArceTemple

Lagrandezadelascosassinnombre

ePubr1.0Titivillus14.01.2019

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EnriqueArceTemple,2019Editordigital:TitivillusePubbaser2.0

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Lagrandezadelascosassinnombre

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Epílogo

Agradecimientos

Sobreelautor

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Ati,vaya,portodasesascosasquemehubiesegustadodedicarteenvida…,

túquemededicasteencuerpoyalmalatuya.

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«Nosoyunhombre,soyuncampodebatalla».

NIETZSCHE

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acía treinta y tres años que no escuchaba la voz demi padre.Treinta y treslargos años sin saber unodel otro.Un abismode aceptada indiferencia, una

lagunaenlamemoriadelosafectos.Elsuyoeraelúltimodeunalargalistademensajesenmicontestadorautomático

aquella noche; mensajes que me felicitaban por el prestigioso galardón que habíarecibidohacíatansolounashorasyquetrepabanporaquelaltavozcomoenvoltoriosdepapelregalosinnadaensuinterior,enunvanoejerciciodefalsedadehipocresía.Era también el más corto, y sin embargo logró removerme por dentro con unaintensidadparalaquenomehallabapreparado,comosiloscimientosdeaquellavidaque me había construido tras salir de España hacía más de tres décadas, cuandoapenasteníadoceaños,sedesmoronasenconlasencillezdeuncastillodenaipesodearenafina.

Lademipadreenaquelmensajeeraunavozdébil,cansada,yencuyossilenciossepodíapercibirunorgullodeaceroqueaúnleimpedíapreguntarlaverdaderarazónporlacualmamáyyodesaparecimosparasiempreaquellacalurosatardedeagostode1977,subidosaunaviónquehabíadedespegarhacianuestranuevavidaenlosEstadosUnidosparanodevolvernosjamás.

Borrétodoslosmensajes,incluidoelsuyo.Entréenmihabitaciónymedejécaersobrelacama,vestidoyconlamiradaperdidaenunpuntofijodeltecho,intentandorecuperar las recientes imágenes de lo que había resultado ser el momento másanhelado de toda mi carrera, ese que tantas y tantas noches, en la soledad de micuarto, en la intimidad de mis sueños, había visualizado una y otra vez, con eserealismoconquesuelemanifestarsesiempreeldeseoferviente,yeltrazolibreysincensuraconelqueseentretiene,dibujandopromesasdevidafutura,laimaginacióndesbocadadeunadolescente.

Acababaderecibiraquellamismanocheelpremioquemereconocíacomomejoractor protagonista del año por parte de los miembros del estamento teatral deBroadway, en Nueva York: el prestigioso Tony Award, bautizado así en honor deAntoinette Perry, fundadora del American Theatre Wing, y que premiaba laexcelenciaenelmundode lasbambalinasy las tablasdesde1947.«LosOscardelteatro», como les gustaba denominarlos a aquellos compañeros de profesión quesiempre tenían la mirada puesta en esa tierra prometida, a menudo inalcanzable,llamadaHollywood.

Se trataba de un reconocimiento de gran prestigio que aventuraba un nuevorumbo en mi carrera profesional, situándome, potencialmente, en la órbita de laexclusiva galaxia del cine, y a pesar de ello, me sentía vacío, huérfano de

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sensaciones, como si se hubieran atrofiado a un tiempo todas las terminacionesnerviosasencargadasdeprocesarlaeuforia.

Recreécadaunadelasimágenesquehabíanquedadograbadasenmiretinadesdequecomenzóaquellavelada: la interminablehilerade limusinasnegras, avanzandocon la sincronía de un desfile militar y la solemnidad de una marcha fúnebre,enfilando la Sexta avenida hasta llegar a la intersección con la calle 49, frente alRockefellerCentre, antes de detener sumarcha a la entrada delRadioCityMusicHall. El griterío ensordecedor del gentío que se agolpaba en las inmediaciones delteatro tras el cordónpolicial de seguridad.Los cegadores flashes de lamultituddefotógrafosarracimados frentea laalfombra roja.Lasprotocolariasentrevistasde laprensaespecializadaydelrestodelosmediosdecomunicación.Losefusivossaludosy deseos de buena fortuna antes de comenzar la ceremonia por parte de miscompañerosdeprofesión.ElinstanteenelqueescuchéminombrecomoganadordelTonyalmejoractorprotagonistadelañoycómo,alavanzarporelpatiodebutacasendirección al escenario, la primera imagen que me asaltó fue la de mi madre,agarrandomimanoyesbozandounaúltimasonrisaqueseleapagabaenloslabios,lanoche en que murió. El sonido irreconocible de mi propia voz al pronunciar lasprimeraspalabrasdeundiscursodeagradecimientoquenorecordabahaberescrito,sobreunahojadepapelquesenegabaaquedarsequietaentremismanos.Unagotade sudor deslizándose por la sien y aterrizando sobre el atril. Un focodeslumbrándomealalzarlavistahacialaplatea.Elensordecedorsonidodelsilencioencadaunademispausas.Elcorazónexigiendoagolpesquelepermitieraescapar.Lasrisas,losaplausos,losflashes,lamúsica…Unocéanodesensacionesintentandohacerse hueco en un mar de dudas. Elevé hasta donde pude el volumen de mispercepciones para queme inundara como un tsunami ese anhelado sentimiento degrandezaquesiempreconsideréinherentealéxitoqueacababadecosecharhacíatansolounashoras.Eléxitodefinitivo;elquemevalidabayredimía;elquedotabaamiexistenciadesuúnicosentido.

Resultóinútil.Comprobé,muyamipesarenaquelinstante,quelacontemplaciónanticipadade

un sueño siempre nos deja, al materializarse, profundamente insatisfechos; que lafelicidadintrínsecaaltriunfoyalagloriasepresupone,oseimagina,peroraravezseconjugaenelpresentedeindicativo;queelreconocimientoyelaplausoajenoapenasgarantizanorestituyenelrespetopropio.

Tal vez fuera eso; o quizá fuese que sobre cada una de esas imágenes, que sesucedían atropelladamente en la retina de mi memoria, volvía una y otra vez aescucharlavozdemipadre:esaqueacababadecolarseporsorpresaysininvitaciónpreviaatravésdemicontestadorautomático,yquemedecíaserenaperocargadaasuvezdeun rencor rancioyenquistadopor losaños,queSara,miúnicahermana,aquellaadolescentederostrodifuminadoalaquemamáyyodejamosatráshacíaya

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mediavida,acababademorirenunhospitaldeMadrid,alaedaddecuarentayochoañosydespuésdetresdécadaspostradaenunasilladeruedas.

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amirada de un niño nunca engaña: sus ojos son dos ventanas abiertas a unmundotodavíanodistorsionadoporelpincelcaprichosodeesemalpintorque

eseltiempoyelcinceloxidadodeesaescultoramediocrequeeslaexperiencia.Losmíos,aquellalejananochedefinalesdelossetenta,aúnsomnolientosporel

cansancio y por la falta de costumbre al interminable vuelo transoceánico, nopudieronevitarabrirsedeparenparenelprecisoinstanteenqueaquelautobúsdelínea regular, que unía el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy con la isla deManhattan,dejóatráslaoscuridaddelanochecerradaparaadentrarseenununiversode luces titilantes:unaconstelacióndeestrellas recortadassimétricamentecontraelhorizonte escarpado de los edificios que las albergaban. Aquella postal que tan amenudo había visto en carteles y revistas; aquella imagen repetida en cientos depelículasaparecíadiáfanafrenteamí,comosise tratasedelmajestuosodesplieguede unos fuegos artificiales suspendidos en el aire. Deseaba con todas mis fuerzasabarcar aquel instante, parar el tiempo y perpetuar ese cúmulo de sensaciones quetransitaban de la fascinación al hechizo, alineándose finalmente en una promesafutura: ladequeenun lugar comoaquelnadapodríavolver a salirmal.Pero,porencimadetodasellas,superpuestaybrillantecomocualquieradelosrótulosdeneónque cada vez se me aparecían con más nitidez ante la proximidad de la isla deManhattan,recuerdounasensacióninexplicabledetriunfo,deíntimavanidad,porelhecho de estar adentrándome en esa gran urbe convertida ya en icono, en esaDisneylandiaparamayores,ydequepronto,muypronto,yomismoformaríapartedesupalpitar.

Mamá había sucumbido al cansancio y dormía en el asiento contiguo al mío,sujetandoconfuerzalosdospasaportesquenoshabíanpermitidofranquearelpuestodel Servicio de Inmigración de los Estados Unidos. Durante todo el vuelo habíapermanecidodespierta,alerta,murmurandoalgoentredientesenloqueyolleguéaentrever una oración por la cadencia monótona, como de letanía, con la que mellegaba.Supervisabamiduermevela,meacariciabaelcabelloymepreguntabacadapocosminutos si tenía sed, si quería algo, si estaba cómodo…,máspara canalizarunos nervios que se la comían por dentro que por una preocupación real por miestado.Cuandoelpilotoavisópormegafoníaqueestábamosaunosminutosdetomartierrasostuvomimanoentrelassuyas,mepeinócondelicadezaydibujólaseñaldelacruzsobremifrentetresvecesseguidas,sinrepararenquehabíaolvidadohacerlopropiosobrelasuya.Unaespeciedealegatoinconsciente,entendíconeltiempo,dequesialgunodelosdosdebíaserprotegidoporesadivinidadenlaquetantocreía,erayo.

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Ahoradescansabajuntoamí.Aquelautobúsnocturnorepresentabaparaellaunparéntesisdepazysosiegodondeelmiedo,laincertidumbre,elsentimientodeculpay la necesidad de seguir adelante con todos sus sentidos afilados, quedabansuspendidostemporalmente.

Comounactoreflejotirédelamangadesuvestido,ajenoasudescanso.—¡Mamá,mira!¡Mira,mamá…!Ellaabriólosojoscondificultad,fijólamiradaalfrenteporuninstante(máspor

nodecepcionarmequeporqueaquellaimponentevisióndelskylinedeNuevaYorkledespertase el más mínimo interés), esbozó una sonrisa de medio lado y cerró denuevolosojos,unosojosqueyanoquerían,onopodían,vermás.

—Esprecioso,mivida.Muybonito,deverdad…Yvolvióabajarse,porpuroagotamiento,delamontañarusadesensacionesenla

queyoviajaba.Pero para mi madre aquella ciudad no representaba ninguna victoria, ninguna

promesa.Paramimadre,NuevaYorknoeramásqueeldestinofinaldeunadolorosahuidahaciaadelante.Perosobretodoeraunaidea,unanecesidadvital,unaemociónyunderecho inalienablequedeseaba recuperarporencimade todoparaambos: lalibertad. Y estaba decidida a encontrarla en Nueva York, donde vivía desde hacíaquinceañossuúnicahermana:mitíaIsabel.

Paradójicamente, en aquella ciudad donde la libertad tenía forma y nombre demujer,mimadrelograríadejardeserestatua.

ElautobúsdetuvosumarchaalaspuertasdelaGranCentralStation,enlacalle42, bajo la gigantesca estructura de acero y cemento del edificio Chrysler.Mamá,pegadaalaventanilla,dibujabaconambosbrazosmolinosdevientoendirecciónamitíaIsabel,alaqueyohabíavistoúnicamenteunpardevecesentodamivida,enelentierrodemiabueloIsmaelyenlasNavidadespreviasasumuerte.

Elconductorabriólapuertayfuimosapeándonosladocenaescasadepasajerosqueenélviajábamos.Fuielúltimoenhacerlo.Antesdecerrarlaspuertasyreanudarsumarcha,aquelhombremeguiñóunojoymeregalóunasonrisacómplice.

—Heykid,youmadeittoNewYorkCity,thecapitaloftheworld.Goodluck!MamáseabrazabaamitíaIsabel,dejandocorrerporsusmejillasuntorrentede

lágrimasquelalimpiabapordentro.Yo,entretanto,contemplabaabrumadolaciudadamialrededor.

Eralamedianochedel27deagostode1977.Eldíaenqueyo,SamuelPalacios,comenzabaunanuevavida.

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odavía estaba tendido sobre la cama cuando me sobresaltó el sonido de lapuerta.Elrelojdespertadorsobrelamesitadenochemarcabalascincoymedia

delamadrugada.Habíasucumbidoalsueñohacíaapenasunparhoras.Susanentrótambaleándose.Laoíavanzarendirecciónalcuartodebaño,golpeandoasupasolosmuebles y demás objetos del recibidor. No encendió ninguna luz. Apenas unossegundosdespuésdecerrarlapuertadelbañoescuchéunaenormearcada,seguidadeunaseriedeespasmosenuninfructuosointentoporvomitar.

Melevantéymedirigíalcuartodebaño.Susanestabaabrazadaalinodoro,conlacaramanchadadecarmín,elrímelcorrido,lasmediasrotasyelbonitovestidorojosangre de Valentino, que había lucido en la gala de entrega de los premios Tony,completamente arrugado y descompuesto. La miré con absoluta frialdad. Hacíatiempoque sehabía extinguidoenmí cualquier emociónqueestuviera relacionadacon ella o con nuestro matrimonio. Pensé, eso sí, que resultaba grotesco que unvestidotancaroyelegantehubieratenidoquesufrirlosexcesosautodestructivosdeunaalcohólicadisfrazadadeprincesa.Ensusojos,queevitabanencontrarseconlosmíos,sípude,sinembargo,percibirunposodepesarodevergüenza.

—Voyaprepararcafé.Tevendrábienuno,cariño.—Notemolestes,Samuel—balbuceó.Siempre me llamaba Samuel. Jamás Sam o Sammy, nombre por el que me

conocían la mayoría de los amigos próximos y la gente de la profesión; tampocoamor,cariño,corazónydemásapelativostiernosqueformalizabanlaafinidadentredos personas que mantenían una relación, que la validaban, y que en los EstadosUnidos, al menos en los círculos que nosotros frecuentábamos, eran condiciónindispensableparaacallarcualquierrumor,dudaoreservaquepudieraexistirsobrelasolidez del vínculo afectivo de una pareja. Al preguntarle un día, al principio denuestronoviazgo,porquélecostabatantollamarmecariñoodecirmetequiero,merespondióqueeraporquemeamabaconlocura,másalládelsignificadodeesasdospalabras,malbaratadas tanamenudoenunvano intentodedotarde identidadaunsentimientoyermo.Enel idiomaenelqueSusansehablabaasímisma, lapalabraamor se pronunciaba Samuel, y era únicamente yo, tras lamuerte de sumadre, eldestinatariouniversaldelsuyo.

Ahoranoeramásqueunamuñecadetraporotaquecaíavertiginosamenteporlaespiraldescendentedelalcoholydelasdrogas.

Hubountiempoenquenofueasí…Nospresentaronunanochedeestrenoaprincipiosdejuniodelnoventaycinco,

en la terraza de un imponente ático delUpperWest Side con espectaculares vistassobreCentralPark,propiedaddesupadre,PiotrKafelnikov,unjudíorusoqueaños

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atrás había decidido permanecer en los Estados Unidos aprovechando una giramundial del Teatro del Arte de Moscú. No dejaba de ser un actor secundario delimitadotalentoypesodentrodeaquellacompañíadegigantes,peroposeíaunagranambición, gozaba de un carisma arrollador y disponía de un radar infalible que lepermitíaintuirencadamomentoquétrentomarensuobsesivoviajehaciaeléxito.Nuncallegóadominardeltodoelinglés(ydudoquejamásquisierahacerlo),erasuorgullosamaneradereivindicarquenoteníaintencióndeadaptarsealmundoquelerodeaba, sinoqueharía loqueestuvieseen sumanopara lograrqueesemundo seadaptase a él. Piotr, o Peter, como le llamaba todo el mundo a sus espaldas,abanderabaesageneracióndejóvenesapátridashambrientosdegrandezaycegadospor una ambición desmedida, fruto del odio que genera la injusticia, y querepresentaba,mejor que ninguna otra, la conquista del sueño americano en sumáspuraesencia.

SecasómuyjovenconlamadredeSusan,Svetlana,unaadolescentededieciséisaños,aprendizdemodistadelacompañía,alaquelogróconvencer,rodillaentierra,de que se apeara junto a él del barco de pasajeros que había de devolver a lacompañíaaRusia tras lagirapor losEstadosUnidos,enelúnicogestogenuinoderomanticismoquesepermitiríamostrarduranteelrestodesuvida.Svetlana,amantedelasartes,hermosaensusencillez,vivióasusombradurantelossiguientestreintaaños,hastaqueunamañanaesecorazónllenodepoesíaydemúsica,derecuerdosdelainfanciaensuSiberianatalydeSusan,dejódelatir.Muriópocosmesesdespuésdenuestroenlace,quizásenunarrebatodepenaalvercómoarrancabandesuladoelúnico bien que daba sentido a su vida; o quizá fuera la tranquilidad tras el debercumplidocomomadrequeentiendequeseacabaunaetapadelavidayyanoselanecesitamás.Aunque trasaquellospequeñosyapagadosojosgrises,enunode losescasosmomentos en los que nuestrasmiradas se cruzaron durante la celebración,pudedistinguir unhalodedesesperanza ante laperspectiva terrible e inminentedequedarsesolajuntoaaquellaomnipresenciamasculinaqueloinvadíatodoyalaquehabíaaprendidoadetestar.

Amímismomeinfundíaunrespetoquerayabaeneltemorcadavezquesentíasuproximidad.No solo era el productor teatralmás importante de todoNuevaYork,améndeotrasempresasmenoslúdicasypúblicassobrelasquehabíaescuchadotodotipo de rumores y que eran un secreto a voces; había algo en él queme producíacierta ansiedad.Quería a toda costa caerlebien, saber si le gustaba, si considerabaqueteníatalento.Meproducíaterrorlaideadecruzardepuntillasporsuvidayseruno de los muchos actores de la ciudad que habían pasado por una de susproduccionesconmáspenaquegloria.EnaquellaproduccióndeBroadwaydeComogustéis,deWilliamShakespeare,queacabábamosdeestrenar,yointerpretabaaunode los caballeros del desterrado duque del Bosque; un papel ciertamente pequeño,perolograba,conprecisiónmatemática,arrancarcarcajadasdelpúblicoenlasescasasfrasesquedirigíaalpersonajedelmelancólicoJacques.

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Enaquellaocasiónnolevillegar.Habíapermanecidoenlaterrazaensimismadoenlacontemplacióndeesemajestuosodesplieguedeorgullodelarazahumanaquees la isla de Manhattan. Escuché su voz cavernosa de barítono y su inglés deinmigranterusoaescasoscentímetrosdemí.

—¡Palacios, si no me falla la memoria! —dijo, abriendo los brazospomposamente—. El caballero del Bosque que consigue que el público vuelva aentrar en la función tras el soporífero segundo acto. Shakespeare debería estarleagradecido,pocasvecessehacedianacontanpocasflechas.Enhorabuena.

Al ir aestrechar sumanonotécómodiscurríapor lapalmade lamíaun sudorfrío,queenunataquedepánicologréatenuarsecándoloenlapernerademipantalón.

—Muchasgracias,señorKafelnikov…LlámemeSamuel,siestanamable.Yno,elméritoesúnicamentedeShakespearequesiempreaciertaaencontrarlobuenoenlobreve,ydel señorLandis,porsupuesto,paraelquecadapequeñodetallees tanimportantecomoelsoliloquiodeHamlet.

Kafelnikovfruncióelceño.—Yno seolvidedemí,Palacios,que lepagoel sueldodeunprotagonistadel

Marquisparaquenadiehagaesepequeñopapelmejorqueusted.Sentíquemefallabanlasrodillas.—Por supuesto, señor Kafelnikov, eso lo daba por descontado —acerté a

balbucear con un timbre y una entonación impropia de nadie que pretendiera serconsideradounactorserio.

—Piotr—medijo,relajandosuademán—.Escierto,verdaderamentetieneustedun don natural para la comedia…—apuntó, esbozando una sonrisa de tiburón—.Permítamequelepresenteamihija,SvetlanaKafelnikova.Hapuestoespecialinterésenconocerloaustedtrasverlafunción,granamantecomohasidosiempre…delospequeñosdetalles.—Ysinmás,sediolavueltaysealejóendirecciónalcentrodelafiesta.

Al principio no supe cómo encajar esa observación; me sonaba a sarcasmodisfrazadodecumplidoydeboreconocerquemeprodujociertainquietud.Nodurómás,sinembargo,queelbrevelapsoquetardéenencontrarmeconlosojosgrisesdeSusan.

—Noletomesenserio—sonrió—.Eselúnicomodoenquellegaráarespetarte.Leencantalasensacióndeamedrentaralosdemás.Sealimentadeello,perodetestaprofundamentealosqueseacobardan.Escomoungranescorpióndelargacolaperosinveneno.SusanKaffi.—Meofreciósumano,mientrasconlaotrasecolocabaelcabellodetrásdelaoreja.

—PensabaquetupadretehabíapresentadocomoSvetlana—repuseconfundido,estrechándolelamía.

—Svetlana es mi nombre de pila: el nombre de mi madre; bonito cuando sepronunciaenruso,horriblecuandosuenaenbocadeunamericano.Decidícambiarloa los trece años, la edad en la que más nos preocupa la popularidad, coleccionar

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amigosytodoeso,ysupusequeconesetrabalenguasyenplenaguerrafríanomesería fácil conseguirlo. Para mi padre sigo siendo Svetlana Kafelnikova, y sigoteniendotreceaños.ParaelrestodelmundosoyunachicaneoyorkinadeveinticuatroquesellamaSusanKaffi.

—¿Quieresuna copa?—pregunté,másparadisimularmi timidezqueporpuracaballerosidad.

—No,gracias—respondióconunamuecadedesagrado—.Aborrezcoelalcohol.LoprobéunasolavezenelBarMitzvadeuncompañerodeclasedelaescuelajudía.Creímorir;estuvehechauntrapodurantetresdíasymejuréquenovolveríaabebernunca más. No le encuentro ningún sentido, la verdad. Creo firmemente que elalcoholeselúltimoreductodelagentetriste,delaquesehadadoporvencidaohaperdidolaesperanza.PerounaPepsiestaríabien,gracias.

Ymeregalójuntoasucomandaunasonrisaamediocaminoentrelacoqueteríaylaternura.

Estuvimosjuntoshastaelamanecer,escrutándonosbajolaluzcenitaldenuestroreciénestrenadointerésporelotro,ajenosalincesanteiryvenirdelagente.Reímos,bailamos,conversamos,ypocoapocoysindarmeapenascuentalaslucesysonidosprocedentesdelaciudad,quehabíaninundadomissentidosdurantetodalavelada,sefueron apagando por completo, como el sostenido final de una pieza de música:suavemente; y la única luz y el único sonido que llegaba a percibir con crecienteintensidad procedía de los ojos grises y la voz melódica de una desconocida deveinticuatroañosquesehacíallamarSusanKaffi.

Elsilbidodelacafeterametrajodevuelta, todavíabuscandoenmimemoriael

momentoexactoenelqueaquellaSusandenuestrosprimerosencuentros, llenadevida,deluz,deoptimismo,yposeedoradeunasensualidadrebosantedeinocencia,setransformó en el frágil pájaro de alas rotas que se vaciaba ahora por dentro en elcuartodebaño.

Entróenlacocinasinhacerruido.Llevabaelcabellomojadoyhabíacambiadoelvestidodelafiestaporunabatadepaño.Sedejócaerpesadamentesobreunadelassillas.

—¿Cómo te encuentras? —pregunté, acercándole una taza de café. No merespondió. Tenía la mirada perdida y ella misma se encontraba a cientos dekilómetros de allí—. Desapareciste de la fiesta a los pocos minutos de llegar alSheraton—continué—.EstuvebuscándoteymeparecióvertesalirconMichael…

—NosfuimosatomarunacopaalClub21—atajóconbrusquedad—.Eratugrannocheynoqueríaestropeártelaconmipresencia.Hubierasidomásviolentoparatucortedeputitasdesplegartodossusencantossiyohubieraestadoallí.

—El21cierraalasdosdelamadrugadayhasllegadoalascincoymedia—lereproché.

—¡FuialapartamentodeMichaelymelotiré!—dijo,alzandolavoz.

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—ImaginoentoncesquesuqueridoStevenestaríadeviaje—repliqué,arqueandounaceja.

—¡Eresunhijodeputa!¿Losabías?—exclamó,golpeandolamesaconrabia—.Ojalápudieraserlamitaddecrueldeloqueerestú.¿Porquénotelimitasaactuarcuandoestásencimadelescenario?¿Porquéaceptaspertenecerleatodoelmundoyteniegasapertenecermeamí?¿Quésoy,Samuel?¿Quépapelmedejasrepresentaren tuvida?¿Porquésolodespreciasalúnicoservivoque tehaqueridodeverdadalgunavez?

ElrostrodeSusancomenzóallenarsedesurcosnegros.—Estáscansaday…—Tú lo has dicho, Samuel—atajó—. ¡Estoy cansada! Cansada demirarme al

espejo y verme siempre a través de tus ojos: insignificante, fea, vieja, inútil…Alguien que fue importante en tu vida y que ahora no esmás que un estorbo, unenfermodelquehayquecuidarparaexpiarlaculpa,uncontratiempoentusplanesdegrandezaydeconquista.Alguienaquienyahabríasdadolapatadadenoserlahijadequienes.

—Nopongaspalabrasenmibocaquenosonmías.—Notepreocupes,Samuel;voyadecirlasúltimas,quesísontuyasperoqueno

hastenidoaúnelvalordepronunciar:seacabó.Quieroeldivorcio.Susanclavósumiradaenmí.Suvozdejódesonarempastadaacausadelalcohol

ysetornóclarayllenadedeterminación.Sucuerpo,surostro,suademán…,todoenellaserelajó.

—Nocreoqueseaelmomentomásadecuadoparahablardeesto—dije,tratandodeocultarmizozobra.

—Este es unmomento tanbuenoo tanmalo comocualquier otro.Además, nohaynadadequéhablar.Mehallevadomuchotiempollegaratomarestadecisiónyesirrevocable.Habráquecomentárseloapapá,deloquemeencargaréyo,yanuestrosabogados,deloquetepuedesencargartú.

—¿Yquiénvaacuidardeti?Estásenferma.Llevasañosenganchadaalalcoholyalostranquilizantes…

—Miproblemaconelalcoholylasdrogasdesapareceráeldíaquedesaparezcastú.Túeressuúnicarazóndeser—meespetó,apartandolamirada.

—Nopiensodejartesola.—Samuel,yamehasjodidobastantelavida;porfavor,teloruego,nomejodas

loquemequede.—Comoquieras,perohabremosdeposponercualquierdecisiónamiregresode

España.Salgoenelprimervuelodelamañana…—¿AEspaña?—Susansoltóunarisotadallenaderabia—.Sabíaqueerastodoun

maestroenelartedeevadirlaconfrontaciónylosproblemas,peroestoyameparecedemasiado.Huiraunpaísamilesdekilómetrosquenohaspisadoenmásdetreinta

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años y del que nunca has querido saber nadame parece el colmo de la cobardía.PodíashaberelegidolacasadelosHamptons;resultaríamenosmelodramático…

—Susan…—¿Yaquévas,eh?¿Aserrecibidoenloordemultitudescontuestúpidopremio

bajo el brazo? «La vuelta del hijo pródigo convertido en estrella del teatro». «ElprimerespañoldelahistoriaenganarunTony».«Mira,papá,miraloequivocadoqueestabasconmigo:tengounavidademierda,unmatrimoniofracasado,nohesidolobastante hombre para darle un hijo a mi mujer y estoy solo, pero esta placa queaseguraquesoyelmejorcomediantedelmundomeredime».«¡Quiéreme,papá!¡Porfavor,quiéreme…!».

—Susan…¡Susan!—leinterrumpí—.Mihermanahamuertoestanoche.Elaireentrenosotroscobrósúbitamenteunaespesuradeacero.Porprimeravez

semehizo presente el reloj de pared que colgaba amis espaldas. Susan semovióinquietaensusillaantesdepronunciarpalabra.

—Nosabíaqueteníasunahermana—dijo,confundida.—Hayalgunascosasdemíquetodavíanosabes.—¿Porquénuncamehablastedeella?—Porqueperteneceaunaetapademividaquedecidídejaratrásalllegaraeste

país; hubiera sido demasiado equipaje. No volví a pensar en ella hasta que heescuchadounmensajedemipadredándomelanoticia.

—¿Cómosellamaba?—Sara.SellamabaSara.Recogí su taza y comencé a fregarla junto a la mía. Podía percibir su mirada

clavada en mi espalda y hasta descifrar el contenido de sus pensamientos. Mesuplicabanquenomefuera,oquelepidieraquemeacompañara.Pudeintuirquesupeticióndedivorciosediluíaporel fregadero juntoa losrestosdeesecaféquenohabíaprobado.

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nelinteriordeaqueltaxi,caminodelaeropuerto,tratéderelajarme,intentandovaciarmimentedetodoelruidoqueacumulaba.AquellamañanaNuevaYork

había amanecido un díamás vestida de un gris plomizo.Apenas algunas personasdeambulabancomoautómatasporlascallesaúndesprovistasdesubulliciohabitual.Caras inexpresivasmimetizándoseconelcementoyelacero.Piesarrastrándoseenuna letanía de pasosmecánicos.Me costaba imaginar qué oscuro resorte les hacíalevantarcadamañanaparaponerlesfrentealespejodesuvulgaridad.

Sentíunrepentinodespreciohaciatodosellos.Mipadreasegurabaquenohabíanadamáscancerígenoparalasociedadqueun

hombrequenosabeloquequiere.Alguienquehaperdidolacapacidadparasoñar—decía—tansoloesunacargaparasímismoyparasuentorno,yseconvierteenunprobadopeligroparaelresto,puesllevaconsigoelvirusmáscontagiosoymortalqueexiste: lamediocridad.Solohaydos tiposdehombres—repetía—: losque sueñandespiertos y los que lo hacen dormidos. La grandeza y el futuro de una sociedaddependenengranmedidadequehayaunaapreciablemayoríadelosprimerossobrelossegundos.

Mesorprendíamímismoalrecordaraquellaspalabrasdemipadre.Hacíatantotiempoquenoteníanoticiasdeél,quenopensabaenél…Loquemásmesorprendía,no obstante, era no haber dudado ni un segundo a la hora de tomar la decisión devolveraEspañayestarpresenteenel funeraldemiúnicahermana,con laquenotenía ningún tipo de contacto desde hacía más de treinta años. Se trataba de unadecisión visceral, nomeditada, y que traicionaba todo lo quemehabía dicho amímismoenelpasadoconelúnicofindearrancarcualquierrecuerdoquemetrasladaraaaquellosprimerosañosdevidaenMadrid.

Ennuestrahuidahaciaadelantemimadreyyofuimoscómplicesenelsacrificiovoluntariodelaspequeñasatadurasemocionalesquesetienenyaaesacortaedad.

Recuerdo, en particular, aquel día, al poco de llegar aNuevaYork, en quemimadremellevoaEllisIsland,elislotedondeseencuentralaEstatuadelaLibertad.Lamañana,peseasermuyfría,deunfríoirreconocibleparamíyconelquetardaríaañosenaprenderaconvivir,eraclaraysoleada,yapenasalgunasnubesejercíandealmohadonesdealgodónparaaquellaveneradadamadeantorchaenmanoalaquetantagenteinmortalizabaconsuscámarasdesdetodoslosángulos.Percibíunciertoentusiasmoenmimadrealqueyoeracompletamenteajeno,unaextrañaactituddepleitesía que siempre se produce en nosotrosmás por influencia o contagio de losdemásqueporadmiraciónsincera.Admiramosalascelebridades,lasobrasdearteoloslugaresnotoriosnoporsuslogros,subellezaosurelevanciahistórica,sinoporlafascinaciónqueconsiguendespertar en losdemás.Uncuriosoefectodominóde la

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reverencia.Peroyonoestabadispuestoacaerenesatrampa,asíquehicesaberamimadreconmi indiferenciaquenome impresionaba lomásmínimo lapresenciadeaquelsouvenirdeproporcionesgigantescas.

—¡Mira, Samuel, es la Estatua de la Libertad, el monumento más famoso delmundo!

—Medaigual,mamá.¡Amímeparecelasotadeantorchas!Cuando entramos en la sala del museo de la inmigración ese desinterés se

transformó en curiosidad, y no pude evitar soltarme de su mano y dedicarme arecorrerlassalasdeaquellaestancia,escudriñandoconcrecienteinteréslosmurosyparedesinfestadosdenombresydefechas.Hilerasinterminablesdeletrasformandonombres y apellidos, cincelados junto a su correspondiente fecha de registro,indicando el día exacto en el que les fue permitida la entrada al país.Un batallóninfinitodehormigasdibujandosobrelasfríasparedesdemármolunaconstelacióndeidentidades olvidadas, y cargando sobre sus espaldas treinta veces el peso de sudesesperanza.Alguienmecontó,añosmás tarde,queavecespasabandías, inclusosemanas, hacinados unos contra otros en aquellas frías y húmedas estancias,prolongandosuincertidumbremásalládeladesesperación.Gentesanónimas,pobres,extenuadas,aferradasasussalvoconductosyenlamayoríadeloscasosaunúnicosueño común: la esperanza de dejar atrás para siempre las lacerantes huellasprovocadasporlaguerra,lamiseriayelmiedo.Tambiénpudever,colgandodesusparedes, algunos retratos en blanco y negro, manifiestos silentes del precio quemuchas almas pagaron como peaje en su vía crucis a través de los campos deconcentraciónnazi.Ojosvacíos,desnudosdevida;miradastratandodehuirhaciauninfinitoperdido,haciaunhorizonterobado;ventanasabiertasalinteriordelhorror,almás oscuro de todos: el provocado por la crueldad terrible y descarnada de unhombrecontrasuigual.

Una,sinembargo,mellamólaatenciónporencimadelresto.Unhombrejuntoaunamujeryunbebéreciénnacidoposabanenaqueldaguerrotipodeterioradoporelpasodelosañosylahumedad.Estabandepie,enloqueparecíaserloaltodeunacolinadealgúnvalledeIrlanda,lugardedondeprocedíaunagrancantidaddeestosinmigrantes.Enelrostroajadodeaquelhombre,quemetíalasmanosenlosbolsilloscomo buscando inconscientemente en ellos una última excusa para no tener quemarchar, se dibujaba la sonrisa más triste que había visto en todami vida. A susespaldas se distinguía una casa de piedra y caña brava, y se podía percibir conabsolutaclaridad,comosilaescenaestuvieraocurriendoenelpresenteynoenunainstantáneacapturadahacíamásdeunsiglo,elterribledesgarrodeaquelhombretrassumuecamaquilladadealegría.

Notécómolasmanosdemimadreseposabancondelicadezasobremishombrosy juntos, con su barbilla apoyada sobre mi cabeza, observamos durante algunossegundosy en silencio aquel paisaje devidas anónimas capturadohacíani se sabecuánto.

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—Algunas veces, Samuel, hay que ser fuerte y mirar hacia adelante con unasonrisa en los labios, como el hombre de la foto, aun cuando lo que de verdad teapetezcaseallorar—susurrómimadremientrasacompañabasuspalabrascontiernosbesos sobre mi cabello—. No mires hacia atrás, hijo. Nunca. Nosotros no nos lopodemospermitirporquesolonosharíadaño.¿Entiendes?Comolagentedeestafotoolosmilesdeapátridascuyosnombresllenandearribaabajoestasparedes.

—¿Quésonapátridas,mamá?—Apátridas,mivida,sonaquellosquenopertenecenaningúnsitio.Aquellosque

novienendeningúnlado,nivananingúnlugar…—¿Vagabundos?—«Vagamundos»,másbien.—¿Somosnosotrosapátridas,mamá?—No, cariño, todo lo contrario.Nosotros somos viajeros valientes en busca de

nuevasaventuras.Y,acontinuación,enelrostrodemimadresedibujóunasonrisa,lasonrisamás

tristequehabíavistoentodamivida.En aquel preciso instante comencé a olvidar.Mamá nunca volvió amencionar

ningún detalle de nuestra vida en Madrid; yo tampoco. Personas, lugares osituacionesquehabíanestadomuypresenteshastaesemomentosedesvanecierondenuestrasconversacionesydenuestrosrecuerdossinmás,conlasencillezconlaquese desmorona un castillo de naipes, arrastrando al olvido, indiscriminadamente, atodolodemásensucaída.

—Disculpe, caballero. ¿Con qué aerolínea vuela?—preguntó el conductor del

taxi,trayéndomedevueltademiensoñación.—Iberia,repuse.—¿Esustedespañol?—sonrió,cambiandoelinglésporsulenguamaterna.Lapreguntametomóporsorpresa.Titubeéyporfinrespondíqueno.Nomentía;

enrealidad,hacíasiglosquenopensabaenello.Elúnicovínculoquemeuníaamipaíseraelconocimientodeunidiomaqueapenashabíatenidoocasióndepracticartraslamuertedemimadre,veinteañosatrás.Escasobagajeparaquehabiteenunoelsentimientodepatria.

Llegamosa la terminal.Ledial taxistaunbilletedecincuentadólaresy ledijequepodíaquedarseconelcambio.

—¿Sabeunacosa?—dijo,esbozandounasonrisa—.Siemprehepensado,desdequeerabienchamaco,quesinofueramexicanomehabríaencantadoserespañol.Ungranpaís,síseñor.

El hombrecillo arrancó su vehículo y se evaporó, dejando tras sí el eco de suúltima reflexión.Permanecíunos segundos inmóvil frentea laspuertasacristaladasdelaterminal.Finalmenteentré.Sentíunapunzadadeansiedadalverlosdetallesdemi vuelo sobreimpresionados en los paneles digitales. No pude evitar sonreír al

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distinguir, junto al número de vuelo y la hora de embarque, la expresiónon time.Paradójicamente, aquel avión que había de devolverme al lugar de mi infanciainterrumpidasalíapuntual.Peroparamí,lohacíacontreintaytresañosderetraso.

—¿Destinofinal?—preguntólaazafatadefacturación.—Madrid—respondí.—¿Español?—…Sí.

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l cansancio y la resaca comenzaban a pasarme factura. No lograba entendercómodespuésdelgranéxitocosechadolanocheanterioreraincapazdesentirlo

comopropioydisfrutarasí,nosolodelreconocimientoobtenido,sinodelamagnituddelasconsecuenciasquepodíaaventurarapartirdeesemomentoenmicarrera.

LarryCohen,miagentedesdehacíaalgomásdediezaños,estabaconvencidodequelasprobabilidadesdequeminombrefueraelegidocomovencedordelpremioalmejoractorprotagonistaenaquellaceremoniadeentregadelosTonyerandetresauno.Yonoloteníatanclaro.Habíaacudidoavercadaunadelasrepresentacionesdelosactoresnominadosquecompetíanenmicategoríayunaenparticularconvertíaenexiguas,segúnmicriterio,lasposibilidadesdealzarmeconelgalardón.NathanLaneinterpretabademaneramagistralunaversiónmodernadelReyLear,deShakespeare,quehabíadadomuchoquehablarenloscírculosteatralesdelaciudad.Yonopodíadar crédito a lo que estaba presenciando cuando acudí a ver una de susrepresentaciones: la maestría en el dominio del pentámetro yámbico, la perfectasincronía entrepalabray emoción, el dominio insultantedel escenario, la hilaridaddesatadaentodoslosespectadoresqueasistimosalarepresentación…Fueunaclasemagistral,laverdaderasaviadelaquesenutreelbuenteatro.Salíconsentimientosencontrados:emborrachadoporlamagiadeloqueacababadepresenciaryresignado,en cierto modo, porque entendí que no iba a ser yo el que saliera victorioso trasaquellaexhibicióndegenialidad.LlaméaLarry.

—Larry.Soyyo,Sam.Olvídalo.HevistoelLeardeNathan.Es imposiblequeganemos.

—Escucha,Sammy,¿tehasreído?¡PorelamordeDios,dimequetehasreído!—¿Quesimehereído?¡Casimedaunataqueenelpatiodebutacas!¡Esetipoes

unmago!—¡Entonces,enhorabuena,campeón!¡Elpremioestuyo!¿Comemosmañana…?Tardé en entender lo que quería decir, pero cuando lo hice, comprendí que las

palabrasdemiagenteestabancargadasderazón.El juradode losTony estaba compuestopor lomásvariopintoy selectode los

círculos teatrales de Nueva York: productores, directores, actores, agentes, prensaespecializadaydemásadláteresdelmundodelasbambalinasylastablas,gentequegustabadedarleunadimensiónsagradaaluniverso teatral.AquellaproduccióndelReyLearhabíasidoelmontajemásexitosodelaño,tantodecríticacomodepúblico,pero contaba con un elemento en contra inapelable: era una versión en clave decomedia,unasátira.DesdelaPoéticadeAristóteles,SanAgustín,Schopenhauer,yalgún que otro de los adalides del universo de la razón, la risa no ha contadoprecisamenteconelbeneplácitodeloslíderesdelpensamiento.Paraellossetrataba

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deunavulgarmanifestaciónde la ignoranciaode la locura.Elartevalioso,elartecon mayúsculas, estaba conectado por cordón umbilical con el dolor, con elsufrimientodelalma,ypormuyvirtuosoymemorablequeresultarasuinterpretacióndel viejomonarca no iba a ser el bueno deNathan el que se cargara, de buenas aprimeras,másdedosmilañosdeconocimientograbadoa fuegoenel inconscientecolectivo de generación tras generación. Además, se trataba de una de las cuatrotragediasdeShakespeare,quizálamásredonda,laqueseempeñanenrepresentarlamayoríadelasviejasgloriascuandovencercasufinal,comounasuertedelegadoadaeternumquehableensunombrecuandohayacaído«elúltimo telón».ElLeardeNathannoteníapintadeestarenelotoñodesusdíasytellevabadelllantoalarisaconlasuavidadconlaqueunamadreacunaasureciénnacido,sinfisuras.PerosetratabadeShakespeareydesumejortragedia,yaestenobleestamento,veneradoresconfesos de la diosaThespis, no les hace ninguna gracia que alguien se dedique apintarcolorinessobresus«vacassagradas»,aunque,comoenelcasodeNathan,seaconelpincelvirtuosodeunauténticoPicassode laemoción,elgestoy lapalabra.Encima era un trabajo valiente, osado, transgresor…, y ninguno de ellos, en lasoledaddesus fríascavernas intelectuales,otorgaría suapoyoaalguienasí,puestoque a sus ojos (cegados por la envidia que siempre ha generado en lamayoría eltalento desbordadode unos pocos), los valientes, los osados y los transgresores yatienensupropiopremio:atreverseaserlo.

Desde ese punto de vista y teniendo en cuenta estas consideraciones, misposibilidadesdeéxitoaumentabansobremanera.

ElpersonajeporelqueestabanominadoenlaobraElcaminoderegresoacasa,era JasonBailey,unveteranodelVietnamque sufríadeestréspostraumático, cuyavidacambióeldíaquesumujerlosabandonóaélyasuhijo,unniñodenueveaños,víctima de una extraña forma de autismo: el autismo de Kanner. Sin ayudaterapéutica y con una fuerza de voluntad y un coraje que solo puede surgir delinstintodeproteccióndeloquemássequiere, logratomarlasriendasdesuvidaycomienzaunabatallalegalcontraelsistema,cuandounjuezseniegaaacercarsealaresidencia del niño, alegando razones de exceso de trabajo y falta de tiempo, paratramitarsuincapacitación.Bailey,perdidoenelcomplejomaremágnumdelasleyes,lapolíticaylaburocracia,yconlacolaboracióndeunabogadodeoficio,adviertealmagistradoquelosautistassontremendamentereaciosaloscambiosensurutina,yquellevarleasuhijosupondríaparaélunriesgoincalculableyaquepodríaentrarencrisisosufrirunbrotepsicótico.El juezsemantiene inamovibleyahícomienza labatalla a brazo partido entre un «David» de nuestros días frente a un «Goliat» desiempre, con las únicas armas de la integridad, la voluntad férrea y el amorincondicionaldeunpadrehaciasuhijo.

Al final,Baileynosoloconsigueconsu luchaquese ledé la razónensucasoparticular,sinoqueapeticiónsuyayrespaldadopormillaresdepersonasconmovidas

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por su historia logra que se modifique una ley del Congreso en lo relativo a losprocesosdeincapacitación.

La crítica hablaba de una historia terriblemente conmovedora y de unainterpretaciónmemorabley llenade sutilezas.Un trabajode cirugía cardiovascular—decía— donde «el doctor Palacios» opera a corazón abierto a todos losespectadoresencadarepresentación,consiguiendoquevuelvanalatirconfuerza.

El personaje era uno de esos denominados en elmundo del espectáculo comolarger than life, o «más grandes que la vida». Uno de esos tipos que a todos nosgustaríaser,unhéroedenuestrosdías.Unhombrequelogralevantarsedenuevoconfuerzayderrotaralsistema.Soyconscientedequeelpremioquerecibíibadestinadoalpersonajeynonecesariamenteamiaportación.Cualquierotroactorquelohubierainterpretadohabríacorridolamismasuertequeyo.Eraunmontajeproducidopormisuegroysimplementetuvelafortunadehabersidoelegidoparadarlecuerpoyvozasu alma, a su lucha, a su dolor. Por normageneral, lamayoría de esos trabajos sepremiannopor la calidad artísticao la complejidadde su construcción sinopor lacarga emocional y la crudeza de su contenido. De alguna manera, al hacerlo,expiamosunaculpa:lafaltadecompromisoconlavida,conlosdemás,connosotrosmismos,ysentimos,atravésdeesepersonajedeficción,unadesagradablepunzadaenalgúnrecóndito lugardenuestrasconcienciasquenosempujaareaccionar,ydeesemodonosocultamosdelespejoquenosdevuelvereflejadanuestramediocridaddeespíritu,otorgandoesepequeñodonativoenformadepremio,dereconocimiento,deregalodeNavidadalavanidad.Unlastimosointentodeaportarnuestrogranitodearenaalahorademejorarelmundo,aunque,comoenestecaso,setratesolamentedeunmundovirtual.

Cuando el gran Ben Gazzara pronunció las palabras… And the winner is…:SamuelPalaciosforThewaybackhome,muchosdelosasistentesalaceremoniasesintieronunpocomásenpazconsusconciencias.Amén.

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isculpe,señor.—Lavozdelaazafatasecolóentrelasimágenesqueaúnsesucedían atropelladamente en mi cabeza—. ¿Desea que le traigamos la

cena?—¿Quétienen?—pregunté,sinmuchointerés.—Solomillo al roquefort o tagliatelle con salsa de boletus —respondió

mecánicamente.—No.Estábien.TráigameotroGlenfiddichdoble,porfavor.Disculpe,señorita,

¿cuántoquedaparaaterrizar?—Unascuatrohoras,señor—respondió—.Enseguidaletraigosucopa.Yseencaminóhacialacocina,regalándomeunasonrisaderécordGuinness.Le

devolvílasonrisaantesdecerrarnuevamentelosojos…En lasuiteroyaldelhotelSheraton, tras laceremoniade losTony,nocabíaun

alfiler. Yo lo percibía todo con una extraña sensación de no presencia, como sihubiesetenidounaexperienciaextracorpóreaypudieracontemplarlotododesdeotroplanodelarealidad.

Todaaquellagenteseacercabaparafelicitarme,osimplementesituarsefrenteamí con una sonrisa estúpida y sin pronunciar palabra. En realidad, deseaba poderdisfrutar de aquellas sinceras muestras de admiración; en cambio, me encontrabatenso,incómodo,sintiendoalgoparecidoalavergüenzaoalpudor.

Memolestabasobremaneraquemivanidadhubieradecididotomarseeldíalibreprecisamente en aquella ocasión. ¿No se suponía que ese era uno de losmayoresmomentosdegloriaenlavidadeunactor?¿Porquénopodíatocarlaconlosdedos?¿Por qué no me sentía distinto a cualquier otra noche? Acudió fugazmente a mimemoria aquel conocido poema de «Ítaca» de Constantino Cavafis y entendí que,muy a pesar nuestro, la felicidad siempre está donde la encuentras pero rara vezdondelabuscas.

Mezafécomopudedeunodeesosactorespesadosquesiempreestánentodaslasfiestasyquenocesandeairearlosnombresdetodalagentequeconoceymefuiarellenarmicopa.CuandolevantélavistadelaimprovisadabarraconseguídistinguirelvestidorojodeSusanqueatravesabalahabitaciónacompañadadenuestrocomúnamigoMichael,dirigiéndosehacialasalida.Medispuseairtrasella.

—No,no,no.Déjalamarchar;es lomejor.ÚltimamenteSusanytúhacéispeorpareja de baile que Gene Kelly y Cyd Charisse —dijo Larry, mi agente,interrumpiéndomeelpaso.

—Larry,¿dóndeestabas?Notehevistoentodalanoche.

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—Trabajandoparati.Escucha,esequeestáhablandoconMartyGoldsteinenlaterraza,disimula,esDougBrown.

—¿Quién?—DouglasBrown…Alotroladodelparaíso.¡EseDougBrown!Larry puso los ojos en blanco teatralmente en señal de impaciencia. Caí de

inmediato.—¿Eldirectordecine?¿Elganadordelpremiodelsindicatoelañopasado?—¡Eco!—Joder,pero si esuncrío—respondíabocajarro,ante la sorpresadeveraun

tipoquenollegaríaalatreintena.—Ya,puesaesecríolellevodandopapilladelamarca«Palacios»todalanoche.

Nohavistolaobra,niputafaltaquehace,perohaoídocosasmuybuenassobretiytejuroquenohansalidodemiboca.Además,haestadoenlaceremoniaytehavistoganar,yesocomotarjetadepresentaciónnotieneprecio.Tieneunproyectazoentremanos. Su segunda película, y Universal está detrás. Estamos hablando de unpresupuestodecienkilos.Vacomountiroyestáapuntodeserluzverde.Flecosyabogadosytodaesamierda,peroescuestióndesemanas.

—¿Porquémecuentasesto?—preguntéconfundido.—Porquemecayóelguioncomollovidodelcieloyresultaqueelprotagonistaes

un tipodecuarentaypicoañosquesepasa toda lapelículasufriendoy llorandoyhaciendotodasesasgilipollecesenlasquetúeresmejorquelosdemás.

—¿Cienkilos?—resoplé—.Nomejodas,Larry.Sabesperfectamentequeesoesmonopolio de las agencias conglomeradas. Estamos hablando de territorio vedado:CAA,WilliamMorris,ICM,Endeavor…JamásselajugaríanconunactordeteatrodelaCostaEstesinapenasexperienciaencine.

Larrymeagarróporunbrazoymellevóaunrincónapartado.—Escucha, señor«vasomediovacío»,noescasualidadqueesteniñatoestéen

NuevaYork.Eltipoestáempeñadoenquenoquierenombresparalapelícula;quiereaalguienrelativamenteanónimo.Hehabladoconél.Aseguraqueesimportantequelahistoriaestéporencimade lascarasyyo lehedichoquenopodíaestarmásdeacuerdo. Se ha peinado elWest End deLondres buscando un actor, y alguna putahada madrina del tamaño del estadio de los Yankees, que no sé quién es ni meimporta,lehasoltadotunombreylehadichoquetetengaencuenta,queeresloqueestábuscando.EltiposelajuegaynovaalanzarseaciegasaunquehubiesesidoelmismísimoMarlon Brando el que hubiera vuelto de su tumba para recomendarte,perocomocomienzonoestánadamal.—LarrylanzóunafugazmiradaendirecciónaDougBrownparaasegurarsedequeseguíaallí—.Mehapedidoqueospresentara,perolehedichoquenoeraunbuenmomento,queestabassobrepasadocontodoestoyquenoeraelmejorsitioparahablardetrabajo.Lohaentendido.Lehepreguntadosipodríacomercontigoenunpardedíasymehadichoqueningúnproblema,quetienepensadoquedarseenNuevaYorkunpardesemanasmás.Sammy—dijoLarry

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mientrasmeajustabalapajaritadelesmoquin—,sialgunavezentumalditavidahasestadocercadelputoHollywoodesenestosmomentos.No lo jodas.Yasabesquesolotienesundefecto:túmismo.

—Nohasestadoenlagala—lerecriminé.—No—respondió,cruzándosedebrazos—.Pasodeesasmamarrachadasdonde

todossebesanunculoquenoeselmío.Además,teníaqueorganizarlalogísticadetufiesta.

—Mehabríagustadoverteallí—ledijesinpermitirquecambiaraeltema—.Nolo entiendo, Larry, nunca vienes amis estrenos, tampoco compartes conmigo estemomento…

—Estábien—atajóLarry,dejandoescaparunsuspirodehartazgo—.Ensugrandía a la nena le daun ataquede sensiblería.Nopasanada, es legítimo; al fin y alcabo,hastaen lasmejoresfamiliassale toda lamierdadurante lacenadeNavidad.Misterios de la naturaleza humana: el momento perfecto resulta a veces taninsoportablementeabrumadorquehayquerebajarloconciertasdosisdedramatismoparapoderdigerirlobien.Deacuerdo,túganas.Telovoyaexplicar.

—Teescucho.Larryadoptóunsemblanteserioycomenzóahablar.—Hace tiempoentendíqueestenegociono tieneninguna lógicaestructural;no

sabesporquécoñofuncionaunacosayporquédemoniosno.Mellevabaeltrabajoacasaysufríacomounauténticocabrónalverquedabaigualquemedieracabezazospor un actor al queyo considerabamagníficoy al que, sin embargo, no conseguíacolocarleniunalanza.Asíquecomencéaaborrecerelteatroytodoloquehabíaasualrededor.Noibaalosestrenos,nianingunaotrarepresentación,ysolomededicabaalascuestionesmercantiles.Venta,puraydura:negociaciones,contratos,relacionespúblicas…Entendíqueparafuncionarenestenegocio,paraserunbuenagenteteníaque mantenerme alejado de cualquier implicación emocional y cualquier criterioartístico.Eltiempomehadadolarazón.

—Sinuncatehagustadoelteatro,¿porquétehicisterepresentante?—Nome estás escuchando, Blancanieves. No solo me gustaba: me fascinaba.

RecuerdoirconmipadreaprincipiosdelossesentaatodaslasrepresentacionesdeteatroYiddishenelcentro judíodeWilliamsburg,enBrooklyn.Deseabacon todasmisfuerzasllegaraseractorodirectorodramaturgo.Sonlosrecuerdosmásfelicesdetodamivida.

Enelsemblantedemirepresentantesedibujóunamuecadenostalgia.—¿Porquénolointentaste?—Porquecarecíadeltalento,lavanidadylalocuranecesariosparahacerninguna

deesascosas.Poresa razónmehicerepresentante,paraestarcercayayudarensucarreraa lagentequemásenvidiabaypor laquemásadmiraciónsentía.Quidproquo!

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Larry alzó su copa a modo de brindis y dio un largo trago lleno de una maldisimuladaamargura,otalvezderesentimiento.

—¿Tampocoibasnuncaaverlosaellos?—preguntésinacritud.—Sí.Claro que sí. Los primeros años veía las representaciones demis actores

variasveces;amenudosinqueellossupieranqueestabaenelpatiodebutacas.Nosolo erami trabajo, recuerda: también erami pasión. Pero tenía el punto demiradesviadoycuantomásmeempeñabaensacaraalguienadelantemenosfuncionaba.Fueron años jodidos. Pensé en dejarlomuchas veces, créeme, pero había invertidodemasiadotiempoydineroymeparecíaunaauténticacabronadadejartiradaaunagenteque,apesardetodo,seguíamostrándomeunalealtadinquebrantable.Empecéaaborrecerlo,notemiento,peroseguíafascinándomeelsecretoqueencierraelalmadeunoschifladosqueprefieren lucharpor laoportunidaddedecir cuatro frasesdemierda cada noche sobre un escenario que comer caliente todos los días, y paguélealtadconlealtad.Dejédeiralasrepresentaciones,dejédeinvolucrarmecomoantesy todo comenzó a funcionar como un reloj. Si todavíame apasionara estemundoestaríamuerto,fueradelnegocio.Sitegustabebernotemontesunbar.

—Nuncamehabíascontadonadadeesto.Noteníaniidea—repuseconfundido.—Siemprehayunaprimeravez—dijo,mientrasdejabasucopaenlabandejade

un camarero que pasaba por nuestro lado—. Siento mucho que mi oxidadomecanismodedefensaytunecesidadcompulsivadeaprobaciónnoformenunbuentándem,peroesloquehay.

—Micasoesdiferente,Lar.Megustamitrabajoy,segúnparece,soyelmejorenloquehago—dije,alzandolaestatuilladelTony.

Larrysearrancóconunasonoracarcajada.—¿Trabajo?¿Aloquetúhaceslellamastrabajo?¿Teestáscachondeandodemí,

Sammy?El trabajo de un actor no es actuar, es buscar trabajo. Saber qué teléfonomarcar, aquépuerta llamar,aqué fiestaacudir, aquiénchupársela sinquesenotedemasiado y sobre todo con quién establecer las relaciones verdaderamenteimportantesdetuvida:tumujerytuagente.Permítemedecirtequeenamboscasoshashechounaelecciónmuyacertada.¿Tutrabajoesactuar?¡Nomejodas!Actuaresturecompensa,otuterapia…oambas.

—¿Miterapia?—¡Sí,tuterapia,tuterapia!—protestómiagente—.¡Estáiscomounaputacabra!

Escucha, muchas personas tienen problemas de autoestima: carencias afectivas yrollosdeesetipo.Lagentenormallosolucionayendodosvecesporsemanaasesiónconunloqueroquetieneundiplomauniversitariocolgadoenlapareddesuconsultay que les cobra cien pavos por vomitar sus tripas en un diván, o semeten en unasecta,oseenrolanenelejércitodesalvación,¡oyoquécoñosé!Perositienesciertadosisdevanidad,algodecarisma,lasdospiernasytuvoznosuenacomoladeungatoalqueacabandeatropellarconuncortacésped,temetesaactorysueñasconunpatiodebutacasllenoareventarde«papás»yde«mamás»,aplaudiendoextasiados

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lagraciayelartedelnene,ydesacreditandoasíalosqueteteníanquehaberqueridocomotúnecesitabas,¡deverdad!Sinescenariosnimonerías.Vuestravidanoesmásqueunafunciónescolardefindecursoqueacabaeldíaenquepalmáis.Osdedicáisa lo que os dedicáis para dar legitimidad a un patrón, un patrón peligroso ydisfuncionalqueesmásviejoquelapropiahistoria,desdequehacedosmilañosuntío con mucho talento y toneladas de carisma se dejara crucificar para recibir laaprobacióndesupapá.

—Loquedicesesunauténticodisparate,Larry—repuse,untantomolestoysinsalirdemiasombro.

—Enlosveinticincoañosquellevoenestenegocio—continuóconsuexposición— solo he representado a un tipo que fuera normal: Roger Feldman. Un actor declásicoconcaradegranjerodeWisconsin,casado,condoshijos,quenosemetíaenlíos,nibebía,nileponíaloscuernosasumujer,justolocontrarioquetú.Acababasus representacionesy se ibaderechitoa casaaverLaruletade la fortuna con sufamilia.Jamásdecíaunapalabramásaltaqueotranisepasabalavidafrustradoporno encontrar el sendero de baldosas amarillas, tapizado de alfombra roja, que lellevaraenprimeraclasealmágicoreinodel«EgodeOz».

—¿Roger Feldman? —repetí para mí, impactado aún por el arranque deprofundidaddeLarry—.Nomesuena.¿Siguesrepresentándolo?

Unasombraoscuraseposósobrelamiradaveladademiagente.—No.Haceunosmesessesuicidó.Unosbrevessegundosllenosdeunsilencioincómodopusieronfinaladiatribade

mirepresentanteyentendíqueeseeraelpuntofinaldesudiscurso.—Voyapresentarme,Larry.DougBrownnodejademirarhaciaaquí.—¡Niseteocurra!—saltóLarry—.¿Estáslocooquétepasa?¿Quieresquese

joda esto antes de empezar? Se te nota a la legua que vas colocado.Escúchameyescúchamebienporquenotelovoyavolverarepetir:¡dejayadetomaresamierdaque te metes por la nariz! ¿Me oyes? ¿Crees que no me doy cuenta? Te llevoobservandotodalanoche.Hazloquetedélaputaganacontuvida;soytuagente,notupadre.Perohoyno.Me lodebes.Hemos luchadomuchopara llegarhasta aquí.Diviértete, que te la chupe en el baño cualquierade las niñatas que semuerenportirarseunTony.Hazloquetedélagana,peronolajodas.Noesunconsejo,esunaamenaza.

—Estonoestáresultandosercomoloimaginaba,Larry.—Tevoyadecircuálestuproblema,Samuel:enelfondonuncatehastomadoen

serioatimismo.Vasporlavidamendigandoelrespeto,elcariñoylaadmiracióndetodo elmundo y cuando por fin lo consigues, habiéndotelo ganado a pulso, no tecrees merecedor de ello. Te daré un consejo, amigo mío: acepta el aplauso de lagente, agradece sus felicitaciones, sonríe a sus elogios, con humildad. Porque hoy,aunquesoloseaporestavez,yaunquetumaltrechosubconscientedeniñitoapaleado

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porlavidaseempeñeenconvencertedelocontrario,telohasganadocampeón.¡Concreces!

Larry me miró a los ojos durante un par de segundos y me dio un cariñosocacheteenlamejilla.Nodijonadamásy,sinembargo,nuncaanteshabíadichotanto.

—Gracias—repuse,abrumado.—Melargo,mañanatengounmontóndeentrevistasqueconcertarte.Túdeberías

hacerlomismo.—Larry.Sientohabertehechosacartodoesto.Yasabes…—Notepreocupes—dijo,dándomelaespaldayseñalandoeltechoconeldedo

índice—.Élnosenvíalacruzylafuerzaparasoportarla.Ysealejódeallí,encaminándosehacialasalida.TodoelmundofueabandonandoconcuentagotasaquellasuiteroyaldelSheraton

paravolverareencontrarseencadacasoconsusoledadinterrumpida.Alfinal,comoen el famoso cuento, en aquella carroza convertida de nuevo en calabaza tan soloquedabayo,sinzapatodecristalnipríncipequemerescatase,conelalmaconvertidaenuncenicero llenohasta los topesdecolillasmanchadasdecarmín,apurando losúltimos tragos de un whisky de malta y esnifando las últimas rayas de cocaína,mientras tratabadeentablarconversación, abasede silenciosy reproches, conunaestatuilla de oro, callada y orgullosa, que se llamaba Tony y que,mirándome conabsolutodesprecio,seguíaempeñadaennodecirmenada…

—Señorita, por favor. Sería tan amable de traerme otra copa—pregunté a la

azafata.—Losiento,señor;comenzamoseldescensoencincominutos.—No se preocupe—contesté sin dejar de sonreír—.Me van a sobrar cuatro y

medio.Apuré de un trago mi quinto o sexto whisky y lamenté profundamente que

tampocofueraeseelqueconsiguierallevarmeaeseestadodondemesientoinmuneacualquiercosa.

Lavozdelcomandante resonópor lamegafoníadeaquel jumbo747de Iberia,anunciandoqueeldíahabíaamanecidofrío,desapacibleyconfuerteslluvias.

Cuando las ruedas de aquel avión hicieron contacto con la superficie del suelocerré losojos.Enmisoídos reverberaba lejana lavozdemimadre, susurrándome:«Ya está…ya está», como en nuestro primer viaje, con un sonido parecido al queproducelaagujaalrasgarlasuperficiedeunviejodiscodevinilo.

Lasensacióndevacíoenelestómagoqueseproduceenelmomentoenelqueunavióncomienzasudescensoseguíainstaladaenmí,apesardequelaaeronavehabíadejadodedesplazarsehacíavariosminutos.Miréendirecciónalaterminal.ElletrerodeMadrid-Barajasseintuíacondificultadatravésdelasgruesasgotasdelluviaquesalpicaban contra la ventanilla.LabanderadeEspaña, por el contrario, se percibíadiáfanaenelhorizonte.Mimiradaquedóatrapadaenladeunniñodeunossieteaños

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sentado junto a su madre, que me sonreía y que jugaba, ajeno a cualquier otroestímulo, con un pequeño avión de plástico que hacía volar entre sus diminutasmanos,altiempoqueconlabocasimulabaelruidodesumotor.Ledevolvílasonrisaydeseé,másqueningunaotracosa,volveratenersieteañosyjugartambiénjuntoamimadre.

Jugaralosavionesquevanyquevienen,sobrevolandouncieloimaginario…yquenolleganaaterrizarjamás.

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H

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ubountiempoenquelavidanodolía.Hubountiempodecielosdeazulrasoynochesestrelladas.Un tiemposinpasadoni futuro;unpresentecontinuo sin

ayeresnimañanas.Hubountiempoenelquemiedoodesesperanzanoeranmásquetópicos de viejo triste, conceptos del todo incomprensibles, lamentos que ni tansiquieramerozaban…

AlvolantedeunMercedesdegamaalta,quehabíaalquiladoenunrent-a-cardelaeropuerto,meibaaproximandoahoraallugarenqueexistióaqueltiempo.

Tal vez porque Madrid llevaba más de tres décadas condenada a un olvidovoluntariootalvezporqueenmivagorecuerdonoeramásqueeldecoradodeunaviejapelícula,escondidaenalgúnrincónpolvorientoeneldesvándeladesmemoria,mesorprendiólanitidezconlaquemeasaltaronvariasimágenesdeaquellaciudadenblancoynegroquedesaparecióparasiempreunbuendíasindejarrastro.

ElbrillointensoymulticolordelentramadodelucesquedecorabanlascallesdelcentrodurantelasfiestasdeNavidad.LospaseosjuntoalafamiliaporelparquedelBuenRetiro cada fin de semana.Aquel divertido concurso que protagonizaba unacalabaza y que presentaba un señor con un calcetín de cada color, y que tenía laextrañahabilidaddejuntarnosatodalafamiliaenpijama,cadaviernesporlanoche,frente al televisor. Lasmiradas tímidas y furtivas de aquella preciosa niña de ojoscolormiel y nombre de flor que se sentaba dos filas detrás demí en las clases decatequesis previas a la primera comunión y que me robó un pedazo de inocenciadejándomeensulugareldulcesabordelprimerbeso.Laexpresiónasustadademibuen amigoEnrique aquella tarde de finales de agosto,momentos antes de rajarseconunanavajalapalmadelamanoparamezclarsusangreconlamía(yjustificardepasosuslágrimas)eldíapreviodemipartidaaNuevaYork.LaimagendemiabueloIsmaelenlosinstantesfinalesdesuvida,postradoenunacamaquelehacíaparecerminúsculo,casiespectral,devoradassuscarnesporelcánceryeldolor,convertidoapenasenunsacodepielgrisáceayhuesosdecristal,conlosojoscansadosdeveryde ser azules cuando, en realidad, hacía muchos años ya que se habían tornadonegros, como sus pulmones, como su pena.Ojos demirada vidriosa, tomando condelicadezamimanoentrelassuyas,apenasconresuellosuficientepararegalarmelaúltimadesussonrisasyunescuetomensaje,conlavozroncayqueda,quesehabríadichoasímismosituvieralacertezadequeunovuelveanacer:«Estudia,hijomío.Quenadietedigacómopensar;quenadieteimpongaenquécreer…».

Madrid,depronto,eramiÍtaca,yyonopudeevitarlaexcitacióndesentirmeunUlisesen los instantespostrerosdemiOdisea.Sinembargo,adiferenciade la islagriegaen lafamosaepopeyadeHomero,aquínohabíaPenélopesniTelémacos,niposición de rey que reconquistar. Aquí nadie me esperaba. De aquí había sido

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desterradoalafuerzaporlaimposibilidaddecompartirtechoymantelconelodioyla ira de un padre inclemente, y era el resentimiento, que es el odio con canas yarrugas,elquemevolvíaatraerdevuelta.

