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© John O'Leary. Danzante conchera, fiesta de la Tlahuanca, capilla de Naturales, San Pedro Cholula, Puebla, 2016.
McCafferty G. La matanza en Cholula: crónicas de facciones y la arqueología sobre la conquista española. Elementos 102 (2016) 3-16
3
w w w . e l e m e n t o s . b u a p . m x
La conquista española de México representa uno de los más
dramáticos –y violentos– ejemplos de contacto cultural en la
historia humana. Sociedades complejas enteramente ignoran-
tes de la existencia del uno y el otro chocan a una escala sin
precedente y en el proceso alteran esencialmente sus miradas
del mundo. En unos pocos años los indígenas mesoamerica-
nos se volverán sujetos de la dominación extranjera y serán
obligados con fuerza a convertirse a una nueva religión, siste-
ma político y economía.
Para los europeos conquistadores el descubrimiento de una
“nueva” extensión de la raza humana quebrantaría el monopo-
lio ideológico de la Iglesia, precipitando a su vez la “revolución
científica” y alterando radicalmente en el proceso a la civiliza-
ción occidental. Repercusiones de la conquista continúan has-
ta el presente con la resistencia a la opresión neocolonial y la-
dina de parte de grupos indígenas como los zapatistas mayas,
así como por la actualización de una identidad étnica entre po-
blaciones indígenas.
Geoffrey G. McCafferty 1
La matanza en Cholula:c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s y l a
a r q u e o l o g í a s o b r e l a c o n q u i s t a e s p a ñ o l a
E l e m e n t o s 1 0 2 , 2 0 1 6 , p p . 3 - 1 6
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Un momento central de la conquista fue la matanza
que ocurrió en Cholula cuando, de acuerdo con varios
registros históricos los conquistadores españoles, bajo el
mando de Hernán Cortés, presumiblemente reunieron a
los nobles indígenas en la plaza ceremonial de Cholula
para después atacarlos, resultando en la muerte de miles.
La matanza fue registrada por los mismos conquistado-
res, sacerdotes españoles y cronistas indígenas siendo
este suceso uno de los más ampliamente registrados en
crónicas de la conquista (Aguilar, 1560; H. Cortés, 1519-
1521, Díaz del Castillo, 1580; Ixtlixóchitl, 1615; López de Gó-
mara, 1552; Muñoz Camargo, 1550; B. de Sahagún, 1585;
A. de Tapia, 1550; V. de Tapia, 1530; Torquemada, 1625). Una
revisión crítica de las variadas crónicas nos permite co-
nocer numerosos detalles en torno a la matanza y tam-
bién introspecciones sobre las aducidas motivaciones en
cada versión “histórica”.
Adicionalmente, las excavaciones arqueológicas lle-
vadas a cabo a principios de los setenta del siglo XX resul-
taron conducentes en la recuperación de 650 entierros, in-
cluyendo a víctimas de la matanza, y consecuentemente
ofrecen otra perspectiva sobre este suceso y una oportu-
nidad para evaluar las crónicas históricas (E. Castro Mo-
rales y García Moll, 1972). Este ensayo se centra en varios
puntos conflictivos de varias de las perspectivas registra-
das sobre la matanza; aborda también problemáticas so-
bre la provocación, la intensidad y las consecuencias de
este suceso. Una propuesta que emerge de la revisión
de las crónicas es el probable papel de Malintzin, la in-
térprete indígena y consorte de Cortés, quien pudo ha-
ber manipulado los eventos que llevaron a la matanza en
Cholula con el propósito de acrecentar sus propios inte-
reses políticos.
LA CONQUISTA DE MÉXICO
La conquista de México sucedió entre 1519 y 1521, cuan-
do una pequeña banda de mercenarios bajo la coman-
dancia de Hernán Cortés navegó desde Cuba, rodeó la
Península de Yucatán y ancló sus barcos cerca del ac-
tual puerto de Veracruz. Desde allí se adentraron por tie-
rra hasta la Meseta Central de México donde se encon-
traron y finalmente derrotaron al impero azteca.
