LA ARQUITECTURA DE LA JUSTICIA 1956 - 2006 · Rico dentro del vocabulario de la arquitectura del...
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Exhibición con motivo del cincuentenario de la actual sede del Tribunal Supremo de Puerto Rico. Presentada por la Fundación Histórica del Tribunal Supremo de Puerto Rico y coordinada por el Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico [AACUPR]
LA ARQUITECTURA DE LA JUSTICIA1956 - 2006
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Fundación Histórica del Tribunal Supremo de Puerto Rico
La Fundación fue creada a través de un fideicomiso constituido por el Honorable Juez José Antonio Andreu García
el 25 de abril del 2001. La Fundación opera como un fideicomiso sin fines de lucro a través de una Junta
de Fiduciarios compuesta por 13 miembros y un Director Ejecutivo.
Propósitos
1. Publicar, promover y facilitar la publicación de libros, monografías, escritos y materiales sobre temas
relacionados a la Judicatura de Puerto Rico
2. Promover investigaciones históricas sobre el Tribunal Supremo, su rol en nuestro sistema democrático y el
desarrollo del derecho puertorriqueño
3. Apoyar los esfuerzos de la Junta de Educación Continua del Tribunal Supremo de Puerto Rico
4. Promover la preservación de documentos, instrumentos y objetos de interés histórico del Tribunal Supremo,
de todos sus jueces y sus demás integrantes
5. Promover la conservación de la sede del Tribunal Supremo de Puerto Rico, sus edificios, su entorno, sus
colecciones, mobiliarios y demás bienes
6. Promover la restauración, recopilación y recobro de fotografías, objetos y documentos de valor histórico
7. Restaurar y actualizar la colección de pinturas y retratos de miembros del Tribunal Supremo
Junta de Síndicos
Presidente: Lcdo. José M. Rodríguez Garrido
Primera Vice Presidenta: Lcda. Ivette González Buitrago
Segunda Vice Presidenta: Sra. Ángela Weyne
Secretaria: Sra. Loren Ferré
Tesorero: Ing. Luis A. Rivera Siaca
Directoría Ejecutiva: Marchand ICS Group
Sr. Luís Álvarez
Sra. Annie Astor Carbonell
Hon. Baltasar Corrada del Río
Sr. Miguel Antonio Ferrer
Dr. José Raúl Montes
Sr. Ramón Prats Rodríguez
Lcdo. Juan Ramón Zalduondo
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Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico:
Enrique Vivoni Farage, curadoría y textos. Mary Frances Gallart, revisión de textos. Mara A. Robledo, diseño gráfico exhibición, catálogo y folleto. Elena García, Nydia Vigil, Lorell Santiago Rodríguez, Joel J. González Arocho, Noel Delgado Rivera, Carlos Jiménez Rodríguez, Gabriel Guzmán Ortiz.
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Cincuenta años después de la apertura de esta grandiosa estructura, celebramos su
diseño visionario enmarcado por uno de nuestros más significativos parques citadinos.
En 1956 el Tribunal Supremo de Puerto Rico se mudó a su actual casa, luego de haber
pasado por tres anteriores sedes.
A nombre de los fiduciarios de la Fundación Histórica del Tribunal Supremo de Puerto
Rico les damos la bienvenida a esta magnífica exhibición que despliega y realza el valor
de esta joya arquitectónica. Culminada su estadía en la sede del Tribunal Supremo de
Puerto Rico, la exhibición viajará por las distintas sedes regionales de la Administración
de Tribunales, escuelas y otros espacios públicos para brindarle a la comunidad la
oportunidad de apreciar el diseño y la historia de este edificio y de sus creadores, la
firma de arquitectura Toro y Ferrer [1945-1984].
Reconocemos la labor del Dr. Enrique Vivoni Farage, director del AACUPR y todo su
equipo de trabajo. Además, agradecemos a nuestro colaborador UBS Financial Services
Incorporated of Puerto Rico, que hace posible impartir a nuestro pueblo un nuevo
conocimiento sobre esta Institución, el Tribunal Supremo de Puerto Rico.
Es nuestro deseo que todo Puerto Rico la disfrute.
Lcdo. José M. Rodríguez Garrido, PresidenteFundación Histórica del Tribunal Supremo de Puerto Rico
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Arte tropical:El imaginario de Osvaldo Toro y Miguel Ferrer
en la formación de una nueva arquitectura para Puerto Rico
“Architecture is a business, no doubt. But sometimes we find ourselves searching for an answer to an artistic problem to satisfy ourselves. We’ve taken a chance on certain projects we’ve believed in, and come out in the red. We spent more money than we were paid, by changing, altering or redesigning. These are changes made before the client has even seen the plan”.
Osvaldo Toro, 1961 1
IntroducciónCinco décadas de nuestro pasado reciente comprimen dos instancias, inseparables, que descollan por su enfoque en la expre-
sión de la arquitectura Moderna. La primera estuvo dirigida hacia el bienestar social, la segunda, hacía la imagen del
Estado. En ambas se destacan importantes figuras; sin duda alguna la de Luis Muñoz Marín, en la primera instancia
como presidente del Senado, en la segunda como primer gobernador electo. En ambas también están vinculados dos
importantes arquitectos puertorriqueños, Osvaldo Toro y Miguel Ferrer. En la primera, se iniciaron en un nuevo lenguaje
arquitectónico, en la segunda fueron propulsores del mismo. Son momentos en que el arte tropical, tanto político como
arquitectónico tiene sus más lúcidas expresiones. Las repercusiones de estos cambios paradigmáticos son monumentales
y como registro de los mismos, surge una arquitectura radicalmente diferente.
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Fig. 1: Auditorio, Hogar Insular de Niñas, San Germán, P.R., 1945.Comité para Diseño de Obras Públicas.
Fig. 2: Alcaldía de Maricao, 1944. Comité para Diseño de Obras Públicas.
