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SEFT, EXPLORACIONES-EXPEDICIONES Tiempo profundo, progreso e imaginarios científico-artísticos Pasad, amigos, poco a poco, quedo Mas pasad sin temor ese gran Puente Que el pensamiento humano admira ledo Y un grito de placer alce la gente Porque al silbar del tren, el torpe miedo Ante la ciencia bajará la frente. Joaquín Téllez, El Siglo XIX 1 En 1881, José María Velasco realiza una de las obras que fueron “el más puro y explicito emblema de la modernidad 2 ” no solo en la pintura de Velasco, sino en la representación de una epopeya nacional cuya visión paradisíaca de la naturaleza y la más nueva tecnología abriéndose paso en ella, hacían parte del discurso político, así como del programa de desarrollo industrial del México porfiriano. Puente curvo en la barranca de Metlac, pieza clave en la Exposición Universal de Paris 1889, mostraba en buena medida el incipiente lenguaje y el imaginario desarrollado por la élite del positivismo científico decimonónico y su manera de abrazar la ciencia y la tecnología como una promesa generosa: ciencia, patria y libertad. El puente de Metlac, situado en la ruta México-Veracruz había sido inaugurado en 1873 con Lerdo de Tejada como presidente y W.C. Buchanan como ingeniero en jefe. Era por mucho, el comienzo de una época 3 cargada de idealización y de promesas, así como de ambigüedades y frustraciones. Aunque demorada, esta ruta monumento del progreso industrial, era también uno de los trazos económicamente más significativos; su construcción había afrontado diversas etapas de iniciativa que quedaban siempre incompletas dejando en cada paso, un alto grado de frustración. La intención de construirla estaba presente desde la concesión ferroviaria otorgada en 1837 por el gobierno de Anastasio Bustamante, la del gobierno del general Santa Ana en 1853, la del régimen imperial de Maximiliano en 1865, hasta la firmada durante el año de la restauración del gobierno republicano de Juárez en 1867, ésta última generadora de controversias ya que involucraba la decisión de mantener las concesiones de la llamada 1 12 enero de 1873, p. 2. Fragmento del soneto de Joaquín Téllez que describe el Puente de Metlac. El Siglo XIX. En: Cárdenas Enrique (comp.), Historia Económica de México. El trimestre económico, vol. 2. México: FCE, 2004. P. 486 2 Ramírez Fausto, en: Altamirano Piolle M. E., José María Velasco: Landscapes of Lifht, Horizons of the Modern Era. Museo Nacional de Arte: CONACULTA/INBA, 1993. Vol 1. P. 31 3 (…) es evidente que el desarrollo tecnológico se presta de un modo irresistible a la subsunción en la forma narrativa vacía de la ruptura: se ofrece como contenido para el comienzo formal como pocos otros tipos de material histórico”. En: Jameson Fredric, Una modernidad singular. Ensayo sobre la ontología del presente. Barcelona: Gedisa, 2004. P. 126

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SEFT, EXPLORACIONES-EXPEDICIONES

Tiempo profundo, progreso e imaginarios

científico-artísticos

Pasad, amigos, poco a poco, quedo

Mas pasad sin temor ese gran Puente

Que el pensamiento humano admira ledo

Y un grito de placer alce la gente

Porque al silbar del tren, el torpe miedo

Ante la ciencia bajará la frente.

Joaquín Téllez, El Siglo XIX1

En 1881, José María Velasco realiza una de las obras que fueron “el más puro y explicito

emblema de la modernidad2” no solo en la pintura de Velasco, sino en la representación de una

epopeya nacional cuya visión paradisíaca de la naturaleza y la más nueva tecnología abriéndose

paso en ella, hacían parte del discurso político, así como del programa de desarrollo industrial

del México porfiriano. Puente curvo en la barranca de Metlac, pieza clave en la Exposición

Universal de Paris 1889, mostraba en buena medida el incipiente lenguaje y el imaginario

desarrollado por la élite del positivismo científico decimonónico y su manera de abrazar la

ciencia y la tecnología como una promesa generosa: ciencia, patria y libertad.