En el camino los españoles se encontraron con un
variado mosaico de grupos étnicos divididos política-
mente en parte por la reciente consolidación del impe-
rio azteca. Una consecuencia de la expansión imperial
azteca fue la inconformidad de varias ciudades-estado
por la tributación impuesta. Los españoles no confor-
maban una unidad debido a que Europa emergía enton-
ces del feudalismo medieval. La atmósfera de fron-
tera de la recientemente establecida colonia en Cuba
fomentaba además rivalidades e intrigas. A modo de
ejemplo, la expedición de Cortés fue un abierto desafío
al gobernador de la isla; aunque eventualmente, como
retribución, Cortés fue juzgado en la corte española por
G e o f f r e y M c Caf f e r t y
© John O'Leary. Los mayordomos enfrentan la presidencia de San Pedro Cholula, Puebla, 2015.
© John O'Leary. Procesión por la paz en el cerrito de los Remedios, San Pedro Cholula, Puebla, 2015.
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La marcha por tierra de los conquistadores hacia el
altiplano desde su campamento en la zona costera les
permitió incorporar valiosos aliados indígenas; los más
notables fueron los pueblos de Cempoala y Tlaxcala.
Los de Cempoala eran tributarios de los aztecas, aun-
que desde tiempos relativamente recientes, y Cortés/
Malintzin rápidamente les chantajearon para que deshi-
cieran esa alianza. Los tlaxcaltecas, por otro lado, eran
enemigos tradicionales de los aztecas y participantes
centrales (en alianza con Cholula y Huejotzingo) de las
guerras floridas en la que los ejércitos se enfrentaban
con el propósito de capturar guerreros para el sacrificio.
Los tlaxcaltecas mismos se enfrentaron y casi derrotan
a los españoles antes de finalmente suscribir una cau-
telosa alianza.
Impulsados por su sed de oro y gloria Cortés y su
ejército marcharon hacia el altiplano. En varios momen-
tos fueron interceptados por emisarios de la capital az-
teca que recomendaron a los extranjeros interrumpir su
traslado a Tenochtitlán. El huey tlatoani Motecuhzoma
temía la llegada de los españoles porque de acuerdo con
oráculos y visiones él creía que acabarían con su reinado.
Además, el mismo Cortés lo fomentaba incorporando a
su atuendo elementos alusivos a la Serpiente Emplumada
Quetzalcóatl que de acuerdo con la leyenda estaba desti-
nada a retornar desde el Este para recuperar su reino.
Habiendo concretado la alianza con los tlaxcaltecas
los españoles se encaminaron hacia el Valle de México
con dirección a Cholula. La ciudad de Cholula, según fue
informado Cortés, era una poderosa aliada de los azte-
cas. Reino enemigo de los tlaxcaltecas supuestamente
porque en tiempos recientes había traicionado a Tlaxcala
durante una de las guerras floridas atacando por la reta-
guardia mientras los tlaxcaltecas, según Muñoz Camar-
go, peleaban contra los aztecas. El desvío hacia Cholula
pudo haber sido así una forma de venganza de los tlax-
caltecas y un pago adelantado a los nuevos aliados de
Cortés, así como también un medio para eliminar fuer-
zas enemigas de la línea de retirada.3 Para Malintzin pu-
do haber tenido un significado más personal.
La ciudad de Cholula era una de las más grandes de
Mesoamérica en el momento de la conquista. Tenía una
población que se estima entre 30 mil y 50 mil habitantes
ofensas contra la población indígena incluyendo la ma-
tanza ocurrida en Cholula.
Las divisiones entre la población indígena fue uno
de los factores que contribuyeron al éxito de Cortés,
ya que la conquista nunca fue un escenario simple o
una batalla entre cowboys e indios. Al contrario, varios
pueblos indígenas se aliaron con Cortés conjuntando
esfuerzos con los conquistadores para liberarse del
yugo de la opresión azteca. Si solo hubieran sabido
que su destino iba a ser mucho peor...
