La casa del pánico
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Transcript of La casa del pánico
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CEIP Virgen de Belén de JacarillaCEIP Virgen de Belén de JacarillaCEIP Virgen de Belén de JacarillaCEIP Virgen de Belén de Jacarilla (Alicante)(Alicante)(Alicante)(Alicante)
CEIP Padre Manjón de BurgosCEIP Padre Manjón de BurgosCEIP Padre Manjón de BurgosCEIP Padre Manjón de Burgos
Autores y autorasAutores y autorasAutores y autorasAutores y autoras Nacho MasNacho MasNacho MasNacho Mas
Israel SánchezIsrael SánchezIsrael SánchezIsrael Sánchez María RodríguezMaría RodríguezMaría RodríguezMaría Rodríguez
Ana ValAna ValAna ValAna Val Paula PerdigonesPaula PerdigonesPaula PerdigonesPaula Perdigones
Samuel ReySamuel ReySamuel ReySamuel Rey Álvaro SerranoÁlvaro SerranoÁlvaro SerranoÁlvaro Serrano
ProfesorasProfesorasProfesorasProfesoras Conchita LópezConchita LópezConchita LópezConchita López
Julita FernándezJulita FernándezJulita FernándezJulita Fernández
Alumna en prácticasAlumna en prácticasAlumna en prácticasAlumna en prácticas Marta PérezMarta PérezMarta PérezMarta Pérez
Dedicamos este cuento
a todos los niños y niñas que están sufriendo en Haití,
a quienes no pueden asistir a la escuela por tener que
trabajar…
Queremos que todos los niQueremos que todos los niQueremos que todos los niQueremos que todos los niños y niñas del mundo
¡sean felices!
La casa parecía acogedora, pero en ella había algo
que me causaba pánico: no tenía suelo, entonces
¿cómo me sujetaba yo?
... ¡Pues a la tubería que estaba en el techo y que poco
a poco se iba descolgando!
Al descolgarse la tubería nos íbamos acercando al
precipicio que era muy oscuro y no sabíamos los
peligros que podría haber dentro.
¡Tenemos que intentar que la tubería no siga
descolgándose! Porque si no, nos caeríamos al
precipicio.
Para que la tubería no se descolgase, decidí coger una
cuerda que tenía en el bolso de mi abrigo mágico;
íbamos a colgarla en el tejado y de repente nos dimos
cuenta de que no había tejado.
Miré a mis pies y a mis manos repetidamente.
Escuché una voz muy extraña que decía:
- “Me debes una”.
¡Era mi abrigo! Sin duda era mágico, pero me
parecía extraño que pudiera hablar o salvarme la
vida.
- ¡Vale! Primero explícame por qué hablas…
El abrigo fue al grano y dijo la causa:
- Estoy aquí por una causa. Tengo que hacer una
misión muy importante.
La niña, sin creer lo sucedido, dijo:
-Bien, ¿cuál es esa misión?
-Mi misión es ayudarte, pero antes tienes que
ayudarme tú a mí. He perdido un botón y sin él mi
magia no está completa. Tú debes encontrarlo –
dijo el abrigo.
- ¿Dónde voy a buscar tu botón si aquí no hay ni
suelo ni techo? – preguntó la niña.
- Tírate por un precipicio – propuso el abrigo.
Y Leyre, que así se llamaba la niña, no tuvo más
remedio que tirarse, aunque le diera mucho miedo.
¿Qué pasaría ahora?
Vio algo rojo… ¡Era fuego!
Mientras estaba cayendo hacia el fuego, el abrigo se
transformó en un paracaídas y entonces le dije que
me llevara a un saliente que había allí.
Aterricé sobre él y vi algo negro… ¡Era el botón!
Había que recuperarlo cuanto antes.
En ese momento un ave sobrevolaba el fuego y le dije
que me llevara hasta el botón.
El ave, que era un águila, me cogió rápidamente para
llevarme cuanto antes.
Cuando bajábamos le dije:
- ¡Más rápido, más rápido!
El águila parecía que me entendiese y fue más rápido
y así pudimos recuperar el botón, pero ¿Cómo
íbamos a coser el botón si no teníamos hilo ni aguja?
Vi una aguja enhebrada con un hilo que colgaba de
un armario. ¿Cómo voy a llegar hasta allí?
Empezó a mirar y vio un puente que conducía hasta
la aguja, lo cruzó rápidamente, la cogió, empezó a
coser el botón y al terminar salió un fuerte destello y
la casa ya tenía todas las habitaciones, un suelo, un
techo…
Lo que le pasaba a Leyre era que su abrigo mágico ya
no lo era, sólo servía como un abrigo normal.
“Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”.
Emily Dickinson.