La Batalla de Qadesh
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Mapa e) pro'eso para la situacin poltica de abos
reinos donde se puede apreciar 'cilente el ine)orable
proceso $ue les llevar a un contacto e)pansionista en la
/ona. 0Iagen apliada al 'inal del artculo1.
;al # como se 'e en el reinado
anterior, de $eti I, # como se puede
obser'ar en el mapa ad-unto, los
intereses egipcios en la %ona cocan,
directamente, con las pretensiones e
intereses de la otra potencia de la poca:
los Hititasque #a frenaron el a'ance de
$eti I # que aora se ocuparan
nue'amente de bloquear a 3amss II.
En esta tendencia, diferentes
enfrentamientos # -uegos polticos
ocasionaran una larga istoria de
ostilidades # enemistades que tendr&n,
como punto &lgido que no culminante,
6LVEQUE, P. (DIR), Ibidem, pp. 16!1"0.
la batalla de 8ades que nos ocupa.
$iendo esta omnima a la anterior pero
muco me-or conocida gracias a la
'ersin egipcia encontrada/ donde nos
narran los ecos ( siempre desde la
perspecti'a egipcia cabe recalcar ( en lo
que se a 'enido a llamarEl poea de
Qadesh.
;ras la batalla, de la cual
ablaremos con ma#or detalle tras
presentar a los ititas/ se sucedieroncombates espor&dicos en 0alestina del
2orte sobre todoF # diferentes
maniobras polticas # diplom&ticas para
consolidar los intereses # las posiciones
de cada contendiente. Esto dur asta la
firma de un ;ratado entre ambas
potencias ( que asimismo 'eremos m&s
adelante ( en la que ultiman las
ostilidades pasando a operar en un
nue'o panorama poltico de
acercamiento # entendimiento,
guardando cierto status $uo/ e n un
equilibrio que nos puede recordar ( con
alegres saltos anacrnicos (a nuestro
siglo 11 europeo.
Gna nue'a amistad que se acab
por fraguar tras a9os de guerra #
enfrentamientos/ una nue'a
configuracin poltica que nace =? a9os
m&s tarde de uno de los episodios blicos
m&s conocidos del $egundo Milenio.
7LVEQUE, P. (DIR): Ibidem, p. 16!.
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La pol"tica e#terior eipcia.
$e suele creer que durante el
reinado la +ere-a de Amenofis I,
m&s conocido como Aenatn/B
Egiptorenunci a su poltica exterior de
expansin # asegurarse la posesin de
las diferentes rutas comerciales que le
permitan tener acceso a diferentes 'as
# mercados/ rutas que pasaban por la
costa palestina.
2ada le-os de la realidad, lo que lapoltica interna durante este reinado
pro'oc, -unto con un reno'ado
expansionismo itita en la regin
asi&tica, fue la prdida parcial de la
egemona ( +uur, Qadesh, garit (
en el territorio asi&tico lo que, a su 'e%,
pudo moti'ar la belicosidad de la6inasta 1I1 que emos contemplado,
en el intento de resurgir # recuperar el
terreno perdido desde ;utmosis III
asta $eti I/ al comprender que la
posicin geogr&fica marginal de Egipto
le obligada a mantener una presencia
constante en territorio asi&tico para no
perder # defender tanto sus intereses
como su poder estatal.
8PRE#, A.: $%ra&ad' d Pa *&r +a&&-ili III
Ra/-- II, Historiae, 6, 200!, pp. 38.
9PRE#, A., Idem p. .
En estos tiempos, durante el
reinado de Amenofis I?/ el reino de
Mitanni sucumbi al poder itita a
causa de las campa9as militares de
Suppiluliuma, obligando a una nue'a
reorgani%acin diplom&tica # poltica en
la %ona, con una nue'a enfocacin #
preocupacin itita por la %ona de
0alestina, alrededor del reino de Amurru
# dirigidos a establecer un 'irreinato en
2ar3eish. Acciones para defender sus
intereses en la %ona # poder acer frente
a un nue'o enemigo que les surga al
este: Asiria.
6ica poltica itita, que luego
'eremos desde la otra perspecti'a, afect
a un Egiptoprimeramente algo retrado
( pero que no aba abandonado
posiciones ( que tu'o que actuar para
acer notar la presencia egipcia en la
%ona en lo que, curiosamente, no de-an
de ser los mismos moti'os por los que el
reino de Hatti estaba presente: el control
# el acceso a las rutas comerciales acia
$iria # 0alestina/ aplicando el mismo
-uego ( recordemos que una presencia
militar estable # acti'a es altamente
costoso ( siendo este el diplom&tico/
aciendo gala de redes de alian%as en la
10PRE#, A., Idem p. 61.