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De pan y de tierra: La arquitectura de consideración social
Es 1943, inicios de una década difícil. El proyecto de gobierno del gobernador Rexford G. Tugwell y el Partido Popular son azota-
dos constantemente en Washington, lo que pone en peligro la frágil estabilidad política alcanzada en las elecciones de
1940. En el eje de esta controversia están los ataques frontales, de algunos políticos estadounidenses, al gobernador
Tugwell y su programa de gobierno llamado por aquellos “de corte liberal, fascista o comunista” que se consolidan en
un comité senatorial que, reunido en San Juan, intenta desbancar al gobernador. Para Luis Muñoz Marín estas riñas
ideológicas, algo fanáticas de congresistas como Tydings y Bell, se alejan de los verdaderos problemas de Puerto Rico
que debe atender el Congreso; por lo cual en su ponencia ante el Comité Bell, Muñoz redirige la atención a su prioridad:
evitar la estrangulación económica del pueblo:
Recomendamos un ataque frontal sobre las causas económicas de estos males. Puerto Rico necesita no menos de
doscientas mil viviendas nuevas –pequeñas, modestas, pero decentes–. Puerto Rico necesita la eliminación de focos de
malaria. Puerto Rico necesita el desarrollo de abastecimientos de aguas puras, especialmente en los campos. Puerto
Rico necesita mayores facilidades de hospitalización. Puerto Rico necesita mayores facilidades educativas. Puerto Rico
necesita poder alimentarse decentemente.2
En medio de este ambiente, Muñoz propone “ ¡…que se acabe el manoteo estéril de la garata! Que las manos se usen para
bregar, como manos de hombres, con el presente y con el porvenir” por medio de un gobierno de rescate que le brin-
dara al pueblo, por lo menos, el mínimo grado de decencia. Dentro del paquete de leyes propuestas para cambiar la
condición puertorriqueña, el 12 de mayo de 1943, la Legislatura aprobó la ley habilitadora número 122 que facultaba
a la Junta de Planificación a crear un comité compuesto por profesionales del diseño. Ese comité se conoció como el
Comité para Diseño de Obras Públicas.
El establecimiento del Comité fue concebido como una organización de emergencia que prepararía los pla-
nos para un nuevo Puerto Rico de la posguerra. Así como la Puerto Rico Reconstruction Administration [PRRA] había
constituido el programa de reconstrucción durante la Depresión, el Comité para Diseño tendría como encomienda la
“reconstrucción” material de la posguerra en ánimo de resolver los problemas de raíz, de rectificaciones sociales y
económicas de la ciudadanía.3 La función principal del Comité era traducir las intenciones del gobierno –en cuanto a
obra pública– en diseños específicos, para localidades específicas.4 Como instrumento de bienestar social, el Comité
estaba dirigido hacia la preparación de proyectos de vivienda para las familias de escasos recursos, escuelas rurales y
vocacionales, bibliotecas rurales, hospitales de distrito y centros de salud, centros comunales, comedores rurales, fincas
para maestros, centros gubernamentales y todos aquellos proyectos de construcción que propiciarían la erradicación
de la miseria y el hambre en Puerto Rico. [Figs. 1 y 2].
Cuando Tugwell encomendó a la Legislatura la creación del Comité, Puerto Rico se encontraba en momentos
de desventaja económica ya que todo tránsito comercial estaba afectado por la devastadora guerra en Europa. En
la exposición de motivos –muy a tono con la política económica de John Keynes prevaleciente en el Nuevo Trato– se
asignaron $50 millones para obras públicas con el propósito inmediato de aliviar el desempleo y el propósito final de
crear las instalaciones “indispensables para la felicidad y mayor productividad de nuestro pueblo”.
Una primera instancia
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Fig. 3: Oficina del Comité para Diseño de Obras Públicas, Santurce, 1944
Fig. 4: Escuela rural, 1945
El Comité trabajaría desde abajo, mediante obra transformadora de profunda visión social. Su lugar de acción no sería la capital,
sino la ruralía. El único edificio diseñado y construido para San Juan, fue el edificio para las oficinas del Comité en la
entonces nueva sede del Departamento del Interior en Santurce. [Fig. 3]
Para dirigir la oficina de diseño del Comité, Tugwell invitó al arquitecto alemán Henry Klumb, quien se en-
contraba en Los Ángeles, California. Klumb, contratado apenas en marzo de 1944, definió la política arquitectónica
del Comité. En un memorando del 10 de agosto, Klumb señaló que el propósito fundamental del Comité era diseñar
edificios que no requieran de equipo especializado, sea este mecánico o cualquier otro tipo.5 También definió cuatro
parámetros operativos: utilizar los métodos estructurales más económicos aplicables a un problema y una condición
específicos; utilizar los materiales que sirvieran de manera más económica a las condiciones y localizaciones para las
cuales se diseña el edificio; desarrollar una distribución en planta que sea producto del análisis de las funciones que el
edificio sirve y, finalmente, producir un diseño que respete y acepte las necesidades locales, los hábitos y las tradiciones
de las personas para las cuales se construye.6
En otro documento, Klumb ampliaba esta filosofía de diseño. Si en el eje de toda consideración de diseño
estaban las condiciones económicas y sociales en las cuales se proyectaría el edificio, un análisis de la situación en
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Puerto Rico revelaba que el mayor problema del país era el exceso de mano de obra. De ahí que cualquier programa de
construcción rural debía ser diseñado para emplear el mayor número posible de personas. En lo tocante a materiales
y métodos de construcción, se debían investigar aquellos materiales y métodos locales y su aplicabilidad completa o
parcial al diseño particular. [Fig. 4] Klumb, sin embargo, era consciente de que en un mundo donde aceleradamente
dominaba el paradigma industrial, se hacía cada vez más difícil optar por soluciones naturales y localizadas.
La decisión de diseñar en lo abstracto o diseñar con una base racional-local, o sea, ofrecerle al mayor número de
personas aquello que necesitan con urgencia y no aquello para cual no tiene los medios y en consecuencia nunca
tendrán– es muy difícil de hacer.7
Esto sólo se lograría usando más métodos y materiales locales. Klumb dice que “debemos depender mayor-
mente en las manos y los materiales puertorriqueños para resolver nuestro problema.” 8
Hasta su disolución, en 1948, el Comité para Diseño de Obras Públicas de Puerto Rico emprendió más de 300
proyectos.9 Además había también una misión tutelar que satisfacer: el Comité hizo “escuela” para que una nueva
generación de arquitectos en Puerto Rico debatiera y generara una visión muy particular de cómo diseñar en Puerto
Rico dentro del vocabulario de la arquitectura del Movimiento Moderno. Los principios que regían este movimiento,
como los de limpieza, higiene, economía y felicidad, eran cónsonos con el proyecto gubernamental.
Para el Comité, la intención de la obra pública no era significar procedencia, trasfondo cultural, o tradiciones
para mitigar un cambio radical en el pueblo, sino más bien, representar la imagen de un país moderno y progresista.
El afán por la modernización acercó a los participantes del Comité a la arquitectura europea originada en la década de
1920 por el arquitecto franco-suizo Le Corbusier. Santiago Iglesias, hijo –arquitecto y planificador– fue fiel creyente en
los postulados de esta revolución arquitectónica. En 1945, en un artículo titulado “Futurama de Puerto Rico”, Iglesias
le adjudicó a la Junta de Planificación, la “responsabilidad de planear este futurama en cuanto a lo económico, social,
poblacional, obras públicas, embellecimiento, desarrollo urbano y rural [...] [y...] además todo lo que proteja la salud,
bienestar y el disfrute de una vida más humana por el pueblo.” Por otro lado, responsabilizó a la arquitectura de crear
una mejor vida. Para lograr esto en Puerto Rico, según Iglesias, era necesario establecer un brazo del gobierno que
propusiera “una nueva arquitectura […] siguiendo las líneas del diseño funcional […]. Puede decirse que de aquí sur-
gió una especie de nueva escuela […], preparando por consiguiente a un buen número de jóvenes […] que hoy son
arquitectos profesionales.”10 En este debatir participaron Osvaldo Toro y Miguel Ferrer.