Lamuertedemihermanasoloeraunaexcusaparaambos.Conellamipadretensabaalrededordemicuelloelnudodelaculpaparaquese

aflojaraalmismotiempo,enelsuyo,eldeladesesperación.Yyo,amivez,conelprecio de mi vida grabado en una estatuilla de oro con la que acababa de sergalardonadoenNorteamérica,ledemostrabaquesehabíaequivocadoconmigo,queyosívalíalapena,quemerecíaquemequisiese,comoyoaúnlequeríaaél,apesarde tiempos y distancias, a pesar de juicios y sentencias condenatorias en lostribunalesdesuconcienciaquedeberíanhaberprescritoyabajoelpesodelosañosyelpaulatinocicatrizardelasheridasdelalma.

Apesardetodo.Ahora,mientrasmeacercabaallugardondehabíandedescansarparasiemprelos

restosmortalesdemihermanaenunatumba,otralograbaabrirseenmiinterior,peronoencontréelvalordemirardentro.

La voz femenina del GPS anunciaba que estaba apenas a cien metros de midestino.

Aparqué el coche en la puerta principal del hotel Palace. Le di una generosapropinaalconserjeyleentreguélasllavesdelMercedes.Élordenóaunbotonesquese hiciera cargo de mi equipaje. El encargado de recepción, un tipo relamido yexcesivo en sus ademanes, se acercó a darme la bienvenida al otro lado delmostrador.

—Buenosdías,señor,ybienvenidoalhotelWestinPalace.¿Tieneustedreserva?—No—contesté.Elrecepcionistacambióelrostroamableporunsemblanteadusto.—Bueno, hágase cargo. Esto es el Palace y sin reserva es imposible encontrar

alojamiento.Tenemosinclusounalistadeesperadevariosdías.Simepermite,puedoaconsejarleotrosmagníficoshotelesnomuylejosdedondenosencontramos…

Recordabaquemipadre enmásdeunaocasión, tras algunode los paseosquesolíamosdar por el parquedelRetiro toda la familia los domingospor lamañana,habíacomentadoconadmiraciónqueaqueleraelhotelmáscaroylujosodelaciudady que gran parte de su clientela estaba compuesta por gentemuy rica, poderosa eimportante: deportistas de élite, políticos de renombre, estrellas de cine, grandesmagnates…Ami padre le fascinaba el Palace porque simbolizaba el concepto deléxitoentodasuextensión,yenélsehospedabatodoaquelque,dealgunamanera,habíaluchadoytriunfadoparaconseguirlo.Mivueltaacasanopodíaproducirsedeninguna otra forma ni en ningún otro lugar. Alojarme en aquel hotel resultabainnegociableparamí.

—Veráusted—atajé—.He tenidoqueviajarcon lamáximaurgenciaaMadridporuntemafamiliar…complicado.Mihermanafallecióayerporlatarde,porloque

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no he podido realizar la reserva con suficiente antelación. Soy perfectamenteconsciente de que venir a un hotel como el suyo, sin confirmación previa, es unaauténticatemeridad;perocomprendaqueeramiobligaciónintentarloyaquevivoenNueva York y hasta allí llegan los ecos de la excelencia de las instalaciones y elserviciodeestehotel,sobretodoentremiscompañerosdeprofesión.Todosdicenquees,sinlugaradudas,elmejordelaciudad.

—¿Yquéprofesiónesesa,simepermitelaindiscreción?—preguntóconciertoretintín.

Hice una pausa dramática y fingí sopesar si debería compartir con él esainformación, como si me molestara levemente que aquel tipo no me hubierareconocidoysepermitierael lujo,además,deutilizarconmigoun tonocargadoderetranca, como si fuera a desvelar, en los próximos segundos, el secreto mejorguardadodeluniverso.

—Soyactor—contesté,susurrandoymirandoconcautelahaciaamboslados,enunesfuerzohipócritaporpreservarmianonimato.

Esunacaracterísticamuycomúnentrelosmiembrosdemiprofesión:losactoressin éxito o los que se encuentran al comienzo de sus carreras manifiestan convehemenciaque losonenbuscadeunareafirmaciónque todavíano lesha llegadopor parte del gran público; en cambio aquellos que han tenido el talento, ladeterminación, la suerte o simplemente la falta de escrúpulos para triunfar, suelenesconder su identidadbajoeldesgastadodisfrazdeunaengoladay falsamodestia.Todo el mundo, actor o no, conoce ese código a la perfección, y aquel tipo, queseguramente en sus años de juventud había soñado cada noche con ser vedete delFoliesBergère,nohabíadeserunaexcepción.

Antes de que pudiera responder y cerrarse en banda, reafirmándose en sunegativa, le dije que estaba muy cansado después de un viaje tan agotador,consecuenciadel largovuelo transoceánico,del jet lag y, sobre todo, del dolor poruna perdida tan inesperada como irreparable, y que si no suponía inconvenientedeseaba tomar un café con leche en la cafetería del hotel para reponer fuerzas ydescansar los huesos unosminutos antes de salir de nuevo a la calle a procurarmealojamiento.Dejémipasaportesobreelmostradorylepedíquemeincluyeraenesalistadeesperadelaquemehablaba,yaquemiintencióneraquedarmeenlaciudaddurantevariosdías.

Esperé convenientemente en la barra de la cafetería a sabiendas de que sucuriosidadlellevaríaacontrastarlosdatosdemipasaporteconlosbuscadoresdelared, consciente de que los diarios y rotativos de los Estados Unidos ya habríancolgadoensusportalestodaslasreseñas,notasdeprensayartículosrelacionadosconmitriunfoenlaedicióndelosTonydeeseaño.

Al cabo de unosminutos un botones de casi dosmetrosme comunicó que serequeríamipresenciaenelmostradorderecepción.Alacercarmepudedistinguira

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aquel tipo buscándome ávidamente desde la distancia con una sonrisa libidinosaesculpidaensuslabios,invitándomeaquemeaproximara.

—Señor Palacios, ruego disculpe mi imperdonable falta de tacto. Sería de unpésimogusto,yescasahumanidad,obligarleabuscaralojamientoenestosmomentosqueimaginotandolorososparausted.Comounaseñaldelaprovidenciahasurgidounacancelacióneneltiempoquehapermanecidoenlacafeteríaymeheapresuradoabloquearlaparausted.

—Quierounasuite—respondíseco,sindejarlecontinuarconsuperorata.—Yefectivamente,setratadeunasuiteexecutive,señor—respondiósintitubear.Enhonoralaverdad,nuncasabrésifuebuscarminombreeninternetyaveriguar

quiénera loqueprovocóqueaquel tipomodificara suactitudycambiaraaltaneríaporservilismo,osiseprodujofrutodeunalegítimaysinceraconmiseraciónporeldolordemipérdida.Encualquiercaso,pocoimporta.Aquelhombredesempeñósupapelalasmilmaravillas,yesque,comodecíaelgenialAlfredHitchcock,todoelmundopuedellegaraserungranactor…,exceptoalgunosactores.

Entréenlasuiteexecutive505.Laestanciaeramuyampliaydabalasensaciónde

quetodoenellaeranuevo,comosiaúnestuvieseporestrenar.Lasparedesestabancubiertasdepapelpintadoabasedegruesasfranjasdecolorcremaymarfil,yunasenormescortinascolorburdeossobrevisillosblancoscolgabansobrelosventanalesqueasomabanalaplazadeNeptuno.Enellounge,separadodelrestodelaestanciaporunaspuertascorrederasdemaderadecaoba,habíaunamesadecristalconsillasdispuestas para que seis comensales cupieran holgadamente. Sobre ella había unbúcarodecristaldeformarectangularcondosorquídeasblancasensuinterior.Todala suite estaba cubierta por una mullida moqueta de color hueso que invitaba adescalzarse nada más atravesar el umbral de la puerta. Los pocos cuadros queadornaban las paredes eran copias litografiadas de conocidas obras que habíanenvejecidomalyqueseenvilecíanasímismasalintentardotar,sinconseguirlo,deuntoquedeeleganciaydistinciónaunespaciotanfríoyalejadodelbuengusto.Tansumamenteimpersonal.

Deshice el equipaje sobre la cama. Colgué en una percha el traje oscuro y lacorbata negra que había elegido para acudir al entierro y deposité la estatuilla delTony sobre lamesita de noche. A continuación,me acerqué almueble bar con laintencióndeservirmeunacopa.Miréel reloj.Eran lasdiezde lamañana.Aúnmequedabanalgunashorasantesdeponermeenmarcha.

En su mensaje mi padre me había comunicado los pormenores relativos alfuneral. Una información que dejó caer lacónicamente, sin ningún interés, asabiendas de que no me habría de ser de ninguna utilidad. Aún no llegaba acomprenderdeltodoquéresorteseescondíatrasmiimpulsivadecisiónderegresaraEspaña, al entierro de una hermana a la que apenas recordaba, y de tener queenfrentarmeaunpadreparaelquetambiényoestabamuerto.Mehabíajuradoamí

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mismoeninfinidaddeocasionesquejamásllegaríaaqueldía.Conquéfacilidadsemalbarataeltesorodelpropioalbedrío.

Laalarmadel teléfonomóvilmedespertó treshorasdespués.Entré en el aseo,llenélabañeraconaguatibiaytoméunlargobañodeespuma.Luegomeafeiteymevestí sinprisas.Quedabapocomásdeunahoraparaquecomenzaseelentierro.ElféretrosaldríadeltanatoriodelaM-30,lugarenelquesehabíainstaladolacapillaardiente lanocheanteriory se trasladaría al cementeriode laAlmudena, endondeestaba previsto que llegara poco después de las cuatro de la tarde. Deseaba serpuntualperonopasarallíniunminutomásdeloestrictamentenecesario.

Antesdesalirdelahabitacióncomprobémiaspectoporúltimavezenelespejodelrecibidor.

Alea jacta est, dije para mí, mientras cerraba lentamente la puerta de la suiteexecutive505delhotelWestinPalacedeMadrid.

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lcielosederramabaconviolenciasobreMadrid.Apesardequeaúnnoeranlascuatrodelatardecuandoaparquéelcochea

laspuertasdelcementeriodelaAlmudena,laluzquesefiltrabaatravésdelasnubeseratanoscuraytenue,ylalluviaquearreciabacreabaunmantodeaguatantupido,quelapercepciónocularerasimilaralaquesetienedurantelosúltimoscoletazosdelatardecer,cuandoladébilluzdelcrepúsculoobligaaforzarlavista.

Apaguéelmotorypermanecídentrodelcoche.¿Yahoraqué?,pensé.Miréporenésimavezelreloj.Faltabanunpardeminutosparalascuatroenpunto.Enaquelmomento vi pasar pormi lado un coche de pompas fúnebres escoltado por diez odocevehículosparticulares.Laintuición,yunescalofríoquemerecorriólaespalda,mepusieronenalertadeque,muyprobablemente,aquelcortejofúnebreteníacomodestinofinalelentierrodemihermanaSara.

Seinstalóenmiinterior,comounhuéspedindeseadoeinoportuno,unamolestasensación de vértigo. Noté cómo se aceleraba el pulso, se me secaba la boca ycomenzaban a sudarme las palmas de las manos. Traté de recobrar la calma y deconvencermedeque todo ibaa salirbien,queno teníaquepreocuparmepornada,que tan solocumplíacon laobligaciónmoraldeestarpresenteenel funeraldemihermanacomocabíaesperardeunhombresensibleyadulto;queveríaamipadreyque conversaría con él unos minutos, con la mayor naturalidad, mostrándole miscondolenciasyhuyendodedramatismosydecualquierrecriminaciónovanointentoderemoverelpasado;quedespuésmedespediríadeél,siendoambosconscientesdequeseríaporúltimavez,conunsentidoabrazoquerestableciera,enlamedidadeloposible, los lazos rotos. Finalmente, le regalaría la estatuilla delTony para hacerlesaberque,apesardetodo,habíaconseguidotriunfarenlavidacomoseguramenteélsiempre había esperado demí.Después subiría al coche yme alejaría de allí parasiempre, sin mirar atrás, sellando así una fosa que había permanecido abiertademasiadotiempo.Enaquelcementeriotrespersonasdeunamismafamiliaestabanporfinaunpasodedescansarenpaz.

Mearmédevalor,cogíelTonyqueestabasobreelasientodelcopiloto,guardadoconvenientemente en el interior de una doble bolsa de plástico con el logotipo delPalaceysalídelcocheatodaprisa,atravesandolosarcosdelaentradaprincipalalcamposanto.

Vislumbrélacapillanadamásentraralrecinto.Aunoscienmetrosseerigíaunenormeedificiodeestilomodernoypococonvencional,deparedesdeladrillorojo,columnatasblancasycúpulaenverdeconunaespigadatorrelateralalestilominareteyunacruzdeaceroenlomásalto.Frenteasuspuertaspudedistinguirelpuñadodevehículos,incluidoeldepompasfúnebres,quehabíanpasadopormiladohacíaunos

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instantes. Aceleré el paso. En apenas unos segundos estaba completamenteempapado,me chorreaba el pelo y los zapatos comenzaban a llenarse de agua.Nisiquiera labolsadeplástico,usadaamododeescudosobremicabeza, logróevitarque el agua me calara hasta los huesos. Seguí corriendo hasta llegar a la puertaprincipal.La abrí y accedí al interior.Un silencio respetuoso lo envolvía todo.Meacomodé en uno de los últimos bancos y cerré los ojos. Notaba el corazóngolpeándome con fuerza en las sienes. Respiré profundamente y poco a poco fuirecuperandoelaliento.

Calculé entré cincuenta y sesenta las personas que estábamos presentes en elinteriordelacapilla.Yoestabasentadoenlaúltimafiladebancos,demaneraquenopodía distinguir el rostro de ninguna de ellas. El féretro estaba situado sobre unaespeciedetálamoenelcentrodelaltar.Unviejosacerdoteconcasullablancayestolaverdeoficiabalamisa.

Eloficioterminóconunabrevehomilíadelsacerdoteacercadelainmortalidaddel alma y las emotivas palabras de una chica muy joven que se presentó comoantiguaalumnademúsicademihermanayqueleyóunaconmovedoraelegía,escritapor ella misma, en la que comparaba a su querida maestra con una composiciónmusical.Hablabadeque sumelodíahabía formadopartede la sinfoníade suvidadurantealgúntiempoyahorasonabaelúltimodelosacordes.Decíaqueelecodesubondadperduraríaparasiempreencadaunadelasnotasqueguardabaensucorazón.

Los operarios del servicio funerario se hicieron cargo del ataúd mientras losdemás íbamosabandonandopocoapoco la iglesia. Intenté envanoencontrar amipadreentrelamarañadegente.Soloveíaunmontóndecarasdesconocidascruzandopor delante de mí. Había salido ya todo el mundo y aún no había logradoidentificarlo. ¿Sería posible que hubiera cambiado tanto con el transcurso de losaños?

Me quedé de pie junto a la entrada, mirando en todas las direcciones,resguardándome de la lluvia. Los coches iban saliendo uno a uno en dirección allugar de la sepultura, que seguramente estaría bastante lejos teniendo en cuenta elcomplejoentramadodecallesqueconformabaaquelgigantescolaberintomortuorio.

Apenasquedabanunpardecochesporponerseenmarchacuandoelcristaldelaventanilladelanteradelprimerodeellosdescendiódepronto,permitiéndomeverelrostrodeunhombredemiedad.

—¿EstásaquíporelentierrodeSaraPalacios?—preguntó.Asentíconunlevemovimientodecabeza.—¡Tevasaempapar!¡Anda,sube!Subíalcocheymeacomodéenelasientodeatrás.Se tratabadeunaparejade

unoscuarentaaños.Enlosescasos tresminutosqueduróel trayectoelhombremecomentó que no conocía a Sara, pero que había trabajado muchos años comoayudante demi padre a principios de los noventa en una firma de arquitectura deprestigio,justodespuésdeterminarlacarrera,yquesiemprelehabíatratadocomosi

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fuera un hijo. Yo, a su vez, cuando fui preguntado sobre cuál era mi relación deparentescoconlafamilialerespondíqueeraunprimolejanoporpartedemadre,quevivía en los Estados Unidos y que casualmente me encontraba enMadrid por unasunto de trabajo.No quería tener que dar explicaciones sobre el hecho de que suverdaderohijo,pesealinmensocariñoquepudierahaberlemostradoaél,erayo.

Llegamosallugardelasepulturadondelacomitivaesperabaalrededordelafosa.Me quedé junto a la pareja, al cobijo de su enorme paraguas y a una distanciaprudencial. Los operarios deslizaron con sumo cuidado y destreza el ataúd en elinterior de la cárcavamientras el sacerdote bendecía la tumbay rezabaunaúltimaoración.

Yentonceslovi.Meestremecíal reconoceramipadreenaquelancianoenjutoquedejabacaer,

tembloroso,unasolitariarosarojasobreelataúdconlosrestosmortalesdesuhija.Enmisvagosrecuerdos,GermánPalaciosMedinasiemprehabíatenidocuarenta

ycincoaños:laedadqueteníacuandoloviporúltimavez,laedadque,casualmente,yoestabaapuntodecumplirenunmes.El tiempohabíaconseguidotransformaraaquelhombredeextraordinariavitalidady fuerzaenunadesdibujada sombrade símismo. A sus setenta y siete años, Germán Palacios parecía mirar el interior deaquella fosa con resignación, preguntándose, sin llegar a entenderlomuy bien, porqué el Señor había decidido llevarse primero a su pequeña, el único bien que lequedaba en vida, condenándole a él a padecer en soledad el oscuro calvario de sudecrepitud.

La gente fue regresando poco a poco hacia sus vehículos. Me despedí de laamableparejadándolesdenuevolasgraciasyasegurándoles,antesuinsistencia,quenonecesitabaquemeacercaranalcoche.Cuandolasúltimascuatroocincopersonassefueronalejandodeaquellugarymipadresequedósolo,comounespectrobajolalluvia,conlamiradaperdidaysusurrandounaoración,mefuiaproximandoaél,yacada paso que daba sobre la tierra mojada de aquel recinto de muerte yo me iballenandodevida.

—Papá—susurré.Mipadresaliódesutrance,levantólamiradaylafijóenmíconunaexpresiónde

desconcierto.—¿Sí…?—Papá,¿nomereconoces?Soyyo,Samuel…Trasunossegundosobservándomesindecirnada,reaccionó.—Samuel—repitióconunhilodevoz,yvolvióelrostrohacialasepulturacon

una sonrisa llena de ternura—.Tu hermano ha venido a despedirse de ti, cariño…Teníasrazón.

Nosmiramos en silencio, intentando acostumbrarnos a la nueva apariencia delotro, tratando de condensar treinta y tres años en apenas un instante. Ahora soloéramosdosextrañosquecompartían sangreyapellido.Elniñoeraunhombreyel

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hombre un anciano.Loúnico que no envejecía y que semantenía incólume era eldolorquehabíamosacumuladoambosconelpasodelosañosacausadelorgulloydelaindiferenciadelotro.

Unavozmasculinaprocedentedelinteriordeuncocherompiólatensaatmósferadeaquelreencuentro.

—Germán,¿tellevamosacasa?—No,no.Gracias—respondió,sindejardemirarme—.Mevendrábiendarun

paseo.Noospreocupéis.—Como quieras. De todos modos, llámanos nada más llegar. ¿De acuerdo?

Muchoánimo,Germán.Mipadresedespidióconlamanomientraselcochesealejaba.—¡Acércate!—ordenó—.¡Sicontinuasmojándoteasívasapillarunapulmonía!Meguarecí bajo el amplio paraguas demi padre e intenté torpemente darle un

abrazoperosuactitudcorporalloevitó.Nosquedamosunoalladodelotro,mirandoensilenciolatumbademihermana.

—Hablabadetiatodashoras—comenzóadecir—.Nuncasehizodeltodoalaidea de que tu madre y tú os hubierais marchado para siempre. Durante años selevantabacadamañanapreguntandosihabíais regresadoyadevuestroviajecon lamismailusiónqueeldíaanterior.Haceunpardenoches,enelhospital,meobligóaencontrartuteléfonodeNuevaYorkeninternetymehizojurarlequetellamaríaencuantoellamuriera.Quetúhabíasdeserelprimeroensaberlo.Medijoquevendríasa decirle adiós, que lo podía sentir en su corazón, y que se marchaba tranquila yserenaporquesabíaquesumuerteserviríapara…

Mipadrenopudocontinuar;yyotampocosabíamuybienquédecir.—Venga,salgamosdeestelugar.Seguramentenopasarámuchotiempohastaque

debaregresaralafuerza—bromeó.—¿Estásbien,papá?—preguntéaraízdesucomentario.—Supongo que solo tenemos de aquí hasta la entrada del cementerio para

ponernosaldía,asíqueconpreguntascomoesanovamosasacarmuchoenclaro.¿Noteparece?

La fina ironía de mi padre consiguió hacerme sonreír. Seguía conservando lalucidezyelingeniodesujuventud.

Leagarrédelbrazoycomenzamosacaminardespacioendirecciónalasalida.—¿Tehascasado?¿Tieneshijos?Lodirectodelapreguntamehizotitubear.—Mecasésí,hacetreceaños.Peronohemostenidoniñosaún.—¿Setratadeunproblemadeesterilidad?—No,no,nadadeeso.Somosfértileslosdos,segúnlaspruebasquenoshemos

hecho,ySusan,mimujer,aúnestáenedaddetenerlos.Sinembargo,porahoranohahabidosuerte.

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Nomentía,perotampocoestabaporlalabordecontarlelaverdad:queteníaunmatrimoniodesestructurado;quetantomimujercomoyoéramosunpardeadictos,enganchados al alcohol, los tranquilizantes y la cocaína, y que, probablemente, elabuso continuado de estos durante años constituía uno de los métodosanticonceptivosmássegurosdelplaneta.

—Bueno, nunca es tarde—sentenció—. Tener hijos es lo más importante delmundo.Lavidasinfamiliacarecedesentido.

Ensureflexiónpudepercibirunciertoresentimiento,comosi,dealgunamanera,mamáyyolehubiéramosarrebatadopartedeesesentidoasupropiaexistenciaeldíaenquenosmarchamosdeMadrid.

—Sí, sí, por supuesto. Seguimos intentándolo. Además, Susan está a punto decomenzar un tratamiento de fertilidad en un centro especializado deManhattan—mentí.

Unsilencioincómodoseinstalóentrenosotros.Deprontosemehizopresentelabolsadeplásticoquellevabaenlamano.Presionélevementesubrazoydejamosdecaminar.

—Tehetraídoalgo,papá.—¿Amí?—preguntóconfundido.—Esalgoquequieroquetengastú.Algoqueheganadoparati.Lemiréfijamentealosojosconlaemociónapuntodedesbordarse,yleentregué

labolsa.—¡ElPalace!—dijoconadmiración—.¿Teestáshospedandoallí?—Sí—asentí.—Buenaelección.Es,sinduda,elmejorhoteldelaciudad.Mipadreabrióconcuidadolabolsamientrasamímelatíaelcorazónconfuerza

ysemehumedecíanlosojos.Enunossegundoseternosfuiconscientedequetodoaquelloporloquehabíaluchadoenmivida,cadadecisiónquehabíatomado,cadapequeñaacciónquehabíaacometido,conducía,deunmodouotro,aaquelprecisoinstante.Estabaapuntodecruzarlametadeunalargacarreracontramímismoquetenía perdida antes de tomar la salida y en la que, finalmente y contra todopronóstico, iba a resultar ganador.Una carrera cuyo único premio era recuperar elrespetoyelafectodemipadre,paranotenerqueseguircorriendonuncamás.

—¿Qué es esto?—preguntó con extrañeza, mientras sacaba la estatuilla de labolsa.

—Es un Tony, papá: el premio al mejor actor de teatro de esta temporada enNuevaYork. Es el equivalente teatral al Oscar de Hollywood. Es un premiomuyimportanteque…

—¿Teatro?—interrumpiómipadre,seco—.¿Esesoaloquetededicas?—Sí.Soyactor—dije.—Nunca te he visto—atajó mi padre bruscamente—, y llegan muchas series

americanasaquí.Debesdeserdelmontón.

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—Bueno…alomejor…—balbucí.—Actor.Ydeteatro.Vaya…—continuómipadre,conunpuntodesarcasmoen

suvoz—.¿Esesountrabajoremunerado?¿Enserio?Enestebenditopaíshastahacebienpoconisiquierasepermitíaenterraraesagenteensagrado.

—EnNuevaYorkesdiferente;hayunagrantradiciónteatralylosactoressomosmuyrespetados.

—¿Respetados?¿Enbaseaqué?—Sutonofuedespectivo—.Yomehepasadomásdecuarentaañosdemividaconstruyendoedificiosdondelagentepudieravivir.¿Quéconstruyestú?Yotelodiré:castillosenelairedondelosociososyloscobardesacudenparaescondersedelarealidad,cuentoschinoselevadosalacategoríadeartepara justificar y encubrir una vanidad enfermiza. No te engañes: no hay nada deespecial,ni siquieradedigno,en loque túhaces.Loquepara tieselprimerplatoparaelrestotansoloeselpostre,quenoseteolvidejamás.

—Yo…—titubeésinquemesalieralavoz.—Toma —dijo, devolviéndome la bolsa—. Agradezco tu intención, pero no

quierotenerencasaunobjetoquemerecuerdeadiarioquemiúnicohijovarónlogróen una ocasión ser galardonado por un puñado de juglares con esmoquin con elpremioalmejorbufóndelaño.

—Comoquieras—susurré,mientrasvolvíaacogerlabolsa.—Unacosamás—dijo—.Alentierrodeunserqueridosevieneconunacorona

deflorespararendirhomenajealmuerto,noconunadelaurelparavanagloriapropia.Esdeungustopésimo.

Podíanotarcómoelcorazónsemeibahaciendodepurohielo.Apenassentíalaspiernas. Caminaba de su brazo como un espectro.Mi padre continuó hablando decosas triviales: de su jubilación, de la crisis de la economía, del gobierno…, y yoconseguía retener las últimas dos o tres palabras de cada frase, lo justo para darleacusedereciboabasedemonosílabos.Perosolomicuerpoestabapresente.Yomeencontraba en algún rincón al otro lado del universo con la cabeza bien escondidadentrounagujero.

Enesecementerio,enelquelaretahíladecrucesydelápidasseperdíaallendeelhorizonte, dudo que en aquel instante hubiera algún cadáver sepultado bajo mástoneladasdetierraqueyo.

—Bien.—Lavoz demi padreme devolvió al presente yme di cuenta de quehabíamos llegado a la entrada principal—. Aquí se separan nuestros caminos.¿CuándoregresasaNuevaYork?

—Tengoelvuelopasadomañana.—Porlomenosestavez…mehepodidodespedirdeticomoDiosmanda—dijo

conunasonrisaamargayunposoderesentimientoenlamirada.—Cuídatemucho—respondíconfrialdad.Y entonces, después de tantos años imaginando posibles abrazos de

reconciliación,nosdimosunogélidoydistante,unollenodehipocresía.Unabrazo

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que,desdehacíaalgunosminutos,yoyanoquería,ninecesitaba.—¡Samuel…!—La voz demi padre, trémula, asustada,me detuvo justo en el

momentoenelquemedisponíaasubiralcoche—.Tumadre…¿aúnvive?—No,papá.Murióhacecasiveinteaños.—¿Dequé?—preguntóconunhilodevozrotaysinquerersaber.—Nolosé.Denostalgia,talvez…—Entiendo…—dijo,acompañandounsuspiroybajandolamirada.Entréenelcoche,tiréconrabialabolsadeplásticoenelasientodeatrásypuse

enmarchaelmotor.Mientrasmaniobrabamiréendirecciónamipadreporelespejoretrovisorunaúltimavez.

Allí, bajo la tormenta, desdibujado entre nichos y tumbas, entre lápidas yepitafios,parapetadobajoelescudodeunparaguasquenoservíapararesguardarlede laverdaderacrueldadconlaqueacababandecastigarle loscielos,aguantabadepie,estoicamente,GermánPalaciosMedina,mipadre.Lomásparecidoaunhombreque he conocido nunca. Un pobre viejo que, aquella tarde en la que el cielo sederramabaconviolenciasobreMadrid,acababadedarsepultura,almismotiempoyenelmismolugar,alasdosmujeresmásimportantesdesuvida.

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E

9

l abuelo Ismael nació el último día del sigloXIX.Decía que haber venido almundo en tan notoria efeméride le había condenado desde niño a sentirse

prematurayextrañamenteviejo,comodeotro tiempo.Fueunsocialistaymarxistaconvencidodesdeelprimerdíaquecomenzóatrabajarelcampoparaotroshastaelmomento en el que un cáncer de pulmón lo devolvió a la tierra de donde siempresupo que había venido. Se declaraba fiel admirador de Carlos Marx, de FedericoEngels,deLargoCaballero,deAzaña,deNegrín…,defensoraultranzadelaluchadeclases;lectorhabitualdeElSocialistaodeClaridad,ylealsúbditodelaSegundaRepública. Y, a pesar de ello, cuando alguien le preguntaba, con indisimuladamalicia,intentandohacerlerabiar,cuálhabíasidoeldíamásfelizdesuvida,él,sininmutarse apenas, con absoluto aplomo y resignándose una vezmás a lamacabrabroma que le había gastado el destino, siempre respondía lo mismo: el día delalzamientodelEjércitoNacionaldelgeneralFranciscoFranco.¡Mandahuevos!

MaríaArozaJuan,mimadre,vinoalmundoenCirat,unpequeñopueblode laprovinciadeCastellón,lamañanadel18dejuliode1936,bajounsoldejusticia.Elcieloestabadespejadoy,noobstante,nocesabadellover.Llovíanauguriosdemuerteymiseria.Caíanlasprimerasgotasdeundiluvioquehabíadedurartresaños.

MaríatuvoeldudosohonordecompartircunaconlaGuerraCivil,lamalasuertedenacereldíamástristedelahistoriarecientedeEspaña.Enelmundoalqueellallegó,lamuertecomenzabaacamparasusanchasyelhambrenoparabadeengordar.Decía con resignación e ironía años más tarde que la ventaja de haber nacido alcomienzodeunaguerrayqueloprimeroa loqueseacostumbrentusojosseaa lamiseriay tusoídosal estruendode lasbombas, esque,deahí enadelante, tuvidasolo tiende a mejorar: a los ojos todo parece hermoso, a los oídos todo suena amúsica.

Asíeramimadre.Cuandoellaestabacerca,latristezaylamelancolíacorríandelamanoaesconderseencualquierotraparte.

Desde que cumplió los quince años, María tuvo claro que quería ser artista.Acudíadesdeniñacadanochealpajarde lacasade suabuelaSinforosadondeungrupodemujeresydehombresamenizabalaveladacantandoybailandotodotipodecancionespopulares,yatreviéndoseinclusoconpiezasdeteatroydezarzuela.

SinforosavivióenBarcelonalostresañosquesumarido,mibisabueloMarcos,habíapermanecidoenelfrentedurantelaguerradeCuba.Sepusoaservirenlacasade una familia acaudalada del barrio de la Bonanova: los Munné, un encantadormatrimonio,padresdeunaniña,quelaacogiódesdeelprincipiocomoaunasobrina,yalaqueinculcóunaverdaderapasiónporlaóperayelteatroyunanadadesdeñableculturamusical.NohabíamesquenofuerainvitadaaacompañarlesalGranTeatro

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delLiceo.Disfrutabaconpasióndeaquellamúsicaintemporal,deaquellaspotentesvoces que le acariciaban el oído y le sacudían el alma. Quedó deslumbrada poraquellosvestidosdereyesydeemperatrices,poraquellaslucesyescenografías,porlaeleganciayportedeloscaballerosylasdamasqueacudíanaveryaservistosenlas representaciones…Sentía una admiración enfermiza hacia aquellas artistas quepodíandedicarseporcompletoamenestertanmaravillosoyganarsemuybienlavidaconello,que ibanalrededordelmundo recibiendoaplausos,bombones, flores…,ydespertandoasupasolaadmiracióndeaquellaotragentetanricaeimportante,tanadmirableasuvez.

Cuba se perdió y Marcos retornó a casa con diez kilos menos en sus carnes,miradadevencidoyestríasenelalma.Sinforosaregresóalpuebloresentidaconeldestinoyenojadaconelarbitriode lanaturalezaporconcebirlamujery,por tanto,esclava de la voluntad del hombre.Volvió dispuesta a ser para sus vecinas lo queaquellas artistas de ensueño habían representado en su día para ella, anhelandogenerarentodasellasesaextrañamezcolanzadeadmiraciónycelosquesuponíaserqueridayenvidiadaapartesiguales.Yaunquepensabaconfrecuenciaenaqueldichotancastizosobrelamielylabocadelasno,noseresignóaquetodaaquellamúsicaqueaprendióaconoceryvalorarsedesvanecieraenellejanorecuerdodelosalegresdíasdelsoldelajuventud,enaquellaBarcelonaeternaalaqueamabaporencimadetodoydetodos,yqueahoraquedabatanlejanacomosupropiadicha,mientrasellaardíayseconsumíaenelinfiernodesuinsoportableausencia.

Aquellosañosdelaposguerrafueroncayendolentosypesadoscomoplomo.Entodoelpaísseinstalóunsilencioespeso:unsilenciodeiglesia,deduelo,queteníacomocometidohacerolvidarcuantoanteselruidoensordecedordelasbombasylametralla,ellamentodelosheridos,eltañidodelascampanasquetocabanamuertoyelllantodesgarradodemadresydeviudas.

El pajar de Sinforosa fue un reducto inexpugnable frente aquel tribunal deinquisiciónalaalegría.Unoasisdevidaenunaperdidaaldeaentremontañas.Allí,cadanoche,unpuñadodehombresymujeressecosíanlasheridasdelaguerraabasede coplas y versos, de zarzuelas y jotas, de viejas historias, romances y leyendaspopulares.

DesdequelaniñaMaríatuvousoderazónanadielepasóinadvertidoelgracejoespecialqueteníaparacantarybailar.SinforosavioenMaríaunguiñodeldestinoyfue,pocoapoco,inoculandoensunietaelvirusdelapasiónporelcanteyelbaile,jurándose que viviría a través de ella aquel sueño que le fue arrebatado en sujuventud.

Unatardeoíalaradiomientrasbordabaenelporchedelacasa.Deellacomenzóasurgirlamúsicamásintensayemotivaquehabíaoídoentodasuvida,acompañadaporlavozincomparabledelagranConchaPiquer.Algoseremovióensuinterioryesperó impaciente a que el locutor anunciara el título de aquella canción. Apenasunos minutos más tarde supo que se llamaba Suspiros de España, que la había

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compuesto un tal Antonio Álvarez Alonso en 1902, y que formaba parte delrepertoriodelasmásgrandesartistasdelpaís.Yenaquelprecisoinstantedecidióquequería ser una de ellas y dedicarse a cantar Suspiros de España o cualquier otracanciónquelograraqueelcorazóndetodoelqueestuvieraescuchandosedesbordaracon lamismaemociónque se acababadedesbordar en el suyo.Teníaquince añosreciéncumplidos.

Sinforosa no mostró apenas sorpresa cuando su nieta le hizo cómplice de susanhelos.Lepidióqueno locomentaraconnadie,ni siquieraconsumadre,yaquededicarseaesonoestabamuybienvistoenestepueblodecatetoseignorantes.Yallegaríaelmomentodecontárseloa losdemás.Leexhortóaquesiguieracantandotodoslosdías,atodashoras,puestoquelaprácticaeralamadredelaexcelencia.Yasílohizo.DurantelossiguientestresañoslavidadeMaríafue,literalmente,coserycantar.

Las veladas en el pajar de Sinforosa se fueron espaciando más y más en eltiempo.Deaquellascuatroocinconochesporsemanaenlosañosposterioresalfinaldelaguerra,sefuepasandopocoapocoaunpardevecesafinalesdeladécadadeloscuarentayúnicamentealsábadoporlanochealcomienzodeloscincuenta.Paraaquelpajar,reconvertidodurantequinceañosenunimprovisadoteatrodevariedades,tambiénhabíallegadolahoradebajareltelón.

Fueel23deabrilde1955.Doceotrecevecinosconsussillasyguitarras,comocadasábado,llamabancadavezmásextrañadosalapuertadecasadeSinforosa.Noseoíaunalma.Noseveíaningunaluz.Nadieacudióaabrir.

Esanocheyaesamismahora,SinforosayMaríadormíanplácidamente,unaalladodelaotra,enunapensióndemalamuerteenelbarriobarcelonésdelRaval.Sehabían regaladomutuamente una rosa.Era la festividad deSan Jordi, patrón de laciudad.

Habían transcurrido más de cincuenta años desde que Sinforosa abandonóBarcelonaparavolversealpuebloahacerloqueenaquelentoncesunamujercomoDiosmanda teníacomoobligación fundamental:dedicarseencuerpoyalmayconabnegación absoluta al cuidado de sumarido y de sus hijos. Aquella chiquilla deapenas diecinueve años a la que le arrebataron sin permiso el preciado bien delalbedrío,aquellaniñaalaqueobligaronentretodosahacersemujerantesdetiempo,volvíaa recorreresamañana, juntoasunieta, lascallesdelbarriode laBonanovacon la ligerezadepiernasde antaño, pese a haber cumplidoya los setentay cincoañosysufrirunabarbaridaddehuesosyvarices.Susojos,sinembargo,manteníanelbrillo juvenil de aquel entonces. A cada paso que daban le iba narrando a MaríaalgunaanécdotacuriosadelosañosenquesirvióencasadelosMunné.Cadacalleleevocabaunrecuerdo,cadaesquinaunaemoción.

Lamansión de losMunné seguía en elmismo lugar y apenas había cambiadonadaen su apariencia externa.MarinaMunné tenía tan solonueveaños cuando sunana se marchó un buen día de vuelta al pueblo del que salió tres años atrás,

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dejándoleenprendaunbesoenlafrente,mediasonrisaforzada,lahumedaddeunalágrima en la mejilla y un escueto «Sé buena, mi niña». Aquello le dolió. ParaMarina, Sinforosa era mucho más que una simple criada o que su niñera: era sucompañera de cuarto y de juegos, su hermanamayor, ya que a esa tierna edad lapurezaquegobiernaelcorazónnoentiendedejerarquíasyaúnnohasidoadiestradaenel feoviciode rotularetiquetas sobreaquellosquenosoncomonosotros.Añosmás tarde, conversando con su madre, intentó acordarse del rostro de aquellamuchachadepuebloquecuidódeelladurantesusprimerosañosdevida,peronoloconsiguió.Laerosióndel tiempoes inclemente inclusoconelmásancestralde losafectos.

Duranteaños,Sinforosahorneabaunosdeliciosospastelillosdeboniato, tandelgustodedonMarcelino,elpárrocodeCirat,queestedevorabaconfruiciónacambiodeescribirlelacorrespondenciaqueunavezalmesenviabaasusantiguosseñoresdeBarcelona.Siemprealaatencióndelseñorporqueelverdaderocariñonoentiendedeetiquetasniprotocolos.

Undía recibiódepuñoy letrade la señoradeMunnéaquellamisivaque tantohabíatemido.Enellalecomunicabaqueelseñorhabíafaltado,sindolor,haciendolasiestaenelsofábajoelsoldelmediodía,mirandounálbumdefotosantiguasyconunasonrisaenloslabios.Tambiénlecomunicabaquenoibaacontinuarlarelaciónepistolar que llevaban cerca de veinte años manteniendo ya que no era como sudifuntoesposoycarecíadelasletras(ylosánimos)suficientesparacomprometerse,peroquelaqueríamuchoyqueseguiríaestandoensusoracioneshastaelfindesusdías.

NofuesinohastaeldíaaquelenqueMaríalecontósusdeseosdeconvertirseenartista,muchosañosdespués,cuandoSinforosavolvióapensarenlosMunnéyenlaniñaMarina,queentoncesdebíaderondaryalossesenta.¿Quéhabríasidodeellas?Laseñorahabríamuertocasicontotalseguridad,yaqueestaríacercadelosnoventaynuncadiomuestrasdetenerunasaluddehierro,peroMarina…

Envióunacartaa laantiguadireccióndelaresidenciafamiliarde laBonanova,esperandoquealguienledieracualquiertipodeinformaciónsobreelparaderoactualde la única heredera de la familia. Para su sorpresa, pocos díasmás tarde recibiórespuestadelapropiaMarina.Enellaledecíaquesealegrabaenormementedequehubieraretomadoelcontacto,quesumadrefaltabadesdehacíaseisaños,víctimadeuna enfermedad largaydolorosaque le había tenidopostrada en camadurante losdosúltimosañosdesuvida,yqueellaenviudódurantelaguerra,sinhaberselogradoquedarencinta,quehabíavendidolaempresafamiliaralmorirsumadreyqueconelloledabaparavivirholgadamente,siesqueaaquellopodíallamárselevida,puesselacomíanporfueralasoledadypordentrolamelancolía.

Sinforosalerespondiódeinmediatoasegurándolequenotardaríaeniravisitarla,queteníaunanietadequinceaños,preciosayconmuchotalento,quehabíadecididoserartistayqueellavivíaparaveresesueñoconvertidoenrealidad.Pordesgracia,

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pocopodríahacerlacriaturaenaquelpueblodemalamuertedondenoteníanadienipara comer, pero si la señora tuviese a bien ayudarla económicamente, como unaespeciedemecenasdesusestudiosdecantoydeclamación,laniña,acambio,podríaocuparseenlastareasdelacasa,y,porencimadetodo,hacerlecompañía.

Doña Marina aceptó de buen grado y ciertamente ilusionada a la petición demecenazgo de la joven por parte de Sinforosa. A través de María ambas seencontrabanpróximasaalcanzarelmayordesusanhelos.ParaMarina,mimadreibaaocuparelespaciovacíodeesahijadeseadaqueaquellainoportunaguerraleprivóde concebir. Para Sinforosa, era la ocasión soñada de ser como aquellas grandesartistasdesujuventud,atravésdeltalentoylabellezadeunapartedesusangre,delareencarnacióndelmásíntimodesuspropósitos.

Y así, aquel domingo 24 de abril de 1955, a las tres en punto de la tarde,acompañada por su abuela Sinforosa,María cruzó la puerta de entrada de aquellaviejamansióndelaBonanova.Contabadiecinueveprimaverasyningúninvierno,lamismaedadque tenía su abuela cuandoentrópor aquellapuertapara cuidar aunaniña,lamismaniñaalaqueahora,cincuentaysieteañosmástarde,debíacuidarellatambién.

Pasaron la tarde las tres juntas, tomando café, té y pastas, hablando sobre lodivinoysobrelohumano,aireandoelpolvoranciodelaestanciaabasedehistoriasolvidadasy risas infantiles,y arrancandode lasparedes la amarillentamugrede lasoledadydelanostalgia.Cuandoempezóaasomareseazulintensodelcrepúsculoque solo existe en las ciudades bañadas por elMediterráneo, Sinforosa se excusóalegandoqueyaeramuytardeyqueteníaquemadrugarparatomartempranoeltrencondestinoaCastellón,yquedejabaaambasenlasmejoresmanos.

Antesdeatravesarelumbral,desdelaescalerademármolquedabaaljardín,sevolvióunaúltimavezparaverlasjuntasalasdos.SefijóprimeroenMarina.Seguíaviendoenellaaaquellamuñequitadecarneyhuesoconlaqueaprendióajugarasermamá. Contempló después a María y no pudo evitar reconocerse en ella bajo elmarcoimponentedeaquellamansiónintemporal.Adecirverdad,vioensunietaunaversión mejorada de sí misma: más guapa, más preparada, más libre… y en unaEspaña distinta. Esbozó una sonrisa de medio lado en dirección a ambas y alzólentamentelamanoparadeciradiós.Luegosediomediavueltayseencaminóhacialasalidaconseguridadyaplomo,comosisetratasedelmutisfinaldeunagrandamadelteatro,sintiendoporprimeravezentodasuvidaqueaquelescenariolepertenecíayqueellalepertenecíaaél.AgradecióalaSantísimaProvidenciaporlosserviciosprestadosylepidióunúltimofavor:quelaniñatuvierasiemprelabuenafortunaqueaellaselenegó.SesantiguóycruzólaentradaprincipalendirecciónalasentrañasdeaquellaBarcelonaeternaqueletendíalamanoparabailarunúltimopasodobleenaquellacálidanochesinlunaysinestrellas.

Sinforosa no volvió a ver a su nieta. Murió pocos meses después habiendocumplidoconsudeber.

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Durantelossiguientesaños,MaríallenódeluzlacasadelaBonanova.Porella

pasaronlosmejoresmaestrosdecanto,depiano,debaileydedeclamaciónalosquedoñaMarinapodíaecharlesellazo.Noreparabaengastos,nadaerasuficienteparasuMaría,poresanecesidadexacerbadademostrarcariñoquesuelen teneralgunasmujeres, ávidas de fuertes vínculos afectivos, con aquellos que no son sus hijosbiológicos.

Maríanuncallegóacompensareseesfuerzoeconómicorealizandolastareasdelacasa,comohabíapropuestoSinforosaenelacuerdooriginal,másbienseconvirtióenuna señorita culta y educada, que dejaba maravillada a las visitas cada vez quecantabaorecitabaacompañándosealpianoqueatalefectohabíaadquiridoparaelladoña Marina. En más de una ocasión, alguna conocida se dejaba caer trayendoconsigoaunhijooaunsobrinoenedadcasadera.Todosquedabaprendadosenelacto por su belleza, su talento, su desparpajo y su rebosante sensualidad, peroningunolellegabaahacergraciadeverdad,yaunquesaliódepaseoyalteatroconun par de ellos, nunca volvía a repetir, y continuó poniendo todo su empeño enaprender,enmejorar,endarpasosfirmeshaciasuansiadameta.

Aquellametaseapareciódiáfanaenelhorizonteunamañanadeprimaveraenqueunviejoamigodelaseñora,elsenyorLlorens,quehabíaoídocantaraMaríaenlacasa de losMunné en alguna ocasión, le propuso incorporarse tras el verano a lacompañía de variedades que regentaba y que gozaba de cierto prestigio en losmentiderosteatralesdelaciudad.Leasegurabaunapagadecente,giradeunañoportoda Cataluña y la posibilidad real de hacer temporada en el Apolo. Ella sería laencargadadesustituiralagranRemediosMontoya,enelocasodesudoradacarrera,como tonadillera de la compañía, heredando su repertorio de copla y de canciónespañola.

¡Maríacorrió,corrióycorrió,comosilepersiguieraelfindelmundo!Lefaltabatiempoparacontárseloasumadrina.Quéeslavida,oelamor,alfinyalcabo,sinolanecesidadirrefrenabledemagnificarlapropiaexperienciadeunocompartiéndolacon alguien a quien se quiere de verdad. Se abrazó a ella con toda la fuerza quegenera el músculo de la gratitud y las emociones desbordadas de ambas sezambulleronjuntasenunbañodeéxtasissobresusrespectivasmejillas.

Aquella misma tarde María se acercó dando un paseo hasta la playa de laBarceloneta.Contemplóduranteun ratoyensilenciocómocruzaban losbarcosdeladoa lado,dibujandosiluetasvaporosasenelhorizonte.Recordó instantes lejanosde su vida en el pueblo. Le vinieron a lamemoria aquellas veladas interminablesjuntoasusvecinosenelviejopajardelasvariedadesyesolehizosonreír.Seacercóalaorilla,descalza.Introdujoambospiesenelaguaygirósucuerpocompletamenteendirecciónalsur.Sujetabaunarosarojaentre lasmanosy la lanzócon todassusfuerzas sobre la cresta de una ola que rompía. Susurró: «Lo he conseguido, yaya,graciasati».

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Erael23deabrilde1960,díadeSanJordi,patróndelaciudad.

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A

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mediados delmes demayo, doñaMarina yLlorens, tras haber llegado a unrápidoarreglosobrelospormenoresdelcontratodeMaría,sellaronelacuerdo

conunfirmeapretóndemanosysefueronacomer,comoeraprotocolarioporaquelentoncesentrelaspersonasquepertenecíanalestratomásacomodadodelaburguesíacatalana.

Lajovencomenzaríalosensayosenunasala,propiedaddelacompañía,sitaenelbarrio del Poble Nou, a principios del mes de septiembre. Llorens la adoctrinóbrevementesobreloqueseesperabadeellaycuálseríaelrepertoriodecancionesycoplasquedebíaempezaramemorizaryaensayarporsucuenta.El5deseptiembrealascuatroenpuntodelatardeselaesperabaconelrepertorioaprendidoysinquefaltaseniilusiónniganasdetrabajar.

Marina,másentusiasmadasicabequesuahijada,lepropusohacerjuntasunviajea París para ir de compras. Pese a ello, lo que deseabaMaríamás que nada en elmundo era volver a su pueblo, donde no había regresado desde hacíamás de tresaños,yveralossuyos,ycontarlesatodoslasfantásticasnovedades.

El primer día demayo, desde el andén número cuatro de la estación de Sants,MaríaArozaJuanagitabalamanosonrientedesdeel trenendirecciónasuqueridaMarina,sinsaber,sinintuirsiquiera,queaquellaibaaserlaúltimavezquehabíadepisarBarcelonaenloquelequedabadevida.

Aquel verano de 1960 fue especialmente excitante por aquellas latitudes. Elpueblo,deapenasquinientoshabitantes,habíaquintuplicadosupoblaciónytodaslascasas,inclusolamayoríadelospajares,seencontrabanllenosarebosarconfamiliasal completo que habían llegado de todos los lados a principios de esemismo añopuestoqueacababadecomenzarlaconstruccióndeunambiciosoproyectoindustrial:una central hidroeléctrica de proporciones faraónicas que buscaba aprovechar lacuenca del río Mijares. Los alegres sesenta y la revolución industrial en Españallegabanparahacersuapariciónenaquelremotolugar.

La relaciónconsuspadresysuhermanaIsabelvolvióaser tansólidacomo lohabíasidoconanterioridadasupartida.Enunaocasión,IsabelyMaríaacudieronalcinedeveranoaverTúyyo,unapelículadecorte lacrimógeno,protagonizadaporCaryGrant yDeborahKerr, y con elEmpireStateBuilding como telón de fondo.Isabel permaneció ensimismada por el recuerdo de la película durante días y, unatarde,mientrasibanjuntasaporaguaalafuentesedetuvoenseco,mirófijamentealosojosasuhermanamayoryledijomuyseria:«Voyamarcharmelejos,María,noquieroque semepase la vida en este pueblodemalamuerte.Aúnno sé cómonicuándo,peroteaseguroquemástardeomástempranolovoyahacer».

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Llegóel díadeSan Juany el comienzodelverano se respiraba en el airey sepercibía en el ánimo de la gente. Aquella noche se solía festejar, desde tiemposinmemorialesenlascomarcasbañadasporelMediterráneo,conhogueras,verbenasyvarietéspor todoel litoral,yaquelpequeñopueblode laprovinciadeCastellónnoeraunaexcepción.

TeodoroValdivielsoeraunjoventopógrafo,oriundodelaBurebaburgalesa,quetras haber terminado sus estudios en Madrid había sido destinado a Cirat por lacompañíaHidroeléctricaEspañolaparacomenzarlostrabajosdereconocimientodelterrenoyarranquede lasexcavacionesde lanuevacentral.Llevabaseismesesporaquellas latitudes y le daba gracias aDios cada día por haberle enviado a un sitio«con una temperatura tan cojonuda y unas hembras tan dicharacheras y tanflamencas».Tantoesasíqueencuantosupoquesumejoramigohabíaaprobadoconmatrículadehonor el últimocursoque lequedabade la carrerade arquitectura, leinvitóaquesalieradeMadridysepasaralosdosmesesdeveranojuntoaél,enaquellugardeensueñoqueofrecíatodoloquedoschavalessolterosydesuedadpodíandesear.

Germán Palacios Medina, un joven y apuesto toledano con un flamanteseiscientosblanco,llegóaldesvíodeentradaalavilladeCiratpasadaslassietedelatarde del viernes 23 de junio de 1960, víspera de San Juan. Teodoro, su amigo ycompañerodehabitaciónenelcolegiomayorCovarrubiasenlaCiudadUniversitariadeMadrid, leesperabaa laentradadelpuebloparaacompañarleal lugarenelqueambos se ibanahospedardurante lospróximosdosmeses.Teodoro lehablaba sinparardelasdulcesysensualesféminasdelaprovinciadeCastellón,quepocoonadateníanqueverconlasrecatadascastellanasoconlassofisticadasmadrileñas.Ayudóainstalarseasuamigoyamboscenaronfrugalmenteenunatabernaparanoperderseel comienzode las actividadesque iban a tener lugar en la plazadurante el fin desemanaconmotivodelasfiestasdeSanJuan.

Aquella noche la orquesta que amenizaba la velada hizo un receso de diezminutos,momentoqueaprovechóIsabelparaescabullirsedesuhermanaysusurrarlealgo al oído al cantante del grupo.Cuando losmúsicos regresaron de nuevo a susposiciones, el líder de la banda pidió a la señorita María Aroza que tuviera laamabilidaddesubiralescenarioydeleitara suspaisanosconel famosopasodoble«SuspirosdeEspaña».María,muertadevergüenza,accedióaregañadientesante lainsistenciaylosaplausosdesugente,mientrasfulminabaconlamiradaasuhermanapequeña,quereíayaplaudíacomoloca,disfrutandoaraudalesdesutravesura.

María comenzó a entonar las primeras notas de aquella popular canción y unsilenciorespetuososeinstalóentreelpúblicoasistente.Teodorodejódecoqueteardeinmediatoconlarubiaqueestabasentadaasuladoyfijósumiradaendirecciónalescenario sin poder apartar la mirada de aquella preciosa muchacha que cantabacomosiensugargantahabitarauncorodeángeles.Soloacertóabalbucir:«Madredel amorhermoso,Germán, vayapedazode…», siendo interrumpidode inmediato

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poresteque,hipnotizadoporlaactuacióndelamuchacha,lecortódiciendo:«Muchocuidadoconloquedices,Teodoro,porqueestáshablandodelamadredemishijos».

Aquella noche Germán no pudo pegar ojo, removiéndose entre las sábanaspegajosas, producto del calor y del recuerdo febril de aquella joven que habíaacaparadosussentidos,sudeseoysuvoluntaddesdeelmismoinstanteenquepusosumiradaenella.Necesitabasaberquiénera,cómosellamaba,aquésededicaba,sieradeallí,si teníanovio…Preguntasqueseagolpabanensumenteformandounaretahílainterminabledeposiblescombinacionesquenoledejabandescansar.

AldíasiguienteseibaacelebrarunbaileenlaplazaalcaerlanocheyGermánsupo que sería su única oportunidad de conocer a lamuchacha de los suspiros deEspañaporlaqueahorasuspirabaél,ydar,deesemodo,respuestaatodasaquellasincógnitasqueleteníanenunsinvivir.LossegundosselehacíaneternosyenapenasdocehorasyasehabíaconvertidoenenemigomortaleirreconciliabledellongevosoldelveranoenlascomarcasdelMediterráneo.

Setomódeltiróntresvasosdevinonadamásllegaralaplaza,mediahoraantesde que empezara a tocar la orquesta. Cuando comenzó el baile distinguió aMaríaenfilandolacalledeenfrentejuntoasuhermanayunaamiga.Selesubióelcorazónalagargantaylobajódenuevoayudándosedeuncuartovasodevino.Sinpensarlodosvecessefuehaciaella,maldiciéndoseporhabersepuestoenelúltimomomentoaquel trajede lino envezdelde rayadiplomáticaque le sentaba tanbien.Cuandoestuvo frente a ella se abandonó a su suerte, confiado de pronto por la calidez yternuraquedesprendíanaquellosojosverdeesmeralday, sinmásprolegómenos, leinformó: «Buenas noches, señorita. Me llamo Germán Palacios Medina, soyarquitecto,tengoveintisieteañosyunseiscientosblanco,yalgúndíamecasaréconusted».

María, suhermanay su amigaPilar comenzarona reír a carcajadas comosi setrataradelaocurrenciamásdisparatadaychistosaquehubieranoídoentodasuvida.Cuandohubo recuperadoel resuelloy lacompostura,y sintiéndoseculpableporelmal trago que le estaban haciendo pasar al pobre muchacho,María se vio con laobligación de decir algo, lo que fuera, y su repuesta, inconsciente e irreflexiva,mirándoledirectamentealosojos,fueuntímido:«Siustedlodice…».Germán,conunaextrañavozatiplada,lepidióentoncesqueleconcedieraelsiguientebaileyellaaccedió.

Paralajovenparejaaquelveranofuecomodarleunenormebocadoalparaíso.Lamagiaindescriptibledeaquellosquecelebransuprimeramor.Apesardetodo,unamañanadefinalesdeagostoenlaqueseentregabanamboscondedicaciónplenaaldolcefarnienteenunadelasbañerasnaturalesdelbarranco,Maríadespertódeaquelsueñodisfrazadoderomancedeestíoyentendióquenolequedabamásremedioqueponerleal corrientede susplanesacortoplazo.Le informódequeenapenasdiezdías debía de regresar a Barcelona para comenzar los ensayos de la compañía de

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variedadesquelaacababadecontratar.Éllamirósindecirnada,sepusodepie,ysealejódeella,buscandointimidadyconsueloenlasoledaddelamontaña.

En aquellas noches de bullicio y música de verbena, en medio de una plazarebosante de excitación y júbilo, como si se tratase de una minúscula nube detormentaenvaradaenlainmensidaddeunazulísimocieloderaso,unajovenpareja,deespaldasalmundo,bailabamuyagarradaunviejobolero,comoespectrosquenohubieranlogradoaúndescansarenpaz,comoalmasenelpurgatorio,arrastrandolospiesporelsubsuelodelaincertidumbre.Ellaconlacabezaapoyadaensupechoparaqueélnopudieraintuirsupena;élconlacaravolteadahaciaunladoparaqueellanopudiera notar su rabia, sintiendo ambos cómo el frío puñal de la desesperanza lesatravesaba el costado cada noche, cuando la campana de la torre de la iglesia seburlabadeellos,anunciando,condocelamentos,queundíamáshabíamuertoyeltiempojuntosselesagotaba.

Apenas una semana antes de que terminara agosto yMaría se viera obligada aregresardenuevoaBarcelona,Germánletomóambasmanos,lamiródirectamentealosojos,yledijo:«Quierocasarmecontigo,María,nosoportolaideaderegresarsinti.¿Quémedices?».

María, sorprendida por lo abrupto de la petición, respondió que sí, siendoconsciente de que decirle sí a él suponía, a su vez, despedirse para siempre deBarcelona,desuqueridaMarina,ydelpreciadoregalodesuvoz.

Eldíadesupartida,Maríaseacercósolaalcementeriodondeseencontraba latumbadesuabuelaSinforosa.Estaveznollevabaunarosa,niningunaotraflor.Sesentó a los pies de su sepultura, rezó durante unosminutos y canturreó una viejacanción.Alfinal,humedecidasuculpaporunasolitarialágrima,lepidióperdónporhabertraicionadosuempeño.

Comosisetratasedeunamaldiciónlahistoriasecopiabaasímisma,yelfrágilsueñodecristaldeSinforosaSantolariavolvíaahacerseañicosunavezmás.

El1deseptiembrede1960,enlaestacióndeferrocarrildeCastellóndelaPlana,

un tren que tenía como destino final la ciudad de Barcelona estaba a punto decomenzarsutrayecto.Unabutacaquedóvacía,unbilletesinutilizaryunsueñoporcumplir. A esamisma hora, por las sinuosas carreteras de tierra que bordeaban lacomarcadelAltoMijares,dosjóvenesfelicesyenamoradosavanzabanendirecciónaMadrid. A los pocos kilómetros Germán comenzaba a construir enormes edificiosdentrosucabeza,mientrasMaría,invadidaporunpuntodenostalgia,sededicabaadesmontarloscastillosenelairequehabíalevantadoenlasuya.

LabodasecelebróenunapreciosaermitacercadeToledo.Trasdossemanasdeluna de miel recorriendo Portugal, se instalaron en un piso del barrio de laConcepción, propiedad de la constructora para la cual Germán iba a comenzar atrabajar.

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Sara,suprimerahija,vendríaalmundounpardeañosmástarde.ElmismodíadesunacimientoGermánsintióensuinterioralgodifícildeexplicar.Unsentimientoqueno teníaqueverconnadade loquehubieraexperimentadoantes.Se tumbabaencimadelacamafrentealbebéysequedabamuyquietoyensilencioobservándolaabsortodurantehoras.

Tresañosdespués,un11dejuliode1965,nacíyo.Mipadre,poraquelentonces,seguíadescubriendounmundonuevoa travésde losojosde supequeña,mientrasquelaquesequedabaahoratumbadaensilencioobservándomedurantehoraseramimadre.

Pocas cosas cambiaron durante los siguientes diez años. Otra casa, un cochenuevo, un apartamento de verano en la playa deCullera, un televisor…pero todoseguíamásomenosigual.

Saraadoptómuyprontoel rolde reinade la casayojitoderechodemipadre,puesdesdemuypequeñacomenzóadespuntarentodo.Sacabalasmejoresnotasdesuclaseyteníaunashabilidadesextraordinariasentodolorelacionadoconlasartesescénicas.Poseía,además,unasnotablesdotesdeliderazgoqueseconvertíanenalgofueradelocomúncuandosetratabadehablaryactuardelantedeungranpúblico.

Yo,amivez,eraunestudiantedelmontón,eintentabacompensarlotratandodejugar bien al fútbol, ya que mi padre venía a ver cada sábado el partido quedisputábamoscontraotrosequipos,yeseeraelúnicomomentodelasemanaquemededicabaenexclusiva.

Fueron años felices.Unmatrimonio joven y enamorado con dos niños sanos yfuertes y una situación económica cadavezmásholgada comopara hacer frente acualquiereventualidad.Nadiepodíaaventurar,poraquelentonces,queaquellosañosdetranquilidadhabíandetocarprontoasufin.

Fueunamañanademarzo,unsoleadosábadoenlosalboresdelaprimaverade1975.Eldíamásamargoenlahistoriadenuestrafamilia:aquellatrágicamañanaenqueSaracayórodandoporlasescalerasdelaplantasuperiordelacasadelacoloniadeElVisoalaquenosacabábamosdemudar,fracturándoselacolumnavertebralyquedandoparapléjicaenelactoparaelrestodesuvida.

ParacuandoSararegresódenuevodespuésdeunalargaestanciaenelhospitalelaireyaestabacontaminadoyunatristezadeplomosehabíainstaladoportodoslosrinconesdelacasa.Enocasionespasabajuntoalestudiodemipadreyleescuchaballorar.Eranlospocosmomentosenlosquedejabaaflorarsudesconsuelo,siempreapuertacerradayensecreto.

Aquellarabiacontenidafuepocoapocohaciendomellaensuánimoyagriandosu carácter. Comenzó en una ocasión en que le gritó a mi madre por no sé quéestupidez.

Laprimeravezquemepegóunabofetada fueundía que conté en lamesauninocente chiste verde que había escuchado en el colegio. La siguiente fue cuandotrajeunsuspensoenmatemáticasenlaprimeraevaluacióndesextocursodeEGB.La

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tercera fueporhacer ruidoal sorberuna sopade fideos con laquemeacababadeabrasarelpaladar…,yasísefueronsucediendocadavezconmásfrecuenciaypormotivosmás nimios, cada vez conmás violencia, a pesar de las lágrimas y de losruegos demimadre que le suplicaba queme dejara de pegar. Cuando las palizassuperaronladocena,simplementelasdejédecontar.

Aquellaquecambióelcursodelahistoriaocurrióel25deagostode1977,eldíadel decimoquinto cumpleaños demi hermana Sara.Mi padre había comprado unatartadechocolateyhabíacolocadosobreellaquincevelas.Cuando terminamosdecomer, mi madre se levantó para sacarla de la nevera y acercarla a la mesa. Meadelanté y le pedí que me dejara hacerlo a mí, puesto que me hacía una ilusiónenormedarlelasorpresa.Saquélatartadelanevera,encendíconunfósforocadaunadelasquincevelas,cogíelplatoconmuchocuidadoymedispuseasalirdelacocinadespacio, con una gran sonrisa de oreja a oreja y comenzando a cantar a plenopulmónelCumpleañosfeliz…

Noséporquéocurrió.Laverdadesquemehehechoesamismapreguntacientosde veces. Hay situaciones que solo se explican por la magnitud y relevancia queadquieren posteriormente en el desarrollo de ciertos acontecimientos: en el ordenglobaldelascosas.Lociertoesquetropezarycaermedebrucessobreaquellatartallenadevelasdecumpleañosfueeldetonante,laprimerafichaquecayóeneldevenirdeloquehabíadesucederenmividaaposteriori.Conlacarallenadechocolate,eljerseyllenodevelasyconlosojosfueradelasórbitasmepusedepieenunsalto,mirédeinmediatoendirecciónamipadreycomencéasuplicarleperdón.Encuantopercibíqueselevantabadelamesafuicorriendoaencerrarmeenmicuartoyesperédentrodelarmarioconelcorazónsaliéndosemeporlabocaytemblandodepánicoalversusombraaparecerporlaesquinadelpasillo.

Nopuedocontarcondetallemuchomásdeloqueocurrió.Recuerdo,esosí,amimadre deshecha en un mar de lágrimas, arrastrándose por el suelo aferrada a supierna,asegurándoleagritosqueundíameibaamatar.Todosevolviónegrocuandorecibíunprimer impacto,duroy seco, con lahebillade su cinturóna la alturadellabio inferior y comencé a notar el tibio sabor ametal de la sangre. Sin embargo,antesdeperderelsentido,logréescucharunafrasequeretumbabaenmisoídosyqueélrepetíaporencimadesusgritosysuslamentos:«¡Eresuninútil!¿Porquétuvoquepasarleaella?¿Porquénopudopasarteati?».

Aqueldíanodormíencasa.Mimadremellevóaunhotelcercanomientrasmecurabacondelicadezalosmúltiplescortesyhematomas.Tumbadojuntoaellaenlacamadelhotelysinpodercogerlaposturaporeldolor,podíasentirsurespiraciónagitadaylamarañadepensamientosquelareconcomíapordentro.

Me despertó a eso de las seis de lamañana yme pidió que le prestaramucha

atención,queaquel ibaaserundía largoycomplicadoporque teníamosquehacermuchas cosas: conseguirmemi primer pasaporte y comprarme algo de ropa y una

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maleta,yaqueenunpardedíasíbamosarealizarunviajelosdosjuntosparavisitaralatíaIsabelaNuevaYork.LepreguntésivendríanpapáySaratambién,aloquemerespondióconunvelodeconsternaciónenlamirada:«No,hijo,ellossequedanaquí».

Dos días más tarde, sin haberlo comentado con nadie excepto con mi amigoEnrique, subíamos al avión que había de llevarnos a Nueva York, y algo en miinteriormedijoqueviajábamossinbilletederegreso.

Mamánunca se llegó a acostumbrar del todo a aquella gran ciudad, pese a losquinceañosqueresidióenella.Cada12deoctubremellevabaavereldesfiledeldíadelaHispanidad.CuandoveíaalolejosaparecerporlaQuintaavenidalabanderadeEspaña,siemprecomenzabaareír,aaplaudiryallorar,enunabrildeemociones.

Unamañana,mientrasarreglabaeljardíndecasademitíaIsabel,sufrióelprimerdesvanecimiento.Noledimosmayorimportanciaperopocodespuésvinoelsegundoyenelhospital los resultadosde laspruebasa losque la sometieronnoerannadaalentadores:habíaseñalesdeuntumorcerebral.

Quedó ingresadaenelhospitalMonteSinaídeManhattan.Unode losdoctoresqueseocupabandeellanosllevóamitíayamíaunasalaapartadaynosinformódeque lamentablemente el tamaño del tumor era bastante considerable y resultabademasiadoarriesgadooperar.

Mefuiadarunpaseoparatratardeatenuarelgolpe.Compréunarosarojaenlafloristeríamás próxima y entré con ella en su habitación.Memiró esbozando unasonrisaymepreguntóparaquiéneraaquellarosa,quenoeraeldíaSanJordi,quenoestábamosa23deabril.Cuandolepreguntéaquésereferíaexactamente,merelatódesdeelprincipiotodalahistoriadesuvida,mientrasyo,conelalmapartidaendos,laescuchabacondevoción,tragándomecomopodíalaslágrimas.