Otro importante factor del “éxito” de Cortés fue su
asociación con una princesa indígena desheredada de
nombre Malintzin, más comúnmente conocida como
La Malinche. Malintzin pertenecía a culturas del sur del
Golfo de México, tierras de pueblos multiétnicos de
donde provenían los olmeca xicalanca (W. Jiménez Mo-
reno, 1942; G. McCafferty, 1997). Ella había sido criada
para heredar el trono de su madre, lo que sugiere que
tuvo una educación de todos los aspectos pertinentes a
la vida pública, incluyendo el conocimiento de lenguas,
así como entrenamiento en el protocolo y el arte de la
negociación. Sin embargo, su madre se volvió a casar y
tuvo un hijo, por lo cual Malintzin fue expulsada (una cró-
nica indica que fue vendida como esclava). Así, Cortés
la encontró en un importante pueblo comercial, Poton-
chan, quizás como sacerdotisa del templo o ahuiani 2
Malintzin y otras viente mujeres fueron entregadas a
los españoles con otras ofrendas como incentivo para
que esos bárbaros prosiguieran en su camino. Cortés
rápidamente reconoció el valor de Malintzin como tra-
ductora debido a que ella hablaba náhuatl (el lenguaje
de los aztecas) y maya (el lenguaje que dominaba el
náufrago Gerónimo de Aguilar que Cortés rescató en la
costa yucateca). Lo que debió ser menos obvio, pero
de igual o mayor importancia, fue la habilidad de Ma-
lintzin para negociar exitosamente con los gobernantes
indígenas y lograr que hicieran lo impensable: unirse a
esta pequeña banda de bárbaros en contra de la más
formidable nación del universo mesoamericano. Un as-
pecto de la conquista que aquí se sugiere es el grado
de mediación que demostró Malintzin en esta campa-
ña; crónicas indígenas apuntan que ella pudo haber or-
questado activamente sucesos claves de la conquista
y en particular eventos relacionados con la matanza
en Cholula. L a m a t a n z a e n C h o l u l a : c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s . . .
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de la pirámide de Quetzalcóatl. Con una orden suya los
conquistadores atacaron y los aliados indígenas acam-
pados en las afueras de la ciudad acudieron a participar
en la matanza. Las bajas fueron por millares y prosiguió
el saqueo de la ciudad durante varios días, incluyendo
la destrucción de los templos dedicados a Quetzalcóatl.
Después de la matanza en Cholula, Cortés y su tropa
siguieron camino hacia el Valle de México y al encuentro
con el monarca azteca Motecuhzoma. Es muy probable
que la matanza en Cholula haya jugado un papel impor-
tante en la decisión política del monarca azteca de reci-
bir a los españoles, debido a que los sucesos en Cholula
otorgaban poderes militares y sobrenaturales a los inva-
sores. En vez de enviar su ejército a aplastar a los espa-
ñoles Motecuhzoma decidió invitarles a su corte donde
él y sus sacerdotes pudieron inspeccionarlos de cerca.
La estrategia fue contraproducente; Malintzin convenció
a Motecuhzoma para que se sometiera al arresto donde
eventualmente fue asesinado y consecuentemente todo
el sistema político azteca se colapsó. En menos de un
año toda la capital azteca yacía en ruinas y la población
diezmada por la conquista y las pestes.
CRÓNICAS DE LA MATANZA EN CHOLULA
La matanza en Cholula fue uno de los sucesos más
ampliamente documentados de la conquista española:
existen por lo menos once descripciones en crónicas
coloniales y tres referencias pictográficas de tlacuilos
indígenas. Un análisis contextual de estas tres fuentes
revela interpretaciones diversas que influenciaron el
enfoque y énfasis dado al suceso por sus autores.
En su segunda carta de relación al rey de España
Hernán Cortés describió los eventos que le acercaron a
Cholula, la batalla misma y la subsecuente pacificación
de la ciudad. Las cartas de Cortés pretendían justificar
su invasión de México por lo cual insiste en demostrar
que debido a la provocación se necesitó dar esa res-
puesta a los cholultecas. Cortés enfatizó el tamaño y
la fuerza de Cholula como también el peligro que ace-
chaba a su ejército. Cortés quiso entrar a Cholula por-
que era una frontera abierta con el imperio azteca. Una
vez que arribaron a la ciudad los españoles fueron alo-
jados en casas confortables y les entregaron provisio-
nes. Signos ominosos, sin embargo, fueron detectados,
dentro de los límites de la ciudad y un número equivalen-
te en sus zonas periféricas (McCafferty, 1996; Petersen,
1987). Era uno de los principales centros religiosos de la
Meseta Central con su templo mayor dedicado a Quetzal-
coátl (D. Durán, 1576-1579; M. Olivera, 1970). Nobles de
todo el altiplano peregrinaban a Cholula para legitimar su
autoridad como gobernantes (Gabriel de Rojas, 1581) y allí
se realizaba la ceremonia de horadación del septum que
otorgaba el reconocimiento a tecuhtli (nobles). Cholula era
también centro comercial de los pochteca que recorrían
largas distancias por toda Mesoamérica intercambiando
productos exóticos y transportándolos al mercado local.
