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KASIDA DEL OLVIDO(Joaquín Romero Murube)
KASIDAEn el RAE, CASIDA.(Del ár. clás. qaṣīdah).1. f. Composición poética arábiga y también persa, monorrima, de asuntos variados, y con un número indeterminado de versos.
KASIDA DEL OLVIDO
Sin amores, ya perdidopara el mundo y sus halagos.
Sin afanes ni venturas.Sin deseos, sin trabajos...
En el patio del olvidoflorece un rosal de llantos.
Dejadme llorar... ¿Por qué?¡Si yo pudiera contarlo!
¡Que nadie me quiera mal!¡Que me perdonen mis daños!
Sólo quiero a mi canciónde estilo pobre y honrado.Sólo quiero este perfume
de albahaca entre las manos.
KASIDA DEL OCULTO TESORO
¡Si ya nada puedo darte,nada que en mi vida valga!
¡Si se lo llevaron todo,mi luz, mi acento, mi calma!
Poco a poco, en el deliriode las noches estrelladas,el corazón, ya muy alto,
no espera a nadie ni a nada.
Tus labios… ¡Si yo pudieravolver atrás la esperanza!
Pero no. Que hay algo en mísobre tu fuego y tu gracia.
Algo que nadie conoce,hondura dulce y amarga,
soledad de mi alegría,hermandad de mis palabras,
paredes, mirtos y fuentes
que corren dentro del alma…Cielos de tarde andaluzacon latidos de campanas.Repetición de mis horasfijas, dulces, esperadas.
Algo que huye y se entregacomo el ruido del agua.Silencio de enredaderasen mis ojos desmayadas.Llanto y secreto de siglos
que renacen en mi entraña.Júbilo de transparencias
en mis obras bien halladas…Algo que no necesita
de tus labios… Que le bastacon el misterio celeste
de Dios, mi sangre y mañana.
KASIDA DEL REPIQUEVeinticuatro campanas
repican altas.Veinticuatro campanas
dentro del alma.¡Ay quién lograra
ser de plata y de músicaen la Giralda!
KASIDA DE LA NOCHE ESPERADA
Yo vi tus ojos… Los vien la esquina de algún barrio.
Estabas cerca y lejanacontra el quicio blanqueado.
¡Qué muros de enredaderasentre gritos y entre nardospor los patios soñolientos
de la tarde de verano!
Yo vi tus ojos perdidosen lo que estabas pensando.
Lejana puerta del sueño.Soledad de beso y llanto.
¿Cuándo tarde y cuándo noche?Noche me piden mis labios.
Pero no se acaba nuncala luz del vago verano.
Mareas de cal y ociosobre familia y descanso.
Luz de tarde retenidaen los altos campanarios.
Los niños juegan al toroentre árboles y bancos.Filósofos y compadres
beben su vida en un vaso.
Yo vi tus ojos… Los vicon ansias de veinte añosesperando el cristal negrode la noche y sus abrazos.
KASIDA DE LA FLOR NUEVA
Ayer esta rama verdenada tenía, Señor.
Era una vena en el airehecha de savia y temblor.
Ayer esta rama verde la tuve en mis manos yoy estaba tibia y dormida
como en el pecho una voz…Y hoy, Señor, esta mañana,
la rama tiene una flor.El cieno, la tierra, el barrohecho luz, hecho oración.
El aire en éxtasis mirala gloria de la creación.
¡Señor que el barro ennobleces,brota en mi carne, Señor!
• KASIDA DE LA ALBAHACA
• En la siesta y por los patios• mis manos que te acarician.• ¡Qué frescura entre tus hojas!• ¡Qué morbidez en la íntima• resistencia de tus tallos!• Entre mis dedos germina• tu olor de verde delirio.• Ya embriaga, ya trasmina• disuelto en los cauces hondos• de mis venas... ¡Qué delicia!• Cierro los ojos al mundo• y el jardín brota en mi vida.
ROMANCE DEL PATIO TRISTE
¡Qué angustia de pena sordametida dentro del pecho!Es mi casa y es mi patio,
sin embargo, tú, ¡qué lejos!Mis pulsos laten ardientes,
densos de amor y recuerdos.Faldilla negra y volante,
blusilla de terciopelo,un lunar en la mejilla
y otro lunar en el cuello.La luz de la tarde abríanavajas sobre tu pelo.
¡Carmen de nombre y olvido!¡Carmen de pena y de sueño!
Por lo rincones del patiotu luz, tu vida y tu acento.
Si te reías temblabanlas burbujillas del viento.
Pudimos ser… ¡No quisiste!Ya sólo mi patio tengo
con cuatro muros de calpara enterrar tu recuerdo.
KASIDA DE LA GRACIA
Algún día lo dirésin saber cómo lo digo.¡Que no hay palabras!
Es un gozo sin motivos.Es la vida que se pone
alegre y clara.
Las orillas van de fiesta.Las fachadas, de colores.
El río canta.Tú no lo ves y lo sientes.Yo lo veo y no consigo
coger su gracia.
Y siempre nos pasa igualsi nuestro amor se recrea
frente a Triana.