Tras cuatro o cinco noches alternando los turnos de visita conmi tía recibí demadrugada una llamada informándome de que acababa de entrar en un comairreversible.Mevestíatodaprisayentrécorriendoenlahabitación.Lepreguntéaldoctorcuáleralasituaciónreal.Elmédicoselimitóanegarconlacabezayaapoyarsumanoenmihombroantesdesalir.

Me senté junto amimadre y tomé sumano entre lasmías. Permanecí así, sinsoltársela,hastaquemequedédormido.Instantesdespués,unasensaciónextrañamesacudiópordentroobligándomeaabrirlosojos:lamáquinaquesehallabajuntoasucamaindicabaquesusconstantesvitaleshabíandejadodefuncionar.

MaríaArozaJuan,aquellaniñaquevinoalmundoelmismodíaenquecomenzólaGuerraCivilespañola,aquellamuchachadeespíritulibrequeundía,poramoraun hombre, se olvidó de cantar, aquellamadre que renunció a su propia vida paraprotegerladesuhijo,habíadejadoderespirar.

Decidísalirdelhospitalunmomentoparatomarunpocodeaireybuscaralgodeintimidad. Mientras me aproximaba a la salida comencé a escuchar, sin prestar

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demasiada atención al principio, los primeros acordes de una canción que creíreconocervagamenteyqueprocedíandelhilomusical.

Parecía aquella antigua canción española que mamá siempre cantaba cuandoestabamuy triste,o cuandoestabamuycontenta;o cuandonecesitaba, comodecíaella,cerrarlosojosunsegundoycruzardeunsaltoelocéanoAtlánticopararegresar,aunquesolofueraporuninstante,aunpajarllenodemúsicaybuenosamigosenelpequeñopuebloenelquenació.

Medetuvedesconcertadoymedesplomé enunode los asientos próximos a larecepción.Cerrélosojosymelimitéaescuchar.

Sí,ahorayanoteníaduda,¡setratabadeaquellamismacanción!Enaquelhospital,porinsólitoquepuedaparecer,seoyeronlosprimerosacordes

de«SuspirosdeEspaña».Ysupeentoncesqueerapormimadreporquiensonabaaquellaviejacanción.Sonabacomosinuncaanteslohubierahecho.Sonabacomosifueraahacerlopor

últimavez.

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lsonidodelmóvilmedespertó,alarmándome.El reloj que había sobre la mesita de noche marcaba las cinco de la

madrugada.—¿Sí?—dije,conlavozaúnempastadayroncaporelsueño.—Sammy,meheenterado.Loprimero,¿cómoestás?LairritaciónquesentíaloírlavozdeLarryfueimposiblededisimular,aunque

tampocoesquememolestaraenhacerlo.—¡Joder, Larry! ¿Tienes idea de qué hora es aquí? ¡Son las cinco de la

madrugada!—Discúlpamecampeón—reculó—,nuncasésielhorarioenEuropaadelantao

atrasa.Siempresemeolvida.¿Lascinco,dices?Vaya,quéputada.Conocía lo suficiente a mi representante como para saber que la cortesía y el

respeto hacia los horarios de los demás no eran un tema que le preocupara endemasía.

—Olvídalo,Larry.Dime,¿dequésetrata?—Bueno, verás, he estado intentando localizarte todo el día y tenías el móvil

fueradecobertura.Entumensajedevozdecíasqueestaríasfueradelaciudadtresdías.—Larryhizounapausaparasopesarmireacción.Yopermanecíensilencio—.¡No daba crédito a lo que estaba oyendo, Sammy! Ignoraba que tuvieras unahermana.Nuncamehablastedeellay,francamente…

—Niatinianadie,Larry—atajé—.Encualquiercaso,setratademipasadoydemividaprivadaycreoqueambosquedanfueradelmarcodenuestroacuerdolegalderepresentación.¿Meequivoco?

—Vamos,Sam,porelamordeDios,nomehablesasí,¿quieres?—protestóLarry—.Antetodosomosamigos,joder;solomepreocupoporti.Enserio.Nomehagasdañodeestamaneratangratuita.Escruelynocreoquemelomerezca.

Fuiconscientedeque laconversaciónestabacontaminadapormiánimo traselreencuentroconmipadreytratéderectificar.

—Sí,discúlpame,Lar.Noesnadapersonal.Tienesrazón.—Nohacefaltaquetedisculpes—replicó—.Mepuedoimaginarporloqueestás

pasandoenestosmomentosynotienequeresultarnadafácil.Jamásmeheatrevidoapreguntártelo, pero estoy convencido de que debe de existir algúnmotivo de pesopara que nunca antes hayas querido volver… —Larry hizo una pausaintencionadamente larga—.Pero, seacomo fuere, es tuhistoria.Encualquier caso,sabesquepuedescontarconmigoparaloquenecesites.Yonuncatevoyajuzgar,yalosabes.

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—Gracias,Larry—respondí con amabilidad, cuando lo que de verdad deseabaeracolgarleelteléfono.

—Denada,campeón.—Escucha,Larry,hasidoundíamuyduroycomplicado.Agradezcotullamada,

pero necesito volver a dormir. Te lo contaré todo ami vuelta. Pero estoy bien, enserio.

—¿Cuándo tienes el vuelo de regreso? —preguntó, antes de permitirme quecolgara—.Envíametodoslosdatoseiréarecogertealaeropuerto.TengoqueponertealdíadetodolorelativoalasentrevistasyreportajesquetengoconcertadasparaticonmotivodelTony.

—LlegopasadomañanaenelvuelodeIberiaqueaterrizaenJFKalassietedelamañana.

—¡Pasadomañana!—Larry alzó la voz con entusiasmo—. ¡Joder, no sabes laalegríaquemedasyelpesoquemequitasdeencima!

—¿Te has vuelto loco? —respondí, gritando un poco mientras separaba elauriculardemioído,molestoporelexabrupto.

—HemovidocieloytierraparaconcertarteunalmuerzoconDougBrown—seapresuróaresponder—.Tehablédesupróximoproyecto,¿recuerdas?ResultaqueeltipovaaestarunosdíasenlaciudadyestámássolicitadoqueBillyCrystallanochede los Oscar, pero tras unas doscientas llamadas cruzadas con su manager heconseguidoarreglarloparaquecomáis juntosel juevesalmediodíaenelAlfredo’s,deLexingtonAvenue.CuandomehaexplicadoSusanquehabíascogidounvueloaEspañaycuáleraelmotivosemehacaídoelalmaalospiesyhellegadoapensarlopeor.

—Y,efectivamente,Larry,setratadelopeor:unmiembrodemifamiliaacabadeserenterrado.

—¡Dios,Sam,nomereferíaa…!Yasabesaloque…¿peroquécoñotepasa?¿Aqué viene tanta susceptibilidad? Hoy no tengo manera de ganar, ¿verdad? ¡Porsupuestoquenohaynadapeor!Perodada la inevitabilidaddel suceso,meparecíaunaputadaquealmismotiempoperdierastambiénlajodidaoportunidaddetuvida.¡Eso es lo que quería decir! ¡Maldita sea! Llevas un día en España y ya parecesTorquemada.

—Alfredo’s en Lexington, el jueves al mediodía —anoté mentalmente—. Yollegarésobrelasdoceymedia.Yasabesquelacortesíaylabuenaeducaciónsonlosingredientesbásicosencualquierrecetaparaelfracaso.

—Pero qué dices, Sammy. Te estás cachondeando de mí, ¿verdad? Anda, nohagaseso,teloruego.Mefallaelcorazón.

—Sillegoenpuntosucerebrocomputaráinconscientementequesoyuntipoquesiguelasnormas,untipocorrienteymoliente,yesoesalgoquenadiequequieraserconsiderado una estrella debe permitirse jamás. Estará encantado de habermeconocido y comentará maravillas sobre mí y sobre mi talento. Hablaremos de los

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pobresniñosdeÁfrica,desuabuelitacentenariaenClevelandydelobonitasquesonlaspuestasdesolenelsurdeCalifornia,perojamásmedaráeljodidopapel.Sonlosprepotentes, los arrogantesy los soberbios laspersonasquemásnos atraeny a lasque, sin querer reconocerlo, más admiramos y deseamos tener cerca, porque noshacensentirmediocreseinferiores,algoqueretorcidamentenosencantaatodosyenelfondosiemprehemossabidodenosotrosmismos.

—¡Queteden,Palacios!—explotóLarry—.¿Sabesquétedigo?¡Hazloquetedé la gana! ¡No vayas si no quieres! Si no fuera porque acabas de perder a unahermanatemandaríaalmismísimoinfierno,queesdondetardeotempranoacabarássinotetumbasprontoeneldivándealgúnloquero.Buenasnoches,odías,otardes,¡oloquecoñoquieraqueseaenesapartedeMéxico!

Larrycolgóyyodejéelteléfonosobrelamesitadenoche.Nopudereprimirunasonrisa ante la desquiciada reacción de mi agente. Había una parte de mí quedisfrutaba con aquellos pulsos dialécticos. Curiosamente, solo acostumbraba aponerlos en práctica con la gente a la que tenía cerca y que aseguraba quererme,comoelpropioLarryy,enespecial,conmimujer.Cuandocreíaquelavidamehabíadadounrevésoentendíaquehabíasidoinjustaconmigo,yosentía lanecesidaddeserlo también con ellos. Necesitaba castigarlos de algún modo por querermeincondicionalmente,opormentirmeal respecto,opor ser tanestúpidoscomoparahacercualquieradelasdoscosas.

AquellamañanadedomingoMadridamaneciósinunanube.Parecíamentiraque

dos días consecutivos pudieran presentar una climatología tan dispar. Tenía eldomingolibreyaquemivueloderegresoaNuevaYorknosaldríahastalasdocedelmediodíadellunes.DesayunéuncafésoloyunJackDaniel’sdobleenunacafeteríapróxima al hotel, mientras ojeaba sin mucho interés las páginas de un diariodeportivoqueestabaadisposicióndelosclientesdellocalyenelquesecentrabanenelMundialdeSudáfricaqueestabaapuntodecomenzar.

Paseé durante un par horas por el parque del Retiro, buscando, sin éxito,reverdecer recuerdosy sensacionesdemi infancia, aunqueyanomepareció aquellugar mágico que en su día me había pertenecido, lleno de rincones y esconditessecretos,dondeacudíacadafindesemanacomomiembrodeunafamiliafeliz,sinoun lugar polvoriento, sucio, con unos árboles mal cuidados, donde un montón degenteabsurdayanodinaparecíaconformarseconsusvidasycelebraralegrementeladelosdemás.Gentesquesolonecesitabanlaproximidaddelossuyos,unrayodesolyuntrozodecéspedenelcentrodeMadridparatreparhastalacimadelafelicidad.

Comísinmuchoapetitoenunmesóndelcentro,unodeesosque tienenelmalgustodedecorarlasparedesconcabezasdetoro.Pedíuncaféyluegometomédosotreswhiskies.Pagué lacuenta,yal levantarmede lamesapudecomprobarquemeencontraba ligeramente borracho.No en exceso.Más bien lo suficiente como paradejardepropinaunabuenadosisdemelancolía.

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Paseé sin rumbo y sumido en los caóticos pensamientos que decidíasuministrarme el alcohol. A los pocos minutos reconocí una calle de lasinmediaciones del barrio donde se encontraba mi antiguo colegio de los padresdominicos.Pocodespuésestaba frenteaél, talycomo lohabía recordado tantasytantasveces.Quizácon lasparedespintadasdeotrocolor;quizáconunapuertadehierroenvezdemadera…Seguramentelamodernidadtambiénsehabíaimpuestoenelviejocolegioalatradiciónyalacostumbre.Allícomencéaleeryaescribir,acaeryalevantarme.Allíaprendíalloraryadisimularlaslágrimasporquenadieesmáscruelqueunniñoconelsufrimientoylasmuestrasdedebilidaddeotro.Eltam-tamdelaselvadelpatioydelasaulas.

AcudióamimemoriaelpadreFulgencio,aquelreligiosodecararedondayojosazules que tocaba la guitarra y que se encargaba de organizar las actividades delgrupodelosboyscouts,aquelcurajovenyalegrequeimpartíalaclasedereligión.Nohabíapensadoenélendécadasy, sinembargo,nosémuybienporqué, fue laprimera persona que me vino a la memoria al atravesar la puerta de entrada alcolegio. Quizá porque siempreme gustó y porque intuía que yo también le habíagustadosiempreaél.Supusequedeestarvivorondaríalossesentaycincoosetentaaños.Decidípreguntarlealaseñoritaqueatendíatraselmostradorderecepción.Lecomenté que era un antiguo alumno del centro, que había estudiado allí hasta elséptimocursoyqueteníacuriosidaddesabersielpadreFulgenciovivíaaúny,deserasí,siseencontrabaenesemomento.

—¿Pencho? ¡Está mejor que usted y yo juntos! —respondió con un marcadoacentodelsur—.Ahoramismoseencuentrafueraconelgrupodelosscouts,peroenlacircularqueenviarona lospadresdecíaquesobre lasseisestaríandevuelta,asíquesiquiereustedesperar…

Miréel reloj.Eran lascincoymedia.Aúnquedabamediahoraynopenséquemereciera la pena esperar tanto tiempo por una cosa tan improvisada y tan pocourgente.Además,noestabadehumor.Agradecíalaseñoritasucortesíaymedispuseasalir,peroalpercibirqueunapuertaseabríaamisespaldasmedilavueltaymiréhaciaelinteriordelrecintodondepudeverfugazmenteuntrozodelviejopatio.Mequedéabsortoysemeocurrióunaideayregreséalmostradordelvestíbulo.

—Disculpe,señorita.¿SeríaposibleesperaralpadreFulgencioenelpatio?—¡Claro!¡Faltaríamás!Vaya,vayaustedydígamesunombre,hágameelfavor.

EncuantolleguePencholeiráabuscar.Sevaallevarunaalegríatremendacuandolovea.

—Nocreoquemereconozca,laverdad.Hanpasadotreintaytresañosdesdelaúltimavezquemevio.

—¿Ese?Esenoolvidalacaradeunantiguoalumnonimuerto—sentenció.—SamuelPalaciosAroza—respondíconunasonrisadegratitud.Nomeveocapazdedescribirdemaneraprecisalaamalgamadeemocionesque

meinvadióalencontrarmedenuevoenmitaddelviejopatio.Paraunniño,elpatio

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delcolegioessupaís,suterritorio,suboladelmundo,suverdaderohogar.Losquesurgena posteriori son lugares que él habitará pero donde nunca logrará sentirsecomo un duque en sus dominios delmismomodo que lo hace la primera vez queclavalabanderadesuindividualidadenelsueloalquitranadodeaquelmapamundienminiaturadonde,cadadíaduranteelrecreo,libraunadurabatallaenlacruzadaporhacerse un hombre, en pos de ese SantoGrial que es la conquista de la identidadpropia.

Laprimeraemociónreconocible,noobstante,fueladesentirmerealmenteviejo.Regresar a los lugares donde no se ha vuelto a poner un pie durante un largo

espaciodetiempo,envejece.Esleydevida.Seteechanencimatodosesosmillaresymillaresdedíasenlosquedejastedeestarallí.

Mevinolaimagendeaquellamañanaenclasedegimnasiaenqueelprofesornosenseñólatécnicadelsaltodelongitud.Alfinaldelaclase,trashaberrealizadounpardeintentos,nosdispusimosasaltarunaúltimavezparaobtenerlacalificaciónfinaldelejercicio.Nadiesaltómásqueyo.¡Obtuvelamejormarcadeloscuarentaycincoalumnosqueformabanlaclase!¡Nopodíacreerlo!Nuncahabíasidoelprimeroennada.Miscompañeros,entreincrédulosyasombrados,mefelicitaron,yyonopudeevitarsentirmeabrumadoyexultantealavez.Comosimeavergonzarayalmismotiemponadielodesearamásqueyo.

Nuncaolvidéaqueldíaniaquellasensación,yamododehomenajemeencaminédenuevohaciaelmismolugardesdedondetreintaycincoañosatráshabíasaltadoaquellamañana.Tomécarrerillaysalté.Cerrélosojosymevolvíadarunbañodemultitudesentretodosmiscompañerosdeclasequefuerontestigosdirectosdeaquelmomentomágico:elmáspreciadode todamivida.Aquelenquedescubríqueeracapaz de hacer algomejor que los demás, algo a lo que siempre podría aferrarme,algoquemedevolvíalaesperanza.

Noté una mano sujetándome por el hombro que me trajo de vuelta de miensoñación.

—¿Samuel?¿SamuelPalacios…?Bienvenidodenuevoatucasa,hijo.

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—¿S

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oloocortado?El padre Fulgencio, o Pencho, como siempre prefirió que le

llamáramos,seguramenteparacrearsintoníayacortarlasdistanciasentrenosotrosysusotana,memirabaexpectanteconlacafeteraenlamano,disponiéndoseaservirelcaféenunapequeñatazadeporcelanablanca.

—Solo,padre,condosdeazúcar,siestanamable.Penchollenómitazahastaarribayañadiódosterronesindividuales.—Solo,condosdeazúcar…—repitióenvozbajamientraslohacía.—Gracias,padre.Estábamosenunpequeñoestudiodelaterceraplanta:ladelrefectorio,lacapilla

ylashabitacionesdelosmiembrosdelacongregaciónquevivíanytrabajabanenelcolegio.Ensumayoríaeranreligiososqueaúnsededicabanenactivoaladocencia,fundamentalmenteen lo relacionadocon lasasignaturasdereligión,griego, latín,ylasdemúsicayartesplásticas.Tambiénhabíaotrostantosquepasabanconcrecesdelaedaddejubilaciónyesperabanenretiroespiritualaquelesllegarasuhora.

Siempre supimos todos de la existencia de aquella planta superior y solohubiéramos tenido que continuar subiendo un tramo de escaleras para husmear unpoco, puesto que no había rejas ni puertas que impidieran el acceso, aunque dudomuchoquenadieentodalahistoriadelcentrosehayaatrevidoaelucubrartalidea.Ninguno de nosotros sentía la más mínima curiosidad ni tenía interés en conocercualquier detalle relacionado con la vida privada de aquellos seres extraños yanodinosquedecíanserrepresentantesdeDiosenelmundo,yquelotiznabantododeunhalodemisterio,terrorycastigo.Siemprepenséqueeranángelesqueestabanaprueba en la Tierra, como una suerte de purgatorio, por no haber hecho bien sutrabajoalláarriba,yesodealgunamaneralesteníapermanentementecabreados.

Pencho era diferente; me gustaba. No estaba siempre cabreado ni trataba demeternoselmiedoenelcuerpoatodashoras.Nohablabadeserpientesenroscadasenlos árboles, ni de llamas de azufre en el infierno, ni de quedarnos ciegos si nosmasturbábamos, o pecábamos contra la pureza de la virgen, tal y como nos loobligaban a confesar.Nonos golpeaba los nudillos conuna regla demadera hastahacerlossangrar,ninosexpulsabadeclasecomoescarniopúblicoparacastigarnosdeesamaneraconel«privilegio»denoaprender.HablabadelaIglesia,delcatecismoodeJesucristocomodecosasllenasdeluzyalegría:lugaresdondeteapeteceríaestar,libros que desearías leer, personas a las que no tendrías inconveniente en amar.Consiguióquelareligiónseconvirtieraporuntiempoenmiasignaturafavorita,yaquemencionabaatodashoraselperdónyhermososparaísosenelcielodondenosecastigaba,nisesufría,ydondehabíaunPadrequeerainfinitamentemisericordioso.

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Penchonoeraunángelenpenitenciacomoelresto,eraunhombrejustoybuenoqueamabasuvocaciónyalosniñosporencimadetodo.

—SamuelPalaciosAroza—comenzóadeciraltiempoqueseservíaéltambién—.Vaya,vaya,vaya.¿Cuántohace?Veinticincoañosporlomenos,¿no?

—Treinta y tres exactamente, padre—me apresuré a corregirle—. Estuve aquíentreelsetentayunoyelsetentaysiete.

—¡Treinta y tres años! ¡Bendita casualidad! La misma edad de… un sobrinocarnalquetengoenCuenca.

Aquellonoshizoreíraambos.Eraeltipodecosasporlasquerecuerdoquemecaíatanbien.Sabíaencontrarleelhumoratodo.Inclusoalomássagrado.

—¿Cómoestá,padre?Loveobastantebien.Laseñoritaderecepciónaseguraquenohayquienpuedaconusted.

—¿MariLuz?—preguntó,arqueandolascejas—.MariLuztienemáscuentoqueCalleja,ysiladejashablartevendeunduroaseispesetas.—Diounpequeñosorboasu café y se recostó sobre la butaca—. La verdad es que si me quejara estaríaofendiendoaDios.Estoybien,queridoamigo.Elproblemaesquemicabezaolvidaaveces la edadque tieneymispiernas, de tanto en tanto, sededicandemuymalosmodosarecordárselo.Yaconoceselestrechovínculoquesiemprehaexistidoentrelosviejosylaslamentaciones:sinotequejastú,tenporseguroque,mástardeomástemprano,algunapartedetuanatomíaloharáporti.

—Sí,claro…Sentídeprontounaespeciedeagitaciónquemeimpedíamostrarmemásrelajado.

Eracomosisupresenciameretrotrajeraaaquellosañosdeinfanciaenlosquetuveque aprender a convivir con un complejo de inferioridad que se manifestaba enaquellaodiosatimidez.

—Samuel Palacios Aroza, vaya que sí —suspiró—. Es como si te estuvieraviendo ahora mismo. Mucho más bajito y delgado que los demás, con la miradaausente,tantímidoyreservado…Despertabasunsentimientoinnatodeprotecciónentodoelmundo.Imaginoqueesacualidadtehabrávenidodeperlasconlasféminas.—Penchomeguiñóunojoy rioconganas—.Sí,eraalgociertamentecurioso; tanpequeñoyconunalmatanfrágil…tanatormentada,diría.

Aquelcomentariomeofendió.¿Quiéndemoniossecreíaparaevaluarmedeesemodo después de todo este tiempo? ¿Cómo podía saber que tenía el almaatormentada?¿Quéaspectotieneunalmafrágil?¿Acasohabíavistoalguna?

—Ya—melimitéaañadir.—Siempremehepreguntadoquépasó—dijo,cruzandolosbrazoshaciadelante

eincorporándosesobrelamesa—.¿Porquénocomenzastelasclasesenseptiembrecomoelrestodetuscompañeros?EratuúltimocursodelaEGBynohabíarazonesaparentesparaquenovolvieras.Sobretodoporquenocomunicasteisnadaalcentro.

—Nosé—murmuré,agachandolamirada.

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—EnriqueMartínezGaos,tubuenamigo,nosinformódequelehabíascontadoafinalesdeaquelveranoquetemarchabascontumadreaNuevaYorkyquenosabíascuándoibasavolver.

Queríasalirdeallí.Queríalargarmeatodaprisa.ElpadreFulgenciomerellenólatazaenaquelmomento.Quisedecirqueno,queyaerasuficiente,einclusohiceunpequeñoamagoparaimpedírselo,peronofueesoloquesurgiódemislabios.

—Gracias,padre.Pencho volvió a llenar su taza y abrió un pequeño mueble del que sacó una

botelladebrandy.—Ya que hemos roto el hielo y hace tanto que no nos veíamos habrá que

celebrarlo como Dios manda, ¿no te parece? ¿Quieres un carajillo? —preguntó,sacudiendoconlapalmadesumanolabotella.

—Nobebo,muchasgracias,padre—mentí.—Esoestábien—dijomientrasseservíaél—.Aveceslasangredeldiablopuede

adoptarlaformaysustanciadeladeCristo.—Ya…—Mismanosempezabanasudar.—Ydimeunacosa,Samuel,¿aquétededicasalláenNuevaYork?—Actor.Soyactor—respondíabocajarro.ElpadreFulgenciomeobservóduranteunpardesegundosy luegocomenzóa

reír.—¿Teimaginas?Aquellarisa,quenodejabadeserotrojuiciodevalor,nomellegóamolestar.—Enserio,padre.Selodigoenserio.Soyactordesdehaceveinteaños.Séque

no soy conocido aquí en España porque no he trabajado mucho en cine y entelevisiónperotengounacarreramuyextensaenteatro,enBroadwayconcretamente,ydehechoestamismasemana…

—¿Actor? ¿Y de teatro? —me cortó muy serio—. No puedo imaginar unaprofesiónmás hermosa ymás necesaria que esa hoy en día. Servirle de espejo almundoentodasugrandezaysumiseria.HablarsobreelamorconversosdeLorca;delmiedoconpalabrasdeShakespeare;de lasoledadconreflexionesdeChéjov…Convenceralpúblicodequesepuedeysedebesoñaryhacerlocadanochecomosifueralaprimeraylaúltimavez.Sihayalgomásbelloynecesarioqueesoyonoloconozco.

—Escuriosoqueloveaasí,padre.Justamenteayerporlatardealguien,respectoaeste tema,medecíaqueel teatronoesmásqueel lugardondeseescondenoserefugianalgunoscuandotienenmiedo.

—Enefecto,hijomío.ComotambiénloeslaIglesia…—Claro—asentí.—Disculpamiosadíarayanaenlamalaeducación,Samuel.Noteníaintenciónde

reírmedetinimuchomenos,perocualquieraquehubieraoídonuestraconversacióndesdeelprincipio,escuchándomedecirlotímidoycalladoqueeras,ytúderepente

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salesconqueeresactor…Pareceungagdignodelamejorcomedia,nomedirásqueno.

—Sí,tienegracia—mentí.—¿Y a qué se debe un cambio de naturaleza tan acusado, en tu opinión?—

preguntó.—No estoymuy seguro—respondí—.Desdemuy pequeño intenté superarmi

timidez.Imaginoquemeesforcétantoydurantetantosañosquealfinalcrucéalladoopuesto. Un mecanismo de adaptación y de supervivencia como cualquier otro,supongo.

—Sí, tiene sentido—dijo el padre Fulgencio, frunciendo el ceño—. Sea comofuere,tienesunaspectoenvidiableyestoymuycontentodequehayasdecididohacerunavisitaaestepobreviejoqueyanosirveniparaenseñarelcredo.¿Hijos?

—No,aúnno.—¿Casado?—Sí,desdehacetreceaños.—Bien,puescreoqueconesoyanoshemospuestoalcorrientedetodo.SupusequeelpadreFulgenciodabaporterminadonuestroencuentro,asíquehice

elamagodeponermedepie.—Padre,estarde,agradezcoque…—¡Ah,unacosamásantesdequesemeolvide!El padre Fulgencio abrió uno de los cajones de su mesa y sacó una pequeña

libreta de notas de la cual arrancó una de sus hojas. Buscó un bolígrafo en unaespeciedeplumierquehabíaenlarepisadeunarmariolateralycomenzóaanotarunnombreyunadirección.

—Aquí te dejo las señasdel taller de tu amigoEnrique.Esmecánico. Imaginoquehabrásperdidoelcontactoconéldespuésdetantosaños.Noestámuylejosdeaquí,acuatroocincomanzanasmásomenos.Detantoentantomeencuentroconélporelbarriocuandosalgoahaceralgunagestión.Solíaverlomásamenudocuandosuniñaestudiabaenelcolegioy…—Súbitamenteel rostrodelpadreFulgencioseensombreció—,aunqueesmejorqueesotelocuenteél,siasíloconsideraoportuno.

—Se lo agradezco, padre—me apresuré a decir—, peromañana regreso a losEstadosUnidosynomepuedoentretener.Además,hoyesdomingoeimaginoqueeltaller estarácerrado.Deleun fuerteabrazodemiparteydígalequequizásenotraocasión,cuandovuelvadenuevoaEspaña…

—Claro,claro,pierdecuidado…CuandovuelvasaEspaña.—Ymeregalóunacálidasonrisaaltiempoquemeentregabaelpapel.

Loguardéenunbolsilloycomencéaponermelachaqueta.—¿Yaúncontinúadandoclasedereligiónydecatequesis?ElpadreFulgencioseremovióincómodoenlasilla.—¡Ay,queridoamigo!Acabasdemencionarlasogaencasadelahorcado.Noson

buenos tiempos para la religión católica ni para la docencia religiosa. Estamos

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desfasados,pasadosdemodayhastamalvistos.—¿Cómoeseso?—preguntéconsinceracuriosidad.Memirócomosisedebatieraentreadentrarseonoeneseterritorioespinoso,a

sabiendasdequeaquellorequeríaalgomásquealgunasfrasescasualesconlasqueacompañarmehastalapuerta.

—Bien.Túlohasquerido—bromeó—.Perovuelveadejaresachaquetadondeestabaypontecómodo.

—Soytodooídos—repuse,obedeciéndole.Penchoseacercóalarmariolateralycomenzóaojearunlibrodetapasantiguas

buscandoalgoentresuspáginas.—Aquíestá—dijo,colocándoseunaslentes—.Escuchaconatención,teloruego.Carraspeodosotresvecesysedispusoaleer.—«He caminado por todos los caminos de la Tierra y he aprendido que los

pueblosmásgrandesnoseconstruyensinunaIglesianacional.Lacreaciónpolíticaes ineficaz si falta una conciencia religiosa con su ética superior a las leyes queescribenloshombres…».—Penchovolvióacerrarellibroylodevolvióasuestante—.Tepareceráqueestoloescribióalgúnsanturrónconínfulas,¿verdad?¡Puesno!¡SonpalabrasdeValle-Inclán!Tesonará,imagino,puesestáconsideradopormuchoscomoelmejordramaturgoespañoldelsigloXX.

—Sí.Claroqueloconozco.LucesdeBohemiaserepresentaconciertafrecuenciaenNuevaYork—respondí.

—¡Tiene guasa! —exclamó—. Si supieran muchos de esos «artistas» de lacontraculturayde la iconoclastia religiosaqueunode susgenios literarios,unodesusprohombresydesusmáscelebradosautoressedespachabaasídeagustoensusmemorias.¡Ja!¿Desdecuándolaespiritualidadhadejadodeserprogresista?Nosédónde ni cuándo se cambiaron las tornas: la aconfesionalidad del Estado y estelaicismotrasnochadoyramplónquepropaganlosqueennadapuedencreerporqueestán demasiado resentidos con su propio fracaso.Hemos renunciado a la parte denosotros mismos que nos eleva y nos salva, y que nos da sentido por encima decualquiervicisitud.

Penchomemiróalacabarsudiatriba, imaginoqueesperandomicomentariodeaprobación.Peroyonoentendíaquéteníaqueveresoquemeacababadeperorarconmipreguntadesiseguíadandoclasesono.

—Disculpe,padre,perocreoquemeheperdido.¿Quétienequevermipreguntaconlareflexiónqueacabadehacer?

—Muysencillo,Samuel—dijo, recuperando lacompostura—.Están intentandoacabarconlareligióncomopartedeunaconspiraciónparahacerseconelcontroldelasalmas.Ylamejormaneradehacerloescomenzandoporlaenseñanzadebase:porloscolegiosreligiosos,comoaquelenelquetúestudiaste,quesoloseasemejaaesteen la forma, pero no en el fondo, en el cuerpo, pero no en la savia.Aquí hace yamuchotiempoqueelEspírituSantoúnicamentevieneaficharporhoras.

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—¿Yquéproponeusted?—pregunté,sinqueeltemameinteresarademasiado.Aquella pregunta pareció gustarle y calmarle a la vez. Como si tuviera muy

meditadalarespuesta.—SiEspañavolvieraaserunpaíscatólicoyseenseñarareligiónencadaunade

las escuelas. Si aprendiéramos a decir cadadía unpadrenuestro, un avemaría y ungloria, lentamente, saboreando cada palabra, comprendiéndola, nuestras vidasestaríanigualmentesujetasalaccidenteyalerror,alatragediaylaenfermedad,perononosacecharíaatodashorasestevacíoaterrador,estaangustiavital,estacegueraquenosimpidevislumbrarnuestramisiónysentido.

—Padre,respetosu…—¡De eso estamos hechos, Samuel! —me interrumpió, alzando su voz por

encimadelamía—,¡ycadavezquelonegamosnosnegamosanosotrosmismos!Lamediocridaddenuestraera,denuestroslíderespolíticosydelagranmasaextraviadatienesuorigenenlatremendaarroganciadelhombreincompleto,enlarenunciaalosdones del Espíritu que nos hacen maravillosos y únicos y que nos permitensobreponernosalaimperfección,lacalamidadylaslágrimasconmuchomástalento,conmuchomásamoryesperanza.

—Asíescomoustedlovepadre—dijemientrasmevolvíaacolocarlachaquetaymeponíadepie—.Enmiopinión,haycosasmásimportantesqueaprenderquelasqueustedesenseñan.SepermitenusardeadalidlafiguradeJesúsysusenseñanzascuando, seguramente, este se echaría a llorar al ver las injusticias que se hancometidoensunombrealolargodelahistoria.¡PorelamordeDios,sillevanmásde veinte siglos sin ayudarle a bajar de la cruz para seguir haciendo caja con suimagen! «Bienaventurados los pobres de espíritu», ¿recuerda? ¡Dígame una!Mencioneuna solabienaventuranzaen laque su Iglesiapuedaverse reflejada;quepuedadecir:«Sí,voilà!, a esa categoría pertenecemosnosotros…».Nos engañaronhaciéndonoscreerqueelmundoeradelospiadosos,delagentedebuencorazónyobras justas.Puesescúchemebien, ¡nohaexistidoniexistiráenestemundounsertanbueno,tanjustoygenerosocomomimadre!Murióaloscincuentaysieteaños,muy lejos de su país, sin haber podido alcanzar su único sueño de juventud y sinhaberse podido despedir siquiera de su propia hija al morir. ¿Así trata Dios a losbuenos?¿Asíseportaconlasalmaspías?Másaún,¿quépuedehabermáslimpioqueelalmadeunamuchachadetreceaños,alegreyllenademúltiplestalentos?¿Porquémotivoconfinarlaaunaexistenciadedolor,deúlcerasdepielysueñosrotos,enunasilladeruedas?¿Dóndecolocamosesavariableparaquelaecuacióndéelresultadoqueustedesllevanpostulandodesdeelprincipiodelostiempos…?Esaniñadetreceañoses…,eramihermanaSara.Laenterramosayer,aunqueparamíhabíamuertomuchotiempoatrás:aqueldíaenquecayórodandoporunaescalerasinqueunángeldelaguardalarecogieraylasalvaraenelúltimoinstantealgritode:«No,túno,túeresunadesuselegidas…».—Larabiacomenzóa treparpormipechoynoquiseseguirparanofranquearleelpaso.Respiréhondoymedirigíalasalida—.Nosépor

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quéhevenidoaquícon lavanaesperanzadequealgunacosahubieracambiadoenestecentrodespuésdetreintaytresañoscuandorepresentanustedesalainstituciónmásanquilosadaymenosprogresistadelahistoria.Dosmilypicodeañosysiguenustedessinhaberentendidonadadenada.—Agarréelpomodelapuerta,peromedilavueltaparamirarleporúltimavez—.Esustedunbuenhombre,padreFulgencio,ysiempre le he tenido en gran estima. Hágame caso: no lea usted lasmemorias deValle-Inclán, lea Luces de Bohemia. No estudie el Antiguo Testamento y losEvangelios, repase las vidas de Teresa deCalcuta o deVicente Ferrer.No busqueustedenlaIglesialasrespuestasquesiempre,desdemuyniño,hallevadodentrodesucorazón.

—Sientomucho lo de tu hermana—añadió el religioso—.AmenudoNuestroSeñorescriberectoconrenglonestorcidos.

—¡Pormícomosilohaceenárabe,encirílicooenarameo!Loúnicoquelepidoesque,porunavezen lavida,aunquesolo seaparaquecontinúe teniendocréditoentre los que le rezan, tenga algo de sentido y coherencia lo que escribe. Buenastardes,padre.

—Samuel…—dijoconvoztrémula—.NosaquesaCristodetucorazón.Aquellomehizosonreírdecinismo.—Nuncaestuvoenél,padre.Jamásloestuvo…

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—¡S

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on las siete y media! —exclamó la voz—. ¿Desea que el servicio dehabitacioneslesubaeldesayuno?

—No,muchasgracias—respondí,aúnaturdidoporelsueño—,desayunaréenelaeropuerto.

—Comoguste—respondióelrecepcionistadelhotelantesdecolgar.Meduché,mevestíehicelamaleta.Bajéymedirigíalmostradorderecepción

pararealizarelcheckout.Aaquellahoranohabía llegado todavíael tipo relamidoquemeatendióeldíademillegada.Poralgunaextrañarazónlolamenté.

—Espero que todo haya resultado de su agrado, señor Palacios, y que vuelvaustedavisitarnosmuypronto.Sucocheestáyaesperándole.

—Sí,todohaestadoperfecto,gracias.Volverépronto—mentí.—Yaquí estaremos siempre a su enteradisposición—respondió,y esbozóuna

sonrisaensayada.Apenaspasabanunosminutosdelasochodelamañana.Debíadevolverelcoche

enun rent-a-car de la terminal 4 y facturar antes de las diez.Decidí salir hacia elaeropuerto aunque dispusiera de tiempo suficiente. Subí al coche que ya seencontrabaenmarchaylediunapropinaalbotonesquemanteníaabiertalapuertadel vehículo. Introduje los datos en el GPS y abandoné la entrada del hotel paraadentrarmeenunaciudadenlaquecomenzabaunnuevodía.Unaciudadquevolvíaaabandonarotravez,conlacertezadequeenestaocasiónhabíadeserparasiempre.

Aaquella tempranahoraelpaseode laCastellanaacumulabayaun reguerodevehículos que circulaba amodo de procesión por la arteria principal de la ciudad.Disponíadeuncolchónde tiempo lobastanteholgado,asíquenomepreocupóenexceso.Mesentíaaliviadoporestarapuntodedejaratráslaamargaexperienciadeaquel viaje. Sintonicé una emisora que emitía música clásica, me relajé y mispensamientosvagaronhastadetenerseenmihermana,lapequeñaSara.

Amisojos,Sarasiemprefueunejemplodevirtud.Laadmirabaysentíaporellaunaespeciedecalladoorgullo.Elpequeñoresquemorquepudierasentirhaciaellanoeraporelhechodesabermeinferiorentodassuscualidades.Nomeimportabapasardesapercibidoanteelabanicodevirtudesdeaquelsertanespecial;yononecesitabael aplauso de los demás, la mirada del otro. En honor a la verdad, prefería pasarinadvertido,apartarmetranquilamenteaunladomientrasveíacómomihermanalosacaparabatodos.

Noeraeso.Setratabadeotracosa:veíaenSaraunmuroinfranqueablequememanteníaalejadodemipadre,oquemanteníaamipadrealejadodemí.Sabíaquenopodía competir con ella por sus afectos. Mi hermana era la número uno, su ojoderecho…

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Elsemáforosepusoenrojoydetuvelamarcha.Nuncanadiepudoentraraformarpartedeaquelbinomio.Amimadrenopareció

importarleserrelegadaaunsegundoplano.Loaceptódebuengradocomoaceptabatodoenestavida,conabnegación.Detantoentanto,mipadreleasegurabaqueDiosleshabíabendecidoconSarayquenotenía lamenordudadequesuhija lesharíasentirsemuyorgullososeldíademañana.

Yo,pormiparte,meesforzabajugandoalfútbol,yaqueeraelúnicoespacioquesabía que Sara no podría llegar a ocupar jamás, pero aunque llegué a un nivelaceptable comomediocentro en los infantiles del Atleti deMadrid, aquello nuncallegóadespertarenél laatenciónqueyonecesitaba,asíquemi interés tambiénsedisipó.

Un letrerome indicaba que debía girar a la derecha e incorporarme a la calleMaríadeMolina.Cuandoelsemáforosepusoenverdetoméesadirección.

TraselaccidentedeSaratodocambió.Suestrellaseapagó.Laadmiraciónconlaque la engalanaban los demás se convirtió de la noche a lamañana en un traje deconmiseraciónylástima.Yonoentendíaporquéquedarpostradoensilladeruedasprovocabaquelagentesedistanciaradeti,peroesoesexactamenteloqueocurrió.Mihermanaeralamisma,ningunavirtudporlasquedestacabayporlasquerecibíatantaadmiraciónhabíasufridounmenoscaboacausadelaccidente,peroporalgúnmotivoquenollegabaaentenderelrestodelmundolaveíademaneradiferente;lajuzgaba como si fuera responsable de un acto del que, en realidad, era la únicavíctima.

Saranosehundióynosdioatodosunaleccióndecoraje,deilusión,degratitudyde sentido de la vida. Aseguraba que gracias al accidente había encontrado suverdadera vocación: el violín.Mi padre le compró uno que debió de costarle unafortuna aunque todo era poco para su pequeña. Cada tarde, sentada en su silla deruedas, se embarcabaen cientosdeviajes a losque sabíaque suspiernas jamás lepodríanllevar.Coneltiempoylaprácticaconsiguióllegarmáslejosdeloquehabríallegadocualquiera:consiguióvolar.

Lavidalerobólaspiernas,acambio,lamúsicalefabricóunasalas…Elimpactofuebrutal.Surgióde lanadayno tuve tiempodemaniobrarparaevitar lacolisión.Enun

acto reflejo conseguí dar un último volantazo que permitió ladear el vehículo losuficiente como para minimizar el daño que hubiera supuesto atropellarlofrontalmente.Saliódespedido,golpeándoseconviolenciacontraunodelosvehículosqueseencontrabanaparcadosenellateraldelaavenida.

Detuveelcocheunosmetrosmásadelante.Mequedéinmóvil,aturdido.Bajécondificultad.Metemblabanlaspiernas.Lacabezamedabavueltasyapuntoestuvedeperder el equilibrio. Un tumulto de gente comenzaba a llegar de todos los lados,arremolinándose junto a aquel cuerpo inerte que yacía sobre el asfalto. Gente que

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corríadeunladoaotrodelacalle.Gritosquenoconseguíaescuchar.Manosquesetapabanlaboca.Otrasquetapabanlosojosdealgunacriatura.Unhombrehaciendodeimprovisadoguardiaurbanoparadetenerel tráfico.Alarmasdecoche.Cláxonesque sonaban desde el interior de los vehículos atrapados en aquel caos. Gritos.Sollozos.Carreras…

Variaspersonassevolvieronhaciamíyparecíantratardedecirmealgo.Yoseguíadepie,ausente,aciertadistanciadelcuerpodelavíctimaysinpoderreaccionar.Nolograbaescucharles.Nopodíaarticularpalabra.Nomeatrevíaamirar.

Uno de ellos se me acercó. Me agarró por ambos brazos y me zarandeó confuerza.

—¡Amigo!¡Eh,amigo!¿Seencuentrabien?—Sí, sí.Estoy bien—dije, confuso, recobrandopoco a poco el control demis

sentidos—.¿Quéhasucedido?—Un chaval ha cruzado con el semáforo en rojo y usted se lo ha llevado por

delante.—¿Estávivo?—preguntéinstintivamente.—Aúnrespira,peronotienebuenapinta.Hasidoungolpetremendo.Yahemos

llamadoalSAMUR.Estaránaquíenunosminutos.Laimageneratremenda.Elcuerpodesmadejadodeaquelchicoseextendíasobre

elpavimentodeunaformaquenoescondíalagravedaddeloocurrido.Nohacíafaltasermédicoparadescubrirquesuspiernasestabancompletamentedestrozadasysushuesosfracturadosporvariossitios.Surespiraciónerarápidayagitada,comoladeunpájaromalherido.Lacabezaparecíanohabersufridoningúnimpactoseveroynobrotaba sangre de ella. Respiraba, y esa era la única esperanza a la que en aquelmomentomepodíaaferrar.

Unapatrulladepolicíaseabriópasoentrelamarañadevehículosquecirculabana cuentagotas por el único carril que quedó habilitado al tráfico, una circulacióndensayadeporsíenaquellavíaaesahoradelamañana.Dosagentesdelapolicíamunicipalbajarondel cochey seaproximaronal lugardonde sehallabael cuerpo,aumentaronelperímetrodeseguridadalejandodeallí apeatonesycuriosos,y trasdaralgunaordenporradioseacercaronhastamí.

Mepidieron ladocumentaciónymesometierona lapruebadealcoholemia.Dinegativo,algo tanafortunadocomocasual,yaque raraera laocasiónen laquenocomenzabaeldíabebiendounwhiskynadamáslevantarme.Elagentemásveteranomehizouna seriedepreguntas rutinarias sobre si recordaba loquehabíaocurrido.Me comentaron que no debía preocuparme, que muchos testigos del accidenteestabandeacuerdoenquesehabíatratadodeunaimprudenciaporpartedelchavalalhaberseabalanzadosobreelcochecuandoelsemáforoaúnestabaenrojo,yqueelhechodequefueraunniñoconsíndromedeDowntodavíaresultabamásamifavor.

—¿Disculpe?¿Cómodice?—balbucí,confundido.—Sí—dijoelpolicíamásjoven—.Unsubnormal…unretrasadomental.

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—UnsíndromedeDown—repitió el veteranomientras clavabaunamiradadedesaprobaciónensucompañero.

El sonido de una sirena se manifestó con estruendo en aquel momento. Laambulanciaavanzabaabriéndosepasoentre lamarañadecuriosos.Dosenfermerosbajaronunacamillade laparte traseray trascomprobarque lavíctima respirabayque tenía pulso le inmovilizaron con sumo cuidado la cabeza y lo tumbaron sobreella,introduciéndolaenlapartetraseradelvehículo.Enapenastresminutoshabíanllevadoacabotodalaoperación.

—¿Me necesitan aquí para algo más? —pregunté al policía veterano—. Megustaríaacompañaralchicohastaelhospital.

—Nosepreocupe—respondió,mirándomealosojos—.Hagaustedloquetengaquehacer.

Aparquéelcoche,subíalaambulanciaymecoloquéjuntoalacamilla.Aquelmuchachonotendríamásdetreceocatorceaños.Teníaelpelorubioyla

pielmuyblanca,yapesardesusojoscerradosydequeuntubodeoxígenoletapabalabocapudedistinguir losrasgosfacialescaracterísticosdelosniñosconsíndromedeDown.

—¿Eshijosuyo?—dijounodelosenfermeros,volteandolacabeza.—No,no.Esun…Leheatropelladoconelcoche.El enfermero me miró comprendiendo mi situación y me regaló una sonrisa

tranquilizadora.—Nosepreocupe,saldrádeestayaverá—añadió.Consumanoentrelasmíasvolvíamiraralchico,deseandoquefueranciertaslas

prediccionesdelenfermero.Luego, al ser consciente de lo cerca que había estado de arrebatarle la vida en

apenasunafraccióndesegundo,medesbordólatensiónyrompíallorar.

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E

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lruidodelasirenacesódegolpe,solapándoseconelchirridodelosfrenosdelaambulanciaquesedeteníafrentealaentradadeurgenciasdeaquelhospital.

Las puertas traseras del vehículo se abrieron de par en par, permitiendo que unaráfagadeaire fresco secolaraenaquel cubículocerradoa caly cantoquehedíaadolorydesinfectante.Yo,queaúnmeencontrabaaturdidoymareadoportodoloqueestabaocurriendo,loagradecí.

Cuatro miembros del equipo sanitario del hospital llegaron a la carrera hastadondenosencontrábamos.Tresvestíanconunpijamadeenfermerodecolorazulyotro llevaba una bata blanca. Con movimientos perfectamente sincronizadosdesamarraronlascorreasdesujecióndelacamillaylabajaronconsumocuidadodelapartetraseradelaambulancia.Apartirdeesemomentotodocomenzóasucedervertiginosamente,comosicadasegundofueradecisivoalahorademantenerloconvida.

Permanecí unos cuantos metros detrás del equipo médico, manteniendo unadistanciaprudencial respectoaellos.Unavezdentrode las instalacionesenfilamosun largo corredor, al final del cual se podía distinguir un letrero con el rótulo«Quirófanos»situadosobreelmarcodeunaspuertasdevaivén.

—Lasconstantesvitalesestánbien.Larespiraciónessuperficialperoelpulsoesnormal,doctor—dijounodelosenfermeros.

—¿Quéhaocurrido?—preguntóelmédico,mientras leabríaunode losojosydirigíaelhazdeluzdeunapequeñalinternahaciasuspupilas.

—Lohanatropellado—respondióel enfermero—.Parece tenervarias fracturasenambaspiernas.

—¿Sabemosquiénes?¿Nombre?¿Dirección…?—No.Nollevabaencimaningunadocumentación.—Bien. Ponedle una vía. Avisad a trauma y que estén preparados. Quitadle la

ropaconcuidado,sitienelesionessuperficialesyquemadurasenelcuerpolimpiadlasbien,esmuyprobablequetengaincrustadosrestosplásticosyesopodríagenerarunnidodebacterias.¡Vamos,vamos!

Losenfermerosentraronporlapuertaqueconducíaalosquirófanos.Medispuseairtrasellosperoelmédicodelabatablancasesituódelantedemí,impidiéndomeelpaso.

—Losiento,peroahínosepuedepasar.—Sí,porsupuesto.Discúlpeme,yo…—respondíazorado.—¿Esustedparientedelchaval?Eralasegundavezenpocosminutosquealguienmehacíalamismapregunta.—No,doctor.

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—¿Sabe cómo podemos ponernos en contacto con sus padres o con cualquierfamiliarpróximo?

—Doctor,enrealidad…—Sentíqueunaboladefuegomequemabalagarganta—.Yo soy el que ha atropellado al chico.No tenía nadie que lo acompañara y hevenidoconélenlaambulancia.Soloqueríaasegurarmedequellegababien.

—Entiendo—dijoelmédico,torciendoelgesto,comosimipresencia,depronto,le estorbara al no serle ya de ninguna utilidad—.Agradezco su sentido del deber,peroserámejorquesemarche.Aquíyanopuedehacernada.

—Sinoesinconveniente,preferiríaquedarme,doctor.Elmédicomeobservóunossegundos.Surostronoescondíaunaciertaexpresión

defastidio.—Como quiera. ¿Quién soy yo para prohibírselo?—dijo, antes de desaparecer

traslaspuertasdequirófano.Medejécaersobreunadelassillasdelasaladeespera,absorto,conlamirada

perdida.Elsonidodelmóvilmesacódemiensoñación.Mirélapantalla:eraLarry.—Ahoranoesunbuenmomento,Larry—susurré—.Estoyenelhospital.—¿Quéhapasado?¿Estásbien?¡Porloquemásquieras,dimequeestásbien!—

exigiómiagente.—Estoybien.Estoybien.Noestoyaquípormí—expliqué.—Joder, nomedes esos sustos—suspiróLarry—. ¿Quéhaces en un hospital?

¿Notendríasqueestaryafacturandoenelaeropuerto?—Teibaallamarprecisamenteporeso.Novoyapodersubirmeaeseavión.—Esunabroma,¿verdad?Dimequeesunadetusbromasdemalgusto.—Verás,Lar.Decaminoalaeropuerto…Heatropelladoaalguienconelcochede

caminoalaeropuerto.Nolohevistovenir…Unchico…Hasalidodelanadaysehaabalanzado sobremí.Noha sidoculpamía, te lo juro…Los testigos…Hevenidoconlaambulanciaaurgenciasparaacompañarlo…

—Sam, Sammy ¡Samuel! ¡Cálmate! —ordenó—. Has atropellado a alguien…Vale,malasuerte,cosasquepasan.Esunaauténticaputada,peroalmenosnolohasmatado.

—No. Saldrá de esta. Seguro que va a salir de esta —repetí, intentandoconvencermeamímismo.

—¿Estabas sobrio? ¡Por el amor de Dios, Sam, dime que estabas sobrio! —insistió.

—Sí,estabasobrio.Nohebebidonadadesdeanoche.—Bueno, pues entonces tranquilízate.Ahora ya no puedes hacer nada.Está en

manosdelosmédicos.Escucha,estoymirandovuelos.TienesunoaNewarkquesaleamediatarde.Voyahacerlareservadesdeaquí.Túsolotienesquepresentarteconelpasaportey…

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—Larry.¡Larry!—leinterrumpí—.Novoyairaningunapartehastaestarsegurodequeelchicoestáfueradepeligro.

Unlargosilenciosetruncóporlavozdemiagentequeadoptóunacadenciamáslentayunaciertagravedad.

—Samuel,metemoqueestonoesnegociable.Tienesqueregresar.—Escucha,Lar.Séquehas trabajadomuyduroparaconcertarmeesaentrevista

conDougBrown,peronopuedomarcharmeasí,sinsaberquésucedeconelchico.Detodasformassitomounvuelomañanaaprimerahoraaúnpuedollegaralacita…

—¡Que le den por el culo a Douglas Brown, a la película y a la jodidaHollywood, todos a la vez!—explotó Larry—. ¡No es esa la razón por la que tellamo,malditasea!

Lavozdemiagentesetiñódeunaextrañamezcladeangustiaytemor.—¿Quésucede,Larry?—dijecontodalacalmadelaquefuicapaz—.¿Porqué

mehasllamadoentonces?—Sam… No sé cómo contarte esto. Esperaba decírtelo en persona cuando

llegaras aquí pero… ¡qué diablos! No creo que esto vaya a empeorar tu día tal ycomoestánlascosas,asíque…

—¡Quieres hacer el favor de soltarlo ya! —le recriminé con impaciencia—.¡Francamente,noestoydehumorparaaguantartusarcasmoenestosmomentos!

—Estábien—dijo, resoplando—.Verás…Ayerpor la tarde,apenasunashorasdespuésdenuestraconversación,Susanintentósuicidarsetragándoseunboteenterodeansiolíticos.Antesdeperder laconsciencia recibióuna llamadadeMichaelquecomenzóasospecharquealgoraroocurríaaloírlelavoz,yaque,segúnmedijoélmismo,eraincapazdevocalizarynodecíamásqueincoherencias.

De pronto todo empezó a darme vueltas y sentí cómo un chorro de sangremesubíaalacabezagolpeándomelassienes.

—¿Quéestásdiciendo,Larry?—balbucí.—Michaelseausentódeltrabajoyenapenasdiezminutosseplantóentucasa—

prosiguió—.Trasinsistirunrato,Susanleabriólapuertaysedesmayóensusbrazos.Michael llamo al 911 y en cinco minutos estaban de camino al hospital. Allí lepracticaron un lavado de estómago y finalmente logró expulsarlo todo.Ahora estáfueradepeligro,aunquesegúnlosmédicospudosercuestióndeminutos.

—¿Estáencasa?—pregunté,conunnudooprimiéndomelagarganta.—Esaeslahistoria,Sam—repusoLarry,buscandolaspalabras—.Estamañana,

nadamásdarleelalta,KafelnikovselahallevadoaunaclínicadedesintoxicaciónfueradeNuevaYork.Nolehadichoanadiequéclínicaesnidóndeestáubicada,yhaprohibidoexpresamentequetúteacerquesaellahastaquetermineelprogramaderehabilitación,queduraunascuatrosemanassitodovadeacuerdoalosparámetrosconlosquesemanejan.

—¡Soysumarido,joder!¡Piotrnoesquiénparaprohibírmelo!

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—¡Essupadre,malditasea!—respondióconvehemencia—.¡Yunodelostiposmásinfluyentesdelaciudad!Además,segúnmehacontadoMichael,lanochedelosTonySusantepidióeldivorcio.¿Esesocierto?

Derepenteacudióamimemorialaconversacióndeaquellanocheenlacocina.Nohabíaqueridodarlemayorimportanciaypenséquenopasabadeserunarabietamomentáneadebidaalaborracheraconlaquellegóacasayasuscontinuoscambiosde humor, provocados por el alcohol y los tranquilizantes que consumía en losúltimostiempos.

—Sí,esverdad—reconocí—.Lohabíaolvidado.—¡Joder,Sam!—protestóLarry—.Unoseolvidadecomprarelpan,decómose

llamabasuprofesordesegundodeprimariaeinclusodesufechadeaniversariosimeapuras,¡perounonoseolvidaentresdíasdeunapeticióndedivorcioporpartedesumujer!

—No la quise tomar en serio. Eso es todo—dije, tratando de justificarme envano.

—Bien,puesparecequeKafelnikovsílohizo—apostilló—.YnohacefaltaserunEinsteinparaponerlelacruzalatyelpuntoalai,ycaerenlacuentadequeporfuerzatienequehaberunarelacióndecausa-efectoentre lapeticióndedivorcio, tuespantadaaEspañaalamañanasiguienteysuintentodesuicidiodeayerporlatarde.Perdonamifranqueza,Sam,perosiyofuerasupadrehubieraactuadodelamismaforma.AhoramismoeresunagranadaalaquelehanarrancadolaanillayloúltimoquequierePiotresqueexplotescercadesuhija.

—Nolohabíavistodeesemodo—admití—.Laverdadesqueyanoséniquépensar.

Me sentía aturdido y abrumado, y mi cabeza se negaba a procesar ningunainformaciónmás.

—Labuenanoticia—continuóLarry—,esquehe idoahacerleunavisita estamañana,justoantesdequeabandonaraelhospital.MehapreguntadoporticonmásamorensusojosdelquehepodidoverenlosdeBárbaraenmismásdetreintaañosdematrimonio,ymehadichoquecuandoseencontraserecuperadayconunpocomás de ánimo te escribiría un correo electrónico para explicártelo todo, y que túpodías hacer lomismo si así lo deseabas, almenos durante el tiempo que dure elprograma…

—Perdóname,Larry—balbucí—.Tetengoquedejar.Colgué el teléfono sin permitir quemi agente pusiera fin a su explicación. El

mareo se intensificaba pormomentos demanera salvaje y un inesperado golpe decalorinvadiótodomicuerpo.Elcorazóncomenzóalatirconfuerza.Cadavezmeeramás trabajoso tomar aire y con cada bocanada que entraba en mis pulmones seavivaba el fuego queme abrasaba el pecho. La vista seme comenzó a nublar, lascervicales se pusieron duras y tensas como cuerdas de arco, un sudor gélido mequemabalafrente,yunasensacióndevértigo,queapuntoestuvodehacermeperder

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elequilibrio,hizoquemedesplomasecomounpesadofardosobreunadelassillas.Las náuseas fueron incrementándose y supe que no podría contenerlas por mástiempo.Meapresuréairalbañoymearrodilléfrentealinodoro.Estabaenayunasyapenaslogréarrojarnada.Lasarcadas,cadavezmássecasyviolentas,sesucedieronenvariasocasionesmás.Losojossemefueronllenandodelágrimasaconsecuenciadelesfuerzo.Enunúltimoespasmologréporfinvomitarunlíquidoespesoydecolormarrónverduzcoquemedejóunsaboragrioenlalenguayenelpaladar.

Memojéelrostroylanucaenellavabo.Alcélamiradaycontemplémipropioreflejo durante un instante. Sentí un odio profundo y visceral hacia la imagen queteníafrenteamí,unodiocomosolopuedesentirsehacialaaparienciaenvilecidadeunomismo,unodioquenecesitabaaplacardelaúnicamaneraqueconocía…

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iemprepensé quebeber era el único remedio contra la pulsiónde suicidio; laúnica morfina al alcance para atenuar ese dolor insoportable para el que no

existecuranianalgésico;elúnicomodoefectivodedesprendersetemporalmentedelalmaatormentadasintenerparaelloqueabandonarelcuerpo.

Apesardequetambiénllevabaañostomandococaína,estanuncapasódeserunmedio para permanecer más tiempo consciente en ese limbo de quietud que meproporcionabaelwhisky.Unvisadoconelquealargaba,porcadarayaesnifada,mipermisoderesidenciaenaquelpaísvirtualdelaconcienciaalterada.

Ahora, en aquella ciudad cada vez más extraña para mí, me adentraba en ellaberinto de callejuelas que se ramificaban como vasos capilares de alquitrán aespaldasdelaGranVía,enbuscadeunlugartranquilodondedejarpasarlashorasyemborracharme.

Apenas eran las diez de la mañana. Las calles de aquel barrio guardaban unacierta semblanza con algunos de los callejonesmás recónditos del EastVillage deNuevaYork.Lugaresdondeapenasocurríanadaydonde la fealdadcampabaasusanchas apartada del bullicio y alejada de curiosos y miradas. Tras casi una horacaminando desde que salí del hospital había ido a parar a la zona deMadrid quemejorcontextualizabamiestadodeánimo.

Meacercabaaloscristalesdecadabarqueveíaabiertoymequedabamirandoalinteriorcomosi fueraunniñoqueobservaelescaparatedeuna tiendade juguetes.Nofuicapazdeencontrarningunoqueseajustaraaloquebuscaba:demasiadaluz,demasiadoruido,demasiadasrisas…Supusequedebíadeserlahoradelalmuerzoyaquetodoslosbaresalosquemeaproximabaestabaninfestadosdegenteengullendosus bocadillos o tomando café, ymeparecía extraño que hubiera tanta actividad ytrasiego de barra a aquella temprana hora de media mañana, que en los EstadosUnidos se consideraba como una de las demáxima producción.Cuandome habíadado por vencido y estaba a punto de entrar en uno de esos establecimientosregentadosporchinosopakistaníes,quefuncionancomotiendasdeultramarinosenminiatura,dispuestoacomprarunabotelladewhiskyparadarcuentadeellaenalgúnparquedelazona,unapersianademetalseabrióconestrépitoaescasosmetrosdedondemeencontraba,dejandosaliraunaparejajoven,cuyoatuendoymaneras,ysuandarzigzagueante,dejabanclaroqueaúnnohabíanpasadoporcasadesdelanocheanterior.Meaproximéa laentradadeaquel lugarantesdepermitirque lapersianavolviera a bajarse tras ellos. Un tipo de unos treinta años, con la cabeza rapada,visiblementehinchadoporlaspesasylosanabolizantes,conlosdosbrazostatuadosypendientesde aro enambasorejas, sedisponía a aislarnuevamentedelmundoaaquellugar.Antesdequelohicieramedirigíhaciaél.

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—Perdone.¿Mepermiteentrar?—Losiento,amigo,estamoscerrados—dijo,evitandomirarmeyconunacento

marcadamenteeslavo.—Soloquierotomarunacopa.Elgorilaeslavoclavósobremíunamiradallenadeviolenciaydetestosterona,y

alcabodeunossegundosmepreguntó:—¿Eresmadero?Noentendímuybienaquellaexpresión.Asumíentonces,porelcontextoyporel

tipodeantroqueimaginaba,quesereferíaasiyoerapolicía.—¿Policía? ¿Si soy policía? —dije, dejando escapar una leve sonrisa para

evidenciarlodisparatadodeaquellapregunta—.No,nosoypolicía,tranquilo.El de seguridad volvió amirar hacia ambos lados de la calle y finalmente y a

cámara lenta, como intentando seguir amedrentándome, me franqueó el paso. Lapersianavolvióacerrarseunossegundosmástardeamisespaldas.

Laprimerasensaciónfueunintensoypenetrantehedoralejía.Laluzeratenueydecolorazulyel tiempoparecía tenerdenegadoelderechodeadmisión.Un largopasillode sueloajedrezadoconducíahastael finaldel localenelque sedistinguíaunabarrapequeñayrectangularyunosestantessobre losquereposabaapenasunaveintenadebotellas.Habíaacadaladounpuñadodeviejosydestartaladosbutaconespara uso individual, raídos por el tiempoy la falta de cuidados, y agujereados porincontablesquemadurasdecigarrillo,comounacarcomadecenizayalquitrán.

Calculéentreochoydiezlaspersonasquecomponíanaquelpaisajedesoladordevidassinvida.Deleprososurbanosforzadosaunexiliovoluntarioenaquellaespeciedepurgatorioparainsomnes.

Enunodelossillonesdistinguíaunaadolescentedeapenasdiecisieteodieciochoañosqueyacíaprofundamentedormida, aletargadapor la combinaciónexcesivadealcohol,drogasymaratonianas jornadasenvela, enunapostura antinatural, con lafaldasubidaporencimadelombligo,lasmediasnegrasllenasdecarrerasylablusaabierta, dejandoasomar sinpudorun sujetadorde color rojo sangre.A su lado, unanciano de pelo blanco, impecablemente vestido con traje y corbata, acariciaba elinteriordelmuslodelamuchachaconsumadelicadeza,comositemieradespertarlade su sueño etílico, y aún más aproximar la yema de los dedos al ribete de susbraguitasdeencaje.Bajosumiradahipnótica,imantadaalafisonomíadelapequeña,nopudediscernirsiseescondíalalujuriaoelafecto.

Detrásdelbalcóndelabarra,comosisetratasedeunaJulietadelextrarradioalaque la juventud y hasta lamediana edad habían dado la espalda hacía ya algunoslustros sin que hubiese aparecido Romeo alguno para dedicarle tiernos versos deamor,selimabalasuñas,ausente,unamujermenudayenjutavestidaconuntopdelentejuelas y una minifalda ajustada de cuero negro, con el pelo rubio platinoabrasado por el tinte y con una gruesa capa de un maquillaje cuarteado por ladesesperación que no servía para esconder las evidentes grietas con que la

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resignación había erosionado sus ganas de vivir, y que se manifestaban en losprofundossurcosdeunapielajadaymate.

Meacerquéhastalabarra.Intuyómipresenciayabandonóencimadelmostradorladesgastadalimadeuñas,dejandoescaparunlevesuspiro.

—¿Quétepongo,cielo?El timbre de su voz y el brillo de sus ojos, sin embargo, parecían no haber

envejecido tanmal. La voz de la gente no suele cambiar nunca, como tampoco laexpresióndesumirada.Enmediodelderrumbamientofísicogeneralizadoenqueseresumelavejezlavozylamiradaaportaneltestimoniodolorosamenteirrecusabledelapersistenciadelcarácter,lasaspiraciones,lossueños,losdeseos…,detodoloqueconstituyeunapersonalidadhumana.

—¿UnGlenfiddichdoble,porfavor?Lamujermemiróextrañadaynoseesforzóendisimularunligerofastidio.—¡Aquí de chorradas nada! ¡Si quiereswhisky de pijo te vas al Cock! Tengo

J&B,DYCoBallantine’s,elige.—Ballantine’sestábien.La camarera me obsequió con una media sonrisa conciliadora y se dispuso a

prepararmelacopa.—Aquílagentenosuelevenirenbuscadesabores,¿sabes?—apostilló.—¿Cuántomecostaríaunabotellaentera?Voyasentarmeallí—señaléunazona

apartada del local—, y no me gustaría tener que estar interrumpiendo cada diezminutostumanicura.

Lamujermeescrutóduranteunossegundossopesandoloextrañodemipetición.—Cieneuros.Meparecióexagerado,peroloaceptésinprotestar.Ladesesperaciónnoentiende

deregateosyaquellamujer,queconvivíaconellaadiario,habíasabidodetectarlamíanadamásatravesarlapuerta.

—¿Sabesdóndepodríaconseguiralgodecocaína?—dije,bajandolavoz.—¿Cuántoquieres?—¿Cuántotienes?Introdujocomounaautómatalamanodentrodelsujetador,conlamiradafijaen

eltechocomobuscandounamayorconcentración,yfuesacando,unatrasotra,tresbolsitasdeplásticoquecolocósobrelabarrafrenteamí.

—Hoyhahabidobastantemovimientoysolomequedantresgramos.Sinecesitasmáspuedespreguntarlealbúlgaro—dijo,alargandoelcuelloendirecciónalasalida—.Éleselquelaconsigue.

—Gracias—dije,guardándolasenelbolsillodelpantalón—.Creoqueconestotengosuficiente.

—Amandar.—Colocóunpardecubitosdehielodentrodelvaso.—¿Quétedebo?—preguntémientrassacabalatarjetadecréditodelacartera.

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—Ciendelwhiskyycientocincuentadelacoca,doscientoscincuenta—calculósintitubear—.Ytehagoprecio,porqueestafarlopaesdelomejorcitoquesepuedeencontrarhoyendíaenMadrid,yporquemeahorrastrabajoconesachorradatuyadelselfservice,yporquemehascaídobien,¡quécoño!—apostilló,altiempoquemeguiñabaunojo.

Firmé el justificante de compra, cogí el vaso y la botella y me encaminéseguidamentehaciaellugarmásoscuroyapartadoqueencontré.

