La economía del trabajo infantil Criterios para su medición

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Revista Internacional del Trabajo, vol. 119 (2000), núm. 3 Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2000 La economía del trabajo infantil Criterios para su medición Richard ANKER * E s frecuente ver en la televisión y en la prensa imágenes y artículos de niños trabajadores de países en desarrollo, mal alimentados y pobre- mente vestidos. En los albores del nuevo milenio, el trabajo que realizan estos niños desafortunados es un rasgo inaceptable de la vida de muchísimos países. La condena del trabajo infantil coexiste en la sociedad con otras actitu- des que son contradictorias a primera vista. En primer lugar, es un hecho que muchos niños trabajan por voluntad propia y con la aprobación de sus padres. Si el trabajo es tan perjudicial para los niños, ¿por qué tantos padres lo per- miten o lo fomentan, y por qué tantos niños se ponen a trabajar voluntaria- mente? En los países en desarrollo, esta conducta aparentemente irracional suele explicarse diciendo que las familias pobres necesitan aumentar sus ingresos para garantizar su supervivencia. Aunque este argumento sea razo- nable, no basta para explicar por qué el trabajo infantil no está igual de exten- dido en todos los hogares pobres de una comunidad, ni en todas las comunidades pobres de un país, ni en todos los países pobres del mundo. En segundo lugar, si las condiciones son dignas el trabajo puede ser bueno para los niños. Por ejemplo, está generalmente aceptada la idea de que una activi- dad laboral no peligrosa puede ayudarles a hacerse autónomos y responsa- bles. De hecho, en los países de renta alta hay muchos niños que trabajan, por lo general con el fin de ganar algo para sus gastos: unos cuidan a niños peque- ños de otras familias, reparten periódicos o ayudan en el negocio o explota- ción agrícola familiar; otros trabajan en restaurantes o tiendas después de asistir a sus clases o durante el tiempo de vacaciones. En el presente artículo se traza un marco conceptual en el que situar la economía del trabajo infantil, con el propósito de aclarar algunos aspectos del fenómeno que, como los antes señalados, son aparentemente contradictorios. A partir de dichos criterios se extraen conclusiones sobre la medición del * Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra.

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Revista Internacional del Trabajo, vol. 119 (2000), núm. 3

Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2000

La economía del trabajo infantilCriterios para su medición

Richard ANKER*

Es frecuente ver en la televisión y en la prensa imágenes y artículos deniños trabajadores de países en desarrollo, mal alimentados y pobre-

mente vestidos. En los albores del nuevo milenio, el trabajo que realizan estosniños desafortunados es un rasgo inaceptable de la vida de muchísimospaíses.

La condena del trabajo infantil coexiste en la sociedad con otras actitu-des que son contradictorias a primera vista. En primer lugar, es un hecho quemuchos niños trabajan por voluntad propia y con la aprobación de sus padres.Si el trabajo es tan perjudicial para los niños, ¿por qué tantos padres lo per-miten o lo fomentan, y por qué tantos niños se ponen a trabajar voluntaria-mente? En los países en desarrollo, esta conducta aparentemente irracionalsuele explicarse diciendo que las familias pobres necesitan aumentar susingresos para garantizar su supervivencia. Aunque este argumento sea razo-nable, no basta para explicar por qué el trabajo infantil no está igual de exten-dido en todos los hogares pobres de una comunidad, ni en todas lascomunidades pobres de un país, ni en todos los países pobres del mundo. Ensegundo lugar, si las condiciones son dignas el trabajo puede ser bueno paralos niños. Por ejemplo, está generalmente aceptada la idea de que una activi-dad laboral no peligrosa puede ayudarles a hacerse autónomos y responsa-bles. De hecho, en los países de renta alta hay muchos niños que trabajan, porlo general con el fin de ganar algo para sus gastos: unos cuidan a niños peque-ños de otras familias, reparten periódicos o ayudan en el negocio o explota-ción agrícola familiar; otros trabajan en restaurantes o tiendas después deasistir a sus clases o durante el tiempo de vacaciones.

En el presente artículo se traza un marco conceptual en el que situar laeconomía del trabajo infantil, con el propósito de aclarar algunos aspectos delfenómeno que, como los antes señalados, son aparentemente contradictorios.A partir de dichos criterios se extraen conclusiones sobre la medición del

* Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra.

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trabajo infantil, las políticas y programas al respecto y el bienestar de la infan-cia. Abordaremos las cuestiones siguientes:

¿Qué es el trabajo infantil? ¿Por qué es motivo de preocupación?

¿Cómo se define y se mide actualmente el trabajo infantil? ¿Y cómodebería definirse y medirse?

¿Qué consecuencias programáticas tiene un análisis económico del tra-bajo infantil basado en el marco conceptual que proponemos?

La tesis de que partimos es que las políticas, programas y estudios sobreel trabajo infantil, al pasar por alto los entresijos de este fenómeno, hanpecado muchas veces de excesivamente simplistas. Y ello ha entorpecido latarea de determinar cuáles son las medidas y estrategias más idóneas paraerradicar las formas inaceptables de trabajo infantil. Por esos motivos, tendre-mos en cuenta que en el análisis de los costos y beneficios económicos de laerradicación del trabajo infantil intervienen tres factores: a) hay varias for-mas distintas de trabajo infantil; b) hay varias maneras de justificar la erradi-cación del trabajo infantil, y c) su erradicación afecta a agentes e institucionesmuy diversos. Empezaremos examinando las razones por las que el trabajoinfantil es un fenómeno preocupante. Después abordaremos los problemasque plantea su medición y la necesidad de contar con estimaciones diferentesque reflejen sus distintas variedades1. En la última parte expondremos las lec-ciones que pueden sacar de este planteamiento las personas deseosas deimpulsar políticas y programas de erradicación del trabajo infantil.

¿Por qué ha de preocuparnosel trabajo infantil?

Antes de entrar en el tema, conviene empezar por el nivel conceptualseñalando las facetas más importantes del problema: la protección de losniños, la formación de los niños y la repercusión del trabajo infantil en la eco-nomía y el mercado de trabajo.

En el cuadro 1 figuran las facetas más preocupantes del fenómeno, posi-bles indicadores con los que medirlas y algunos comentarios al respecto.

La protección del niñoEl afán de proteger a los niños es la razón primordial que mueve a

muchas personas y organizaciones a ocuparse del problema del trabajoinfantil. Los niños son vulnerables en varios sentidos, pues la infancia es

1 En Anker (2000) se analiza de manera pormenorizada el modo en que diversos agentes einstituciones (niños, padres, comunidades, empleadores, mercados de trabajo, economías nacionalesy comercio internacional) se verían afectados por la erradicació n de las distintas formas de trabajoinfantil y cómo todo ello ha de sopesarse en los programas y políticas en la materia.

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Cuadro 1. Facetas del problema del trabajo infantil

Facetas Principales razones de preocupación

Indicadores Comentarios

Protecciónde los niños

Los niños son especial-mente vulnerables,y la infancia es una etapa de la vida en la que se precisa una protección cuidadosa frentea los peligrosy la explotación.

Trabajo peligroso El Convenio sobre las peores for-mas de trabajo infantil, 1999 (núm. 182), proclama que es prio-ritario erradicar las formas peligro-sas e intolerables de trabajo infantil. El trabajo peligroso daña «la salud, la seguridad o la morali-dad» del niño.

Se trata básicamentede un empeño humanitariopor la protección del niño, aunque también preocupan las conse-cuencias sanitarias y las pérdidas de productividad a lo largode toda la vida.

Trabajo explotador En este contexto suele hablarse de explotación, pero ésta es difícil de medir.

Formaciónde los niños

El trabajo, especial-mente cuando la jor-nada es demasiado larga, suele entraren conflicto con la asis-tencia a la escuelay el rendimiento en ella.

Capacidad de leery escribir y conoci-mientos adquiridosen la escuela

Las aptitudes y conocimientos que se obtienen en los estableci-mientos docentes están cobrando cada vez más importancia debido a la mundialización y al cambio tecnológico. La disponibilidadde escuelas y la calidad de éstas tienen una importancia decisiva.

Número total de horas de trabajo

El número de horas de trabajo debe abarcar el tiempo dedicado a tareas domésticas, y deben contabilizarse todas las horas tra-bajadas, sea durante el horario escolar o fuera de él.

Aspectos positivosdel trabajo

Preparaciónpara la vida adulta (por ejemplo, respon-sabilidad, aprendizaje de oficios tradiciona-les, autonomía)

Debido a la mundializacióny al cambio tecnológico, la prepa-ración para la vida que adquiereel niño en el trabajo pierde impor-tancia frente a la enseñanzaescolar.

Efectoseconómicosdel trabajo infantil

En el nivel micro:La supervivenciade los hogares pobres depende muchas vecesdel trabajo de los niños (que contribuyencon dinero o en espe-cie). Los niños pobresy sus familias pueden sufrir perjuicios si,al erradicarse el trabajo infantil, pierden estosingresos.