KASIDA DEL ATARDECERKASIDA DEL ATARDECER
¿De dónde nace la noche?Está guardada en el aire.Está dormida en la tierra.Sepultada por las calles.
La noche llega en la brisacomo una pena suave
que se hace dueña del mundocon su luto irreparable.
En la honda soledadde los jardines, ya nace.Se la ve avanzar confusaentre temblores de tarde.
Casi se escuchan sus pasosen los latidos del aire:
no es misterio ni tristeza,es una agonía amable.
Se le resisten los ojosy la fuente en sus cristales.
La luz postrera defiendesus más preciados mirajes.
Aun lucha por el ocasoun sol débil que se abate
entre grises y entre perlascon masas de oscuridades.
Un soplo de Dios y Muertepunza nuestra dulce carne
en este vuelo invisiblede luz, de sombra y de arcángel.
La noche avara consiguelentamente apoderarse
de nuestro cuerpo… Del mundo.¡Ya somos sombra que late!
KASIDA DEL ALTO AMOR
En la madrugada.Nadie nos veía.
Toda la noche y el río.Todo el jardín y la sombra.
Toda la vida.
En la madrugada.Cuando tú querías...
KASIDA DE LA CALLE SONORA
Yo sé que por esta callemis pasos suben al cielo.
¡Qué sonoridad lejana!¡Qué retumbo el de sus ecos!¿Son de cristal las esquinas?Las paredes ¿son de espejos?
Por debajo de estas losasdebe haber un cauce abierto,
latiendo en hondura vivapara recoger secretos
del afán del caminante,flores de angustia y deseo.
Mis pasos por esta callesuenan cerca, suenan lejos.
Me siguen y me dominancomo la sombra del cuerpo.¿Voy pisando sobre el aire
dormido en el ancho suelo?¿Está la calle encantada
en la soledad del tiempo?
KASIDA DEL AGUA DORMIDA
No es más que el agua dormidaen el cuadro del estanque.La velan mis ojos tristes.
La guardan los arrayanes.
No es más que el agua dormida.¡No la despiertes! ¡No hables!
Sueña con verdes jardinesque le corren por su sangre.
Están allí, transparentes,por entre el cielo y su carne;cipreses de erguido anhelo,murtas de oscuros encajes.
No es más que el agua dormidaen el gozo de la tarde.
Por su remanso discurrenlos éxtasis siderales.
El sol, la nube… ¡Cuidado!No cante rutas el aire.Este mundo de delicias
sólo es de paz y cristales.
Mis ojos roban encantosen profundas densidades.La realidad vive en ellas
con luz, con forma y sin aire.
Naranjos, cielos, columnas,mi rostro y los arrayanesen el mundo misterioso
de las aguas… ¿Soy de carne?
¿Qué normas de transparenciaso de reflejos astrales
mantienen –silencio puro-estas hondas claridades?
¿Qué música sin sonido,del alma sólo captable,
bajo el temblor de las aguasalisadas por el aire?
No es más que el agua dormida.Los jardines son su sangre.Mis ojos, líquida hondura.
¡Cuidado! ¡No despertarme!
KASIDA DEL AMANTE Y LA MADRUGADLa humedad de los jardines
como un óleo de venturas.
La brisa sobre las sienes
roce de estrellas y plumas.
Todo lo falso y lo turbio
en la inmensidad se anula.
¡Pobreza de nuestro esfuerzo!
¡Error de nuestras angustias!
Lo que hay de Dios en nosotros
busca en la noche su altura…
Mira, mira cómo suben,
cómo brillan, cómo alumbran,
lucero entre los luceros,
mi tristeza y tu hermosura.
No me anubla
en el éxtasis latente
de la sideral hondura,
ni el brillo de tu mirada
ni la miel de tu ternura.
Mira las claras estrellas.
Mira cómo ya se anulan
los clamores del deseo
en nuestra carne confusa.
Hay algo más que el delirio
de nuestras voces… Escucha:
La soledad de los campos
tiene su profunda música.
KASIDA DEL AMANTE Y LA MADRUGADA
Apartémonos, amante,
de la fiesta. Ya se burla
la paz del campo, la noche,
de ese anhelo sin hartura
que es vivir. Ven y busquemos
nuestra paz en la profunda
calma inmensa, sosegada,
trasparentada de luna.
(Un árabe hubiera dicho
al rodear tu cintura,
que era como el cauce fino
del río, cuando se curva
para buscar azahares
en la orilla…)
¿Será cuerpo de fantasma? La casa estuvo encendida
toda una noche hasta el alba. Al amanecer, muy honda,
se ha escuchado una guitarra. Lloraba una inmensa pena
de soledad y desgracia. La casa es como un fanal
para perfumes y lágrimas. La guitarra se dolía
con sollozos de dos almas. ¿Quién lloraba entre las flores?
¿Quién con su muerte ya hablaba? Era una noche de estío. En una casa cerrada.
En un barrio de Sevilla hay una casa cerrada.
¿Por quién florecen los nardos? ¿Por quién blanquean las tapias?