Parece que el destino les había reservado un lugar juntos en sus historias profesionales. Osvaldo Toro se graduó
de arquitecto en la Universidad de Columbia en 1937, y Miguel Ferrer en 1938 de la Universidad de Cornell. Ambos
regresaron a Puerto Rico en el verano del 1938 y comenzaron la trayectoria profesional tradicional de los arquitectos
de la época: conseguir empleo en la mayor oficina de diseño de Puerto Rico, el gobierno. En aquella época la oficina de
mayor demanda profesional era la PRRA. En 1938, la PRRA estaba en el proceso de terminar dos proyectos importantes,
uno académico, la Universidad de Puerto Rico y el otro de erradicación de arrabales, el Tenement Group A, conocido
como El Falansterio. La PRRA los empleó en la División de Ingeniería como junior architects con un sueldo anual de
$1,800. Ambos fueron cambiando de trabajo de acuerdo a las oportunidades disponibles. Antes de llegar al Comité
para Diseño de Obras Públicas habían trabajado en la Autoridad sobre Hogares de la Capital, en la Autoridad sobre
Hogares de Puerto Rico y en la Junta de Planificación.
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Fig. 5: Residencia Fernández Cuyar, Miramar, 1941
Fig. 7: Hotel Caribe Hilton, Puerta de Tierra, 1949Fig. 8: Proyecto de tesis: A Beach Club for San Juan, Miguel Ferrer, 1938
OJO: PENDIENTE A LIMPIAR
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Durante este período también mantenían una práctica privada limitada. En 1939 compartían oficinas en el
edificio González Padín con el arquitecto Jorge Ramírez de Arellano11 quien tenía en proyecto varios chalés en la calle
Trigo de Miramar. Tanto Toro como Ferrer trabajaron proyectos independientes durante los años de 1939 a 1945. De
esta práctica privada surgieron varios proyectos para residencias como la de la familia Fernández Cuyar en la calle
Salinas de Miramar, diseño de Miguel Ferrer de 1941. [Fig. 5] El diseño refleja todavía una apertura a los estilos histo-
ricistas y la casa se diseñó en el estilo del Resurgimiento Español, muy parecido a los chalés que Ramírez de Arellano
había diseñado para los Trigo. En el interior, dominaba una gran escalera, lección aprendida de Rafael Carmoega, quien
desde 1939 había producido varias residencias con escaleras a lo Gone With the Wind.12 La distribución en planta y la
ausencia del pasillo también recuerdan a la obra de Pedro A. de Castro.13
En 1945, un concurso para diseñar un hotel auspiciado por la Puerto Rico Industrial Development [PRIDCO]
provocó el cambio más significativo para Toro y Ferrer: asociarse con el ingeniero Luis Torregrosa bajo la rúbrica de
Toro Ferrer y Torregrosa. [Fig. 6] Otros arquitectos empleados del gobierno también renunciaron para formar oficinas
privadas para competir en el concurso: Eloy Ruiz, quien fuera empleado de la Autoridad sobre Hogares de la Capital, se
asoció con William Schimmelpfennig, por años arquitecto de la División de Diseño del Departamento del Interior para
formar la sociedad de Schimmelpfennig Ruiz y González. También Henry Klumb renunció a su cargo en la Autoridad
sobre Hogares de Puerto Rico y el Comité de Diseño para formar The Office of Henry Klumb.
El concurso se llevó a cabo tras asegurar la participación de Conrad Hilton como administrador del hotel.
Teodoro Moscoso, director de Fomento Económico, invitó a cinco firmas de arquitectos a que sometieran propuestas
de diseño.14 El diseño ganador fue presentado por Toro Ferrer y Torregrosa, [Fig. 7] un edificio de expresión arquitec-
tónica modernista, representativa de lo que Moscoso llamó “un hotel que enfatizaría los aspectos del ‘good old USA’
de la situación puertorriqueña –lo moderno y eficiente– más que lo curioso y pintoresco.”15 De seguro, la coincidencia
de que Miguel Ferrer había desarrollado su proyecto de fin de curso en ese predio de terreno tuvo que ayudar en su
manejo de las condiciones del lugar.16 [Fig. 8]
Fig. 6: Luis Torregrosa, Osvaldo Toro y Miguel Ferrer, c. 1950
14
El diseño para el Caribe Hilton es excepcional entre la producción arquitectónica de la joven firma de arquitectos. Su diseño,
una estructura de hormigón armado de 10 pisos de alto, logró armonizar la imponente localización en el área de El
Escambrón con las funciones que genera un hotel de trescientas habitaciones. Se colocó el hotel al extremo de la isleta
de San Juan. El fortín cercano le daba ambiente histórico, y el mar le ofrecía la vista de un agresivo Océano Atlántico
y una calmada Laguna del Condado. Ubicado entre lo viejo y lo nuevo, el Caribe Hilton emergía como nuevo símbolo
de un Puerto Rico en marcha.
La aplicación de los conceptos de la vanguardia arquitectónica del momento le confirió al diseño del hotel
su presencia progresista, entre estos: el uso de los pilotis en la primera planta. [Fig. 9] Al usarlos, permitieron que el
usuario, al entrar al hotel, tuviese una vista libre al mar e integrar la vegetación con las áreas públicas en el primer piso.
Un segundo punto del credo modernista que se utilizó en el Caribe Hilton fue la planta libre de paredes de cargas.
[Figs. 10 a-b] Este concepto permitió a los diseñadores crear la torre de habitaciones descansando sobre los pilotis.
Un tercer concepto de la arquitectura moderna aplicado al diseño son los brise-soleil, o quiebrasoles. En el caso del
Hilton, éstos se convirtieron en los balcones de las habitaciones, dándole al exterior del edificio una apariencia de panal
de abeja. Otro concepto utilizado en este diseño fue el de espacios servidos y sirvientes, aglomerando todos los servicios
sanitarios en línea y creando espacios definidos para la circulación vertical. Finalmente, se utilizó el concepto de jardín
en la azotea, que generó espacios para baños de sol y masajes así como jardines en la azotea de la hospedería.
