La confesión sacramental

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La Confesión

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Anécdota del Papa Francisco

• El Viernes Santo del año 2013, El Papa Francisco fue a confesar. De pronto sintió que una voz interior le decía: “Y vos qué”. La oyó tres veces y decidió confesarse en viernes, aunque él lo suele hacer los sábados. Cerca había un señor francés que se asombró cuando vio que el Papa entraba al confesonario. Nunca había visto a un sacerdote confesarse, ¡y menos al Papa! Así que lo pensó un poco y decidió allí mismo hacer su confesión, después de muchos años de no hacerlo.

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El Año de la Misericordia es tiempo de reconciliación con Dios y con los hermanos

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La apertura de la Puerta Santa• La apertura de la Puerta Santa

es símbolo de un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe.• Se trata de estimular la

peregrinación como estímulo para la conversión.

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Condiciones para ganar la indulgencia en el Jubileo de la misericordia• Confesión sacramental• Firme deseo de no cometer ningún

pecado• Comunión• Oración por el Papa y sus intenciones• Rezar el Credo• Rezar la oración del Jubileo de la

misericordia

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Templos donde se puede ganar la indulgencia en Aguascalientes• Catedral• Santuario del Sagrado Corazón de

Jesús (los viernes)• Santuario de Ntra. Sra. de

Guadalupe (los sábados).• Parroquia del Señor de las

Angustias• Parroquia del Señor del Salitre• Parroquia de N. Sra. de los Dolores

– Teocaltiche, Jal.

• Parroquia de Ntra. Sra. de la Encarnación. Jalisco.• Parroquia de San José – Ojuelos• En las parroquias y capellanías,

durante sus fiestas patronales y mensualmente el día que recuerden su fiesta patronal.• En las Solemnidades de Navidad,

Vigilia Pascual, Nuestra Señora de Guadalupe y en la conmemoración de los fieles difuntos.

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Casos especiales para ganar la indulgencia• Enfermos y ancianos• Ofreciendo la enfermedad y el

sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor. Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba.• Presos: Podrán ganar la

indulgencia en las capillas de las cárceles y cada vez que atraviesen la puerta de su celda.

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¿A quién se aplica la indulgencia?•A la misma persona que la

obtenga con las debidas disposiciones. No se puede aplicar a otra persona. También se puede aplicar a los difuntos.• La indulgencia se gana una

vez al día.

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La indulgencia jubilar también se concede• Cada vez que un fiel realice

personalmente una obra de misericordia corporal o espiritual.• Además, todos los sacerdotes

tienen la facultad de absolver del pecado del aborto, para quienes se acerquen arrepentidos al Sacramento de la Reconciliación.

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Reconciliación

• La confesión restablece la pureza del Bautismo (Pastor de Hermas, siglo II).• Los primeros cristianos se

llamaban “santos” porque habían sido purificados por Cristo a través del bautismo. ¿Y si vuelvo a pecar? Dios concede una segunda penitencia si hay arrepentimiento.

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• Tertuliano en el siglo II dice que la segunda penitencia es como la tabla de salvación para el que se arrojó al mar del pecado. El bautismo había sido como la entrada triunfal a la casa de la salvación; la segunda penitencia es entrar por la puerta trasera y sin hacer gran ruido. Esta práctica dura así hasta el siglo VII; cambia a partir de la evangelización del Norte de Europa. Entonces, se dará la oportunidad de recibir la penitencia varias veces en la vida.

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Se recomienda la confesión frecuente.

• El IV Concilio de Letrán establece —en el siglo XII— que al menos una vez al año el fiel se ha de acercar al Sacramento de la Penitencia, y el Concilio Vaticano II vuelve a su sentido sacramental y recuerda que es un momento de arrepentimiento y reconciliación.• Se recomienda la confesión

frecuente, es decir, quincenal o mensual.

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• San Juan Crisóstomo dijo: “Los sacerdotes han recibido un poder que el mismo Dios no ha otorgado a los Ángeles o a los Arcángeles…, son capaces de perdonar los pecados”.• Carlos III fue un monarca muy

débil. En su lecho de muerte no encontraba la paz. Le llevaron a un franciscano que le dijo: majestad, Dios escribe nuestros pecados sobre arena, y basta una lágrima para que los borre. Y eso le ayudó.

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• San Juan Pablo II dijo en Dublín: la persona que sabe confesar la verdad de la culpa y pide perdón a Cristo, acrecienta la propia dignidad humana y da muestras de grandeza espiritual (29-IX-1979).

• Estamos viviendo los tiempos de oscuridad espiritual más grande en toda la historia, y a la vez, el mundo nunca ha sido más atractivo, más seductor, más hechizante que hoy. Nunca había tenido más propuestas para que el hombre se enamore de él que hoy. El demonio quiere que estemos 24 horas entretenidos.

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El Papa Benedicto XVI enseña • El problema esencial de toda

la historia del mundo es el ser hombres no reconciliados con Dios, con el Dios silencioso, misterioso, aparentemente ausente y sin embargo omnipresente. Cfr. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, II, p. 98.