11PRE#, A., Idem, p. 63.
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%ona para asegurarse el tan anelado
control.
Esta +respuesta egipcia 'iene
dada primero por $eti I=
e-empli%adano #a por sus campa9as que emos
antedico, sino tambin por la
construccin del 4&aino de Horus5,
un entramado de fortale%as #
asentamientos pensados # dirigidos para
el abastecimiento de la tropa # la
defensa de la ruta de entrada a Egipto.Hasta el intento de ambos faraones,
$eti I # 3amss II, en ganar a los
ititas en sendas batallas de 8ades #
otras co#unturales mientras acan
frente a otros problemas (como los
libios que se an mencionado(
apro'ecando@ la debilidad itita en la
regin fa'orecida por las agresiones
asirias del este, los aqueos por el oeste #
lucas internas/ durante el reinado de
Mursili II# deMuatallis.
El Reino de Hatti.
isto a groso modo a los egipcios,
contextuali%ando concretamente la
posicin # estado que les ocupaba tiempo
antes de la 7atalla, nos acercamos a un
estado altamente desconocido pero
sumamente importante: el 3eino de Hatti,
12PRE#, A., Idem, p. 6".
13A%ELA, 4 VIDAL. 5 (ED.):A latac.ar7l'*a, La Mara*a, 2012, p. 1.
o los Hititas/ del cual #a emos 'isto algo
en las relaciones de la poltica exterior
egipcia.
A tener de un talante conclu#ente,empe%aremos esta istoria con
$upiluliuma quien es considerado el
persona-e que recuper el prestigio # la
grande%a del 4Iperio Hitita567. Entre
el @F? # el @D=, luc por toda
Anatolia aciendo sentir el eco de
aquellos primeros ititas que llegaronde le-os para configurar una entidad
poltica unificada mediante un agresi'o
expansionismo militar desde su primera
capital, Hattusa/ en una espiral de
anexin # expansin de un estado
territorial que giraba en torno a la figura
del re#>, en lo conocido como 3eino
Antiguo, furor que $upiluliuma I
acogi en su seno con m*ltiples
campa9as, para asegurar la posicin
itita en la pennsula anatlica, # m&s
all& de esta/ al anexionar con xito el
reino de Ji%%utKatna, asta aora en
poder de Mitanni, se asegur el paso a
149AER, ;.: Historia del Cercano Oriente.
ala/a*7a, Edi7i'*- U*iLE#, 5.M.: $El I/pri' +i&i&a.
;ara7&r?-&i7a- -*7ial- 7a7- dd-arr'll' d *a 'ra*ia7i@* i/prial/@*i7a dl =ri*& Pr@Bi/' (II /il*i'a.;.), Gerin.211, 2003, pp. 112.
169AER, ;., Ibidem.
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$iria #, por ende, a fi-ar su potencial
militar en el enemigo que le frenaba sus
pasos: Mitanni.
;ras una primera ofensi'a exitosaF
conquistando Alepo # consiguiendo la
promesa de lealtad de 'arios prncipes
sirios, se organi% una 4coalicin5
antihitita, encabe%ada por Mitanni con el
fin de frenar este nue'o a'ance territorial
# de influencia del reino de Hatti. En esta
contienda, donde $upiluliuma consiguiatacar el reino urrita asediando su
capital/ anexionarse 8ades # atacar
Jaremis/ los egipcios, ba-o la
direccin del aparente inacti'o Amenofis
I, atac con bra'ura la posicin de
8ades ( que se aba pasado al bando
itita, siendo una pie%a cla'e en elcontrol de $iria ( en @D?, mientras el
re# itita estaba ocupado en Jaremis.
$ituacin que, sorprendentemente, se
solucion a fa'or de Hatti con la 'ictoria
de su re# apoder&ndose de Jaremis,
castigando a los principios que se aban
re'elado # con la reconquista de 8ades/
lugar que #a se muestra esencial en el
de'enir de las relaciones de estas ambas
potencias.
$upiluliuma I de-B las regiones
conquistadas en manos de sus dos i-os,
179AER. ;., Ibidem, p. 1!6.