Toda la actividad económicade los niños (activi-dad como manode obra más tareas domésticasy cuidado de otros niños)

Aunque las tareas domésticasy el cuidado de otros niñosno son trabajo según las defini-ciones internacionalmente acep-tadas, suponen importantes contribuciones en especieal bienestar de las familias.Hay un problema considerable de desigualdad entrelos sexos, pues muchas niñas no pueden acudir a la escuela por tener que dedicar horasy horas a las tareas domésticas.

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una etapa de la vida durante la cual se necesita una protección cuidadosa,tanto más cuanto que los niños que trabajan suelen estar expuestos al abusoy la explotación. Hay ya un consenso internacional para luchar contra lostipos de trabajo infantil que se consideran absolutamente inaceptables: elConvenio de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999(núm. 182), en donde se plasma la voluntad y el compromiso de la comuni-dad internacional de erradicar el problema.

Esta preocupación por el bienestar de los niños nace sobre todo de sen-timientos humanitarios, pero tiene que ver también con aspectos económicos,como por ejemplo los efectos sobre la salud y otros problemas derivados de

Cuadro 1. Facetas del problema del trabajo infantil (continuación)

Facetas Principales razones de preocupación

Indicadores Comentarios

En el nivel macro:El trabajo infantil afecta negativamente al mer-cado de trabajo: reduce los niveles salarialesy de empleode los adultos.

La actividad econó-mica de los niños (empleo remune-rado, trabajo familiar no remunerado y tra-bajo independiente).

El empleo asalariadode los niños afecta mucho más a los niveles salarialesy de empleo de los adultosque su trabajo domésticoy como auxiliares familiaresno remunerados. Dichos efectos son probablemente mayoresen la mano de obrano calificada.El trabajo infantil no peligroso afecta a los niveles salarialesy de empleo de los adultosen la misma medida que el tra-bajo peligroso.Sabemos poco de la intensidad con que la erradicación del tra-bajo infantil afectaría a los nive-les salariales y de empleode los adultos. Ni siquiera es seguro que la desaparicióndel trabajo familiar no remune-rado tenga siempre un efecto negativo.

Una merma de la esco-larización perjudicael crecimiento econó-mico a largo plazo.

Véase supra (capa-cidad de leer y escri-bir y conocimientos adquiridos en la es-cuela; número total de horas de trabajo).

En la economía actual, mundiali-zadora y basada en los conoci-mientos, el capital humano es cada vez más importantepara el crecimiento económico.La extensión de la enseñanza va unida a la reducción de la fecun-didad, la mejora de la saludy el avance de la democraciay de los derechos humanos,que son factores positivospara el crecimiento económico.

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las actividades peligrosas y de las «peores formas de trabajo infantil» 2. Ellosuele expresarse diciendo que es necesario resguardar a los niños de las ocu-paciones peligrosas para su salud, su seguridad o su integridad moral, de lasdemás formas peores de trabajo y de todas las clases de explotación.

Los indicadores sobre la protección de los niños contra el trabajo peli-groso y la explotación que se presentan en el cuadro 1 son difíciles de calculary disponemos de pocos datos cuantitativos al respecto. Ello no es de extrañar,pues el concepto de explotación está muy cargado de valores y, por lo tanto,es difícil definirlo de manera objetiva. Sin embargo, el concepto de formaspeligrosas y peores de trabajo infantil, aun cuando también está cargado devalores porque varía según la cultura del país y su nivel de desarrollo y renta,es más fácil de definir objetivamente. Al hacer suyo la comunidad internacio-nal el objetivo urgente de actuar contra las ocupaciones peligrosas y las otrasformas peores de trabajo infantil, tal como se definen en el Convenionúm. 182, es esencial que se desplieguen más esfuerzos para elaborar méto-dos con los que cuantificar su magnitud.

La formación del niñoLa infancia es una etapa de desarrollo rápido, y en ella adquirimos las

aptitudes y conocimientos que nos permitirán ser adultos productivos y bue-nos ciudadanos. El aprendizaje y la adquisición de aptitudes se realizan tantomediante la enseñanza escolar (leer y escribir, aritmética…) como mediantela experiencia del trabajo y de la vida (autonomía, responsabilidad, aptitudesy conocimientos tradicionales…).

Uno de los principales problemas que se les plantean por lo general a losniños trabajadores es que les resulta más difícil asistir a la escuela con regu-laridad y aprovechamiento. Sin embargo, tampoco podemos afirmar tajante-mente que todas las formas de trabajo infantil sean un obstáculo inevitablepara la asistencia a las clases y el rendimiento escolar. Aunque el trabajo atiempo completo (sea peligroso o no) es obviamente incompatible con la vidaescolar, no ocurre lo mismo con la actividad a tiempo parcial si ésta se realizadurante las vacaciones escolares o durante unas cuantas horas a la semana alo largo del curso. Aunque no sabemos con certeza cuánto tiempo puede tra-bajar un niño sin que ello perjudique a su rendimiento escolar, pareceverosímil que sea de por lo menos dos o tres horas diarias, es decir, unas

2 El alcance de este concepto queda delimitado en el artículo 3 del Convenio núm. 182, queexpondremos más adelante. Según se dispone en el artículo 2, el término «niño» designa a toda per-sona menor de dieciocho años.

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quince horas a la semana3. También es importante tener presente que el apro-vechamiento del niño en la escuela depende mucho de la calidad de ésta.

Aunque no suele tenerse en cuenta al elaborar los programas y políticaspara la erradicación del trabajo infantil, el niño puede adquirir en el trabajoaptitudes y conocimientos de gran valor (Boyden y otros, 1998). Es elementaltambién reconocer que la propia escuela es, en ocasiones, la causa de que unniño se ponga a trabajar, porque necesita ganar un dinero que le ayude a pagarlos gastos de sus estudios o porque le disgusta la enseñanza o porque sufreagresiones en el establecimiento docente (Boyden y otros, 1998).

Hasta el momento no han podido hacerse cálculos precisos de los indi-cadores de formación y aprendizaje infantil que figuran en el cuadro 1, por loque se usan generalmente indicadores indirectos, sustitutivos. En el caso delos niños escolarizados, lo más habitual es considerar que su grado de apren-dizaje viene dado por el número de cursos académicos que han aprobado.Pero no es un buen sistema, primero porque en algunos países las escuelas sontan malas que los niños no aprenden gran cosa en ellas, y segundo porque nose tiene en cuenta el hecho de que los trabajos ligeros y no peligrosos puedenayudarles a prepararse para la vida adulta. En realidad, a la hora de elegirentre una actividad no peligrosa, una escuela deficiente y la ociosidad, no esde extrañar que la familia y el propio niño decidan racionalmente que lo quemás le conviene es trabajar. En tercer lugar, raras veces se mide el númerototal de horas que trabajan los niños. Además, según la definición internacio-nal de población económicamente activa, el tiempo que dedican los niños alas tareas domésticas y a cuidar de otros niños no se considera actividad eco-nómica y, en consecuencia, no es, por definición, trabajo infantil. Sinembargo, muchas niñas no van a la escuela porque dedican horas y horas a laslabores hogareñas, de modo que tropiezan con el mismo impedimento paracursar la escolaridad y sacar buenas notas que los chicos asalariados a tiempocompleto. En cuarto lugar, se presta poca atención al momento del año aca-démico en que se realiza el trabajo. Con todo, lo importante para determinarlos posibles conflictos con la asistencia a las clases y el rendimiento escolares el número total de horas que se trabajan durante el horario lectivo. Másadelante volveremos sobre algunos de estos problemas de medición.

3 Según un estudio realizado en Ghana, la asistencia a la escuela se ve perjudicada cuando elniño trabaja más de diez horas semanales (Addison y otros, 1997). Según otro estudio, el rendi-miento académico de los niños estadounidenses de doce a diecisiete años se ve perjudicado cuandotrabajan quince horas o más a la semana (Steinberg y Dornbush, 1991, citado en Países Bajos, 1997).Otros resultados sobre los Estados Unidos, algo diferentes, figuran en D’Amico (1984), quien llegóa la conclusión de que, si bien una jornada semanal de más de veinte horas incrementaba las tasasde abandono escolar, los que trabajaban menos de esas horas conseguían mejores notas escolaresque sus condiscípulos.

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Efectos del trabajo infantil en la economía y el mercado laboralEl trabajo infantil tiene varias repercusiones importantes en los ámbitos

económico y laboral y es conveniente que todas ellas se tengan presentes enlos programas públicos. Pueden dividirse en las que se producen en el nivelmicro de la familia y las que se producen en los niveles intermedio y macrodel mercado de trabajo y de la economía (véase el cuadro 1):

Nivel micro de la familia:— ingresos y subsistencia de la familia.

Niveles macro del mercado de trabajo y de la economía:— situación del mercado laboral (por ejemplo, niveles salariales y de

desempleo de los adultos);— crecimiento y desarrollo económicos.