La ciudad era además de composición multiétnica; pue-
blos agrupados como tolteca-chichimecas y nahua par-
lantes afiliados al Valle de México habitaban Cholula co-
mo también olmeca xicalancas asociados a culturas de la
costa del Golfo (McCafferty, 1996; M. Olivera y C. Reyes,
1969). La competencia por el poder político entre estos
dos grupos pudo haber tenido como resultado la ya men-
cionada traición a los tlaxcaltecas debido a que crónicas
aztecas consistentemente declaran a Cholula como alia-
da de Tlaxcala en las guerras floridas (D. Durán, 1581). De
hecho, salvo en relación a la matanza, no existe evidencia
de que Cholula fuera alguna vez aliada de los aztecas.
El contingente español que marchó hacia Cholula
incluyó grandes ejércitos tlaxcaltecas y de Cempoala.
Fueron recibidos en las afueras de la ciudad donde los
aliados nativos acamparon mientras que los españoles
fueron escoltados por nobles cholultecas a la ciudad.
Las crónicas varían sobre el grado de hospitalidad que
demostraron los cholultecas a los españoles, pero en su
mayoría dan cuenta de que esa bienvenida se diluyó en
pocos días a medida que los cholultecas se mostraron
cada vez más hostiles. En algunas crónicas se mencio-
nan muestras explícitas de amenazas, incluyendo pre-
paraciones para la batalla y el acopio de piedras que
serían lanzadas desde los edificios, así como la exca-
vación de zanjas en las calles de la ciudad destinadas a
obstruir un ataque de la caballería española. Un suceso
clave ocurrió cuando Malintzin supuestamente se enteró
del plan de una emboscada para atacar a los españoles
y le informó a Cortés, quien mandó convocar por ello a
los nobles cholultecas en la plaza ceremonial enfrente
G e o f f r e y M c Caf f e r t y
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incluyendo adecuaciones para la guerra en las calles y
el abandono de la ciudad por parte de las mujeres y los
niños. Al interrogar a los locales estos revelaron que 50
mil guerreros aztecas aguardaban en las afueras de la
ciudad alistados para una emboscada. Cortés inició un
ataque anticipado en el cual 3 mil guerreros armados
murieron y “algunas torres y casas fortificadas” fue-
ron quemadas. Después de la batalla, sin embargo, se
restableció rápidamente el orden y el mercado se llenó
prontamente de mercancías y gente.
Una crónica relacionada es la de Francisco López de
Gómara (1552), segundo de Cortés, cuyo relato de la con-
quista está basado en los recuerdos personales de Cor-
tés y en otras fuentes primarias. En esta versión la de-
cisión de ir a Cholula fue sugerida enfáticamente por los
aztecas ansiosos de quebrantar la alianza entre los espa-
ñoles y los tlaxcaltecas. Otros detalles son casi idénticos
aunque la cantidad de muertos resultó casi el doble de los
contabilizados por Cortés. López de Gómara describió el
ataque final sobre la pirámide, incluyendo las quejas de los
defensores que reclamaron a sus dioses por no haberlos
asistido en la defensa de la ciudad.
Andrés de Tapia (1540) era uno de oficiales mayores
del ejército de Cortés y su relato tiene paralelismos con
el de su jefe; por pasajes idénticos está claro que su cró-
nica fue tomada de López de Gómara. Tapia describe la
llegada a Cholula, las advertencias sobre una emboscada
instigada por los aztecas y la decisión de Cortés de ata-
car. Él apunta que en vez de sirvientes para transportar
el abastecimiento a los españoles, guerreros armados
se acercaron a la plaza. Estos fueron asesinados con la
mayoría de los principales nobles y que la masacre no se
detuvo por dos días. No dio estimación del número de
muertos aunque apuntó que las mujeres y los niños fue-
ron dejados a salvo. Tapia describió también la destruc-
ción del templo principal que fue reducido por fuego con
todo y los sacerdotes que allí se refugiaron.