El impacto de esta enorme estructura blanca de hormigón sobre la industria hotelera, los puertorriqueños y
especialmente la profesión de arquitectura no se dejó esperar. Algunos consideraron la estructura ofensiva, calificándola
de “elefante blanco”, o como una “caja de Coca Cola” y otros como la “chifladura de Moscoso”. Sin embargo, la euforia
era de tal magnitud que un mes antes de la inauguración, John Hauser, vicepresidente y gerente general de la Hilton
Hotels International, le comunicó a Moscoso lo siguiente:
El otro día tuve una larga conversación con Frank Lloyd Wright. ... Le mostré fotografías y planos y dijo que pensaba
que era uno de los mejores edificios que había visto. Está muy ansioso de asistir a la inauguración [del hotel]. ... Si su
impresión final es tan fuerte como su reacción a las fotografías, pienso que va a decir cosas muy lindas del hotel que
les darán prestigio a todos los interesados.17
Para la firma de Toro Ferrer y Torregrosa, este hotel fue la iniciación de su rol en la arquitectura de Puerto Rico
como propulsores y protagonistas en la creación de una nueva gramática tropical y puertorriqueña. Para Puerto Rico,
este hotel inició un rol diferente para la obra pública, más allá de satisfacer las necesidades inmediatas para erradicar
la miseria y el hambre con los recursos disponibles, había que darle permanencia con una obra de proporciones mo-
numentales y de gran sofisticación arquitectónica.
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Una segunda instancia
De libertades: Un nuevo Estado y la arquitectura monumental
La experiencia del diseño y construcción del Caribe Hilton [1946-1949] les brindó la oportunidad a Toro y Ferrer [Fig. 11] para
desarrollar los principios arquitectónicos y la práctica profesional que se convertirían en su rúbrica. El éxito del Caribe
Hilton les facilitó la oportunidad de generar cientos de proyectos para el gobierno y clientes particulares. Aunque fieles
seguidores de los postulados del Movimiento Moderno en la arquitectura, no hicieron tabula rasa con el pasado como
predicaba la revolución pacífica de la administración de Tugwell y cimentaron sus diseños en las particularidades de
la vida en el trópico. Descartaron los modelos y estilos del pasado, pero conservaron elementos arquitectónicos que
identificaban a la nueva arquitectura con una tradición edilicia en Puerto Rico.
El Estado Libre Asociado
Existe un segundo momento, en la historia de nuestra arquitectura del siglo XX, donde ocurre un cambió sustancial. Es un mo-
mento donde la arquitectura asume un rol importante en la configuración de una nueva imagen del Estado, una imagen
moderna, de progreso, y de alta arquitectura. Si bien el Comité para Obras Públicas centró sus esfuerzos en mejorar la
condición de la ruralía; en esta segunda instancia la atención del gobierno se desbordaría hacia su propia imagen.
La fundación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico en 1952 marca un hito en la historia política, económica,
social y cultural de Puerto Rico durante el siglo XX, como la culminación de una lucha por la participación con el gobierno
de Estados Unidos. Se entendió que brindaba esperanzas hacia un mejor futuro, lo que permitiría una unión política
aunque mantenía la diversidad cultural. Se entendía que bajo esta fórmula, Puerto Rico se insertaría en las corrientes
de avanzada propiciadas por la relación con Estados Unidos mientras se mantendría una identidad fundamentada en
la propia historia. En esta gestión, Luis Muñoz Marín se concibió como un personaje de motivación creadora, tanto
por lo innovador del proyecto como por sus posibilidades.
No se puede hacer una gran obra de gobierno sin tener algo de poeta por dentro. Gobernar es una cosa bastante
imaginativa y no puede ceñirse a una mera técnica administrativa […]. La fuerza política es una fuerza creadora, es
una visión, es una imagen de algo que se quiere hacer, algo en lo que se sueña, por encima de la administración. Por
eso el político ha de ser un personaje con motivación creadora.18
Fig. 11: Osvaldo Toro y Miguel Ferrer, c. 1960
18
Durante la primera década del Estado Libre Asociado, fueron
muchos los colaboradores que le dieron presencia a
los ideales de este proyecto de gobierno, entre ellos,
los arquitectos que tuvieron a su cargo el diseño de
la nueva imagen de Puerto Rico. Ellos compren-
dieron el “espíritu de la época” y se nutrieron del
entusiasmo que la constitución del Estado Libre
Asociado impartía a toda gestión pública y privada.
También resaltaron el “espíritu del lugar” con una
contribución al entendimiento de una arquitectura
para Puerto Rico que hizo que, en un momento de
nuestra historia, el Movimiento Moderno nos hiciera
sentir que habíamos alcanzado una identidad propia.
Esto lo lograron mediante la sensibilidad hacia el
clima tropical, la utilización de elementos de la ar-
quitectura tradicional; la idea de una vida integrada
con la naturaleza por medio de patios y jardines, el
uso exuberante de la vegetación, grandes aperturas
que facilitaban la fluidez del espacio, y el uso táctil
de los materiales.
Muñoz evidencia lo anterior en su mensaje a la
Legislatura del 14 de marzo de 1951:
Puerto Rico está definitivamente en marcha.
Todavía a través de la noche, pero ya sabe por
dónde es que va a estar al amanecer.19
Los edificios diseñados en la década del 50 para ubicar las instalaciones gubernamentales sirvieron como vehículos para el
Estado Libre Asociado y la nueva arquitectura puertorriqueña propuesta por Toro y Ferrer. En 1952, Luis Torregrosa
decidió continuar su práctica privada por otros derroteros y la firma, llena de proyectos, cambió su nombre a Toro
Ferrer Arquitectos. Tres proyectos son representativos de este nuevo período, el Aeropuerto Internacional, el Tribunal
Supremo y las Oficinas Legislativas.
El Aeropuerto Internacional en Isla Verde, designado “umbral a una isla encantada”, fue inaugurado en 1955.20
Se construyó con el propósito de sustituir las instalaciones de Isla Grande, que resultaban inadecuadas para el nuevo
proyecto económico. Si en 1946 visitaron la Isla unas 17,000 personas, que gastaron $3,400,000, en el año fiscal 1952-
53 visitaron la Isla 108,000 personas –entre turistas y hombres de negocios–, que gastaron $21,000,000.21 Isla Verde
se convertiría en la nueva primera imagen de Puerto Rico que el pasajero aéreo tendría al llegar a la Isla.
En el edificio se destacaron el uso de espacios intersticiales entre el exterior y el interior, la presencia del agua
y otros materiales suaves para contrarrestar la dureza del hormigón, la transparencia de las áreas públicas del edificio,
la protección de las aberturas con elementos arquitectónicos, fueran quiebrasoles, aleros o mamparas, y la preferencia
por líneas horizontales para “anclar” el edificio al sitio. [Figs. 12-14]
Fig. 12 a 14: Aeropuerto Internacional de Isla Verde, Carolina, 1955
20
El Tribunal Supremo de Puerto Rico había transitado por varias estructuras desde su instauración, como lo fueron el edificio
de la Real Audiencia [1832-1867], el Cuartel de Santo Domingo [antiguo convento de los Dominicos] [1867-1931], y el
Capitolio de Puerto Rico [1932-1955]. Finalmente, en 1952, se asignan los fondos para el diseño de una nueva sede en
Puerta de Tierra y esta queda inaugurada en 1956.