En las familias pobres, el trabajo de los niños es una fuente de ingresosimportante. Está extendida la opinión de que la pobreza es la causa principal(aunque no la única) del trabajo infantil en los países pobres, y de que lasupervivencia de muchas familias pobres depende de los ingresos en dineroy en especie que generan los niños.

En el nivel micro de la familia, el problema económico reside en lasdificultades que habrán de afrontar a corto plazo los hogares pobres y losniños pobres si se elimina el trabajo infantil. Por ello, en los programas públi-cos se han de tener en cuenta las necesidades de ingresos de esos hogares y laamenaza que supondría para su subsistencia el que los hijos menores de deter-minada edad dejaran de trabajar por completo. Podrían ser medidas útiles, porejemplo, establecer transferencias de ingresos y/o subvenciones destinadasespecíficamente a las familias pobres que escolarizaran a sus hijos, ajustar elcalendario escolar de manera que los niños, de ser necesario, puedan trabajara tiempo parcial y en los momentos de mayor necesidad de mano de obra, yofrecer a los adultos, hombres y mujeres, posibilidades de ganar unos ingre-sos que sustituyan a los derivados del trabajo infantil. Otra conclusión es quees esencial contar con escuelas de calidad que resulten atractivas para lasfamilias y justifiquen a sus ojos los sacrificios que les exige prescindir del tra-bajo infantil. Se precisan en cualquier caso más estudios y análisis sobre losfactores que determinan el trabajo infantil, tanto peligroso como no peligroso,para conocer mejor aspectos tales como las circunstancias en que la pobrezano impide eliminar el trabajo de los niños; el papel de los empleadores res-pecto de la demanda de trabajo infantil, y la influencia que ejercen las ideasque se forman los niños y sus padres sobre la calidad de la escuela y sobre lasposibilidades que da el mercado de trabajo.

En cuanto a los problemas que se plantean en el nivel macroeconómicoy del mercado laboral, generalmente se piensa que los niños ocupan empleosque podrían desempeñar los adultos, de modo que el trabajo infantil reducelos salarios y/o eleva las tasas de desempleo de éstos; es decir, se presuponeque empeora las condiciones laborales de los adultos (Tribunal Supremo de

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EE.UU., 1972). Los mismos efectos negativos del trabajo infantil se dan sinduda hoy en los países en desarrollo, sobre todo en el caso de los trabajadoresadultos poco instruidos y calificados, pues los niños trabajan casi exclusiva-mente en ocupaciones que no exigen calificación profesional.

Sin embargo, deben hacerse matizaciones importantes a estos supues-tos. No viene al caso distinguir entre actividades peligrosas y no peligrosas,pues en principio ambas afectan de manera parecida al mercado laboral, perosí entre las repercusiones del trabajo asalariado de los niños y del que hacengratuitamente (asistiendo en las tareas domésticas y como trabajadores fami-liares no remunerados), pues sólo los asalariados ingresan realmente en elmercado laboral. De hecho, es posible que una parte de la actividad domésticano remunerada de los niños no tenga efectos negativos notables en el mercadolaboral. De estas matizaciones se desprende que, aun cuando es indudable queel trabajo de los niños va en detrimento de las condiciones laborales de losadultos, no todas las formas de trabajo infantil ejercen efectos considerablesen este sentido, ni es seguro que la reducción del trabajo infantil asalariado setraduzca, como suele afirmarse, en un incremento automático y equivalentedel empleo adulto.

La erradicación de todo el trabajo infantil (tanto las formas peores comolas que sólo menoscaban el rendimiento escolar) tendría otro efecto macro-económico importante, pues fortalecería el crecimiento y el desarrollo econó-micos a largo plazo (Basu y Van, 1998). Las economías nacionales que hacenuso del trabajo de niños sin escolarizar se colocan en un círculo vicioso den-tro del cual la pobreza va transmitiéndose de unas generaciones a otras. Por elcontrario, si la erradicación del trabajo infantil va acompañada de una mejorade la calidad de la enseñanza, ayudará a establecer un ciclo provechoso paralos ingresos y el desarrollo económico, del que cabe esperar los resultadossiguientes:

— Un incremento de la productividad del trabajo y del crecimiento econó-mico a largo plazo debido a la mejora del capital humano y a la reduc-ción de los gastos sanitarios.

— Un descenso de la pobreza y un reparto más equitativo de los ingresosdebido al alza de los salarios relativos de la mano de obra no calificadacausada por la reducción de la oferta de trabajo infantil no calificado.

— Un impulso a la inversión en equipo y al cambio tecnológico a medidaque el capital tenga en cuenta la subida de los costos salariales.

— Un incremento del crecimiento económico en virtud del llamado «divi-dendo demográfico» pues, debido a la elevación de los niveles educati-vos y a la reducción del trabajo infantil, descenderán las tasas defecundidad y de crecimiento de la población.

— Un avance de la democracia y una conciencia cada vez mayor de los dere-chos democráticos derivada del aumento del nivel cultural de los ciudada-nos, lo cual es importante, porque, como es bien sabido hoy en día, lademocracia es un factor decisivo para ganar competitividad internacional.

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Muchas de estas previsiones sobre las ventajas que tendría a nivelmacroeconómico y laboral reducir el trabajo infantil son de sentido común,pero para que se hagan realidad es necesario impulsar a la vez una mejora dela asistencia a la escuela y del rendimiento escolar, lo cual supone que habráque ofrecer a los niños la posibilidad de una enseñanza buena y facilitar amuchas familias pobres otras fuentes viables de ingresos. Es imprescindiblehacer estudios y análisis sobre diversas situaciones reales, desglosados segúnlas modalidades de trabajo de los niños y en diversos entornos macroeconó-micos, ya que necesitamos saber mucho más sobre la magnitud (y la orienta-ción en el caso de determinadas formas de trabajo infantil) de dichos efectosa corto y a largo plazo.

ResumenDel presente análisis cabe extraer varias conclusiones relevantes.1. El problema del trabajo infantil va más allá del bienestar y la for-

mación del niño, pues abarca los efectos macroeconómicos y laborales endiversas instituciones y agentes.

2. Como hay varios motivos para estar preocupados por el trabajoinfantil, la erradicación de éste puede justificarse de tres maneras distintas:por razones económicas, en aras de la formación del niño y por razones huma-nitarias y morales.

3. Las tres justificaciones mencionadas entran a veces en conflicto.Por ejemplo, aunque es probable que al erradicar de las fábricas el trabajoinfantil no peligroso se eleven los niveles salariales de los trabajadores adul-tos, ello podrá al mismo tiempo ser perjudicial para el bienestar de esos niñossi se les impide trabajar en la economía regular y no hay escuelas o éstas sonde calidad deficiente, pues los niños pobres tal vez se verán obligados a dedi-carse a ocupaciones más peligrosas de la economía informal para coadyuvaren la estrategia de supervivencia de la familia.

4. Las distintas formas de trabajo infantil tienen consecuencias dife-rentes sobre las tres facetas del problema que acabamos de comentar. Algunasde ellas (por ejemplo, las peligrosas y las demás formas peores) son negativasdesde los tres puntos de vista, salvo posiblemente el de la situación microeco-nómica de las familias pobres necesitadas de ingresos. Otros tipos de trabajoinfantil (por ejemplo, las ocupaciones asalariadas no peligrosas que menos-caban el rendimiento escolar) son perjudiciales para la formación del niño ypara los dos aspectos económicos, pero no necesariamente desde el punto devista de la protección. Otra forma de trabajo infantil que puede ser aceptabledesde los tres puntos de vista indicados en el cuadro 1 es, por ejemplo, el tra-bajo familiar gratuito pero no peligroso, pues sirve para incrementar losingresos del hogar; puede afectar poco o nada al mercado de trabajo y al cre-cimiento económico; puede conciliarse con el aprendizaje, y no tiene por quéser inevitablemente explotador ni perjudicial para el desenvolvimiento físicoo moral del niño.

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5. Las tres facetas del problema que venimos estudiando apuntan a lanecesidad de adoptar políticas estatales que incrementen las transferencias deingresos a las familias y los niños pobres. Ello supone que la erradicación delas formas inaceptables de trabajo infantil debe ocupar un lugar preferente enla política de desarrollo, dentro de una estrategia de desarrollo que haga hin-capié en la lucha contra la pobreza, en la enseñanza, en la formación de capi-tal humano y en la igualdad entre los sexos.

Medición del trabajo infantil

Cifras de niños trabajadores y necesidadde medidas múltiples

En cuanto al número de niños que trabajan en el mundo, lo que mássuele citarse es una estimación de la OIT, que lo cifra en 250 millones (OIT,1996, y Ashagrie, 1997). Es un número impreciso, pues no hay datos fiablessobre muchos países en desarrollo. Así, según un primer cálculo de la OIThabía unos 73 millones de niños trabajadores de diez a catorce años de edaden 1995, aunque la cifra se basaba en «información estadística muy limitadaprocedente de unos cien países» (OIT, 1996, págs. 7 y 8) y que adolecía dedefectos metodológicos4. Contando los niños menores de diez años y los queestudian y trabajan, la propia OIT estimaba que el número de niños trabaja-dores de cinco a catorce años ascendía en 1996 a la cifra mencionada de250 millones. Este cálculo aproximado se basa principalmente en encuestasexperimentales realizadas por la Oficina de Estadística de la OIT en diversos[cuatro] países (ibíd., pág. 8). En cualquier caso, sean 73 o 250 millones, esevidente que el trabajo infantil es un problema de gran magnitud 5.