18LVEQUE, P. (DIR.), Idem, pp. 32C32!.
tanto Alepo como Jaremis,
Arnuan!a II# Mursil II. El primero
rein durante poco tiempo, aunque no
exento de batallas # campa9as/ siendo
su sucesor su ermano Mursil II. El cual
tu'o que acer frente a una serie de
ad'ersidades # co#unturas que icieron
peligrar no solo la estabilidad del 3eino
de Hatti sino de su existencia tal # como
se aba gestado en manos de su padre.
0ues el reino de8r/a"a, acia el oeste,
se suble' contra Hatti ( con apo#o
egipcio ( # las tribus del norte, los
gasgas, atacaron de nue'o la capital/
-unto con la presin Asiria por el este #
diferentes problemas internos que
supusieron una ardua tarea para Mursil
II que se encarg, durante su reinado, de
conseguir estabili%ar las fronteras
ititas, # su firme posicin geopoltica
all donde aban llegado a operar. $e
castigar& a los que osaran enfrentarse a
ellos # protegeran el territorio para la
llegada al poder de su i-o,Muatalli,
coprotagonista de la 7atalla de 8ades
contra 3amss II.
6el reinado de MuKatalli a#
pocos documentos, pero s que existen
diferentes fuentes que ablan de su
persona: desde los documentos egipcios
que narran la batalla asta las
+memorias de su ermanoHattusil III
19LVEQUE, P. (DIR.), Idem, p. 32!.
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0or el lado itita, tras el traslado
de la capital que emos contemplado/
MuKattali== teniendo en mente el
ob-eti'o de acabar #a por todas con las
pretensiones egipcias en $iria # sus
interferencias/ se aba ganado la lealtad
oscilante de 8ades # asegurado sus
posiciones posteriores reafirmando el
poder en Jaremis # Alepo. MuKattali
reuni una ingente cantidad de tropas,
de mu# 'ariada procedencia ( estados
'asallos, aliados, propios # mercenarios
( con el fin de frenar el +coleta%o de
3amss II.
$i se tienen en cuenta las fuentes
egipcias=@ para el n*mero de tropas
congregadas=D, el e-rcito enemigo (
itita ( contara con un total de DF.>??,
inclu#endo unos @>?? carros ( los
tanques de la poca( # @F.??? soldados.
En cuanto a los egipcios, 3amss II
aba reunido las tropas en la nue'a
capital, 0iL3amese, formadas por cuatro
di'isiones reclutadas en cuatro ciudades
diferentes: 9ebas !di'isin de Amn",
Helipolis !3a", Men'is !0ta" #,
seguramente, de 9anis !di'isin de
$ute-"( marcando de la ciudad en
22R;E, %., Idem, p. 2!1.
23D'*d dF/'- &*r * 7a*&' la
-FG&i
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estaba dispuesto a cru%ar el *rontespor
un 'ado cercano a +habtuna;, se le
presentaron dos +indgenas que
aseguraban su lealtad al faran=B,
inform&ndole de que las tropas ititas
estaban le-anas, en Alepo, temerosas del
a'ance egipcio, siendo ellos en'iados
por sus -efes tribales para informarles de
dica informacin con el pretexto de,
una 'e% 'encido el re# itita, poderse
librar de l # ser'ir al faran.
En realidad=, eran dos ser'idores
ititas en'iados para enredar a los
egipcios con una treta que,
aparentemente ( contra toda lgica
militar de en'iar exploradores o de #a
tenerlos sobre el terreno, por lo que
parece ser un +recurso literario m&s
que la realidad a'enturo ( funcion a la
perfeccin, # 3amses II cru% el
5rontes confiado con la di'isin de
Amn *nicamente, sin esperar la
llegada de las otras tres di'isiones,
siendo la de 3a la m&s cercana.
a cru%ado el 5rontes, ocup
una posicin al noroeste de 8ades,
constru#endo un campamento como
preparacin para el asedio de la ciudad,
27R;E, %., Idem, p. 2!2.
28A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, p. 26.
29A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, pp. 2"28.
# aguardando la llegada de las otras
di'isiones, con la finalidad de iniciar el
combate confiado@?. En esta tesitura,
mientras las tropas de 3a empe%aban a
cru%ar el 'ado, 3amss II captur dos
exploradores ititas que aban sido
en'iados por MuKattalis para asegurar
la posicin exacta de las tropas egipcias.
Estos, tras recibir 'arios golpes,
re'elaron la autntica cercana del
e-rcito itita.