El lugar era importante: en el Viejo San Juan radicaba el poder ejecutivo; en el centro de la Isleta, el legislativo
y en la entrada, en el mismo comienzo del eje gubernamental se construiría la sede del poder judicial. El lugar seleccio-
nado fue el sitio donde se habían construido años antes las instalaciones para la PRRA. [Fig. 15] Era un lugar idóneo: su
frente dominaba el extenso parque, a manera de un pequeño mall, mientras que la parte posterior dominaba la entrada
a la Isleta de San Juan. Toro y Ferrer colocaron el edificio en eje con el Parque Muñoz Rivera, [Fig. 16] y debido a que
la topografía ascendía mientras se retiraba del edificio, se optó por una estructura de tres pisos. [Fig. 17]
Fig. 15: Vista aérea de localización propuesta para el Tribunal Supremo, c. 1938
Fig. 16: Plano de localización del Tribunal Supremo en el Parque Luis Muñoz Rivera.
“Creo que según pase el tiempo los meritos de este edificio irán siendo generalmente reconocidos en Puerto Rico, aun por aquellas personas que al principio lo criticaron”
Roberto Sánchez Vilella, Secretario de Obras Públicas 22
23
Arquitectónicamente, el edificio utiliza la estructura expuesta como peristilo clásico que marca, de forma rítmica, la articulación
de la fachada que, con la escalinata monumental y la cúpula llana, evocan la composición del Capitolio Insular. El uso de
pilotis en el primer nivel da la impresión de que el edificio flota sobre el estanque y el verde jardín. En el segundo piso,
el espacio entre las columnas se cierra en las oficinas con grandes paños de cristal y persianas. La sala del Tribunal se
ubica en el tercer nivel debajo de la cúpula y fue diseñada en forma circular para proveer un encerramiento apropiado
para el estrado de los jueces en forma de arco. [Fig. 18]
El edificio atrajo la atención, tanto de sus admiradores como sus detractores. Morris Ketchum, –miembro
del Architectural League de Nueva York– en visita de placer a la Isla, le indicó a la prensa al preguntársele cuál, en su
opinión era el edificio más sobresaliente de Puerto Rico, que eran dos: la Corte Suprema y las Oficinas para los Legis-
ladores.23
El diseño –en 1955– para las Oficinas de los Legisladores muestra la actitud de la firma Toro y Ferrer frente a un monumento del
pasado [aunque reciente], el Capitolio. [Fig. 19] Los arquitectos reconocieron que el edificio no podría competir con el
Capitolio, de modo que cubrieron su fachada con un enrejado que serviría para recalcar todavía más la relación entre
ambos edificios. Indican en el memorial descriptivo del proyecto, que “el tamaño de cada rectángulo del enrejado es
igual al tamaño actual de las piedras de mármol del Capitolio.”24 [Fig. 20] Cónsono con la preocupación de subordinarse
al palacio legislativo, construyeron las oficinas en el lugar discreto que ocupaban los jardines laterales.
Figs. 19-20: Oficinas para los Legisladores, 1955
El edificio que mejor representa nuestra arquitectura es el edificio del Tribunal Supremo.Miguel Ferrer, 2003
24
Fig. 22: Plan maestro preliminar para el desarrollo de Punta Escambrón, 1957
Fig. 23: Maxim’s Restaurant and Guest House, 1957
Fig. 24: Edificio propuesto para Pedro A. Pizá, 1946
MUÑOZ RIVERA PARKPROPOSED STREET DEVELOPMENTSUPREME COURTPROPOSED SITE FOR 150 ROOM HOTEL & RESTAURANTE32 ROOM COBIAN’S HOTEL
FORT SAN GERONIMO HISTORICAL MONUMENT304 ROOM CARIBE HILTON HOTEL96 ROOM “ALA DEL JARDÍN” CARIBE HILTON HOTEL30 ROOM CARIBE HILTON GUEST HOUSEPROPOSED 70 ROOM FREDERICK COURT HOTEL
FORT ESCAMBRÓN HISTORICAL MONUMENTPROPOSED 12-STORY 500 ROOM HOTEL160 ROOM HOTEL NORMANDIEPROPOSED PEDESTRIAN BOARDWALK16 ROOM CABAÑA UNIT
PROPOSED RESTAURANT & 16 SUITE GUEST HOUSE [MAXIMS]PROPOSED 5 STORY-100 ROMM HOTELPROPOSED RESTAURANTPROPOSED AUDITORIUM 5,000 PERSONSPROPOSED 3-5 STORY 50 ROOM HOTELSPROPOSED PUBLIC BATHING PAVILLION
25
El imaginario puertorriqueño
La firma de Toro Ferrer Arquitectos [Fig. 21] se transformó durante las décadas subsiguien-
tes. Al igual que su nombre, que evolucionó hacia Toro Ferrer and Associates, su
producción arquitectónica y la manera de ver la arquitectura tomó características
monumentales. Hasta su disolución en 1984, la firma fue una de las más activas
en la modernización de la ciudad de San Juan. Su imaginario de lo que podría ser Puerto Rico se manifestó en varios
estudios urbanos desarrollados durante las décadas de 1950-1970. Uno de los primeros fue el de El Escambrón en
1957, ya que dos de sus más importantes proyectos radicaban en este sector, el Caribe Hilton y el Tribunal Supremo. El
plan maestro [Fig. 22] proponía aumentar el total de habitaciones de hotel en el sector a 1,474, con la construcción de
11 hoteles nuevos capitalizando en las condiciones favorables para el turismo de playa y casino. Además ubicaba en el
centro del desarrollo un auditorio para 5,000 personas y de varias amenidades como restaurantes, de particular interés:
el Maxim’s. [Fig. 23] En los proyectos no construidos que se conservan de la firma,25 se encuentran las propuestas para
Maxim’s y un multipiso, en la entrada hacia el hotel Caribe Hilton, para Pedro Pizá. [Fig. 24]
La escala de la intervención en El Escambrón contrastó grandemente con los desarrollo propuestos para El Condado y para el
Nuevo Centro de San Juan. El plan propuesto para El Condado comenzó por iniciativa de la firma en agosto de 1972,
luego de que fuesen contratados por la Compañía de Fomento Industrial para el diseño del Centro de Convenciones.
[Fig. 25] Preocupados por el aumento en el flujo vehicular que el Centro de Convenciones le traería al sector residencial
y turístico, se movieron a producir un estudio –llamado Laguna Condado– que proponía una red nueva de arterias de
tránsito con una principal bordeando la Laguna y que daría una nueva salida en dirección oeste-este. [Fig. 26] El proyecto
también recomendó rellenar unas 5 cuerdas de “aguas muertas” de la Laguna, utilizar los terrenos de la Autoridad de
las Fuentes Fluviales en el sector La Planta y rehabilitar el barrio Altos del Cabro.26 La propuesta consistía en construir
varios multipisos a lo largo del eje de la avenida Ashford desde el Hotel Sheraton hasta el Puente Dos Hermanos. Frente
al Centro de Convenciones se generaba un segundo eje que conectaba con la avenida Ponce de León por medio de
puentes peatonales. En el sector de La Planta propusieron la construcción de multipisos concluyendo con la renovación
del sector Altos del Cabro con un complejo residencial. Esta propuesta aumentaba drásticamente la densidad del área
con unas estructuras multipisos de usos variados.
