La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... ·...

12
La colonia británica de C ádiz entre 16 50 y 1720 M: GUADALUPE CARRASCO GONZÁLEZ Universidad de Cádiz La situación de Cádiz dentro del monopolio del comercio americano durante el último cuarto del siglo XVII y especialmente durante el siglo XVIII, cuando la Casa de Contratación y el Consulado se trasladan allí en 1717 , convirtieron a esta ciudad en el principal polo de atracción de inmigrantes. Esta circunstancia ha provocado un interés especial entre los historiadores por conocer cuantitativa y cualitativamente las distintas colonias extranjeras que desde Cádiz participaron en el comercio colonial (1), A Cádiz acudían inmigrantes del entorno andaluz, de otras regiones de la monarquía y de otros reinos europeos, La motivación que les llevaba a emigrar hay que buscarla en la posición l.-Entre los trabajos realizados sobre los extranjeros en Cádiz podemos cilar los ya conocidos de SANCHO DE SOPRAN IS, H., «Las naciones extranjeras en Cádiz en el siglo XVII», en Estudios de HislOria Social de Espa/ill, tomo IV, vol. 2, 1960 Y COLLADO VILLALTA, P., «El impacto americano en la Bahía: la inmigración extranjera en Cádiz, 1709-1819»,1 Jornadas de Alldalucía y América , tomo 1, La Rábida,1981. Sobre colonias de extranjeros concretas, la que más atención ha merecido, por parte de los historiadores, ha sido la francesa GtRARD, A., Le commerce fran9ais a Seville et Cadix au temps des Habsbourg, Paris, 1932; BOISROUVRAY, A. , « La nation fran9aise de Caclix au XVIII siecle», Revue des Questiol1s hisloriques, tomo 125, 1936; OZANAM, D., «La colonie frans;aise de Cadix au XVII[ siec1e» , Melál1ges de la Casa de Velázquez , Madrid , 1986; GARCíA-BAQUERO, A. y COLLADO VILLA LTA, P., «Les Fran9ais 11 Cadix au XVlIIe siecJe: la colonie marchande», en Les el! ESlmgne el f'élJOque lIIodeme (XVle-XVllle siecles), Paris, 1990. Los trabajos más conocidos sobre . Ia colonia flamenca son los de EVERAERT, J. , De IlllemalÍol1C1le en Koloniale haldel del' VlaCllJ1se firmas 're Cadix, 1670-1700, Brugges, 1973, y « Le commercc colonial de la «nation f1amandc» a Cadix sous Charles!J, 1670-1700», Anuario de Estl/dios Americanos, lomo XXVJ1I, 1975. Entre los estudios sobre Olras comunidades extranjeras establecidas en Cádiz, podemos citar también: SANCHO DE SOPRANtS, H., «Los genoveses en Cádiz antes de 1600», Publicaciones de la Sociedad de EsIl/dios jerezanos Hislóricos, IV, Larache, 1939; BODAERT, N., «Presencia extranjera en la bahía de Cádiz en el siglo XVIII: las mujeres », Cádiz en su Hislo/'ia , Cádlz , 1983; IGLESIAS RODRiGUEZ, l l, «Los mercaderes malteses en la bahía de Cádiz en el siglo XV[[]: la colonia de El Puerto de Santa María», Aclas del 1 Coloquio Inl ernacionol HisllOllo-Mallés de Hisloria, Madrid, 1991. 331

Transcript of La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... ·...

Page 1: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

La colonia británica de Cádiz entre 1650 y 1720

M: GUADALUPE CARRASCO GONZÁLEZ

Universidad de Cádiz

La situación de Cádiz dentro del monopolio del comercio americano durante el último cuarto del siglo XVII y especialmente durante el siglo XVIII, cuando la Casa de Contratación y el Consulado se trasladan allí en 1717, convirtieron a esta ciudad en el principal polo de atracción de inmigrantes. Esta circunstancia ha provocado un interés especial entre los historiadores por conocer cuantitativa y cualitativamente las distintas colonias extranjeras que desde Cádiz participaron en el comercio colonial (1),

A Cádiz acudían inmigrantes del entorno andaluz, de otras regiones de la monarquía y de otros reinos europeos, La motivación que les llevaba a emigrar hay que buscarla en la posición

l.-Entre los trabajos realizados sobre los extranjeros en Cádiz podemos cilar los ya conocidos de SANCHO DE SOPRANIS, H., «Las naciones extranjeras en Cádiz en el siglo XVII», en Estudios de HislOria Social de Espa/ill, tomo IV, vol. 2, 1960 Y COLLADO VILLALTA, P., «El impacto americano en la Bahía: la inmigración extranjera en Cádiz, 1709-1819»,1 Jornadas de Alldalucía y América, tomo 1, La Rábida,1981. Sobre colonias de extranjeros concretas, la que más atención ha merecido, por parte de los historiadores, ha sido la francesa GtRARD, A., Le commerce fran9ais aSeville et Cadix au temps des Habsbourg, Paris, 1932; BOISROUVRAY, A. , «La nation fran9aise de Caclix au XVIII siecle», Revue des Questiol1s hisloriques, tomo 125, 1936; OZANAM, D., «La colonie frans;aise de Cadix au XVII[ siec1e», Melál1ges de la Casa de Velázquez , Madrid, 1986; GARCíA-BAQUERO, A. y COLLADO VILLALTA, P., «Les Fran9ais 11 Cadix au XVlIIe siecJe: la colonie marchande», en Les Jrall~ais el! ESlmgne el f'élJOque lIIodeme (XVle-XVllle siecles), Paris, 1990. Los trabajos más conocidos sobre .Ia colonia flamenca son los de EVERAERT, J. , De IlllemalÍol1C1le en Koloniale haldel del' VlaCllJ1se firmas 're Cadix, 1670-1700, Brugges, 1973, y «Le commercc colonial de la «nation f1amandc» aCadix sous Charles!J, 1670-1700», Anuario de Estl/dios Americanos, lomo XXVJ1I, 1975. Entre los estudios sobre Olras comunidades extranjeras establecidas en Cádiz, podemos citar también: SANCHO DE SOPRANtS, H., «Los genoveses en Cádiz antes de 1600», Publicaciones de la Sociedad de EsIl/dios jerezanos Hislóricos, IV, Larache, 1939; BODAERT, N., «Presencia extranjera en la bahía de Cádiz en el siglo XVIII: las mujeres», Cádiz en su Hislo/'ia , Cádlz, 1983; IGLESIAS RODRiGUEZ, l l, «Los mercaderes malteses en la bahía de Cádiz en el siglo XV[[]: la colonia de El Puerto de Santa María», Aclas del 1Coloquio Inlernacionol HisllOllo-Mallés de Hisloria, Madrid, 1991.