Aunque presentar una cifra única y global del trabajo infantil sea unasimplificación del gusto de los políticos, los medios de comunicación y laopinión pública, tiene un inconveniente: encubre y difumina la complejidadde este fenómeno, mientras que lo que necesitamos son estimaciones de lasdiversas formas de trabajo infantil para abordar los múltiples problemas quehemos mencionado anteriormente.

4 Las estimaciones de este género son imperfectas porque se basan sobre todo en el númerode niños trabajadores contabilizado en las encuestas de población activa y en los censos nacionales.Esto significa que no se incluye el trabajo de los niños de cinco a nueve años y, en muchos casos,tampoco el de los niños de diez u once años, pues muchos censos y encuestas actuales no recogeninformación sobre los menores de doce años ni están concebidos como sería necesario para medir eltrabajo infantil.

5 Desde 1994, la OIT viene colaborando con autoridades de diversos países en la realizaciónde más de una docena de encuestas nacionales sobre el trabajo infantil especialmente diseñadas. Losresultados de esas encuestas tienden a coincidir con la cifra más alta de 1996 (OIT/IPEC, 1996, yAshagrie, 2000).

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Se precisan, por ejemplo, estimaciones separadas de los diversos tipos detrabajo infantil, para distinguir entre las modalidades no peligrosas, laspeligrosas y las demás formas peores.Se necesitan estimaciones razonablemente exactas a efectos del segui-miento de los progresos y la evaluación de los programas. Las esti-maciones aproximadas pueden ser provechosas en las campañas de sen-sibilización pública6, pero carecen de la exactitud necesaria para elseguimiento y la evaluación.Los gobernantes y los administradores de los programas suelen necesitarestimaciones relativamente exactas del trabajo infantil desglosadas porrubros (zona geográfica, rama económica, ocupación, tipo de familia,nivel de ingresos familiares, etc.), pues les sirven para establecer priori-dades y asignar recursos, así como para hacer el seguimiento de los pro-gresos y evaluar los programas.

Toda estimación que resuma en una cifra absoluta la magnitud del tra-bajo infantil suele ser engañosa de por sí, pues, si abarca las diferentes moda-lidades del mismo, mezclará «churras con merinas». En principio, una cifraglobal indicará el número de niños que realizan alguna actividad laboral, esdecir, comprenderá a todos los que tienen una ocupación (ya sea peligrosa ono peligrosa, a tiempo completo o a tiempo parcial), a los asalariados y losque trabajan en casa sin remuneración alguna, y a los que van a la escuela ylos que no van. De hecho, cuanto mejores sean los datos sobre el trabajoinfantil, tanto más completa será probablemente su medición, por lo que tantomás riesgo habrá de mezclar «churras con merinas», pues es previsible queunas encuestas bien diseñadas y realizadas consigan cubrir las formas margi-nales y menos nocivas de trabajo infantil.

La utilidad de contar con cálculos desglosados del trabajo infantil ya lahan defendido muchos estudiosos y especialistas, quienes propugnan que sedistinga al niño que realiza algunas labores o tareas del niño trabajador (porejemplo, Boyden y otros, 1998; Myers, 1999, y Anker, 1995). Según esteplanteamiento, es perjudicial para el niño convertirlo en mano de obra, en tra-bajador («child labour»), mientras que realizar labores o tareas («childwork») es indistinto o, incluso, beneficioso para él. Algunos autores (comoWhite, 1996) van aún más lejos, pues abogan por que se establezca una serieescalonada de mediciones del trabajo infantil, basada en una clasificacióngradual que iría del bueno al malo.

También los convenios y recomendaciones de la OIT admiten que algu-nas ocupaciones infantiles son peores que otras, por lo cual fijan distintasedades mínimas para autorizar que el niño trabaje. En el Convenio sobre la

6 Conviene tener en cuenta que las estadísticas con fines de sensibilizació n, que exagerandeliberadamente la magnitud del trabajo infantil, pueden tener el efecto negativo e inesperado dedebilitar el empeño de los gobiernos en su erradicació n, pues las cifras sobrestimadas pueden hacercreer que el problema es irresoluble.

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edad mínima, 1973 (núm. 138), se permite establecer una edad mínima másbaja a los países menos adelantados (catorce años en vez de quince) y para lostrabajos ligeros y no peligrosos (doce años en vez de trece)7. En el mencio-nado Convenio núm. 182, adoptado en 1999, se pide que se renueven losesfuerzos para erradicar las formas inadmisibles de trabajo de todos losmenores de dieciocho años. Las legislaciones nacionales suelen eximir delrequisito de edad mínima a determinadas formas de trabajo ligero; así, enunos sesenta países están excluidos los negocios familiares, y en unos cientotreinta y cinco la autoridad competente está facultada para hacer excepcionesa la normativa general (OIT, 1996, pág. 36).

Problemas de la medición del trabajo infantilVeamos ahora algunos de los problemas que plantea la cuantificación

del trabajo infantil. Aún no se conocen métodos acertados para medir lasfacetas ya mencionadas del trabajo infantil (resumidas en el cuadro 1), por loque es imprescindible reflexionar e investigar más a fondo. En el primer epí-grafe de esta parte expondremos la definición de fuerza de trabajo que estáinternacionalmente aceptada y sus consecuencias para la cuantificación deltrabajo infantil, lo cual será esclarecedor para los lectores que no conozcanbien los entresijos de las estadísticas laborales, pues, al menos en teoría, lascifras oficiales se basan en dicha definición. Después nos referiremos a lasocupaciones peligrosas y a las otras formas peores de trabajo infantil (objetoprincipal del Convenio núm. 182 de la OIT), así como a las dificultades conque se tropieza para hacer mediciones. El tercer epígrafe está dedicado a laasistencia a la escuela y a la instrucción, conceptos que, como se verá, no sonsiempre sinónimos. A continuación analizaremos la posibilidad de conciliarla asistencia a la escuela con el trabajo, que es muy frecuente en la práctica.Por último, explicaremos la utilidad de recoger datos sobre los diversos tiposde situación en el empleo, pues esta variable tiene consecuencias importantesen el mercado de trabajo. Sobre otros extremos de la medición del trabajoinfantil, como por ejemplo la explotación, la jornada laboral y el período dereferencia, puede consultarse Anker (2000).

7 Según el artículo 7, párrafo 1, del Convenio núm. 138 de la OIT, se consideran trabajosligeros para los niños los que «a) no sean susceptibles de perjudicar su salud o desarrollo; y b) nosean de tal naturaleza que puedan perjudicar su asistencia a la escuela, su participació n en programasde orientación o formación profesional aprobados por la autoridad competente o el aprovechamientode la enseñanza que reciben» (OIT, 1985, pág. 1414). Las autoridades deben fijar un númeromáximo de horas de trabajo. En las legislaciones nacionales es frecuente que se autorice el trabajoinfantil únicamente dentro de la familia o bajo la supervisión de los padres (OIT, 1996, pág. 39).

Trabajo infantil y criterios para su medición 295

Trabajo infantil y población activaSegún la definición internacionalmente aceptada, la población econó-

micamente activa (la fuerza de trabajo) está formada por los desempleados ypor:

Todas las personas de uno u otro sexo que aportan su trabajo para producir bienesy servicios económicos, definidos según y como lo hacen los sistemas de cuentasnacionales y de balances de las Naciones Unidas (OIT, 1983, pág. I/2).

Este concepto de actividad «económica» (y, por tanto, de poblaciónactiva) es sumamente amplio, pues se basa en la definición de bienes y servi-cios «económicos» que emplea el sistema de cuentas nacionales de las Nacio-nes Unidas (SCN):

De acuerdo con estos sistemas [de cuentas nacionales], la producción de bienesy servicios económicos incluye toda la producción y tratamiento de productosprimarios — se destinen éstos al mercado, al trueque o al autoconsumo — [...](ibíd.).

Además del empleo asalariado, la actividad económica comprende el«empleo independiente» y, dentro del mismo, el trabajo familiar auxiliar noremunerado, tanto el que se hace en el negocio o explotación agrícola propie-dad de la familia como el que consiste en producir bienes primarios y servi-cios que se consumen en la propia unidad familiar. Por lo tanto, según ladefinición internacionalmente aceptada, la agricultura de subsistencia, la gana-dería de subsistencia, la construcción y mejoramiento de viviendas, y la elabo-ración de alimentos para el consumo propio son actividades económicas yquienes las realizan forman parte de la fuerza de trabajo. Como son muchos losniños que colaboran en el negocio o explotación familiar, o en el cuidado delos animales domésticos, la tasa de actividad económica infantil es muy pro-bable que sea relativamente elevada en los países donde los sectores rural einformal son grandes. Por esa razón, en algunos países, y dentro del mismomedio rural, las tasas de actividad infantil son mayores en los hogares ruralescon tierras que en los más pobres que carecen de ellas (Addison y otros, 1997,y Levison, 1991).