Fig. 21: Miguel Ferrer y Osvaldo Toro, c. 1978
Fig. 25: Centro de Convenciones, Condado, 1972 Fig. 26: Laguna del Condado, development concept for Ave. Ashford & stop 15, 1972
Fig. 27: Propuesta para el Nuevo Centro de San Juan, Hato Rey, 1966-1971
Fig. 28: Proyecto Milla de Oro, Hato Rey, 1967
Por otro lado, participaron en el desarrollo de El Nuevo Centro de San Juan que proponía transformar unas 300 cuerdas de
terrenos pertenecientes al Gobierno en un vibrante centro residencial, comercial, corporativo y cultural en la ciudad
capital. [Fig. 27] La idea se gestó en 1966 cuando un grupo de arquitectos –Osvaldo Toro, William Reed, Frank Molther,
Esteban Padilla, Robert Eskridge y Thomas Marvel– se reunieron para estudiar la posibilidad de desarrollar los terrenos
aledaños al ya existente centro bancario.27 [Fig. 28] En 1971, la Legislatura aprobó la creación de la Corporación del
Nuevo Centro de San Juan dándole comienzo al desarrollo del imaginado centro vital de la ciudad. La prensa cubrió
ampliamente el desarrollo de este proyecto ya que se vertían las esperanzas en que:
El Nuevo Centro ayudará grandemente al desarrollo económico de la Capital, y por ende, servir para disminuir el
desempleo que confrontan los municipios que comprenden la Zona Metropolitana. El proyecto puede proveer 65,800
empleos, 4,500 viviendas y 7 millones de pies cuadrados para espacio de oficinas.
[…] las características esenciales […] del son: ubicación estratégica y disponibilidad de terreno; dinamismo;
accesibilidad; vitalidad; liderato y eficiencia.28
27
La firma de Toro Ferrer and Associates participó activamente en el desarrollo del nuevo centro. Sus diseños posteriores se fun-
damentaron en los principios esbozados por la Corporación del Nuevo Centro de San Juan, tal como la separación de
la circulación peatonal-vehicular y el desarrollo del sector bancario entre otros. Sus diseños incluyen el Banco Popular,
[Fig. 29] el Banco de Ponce, [Fig. 30] el Banco de Economías, [Fig. 31] una propuesta para el Banco Crédito, [Fig. 32]
otra propuesta para una torre norte del Popular Center, y una propuesta para el edificio de Fomento. [Fig. 33] Este
último consistía de una torre de 10 pisos con unos 200,000 pies cuadrados de espacio útil que se erigiría elevado sobre
la avenida Muñoz Rivera al sur del edificio del Banco de Ponce.29
Fig. 29: Banco Popular, sucursal de Hato Rey, 1966
Fig. 30: Banco de Ponce, sucursal de Hato Rey, 1972
Fig. 31: Edif. John Hancok / Banco de Economías, Hato Rey, 1970
Fig. 32: Propuesta para Banco de Crédito y Ahorro, Hato Rey, c. 1975
Fig. 33: Propuesta para el edificio de Fomento Económico, Haro Rey, 1974
28
Figs. 34 y 36: Residencia para los esposos Cabrer-Roig, Ponce, 1946
Figs. 35 y 37 Residencia para los esposos Toro-del Valle, Villa Caparra, 1946OJO: PENDIENTE A LIMPIAR
OJO: PENDIENTE A LIMPIAR
29
Vivir la Isla
La arquitectura y el paisaje tienen gran importancia, uno no puede olvidarse del paisaje, tiene que adaptar lo que se está construyendo al ambiente, al solar, a las vistas, al mar, a la vegetación, es básico, y eso lo demostramos en nuestros proyectos.
Miguel Ferrear, 2001 30
El desarrollo de la vivienda privada en Puerto Rico cobró un auge vertiginoso a partir del debut del siglo XX. La eliminación de los
hatos a lo largo de la Carretera Central para la construcción de urbanizaciones privadas, como Miramar, Hernández, y
Avelino Vicente, produjo un tipo de vivienda privada rara vez utilizado en la ciudad. Surgieron residencias engalanadas
con la mar de ropajes arquitectónicos, cada una muestra del gusto de la época, diseñador o cliente. La distribución
interior seguía unos patrones ciertamente conocidos y homogéneos: la planta tipo martillo, heredada de una tecnología
decimonónica, con la cocina y baño en la parte posterior de la casa; la planta con patio, con su interior segmentado en
tres partes con los baños entre las habitaciones y la cocina cerca del comedor, y el bungalow, precursor de la casa de
urbanización típica dividido en dos segmentos: uno privado, el otro público.
Si bien en el diseño del Caribe Hilton utilizaron formas e ideas europeas de la arquitectura moderna, en el
desarrollo de los diseños para viviendas, Toro y Ferrer usaron referencias de la arquitectura moderna que se desa-
rrollaba en América Latina. Particularmente, Brasil había tomado los planteamientos sobre una arquitectura moderna
de los franceses, alemanes e italianos y había desarrollado su propia versión para una arquitectura adaptada a las
condiciones socio-culturales y climáticas del país. En primer lugar, la arquitectura desarrollada tenía el carácter del
país y de los diseñadores; en segundo lugar, la arquitectura se adaptaba al clima y a los materiales a utilizarse y, en
tercer lugar, su ejecución en Brasil llevó hacía una concreción de la arquitectura producto del Movimiento Moderno en
Europa y Estados Unidos. Incorporó el uso de quiebrasol, los balcones en los edificios de apartamentos y trabajó muy
de cerca el asunto de la privacidad en las casas particulares.31 Toro y Ferrer adoptaron estos postulados en sus diseños
residenciales, particularmente el de la privacidad.
Los primeros diseños para residencias en la Colección Toro y Ferrer son de 1946. Dos en específico servirán
de ejemplos para documentar un proceso evolutivo en el pensamiento sobre la casa de la firma: la residencia Toro-del
Valle en Villa Caparra [Fig. 34] y la residencia Cabrer Roig en Ponce. [Fig. 35] Ambos diseños muestran un arreglo en
planta relativamente conservador, aunque abren de manera radical los espacios públicos de la casa hacia el jardín. En
el primer diseño –con obvia deuda al diseño del edificio para el Comité para Diseño de Obras Públicas en la forma de
la planta– muestran aún cierta timidez en la articulación del espacio interior-exterior. [Fig. 36] Los ventanales están
interrumpidos por gruesas jambas que contrastan con la fuerte banda horizontal que divide los dos pisos de la casa.