El puente de Metlac, situado en la ruta México-Veracruz había sido inaugurado en 1873 con

Lerdo de Tejada como presidente y W.C. Buchanan como ingeniero en jefe. Era por mucho, el

comienzo de una época3 cargada de idealización y de promesas, así como de ambigüedades y

frustraciones. Aunque demorada, esta ruta monumento del progreso industrial, era también uno

de los trazos económicamente más significativos; su construcción había afrontado diversas

etapas de iniciativa que quedaban siempre incompletas dejando en cada paso, un alto grado de

frustración. La intención de construirla estaba presente desde la concesión ferroviaria otorgada

en 1837 por el gobierno de Anastasio Bustamante, la del gobierno del general Santa Ana en

1853, la del régimen imperial de Maximiliano en 1865, hasta la firmada durante el año de la

restauración del gobierno republicano de Juárez en 1867, ésta última generadora de

controversias ya que involucraba la decisión de mantener las concesiones de la llamada

1 12 enero de 1873, p. 2. Fragmento del soneto de Joaquín Téllez que describe el Puente de Metlac. El Siglo

XIX. En: Cárdenas Enrique (comp.), Historia Económica de México. El trimestre económico, vol. 2. México:

FCE, 2004. P. 486 2 Ramírez Fausto, en: Altamirano Piolle M. E., José María Velasco: Landscapes of Lifht, Horizons of the

Modern Era. Museo Nacional de Arte: CONACULTA/INBA, 1993. Vol 1. P. 31 3 (…) es evidente que el desarrollo tecnológico se presta de un modo irresistible a la subsunción en la forma

narrativa vacía de la ruptura: se ofrece como contenido para el comienzo formal como pocos otros tipos de

material histórico”. En: Jameson Fredric, Una modernidad singular. Ensayo sobre la ontología del presente.

Barcelona: Gedisa, 2004. P. 126

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Compañía Ferroviaria del Imperio Mexicano, reconocida por Maximiliano pocos años atrás4. Así,

objeto de desarrollo y dependencia, financiamiento externo y subvención gubernamental, los 420

kilómetros que formaban la ruta principal del Ferrocarril Mexicano eran tan solo un trayecto en la

larga lista de caminos que ponían en marcha al progreso y el bienestar del nuevo Estado-nación,

nunca exento de enfrentamientos y acciones que daban lugar para el debate sobre el fraude y el

engaño.5 Entre tradición y modernidad, lo que se ponía de manifiesto era la transformación

material y simbólica del entorno y el deseo implícito por trazar el destino tanto individual como

colectivo a través de sistemas que aseguraban el estatuto de lo moderno. Mucho más allá del

impacto económico y la apología del progreso (que apela a la innovación tecnológica como “la

fuente económica de ahorro de recursos más importante en el mundo moderno”6), la tecnología

locomotriz ponía en obra otro tipo de innovación que marcaba profundamente los formatos de

desplazamiento social, la comunicación y la (idealizada) integración. Ahora bien, “la nueva

maquinaria tecnológica trae aparejada su propia conmoción estética, presente en su modo de

irrumpir sin aviso previo en el antiguo paisaje pastoral y feudal”7. En esa atmósfera subyacente,

resaltaba la manera en que las formas de vida tradicional tensionaban los planteamientos

liberales reafirmando las contradicciones inherentes de la modernidad implantada; sin dejar de

insistir en sus lógicas operativas y sensibles, esa vida incorporó el ferrocarril al imaginario, a la

cotidianidad del intercambio y a los trabajos locales. La producción de imágenes que

enmarcaban al ferrocarril como vía del progreso comenzaron a realizarse de manera regular a

partir de 1872. A través de la fotografía y la litografía representaron el símbolo de la modernidad

haciendo uso de las superestructuras ferroviarias como puentes y acueductos (íconos de

ingeniería avanzada), así como de múltiples locomotoras y la continua sucesión de modelos

novedosos. Si reflexionamos sobre el uso ideológico de las imágenes en aquella época, “su

principal semejanza es la inexistencia de contradicciones”8. Sin embargo, en los bordes de los

encuadres artificiales de las fotografías de la época o bien, en la idealización sublime de la

pintura naturalista que integraba el ferrocarril como ciencia aplicada9, existen imágenes menos

4 Ver: Pletcher, David M., La Construcción del Ferrocarril Mexicano. En: Cárdenas Enrique (comp.), Historia

Económica de México. El trimestre económico, vol. 2. México: Fondo de Cultura Económica, 2004. P. 454 a

493 5 Ver: Pletcher, David M., La Construcción del Ferrocarril Mexicano. En: Cárdenas Enrique (comp.), Historia

Económica de México. El trimestre económico, vol. 2. México: Fondo de Cultura Económica, 2004. P. 493 6 Coatsworth John H. El impacto económico de los ferrocarriles en el porfiriato. Tomo 1. México: SEP, 1976.