331

Page 2: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

estratégica de Cádiz en la Carrera de Indias, y en su doble función comercial y marítima, que condicionará la calificación y las perspecti vas profesionales de la mayor parte de estos inmigrantes. En unos casos se hicieron eco en sus localidades de origen del mito del enriquecimiento rápido que proporcionaba el comercio con las co lonias españolas, y en otros fue el interés por participar en el gran comercio marítimo de distribución, lo que configuró la naturaleza de las continuas oleadas migratorias: Son hombres de negocios, mercaderes, comerciantes al por mayor, gente de mar, artesanos que aprovechan para colocar su producción en el mercado local y colonial , o posaderos y taberneros que se benefician de la numerosa población flotante de la ciudad.

De entre ese cúmulo de emigrantes que llegaron a Cád iz entre 1650 y 1720 voy a centrarme únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se vio afectada a lo largo del siglo XVII por las cambiantes relaciones hispano-inglesas. A pesar de lo cual el siglo se inicia con un reconocimiento en 1604 de privilegios y ventajas comerciales para los británicos. Dmante los años siguientes se esforzarán por conservar y mejorar esta si tuación ; y tras un corto período de ruptura obtuvieron un nuevo tratado en 1630, que renovaba el anterior. En nov iembre ele 1645, a cambio de 4.000 ducados, la nación inglesa obtuvo nuevas concesiones. Pero en 1655 el ataque a Jamaica provocó de nuevo la ruptura y la prohibición del comercio con las 1. Británicas por Ia pragmática de 8 de abri I de 1656.

En 1667 se firmará la paz con la corona británica a la luz de un nuevo tratado que incorporará las cédulas de 1645. Desde el punto de vista del desarrollo del comercio anglo-español, este tratado aseguraba una posición ventajosa para las principales ramas del comercio inglés, al tiempo que establecía las condiciones generales sobre el tráfico y recogía normas para la protección individual de los comerciantes que residían en España. En líneas generales, el tratado de 1667 supuso la consolidac ión de los privil egios adquiridos por la nación inglesa, y favoreció el progresivo incremento de su comercio, al menos hasta el comienzo de la Guerra de Sucesión, en 1702. Después, a finales del año 1713, se firmó un tratado comercial entre España y Gran Bretaña, cuyo fundamento sería el tratado de 1667. En esencia el tratado de Utrecht supuso el reconocimien to de Gran Bretaña como nación más favo recida, condición que conservaría hasta el tratado de Amiens de 1802. Entretanto, cada nuevo conflicto entre ambos reinos suponía un reconocimiento de nuevas ventajas comerciales, que se añadían a los obtenidos en el tratado de 1667, y que a su vez era renovado juntamente con los tratados posteriores en cada nuevo acuerdo comercial que se firmaba (2).

En consecuencia, tanto la presencia numérica, como la situación de la coloni a británica en Cádiz, será un fiel reflejo del choque entre dos visiones de la política económica: la concepción mercantilista aplicada por los monarcas españoles, fieles a la idea de monopolio; y las nuevas corrientes de liberalización del tráfico que pretenden aplicar los británicos en sus relaciones con la monarquía española, como vía para penetrar el monopolio, e incorporar los mercados americanos a su red de intercambios, sin trabas lega les de ningún tipo.

1. APROXIMACIÓN NUMÉRICA A LA COLONIA BRITÁNICA DE CÁDIZ A la hora de abordar el estudio de cualquiera de las comunidades extranj eras radicadas en

Cádiz se nos presentan varios problemas documentales y conceptuales, que quizás se reduzcan

2.- Véase McLACHLAN, J.O., Trade and peace with old SPA/N, /667-1750, Cambridge, University Press, 1960; NADAL FAR RERAS, J., Comercio exterior con Gran Bretwja (/ 777-/9/4 J, Instituto de Estudios Fisca les, Madrid, 1978.

332

Page 3: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

finalmente al problema de las fuentes disponibles, debido a las lagunas, imprecisiones y falta de homogeneidad de los padrones del período a estudiar.

Por tanto, abordar la cuantificación de las comunidades de irlandeses, ingleses y escoceses en Cádiz entraña enormes dificultades para el siglo XVII, aunque éstas se mitigan, en cierta medida, para los primeros años del XVIII. Efectivamente, para la segunda mitad del seiscientos disponemos de al menos tres padrones, dos de los cuales (el de 1646 Yel de 1693), nos son de poca utilidad, pues sólo aportan datos numéricos globales de la vecindad (3). El otro padrón se confeccionó en 1662 para repartir entre lapoblación gaditana el donativo 2.182.045 mara vedÍs que las Cortes habían asignado a la ciudad de Cádiz. Aunque el padrón recoge también a los extranjeros, resulta escasamente fiable, ya que son numerosos los sectores exentos (el cabildo en pleno, la aristocracia, médicos, abogados, etc.), no figura el origen de los contribuyentes en los distintos grupos profesionales, y tampoco tenemos la seguridad de que esos grupos estén completos Con estas premisas, la única referencia a los ingleses que aparece en el padrón es la de los comerciantes al por mayor. Este sector está representado, por diez contribuyentes anglo­irlandeses entre casas de negocios y comerciantes en solitario (4).

Casi cuarenta años después, en 1700, Raimundo de Lantery recuerda que en el año 1673 residían en Cádiz, al menos, 83 comerciantes extranjeros reputados como caballeros. La colonia inglesa aparece representada, según él, por 11 hombres de negocios (5).