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Hablan dos literatos ingleses• En su libro El secreto del Padre

Brown, dice Chesterton: “No existe un hombre que sea realmente bueno mientras no sepa con exactitud cuan malo puede llegar a ser” (p. 17 Plaza Janes).

• C.S. Lewis dice: “Cuando un hombre se va haciendo mejor, comprende con más claridad el mal que aún queda dentro de él. Cuando un hombre se hace peor, comprende cada vez menos su maldad” (Mero cristianismo, p. 108).

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Dice el Cura de Ars:• “Si dijéramos a los condenados que están en el infierno desde hace tiempo:

Vamos a poner a un sacerdote a la puerta del infierno. Los que se quieran confesar, sólo tienen que salir, ¿quedaría alguien? Quedaría desierto, y el cielo se llenaría. ¡Tenemos el tiempo y los medios que ellos no tienen! (...) ¿Por qué los hombres se exponen a ser malditos de Dios?”. Y continúa: “Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decir que desclavamos a Nuestro Señor de la cruz. Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado... Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre de Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo”. (José Pedro Manglano, Orar con el cura de Ars, Desclée de Brouwer, Bilbao 2000, n. 16.3 p. 44).

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• Enseña Teresa de Calcuta: “Para muchos de nosotros existe el peligro cierto de olvidar que somos pecadores y que como tales hemos de recurrir al confesionario. Hemos de sentir necesidad de hacer que la sangre de Cristo lave nuestros pecados”. • La Confesión es uno de los actos

más íntimos y personales del hombre.

• Muchas cosas fundamentales cambian en el santuario de la conciencia en cada Confesión, y muchas cosas cambian también en el ámbito familiar y profesional. El pecado es la mayor tragedia que el hombre puede sufrir: produce un descentramiento en quien lo comete y a su alrededor. Por la Comunión de los Santos, cada Confesión tiene sus resonancias bienhechoras en toda la Iglesia.

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Deshacernos de lo malo• Una de las cuestiones más importantes de nuestra vida es ¿cómo

conseguir "deshacernos" de lo malo que hay en nosotros? No se puede volver al pasado, para vivirlo de manera diferente… Sólo Dios puede renovar nuestra vida con su perdón. Y El quiere hacerlo… hasta el punto que el perdón de los pecados ocupa un lugar muy importante en nuestras relaciones con Dios. Como respetó nuestra libertad, el único requisito que exige es que nosotros queramos ser perdonados: es decir, rechacemos el pecado cometido (esto es el arrepentimiento) y queramos no volver a cometerlo. ¿Cómo nos pide que mostremos nuestra buena voluntad? En su misericordia infinita nos dio un instrumento que no falla en reparar todo lo malo que podamos haber hecho. Se trata del sacramento de la penitencia.

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Razones para confesarnos

• Uno de los más grandes motivos de optimismo y alegría en nuestra vida es que todo tiene arreglo, incluso las peores cosas pueden terminar bien (como la del hijo pródigo) porque Dios tiene la última palabra: y esa palabra es de amor misericordioso. La confesión no es algo meramente humano: es un misterio sobrenatural: consiste en un encuentro personal con la misericordia de Dios en la persona de un sacerdote. Y yo, ¿qué le voy a contar mis cosas a un hombre? Dice la gente. ¡Tiene razón! Pero si Cristo lo dijo, las cosas cambian. No es un invento absurdo, e incluso humanamente tiene muchísimos beneficios. En la confesión no se realiza un diálogo humano, sino un diálogo divino: nos introduce dentro del misterio de la misericordia de Dios. Jesús dio a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar " (Jn 20,22-23). Los únicos que han recibido este poder son los Apóstoles y sus sucesores.

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En la confesión te encuentras con Cristo• Es un medio para darnos la gracia. Te confiesas con Jesús, el sacerdote

no es más que su representante. De hecho, la formula de la absolución dice: "Yo te absuelvo de tus pecados" ¿Quien es ese «yo»? No es el Padre Fulano -quien no tiene nada que perdonarte porque no le has hecho nada-, sino Cristo. • El perdón es algo que «se recibe». Yo no soy el artífice del perdón de

mis pecados: es Dios quien los perdona. Como todo sacramento hay que recibirlo del ministro que lo administra válidamente. A nadie se le ocurriría decir que se bautiza sólo ante Dios… sino que acude a la iglesia a recibir el Bautismo.

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Todos necesitamos que nos escuchen.• ¿En qué consiste el primer paso de la terapia de los psiquiatras y psicólogos

sino en hacer hablar al "paciente"? Y te cobran para escucharte… y al "paciente" le hace muy bien. Estas dos profesiones han descubierto en el siglo XX algo que la Iglesia descubrió hace muchos siglos (en realidad se lo enseñó Dios). El decir lo que nos pasa, es una primera liberación.• Necesitamos una protección contra el auto-engaño. Es fácil engañarse a uno

mismo, pensando que eso malo que hicimos, en realidad no está tan mal; o justificándolo llegando a la conclusión de que es bueno, etc. Cuando tenemos que contar los hechos a otra persona, sin excusas, con sinceridad, se nos caen todas las caretas… y nos encontramos con nosotros mismos, con la realidad que somos.