P. 14 7 Jameson Fredric, Op. cit. P. 125

8 Aguayo Fernando, Estampas Ferrocarrileras. Fotografía y Grabado 1860-1890. México: Instituto Mora,

2003. P. 45 9 “El pintor tomó el tren mexicano que iba de la ciudad de México hasta Vera Cruz atravesando la Villa de

Guadalupe y el valle de Apam hasta llegar a Vera Cruz. (…) Bajó llevando sus herramientas para trabajar en

el sitio y después realizar en su estudio, la pintura de gran escala representando el Puente de Metlac. En

esta pintura, idealiza la escena de manera extraordinaria. (…) Exaltó la presencia de la locomotora

encabezada por un motor de vapor doble del sistema Fairlie, así como la estructura metálica del puente (…)

Velasco retrata esta estructura de manera muy dinámica, proporcionando más extensión y altura a los

quince metros de longitud de cada uno de los nueve espacios del puente; además, redujo la proporción de

las bases de concreto que soportan el puente, con la finalidad de lograr la transparencia necesaria para

pintar la variedad de tonalidades de la cañada y los reflejos del río de Metlac (…)”. Altamirano Ma. Elena,

José María Velasco: Landscapes of Lifht, Horizons of the Modern Era. Museo Nacional de Arte:

CONACULTA/INBA, 1993. Vol 1. Pp. 275 a 276

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conocidas cuyo contenido nos muestra el lado ambiguo de todo proceso de transferencia de

tecnología: “Es decir, junto a los rieles de acero, en lugar de un primer mundo, aparecieron las

chozas indígenas, como las que registró Jackson en sus fotografías”10

. Es curioso como las

implantaciones modernas repiten siempre la misma lógica frente a la que es posible tomar una

postura crítica que permita el distanciamiento y la sospecha ante los discursos teóricos del

progreso y el desarrollismo. La implantación o imposición es un fenómeno que re-aparece en

ciclitud no solo en la historia de la tecnología en México, sino en todo proceso de modernización

aunado a las formas de socialización que ésta detona11

.

Ahora bien, desde ese futuro siempre inasible que el progreso formuló y que hoy

conmemoramos de manera escéptica e incluso irónica, podemos sin duda colocar otro tipo de

preguntas. A casi un siglo de distancia, ¿de qué nos podrían hablar hoy las ruinas de las rutas

de esa red ferroviaria extendida de manera precipitada después de la instauración de su primer

ruta, una de las últimas trazadas a nivel mundial? ¿cuáles son los imaginarios que reviven y se

cruzan una vez emprendido un viaje de tal naturaleza?

SEFT

La Sonda de Exploración Ferroviaria Tripulada (SEFT), es un proyecto de exploración del estado

de ruina y desaparición en que se encuentran diversas rutas de la red ferroviaria mexicana.

Utilizando un vehículo equipado con sistema Hi-Ri12

, el motor simbólico de la SEFT es el

recorrido por ocho rutas en desuso13

que abarcan la mayor parte del territorio mexicano.

Utilizando el viaje como método de exploración por trayectos, su intención es un acto de

pregunta ante la transformación y re-definición de los espacios, pueblos y viviendas que durante

la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX fueron nodos de una incipiente red de

comunicación y que al paso del tiempo acabaron siendo lugares marcados por el abandono; más

aún, síntomas del fenómeno contemporáneo de la recreación cultural de lugares cargados de

memoria “sustancial” en la economía histórica de un pueblo (ahí se libraron batallas, se

proclamaron ideologías, se firmaron tratados).

Al cuestionar el abandono de la tecnología de la locomoción en México, la SEFT detona un tipo

de experiencia que subraya la nueva forma de un espacio formado por esos lugares cuyo flujo

de capital, inversión y riesgo se detuvo, quedó suspendido a manera de sueño. Como

comentario ante la obsolescencia tecnológica, su fuerza está muy por encima de la asociación

10

Ibidem. P. 123 11

Es casi imposible no recordar aquí, la “limpieza estructural” en los espacios urbanos del México de los 40s,

50s y 60s, que seguían nuevamente la visión europea y norteamericana de la modernidad: las Unidades