3&pidamente, 3amss II@ intent
sol'entar la situacin despacando
correos a las di'isiones deRa # dePtah,
inst&ndoles a dirigirse acia el
campamento (la de +ete( estaba
demasiado le-ana como para ser'ir para
algo( mientras que, sin saberlo, las
tropas ititas se lan%aban a la carga
contra la di'isin de 3a, que acababa de
cru%ar el ro # se allaba despre'enida
contra el ataque. 3otas sus defensas
mediante los carros de ataque ititas, #
con una infantera dispuesta a someter a
sus enemigos, 3amss II 'io perdida la
batalla # cuenta el 4Poea de Pentaur5
( fuente egipcia ( que@=el faran, en 'er
el peligro, se lan% a la carga l solo,
30R;E, %., Idem, p. 2!3.
31R;E, %., Idem, p. 2!C.
32A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, pp. 282!.
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rodeado por lo me-or de las tropas
ititas # que, tras re%ar a Amn, est le
respondi con la 'ictoria. 5b'iamente,
no estaba solo, pero s que seguramente
en inferioridad numrica. 0ero la
eterogeneidad de las tropas ititas,
-unto con que se les pagaba merced al
botn, propici que los egipcios
pudiesen recuperarse en un frente m&s
slido, aciendo retroceder a la
caballera itita.
MuKattalis@@ no particip
directamente en la batalla, pero s que
desde un promontorio cercano, obser'
la retirada de sus tropas, optando por
en'iar el resto de ??? carros que tena
para atacar el campamento, desde otra
posicin. Ese intento se 'io pri'ado por
la llegada de fuer%as egipcias de
refresco, que aban sido en'iadas por
otra ruta, en 'a de acceso desde el reino
de 8urru, acia 8ades. Estas tropas,
-unto con la llegada de las di'isiones
restantes, propici la retirada itita, # es
aqu donde las fuentes egipcias exiben
que el monarca itita pidi clemencia #
se rindi ante 3amss II, perdon&ndole
este la 'ida # 'ol'iendo a Egipto entre
laureles de 'ictoria, donde narrara sus
a%a9as en las paredes de los templos
citados.
33A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, pp. 2830.
0or lo pronto, se debe tomar este
relato como un claro e-emplo de
magnificencia del faran, en su imagen
de -efe 'ictorioso i-o de Amn, que
gan en la batalla in e)treis contra
todo pronstico, siendo el garante del
orden frente al caos, del equilibrio, # el
defensor de la aaten lo que signific el
fracaso de la acometida africana en el
ob-eti'o de recuperar los territorios
perdidos por los ititas, # la prdida que
signific de autoridad en $iria.
Tras la &atalla: El tratado.
El recuerdo de 8ades segua'igente en los a9os siguientes al
combate, donde una calma tensa reinaba
en las relaciones entre los ititas # los
egipcios, con tomas # dacas +pasi'os,
ba-o la sombra de las implicaciones de
34A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, p. 31.
35R;E, %., Idem, p. 2!6.
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otra derrota ( o de otras +tablas ( para
ambos contendientes pero, sobre todo,
para los egipcios #a que el reino Hitita
no buscaba expansionarse m&s acia el
sur, mostr&ndose dispuestos a preser'ar
esa calma si los egipcios no acometan
de nue'o acia el norte@, una calma que
en parte, estaba aseguraba por los
crecientes problemas que ambas
potencias empe%aban a mostrar en otras
fronteras: los libios para los egipcios #
los asirios para los ititas. Estos
problemas que acrecentaban la
utili%acin de recursos, tanto militares
como econmicos # polticos, en una
concentracin cada 'e% ma#or de cada
estado por su +problema particular@F,
acaban por generar una nue'a co#untura
poltica, pr&cticamente impensable unos
a9os antes.
Mientras Mursilis III suceda a
MuKattalis, # Egipto 'i'a ba-o el largo
reinado de 3amss II, los problemas
internos de Hatti, 'ol'an a repercutir en
la estabilidad del reino@B, al ser Mursilis
III expulsado del trono por parte de su
to,Hattusili III, -unto con la anexin
36A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, p. 32.
37PRE#, A., Idem, p. "C.
38A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, p. 33.
asiria de un importante territorio itita (
Hanigalbat( en detrimento de la
posicin de Hatti en su egemona.
Mursilis III se refugi,
sorprendentemente, en Egipto #
Hattusili III no fue reconocido por
Asiria o por Egipto, lo que gener un
+'aco poltico que de-aba en mala
posicin en la estrategia internacional a
Hatti. )o que pro'oc que gran parte
del reinado de Hattsuli III se dedicara
m&s a la diplomacia que a la guerra,
reconociendo la potestad de Asur,
inclusi'e, del territorio del este perdido
a manos asirias.