Con las fuentes disponibles, hasta aquí, no cabe duda de que es demasiado arriesgado, aventurar una cifra para la comunidad británica residente en Cádiz durante la segunda mitad del siglo XVII. Sin embargo, si contrastamos los datos obtenidos del padrón de 1662 y la lista elaborada por Raymundo de Lantery, con las escrituras notariales otorgadas, por ejemplo en el año 1670, el número de británicos aumenta considerablemente. Efectivamente, al vaciar de escrituras de poder, obligaciones, testamentos, protestos y compraventas, todas las notarías correspondientes al año 1670, aparecen 23 británicos. La mayoría de ellos, 20 en total se declaran residentes en Cádiz y hombres de negocios o mercaderes. Sólo tres de ellos admiten estar de paso en la ciudad por pertenecer a las tripulaciones de tres navíos fondeados en la Bahía. Si aplicamos el mismo método a las escrituras notariales del año 1690, la lista de mercaderes y hombres de negocios ingleses aumenta hasta 27, de [os cuales a[ menos cinco ya figuraban en los contratos del año 1670 (6)

3.-COLLADO VILLALTA, P. , Olio cil., p. 52.

4.-RAVINA MARTíN, M. , «Un padrón de los conlribuyentes de Cídiz a mediados del siglo XVII", Archivo His/wlense, na 181,1976, pp. 134 Y 138.

S.-BUSTOS RODRíGUEZ, M. Ced.), VI! comercian le sab()yano en el Cádiz de Cm'/os lJ. (Las memorias de Raillllllldo de Lame/)'. 1673-1700), Cádiz, 1983, p.89.

6.-En 1670 he localizado a los siguientes británicos: capitán Ricardo Taylor, Nathaniel Boucher, Diego Conningan, escocés, capitán Juan Euton, Martin Visconde, Juan y Thomas Matheos, Guillermo Pias y Diego Ricardo, Rolando Dee, Thomas Gringos, Juan Bolaston, Ricardo Colston, Roberto Wilmott, Guillermo Suan, Joge Vallés, Juan Athanhide, Gerónimo Ysprit, Alexandro Sotherland, Jorge Boun , Gunltero Porter, Claudio Malbraq, Roberto Roch, Guillermo Hoyos, Diego de Vitos y Duarte Miguel.

~<ffi En 1690 aparecen: Thomas Martin, Guillermo Hodges, Diego Coningan , Thomas Pilts, Diego Ricardo, Martin Visconde, Juan Mead , Juan Radburn, Rodrigo Turner, Roldan Dy, Thomas Flower, Duane MIguel y compañía, Thomas Bowles y compañía, Duarte y Joseph Gardner, Juan Olmius, Pedro Pore, Thomas Wood, Francisco Trobridge, Jacobo Turner, Narl1aniel Hill , Duarte Pedro, Charles Rusell, Guillermo Terry, Maleo Porter, Ricardo Hore, Crisrobal Hayne, Samuel Pitts, John Holder, Ambrose Upton, Gervasio Resby, Daniel Duprie, George Rogeres , Emile Hall, Richard Hill, Malbranque, Stone y Wright.

333

Page 4: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

En consecuencia, parece que la colonia británica de Cádiz se mantuvo en continuo crecimiento en la segunda mitad del seiscientos, con nuevas oleadas de inmigrantes que llegaban a Cádiz atraídos por las ventajas comerciales que les ofrecía el tratado de 1667. Esta tendencia creciente en el número de residentes britán icos se observa también en su capacidad asociativa, ya que el número de compañías distintas formalizadas en Cádiz por ingleses se incrementó notablemente desde el año 1667 hasta 1700. Al mismo tiempo se observa también cierta continuidad en determinadas casas comerciales y hombres de negocios a lo largo de períodos dilatados de tiempo, como ocurrió con la Casa de negocios de Juan Mead y Compañía, la del comerciante escocés D. Diego Conningan, la compañía de Thomas Pitts y Diego Ricardo, la Casa de negocios de Juan Matheos y compañía, o el propio cónsul que permanecerán al menos durante los veinte años que median entre 1670 y 1690. No obstante, esta residencia prolongada en la ciudad no empujará a estos comerciantes (al menos a los ingleses) a solicitar la naturalizac ión.

En los primeros años del siglo XVIII las malas condiciones financieras obligaron a la monarquía a solicitar de sus súbditos contribuciones, para las que fue preciso realizar los correspondientes vecindarios. Disponemos así de cuatro padrones: 1709, 1710, 171 3 Y 1714 (7). Los dos primeros incluyen a los extranjeros avecindados; el de 1713 recoge además los extranjeros residentes ; finalmente el padrón de 1714 incluye a aquellos extranjeros vecinos y residentes del padrón de 1713 que debían contribuir.

El análisis de estos padrones plantea dos problemas:

En primer lugar habría que clarificar la utilización de los conceptos vecino y residente, con el fin de conocer el grado de integración de los extranjeros en la ciudad.

En este sentido se consideraba extranjero a aquel individuo que no había obtenido la naturalización, por tanto mientras residía en Cádiz estaba sujeto a las leyes locales y a las de su soberano británico, al tiempo que gozaba de los privilegios comerciales otorgados por los diferentes tratados de paz firmados por la corona española y la británica. En contrapartida, estaban también sujetos a los vaivenes de las relaciones entre ambos reinos, y por tanto a las represalias que en caso de hostilidades, tomaban contra ellos las autoridades españolas. Así, durante la Guerra de Sucesión la casi totalidad de los ingleses se vieron obligados a salir de Cádiz (incluido el cónsul) quedándose, en la ciudad, solamente los irlandeses, la mayoría jacobitas (8).

Estos irlandeses, que permanecieron en Cádiz durante la guerra, fi gu ran en los padrones de 1709 y 1710 como vecinos, a pesar de lo cual, se beneficiaron de las ventajas obtenidas por los británicos en el nuevo tratado comercial de 1713. Al estar avecindados, podían disfrutar de la doble condición nacional (española y británica), pues formalmente seguían siendo considerados británicos y, como tales, miembros de su factoría, con voz y voto en las decisiones que esta pudiera tomar (9).

Naturalmente, esta situación suponía una contradicción evidente desde el punto de vista británico, tal y como deja patente el cónsul inglés, Mr. Wescombe, en 1714, cuando se niega a que sus nacionales paguen la contribución de ese año porque «los vasallos de SIL Magestad Británica que habitan), comercian en esta ciudad no son extranjeros avecindados!! por las siguientes razones:

7.-A. M. c., Padrones, nO 1.002, 1.003, 1.004.