Habitacionales y que sin embargo en algunos casos “logró contener una identidad local, aún nacional, frente

a las corrientes norteamericanas y europeas, específicamente las alemanas”. Véase el caso de la unidad

habitacional Nonoalco-Tlatelolco y su controvertido proceso a partir del relato del viaje de estudios del grupo

hamburgués en 1965 citado por Krieger Peter, Importación e Implantación del modernismo: Unidades

habitacionales funcionalistas en la ciudad collage de México. En: Von Kügelgen (ed)., Herencias indígenas,

tradiciones europeas y la mirada europea. Vervuert: Ars Eberica et Americana 12

Mecanismo de ruedas metálicas que le permite transitar sobre las vías. 13

Norte: Chihuahua, de Madera a Casas Grandes. Noreste: Tamaulipas, de Tamuin a Calles. Centro:

Guanajuato, de Dolores Hidalgo a Pozos. Centro-Occidente: Michoacán, de Zamora a Los Reyes. Golfo:

Veracruz, de Rodríguez Clara a San Andrés Tuxtla. Sur: Oaxaca, de Oaxaca a Taviche. Sureste: Yucatán,

de Ticul a Peto. Norte: Coahuila, de Paredón a Marte y Venus.

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actual entre lo obsoleto y lo mecánico, está encaminado a la toma de consciencia sobre

contextos históricos específicos, actitudes inconsistentes sobre la supuesta incapacidad

técnica14

y proyectos políticos que sin una planeación adecuada, tuvieron que enfrentar las

contradicciones inherentes al auge y al cambio, a las rupturas y las novedades. Así, la SEFT

trabaja desde la experiencia y el testimonio del enmohecimiento, la separación de la vida ante la

idea de un futuro absoluto. Un viaje cuyo horizonte de expectativas no solo contempla, sino que

en su transcurrir desplaza e incorpora la idea de espacio aumentado, un espacio construido a

partir del sujeto y la posibilidad del acceso y transmisión de información desde dispositivos de

comunicación móvil.

Equipada con cámaras de circuito cerrado, cámaras fotográficas y de video, telefonía móvil y

sistema de localización geoposicionado (GPS), la nave “registra y contempla la vida alrededor de

los trayectos, las personas, el paisaje y la infraestructura”. Para su funcionamiento, utiliza celdas

de hidrógeno que proporcionan más de la mitad de la energía que consume al desplazarse. El

equipo electrónico es alimentado por celdas solares (fotovoltáicas) que están colocadas en la

parte superior de la nave. La utilización de estos sistemas tecnológicos, propios al

funcionamiento del mundo contemporáneo y su ecosistema de constante transmisión de datos,

la potencia de su señalamiento no radica en la condición instrumental o el volver visible lo que

logran hacer las nuevas tecnologías de información (proyección en tiempo real, geolocalización,

seguimiento de la localización, registro, extensión de la noción de espacio a través de capas

digitales de información, etc), sino en volver evidente las transformaciones semánticas del

imaginario contemporáneo de cara a la experiencia de la ruina. Volver evidente la ruptura (¿o

acaso deberíamos decir la continuidad?) existente entre la racionalidad moderna cuya meta

siempre fue el progreso y sus afectos la confianza y el optimismo, y una sociedad red “basada

en un espacio de flujos y en un tiempo atemporal15

” donde la comunicación es la clave del

imaginario y su significación social. En todo caso, entre el abandono y la sucesión, la

suplantación, y necesariamente la re-configuración, la SEFT señala la pérdida de un tipo preciso

de experiencia social vinculada no solo al ferrocarril, sino al imaginario de las tecnologías de la

representabilidad mecánica del tiempo: la fotografía, la fonografía, el telégrafo, el cinematógrafo.

Así, genera líneas de investigación que afectan y re-definen constantemente el proyecto en cada

viaje que emprende la nave. “Una de las ideas propuestas a TELECOM es que nosotros

pudiéramos adelantar en un telegrama, avisando a toda una población sobre la llegada de la

14

“En 1864, ante el inminente plan global para la construcción de vías férreas, se realizó una encuesta entre

el sector industrial del país para conocer su opinión sobre el tipo de quipo a instalar. Varios de los

consultados indicaron que la opción era establecerlos con el equipo que usaba el Ferrocarril de Tacubaya,

es decir, con rieles elaborados propiamente de madera y calzados con una tira de fierro sobre la que circulan

los trenes…<en América, para caminos de fierro con bandas de Madera y menos bien hecho que el de