Acadatragoquedabacomenzabaadisminuirlaasfixiantepresióndeaquelpuño

deaceroinvisiblequemeestrangulaba.Alacabarlaprimeracopamenotababastantemásrelajado;alfinaldelasegunda,volvíasentirmeencasa.Siempresucedíaigual.Acudió a mi memoria el momento en que experimenté por vez primera aquellamisma sensación de confianza y libertad. El día en que probé alcohol por primeravez.

El juramento de lealtad a la bandera de los Estados Unidos, The Pledge ofAllegiance, fueindirectamenteresponsabledequecomenzaraabeber.Llevabaalgomás de tres años viviendo en casa demi tía Isabel, en el borough de Queens, enNueva York. Acababa de cumplir los quince y cursaba mi sophomore year: elsegundo año de los cuatro que conforman la escuela secundaria. La profesora dehistoria contemporánea, una asignatura que abarcaba desde la emancipación de lascolonias americanas y la firma de la Constitución hasta nuestros días, la señoritaJackieBartone,mepidióquemeaproximaraa la tarimayquerecitarapara todalaclase el famoso Pledge of Allegiance, «del que tan orgullosos se sentían losciudadanosdesupaís».Antemicompletaignoranciasobrequéeraaquelloaloquese referíameexpulsóde la clase, advirtiéndomedequenovolveríaa ser admitidohastaquenofueracapazderecitardememoriayalpiedelaletraelcitadojuramentode lealtad a la bandera, el himno nacional y la declaración de independencia, unodetrásdeotro,yquepococastigoami ignoranciasuponíaelvetarmipresenciaenclase, ya que a los inmigrantes como yo, que mostraban tal falta de respeto yconsideración hacia las instituciones y los símbolos de los Estados Unidos deAmérica,habríaqueprohibirleslaentradaalpaís,omandarlosdevueltaalsuyoenelprimer avión, si es que ya habían conseguido colarse anteriormente. Aquello medoliómásquecualquieradelasantiguaspalizasdemipadre.

RandySchroedereraunpardeañosmayorqueyo,aunquenadiesabíaacienciaciertaaquécursoibapuestoqueaparecíaacuentagotasporlaescuela.Randyeraelalumnomás conflictivo del Astoria High School, en Queens, un verdadero enfantterrible,oesoeraloquetodoscomentabansobreél.Algunafiguradeautoridad,enalgúnmomento,porcualquiermotivo, lehabríahechoveraRandyqueeraunmalchico,quenovalíaparanada,yesoleconfirióunsentidodeidentidad,unarazóndeser.En esa época tan confusa e inconstante de la adolescencia en la que con tantoafán buscamos significancia, notoriedad y establecer nuestro pequeño lugar en el

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mundo,Randyloconsiguióabasedeaceptarqueeraunrebeldesincausaniremedio,un tipo duro y peligroso, y comenzó a representar con destreza ese papel, aunquenada se alejaramás de su verdadera naturaleza. Todo elmundo conocía y temía aRandyyesoenelfondoleencantaba,aunquecasinadiequisieratenernadaqueverconél.Aceptódebuengradolapopularidadcomounsucedáneoamargoyvulgardelaverdaderaamistadyelamor.Eneso,añosmástarde,acabaríareconociéndomeenél.

Yo regresaba a casa con los ojos llenos de lágrimas por la rabia de haber sidopuestoenridículodelantedetodosmiscompañeros,cuandoescuchélavozdeRandyamisespaldas.

—¿Quépasa,Palacios?¿Cómoesquenoestásenclase?¿Porquélloras?LeexpliquéaRandy loquehabíaocurridoenclasede laBartone,mientrasmi

congojaaumentaba.Al final, enmitaddemidiatriba,Randymeapretócon fuerzacontraélenunabrazointerminableymedijoenunsusurro:

—Tranquilo,Sam.Nolloresmás.Venconmigo,quetengoalgoqueteharásentirmuchomejor.

Randyconducíaunpequeñoutilitariode colornegroquehabíaheredadode suhermanomayor. Lo tenía aparcado a escasosmetros de donde nos encontrábamos.Subimosenél,loarrancóycomenzamosadarvueltassinrumboyencírculo,desdeAstoria Boulevard hasta Ditmars Boulevard, desde Hoyt Avenue South hasta elTriboroughBridge.Cuandomehubetranquilizadounpoco,preguntó:

—Sipudierasvolveraserunniñoypedirundeseocontodastusfuerzas,comosifueralanocheantesdeNavidad,conlaabsolutacertezadequeSantaClausteloibaaconceder,¿quépedirías?—Antemimiradadedesconcierto,reiteró—:Sipudierashacerotenercualquiercosaavoluntad,¿quésería?

Lapreguntametomóporsorpresa;aunasíconfiéenlaprimeraimagenquemeasaltóunavezlahuboformulado.

—Michelle Williams —dije convencido—. ¡Daría lo que fuera por salir conMichelleWilliams!

—Notienesmalgusto—bromeóRandy—.¿Porquénoselopides,entonces?Supreguntahizoquemerecorrieraunescalofríoporlaespalda.—¿Estás loco? ¡Está totalmente fuerademialcance!Preferiría lamuerteaque

merechazase.Soyincapazdedirigirlelapalabrayaveceshastamepongoatemblarconsolomirarla.

Randysevolvióhaciamí,esbozandounasonrisaenigmática.—¿Quémediríassitedemuestroqueexisteunacosaenelmundoquehaceque

no le tengasmiedoanada?Que tedaseguridaden timismoyque teconviertedeinmediatoenalguienmásdivertido,atractivoyencantadora losojosdelosdemás.Sobretodoalosdelaschicas.

—¿Una pócima mágica?—dije en tono de burla—. ¿Un elixir como el de lapelículaesadeJerryLewis,Elprofesorchiflado?

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—Algoasí—respondióRandy,sinesconderunciertohalodemisterio.Aparcóelcochejuntoaunascanchasdetenisabandonadasysedispusoaabrirel

maletero.Segundosdespuésvolvió a entrar en el vehículo, agitando en el aire unabotelladeJackDaniel’s.

—¡EstaeslapócimaqueharáqueteolvidesdeloquetehahechoesazorradeBartoneyque tengas loshuevossuficientesparaacercartea laWilliamsycomerlelos morros delante de todo el colegio si hace falta! ¡Esto es lo mejor que se hainventadoparahacersoportableestamierdadeexistencia!

Randy hablaba cada vez más alterado. Me recordaba a uno de esos gurúsmesiánicosquedevezencuandosalíanporlatelevisiónpúblicahaciendoapologíadelafiguradeJesús.ParaRandyaquellicordebíadeserlomásparecidoalcuerpodeCristo;lomáscercaquesepodíaestardelparaísoterrenal,delreinodeloscielosyhastadelavidaeterna.

—¡Túestásloco,colega!—lerecriminé—.Acabodecumplirquinceañosynoeslegal beber hasta los veintiuno. Nos podemos meter en un buen lío si nos pillan.¡Podríanexpulsarnosdurantetodoelsemestre!

Randymemiróadoptandounsemblanteserio.—Un par de tragos y te juro que esta misma tarde, al acabar las clases, te

plantarás delante deMichelle para pedirle que salga contigo.Dice la gente que elalcoholborra los recuerdos,pero teaseguroque loúnicoquehacedesaparecersonloscomplejos.

Agarré la botella con fuerza y la miré fijamente durante unos segundos.Desenrosquéeltapónylasostuvefrenteamí,llenodepavor.Sentílafuertetentacióndevolverloacerraryapuntoestuvedehacerlo,perolasemillaquehabíaplantadoRandyalconseguirquemevisualizarahabitandoelmismouniversoquemiadoradaMichellegerminóconrapidez,yarmándomedeesevalorquesolamenteescapazdeinfundirunapromesaciertadeparaíso, crucéporprimeravezaquella líneapara laquenuncamáshabríadehallarretorno.

TalcomohabíapredichoelbuenodeRandy,unpardehoras(ymediabotelladeaquel whisky) más tarde entraba de nuevo en el Astoria High School y meencaminabadandobandazos,llenodeconfianzaydeterminaciónalataquilladondesabíaqueguardabasuscosasMichelle.Norecuerdosialverlamelimitéaproponerlequefuesemiparejaparaelbailedefindecurso,osileconfeséqueestabalocoporsushuesos,jurándoleamoreternoparaelrestodemivida,oalgunachorradaporelestilo.Loque sí recuerdovívidamenteesque logrité aplenopulmón.Deseabademanera irracional, visceral e inclusoviolenta, que todo elmundo en la escuelameadmirara por lo que estaba siendo capaz de escenificar, en un arrebato deexhibicionismodelquejamáshabíaexistidoelmásmínimoatisbo,lamásleveseñal,conanterioridad.Michelle,mortificadaporlavergüenza,nisiquieramerespondió,selimitóadarse lavueltaynomevolvióadirigir lapalabranuncamás,aunqueeso,paramí,yaera lodemenos.Lofundamental, loverdaderamenteextraordinariofue

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queacababadedarconelbálsamomilagrosoquelograríacurarmeparasiempredelaenfermedad crónica que más me había incapacitado y hecho padecer hasta esemomento:laterribleeincontrolablefobiaaserrechazadoporlosdemás.

Hubo otrasMichelle a lo largo de los años. Es cierto que algunas, lasmenos,también se dieron la vuelta y se alejaron sin decirmás, pero lamayoría quedabanfascinadasyseducidasdeinmediatoporaquellaseguridadserenaynoimpostadaquedesplegabaconlamayordelassutilezas,mudando,trasunpardecopas,lainvisiblepieldeunservulgar,acomplejadoyfrágilporladealguienatodaslucescarismáticoy seductor. Como bien había profetizado Randy, el alcohol ofrecía una versiónmejoradademímismo: ficticia, irreal, alterada bioquímicamente si se quiere, peromejoradaalfinyalcabo.

—¡Eh, amigo!—exclamó una voz grave—.Es hora de irse. ¡Es que no tienes

casa,joder!Sobresaltadoporelexabruptodelbúlgaro,salídemiensoñación.Yanoquedaba

ningún cliente dentro del bar y la tenue luz que se filtraba como un arcoíris deláminas de plata procedía del exterior, permitiendo vislumbrar con más detalle lodecadentequeresultabaaquellocalcuandolosacabasdesucontextoyloenfrentabasalaluzdeldía.SobrelamesasearremolinabanlosrestosdecocaínadeunadelasbolsasylabotelladeBallantine’sestabacompletamentevacía.Mecostabaenfocarlavistay fijarlaenaquel tipo,yunavozpastosa, ininteligible,doliente,seadelantóamispensamientos.

—Quierocomprarotrabotella…Porfavor—balbucí,suplicante.—¡Nohaymásbotellas!Sonlastresdelatardeytenemosquecerrar.Túpuede

quenotengasunavida,perolosdemássí.El búlgarome ayudó a levantarme y colocómi brazo izquierdo como un peso

muertoalrededordesuexageradocuellodebisonte,arrastrándomehastalasalida.—Esperovertedenuevoporaquí—dijolaviejaJulietadebarrio,queenaquel

momentobarríalaentrada—.Quetengassuerte,corazón,quetengassuerte…Yporeltonoamabledesuvoz,tuvelaimpresióndequelodecíadeverdad.

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C

16

aminabasinrumboporlascallesdelcentrodeMadrid,sumergidoenunadensanebulosaetílicaquemeaislabade todo loquesucedíaalrededor.Noes fácil

explicarloquesesienteenesosmomentosdecompletaalienación,quizáporqueeslomáscercaquellegamosaestarnuncadeacallarlaincesantechácharadenuestrasmentesenfermas.Es lacriogenización temporaldelespíritu;elcesedehostilidadescontranosotrosmismos; aquel instante enelquemásalejadosnosencontramosdecualquiera de las dos orillas del placer y del dolor que gobiernan nuestras vidas.Cuandoestabaentalestadodeembriagueztansoloeraunamáquinacompuestadeoxígeno y carbono que funcionaba a treinta y siete grados de temperatura, y cuyaúnica misión era continuar bebiendo para perpetuar aquel estado de aislamientosensorial,aquellaespeciedenirvanainducidoporalcohol.

En esta ocasión no había nadie en la entrada que se reservara el derecho deadmisión.ElToplessParísteníasuspuertasabiertasparatodoelquequisieraescaparpor unas horas de aquel burdel mediocre que era la ciudad. Una vez dentro meencaminé hacia una barra subrayada por lucecitas de colores y me acomodé condificultadsobreuntabureteforradodepiel.Uncamareroconelrostropicadoporlaviruelacolocóunposavasosfrenteamíymepreguntoquéibaatomar.

—Whisky—respondí.—Sontreceeuros,caballero.—Ábremeunacuenta—mascullé,sinpoderapenasarticular.Apurémicopadeuntrago,pedíalcamareroquemerellenaraelvasoyvolvía

sumergirmedenuevoenlaausenciadepensamiento.Elcamareroibarellenandomivasocadavez.Perdílacuentatraslaterceraola

cuartacopa,aunquedebídetomaralgunamás.Medispuseabajardeltabureteparairalbañoperonofuicapazdemantenerelequilibrioymedidebrucescontraelsuelo.Antes de permitir que nadie me ayudase a levantar, me puse de pie. Avancétorpementehaciaelfinaldellocal,balanceándomedeunladoalotrocomoelmástildeunaembarcaciónenunanochedetormenta.Entréenelcuartodebañoymedejécaer pesadamente sobre el inodoro.Mientras orinaba saqué una de las bolsitas decocaínaqueguardabaenelbolsillodemipantalón.Estabademasiadoborrachocomoparaprepararmeuna rayaasíque simplementecoloqué lanarizenel interiorde labolsayaspiréconfuerza.Lacocaquenolleguéaesnifarsedesparramóporencimade mis pantalones y de mis zapatos. Un intenso latigazo, como una descarga deadrenalina dirigida hacia las entrañas de mi cerebro, hizo que mis sentidos seagudizaran.Elcorazónempezóa latircon fuerzaycomencéa sudar.Sinembargo,aquella sensación de pérdida de control siempre me producía un placer difícil deexplicar.

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—¡Esteeselbañodeseñoras!¿Quéeres,unpervertidooalgoasí?Una mulata de entre veintisiete y treinta años estaba de pie junto a la puerta.

Llevabaunafaldadepuntominúsculaquepermitíaintuiruntangadecolorrosapalo.Unoszapatosdeplataformaplateados,uncorsédetirantesconencajeyunasmediascon liguero de color blanco, que resaltaban como la nieve sobre su piel avellana,componíanelrestodesuatuendo.Noeraniguapanifea.Teníaelpeloensortijadoydecolorcaoba,ycolocabalosbrazosenjarrasobresuscaderasparaacentuar,comosi se tratasedeunaprofesoradeprimariaque regaña aunniño, elmalestar que lecausabami faltadeconsideración.Por su formadehablar supusequedebíade serlatinoamericana,aunquenologréexactamentedeterminardequépaís.

—Disculpa.Nisiquieramehefijadodóndeentraba—mejustifiqué,mientrasmesacudíalosrestosdecocaínadelpantalónymeabrochabaelcinturón.

Lamulataabrió subolso, sacóuna toallitahúmedadeunneceserdeplásticoyalargósubrazoparaentregármela.

—¡Toma, anda! ¡Límpiate esa cara que parece que te hayas comido unaensaimada!Ycuidadoconel jefe;sabeperfectamentequeaquíseconsumetodoeltiempoesamierda,peronolehaceningunagraciaverlo.

—Claro…—balbucí,pasándomelatoallitaporlacarafrentealespejodellavabo.—Tehesalvadoeltrasero,miamor.Sillegasasalirconesacaradepayasoahí

fuerateponíandepatitasenlacalleantesdequepudierasllegaralabarra.Anadielegusta tener en su local a clientes que consumen, sobre todo a los que también lohacen.

—Graciasporlainformación—respondímecánicamente.—Degracias,nada.Aquítodosehaceacambiodealgo.Invítameaunacopa.Nossentamosenellugardelabarraquehabíaocupadoanteriormenteypidióuna

de esas ridículas botellitas de champán (benjamín, lo llamó) destinadas a engordarconsiderablementelacuentadelcliente.Nomeimportó;yoseguíconelwhisky.

Me dijo que tenía veinticinco años (yo le había echado alguno más), que eranatural de la ciudad colombiana deMedellín, que se había licenciado en literaturahispánicaenlauniversidaddesupaís,yquellevabatresañosenEspañaintentandobuscarselavidacomobuenamentepodíaparaenviardineroasumadreyasuhijadesieteaños,quehabíanpermanecidotodoesetiempoensuciudadnatal.Hablabacondesenvoltura y trataba de mostrar un exagerado optimismo, como si necesitaraconvencerseasímismadequesuvidanoeratandeplorablecomopudierajuzgarseasimple vista. Yo no estaba interesado en su cháchara insustancial llena de tópicosmanidosyfrasessacadasdemanualdeautoayuda.Trasunosminutosdandoacusedereciboabasedemonosílabosylevesmovimientosdecabezadecidíqueyanoteníaninguna intención de seguir fingiendo aquel interés hipócrita y me dediqué aignorarla.

—Noeresmuyhablador—dijo,cambiandodeestrategia.

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—Notengonadaquedecir.Cuandounonotienenadainteresantequecontarlomejorquepuedehacerescallarse.

Micomentarioledebiódemordercomoelaguijóndeunaavispa.Seirguióensutabureteytrasapurarlentamenteelúltimosorbodesucopadechampánmeespetó:

—¿Prefieresquemevaya?Lamiré por primera vez a los ojos; unos ojos felinos del color de la melaza,

inundadosdeunatristezadeanciano,quecontradecíanaquellaspalabrashuecasqueacababadecompartirconmigo,yquetratabanenvanodemaquillarsudesolación.

—No.Nohacefaltaquetevayas.Essoloquepreferiríaestaraquísintenerqueescucharanadienipensarennada,peropuedesquedarteybeberconmigoensilenciosilodeseas.Pideloqueteapetezca;estásinvitada.

La joven mulata me miró indecisa durante unos segundos. A continuación, sedirigióalcamarero:

—Mauricio.Ponmeun cacique-cola.Y toma—dijo, a la vezque extraía de subolsounbilletedediezeurosymedirigíaunamiradallenaderencor—.¡Queestemelopagoyo!

Siempremehanproducidoverdaderafascinaciónaquellosqueserevuelvenconvirulenciacuandosientenqueseleshamenospreciadoyreaccionandeinmediatoconalgún gran gesto para restablecer el orgullo herido. Para aquella prostituta,acostumbrada a que se la tratara como una emperatriz en aquel reino de las bajaspasiones,pagar supropiaconsumición fueesesencilloperograngestodestinadoasalvaguardar su amor propio, al mismo tiempo que me dejaba claro que le habíahechodaño.Sucuerpopodíaestarenalquiler,perosudignidadnoestabaenventa.

Permanecimos bebiendo en silencio. A su primera copa le siguió otra que meapresuréapedirqueseanotaraenmicuentapararestablecerlaetiquetahabitualdellocal.

—Bueno, cielo—suspiró, levantándosedel taburete ymirando su reloj—.Hoymetocabaelturnodedía.Memarchoamicasa,queyavasiendohora.Teníasrazón,avecesalgodesilencionovienenadamal.Túdeberíasmarchartetambién,estásmuytomado.

—Notengoadóndeir—dijemientrasapurabalaenésimacopa.—¿Puescómoasí?—NovivoenMadrid.Enunashorashedecogerunvuelo.—¿Ynohaspensadoenirteaunhoteladescansar?—Noquierodormir.—¡Pero, mi amor, si sigues tomando así no vas a poder subirte a ese avión!

Además,teveshorribleynodejanembarcaralagentequeestátantomada.Todoelmundosabeeso.

—Camarero…Hiceungestoconlamanoparaquemesirvieraotracopa.Cuandosedisponíaa

hacerlolamulataleinterrumpió.

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—Mauricio,traelacuentadelseñor,porfavor.Elcamarerode lacaradenuezfuesolícitoapor lanota.Ellaobservócómose

alejaba.Cuandoseaseguródequeestabalobastantelejoscomoparaquenollegaraaoírla,mesusurró:

—Séqueestoylocayquemevoyaarrepentirdeestotodalavida,peromedamuchocorajeque lagente sea tan irresponsabley se lastime tana la ligera.Anda,pagalacuentayespérameenelbardelaesquina.Voyapormiscosas.

Los borrachos son como los perros: reaccionan con sumisión ante cualquiermuestradehumanidad,porpequeñaquesea.Aceptésuproposición.FirmélacuentasinmiraracuántoascendíaysalítambaleándomedelParís.

Nolleguéaentrarenelotrobar.Lajovencolombianasalióapenasunossegundos

más tarde mientras yo esperaba para cruzar la calle. Me tomó por el brazo paraayudarmeamantenerlaverticalidadycaminamoscomounaparejadeenamorados,endirecciónasucasa.

El apartamento se encontraba en el primer rellano de un viejo y destartaladoedificiosinascensor.Apenaslecalculéveinticincootreintametroscuadradosytodo,la cocina, el comedor y una cama de matrimonio deshecha y cubierta de roparevuelta,formabanpartedelamismaestancia.Unapuertapintadadeblancoseparabaelcuartodebaño,elúnicoespacioindependientedelacasa.Enlasparedesvacíasydesconchadas tan solo había un póster turístico de la ciudad de Medellín, unadescoloridabanderadeColombiayunafotoenmarcadadelaprostitutasonriendoymirandoaunaniñapequeñadeunostresañoscomosolounamadrepuedemirarasuhija.

—Anda,pontecómodo,¡ynomevayasahacerningunatrastada!Voyunsegundoalbañoaquitarmeestasropasquehuelenaputerío.

Medejécaercomounfardosobreunadelassillasjuntoalamesadecomedor,preguntándomecómohabíaacabadoallíyquédebíahaceracontinuación.

—¡BienvenidoalPalacioReal!—dijo,abriendolosbrazosteatralmente.Habíacambiadosuropadetrabajoporunabatadesedadecolorrojoquedejaba

adivinarunsaltodecamaentonosbeige.—Es…muybonito—dijesinpensar.Mianfitrionadejóescaparunasonoracarcajada.—¡Túnoestástomado;túloqueestásesloco!¡Siestecuchitrilesbonitoyosoy

SantaInés,patronadelacastidad!—Todoesmásbonitocuandoseestáborracho—murmuré.La mulata me miró sin decir nada durante unos segundos; luego se encaminó

hacialacocina.—¿Quétegustaríatomar?—Whisky.

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—¡Ahno,deesonada,mijo,ustedyatomóbastanteporhoy!Voyaprepararteuncafédelosdemitierra.Esosíescafédeverdadynoelaguasuciaquetomanacá.

Llenóunacafeteraconaquelcaféquelehacíasacarsuorgullopatrioysepreparóparaellaunsándwichconquesoyalgodefiambre.

—Aquí tiene, caballero; su rico Juan Valdez preparado por una verdaderacolombiana—dijo,sonriendoyacercándomelataza.

—Gracias—respondísinlamásmínimaintencióndeprobarlo.—¿Ytú,apartedebeberprofesionalmente,aquétededicas?—Engañoalpúblicoencimadeunescenario—respondí,altiempoqueapoyaba

lafrentesobrelamesa—.Conmentirasdeotros…—¡Lo sabía! —dijo, aplaudiendo—. ¡Sabía que eras actor! Te veía tomar un

whiskydetrásdeotroymeparecíaqueestabaviendoaJackLemmonenesapelideborrachos.¿Cómosellama…?

—Díasdevinoyrosas—respondí.—¡Justo!Días de vino y rosas —exclamó—. Es como si no pudierais evitar

añadirunadosisextradedramaaldrama.Aquelcomentarionomeofendió,alcontrario,mehizociertagracia;quizáporque

yomismosiemprehepensadoalgoparecido.—¿Hasconocidoaalguno?—dije,mojándomeloslabiosconelcafé.—¡NiteimaginaslacantidaddeactoresqueentranenelParís!Lamayoríaunos

culicagados presuntuosos que vienen a revolucionar el gallinero, como digo yo; aconseguirsexogratisconlaschicasfueradelclubparacontárseloasusamigotesocolgarlo en el Facebook. Cogerse gratis a una puta debe ser unos de losmayoreslogrosentreustedeslosmachos.Lomástristeesquesiemprehayalgunaquepicaylohace,paracontárnosloluego,re-que-te-orgullosa,atodaslasdemás.

Lamulataterminósusándwichypusoelplatoenelfregadero.—Yotambiénheestadoconalguno—continuó,sentándosea lamesa—.Doso

tressinorecuerdomal,deesosquedevezencuandovesporcasualidadenlasseriesde televisión.Nome impresionan lomásmínimo.Para empezar, el tamañode suspenes suele ser inversamenteproporcional al de sus egosy siempreque sevienen,que suele ser a los pocos minutos, te preguntan: «¿Qué tal he estado?», «¿Te hagustado?».¡Comosiaquellofueraunmalditocasting!

No pude evitar sonreír. Empezaba a disfrutar genuinamente de la compañía deaquellamuchacha.

—Asíes.Llegaadarverdaderoasco.—Ydiunbuentragoalcafé.Lamulatasequedóobservándomeseriayensilencio.—¿Y a ti qué te sucede?—preguntó—. ¿Por qué bebes tanto y te haces tanto

daño?Teconozcosolodesdehaceunrato,peromehedadocuentadequetienesunalmalinda,quenoerescomolamayoríadeloshombresquevanporelclub.¿Quétangraveesesoquenotelograsperdonar?

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Lamirédirectamentealosojos;estabanllenosdecompasiónysinceridad.Estoyentrenadoparadistinguircuándoalguienmemiraconciertadosisdeverdad,yenlosdeaquellamuchachademiradadesgastadanohabíanielmenoratisbodefalsedad,tan solo una ternura infinita. En cualquier otra circunstancia, ante cualquier otrapersona, mi reacción natural hubiese sido abandonar de inmediato su presencia ycompañía.Apesar de ello, en aquella ocasión, ocurrió lo contrario, y consideré supreguntaconlaintenciónderesponderlaconlamayorhonestidadposible.

—Nolosé—respondíporfin,negandoconlacabeza—.Tejuroquenolosé.Notécómo la tristeza se instalabaenmipechoy semehumedecieron losojos.

Ellamepasóeldorsodesumanoporlamejillaconsuavidad.—¡Ay,mipobreniño,queempezóabeberunbuendíaparaolvidarlaspenasyse

leacabaronahogandoenelvasolasalegrías!Anda,vámonosalacama.Yomañanamadrugoytúnotetienesyaenpie.Además,nopuedesperdereseavión,¿recuerdas?

Meayudóaquitarme los zapatosy el restode la ropae introdujo laquehabíasobrelacamadentrodeunarmario.

—Nosésivoyapoderdormir—murmuré.Lamulatameguiñóunojo.—El apartamento puede que sea una ruina, pero esta cama es una auténtica

delicia—dijo,lanzándosesobreella—.Estáhechaapruebadeinsomnioypesadillas,créeme.¿HasleídoalgunavezaGabrielGarcíaMárquez?

Aquellapreguntametomóporsorpresa.—No,nunca—nomentí.Ella me miró frunciendo el ceño y me golpeó con la almohada que estaba

ahuecandoenesemomento.—¡Notepuedocreer!¡TomarcocaynohaberleídoaGabrielGarcíaMárquezes

comoserelpríncipeazulyescogera lahermanastrafeaenvezdea laCenicienta!¡EsquedarseconlopeordeColombiaydejaraunladolomejor!

—¿Túnoconsumes?¿Nisiquieraenelclub?Pensabaqueeralohabitual.Elrostromorenodelamuchachaseensombreció.—¡Odioesaporqueríamásdeloqueodioalapropiamuerte!—explotó—.Enel

ejecafetero,dedondeyosoy,casitodostenemosalgúnmuertoennuestrasfamiliaspor culpa delmaldito negocio de la coca.Mi hermano trabajaba para el cartel dePabloEscobar,comolamayoríadelosmuchachosdeMedellín;cuandocomenzaronlas revueltas del gobierno para acabar con él, me lo acribillaron a balazos en unarefriegaenplenacalle.Eraunniño,apenasteníadiecinueveaños.Eneltrabajotengoque hacer de tripas corazón cada vez que algún tipo asqueroso se hace una rayacuandoestáconmigoenlahabitación.Siemprehepensadoqueeranlascenizasdesualmablancaloqueenrealidadacababandeesnifar.Ustedeslausanparadivertirse;anosotrossolonostraedolorymuerte.

—Lo siento mucho…No sabía…—dije avergonzado, recordando fugazmentenuestroprimerencuentroenelbañodelclub.

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—Venga,métetedentro—dijo,abriendoeledredónyseñalándomeunladodelacama.

Meintrodujejuntoaella.Todomedabavueltas.Lamuchachaapoyómicabezasobre su hombro,me rodeó con un brazo y comenzó a acariciarme el cabello condulzura.Encendió la lámparade lamesitadenoche,abrióuncajónysacóun librogruesoquesujetabaconlamanoquelequedabalibre.

—NotevasairdeestacasasinquetepresenteadonGabrielGarcíaMárquez.Hacemúsicacon laspalabras,esoayudaráaque teduermas,yhacemagiacon lasimágenes, eso te permitirá soñar rico.Este esmi favoritoy se llamaCienañosdesoledad.

Abrióellibroporlaprimerapáginaycomenzóaleer:

Mucho tiempo después, frente al pelotón de fusilamiento, elcoronelAurelianoBuendíahabíaderecordaraqueltiemporemotoenque supadre le llevóa conocer elhielo.Macondoera entoncesunaaldeadeveintecasasdebarroycañabravaconstruidasa laorilladeunríodeaguasdiáfanas…

Deprontoalgosemehizopresente.—¡Espera!Aúnnomehasdichotunombre.¿Cómotellamas?—¿Cómotegustaríallamarme?Notuvequepensarlo.—Michelle.MichelleWilliams.—Sea,pues…

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E

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lsonidodelmóvilmesobresaltó,despertándome.Unavozaguda,rebosantedeentusiasmoyentrenadaa impostarunafalsa

cortesía,mesaludabaalotroladodelaparato.—Buenos días, señor Palacios. Mi nombre es Agustín Víllora y dirijo el

departamentodereporteseincidenciasdeAVISenEspaña.Millamadaesreferenteal Mercedes CLK que alquiló usted el pasado sábado en nuestra oficina delaeropuertodeBarajas.

Me incorporé congran esfuerzoypermanecí sentado sobre la cama.Tenía unaresaca infernal y aquella inoportuna llamadame irritó de talmodo que no hice elmenor esfuerzo por disimular mi enojo frente a aquella voz repleta de agudos ydecibeliosquemealterabalosnerviosyquecontrastabaconmihumordeperros.

—¿Quéhoraes?¡¿Yquédemoniosquiere?!—protesté.La voz de aquel desconocido enmudeció durante unos segundos, adoptando de

inmediatountonomenosjovial.—Lamento si le he llamado en mal momento, señor Palacios. Puedo volver a

ponermeencontactoconustedmástarde,siasíloprefiere.—No,nosepreocupe.¡Elmalyaestáhecho!—respondí,alavezquedibujaba

unasonrisaconlainflexióndelavozparatratardeatenuarmiexabrupto—.Dígame,¿quédesea?

—Verá, señor Palacios…—carraspeó—. Queremos comunicarle el gran alivioquehasupuestoparanosotroselsaberatravésdelapolicíaquenolehaocurridoausted nada grave de lo que nos tengamos que lamentar. Para nosotros eso es loesencial y todo lo demás es manejable y meramente circunstancial; un simplecontratiempoquetienefácilsolución.

—¡Heatropelladoaunapersona!—exclamé,estupefactoantelaflemaylafaltadehumanidaddeaqueltipo.

—Nosconsta,señorPalacios,peroelatestadopolicialrevelaqueelchicoaparecedelanadayprácticamenteseabalanzasobreelvehículo.Dehecho,nuestrosperitoshan tenido acceso a esas imágenes y todos están de acuerdo en señalar que lamaniobraqueustedllevóacabofuelacorrecta.Habráunjuicio,porsupuesto,perolas pruebas testificales y documentales son tan claras que se tratará de un merotrámite. Nuestros abogados se encargarán de todo, aunque huelga decir que lemantendremosinformadoentodomomentodelproceso.

—Unmerotrámite.Claro…—mascullé,sintratardeescondermiestupor—.Esoesparaustedestodoesto.

ElempleadodeAVISdejópasarunossegundossindecirnada;despuésdecidióabandonar la etiqueta habitual de cortesía en el trato con los clientes y,

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envalentonado,conairedesuficiencia,sedispusoaponerlospuntossobrelasíes.—Mire, señor Palacios, lo que trato de hacerle entender es que nosotros

trabajamosparausted,queesnuestrocliente.Entiendoqueenestosmomentosestásometidoaungranestrés,ymehagocargodeloangustiosoquedebeserelpasarporun lance tan terrible, pero nuestra política en estos casos es clara:minimizar paranuestrosclienteslosdañoscolateralesqueconllevaunaexperienciadeestetipo.Todolodemás,simepermitelaexpresión,soncantosdesirena.

Sudiscursomedesarmóynosupequéresponder.Eradeunalógicaaplastanteyapesar de ello seme revolvían las tripas ante tal falta de humanidad; una tendenciasiempre al alza, por otra parte, dentrodel universo corporativoy empresarial. Paraaqueltiposuclienteyelvehículoeranatodaslucesmásimportantesqueaquelpobremuchachoalquehabíaatropelladoyqueenestosmomentossedebatíaentrelavidaylamuerteenlaunidaddecuidadosintensivosdeunhospital.

—Sí, discúlpeme—rectifiqué—.Es cierto, estoymuy alterado con todo esto ytengolosnerviosaflordepiel.

ElempleadodeAVISvolvióarecuperarsuvozaguda,metálicaycorporativa.—Notieneporquédisculparse,señorPalacios.Mehagocargodesusituación.Lahipocresíadeaquel tipohizoquemeentraranganasdevomitar,perodecidí

seguirleel juegoasabiendasdeque,de locontrario, llevaba todas lasdeperderenaquellabatalladialécticaacercadelamoralidadylaéticaenlosnegocios.

—Gracias,señor…—Víllora,AgustínVíllora,directordeldepartamentodereporteseincidenciasde

AVISenEspaña—apostilló,comosisunombrefueraunabendicióndelcieloysupuestountítulonobiliario.

—Gracias, señor Víllora —repetí—. ¿Y qué se supone que debo hacer acontinuación?

Esaparecía ser lapreguntaqueaguardaba impaciente aque le formularadesdequedescolguéelteléfono.

—Verá, señor Palacios, usted contrató con nosotros un seguro Premium a todoriesgoqueincluyecualquiertipodeaccidenteylesionesaterceros,detalmaneraquenuestroseguroseencargarádetodoslosgastosqueacarreélafacturadehospitaldeAntonioMaldonadodesdesuingresohastaqueseledéelaltadefinitiva.

Elcorazónmediounvuelco.Antonio…Eralaprimeravezqueoíaelnombredeaquelmuchacho, quehasta esemomentono eramásqueun rostro anónimoenuncuerpodesmadejadoymaltrecho.

—¿Cómoestá?¿Sesabealgo?—pregunté,atemorizadoantelaposiblerespuesta.—Elpronósticoesreservado—dijosinmudareltono—.Estágrave,perohasta

dondenosotrossabemosseencuentrafueradepeligro.Algoseaflojódentrodemíyestuveapuntodeecharmeallorar.—Gracias,señorVíllora.Nosabeelalivioqueesosuponeparamí.

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—Mehagocargo,señorPalacios—apostilló—.Antesderobarleunsegundomásdesutiempo,mepermitorecordarlequesuequipajeseencontrabaenelmaleterodelcoche en elmomento del accidente, yme he tomado la libertad,motuproprio, deguardarloparaustedennuestraoficinadelaeropuerto.

—Graciasdenuevo.—A su disposición, señor Palacios, y si podemos serle de alguna utilidad en

cualquierotra…Colgué el móvil sin dejarle terminar; ya sabía todo lo que necesitaba y no

soportabaniunsegundomásdeaquellaretahíladelugarescomunesyfraseshuecasquemelanzabaaquelindividuoparaquienelriesgodemuertedeunserhumanonoeramásqueun«dañocolateral»,unavulgarjaquecaparasuempresaysucliente.

Permanecítumbadosobrelacamadurantealgunosminutossinpodermovermeyconlamenteenblanco.Mimiradaquedóatrapadaenaquellafotodelaprostitutaconsu hija y no pude evitar sentir por ambas un punto de compasión.Me levanté condificultad,haciendoungranesfuerzo.Mianfitrionanoestabaenlacamanitampocoenelrestodelapartamento.Arrastrélospieshastalamesadecomedor,dondehabíadejadounabrevenotaenunfolioenblanco:

Tienes café recién hecho. He tenido que salir a la embajada deColombiayno tehequeridodespertar. Imaginoquenoestarásparacuandoregrese.Dateunaduchaynopierdaseseavión,¿deacuerdo?EsperonovolveraverteporelParís,esosíseríaunamalanoticia.Talvez algún día nos volvamos a encontrar en algún lugar bonito:¿Macondo?…Semecuida,¿okey?

Toméel caféymediuna largaduchadeagua fríaqueayudóaminimizar los estragos de la noche anterior. Me vestí y antes deabandonar para siempre aquel apartamento le devolví la nota en elreversodelfolioenelqueellahabíaescritolasuya.

Graciasportugenerosidad,tucamayelcafé.Yporrescatarme anoche de donde quisiera que anduvieraperdido.

Ysí,claro,nosvemosenMacondo…Algúndía.Muchasuerte,Michelle.

Desdeelumbraldelapuertadejévagarlamiradaporaquelpequeñoapartamento yme pareció estar viéndolo por primera vez.Mis ojosvolvieronaposarsesobreaquellafotofamiliardemadreehijaydejéde sentir compasión por la joven prostituta colombiana y por supequeña.Mientrasbajabael tramodeescalerasquemeseparabadelportaldelacalleporquiennopudeevitarsentirlástimafuepormí.

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Toméuntaxieindiquéalconductorquemellevaraalaeropuerto.

PasamospordelantedelToplessParíse inconscientementeaparte lamirada. Sucedía en muchas ocasiones que cuando volvía a estarsobriomecostabaconfrontarlascosasquehabíahecho,oloslugaresdondehabíaestado,bajolainfluenciadelalcoholylasdrogas,comosienmiinteriorcoexistierandosmitadesdiametralmenteopuestas:eljuez y el convicto; como si mi parte analítica y serena se sintieraavergonzada y culpable de las acciones que llevaba a cabo la otra,autodestructivaeirracional,alaqueodiabaytemíaapartesigualesyalaquehacíatiempoquehabíadejadodeintentarcontrolar.

Recostadoen laparte traseradel taximedicuentadequeaqueltrayectono eramásqueunaproyeccióndemipropiavida: siemprehuyendo de algo, siempre escapando a cualquier lugar. Incluso miprofesión me proporcionaba la posibilidad de desprenderme pormomentos de mi propia piel: desdoblarme en otro ser, existir bajootrascircunstancias,ocuparunairedistintoyrespirar…

MinutosmástardelleguéalaT4delaeropuertodeBarajas.AcudíalaoficinadeAVISytrasidentificarmeenlaventanilladeatenciónalclienteunodelosagentescomercialesdelacompañíameentregómi equipaje al mismo tiempo que me dedicaba un lacónico:«Sentimos mucho lo ocurrido. Que tenga un buen viaje». Meencaminé hacia el departamento de ventas de Iberia y compré unbilleteenprimeraclaseparaelsiguientevueloaNuevaYork.LuegomedirigíhacialasalaVIPdelaterminal.Meacomodéenunadelasmesas de la sala y una camarera se aproximó hasta donde meencontraba para preguntarme si deseaba tomar algo. Pedí unGlenfiddichdoble,másporinerciayfuerzadecostumbrequeporquedesearacomenzardenuevoaingeriralcoholaaquellatempranahorade lamañana.Regresó a los pocosminutos con la copay conunasgalletitasdecortesíaquedejósobrelamesa.

Contemplé el vaso durante unos segundos antes de cogerlo. Alllevármeloaloslabiosseprodujounaextrañareacciónquenohabíaexperimentadojamásconanterioridad:nofuicapazdedarelprimersorbo.Me lo acerqué de nuevo a la boca pero tan prontome hubemojadoloslabiosunescalofríomesacudiódearribaabajo,meerizótodoelvellodelapielymeprovocóunadesagradablenáuseaqueapunto estuvo de manifestarse en una involuntaria arcada. Intentéllevaracaboelmismoprocesodosotresocasionesmásconidénticoresultado:elasconomepermitíaprobaraquellicor.Extrañado,dejéelvasoyloalejéhaciaelotroextremodelamesa.

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Hiceunaseñala la señoritaquemehabíaatendidoy regresódeinmediato. Le dije que había cambiado de opinión y que deseabatomar un café solo y un zumo de naranja. La camarera hizo algúncomentariocortésysedirigióaporlanuevacomanda.

Yentonceslavi.Le calculé tres o cuatro años más que yo. Llevaba el cabello

recogidoenunmoñodetrásdelanuca.Unasgafasverdesdepastaledotabandeunciertoairedeartistaodeintelectual,ydebajodeellasunos ojos vivos, grandes y llenos de una luz y un brillo inusual,denotaban una paz interior y una serenidad de espíritu alejada delcomúnde losmortales.Mimiradaquedóatrapadaenel interiordelcampo magnético que desprendía y tuve una extraña sensación defamiliaridadquemeprovocabaauntiemposentimientosencontradosde tristeza y júbilo. Segundosmás tarde, una joven adolescente, suhija,intuí,secolocódetrásdeella,lesusurróalgoaloídoycomenzóa empujar con suavidad la silla de ruedas en la que se hallabapostrada. Al pasar por mi lado aquella mujer me clavó la miradaduranteunossegundos,hizounlevegestodecortesíaconlacabezaymedirigióuna sonrisa amableantesdedesaparecer, atravesando laspuertascorrederasdeaquellasala.

Y entonces, dueño una repentina y extraña certidumbre, locomprendítodo…

SupelaverdaderarazónquemehabíatraídodevueltaaMadrid.Salídenuevoalexteriordelaterminalytoméuntaxi.—¿Adóndevamos?—AlhotelPalace,porfavor.MarquéelnúmerodeLarry.—¿Yahoraquétripaseteharoto,Sam?¿Tienesideadequéhora

es aquí?Son las cuatroymediade lamadrugada—dijo con lavozpastosa.

—Escucha, Lar. No voy a tomar ese avión —dije sin prestaratenciónasuqueja.

—Noséporquémelotemía,malditasea.¿Quédemoniosocurreahora?

—Nada que puedas entender; mejor dicho, nada que te puedaexplicar. He decidido quedarme en Madrid unos días más, aún nopuedodeterminarcuántos.Hayalgunosasuntosqueaúndeboresolveraquí.

—¿Yquépasacontumujer?—No puedo hacer nada, salvo permitir su tratamiento y su

recuperación.Talvezenesosupadretengarazón.

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—¡Estáscomounaputacabra!—Leescuchéresoplar.—Escúchamebien,Larry—atajé,sinhacercasoasucomentario

—.QuieroquellamesalmanagerdeBrownycancelesnuestracitaenAlfredo’s. Explícale que lo siento mucho pero que he tenido queresolverunasuntofamiliarurgenteenEspañatraslarecientemuertede mi hermana y que estaré encantado de volar en unos días acualquierdestinodondeélseencuentre.Adórnaloconalgodelestilode:«Samuelestámuyagradecidoeilusionadoconesteproyecto,peropara él su familia siempre ha sido y será lo primero». Tú lo hacesmejorquenadie.Confíoenti.

—¿Tedascuentadeloquemeestáspidiendo?—LavozairadadeLarry no escondía su frustración—. ¡Esto no funciona así! Eres unactordeteatrodesconocidoparaelgranpúblicoalquelehanservidoenbandejadeplatalajodidaoportunidaddesuviday¿lovasatirartodoporlaborda?

—Noestoytirandonadaporlaborda,Larry,nodramatices.Simequierenamí,esperarán—respondíconaplomo.

—Nuncahas estado tan cercadelmalditoHollywoodyperdonamifranqueza,perodudomuchoquetevuelvasaverenotradeestas.

—Hollywoodsiemprehaestadoahíynovaairaningunaparte.No quiero perder la película, Larry, pero confío en ti y no tengoningunadudadequelosabrásmanejar.

—Es por ese chico, ¿verdad?Es por el chaval al que acabas deatropellar.

Lapreguntametomóporsorpresa,deigualmodoenquelohizotambiénmipropiarespuesta.

—Enpartesí,Lar.Porélyporotrochavalalquecondenéhaceyamuchosañosaunaexistenciademierdayalqueyavasiendohoradequelelevanteelcastigo.

—¿Perodequécoñomeestáshablando?—Escúchame, Larry —dije, empleando un tono más severo—,

eresmiagente;trabajasparamíyvasahacerexactamenteloqueteacabodedecir.¿Estamos?

Larryresoplóalotroladodelaparato.—Eresuncrío,SamuelPalacios.Eresunmalditoyjodidocrío.—Losé.Colgué el teléfono. Abrí la ventanilla para permitir que el aire

frescodelamañanameacariciaraelrostro.Entoncescerrélosojosyunaimagenlejanaacudióamimemoria.

Mehallabadenuevoenelauladehistoria,enclasede laprofesoraJacky Bartone, aquella tarde en queme expulsó del curso como si

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hubiese de pronto adoptado el rol de una agente de inmigración,dejándomeenevidenciafrenteamiscompañeros.Eldíaenqueprobépor primera vez el alcohol. La Bartone golpeaba la mesa con suslargas uñas de porcelana, esperando impaciente a que comenzara arecitareljuramentodelealtadalabanderadelosEstadosUnidosdeAmérica. Yo estaba de pie, junto a la pizarra, frente a la clase.Observédetenidamente,unoporuno,atodosmiscompañeros…Sinembargo,enestaocasiónyadiferenciadelrecuerdooriginal,volteéel rostrohacia laprofesora,yclavandounamiradadesafianteen losojos velados por la hostilidad xenófoba de aquella momia conpasaporte norteamericano, que hacía de las barras y estrellas de labandera su escudo y su lanza, comencé a declamar con voz clara,firme y llena de determinación: «Juro lealtad a la bandera de losEstadosUnidosdeAméricayalarepúblicaalaquerepresenta.Unanación,alamparodeDios,conlibertadyjusticiaparatodos…».

Yconlosojoscerradosyunasonrisaenloslabiosrepetíaenmicabezaesaspalabrasunayotravez.Unayotravez…

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—B

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uenosdías,señorPalacios.¿Haolvidadoalgunacosaenelhotel?ElrecepcionistaquemeatendiólamañanaenqueaterricéenMadridme

recibíadesdedetrásdelmostradorconsusonrisaaceitosaysuactitudservil.Fermín,ese era su nombre, dejó todo lo que estaba haciendo para darme la bienvenida denuevoaaquelhoteldelquesedebíaconsiderarsulegítimocancerbero.

—Buenos días—respondí, devolviéndole el saludo—. No, nome he olvidadonada. Ha surgido un asunto importante de camino al aeropuerto que me obliga apermanecerporuntiempoenMadrid.

—Entiendo —dijo, consultando de inmediato su ordenador—. ¿Y de cuántotiempoestamoshablando?

—Aúnnolosé.—¿Mismasuite?—preguntóydeslizósusdedossobreelteclado.—¿Seríaposible?—¡Por supuesto, señor Palacios! No siempre tiene uno el honor de tener

hospedadoensuhotelaunaestrelladelaescenaneoyorkina—exclamó,ymehizoun desafortunado y larguísimo guiño. Aquel tipo era tan sumamente patético quellegabaaresultarentrañable.

—Gracias.Muyamable—repuse.—A mí me chifla el teatro. ¡Una barbaridad! De jovencito interpreté la obra

Eloísaestádebajodeunalmendro,deJardielPoncela,enelcasaldemifalla.Verá,esquesoydeunpueblecitodeValencia, ¿sabeusted?,ydesdebienniñosoñéconvenirmeaMadridy…

—¿Seríaposibledisponerestastressemanasdeunordenadorenlahabitación?—atajéseco—.NecesitocomunicarmeconmiesposaenNuevaYork.

—…Triunfarsobrelastablas…—apostillóenunmurmullóimperceptible—.Porsupuesto,señorPalacios,lotendráustedinstaladoensusuiteestamismatarde.¿O,deberíadecir,antesdequecaigaeltelóndelanocheysehagaeloscurototalsobreelviejoescenariodelPalace…?

Intuíqueseacercabaotroguiñoeternoyantesdepermitirquesucedierarecogílallaveymealejéatodaprisadedebajodelalmendro,delafallaydelmostradorderecepción.

Deshicelamaletaymesentéenelbordedelacama.Delacalletrepabadiáfano,

comounaenredaderadeyedratóxica,elruidomolestoeintranquilodeloscláxonesdelosvehículos,lossilbatosdelapolicíaylasvocesairadasdelgentío,queaquellamañanasemanifestabaenlaplazadeNeptunocontrasugobierno.

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MeacerquéalescritorioyabríellistíntelefónicodelaprovinciadeMadrid.MipadrehabíadejadocaerennuestrobreveencuentrodelcementerioqueaúnvivíaenlaviejacasadelacoloniadeElViso.Descolguéelteléfonodelahabitación,marquéelnúmerodelalíneaexterioryfuipulsandocadaunodelosnuevedígitos.

—Sí,dígame…No esperaba escuchar al otro lado del aparato una voz femenina. No tenía

suficiente información, pero no seme había ocurrido pensar quemi padre pudiesehaberrehechosuvidaalladodeotramujer.Mipadreymimadrenuncallegaronafirmar el divorcio, pero resultaba comprensible pensar que, tras largos años deausenciaydesilencioporpartedeella,élhubiesedecididoquehabíallegadolahorade sustituir a sumujer en su lecho y sus afectos. Al fin y al cabo, el luto por laausenciadelseramadosueledesteñirprontoagrisconeltiempoyladistanciadelasoledad. De todosmodos, en aquelmomento, no pude evitar percibirlo como unatraición a lamemoria demimadre.Ya sé que estaba fuera de toda lógica, que noteníaningunarazón,yqueestabasiendoinjusto,yhastaegoísta,conél;peroerahijodeambosantesquejuezimparcialdesucausa.

—Buenosdías.¿PodríahablarcondonGermánPalacios,porfavor?—El señor Germán no está —respondió la voz con un marcado acento

latinoamericano—.¿Quierequeletomerecado?—No,no semoleste—respondíde inmediato—. ¿Estarádevuelta esta noche?

Puedollamarlemástarde,nosetratadenadaurgente.—¿Quiénlellama?Aquella pregunta me tomó por sorpresa y no quise entrar en detalles ni

pormenores sobre mi identidad, además de que intuía que aquella mujer muyprobablementedesconocíaqueGermán teníaunhijovarónconelquenomanteníaningúntipodecontactodesdehacíamásdetresdécadas.

—Soy…un sobrino suyo—replique, saliendodel paso—.Vivo en losEstadosUnidos y estoy de paso porMadrid.Nos vimos en el funeral demi prima Sara yquedamosenllamarnosenestosdías.

—Puesverá—titubeó—.Esque…lamentablemente,elseñorsemarchóayerporla tarde a Palma deMallorca, a la casa de un matrimonio amigo suyo. Está muyafectadotraslamuertedelaseñoritaSarayqueríadescansar.

Aquellainformaciónmecayócomounalosaynofuicapazdearticularpalabra.Necesitabavolverahablarconélantesdemipartida.

—Oiga,¿estáustedahí?—repitiólavozalotroladodelaparato.—Sí,sí,discúlpeme.Parecequesecorta…—repliqué,tratandodedisimularmi

zozobra—.¿Ydecuántotiempoestamoshablando?—Dedosatressemanas—respondió—.Nolohadejadomuyclaro.Meparecióunaeternidadperodesestiméde inmediato laposibilidaddevolara

PalmadeMallorca.Hubieraresultadoinapropiado,incómodoparaambosyfueradelugar. Quizás era mejor así después de todo: volver a reencontrarnos en Madrid,

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habiendo dejado pasar un tiempo prudencial para que descansara y para que seatenuara,enlamedidadeloposible,eldolordesupérdida.

—Gracias,muyamable—añadíantesdecolgar.Permanecísentadoenelbordedelacamaconunaextrañasensacióndequietudy

enuncompletoestadodeaceptación,derendición,denoresistencia.Pedíunsándwichvegetalyunaguacongasalserviciodehabitacionesytrasdar

cuentadeellosinmuchoapetitobajédenuevoarecepción,dondepreguntéaFermínquemeaconsejaraunlugarenelquerealizarunascompras.Escogímediadocenadecamisasdeunadelastiendasyropainteriorytejanosdeotra.Alirabuscarlacarteraparaefectuarelpago,misdedossetoparonaccidentalmenteenelbolsillotraserodelpantalónconeltrozodepapelquemehabíaentregadoelpadreFulgencioennuestroencuentro de hacía dos días, en el cual había anotado la dirección del taller demibuenamigoEnrique.Mealegrédenohaberloextraviadoydecidíhacerleunavisitaesamismatarde.

En el taxi de vuelta no pude evitar volver a acordarme de él. ¿Cómo estaría

despuésdetantosaños?RecordabaaEnriqueconeseaspectodesaliñadoyfrágildeaquellosqueparecenhabersedadoporvencidoseneljuegodelavidaantesinclusodecomenzar lapartida.Apesardesusmásdesetentaycincokilosysusenormesgafasdecristalgrueso,eraunodeesosseresinvisiblesqueselasarreglaparacruzarpordelantedepuntillasysinhacerruido,conlamiradabajaypidiendodisculpasporcualquiercosa,comosicreyera,oalguienlehubiesehechocreer,quesuexistenciaera solo un error, una pequeña broma de Dios. Nos hicimos amigos en el mismoinstante en el que nosmiramos, reconociéndonos de inmediato en la fragilidad delotro,ynuncatuvimoslamenorintencióndeacrecentaresevínculoaumentándoloocompartiéndolo con nadie más. Simultaneábamos complejos, carencias y miedosdondeotrosniñoscompartentravesuras,anécdotasysueños.Ignorábamosalosotrosmuchachos por hacernos sentir diferentes, por señalarnos con el dedo de la burlacomo una pareja defectuosa dentro de su misma especie: el «enano rarito» y el«gordocuatroojos»…Esoéramosparael restode laclase,esaes toda laatenciónque,enformadedespreciocruel,solíamosrecibirdelosdemás.

Enriquefuedesdesiempremimejoramigo,mihermanodesangre.Elúnicochicofrentealquejamássentírecelootemoralgunoniproyectémitormentosocomplejodeinferioridad.Laúnicapersonaenestemundoalaquehabíapermitidoconocermeafondoydeverdad.

Llegué al hotel con las compras. Al entrar en la suite me sobresalté ante lapresencia inesperada de un miembro del staff que estaba acabando de instalar elordenadorenelescritorio.Sentí la tentacióndeesperaraque terminaraparapodercomprobarmicorreo,deseandoqueSusansehubieserestablecidoyhubieradecididoescribirmeexplicándomeelporquéde loocurrido.Finalmentecambiédeopiniónydecidínohacerlo;noestabasegurodequererenfrentarmea loque intuíaque ibaa

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leerenél.Meduché,mevestíconunvaqueroyunadelascamisasqueacababadecomprarysalíalospocosminutosdelhotel.

En una cafetería situada frente al taller traté de observar a Enrique desde la

distancia antes de que élme viese amí, con el fin de acostumbrarme a su nuevaapariencia y de ganar algo de tiempo para pensar en qué demonios le iba a decirdespuésdetodosestosaños.Detrásdelamarañadecochesqueseagolpabanenelinterior de aquel espacio lleno de grasa, de herramientas y de trastos no logrédistinguiranadie,hastaqueentendíqueeraabsurdoposponerelencuentropormástiempo.Seguramenteseguíamossiendolosmismosapesardetodoypormuchoquelascircunstanciasyelpasodelosañosnoshubierantransformadoaambos.

Entréeneltallerycomencéainspeccionarloconcautela,esperandoencontrarami amigode la infancia.Aunosmetros vislumbré unas piernas que asomabanpordebajodelacarroceríadeuncocheantiguoydestartalado.Supusequeeranlassuyas,puestoqueenaquellugarnohabíanadiemás.

—¿Enrique?¿EnriqueMartínez?—pregunté.—Sí,demeunsegundo,porfavor.Enseguidaestoyconusted.Al oír su voz, que nada tenía que ver con aquella otra infantil que aún podía

rememorarconsolocerrarlosojos,semeaflojaronlaspiernasyelcorazóncomenzóa latirmecon fuerza.Sentíel impulsodeasomarmedebajodelcocheydecirlequehabía vuelto. En lugar de eso esperé a que terminara con lo que estaba haciendo,paladeando la intensidad delmomento.Uno de esos instantes llenos demagia quelleganaconvertirseentitularesdetodaunavida.Quesonlapropiavida.

Al cabo de un par de minutos, Enrique se deslizó de debajo del coche paraincorporase,sesacudiólentamenteelpolvodesumonodemecánicoyselimpiólasmanosllenasdegrasaenunatoalladepañoantesderepararenmí.

—Yaestoyconusted.¿Enquélepuedoayudar?Nofuicapazdearticularpalabra.Nopodíadarcréditoaloqueestabaviendo.En

aquelhombredemiedadnohabíanirastrodelaimagendelfrágilmuchachoqueyohabía conservado enmimemoria a través de los años.Lasgafas habíandejadodeservirdeparapetodesumiradatriste;eltimbregravedesuvozysusonrisafrancamostrabanunaseguridadyaplomoyunaconfianzaensímismoquejamástuvo,niimaginé remotamente que pudiera llegar a tener; los kilos habían desaparecido porcompletodesuscarnesysucuerpoenjuto, fibrosoy juvenilseasemejabaaldeunatleta de élite. No había nada en él que me recordara al verdadero Enrique. Nisiquiera se trataba de una versión mejorada de sí mismo. Era, simplemente, otrapersona.

—¿Enrique?¿EnriqueMartínezGaos?¿Erestú?—HastadondeséydicemiDNI,sí.—Enrique…Soyyo,Samuel…SamuelPalacios.

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Alcé lentamente la palmademimano izquierda donde aún se podía intuir unapequeñamarcacausadaporelprofundocortequenos inferimoselunoalotroconunanavajaparamezclarnuestras sangres eldíaprevio amipartida aNuevaYork,con el fin de sellar nuestra amistad por y para siempre. Enrique tampoco articulópalabra,sequedócalladoymuyquieto,mientrasensuexpresiónibanpocoapocoapareciendolasgafasyloskilosdemás.

—Samuel…Samuel…Samuel…Susurró mi nombre una y otra vez, muy despacio, como si intentara con ello

recuperar todosesosdías intermediosen losquedeseóhacerloynopudo,comosiaún no creyese del todomi presencia o temiera que se volviese a desvanecer parasiempre.Seacercódespacioamíynosfundimosenunabrazoalqueningunodelosdosquería,oseatrevía,aponerfin.

El abrazo de dos extraños de cuarenta y cinco años que, refugiándose en elhombrodelotro,tratabanenvanodeocultarlaslágrimas,aligualquehicieranensudía,aldespedirse,aquelpardeamigosdeapenasdoce.

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C

19

ruzamoshastalacafeteríadondeyohabíaestadoantesdeacercarmealtaller.Nossentamosenlamismamesa,juntoalaventana,yambospedimosuncafé

solo.Allíestábamoslosdos,comportándonosfrentealotrocomoadultosporprimera

vez en nuestras vidas: escrutándonos, evaluándonos, enjuiciándonosinvoluntariamenteperosinmalicia, intentandocomputarenunaecuaciónimposiblederesolverconquiénhabíasidomáscruelobenévoloelpasodeltiempo.YolehablédemisprimerosañosenNuevaYork,demidecisióndeconvertirmeenactor,demirecienteTony,deSusan,delamuertedemihermana,delreencuentroconmipadreenelfuneral…,enunacronologíahistóricadesdenuestroadiós;pero,adecirverdad,deseaba hablarle de nuestro pasado en común; de las cosas que los dos habíamosvividojuntosyseguramenteaúnpodíamosrecordarconnitidez,nodelasqueelotrodesconocíayalasqueeraajenoporcompleto.Queríavolveracomportarmecomoelchaval que fui con él, y conversar conmi amigo de la infancia en aquel lenguajeinventadoypuerilcuyaspalabrasysignificadossolonospertenecíanaambos.Perofuiincapazdehacerlo,yenaquelinstante,olvidadayahacíadécadasmiparalizantetimidez de la infancia y de la adolescencia, volvió a aparecer, como un huéspedincómodo,esedesterradosentimientodeinseguridadantelaúnicapersonafrentealacual jamás lohabíamanifestadoduranteaquellosprimerosaños,sinpoderdejardepreguntarme con creciente angustia si aúnme consideraría su amigo del alma, suhermanodesangre,osiel tipoenelquemehabíaconvertidoconseguiría,en todocaso, caerlemásomenosbien.De talmodoquemecentré enmi café, narrándoleretazos de mi historia personal y escuchando pinceladas de la suya con interéstemplado,mientrasmisojosbuscabanenelmáslevedesusgestoslaconfirmacióndefinitiva de que, a pesar de su nueva apariencia, aún estaba frente a aquel chicoextraño,melancólicoygruesoapartesiguales,demasiadocomplejoparasertansoloun niño, demasiado sensible para ser varón, que fue coprotagonista por derechopropiodelprimeractodemivida.

—¿Tienesalgúnplanestanoche?—No,ninguno.—Puesnosehablemás.Teinvitoacenarenmicasa.Nosétú,peroamíconun

cafénomedaparamucho.Decaminoasucasaentramosenunsupermercado.Setomóbastantetiempoen

seleccionar el pescado y las verduras; lo hizo con esmero y ceremoniosidad, ycomencéaintuirquesuaspectodelgadoysaludablenoteníanadadecasual,yquesugustoporlacomidabasuraysupasióndeantañoporlosdulcesdetodotipoeranotro

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vestigiomás de aquel pasado cada vezmás remoto.Tampoco compró vino, nimepreguntósiyodeseabatomarlo.

Llegamos a su casa poco antes de las nueve de la noche. Era un piso nomuygrandeni sobrecargadoconobjetosdedecoración.Unamesadecristalparacuatrocomensales,unacocinaamericana incorporadaalsalón,yunapuertacorrederaquedebía de dar a la habitación principal y al baño, componían todo el espacio. Encualquiercaso,nose tratabadeunodeesospisosen losquenadamásatravesarelumbralrecibesunaimpresiónmásomenosajustadadelapersonalidadoelgustodelquelohabita,ysepodíapercibirconclaridadqueeraunlugaraccesorio,funcional,yqueenningúncaso sentíaunapegoespecialhaciaél.Dondequieraquehabitara sualmadesdeluegonoeraentreaquellascuatroparedesdecolorazulgrisáceo.

Enriquellevólasbolsasdelsupermercadoa lacocina,sintonizóalgode jazzenuna emisora de radio y me invitó a que me pusiera cómodo en el sofá mientrascomenzabaacalentarelhornoya limpiarelpescado.Recorrí involuntariamenteelreducidoespaciohastaquemimiradasetopóconunafotoenmarcadadeunamujerdetreintaytantosañosjuntoaunaniñaadolescentefrentealmar,colocadasobreunaestantería vacía. Lo que más me llamó la atención no fue la foto en sí, sino quepegadaaaquelmarco,comosiactuaradesoportedelmismo,habíaunabotellavacíadeunwhiskysinetiquetar.

Durante lamediahoraescasaquehabíaduradonuestroencuentro,enelqueyohabíamonopolizado laconversación,Enriqueapenashabíamencionadonada sobresu vida privada, aunque en aquel momento no me había resultado extraño. Susintervenciones e intercambios habían sido en forma de pregunta: sobremi carrera,sobre mi matrimonio, sobre mi madre, a la que aseguraba haber querido como sifuese la suyapropia…,peronohabíapronunciadopalabra alguna en relación a suvidafamiliar,yentendíalveraquellafotosolitariasobrelaestanteríadelsalónquetrasesesilenciosolopodíaesconderseeldolorporlatragediadeunaseparaciónodeuna pérdida.Acudieron amimemoria las palabras del padre Fulgencio en nuestroencuentrodehacíadosdíasenlasquehabíamencionadodepasadaasuhija,ycómo,alhablardeella,sehabíainterrumpidoasímismoyhabíamudadodeuntonomásomenos jovial a una expresión circunspecta: «Solía ver a Enrique más a menudo,cuandosuniñaestudiabaenelcolegio…,aunqueesmejorqueesotelocuenteél…».Meaproximéhacia laestanteríayobservé lafotocondetenimiento.Lafechaenelmargenindicabaquehabíasidotomadael15dejuliode1995.

—SonNoeliayPatricia—suvozresonóamisespaldas—.SemataronhacecasiquinceañosenunaccidentedecochedecaminoalaplayadeGandía,elveranoenquefuetomadaesafoto.

Enriquesesecabalasmanosconunpañoaltiempoqueibacolocandounpardeplatos y cubiertos sobre lamesa de comedor.En su voz no había rastro algunodedramatismo y esbozaba unamedia sonrisa ladeada de aquellos a los que ya les ha

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hechocallolaheridaoalosqueyanolesrestannifuerzaspararebelarsenilágrimasparalimpiarsepordentro.

—Perdona,nosabía…—dije,incómodo.—Notepreocupes,Samuel.Alúnicoquedeverdadteníaqueperdonareraamí

mismoyalfinal,unbuendíaysinsabermuybiencómooporqué,loconseguí.Ydesdeaquellohapasadoyamuchotiempo.¿Cenamos?

Mesentéa lamesa,observandode tantoentantoaquellafotodesumujerysuhija,intentandoimaginareldolortanintensoconelquetuvoqueaprenderaconviviry preguntándome cómo había podido salir por sí mismo de aquel pozo (el másprofundoyoscurosegúncuentantodosaquellosquehanexperimentadounatragediasimilar), hasta convertirse en el hombre que tenía delante.Un hombre que, o bienhabíaperfeccionadohastaloinimaginableelartedeengañarseasímismo,oparecíagenuinamenteserenoyfeliz.

Durante lacenahablamosrelativamentepoco.Nosmirábamosmucho,esosí,ynos daba una especie de risa tonta al hacerlo, como si fuéramos aún aquellos dosniños.Elpescadoestabaexquisito,lasverdurasperfectas,ymedicuentadequeenaquel momento lo más importante para Enrique era disfrutar de aquella cena, deaquelmomento, de cada bocado, de cada aroma, de cada sabor, sinmezclarlo conpalabras. Aquellas, si tenían que aparecer en algún momento, debían esperar alpostre.

Alterminarlefelicitéyledijequehacíatiempoquenocenabatanbien,locual,lejos de ser una exageración para validar su esfuerzo mostrándome cortés, erabastante real; no porque no cenara en sitios fantásticos en Nueva York, inclusorestaurantesconvariasestrellasMichelín,sinoporque,pornormageneral,cuandolohacía,mispensamientosestabandemasiadoocupadostrazandoespiralesdentrodemicabeza, y en muchas ocasiones, la mayoría, ni siquiera era consciente de lo queacababadedegustar.

Enrique recogió los platos y se dispuso a preparar café. Volvió a los pocosminutosconunacafeterallenaydostazasdeporcelana.Mesirvióamíprimeroyacontinuación se sirvió él. Seguidamente, se quedó mirándome unos segundos,mirándomedeverdad,intensamente,comosinecesitaseveralgomás.

—¡Cuántohemoscambiado!¿Noescierto?Loretóricodelapreguntahizoqueasintieraconunlevemovimientodecabeza.—Aúnnomehasdichocómoestás.—¿Peroquédices,Enrique?—murmuré con cierto rubor—. ¡Si desdequenos

hemosvistonohemosparadodehablardemí!—No,Samuel—corrigió—,hemoshabladodeloquehaces,detucarrera,detu

matrimonio,detuvidaenNuevaYork…,peroaúnnosécómoestástú,másalládetuséxitosyde tus fracasos.Soloquierosabercómoestáaquelque fueramimejoramigo de la infancia, cómo está de verdad, por dentro.Después demás de treintaañossinsaberelunodelotrocreoquenoslodebemos.