8.-British MuseulTI (en adelanle B. M.) , Ms., 2.174 A, f. 212.

9.-lbídem, f. 184.

------------..~'~

334

Page 5: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

! '"

l. En primer lugar el estatuto de vecino es incompatible con ser súbditos del rey de Gran Bretaña. Luego si alguno ha obtenido la vecindad no ha de ser tenido como súbito de S.M.B.

A esta razón básica se le unieron otras cuatro:

2. Los británicos como extranjeros no pueden acceder a los empleos públicos, ni a los beneficios eclesiásticos, ni a la administración de justicia, a los que un vecino si puede.

3. Mientras que un comerciante británico no manifieste el deseo de vivir para siempre en Cádiz, mantiene su primitivo vasallaje. Además para ser vecino es preciso cumplir una serie de condiciones, como estar casado con española, residir al menos diez años, tener bienes raíces y ha­ber solicitado la vecindad.

4. Los avecindados en Cádiz gozan del privilegio de comerciar con las Indias y esto les está prohibido a los comerciantes británicos, como extranjeros que son.

5. «Que con motivo del rompimiento de relaciones, los vasallos de S.M.B. son obligados a salil; padecen represalias y esto no puede ejecutarse con el vecino)) (10).

De donde se deduce que aquel británico reputado como vecino, estrictamente, no podía ser considerado al mismo tiempo súbdito del rey de Gran Bretaña. Por tanto, estas alegaciones del cónsul contra el cobro del donativo, iban dirigidas únicamente a los británicos que figuraban en el padrón de 1713 como residentes. Esta postura fue ratificada por el marqués de Canales, que en respuesta al memorial de MI'. Wescombe, le informa que ha mandado retirar las «vo/etas» (donde figuraba la cuantía del donativo asignado a cada miembro de la colonia) a los británicos no avecindados. Quedaba claro entonces la incompatibilidad del estatuto de vecindad con la nacionalidad británica. Sin embargo, la disconformidad de un grupo de británicos avecindados, y las presiones diplomáticas obligaron, finalmente, en 1715, a suspender el cobro del donativo, tanto a los nacionales ingleses como a los franceses (11).

El problema de la doble nacionalidad, por tanto, seguía planteándose, y así lo manifestaba, 'en-1717, el embajador Mr. Bubb quejándose de que los irlandeses jacobitas eran muy numerosos en Cádiz y «se han naturalizado en el país, y además quieren pasar por ser súbditos de Sil

Magestad [británica] para gozar de sus privilegios)) (12).

La R.e. de 8 de marzo de 1716 establecerá y suavizará las normas definitivas para considerar a los extranjeros como vecinos, con el fin de integrar y legalizar al mayor número posible de foráneos residentes en el territorio español (13). Sin embargo, en ella no se excluirá posibilidad de la doble soberanía, tal y como venía sucediendo en Cádiz con los irlandeses avecindados y con otros nacionales (franceses), que una vez obtenida la naturalización podían disfrutar de ambas nacionalidades y, consecuentemente, de las ventajas comerciales que tal situación acarreaba. Finalmente, la Junta de Extranjeros puso fin a esta práctica, cuanclo en 1720 aprobó un decreto por

10.-Copia de la carla enviada por el cónsul Wescombe al marqués de Canales, 22 de septiembre de 1714. Public Record Office (en adelante P.R.O.), S.P. 94, 212.

IJ.-Los británicos afectados, que constaban como vecinos en el padrón de 1713 y se habían negado a pagar la cantidad que se les había asignado, sufrieron arresto domiciliario hasta tanto no hiciesen efectiva la contribución. Tales fueron los casos de D. Ricardo Hore, D. Simón Rogeres, D. AnlOnio Hatt'ield, D. Francisco Brown, D. Guillermo Terry y D. Pablo Leonardo. P.R.O., S.P. 94, 212. .

12.-Copia de carta de Mr. Bubb al secretario Mr. Addison , 17 de mayo de 1717. B.M., M5. 2.174 A. f. 212. Sobre la emigración jacobita a Europa: Üté\USSINAND-NoGé\RET, G., "Une élite insulaire au ser vice de I-Europe: les Jacobites au XVJlle siecle», Anna/es, E.S. c., sep-ocl.. 1973, pp. 1.097-1.122.

13.-COLLADO VILLALTA, P. , afi. cil., p. 53.

335

Page 6: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

lo"

el que los súbditos británicos que cumplían las condiciones de la R.e. de 8 de marzo de 1716, y hubieran estado viviendo en España, con permiso durante las dos últimas guerras, no disfrutarían de los privilegios de los súbditos británicos de acuerdo con los tratados de paz (14). Del mismo modo el juez conservador no tendría jurisdicción sobre ellos al ser considerados enteramente súbditos del rey de España (15).

No tenemos constancia de si con posterioridad a esta normativa los británicos avecindados renunciaron realmente a los privilegios concedidos a los ingleses en Jos tratados. Lo que si queda patente a través de la documentación consular es que algunos de los británicos naturalizados siguieron perteneciendo a la factoría británica al menos hasta el año 1721.

El segundo problema que presentan los padrones responde a la final idad con que se realizaron. En este sentido tendríamos que separarlos para su análisis, entre padrones de vecindad (1709 y 1713) y padrones de contribuyentes (1710 y 1714).

Aunque todos los padrones se confeccionaron como respuesta a las necesidades financieras de la corona, los vecindarios de 1709 y 1713 contabilizan a todos los vecinos y residentes, exceptuando los eclesiásticos; mientras que los de 1710 y 1714 (con las mismas excepciones) sólo recogen a aquellos individuos sobre los que recayó el cobro de la contribución; de ahí el «dato irreal» (16) de los 2.093 vecinos que IlOS proporciona el de 1714.

A través del primer cuadro se puede observar la evolución creciente de la población extranjera (si obviamos el anómalo padrón de 1714) entre 1709 Y 1713. En esos cuatro años el número de extranjeros se incrementa en 193 nuevos miembros. En principio puede parecer lógico por mediar la Paz de Utrecht, pero es posible que este aumento tan importante de la colonia extranjera, sea debido también a la diferencia de criterios en la elaboración de ambos padrones , al incluir el segundo tanto a los vecinos como a los residentes.