Tacubaya se sirve con máquinas de 18 a 20 toneladas de fuerza>. La replica de los funcionarios merece ser

colocada en los anales de la tecnología mundial: accedieron a la propuesta con la condición de que más

adelante la vía sería reconstruida con rieles verdaderos; los otros, entendemos ahora, eran rieles falsos.” En:

Aguayo Fernando, Ibid. p. 96 15

Castells, citado por: Cabrera D., Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencia y

esperanzas colectivas. Buenos Aires: Biblos, Intertextos. P. 164

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nave. Al parecer, uno de los primeros telegramas que se transmitieron era la siguiente frase:

¡Atención Universo!, en clave morse. Queremos que los mensajes que transmita la nave

comiencen con esa frase”16

. Otra de las investigaciones que se realiza durante los viajes, es el

registro del estado de las vías y los rieles hoy en día, muy poco documentado o ciertamente

inexistente17

. Siguiendo el viaje, la llegada a cada población es anunciada por medio del

fonógrafo y los habitantes son invitados a reunirse en la plaza principal. La interacción está

basada en el diálogo, en la recuperación de historias testimoniales y la proyección de

documentales producidos durante viajes pasados, en esas otras rutas que fueron previamente

exploradas.

SEFT tiene un soporte web cuya arquitectura de información está pensada para que el conjunto

de datos, archivos, imágenes y video (recopilados ya sea durante los viajes, o bien, durante el

proceso de investigación) puedan ser en cualquier momento desplegados o bien, transformados

a partir del usuario y la transcodificación propia de la web. Está dividida en dos áreas

principales. La parte izquierda contiene tres secciones: monitor, que permite conocer el trayecto

en curso y ver la localización de la nave en el momento de la consulta; investigación,

proporciona toda la información e intencionalidad del mismo, así como diversos archivos que

contienen la investigación histórica-antropológica sobre cada una de las rutas recorridas; y foro

que facilita una participación colectiva a manera de bloger. En el lado derecho de la pantalla, se

encuentra un estudio de mapas del territorio mexicano organizado a través de tres capas

temporales cuyos cortes están situados en 1810, 1910 y 2010. La particularidad de la interface

es permitir al usuario reconstruir, sobreponer o bien, yuxtaponer estos documentos históricos

con la finalidad de observar condensaciones, desplazamientos y deformaciones no solo físicas

sino simbólicas: aquello que muchos han denominado como destino del progreso.

A partir de la compleja tipología del proyecto, que además está caracterizado por ser un proceso

abierto definido en cada viaje que se emprende, el marco conceptual del mismo nos permite

pensar en dos perspectivas de enclave con las cuales dialoga al mismo tiempo que subvierte:

I. En primera instancia, la idea de espacio aumentado que más allá de la terminología referente

a la esfera tecnológica, se presenta como una práctica cultural relativa a ciertas aplicaciones

prácticas que transforman el comportamiento del sujeto en el espacio físico18

. ¿De qué manera

es reconfigurada la experiencia del sujeto en el espacio denominado cellspace19

? Un fenómeno

contemporáneo que está presente en el proyecto de la SEFT es justamente la presencia de

tecnologías de registro y tecnologías móviles que dinámicamente proporcionan información

16

Iván Puig. Entrevista, 20 marzo 2010. 17

A esta intención, se ha sumado el Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural

Ferrocarrilero (CNPPCF), quienes apoyan con información y al mismo tiempo, recuperan la información que

genera la SEFT como parte de su archivo. 18

Ver: Manovich Lev, The Poetics of Augmented Space: Learning from Prada. Consulta:

http://creativetechnology.salford.ac.uk/fuchs/modules/creative_technology/architecture/manovich_augmented

_space.pdf 19

“Cellspace es un espacio físico cubierto con información que puede ser obtenida por el usuario a través de

dispositivos personales de comunicación. La información puede llegar de redes globales como internet o

bien, estar incorporada en objetos localizados en el espacio alrededor del sujeto”. Manovich, Lev. Ibid. p. 2

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(constantemente variable), o bien, la extraen del espacio físico (cámaras de video, GPS, medios

móviles, teléfonos celulares, señales inalámbricas o satelitales, y medios locativos). El énfasis

no está en el dispositivo, sino en la experiencia que un sujeto puede detonar a partir de ellos, un

paradigma que permite experimentar el espacio de manera diferente. Si bien este fenómeno

pertenece al imaginario de los entornos propios de la informática urbana y sus enramajes

geográficos; de arquitecturas complejas de proyección monumental, o de pequeñas pantallas en

los dispositivos móviles y portátiles, la SEFT activa una noción más amplia del concepto,

abarcando todo aquello que queda fuera de las manchas urbanas e incluso de los territorios no

cubiertos por la “señal”. La Sonda de Exploración Ferroviaria desvía así, la localidad misma de la