Hay una amplia bibliografía sobre los problemas conceptuales y prácti-cos que entrañan los cálculos de la fuerza de trabajo femenina (por ejemplo,Anker y otros, 1998, y Dixon-Mueller y Anker, 1989). Los especialistasdestacan que las encuestas no captan en su totalidad la actividad laboral de lasmujeres — lo que la hace en parte «invisible» — y que su aportación a laeconomía y su labor de trabajadoras están escasamente valoradas, a la vez queexplican las causas de tal situación. Hay razones para pensar que la medicióndel trabajo infantil y del trabajo femenino padecen problemas similares(véanse Levison, 1991, y Knaul, 1995). Es previsible incluso que las encues-tas de población activa infravaloren aún más el trabajo de los niños que el delas mujeres, debido, en primer lugar, a que probablemente abundan más losentrevistadores y encuestados que suponen que los estudiantes y los niños notrabajan que los que suponen que no trabaja ninguna mujer adulta. Además,

296 Revista Internacional del Trabajo

es intrínsecamente más difícil medir la actividad laboral infantil que lafemenina, pues, en cifras relativas, hay más niños que mujeres trabajando atiempo parcial y en labores familiares no remuneradas8.

Dejando al margen de momento los problemas prácticos de acopiardatos sobre la población activa infantil, está claro que averiguar si un niñorealiza o no algún tipo de actividad laboral no nos dice mucho de los proble-mas apuntados en el cuadro 1, es decir, si la ocupación es o no peligrosa,cuánto tiempo trabaja, si ello perjudica o no a sus estudios, si repercute direc-tamente o no en el número de empleos desempeñados por adultos, etc. Esnecesario incluir en las encuestas preguntas y rondas complementarias quedeparen más información sobre estas facetas del trabajo infantil. En los epí-grafes siguientes se examinan algunos de los problemas de medición.

Trabajo peligroso9

La necesidad de medir las ocupaciones peligrosas y las otras formaspeores de trabajo infantil se ha hecho aún más urgente desde que la OIT

8 Contamos ya con algunas averiguaciones valiosas sobre la manera de mejorar la medicióndel trabajo infantil gracias a las encuestas experimentales realizadas por la OIT en 1992-1993 enGhana, India, Indonesia y Senegal (OIT/IPEC, 1996). También se han hecho estudios metodológi-cos para perfeccionar los cálculos sobre las mujeres adultas integradas en la población económica-mente activa, como los dirigidos por el autor en zonas rurales de la India y de Egipto (Anker y otros,1998, y Anker, 1990 y 1995). Estos últimos estudios versaron sobre el grado de fiabilidad de lasencuestas según varios factores: el diseño del cuestionario y las preguntas formuladas a las personasentrevistadas; el sexo del encuestador; el tipo de persona encuestada y la definición de poblaciónactiva aplicada. Se comprobó que, haciendo las preguntas clásicas con palabras consabidas (porejemplo, ¿cuál es su actividad principal?, ¿trabaja usted?, ¿gana usted un salario o un beneficio consu trabajo?), se obtenían unas cifras de población activa femenina inferiores a las reales. En cambio,se conseguían cifras mucho más verídicas cuando se leía a las personas encuestadas una lista de acti-vidades laborales concretas. También se averiguó que al hacer las preguntas clásicas con las palabrasclave se conseguían datos más verídicos acerca de las mujeres dedicadas a una ocupación asalariadao a un trabajo a tiempo completo en la empresa o la explotació n agrícola familiar que acerca de lasque ejercían trabajos estacionales o a tiempo parcial y de las dedicadas a asistir gratuitamente a sufamilia. La tercera conclusión fue que las entrevistas con varones efectuadas en zonas rurales deEgipto arrojaron datos infravalorados del trabajo asalariado femenino, posiblemente porque losencuestados tenían vergüenza de confesar que había alguna mujer de la casa trabajando para ganarun salario, aunque este problema no apareció en las zonas rurales de la India.

9 Hay que señalar que también existe trabajo infantil peligroso en los países desarrollados.Por ejemplo, una cadena estadounidense de comercios al por menor, la segunda más grande del país,pagó recientemente una multa de 325.000 dólares (sin admitir responsabilidad) por alegaciones deque muchachos de dieciséis y diecisiete años manejaban máquinas tales como elevadores de cargade diversos tipos y zunchadoras de papel, actividad prohibida por la legislación federal (Wall StreetJournal , 1999). En ese mismo país, niños de quince a diecisiete años pertenecientes a la religiónamish, que están legalmente exentos de la obligación de ir a la escuela en virtud de una sentenciaque protege la libertad religiosa (Tribunal Supremo de EE.UU., 1972), han sido eximidos tambiéndel cumplimiento de la ley que prohíbe el trabajo infantil peligroso (como, por ejemplo, el que serealiza en talleres de carpinterí a y serrería, que son por lo general familiares, pero presentan riesgos)en virtud de una votación celebrada en la Cámara de Representantes el 2 de marzo de 1999 (Inter-national Herald Tribune, 1998, y BNA, 1999).

Trabajo infantil y criterios para su medición 297

adoptó en 1999 el mencionado Convenio núm. 182. En el artículo 3, las «peo-res formas de trabajo infantil», se definen de la siguiente manera:

a) todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, comola venta y el tráfico de niños, la servidumbre por deudas y la condición desiervo, y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso uobligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados;

b) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la pro-ducción de pornografía o actuaciones pornográficas;

c) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de acti-vidades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, talcomo se definen en los tratados internacionales pertinentes, y

d) el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo,es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños (OIT,1999a).

Las formas peores de trabajo infantil que se indican en los apartados a),b) y c) están claramente especificadas, pero son muy difíciles de medir debidoa su carácter ilegal e inmoral (y, por tanto, generalmente clandestino). Conmenos claridad se define el trabajo que puede dañar la salud, la seguridad ola integridad moral de los niños (apartado d)): no hay duda de que «recono-cerlo cuando lo vemos» es más fácil que definirlo y que acopiar datos esta-dísticos para cuantificarlo. En el artículo 4, párrafo 1, del Convenio núm. 182se remite el asunto a las legislaciones nacionales: «Los tipos de trabajo a quese refiere el artículo 3, d), deberán ser determinados por la legislación nacio-nal o por la autoridad competente [...] tomando en consideración las normasinternacionales en la materia, en particular los párrafos 3 y 4 de la Recomen-dación sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999» (OIT, 1999 a).Según el párrafo 3 de esta Recomendación (que lleva el núm. 190 y es com-plementaria del Convenio núm. 182), para determinar los tipos de trabajopeligroso debe pensarse en:

0 a) los trabajos en que el niño queda expuesto a abusos de orden físico, psicoló-gico o sexual;

b) los trabajos que se realizan bajo tierra, bajo el agua, en alturas peligrosas o enespacios cerrados;

c) los trabajos que se realizan con maquinaria, equipos y herramientas peligro-sos, o que conllevan la manipulación o el transporte manual de cargas pesa-das;

d) los trabajos realizados en un medio insalubre en el que los niños estén expues-tos, por ejemplo, a sustancias, agentes o procesos peligrosos, o bien a tempe-raturas o niveles de ruido o de vibraciones que sean perjudiciales para lasalud, y

e) los trabajos que implican condiciones especialmente difíciles, como los hora-rios prolongados o nocturnos, o los trabajos que retienen injustificadamenteal niño en los locales del empleador (OIT, 1999b).

En el cuadro 2 se hace un resumen de los tipos de trabajo infantil peli-groso que están prohibidos por las legislaciones nacionales. Los países apli-can cuatro criterios: a) prohibición general; b) prohibición en determinados

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Cuadro 2. Trabajo peligroso para los niños según las legislaciones nacionales

Núm.de países

Núm.de países

Prohibición general Sectores, ocupaciones o actividades

Peligroso para la salud 46 Minería, canteras, trabajo bajo tierra 101Físicamente penoso 34 Actividades marítimas 59Peligroso para la moralidad 33 Maquinaria en movimiento 58Peligroso para la seguridad 32 Construcción y demolición 37Peligroso para la formación 10 Sierras circulares y otras máquinas peligrosas 34Entorno físico Mantenimiento 32Temperatura 14 Transporte 32Ruido, vibración 9 Grúas/elevadores de poleas y de otros tipos 24Presión del aire 4 Manufacturas de cristal y/o vidrio 22Riesgos ergonómicos 3 Soldadura y fundición de metales 21

Agentes o productos Mataderos y extracción de grasas animales 14Explosivos 48 Agricultura 14Plomo/zinc, etc. 35 Oficios callejeros 13Humos, polvo, etc. 34 Curtidurías 13Alcohol 29 Trabajo submarino 13Radiactivos 29 Material pornográfico 10Productos químicos 26 Motores o equipos de vapor 6Agentes patógenos 18 Fabricación de ladrillos 5Electricidad 16 Silvicultura 5Pintura, solventes, etc. 9 Prospección petrolífera/petróleo 5Amianto 8 Industria textil 5Cemento 6 Equipo operado por pedal/manivela 4Benceno 5 Fabricación de cerillas 3Aire comprimido 5 Papel/artes gráficas 3Mercurio 5 Fabricación de jabón 3Mármol, piedra, etc. 4Caucho 4Alquitrán, asfalto, etc. 4Tabaco 4Cromo 3Rayos infrarrojos, ultravioletas, etc. 3

Basado en la legislación nacional de 155 Estados Miembros de la OIT.