En el segundo diseño, todavía utilizan la escalera interior como elemento dramático en el espacio de entrada [como en
la casa Fernández de 1941] y continúa el uso de pesadas jambas para marcar las ventanas. [Fig. 37] En ambas casas,
los techos son a dos aguas.
31
Sin embargo, la epifanía de una nueva arquitectura residencial parece ocurrir con el diseño para la residencia de Guillermo
Rodríguez, también de 1946. [Fig. 38] La distribución en planta de la casa se apartó por completo de lo que
tradicionalmente se conocía en Puerto Rico y de lo que hasta ese momento la firma había producido. La casa se abrió
enteramente hacia el exterior, por tal razón la forma rectangular del ancho del espacio útil facilitaba la integración
con el exterior. Los espacios se organizaron en una barra paralela a la calle relativamente opaca a la mirada desde
la calle; la entrada principal se localizó entre el comedor y la sala que formaban un gran espacio abierto hacia el
jardín posterior. Este jardín entraba a la casa por los grandes ventanales de cristal y con un estanque de agua en
el comedor. [Fig. 39] Al lado del comedor, estaba localizada la cocina con acceso directo a la marquesina / garaje;
mientras que al lado de la sala, se encontraba el den o lo que llamaríamos hoy el family room. La zona privada de
habitaciones conectaba con la cocina por medio de un eje secundario, todas con acceso al jardín. El diseño de la
casa integró la arquitectura al trópico. [Fig. 40] La disposición de los espacios, el énfasis en la ventilación cruzada, la
necesidad de una iluminación natural y la constante búsqueda por integrar el área habitada con los jardines y espacios
naturales hicieron de este diseño uno excepcional. La casa fue considerada en la época como revolucionaria.
De este diseño en adelante, el uso de las pesadas jambas entre ventanas y la timidez en abrir la casa
hacia el exterior desaparece de su estrategia de diseño. En 1950 diseñan la residencia para Teodoro Moscoso que
también muestra este deseo por integrar el exterior con el interior. [Figs. 41-42] En la parte pública de la casa, el
frente, los arquitectos utilizaron aperturas pequeñas, mientras que hacia el interior del solar, la misma se abría de
forma total con ventanales de cristal y ventanas “Miami” de piso a techo.
Figs. 41 y 42: Residencia Teodoro Moscoso, 1950
32
En el caso del diseño de la residencia para César Calderón [1959] ocurre un cambio radical en el esquema organizacional
de la casa. Si bien el pensamiento sobre cómo vivir en el trópico se había apartado de las tipologías conocidas en
Puerto Rico, con la casa Calderón, Toro y Ferrer reinterpretan la manera de vivir la casa. [Fig. 43] Con este diseño
el frente de la casa, que hasta estos momentos había sido reservado para los espacios nobles de la casa como la
sala y el comedor– se transforma en la fachada del área de servicio de la casa. Detrás de la pared de la fachada
principal se encuentra el garaje, la cocina, la lavandería y las habitaciones del servicio. En fin, la barra paralela a
la calle es una barrera hacia lo que es la parte íntima de la casa. Este diseño trastoca también otros elementos de
la casa tradicional. La sala y comedor ocurren en el espacio que en una casa tradicional hubiese sido el lugar para
colocar el patio interior y las galerías se convierten en áreas informales de estar. [Figs. 44-46] El espacio interior
está intencionalmente desmaterializado con el uso de grandes ventanales de cristal y tabiques de madera. Desde
cualquier punto de la casa, el exterior se derrama en el interior. En una segunda barra, al fondo del solar, se co-
locaron los dormitorios. Desde este punto en adelante, la ubicación de la cocina al frente de la casa se repetirá
infinitas veces en diseños a lo largo de la Isla y por otros arquitectos.
Fig. 43: Planta única de la residencia César Calderón, Condado, 1959
35
Conclusión
Dos instancias en la cultura política del país convocaron a los arquitectos a presentar una nueva arquitectura desde dos ope-
rativos distintos. El primero, una arquitectura localizada, dirigida a ser construida con los materiales disponibles; una
arquitectura para satisfacer las necesidades fundamentales de un país. El segundo, una arquitectura que representase
al nuevo Estado Libre Asociado, que fuese la nueva cara de Puerto Rico y que permitiese romper con las cadenas
impuestas por la imagen de hambre y miseria de la década anterior. En ambas situaciones, los arquitectos y en par-
ticular la firma de Toro y Ferrer, produjeron una arquitectura con una sensibilidad hacia la poética del clima tropical,
con la idea de una vida integrada con la naturaleza por medio de patios y jardines, el uso exuberante de la vegetación,
grandes aperturas que facilitaban la fluidez del espacio y el uso táctil de los materiales. Por un momento en nuestra
historia, la arquitectura nos hizo sentir que habíamos logrado una identidad que respondía a las condiciones parti-
culares de Puerto Rico.
A lo largo de su carrera, Toro y Ferrer recibieron numerosos premios por la calidad de sus diseños. Estos
premios no fueron solamente de sus colegas en Puerto Rico, sino un reconocimiento internacional por la aportación
que hicieron al desarrollo de una arquitectura de alta calidad en Puerto Rico. Su proyectos fueron publicados en las
más variadas revistas profesionales del mundo, entre las cuales se encuentran Design Plus, Architectural Record, Archi-
tectural Forum, Progressive Architecture, Engineering News-Record, Architecture D’Aujourd’hui, El Arquitecto Peruano,
e Interiors y otras de mayor circulación popular como Life, Fortune, y Time Magazine. Su dominio de la profesión y
su talento en el diseño llevó a la firma a ser reclutada para diseños en el Caribe y para servir como consultores en
varios proyectos internacionales, como el Tel-Aviv Hilton [Fig. 47] y el Addis-Ababa Hilton en Etiopía. [Fig. 48] Según
el arquitecto Juan Marqués, la obra de Toro y Ferrer:
[…] trata de una arquitectura racional, pensada más que sentida y cuyos parámetros rectores son comprensibles. No es
una arquitectura de expresiones individualistas, idiosincrásicas. Es una arquitectura que rehuye las formas rebuscadas,
agresivas o aquellas cuyo principal mérito es la novedad. En la producción de estos primeros diez años de la firma
de Toro y Ferrer se aprecia el compromiso serio y decidido con la calidad, la eficiencia y el disfrute que produce la
aplicación del sentido común, cuando se acompaña con disciplina y esmero. Se trata de una producción que se cuida
de utilizar y aprovechar al máximo, responsablemente, los recursos disponibles a su tiempo y en su espacio.32
Como indicara Osvaldo Toro en una entrevista: “Sin duda alguna, la arquitectura es un negocio. Pero hay veces que, para
satisfacción propia, nos encontramos en la búsqueda de una solución artística para un problema. En ciertos proyectos
en que hemos creído, nos hemos arriesgado y perdido dinero […]” 33 ¡y que mucho ha ganado Puerto Rico!