“aumentación o el monitoreo” rara vez separable del imaginario de la metrópoli, desplazando el

sentido de la localización hacia el emplazamiento de la memoria, adquiriendo el formato de

transbordador de encuentros y de historias. “Cuando llegamos a las poblaciones, nos paseamos

e invitamos a la gente a través del equipo de perifoneo, a que asista a la presentación que se

hará por la noche en la plaza. Ahí vamos a proyectar imágenes y video de aquello que hemos

encontrado en otras rutas y algunos otros documentales. La idea principal es escuchar a la

gente”20

La SEFT viaja, y al viajar localiza-recupera historias desde las voces de testigos que habitan a lo

largo de los trayectos. Abre el paradigma del espacio aumentado digitalizando estos testimonios,

así como otros documentos históricos (mapas); lo abre también a través de seguimientos y

registros videográficos, o bien, a partir de la información transmitida y recuperada sobre la

ubicación de la nave, generando localizaciones específicas y capas de información sobre esos

espacios físicos.

II. En segunda instancia, por su carácter de “exploración”, su temporalidad se fuga de aquella de

las nuevas tecnologías, en donde lo nuevo, en realidad siempre es lo mismo. Más allá de la

cronología de sucesos, de promesas arrebatadas por angustias del atraso, la SEFT alude y

revive la cultura científica de la exploración-expedición, basada en viajes para la observación de

los fenómenos naturales como método de conocimiento. Sabemos que esta metodología rigió el

espíritu científico del siglo XIX y estuvo influenciada por la idea de tiempo profundo21

de la

geología moderna. Las expediciones astronómicas y las comisiones científicas del siglo XIX

20

Iván Puig. Entrevista 20 marzo 2010. 21

Sabemos que el tiempo de la naturaleza, no es el mismo que el tiempo calculado en la historia de las

civilizaciones. Este diferencial, es un punto de inflexión que a partir del siglo XVIII y hasta hoy, solo podemos

entender a manera de metáfora. En 1780, James Hutton uno de los padres de la geología moderna, escribe

uno de los tratados que marcan una escisión profunda con las teorías que dominaba los círculos

intelectuales que trabajaban para explicar el origen de la Tierra y por consecuente, la naturaleza del tiempo,

el espacio y nuestro papel en el universo. Dejando de lado el conocimiento y la textura epocal en la cual su

creatividad operaba, Hutton privilegió la observación llegando a dos conclusiones y objetividad frente al

objeto de estudio: “primero, el reconocer el granito como una roca ígnea, esto representa una fuerza

restauradora de edificación (de manera que la tierra puede reciclarse indefinidamente, en vez de erosionarse

hasta la ruina); y segundo, la adecuada interpretación de los relieves geográficos como límites entre ciclos

de edificación y erosión (lo que suministra evidencia directa de episodios de renovación más que de una

corta y lineal decrepitud)”21

. Ver: Jay Gould, Stephen. La flecha del tiempo. Madrid: Alianza Editorial, 1992.

P. 24

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cuya intencionalidad giraba en torno a medir distancias, revelar dimensiones, calcular la

periodicidad de los fenómenos celestes, comparar diversas estructuras geológicas, lechos

rocosos en lugares distanciados, taxonomía botánica, entre otros, contribuyeron de manera

peculiar en la reconstrucción del pensamiento, descartando las explicaciones teológicas en la

idea del origen de la Tierra. Es determinante señalar que si bien estos viajes, cuyos

comisionados eran constantemente el arquetipo del hombre ilustrado o distinguidas

personalidades de la ciencia y del arte, estaban rodeados de los mejores instrumentos y de las

maquinarias más exactas y complejas inventadas hasta la época (péndulos reales, diversos

tipos de microscopios y telescopios modificados con espectroscopios y fotómetros, aerómetros)

Sin embargo, no interesa aquí trazar analogías desde una mirada evolucionista de la técnica,

sino otorgar especial atención arqueológica a la expedición como momento en donde la

variación y la diversificación sucedía, así como el cruce entre el imaginario científico y artístico

en donde los instrumentos técnicos son “instrumentos sociales de significación”22