Están cerradas las puertas,el balcón y las ventanas. Desde la calle se escucha
rumor de fuentes y aguas. ¿Quién se mira en sus cristales?
¿Quién en su fondo se baña? La gente pasa con miedo ante la casa encantada. Por el corredor del patio
se oye a una mujer que canta. ¿Será la amante de un moro?
KASIDA DEL MISTERIO
(En la oscuridad, las sombrasjuegan su baile de espectros.
En el aire de la citabrinca la cebra del miedo.Crujen auras navegantessobre el cauce del silencio.
Y el mundo rueda al abismoante un reloj descompuesto.)
¡Ay amor si tú volvieras,amor de amor y de miedo!
KASIDA DE AMOR Y DE MIEDO
¿Quién me sigue por la calle?¿Quién en la esquina en acecho?
Nadie te vio entrar. Respira.La vida nace en tus besos.
Están las puertas cerradas,y el corredor ,en secreto.
¿Quién pasa tras la cancela?¿Quién habla cerca, aquí dentro?
No pasa nadie. Los murosno devuelven ningún eco.
Tus labios, llenos de espantoduelen de frío y de fuego.
KASIDA DEL REY ALMOTAMIDPor barrios, torres, murallas...
Por los huertos, por el río...¡Estoy cansado de luces!¡Ebrio, sin haber bebido!
Hay una calle de angustiasque es mi forzado camino.
Hay una rara armoníaentre el cielo y mis sentidos.Hay una mujer -¡engaños!-en mi implacable delirio.
En los jardines, la sombracondensa un tibio latido
de amor entre flor y nubecon soledades de trino.
¿Qué es la soledad? Tristezadel mundo inmutable, fijo,hermoso ante nuestros ojosy ajeno a nuestros suspiros.¿Por qué este sol de verano,
cálido de paraísos,no se torna oro en mi sangre,
no me enciende en beso, en grito?
Yo presiento el alma, el rocedel instante fugitivo,
y en su delicia se hundemi corazón sin alivio.
¿Por qué hay miradas que ahondanlos fondos del turbio instinto?¿Por qué el amor nos destruye
en un celeste exterminio?
¡Sevilla, furor de sangrecon un corazón de niño!
¡Sevilla, temblor de murosblancos entre jardinillos!En tu profunda clausurabusco silencio y abrigo.
Estoy cansado...¡Dejadme!Cansado de amor. de vinos...
Dejad perderse mis horasante un jazmín...
¡Y el olvido!
KASIDA DE LA INQUIETUDSeñor, me lo diste todo:el pan, el sol, la alegría.
Le regalaste a mi cuerpola profunda maravilla
del río y de los jardines.Tengo una ciudad amiga;difícil ,como una amante; pura, como una novicia.
Nada les falta a mis horas,y está ordenada mi vida.
¿Por qué, Señor, esta angustia,esta zozobra que anida
en el latir de mis pulsos?¿Por qué, Señor, la agoníade algo que no sé qué es,
base y eje de mi vida?
KASIDA DE LA MUERTE
Sevilla, cuando yo muerano quiero ser tierra tuya.Aire fino de tus barrios.
Soledad de tus clausuras.Vuelo y canto de campanasque suben a Dios su música.
Luz de la tarde dormida.Jazmín de novia. Ternurade madre joven, contenta.
Caridad dulce y ocultaque besa llagas y heridasy no pregona sus luchas.
Casta de su señorío.Claridades sin penumbras.
Aromas, canto, saeta,júbilo, oración profunda
sabiduría sin norma.Sencillez que nada oculta.Sevilla, cuando yo mueraquiero ser tu gracia pura.
KASIDA DE LA GLORIA
Algún día, por esta calle de Santa Clara, en la pazde un atardecer de oro,
pasará un hombre perdidohacía un afán inconcreto.
Habrá esta luz transparente,celeste, pura, sin fin.
Habrá este claro reposolleno de sonoridades
de cal profunda y sencilla.Jugarán, puros, los niños
ante el marco de sus puertas.Una risa de mujer
en el abril de su edadpondrá en la carne del viento
el temblor de una caricia.
¡Y algo unirá nuestra sangrecon los cimientos del mundo!Irá un hombre por la aceracon toda el alma en sus ojos.Yo estaré muerto, olvidado
para el mundo y las personas.Y alguien pensará que un díahabrá existido otro hombre
que gozara esta delicia,este silencio, estas luces,
esta risa, esta tristezadulcísima, irreprimible,hacia ese afán inefable
que es más que vida y que muerte…
Fue publicada esta obra en el año 1945 por la editorial Hispánica, volumen XXII de la colección “Adonais”. Se
hicieron cuatrocientos veinticinco ejemplares en papel edición y ciento setenta y cinco en papel offset especial.
¿Conoces a Joaquín Romero Murube?
Disfrutarás leyendo la obra de este escritor palaciego.
Encontrarás un precioso recorrido literario por el pueblo, con lecturas extraídas de su libro Pueblo
lejano, así como fotografías, ilustraciones, planos y comentarios entrando en el sitio:
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