No figura ninguna de las entradas de OIT (1991) que tienen sólo uno o dos países. Se trata de las industrias, ocupaciones o activi-dades siguientes: industria del aluminio (2), pistas de aeropuerto (1), animales salvajes/peligrosos (2), panadería (2), tendido decables (1), tejido de alfombras (2), servicio de alimentos y bebidas en estaciones de ferrocarril (1), recogida de cenizas (1), serviciodoméstico (1), excavación (2), servicios de bomberos y de rescate (1), sopletes de oxiacetileno (2), procesos de salado ysalmuera (1), construcción de buques (1), molinos de azúcar (1), abastecimiento de agua y de gas (1) y tribunales, prisones y servi-cios de libertad vigilada (1).

En cuanto al entorno físico, el estudio mencionaba asimismo los siguientes: ventilación (2), luz (2) y accidentes (2).

En cuanto a los agentes o productos, figuraban también los siguientes: polvo de blanquear (2), cadmio (2), manganeso (2) y pota-sio y sodio (1).

Forastieri (1997) menciona igualmente los riesgos psicosociales y los agentes o productos siguientes: arsénico, nitroglicerina,metanol, monóxido de carbono, fósforo, polvo de sílice, polvo de carbón y bacterias/virus de animales; en cuanto al entorno físico,señala también la humedad, la electricidad y los rayos X; y entre las industrias y ocupaciones, las de la pizarra, la pintura, la fabrica-ción de juguetes, la fabricación de botones, el pulido de piedras preciosas, la reparación de automóviles, los restaurantes, la pros-titución y el servicio doméstico.

Fuente: OIT, 1991.

Trabajo infantil y criterios para su medición 299

sectores u ocupaciones; c) prohibición del entorno físico peligroso, y d) pro-hibición del uso de determinados agentes o productos. Lo más frecuente esque la legislación nacional especifique las ocupaciones o ramas económicasconcretas que se consideran peligrosas para los niños.

Para resolver los problemas que plantea la medición del trabajo peli-groso se precisan con urgencia estudios metodológicos y trabajos de campoen los que se ensayen métodos diversos a fin de averiguar cuál es el quebrinda mejores resultados en las distintas situaciones. Por ejemplo, podríanutilizarse técnicas de evaluación rápida e informantes clave (como las que seexponen en Rahman, 1996) para saber cuáles son los sectores y ocupacionespeligrosos que emplean abundante mano de obra infantil. Después podríanacopiarse datos de muestras representativas de trabajadores de esos sectoresy ocupaciones. Un segundo método consistiría en recopilar información enlas encuestas sobre el número de niños que trabajan con agentes o productospeligrosos o están expuestos a ellos (podrían emplearse tanto preguntas abier-tas como preguntas con varias respuestas posibles). Un tercer método consis-tiría en preguntar a los encuestados si conocen a niños que han sufridoaccidentes o enfermedades debido a su trabajo. Otro método, finalmente,sería preguntarles si creen que el trabajo realizado por un niño ha afectadonegativamente a su «salud, seguridad o moral». Aunque, como ocurre siem-pre con las preguntas subjetivas, las respuestas no revelan necesariamente larealidad, se acopiaría una información valiosa sobre qué considera la gentetrabajo peligroso, lo cual sería provechoso para las autoridades públicas y losespecialistas.

Otro problema importante con el que tropieza la medición de las ocupa-ciones peligrosas y las demás formas peores de trabajo infantil es que lasencuestas nacionales suelen circunscribirse demasiado a algunas zonas geo-gráficas y determinadas ramas de la economía, por lo que los resultadosdependen mucho de la muestra escogida. En la India, por ejemplo, sería muypoco probable que la muestra de una encuesta nacional representativa inclu-yera la ciudad de Ferozabad, donde se fabrican, a menudo con trabajo infantil,todas las ajorcas de vidrio del país (véase Anker y otros, 1998), pues tiene unapoblación relativamente pequeña; así, la encuesta nacional difícilmente reve-laría la existencia de mano de obra infantil en esa industria peligrosa. De ellose deduce que, para obtener estimaciones razonablemente exactas del númerode niños que trabajan en determinados sectores y ocupaciones, es necesariohacer las muestras en consecuencia y realizar estudios cualitativos y cuanti-tativos en las localidades donde abundan.

Escuela, instrucción y trabajoLa principal alternativa al trabajo infantil es la escuela (Weiner, 1991),

y en las circunstancias actuales de rápidos cambios tecnológicos y mundiali-zación económica es más importante que nunca saber leer y escribir y domi-nar las reglas aritméticas elementales. Todo el mundo coincide en que la

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erradicación del trabajo infantil debe ir acompañada del avance de la escola-rización. Abordaremos aquí dos aspectos del asunto: a) contrariamente a loque suele pensarse, asistencia a la escuela e instrucción no son dos conceptossinónimos, y b) en el caso de los niños pobres, el rendimiento de la educaciónsuele ser relativamente bajo debido en gran parte a la deficiente calidad de lasescuelas de que disponen, lo cual merma mucho su interés por la enseñanza.

Aunque el número de años de asistencia a la escuela (y aún más elnúmero de asignaturas aprobadas) suele ser un buen indicador (aunqueaproximado) del nivel de conocimientos y aptitudes adquirido, es muy fre-cuente que niños que asisten a la escuela no aprendan mucho en ella. Así ocu-rre en todos los países, desarrollados y en desarrollo, como ha puesto demanifiesto un reciente estudio del Programa de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD) sobre doce países avanzados, en el que se comprobó, porejemplo, que el 21 por ciento de los adultos estadounidenses y el 22 porciento de los británicos son analfabetos funcionales, ya que no son capaces deleer una factura del gas o un periódico ni de realizar las operaciones aritméti-cas elementales (Clarity, 1999). Por desgracia, las escuelas de algunos paísesen desarrollo son tan deficientes que cabría considerarlas peligrosas o deni-grantes para los niños: tienen que estar mucho tiempo sentados en una mismapostura; están hacinados en pequeñas habitaciones, con lo cual se crea unambiente propicio para la transmisión de enfermedades; al ser repetidamentecriticados y humillados, son objeto de agresiones psicológicas, y sufren abu-sos físicos cuando reciben castigos corporales.

Es típico que los economistas investiguen el valor de la enseñanzamidiendo los rendimientos de la educación sobre la base de los ingresos queganan los adultos según su nivel de estudios, aunque los economistas del tra-bajo están poniendo en tela de juicio cada vez más la utilidad de este método(véase, por ejemplo, Bloom y Williamson, 1997). Una de las razones princi-pales de crítica, que aunque no se considera mucho sí merece atención en elcontexto del trabajo infantil, es que el rendimiento de la enseñanza que obtie-nen los hogares pobres es probablemente inferior al promedio debido a lamala calidad de las escuelas y a la discriminación que hay en el mercado labo-ral. También son importantes a este respecto las diferencias de género (entreuno y otro sexo).

Para elaborar con conocimiento de causa las estrategias y planes enmateria de trabajo infantil tendrían que acopiarse periódicamente informa-ción sobre las virtudes y defectos de la educación y la escuela, pues talesdatos serían un complemento sumamente valioso de las encuestas sobre lapoblación activa infantil. Convendría igualmente incluir en éstas más pruebasbreves para sondear la capacidad básica de leer y escribir de los niños, pueses importante saber cuánto aprenden realmente en la escuela. También seríaútil comprender mejor la idea que se forman las familias pobres y los niñospobres de la escuela y del rendimiento de la educación. ¿Qué piensan de lacalidad de los centros escolares, de la entrega del personal docente, de la uti-lidad de los planes de estudio para la adquisición de aptitudes, de las perspec-

Trabajo infantil y criterios para su medición 301

tivas de aprender y conseguir un diploma, de las oportunidades que les ofreceel mercado de trabajo de los adultos, de la posibilidad de adquirir aptitudesmediante el trabajo infantil, de los costos escolares, de la posible discrimina-ción en la escuela y en el mercado laboral? Con esa información sería másfácil entender la situación tal como la ven los niños y hogares pobres. Es posi-ble que, en determinadas circunstancias, las familias pobres actúen racional-mente cuando deciden que sus hijos trabajen en vez de ir a la escuela, pueslos rendimientos de la escolaridad tal vez sean escasos. Otras veces, susimpresiones quizá se basen en una información errónea o insuficiente.