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«¿Que cómo estoy? —pensé con un punto de incomodidad—. ¿Por dóndeempiezo…?».

Quedifícilencontrarunarespuestameditadaysinceraparaunapreguntaquemehabíanegadoahacermedurantelamayorpartedemividaadulta.¿Quiénensusanojuicio es capaz de hacerse una pregunta así? ¿Quién posee de verdad el valornecesarioparamiraradentroyarriesgarseaconfrontarloinevitabledelarespuesta?Que uno tienemiedo, que poco o nada en esta vida ha salido como esperaba, quedetrás de cada una de nuestras vidas excepcionales no suele haber más que uncurrículoadulteradoconunpuñadodepequeñasvictoriassinimportanciacuyoúnicofinescompararnos, tratandodeno salirdemasiadomalparados, con loscurrículosadulteradosdelosdemás.«¿Cómoestás?».Quépreguntatansencilladeformulary,sinembargo,querespuestatandifícildeelaborarconhonestidad.

—¿Y tú, querido amigo? ¿Cómo estás tú? —pregunté, desviando de mí laatenciónincómoda,ydirigiendounamiradallenadeintenciónhacialafotosobrelaestantería.

Enriquedejoescaparunasonrisaimperceptible.—Yo estoy en paz conmigo mismo, Samuel. Un sentimiento más profundo e

intensoqueinclusoelamorolafelicidad,créeme.Peronohasidonadafácilllegarhastaaquí,esaeslaverdad.

Enriqueselevantóyseencaminóhacialaestantería.Tomólafotodesumujerysuhijaylabotellavacíadewhiskyyregresóconambasalamesa.

—Aquílastienes—prosiguió—.Lasdoscosasmásimportantesquehahabidoenmividapordiferentesmotivos;lasquemástiempohanpermanecidojuntoamí:mifamiliayelalcohol.Deambassoloconservounafotoyunabotellavacía,niquieroninecesitomás.Ambassehanmarchadoparasiempre.Unamefuearrebatadaporarbitrio del destino y de la mala suerte, a la otra la tuve que arrancar a la fuerzaporque solome impedía enterrar amis dos princesas junto al dolor de su pérdida.Ahorasolosonunpardeobjetosquemeayudanarecordarcadadíaqueelpasadoessoloeso:unpuñadodeobjetossinvidaenlaestanteríadelamemoria.Peroporfin,coneltiempo,logréentendertambiénqueenningunodeesosobjetos,deaquelloquerepresentaban,seguíaestandoyo.Nopodíaseguiridentificándomeeternamenteconellas.Teníaquesalirdeahí.

Sus palabrasme confundieron.Los problemas con el alcohol noparecían tenercabidaenaquelcuerpocuidadoyjuvenil,apesardequeentendíaperfectamentequehubierallegadoaayudarsedeél,comounamuletaparapoderseguiravanzando.Alfinyalcabo,cualquieraconciertadosisdecompasiónhubierapodidoencontrarenello una justificación más que razonable tras una pérdida semejante y no por elcontrario unamuestra de debilidad de carácter. Pero fue sumanera de decirlo, suserenidadalhacerlo,comosicadagesto,cadaidea,cadapalabra,estuvierarevestidadeunhalodesabiduríaancestral,loquemásmellamólaatención.

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—¿Ycómoconsigueunodejarmarchartodoeso?—meatrevíapreguntar—.Nodebederesultarnadafácil.¿Recibistealgúntipodeayudaprofesional?

LacarcajadadeEnriquefueestavezabiertaysinambages.Unarisafranca.—Efectivamente, Samuel —afirmó—, del mejor psicoterapeuta de la historia:

CharlesDickens.Lobizarrodeaquellaafirmaciónhizoquemepreguntarasitodaesasupuestapaz

interiornoeramásqueunamanifestaciónencubiertadequehabíaperdidolacabeza,habiendosidosuperadoporlascircunstancias.Miexpresióndedesconciertoledebióanimaraexplicarsemejor.

—Estábien—continuó,sirviéndoseotratazadecafé—.Telovoyacontartododesdeelprincipio.Noselohecontadoanadieynosuelopensarenellodemasiado,sitesoysincero.Vasaserelprimeroenescucharconpelosyseñaleslahistoriadeeste…¿cómollamarlo?Deesteviajeiniciático…

Ytrasapurardeunsorbosucafé,comenzó.—NoeliayPatriciasemataronenlaautovíadeValencia,caminodeGandía,ala

altura de Motilla del Palancar, en la provincia de Cuenca. En el momento delaccidenteyonomeencontrabaencasani tampocoenel taller;estabaen laoficinadel banco donde llevaba trabajando desde que me gradué en la facultad deeconómicasdelaComplutense.Eldíaanteriorteníapensadollevarelcochealtallerparahacerleunarevisiónantesdesuviajeperomequedétramitandounacompradeaccionesparalacarteradeunclienteimportanteycuandoquisedarmecuentasemehabía ido el santo al cielo, el taller donde habitualmente llevamos el coche habíacerrado y simplemente lo dejé correr. Elmotivo del accidente fue un reventón derueda en uno de los puntos más rápidos de la autovía. Dieron varias vueltas decampanaycolisionaroncontralamediana.Murieronlasdosenelacto.Traselshockinicial intentérecuperarmividasincoger labaja laboral.Dehecho,cualquiercosaeramejorquequedarmeenunacasaquesemecaíaencima.Porlodemás,lollevabarelativamente bien, para mi sorpresa y la de todos mis compañeros en el banco.Aunque eso, como era de esperar, duró poco. Un día que estaba negociando otropaquetedeaccionesnotéunaespeciedeestallidodentrodemicabezaytodofundióanegro.Nohacefaltaserungenionitenerunalicenciaturaenpsicologíaoneurologíaparadarsecuentadequeeraaquelpaquetedeaccionesquemequedénegociandolanocheantesdelaccidentealqueleasignéinconscientementetodalaculpadequeelcochedemimujer salieraparaGandía al día siguiente sinhaberse sometido aunapuesta a punto en condiciones. El cerebro, en casos de tensión máxima, tiende acomputar en identidades, y ese paquete de acciones que estaba negociando ahorarepresentaba para mí el mismo paquete de acciones que el que desencadenó losacontecimientosquedesembocaronenelaccidentedemifamilia.

Enriquehizounapausaparabeberunpocodeagua.

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—Hasta ese momento la bebida había estado presente en mi vida de manerahabitual—prosiguió—,aunqueunonoloquiereveryseescudaenquees«partedeltrabajo»: las comidas con clientes e inversores, las salidas y fiestas con loscompañeros al acabar la jornada… Siempre había una buena excusa para salir decopas.Enelfondo,detestabamividaenelbancoycadavezconmayorfrecuenciatenía que hacer de tripas corazón para engañar a unas pobres gentes que acudíanconfiadasanosotrosconlosahorrosdetodaunavida.Avecesechabalavistaatrás,intentando recordar en quémomento de la carrera nos enseñaron que la verdaderaeconomíaconsistíaenquitarlesudineroalpobreparaentregárseloalrico,comounaantítesismodernadeRobinHood.Nuncaencontréunarespuestaenloslibrosquelorespaldara,peroasífuncionábamosallí.Undíalecomentéaldirectordelasucursalqueestábamosobrandodemala feyengañandoaunapobremujer,unaviuda,queibaaperdertodossusahorros,aloqueconunaflematerriblemerespondió:«¿Creesqueloqueproducesaldíavaleelsueldoquecobrasaquí?Tepaganloquetepaganparaquehagasloquetienesquehaceryaprendasavivirconello.Nohaymás.Aquídentrolaéticaylosprincipiosmoralesselimitanalevantarlatapadelváteryadejarel baño tal y como lo has encontrado». Sin embargo, elwhisky siempre conseguíadisiparesesentimientodeculpaydevolvermeamiestadonatural.Eramiansiolíticosin receta y se convirtió en un socio indispensable en mi meteórica carrera comovendedordehumoenelbanco.Hastaque,comonopodíaserdeotromodo,llegóelmomentoenquenopodíacompaginarlasdoscosasytuvequeelegirentrebeberparaolvidarotrabajarparabeber.Notuveapenasquepensarlo.Asíqueunbuendíamedespedí, cobré una cantidad nada desdeñable como finiquito yme fui ami casa ahacer loúnicoquemequedabaporhacer.Loúnicoquedeverdad seguía teniendoalgúnsentidodesupervivencia:beber,anestesiarme,echarcadanocheunapartidadeajedrezcontraladesesperaciónconlavanaesperanzadeacabarentablas.

Enrique hizo una pausa, su mirada quedó perdida en algún lugar de aquellaestanteríasituadafrenteanosotros.

—¿YquétienequeverCharlesDickenscontodoesto?—pregunté,intrigado—.Anteshasdichoqueeraelmejorpsicoterapeutadelahistoria.

Enriquemudólaexpresión,sumiradavolvióalpresente.Esbozóunasonrisa.—Loverdaderamenteincreíbledelosgenios,Samuel,esqueciñéndosealámbito

de su disciplina son capaces de enriquecer a muchas otras. Charles Dickens y suCancióndeNavidadsonelperfectoejemplodecómolabuenaliteraturapuedellegara convertirse en una herramienta valiosísima para la psicoterapia, o incluso laespiritualidad.¿Conoceslanovela?

—VivoenEstadosUnidos—respondíconciertasorna—.¿Atiquéteparece?—Entoncesteserámásfácildecomprender—dijo,sindejardesonreír.Laconocíaperfectamente.Eraunadeesashistoriasintemporalesquesereponían

cadaañoporNavidadenlatelevisióndetodoelmundoanglosajón,aligualqueQuébelloesviviryotrashistoriasfeelgoodparecidas.Unaespeciedefábulaconmensaje

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depaz,deesperanzaydeotrostópicossimilaresapropiadosalespíritunavideño.Losamericanos y los británicos adoran esas historias de corte lacrimógeno y nuncaparecencansarsedeellas.

AChristmasCaroloCancióndeNavidadnarralahistoriadelviejoavaro,hurañoysolitario,EbenezerScrooge,unacaudaladoprestamistalondinense,odiadoytemidoa partes iguales por todo el mundo que le conoce, que detesta todo y a todos,especialmentelaNavidadyelespíritunavideño.Scrooge,aquellaNochebuena,enunsueñoagitado,recibelavisitadetresfantasmas,eldelasNavidadespasadas,eldelaspresentesyelde lasfuturas.Testigopresencial(enlasNavidadesfuturas, lasdesumuerte) de su propio funeral, y viéndose solo, vilipendiado y olvidado por todo elmundo, sedespierta a lamañana siguiente con la decidida intenciónde cambiar elrumbodesudestinoydeaprovecharestaoportunidadquelevuelveabrindarlavida,dejandoaflorartodalabondadylagenerosidadquealbergabadejovenensucorazónyquellevabaenterradaensuinteriordesdehacíanisesabecuánto.

—TodocomenzólamadrugadadelaNochebuenadel2000.—Enriquecontinuó,paladeandocadapalabracomosiélmismoestuvieracomenzandolanarracióndeuncuento—.Sinlugaradudas,lanochedelañomásterribleparavivirlaensoledad.Erala quintaNavidad sinNoelia y sin Patricia, así que el sentimiento de abandono ydesolaciónnomeeraajenoyeraplenamenteconscientedecuántoseagudizabaenesosdíasenlosquetodo,pordoquieraquevas,parecegiraralrededordelafamilia.Generalmente,durante aquellas fechasmeanestesiabamultiplicando la cantidaddewhiskyqueeracapazdeingerir.Hacíacasidosañosquenotrabajabaenelbancoyque mi vida se había convertido en una espiral descendente, esperando que losanálisisrutinariosalosquemehabíasometidoestuvieranenlocierto.Pesabacientocincuentaysietekilos,teníaelcolesterolatrescientosypico,elhígadograsoconlastransaminasasporlasnubesyconclarosindiciosdeunacirrosishepáticaincipiente.Eraunabombaderelojería.Yolosabía; losmédicosmeloavisaban,peronoteníaintencióndehacernadaalrespectosalvodejarmemorir.Aquellanoche,despuésdecenarvariaspizzas,desparramadoencalzoncillossobreelsillón,rodeadodecajasdecartónybotellasvacías,haciendozappingmecánicamente,misdedossedetuvieronen un canal en el que comenzaba esa película: Canción de Navidad, de CharlesDickens, protagonizada por Patrick Stewart. La vi de principio a fin. Me sonabavagamentelahistoria,dehaberlavistodeniño,aunquenolarecordabacondetalle.Los ojos se me llenaron de lágrimas durante varios fragmentos de la misma, enespecialenlaescenafinal,ymefuialacamaconlaextrañasensacióndetenerunagujero o un vórtice en el centro del pecho. Esa misma noche, imagino quesugestionado por el recuerdo de la película, yo mismo recibí la visita de tresfantasmas, aunque estos no tenían forma corpórea ni muchomenos, tan solo eranrepresentacionesconceptualesdemismiedos,demisdemoniosinternos.Enmisueñovolvíareencontrarmedenuevoconaquelniñoquefui,másomenosalrededordelaépoca en la que tú temarchaste a EstadosUnidos.Me vi solo, apoyado contra la

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pareddelpatiodelcolegio,recibiendolasmiradasdedesaprobaciónylosinsultosdelosotroschicos,asustado,buscándotedesesperadamenteconlamirada,deseandoconrabiaqueaparecierasencualquiermomento,queregresarasdeunavezportodasdetumalditoviajeaNuevaYork,escondiéndomeavergonzadoparadevorarbocadillosenormesdejamónoembutidoytodotipodedulcesychucheríasconelfindeaplacarelhambre:elhambredequererserunomás,desercomoellos,dejugarconellos,desentirme aceptado por lo que era, el hambre de sensaciones a las que todo niñodeberíatenerderechosoloporelhechohabernacido.Engullendocompulsivamenteparasentirqueestabavivo,quealmenosalgoenmividaerarealypoderllenarasíun vacío que, paradójicamente, jamás logré saciar con la comida. Luego, en lasNavidadespresentes,mevitumbadoenaquelsofáquesehabíaconvertidoparamíenuna segunda piel, alcoholizado, moviéndome e incluso respirando cada vez conmayordificultad,sinmayorperspectivadefuturoqueanticiparmipropiamuerte;sinvalorparatirarhaciaadelanteniparaquitarmedeenmedio.Atrapadoenuncuerpomórbidoyfaltodehigieneenelinteriordeunpisovertedero.Sintiendoascoyrabiayculpaporseguirconvidamientrasmimujerymipequeñahabíanperdidolasuya.Finalmente,meproyectéenelfuturo,unfuturoqueaventurabanodemasiadolejano,peronomevienmifuneral.AdiferenciadelprotagonistaenlanoveladeDickensmevienunacamadehospital,llenodegoterosydetubos,sinnadiequemehicieracompañía salvo un pájaro, un pequeño gorrión que cada mañana se posaba en larepisademiventanayqueenelprecisoinstanteenquesedabacuentadequehabíareparado en él comenzaba a volar lejos demi vista, lejos de aquel hospital.En unmomento concreto, en esta última parte del sueño, volví a visualizar la cama conaquelhombre tangordoy llenodegoteros,queerayomismo, tumbadosobreella,peroporalgunaextrañarazónlopercibíatododesdeladistancia,desdelarepisadelaventana.Yencuantoaquelhombremoribundo,enaquelcuerpogrotesco,volteó lacabezayposósumiradaenmí,extendímisalasycomencéavolar.Avolarlejosdeaquelhombrecadavezmásextrañoparamí,lejosdeaquelhospital,y,estavez,sinningunaintencióndevolvernimiraratrás.

Norecuerdocuántotiempopermanecimosensilencio.Deseabaabrazarlo,pedirleperdónporhaberme idodeaquellamanera sin apenas tiempoparahabernoshechoambosalaidea.Peronolohice.Respetésusilencioymehicefuerteenelmío.

—Yaloves—continuó—.Unosolotienequeimaginarcómollegaráalfinaldesusdíassiseniegaoseresisteacambiarparadarsecuentadequetodasuvidanohasidomásqueuncúmulodeerroresyfracasos,quenadievaaecharlodemenosoasufrir su ausencia, y, lo más trágico de todo, que ya es demasiado tarde parareaccionar.¡Gracias,místerDickens!GraciasporhaberconseguidoenunasolanocheloqueeldoctorFreudnosuelelograrentodaunavida—exclamó,alzandosuvasodeaguaamododebrindis.

—Esonoexplicatutransformación—interrumpí,cadavezmásintrigado.Enriquesonrió.

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—La segunda parte es la más sencilla, a pesar de que los cambios son másespectaculares, pero no se hubiera producido sin haber tenido previamente aquelsueñoopremonición.

—Teescucho—dije,animándoloaseguir,absorbidoporsuhistoria.—Alamañanasiguientemequedéenlacama,despierto,duranteunpardehoras.

Nosabíamuybienquehabíaocurridodurantelanocheperointuíaquealgosehabíamodificado dentro de mí. Necesitaba moverme, salir de allí… Me calcé unaszapatillasdedeportequemehabíaregaladomimujerprecisamenteunasNavidadesyquenomehabíapuestohastaentoncesybajéalacalle.Nofuicapazdecaminarmásdesieteminutos,meahogabaymipropiopesoeraunfrenoalahoradeavanzar.Alamañana siguiente no podía moverme debido al dolor de las articulaciones y lasagujetas,peromejuréquenopasaríaniunsolodíaenquenolededicaraalmenosunminutomásqueeldíaanterior.Yasílohice.Almesyaeracapazdecaminardurantemediahora,alosdosmesesandabadurantecuarentaycincominutos,yamitaddelcuarto mes comencé a correr. Había perdido alrededor de veinticinco kilos y elmédico me dijo que, aunque era preferible que siguiera paseando, podía corrersuavementeyconmoderación.Alañoyaeracapazdecorrerdiezkilómetrosycasihabíabajadodeloscienkilos.Alprincipiocorríaconlaextrañasensacióndeestarhuyendo,comosialguienmepersiguiese,perounbuendíacomencéacorrerhaciaadelanteysinmiraratrás.YahanpasadocasidiezañosdesdeaquellaNochebuenayahora, amis cuarenta y cinco años, con setenta y siete kilos de peso y con nuevemaratonesenambaspiernassigocorriendohaciaadelante,ysiempresinmiraratrás.

—¿Yeltaller?—Esofuelomássencillodetodo—dijomientrasselevantabadelamesa,abría

uno de los cajones de una cómoda y sacaba un álbum de fotos—. Reflexioné untiemposobreloquedeverdadqueríahacer.Regresaralbanconoeraunaalternativa,ni tampoco nada que tuviera que ver con la economía. Descarté unas cuantasopcionesydecidíqueaquelloqueeligieradeberíacumplircondosrequisitos:sermipropio jefe y sentirmeútil, contribuir de algúnmodo.Y entonces semeocurrió laidea…Siempre,desdemuyniño,mehabíanfascinadoloscochesyentendíabastantedeltemadebidoaunamezcladeintuiciónylargashorasleyendorevistasdemotor.Pero se trataba de algomás: necesitaba saber que jamás nadie volvería a tener unaccidente por una mala puesta a punto de un vehículo si yo podía hacer algo alrespectoparaevitarlo,quenadiemásreventaríaunaruedaotendríaunproblemademotor si previamente antes había pasado por mi taller. Ese fue mi sueño, micompromiso.Soymeticulosoy trabajo solo, peronobuscohacerme riconimuchomenos,buscoserútilyevitarenlamedidadeloposiblequenadietengaquepasarporelmismoinfiernoquepaséyo.Asíquevendílacasadondehabíavividoconmifamilia,memudé a este pequeño apartamento de alquiler yme dediqué a estudiarmecánicadelautomóvilenprofundidad,yhacecincoaños,justoeldíaquecumplíaloscuarenta,abríeltaller.

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—Esunahistoria…increíble—fueloúnicoqueacertéamurmurar.—Nosésiesincreíble—sejustificó,tratandodequitarleimportancia—,perosí

séqueeslaquemetocabaviviramí.Hayunafrasequellevorepitiendocadadía,aldespertarme por lamañana, desde que acudí ami primera reunión deAlcohólicosAnónimoshaceyacasidiezaños.Diceasí:«Señor,dameserenidadparaaceptarlascosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría parareconocerladiferencia…».Yacordeaesosparámetrostratodevivircadasegundo.

LaconfesióndequepertenecíaaAlcohólicosAnónimosmeimpactó.Perofuesusencillezaldecirlo,sintratardeesconderloohacerapologíadeelloloquemásmesorprendió.

—Asíqueeresunodeellos—dejécaer,tratandoderestarleimportancia.—Sí—respondió sin titubear—,desdeque fui conscientedequehabíaperdido

cualquierpoderdecontrolsobreelalcoholydequenomequedabaotraalternativaquedejarloparasiempre.Enunmomentodadonomequedómásremedioqueelegirentrebeberovivir.

—Claro—apostillé,zanjandoeltema.—Ven—dijo,invitándomeasentarmeasuladoenelsofá—.Miraloquetengo

aquí.Enrique abrió el álbumde fotos quehabía sacadodeun cajón.Un álbum rojo,

viejoydesgastado.Loabrióporlaprimerapágina,unapáginaenlaquesepodíaleercondificultad1972.Laprimeradelasfotoseradenuestraprimeracomunión,enelaltardelacapilladelcolegio,todosvestidosconaqueltrajetípicodemarinero,connuestrosmisalesenlamanoycaradenoentendermuybienquépintábamosallí.Lasiguienteeraunafotodelosdos,abrazándonos,conlacarallenadebarroysujetandoun balón. La tercera era de su décimo cumpleaños, soplando las velas de la tartamientrasyo,detrásdeél,lecolocabaunoscuernossobrelacoronilla…Yasífuimospasandounapáginatrasotra,retrotrayéndonosconcadaunadelasfotosalinstanteen el que aconteció. Si alguien ajeno a nosotros hubiera abierto ese álbum y lohubiesemiradodeprincipioafinnohabríasabidodiscernirsilepertenecíaaélomepertenecíaamí.Cadafotonossugeríaunrecuerdo:«¿TeacuerdasdelaNati, ladelengua,elescotequellevabasiempre?»,«¿YteacuerdasdelChoto,eldemates, lobizco que estaba y lamala leche que tenía?», «¿Y te acuerdas de aquella clase degimnasiaenqueganasteatodoelmundoenelsaltodelongitud…?».Yentrerisasy«te acuerdas» fuimos repasandounapor unanuestra pequeñahistoria en imágeneshastaqueEnriquevolteólaúltimapáginadelálbumylocerró.

—¿Tedascuenta,Samuel,loinjustoquepuedellegaraseravecesellenguaje?—¿Aquéterefieres?—Mientraslasmujeres,conlamayornaturalidaddelmundo,sedicenentreellas

«Tequiero»,nosotrosnostenemosqueconformarcondecirnos…«Teacuerdas».

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QueridoSamuel:Imagino que a estas alturas ya sabrás por Larry todo lo que ha

sucedido. Conociéndole, apostaría que no ha escatimado el másmínimodetalle.

Nosémuybienpordóndeempezar,laverdad.Estoymuycansada,Samuel.Cansadadehabervividocontigouna

mentira.Dehaberluchadotodoestetiempoparanada.Cuandoelotrodíasalisteporlapuertasupequenotevolveríaa

vernuncamás.Quelonuestrosehabíaacabadoyquenoteníasentidotirarparaadelanteconnada.Yanomequedabanfuerzas,Samuel.Yanopodíaniqueríaseguirluchandoporalgoquemerecordabaacadamomento que había fracasado como mujer. Que no te había hechofeliz,nihabíaconseguidoformarunafamiliacontigo.

Memarchabadeestematrimonioconlasmanosvacías,sintiendovergüenzaylástimademímisma.

¿Qué quieres que piense demí? ¿Qué soy en realidad, Samuel?Unamujerde treintayochoañosquenoha logradosermadre;unaniña de papá que nunca ha sabido hacer nada por sí misma y quedecidió entregarte suvida a los veintiséis deseandoqueme llevarascontigodelamanohastaelfindelmundo.

Oalprincipio,dabaigual…Y así fue durante los primeros años. Recuerdo aquellos paseos

juntoalEastRiver(seguroqueyaniteacuerdas),comiendoheladosycompartiendonuestrossueños.Sueñostuyosysueñosmíosjuntoati.

Pero esos sueños, los tuyos, los que solo te pertenecían a ti, seconvirtieron poco a poco en mi pesadilla. Conforme se ibancumpliendoteibanotandomásdistante.Yconcadaunodetuséxitostepodíasentirmásinfeliz,másllenoderabia,conmásodio.Nuncalogréentenderporquéteobsesionabastantoenalcanzaralgoqueenelfondotehacíataninfeliz.

Desde hace algún tiempo buscaba en tus ojos alguna señal, porpequeña que fuera, de que aún me querías, de que seguía siendoimportante para ti. Pero solo podía ver tu resentimiento y tu rabia.Comosi,enelfondo,fuerayolacausantedetudesdicha.

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Me siento como si hubiera pasado los últimos años de mi vidadeshojandounamargaritaquesiemprehabíaestadomuerta.

Cuando laotranocheganaste elTony supequehabía llegadoelfinal.Aquellas lágrimasquerecogieron lascámarasde televisiónnoeranlasdeunaesposaorgullosa,sinolasdeunamujerquesabíaqueacababadeperderasumarido.

Te he querido mucho, Samuel, y decidí quitarme la vidaconscientedequeaunquesabíaquenovolveríajamásarecuperartuamor,elmíohabíasidodeverdad.Algoqueparatisiempreseráunmisterio, algo inalcanzable, algo que ni remotamente llegarás aexperimentar.Mimuerteenaquelmomentomepareciómenos tristequetuvidaytetuvelástima.

Hedecididoponermeenpiey tirarparaadelantecon todo,sola,confiandoplenamenteenmímisma,convencidadequenovolveréatocarnilasdrogasnielalcohol.Yanolasvoyanecesitarsinti.

Te deseo lo mejor, Samuel. De corazón y sin ningún rencor.Espero que algún día, tal vez en este viaje a España, consigasencontrarte. Lo cierto es que fue allí donde debiste de perderte porprimeravez…

Sientomucholodetuhermana.Cuídatemucho,Samuel.

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urantemásdedoshoras,aquellamismanoche,tratédeescribirunarespuestaqueseajustaraaaquelloquesentíaenrelaciónasucarta.Nomefueposible.

Cadacorreoquecomenzabalodesechabaalaspocaslíneaspuestoquesolomostrabaun color, dejando a un lado el resto que también formabaparte de esemosaicodeemociones en conflicto en el que me hallaba preso. En unos intentaba mostrarmecomprensivo,tratandoenvanodejustificarloinjustificabledesuacto,máscercadelapropiciaciónquedelaempatía.Enotrosledejabaclaramiindignaciónyloegoístaquemeparecíaquehubieradecididoquitarse lavidaprecisamenteelmismodíaenque yome encontraba viajando a España al entierro demi hermana. En alguno leproponía que lo pensaramejor, que aprovechásemos esta circunstancia, alejados elunodelotro,paradarnosalgúntiempoconelfindereflexionar,antesdetomarunadecisióndefinitivadelaquenospudiéramosarrepentirelrestodenuestrasvidas.Enelúltimoledecíaqueteníarazón,queeraconscientedequealgosehabíarotoentrenosotroshacíatiempoyqueúnicamenteerahuirdelconflictoypreservarelestatusquo lo que me había hecho no plantear la cuestión con anterioridad. Al final, nomandéninguno.Decidídarmeunosdíasantesdecontestarparatratardedesentrañareseovilloenmarañadodesentimientosencontradoshastadarconaquelquemejorseajustaraaloquedeverdadsentía.QuizáSusan,quehabíallegadoaconocermemejorquenadie,estuvieseenlocierto:talvezeraincapazdeamar,ysolomepermitía,detanto en tanto, transitar ese sentimiento conceptualmente, de manera fingida yedulcorada, cuando era consustancial a cualquiera demis personajes que, uno trasotro,solíanmanejarseconmáscorazóndelquejamáshabíamostradoteneryo.

Eranlasdiezdelamañanayacababadedesayunarenmihabitación.Enelhall

delhotel,parapetadotrasesagaritadeguardiaqueeraelmostradorderecepción,conelcuelloerguidocomounacomadreja,mirandodeunladoaotrodemaneranerviosaparaquenadaescapasedesuradar,seencontrabaFermín.

—Buenos días, señor Palacios—dijo, interceptándome, cuando yo creía haberfranqueado su paso apresurando el mío hasta la salida—. ¿Ha podido ustedconectarseainternet?

—Sí,Fermín,muchasgracias—respondíabocajarro,dejandoescaparunsuspiroderesignación—.Todoestáperfecto.

—No sabe cómome congratulo de ello—disparó, utilizando esa expresión tanpedanteque,inclusoamí,enmicalidaddeemigrante,mehizorechinarlosdientes—.Permítamequelerobeunsegundodesupreciosotiempo,señorPalacios.Mehetomado la grata libertad de confeccionar, motu proprio, una lista con losacontecimientosteatralesmássugerentesdelaciudad.

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Fermínmeentregóunahojadepapelconlaletramásbarrocaquehabíavistoentodamivida,utilizandodiferentescoloresparadiferenciarelgradientedecalidadenfuncióndecadaespectáculo.

—Muchas gracias, Fermín—dije, echándole un ojo por encima,más por puracortesíaqueporsincerointerés.

—Ahí tienede todo—prosiguió—,desdemusicalesdeBrodgüéy,hasta lagranConchitaVelasco, pasando por elmejor flamenco, ¡y olé! Los espectáculos los haseleccionado un servidor en función de la crítica, del factor boca a boca y demipropiaintuicióncomoexpertoenlamateria,porsupuesto.

—No sabes cómo me congratulo, Fermín —dije, tratando de mantener lacomposturayluchandoporcontrolarlascomisurasdemislabios—.VeniraEspañaynoiraveralagranConchaVelascoescomoiraNuevaYorkynovisitarlaEstatuadelaLibertad.¡Imperdonable!

—Yapuedeusteddecirlo,ya—dijo,abriendolosojosdesmesuradamente.Antesdeabandonardefinitivamenteelhotelregreséunavezmásalmostradorde

recepción.—Disculpa,Fermín.¿Cómoquedadelejos,apie,elhospitalGregorioMarañón?Fermínsedesplazóconunpasodeclaquéhastaunadelasestanteríasdelfondoy

regresóconunmapadelaciudad.—Mire—dijo,señalándoloconunlápiz—,nosotrosestamosaquíyelGregorio

Marañón está aquí. Para alguien tan atlético y tan evidentemente en buena formacomousted,apenassetratadeunpaseodeunosveinte,veinticincominutos,grossomodo.

No pude aguantarme y dejé escapar una sonora carcajada. Aquel tipo era tangenuinamente patoso y singular que acababa de conquistarme para siempre. Yagradecíqueenmediodetodaaquellavoráginequemeconsumíapordentroalguienhubieseconseguido,aunquesolofuerafugazmente,hacermereír.

No era disfrutar de un agradable paseo matinal en aquella soleada mañana dejunio la razónpor la cual decidí no tomarun taxi e ir caminandohasta el hospitaldondeseencontrabaingresadoAntonio.Necesitabaganaralgodetiempo,reflexionarsobre qué justificación podía esgrimir cuando me encontrara cara a cara con suspadres, que con toda seguridad habrían permanecido a su lado tan pronto tuvieronconstanciadeloocurrido.¿Quépodíadecirles?¿Quedurantedosdíasydosnoches,sobrepasadopor lascircunstancias,mehabíadedicadoaemborracharme,aalternarconprostitutasyavisitarviejosamigos,envezdequedarmejuntoaél?¿Quéclasede ser humano es capaz de una cosa así…? Mientras trataba de ponerlo enperspectiva,duranteaquellosescasosveinteminutosdetrayecto,meatacaronporlaespaldalaculpaylavergüenza,ydecidíquelomejorseríanohaceralusiónanadaquepudieraintensificarsudolor.Mostraríamipesarporloocurrido,medisculparíadecorazónpormiausenciasinentrarenmayordetalleymeofreceríaparaponermealserviciodelafamiliaenaquelloenloquepudieraserlesdeutilidad.

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Tan pronto atravesé las puertas automáticas que daban acceso al interior del

hospitalvolvíaencontrarmeenaquelrecintodondeapenashacíaunpardedíashabíaacompañado a Antonio, antes de perderlo de vista tras las puertas de acceso aquirófanos.

Eran las diez ymedia de lamañana y aquel lugar estaba lleno hasta los topes,muchomásconcurridodecomolorecordabaenaquellaotraocasión,aunahoramástemprana.Gentequeaguardabasu turnodevisitaconexpresióncompungidayqueenelaburrimientoytediodesuesperaparecíatratardeaveriguarsiloqueteníaeldeenfrenteera«peoromejorquelosuyo»,o«másomenosgravequeloquepadecíaél».Yesque,hastaenladesgraciadelaenfermedad,sentimosesanecesidadabsurdayvisceraldesaberquenosotrossiempreestamosunpasomásalláquelosdemás.

—Disculpe,señorita.Haceunpardedíasacompañéaunchicoquehabíasufridounaccidenteymegustaríasabersiyaestabaenplantayselepodíavisitar.

—¿Nombrecompleto?—Nolosé,laverdad—medisculpé—.SéquesellamaAntonioyquetieneunos

treceaños,perodesconozcosuapellido.Verá…fuiyoquienloatropelló.—Entiendo—dijo,mientrastecleabasuordenador—.ImaginoqueseráAntonio

MaldonadoEspinosa.UnpacienteconsíndromedeDownqueingresóantesdeayerpocoantesdelasnuevedelamañana.

Elcorazónmediounvuelco.—¡Sí,esees!Laenfermeramudólaexpresiónydudóuninstanteantesdecomenzarahablar.—Losiento,señor…—Palacios,SamuelPalacios.—Señor Palacios, el chico está en la unidad de cuidados intensivos y solo los

parientesmáspróximospuedenvisitarlodurantelashorasestipuladas.—¿Podríaalmenossabercómoestá?—No estoy autorizada a facilitar esa información. Pero si quiere y tiene un

minuto,puedoavisaraldoctorVelasco,quefuequienlooperó.Éllepodráinformarmejordelaevolucióndelpaciente.

—Sí,porfavor,señorita,hágalo.Muchasgracias.EldoctorVelascoeraelcirujanoconelquetuveaquelfugazencuentrofrenteala

entradaalosquirófanoslamañanaenqueAntonioingresóenelhospital.Elquemehabía dejado claro que mi presencia allí constituía un problema más que unasolución.

Loviacercarsedesdeladistancia,conlaatenciónfijaenlapantalladesumóvilycaminando apresuradamente. La enfermera de recepción le hizo un gesto con lamiradaindicándoleellugardondemeencontraba.Velascosedirigióhaciamíconlamanoextendidadesdeelmomentoenquemereconoció.

—Discúlpeme,estamosdesbordados.

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—¿Cómoestáelchico,doctor?—Encomainducido.—¿Cómodice?—No se alarme, es un procedimiento habitual en este tipo de casos.

Suministramos al paciente una serie de fármacos con el fin de reducir la tasametabólica de los tejidosdel cerebroy el flujo sanguíneo.De esemodo, los vasoscapilares se estrechan disminuyendo la presión intracraneal. Con ello tratamos dereduciryretrasarlosprocesoscerebralesqueocurrentrasel traumatismoconelfindesalvarlamayorcantidaddecélulasposibles.

El doctor Velasco debió intuir por mi expresión de desconcierto que debíaadecuarsuexplicaciónalniveldecomprensióndelcomúndelosmortales.

—En otras palabras—prosiguió—, es como enfriar elmotor y permitir que elprocesodesanaciónocurralentamente.Elcerebroestáenunestadodeinconscienciacontrolada.Estáabstraído,detenido,norespondeaestímulosexternosynosresultamásfácilmanipularloparainspeccionarlosdañosyretirarposiblescoágulos.

—¿Cuántotiempopermaneceráencoma?—Entreunaydossemanas,pornormageneral.Tresenalgunoscasos,losmenos.

Apartirdeesemomentosabremossiestáexperimentandoalgunamejoría.—¿Y las piernas? —pregunté, recordando la imagen dantesca de su cuerpo

retorcidoydesmadejadosobreelasfalto.Micomentariodebiódemolestarleporlosecodesurespuesta:—Esa es la última de nuestras preocupaciones en estos momentos —dijo,

mientrasechabaunfugazvistazoasureloj—.Tienefracturadaslasdospiernas,pero,al fin y al cabo, eso tan solo es cuestión de tiempo y rehabilitación.Me preocupamucho más que no pueda volver a hablar, que pierda sus facultades cognitivas ypsicomotrices,oincluso…

—Incluso…—Inclusoquemueraaconsecuenciadelaslesionescerebrales.Esunaposibilidad

quetodavíanopodemosdescartar.Conquéintensidadretumbaronenmicabezaaquellaspalabras.Podíaintuirque

laoperaciónibaaserdelicadayquelarecuperaciónseríalentaydolorosa,peroeralaprimeravezdesdequeabandonéelGregorioMarañónhacíapocomásdecuarentayochohorasenquesemehizopresentequesuvidapodíacorrerseriopeligroyqueahoramismonoeramásqueunamonedalanzadaalaireporlaciencia,esperandoaqueenunpardesemanassalieracaraenlugardecruz.

—¿Ylospadresdelchico?Megustaríapoderhablarconellos.—Lamadreacabadebajaratomaruncafé.Hapasadolasdosnochesenvelasin

separarsedeél.Alpadrenoloconozco.Soloellapasaaquítodoeltiempo.SellamaRosayesmásomenosdesuedad.Sisepasaporcafeteríaseguramentelaencontraráallí.Yahora,simedisculpa…

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NomellevómuchotiempodescubriraRosaenunaapartadamesadelacafetería.Eralaúnicaqueestabasola,conelcabellorevueltoydossurcosamoratadossobrelos pómulos hundidos, señal de que no había pegado ojo en varios días. Tenía lamiradaperdidaensucafé,delquedetantoentantobebíaunpequeñosorbo.Velascohabíadichoqueeraunamujerdemiedad;peroapesardequeenesemomentosuaparienciaeraladealguienrelativamentemayor,sucuerpomenudoysusfaccionesjuveniles podrían arrancarle varias hojas a su calendario, y no habría sidodescabelladopensarqueaúntransitabaelladosurdelafronteradeloscuarenta.

—¿Teimportaquemesientecontigo?Rosatardóalgunossegundosenreaccionar,comosipocoapocofuerasaliendo

deuntrancehipnótico.—¿Cómo…?—Que si te importa queme siente aquí un segundo—repetí en un susurro—.

Puedo esperar si ahora no te viene bien, perome gustaría poder hablar contigo enalgúnmomento.

Memirócomosinocomprendieradel todomispalabras,seretiróelpelode lacaracontimidezyseincorporólevemente,antesdeaccederamipetición.

Mesentéfrenteaellaehiceunaseñalalcamareroparaqueseacercaraalamesa.Pedí un café solo y le pregunté si le apetecía tomar algo más. Negó con unmovimientodecabeza.

—Verás,Rosa…—carraspeé—.Nosémuybienpordóndeempezar.Me llamoSamuely…fuiyoquienatropellóatuhijo.—Hiceunapausaintencionadayesperéacomprobar su reacción.Nohuboninguna, asíquecontinué—:Aquellamañanamedirigíaalaeropuerto.Antonioapareciódelanaday…bueno,imaginoqueelrestoyalosabes.

Elcamareroaparecióconmicafé.—Disculpa —dijo ella con un hilo de voz ronca—. Tráeme otro café a mí

también.Me dediqué a remover el azúcar sin levantar la mirada, tenso, asustado,

consciente de que estaba a punto de recibir un aluvión de aquello que tanto habíatemido:gritos,reproches,insultos…Nomeatrevíaamirarlaalosojospormiedoaque descubriera en los míos la vergüenza que me producía mi propia cobardía alactuarasí.

—Gracias,Samuel…Aquellometomóporsorpresa.—¿Porqué…?—preguntéconfundido,altiempoquedejabaderemoverelcaféy

volvíaamirarlaconunpuntodeextrañeza.—PoracompañaraAntonioenlaambulanciahastaasegurartedequeestabaen

buenasmanos—respondió—.EldoctorVelascomecontó loocurrido;medijoquefueélquien te sugirióque te fuerasacasaporqueyahabíascumplidoynopodíashacernadamás.Yque incluso tuvoqueobligarteaque temarcharasporqueenun

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primermomentotenegabasahacerlo…Gracias,deverdad.Notodoelmundoentulugarhubierareaccionadoasí.—Semehizounnudoenlagargantaynofuicapazdearticular palabra—. Sé lo que estás pensando —continuó—, pero créeme que nosientoningúntipoderencorhaciati.QueToniestuvieraaesahorasoloyenmitaddelacallenoesculpa tuyay te tocóa ticomolepodíahaber tocadoacualquiera.Elúnicoculpableaquíeseldesgraciadodemiexmaridoquenoescapazdehacernadabien,nisiquieracuidardesupropiohijo.Ymía,también,pornohaberhechotodoloposibleparaqueeljuezlequitaralapatriapotestadensumomento.

—Antonio estaba solo cuando ocurrió el accidente —acerté a balbucir,confundido—.Nohabíaningúnadultoconél.

—¡Aesoesprecisamentea loquemerefiero!—exclamó,conrabia—.Mihijohabíapasadoelfindesemanaconélporqueeraunodelosdosquelecorrespondenlegalmentecadames.Cuandoellunesporlamañanafuealahabitacióndesupadrepara despertarlo y se dio cuenta de que no había pasado allí la noche se asustó alversesoloen lacasayse lanzóa lacalle,desconcertadoymuertodemiedo,hastaquepasóloqueteníaquepasar.

—¿Cómosabesquefueesoloqueocurrió?—¡Porque lo sé! Lo sospeché desde el primer momento en que me dieron la

noticia,perocuandonomerespondíalasllamadasalmóvil,nialasdecasa,semeocurrióllamaraunodelosbaresquesuelefrecuentaryeldueñomedijoqueacababademarcharsehacíaapenasmediahoraconotrosdosamigossuyosacasadeunodeellos,yqueibanpuestoshastalastrancas.Eranlasoncedelamañana,hacíayatreshorasqueacababandeatropellarasuhijoyélasumarcha,sintenerniputaideadeloquehabíapasadoysindarseñalesdevida.Hanpasadocuarentayochohorasysigueconelteléfonoapagadoelmuycabrón.¡Malditohijodeputa!Ojaláenunadeestaslerevienteelcorazón,queparaloquelesirve.

—¿Oseaquesupadreaúnnohavenidoporaquí?—Ni ha venido ni vendrá. Conozco a Luis como si lo hubiera parido. Es un

cobardepatológicoysabequeestavez laha jodidoabasedebien.Esperaráaquetodohayapasadoantesdevolveraaparecercomohacesiempre.Enterarsedequesuhijoestáencomanolequitaráelsueño,telopuedoasegurar.

Aunque podía entender su rabia me costaba creer que aquello fuese del todocierto.

—Losientomucho,Rosa—dije,sincero—.Ylamentoquefuerayoelque…—Yatehedichoquenofueculpatuya—meinterrumpió—.Enserio,olvídalo.Permanecimosensilencio,evitandomirarnoselunoalotroysinsabermuybien

quédecir.Deprontoalgosemehizopresente:—Eldoctormehadichoqueaúnpuedeestardedosatressemanas…así—evité

empleareltérmino«comainducido»porquemeparecíaexcesivamentedramático—.¿Tienes algún familiar que pueda quedarse con tu hijo alguna noche para que túpuedasdescansar?

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—Tengouna hermana—respondió, tras recapacitar un segundo—,pero trabajade funcionaria en el ayuntamiento deAlcorcón y, aparte de tener casi una hora decoche,entramuytempranoatrabajar.Además,nosepuededecirquenosllevemosdemasiadobien.

—¿Ytú?¿Notrabajas?—Cuandome dejan—respondió sin titubeos—. Soy autónoma. Trabajo como

ayudantedemaquillajeypeluqueríapara spots de televisión.Elmundono seva aparar ni España se va a hundir más en la crisis porque yo esté tres semanas sintrabajar.Detodasformas,paramíesoeslohabitual.Setratademihijo,ynomedala gana de que nadie se quede con él, excepto yo. ¿Qué clase de madre seríaentonces?

Nomefuedifícilpercibirensuspalabrasunamargoposoderesentimiento.Eraevidente que aquellamujer de aspecto frágil estaba reventada por dentro y solo lequedaban las fuerzas necesarias para cuidar como buenamente podía de su hijodiscapacitado. Tal vez al elegir esa soledad compartida por ambos intentabaprotegerleasumaneradelacrueldadconlaqueamenudotrataelmundoaaquellosquesondiferentes.

—Megustaríaayudarte—dije,porfin,conscientedequemeadentrabaenterrenopantanoso.

—¿Ayudarme?¿Cómo?Saqué del bolsillo interior de mi americana una chequera. Rosa la miró con

desconfianza.—Séquelavidadetuhijonotieneprecioynoquieroquememalinterpretes—

continué hablando mientras rellenaba uno de los cheques—. El proceso derecuperaciónpuedeserlargosegúndiceelmédico,yaunquemeconstaqueelsegurocorrecontodoslosgastosdehospitalización,tambiénséqueprobablementepasaránunosmeseshastaquepuedasvolveratrabajar.

Firméelchequeporunacantidadde treintamildólaresy lodeslicébocaabajohaciasuladodelamesa.

—Solo intento tomar mi parte de responsabilidad —continué, mientras leacercabaelbolígrafoparaquerellenara losdatosquefaltaban—.Déjameayudarte,porfavor.Eslomenosquepuedohacerportiyportuhijo.

Rosanisiquieralediolavueltaparacomprobarlacantidad.—Túlohasdicho,Samuel—repuso,clavándomeunamiradalíquida—.Lavida

demihijonotieneprecioynovoyapermitirquenadieseloponga.Siaceptaratuchequedealgunamanera loestaríahaciendoymedapánicoqueporculpadeelloalgo pudiera salir mal. Agradezco tu gesto de corazón, pero no puedo aceptarlo.Entiéndeme.

Entendíaperfectamenteloquemequeríadecir.Comprendía,enciertomodo,esemiedoirracional,amediocaminoentrelasupersticiónylacreenciareligiosa,dequecualquieraccióncontrariaalahonradezpodríasereldetonantedelatragedia,como

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si caminase sobre una fina capa de hielo que el menor paso en falso pudieseresquebrajar. Para Rosa, aceptar ese dinero habría supuesto, en su fuero interno,actuardemanerainteresada,inclusoegoísta,yfueradeloslímitesdelomoralmentecorrecto,poniendoasíenpeligrolavidadesuhijo.Unancestralycuriososilogismodesupervivencia.

—Comoquieras—dije,resignándome,mientrasmedisponíaarecogerelchequepararomperlo.

—Espera—dijoella,ypusounamanosobreél,evitandoenúltimainstanciaquelorompiera—.SideverdadquieresayudaraToniynotehacefaltaesedinero,hayalgoquepuedeshacer.

—Nomehacefalta.Dime…Rosalediolavueltaalchequeycogióelbolígrafoqueestabasobreél.Alverla

cantidadseleiluminaronlosojos.—Vaya, o tienes mucho dinero o eres muy generoso —dijo, al tiempo que

esbozabaunatímidasonrisa.—Otalvezeseeselprecioquelepongoamiresponsabilidad.Rosa comenzó a escribir algo en el apartado reservado para el nombre del

beneficiario.Alfinalizarmeentregóelchequejuntoalbolígrafo.—EstáanombredeMarcialIzquierdo.EseldirectordelaFundaciónSíndrome

deDowndeMadrid.Sideverdadestedineroestabadestinadoparamihijoyparamí,nosotrosqueremosquelotengaél.EstamosendeudaportodoloquehanhechoporToniduranteestosaños.Nadielomerecemásqueesagente,créeme.

—Comoquieras—dije,ymedispuseadevolverleelcheque.—No,no—dijo,negándoseacogerlo—.Esmejorqueseloentreguestú.Mevolvíaguardarelchequeenelbolsillointeriordelachaqueta.Lepreguntési

tenía algún inconveniente en que siguiera pasándome de vez en cuando para vercómoevolucionabaToni.Medijoqueno,quealcontrario,yqueagradecíaelinterésqueestabamostrandoporél.Leanotéenunpapelminúmerodemóvilyeldelhotelporsinecesitabacualquiercosa,alahoraquefuese,osihabíanovedadesencuantoasu recuperación. Ella me anotó también el suyo y la dirección de la FundaciónSíndromedeDown.Quedamosenvolveravernosenunosdíasynosdimoslamanoantesdequeselevantaradelamesapararegresaralaunidaddecuidadosintensivos.

—¿Tieneshijos?—preguntóderepente,dándoselavuelta.—No—respondí.—Pues entonces aún no sabes lo que es el amor incondicional, el amor con

mayúsculas;perotampocohassufridoeldolormásintenso:eldesaberqueunmaldía,enunafraccióndesegundo,tepuedenarrebatareseamorparasiempre.

—Creoqueteentiendo.—¿Vivirá,verdad,Samuel?—dijo,conojosdeniñapequeña.—Claroquesí,mujer.Estáenlasmejoresmanos.—¿Melojuras?

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—Telojuro…Seenjugólaslágrimasconeldorsodelamanoconlaquemedecíaadiósysalió

porlapuertadelacafeteríaalreencuentrodelúnicoyverdaderoamordesuvida.

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urante el resto del día no pude dejar de pensar enmi encuentro con aquellamujertansingular.Enningunodelosposiblesescenariosquehubierapodido

recrearmentalmentesehabríaproducidoeldesenlacedelmodoenqueseprodujo.EnlosEstadosUnidos,porcuestionesmenosgraves, lasvíctimasysusfamiliares,aúnen el hospital, se frotan lasmanos junto con sus abogados conscientes de que lascifras que pueden llegar a percibir como compensación son astronómicas, hasta elpunto en que son muchos los que se autolesionan en un intento fraudulento deengañaralsistema,algoqueseconsigueconrelativafacilidad.Enciertomodo,simeparaba a pensarlo, aquellos treinta mil dólares eran una cantidad ridícula encomparaciónconloquepodíahaberllegadoadesembolsarsielmismoaccidentesehubieseproducidoen lascallesdeNuevaYork.Y,sinembargo,mesorprendióqueaquellamujernoquisieraaceptarlosapesardelomuchoquelospudieranecesitarydecidiera cederlos a aquella institución donde tenía puesta su gratitud. ¿Es posiblequefuéramostandistintosenunpaísyenotro?EnlosEstadosUnidosganareneljuegodelavidapasabaporacumularlamayorcantidadderiquezaposiblealprecioquefuera,inclusosiseproducíaatravésdeunaapropiaciónindebida,amparadaporun sistema legal moralmente laxo, en el marco de una legislación caduca. Noobstante, en este país azotado por la crisis, una pobremujer, sola, con un trabajoprecarioyescasosmedioseconómicos,yconunhijodiscapacitadoensituacióndevidaymuerteeracapazdeplantarseydecir:«No.Noquieroesedinero.Nolepongoprecioalavidademihijo.Dáseloaesaotragentequelomereceylonecesitamásqueyo».Todaunaleccióndedesapegoenmediodeunmundoquesoloentiendedeaferrarsealascosasmateriales:dinero,relaciones,estatus…Todaunamanifestacióndeintegridadyvalentía.

Aquellanochemeacostétempranoydormídeltirón.AlamañanasiguientetoméuntaxiparaacudiralasededelaFundaciónSíndromedeDown.Habíaconcertadolanocheanteriorunacitaconeldirectordelamisma,MarcialIzquierdo,quesehabíamostradomuy complacido en recibirme, ya que había sido previamente informadoporRosasobrequiénerayoyquéeraloquemedisponíaahacer.

Mesorprendiósuarrolladoravitalidad.Acudióamiencuentroenelhallconunasonrisa amplia ymedio lamano con firmeza,mirándomedirectamente a los ojos,algoaloquenoestabaacostumbradoyque,enlosEstadosUnidos,seconsiderabademala educación, y se toleraba con cierta reserva como una muestra del carácterapasionadoyuntantoextravagantedeloshabitantesdelsurdeEuropa.Ledijoalaseñorita de recepción que no le pasara ninguna llamada y me invitó a que leacompañaraasudespacho.

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—Megustaríahaberlerecibidoenotrascircunstancias,Samuel—dijoymeinvitóasentarmeconungesto—.Imaginoqueestoestásiendo tanduroparaustedcomoparanosotros.

—Asíes—dije—.Perotutéame,Marcial,porfavor.Marcialsonrió,asintiendo.—Toniesunchavalmuyespecial—continuó—.Aquítodoslequeremosmucho.

Los padres de los otros chicos están consternados con la noticia, aunque hemospreferido no contárselo al resto de sus compañeros. Estos chicos tienen menosherramientasalahoradelidiarconimpactosemocionalesdeestetipo.

—Sí,melopuedoimaginar.Nosquedamosensilencio.Nosabíamuybienquédecir.Dudéensimostrarme

interesadoensusactividadesyenelfuncionamientodelafundaciónodejaraunladocualquiertipodeconvencionalismoyentregarleelcheque.Marcialsemeadelantó.

—MehadichoRosaqueteníasintencióndehacerundonativoalafundación.—Sí—dije,ysaquéelchequedelbolsillodemichaquetayseloentregué.—Vaya—exclamó—. Es un donativomuy generoso.Muchas gracias. Créeme

queledaremoselmejorusoposible.Marcialsostuvoelchequefrenteaél.—CitibankManhattan…¿VivesenNuevaYork?—Sí,desdeniño—respondíconunpuntodeextrañezamotivadaporsurepentina

curiosidad—.Mimadreyyonosmudamosallícuandoteníadoceaños.—¿YcómosigueesaviejaypresumidaGranManzana?—Hastahacecincodíasestabaensusitioycomosiempre.¿Porqué?¿Hasestado

allíalgunavez?—Sepuededecirquesí—asintió,riendoyguardóelchequeenuncajóndesu

escritorio—.Paséallícatorceañosdemividanadamenos:delochentaycuatroalnoventaysiete.

—¿Enserio?¿Yaquétededicabasallí,sinoesindiscreción?—No,no,paranada—seapresuróaresponder—.Erastockbroker,corredorde

bolsaparalafirmaGoldmanSachs,enWallStreet.Aquellome impactó.Habíaconocidoensudíaaalgúnbroker deWallStreety

aquel hombre no parecía poseer ninguna de las características que les confiere suparticularidiosincrasiadegrupo.Aprimeravista,MarcialIzquierdoseencontrabaenlas antípodas de cualquiera de ellos, aparte de ser el director de una fundación sinánimo de lucro cuyo objetivo era la integración de personas discapacitadas, unmercadodonde convivenotro tipodevalores completamentedistintos a losque secompranysevendenadiarioenelparquédelNewYorkStockExchange.

—Vaya—sonreí—.Nuncalohubieradicho.Nodaselperfil.—Teestaráspreguntando:¿quédemonioshaceuntiburóndeGoldmanSachsal

mandodeunaONG?¿Puedenexistiracasodosmundosmásopuestos?—Mehasleídoelpensamiento.

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—¿Teapeteceuncafé?—Sinoesmuchamolestia…MarcialsedirigióaunamáquinaNespressoeintrodujounacápsuladecafé.—Sucediódelamaneramásextrañaenunodeesosbochornososdíasdejulioen

NuevaYork.Nohacefaltaquetedescribacualeslasensación:lacamisa,empapada,se tepegaalcuerpoyelalquitrána la suelade loszapatos.Sehacedifícil inclusorespirar.Eranlasdosdelatardeyunreguerode«trajes»nosdirigíamosanuestrasrespectivasoficinastrasellunchbreak.Yohabíacomidopocoyrápido.Disponíaaúndeunosveinteminutosymenegabaavolveraunaoficinadonde,leydeMurphy,esedía se había estropeado el aire acondicionado, al parecer debido a las altastemperaturas,locualnodejadetenersugracia.Asíquedecidícomprarmeunheladoyme senté adisfrutarlo enunbancodeBatteryParkmientras esperaba lahoradevolverafichar.Medediquéentoncesacontemplaradecenasdetiposcomoyo:tiposdemiedad,vestidosigualqueyo,atrapadosenellaberintosinsalidadesusneurosis.Mequedémirándolosunbuenrato,sinemitirjuicio,sinevaluar.Sololosmiraba,yalhacerlomedicuentadeque,enrealidad,meestabaobservandoamímismodesdeladistancia.Acontinuación,unpensamientoprofundoyvisceralsurgiódelanada;unavoz interiorquemerepetíaunayotravez:«¡Seacabó! ¡Seacabó!Noeresunodeellos,Marcial…».—Meacercólatazadecaféyunsobrecitodeazúcar—.Hetenidounaeducacióncatólicamuyestricta—prosiguió—,ysiempre,desdemuyjoven,hecreídoque lavidaerauncochedeportivoqueconducíayoa todavelocidad,yqueDioseramicopiloto.Aunasí,aquella tarde,sinoponerresistencia,solté lasmanosdel volante, levanté el pie del acelerador, me acomodé en el asiento contiguo, ypensé:«Señor,yavasiendohoradequelocojastú».

—¿Y qué ocurrió con tu trabajo?—pregunté, completamente absorbido por suhistoria.

—Bueno, comomi vida no es una película deHollywoody además soy de unpueblecito de Valladolid, no me dio por ponerme a cantar y a bailar. Subí a mioficina, hice las cuatro llamadas que tenía pendientes antes del cierre de la bolsa,marquéel númerode Iberiay compréunvuelo aEspañapara el día siguiente.Unvuelodeida,sinretorno.SalídeGoldmanSachssindespedirmenirecogermiscosasyme fui directo al embarcadero donde atracan los barcos que cruzan hasta StatenIsland.QueríaverlaEstatuadelaLibertaddurantelapuestadesolporúltimavez.

—¿Nunca has intentado saber qué provocó realmente tu decisión?—pregunté,mientrasremovíaelcafé.

Marcialme sonrió y se tomó su tiempo para contestar, como si se lo estuvieraplanteandoporprimeravez.

—Posiblemente ese díameocurrió lomismoque a aquel viejo aparato de aireacondicionadodeGoldmanSachs—improvisó,rascándoseelmentón—.Talvezmimentetambiénseparó,dejódefuncionar.Oporlomenosdejódehacerlosiguiendosupatrónhabitual.Yalnopensarennadaempecéacomprenderlotodo.Solocuando

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cesael ruidocomienzasaescucharesasotrasvocesquenuncahandejadodeestarahí,esaespeciedebrújulainternaalaquenuncalehacemosnipuñeterocaso.Quizássi ese día hubiésemos tenidouna agradable temperatura de veintitantos grados conunabrisafrescasoplandodesdeelríoHudson,yoaúnseguiríaenaqueldespachodelbajoManhattan,quiénsabe…

—¿YcómoterminaunantiguotiburóndeWallStreetgestionandounaONG?—pregunté,intentandoconectarlospuntosysinpreveraúnelfinaldelahistoria.

—Ah,amigomío—dijo,masticandocadapalabra—.¡Esaeslaverdaderamadredelcordero!

Noentendíesaexpresiónperotampocohizofalta.LosupeencuantoextrajodelcajóndesuescritoriounafotoenmarcadadeunaniñaconlosrasgoscaracterísticosdelsíndromedeDown.

—Alpocode llegaraEspañameinstaléenMadrid.Meprocuré trabajoenunaconsultoríadondeconocíalamujerdemivida:Marisa.Dios,alvolante,debiódevermiexpresióndepánfilo,puestoqueredujolamarcha,aparcóenlacunetayabriólapuertadeatrásinvitándolaasubir.Alcabodepocosmesessequedóembarazada,ynuevedespués lavidanosbendijo conAlma,un ser de luzque, a diferenciade lamayoríadelosniñosquesuelenllamar«normales»,noaparecióconunpandebajodelbrazo,sinoconalgoinfinitamentemásvalioso:miverdaderopropósitoenlavida.

Lahistoriacerrabaconbrochedeoro.Peroaúndeseabasaberunacosamás.—¿Nunca has echado de menos la ciudad?Muchos dicen que Nueva York es

comounadrogaquenoseconsiguedejardeltodo.Marcialcogiólafotodesuhijaylavolvióaguardarenelcajón.—Aveces, no tevoy amentir.Enocasiones, cuandoveo algunapelícula en el

cine o en la televisión y reconozco algún lugar por donde he pasado y que estáconectado a un determinado recuerdo me da un pequeño vuelco el corazón: unrestaurante,unacalle,unparque…,quéséyo.Perosobretodoechodemenosaquellavitalidad y energía de la juventud. Aquellos sueños que solo pueden soñarse ymaterializarse allí.Aquella sensación de estar en el centro del universo…Echodemenosesascosasabstractas,esassensaciones,peronoextrañoparanadaloquellegóasermidíaadíaenWallStreet.NousoChanel,noheprobadonuncalacocaínaynomegustanadaelDomPérignon,asíqueaquellavidadelujoyexcesotampocoesquerimaramuchoconmigoyladejéatrássinningúnesfuerzo,comoelqueseolvidadeunromancedeveranotanprontollegaseptiembre.

Eralalocuraconmássentidoquehabíaescuchadoentodamivida,yapesardecomprenderla,habíaalgoenellaquenoseajustabaamimaneradeentenderlavida,para ser exactos, a la manera en la que la entendemos la mayoría, en la queaprendemosdesdeniñosqueunoeligesupropiodestino,queforjasupropiasuerte.

—Bueno.Noquierorobartemástiempo,Marcial.Seestáhaciendotarde.—Espera—atajó—.Todavíanomehasdichoaquétededicastú.—Soyactor—respondísinpensar—.EnBroadway.

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LosojosdeMarcialseabrieroncomoplatos.—¡Vaya! ¿Qué te parece? ¡Tenemos a todo un actor de Broadway en la

fundación!Esosíquenoseve todos losdías.¿Esposibleque tehayavistoactuaralgunavez?

—No,nolocreo.Micarreracomenzóaconsolidarseapartirdel2000.Túyatehabíasmarchadodelaciudad.

—Mejor así—se apresuró a añadir—.Si te llego a reconocer, no hubiese sidocapazdearticularpalabra.Soyunverdaderotontainacuandosetratadealternarconfamosos.Debesermiladocastellano.

Ambos reímos aquella ocurrencia. A continuación, Marcial volvió a sacar elchequedelcajóndesuescritorio.

—¿Sabesunacosa,Samuel?Túmismoacabasdeelegireldestinodeestedinero.Nopuedetratarsedeunacoincidenciasinmás.

—¿Aquéterefieres?—preguntéextrañado.—Verás—dijo,mientrasmeentregabaunpequeñodosier—.Desdehacealgunos

años,lafundaciónvienerealizandocursosytalleresdeinterpretación.Aalgunossenos ocurrió la brillante idea de que sería una magnífica forma de potenciar sushabilidadessocialesydeinteracciónconlosdemás.Losresultadosfueronincreíblesdesdeelinicio.Eltallerpermitiódescubrireltalentoartísticodealgunosquedeotramanera hubieran pasado inadvertidos. Los niños disfrutan una barbaridad, losmástímidosmuestransucaramásabierta,ylospadresloagradecenporquelossábadospor la tarde pueden dedicarse a sus cuestiones personales sin tener que estarpendientesdesushijos.Asíquetodoscontentos.

—¿Quétipodetrabajolleváisacabo?—Bueno, como te puedes imaginar, no trabajamos textos de Shakespeare o de

Calderón.Setratadecosassencillasquetenganunaciertaresonanciaenellos.Sonlospropiosprofesoreslosqueescribenlasversiones.

—¿Yestosniños…soncapacesdememorizar?Marcialhizounapausa,adoptandounsemblanteserio.—Laúnicadiferenciaentreestoschicosytúyyo,esqueellostienenunacopia

adicionaldelcromosoma21,nadamás.Lamayoríadeellosconsiguenaprendersindificultadyretenerextensospárrafos.

—¿Entonceseldineroestaríadestinadoaimpartirmástalleres?¿Acontratarmásprofesores?

—Noexactamente—respondió—.Algoquemellevarondandolacabezadesdehacealgúntiempoeslaposibilidaddeorganizarunfestivaldefindecursodondeloschavales puedan actuar en todas esas obras delante de un gran público. Algunospadres están en contra porque tienenmásmiedo al ridículo que sus propios hijos,peroséquea losniños leshaceuna ilusiónbárbara.Elproblemaesquecuando teponesahacernúmerosnosalenlascuentasporningunaparte:elalquilerdeunteatro,eldiseñodeluces,laconfeccióndelvestuario…Losgastossedisparanycomonose

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tratadeunodelosproblemasmásacuciantesquetienequesolucionarlafundaciónnuncahevistoelmomentodellevarloabuentérmino.Peroesohacambiadocontudonativo.AsíquevasaserelprimermecenasdelajovencompañíadeactoresdelaFundaciónSíndromedeDowndeMadrid.

Aquellomegustó,nuncahabíasidomecenasdenadaymeparecióunproyectoquemerecíalapena.

—¿Y podría ver el trabajo que lleváis a cabo con los chicos, si no es muchamolestia?—dije,devolviéndoleeldosier.

—Por supuesto. ¡Faltaría más, señor productor! —exclamó, sonriendo—.Acércateporaquípasadomañana,elsábadoporlatarde,apartirdelascinco.Sevana morir cuando sepan que hay un actor profesional, nada menos que venido deAmérica,viéndolosactuar.Quizáspuedasdarlesunconsejoodos…

—Hastaelsábado,entonces—dije,levantándomedelasilla.Marcialmetendiólamanoyselaapretéconfirmeza.Estavezyotambiénlemiré

a losojos.Cuandoestabaapuntode salirpor lapuertaalgomemordióen lomásprofundodelaconciencia.

—Verás,Marcial…—titubeé—.Lociertoesquenopuedoatribuirmeelméritodeestedonativo.EsedineroestabadestinadoparaRosayfueellaquienmesugirióqueteloentregaraati.Adecirverdad,esellaquienmerecevuestragratitud.

Marcialsereclinóconlosdosbrazossobresuescritorio.—Lo séperfectamente,Samuel.Sin embargo, aunque te cueste creerlo, en este

viajeenparticulartambiéntúvasdecopiloto.

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ncendíelordenador.EntréenmicuentadecorreoelectrónicoyvolvíareleerlacartaquemehabíaenviadoSusanunpardedíasatrás,tratandodeencontraren

ella unaperspectivanuevaqueme ayudase amanejar aquella situación conmayorserenidad.

Nofuncionó.Volví a apagarlo y me dejé caer sobre la cama con una molesta sensación de

desasosiego.De pronto algo se me hizo presente, algo en lo que no había reparado desde

aquellamañanaenelaeropuertoenlaquetodomicuerporeaccionóconrechazoantela proximidad de un vaso dewhisky. ¿Habría sido algo esporádico, una situaciónpuntual debida en parte al estrés acumulado a raíz de lo ocurrido, o incluso a lasalvajeresacaproducidaporelabusocompulsivoycontinuadodurantelasjornadasprecedentes? ¿O tal vez se trataba de algo más categórico y permanente; de unareacciónbioquímicademipropioorganismoprovocadaporeldeteriorodelaenzimaencargada de metabolizar el alcohol tras casi treinta años de consumoininterrumpido? Si así fuera y tuviese por ello que abandonar indefinidamente labebidaacausadeunaintolerancia,¿cómohabríadeencarardeahíenadelanteeldíaadía, losmomentosdedudayconfusión, las situacionesdedepresiónyestrés, lasconstantesidasyvenidasdemivolubleestadodeánimo?¿Ydequémanerasilenciarentonces aquellas voces internas que me habían torturado desde niño, apuntandohacia todo aquello aborrecible y execrable que, según ellas, había en mí? Norecordaba haber dejado de beber ni un solo día desde aquel en que lo probé porprimeravezjuntoaRandySchroederenlaescuelasuperior.Elalcoholeratanpartedemícomopodíaserlomicarrera,misrecuerdosomivoz.