Bernal Díaz del Castillo era un soldado entre los con-
quistadores y autor de la La Verdadera Historia de la Con-
quista (1580), redactada 50 años después de los sucesos
con la intención de reclamar una mayor participación en
las recompensas, así como apuntalar otra versión a las
crónicas de Cortés y López de Gómara que presentaron
los sucesos de la conquista excesivamente centrados en
Cortés. En contraste, Díaz del Castillo describió que la
conquista procedió por acuerdos consensados: Cortés
participaba regularmente con sus capitanes y tenientes
y analizaban propuestas para después llevar a cabo las
acciones mediante decisiones democráticamente alcan-
zadas. Notablemente, la mayor información sobre Malin-
tzin proviene de su crónica; Cortés nunca menciona a su
consorte/traductora/consejera por su nombre (aunque
ella sí es descrita por López de Gómara).
Díaz del Castillo ofrece el relato más detallado de la
matanza en Cholula. También describió una calurosa e
inicial bienvenida a la ciudad que pronto se deterioró con
L a m a t a n z a e n C h o l u l a : c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s . . .
© John O'Leary. La novia de carnaval, San Matías Cocoyotla, San Pedro Cholula, Puebla, 2009.
© John O'Leary. Domingo de carnaval, barrio de Jesús Tlatempa, San Pedro Cholula, Puebla, 2014.
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las muestras de preparaciones para la guerra en las ca-
lles y finalmente la emboscada que Malintzin descubrió.
Le impresionaron particularmente las preparativos para
el sacrificio y el consumo caníbal que pretendían de los
españoles, entre otras perlas de información que ofre-
ció; por ejemplo, la única receta conocida de un “guisa-
do de conquistadores” se obtiene de su crónica.
Otro testigo español dejó un relato contrastante. Fray
Francisco de Aguilar, un soldado en el ejército de Cor-
tés que más tarde ingresó a la orden dominica, registró
sus memorias circa 1560. Su relato es relativamente su-
cinto aunque Aguilar describe la grandeza de la ciudad y
menciona una advertencia ominosa de los aliados tlax-
caltecas en relación a los cholultecas. No menciona pre-
paraciones para la guerra aunque sí describe tensiones
hostiles que iban en aumento en la ciudad. Después de
varios días, cuando los cholultecas dejan de traer leña o
agua al campamento de los españoles, toman la decisión
(por petición de sus capitanes y en contra de la opinión
de Cortés) de matar a los indios que abastecían el cam-
pamento “en cantidad de 2 mil”. Los españoles abando-
naron después la ciudad.
Durante el juicio de residencia de Cortés otro testigo
de estos eventos (Wagner, 1944; Petersen y Green, 1987)
fue Vázquez de Tapia, quien declaró que los españoles
fueron bien tratados y que no hubo evidencia alguna de
una emboscada. También consignó que a pesar de que
él era capitán no recibió ninguna advertencia cuando
Cortés ordenó el ataque sobre 4,500 cholultecas. Este
relato es el que contiene las mayores discrepancias con
otras crónicas españolas y sugiere que el ataque no fue
provocado sino enteramente instigado por Cortés.
Además de los variados relatos de los conquistado-
res existen algunas versiones indígenas de este suceso.
El más detallado es el de Diego Muñoz Camargo en su
Historia de Tlaxcala de 1550 (M. León Portilla, 1992). Es-
ta crónica de la conquista contiene textos pero también
ilustraciones con estilística indígena; algo parecido se en-
cuentra en el Lienzo de Tlaxcala (1550/1892): una repre-
sentación también estilísticamente indígena con escenas
de la conquista que incluyen la matanza de Cholula. Las
crónicas tlaxcaltecas ponen el énfasis en eventos duran-
te el trayecto que culmina en Cholula; especialmente el
trato cruel que recibió el emisario tlaxcalteca que fue tor-
turado antes de regresar a Tlaxcala resultando en presen-
timientos ominosos. Supuestamente los tlaxcaltecas ad-
virtieron a los españoles que no se dirigieran a Cholula
pero Cortés ya había tomado la decisión. Una vez allí los
tlaxcaltecas reconocieron signos de una inminente em-
boscada y advirtieron a Cortés, quien consecuentemente
instigó el ataque en el cual participaron los tlaxcaltecas.