La misma evolución que obtenemos para la población extranjera, en general, se observa para la nación británica, que multiplica por dos sus efectivos entre 1709 y 1713.

El padrón de 1709 recoge 17 británicos vecinos, dieciséis de los los cuales son irlandeses, pues con motivo de la Guerra de Sucesión parece que casi todos los ingleses salieron de Cádiz. Esta visión inicial, de emigración de ingleses con motivo de la guerra, puede pecar de parcialidad en la medida en que el censo de 1709 no recoge más que los vecinos, mientras que en el de 17 l 3 la mayor parte de los ingleses figuran como residentes. Además según declara el cónsul de Sevilla y Sanlúcar, MI'. Charles Russell, durante los malos años de 1709 y 1710 «los ingleses proveyeron regularmente con cantidades considerables de trigo a la ciudad... », lo que hace pensar que no todos partieron con motivo de la guerra (17). Mc Lachlan asegura, además, que muchos de los ingleses que salieron de Cádiz no volverían después de la guerra, viéndose así mermada la presencia de ingleses en favor de los irlandeses. Esta afirmación puede verse reflejada en la presencia masiva de testamentos de irlandeses en los protocolos gaditanos. Entre los años 1700 y 1739, de 193 testamentos de británicos, 148 fueron otorgados por irlandeses, 43 por ingleses y 2 por escoceses.

14.-Rusell a James Craggs , Sanlúcar, 8 de mayo de 1720, P.R.O., S.P. 94, 213.

15.-Rusell a James Craggs, Sanlúcar, 3 de marzo de 1721 , P.R.O.. S.P. 94, 213.

16.-PÉREZ SERR,\NO, 1., «Dinámica de la población gaditana en el siglo XYllI: una reconstrucción crírica a partir de las fuentes ", Revista Tro cadero, n° 2, 1990.

17.-Russell a Mr. James Craggs (¿ 1719?). P.R.O., S.P. 94, 213.

336

Page 7: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

de marzo de 1716, y s, no disfrutarían

~ (14). Del mismo

ieos avecindados . Lo que si queda

-·,~os naturalizados

s y residentes , ~ ~epc iones) sólo

ce ahí el «dato

-1reCer lógico 0r la colonia ~ paurones. al

-er\'3 para

n-Iandeses. ~;¡,u;;Je CádlZ.

p..r~iaJldad ~Jel -l.l

no

.L -~ .

EVOLUCIÓN DE LOS EXTRANJEROS AVENCINDADOS EN CÁDIZ

AÑO EXTRANJEROS POBLACiÓNTOTAL

1709 610 (12,3%) 4.932

1710 4.043 1713 803 (19,8%) 4.048 1714 520 (24,8%) 2.093

Si observamos ahora los datos aportados para la colonia británica de Cádiz por los padrones de contribuyentes comprobaremos como junto al incremento cuantitativo de la colonia entre 1709 y 1713 se produce, también, un incremento cualitativo pues si en 1710 los británicos capaces de contribuir eran tan sólo 9, en 1714 serán 21, es decir, un 4% de los extranjeros útiles, y el 1% de la pobl ación contribuyente, que aportarían el 3% del donativo, merced a un importante grupo de hombres de negoc ios y comerciantes al por mayor.

-

EVOLUCIÓN DE LOS BRITÁNICOS AVECINDADOS EN CÁDIZ

AÑO

1709

1710

1713

1714

BRIlÁNICOS

17 (2,7,7 %)%)

9

36 (4,4 %),4%)

%)21 (4%)

IRLANDESES

14

8

21

12

INGLESES ESCOCESES

2

17

9

2. ACTIVIDADES DE LOS MIEMBROS DE LACOLONIA BRITÁNICA La presencia inglesa en el área andaluza se incrementó desde principios del siglo XVII al

mismo tiempo que su comercio. El tratado de 1604 significó el primer hito, y a partir de esta fecha la importación de manufacturas inglesas irá paulatinamente incrementándose en el mercado andaluz. Este aumento según I. Pulido Bueno se puede constatar, para la primera mitad del siglo, a través de los almojarifazgos . Según este autor, entre las últimas décadas del siglo XVI y 1655 las importaciones inglesas se multiplicaron 15 ó 20 veces, superando a las francesas. El tratado de 1667, y sus posteriores acuerdos, permite pensar que la situación de las manufacturas inglesas siguió mejorando. En una memoria del cónsul francés de Cádiz, las mercanCÍas inglesas ocupaban el quinto lugar después de las francesas, genovesas, holandesas y flamencas , señalándose que representaban un 11 % de todas las importaciones con destino a Andalucía. El propio 1. Everaert calcula que en 1691 las importaciones inglesas significaban un 18,54%; lo que implicaría un claro incremento del comercio británico entre ambas fechas, que pasaría del 11 % al 18,5% (18).

La emigración británica se desarrolló paralelamente a esta evolución posi ti va de las importaciones. La actividad económica, por tanto, subyace en el fondo y razón de esta emigración a la bahía. Aunque no hay que olvidar la diáspora de jacobitas irlandeses que llegan a Cádi z a partir de 1688 y, sobre todo, durante los años noventa y primeras décadas del siglo XVIII, cuyas

18.-PULlDO BUENO. l. , Almojarifazgos y comercio exterior en Andalucía durwue la época mercanlilisla, 1526-1 740, Huelva, 1993, p.72. G ÓMEZ MOLLEDA, Ma D., «El contrabando inglés con América. Correspondencia inédita de la fac toría de Buenos Aires», Hispania, n° 39, pp. 336-369.

337

Page 8: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

{~

motivaciones iniciales son eminentemente políticas. En este caso el interés por conseguir un medio de vida y un beneficio durante la estancia en Cádiz, decantarán sus actividades profesionales hacia el tráfico de mercancías. Esta idea, precisamente, subyace en algunos de los testamentos y poderes para testar que los transeúntes británicos otorgaron.

A la hora de hacer un comentario sobre las características socioprofesionales de los inmigrantes británicos en Cádiz, debemos decir que se ajustan al perfil establecido para los componentes de otras colonias.