Nome permití reflexionar sobre el tema ni un segundomás.Me incorporé deinmediatoymeencaminéendirecciónalmueblebar.LoabríysaqueunabotellitadeCardhuparaconsumoindividual.Desenrosquéeltapónyvaciétodosucontenidoenunvasoanchodecristal.Alaproximármeloaloslabiosseprodujodenuevoaquellasituaciónanómalaenlaquemisentidodelolfatohizosaltartodaslasalarmasdemibioquímica, respondiendo al estímulo con una fuerte náusea. Pero en esta ocasiónestaba decidido a perseverar, así que me pincé con dos dedos la nariz, incliné lacabeza hacia atrás, y vertí el whisky directamente en el interior de mi garganta,evitandoquerozaralalenguaoelpaladar.Apenasunpardeminutosmástarde,yaúncon el reconfortante calor del líquido acariciándome el interior del pecho, corrí aabalanzarmesobre la tazadel inodoro,vomitandohastaelúltimomililitrodeaquelañejo escocés demalta. Un indecoroso final para un licor que había permanecidodocelargosañosenbarrica.

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Ahorayanoteníaningunaduda;alparecerlabebidayyoacabábamosdesellarnuestro divorcio por siempre y sin reconciliación posible. Tiré de la cadena, mequedé observando cómo el agua arrastraba con ella los últimos treinta años demividaporeldesagüeymeencaminéhaciael lavaboconintencióndecepillarmelosdientes.

El teléfonodelhotel sonóen lahabitacióncontigua.Me terminédeenjuagar labocaatodaprisa,salídelbañoydescolgué,dejándomecaersobrelacama,aúnconun ligeromareo.El incombustibleFermín,unavezmás, sehallabaalotro ladodelaparato:

—Perdonemi injerencia, señorPalacios.Hayun caballero que dícese llamar…EnriqueMartínez, que ha telefoneado a la recepción del hotel con la intención decomunicarseconusted.¿Deseaquelepasemoslallamada?

—Sí,sí,Fermín.Pásamela,porfavor.—Porsupuesto,donSamuel.Siempreesparamíunhonoryunplacersaludarloy

serledealgunautilidad,ya losabe.Quedescanse…digo, ¡buenosdías!Lepaso lallamada…

TrasunosbrevessegundoslavozdeEnriqueseescuchabadiáfanaalotroladodelaparato.

—Samuel,¿estásahí…?¿Meoyes…?¡Samuel!—Sí,sí,Enrique.Teoigoperfectamente.¿Cómoestás?—Puescómovoyaestar,¡delosnervios!¿Tienesideadequédíaeshoy?—Viernes…,16dejunio.Alotroladodelaparato,Enriquesearrancóconunasonoracarcajada.—¡No,hombreno!Merefieroaquéacontecimiento importante tiene lugaresta

tarde.Mevimomentáneamenteentrelaespadaylapared.—Nosé…¿Tucumpleaños…?—balbucí,tratandocomopudedesalirdelpaso.—¡Muchomásimportante,Samuel!¡Infinitamentemásimportante!¡Dóndevaa

parar! —Enrique hizo una larga y estudiada pausa dramática para conseguir unefecto, antes de responderse a su propia pregunta—: ¡Hoy debuta la selecciónespañoladefútbolcontraSuizaenelMundial!

Apuntoestuvedeecharmeareír.Aquellainformaciónquemeproporcionabaelbueno de Enrique, como si hubiera decidido compartir conmigo el misteriomejorguardadodeluniverso,nomedabanifríonicalor.Enhonoralaverdad,nuncamehabía interesado el fútbol de selecciones, ni me había sentido identificado con elequiponacional.

—¡Escierto,nohabíacaído!—repuse,conunafingidaexclamación,puestoquenodeseabacrearunmenoscaboensuentusiasmodeniño.

—Meloimaginaba,señorimportante—atajó—,peroparaesoestoyyoaquí:pararecordártelo.Elpartidoesalascuatro.Tevienesaverloamicasa,síosí.Noadmitoun«no»porrespuesta.Ycomomedigasquenoteinteresalomásmínimoelsoccer,

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oque en «tu país» se considera un deporte para niñas, o peor aún, que vas con laselección de Estados Unidos, tú y yo vamos a tener más que palabras. Avisadoquedas.

Aquellomehizoreír.—Ok…¡Ok!—Imagino que por «ok» quieres decir «vale», «de acuerdo», «está bien…», o

algo parecido.Aquí, en España, aún conservamos la vieja costumbre de hablar encristiano.

—Deacuerdo—concedífinalmente,disfrutandodelafinaironíaydelarenovadapersonalidaddemiamigodelainfancia.

—¡Estupendo!Alascuatromenoscuarto,entonces.Noteretrases.—Allíestaré.—Ah,yunacosamás:nohagasplanesparaestanoche,megustaríaquealacabar

elpartidomeacompañasesaunsitio.—Perfecto.Buenosdías,Enrique.Deprontotuveunaextrañaintuición.—Ybuenosdíasparatitambién,Fermín.Aloquetrasunossegundosdeunsilenciosepulcral…—…Buenosdías,señorPalacios—murmuróunaavergonzadavoz.Alrededordelastresdelatardeabandonéelhotelconlaintencióndeirdandoun

paseo hasta la casa de Enrique. Amedida que se acercaba la hora del partido lascallesseibanquedandomásymásvacías,hastaelpuntodeque,aesodelascuatromenos diez, toda aquella parte de la ciudad se hallaba envuelta en un manto dequietudqueladotabadeunciertoaireapocalípticooespectral.

Unavozsobrexcitadaynerviosasonóalotroladodeltelefonillo.—¡Llegascincominutostarde!Sube.Estáapuntodecomenzar.La puerta estaba entornada y nadie salió a recibirme. Sonaban los primeros

acordes de una música que creí reconocer vagamente, y que me retrotrajo deinmediato a aquellos olvidados años de mi infancia en Madrid. Sonaba el himnonacionaldeEspaña.

—¡Madremía!—resoplóEnrique,nadamásterminó,conunbrilloacuosoenlamirada—.¡Siencimatuvieseletra,seríayalarepera!

Durantelaprimerapartedelpartidoapenascruzamospalabra.Enriqueselimitabaarefunfuñaryahacercomentariospeyorativossobreelpobrejuegodelaselección,yalanzarimproperioscontraelárbitro.

En el descanso,Enrique aprovechópara ir a la cocina a preparar café; a puntoestuvedesugerirlequelocambiaseporunatila.

Resultabaentresorprendenteyfascinantepresenciaruncambiotanacusadoensucomportamientoenrelaciónanuestroprimerencuentrodehacíatresnoches.Aquelhombre queme había parecido la viva imagen de la cordura y el sentido común,

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maldecíayseretorcíaenelsofáconcadaocasióndegolmalogradaporlaselecciónysemordisqueabalasuñascompulsivamenteantecualquiercontradelequiporival.Enlasegundamitad,cuandoSuizaanotósuprimeryúnicotanto(elquealapostrelediolavictoria),sederrumbócomounpesadofardosobreelsillón,sequedóquietocomo una estatua, y no volvió a moverse ni a decir palabra hasta el pitido final.Seguidamente,apagóelbotóndeencendidoenelmandodeltelevisorypermanecióensimismado,conlamiradaausente,durantealmenosunpardeminutosquesemehicieroneternos,hastaque,porfin,reaccionó.

—Bueno —dijo, acompañando un suspiro con una sonrisa forzada, comoqueriendoquitarlehierroalasunto—.Nopasanada,otradesilusiónmás.

—Noteníaniideadequetelotomabastanapecho—comentésorprendido.—Bien, pues ahora ya conocesmi secretomejor guardado, Samuel—admitió,

con ademán melodramático—. Acabas de ser testigo de cuál es la horma de mizapato,mitalóndeAquilesymimelenadeSansón,todojunto.Laúnicacosaenelmundo capaz de sacarme de mis «casillas»…, y no me refiero al portero de laselección. Este fútbol del demonio va a acabar conmigo algún día. Te lo juro, essuperioramí—sentenció,resignado.

—Sientomuchoquetelotomesasí—repliqué,tratandodereprimirlarisaydemostrarmecomprensivo.

—Notepreocupes.Yaestoymásqueacostumbrado.Enlorelativoalfútbolsoytodounprofesionaldeladecepción.TerecuerdoquetambiénsoydelAtleti,comotú.

—Veráscómoreaccionan.Essoloelprimerpartido.Enriquemededicóunamiradacondescendiente,comoreprobandomicomentario

poringenuo.—Samuel,sidealgoentiendoenestavida,apartedecochesydenúmeros,esde

fútbol;ynosetratadehaberperdidoelprimerpartidosinodeloquehevistoenlaactitud de los jugadores y en el sistema de juego del equipo. ¿Pero qué se puedeesperardeunseleccionadorqueseapellida«delBosque»…?¡Puesesomismo,queenvezdefutbolistasconvoqueleñadores!—Enriquesonriócomplacidodesupropiaocurrencia.Luegomemiródirectamente a losojos,muy serio—:Me juego loquequierasaqueenesteMundialnoalcanzamosnilarondadeloscuartos.¡Jugandoasíesimposible!

—Esprobable—asentí,conlaintencióndedejarzanjadoeltemadeunavezportodas—.Quizátengasrazón.

—Dameunminuto—dijomientrasselevantabadelsofáconunánimoyactitudmuydiferentes—.Medoyunaducharápida,mecambioderopaynosvamos.Hayalgoquequieroenseñarte.

—¿Adóndemellevas?—pregunté,intrigado.—Ami santuario…—respondió con una sonrisa llena demisterio y un brillo

infantilenlamirada.

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staríamintiendosidijeraqueaquellatardeenqueacompañéaEnriqueaunodesusencuentrosdeAlcohólicosAnónimosnodejóunaprofundahuellaenmí.

Estaríamintiendo, además, si dijeraque,másalládemisviejosprejuiciosydemipudor(lleguéasentirmepormomentoscomounvulgarespíadesusintimidades),noseprodujoenmí,poralgunaextrañacircunstancia,undespertartardíodeunaparteadormecidade laconciencia,unseísmoquehizo tambalear loscimientossobre losque había edificado mis creencias más sólidas en lo relativo al uso y abuso delalcohol: al porqué y a sus consecuencias, y por extensión, como una lecciónsubyacente, a la vida en sí. Comprendí, en aquelmomento, qué es lo que lleva amuchosaahogarsusesperanzas,susmotivacionesosussueños,enunvasodelicor.Entendíporquéesdevitalimportanciaelevarellistóndondeunserhumanositúaelumbraldesutoleranciaaldolor:esalevadurapodridaenlaqueamenudofermentalaadicción.Lo descubrí a través de algunas de las historias que compartieron, en unacto de vulnerabilidad y valentía infinitas, varios de los asistentes a la reunión,narrandoexperienciasdesutragediapersonalenlaguerradiariacontraeseenemigoquejamássebateenretiradaconunasinceridadysencillezemotivaquehacíanqueresultaraimposiblenoescucharlasconelcorazónenunpuño.

Cada una de las historias era diferente y, sin embargo, no dejaban de ser lamisma:divorcios,violencia,familiasrotas,despidos,robos,condenas…Todasellasnotas discordantes dentro de una misma partitura, pronosticando un desenlaceinevitabledeenfermedadodelocura,yhaciendollegar,unayotravez,atravésdelamareadeltiempoydelabusocontinuado,unmensajededesesperanzaenelinteriordecadabotella,paratodosaquellosquehabíantenidoladesgraciadeconvertirse,porunouotromotivo,ennáufragosdesuspropiasvidas.

Aúnsoycapazderecordarconnitidezlosrostrosdealgunodelospresentesenaquella reunión: todos sonreían abiertamente como un común denominador.Acusabanreciboacadaunodelosvalientesqueseponíadepie,sepresentabanadamás que con su nombre de pila, y compartía con el resto de nosotros su historiapersonal:sindisfracesnibisutería,sinjustificacionesnimediastintas,levantándose,paratodoaquelquequisieraescuchar,lagasaquecubríacadaunadesusheridasmásprofundas.Heridasqueenalgunoscasosaúnsangrabanyque,muyprobablemente,nunca llegarían a cicatrizar. Hombres y mujeres que no tenían ningún rubor enreconocerse como alcohólicos, como enfermos de un mal que solo unomismo sepuedediagnosticar,yquedabanlasgraciasaDios(segúncadacualloentendía),porhaberles proporcionado la fuerza de espíritu necesaria para mantenerse sobrios almenosundíamás.

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Trascadaunadelasexperienciascompartidasseguardabaunminutodesilencio,comosiconellosequisieragenerarunespacioenblancoenelqueexperimentarelposoquecadaintervencióndejabaenelinteriordesusconciencias.Asílollevabanhaciendodesdeaqueldía (másomenos lejanoencadacaso), enque llegarona suprimera reunión; y el centenar o millar de relatos que habían escuchado desdeentonces se había convertido, con el paso del tiempo, en la tinta de sus diarios, lagasolinadesumotor,larazónmáspoderosadetrásdesusobriedad.

El encargado de moderar la sesión y de conceder el turno de palabra dio porterminadas las intervenciones y todos, incluido yo, nos cogimos de las manoshaciendouncírculoalrededordelasala.Entonces,comosisetrataradeunaoración,comenzarona repetiraquellaspalabrasquehabíaescuchadopronunciardebocadeEnrique la primera noche en que cené en su casa: «Señor, dame serenidad paraaceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo ysabiduríaparareconocerladiferencia».

La noche era cálida y el firmamento estaba cubierto por un tapiz de estrellas.

Enriquemepreguntósimequedaban fuerzasparapasearun ratoporelparquedelOesteantesdecenar.Ledijequesí.Teníatantasdudasrondándomelacabezaqueloúltimoenloquepensabaeraencomer.AlenfilarlacalledelpintorRosalesvimosaunosmetros de distancia, arrastrando los pies, con los hombros caídos y la cabezagacha,aunhombrequehabíaexplicadoenlareunióncómoperdióasufamiliaporculpadesuadicción.

—Míralo.PobreLucas—murmuróEnrique—.Lasoledaddelalcohólicoqueyanobebeeslamásdifícildesobrellevar.

—¿Estásolo?—acertéapreguntar,aúnconmovidoporelrecuerdodesuhistoria.—Completamente.Nosoloperdióasumujersinoasusdoshijas,quedecidieron

quedarseconsumadreynolovisitannienNavidad.—¿Oseaqueyahabíasescuchadosuhistoria?—pregunté,confundido.—Sí, claro, ¡varias veces! —respondió, con una sonrisa—. Aunque tengo la

sensacióndequehoylacontabaparati.—Amí tambiénmehadadomucha lástima.Peroalmenosha logradodejarde

beber.¿Nodeberíaencararlavidaconunpocomásdeoptimismo?Enriquedejódeandar.Sedetuvoensecoyyohicelomismo.—¿Tú de verdad piensas que en cuanto logramos controlar la adicción nuestra

vida se convierte de la noche a lamañana en «sonrisas y lágrimas»? ¿Que vamostodosjuntos,cogidosdelamanoycantandohaciaunhorizontearcoíris?

—No.Aloquemerefiero…—¡Losproblemassiguensiendolosmismos,Samuel!Continúanestandoahí;no

vananingunaparte.Loúnicoquecambiaconlasobriedadesquetodosemagnificay se hacemás real porque no hay cómo evitarlo ni dónde esconderse. El dolor se

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sufre con mayor intensidad, el miedo asusta más y la soledad produce mayorsensacióndeabandono…

—Entonces,¿porquéquerríaunodejardebeber?Enriquesedetuvojuntoaunbancoalaentradadelparqueysesentóenél.Yo

hicelomismo.—Porquenosepuede insensibilizar laemociónselectivamente,amigomío.No

puedes decir: ¡aquí está toda la porquería! Aquí está el dolor, la angustia, lavergüenza,lasoledad,elmiedo…Nomeapetecesentirnadadeesto,¡voyatomarmeunas copas a ver si se me pasa! Esto no funciona así, porque si te emborrachastambién estás anestesiando todo lo demás: el amor, la gratitud, la alegría de estarvivo…, y entonces un buen día comienzas a preguntarte por qué demonios noconsiguesencontrarleningúnsentidonipropósitoatuvida.

—Siempre he creído que uno bebe para lidiar con el sentimiento de culpa—reflexionéenvozalta,tratandodeconectarlospuntosdemipropiahistoria.

—¡No, al contrario! ¡La culpa es una bendición del cielo! ¡Bienvenida sea laculpa!Noconozcounmejorantídotocontralaadicción.

—¿Meestáshablandoenserio?—Completamente—respondiósintitubear—.Sinotienesdentrodetiunadosis

saludabledeculpabilidadnoeresmásqueunsociópata.Loquedeverdadllevaaunoacaerenlasredesdelalcoholnoeslaculpa:eslavergüenza.

—¿Quédiferenciahay?—Laculpaesdecir:«Losiento,hasidounerror,novolveráasuceder».—¿Ylavergüenza?—La vergüenza es decir: «Lo siento, soy un error, no volveré a aparecer».—

Samuelhizounapausaycomenzóaatarseelcordóndeunodesuszapatosquesehabíadesanudado—.Lavergüenzaesesaquenosobligaarehuir todoel tiempolamiradadelotro,lavozquenosrecuerdaatodashorasquenosomossuficiente;quenovalemosparanadanihacemosnuncanadabien,quesiemprenoslasarreglamosparaestropearlotodo.Esesediablilloquevivepermanentementeencimadenuestrohombro, pinchándonos la conciencia a todas horas, aconsejándonos que nosescondamosdetodoydetodosantesdequesedescubraque,enrealidad,nosomosmásqueunfraude,untipoconsuertequeselashaarreglado,nosesabemuybiencómo,paranoserdescubiertoaún.

—¿Qué es un alcohólico entonces, Enrique? —pregunté, angustiado ante laperspectivadequesurespuestadestaparaesaverdaddolorosaquesiempremehabíanegadoaconfrontar.

Enriquememiródirectamentea losojos,mepusounamanoenelhombroconafecto y esbozó una sonrisa, como si hubiese comprendido a la perfección laverdaderarazóndemipregunta.

—Unalcohólico,Samuel,esalguienqueestáperdidoyasustadoenmediodeunlaberintoenelquenadiesemolestóencolocarunapuerta.Alguienque lleva tanto

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tiempo sin encontrar respuestas que ni siquiera es capaz de recordar la pregunta.Alguien al que las dos palabras quemás reconfortan no son «te comprendo», «teacepto», o «te perdono», sino «yo también»… Alguien para el que una copa esdemasiadoyciennosonsuficientes.

Continuamos paseando en silencio, atravesando sin rumbo fijo las entrañas delparquedelOeste,cadaunoinmersoensuspropiascuitas.Alcabodeunosminutoscomencéanarrarletodasaquellascosasquemehabíareservadolanochedenuestroprimerencuentroportemoraquemejuzgarayanomostrarlamejorversióndemí.Meatrevíahablarledemisrecurrentesproblemasconelalcoholylasdrogas(algoquenopareciósorprenderle).Lecontélasituaciónactualdecrisisenmimatrimonio:la petición de divorcio por parte de Susan y su posterior intento de suicidio. Porúltimo, le confesé que había atropellado a aquel chico, justo el día antes de habercenadoensucasa,yquenoencontréelvalornecesarioparacompartirloconélensumomento.Peroahorayanoteníaningúnsentidoocultarlenada,porquemedicuentadequeaquelhombrequecaminabaensilenciojuntoamí,ayudándomeaaliviarconsusilencioysusolapresenciaelpesodetantacarga,volvíaaserdenuevomimejoramigo,y lohabría sido igualmente, aunquenonoshubiéramosconocidodesde losseisaños.

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aoscuridadsefuetornandopenumbraamedidaqueíbamosaproximándonosalasalidadelparquedelOeste.Aldejaratrásunapequeñaalameda,enmediode

una explanada recubierta de adoquines y rodeada de agua, apareció una curiosaedificación compuesta por tres monumentos de piedra de diferente tamaño,equidistantes entre sí, con reminiscencias egipcias e iluminadas indirectamente porluces halógenas colocadas a ras de suelo, que dotaban al conjunto de una bellezasublime.

Unguardiadeseguridaduniformadoseaprestabaenaquelmomentoacerrarlaspuertasdelmonumentoprincipal,elmásgrandedelostres,apremiandoalosúltimosturistasaqueabandonasensuinteriorenloqueparecíaserelfinaldelajornadadevisita.

—¿Quéeseso,Enrique?—¿Nolohabíasvistonunca?—preguntó,sorprendido.—No.Eslaprimeravez.—Sí, es posible, ahora que lo dices —rectificó—. No lleva tanto tiempo en

Madrid. Lo trajeron, piedra a piedra, desde Egipto. No recuerdo la fecha conexactitud, pero es muy probable que alrededor de la misma época en que tetrasladastecontumadreaNuevaYork.

—¡Esespectacular!—dije,mientrasmeaproximabaaélparacontemplarlomásdecerca.

—Loes.—¿Cómosellama?—TemplodeDebod—respondió.—¿Cuálessuhistoria?—No estoy muy seguro —apuntó—. Es un regalo del gobierno de Egipto a

Españaporunaaccióndebuenavoluntad.EselmonumentomásantiguoquehayenMadrid, tienecomodosmilypicodeaños.Aunque lomássignificativoesqueeneste mismo lugar se produjo con anterioridad el levantamiento del Cuartel de laMontaña, al día siguiente del alzamiento nacional enCeuta, el 18 de julio del 36.Creorecordarqueporesarazónel temploseinauguróenaquellamismafechacasicuatrodécadasdespués.

Elcorazónmediounvuelcoaloírlo.—Eseeseldíaquenaciómimadre,Enrique.Eldíaenquecomenzó laGuerra

Civil.—¡Estupendo!—dijo,rodeándomeelcuelloconelbrazo—.Entonces,apartirde

ahora,eltemplodeDebodseráparanosotroselmonumentoconelqueMadridquisoinmortalizarlamemoriadetumadre.¿Quéteparece?

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Notécómolosojossemehumedecíanysentílapulsióndeabrazarlo,peronolohice.

—¿Te das cuenta?—continuó—. Solo llevas tres días sin probar una gota dealcohol y ya va apareciendo toda esa emoción que desde hace tanto estabaadormecida. Siempre ocurre igual.Apartir de ahora verás y sentirás las cosas conmayorclaridad.

Sucomentarionoayudó,sinembargo,adisiparmisdudas.—Nolosé,Enrique.Mesientotanperdidoytancansadoqueyanoestoyseguro

denada.Escomosillevaraañoscaminandoporundesiertoenmitaddelanoche.Aveces,detantoentanto,veoundestellofugazenlaoscuridad,alláalolejos,enelhorizonte.Pequeñosdestellosdeluzqueprometenunaclaridadquenuncaterminadellegar.¿Quémehapasado,Enrique?¿Cómoesposiblequehayallegadohastaaquí?Unavidamalgastadaenposdeunsueñovanidosoeinútil.

Enriquenohizoningúncomentarioalrespecto,selimitóafruncirelceñocomosiacabaradedarsecuentadealgodesumaimportanciay,acontinuación,volteólacarahaciaelmonumento.

—¡Vaya!¿Quéteparece?Eltemploestátratandodecomunicarseconnosotrosatravésdeti.¡Fascinante!

—¿Cómodices?—¡Shhhh!¡Escucha…!Dicequeéltambiénfuearrancadoalafuerzadesupaís

haceaproximadamentelosmismosañosquetú.Dicequetambiénél,aligualquetú,seveobligadocadadíaal«noblepropósito»deentreteneralosdemás,yquerecibeacambioporellotoneladasdeadmiraciónconlasqueyanosabequéhacer…

—DeberíasescribirhoróscoposotarjetasdeNavidad.¡Quéimaginación!—…Dice que él también, al igual que tú, ha acabado en un lugar que no le

correspondía,queélnoeligió.Que,comotú,tambiénsesientecompletamentesolo,apesardeestarrodeadoatodashorasporunamultitud,ysepreguntaacadamomentojustolomismoqueteacabasdepreguntartú:«¿Quémehasucedido?»,«¿Cómoesposiblequehayallegadohastaaquí?».Escúchalo,Samuel.Escúchalobien,porqueestupropiahistorialaqueestáescritaenesaspiedras.

Mequedé observando el templo como si hubiera cobradode pronto una nuevadimensión,comosipudieraoírlorespirar,comosipudieracompartirsudolor.

—Untemploegipciodedosmilañosdeantigüedadenelcentrodeunamodernacapitaleuropea—añadió—.¡Quédisparate!¿Nocrees?

Comprendí al instante cuál era el mensaje que trataba de lanzarme con sucomentario.

—¿EstásinsinuandoquemividaenNuevaYorkesunerror?¿Un«disparate»?—Noestoyhablandodelaciudad.Laciudadyeltemplocarecendeimportancia,

sonsolounametáfora.Loquequierodeciresquetalveztehasempeñadoenelegirunavidaquenoeslaquetetocabavivir.

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Aquellomeempezabaasonarafilosofíanewageyapuntoestuvedehacérselosaber,perodecidíescucharlosininterrumpir.

—Teconozcodesdelosseisaños,Samuel.Unaedadenlaquetodavíanohemossidomanipuladosnicondicionadosporloquelosdemásesperandenosotros,opornuestropropioniveldeexigencia…Unaedadenlaquesomosunlienzoenblancoyenlaquesepuedepercibirconabsolutaclaridadnuestraverdaderaesencia,nuestrotalento natural, y si te tomas la molestia de mirar más de cerca, también nuestropropósitoenlavida.

—¿Adóndequieresiraparar?—pregunté,sinocultarunaciertaincomodidad.Enrique me miró a los ojos. Se mordió el labio inferior dejando escapar un

suspiro,antesdecontinuar.—Entucaso,ningunodeesostalentosincluíaeldeseodeserelcentrodetodas

lasmiradas,eldeseodeactuarfrentealosdemás.—¿Cómopuedessabertúeso?—protesté—.Haceunaeternidaddeaquello;solo

éramosunoscríos.—Erasuntímidopatológico,Samuel.Nuncaheconocidoanadieigual.—Túaúnloerasmásqueyo—contraataqué.—No,Samuel.Yonoera tímido—seapresuróacorregirme—.Yovivíaconel

estigmadeserelgordodelaclase.Sihubieratenidotuplantahabríallegadoaserelmásextrovertidoypopular.Dehecho,adíadehoy,soyelalmadelafiestaalládondevoy,porquelagentemeencanta,mefascinaynomeproduceningunaansiedad.Yonuncajugabaconlosdemásporqueellosnoqueríanhacerloconmigo,noporquenoquisierajugar.

—Notuvemásremedioqueescoger—interrumpí,tratandodezanjareltema—;aquellatimidezenfermizaymivocaciónnoeranbuenascompañerasdeviaje.

Enriquesoltóunacarcajada.—¿Tuvocación?¿Enseriomeestásdiciendoqueactuarestuvocación?¡Amí!—¡No sé por qué te hace tanta gracia! Lo lleva siendo desde antes incluso de

marcharmeaNuevaYork.Enriqueserecompusoydejódereírenelacto.—Efectivamente, Samuel. Más o menos alrededor de la época en la que tu

hermana sufrió el accidente que la dejó inválida, ¿me equivoco?—Se aproximó ycolocó su mano sobre mi hombro—. ¿Pero es posible que después de todo estetiemponotehayasdadocuentaaún?

Unescalofríomerecorriólacolumnaymedeshicedesumanoconunasacudidaviolenta.

—¿Dequé? ¿Dequé coñome tengo que dar cuenta,Enrique? ¡Dímelo tú, queparecestenerrespuestaparatodo,apesardequetuvidaestáaúnmásjodidaquelamía!

Tanprontolohubeescupidomemordílalengua.

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—Vaya—dijo, encajando el golpe—. Parece que voy a tener que llevarte decopasparacontrolartodaesaemoción.

—Perdona…Noqueríadecireso.Hasmencionadoamihermanay…,bueno…consumuertetanreciente,yo…

—Sara había muerto para ti mucho antes, Samuel, no te engañes —meinterrumpió—.Más de treinta años antes, el día en que cayó rodandopor aquellasescaleras.Y todo loque representabamurióesedía también.Todosesos talentosydonesqueellasíposeíaparaactuar,paraacaparartodaslasmiradas,dejarondetenervalor.Suluzseapagóderepente.Detodosmodos,tuhermanasíhabíanacidoparaestararribadeunescenario; túno.Talvezen tu inocenteyaúnconfusacabezadeniñodebistedepensarquesitupadresehabíamostradosiempretanorgullosodeellapor todas aquellas virtudes, quizá tú, esforzándote en adquirirlas poco a poco, enhacerlastuyas,ahoraqueaquelespacioquedabavacío…—Enriquehizounapausa,antesdecontinuar—:Loque resultamásconmovedor,Samuel, esque,despuésdetreinta y tres años, todavía sigas luchando por hacer realidad la que ha sido desdesiempre tumayor obsesión: llegar a ser comoSara para conseguir que tu padre sesientaporfinorgullosodeti.Hassuperadoconcreceslaprimerapartedetuobjetivo,eso no te lo puede negar nadie; la segunda, sin embargo, no. ¿Y sabes por qué?Porqueelamornoesunaecuaciónmatemáticaquedasiempreelmismoresultadosiintroduceslasmismasvariables,ydóndeloentregamos,odejamosdehacerlo,esenlamayoríadeloscasostodounmisterioparanosotrosmismos.TupadreeligióaSaray no a ti por cosas en las que ni ella ni tú teníais nada que ver.Con todo, resultasobrecogedorquelapersonaquemásinfluenciahaejercidosobretuvidaseaalguienaquienllevassinverdesdelosdoceañosyquenuncahaqueridosabernadadeti.

Una ola de calor invadió todo mi cuerpo y una sensación extraña, como devértigo,seapoderódemí.Eracomosisuspalabrashubiesenlogradoatravesarmeelpechoyuntorrentedeaguaestancada,acumuladaduranteañoscomounaciénagadeemociónpodrida,sedesbordaseenmiinterior.Unaemociónquebrotabaahoraenunllantosinconsueloenformadecascadadeliberaciónyalivio.

Enriquenodijonada.Sealejóaunadistanciaprudencialysesentóenunbancopróximo.

Norecuerdocuántotiempopermanecíasí,conlamiradaperdidaenaqueltemploegipcioqueparecíatemblarydesdibujarseatravésdemislágrimascomosifueraelreflejoenunoasisdelosqueproliferanensulugardeorigen.Loquesírecuerdoconnitidez es que amedida queEnrique las había ido pronunciando nome fue difícilreconocer en sus palabras el velo transparente de la verdad, con el queinexplicablementeyomehabíavendadolosojostodosestosaños.

Meenjuguélaslágrimas,aúnentresollozos,ymeacerquéhastaelbancodondeélestabasentado.

—Eres…unhijodeputa, ¿lo sabías?—Fue loprimeroqueacertéabalbucear,desplomándomejuntoaél.

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—Sí.Ya lo sé.Mipadre se encargade recordármelo cadadía—respondió conironía—.¿Cómoestás?

—Como si me hubiese quitado treinta kilos de encima —respondí, dejandoescaparunestertordecongoja.

—¡Nomedigas!¡Vayauntíoconsuerte!¡Yyoquetuvequeponermeacorrermaratonesduranteañosparaconseguirlo!

—Nomehagasreír,porfavor—dije,secándomelashumedadesdelosojosconunpañuelo—.Loúltimoquequerríaesquemesalieraunarcoírisenlacara.

Enriqueserecostósobreelbanco,satisfecho.—Alfinal,seráciertoesodequelaverdadnoshacelibres,¿noteparece?—Esposible—apostillé.Probablementeaquellaproposiciónfuesecierta,perohaberlogradodesentrañarel

enigmadelporquédemipermanenteinsatisfacciónenlavidanomedabasolucionesnirespuestasparaunapreguntaqueacababadeinstalarseenmícomounhuéspednobienvenido,yquejamáshabíatenidonecesidaddeformularmehastaesemomento.

—¿Yahoraqué?—Puesahoraquetehematadoycontadoveinte,metemoquenotequedaotra

quevolveralacasilladesalida.Lasreglassiemprehansidolasmismasparatodos.Aquella no era la respuesta que estaba esperando, por mucho que quisiera

endulzarlaconsuanalogía.—En menos de un mes cumplo cuarenta y cinco años. Un poco tarde para

permitirmeellujode«volveralacasilladesalida».¿Noteparece?Enriquearqueólascejas,abriendolosojoscomoplatos.—¡Perosinisiquierahasacabadodejugarlaprimerapartedelpartido,Samuel!—¿Aquéterefieres?—pregunté,sinentendersucomentario.—Permítemequeutiliceun símil futbolístico—repuso—.Todoenestavida se

explica y se entiende mejor a través del fútbol. No lo digo yo, está comprobadocientíficamenteporlaNASA.

—Puesdispara—repliqué,aceptandoentrarenlaconvención—.Porquesitesoysinceroahoramismonosemeocurrecómodarlelavueltaalmarcador.

Enriquesetomósutiempoantesdeempezar.—Lavidaescomounpartidodefútbol,Samuel.Estádivididaendospartes.Site

cuidas,haceslascosasmedianamentebienyprocurasdealgunamaneranoirtealacalle por una tarjeta roja antes de tiempo, esmuy probable que el día demañanallegueshastalosnoventa.Puesbien,cualquierentrenadorquesepreciesabequeloimportante tiene lugar en las segundaspartes, apartirdelminutocuarentaycinco.Ahí es donde introduce los cambios de sistema y de jugadores, y es ahí dondetambién,enlamayoríadeloscasos,segananosepierdenlospartidos…

—¿Y?—interrumpí—.¿Adóndequieresiraparar?—Túvasacumplircuarentaycincoenpocomásdetressemanas,¿noescierto?,

tiempo más que suficiente para que reflexiones y decidas qué cambios vas a

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introducirapartirdeentonces.—Eseeselproblema,Enrique.Quenisiquieraestoysegurodequehayaalgoque

cambiar.—Bueno,parecequelavidateestádejandobastantespistas—atajó—.Esmás,

creo que de alguna forma, y según tú mismo me has contado, ya está tomandoalgunasdecisionesporti.

—¿Cómocuáles?—pregunté,másdesconcertadoquealprincipio.Enriquedejóescaparunlevesuspiroderesignación.—¡Cuántarazóntieneeldichoesedequenohaymásciegoqueelquenoquiere

ver!—¡Déjate de lugares comunes y acertijos, por favor, y dime lo que tengas que

decirmedeunavez!—protesté.—Estábien.Cómoquieras.SilamontañanovaaMahoma…—¡…Lamontañanovaaningúnsitio!—apostillé,impaciente.Enrique se dejó caer hacia atrás, apoyando ambos brazos sobre el respaldo del

banco,antesdecomenzarahablar:—¿Te parece casual que justo la misma noche que celebras tu mayor éxito

profesional recibas una llamada de tu padre, con el que no tienes ningún contactodesdeniño, informándotede lamuertede tuhermana?Quizás laúnica razónenelmundoquetepodíatraerdevueltaaEspaña.¿Teparececasual,además,queapenastres días después, cuando te dispones a coger un vuelo de regreso, atropelles a unchicoqueenestosmomentosestáingresadoenlaunidaddecuidadosintensivos…?Seguramenteloúnicoquetepodíaretenerenelpaís…¿Noteparecequehayalgo,oalguien,queyaestátomandodecisionesimportantesporti?

—Nosonmásquemerascoincidencias,Enrique,porfavor…—dije,sinquererenmascararunaciertacondescendencia—.Noquierasbuscarletrespiesalgato.

Sinceramente,nomehabíaparadoapensarenello,peromeparecíaunasoberanaestupidezproponerlaideadequeambosacontecimientospudiesenestarrelacionadosentre sí. Siempreme habían irritado esos iluminados que creían percibir señales omensajesocultosportodaspartes;queestabanconvencidosdequeeluniversoysusmisterios eran una serie de códigos encriptados que algunos habían encontrado laformadedesentrañar.

—¿Enserio?—prosiguióEnrique—.¿Tambiénesunacoincidenciaquetumujerte pida el divorcio justo cuando está sucediendo todo esto? ¿O que tu propioorganismodecida,literalmente,delanochealamañanaysinprevioavisoqueyahastenidosuficiente,autogenerándoseunaintoleranciaalalcohol…?¿Deverdadnovesentodoelloalgunaseñaldequeelcambiohacomenzadoaproducirseya,apesardeti?

—Te reconozco elmérito como terapeuta—dije, sonriendo y sin hacermuchocasoasudiatriba—,perocomoadivinoestásaúnaañosluz.

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—Samuel—dijo,serioderepente—,sea loquefuerequehasvenidoahaceraEspañatienequeverconencontrarteatimismoyconhacercambiosenlasegundapartedelpartido.Eluniverso,deunmodotodavíainvisibleparati,estáempeñadoenqueloganes.

—¿Ytúcómopuedesestartanseguro?—Porquefueexactamenteloquemesucedióamí.—Detodasformas,esoscambiosdelosquemehablasnotegarantizanlavictoria

—dije,tratandoderefutarsuteoría—.Siemprepuedesacabarperdiendo.—Hay un modo en el que es imposible no ganar —observó, esbozando una

sonrisacargadadeintención.—¿En serio? ¿Y cuál es? Si se te está permitido revelar el mayor secreto del

universo,claroestá.—Cuandoelequiponoseencuentraagustoenelterrenodejuego,cuandocada

ocasión de gol es otra oportunidad fallida, cuando nada parece funcionar… —susurró, siguiendo con el símil futbolístico—, lo mejor que uno puede hacer espermitir que cada jugador elija la posición que desea ocupar en el campo, tirar lapizarrade las tácticasy lasestrategiasbien lejos, repantigarsecómodamentedentrodel banquillo, y esperar a que suceda lamagia…—Enrique volvió a incorporarsehacia adelante, comosi fuera adesvelarmeungran secreto—.Es imposibleperderasí,Samuel—continuó—,porqueenelhipotéticocasodenoconseguirlavictoriaalterminarelpartidosehabrá llegadoal finalde losnoventaminutoscon laabsolutacertezadequehamerecidolapenajugarcadasegundo.Yenlavidaesoesloúnicoquedeverdadimporta,yaquepocaoningunatrascendenciatieneelresultadotraselpitidofinal.Alláadondevamosnohayligasnicopas.—Permanecíunlargoratoensilencio, sin querer añadir ni restar nada a aquel momento—. Venga, vámonos acenar.—Selevantó—.Túestarásllenodealimentoparaelalmaperoyoestoyyaquenometengoenpie.

NosfuimoscaminandoendirecciónalmetrodeplazadeEspañadondeEnriquedebía de coger el tren. Apenas hubimos recorrido cien metros se detuvo en seco,comosideprontorecordarahaberdejadoatrásalgodevalor.

—¡Espera!—exclamó—.¡Perosisenosolvidalomásimportante!Enrique desapareció detrás de un seto de arbustos que había a la entrada del

parque.Desdemiposiciónnomefueposibledistinguirloqueestabahaciendo.Alospocossegundosregresóconunramilletedefloresdevariedadesdistintas.

—¿Yeso?—pregunté,extrañado.—Ven.Sígueme—dijo,sinresponderme.RetrocedimosdenuevojuntoaltemplodeDebod.Enriquedividióelramilleteen

dosmáspequeños.Meentregóunoamíyélsequedóconelotro.Traspermanecerunos segundos en silencio se santiguó y lanzó a lo lejos las flores, que cayeronmansamentesobreelaguadelfosoquelorodeaba.

—¡PorlaseñoraMaría!—dijo,finalmente.

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Me invitó con lamirada a que yo hiciera lomismo.Las lancé con fuerza y sedeslizaronconsuavidadjuntoalassuyas.

—Por mamá… —susurré, mientras contemplaba ensimismado su respuestasilenciosaenformadeondasenelagua.

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From:[email protected]:[email protected]:Hepasadolosúltimosdíasdesdequerecibítucorreotratandode

elaborar una respuesta que se ajustara lo más fielmente posible aaquelloquesentíaenrelaciónatupeticióndedivorcioyatodoloquehasucedidoacontinuación.Nomehasidoposible;enparte,porqueera consciente de lomuchoque había en juego, y en parte, porque,aunquetecuestecreerlo,estaveznopensabasoloenmí.

No puedo explicarte con detalle todo lo queme ha ocurrido enMadrid en apenas una semana. Temo que creas que se trata de unaestratagemaparaganartiempo,parageneraralgodecomprensiónenti,ynoesasí.

Antetodoquierodejarmuyclaroquenohaynadaquedeseemásen este mundo que estar al lado de tu cama en esa clínica derehabilitación,apesardequeentiendoperfectamente tuposturay lade tupadre respecto aque transcurraun tiempoprudencial antesdevolveravernosy, talvez,despuésde todo, seamejorasí.Necesitasdescansar,verlavidaconotrosojos,comodecíasentucarta,ydejaratrásestemalsueño.

Claroquerecuerdo lospaseos juntoalEastRiverde losquemehablasentucorreo.Recuerdoaquellosheladostambién:túsiemprelopedíasdelimón,porquedecíasquetuvidayaerabastantedulceyavecesresultabaempalagosa.Yoprobéesosdossaboresauntiempo,el ácidoyeldulce, enaquellaocasiónen laque tequité, conaquelprimerbeso,losrestosdelimónquesehabíanacumuladojuntoaunade las comisuras de tus labios. Restos que tal vez imaginé, o quedeliberadamentedejasteahí.

Haytantascosasdemíquenosabes,Susan,tantasqueyomismodesconocía y que estoy apenas comenzando a vislumbrar, que nisiquieratengomuyclaropordóndeempezar.Lociertoesquetodamiexistencia no ha sido más que una farsa, un monólogo malinterpretado, una pantomima sin sentido en la que cada personaje,cadasueño,cadapequeñavictoria,traíaconsigofechadecaducidad.Todomenostú.Noobstante,fuipocoapocoexcluyéndotedemividaaltiempoquemeibaausentandodelatuya:esaquemeentregastesinexigirnadaacambiomuchoantesdenuestrabodaenlosHamptons;

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esaquehasestadoapuntodequitarteporalgotanabsurdocomoeselamormalcorrespondidodeunpatéticopersonajedeficción:unbufónsingracia,enunaobramalescrita.

No tengo derecho a exigirte nada, esa es la verdad; ni tú tienesnadaquedemostrarmeamí.Noexisteningúnreproche,ningúnpero,quepuedaponerleacualquieradelosmillaresymillaresdedíasqueelegistepermanecerjuntoamí,apesardemí.

Recuerdounavezenlaquemedijistequeelproblemadenuestrarelacióneraquelosdosestábamosenamoradosdelamismapersona,pero eso no es cierto. Tú sí lo estabas demí,mientras que yo nosodiabaaambos:atiporestarlociegamente,amípornosercapazdehacerlo.

Lapocadignidadquemequedaba como ser humano la empleé,conscienteoinconscientemente,enseparartedemí.Nosalejamosdelas personas que más nos importan no por aquellos actos injustos,dañinos o desleales que cometen contra nosotros, sino por los quecometemos nosotros contra ellas, en un desesperado intento deprotegerlasdenuestramaldad.

Séperfectamentequesoyelorigenyelfindetusproblemasconelalcohol.Meconstaqueempezasteabeberparapercibirunmundonuevo a través demi propia realidad distorsionada, para entender yhabitarelmismouniversoqueyo,yenúltimainstancia,parahuirdeldolor que te producía mi dolor. Hemos sido tres amantes en esematrimonio,Susan:tú,labebidayyo.Túhasdecididoabandonarnosalosdos,mientrasqueamímehabéisabandonadoambas.

Nohevueltoabeberdesdeeldíadespuésdetuingreso.Novoyamentirte,nohe tenidonadaqueveren ladecisión.Simplementemicuerpoha dichobasta.Algo, o alguien, ha tomado esa decisiónpormí.Y, sin embargo, gracias a ello y a pesar de la distancia quenossepara,porprimeravezenmuchotiempocreopodervolverteaver.Yahoraquesoycapazdevertenoestoysegurodequererdecirteadiós.Noes lomismoque teamputenunapiernagangrenadaqueunaquehasanadoyyanoduele.Yestoyconvencidodequeesopuedeserdenuevo nuestro matrimonio: un órgano vital que, milagrosamente,recibiendoloscuidadosyatencionesnecesarios,lograrásanarconeltiempo.

Lociertoesqueyotambiénestoyenunaclínicaderehabilitacióncomo tú. Rehabilitación en el sentido literal. En la tuya haysanatorios,charlasyunpsicólogo.Enlamíahaytemplos,reunionesyun amigo. Pero los dos estamos en medio de nuestra encrucijada,decidiendoquécaminotomarapartirdeahora.

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El destino vuelve a repartir las cartas y nos regala a ambos unaoportunidad.Atitehasalvadolavida;amímelahapuestodelante.Nadame gustaríamás que acompañarte en algún tramo del caminoquedecidastomar,cogertedelamanoconfuerza,eirnosjuntos,entrebesosyrisas,aporotrohelado,comoenaquellospaseosdejuventudjuntoalEastRiver.

Unodeunsaborqueseamuydulce.Unoquenoseadelimón.

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E

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ra un día espléndido. Lo supe en cuanto abrí los ojos, aún envuelto por laoscuridadopacaquereptabaporaquellasuitedeesquinaaesquina.Losupesin

necesidaddeabrircortinasnibalcones.Losupeporquehabíadecididoqueasífuera.El reloj situado sobre la mesita de noche señalaba las doce del mediodía. No

podíadarcréditoylleguéavalorarlaposibilidaddequesehubieseparadoenalgúnmomentodelanoche.Habíadormidooncehorasdeltirón,másdeldobledeloquesolía ser habitual en mí, incluso en aquellas ocasiones en las que llegaba a casaborrachoysintenermeenpie.Unsueñoplácido,profundo,reparador,desprovistodelas pesadillas y las sombras que solían agitar mi descanso y a las que me habíaacostumbrado con los años como el que se acostumbra al oleaje en altamar, o alconstante traqueteo de un tren en la distancia.Me sentía extrañamente…bien.Nopuedodescribirlodeotromodo.Simplementeloestabay,paramisorpresa,nohabíatenidoquesucedernadaextraordinarioparaqueasífuera.

Permanecítumbadoenlacama,conlahabitaciónaoscurasylamenteenblanco,hastaquedecidíponermeenmarcha.

Tras ducharme y vestirme bajé al hall del hotel donde, un día más, elincombustibleFermínseencontrabaatendiendosustareasdeconserjería.Estavezfuiyoquienseadelantó.

—Buenosdías,Fermín.Alzólavistaymelanzódesoslayounamiradainquieta,expectante,seguramente

mortificado por la vergüenza y asustado por las funestas consecuencias que podíaprever tras aquel incidente del día anterior en el que intuí con acierto que habíapermanecidoalotroladodelaparatoenmiconversacióntelefónicaconEnrique.Medispuse a aplacar susdudasy cualquier resquemorquepudierahaberle ocasionadoaquel inocenteydesafortunadodeslizque,muy lejosdeenojarme,mehabíahechociertagracia,ynodejabadeserunamuestramásdeaquelcaráctersuyotanpeculiar,quehabíapasadodeparecermeridículoyesperpénticoenunprincipioaresultarmesimpático,yhastaencantador.

—Buenos… días, señor Palacios—dijo, tras un ligero carraspeo y bajando lamirada.

—Vayamalapataayerlaselección,¿no?Fermínalzó lamiradaysequedóensilencio,sopesandosiaquellafrasenoera

más que un vano intento de entablar conversación casual, o si se trataba de algúnmensajesubliminal.

—¿SerefiereustedalpartidodefútboldeEspaña?—preguntó,timorato.—¿Aquémevoyareferir,sino?—pregunté,amivez,coneltonomásalegrey

despreocupadodelquefuicapaz.

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—Veráusted,señorPalacios,yoesquenosoymuydefútbol—dijo,arrastrandolas palabras, inseguro de hacia dónde iba la conversación—. Aunque claro, comoespañol,duele,quédudacabe.

—Tenías que haber visto a Enrique—dije con intención, forzándome a reír almismotiempo—.Yatelopuedesimaginar.¡Selollevabanlosdemonios!

Fermíncomenzó,asuvez,areírtímidamente.—Sí,melopuedoimaginar…Aquellarisaforzadadeambosfueincrescendoporcontagiohastaconvertirseen

unacarcajadaentodareglaalaquetardamosunbuenratoenponerfin.—Bueno…que tengasungrandía,Fermín—dije, tratandodeatenuar la risay

secándomelaslágrimasconeldorsodelamano.ApenasmehubealejadounospasosFermínvolvióareclamarmiatención.—SeñorPalacios…—Dime,Fermín.—Gracias…Ysacódesubolsillounpañueloblancoconelquecomenzóasecarlassuyas.Habíaesperadoquellegaraaquellatardedesábadocongranexpectacióndesdeel

momentoenqueMarcialmeinvitóapresenciarunadelassesionesdelauladeteatrode la fundación. Sentía una curiosidad bárbara por saber cómo se desenvolvíanaquelloschicosenesaslides.

Adecirverdad,sentíaunciertodesasosiegoalalbergarel secreto temordequealguienhubierapodidocorrerlavoz,y,unavezallí,mevieradescubiertoyseñaladocomoelculpabledelatropellodeAntonio.

Lacitaeraalascincoenpuntodelatardeyapenaseralaunaymediacuandosalídel hotel. Mis pies, como autómatas, se encaminaron en dirección al parque delRetiro.

Me senté en una terraza frente a un estanque donde se alquilaban pequeñasembarcaciones demadera.Una atracción que parecía gozar de gran popularidad, ajuzgarporlacantidaddegentequeesperabasuturnoenlacola.MerecordabaunaversiónaescaladethePond,enCentralPark,unalagunadiseñadayconstruidaporlamano del hombre, donde familias, grupos de amigos o parejas de enamorados,disfrutabanagolpederemodelsol, labrisayelpaisaje,enlosatemperadosmesesquecomprendendesdeelprincipiodelaprimaverahastaelcomienzodelotoñoenelparquemásfamosodelmundo.

Pedíunbocadillodejamón,unacervezasinalcohol,unabolsadepatatasyunasaceitunas, y me dediqué exclusivamente a observar y a escuchar. Puse especialatención en las conversacionesquemantenía lagentede lasmesas colindantes.Lohacíasinánimodejuzgarocuriosear.Deseabatansoloconocercómoeranlasvidasde los otros en aquella ciudad que un día fue lamía: qué les preocupaba, qué lesdivertía,qué lesmolestaba,qué lesmotivaba…Fueunauténticobañode realidad.

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Aquellasvidas,tansencillasenapariencia,estabanenlasantípodasdelamía.Ladeaquella compleja y atormentada estrella de teatro. Y entonces, ese sentimiento desuperioridadfrenteamissemejantes,quecontrastabaconaquelotrodelainfanciaenelqueelmiedoalosdemásmemortificaba,sefuedesvaneciendopocoapoco,comosi se tratase de alguna de aquellas pequeñas embarcaciones de madera que,habiéndose llenado de agua, se hundiera ahoramansamente en el estanque demisviejosprejuicios.

Permanecísentadoenaquellaterrazaporespaciodedoshoras.Aúnnoeranlascuatro, así quedecidí hacer tiempodandounpaseopor el interior delRetirohastallegaralMuseodelPrado,unlugarquenuncavisitéduranteaquellosdoceprimerosañosdevidaenMadrid.

No había mucha gente en el interior del museo. Recorrí alguna de sus salas.Observabaconcuriosidadyadmiraciónaquelloscuadrosquerescatabanimágenesdeantiguoslibrosdetextoenmietapadeestudianteenlosdominicos.Nopermanecíapordemasiadotiempodelantedecadapintura.Soloeljustoynecesario.Mepreguntéentonces:¿cuántotiempohayquepermanecerobservandouncuadro?¿Quéindicaelsentido común? Si pasas por encima y sin detenerte delante de cada obramaestrapareces un tipo carente de sensibilidad y cultura, incapaz de apreciar el arte conmayúsculas. Si te quedas absorto delante de alguna de ellas pareces un diletanteengreído, y, francamente, un auténtico imbécil. Así pues, ¿cuánto tiempo debepermanecerunomirandouncuadro?Talvez sea ese, aúnadíadehoy,unode losmayoresenigmasporresolverdelahumanidad.

Al salir del museo tomé un taxi y le indiqué al taxista que me llevara a la

direccióndondeseencontrabalaFundaciónSíndromedeDown.Recordabavagamentelasinstalaciones,detalmodoquemedirigíaldespachode

Marcial.Peroantesdehacerloentréenelcuartodebaño,donde,paramisorpresa,loencontréorinando.

—¡Samuel!Québienquehayaspodidovenir.—Sí—respondí,situándomefrentealinodoromáspróximoalsuyo,pretendiendo

hacerlopropio,peseanotenerganas—.Sentíamuchacuriosidad.—Perdonaquenotedélamano—dijo,exponiendolaobviedad.Marcialterminóyyofingíhacerlomismo.Seguidamente,ambosnosdirigimosa

lavarnoslasmanos.—¿HaynoticiasdeAntonio?—dijo,mientrasselasenjuagaba.—No,queyosepa—respondí—,aunquenohevueltoahablarconRosadesdeel

miércoles.—Imaginoquesihubiesehabidoalgunanovedadyanoslohubiesencomunicado

—conjeturó, alzando la voz por encima del ruido del secador de manos—. Estascosasenseguidasesaben.

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—Elmédicoqueloestátratando,eldoctorVelasco,medijoqueaúneraprontoparadeterminar,quehabríandetranscurrirdosotressemanasantesdepoderhacerunavaloracióndefinitiva—expliqué,secándomelasmías.

Marcial se recompuso frente al espejo, y una vez el secador de aire calientecompletó su ciclo, se aproximó a mí con una amplia sonrisa en los labios,ofreciéndomesumano.

—Ahora,sí.Nosdimosunfuerteapretón,yledevolvílasonrisacontagiadoporlasuya.—Graciasporvenir—dijo.—Graciasatiporinvitarme.—Vamos.Yavasiendohoradequelosconozcas.Recorrimoselpasilloqueatravesabaelhalldelaentradaysubimosuntramode

escaleras.Amanoderecha se encontraba una puerta pintada de verde sobre la quehabíarotuladaunainscripciónquecreíreconocerdeinmediato,puestoquepertenecíaalprimerversodelcelebrésoliloquiodeJacquesenComogustéis,deShakespeare,aquella obra de teatro en cuyanochede estreno conocí aSusan: «Elmundo es ungranescenario,ysimplescomediantesloshombresylasmujeres…».

En el aula había aproximadamente una quincena de chicos y chicas de edadescomprendidas entre los diez y los veinte años, todos ellos con los rasgos facialescaracterísticosdelsíndromedeDown.Enaquelmomentobailabancomolocosunacanciónpopdeun cantante español queno reconocí.Nuestra presencia noparecióinterrumpirlos, y siguieron bailando ajenos a nosotros mientras Marcial hacía laspresentacionespertinentesconRamón,elvoluntarioencargadodeimpartirlasclasesy de dirigir elmontaje en el que llevaban trabajando, según élmismome explicó,desdehacíacuatroocincomeses.

Ramónme acercó una silla y la colocó junto a la suya, invitándome a quemesentara. Cesó lamúsica y demandó silencio y atención. Los chicos obedecieron aregañadientes.Les informóde que no iban a realizar juegos ni improvisaciones enaquellaocasiónyquepasaríandirectamenteahacerunpasecompletodelaobra,queal parecer estaba montada desde hacía un par de semanas. Uno a uno, se fueroncolocandoalfinaldelaula,esperandoquellegaraelturnodesuintervención.Cincochicas y un chico permanecieron en el centro del espacio que hacía las veces deescenario,antelaatentamiradadelrestodesuscompañeros.

RamónmesusurróentoncesquelaobraenlaquehabíanestadotrabajandoeraLasirenita, basada en un cuento deHansChristianAndersen. Eligieron aquella pieza(queapenastuvieronqueadaptar),porelhechodequesehabíallevadoalcineconanterioridad, convirtiéndose en un éxito de taquilla sin precedentes y un referenteparalamayoríadeloschavalesdeaquellaedad.Todossesabíanlosdiálogosdelapelículadememoriay eso facilitaba supuesta enescena.Además, el texto,pese aalejarse del patrón recurrente de final feliz, tan presente en la literatura infantil,hablabadeserfielesalosdictadosdelcorazónporencimadecualquierotracosa,y

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era precisamente la integridad uno de los valores que la fundación más deseabainculcar entre aquellos jóvenes. La sirenita, enamorada del apuesto príncipe, vecumplidosudeseodeconvertirseenunserdecarneyhuesoydemorarenlatierra,unlugarhostildondeenseguidasesienteperdida,asustada,diferenteyfueradelugar,unsentimientoconelquemuchosdeaquelloschicospodíanllegaraidentificarse.

Laintroducciónmusicalqueservíadeantesaladelaobracomenzóasonarenelaula,mientrasaquellascincojóvenessirenasnadabanyhacíancabriolasalrededordesupadre,elreydelosmares.Yomerecostéenlasillayrespiréhondo,dispuestoasumergirmeconellos…

CreorecordarquefuePabloPicassoquiendijoenunaocasión:«Todoslosniños

nacenartistas.Eldesafíoesquelosigansiendocuandocrecen».Nuncahabíatenidolaoportunidad,nielinterés,deacudiraningunarepresentacióndeteatroinfantilenNueva York, pero aquella célebre frase del genial pintor cobró, súbitamente, unnuevosignificadoparamí.Suniveldeimplicacióneratanabrumadoryhabíatantaverdadentodassusacciones,quepormomentoslleguéinclusoaimaginarburbujasascendentes acompañando cada una de sus intervenciones. No había esfuerzo, nohabía vanidad, no había máscaras. Aquel escenario improvisado era su patio derecreo,aquelocéanoprofundosuverdaderacasa.

Lamásjovendelashermanas,lasirenitaquedabanombrealtítulodelaobra,fuebraceandohacialasuperficie,vioalapuestopríncipe,queflotabainconscienteenelaguatraselnaufragiodesunavío,y loarrastróconsumadelicadezahacia laorillaconlaintencióndesalvarsuvida…Deahíenadelantemisojosquedaronprendadosdeaquelladeliciosacriaturaduranteelrestodelarepresentación.

No le calculé más de once o doce años. Tenía el pelo rubio y muy rizado, yllevabaunasgafasdepastaajuegoconsusrasgadosojosverdes.Semovíacomopezenel agua sobreel escenario,yesanaturalidadydesparpajo loacompañabadeuncoloridoenlainflexióndesuvozyunasinceridadenelusodelapalabraqueabuensegurohubiesedejadoconlabocaabierta,yseriasdudasexistenciales,alestudiantemásaventajadodelaprestigiosaJuilliarddeNuevaYork.

Transitaba por la alegría con idéntica sencillez y destreza con que lo hacía através de la tristeza; y cuando, en la escena final, tras haber fracasado en suirrenunciable propósito de enamorar al príncipe, se cumplía el maleficio que lacondenabaaserportodalaeternidadesaespumademarquelaolamoribundadejacomobesoenprendasobrelaorilla,suespíritucomenzabaaascender,lentamente,alencuentro de «las hijas del aire», en dirección a aquel etéreo reino de las almasinmortales; y a uno le parecía entonces estar ascendiendo tras ella, siguiendo eldesdibujadorastroqueacababadedejarsuestela.

—¿Quiénesella,lasirenita?—preguntésindejardeaplaudir.—EsAlma—respondióRamón—.LahijadeMarcial.—Alma…,claro.

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Y entonces acudió a mi memoria aquella fotografía que días antes me habíamostradoMarcialensudespacho…ysuhistoriacobróasíunnuevosentido.

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L

28

a semana siguiente resultó ser un paréntesis de cordura en medio de lavorágine. Parecía como si todasmis tribulaciones, sinsabores y amarguras se

hubieran desvanecido de pronto, o por lo menos se hallaran suspendidastemporalmente.RecorríMadridapie,denorteasurydeesteaoeste,conlamiradalimpiayfrescadeunforasteroreciénllegado,conlaagilidadenlospiesdeunturistade antaño, ávido por impregnarse de la cultura, la historia y el pulso de la ciudaddurante el breve espacio de tiempode su viaje.Dejaba cadamañana el reloj en lahabitación;nomeimportabasaberlahoraymeguiabatansoloporlaqueveía,detanto en tanto, en el reloj de alguna iglesia o de alguna marquesina publicitaria.Podría haber continuado sin hacer otra cosa durante semanas, es cierto; nómadaerranteenmipropiaciudadabandonada.Peropocostienenlaconscienciaolafortunade llegar en algún momento a comprender que a través de esa cotidianeidad ydesapego se va tallando día a día el diamante de nuestra existencia, y por aquelentoncesyoaúnestabaaañosluzdecontarmeentreunodeellos.Lascosasquemásvalortienen,pordefinición,lasmáshermosas,sonlasquenosecomprannisepagancondinero,yMadrid,consusparquesyrincones,sus iglesiasy tejados,yaquellosatardeceres imposibles de color magenta, se convirtió para mí, en aquella idílicasemanadeexilio,enelmásvaliosode los tesoros.Un tesoroparaelqueyanuncamáshabríadenecesitarunmapa.

EllunesaprimerahoradelamañanameacerquéhastaunalibreríaubicadaenlaGran Vía. Adquirí cuatro ejemplares de la obra de Gabriel GarcíaMárquez:Cienaños de soledad (aquella novela que comenzó a leer para ayudarme a conciliar elsueño la joven colombiana que había conocido días antes en el burdel París), Elcoronelnotienequienleescriba,ElamorenlostiemposdelcólerayMemoriasdemisputastristes,untítuloquemellamólaatencióntantoporsucrudezacomoporlaextrañacoincidenciadequehubiesesidoprecisamenteaquella«putadeojostristes»,alaquebauticéconelnombredeMichelleenrecuerdodemiamordejuventud,laprimera que me descubriera a su autor; como si ella misma fuera uno de lospersonajes a los que se hacíamención en el título de la novela, y que, cansada devivir en un universo inventado de negro sobre blanco, hubiese logrado escapar deentresuspáginasconelfindeencontrarmeaquellanoche,acunarmeconunadesusmásbellashistoriasymostrarmelasvirtudesdelcreadorquelasoñó.

Y así fueron transcurriendo aquellos días tranquilos, entre paseos, siestas ylecturas.Al regresar al hotel, siempredespuésdel crepúsculo, abría el ordenadorycomprobaba con desánimo que Susan seguía sin responder al correo que le habíaenviadodíasantes.Susilenciodolíamásquesupeticióndedivorcio.

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Decidíaparcarmisfrustracionesduranteelfindesemanayelsábado,aesodelmediodía,abandonéelhotelendirecciónalGregorioMarañón.

Meacerquéhastaelmostradorderecepciónylepreguntéalaenfermerasiseríatan amable de comunicar con la planta de cuidados intensivos para que alguien leinformaraaRosademipresencia.Minutosmástardeestábamossentados,unofrenteaotro,enunaapartadamesadelacafetería.

Apesardequemecomentóque todo seguía igual, reconocí en ellaunhalodeesperanza que no percibí en sus ojos en nuestro primer encuentro. Seguramente elcansanciohabía idoacumulándose enproporcióna sushorasdevigilia, y, aunasí,tenía muchomejor aspecto que el día en que la conocí. Debía de tratarse de unaintuiciónmuy íntima, no cimentada en las observaciones y los partesmédicos querecibía a diario del doctor Velasco, puesto que este, fiel a su carácter adusto ypesimista, apenas dejaba caer, según ella misma me explicó, «que cada día quepasabaeraunabatallavencida,peroqueaúnquedabamuchoparaganarlaguerra».Estuvimos,asimismo,hablandodelosacontecimientosquesehabíanprecipitadoenlaFundaciónSíndromedeDowntrasmidonaciónycómo,paradójicamente,cuandoaquellahorriblepesadillahubiesequedadoatrásyAntoniovolvieraotravezacorreryajugar,esaterribledesgraciaacabaríateniendo,contempladadesdelaserenidaddeladistancia,unfinalfeliz.Noestuvimosmásdequinceminutosjuntos,losuficienteparaponernosaldíadetodasestascuestiones,yRosaregresódenuevoalaunidaddecuidadosintensivos.Antesdehacerlo,mientrasyosacabaunasmonedasparapagarlos cafés,memiró directamente a los ojos, colocó sumano derecha con suavidadsobremimejillaydijo:

—Eresunbuenhombre,Samuel.Notratesdeconvencertelocontrario.El domingome levanté tarde y únicamente salí de la habitación en todo el día

parabajaral restaurantedelhotelduranteelSundaybrunch.Tanpronto regresédealmorzarmesentédelantedelordenadorycomencéaescribirunaextensacartaamimujer,sinlevantarlamiradadelapantallanilosdedosdeltecladoporespaciodetreshoras.Envíeaquelemailfinalmente,quetrasunaescrupulosalabor,másdeborronesquedepalabras,decíalosiguiente:

QueridaSusan:Llevo toda la semana pensando en ti. No puedo dejar de

preguntarmecómovasevolucionandoenturecuperación.Lociertoesque,locreasono,teechomuchodemenos.

AlgunastardesmeveíaconEnrique.Quedábamosensucasaparaveralgúnpartidodelaselección,queibaacumulandovictoriasypasandorondas,omeacercabaporsutaller a la hora de comer. En una ocasión se me ocurrió preguntarle si no habíapensado en rehacer su vida junto a otra mujer. Él, sonriendo y mostrándome su

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alianza,merespondióqueaúnestabacasado,yque laausenciadesumujernoeramásqueunacuestióndeperspectivayunproblemadelogística.

Unatarde,pocodespuésdecerrareltaller,leacompañédandounpaseohastasucasa. Enrique detuvo la marcha frente al escaparate de una librería y se quedóabstraído,observandoelinterior.

—Noséporquénotecontéestoensudía—dijo,conlamiradaperdidaenaquelescaparate—.Noentiendoporquémelocallé.

—¿Dequéestáshablando?—pregunté,deteniéndomejuntoaél.—¿Te acuerdas del padre Alfonso, el Cuervo, nuestro profesor de lengua y

literaturaenlosdominicos?—¡Cómoibaaolvidarlo!—respondísinvacilar—.Fueelúnicoquemepusoun

sobresalienteentodamivida.—A eso voy, precisamente —dijo, como si de pronto algo le remordiera la

conciencia—.ElCuervoacababadeentregarnoslascalificacionesdelexamendelaúltimaevaluacióndeséptimo:una redacciónde finaldecurso.Yohabía sacadouncuatroymedio,locualmeobligabaarecuperarlaasignaturaenseptiembre…

—¿DeverdadvamosahablardenuestrasnotasenlaEGB?—pregunté,sindarcrédito.

Enriqueignorómicomentario.—ElpadreAlfonsomellamóalfinalizarlaclaseymeofreciólaposibilidadde

subirlanotayevitarasítenerquerecuperarlaasignatura.—Quégenerosidad—apuntéconsocarronería,tratandodezanjareltema.Enriquesiguióalosuyo.Absortoconsupropiahistoria.—Acepté,por supuesto,y se loagradecí.Acontinuación, sacóde sucajóndos

ejercicios. En el primero había escrito, junto al encabezamiento, un diez; en elsegundo había escritas, junto a tu nombre, las iniciales «S/C».Me sugirió que losleyeraambosantesdecomenzar.

—¡S/C! —repetí divertido—. Vamos a ver… ¡Qué puede ser…! ¿SinComentarios?

—Elotroeraunejerciciobrillantedeunbuenestudiantequehabíapuestotodosuempeño en hacerlo bien. En el tuyo no se percibía ningún esfuerzo, más bien alcontrario:laspalabras,lasfrasesylosconceptosfluíanconlamayornaturalidaddealgúnlugarqueestabamuchomásalládelacapacidad,lasensibilidadolamadurezqueselepresuponeaunniñodeonceaños.