Las crónicas tlaxcaltecas de la batalla enfatizan los as-
pectos religiosos de Cholula describiendo que cualquier
asalto al templo de Quetzalcóatl resultaría en una inunda-
ción devastadora que ahogaría a los atacantes; solo des-
pués de que esta predicción falló los tlaxcaltecas se in-
corporaron a la batalla.
El Lienzo de Tlaxcala también describe con énfasis
la pirámide de Quetzalcóatl identificada por una pluma
de quetzal y una serpiente (coatl) que surgen de la parte
superior del templo mientras guerreros indígenas ataca-
ban a los defensores en medio de víctimas con cuerpos
desmembrados. Notablemente es Malintzin quien dirige
el ataque en un sola escena en la cual no está dibujado
Cortés. Tres nativos están representados dentro de una
estructura en la parte derecha superior de la escena; no
está clara la afiliación de estas tres figuras pero pue-
den ser informantes que Cortés/Malintzin interrogaron
y después secuestraron durante el ataque. Una última
imagen es el de una persona que se arroja de la parte
alta del templo en una acción que se describe como una
muestra extrema de no rendición porque los cholulte-
cas se lanzan a morir antes de aceptarse derrotados.
G e o f f r e y M c Caf f e r t y
© John O'Leary. Ritual de los Concheros, San Buenaventura Nealtican, Puebla, 2014.
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Una pista interesante que da Muñoz Camargo apo-
ya la idea que Malintzin dirigió el ataque sobre Cholu-
la. Este autor dice que los españoles, para que pudieran
distinguir a los guerreros tlaxcaltecas de los cholulte-
cas (debido presumiblemente a que los europeos te-
nían dificultades para distinguir insignias indígenas), los
tlaxcaltecas se quitaron sus tradicionales insignias gue-
rreras y se pusieron a cambio penachos de hierba tren-
zada (M. León Portilla, 1992). Con seguridad eso debió
reducir muertes por fuego amigo pero debió tener tam-
bién un valor simbólico. “Hierba” en náhuatl es malinalli
y Malintzin significa “Mujer-hierba”. Por lo cual los tlax-
caltecas se identificaron a sí mismos, probablemente,
como guerreros de Malintzin.
Crónicas indígenas desde la perspectiva mexica fue-
ron retomadas por el fraile español Bernardino de Saha-
gún (1547-1585). De acuerdo con sus informantes nun-
ca hubo provocación. Las víctimas desarmadas fueron
convocadas al patio del templo y atacadas “traicionera-
mente”. No se hacen menciones de ninguna emboscada
sino más bien enfatizan que los españoles fueron azuza-
dos por los tlaxcaltecas en busca de venganza en con-
tra de sus enemigos. En este caso el informante mexica
desvía la culpa de los españoles (estaban siendo inte-
rrogados finalmente por españoles) y la deposita en sus
enemigos tradicionales, los tlaxcaltecas.
Fray Juan de Torquemada (1615) resume varias cró-
nicas en una de las narrativas coloniales más amplias
y más completa que describe la matanza. Torquemada
cuenta que Cholula estaba dividida en seis barrios, tres
de estos aliados con los mexicas o aztecas, mientras
que los otros probablemente afiliados a los tlaxcalte-
cas. Mediante la instigación de los mexica, los barrios
aliados debían reunirse con 30 mil guerreros mexicas
en las afueras de la ciudad para participar en la em-
boscada contra los españoles. Cortés descubrió el plan
con la ayuda de Malintzin y decidió castigar a la ciudad.
Prosiguió la matanza en la cual murieron 6 mil cholul-
tecas aunque las mujeres y los niños fueron puestos a
salvo. Torquemada también da cuenta de la creencia
que el agua contenida en la gran pirámide ahogaría a
los atacantes y por la confianza de los defensores en
esta creencia tardaron en tomar las armas.