Entre los años 1650 y 1720 hemos podido reunir un considerable número de británicos, en su mayoría dedicados a las actividades comerciales. Observamos también dentro de esta colonia una cierta especialización nacional en el comercio, de tal manera que los ingleses participan de una actividad comercial más diversificada, actuando indistintamente como comisionistas, consignatarios y mayoristas. En contrapartida, los irlandeses tienden más hacia el pequeño comercio, son mercaderes con tienda, corredores o aventureros en el tráfico. Esta dicotomía es fácilmente constatable en el padrón de 1713 y en el de 1714.

Con anterioridad al padrón de 1709, es decir, en el período que va de 1650 a 1700, el balance de actividades comerciales al por mayor resulta también favorable a los ingleses, si nos fiamos de la calificación nacional que el notario otorga en los contratos. No obstante, hay que tener en cuenta que el escribano, con cierta frecuenci a, asigna al otorgante la nacionalidad inglesa como sinónimo de británico, sin entrar en distinciones nacionalistas, lo que puede llevarnos a apreciaciones erróneas en las general izaciones.

Los comerciantes ingleses e irlandeses que llegaban a Cádiz establecieron sus negocios mercantiles en base a compañías, no tanto por la mayor disponibilidad de capitales que permitía la asociación, como por la ampliación de las redes de relaciones comerciales y de clientes. Las ac tividades de estas compañías eran comerciales y bancarias. Como Casas comerciales actuaban de intermediarios entre firmas inglesas y comerciantes españoles; al mismo tiempo realizaban negociaciones al por mayor, por cuenta propia, tanto en el mercado internacional y colonial, como en el mercado regional y local (19). En cuanto a las operaciones bancarias, es tas podían ir desde los préstamos (no hemos encontrado referencias a riesgos marítimos), hasta el giro y descuento de letras; precisamente un ejemplo de esta última actividad es la Compañía de Gardner y Martín, que en sólo nueve meses giraron letras por valor de 86.000 pesos de a ocho reales (20). Algunas otras compañías, como la de Hodges y Compañía (21), y la de Walcott y Compañía, participaron también en el mercado de los seguros marítimos (22).

Estas sociedades eran un eslabón más en la cadena de distribución del gran comercio. Recibían las mercancías generalmente manufacturas de lana y lino, que vendían o ponían en cabeza de los comerciantes españoles; aquellas mercancías que no podían colocarse en el mercado indiano se vendían en el mercado local o en las localidades próximas. En ocasiones, participaron en comercios altamente especulativos, como el del trigo, especialmente durante los años 1677­1680 Y1709-1710, Y siempre que los fletes estuviesen baratos acarreaban trigo a Canarias para allí embarcar mercancías de su propia cuenta para las Indias (23). Los intercambios con el norte de

19.-RoSEVEARE. H., Mark ets and merchanls of Ihe lale sevellteenlh celltw)'. rile lvlarescoe-David lelfers, 1668-1680. Oxford, British Academy-Oxford University Press, 1987.

20.-A.H.P.C., Protocolos de Cádiz, 2.365. ff. 330-333. 21.-A.H.P.C., Protocolos de Cádiz, 4.929, ff. 66-69; 2.36 1, f. (roto); 2.367. f. 561: 2.374, ff. 277-280; 2.380, ff. 109-110;

2.380, ft'. 163-167. 22.-A.H.P.C.. Protocolos de Cádiz, 2.371, ff. 1.120-24; 2.374, f. 163; 2.377, f. 1.750. 23.-Rusell a Mr. Craggs (¿1719?) P.R.O., S.P. 94, 213.

- ve--.....

338

Page 9: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

~ '~

África y los puertos de Andalucía oriental fueron también objeto de los negocios de estas compañías. Así, la compañía de Thompson y Walcott recibió un navío de Inglaterra, el año de 1694, con manufacturas de lana, parte de las cuales se desembarcarían en Cádiz. Con el resultado de su venta y COIl el resto del cargamento, el navío partió hacia Tánger de donde volvería con cera y pieles, que vendería en Málaga y Cádiz, regresando a Inglaterra con pasas y vino. Thompson y Walcott participaron también en el seguro marítimo del cargamento junto con otros comerciantes ingleses (24).

Durante la segunda mitad del siglo XVII es posible citar hasta 18 sociedades inglesas e irlandesas cuyos contratos de constitución de compañía hemos hallado entre los protocolos notariales.

A través de estos contratos es posible determinar el carácter más o menos temporal de los negocios de estos comerciantes. En ocasiones, la motivación inicial de la asociación es que los más jóvenes adquieran experiencia en el mundo de los negocios, o que se familiaricen con el idioma y los métodos del comercio colonial. Una vez superado ese período, pasan a ser miembros con plenos derechos y obligaciones, prorrogándose la compañía si el desarrollo de los negocios es satisfactorio. Precisamente una de las características de las compañías inglesas hasta 1700 es su capacidad para prolongar su actividad durante dilatados períodos de tiempo. Así, Guillermo Hodges se asocia en el año 1680 y permanece en Cádiz al menos hasta 1700; Thompson y Walcott firman el contrato de comparlía en 1694, y la disuelven en 1699 (25); en 1695 Pedro Porre y Juan Olmius constituyen una compañía, que todavía en 1717 está pendiente de liquidación (26); Charles Rusell funda compañía con Pedro Pounin en 1680 (27), Ch. RuselJ morirá en Cádiz, en 1721, como cónsul de Sevilla y Sanlúcar (28); el comerciante irlandés Ricardo Hore se asoció en 1694 con Mateo Porter (29), en el padrón de 1709 yen el de 1713 figurará como vecino de Cádiz, y en 1721 aparece como diputado de la factoría británica (30).

Si para el siglo XVII resulta difícil establecer el nivel de integración de los residentes británicos, para las dos primeras décadas del siglo XVIII los padrones facilitan bastante la labor. De ellos se desprende la escasa o nula integración del grupo de ingleses, y el esfuerzo realizado por la comunidad irlandesa, la mayoría de los cuales, en 1713, eran vecinos y casados con mujer natural de Cádiz o su Bahía. Por el contrario, los ingleses son mayoritarimente solteros y aparecen inscritos como residentes, lo que podría indicar una estancia menos prolongada en la ciudad, y por tanto una menor integración. Pero también podría ser síntoma, sencillamente, del interés, por parte de los ingleses, de mantener su identidad nacional y el stalu qua, que le permite disfrutar de los privilegios de todo tipo acordados por las dos coronas en los tratados de paz.