—¿…Sincariño?—continué.—Nadieteconocíamejorqueyo,yapesardeeso,nofuicapazdereconocerteen

aquellaspalabrastanprofundas,tanvulnerables,tanllenasdepoesía.—¿…SanCosme?¿SorCitroën…?—repetí,envozbajaysinescucharle.—¡Sin calificar, Samuel! —exclamó, cortando de raíz mi evasiva—. «S/C»

significa «Sin calificar». Al preguntarle el porqué de aquellas dos iniciales en tuejercicio el padreAlfonsome respondió que él solo estaba capacitadomoralmente

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para juzgar la evolución y aprendizaje de los alumnos; el talento y el alma se losdejaba por entero a Dios, que era quien tenía en última instancia el poder deconcederlos.Esasfueronsuspalabrastextuales.

Nosmiramos un buen rato sin decir nada. Enrique volvió a desviar la miradahaciaelescaparatellenodelibros,invitándomeconaquelgestoahacerlomismo.

—Ahílotienes,Samuel—dijo,alfin—.Creoqueeseestuescenario.—¿Estásinsinuandoloquecreo?Enriqueentroenlalibreríaymepidióqueesperarafueraunmomento.Salióalos

pocossegundosconuncuadernodetaparojayunlápiz.—Toma—dijo,ymelosentregóenvueltosenunasonrisa—,yaeshoradeque

cambieslaestrategiadepartido,horadequeencuentrestucamino.—Perosinoheescritonadadesdehacesiglos—balbucí,justificándome.Enriquemeagarróelbrazoycomenzamosacaminardenuevo.—¡Yaúntesiguespreguntandoporquénolograsserfeliz…!

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D

29

íasmás tarde regresaba al hotel tras unos demis paseos vespertinos, que sehabían convertidopor entonces enunhábito diario y unbálsamo.Las calles

estabandesiertas.Enelrestaurante,alahoradelacena,solomeencontrabayo.Uncamarerodeunosveinteañosvinoaatendermeconcaradefastidio.

—Goodevening,sir.Whatwouldyouliketodrink?—preguntó,conunmarcadoacentolocal.

—Aguacongas,porfavor.—Perdone—rectificó, sorprendido, entregándome la carta—. No pensaba que

fueraustedespañol.—¿Parezcoextranjero?—No,perocomoEspañaestájugandolassemifinalesdelMundial…Había olvidado por completo que aquel día la selección se jugaba el paso a la

final.—¿Cómovan?—Empateacero—respondió,altiempoqueseaflojabaelnudodelapajarita.—¿Cuántoqueda?—Uncuartodehora…Deprontoescuchamosunestruendoenformadegriteríoprocedentedelacocina

en loque solopodía tratarsedeungolde la selección.El jovencamareromiróenaquelladirecciónycomenzóamoversecomosiseestuvieseorinandoencima.

—Déjalo—dije, sonriendo y cerrando la carta—. Estoy seguro de que lo quemenos te apetece es perderte los últimos minutos del partido por culpa un solocliente.Pedirécualquiercosaalserviciodehabitaciones.

—No, caballero, disculpe, paramí el trabajo es lo primero—explicó, digno—,perobueno,comoustedvea…

Ysealejóatodaprisaendirecciónalacocina,porsiacasosemeocurríatomarlelapalabra.

Presenciépegadoal televisorelúltimocuartodehoradepartido,compartiendoeseestadodenerviosquesolopodíaatrevermea imaginarenelbuenodeEnrique.Recuerdolasensacióndealivioenelmomentoenelqueelárbitropitóelfinaldelencuentro.

Elteléfonomóvilvibrósobrelacama.EraLarry.—Larry.¡Quéhaydenuevo,amigo!—¡Vaya!—exclamó—.¡Parecequealguienestádebuenhumor!¿Meheperdido

algo?—¡EspañaacabadeclasificarseparalafinaldelMundialdesoccerdeSudáfrica!Larrydejóescaparunsuspiroderesignación.

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—¡AlabadoseaDios!Yanospodemosmorirenpaz,entonces.—Yacasimehabíaolvidadodeturegustoporelsarcasmo—repuse,irónico—.

Loempezabaaechardemenos.—Sientomuchoserunavezmáslatormentaentubonitoysoleadodíadepícnic,

peroconsideroqueestoesimportante.—¿Dequésetrata,Lar?Larryguardósilencioduranteunos instantes,comosiaquelloquesedisponíaa

desvelarmenoleresultasenadafácildecompartir.—Estábien, ¡quédemonios!—dijo,por fin,arrancándose—.Tengounanoticia

malayotramuymala.¿Cuálquieresoírprimero?—Primerolamala—respondísinpensar.—LamalaesquenovamosahacerlapelículadeUniversal.Losiento.Noté cómomi temperatura corporaldescendía súbitamentey apuntoestuvede

dejarcaerelmóvil.—¿Cómo?—balbucí—.¿Quéhapasado…?—Intentéretrasartelacitayganaralgodetiempo—respondióabocajarro—.Le

contétusituaciónfamiliaralmánagerdeBrown,quemepidióencarecidamentequetemostrarasuscondolencias.MedijoquehablaríaconDougparaorganizarunnuevoencuentro y que no creía que retrasarlo supusiera ningún problema, dadas lascircunstancias,perolociertoesquenohavueltoacogermeelteléfono.

—Ya…—HoyhaaparecidoenportadadeVarietyydeHollywoodReporterelnombredel

protagonista.¿Estássentado?Enaquellaocasióndecidíhacercasodemiagenteymedejécaersobreelborde

delacama.—Dispara—dije,preparándomeparalopeor.—DavidMcIntyre.¿Puedescreerlo?—Noloestásdiciendoenserio,Larry.Esoesimposible.Larryalzólavozycomenzóahablaratropelladamente.—¡Yohepensadolomismoalprincipio!¡Telojuro!¡Nopodíadarcrédito!Pero

he llamado a su agente para felicitarla y esa jodida serpienteme lo ha confirmadotodo.

—Nopuedeser,Larry.Esimposible.¡McIntyreno!—Escucha —interrumpió—. Esa víbora de Chris Shepherd sabía de primera

manoquetúeraslaprimeraopcióndeldirector.Estabaalcorrienteentodomomentodelosdetallesdelanegociación.Sabíaquelaprofesiónestabaesperandoaquedierasuna respuesta tras reunirte con el director, ya que era un secreto a voces que elpersonajeeraparati.Lociertoesquetodoelmundosepreguntabaporquédemoniosno dabas señales de vida; nadie lo podía entender. Alguien debió filtrar algo enrelación al intento de suicidio de Susan y la gente dio por sentado que estabas

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pasandopormomentosdifícilesentumatrimonio,ynadieenHollywoodselaquierejugarconunprotagonistaqueestáatravesandounamalarachapersonal,yalosabes.

DavidMcIntyreeralamediocridadhechaactor.Coincidíconéldiezañosatrásenunmontajeteatralqueyoprotagonizabayenelqueélapenasteníaunpequeñopapel,que siempre se las arreglaba para interpretar de manera abominable. Presuntuosohasta la saciedad, odioso hasta lamédula, y complaciente hasta la náusea con loscírculosdepoder,teníaladudosahabilidaddecrearconflictoallápordondepasaba,perosiempreselasapañabadeunmodouotroparatrabajar,rindiéndoleunasuertedepleitesíadescaradayaceitosaaldirectoroproductorenbogadelmomento.Erauntipo detestable que, sin embargo, estaba a punto de ver realizado mi sueño dejuventud:eldeconvertirsedelanochealamañanaenestrelladecine.

—¿Quiénesella?—pregunté—.¿Lacoprotagonista?Larrysequedócalladounosinstantes,valorandosurespuesta,conscientedeque

aquellohabíadedolermeaúnmássicabe.—CateBlanchettacabadedecirquesí.CateBlanchett, para colmo demales.Una actriz con dosÓscares, considerada

como una de las que mejor criterio tiene a la hora de elegir en qué proyectoembarcarse.Aquellainformaciónresultóserlaestocadafinal.

—Nohaynadaquepodamoshacer,¿verdad?—pregunté,sabiendodeantemanolarespuesta.

—Me temo que no, amigomío—repuso Larry—.Aquí se acaba el sueño. Losiento.

Ambosmantuvimoselsilencioduranteunossegundos.—¿Ylaotra?—¿Cómo?—preguntóLarry,desconcertado.—Hasdichoqueteníasunanoticiamalayotramuymala—repuse,recordándole

supropiafrase.Larrydejóescaparunarisaforzadaalotroladodelaparato.—Me temo que es la segunda petición de divorcio que vas a escuchar en el

mismomes,campeón.—Noteentiendo…—Escúchame, Sammy—interrumpió—.Me he dejado los cuernos tratando de

sacar esto adelante y me he quedado con la misma cara de gilipollas con la queimaginoquetehasquedadotú.Soyconscientedequeeltimingnopodríahabersidomásespantoso,perolociertoesqueteníamoslapelículaenelbolsilloyerestúelqueporpuracabezoneríalahasdejadoescapar.Mehepasadotodalavidasoñandoconuna oportunidad así: poder ver a uno de mis actores en la pantalla grande de unproyectodeestaenvergadura.Noesporeldinero,telojuro.Amiedadtemuevesyapor otras cosas. Era el culmen perfecto a una carrera que comenzó barriendoescenariosycolocandoluceshacecuarentaañosenunteatruchodemalamuerteenBrooklyn.

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—Losientomucho,Larry—murmuré—.Tejuroqueenningúnmomentopenséque peligraba la película. Los dos sabemos que el proceso de luz verde tiende aeternizarseenproyectosdeestetipo.

—Notienesporquédisculparte,Samuel—replicó,adoptandodeprontountonopaternal—.Lascosashansalidoasíyasí sevanaquedar,pero recuerdoqueen tufiestaporelTonytecomentéquelaúnicarazónpor laqueseguíaenestenegocio,cuandotodomarchabamal,eraporrespetoalcompromisoquesiempreheadmiradoentodosmisactores.Eseamora laprofesión,esadisciplina,esapasióncontagiosaque persiste aun cuando se llevan años sin trabajar y no se tiene ni para pagar elmalditoalquiler…Tú,porelcontrario,lotienestodo,Samuel:eltalento,lasuerte,elmecenazgodetusuegro,perotefaltaprecisamenteaquelloquetienenencantidadesdesorbitadaslosdemásyquenosepuedecomprar:elamor,ladedicación,lapasiónpor actuar.Nunca te lohedicho,pero siemprehepensadoque tededicabas a estocomopodíashabertededicadoacualquierotracosa;quenoteníaspuestoenellotucorazón, yque tuúnicoobjetivo era lograr el éxito a cualquier precio, el poder, lanotoriedad…SoloDios sabe por qué o para qué.—Larry hizo una pausa—. Estaprofesión es algomuy sagrado paramí, Samuel. Esmás sagrada quemi religión.Aunquesimepermitessertefranco,despuésdediezañosllevandotucarreraaúnnohesidocapazdedescubrirquéesloquesignificaparati.Loquesítengomuyclaroesque,poralgúnmotivoquesemeescapa,estaiglesianoestuiglesia,estacasanoestuhogar.

Entendíaperfectamentelareflexióndemiagenteysabíaqueestabaenlocierto.Porprimeravezdistinguíaeseamigoquesiemprehabíapermanecidoagazapadoenun segundo plano, ensombrecido por la presencia del representante agresivo ysocarrón,ysuspalabrasmellegaronllenasdesinceridad,sinenojonireproches,sinomásbienrevestidasdeuncariñopaternal.

—Entonces…¿rescindimoselcontratodemutuoacuerdo?¿Noeseso?—Sitesoysincero,Sam,noestamosrescindiendoningúncontrato—seapresuró

acorregir—.Enrealidad,ereselprimeroconelqueestoycompartiendolanoticiademijubilación.Mehequedadosinbatería,amigomío,y lapocaquemequedabalahabía puesto en esto. Esta película era mi despedida por la puerta grande de estajodidajauladegrillos.DesdeelsuicidiodeRogerFeldman,hacetresocuatromeses,noheconseguido levantarcabeza,apesardeque laactividaddesenfrenada llegóadiluir por momentos la impotencia y la rabia que sentí cuando me enteré de sumuerte.Bárbara,queeslaquemejormeconoce,fuelaprimeraendarsecuenta,ylaque me planteó hace unos meses que dejara todo esto y que nos trasladáramos aFlorida,dondevivemihijamayor.Samanthahasidomamáhaceyaunmesymedioytodavíanoconozcoaminieta.¿Puedescreerlo?Enestemalditonegocioacabamossustituyendoelverdaderoamorporelqueotrosinventan,escribenointerpretan.Yamissetentaañoshellegadoporfinalaconclusióndequeporfuerzatienequehaber

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algo antinatural en todo ello. Pero nome hagasmucho caso porque hoy estoy untantosensible;otalvezesqueempiezoachochear.

Las palabras de mi representante me conmovieron y me hicieron olvidar,momentáneamente,elfiascodelapelícula.

—Megustaría quenosviéramos antes dequedecidáis trasladaros aFlorida—dije.

—Claro —atajó—. Aún me quedan cosas por cerrar en Nueva York y he dedespedirmedel restodemisactores.Nocreoquepodamosmarcharnosantesde laNavidad.Llámamecuandoestésdevueltaenlaciudadynosvamosundíaacenarloscuatro.EstoyconvencidodequeBárbaraharámuybuenasmigasconSusan.

Aquellainvitacióncasualvolvióasacudirmepordentro.—Verás,Larry.NocreoqueSusanvayaavenir.Metemoquelodeldivorciova

enserio.—Créeme, Sam—apostilló—. Vendrá. Esa mujer aún no está preparada para

decirteadiós.Nosquedamosambosensilenciosinsabermuybienquémásañadir.—Lo hemos pasado bien, ¿verdad, amigo mío? —dije, rompiendo el silencio

incómodo.—Sí, Samuel —respondió con la voz quebrada—. Ha merecido la pena cada

segundodeestejodidoviaje;esaeslaverdad.—Hastapronto,Lar…—Hastasiempre,Sammy.¡Malditoquijotedeldemonio…!Aquellas serían las últimas palabras que habría de escuchar en boca de mi

representante.NuevaYorkparaélcarecíadesentidosinsusactores,susteatros,susestrenos,ysusreunionesparacerrarrepartosofirmarcontratos.UnpardemesesmástardetuvenoticiadequesehabíainstaladoenunazonaresidencialdelaciudaddeAventura,cercadeFortLauderdale,enelestadodeFlorida,juntoasumujer,suhijaysunietareciénnacida;consusprogramasdemano,suspósteresysusinnumerablesfotos junto a las estrellasmás rutilantes de cadamomento, intentando recuperar lavida que, según él, el teatro le había arrebatado, y tratando de olvidar al mismotiempolaque,durantecercadecuarentaaños,lehabíaregalado.

Permanecí sentadoenelbordede lacamaduranteunbuen rato,comoaquellas

otras ocasiones en las que, siendo un adolescente, me quedaba embobado durantehorasobservandolospósteresdeviejaspelículasdelosochentasobrelasparedesdemihabitaciónencasademitíaIsabel,remplazandoenlaimaginaciónminombreymirostroporeldelaestrellamasculinaretratadaencualquieradelaslitografíasquehabíaadquiridoabasedemuchoesfuerzoconmisahorros.¡Quécercahabíaestadodelograrlo!Sinembargo,enaquelprecisoinstante,tuvelacertidumbredequeyanohabríadevolverasuceder.Aquelhabíasidoelprimeryúltimotrenyyonisiquierameencontrabapresenteenlaestaciónalahoraconvenida.

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Amimemoriaacudióentoncesuna lejanaconversación,ocurridaeldíaquemegradué de la escuela superior, en el Astoria High School de Queens. AnnetteNeuenschwander,laganadoradelPremioValedictorianalaexcelenciaacadémicadeeseañoseaproximóhastadondeyomeencontraba,durantelafiestaenhonordelosreciéngraduados.

—Ybien,español.¿Quévasahacer?¿Haselegidoyauniversidad?—Laverdadesqueno.Annettecomenzóareír.—Vaya,aúntequedamuchoparaserunverdaderoamericano,entonces.—¿Quéquieresdecir,Annette?—Enestepaís,alosdieciochoaños,unoyatienequetenermuyclaroquéeslo

quequiereserenlavida.—Peroesoyalosé.—¿Ah,sí?¿Yquées?—Voyaserunactorfamoso.¡UnaestrelladeHollywood!Annettememirómuyseria.—Locreo—dijo—.¿Peroporquéloquieresser?Aquellapreguntametomóporsorpresa.—Nolosé.¿Tienequehaberunarazón?AnnettedioungransorboasuCoca-Colay,acontinuación,melapasó.—¡Nopuedesteneréxitoennadasiprimeronotienesun«porqué»!—exclamó,

categórica—. El «porqué» es la gasolina que te mantiene enmarcha. Las razonessiempre van primero, las acciones después. Descubre el porqué y encontrarás elcómo.

QuizásAnnetteNeuenschwander,lachicamáslistademiinstituto,estuvieseenlociertodespuésdetodo.Quizás,apesardetodosmispropósitosygrandesplanessobrecómoalcanzarmisueño,adolecíadelingredientemásimportanteencualquierrecetaparaeléxito:nosabíaporquédemoniosloqueríaser.

Llevabavariashorasdormidocuandoelsonidodelteléfonomóvilmesobresaltó.Encendí la luz de lamesita de noche y comprobé el número.No apareció ningúnnombredemilistadecontactos.Setratabadeunodeesosnúmerosdemásdediezdígitosquesuelenprocederdeunacentralita.SupusequedebíadetratarsedealgunaempresadetelemarketingodetelefoníamóvildelosEstadosUnidos,ajenosalhechodequemeencontrabaenotrohusohorario,puestoqueeranlascincoymediadelamadrugadaenMadrid.

—Sí—balbucí,adormilado.—Samuel…Alotroladodelaparatounavozfemenina,quebradaporelllantosedeshacíaen

unmardesollozos.—Sí—repetí—.¿Quiénes?—Samuel…soyyo…Rosa.

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Aloírsunombreelcorazónsemeencogió.Meincorporésobrelacamaytratédetranquilizarla.

—Rosa.¿Quéocurre?¡Cálmate!¡Nollores,porfavor!—Samuel… —Su voz seguía llegando entrecortada por la congoja—…

Antonio…—¿Qué ha ocurrido?—dije, apenas en un susurro, sobrecogido por el pavor,

preparándomeparalopeor.Aquellos segundos de angustia se me hicieron eternos, hasta que, finalmente,

Rosapudocontenersuslágrimasporuninstante.Losuficientecomoparasercapazdebalbucir…

—Antonio…—¿Sí…?

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A

30

quella moneda lanzada al aire, que había estado suspendida durante variassemanas, salió cara. Nome atrevo a conjeturar quéme hubiese deparado la

vidaapartirdeentoncesdehabersalidocruz;soloDiosoeluniversolosaben.Perosé que la sombra de aquel trágico accidente, de haber sido ese el resultado, mehubiese perseguido y atormentado durante el resto de mis días y no hubiera sidocapazdeperdonármelojamás.

Detodasformas,puedoreconoceraquelinstanteenelquecorríaendirecciónalGregorioMarañón,exultantecomounpadreprimerizo,comoelpuntode inflexiónquemepermitiríacomenzaratransitarelcaminoderetorno.Noquierodecirconelloque,dehaberpodidoelegir,nohubiesepreferidoregresareneltiempoparaevitarleaAntonio todo el sufrimiento que aún le quedaba por delante, pero sí que fuiconsciente de que, de alguna forma, aquel feliz desenlace había logrado hacermedespertardeun tranceenelque llevabasumidovariasdécadas,comosiyomismotambién acabará de salir de un coma inducido: indemne, sin secuelas, dispuesto aponerlefechaynombrealaprimerapáginaenblancodeldiarioporabrirdelrestodemivida.

Poco antes de las siete de lamañana entraba por la puerta del hospital. En elmostradorde informaciónunaenfermeramecomunicóqueAntonioacababadesertrasladadoaplanta.

Llaméalapuerta,torpeantelasituación.Rosaasomólacabezaycerrólapuertaasusespaldas.—Se ha vuelto a quedar dormido—susurró—.Dice el doctorVelasco que los

primerosdíasesnormal.Vamosadesayunar.Memuerodehambre.Parecía diez años más joven. Llevaba el pelo recogido en una coleta y una

sudaderaazulcelesteconelanagramadelaUniversidadComplutensedeMadrid.Enelascensormemirósindecirpalabraytanprontosecerraronlaspuertascomenzóareírdeformadescontrolada;apenasunossegundosmástarde,sinembargo,seabrazóamicuello,apoyósufrentesobremipechoyrompióallorar.

Enlacafeteríapidióhuevosfritosconbeicon,tostadaconmantequillayzumodenaranja.Yopedíuncafésolo.

—Apenashepodidocomernadaenestosdías.Tejuroquesemehabíacerradoelestómago.

—Melopuedoimaginar—añadí.—¡Ay, Samuel, Samuel, Samuel…!—exclamó, estirándose y acompañando un

suspirodealivio—.Creoqueeseldíamásfelizdetodamivida.Nisiquierarecuerdohabersidoasídefelizeldíaenquenació.

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MeexplicóentoncesqueaesodelastresdelamañanaleparecióoírqueAntoniolallamaba.Desdehacíaunasemana,alostrecedíasdelaccidente,elequipomédicoquehabíaestadomonitorizandoadiariosuactividadcerebraldesestimóqueexistieraunalesiónenelcerebroy,portanto,unavezreducidoycontroladoconfármacoseledema causado por el traumatismo desapareció con ello el riesgo de presiónintercraneal que pudiese afectar la masa encefálica, decidiendo, por unanimidad,interrumpirelprocesodesedaciónporbarbitúricos,loquevulgarmenteseconoceporel nombre de «coma inducido», a lo que Antonio había reaccionadosorprendentementebien,siendocapazdemoverenapenasunpardedíaslosdedosdelas extremidades y la cabeza. A veces, incluso lograbamantener los ojos abiertosduranteunbreveintervalodetiempoyrespondíaalosestímulosexternosdeformasatisfactoria,evolucionando,segúnterminologíamédica,deunestadodevigiliasinrespuesta a un estado de mínima conciencia. De todos modos, aún no habíaconseguidohablar,factorqueseconsideradeterminanteparaconcluirqueelpacienteharecuperadolaconcienciayseencuentrafueradepeligro.Aquellamadrugada,unpardehorasantesdequeRosamecomunicaralanoticiaporteléfono,logróhacerlo,pronunciando las primeras palabras después de tres semanas de silencio: «Mami,tengosed…».

—¿Cómoseencuentra?—pregunté.—Bien.Estábien.Bastanteaturdido,comoeslógico,teniendoencuentatodala

porqueríaquelehanestadometiendoenelcuerpoduranteestassemanas.—¿Quétehadicho?—Noesconscientedenada,elpobre.Mepreguntabaqueporquéestábamosallí,

quesihabíapasadoalgo.—¿Ytúquélehasrespondido?—Laverdad.Quelehabíaatropelladouncocheyquellevabatressemanasenel

hospital.—Rosa debió percibirmi expresión de desconcierto—.Mi hijo nomehamentidoniunasolavezentodasuvida,Samuel.Yonopiensomentirleaél.Además,tardeotempranoibaasaberlo.

—¿Quéhadichoelequipomédico?—Le han hecho una primera valoración. Parece que todo está bien. La

comunicación es buena y sus respuestas coherentes. Velasco se mostró bastanteoptimistadesdequeinterrumpieronelprocesodesedaciónlasemanapasadayvieronlobienquereaccionabaalosestímulos.Alparecer,inclusoduranteelcomainducido,habíasignosdeactividadcerebral.Contodoyconesodiceestarimpresionadoconlarapidezdesurecuperaciónyaquenormalmente lospacientesquesalendelcomayempiezanacomunicarsuelenhacerlodemaneramásgradual,menoslúcida.Aquíenelhospitalsehacorridolavozyalgunosyalellaman«elniñomilagro».

Elcamareroregresóconlacomanda.—Aprimera vista, no parece que vayan a quedarle secuelas de ningún tipo—

continuó—,porlomenosencuantoasusfacultadescognitivasydelhabla.Suedady

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el hecho de que no hubiera lesiones cerebrales graves tienen gran parte de culpa.Aunquenosepuededescartarnadahastaquehayatranscurridoporlomenosunmes.

—¿Ylaspiernas?—pregunté,recordandosufiguraretorcidasobrelacuneta.—Lastienedestrozadas,yhayqueoperarledelosdosligamentoscruzadosdelas

rodillas,peroese,dentrodeloquecabe,eselmenordelosmales,ysonentretresycuatro meses de rehabilitación. A esas edades el cuerpo reacciona mejor y lamusculatura tiende a atrofiarsemenos. SegúnVelasco, paraNavidad esto se habráquedadoenunmalsueño.

—Megustaríaconocerlo,sinoteparecemal.—¡Claro!—exclamó,poniendosumanosobrelamía—.¡Faltaríamás!Yyalehe

habladodeti.—¿Ahsí?—pregunté,dudandodequeaquellofueraunabuenanoticia.Rosamemiró directamente a los ojos, seria, limpiándose las comisuras de los

labiosconunaservilletadepapelantesdehablar.—Sí,Samuel.Lehedichoque,graciasati,aúnsigueconvida.Quelecuidasteen

todomomentohastaquelotrajeronalhospital.Nosquedamosambosensilencio.Enrealidad,nohabíanadamásquedecir.—HehabladoconmihermanaLaurapocodespuésdellamarte—explicó—.Se

vaaquedarconAntoniounpardedías.Mehaconvencidoparaquedescanseelfindesemana.Sisigosinsalirdeestehospitalcreoquemevoyavolverloca.

—¿Yyahaspensadoquéquiereshacer?El rostro de Rosa se iluminó con una sonrisa infantil, como si ya hubiese

consideradolapreguntapreviamente.—Me gustaría ir al mar. ¡Necesito ver el mar!—dijo, esbozando una sonrisa

adolescente.—Puesnosehablemás…Me ofrecí a llevarla a la playa deValencia al día siguiente. Era lomenos que

podía hacer por ella después de todo. Al principio se negó, argumentando que noquería causarme ninguna molestia y que no estaba segura de si hacía bienausentándosedeMadrid;pero,antemiinsistencia,accedió.Meescribiósudirecciónenunaservilletadepapel,dondequedéenrecogerlaalasdiezdelamañana.

Rosaterminósudesayunoymepreguntósileacompañaríaadarunpaseoporlosalrededoresdelhospitalparaestirarunpoco laspiernas,asídaríamos tiempoaqueAntoniovolvieseadespertar.Allevantarnosparasalirdelacafeteríareparóenunabolsadeplástico,conellogotipodelPalace,quehabíatraídoconmigo.

—¿Quéllevasahí?—Losabrásasudebidotiempo—respondí.Estuvimos paseando durante aproximadamente una hora. Rosa apenas había

abandonadoelhospitalenunaocasión,paracogeralgoderopa,duranteaquellastressemanas.Bromeabadiciendoquesesentíacomosihubieraestadopresaduranteaños

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yleacabarandeconcederlalibertadcondicional.Mirabatodaslascosascomosilasestuviera viendo por primera vez. Me habló también de que Luis, el padre deAntonio,aúnnohabíadadoseñalesdevida;queteníaelteléfonodesconectadoyquenadielohabíavistooteníaideadesuparadero.Measeguróquetanprontoregresaraacasaconsuhijo,traslaoperacióndeligamentos,contrataríaaunabogadoconelfindecomenzarelprocesopararevocarledefinitivamentelapatriapotestad.Quizásalgobuenoibaasalirdetodoesto,dijo,tratandodeconvencerseasímisma.

Al final, nuestros pasos volvieron a conducirnos hasta la puerta del GregorioMarañón.

—¿Preparadoparaconoceramitesoro?—preguntó,ilusionada.—Creoquesí.—¡Vamos,pues!En lahabitación,quesecomponíadeunasolacamaparaelpacienteyunsofá

juntoalaventanaquedabaalexterior,dondeimaginéqueRosatratabasinéxitodeconciliarunpuñadodehorasdesueñocadanoche,seencontrabaenaquelmomentouna joven y risueña enfermera que acababa de traerle a Antonio su desayuno,compuestoensutotalidaddealimentolíquidoydepapilla.Alvernosentrar,lajovensanitariahizouncomentariotrivialsobreloformalyloguapoqueeraelmuchacho,ysaliódelcuarto.

Eralaprimeravezqueloveíaconlosojosabiertos.SuimagendesmadejadaenunlateraldelaavenidadeAmérica,yaquellaotraposterior,dentrodelaambulancia,entubado y conectado a una vía, volvieron a hacérseme muy presentes. En estaocasión, las percibía borrosas y desdibujadas, como si el hecho de estar de nuevofrenteaéltuvieseunefectodegomadeborrar,atenuandoelimpactoemocionalquemehabíancausadoaquellas imágenes,archivadasdesdeentoncesenalgúnlugardemicerebro.

Antonio fijó su mirada en mí y volvió a mirar a su madre, como tratando deaveriguaratravésdeellaquiénerayoyaquésedebíamipresencia.Rosalopercibióalinstante.

—Mira, Toni—dijo, acercándose a él y peinándole con delicadeza el cabelloalborotado—.EsteesSamuel.Antestehehabladodeél,¿teacuerdas?

Antonio movió la cabeza afirmativamente. Luego agarró con ambas manos elvasodezumodenaranjadeldesayunoyseloacercóaloslabios.

—¿Cómo estás, Antonio? —dije, aproximándome unos cuantos pasos, ysituándomealospiesdelacama.

—Bien—respondió,sindarse tiempoaelaborar la respuesta—.LlámameToni,todosmellamanToni.¿Aquesí,mamá?

—Sí,hijo.LosquetequeremostellamamosToni.—¡Puesmequiereunmontóndegente,entonces!—exclamó,divertido.—Todoelquetienelasuertedeconocerte,mivida.

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Rosalediounbesoenlafrenteyselevantó,invitándomeaqueocuparasulugarenlacama.Obedecí,nosinciertorecelo,alprincipio.

—¡Encantadodeconocerteporfin,Toni!Le ofrecí la mano y me dio la suya. Una mano que, aunque él lo ignorase

entonces,noeralaprimeravezquesosteníaentrelasmías.Nos quedamos ambos sin saber qué más decir. Rosa, desde el sofá, se nos

adelantó,tomandodenuevolainiciativa.—Toni,¿aquenosabesaquésededicaSamuel?Antonionegóconlacabeza.—¡EsactorenAmérica!LosojosdeAntonioseabrieroncomoplatos.—¡¿Deverdad?!—Sí, así es…—respondí con cierto rubor ante aquel arrebato inesperado de

entusiasmo.El chico se incorporó sobre la cama, como si aquello que acababa de saber

merecieradeprontoconcentrartodasuatenciónsobremí.—¡Yotambiénsoyactor!—exclamó—.¡Enlafundación!¡Soyelmejoractorde

entretodosloschicos!¡UndíaganarépremioscomoPabloPineda!MevolvíhaciaRosaparapreguntarlequiéneraPabloPineda,presuponiendoque

debíadetratarsedealgúnactorespañoldelquenuncahabíaoídohablar.—EsunchavaldetreintaytantosañosconsíndromedeDownqueganóelaño

pasado la Concha de Plata almejor actor en el festival de cine de San Sebastián.Desdequesehizofamosolamayoríadeloschavalesenlafundaciónsueñanconsercómoél.

—¡Peroyosoyelquemásseleparece!—puntualizó—.¡Comoactor,digo!—¡Baja,Modesto,quesubeToni!—bromeóella.AquellohizoreíraAntonio,queahoraparecíaestardisfrutandodemipresenciay

delrumboquehabíatomadolaconversación.Costabacreerqueaquelmuchachodegrandes ojos azules y mirada vivaracha hubiera estado, tan solo unos días antes,asomadoalbordedelprecipicioqueseparalavidadelamuerte.

Seguimosconversandosobrecosastriviales.Descubríquelegustabaelfútbolyque, al igual que yo, también era seguidor del Atleti de Madrid. Mientrascompartíamos nuestras preferencias respecto a algunos jugadores, entrenadores yotrosequipos,meparecióverasomarunasombraenelrostroensimismadodeRosa.No me fue difícil elucubrar que quizás aquella estampa de Antonio, conversandoanimadamenteconunhombreadulto,resultabaseralgomuydolorosoparaella,ylaausenciadeunpadreparasuhijoydeunafamiliaparaellaacababadehacersemuypresenteenlacolumnadel«debe»delahojadebalancedesussueñosporcumplir.

—Tehetraídounregalo—dije,mientrasmedirigíaaporlabolsadeplásticodelPalacequehabíadejadoapoyadajuntoalapared.

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—¿Un regalo? ¿Para mí? —preguntó extrañado, buscando con la mirada laaprobacióndesumadre.

—Adecirverdad,noesunregalo—aclaré—.Esalgoquetepertenece.¿Ysabesporquélosé?—Antonionegóconlacabeza—.Loséporquesellamacomotú…

Le acerqué la bolsa de plástico del Palace, de donde, conmucho cuidado, casiceremoniosamente,extrajolaestatuilladelTony.

—¿Quées?—Eselpremioalmejoractordeteatrodelaño—dije,haciéndoleunacarantoña

enelpelo.—¿Deverdad?—preguntóconlosojosfueradelasórbitas.—¡Delabuena!—¿Ymelopuedoquedar?—¡Claro,Toni,esparati!—apostillé.—¡Mira,mamá!—gritabayreía,agitandoelgalardónenelaire.Rosasedeshacíaenunabrildeemocionesmientrasyomedespedíaparasiempre

y sin remordimientos del único de los dos Tony que no había hecho nada pormifelicidad.

El doctor Velasco entró en la habitación justo en aquel momento de éxtasis.Apenas tardó un instante en hacerse una composición de lugar y se apartóprudentementeaunlado.YomedespedídeAntonioydeRosa,emplazándolaaldíasiguiente frentealportaldesucasa,yacontinuaciónmedirigíhacia lapuertaconintencióndemarcharme.Antesdeatravesarla,Antoniomeinterrumpió:

—¡Gracias,Samuel!—Nada,hombre,yatehedichoqueelpremionoescosamía.Telohasganadotú

solito,campeón.—Nolodigoporeso—mecorrigió—.Lodigoporhabercuidadotanbiendemí.Unsilenciosepulcraltomólaestancia.BusquéapoyoenlamiradadeRosaydel

doctor Velasco, pero ambos la bajaron, conscientes de que aquel era unmomentomuyíntimoentrelosdos.

—Verás,Toni…—dije,tratandodeencontrarelvalorylaspalabrasjustas—.Lociertoesquefuiyoquienteatropelló.

Antonio desvió la mirada confundido, tratando a su vez de encontrar la de sumadreysumédico.

—¿Ytútambiéntehicistedaño?—No,Toni,yonomehicedaño—respondí,conunnudoenlagarganta.—¡Puesmealegro,porquemecaesguay!Rosasediolavuelta,escondiendoelrostro.—Hastapronto,Toni—dije,despidiéndomeconlamano.—Hastapronto,Samuel—añadióconunasonrisadeorejaaoreja,altiempoque

volvíaaabrazarseasutocayoynuevoamigo.EldoctorVelascoabriólapuertaymeacompañóhastaelpasillo.

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—Resultacurioso,¿noleparece?—¿Elqué,doctor?Velascoalzólamirada.—Que sea precisamente a estas personas a las que llamemos «disminuidos

psíquicos».Me quedé observándolo durante un instante, sopesando sus palabras. En la

expresióndeaquelhombrenohabíarastrodeaquellaotragélidaeimpenetrablequehabía podido observar en nuestros encuentros previos, cuando la vida de Antoniopendíadeunhilo.Ahora,porelcontrario,veíaenellaladeunhombremuyhumano,tanagradecidoyaliviadocomopodíaestarloyo.

—Muchasgracias,doctor.—¿Porqué?—preguntóextrañado.—Porhabernossalvadolavidaalosdos.

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o logré pegar ojo en toda la noche. Acaso instantes aislados de una ligeraduermevela.Nosetratabadelinsomnioproducidoporunoshechosdefinidosy

contrastados: el fiasco de la película, la recuperación milagrosa de Antonio, o lasituaciónde ruptura inminentedemimatrimonio; se tratabadeunaenergíamentaldescontroladaqueibaentodaslasdireccionesalavezyquemeproducíaunvértigodifícil de dominar.En unmomento y sin razón aparente, el vórtice cesó y todo sedetuvo.Sentíunapazcomonuncaantes lahabíaexperimentado.Tumbadosobrelacama ymirando al techo tuve la extraña sensación de que había ocurrido algo demagnitudconsiderablepeseanosercapazentoncesdedeterminarelqué;algoaloque,sinembargo,notardaríaendarlenombre.

Eranlassietemenoscuartodelamañana.Meafeitéymevestíybajéadesayunaralbufédelhotel.Al terminar,aesode lasocho,meacerquéhastaelmostradorderecepción,alqueacababadeincorporarseFermínparacomenzarsuturnodiario.Lepedíquecontrataraenminombreuncochedealquilerparaesamismamañana.Sepuso a ello de inmediato y me confirmó que lo tendría en la puerta del hotel enaproximadamenteunahora.

El vehículo llegó al hotel a la hora convenida. Para aquella ocasión preferícontratarunmodestoutilitario.

Llegué con diez minutos de adelanto a la dirección que Rosa me habíaproporcionadoydecidíesperarladentrodelcoche.Alasdiezenpuntolavisalirdelportal,buscándomeaizquierdayderechaconlamiradainquieta.Llevabaunosshortsceñidosyunacamisetaajustadade tirantescolor cremaqueestilizaban su figurayque le conferían un aspecto adolescente, casi infantil. Resultaba impactantecomprobarel espectacularefectoquehabíaproducido, tantoen su talantecomoensusfacciones,uncambioanímicotanacusado,apenasundíadespuésdehabersalidoindemnedeaquelpurgatorio.

Abriólapuertadelcopiloto,lanzósumochiladecolegialaenelasientodeatrásymediodosbesos.

—¡Llévamealmar,marinero!—exclamódivertida.Apenas hablamos durante el viaje. Rosa había traído unos cedés de música

española y se pasó canturreando y mirando por la ventanilla la mayor parte deltrayecto,ensimismada,comoausente,seguramentetratandodeexorcizar,atravésdela letra y lamelodíade aquellasviejas cancionesde amor aprendidasdememoria,todas las sombras y la mala emoción que había ido acumulando durante su largocalvarioenelhospital.Siesciertoesodequelamúsicaelevaelespírituyayudaacurarlaspenas,aRosatansololedebíadequedarpordentroalgúnpequeñorasguño

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enelmomentoenelque,trasmásdetreshorasdeviajeydeconciertoacapella,nosadentrábamosenlaciudaddeValencia.

—Llevo más de diez años sin pisar la playa, ¿puedes creerlo? —dijo, connostalgia—.DesdequemeseparédeLuis.

—Esmuchotiempo,sí.—Siemprehecreídoquelaplayaesunclubprivadoparafamiliasfelicesconuna

estricta política de membresía. Desde que la mía se rompió, decidí que ya nopintábamosnadaallí.

SeguimoslasindicacionesquenosseñalabaelGPSendirecciónalaMalvarrosa.AparcamosenunestacionamientosubterráneojuntoaunlujosohotelquellevabapornombreLasArenas.Elcaloreraasfixianteylahumedadsemepegóalaropanadamás abandonar el vehículo.Caminamoshasta el comienzodel paseoque a aquellahoraestabaabarrotadodeunamuchedumbrequeinfestabalasterrazasdeunsinfíndebares y restaurantes. Asimismo, un reguero de gente paseaba por aquel anchocorredordebaldosaquediscurríaenparaleloalmar,alolargodeunitinerarioqueseperdía más allá de donde alcanzaba la vista, serpenteando entre viejas casas depescadoresenelmargenizquierdoymodernosmerenderosenelderecho,comounasuertedemalecóngastronómicodondesaciarelapetitoyenjuagarseelsaborasalitredelaguademar.Puestosambulantesofreciendoabaloriosdetodasformasycolores,deartículosdecueroymarroquinería,detoallasypareos,degafasdesolyjuguetesde playa, todo colocado con esmero sobre una tela extendida en el suelo, comopequeños tesoroshundidosqueelMediterráneohubieradevueltoa laorilladurantesuciclodebajamar.Ypresidiéndolotodo,comounaanchalenguadearenadoradayfina,sirviendodeparapetoentreelmaryelasfalto,laplayadelaMalvarrosa,dondemillaresymillaresdecuerpossebronceabanoquemabanenfuncióndesulugardeprocedencia.

Rosaparecíaajenaatodaaquellaactividadfrenéticaquenosrodeabayunaveztuvoelmaralalcancedelavistacomenzóadesvestirsehastaquedarseenunescuetobikinicolorturquesa.

—Vamosadarnosunbaño—dijo,mientrasguardabasushortylacamisetaenlamochila.

—Nohetraídobañador.Ellacompusounamuecadefastidio.—¡Vieneapasarundíaenlaplayayseleolvidaelbañador!¡Típicodehombre!

Noquieroniimaginarquéseríadevosotrossiencimaostuvieseisquedepilar.Notratódeconvencermeysedirigióalaorillasola,atravesandounsenderode

listones demadera.Acordamosque la esperaría enmedia hora en la terraza de unrestaurante del paseo llamado La Muñeca, e iría encargando un arroz. Me sentémirandoalmaryesperéaquealguienseacercaraatomarmenotadelacomanda.Eldueño del establecimiento, Paco, un tipo extrovertido y muy simpático, con un

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marcadoacento local,mesugirióquepidieraelarroz«abanda», segúnél, elplatoestrelladelacarta.

Rosaregresóalamediahora,secándoseelpeloconunatoallayconlaexpresiónenelrostrodeunaniñaeldíadeReyes.

—Nosabesloquetepierdes.¡Elaguaestábuenísima!Elarroz«abanda»nosfueservidoalospocosminutos.Reconozcoquemealegré

dehaberhechocasoaldueñodellocalporqueaquelloresultóserunverdaderoregaloparaelpaladar.Rosaapenasdijonadadurantelacomidaytansolodejaba,detantoentanto,escaparalgunasinterjeccionesdestinadasasubrayarloquesindudaestabaresultandoserparaellaunamásqueplacenteraexperienciasensorial.

—Solopormomentoscomoestemerece lapenavivirenEspaña—dijo tras suúltimo bocado, dejando la cuchara sobre la paella vacía y proyectando unamiradaensimismadaendirecciónalmar.

—¿Hasestadoenotrospaíses?—Estuve una vez en Irlanda a los quince años, en un curso de verano para

aprenderinglésqueorganizabamiinstituto.Nohevueltoaviajarnuncamás.—¿Poralgunarazónenespecial?A Rosa pareció incomodarle un tanto mi pregunta a tenor de la expresión de

disgustoquesedibujóensurostro.—Viajar era un lujo demasiado caro para una chica humilde del barrio de

Hortaleza.Paco,eldueñodel local,aparecióenaquelmomentoconunaampliasonrisaen

loslabiosyunpuñadodefrasesmanidasdemanualdehosteleríaparatomarnotadelospostresydeloscafés.Ambosnosdeshicimosenelogiosporaquellamaravilladelagastronomíalevantinadelaqueacabábamosdedisfrutarydelaquenoquedabaniungranodearrozquepudieracontradecirnos.

—¿YcómoesNuevaYork?¿Esbonito?—preguntó,comolepideunniñoaunadultoquelecuenteuncuentoantesdedormir.

—Sí. Lo es…Mucho—respondí, sorprendido, repentinamente, por la imagenfugazdeSusanennuestrospaseosdurantelapuestadesolaorillasdelríoHudson.

—Es extraño —dijo, con la mirada abstraída—. Uno la ha visto en tantaspelículasqueavecesllegainclusoaimaginarqueyahaestadoallí.

—¿Y por qué no te animas? —Se me ocurrió de pronto, ilusionado—. MeencantaríaquevinierasavisitarmeconAntonio.Yomeencargaríadelospasajesydevuestraestanciayosharíaconmuchogustodeguía.

Rosamemiróllenadeternuraycolocóafablementesumanosobrelamía.—Yahashechobastantepornosotros,Samuel.Notienesporquéhacernadamás.

—Rosa retiró la mano, me sonrió y comenzó a degustar su helado de turrón—.Quizásenalgúnmomento—dijo,jugandoconlacucharilladentrodelaboca—.Talvezundíanomuylejanoaparezcamipríncipeazul,hinqueenelsuelolarodillayme

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pregunte: «¿Adónde queréis ir, princesa?». ¡A Nueva York!, responderé yo sinpensarlo,¡averamiamigoSamuel…!Dicenquesoñaresgratisasíque…¿porquéno?

Aquellonoshizoreíraambos.Eraunarisaamarga, triste.Soñar,enefecto,eragratis,yaquellamujerdeapenascuarentaañoshabíapagadounpreciomuyaltopordejardehacerlo.

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osacomentóqueleapetecíadarunpaseoalolargodelaplaya.Mequitéloszapatosymeremanguélosvaqueros,yfuimoscaminandojuntoalaorilla.

Empezamos a hablar de su pasado: me contó que había vivido una mentiradurantesusprimerosdieciochoañosdevida.Eldíadesudecimoctavocumpleañossumadreleconfesóquenoerasuhijabiológica,sinoquelahabíanadoptadocuandolamujerquelatrajoalmundo,unaamigamuycercanadelafamilia,sehabíavistoobligada a darla en adopción debido a un cúmulo de penurias económicas, unafamilia numerosa sin la figura del padre y una enfermedad degenerativa queamenazabaconllevárselaaunaedadtemprana.Aquellamujer,delaquenuncaquisosaber ni preguntar el nombre, había llegado a visitarla en calidad de amiga de lafamiliaenmásdeunaocasiónsin revelarle jamás su identidad,antesdemorircontreinta y pocos años. Rosa la recordaba vagamente, como una especie de ángeldesdibujadoensufrágilmemoriainfantil,queletraíatodotipoderegalos,dulcesyjuguetes, y que la llamaba repetidamente «hijamía» con un extraño temblor en lavoz,algoquenoteníanadadeparticular,porotraparte,enelacervolingüísticodelasmujeresdeaquellaépoca.Yelmismodíaenquelefuereveladoelsecretodesuidentidadfingidacomenzóapintar.Decíaquelapinturalepermitíallegaralládondelaspalabrasnoalcanzabanylamúsicanoseoía.Sematriculóenlaescueladebellasartes donde se licenció tras cinco años de carrera, con un expediente intachable ydestacandoentodaslasdisciplinas.Añosdespués,hartadepintarparaotrosartistasconmás éxito ymenos talento y sin conseguir exponer su obra en galería alguna,decidió comenzar un curso demaquillaje y caracterización, animada por sumejoramiga, y a partir de ahí comenzó su carrera en el mundo de la moda y de lapublicidad.Cambió sin remordimiento el lienzo en blanco de la creatividad por elrostrovacíodelabelleza,yyanuncamiróhaciaatrás.

EnunodeesostrabajosconocióaLuis,suexmarido.Unchicomalo,conaspectocanalla, asistente de producción, al que ella se juró y perjuró que tardaría poco enamaestrar. Tres años después nacería Antonio.Mesesmás tarde, el chicomalo desonrisa de doble filo y larga melena los abandonó a ambos, cuando se excusódiciendoqueseiba«ahíallado,aporungramodecocayunpaquetedechucheríaspara el crío…», y ya no regresó jamás, hasta que, no hacía ni cincomeses, habíavueltoareaparecerdelanadaparareclamarlacustodiacompartidadeAntonio.

—¿Noechasdemenospintar?—pregunté.—Nomucho,no tecreas—respondiósindramatismo—.Lapinturacumpliósu

función.Meayudóenunprincipioenminecesidaddedesentrañarquiénerayoenrealidadunavezmedesvelaronlaverdadsobremiorigen.Pasédoceañosdemividaintentando, literalmente, pintarme una identidad nueva que suplantara la que me

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habíasidoarrebatada,perosololaencontréeldíaenqueTonivinoalmundo.Élhasidomimejorobra.

—Esunchavalfantástico—añadísincero—.Yparecequelohaseducadobien.Rosaagradeciómicomentarioconunasonrisatímidayagarrándomedelbrazo.—Noha sido fácil, esa es la verdad.Al principio sentía unamezclade rabia e

impotencia. «¿Por qué amí?»,me preguntaba a todas horas, echándome la culpa,revisando losnuevemesesdeembarazoenmicabezaparaver sihabíahechoalgomal.Luegonotequedaotraqueaceptarlascosastalcomoson.

Sacó su toalla de lamochila, la extendió sobre la arenay nos sentamosuno alladodelotro,frentealmar.

—Cuandovinoalmundo—añadió—,creíaqueleestabahaciendoaeseniñoungran favor.Que,dealgúnmodo,estabasacrificándomevoluntariamenteennombredemi integridad como serhumanoydemi fe. ¡Cómopodía estar tan equivocada!Cómo no fui capaz de intuir siquiera que aquella misma personita acabaría porconvertirseenlamayorbendicióndemivida.

—¿Ycómoes el día adía conunniño así?—pregunté, llenode curiosidad—.Imaginoquenotienequeresultarnadafácil.

Rosa abrió la mochila y sacó su cartera. Extrajo de ella una foto de Toni,disfrazado de Superman, esbozando una sonrisa inocente frente a una tarta decumpleaños.

—Cómopodríaexplicárteloparaqueloentendieras,Samuel—dijo,ymepasólafotografía—.Escomositomaraslomejorquehayencadaunodenosotrosyluegovaciarastodalaporqueríaquevamosacumulandoalhacernosmayores:lamalicia,laenvidia, los celos, el rencor… Imagina a alguien que se ríe a todas horas porcualquiercosa,quetedaunbesocuandoleriñes;quetedice«tequiero»apesardehaberlecastigado.Imaginaaalguienqueestuvierahechodeunainocenciapura,deunaalegría infinitaydeunamor incondicional…,y luegosimplementeañádeleuncromosomamás.EsaeslamejordefiniciónquepuedohacerdeunniñoconsíndromedeDown.

LosojosdeRosasellenarondelágrimasylavozselequebróporlaemoción.—Algunas veces, enmitad de la noche, cuandome revuelvo inquieta entre las

sábanasyno logro encontrarle el sentido a casi nada, he comenzado a rezarle a laVirgen,pidiéndolequemeayudeaparecermemásamihijo,quemepermitaaceptarelmundoconlamismasencillezyalegríaconquelohaceél.

Estuvimosensilencioduranteunbuenratocontemplandoelmar,perdidoscadaunoennuestrapropiaensoñación.Rosacerrólosojoseinhalóprofundamenteaquelaireconaromaasalitrequellevabatantosañosdeseandorespirar.

Eran las seis de la tarde cuando decidimos regresar a Madrid. Rosa había

telefoneadoasuhermanaparaversihabíaalgunanovedadencuantoaToni,yella,asuvez,lehabíadichoquesequedaratranquila,quetodoestababien.Yadentrodel

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coche, avanzando por una arteria principal que atravesaba la ciudad, me dio unvuelco al corazón al divisar un letrero que indicaba un desvío en dirección aCastellón.LeexpliquéaRosaquemimadreeradeunpueblecitodeesaprovincia,yque,apesardequemehabíahabladodeéleninfinidaddeocasiones,siempreconunposodenostalgiaensurecuerdo,nuncalohabíallegadoavisitar.

ElpueblodemimadreseencontrabaacienkilómetrosdeValenciayaunahoraymedia de camino. Rosa me animó a que nos desviáramos, puesto que le parecíaimperdonablequenoconocieraellugardedondeprocedíanmisancestros,algoconloqueella,porrazonesevidentes,estabamuysensibilizada.

Tomamos aquel desvío a Castellón y durante el trayecto no pude evitarrememorarfragmentosquehabíancompartidoconmigo,tantomimadrecomomitía,sobresuinfanciayjuventudenaquellugardurantelosañososcurosdelaposguerra.Aquel pajar de las noches de ronda, la triste historia demi bisabuelaSinforosa, ladescripción detallada de cada lugar, de cada paisaje, de cada rincón… Podíaimaginar,mientrasgestionabacadaunadelaspronunciadascurvasdeaquelcamino,amipadrehaciendolopropioensuflamanteseiscientosblancoduranteaquelveranodelsesentaenelqueseconocieron,seenamoraronyseprometieron.

Altomarlaúltimadelascurvaspudimoscontemplardesdeladistanciaelpuebloentodosuesplendor.Apenaslecalculéunpuñadodecientosdecasas,todasconsustechados de teja roja y sus paredes de cal blanca. La torre de la iglesia se erigíaorgullosaenelcentrodeaquellapostaldelugarolvidadoporeltiempo,yalrededordeella,unamanchablancayrojaquesederramabaentodaslasdirecciones,rodeadaporelverdedelasmontañascubiertasdepinoyelocreamarronadodelosterrenosderegadíodelashuertasadyacentes.

Aparcamoselcochealaentradadelmunicipioyfuimoscallejeandoendirecciónalaplazaprincipal,siempretomandoelcampanariodelaiglesiacomoreferencia.Nohabíademasiadagenteaaquellahoradelatarde.Lamayoríaestabaconcentradaenlaplazadelafuente,alaque,enmásdeunaocasión,habíahechoreferenciamimadreal hablarme del pueblo. Allí, un nutrido grupo de hombres, septuagenarios en sumayoría, echaban una partida de cartas bajo la sombra majestuosa de un par deálamosenormes,mientrasunabandadadechiquillos,conelcercodeesalibertadquetiende a ampliarse cuandouno sale de las grandes urbes durante las vacaciones deverano, correteaban de lado a lado de la plaza, ante la presencia impasible de unafuente de dos chorros, rodeada por un murete circular de piedra marmolada que,segúnteníagrabadoenunflancodelamisma, llevabadandoaguaenaquelmismolugardesde1912.Bajamosporunempinadoyestrechocallejónqueconfluíaenunavíaprincipal.Unacallequebordeabaelpuebloporsucostadosurydesdedondesepodía contemplar la impresionante estampa de las altas y frondosasmontañas quecircundabanlacomarcadelAltoMijares.

Sentada en una silla demimbre, frente a la puerta de una casa, apenas a unosmetrosdedistanciadedondenosencontrábamos,unamujeralaquelecalculéentre

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setentaysetentaycincoaños,haciendoganchillo,conunvestidodelutocubiertoporundelantaldecuadrosyelpeloblancorecogidoenunmoño,nosmirabadereojo,conesamezcladecuriosidadyfastidioquesuelengenerarlosforasterosenaquelloslugares recónditosdonde todo loque resultadesconocidoproduceuncierto recelo.Conscientedeello,ysinquerer importunarlaodistraerladesu tarea,meaproximéhaciadondeseencontraba.

—Buenastardes.—BuenasnoslasdeDios—replicó,levantandolamiradadesulabor.—Por casualidad, sabría usted decirme dónde está la casa del difunto señor

IsmaelAroza.—Sí—dijo,conunaleveinclinacióndecabeza,observándomecondesconfianza.Sehizounsilencioincómodohastaquevolvíapreguntar.—¿Sabríaindicarmecuáles,siestanamable?—¿Quiénloquieresaber?—dijo,posandolalabor.—Soyunnietosuyo.MellamoSamuel.—Queyosepa,elseñorIsmaelnotuvonietos.—Lostuvo—meapresuréacorregirle—.Porpartedesuhijamayor:María.Losojosdeaquellamujerseabrieroncomosiacabaradeverunfantasma.—¿Tú eres hijo de María la Tonadillera? —preguntó con un hilo de voz,

tapándoseinstintivamentelabocaconlamano.—Sí.Elpequeño—respondíconlamayornaturalidad.—¡Virgendelamorhermoso!¡ElhijodelaTonadillera!Aquellabuenamujer,quenohacíanidosminutossehabíacomportadodemodo

tanariscoantenuestrapresencia,selevantódesusilla,semeabrazóalcuelloymeestampóunaseriedebesossonorosenambasmejillas.Unavezserecompusodesuexcitaciónmomentánea,nosinstóaquepasáramosdentrodelacasa,donde,peseanuestros repetidos intentosdedeclinar su cortesía, argumentando falta de tiempoydeseodenoimportunar,nosvimosobligadosatomaruncaféconpastasehigosdelacomarca.

—TúmadredesaparecióunbuendíaconlatíaSinforosa,quelellenólacabezade pájaros con eso de artista, y semarchó aBarcelona a aprender a cantar.Ya novolvióporelpueblonuncamás,exceptoaquelveranoenqueconocióatupadreque,segúncreo,estabaporentoncescontodoaquellodelacentralhidroeléctrica.

Conocíaaquellahistoriaalaperfecciónyaquemimadremelahabíarelatadoaldetalledurantesuestanciaenelhospitaldíasantesdemorir.

—YoestabaenelbaileconellaycontutíaIsabellanocheenqueseconocieron—prosiguió—. El pobre muchacho, más patoso que otra cosa, se le declaró ahímismo,nadamásconocerla,yalastresnosdiounataquederisaquepaqué.

—Sí,conozcolahistoria—dije,uniéndomeasurisa.—Tu tía y yo éramos de la misma edad y habíamos crecido juntas. Éramos

vecinaspuertaconpuertaydesiemprelatuvepormimejoramiga,hastaque,igual

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quehicieralamayor,tumadre,undíatambiéndesaparecióyyanuncamássupedeella.Ydeesovaahaceryacincuentaaños.

Unvelodetristezaensombreciólamiradavidriosadeaquellaanciana.—¿Legustaríasaberdeella?—¡Claro!—exclamóilusionada—.¿Cómoestá?¿Aúnvive?¡Cuéntame!—¿Porquénohacemosotracosa?—dije,sacandomiteléfonomóvil—.¿Porqué

noselopreguntaustedmisma?Laexpresióndeaquellabuenamujersecongelódeprontoytardóunosinstantes

enreaccionar.—De…verdad—tartamudeó, impresionada—.¿Deverdad…puedohablarcon

ella…?¿Con…laIsabelín?¿Ahora…?Miréelreloj.EranpocomásdelasdosdelatardeenNuevaYork.—¡Ahoramismo!—respondí,buscandoelcontactodemitíaenelmóvil.Marquéelnúmeroylepaséelteléfonoanuestraanfitriona,quelomiraballena

de dudas, como si no pudiera dar crédito a lo que estaba a punto de suceder.Finalmente,lavozdemitíadebiódehacersuapariciónalotroladodelaparato.

—Isabelín, ¿sabes quién soy…? —dijo, con voz trémula—. Soy Pilar, la delherrero…

Avergonzadapor supropia emociónque luchabapornodesbordarse,nospidiópermisoparaausentarseunmomento.

Pilar regresó minutos más tardes con el móvil en la mano y secándose laslágrimasconunpañuelo.Parecíahaber rejuvenecidodiezaños,ymeagradeciósinnecesidaddeextenderseenpalabrasaquelgestoque,segúnellamismadijo,lehabíadadolavida.Ambassehabíanintercambiadolasseñas,yhabíanquedadoenretomarel contacto a través de carta. El modo en que siempre ha preferido expresarse elverdaderoafecto.

Antes de despedirnos, le pregunté cómo llegar hasta el barranco, uno de loslugaresfavoritosdemimadreydonde,segúnellamismamecontó,mipadrelepidióelmatrimoniounatardedefinaldeagosto.Pilarnoshizounpequeñomapaenunaservilleta y nos dio una bolsa con higos de la comarca para el camino. Antes demarcharnoscaíenlacuentadealgo.

—Disculpamipregunta,Pilar,¿llevasmuchosañosviviendoenestacasa?—Desdeeldíaenquenací.—Anteshasdichoquemitíaeravecinatuya,puertaconpuerta…—Claro—dijo, mostrando un ligero desconcierto—. Por esome ha extrañado

tantoquemepreguntarasporlacasadetuabuelo.Debedetratarsedeunacasualidad,pero,aunqueteparezcamentira,eraprecisamenteesacasajuntoalaqueoshabíaisdetenidocuandooshevistolaprimeravez.

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escendimos por un camino de tierra rojiza y seca que tirabuzoneaba por laladeradelmontecomosiunfulardecobrelerodearaelcuello.Elcaminose

deteníaalospiesdeuncerroacuyasespaldassepodíaoírelrumortranquilodeunriachuelo que desembocaba en una pequeña bañera natural del tamaño de unhidromasajedoméstico.Lobordeamosporelflancoderechosinnecesidaddemirarelmapa, de forma instintiva, siguiendo el murmullo fluvial que emergía desde esecostado. La marcha a partir de ese momento se tornó más exigente. Pequeñossenderos se abríanpaso entre lamaleza, atajos fabricadospor lamanodel hombrequeascendíanenparaleloyen sentidocontrarioalde la corriente, caminosque secubríanacadapasoporunamarañade tentáculosabasedezarzas, ramasyfollajequenosmordíanyarañabanlapiel,aunquenolobastantecomoparacejarennuestroempeñodeseguiravanzando.

Conformeascendíamos,lacorrienteibaincrementandosupotenciaysucaudal,ylas bañeras naturales que le servían de avituallamiento y descanso lo hacían enidénticaproporción.Aquellaincursiónalasvíscerasdelanaturalezamásagrestesefuehaciendocadavezmásprofundayacadametroqueavanzábamosuno tenía lasensacióndequelecomenzabanasalirraícesenlasplantasdelospies.

Bordeamosun recodode rocas color teja enelque se sucedían tresbañeras encolumna ascendente, como una escalera de musgo, y en cuya superficie el soldibujaba arabescos en forma de lágrimas de plata.Oímos el estruendo próximodeunagrantrombadeagua.Aúnnola teníamosa lavista,perointuíquedetrásdelaescarpada pared de arenisca que nos impedía avistarla desde nuestra posición solopodíaesconderseaquellapozaalaque,segúnmecontómimadre,loshabitantesdelpueblohabíanllamadodesdetiemposinmemoriales«elsaltodelanovia»,enalusióna la trágica leyenda,quefuepasandodegeneraciónengeneración,delsuicidiopordespechodeunajovendelacomarca,ydondeella,joveneingenua,sinapenasdarsetiempoparareflexionar,habíaaceptadounirsudestinoaldemipadre.

Por fin, tras avanzar una decena escasa demetros alcanzamos el culmen de laascensión y nos encontramos de pie, incapaces de articular palabra por unacombinacióndeadmiraciónyesfuerzo,frenteaaquellasobrecogedoravisióndeunlugarqueparecíahabersidoesculpidoaimagenysemejanzadelparaíso.

—¡Quémaravilla,Samuel!—Sí…—Nuncahabíavistonadaigual.—Niyo.Nos acomodamos enunade las rocas, planas y rojizas, que quedaban frente al

cañonaturalquehoradabalamontaña.Imaginéamispadresenaquelmismolugar,

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duranteelveranodelsesenta,cuandotodoloquelesrodeabaerahermosoytodoloquelessucedía,mágico.Mientrasobservabayescuchabahipnotizadoaquelmilagrodelanaturalezamesorprendió,conasombrosanitidez,unaimagendelainfanciaquecreíahaberdesterradademimemoriaparasiempre,yquemeseñalabaconmartillodejuezydedoacusadorcomoelúnicoyverdaderoculpabledesudesunión.

—Nunca lehe contadoesto anadie, ¿sabes?—dijedepronto, como si alguienestuvieraexpresándoseatravésmí—.Jamáshicimosmenciónalgunadeellonisaliónuncadelnúcleodenuestrafamilia…

Rosa,tumbadasobresutoalla,seincorporóparaprestarmeatención,sorprendidaporaquellaspalabrasqueparecíanllevarelpesodeunaconfesión.

—¿Aquéterefieres?—Mi padreme pegaba amenudo cuando yo era un niño—proseguí como un

autómata, hipnotizado por el ruido del agua—. Palizas que con el tiempo fueronconvirtiéndoseenagresionesbrutales.Esaes la razónpor laquemimadredecidiósacarmedeMadridynosmarchamosjuntosacomenzarunanuevavida,lejosdeél,enNuevaYork.

—Samuel,notienesporqué…—Nuncalehecontadoanadielaverdaderarazónporlaquecomenzóaodiarme

tanto,yeshoradequelohaga.Rosametomóentoncesdelamanoymemiróalosojosconunaternurainfinita;

acontinuación, respiróhondoycerró los suyos,preparándoseparaescuchar,enunespaciocercadodequietudinterior,loquemedisponíaanarrarle.Yohicelopropioycerré los míos, y permití que el ruido ensordecedor del agua de aquella cascadaenmascarara, en la medida de lo posible, el rumor de la vergüenza, el dolor y eldesamparoquesabíaqueconteníaaquelsecretoinconfesable,enterradotiempoatrásenun ataúddepapel, quemedisponía a compartir con ellay, quizás, deunmodoincomprensible,conmigomismo…

Lo que estaba a punto de revelarle ocurrió el 11 de marzo de 1975, en la

residenciafamiliardeElVisodondenosacabábamosdemudarhacíatresmeses:unacasagrandededosalturas.Enlaplantasuperiorseencontrabanlashabitacionesyelestudiodemipadre;en la inferiorsehallabaelsalón, lacocinayel recibidor.Unaancha escalera demármol de veinticinco escalones con una balaustrada demaderacomunicabaambosniveles.Erasábadoporlamañana,eldíaenquemihermanayyoteníamoslaobligacióndearreglarlahabitaciónque,enmicaso,comosolíadecirmipadre,siempreestabahecha«unaleonera».EsamismamañanahabíaestadojugandounratoconunmonopatínquemehabíanregaladolasNavidadesprevias,recorriendode punta a punta el largo pasillo de la planta superior. Me sentía extrañamenteinquietoapesardenotenermotivoalgunoparaestarlo.Mecansédejugarconélylodejétiradofrentealbordedelaescalera.Seguidamente,fuialcuartodemihermanaqueestabahaciendolosdeberes…

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—¿Quéhaces?—¿Atiquéteparece,Samu?Estudiar.Déjame,anda.—Meaburro.—Arreglatucuarto.—Esoesdechicas.—Novuelvas a decir eso en tu vida, que todas no somos unas santas como la

mamá,niñomimado.—¿Jugamosa«túlallevas»unrato?—Ahoranopuedo.—Eresunaempollona.Ningúnchicotevaaquerer.Lasempollonasnosdanasco.—¿Aquiénlehasoídoeso,Samu?—ALimorti,queeselquemásentiendedechicasenmiclase.—Escúchame,Samuel.Nohagascasodeloquediganlosotroschicos,¿meoyes?

Tienesquetenertupropiapersonalidadyaprenderapensaryadecidirportimismo.—¡Pues si quieresquedecidapormímismoempiezaporhacermecaso alguna

vez!Había derrotado a Sara con su propio argumento, de modo que aceptó con

desganajugarconmigoduranteunrato.Salió corriendo de la habitación aprovechando un descuido,mientras se reía y

gritaba«tú la llevas».Fui trasde ellay ledi alcance en el preciso instante enquellegábamosal finaldelcorredor.Antesdequepudieragirar laesquinayescaparse,bajandoporlaescaleraquedabaalrecibidor,lediunempujóndesmedidoyllenodemalaidea.Conlainerciafuetrastabillandohaciadondeseencontrabaelmonopatín,amenosdeunmetrodedistanciadelbordede laescalera.Sara lopisóyperdiópie,rodando como un pesado fardo escaleras abajo. Una vez allí ya no se movió.Permanecíinmóvil,observándoladesdeloaltodurantealgunosminutos.Todoestabaensilencioysololograbaescucharloslatidosdemicorazón.Luegomeencerréenmicuarto,meescondídebajodelacamayempecéarezar.Cadatrespadrenuestrosregresaba,tratandodenohacerruido,paraversiDiosmehabíaescuchadoySarasehabíalevantadoya.Peromihermanaseguíainconscienteybocaabajoenelsuelodelrecibidor.Enunodemisvanosintentosdepersuadirconrezosaladivinidadescuchéel grito estremecedor de mi madre que me heló la sangre…, y a partir de esemomentodejéderezarparasiempre.Salídemihabitación,cogíelmonopatíny lorompíenpedazos,asignándoletodalaculpadeladesgracia,perojamáspudehacerlopropio con el recuerdo febril de la rabia y el rencor con que mis brazos habíanempujadoaSaraprecipitandosucaída.