En las exploraciones que realiza la SEFT, se sostiene la firme intención de llegar a Venus y a

Marte, objetivo que finalmente se hace posible al recorrer un fragmento de la vía ramal entre

Paredón y Gómez Palacio que pasa por dos pueblos llamados Venus y Marte”23

. Conociendo tal

determinación, es casi imposible no vincularla con uno de los ejemplos más remarcables de

expediciones astronómicas en la historia de los estudios de la ciencia en México: el pasaje de

Venus en 1769. Dirigida por el abate francés Chappe dʼAuteroche24

, un grupo de científicos y

pintores inició su viaje con el objetivo de registrar el paso del planeta por el disco solar en aquel

año, sabiendo de antemano que uno de los puntos de observación más recomendables era la

península de Baja California. Una de las constantes en las expediciones, era la producción de

un informe de autor en donde volcaba de manera narrativa el contenido de las observaciones y

descripciones históricas de las rutas emprendidas en la expedición. Resultado de ello, se

redactaban memorias, tratados y disertaciones que articulaban la literatura científica de la época

y en donde se relataban los resultados de la experimentación de nuevas teorías y nuevos

instrumentos. Así, en la relación del viaje de Chappe dʼAuteroche25

sabemos que se midió el

paso de Venus con el instrumento más importante para la observación que era el péndulo, se

hicieron diversas experiencias con termómetros sumergidos en el océano y se realizaron

experimentos sobre el peso del agua. “Ayudado de un instrumento nuevo que había inventado el

francés Lavoisière —fundador de la química moderna—. Lavoisière leyó en la academia de

Ciencias en 1768 una memoria sobre un método para determinar el peso de los fluidos mucho

más exacto que el que se venía practicando hasta entonces. Chappe entonces, al darse cuenta

de cómo este método podía tener felices aplicaciones en el viaje que iba a emprender, solicitó

22

Cabrera D., Ibid. P. 174 23

Iván Puig, presentación del proyecto. Documento accessible en línea: http://www.ivanpuig.net/sefttxt.html 24

Bernabéu, Salvador. Las huellas de Venus. El viaje del astrónomo Chappe dʼAuteroche a Nueva España.

México: Breve Fondo Editorial, 1998 25

Tanto las observaciones como la descripción histórica de la ruta del autor a través de México fueron

redactadas por el señor de Cassini, eminente científico y en aquel momento director vitalicio del Observatorio

Real de Paris. Chappe, quien debía realizar este trabajo, murió tan solo tres días después de observar el

paso de Venus por el disco solar desde San José de Baja California, afectado por la llamada enfermedad de

Matlazahuatl. (vómito negro)

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en consecuencia a Lavoisière que le enviara una memoria con las instrucciones que lo pudieran

guiar en este tipo de experiencias y hacerle construir un instrumento semejante al que había

utilizado”26

Otro gran momento de la exploraciones científicas ocurre con el auge de la Sociedad Mexicana

de Historia Natural. Creada bajo el impulso del ideario positivista del siglo XIX, uno de los

intereses más permanentes de la misma “fue el de crear comisiones científicas constituidas por

miembros de la misma para que explorasen el territorio nacional”27

. El objetivo era parte de la

reforma educativa, estudiar las más nuevas teorías y dar a conocer la diversidad y difundir el

conocimiento de la nación a través de publicaciones cuyo contenido era (muchas veces)

generado a partir de estos viajes. Un ejemplo, la comisión de Pachuca o la expedición a

Metlaltoyuca y el imaginario que detonaban, en donde el impulso por el conocimiento ilustrado

cobraba sentido como parte del ideario para el progreso social, parte de la política de

industrialización de finales del siglo XIX. Desde 1872, tan solo un año antes de que se

inaugurara el primer gran ferrocarril de México, la Sociedad propuso que se organizaran

“comisiones exploradoras que colectaran y estudiaran la flora del Valle de México (…)

prometieron gestionar ante los Ferrocarriles una reducción en el precio de los pasajes, y ante el

gobierno de la República un subsidio de siquiera cien pesos al mes28

”. Aunque sabemos que

tanto el congreso como el gobierno no apoyaron esta iniciativa, las comisiones se realizaron.