El gran inconveniente de las fuentes que manejamos es la falta absoluta de información sobre los transeúntes, especialmente sobre las tripu laciones de los navíos británicos que llegaban a Cádiz. La pericia de los marineros ingleses era muy apreciada por los patrones españoles, razón por la cual solían ofrecerles compensaciones importantes para que se enrolasen en los barcos de

24.-A.HP.C. , Protocolos de Cádiz, 2.380, f. 918.

25.-Véanse las notas 21 y 22.

26.-A.H.P.C., Protocolos de Cádiz, 4.446, ff. 83-139.

27.-A.H.P.C., Protocolos de Cádiz, 4.929, ff. 6-8.

28-P.R.O., S.P. 94, 213.

29.-A.H.P.C., Protocolos de Cádiz, 3.107, ff. 354.

30.-Acta de elección del cónsul de Sevilla y Sanlúcar por la factoría de Cádiz y El Puerto de Santa María, Cádiz I1 de agosto de 1721. P.R.O., S.P. 94, 213.

339

Page 10: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

~

las tlotas de Indias (anticipándoles hasta tres meses de paga y vino en abundancia), lo que provocaba numerosas deserciones entre la marinería. La población flotante se incrementaba notablemente cuando alguna embarcación británica era vendida en el puerto gaditano. La tripulación se veía obligada a emplearse en otros navíos o a realizar otras actividades para sobrevivir. Precisamente esta actitud de los patrones ingleses originó airadas protestas por parte del cónsul, ya que los armadores incumpli'an la legislación que les obligaba a repatriar las tripulaciones en caso de venta del navío (31).

3. LA ORGANIZACIÓN DE LA COLONIA BRITÁNICA: EL CÓNSUL YSUS FUNCIONES La colonia británica estaba organizada como factoría y representada por un cónsul. El

término factoría se identificaba con el grupo de británicos que desempeñaban actividades económicas ligadas al tráfico. Desde el punto de vista operativo, sin embargo, la factoría estaba formada por los diputados , elegidos por los miembros de la nación, el cónsul y el vicecónsul. Las reuniones de la factoría eran convocadas periódicamente por el cónsul, para discutir los asuntos relacionados con la colonia y sus actividades económicas (cumplimiento de los tratados de paz, entradas y salidas de navíos, pagos de derechos, disensiones entre las distintas naciones que forman la comunidad británica, etc), así como la asignación de pensiones a viudas necesitadas. Extraordinariamente, a estos «meeting» eran convocados todos los nacionales económica y socialmente relevantes de la colonia, junto a los diputados. Este fue el caso, por ejemplo, de la reunión convocada en marzo de 17 J7 para la elección de juez conservador (32).

En 1623, según un informe recabado por el Consejo de Estado, la nación británica estaba representada en Cádiz por un cónsul inglés (D. Juan Escon) y un cónsul escocés (D. Diego Carcade). Cinco años después, en 1628, D. Juan Escon uniría en su persona la representación de las tres naciones convirtiéndose en cónsul de ingleses, escoceses e irlandeses (33).

A partir de 1665 será Mr. Martín Wescombe o Visconde quien tome posesión del consulado británico de Cádiz, pese a la oposición del sector escocés de la colonia que ponía en discusión la patente real del cónsul británico sobre los de su nación. Esta oposición se reanudó en 1685, y con ella los incidentes encabezados por el mismo James Conningan, que reivindicaba la existencia de un cónsul estrictamente escocés «porque fue su reino heredado)' los vasallos de Escocia no están. sujetos a los decretos del rey» (34). Mr. Martín Wescombe permanecería en el cargo hasta 1720 en que fue destituido por su avanzada edad y por desacuerdos con la política del Lord Comisario de Comercio James Craggs. Ese mismo año tomaría posesión del cargo Mr. Charles Black (35).

Para los británicos la factoría inglesa de Cádiz era la más importante de las que tenían en España, de ahí que las cualidades del cónsul debían ser excepcionales, exigiéndosele «un pe/fecto conocimiento del idioma, las costumbres y la legislación e,paiiolos; asimismo, un conocimiento

31.-Mr. Wescombe a Mr. Craggs, Cádiz 19 de septiembre de 1716; y MI". Rusell a Mr. Craggs (¿ 1719'1) P.R.O. , S.P. 94, 213.

32.-A esta reunión fueron convocados los diputados de la factoría y todos los nacionales, incluidos los que estaban nacionalizados espalioles. B.M. , Ms., 2.174, f. 184.

33.-MONTOJO MONTOJO, Y., "Crecimienro mercantil y desarrollo corporativo en España: los consulados extraterritonales extranjeros (ss. XVI-XVII»:, Anuario de His/oria del Derecho ESI)(l/l01, tomo LXII, Madrid , 1992, p. 52.

34.-D. Blasco de Loyola a D. Ricardo Pansllan, Madrid, 25 de mayo de 1665, B.M .. Ms. , Sran., 1952. f. 83 . Mr. Wescombe al secretario Lord Sunderland. Cádi z, 10 de junio de 1686, P.R.O., S.P. 94, 210.

35.-P.R.O., S.P. 94, 213.

340

.... ..

Page 11: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

undancia), lo que e incrementaba

_::T10 gaditano. La actividades para

-.orestas por parte - a repatriar las

FUNCIONES

onómica y :-jemplo, de la

·-'¡ánica estaba '", (D. Diego

_. t sentación de

_:!I consulado

" o .. SP 94,

• .ie estaban

-=-=.-iloriales~

exacto de las instituciones locales, )' de las re!acionodas con el comercio colonial (Casa de Aduanas, Tribunal del Contrabando, Casa de Contratación), y habilidad para poder negociar con personas de otras naciones». La base de su formación debería ser comercial, apreciándose la experiencia y el conocimiento de las actividades y técnicas mercantiles, tanto británicas como de otras naciones (36).