Conciliar escuela y trabajoSuele pensarse que asistir a la escuela y trabajar son dos actividades que

se excluyen entre sí o, dicho de otro modo, que la asistencia a la escuelaimpide trabajar. Sin embargo, los datos de que disponemos indican que no esasí.

Según los resultados de una encuesta realizada en varios países(cuadro 3), hay muchos niños que estudian y trabajan al mismo tiempo, ytambién, muchos niños trabajadores que van a la escuela. En el medio ruralde Ghana y Côte d’Ivoire, por ejemplo, según una encuesta del Banco Mun-dial, más o menos el 50 por ciento de los niños escolarizados de siete acatorce años trabajan y aproximadamente el 70 por ciento de los niños quetrabajan asisten a la escuela (Bhalotra y Heady, 1998, y Grootaert, 1998). Unaencuesta de Rädda Barnen a doscientos niños trabajadores de cinco países endesarrollo reveló que, si bien casi todos ellos apreciaban la enseñanza, el72 por ciento prefería conciliar los estudios con el trabajo (Boyden y otros,1998). De hecho, no es raro que los porcentajes de niños escolarizados quetrabajan sean altos, sobre todo en los países en desarrollo donde pasan relati-vamente poco tiempo en la escuela (en Bangladesh, por ejemplo, la jornadaescolar es de sólo dos horas, y el curso sólo abarca ciento veinte días al año10),y donde abundan los agricultores por cuenta propia que se ayudan de sus hijosen la explotación familiar.

También en los países de renta alta es frecuente que trabajen los niñosescolarizados. En el Reino Unido, por ejemplo, a los catorce o quince años lamayoría de ellos han desempeñado ya alguna ocupación remunerada (Lave-lette y otros, 1995). En los Estados Unidos, según la Oficina de EstadísticasLaborales, más de la mitad de los niños de catorce años realizan algún trabajodurante el año (Wall Street Journal, 1999).

Los gobernantes, quienes elaboran los programas sobre el trabajo infan-til, así como los expertos en pedagogía y los planificadores económicos de lospaíses en desarrollo, deben extraer de lo dicho una consecuencia importante:

10 En ningún lugar del mundo la escuela ocupa todo el tiempo del niño. Tanto en los paísesen desarrollo como en los desarrollados, el calendario escolar es por término medio de unos doscien-tos días y mil horas al año (Lee y Barro, 1998).

302 Revista Internacional del Trabajo

el trabajo no peligroso es frecuente en los niños escolarizados, y es muchasveces necesario para la subsistencia de la familia. De este hecho se derivanvarias ideas: los calendarios escolares deben escalonarse con los períodos demás demanda de mano de obra familiar, tales como las estaciones agrícolasen las zonas rurales; los métodos didácticos han de amoldarse a sabiendas deque muchos niños escolarizados tienen más experiencia de la que indica suedad; y los planes de estudio deben incluir materias verdaderamente prácti-cas, ya que muchos niños empezarán a trabajar a tiempo completo siendotodavía jóvenes o en los primeros años de la edad adulta.

Otra conclusión interesante desde el punto de vista político es que lasescuelas podrían ayudar mucho a reducir el trabajo infantil peligroso y laexplotación facilitando a los niños información sobre sus derechos y sobre lamanera de erradicar las actividades que presentan riesgos; ello sería probable-mente muy eficaz para los niños que realizan tareas peligrosas ayudando enel negocio o las faenas agrícolas de la familia. También podría reducirse la

Cuadro 3. Niños que estudian y trabajan, según varias encuestas en paísesen desarrollo

País Año Fuentede los datos

Intervalode edad

Porcentaje de niños escolarizados que también trabajana

Porcentaje de niños trabajadores que van a la escuelaa

Varones Hembras Varones Hembras

Bolivia(urbana)

1993 Encuestanacionalb

7-17 4,1c 56,3 62,0c

Camboya 1996 SIMPOC 5-14 ... ... 53,9 45,8

Côte d’ Ivoire 1988 LSMS 7-14 52,6c 63,4c

Ghana (rural) 1991-92 LSMS 7-14 46,0 44,9 72,1 68,3

India 1992-93 OITd 5-14 2,9 (urbana)d12,0 (rural)d

3,0 (urbana)d13,0 (rural)d

… ...

Indonesia 1992-93 OITe 10-14 ... ... 28,9 11,5

Nepal 1996 SIMPOC 5-14 ... … 73,7 50,9

Pakistán (rural) 1991 LSMS 10-14 15,5 8,1 39,3 9,7

Pakistán 1996 SIMPOC f 5-14 40,4 11,0 35,4 8,2

Turquía 1994 SIMPOC 6-14 4,6 3,2 43,1 37,4

LSMS = Encuesta del Banco Mundial sobre niveles de vida.

SIMPOC = Programa de Información Estadística y Seguimiento en Materia de Trabajo Infantil, de la OIT.aLos resultados varían entre los países en parte debido a diferencias en la definición de trabajo infantil, el tramode edad cubierto, el cuestionario de encuesta empleado y la cobertura de la encuesta (medio rural/mediourbano/ambos). bEn diez importantes zonas metropolitanas. cPoblación total de varones y hembras. dEnlos distritos de Surat y Surendranagar, estado de Gujarat. eEn el municipio de Bandung y la regencia deBandung. fLa muestra se reducía a los hogares que, en un cuestionario exploratorio, habían comunicado quetenían niños trabajando.

Fuentes: Bhalotra y Heady (1998) sobre Ghana y sobre Pakistán 1991; Grootaert (1998) sobre Côte d’Ivoire; Car-twright y Patrinos (1998) sobre Bolivia; Pakistán, Gobierno de (1996) sobre Pakistán 1996; OIT/IPEC (1995)sobre Nepal; OIT/IPEC (1996) sobre la India e Indonesia; Gobierno de Camboya (1997) sobre Camboya, yGobierno de Turquía (1997) sobre Turquía.

Trabajo infantil y criterios para su medición 303

explotación de los niños que trabajan como asalariados si la escuela los pre-parara poniéndoles al corriente de sus derechos.

En cuanto a las encuestas de hogares, la conclusión es que para acopiardatos ilustrativos sobre el trabajo infantil se ha de tener en cuenta el calenda-rio escolar. Conviene que se hagan preguntas para tratar de averiguar quéactividades laborales realizan los niños durante el horario lectivo, fuera de ély durante las vacaciones escolares, a fin de determinar el posible conflictoentre trabajo y estudio. Asimismo, debe acopiarse información sobre eltiempo dedicado al estudio y sobre la regularidad con que los niños asisten ala escuela.

Situación en el empleo y trabajo domésticoEs necesario obtener datos específicos sobre la situación en el empleo

de los niños que trabajan y también es aconsejable averiguar el tiempo quededican a las tareas domésticas y al cuidado de otros niños.

En la clasificación estadística según la situación en el empleo, hay trescategorías que vienen al caso: asalariados, trabajadores por cuenta propia ytrabajadores familiares auxiliares (no remunerados). Es necesario distinguir-las, pues tienen efectos muy diferentes en el mercado de trabajo, la economíay la familia. Por ejemplo, el empleo asalariado afecta mucho más a la situa-ción del mercado laboral que el trabajo familiar no remunerado, y en él es másprobable encontrar actividades peligrosas.

Según la definición internacionalmente aceptada, las tareas domésticasy el cuidado de niños no son actividades de la fuerza de trabajo, por lo que,en teoría, no deben considerarse como trabajo infantil. Pero, en el caso de queestas actividades sean realizadas por niños, constituirán un obstáculo impor-tante para su desarrollo, debido a que, si pasan horas y horas dedicados aellas, serán un impedimento para su asistencia a la escuela y mermarán su ren-dimiento escolar; este problema afecta especialmente a las niñas y es una delas principales consecuencias del trabajo infantil relacionada con la desigual-dad por sexo.

Conclusiones¿Qué supone el marco que aquí se ha presentado para los gobiernos de

los países en desarrollo? ¿Qué supone para las organizaciones internacionalesque tienen programas sobre el trabajo infantil, como la OIT, el Fondo de lasNaciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial? ¿Qué prio-ridades deben establecerse en los programas de lucha contra el trabajo infan-til? ¿Deben abordarse todos estos problemas en un programa aparte sobre eltrabajo infantil o, por el contrario, en los planes públicos ordinarios?

Del marco y el análisis que se han presentado en este artículo se derivala necesidad de un planteamiento con dos vertientes. La erradicación de lasocupaciones peligrosas y de las otras formas peores de trabajo infantil debe

304 Revista Internacional del Trabajo

ser objeto de un programa específico, mientras que las actividades encamina-das a acabar con el trabajo infantil inadmisible, pero no peligroso, debenintegrarse en su mayor parte en la labor ordinaria de los planes públicos, losministerios nacionales y los organismos internacionales.

