La Enfermedad Del Cemento

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La enfermedad del cemento La aluminosis es una de las principales enfermedades estructurales que afectan al cemento. La primera vez que la opinión pública oyó hablar de este problema fue en noviembre de 1990, cuando se hundió parcialmente un edificio del barrio barcelonés del Turó de la Peira. Una mujer murió en el accidente, y otra persona quedó herida de gravedad. La Administración, no obstante, ya tenía conocimiento del peligro que entraña la aluminosis, aunque no había considerado necesario alertar a los afectados. El cemento aluminoso, formado por una mezcla de caliza y bauxita, debe su resistencia a un aluminato cálcico que a temperaturas superiores a los 25 grados se disocia en otro aluminato, hidróxido de aluminio y agua. Este segundo aluminato es de menor volumen, el material se hace más poroso, y a la larga provoca fisuras y pérdida de resistencia en las vigas. Las reacciones químicas que se producen en el proceso de endurecimiento, tras mezclar el cemento con el agua, llevan aparejado un notable desprendimiento de calor, lo que hace necesario refrigerar constantemente la mezcla para evitar que se sobrepase la temperatura de 25 grados y, con ello, se generen compuestos que debiliten la estructura. El calor, por tanto, hace especialmente inadecuado forjar las vigas a pie de obra. En los años cincuenta y sesenta, cuando más se construyó con este material, las viguetas se hacían sin ninguna referencia oficial de calidad. Prohibido desde 1977 Un segundo peligro es la humedad. El agua no influye en la degradación del cemento como tal, pero sí puede afectar a su estructura de hierro. Una viga en la que abunde el aluminato de menor volumen presentará necesariamente numerosas fisuras por las que podrán filtrarse el agua y el aire; y al alcanzar con más facilidad el hierro, lo oxidarán. El resultado de este proceso es la pérdida de estabilidad del cemento, y aparece el riesgo de derrumbe. El cemento aluminoso era más caro que el portland de la época y tenía que aportarse mayor cantidad (de 400 a 450 kilos por metro cúbico, frente a los 300 a 350 del portland), pero superaba a éste en una propiedad fundamental en unos momentos en que había que construir a

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La enfermedad del cementoLa aluminosis es una de las principales enfermedades estructurales que afectan al cemento.

La primera vez que la opinión pública oyó hablar de este problema fue en noviembre de 1990,

cuando se hundió parcialmente un edificio del barrio barcelonés del Turó de la Peira. Una

mujer murió en el accidente, y otra persona quedó herida de gravedad. La Administración, no

obstante, ya tenía conocimiento del peligro que entraña la aluminosis, aunque no había

considerado necesario alertar a los afectados. El cemento aluminoso, formado por una mezcla

de caliza y bauxita, debe su resistencia a un aluminato cálcico que a temperaturas superiores

a los 25 grados se disocia en otro aluminato, hidróxido de aluminio y agua. Este segundo

aluminato es de menor volumen, el material se hace más poroso, y a la larga provoca fisuras y

pérdida de resistencia en las vigas.

Las reacciones químicas que se producen en el proceso de endurecimiento, tras mezclar el

cemento con el agua, llevan aparejado un notable desprendimiento de calor, lo que hace

necesario refrigerar constantemente la mezcla para evitar que se sobrepase la temperatura de

25 grados y, con ello, se generen compuestos que debiliten la estructura.

El calor, por tanto, hace especialmente inadecuado forjar las vigas a pie de obra.

En los años cincuenta y sesenta, cuando más se construyó con este material, las viguetas se

hacían sin ninguna referencia oficial de calidad.

Prohibido desde 1977

Un segundo peligro es la humedad. El agua no influye en la degradación del cemento como

tal, pero sí puede afectar a su estructura de hierro. Una viga en la que abunde el aluminato de

menor volumen presentará necesariamente numerosas fisuras por las que podrán filtrarse el

agua y el aire; y al alcanzar con más facilidad el hierro, lo oxidarán. El resultado de este

proceso es la pérdida de estabilidad del cemento, y aparece el riesgo de derrumbe.

El cemento aluminoso era más caro que el portland de la época y tenía que aportarse mayor

cantidad (de 400 a 450 kilos por metro cúbico, frente a los 300 a 350 del portland), pero

superaba a éste en una propiedad fundamental en unos momentos en que había que construir

a marchas forzadas: en 24 horas adquiría tanta resistencia como otros cementos en dos

semanas. De las 871.000 viviendas construidas en Cataluña entre 1950 y 1970, el 52% de los

pisos tiene cemento aluminoso, es decir, 467.000 viviendas. En 1977 fue prohibido su uso en

la fabricación de vigas.

Algunos bloques de viviendas de Barcelona ya han tenido que ser desalojados por estar

afectados de aluminosis. Otros, aún habitados, han sido condenados al derribo por los

técnicos.