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Necesitamos objetividad • Y nadie es buen juez en causa propia. Por eso los sacerdotes pueden

perdonar los pecados a todas las personas del mundo… menos a una: la única persona a la que un sacerdote no puede perdonar los pecados es él mismo: siempre tiene que acudir a otro sacerdote para confesarse. Dios es sabio y no podía privar a los sacerdotes de este gran medio de santificación.• Necesitamos saber que hemos sido perdonados. Una cosa es pedir perdón y

otra distinta ser perdonado. Necesitamos una confirmación exterior, sensible, de que Dios ha aceptado nuestro arrepentimiento. Esto sucede en la confesión: cuando recibimos la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado, y como todo sacramento recibe la eficacia de Cristo.

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¿Porque le voy a decir mis pecados a un hombre como yo?

• Porque ese hombre no un hombre cualquiera: tiene el poder especial para perdonar los pecados por el sacramento del orden. Si un leproso nos ofreciera un diamante seguramente lo tomaríamos. Si un sacerdote pecador nos da la absolución, nos ofrece el perdón en nombre de Jesucristo, no en nombre propio. Judas anduvo con los Once haciendo milagros, y lo hizo en nombre de Dios.

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Me da vergüenza…

• Es lógico, pero hay que superarla. Hay un hecho comprobado universalmente: cuanto más te cueste decir algo, tanto mayor será la paz interior que consigas después de decirlo. Además te cuesta, precisamente porque te confiesas poco…, en cuanto lo hagas con frecuencia, verás como superarás esa vergüenza. Además, no creas que eres tan original…. Lo que vas a decir, el cura ya lo escuchó trescientas mil veces… A esta altura de la historia… no creo que puedas inventar pecados nuevos…Por último, no te olvides de lo que nos enseñó un gran santo: el diablo quita la vergüenza para pecar… y la devuelve aumentada para pedir perdón… No caigas en su trampa.

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Siempre me confieso de lo mismo…• Eso no es problema. Hay que confesar los pecados que uno ha cometido,

y es bastante lógico que nuestros defectos sean siempre más o menos los mismo. Sería terrible ir cambiando constantemente de defecto. Además cuando te bañas o lavas la ropa, no esperas que aparezcan machas nuevas, que nunca antes habías tenido; la suciedad es más o menos siempre del mismo tipo. Para querer estar limpio basta querer remover la mugre, independientemente de cuán original u ordinaria sea. • El hecho de que uno se ensucie, no hace concluir que es inútil bañarse.

Uno que se baña todos los días… se ensucia igual… Pero gracias a que se baña, no va acumulando mugre y está bastante limpio. Lo mismo pasa con la confesión.

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Y si el cura después le cuenta a alguien mis pecados

No te preocupes por eso. La Iglesia cuida tanto este asunto que aplica la pena más grande que existe en el Derecho Canónico -la ex-comunión- al sacerdote que dijese algo que conoce por la confesión. De hecho hay mártires por el sigilo sacramental: sacerdotes que han muerto por no revelar el contenido de la confesión.

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• Un converso, Patrick Madrid, relata su experiencia en pocas palabras: “La conversión es una forma de martirio. Requiere que uno se rinda en cuerpo, mente, intelecto y fe a Cristo. Demanda docilidad y apertura total a ser llevado hacia la verdad aunque para muchos la verdad se halle en la dirección “hacia donde nadie quiere ir” (Jn 21, 18-19).

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• Satanás es el trono del orgullo, y la única arma para derrotarlo es la humildad. Y la confesión nos ayuda a vivir la humildad porque reconocemos lo que está mal y pedimos perdón. No se trata de quién es el sacerdote, perdona por el poder de Dios, importa quién soy yo. Al recibir la absolución quedamos desencadenados, pero el alma está débil, por eso necesitamos la Eucaristía. Si supiéramos lo que es la Presencia real de Jesús en la Eucaristía, quedaríamos en éxtasis nada más pisar la iglesia.

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• Escribe San Juan: “todo lo que hay en el mundo: las pasiones desordenadas del hombre, las curiosidades malsanas y la arrogancia del dinero, no vienen del Padre, sino del mundo. El mundo pasa y sus pasiones desordenadas también. Pero el que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna” (1ª Carta 2,12-17)• La Triple Concupiscencia:• Concupiscencia de los ojos - las

curiosidades malsanas• Concupiscencia de la carne o las

pasiones desordenadas• Soberbia de la vida: la arrogancia del

dinero

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Pasos para una buena confesión

•Examen de conciencia•Dolor de corazón•Decir los pecados•Propósito de enmienda•Cumplir la penitencia

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El Jubileo es tiempo oportuno para dejarse tocar el corazón