Aquelloscelosirracionaleshaciamihermana,quenoteníanqueverconningunadesusvirtudes,sinoconelhechodeconsiderarlaelúnicoobstáculoinsalvableparallegar al corazón de mi padre, debieron de estar presentes en aquel empujón. Noconseguíengañarmeamímismoconvanasexcusaspormuchoqueinventaracientospara tratar de minimizar mi angustia. Era un empujón desmedido que, aunque

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entoncesnisiquieralointuyera,teníalafinalidadsimbólicadealejarladeél.Perolasconstantes palizas e insultos de mi padre a raíz de desvelarse la verdad sobre losucedido me hicieron, de un modo enfermizo, más real para él, más vivo; máspresente.Yaunquesentíauntemorrayanoenlaneurosisquesedesatabaconsumerapresencia, y aunque lloraba y sufría lo indecible con cada uno de sus golpes ymenosprecios, con el tiempo y los hematomas llegué a acostumbrarme a ello, yaceptéconsumisióndemártirserelobjetodondeacudíaconfrecuenciaaaplacarsuira, como un sucedáneo cruel de mi íntimo deseo de ganarme su favor. Meconformaba,peseaquejamáslleguéaserconscientedeello,conpodergenerarunaemoción tan real e intensa para él.Hubiera preferido, cientos de veces y unamás,seguirsufriendodíatrasdíasucastigoabusivoydesproporcionado,abrasándomelapiel con el hierro incandescente de su odio, que quedar absuelto de por vida,soportandoparasiemprelacruzdesucalladodesprecioymiperpetuainvisibilidadantesumiradaesquiva.

Serimportanteatodacosta,bajocualquierpretexto,medecíaamímismoenunasuerte de letanía enfermiza, siguiendo un patrón de hechizo o de conjuro. Serimportante,repetía,esoesloúnicoquedeverdadimporta…Yaquelmantrahabríade convertirse con el tiempo en una suerte de profecía de autocumplimiento. Serimportante para que a uno lo vean, por la razón que sea, que lo quieran o que loodien,pocoimporta,peroquelovean.Conlosojosenrojecidosporlaslágrimasdelabatimiento y el dolor de los hematomas; por la culpa que se burla jugando alescondite, a oscuras, con la espalda apoyada contra la pared, la cabeza escondidaentre las piernas y las manos entrelazadas abrazando las rodillas, balanceándomeadelanteyatrásenmitaddeaquelpasillodela tragediayla infamia,comoalguienquehubieseperdidoeljuicioapesardesucortaedadytansolorepitieraunayotravez con un lamento demanicomio: «Ser importante, eso es lo único que vale. Serimportante».Yenaquelcastigodemipadrevendríatambiénlapenitencia,yenaqueldolor de hebilla mi salvación y destino. Ser importante, aullaba para disfrazar devalordehombre losquejidosdeldaño.Ser importante…, susurrabaentonceshastaquedarmedormidoporelarrullomonótonodemipropiavoz,yelrecuerdoinventadodesurostroamable,sucariciaafectuosa,yesebesotandeseadoquejamásmellegóadar.

La montaña y yo, uno frente al otro, nos servíamos de espejo en nuestro

desconsuelo.Eldeellaacompañadodeunrugidomonstruosodeaccidentenatural,elmíoapenasperceptibleentresollozosahogados.

Rosa,quememirabasindecirpalabra,conuntemblorenloslabios,meenjugóentoncesunaslágrimasqueresbalabanporlasmejillas.

—Teperdono.—¿Cómodices?

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—Te perdono en nombre de tu hermana, y en el demi hijo, y en el de todosaquellosalosquecreeshaberhechodaño.

Rosa se puso de pie,me extendió sumano para ayudarme a levantar y señalóhacialamontaña.

—Ahoratetocaati.AntemimiradadedesconciertoRosainsistióconunlevegestodecabeza.—Vamos,Samuel,adelante.Hallegadoelmomentodequelohagastútambién.Dirigílavistahacialamontañayporunmomentomeparecióquesedeteníala

cascadayseatenuabaelruidodelaguaalcaersobrelapoza.Miréenelinteriordeestatratandodeencontrarenellamipropioreflejo.Medistinguíalolejos,sobrelasuperficie.Distorsionadalaimagen,ensombrecida,comoelvagorecuerdodealguienaquiennosehavistoenmuchosañososeencuentramuylejanoenladistancia.

—Te perdono, Samuel…—balbucí lleno de dudas, mirándola de soslayo, sinentendermuybienloqueestabahaciendo.

—Másalto—dijoRosa.—Teperdono,Samuel…—¡Grítalo!Y,entonces,sentíellatigazodeundolorintensoyvisceralqueparecíaemanarde

lomáshondodemisentrañas:—¡Teperdono,Samuel!¡¡Yoteperdono!!Rosadescendióunosmetroshastadondeyomeencontraba,frentealaorilladela

poza.Seacercómuydespacio, se situó frente amíymepuso lasmanos sobre loshombros.

—Yaestá—dijo—.¿Hasvistolosencilloqueera?Nosfundimosenunabrazodeabandono,decamaraderíacastrensetraselfragor

delabatallaqueteníasaborabanderablancayaregresoacasa,conunarespiraciónlenta y acompasada, sin emitir sonido alguno para no estropear el momento conpalabras nimiradas; con su cabeza apoyada sobremi hombro, como dos sombrasrecortadas sobreunhorizontedepiedra roja,musgoverdeybrumablancadeaguabrava.

—¡Mira,Samuel!—exclamó,deshaciendoelabrazo.Rosa señaló algo a mis espaldas. En una de aquellas rocas, escondida bajo la

maleza, había grabada una inscripción que había sido hendida con algún tipo deartilugiopunzante.Nosaproximamoshastaella.Dentrodeuncorazónatravesadoporuna flecha, comosi se trataradeunadeesas tiernasmuestrasdeamoradolescentequesesuelenvereneltroncodealgúnárboloenalgúnlibrodetexto,sepodíanleerdosnombresjuntoaunafecha:

GermányMaría,Cirat,23deagostode1960.

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ayalgodenobleenelhechodebajarlosbrazos,deagacharlacabezaohincarlarodilla;algodeheroicoenreemplazarelmiedoaperderlotodoporelvalor

sereno de aceptar la nada, como una bendición disfrazada demendigo a la que setermina por reconocer en medio de la multitud, y reunir de ese modo el corajesuficiente para comenzar a andar por la senda menos transitada: la que está másoscura y en la que nos sentimos inevitablemente solos y perdidos. Quizás elverdadero éxito en la vida se reduzca a eso: a descubrir en algúnmomento de eselargo peregrinar que la única manera de desentrañar el gran misterio de nuestraexistenciaradicaeniracumulandofracasos,unotrasotro;batallasperdidas,entocarfondo,ennoalcanzarningunadelasmetasqueundíapostulamosenbaseanuestrapropiaexigenciaolosdesigniosdeotros,enseguircaminandosinbrújulanizapatos.Hay algo de sabio en el hecho de desprenderse de nuestra individualidad, en larenuenciaaacumularetiquetasconelfindediferenciarnosdelrestoparaincrementarelvalordeaquelloquetratamosdevenderleacualquieraenlasubastadelmiedo:unaimagen adulterada de nosotros mismos. Hay algo de liberador en la idea de nonecesitarencontrar repuestasporquenoexistenya laspreguntas,ni lasdudas,ni laincertidumbre.Hayalgodevalienteenelhechodearrancarlelosojosalavoluntadyemascularaldeseo,yreconocerqueenrealidadnuncafuimoscapacesdedesentrañarelverdaderopropósitodeljuego;quetodoestabahechoabasedeespejosyhumo,dementiras con que llenar ese espacio íntimo llamado consciencia del que nosausentamosytiramoslallavehaceyamuchotiempo.Hayalgodedivinoenelhechode morir en vida y trascenderla, de enterrarnos como los antiguos egipcios,embalsamadosjuntoatodasnuestraspertenenciaseidentidadesfalsasyalejarnosdetodo ello sin mirar atrás, sin luto ni duelo, desnudos y sin agua, atravesando elinmensodesiertoenladireccióncontraria,enbuscadeaquellalámparamaravillosaque es nuestra verdadera esencia, de cuyo interior decidimos escapar un buen día,anteeltemorheredadodesaberque,ennuestroestadooriginal,todoscompartimoslaincómodaytitánicaresponsabilidaddesergenios.

Fragmentos de conversaciones que había mantenido recientemente seyuxtaponían ahora en mi recuerdo como compartimentos estanco de un mismoparadigma.Marcial hablaba de ocupar el asiento de copiloto;Enrique, de no tenermiedoacomenzardecero.Inclusomihermanalollegóacomprender,alpocodesuaccidente,cuandoaseguróundíaquenosenecesitanpiernascuandounotienealas.Compartían,encadacaso,laideaderendición,deaceptaciónenladerrota.Quizáselresto delmundo, entre los queme incluía yo, losmiraba con lástima, juzgándoloscompasivamente como víctimas, como perdedores en el juego de la vida,mientrasellos,ajenosacualquierjuicio,seguíanabriendocadamañanalosojosaununiverso

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debendicionesconlamiradalimpiadelagratitud,aferrándosealaindeleblecertezade haber entendido a tiempo que, para poder encontrarnos a nosotrosmismos, tansolodebemosdejardebuscarnosenlosdemás.

Perosiemprehayunmomentoexacto,unlugarconcretoeneltiempoyelespaciodonde ubicar ese súbito despertar de la consciencia: un parque en Wall Street amediados de julio, un sueño la víspera de Navidad, una nota musical frente a uninstrumento…Elmío ocurrió demanera espontánea, durante aquel trayecto por elpaseodelaCastellanaenelcochedeEnrique,endirecciónaunrestauranteenelquehabía reservado mesa para traspasar, en compañía de Rosa y Enrique, esa líneatemporalque,segúneste,separabalafronteraimaginariaentre«elfinaldelaprimerapartedelpartidoyelcomienzodelasegunda»:micuadragésimoquintocumpleaños.

Recostadosobreelasiento,conlaventanillabajadaylamiradaperdida,pensabaen que lo único real en aquel momento era la perspectiva inminente de un adiósdefinitivo a todo lo que conocía hasta entonces: mi carrera, mi matrimonio, mimaneradeentenderlavida…,ypeseaello,nopercibíaenmiinteriorposoalgunodemiedooderecelo,nisiquieraunalevesensacióndepérdida,sinolaexcitaciónpreviadeunviajeimprovisadoaunlugardesconocido.

Eranpocomásdelasdiezdelanochecuandoentramosenunodelosrestaurantes

demodaenlaciudad,queeldíaanteriormehabíarecomendadoFermínportratarse«de una celebración tan especial».Elmaître del local nos acompañó hasta nuestramesa, retirando ceremoniosamente la silla de Rosa en un gesto de caballerosidadtrasnochadoquenisiquierarecordabahabervistoenloslocalesdepostíndeNuevaYork.Todoestabaenvueltoysobrecargadodeunartificiomolesto,zafio,inútil.Unaodaalasoberbiaylaarrogancia.Observéconunamezcladecuriosidadylástimaalrestode loscomensalesyparamisonrojo fuicapazde reconocermeenmuchosdeellos: parejas que apenas se miraban ni intercambiaban palabras, que llenaban sintregua sus bocas para evitar tener que hablar o para refrenar el impulso de gritar.Botellasvacíasdevinoylicorqueseacumulabanensimilarproporciónaladelosplatos sin probar. Miradas que, al igual que la mía, escudriñaban las mesas dealrededor enunvano intentode escapardel tediodeleitándose en el de losdemás,reafirmándose en la idea absurda de que la gente con clase no se abandona a lavulgaridaddelarisaoeldisfrutedeunaconversaciónbanal;oserebajaamanifestarque un plato está perfecto o un vino es sublime, ya que suelen comentar conlanguidez que están acostumbrados a frecuentar lugares donde todo es de mejorcalidad.Laodiosavanidaddeleternodescontento;lacomplacencianauseabundaenla actitud crítica; la creencia estúpida de que la hierba siempre esmás verde en eljardíndeallado.Unamanifestaciónirritantedeeternainsatisfacciónantelavidaqueparamuchos tienealgodeprivilegiodecasta,cuandonoesmásque laproyecciónlastimosadesupropiaincapacidadparadisfrutardeella.

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Noté de pronto una ligera incomodidad en Rosa, que vestía unos vaquerosdesgastados e iba sinmaquillar, ante lamirada reprobatoria de un par demujeresemperifolladas de su misma edad. Un hecho que, en circunstancias normales, mehabríapasadocompletamente inadvertido,peroqueenaquelmomentopercibíaconmagnitudtelescópicaysensibilidadfemenina.LamismaconlaqueparecíahaberlopercibidoEnrique.

—Maître,porfavor.Elmaîtreseaproximóhastanuestramesaenactitudservicial.—Esto resulta de lo más embarazoso —dijo Enrique, con un cierto tono de

resignaciónensuvoz.—¿Dequésetrata,caballero?—¿Ve aquellamujer de lamesa del fondo? ¿La del vestido rosa palo que está

cenandoconunaamiga?Los tres miramos en la misma dirección, sobresaltados por aquella inesperada

salidadeEnrique,sinsabermuybienquépretendía.Lamujer,unadelasquehabíamiradoaRosacondesdén,seviosorprendidapornuestrasmiradasfurtivasybajóalpuntolasuya,tratandodedisimularsusonrojo,centrandotodasuatenciónenunadelaspatasdesulangosta.

—Sí.Dígame.¿Quéocurre?—Verá.Esaseñoraesmiexmujerylaqueestáconellaesmicuñada.Estamos

pasandoporunterribleprocesodedivorcioymeestáhaciendolavidaimposible.Simeveconminuevapareja—dijo,al tiempoqueagarrabatímidamente lamanodeRosa—ymiabogado—ymeseñalóamí—,mevaaintentarsacarlastripascomoselasestásacandoaesalangosta,quedichoseadepasotieneunapintasublime.Paraevitarconflictosyescenasdemalgusto,puestoqueestodaunaexpertaenelartedemontarelnumerito,seríaconvenientequeabandonáramossurestaurantesinqueellase dé cuenta. Comprendo el inconveniente que supone para ustedes el perder unareservaaúltimahora,perohágaseustedcargo…

Elmaîtrecompusounaexpresióndehorrorantelameraposibilidaddequealgoalteraralaetiquetahabitualdesulocal.

—Pierdacuidado,caballero.Mehagocargodelasituación.Acompáñenme,porfavor.

Elmaîtredellocalnoscondujoalinteriordelacocina,evitándonosdeesemodoel bochornoso espectáculo de atravesar el restaurante en la dirección contraria a laquehabíamosentradohacíaapenasunosminutos,ynosfranqueóunapuertaatravésdelacualseaccedíaalexterior.

—Esunaverdadera lástima, se lo aseguro—dijomientras nosdespedía a cadauno con un breve apretón demanos—.Nova a encontrar un restaurantemejor entodoMadrid.

—Meconsta—apostillóEnrique,confingidopesar.

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—Peroasíeslavida—prosiguióelmaître,dirigiendounamiradaaRosallenadeintención—.Nosiempretieneunolasuertedesalirganandoconloscambios…

Dimos la vuelta a la esquina y comenzamos a reír a carcajadas como tresadolescentesqueacabarandecometerunatravesura.

—¿Por qué has hecho eso, Enrique?—le recriminé sin poder dejar de reír—.¿Sabeslodifícilqueesconseguirunareservaenestesitio?

—Metraesincuidado,Samuel—respondió,recobrandodenuevolacompostura—.Eseantronoestabaalaalturadetuinvitada.

Lasmiradasdeambosseentrelazaronduranteunsegundo.—Nohacíafalta,Enrique…,perograciasdetodosmodos.Hasidoundetalle—

dijoRosa,bajandolamirada.RegresamosalcocheyEnriquelepreguntósihabíaalgúnlugarenespecialdonde

le apeteciera cenar. Era sábado por la noche y no había riesgo de que las cocinascerrarantemprano.UncuartodehoramástardeentrábamosenunmesónasturianoaespaldasdelaGranVía.

Laatmósferadeaquellocaleradiametralmenteopuestaaladelanterior.Lagentereíayhablabaenvozaltayelniveldedecibeliosnosobligabaanosotrosmismosaalzarlavozparapodernosescuchar,ynoscontagiamosdeinmediatodelbullicioylaalgarabía general del mismo modo que aquellos otros comensales se habíancontagiadodelrictusrígidoyelmanierismoaburridodelorgulloyelengreimiento.Al final,uno siempreacabacontextualizándosecon suentornocomouncamaleón.Enrique pidió varios entrantes de especialidades asturianas que devoraba confruición.Yomededicabaadegustarlosporencimapuestoqueapenas teníaapetito.AmbosnosmiramosalarmadosenelmomentoenqueRosapidióunabotelladevinotinto. Brindamos de manera despreocupada, sin la menor intención por parte deningunodelosdosdedaraentenderlarazónquenosimpedíabeber,yentrardeesemodo en un tema peliagudo que suele causar fascinación y curiosidad en todosaquellosqueno tienenunproblema real con labebida,yque suelemonopolizar, araízdeserdesvelado,cualquierintentoposteriordeconversación.

Rosa no paraba de hacer preguntas: ¿de qué nos conocíamos? ¿Cuántos añosllevábamos sin vernos? ¿Cómo era reencontrarse después de tanto tiempo…?Nosotrosrespondíamosdeesamaneratanmasculinayalaveztanpuerilqueconsisteen evitar a toda costa dejar aflorar nuestros sentimientos, minimizándolos ymetiéndonosdescarnadamenteconelotro:«Eldíamásfelizdemividafueeldíaqueloperdídevista,—decíaEnrique—.Me fuideMadridporqueyano loaguantabamás»,afirmabayo.Palabrashuecasquecontradecíancadaunadenuestrasmiradasygestos de afecto. Palabras que expresaban todo lo contrario a las que de verdaddeseábamospronunciar,yquedoshombresdemedianadeedad,pormuchoquesequisieranosehubieranechadodemenos,nosepodíanpermitirellujodeexpresar.

Ella, por su parte, evitó ahondar en el tema del accidente de su hijo cuandoEnrique le preguntó por él, y se limitó a alzar su copa para brindar por su

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recuperación.—¡PorToni!—¡PorToni!—respondimosalunísono.La velada se tornó en un paso a dos entre Rosa y Enrique en el que se iban

tanteando poco a poco, como dos púgiles cobardes sobre un ring de palabras ymiradas,desvelandoacuentagotasfragmentosmuyíntimosdesupasado:eltrágicoaccidentedeautomóvilquelecondenóaélalaviudedad;elabandonorepentinoporparte de sumaridoque la obligó a ella a criar a su hijo sola…Un intercambiodeinformación, lanzada lacónicamente, sin querer darle demasiada importancia, en elqueinformabanalotrodequeestabansolosyquelohabíanasumidoconlamayornaturalidad, puesto que el miedo a sufrir de nuevo el dolor por la pérdida o eldesengaño aún estaba muy presente. Habían aceptado de buen grado la soledad;habían hecho las paces con ella, sin valorar en ningúnmomento la posibilidad derehacersusvidasconnadiemás.Sinembargo,lasmiradasadolescentesyellenguajecorporaldeamboscontradecíanelcontenidodeaquellaspalabrashuecasqueambossehabían repetidohasta la saciedadenunejercicio inútilde supervivencia,ypudeintuir,desdeladistanciadelaimparcialidad,untímidointentoporpartedeambosdeiracercándosealotro,comosisetratasededosanimalesheridosyllenosdetemorquevuelvena aproximarse con lamayor cautela al lugardondeunavez resultaronlastimados.

Enriqueseinterrumpióasímismoparamirarsureloj.—¡Las doce menos diez, Samuel! —exclamó—. ¡Está a punto de acabar la

primerapartedelpartido!—¿PerolafinaldelMundialnoesmañana?—preguntóRosa,confundida.Ambosnosechamosareíranteloingenuodesupregunta.—EsunametáforaqueutilizaEnriqueparatratardeexplicarlavida,locreasono

—meapresuréaaclararle.—Quéobsesiónmástontadelostíosconelfútbol,deverdad—dijo,molesta.—Lavida,aligualquelospartidosdefútbolimportantes,comienzadeverdada

partirdeloscuarentaycinco—sentencióEnrique,sentandocátedra—.Esunhechocontrastado,unaxiomairrefutable…¡Esunaverdadcomountemplo!

—Puesentoncesvamosabrindarporello—replicóRosa—.¡Camarero!Reclamósuatenciónhaciendounaseñalconelbrazo,mientrasEnriqueyyo,sin

necesidaddepalabras,comprendimosquenoquedabamásalternativaquedesvelarlaverdad.

—Escucha, Rosa…—dijo Enrique, bajando la voz y tratando de encontrar laspalabrasjustas—.Yonopuedobeberalcohol.

—¿Porqué?¿Notedejantuspadres?—preguntó,enundesafortunadointentodemostrarseocurrente.

—Soyalcohólico—respondióEnrique,yforzóunasonrisaconelfindeatenuarelimpactodesuspalabras.

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—Yotambién—meapresuréaañadirparanodesertarloensuconfesión.Rosanosmiróaambosmuyseria,comovalorando, incrédula, laposibilidadde

queestuviésemostomándoleelpelo.Seguidamente,dirigiólamiradaalabotelladevinocasillenayalascopasdeambosquepermanecíanintactas.Luegocerrólosojosy se mordió los labios, como reprochándose a sí misma la torpeza, en el precisoinstanteenqueelcamareroseaproximóanuestramesa.

—Dígame,señora.—Una botella de licor de manzana sin alcohol y tres copas de champán, por

favor.El camarero, incapaz de ocultar una mueca de extrañeza ante lo bizarro de la

petición, anotómentalmente la comanday regresódenuevoa lospocos segundos.Rosahizoloshonoresyrellenó,unaauna,lastrescopas.

—¡Por los hombres valientes! —exclamó, alzando su copa, con la miradavidriosa.

—¡Por las segundas partes!—añadí yo,mirándolos a ambos y aproximando lamía.

—¡Pormihermanodesangre!—SeunióEnrique,paracompletarlaterna.Eldueñodellocalnosagasajóconunatartasobrelaquehabíadosvelasdecera

con los números cuatro y cinco. Cuando apenas faltaban uno segundos para lamedianoche las prendió con un mechero, mientras ellos tres y alguno de loscomensalesdelasmesasmáspróximas,quesehabíanunidoalfestejo,comenzaronadescontaravivavozlosúltimosdiezsegundos,comosisetrataradeunacelebracióndeAñoNuevo.

—Diez,nueve,ocho,siete…—Noteolvidesdepedirundeseo—seinterrumpióRosaensucuentaatrás.Ynosemeolvidó.Mientrassoplabaaquellasdosvelasacudióalpensamientola

imagen de Susan: recuperada, sonriente, llena de vitalidad, y deseé que para ellatambiénfueraelcomienzodeunanuevaymaravillosavida.Lavidaquenopude,onosupe,darleensumomento.

Salimos a la calle bien pasadas las dos de la mañana, una vez agotado el

repertorio de canciones populares y regionales quehabía comenzado con el himnoapócrifodeAsturiasenlapotentevozdePelayo,eldueñodelmesón,yterminócongritosexacerbadosde«¡España,España!»porpartedelpuñadodenoctámbulosqueaúnpermanecíanenaquellocalapuertacerrada,enaltecidosporlaingestadealcoholy la proximidad del acontecimiento deportivo que mayor pasión y sentimientopatrióticologragenerarentrescuartaspartesdelplaneta:lafinaldeunMundialdefútbol.

MedespedídeambosantelainsistenciadeEnriqueporacercarmeensucoche,convenciéndoledequemeapetecía tomarunpocoelaireybajar lacenadandoun

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paseo hasta el hotel. Él, a su vez, se ofreció a acercar a Rosa hasta su casa,ofrecimientoqueellaaceptóencantada.

Llegué al hotel agotado poco antes de las tres de la madrugada. Subí a mihabitación y abrí el ordenador con la intención de escribir un correo a Susan, quehabíapermanecidoenmipensamientodurantebuenapartedelavelada.Alentrarenmi cuenta, vi aparecer en el buzón aquel nombre ruso que en ocasiones llegaba aolvidarqueeraelsuyopropio:SvetlanaKafelnikova,yqueahoramellegabaconunsentidodereivindicacióneindependencia,dealianzaarrojadalejosyconrabia,comosi Svetlana Kafelnikova fuese la versión engrandecida y dignificada de SusanPalacios,alaqueyanopodíaseguirengañando.

Tantosdíasesperandosurespuestayahoraquelateníadelantenoestabasegurode querer enfrentarme a ella. La intuición me decía que la petición en firme dedivorcioeraloqueseencontrabatrasaquelcorreoquenoenunciabaasuntoalguno,ylaexperienciamehaenseñadoqueencuestionessentimentaleslaactitudpesimistaesenlamayoríadeloscasoslacorrecta,ypocasvecessevecontradichaporunanoticiafavorable,cuandopercibimos,enformadenudoenelestómago,quealgonomarchabien.Meconsolabasaberqueeraellaquienhabíaescritoesecorreo,yeso,dealgunaforma,dejabaentreverquealmenosseencontrabarestablecida.Abríunabotelladeaguamineralcongasdelmueblebar,respiréhondoyconunasensacióndevacíoenelestómagopulsélateclaintro.

QueridoSamuel:Perdonaquenotehayaescritoenestosdías,peroniteníaganasni

sabíamuybienquéresponder.Queríatenerlotodomuyclaroantesdehacerloynodecirtecosasdelasqueluegomepudieraarrepentir.

Me encantó tu correo. Lo leí una y otra vez como si fuera unaniñatadequinceaños. ¡No teníani ideadequeescribierasasí!Hayveces que pienso que no sé nada de ti; que todo en ti es un granmisterio.

Acabodereleerlodenuevoparaimaginartemientrasloescribías.Mecuestareconocerteenél,laverdad.Cadavezqueloleomeentranganas de llamarte y de pedirte que vengas a por mí. Pero los dossabemosqueesoseríaungraveerror.Queestonofuncionaasí.Quehayalgoqueestáporencimadelamor,yeslavida,yyoyanovoyapermitirquejueguesconlamíaparaquevuelvaaperdersuvalor.

Los primeros días estaba llena de rabia contra ti, y contra mítambién.Dospersonasquesequisierontantoyquetenganqueacabarasí. ¡Vayapar de inútiles!Pero ahora solomequedaunvacío en elpechoyunapenamuygrandepor todo lobuenoquenosquedóporvivir.Poresoshijosqueyanovamosatener.Quélevamosahacer…

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Te informo de que he acabado con éxito el programa dedesintoxicación.Enrealidad,delascuatrosemanasmesobrabantresymedia,pues teníamuyclaroquemiproblemacon lasdrogasyelalcoholdesapareceríaeldíaquedesaparecierastú.Túsiemprefuistesuúnicarazóndeser.Tambiénheaprendidomuchascosassobremí.Y, ¿sabes cuál es la principal?Que yo valgo la pena, aunque no lohayaspodidoverhastaahora.

Lonuestroestabamuertohacetiempo,Samuel,ylomanteníamosvivoporque,segúnel terapeutadelcentro:«Elalcohol, lasdrogasynuestroestilodevidanosimpedíaconfrontarlaverdadyserhonestosyvalientesconelotro.Porquehabíamosllegadoadespreciarnostantoa nosotrosmismos que considerábamos el dolor que nos estábamosinfligiendo mutuamente como algo que merecíamos; algoconsustancialalarelación…».

Lo apunté en una libreta para no olvidarlo nunca, sobre todocuandocayeraenlatentacióndeechartedemenos.Ahoralotienestútambiénporsiquieresecharleunvistazodevezencuandoyaprenderdetuserrores.Amímecostócomprenderlo,notecreas.Alprincipiosolo eran frases bien escritas que escondían un significado horrible.Pero,aunquecuestecreerlo,esasfrasessonunafielrepresentacióndenuestromatrimonio: algo complejo y retorcido, disfrazado de bellaspalabras.

MipadremehabuscadounapartamentoenSohoyha recogidomiscosasdecasa,donde(porconsejodelpsicólogo)nodeberíaponerunpienuncamás.Imaginoquenoteserádifícilcomprenderporqué.

Asíque te informoquevoya seguir con losplanesdedivorcio.Nohasidofáciltomaresadecisión,esaeslaverdad,peroconvendrásconmigoenqueeslomejorparalosdos.

Y,sinembargo…Nomequitodelacabezatucorreo.Cadacélulademicuerpome

dice que estoy completamente loca, que ni se me ocurra, que novuelvaameterlapata,quenomedejeembaucarcomounaidiota,quetúnuncavasacambiar,queesunardidmásentubolsadetrucos…

Perohayunapequeñavozquesuenadentrodemí.Unavozqueestoyempezandoaescuchar.Unavozquemedicequeconfíe,quealomejor se ha producido unmilagro y esas frases de tu correo sonsinceras…Quierocreerquesí,Samuel.Necesitocreerquesí.Habíaalgodiferenteenellas,noséloquees,perolohabía.Eracomosinolohubierasescritotú.

Medapánicovolvermeaequivocar.Pánicoaquemehagasdañodenuevo,peroalgodentrodemímedicequetengoquedescubriral

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hombre que ha escrito esa carta. Sea como fuere, y bajo ningúnconcepto,voyalanzarmeenseguidaentusbrazos,comohicecuandoteconocí.Vasatenerqueganárteloapulso,conquistarmedeverdad,comoconquistaban losgalanesdeHollywooda lasprotagonistasdeaquellaspelículasdeamorenblancoynegro.

Talvezalgúndía,cuandohayamossalidountiempojuntosy«teconozcamejor»,cuandolaspalabrasylaspromesasdejenpasoalosactos, y estos sean los de un verdadero amigo, dejaréintencionadamente un poco de helado en la comisura de los labiosparaquelosrebañesconunbeso.Hastaqueesoocurra,siesquellegaaocurrir…,Diosdirá.

Esta semana recibirás noticias de mis abogados para comenzarconelprocesodedivorcio.

Felizcumpleaños,Samuel.Susan

Trasleerlounpardevecesmedispusearesponderle:

QueridaSusan:Turestablecimientoymejoríay lanoticiadequeabandonascon

éxitoelcentrodedesintoxicaciónsonelmejorregalodecumpleañosque podías hacerme.No sabes lo feliz quemehace saber que estásbienyvuelvesacasa,estédondeesté.

Estoydeacuerdocontigoenlorelativoaldivorcio.Aquelloestabamuertodesdehacetiempo.

Peromealegrodequeestésdispuestaadarmelaoportunidaddecomenzar de cero. De conocerme del mismo modo que estoyempezando a conocerme yo. Solo el tiempo nos dará o quitará larazón.

MañanaporlatarderegresoaNuevaYork.Yotambiénhehechoaquítodoloqueteníaquehacer.

Hastamuypronto,señoritaKafelnikova…

EntréenlapáginadeIberiaycompréunboletoaNuevaYorkparaeldíasiguiente.Esta vez nada en elmundo podría evitar que subiera a aquel avión: una chicameesperabaalotro ladodelocéanoAtlántico.Unachicacon laqueestabaapuntodecomenzarunlargoymaravillosonoviazgo.

Unnoviazgodepelículadeamorenblancoynegro.

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A

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quel,talcomohabíaprofetizadoelbuenodeEnriqueconsuanalogía,sehabríadeconvertirenelprimerdíadelrestodemivida.

«Finitalatragedia»fuemiprimerpensamientoaquel11dejulio,tanprontoabrílos ojos en la camadel hotel.Y ciertamente lo sentía así, como si por fin hubiesellegado el momento de echarle el telón a un drama que llevaba representándosedemasiadotiempo.Dueñodeunaextrañacertidumbre,ladequehabíallegadolahorade acabar con más de tres décadas de insensatez y de rencor enquistado, con lasensacióndequeenelfondoeramiresponsabilidadliberarnosaambosdelyugoquenosobligabaalosdosaperpetuarnosenelresentimiento,medirigíalteléfonodelahabitaciónymarquéelnúmerodelaresidenciafamiliardeElViso.

Lavozdesuasistentaaparecióalotroladodelalínea.—¿Sí?—¿Estáelseñorencasa?—Sí,¿quédesea?—Déjelesaberqueenunahoraestaréallí.Meurgehablarconél.—Perdone.Puedosaberquiénlellama.—DígalequesoySamuel,elhermanodesuhijaSara.Dudé un instante de pulsar el timbre de la puerta, y cuando por fin lo hice el

sonidodelacampanaparecíallevarconsigotodoelpesodemisúplica.Laasistentaabriólapuertaconlamiradavidriosadealguienaquienseleacaba

deponeralcorrientedeunsecretodetelenovela.Sequedócontemplándomeconunaexpresión lánguida demujer que no llegará jamás a comprender la estupidez y elorgullodealgunoshombres.

—Elseñorleesperaenlacocina—dijo,franqueándomeelpaso—.Leacompaño.—Conozco la casa perfectamente—repliqué, atravesando el umbral—. No se

preocupe.Atravesé los escasos metros que separaban la entrada principal de la cocina

evitandofijarlamiradaenningúnsitio,aislándomevoluntariamentedelentorno.Lacasaolía igualquehacía treintay tantosaños,conesafragancia tanreconocibledeloslugaresdondehemospermanecidoporuntiempoyquesolollegamosadistinguirmásadelante,unaveznoshemosausentadodeellos.

Llevabatrajeoscuroycorbata,yelcabellobienpeinado,locualledotabadeunciertoairearistocrático.Costabaentenderquéhacíaunanciano,undomingopor lamañana,ensupropiacasa,vestidoyarregladodemaneratanimpecable,peroasíeramipadre, talycomoyolorecordaba,esclavohastalasúltimasconsecuenciasdelaimagenquedeseabaproyectar.

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—Pensabaquetehabíasmarchadopocodespuésdelfuneral—dijo,rompiendoelsilencioincómodo.

—Algosurgióydecidíquedarme—atajé.Mipadrememiródesconcertadoydebiódeentender,pormiactitudfirme,que

aquellonosetratabadeunameravisitadecortesía.—Bien—dijoalcabodeunossegundos,atusándoseelcabello—.Serámejorque

vayamosamidespacho.Lo dejé pasar por mi lado y salí tras él en dirección a su despacho, que se

encontrabaen la segundaplanta.Aldivisar lasescalerasdesde ladistancianotéungolpeenlassienesysufríunligerovahído,alrecordarlaimagendelcuerpoinertedemi hermana Sara la mañana de su accidente, lo cual me obligó a detenerme,impresionado.

Mipadre,quehabíacomenzadoaascenderelprimertramodeescalera,pareciódarsecuentadelasituación;sedetuvoyvolviólacabeza.

—Podemosiralsalón,siloprefieres.—No—meapresuréadecirle,saliendodeltrance—.Estoybien.Accedimosalinteriordesudespacho.Enlasparedes,forradasdemadera,había

algunasobraspictóricasquenoreconocíyunretratoalóleodemihermanaSaraconveinteoveinticincoaños.Nunca lahabíavistoaesaedad,pero intuíensubellezaserena,ensupresenciadeespíritucapturadamagistralmenteporelartista,quehabíasidofelizapesardetodo.

—Seconvirtióenunamujermuyhermosa—dije,sinpoderapartarlamiradadesusojosverdes.

—Lofue—murmurómipadre,desviandolasuyaenlaotradirección.—Separecíaamamá.—Para serte sincero, hace mucho tiempo que olvidé cómo era el rostro de tu

madre.Nosmiramos sin decir nada.Mi padremovía lasmanos demanera nerviosa y

cambiabaconstantementedeposturaensusilladearquitecto.—¿Aquéhasvenidoexactamente,Samuel?—Hoyesmicumpleaños.—Felicidades—atajó,seco,sinrastrodeemociónenlavoz.Sinembargo,lomecánicodeaquellarespuestamehizovalorarlaposibilidadde

quelorecordaraalaperfección.Medicuentaentoncesdequetalvezhabíapasadolamitaddesuexistenciarememorandoobsesivamenteefeméridescomoaquella.Fechasimportantesque tenían relacióncon la familiaque le fuearrebatadadeundíaparaotro, como si cada cumpleaños, cada Navidad, cada acontecimiento relevante, lehubiera condenadoavivirpermanentemente con lamiradapuesta enel calendario,agrupándolastodasbajounperpetuo«1denoviembre»enelqueacudiralcementeriodelanostalgiaconunacoronadeespinasparasusmuertos.

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—Poresa razón,hoyhevenidoaquí con la intencióndehacermeun regalo—proseguí,decidido—.Unregaloquedeberíahaberrecibidodetihacemásdetreintaaños.Unregaloquesolomepuedeshacertú.

—¿Yquéregaloesese,sipuedesaberse?—preguntócondesdén.—Quieroescucharde tubocaque fueunaccidente—respondí, con firmeza—.

Quieroescuchartedecirquemehasperdonado.—Notengotiempoparaestassandecesahora.HequedadoacomerenelRACE

conunosamigosantesdelafinalyseme…—¡Esto es una final, papá,maldita sea!—grité, sobrepasadopor una repentina

descargadeira—.¡Esteeselúnicofinalqueimporta!¿Notedascuenta?—Agradeceríaquenomelevantaraslavozenmipropiacasa—dijo,tratandode

guardarlacalma.—¡Meimportaunamierdaloquequierasoloqueno!Yanopuedesintimidarme

contusamenazas;yanopuedeshacermedañocontuspalizas.—Nosoyyoelquetienelapotestaddeperdonarte,Samuel.Los ojos se me inundaron de lágrimas, a pesar de que me había jurado que

mantendríamisemocionesbajocontrolentodomomento.Peronoeranmislágrimas,engendradasdezarpazosenelalma,lasquebrotabandelinteriordemipecho:eranlasdeeseniñofrenteaaquellaescaleradeinfaustorecuerdo,oagazapadodentrodeunarmario,temblandoantelaproximidaddesupresenciaylaamenazadesucorreadecuero.Eranlasdeaquelmuchachotaciturno,invisible,queleescuchaballorarensecretoalgunasnochestraslapuertadeaquelmismodespacho,yloacompañabaconsupropiollantodesdeelotrolado,comosifueraellamentopunteadodeunaguitarraflamencasobreacordesdedesesperaciónnocompartida;el llantodesgarradorde laimpotencia,laculpaylavergüenza;elllantodeunniñoquesecondenóasímismodesdeelprecisoinstanteenelqueescuchóinterpretarporvezprimeralapartituradeldolormásprofundo,atravésdelaslágrimasdesupadrequeélhabíaoriginado.

—¡Teníadiezaños,papá!—balbucí,entresollozos—.¡Diezaños,porelamordeDios!¡Erasolounniño!Nosabesladevecesquedeseéhabersidoyoelquerodaraporesasescaleras.

—Pero fue ella a quien le sucedió —interrumpió, impávido—, y eso no lopodremoscambiarnunca.

—No,papá,esono lopodremoscambiarnunca,escierto—repuse, secándomelosojosconlamangadelacamisa—.Peroalmenospodemosconcederlesudeseopóstumoydejartodoestoatrásdeunavezportodas.Solosondospalabras,malditasea.

—Me temoquenopuedohacerlo,Samuel.Eseperdónquemepides solo te lopuede conceder Dios, o la voz de tu conciencia, si es que alguna vez la hasescuchado.

—Diosnuncamecastigóporello,padre,ahoralosé.Mecastiguéamímismoennombresuyo,esoestodo.Solofaltastú.

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Mi padre dio un puñetazo sobre lamesa y se levantó de la silla, arqueando laespalda como un gato acorralado y apoyándose sobre el escritorio en actituddesafiante.

—¿Y a quién voy a reclamarle yo, eh?—exclamó alzando la voz, con la caraenrojecidaylosojosfueradelasórbitas—.¿Esonotehasparadoapensarlo?¿Quiénmepideperdónamíporhabersidoabandonadopormifamilia,dejándomeviudo,sinserlo,yalcuidadodeunahijaimpedidadeporvida?Notienesniideadeloqueestener que ir por ahí con la cabeza gacha, aguantando lasmiradas de lástima o desocarroneríayloscuchicheosdeamigosycompañerosdetrabajo.TeolvidasdequecuandoosmarchasteistumadreytúaquíacabábamosdesalirdelrégimendeuntalFrancoy las cosas eran y se veían demaneramuydiferente. «Abandonadopor sufamilia, qué horror», «¿Qué habrá hecho?», «Pobre hombre», «Tiene que ser algomuygraveparaqueunamadreabandonedeesemodoasuhija…»,yasí,undíatrasotro,acadacomentariomásvenenosoymásdañino.Losamigosmáspróximosseatrevían,enocasiones,apreguntarmeporloocurrido,¿peroquépodíaresponderles,Samuel?Yocallaba,meencogíadehombros,murmurabaquenoloentendíaybajabaavergonzado lamirada.Y cadamano en el hombro, cada palabra de consuelo,meatravesaba el corazón como un puñal de resentimiento y asco. ¿Qué sabes tú delinfiernoenelqueseconvirtiómividaapartirdeentonces?¿Quésabenadie?

Se derrumbó de nuevo sobre la silla, temblando, con lamirada perdida, comohacia adentro, exhausto por el esfuerzo, tal vez no por el que acababa de hacerfísicamentesinoporelde tenerquerevisitarcontrasuvoluntadaquellapartedesupasadoalaque,equivocadamente,creíahaberderrotadoconelpasodeltiempo.

—Mamámesacódeaquíporquenolequedóotroremedio—dije,pasandodelairaalalástimaalsertestigodesuabatimiento—,paraquenomehicierasmásdañoytecondenarasalmismotiempo.NuncaseperdonóelhaberabandonadoaSara.Estoyseguro de que esa idea le perturbaba tanto a todas horas que se le terminó porenquistarenelcerebro.

—Nuncatepeguéparacastigarteoparahacertedaño,hijo,esaeslaverdad.—Lavoztrémulademipadreeraahoraapenasunmurmulloinaudibledemoribundo;susojos,doscuencasvacías,dosagujerosnegros.

—¿Porquélohacías,entonces?—Lohiceparaendurecerte—dijo,alzandolamiradaconenormeesfuerzo—.Lo

hiceparasalvarte.Sentíelimpulsodegolpearleconlamismaviolenciaconlaquesolíagolpearme

él.Sentíelimpulsodelanzarmeentresusbrazos,ocultandoparasiempremirostroensupecho.Seacomofuere,necesitabademaneravisceralsuproximidadycontacto.

—Pues lograste con creces tu objetivo, padre—dije, sinmover unmúsculo—,porqueteodiabacomonohevueltoaodiaranadie,conlamismaintensidadconlaque tequeríay teadmiraba.Hepodidocomprobarqueambossentimientosnosolopuedenconvivirjuntos,sinoqueavecessecomplementan.Loopuestoalamornoes

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el odio, como dicen, es elmiedo, y el único que he tenido siempre es que ambossentimientos se extinguieran un buen día yme olvidara de ti. Pero no ha sido así,papá,ya loves:me fuideMadridqueriéndote,memantuve lejosqueriéndoteyheregresadoqueriéndote.

—Quéimportanciatienenadadeesoahora,Samuel—dijo,conunhilodevozylamiradaausente—.Enestafamiliasolotúsiguesconvida.

Volvíamirarelcuadrodemihermana.Cerrélosojos,yestasfueronlaspalabrasqueellainspiróenmí:

—Teperdono,papá.—No,nohagaseso.—Teperdonoporhabersidoelúnicoresponsabledequeestafamiliaserompiera

parasiempre…—Nosigas,Samuel.—Te perdono por todas las palizas, todos los golpes, todos los insultos y

menosprecios,quemehandejadoheridasquenocicatrizaránjamás…—¡Yabasta,malditasea!—Teperdonopornohaberqueridoamamácomomerecía,comonecesitaba,por

robarlesusueñodecantar.—Porfavor,hijo…—Teperdonoportodoloquetúnotehasqueridootehaspodidoperdonar.Te

perdonoapesardetuorgulloytusoberbia;detuactitudrígidaantelavida,tanrígidacomo los cimientos de esos edificios donde en el fondo siempre has estadoescondido.Teperdonopornosercapazdehacer lomismoconmigo,con tupropiohijo.Estásperdonado,Germán.

Una sensación de alivio recorrió todomi cuerpo y noté queme flaqueaban laspiernas.Abrílosojosymiréamipadre,cadavezmáshundidoenaquellasillaquedeprontoparecíaunpotrode tortura.Tenía losojos llenosde lágrimas,gimoteabademanerainaudibleyletemblabanloslabiosylasmanoscomosiestuvieramuertodefrío.Estuveapuntodederrumbarmealverlo,peromeinvadiólacertezadequeeraloúltimoquedebíahacer.

—Es tu últimaoportunidad, papá.Luegome iré y nomevolverás a ver nuncamás.

Mipadrealzóel rostrohaciamí; losojos,poseídosdeunaextrañadulzuraquejamásleconocí,brillandoatravésdeuntapizdelágrimasenlosmíos.Unamiradadeanciano, que en aquelmomento lo parecía aúnmás, y que, no obstante, se podríaconfundirconladeunniño.

—¿Ybien?—leinstéahablar.Mipadremovióloslabiosenunintentodeconcedermeaquelloquehabíavenido

areclamarle,aquelloquehabíaesperadoescuchardesubocadurantetodamivida,laexpresióndesusojosnomentía.Acontinuación,pronunciósusúltimaspalabrasconunhilodevoztrémula,doliente:

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—Quetengasbuenviaje,Samuel.Cierralapuertaalsalir,hazelfavor.—Hastasiempre,papá…Salí del despacho cerrando la puerta por fuera, como élmepidió.Apoyadoun

instantedeespaldassobreellaleescuchéllorar,comotantasotrasveceshabíahechoenelpasado,siempreapuertacerrada,siempreensecreto.Peroahoranollorabaporla tragedia de su hija, como antaño. Eran las lágrimas de impotencia, de rabia ydesolacióndealguienquenuncaensuvidapudoescapardelaprisiónqueleimpedíareconocer que estaba equivocado; de alguien que jamás encontró dentro de sí lahumildadnecesariaparapedirperdón,nielvalorsuficienteparaperdonar.

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36

egresé al hotel dando un paseo con la intención de serenarme.Me sentía encierto modo liberado, a pesar de no haber recibido por parte de mi padre

aquelloquehabía idoabuscar.Peroqué importancia teníaahoramiviejaobsesiónporescuchardesubocaaquellasdospalabras.Eransoloeso:palabras,unpuñadodeletrasformandounaideaquedeprontocarecíadeimportanciaodesentidoalhabercomprendido, aún turbado por aquella imagen suya de anciano derrotado, que elverdaderoperdón,elquenosepideniconcede,solopuedellegaradarsecuandounollegaacomprendervisceralmentequeporprincipiodecuentasjamáshubonadaqueperdonar.

Disponía de varias horas antes de que salierami vuelo y decidí despedirmedeEnrique.Hice lamaletaybajea recepciónparahacerelcheckout. Fermín, tras elmostrador, con ínfulasdecancerbero, leexplicabaaunclientequeno lepodíadaruna habitación si no había hecho la reserva previamente.Aquellome hizo sonreír.AlgunascosasnohabíancambiadodesdeeldíaenquelleguéaMadrid.

—¿Nosdeja,señorPalacios?—Sí.Eshoradevolver.Tecleóalgoenelordenadoryextrajounosfoliosdelaimpresora.—Aquítienesufactura.Elusodelordenadorcorreporcuentadelhotel.—Gracias,Fermín—dije,mientraslafirmaba.—¿Volveráustedprontoavisitarnos,señorPalacios?—Quiénsabe…Fermínmiródeunladoalotroyseacercócomosituvieraintencióndehacerme

unaconfidencia.—Paraustedsiemprehabráunasuitedisponible.Sinnecesidaddereserva.Deeso

meencargoyo.E hizo uno de esos guiños largos y desafortunados que ya eran tan parte de él

comoaquelmostrador.—Hasidounplacer,Fermín—dije,estrechándolelamano.—Elplaceryelhonorhansidomíos—repuso,estrechándomelasuya.Cuandoestabaapuntodelasalirporlapuerta,volvióareclamarmiatención.—¡Samuel!—¿Sí?—dije,volviéndome.—¡Suerte!Enrique y yo decidimos quedar a comer en un restaurante cerca de nuestro

antiguo colegio que llevaba abierto desde hacía más de cincuenta años, y que nohabía cambiado desde entonces de dueño ni demobiliario. Fue como viajar en lamáquinadeltiempoderegresoaprincipiosdelossetenta.

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—Creoquetengoresaca—dijo,bebiéndoseunvasodeaguadeuntrago.—Perosianochenoprobasteunagotadealcohol.—Esoeslomásinquietante.—Graciasporlanochedeayer.Hasidoelmejorcumpleañosdemivida.Enriquehizounamuecadedesagrado.—Nomevale.Medijistelomismocuandocumplistedoce.—Ynoselohevueltoadeciranadiedesdeentonces.Enriquesequedócallado,comprendiendo.—¿Y cómo es que te han entrado las prisas? —me recriminó—. ¿No podías

esperaraverlafinaldelMundialcontumejoramigo?—AnocherecibíuncorreodeSusan.Mañanasaledelaclínica.Quieroestarallí

cuandoesoocurra.—Yo al final he quedado a ver el partido con Rosa —dijo, removiéndose

incómodo en la silla y con un amago de sonrisa boba en los labios—. Luego laacompañaréalGregorioMarañón;quierequeconozcaasuhijo.

—Enrique…—¿SabesqueesdelAtleti,comonosotros?—Enrique…—Soloporesoyamecaebienelchaval…—¿Dóndeestátualianza?—pregunté,sonriendo.Enriquesemirólamanoyseacaricióeldedoanular.Permanecióunosinstantes

ensimismado, ocultando una mueca de dolor y observando la calle a través de laventana.Acontinuación,volviósumiradabrillantehaciamí.

—Anoche tuve un sueño, ¿sabes? Parecido a aquel que tuve hace años porNavidad.

—Cuenta—leaniméaexplicarse.—VolvíasoñarconNoeliayconPatricia.¡Eracomosiestuvieranallímismo,te

lojuro;asíeradereal!—¿Y…?—Las dos me sonreían —dijo, mientras una gruesa lágrima le resbalaba

lentamente por lamejilla—.Sonreían igual que en aquella foto que tengo sobre laestanteríadelsalón.Medecíanadiósymemandabanbesos.Luegosedieronlavueltaysealejaroncogidasdelamanohastadesaparecer…

—Entiendo—dije,extendiéndoleunaservilletadepapel.—Supeentoncesqueeraella,diciéndomequehabía llegado lahoradedejarlas

marchar…Elcamareronostrajolacomandadeunmenúqueesedíasellamaba«todoscon

laroja»,yqueconsistíaenpaellademarisco,huevosconchorizoyflan,enhomenajealoscoloresdelabandera.

Comimos sin que ninguno de los dos pareciera tener prisa o apetito, hablando(supongoquecontaminadosporelcontextoqueproporcionabaaquellugar)deviejas

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anécdotasyantiguoscompañerosdeclase.—¿Volverásalgúndía?—dijo,apurandosucafé.—Nolosé.—¿Empezarásaescribir?—Quéremedio.Paguélacuentaynoslevantamosparasalir.Yafueradelrestaurantenosdimos

unabrazoquequemabapordentro.—¿Sabesunacosa,Samuel?—dijo,aldeshacerlo.—¿Qué?—No me preguntes por qué, pero me recuerdas mucho a aquel hombre de

hojalata en El mago de Oz, aquel que un buen día decidió salir en busca de sucorazón.

Semirólapalmadelamanoderecha,dondeaúnpodíadistinguirseconclaridadlacicatrizdelprofundocortequenosprovocamoselunoalotroeldíaantesdemipartida a Nueva York. Acarició su contorno suavemente, al tiempo que dejabaescaparunasonrisallenadeamargura.

—Lainfanciaesmáslargaquelavida,¿nocrees?—Bastantemás—apostillé.—Anda,veteya—dijo,propinándomeunpuñetazoenelhombro—.Nopuedes

perdereseavión.Detuveuntaxiymetímiequipajeenelmaletero.Sentadoenelasientodeatrás

volví amirarlo a través de la ventana por última vez, antes de que su estampa sediluyeseenladistancia.

—Cuídatemucho,hermano…—Meparecióleerensuslabios.Estaba perdido en mis tribulaciones cuando el taxista, un hombre calvo, algo

mayorqueyo,tratódeentablarconversación.—¿Vadeviajeoregresaacasa?—Regreso.—¿Quélehatraídoporaquí?—Elentierrodeunahermana.—Vaya,leacompañoenelsentimiento—dijo,empleandountonocompasivo—.

Es muy duro perder a un familiar, créame que lo sé. Uno nunca termina porrecuperarsedeeso;de lapérdidadealguienquehaestado tanpresenteennuestrasvidasyaquiensehaqueridotanto.

Aquellaspalabrasmesacudieronpordentro,ypercibíenellasunaclaraseñaldequeaúnmequedabaalgoporhacer,talvezlomásimportante.Mirémireloj;todavíafaltabancuatrohorasparaquesalieraelvueloynolopensé.

—¡LlévemealcementeriodelaAlmudena,porfavor,yespéremealaentrada!—¡Enseguida!Aparcó el vehículo a las puertas del cementerio y apagó el taxímetro.Antemi

insistencia de que no lo hiciera me respondió que me cobraría la carrera hasta el

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aeropuerto,peroqueconeldolorajenoélsenegabaahacercaja.Recorríelcamposanto,orientándomecomopude.Apenasminutosmástardeme

encontrabadenuevofrentealatumbademihermanaSara.De pie, inmóvil frente aquella lápida que daba testimonio de lo breve de su

existencia, me invadió una reconfortante sensación de paz. Cerré los ojos, y unacascada de imágenes de aquellos años, que había borrado de mi memoria en unejerciciodesupervivencia,volvieronaaparecerdiáfanas,consueternasonrisacomoprotagonista,aquellasonrisaquenoseleborrójamás,nisiquieracuandolesobrevinoladesgracia.Imágenesdeldíadesucomunión,oabriendolosregalosdeNavidad,oen la camademipadre los sábadospor lamañana, cuando teníamospermisopararemolonearun rato juntoaél…Imágenesdeaquel ser tanespecialque recuperabajustoahoraqueacababademarcharseparasiempre.Laúltimadelasimágenesfuedenuevoaquellaotra en laqueSarayacía inmóvil junto a la escalera,mientrasyo laobservabadesdeloaltoconlarespiraciónentrecortadayelcorazónenunpuño.Enestaocasión,sinembargo,Sarasepusodepieenunsalto,sesacudióelpantalónyconuna sonrisa en los labiosdestinadaa restablecermi sosiego,dijo:«Noha sidonada,Samu,estoybien…»,ycontinuamosconnuestrosjuegosynuestrasrisascomosi tal cosa, desvaneciéndonos para siempre, junto a aquella culpa podrida yenquistada,comodossombrasinfantilesquejueganalesconditeentrelastumbasdeaquelcementerio.

«Hastasiempre,Sara…»,susurré,antesdemarchar.Un par de horasmás tarde accedía por el túnel de aquel avión de la compañía

Iberiaymeacomodéenelasiento.Alpocodedespegarmesobresaltóelrevuelodeungriteríoqueprocedíadelaclaseturistayquenoparecíatenerintenciónderemitir.

—Disculpe,azafata.¿Sucedealgo?—¿Nosehaenterado?—respondióconuninusualbrilloenlamirada—.España

acabadeganarelMundialdeSudáfrica.Mesorprendíamímismoconunacarcajadadesproporcionadaqueno reconocí

comopropia.ImaginéaEnriquedandoalaridosysaltosdealegría;oquizábesandoaRosaporprimeravez.Apretéelpuñoconrabiaylepropinéunpuñetazoalrespaldodelasientodedelante,dandounsustodemuertealaancianaqueteníasentadaamilado.

—¡Bravo,España!—mascullé,apretandolosdientesconfuerza.

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H

Epílogo

an pasado cinco años desde aquelmes de julio de 2010.A veces, como unejerciciodelamemoria,intentoproyectarmeenelSamuelqueaterrizóaquella

mañanalluviosadeprincipiosdejunioparaatenderelfuneraldesuhermanamayor,peronoloconsigo.

Solía comentarse, a modo de leyenda urbana, en los círculos teatrales de laciudad,quehuboenalgunaparteunactorqueinterpretóelmismopapel,elcondedeMontecristo, durante cuarenta años seguidos, hasta que acabó perturbado aldesdoblarseporcompletoensupersonaje.Asímesientoyoalecharlavistaatrásyrepasarloquehabíadeparadomividahastaesemomento.

El proceso de divorcio siguió adelante tal como habíamos acordado, y pocosmeses después firmábamos los papeles delante de nuestros abogados, que semostrabandesconcertadosalvernos lanzarmiradas furtivasy sonrisas adolescentesdeunladoalotrodelamesadenegociación,comosiaquellonofueradeltodoconnosotros.AlsalirdeaqueldespachodelaQuintaavenidanosfuimosacomerjuntosaunrestaurantedecomidarápida,conlaintencióndecelebrarqueambosvolvíamosaestarlibresypodíamosempezaraconocernos.Yesoesexactamenteloquehicimosdurantealgúntiempo:conocernos.Sabersiteníamoshuecoenlavidadelotro.

Una tarde demediados de noviembre, en unode esos paseos a orillas delEastRiverquetantolegustaban,SusancomentóconironíaquesiemprehabíaoídodecirqueganarunTonytepodíacambiarlavida,peroquenuncaimaginóquelohiciesedeunamanera tandrástica.Yo le respondíqueenmicasono fueganarlo, sinohaberestadoapuntodeperderlo,loquepropicióelcambio,ylereferíaldetallelahistoriadelaccidentedeToniytodoloqueacontecióaraízdeello.Antesdequeterminaselanarración se abalanzó sobremí,memiró con unos ojos líquidos que le temblabanbajolospárpadosynosfundimosennuestroprimerbeso.Elprimerodemuchoseneselargonoviazgodepelículadeamorenblancoynegro.

En cuanto a Rosa y Enrique, los protagonistas de esta historia, todo comenzó

aquellatardeenlaqueEspañaganóelMundial.Secosieronconelhilodelaternuralasheridasabiertasdesupasado,ydecidieronarriesgarseacomenzarjuntossuviaje.Un viaje que sematerializó dos añosmás tarde en una visita aNuevaYork, tal ycomo había profetizado Rosa medio en broma aquella tarde en la playa de laMalvarrosa.Compartimosloscuatrojuntos,porespaciodeunasemana,unaciudadqueunosyotroshubiéramosjuradoestarviendoporprimeravez.

Rosa me puso al corriente de la evolución de Toni. Al parecer, se habíarestablecidoporcompletonohabiéndolequedadoningunalesión,ymecomentóque

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inclusosehabíaaficionadoasaliracorrercadatardeconEnrique,queseconvirtióenpocotiempoenesepadrecariñosoyprotectorqueellasiempresoñóparaél.

Porloquerespectaamisviejosdemonios,nohanvueltoaaparecer,yapesardequemi intolerancia al alcohol resultó ser crónica, impidiéndome su ingesta de porvida,entendímuyprontoqueelalcoholismoesmásqueunproblemaconlabebida:esunamaneradeestarenelmundo,unaformadeencararonoencarar lavida,deaprender a convivir con el dolor…Por esemotivo,Susanyyohemos estadomuyactivosennuestrasreunionessemanalesdeAlcohólicosAnónimosdesdeentonces,yentre los dos hemos apadrinado a decenas de nuevos miembros, sirviéndoles deapoyoyguía,yayudándolesapasara travésdelprogramade«losdocepasos».Y,aunariesgodesonarvanidoso,metemoquecuandoconsiguenhacerloyomesientotandichosocomoellos.

En aquella suerte demeditación a pie en que se convirtió el primer año demiregreso a Manhattan empecé a garabatear en el cuaderno que me había regaladoEnriqueydonde anotaba cualquier pensamiento, cualquier idea, sin tratar dehacerliteratura o poesía. A veces volcaba aquellas notas en el portátil tratando deordenarlas,dedarlesunciertosentidoycoherencia,peroapenaslograbasacarnadadeprovecho.

TodocambióunatardedeotoñoencasademitíaIsabel.MecomentóquehabíarecibidocartadesuamigaPilar,aquellamujeralaquehabíaconocidoenlavisitaalpueblodemimadre.Medijoqueelhechoderetomarelcontactoconella lehabíahecho plantearse volver de nuevo a su pueblo para pasar allí alguna temporada.Luegoextrajodelsobrequeleremitiósuamigaunaviejafotografíaencolorsepiaenla que había cuatro mujeres junto a un lavadero. Tres eran muy jóvenes, apenasllegabanalaveintena(nomefuedifícilreconoceramimadreentreellas),lasotrasdos eran mi tía Isabel y su amiga Pilar. La cuarta era una anciana de rostroendurecido,enjuto,llenodearrugas,conunaexpresiónadustaygrave.LepreguntéporellaymitíarespondióquesetratabademibisabuelaSinforosa.«Lavidadeesamujersídaparaunanovela»,comentódemaneracasual…;yesamismafrasefuelallavequeabriólaspuertasalacreatividad.

Empecéa trabajarenunrelatoque,pocodespués,ya teníavocacióndenovela.EralahistoriadeunamuchachaespañolanacidaenlaspostrimeríasdelsigloXIX,sinmedioseconómicos,queabandonasupueblopara irseaParísa trabajar, limpiandopisosdesolasol,conelfindecostearselasclasesdecantoyperseguirsusueñodeconvertirsealgúndíaensopranodeprimernivel,llegandoconeltiempoaserunadelasmás respetadasdesugeneración.Lahistoriaprincipalde luchaysuperaciónsesolapabaconotradeamoryespionaje,enelquelaprotagonista,unamujerbellísimaymuydeseadaporaquelentonces,amantefugazdealtoscargosmilitaresenambosbandos durante la Primera Guerra Mundial, tenía una aportación decisiva en eldesarrollodelacontienda.

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Decidítitularlanovelaconelnombredesuprotagonista,SinforosaSantolaria,enhonoramibisabuela.Elpequeñohomenajeaunamujerquehabíavistotruncadosussueñosunayotravez,comosihubiesesidounavíctimacolateraldeaquellasguerras,delamalasuerteydelascircunstanciasdesutiempo.Escribí,trasaquelpersonajedeficción,lavidaqueimaginabaquelehubieragustadovivirporlopocoquesabíadeella: los teatros,eléxito, losviajes, las intrigas, laspasiones…,unavida inventadaque,deahíenadelante,habríadellevaraparejadosunombreparasiempre.Unguiñoliterarioacargodesubisnietoenunejerciciopóstumodejusticiapoética.

Susan y yo volvimos a vivir juntos dos años después de nuestro divorcio, einmediatamentecomenzóuntratamientodefertilidad.Noresultófácilpuestoquesuorganismo,debidoatantosañosdeabusocontinuadodealcoholydedrogas,estababastante deteriorado. Eso, unido al hecho de que acababa de cumplir los cuarenta,hacía disminuir las posibilidades de éxito. De todos modos, ella no perdía laesperanzaysemostrabaconfiadaenquetardeotempranosucedería…

Ysucedió.Dosañosdespués,Susandioaluzaunapreciosaniñaquepesótreskilosalnacer

yalaquedecidimosponerpornombreSara.Durantetodoestetiemposeguíescribiéndolecartasamipadre.Cartasenlasque

lecontabacómoibatodo,enlasquelehablabadeloscambiosquehabíanacontecidoenmivida.Tratabadenomencionarelpasado,nidereferirmeaesedesencuentroensucasaeldíademipartida.Erancomunicacionesamables,sencillas,desprovistasderencorodedrama,conlasquesolopretendíamantenerconvidaaquelvínculoquepermaneció enterrado durantemás de tres décadas.Nunca respondió a ninguna deellas,aunque,adecirverdad,tampocoesperéquelohiciera.Soloqueríaquesupieraque yo había enterrado el hacha de guerra y que seguía teniéndolo siempre muypresente.En aquellas cartas, en las que apenas le hablabadenada relevante, habíasiempreunmensajetácitoynoescritoconelqueledejabasaberdealgunaformaquepara mí todo estaba bien, y que mi mano estaba tendida para cuando él quisieraestrecharla.

Poco después del nacimiento deSara le envié otra carta junto a una foto de lapequeña,reciénnacida.Surespuestanosehizoesperar:

Queridohijo:Esunaniñapreciosayseparecemuchoasutía.Creoqueestaría

muyorgullosasisupieraquehabéisdecididoponerlesunombre.Noséquémásdecir,exceptoquemehashechomuyfelizcontu

cartayquemeharíamuchailusiónconoceraminietaalgúndía,siaSusanyatiosparecebien…

YaSusanyamínoslopareció,ynotardamosenregresarconSaraaMadrid.

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Y en aquellas palabras suyas comencé a percibir un tímido intento porestrecharmeesamanoqueyolehabíatendidoconmiscartas.

DecíaelgenialMarkTwain,enunadelasreflexionesmáshermosasyacertadasquejamássehayanescrito,queelperdóneslafraganciaquelavioletaderramasobreeltalónquelaacabadepisar.

Amí,elsuyo,nuncamelollegóaconceder,peroencambiosípudesentirensussincerasmuestrasdeafectohaciamihijatodalafuerzadeunadeclaracióndeamor.

Eseamorque,enelfondo,siempreesperérecibirdeél…

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A

Agradecimientos

Antonio Gómez Rufo, por enseñarme el oficio de escritor. Por tus sabiosconsejosytuinfinitagenerosidad,entodasaquellastardesayudándomeapulir

el manuscrito definitivo. Si yo soy el padre de esta novela tú eres, sin duda, supadrino.

APalmiraMárquez,miagenteliterariadeDosPassos,graciasporserlaprimeraen apostar ciegamente por la novela.Tú has sido el verdaderomotor para llevar abuenpuertosupublicación.

ACarmenFernándezdeBlas,directoraeditorialdeLaEsferadelosLibros,porelentusiasmosinceroquesiemprehasdemostradoporlanovelayportuconfianzaenmí,apesardeserunautornovel.

ABereniceGalaz,mieditora,porun trabajo impecableen laediciónyporvercosasquenisiquierayo,trascientosdehorasdedicadasasulectura,fuicapazdever.

AmihermanaMarta,miprimeralectora,portuapoyo,tuslágrimassobreeltextoyporsercómpliceycoautoradeltítulofinal.

A los primeros lectores del manuscrito: Carlos Reig, Vicen Miralles, SaraHerrero,SergioVillanueva,RafaLuceroyGloriaMartín.Vuestraaportaciónycríticaconstructivahanresultadofundamentalesparasuculminación.

Amispadres,porhaberestadosiempreahí;pornofallarmenunca.Y, finalmente, a aquellaprofesoradelColegioMaristasdeValencia, sunombre

perdidoenelrecuerdo…,quecalificómiexamenderedaccióndeséptimocursoconlassiglasS/C.

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ENRIQUE JAVIERARCETEMPLE (Valencia, 8 de octubre de 1972) es un actorespañol.

TrascursarestudiosdeDerechoensuciudadnatalsetrasladóaNuevaYork,ciudadqueresidiódurantecuatroañoshastacompletarsulicenciaturaenArteDramáticoporlaprestigiosaAmericanAcademyofDramaticArts.

Como actor ha participado en algunas de las series de mayor relevancia de latelevisión nacional:Periodistas, Compañeros, Física o Química, Sin tetas no hayparaíso,Génesis,Amarentiemposrevueltos,EltiempoentrecosturasoLacasadepapel,entreotros.

En cine ha participado en quince largometrajes entre producciones españolas einternacionales,ytieneensuhabermásdeunaveintenadeobrasdeteatrorepartidasentreEspaña,LosÁngeles,LondresoNuevaYork.

EnlaactualidadcompaginasuparticipaciónenLacasadepapel(Antena3),conlaserieestadounidenseKnightfall(HistoryChannel,A&Eentertainment).

Escoautordelguióncinematográficodelapelícula9meses,delacuales,asuvez,protagonista.

Elencantodelosvencidosessuprimeranovela.

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