2inguna de estas polticas acab
por apaciguar o debilitar a Asur, lo que
ocasion, a su 'e%, que se dirigiera a la
*nica potencia que le restaba, Egipto@/
en un amago por conseguir 'arios
ob-eti'os en un suelo. Acord la
legitimi%acin que tanto ansiaba,
conseguir que Egipto ( como mnimo (
no prestase apo#o a un intento de
recuperacin del trono de Mursalis III, #
la a#uda inestimable de Egipto contra el
creciente poder asirio. 0or otra parte,
3amss II ( #a m&s 'ie-o ( aba
aprendido que la persecucin del sue9o
de recuperar el imperio de ;utmosis
III, era pr&cticamente una quimera,
39A%ELA, .4 VIDAL. 5. (ED.), Idem, pp. 3C3.
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mientras que frenar el poder de Asur, le
proporcionara una base de mo'imiento
rele'ante en los restantes territorios
sirios que le restaban, a la par que se
ganaba el mrito de una 'ictoria
diplom&tica al 'ender el pacto ( a ni'el
interno ( como una muestra de que el
+gran enemigo se acercaba temeroso a
implorar a#uda al faran. Este xito
reafirmara m&s su posicin dentro de la
-erarqua egipcia.
6urante el transcurso de la firma
del tratado, ambos reinos pudieron
centrar sus preocupaciones en los
diferentes problemas que tenanD?en su
entorno m&s inmediato, recordando el
agotamiento que empe%aban a mostrar
sendos imperios. Ese debilitamiento se
ara e'idente con los 0ueblos del Mar
alrededor del =?? a.C. 6ico tratado
que, en una r&pida lectura permite
apreciar el cambio de connotacin
implcito en su firma, as como en la
configuracin del panorama poltico
contextual al mismo,Dexpona: defensa
mutua, apo#o, nunca atacarse en fin,
el cat&logo de las buenas relaciones
entre dos contendientes que buscaron la
derrota del otro, # que aora, amparados
por ese debilitamiento, # le-os de su
podero, buscaban el apo#o del otro (
qui%& m&s simblico que efecti'o ( en
el por'enir de los siguientes a9os #
lustros.
'onclusiones.
Con premura # pocas p&ginas, se
an podido abordar los pasos pre'ios #
el desarrollo de una de las contiendas
m&s conocidas del mundo antiguo,
40PRE#, A., Idem, p. "".
41PRI%;+ARD, 5.. (ED.).:Ancient near
Eastern Tets Relatin! to t"e Old Testament.
Pri*7&'*, Pri*7&'* U*i
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permitiendo, a su 'e%, conocer los dos
contendientes.
0or un lado, una Hitita poderosa,
que aba culminado su ascenso acapoco, # que lucaba por conseguir #
preser'ar su posicin egemnica en un
mar internacional de lucas intestinas, #
diplomacias de doble lice/ una Hatti
preocupada por conseguir # mantener un
prestigio # una posicin en su pugna por
expansionarse, crecer # sobre'i'ir.0or otro lado, un Egipto que busca
resurgir de sus ceni%as, emulando las
acciones de ;utmosis III, de la 6inasta
precedente, en su b*squeda de ese $anto
Nrial que significaba la salida comercial
# militar acia Asia, mediante 0alestina #
$iria, # el intento de recuperar el
prestigio anelado por ;utmosis III.
Oueron por tanto dos entidades
que cocaron en la persecucin, qui%&,
del mismo sue9o # ob-eti'o: la
expansin territorial de su reino allende
las fronteras naturales de su origen, dos
+imperios que toparon en el mismo
camino, # que aguardaron, expectantes,
a las puertas de 8ades para medir a su
contrincante, # probar as su 'ala,
siendo las tablas, el resultado de la
batalla, la me-or imagen para definir la
talla de estos dos actores polticos,
dcadas antes de su decli'e sin par.
BIBLIO(RA)*A.
A2;E)A, 7/ I6A). < !E6$.": 8 l=atac.
7arcelona, )a Magrana, =?=.
73CE, ;.: El Reino de los Hititas. Madrid,
C&tedra, =??.
N52PQ)EP, @LB>.
03I;CHA36,
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"Porta!a# Iagen donde apareceRases II cobatiendo con su arco desde su
carro en la Batalla de Qadesh contra los hititas
de Mu"atalis II. Representacin $ue sirve de
enlace a la visin egipcia de la victoria de la
batalla por su parte ! de las valerosas
actuaciones de su 'aran en el cobate
aplastando las tropas eneigas.