Tanto científicos como artistas formaron parte de ellas y el Ferrocarril transformó la manera en

que solían hacerse los viajes en las expediciones científicas; fue utilizado no solo como medio

de transporte, sino como objeto mismo de estudio y símbolo de la modernidad científica y

artística.. El Ferrocarril, la primera transposición tecnológica del México moderno.

Los imaginarios científicos del descubrimiento y la comprobación de las expediciones se

entremezclaban con los lineamientos naturalistas de la academia de artes. Velasco mismo,

“pedía a sus estudiantes pintar en el lugar, porque pensaba que había una gran brecha entre lo

que puede ser producido a partir de la memoria (…) y lo que puede ser producido desde la

contemplación de los objetos naturales”29

. Puente curvo del Ferrocarril Mexicano en la barranca

de Metlac es una vista realizada desde Jonotal, muy próxima a la estación de tren de Fortín. “El

pintor mexicano tomó el tren que va de la Ciudad de México a Veracruz pasando por Villa de

Guadalupe y el valle de Apam, todo el camino hasta el puerto de Veracruz. Una vez que el tren

llegó a la estación de Fortín, ubicada a 600 pies de la barranca de Metlac, el artista bajó para

escoger el mejor lugar para retratar el más espectacular de los tres puentes construidos en esta

ubicación.”30

La SEFT re-articula estas historias provocando un cruce de imaginarios y de temporalidades

diversas. Otra de las rutas que se explora es justamente la del puente de Metlac. “Nos interesa

26

Bernabéu S., Ibid. P. 142 27

Trabulse Elías, José María Velasco: Un paisaje de la ciencia en México. México: Instituto Mexiquense de

Cultura, 1992. P. 166 28

Ibidem. 29

Altamirano Piolle M. E., Vol 1. Ibid. P. 243 30

Altamirano Piolle M. E., Vol 1. Ibid. Pp. 275-276

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hacer la referencia, encontrar los puntos desde los cuales los artistas pintaron esos puentes

para luego tener la capacidad del contraste y hacer visible la yuxtaposición de diversos símbolos

del progreso, como el puente de Metlac de concreto construido durante la gestión de Salinas de

Gortari”31

.

Así pues, la SEFT (Sonda de Exploración Ferroviaria) siendo un proyecto cuyo principal sentido

está depositado en el imaginario artístico-científico operado a través del viaje, nos preguntamos

por la posibilidad de que la idea del tiempo profundo de la expedición tensione la temporalidad

del progreso en tanto significación social, así como la temporalidad de las nuevas tecnologías.

¿Qué pasaría si intentamos yuxtaponer la temporalidad del progreso siempre medido por la idea

de flecha del tiempo, a la profundidad del tiempo en el pensamiento geológico? ¿qué

acontecería entonces en la SEFT como experiencia estética, o bien, dispositivo artístico? El acto

artístico es abierto, provoca situaciones con un potencial creativo y crítico capaces de nombrar

tanto la transformación como la inmanencia.

En medio de todo ese sistema de relaciones que están operando en la SEFT, que tienen que ver

con el discurso, la memoria, el espacio, el tiempo y la tecnología, dentro de marcos

institucionales (museos) e ideológicos (el delirio por los festejos del bicentenario), se abre un

espacio de señalamiento que permite “tomar distancia del mundo de significaciones evidentes o

destruir la inmediatez del presente sacándolo del continuum de significaciones históricas (…)”32

S. Jay Gould nos diría que el poder narrativo de la flecha y la regularidad inmanente al ciclo son

ideas que no se mezclan pero sí cohabitan e interactúan generando tensiones en la

interpretación de cualquier acontecimiento. La SEFT no es un proyecto que pueda definirse de

manera narrativa (o por lo menos no del todo), a partir de la ubicación de sucesos en la larga

línea del progreso y por consecuente, tampoco se reduce a la pregunta por el destino de dichos

sucesos. La SEFT es más bien un viaje “imaginario33

” que recorre la superposición de capas

temporales desde las que podemos observar momentos de mucha densidad que organizan y

transforman los imaginarios del cuerpo social. Sí, a partir de la técnica y la tecnología, pero

mucho más desde la disposición y la contingencia.

Karla Jasso

31

Andrés Padilla Domene. Entrevista, 20 marzo 2010 32

Cabrera D., Ibid. P. 49 33

“(…) habla de la capacidad creative de hacer aparecer representaciones y del conjunto de

representaciones, afectos y deseos que de ella resultan.” En: Cabrera D., Ibid. 17