La forma de elección de los cónsules cambió a lo largo del tiempo. Desde 1600 el cónsul de ingleses e irlandeses era designado por los propios mercaderes, mientras que el de escoceses Jo era por el rey. A partir de 1665, y de la elección de Mr. Wescombe, el nombramiento del cónsul de Cádiz será realizado por el rey. Solamente eran elegidos por el cónsul sa liente o por una asamblea de nacionales los sustitutos, cuyo mandato tenía carácter provisional. El rey podía confirmar a la persona elegida por la asamblea, o nombrar un individuo de su confianza. Así, al morir, en 1721, Mr. Russell, cónsul de Sevilla y Sanlúcar, sería elegido por veinte miembros de la factoría británica de Cád iz y El Puerto de Santa María, Mr. Marc Pringle de Sanlúcar, que más tarde sería confirmado por el rey.

Una vez obtenida la patente real el cónsul debía conseguir la aprobación del rey de España, sin la cúal se le suspendía de su empleo según la R. e de I de diciembre de 1709 (37). ,

Era competencia del cónsul elegir un vicecónsul o sotacónsul. Este era el oficial ejecutiVO,( sin cuya operatividad no funcionaba la factoría. Entre sus funciones la más importante era la de solicitar los derechos de consulado, también se encargaba de enviar los memoriales a las autoridades competentes, llevar las actas de la factoría, y asistir al cónsul en la quiebras e inventarios por defunción de los nacionales británicos residentes en Cádiz (38), , ­

El cónsul como representante de su nación ejercía las funciones de «suplicante» e intervenía en los secuestros, prisiones y embargos que se hacían de navíos, bienes y personas pertenecientes a la nación bri tánica. Realizaba también una labor informativa en la medida que daba cuenta del movimiento de embarcaciones del puerto de Cádiz, fech as de entrada y salida de Flotas, la cuantía aprox imada del tesoro que transportaban , y cuales eran sus destinos finales, informaba también en los primeros años del s. XVIII, de los movimientos de las autoridades para rehabilitar la marina española. Pero quizás las referencias más importantes son sus valorac iones sobre la situación del comercio inglés en España a la luz del Tratado de Utrecht, y la conveniencia de conservar las posesiones obtenidas en Gibraltar y Menorca (especialmente la primera) por su valor estratégico para control ar el tráfico en el Mediterráneo.

Concluyendo, la ambición británica por participar en el inmenso mercado americano de forma directa, y la obstinada postura española por mantener la exclusividad, hizo que las relaciones entre ambas coronas se caracterizaran por un continuo tira y afloja diplomático, en cuyo ambiente se desarrolló la vida de la colonia británica de Cádiz. El número de naci onales se iría incrementando al compás de los privilegios obtenidos en los tratados. Sólo la Guerra de Sucesión supondría un duro revés para la comunidad inglesa de Cádiz, superado años después, por el tratado de Utrecht y el de 1715. Sin embargo, si la situación comercial y legal de la colonia siguió siendo favorable , su composición nacional cambiaría a favor de los irlandeses durante los años posteriores a la Guerra .

36.-lbídem.

37.-Acra de nombramiento de Mr. Marc Pringle, como cónsul de Sevilla y Sanlúcar, Cádiz )) de agos to de ) 72), P.R.O., S.P. 94, 213.

38.-Mr. Wescombe a Lord Nottingham, principal secretario de Estado, Cádiz 7 de septiembre de )693 , P.R.O., S.P. 94, 210.

341

Page 12: La colonia británica de Cádiz entre 1650rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/16395/LA... · únicamente en la colonia británica. La emigración anglo-irlandesa en Cádiz se

La organización de la colonia británica en este período refleja la consideración de nación más favorecida. De este modo, los intereses de la factol'Ía británica y de su cónsul, que el siglo XVII eran estrictamente comerciales, después del tratado de Utrecht se orientarán también hacia aspectos diplomáticos, cobrando un valor excepcional las informaciones, consejos y valoraciones sobre la política comercial y territorial entre las dos coronas en el ámbito andaluz.

BRITÁNICOS RESIDENTES EN CÁDIZ SEGÚN EL PADRÓN DE 1713

ESTADO NOMBRE CIVIL NATURALEZA VECIRES PROFESIÓN

Lorenzo Cheri V Irlanda vecll10 Tienda y almacén de mercancías

D. Pablo Strang V Irlanda vecino Comerciante D. David Grant C Irl anda vecino Tienda de mercería Ricardo Cusach S Irlanda residente Tienda de lienzos Da Ana Loton V Irlanda vecina Tienda de mercería D. Pablo Leonardo C Irlanda residente Hombre de negocios Francisco Dionisios C Irlanda vecino Tienda de vinos Roberto Eliote C Irlanda vecino Maestro barbero Isabel Carel V Irlanda vecino La va ropa D. Juan Gil son C Irlanda vecino Corredor de lonja D. Blacader V Escocia vecino Hombre de negocios Guillermo Escote C Inglaterra vecll10 Traficante Toribio Bandagna C Irlanda residente Casa de posadas Juan Catel S Inglaterra vecino No tiene oficio Patricio Ojara S Irlanda residente Maestro sastre D. Adrián de Noyer & Cía. S Inglaterra residente Hombre de negocios D. Ricardo Hore S Inglaterra resi dente Hombre de negocios Francisco Trobridge S Inglaterra residente Hombre de negocios D. Martin Visconte C Inglaterra residente Cónsul Thomas Jaston C Inglaterra Maestro relojero D. Joan Pitts S Inglaterra Casa de negocios D. Guillermo Teri V Irlanda Hombre de negocios D. Pedro Bat'anen S Inglaterra Hombre de negocios Diego Verde C Inglaterra Hombre de negocios Lorenzo Lee C Irlanda Tienda de encajes blancos D. Carlos Ru ssell C Inglaterra Cónsul D. Francisco Brun S Irlanda residente Casa de negocios Raimundo Gerardino C Irlanda Corredor de lonja Patricio Uval C Irlanda Casa de posadas D. Gerónimo Blanco V Irlanda Vive de socorros D. Antonio Halfich S Inglaterra resi den te Hombre de negocios D. Thomas Pers Inglaterra Hombre de negocios D. Patricio Donoc Irlanda Corredor de lonja D. Simón Rojes C Irlanda residente Hombre de negocios D. Carlos Black S I Irlanda Hombre de negocios

I

I

Fuente: A.M.C., Sección Padrones, n° 1.004 .

342