Un programa destinado expresamente a erradicar las ocupaciones peli-grosas y las otras formas peores de trabajo infantil tendrá un objetivo claro,la protección de los niños, y recibirá un apoyo general. Ya se ha expresado unconsenso internacional a este respecto al adoptarse unánimemente el Conve-nio núm. 182 de la OIT. La meta de un programa de este género es alcanzable,pues los niños sometidos a esos tipos de trabajo en los países de ingresosbajos constituyen claramente una minoría del total de mano de obra infantilque hay en el mundo (Somavia, 1999).

Aun cuando la protección de los niños sea el objetivo principal de unprograma destinado específicamente a erradicar las ocupaciones peligrosas ylas demás formas peores de trabajo infantil, para conseguir buenos resultadoses necesario que el programa se ocupe también de los problemas de costos ybeneficios económicos tratados en el presente artículo. Se trata, principal-mente, de los asuntos siguientes:

Es preciso ocuparse del problema de la pobreza y de las necesidades deingresos de los niños pobres. Si, como está generalmente aceptado, eltrabajo de muchos niños pobres forma parte de la estrategia de supervi-vencia de sus familias, erradicar las modalidades peligrosas de trabajoinfantil de una empresa, una ocupación o un sector, o incluso de todaslas fábricas grandes, no serviría para resolver el problema. Muchos deesos niños pasarían a trabajar en partes de la economía menos visibles,como el sector informal, donde las condiciones de trabajo son, amenudo, peligrosas. De ello se deriva que el programa debe prever ali-cientes económicos para ayudar a las familias y a los niños a abandonarel trabajo infantil, tales como transferencias de ingresos a los hogarespobres para sustituir una parte de los recursos que pierden cuando losniños dejan de trabajar, oferta de empleos no peligrosos para los miem-bros adultos de la familia y subsidios y asignaciones para fomentar laasistencia a la escuela.

Debe procurarse que haya escuelas próximas de calidad suficiente.Además de ser la mejor alternativa al trabajo de los niños, la asistenciaa la escuela es necesaria para erradicar — de manera permanente — lasocupaciones peligrosas y las otras formas peores de trabajo infantil. Enprimer lugar, los países pobres carecen de los recursos necesarios paraindividuar a todos los niños afectados, hacerles el debido seguimiento yprestarles ayuda monetaria para procurar que acudan a la escuela(aunque es posible que los países de ingreso medio sí posean esos recur-sos). En segundo lugar, aun cuando los niños «rehabilitados» asistan ala escuela en vez de pasar a otros trabajos peligrosos, ello no garantizala erradicación del trabajo infantil, pues los niños que vayan criándose

Trabajo infantil y criterios para su medición 305

después pueden verse abocados a dedicarse a actividades peligrosas enlos círculos menos visibles de la economía informal. En tercer lugar,debe haber más escuelas de calidad con el fin de que esa alternativa altrabajo infantil les resulte atractiva y rentable a los niños pobres y tam-bién a sus familias, ya que supone un sacrificio económico para ellas. Alargo plazo, por último, la elevación de los niveles educativos estimularáel desarrollo económico, y el aumento consiguiente de los medios devida ayudará a reducir el trabajo infantil peligroso.

Debe tratarse de reducir la demanda de mano de obra infantil para lasocupaciones peligrosas y las otras formas peores de trabajo. El nivel yla extensión de estas formas de trabajo infantil en un país están condi-cionados en gran parte por los empleadores y por la tradición, pues sonlos que determinan las condiciones de trabajo y su grado de aceptaciónsocial. Por eso, los programas en este ámbito deben colaborar con losempleadores y sus organizaciones y con los dirigentes de la comunidada fin de acabar con las condiciones de trabajo intolerables. Para ellodebemos conocer mejor los costos y beneficios del trabajo infantil y lasrazones de que haya trabajo peligroso desde los puntos de vista de losdiversos agentes e instituciones que intervienen. Este tipo de informa-ción es muy valiosa para diseñar planes eficaces sobre las condicionesde trabajo peligrosas con el fin de sensibilizar a los empleadores, losdirigentes de la comunidad y los trabajadores; para proponer solucionesque mejoren la situación y eliminen los riesgos; para conseguir el apoyode los empleadores progresistas y para acrecentar la presión sobre losque se benefician del trabajo infantil peligroso. En los programas sedeben contemplar todas las modalidades de éste, incluidas las que serealizan en el círculo familiar, debidas muchas veces a la ignorancia o atradiciones asentadas. Por último, debe haber una estrecha colaboracióncon los programas de salud y seguridad en el trabajo, pues las condi-ciones laborales peligrosas han de considerarse inaceptables para todoslos trabajadores, sean niños o adultos.

Es preciso mejorar la información sobre las ocupaciones peligrosas ylas otras formas peores de trabajo infantil. Necesitamos estimacionesrazonablemente exactas de estos tipos de trabajo infantil con el fin deorientar las medidas de manera selectiva y hacer un seguimiento de losprogresos conseguidos. Aunque está claro que hacen falta análisismetodológicos y empíricos sobre la manera de acopiar esa información,es asimismo importante reconocer los límites de las encuestas nacio-nales como instrumento para cuantificar y conocer a fondo las ocupa-ciones peligrosas y demás formas peores de trabajo infantil. Dado sucarácter ilegal e inmoral, tienden a quedar ocultas cuando se utilizan loscuestionarios habituales. Además, como el trabajo infantil peligrososuele estar concentrado geográficamente (en determinados sectores,ocupaciones o zonas), las encuestas nacionales por muestreo que tratan

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de cuantificarlo tienen un riesgo considerable de errores muestrales. Porlo tanto, hacen falta estudios y estimaciones en las ocupaciones y sec-tores donde se sabe que abunda la mano de obra infantil.En cuanto a las consecuencias de todo ello para los planes públicos de

erradicación del trabajo infantil no peligroso, pero inadmisible, la mayorparte de estas actividades deben integrarse en todos los ámbitos posibles delos planes y políticas ordinarios que llevan a cabo los gobiernos nacionales ylas organizaciones internacionales.

El fenómeno es de tal magnitud que no puede afrontarse eficazmentemediante un programa específico sobre el trabajo infantil . Al estimarseen centenares de millones los niños que trabajan en actividades no peli-grosas en todo el mundo, es evidente que los programas específicos nopueden reunir los enormes recursos que se necesitan para afrontar elproblema. Éste es un argumento a favor de integrar e incorporar elasunto de las formas no peligrosas y menos nocivas de trabajo infantildentro de la política general de los poderes públicos.

A veces, el trabajo no peligroso puede ser bueno para el niño y su for-mación si no perjudica su aprovechamiento escolar. La realidad nosdice que la escuela y el trabajo pueden compaginarse y que hay muchosniños que realizan actividades no peligrosas tanto en el mundoindustrializado como en los países en desarrollo. Habida cuenta de estasituación, es importante que en los programas centrados en las ocupa-ciones peligrosas y las otras formas peores de trabajo infantil se diga conclaridad que su objetivo no abarca muchas modalidades no peligrosasque hay en el mundo. En este sentido, habrá que abandonar la costumbrede agregar todas las formas de trabajo infantil para inflar las cifras.

La instrucción y la capacitación del capital humano tienen una impor-tancia decisiva en la promoción del desarrollo económico y la demo-cracia y en la reducción de la pobreza y la exclusión social. Laerradicación del trabajo infantil no peligroso que menoscaba elrendimiento escolar y/o deteriora las condiciones del mercado de tra-bajo ha de ser un objetivo primordial de la política social y de desarrollo,y no debe marginarse dejándola aislada en un programa separado delucha contra el trabajo infantil. Cuando hay buenas escuelas, las familiaspobres de los países pobres están dispuestas a hacer sacrificios para quesus hijos estudien.

La erradicación del trabajo infantil no peligroso debe abordarse desdela perspectiva de toda la vida del niño y debe ocupar un lugar primor-dial dentro de una política de desarrollo orientada a la lucha contra lapobreza, con el fin de beneficiar lo más posible al niño. El trabajo infan-til no peligroso es inadmisible si menoscaba el aprovechamiento delniño en la escuela. Este problema debe encararse con una perspectivaintegral y que abarque toda la vida del niño, pues si un trabajo, aun

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siendo no peligroso, es perjudicial o no para el niño depende de lasituación en que éste se halle y de las opciones de que disponga (porejemplo, el grado de pobreza de la familia y sus necesidades deingresos; la índole de la actividad del niño y si puede conciliarse con laasistencia a la escuela; si, aunque la familia sea pobre, hay escuelas enla zona apreciadas por los interesados). Además, a largo plazo elaumento de las cifras de asistencia a la escuela reduce las tasas depobreza y la exclusión social, impulsa el crecimiento económico ymejora las condiciones del mercado laboral, especialmente en el caso delos trabajadores no calificados. De ahí que las autoridades públicasdeban promover los programas de enseñanza y de lucha contra lapobreza destinados a las familias con hijos en edad escolar.

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