Figs. 48: Addis-Ababa Hilton, Etiopía, 1961Fig. 47: Tel-Aviv Hilton, Israel, 1962
36
1 Al Dinhofer, “Two Architects for the Tropics,” San Juan Star 11 de diciembre de 1961: 17.
2 Luis Muñoz Marín, carta dirigida al congresista Jasper Bell leída en el seno del comité Bell reunido en Puerto Rico en mayo 1943. Fotocopia suministrada por la Fundación Luis Muñoz Marín.
3 Rafael Picó, Diez años de planificación en Puerto Rico [San Juan, P.R.: Junta de Planificación, 1952] 23.
4 Archivo General de Puerto Rico [AGPR], Fondo de Obras Públicas, Serie Committee on Design of Public Works, Caja 222.
5 Henry Klumb, memo a Luis Guillermety Jr., 10 agosto 1944, Colección Henry Klumb, AACUPR, Caja 3, Legajo 3.3.
6 Klumb memo a Guillermety… .7 Henry Klumb, [memo firmado pero sin destinatario], 16
de agosto de 1944, Colección Henry Klumb, AACUPR, Caja 3, Legajo 3.3.
8 “Zero-Plus Housing,” Colección Henry Klumb, AACUPR, Caja 3, Legajo 3.3.
9 “Tabulación de proyectos a 1 de junio de 1948,” AGPR, Fondo Obras Públicas, Serie Committee on Design of Public Works, Caja 222.
10 Santiago Iglesias, Jr., “Futurama de Puerto Rico,” en Planificando alrededor del mundo [Hato Rey: Real Hnos.: [1960] 57-61.
11 Ramírez de Arellano también trabajaba “de día” en la PRRA, a cargo de la sección de vivienda pública. El fue responsable del diseño para El Falansterio en Puerta de Tierra [1936] y la urbanización Roosevelt en Hato Rey [1937].
12 Osvaldo Toro había trabajado con Rafael Carmoega quien hasta 1936 había sido Arquitecto del Estado en el Departamento del Interior y Arquitecto Supervisor en la PRRA. Ese año Carmoega decidió aventurarse por su cuenta y en Miramar produjo varias casas con escaleras monumentales, como las residencias para Dionisio Trigo, Enrique Trigo y Mariano Mascaró.
13 Pedro Méndez le adjudica a Pedro de Castro la búsqueda para producir una distribución interior sin pasillos como medio para economizar en la construcción. Ver Enrique Vivoni Farage, Alarife de sueños: Pedro Adolfo de Castro y Besosa [San Juan: AACUPR, 1999].
14 Este tema del Caribe Hilton se desarrolla en el ensayo “La identidad de la arquitectura puertorriqueña,” Enrique
Vivoni Farage y Silvia Álvarez Curbelo, eds. Hispanofilia: Arquitectura y vida en Puerto Rico [San Juan: AACUPR, 1998].
15 David F. Ross, The Long Uphill Path [A Historical Study of Puerto Rico’s Progress of Economic Development] [San Juan: Talleres Gráficos Interamericanos, 1966] 103-104.
16 En 1938, Miguel Ferrer desarrolló su proyecto de fin de grado sobre un Beach Club en el lugar del Escambrón
Beach Club donde proponía el área de playa similar a lo propuesto en el esquema original del concurso del Hilton.
17 John Hauser, carta a Teodoro Moscoso, 4 de noviembre de 1949. Colección Toro y Ferrer, Album 1 “Caribe Hilton”, AACUPR.
18 Luis Muñoz Marín, citado en Teresita Santini, Citas, pensamientos y anécdotas de Luis Muñoz Marín [Colombia: Panamericana Formas e Impresos, 1998] 14.
19 Luis Muñoz Marín, “Mensaje ante la Legislatura,” 14 de marzo de 1951. Fotocopia suministrada por la Fundación Luis Muñoz Marín.
20 “The Puerto Rico International Airport. Inauguration, May 22, 1955, Isla Verde, Carolina, P.R.” Folleto conmemorativo de la inauguración del aeropuerto, publicado por la Autoridad de Transportación.
21 Teodoro Moscoso, “El desarrollo económico en Puerto Rico. Cinco técnicas y métodos de promoción,” [Naciones Unidas: Comisión Económica para América Latina, Santiago de Chile, agosto de 1954], 16.
22 Roberto Sánchez Vilella, carta a Miguel Ferrer, 10 de julio de 1959. Colección Toro y Ferrer, Álbum 9, AACUPR.
23 Miguel Salas Herrero, “Miembro Liga de Arquitectos de N.Y. visita Puerto Rico,” El Mundo 2 de enero de 1960. Un detractor fue el vecino del edificio, dueño del Hotel Normandie, Felix Rexach Benítez, quien en la prensa criticó severamente el estilo del edificio, declarando al mismo un “adefesio”.
24 Toro y Ferrer Arquitectos. “Comentarios explicativos Edificio Oficina de Legisladores”. [s.f.], 1. Colección Toro y Ferrer, AACUPR
25 En el Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico [AACUPR] se conserva la Colección Toro y Ferrer donada por los arquitectos en 1988.
26 Clarence Beardsley, “Proponen nueva red carreteras, proyecto de viviendas para sector del Condado,” El Mundo 2 de abril de 1974: 12-B.
27 James McDonough, “San Juan Center ‘Exiting’,” San Juan Star 7 diciembre 1973: 27. Recorte en Álbum 16 de la Colección Toro y Ferrer, AACUPR.
28 Bartolomé Brignoni, “Nuevo Centro de San Juan tendrá 4,500 viviendas,” El Mundo 23 de mayo de 1974. Recorte en Álbum 16 de la Colección Toro y Ferrer, AACUPR.
29 Clarence Beardsley, “Proyecto Fomento amenaza propuesto centro mercadeo,” El Mundo 23 de marzo de 1974. Recorte en Álbum 16 de la Colección Toro y Ferrer, AACUPR.
30 Marie Louise Fiedler, “Entrevista al Arq. Miguel Ferrer,” Entorno arquitectónico abril 2001: 5.
31 Philip L. Goodwin, Brazil Builds [Nueva York: Museo de Arte Moderno, 1943] 103.
32 Juan Marqués Mera,”Toro y Ferrer 1945-55, una arquitectura razonable,” Entorno arquitectónico abril 2001: 7-14.
33 Dinhofer 17. Traducción del autor.
N o t a s
Pág. 2: Escalinata monumental, Tribunal Supremo de Puerto Rico, Puerta de Tierra.
Pág. 4: Sala del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Puerta de Tierra.
Pág. 6: Detalle del Hotel Caribe Hilton, Puerta de Tierra.
Pág. 16: Aeropuerto Internacional de Puerto Rico, Isla Verde.
Pág. 19: Fachada del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Puerta de Tierra.
Pág. 34: Detalle del Hotel Tel Aviv Hilton, Israel.
F o t o sColección Toro Ferrer arquitectos en el Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico.