La conducta criminal
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Facebook TwitterDomingo 22 de enero de 2012 18:00
La conducta criminalBY: ALEJANDRO A. BEVAQUA (*)
Puede afirmarse, sin temor a yerro, que, en los ltimos aos, el conocimiento en general, y el saber mdico en
particular, han avanzado a pasos agigantados; particularmente, en lo que hace al empleo de nuevas tcnicas deinvestigacin biolgica y comportamental.
Ultimamente, el rea de la neurociencia y la imagenologa neurolgica (de la mano de la medicina basada en la
evidencia) est al tope de la moda (casi como los cirujanos plsticos) en lo que hace a tratar de explicar todas las
conductas humanas, aberrantes o no, y, a partir de exponerlas, a intentar comprenderlas e, incluso (segn
algunas corrientes de pensamiento), hasta llegar a perdonarlas, si se trata de comportamientos desviados o
criminales que asientan sobre una mnima alteracin morfolgica o funcional cerebral.
Los fantsticos y novedosos hallazgos antomo-funcionales a nivel cerebral, divulgados tan acertadamente de
la mano del Dr. Facundo Manes (de cuyas columnas y programas me declaro seguidor incondicional); la mayor
comprensin de los procesos bioqumicos cerebrales, el excepcional desarrollo de la industria farmacutica y la
inagotable provisin de nuevas drogas con accin a nivel del sistema nervioso nos llevan por un camino que
tiende inevitablemente, como bien seala el socilogo britnico Nikolas Rose (vase revista "ADN" - "La Nacin",
07/10/11), a reducirnos a "seres neuroqumicos", con prescindencia de cualesquiera otra de nuestras facetas que
nos convierten justamente en humanos, diferencindonos de otros seres vivos.
Hace un tiempo ya (cuando estas corrientes filosficas sustentadas principalmente en lo biolgico empezaban a
tomar auge), el profesor Dr. Humberto Lucero enseaba, anticipndose a un nefasto futuro y acertadamente, a mi
modo de ver, que no se puede conceptualizar la conducta humana slo, o principalmente, a partir de "pinchar
cerebros"; nos recordaba as, este verdadero maestro de la medicina legal y la psiquiatra forense, que existe un
trasfondo que escapa a la pura biologa, que trasciende la estructura celular ms ntima para asentar en
cuestiones filosficas, culturales, ticas, morales, medioambientales, educacionales, etc.
Las enseanzas del profesor Lucero revalorizan la esencia misma de la medicina, pues radican, precisamente,
en no reducir la tarea mdica, el verdadero arte de la medicina, a una mera cuestin tcnica: en definitiva,
pretenda inculcarnos, este sabio docente, en nuestra conciencia la importancia del trabajo personal del
especialista en medicina legal y/o en psiquiatra forense; o, inversamente, la estpida futilidad de basar la tarea
pericial solamente en tablas de diagnstico predeterminadas, o en estudios de neuroimgenes o de mediadores
neuroqumicos.
Pero, cuidado!: No se trata de despreciar estos conocimientos (slo un necio lo hara), sino, apenas, de
ponerlos en su justo lugar; todo nuevo saber, aunque parcial, contribuye a construir el edificio del conocimiento delsujeto criminal y, consecuentemente, brinda herramientas para enfrentar esta amenaza ya no latente, sino real y
concreta.
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Alteraciones mnimas funcionales o anatmicas del cerebro, a veces slo evidentes luego de largas
investigaciones o con el paso del tiempo, pueden dar sustento biofuncional a la presencia de conductas
inapropiadas en los individuos humanos devenidos, a su vez, seres sociales. Las modificaciones (a veces
imperceptibles) del lbulo frontal del cerebro pueden, por ejemplo, dar lugar a comportamientos con connotacin
sexual reputados de aberrantes, nocivos. La biologa y la bioqumica cerebral, en ltima instancia, explican
parcialmente, pero no justifican en absoluto.
No todos los sujetos con similares anomalas antomo funcionales desarrollarn las mismas conductas
patolgicas, antisociales, criminales; la existencia de modificaciones anatmicas, o alteraciones funcionales
cerebrales, puede explicar una conducta desviada, pero no es la nica explicacin y, por cierto, no es una
condicin que exculpe al desviado (imputable o no) al punto de permitirle circular libremente entre el resto de sus
congneres.
La sociedad actual esboza una conducta esquizofrnica respecto de la tecnologa aplicada a cuestiones
mdicas: por un lado, la requiere, la adora, la idolatra, la exige y, por otro, la denuesta, pues nos aleja del trato
interhumano, personal (que tanto se reclama) con el mdico; igual situacin se da con la ciencia y la tecnologa
aplicadas al mtodo mdico legal de investigacin criminal.
Se pretende, pues (equivocadamente, a mi entender), reducirnos, en ms de un sentido, a una mera secuenciade interrelaciones neuroanatmicas y ecuaciones neuroqumicas y, lo que parece peor, se intenta explicar todo
nuestro comportamiento, aun el desviado o criminal, sobre esta base, si no endeble, al menos estrecha.
De consolidarse esta pretensin de explicar, justificar y hasta perdonar buena parte de las conductas desviadas
por la existencia de mnimas alteraciones anatmicas o bioqumicas cerebrales, se conformara un escenario de
inequidad para todos aquellos que, con iguales o similares variaciones, no hubieran delinquido.
Y se minimizara el trabajo del especialista en medicina legal y/o en psiquiatra forense (del verdadero
especialista y no del que slo aparenta serlo), pudiendo abandonarse entonces la tarea pericial en manos de
tcnicos entrenados en obtener imgenes cerebrales o completar casilleros en cuestionarios preestablecidos.
El ser humano no puede ser reducido, por ms que se lo intente, a trminos meramente estructurales
anatmicos o a ecuaciones neurobioqumicas; el trabajo mdico en general (y la tarea pericial, en particular) no se
puede asentar, bajo ningn punto de vista, slo o principalmente en estas razones.
Una cosa es, pues, disponer de los conocimientos y la tcnica para investigar, sobre bases cientficas, la
cuestin criminal, y otra muy distinta es qu se hace luego con ese saber, cmo se lo aplica. De all la importancia
capital que debe atribuirse a la adecuada e integral formacin del recurso humano en cuestiones que hacen a
toda la ciencia mdica en general y, en especial, a la tarea mdico legal.
(*) Alejandro A. Bevaqua ([email protected]) es mdico, especialista jerarquizado en medicina legal; resideen Baha Blanca.