Otra crónica se originó en Texcoco, ciudad tributaria
de los mexica y fue escrita por el noble indígena Fernando
Alva Ixtlixóchitl (1625). En esta crónica los españoles fue-
ron ampliamente bienvenidos a Cholula pero Cortés se
enojó con los embajadores de Tenochtitlán que preten-
dieron disuadirlo de continuar su viaje hacia la capital
mexica. Para hacer ejemplo de Cholula y también enviar
un mensaje al gobernante mexica, Cortés convocó a los
nobles de Cholula y les acusó de traiciones. Los nobles
fueron masacrados y la ciudad atacada; en menos de
dos horas más de 5 mil cholultecas yacían muertos, las
casa principales pilladas y los templos quemados.
Una de las crónicas más críticas y de mayor influen-
cia sobre la conquista pertenece al dominico fray Bar-
tolomé de las Casas (1552), un infatigable abogado de
los pueblos indígenas de las Américas. Debido a que su
versión fue altamente crítica de los españoles se tradujo
a varias lenguas y se utilizó como propaganda en contra
de los españoles de parte de otras naciones europeas
(Conley, 1992). Las Casas argumentó que el ataque fue
planeado por los españoles para intimidar a la población
indígena. Los españoles atacaron a los cargadores de
provisiones y de allí siguieron tres o cuatro días de una
matanza que costó 6 mil vidas, incluyendo la de nobles
y sacerdotes que fueron quemados cuando se refugia-
ron en el templo.
LA EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA DE LA MATANZA
Cholula ha sido un sitio de investigación arqueológica
desde hace cien años aunque el enfoque ha sido ma-
yormente del horizonte Clásico o Posclásico temprano
en el entorno de la gran pirámide y en su zona ceremo-
nial asociada (McCafferty, 1996). Debido a la ocupa-
ción continua de la ciudad hasta el presente muchos
datos arqueológicos han sido destruidos por construc-
ciones recientes. Esto es así particularmente con refe-
rencia al horizonte del Posclásico en el entorno de la pi-
rámide de Quetzalcóatl que se localizó (probablemente)
debajo del convento de San Gabriel y de la Capilla Real
(I. Marquina, 1970). Pocas muestras arqueológicas del
periodo de contacto están disponibles en gran parte por
el predominio de la investigación sobre el horizonte Clá-
sico-Posclásico temprano en el entorno del centro cere-
monial de la gran pirámide.
L a m a t a n z a e n C h o l u l a : c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s . . .
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Una de las características más notables del registro
arqueológico cholulteca es el gran número de entierros
descubiertos. Más de 600 individuos han sido detecta-
dos en el entorno de la gran pirámide y la mayoría corres-
ponde al periodo Posclásico (900-1520 d.C.). Un entierro
masivo en San Andrés Cholula y que data del Posclásico
(1300-1520 d.C.) dio el número de 52 entierros (S. Suárez,
1989). Otro entierro masivo excavado en el patio del con-
junto conventual de San Gabriel dio 671 entierros indivi-
duales (Castro Morales y García Moll, 1972). Estos se han
interpretado como entierros de las víctimas de la matan-
za, aunque otros entierros coloniales deben conformar
parte del conjunto excavado.
Crónicas históricas dan cuenta del lugar donde se
inició la matanza, es decir, la plaza asociada al gran tem-
plo de la ciudad; y varias crónicas incluso describen la
final y desesperada defensa del templo. Poco después
de la conquista la pirámide de Quetzalcóatl fue desman-
telada y en su lugar se erigió el templo de San Gabriel
(Rojas, 1927). Los entierros encontrados en el patio
principal no representan, sin embargo, a víctimas aban-
donadas in situ. Debido a que la ciudad fue recupera-
da en pocos días posteriores al ataque, las víctimas al
parecer fueron recogidas para un enterramiento ya que
permanecían apiladas como “atados de leña” (Petersen
y Green, 1987). En contraste con patrones de enterra-
mientos prehispánicos (posición sedente orientados al
Norte) estos individuos fueron enterrados acostados
sobre la espalda y en posición extendida con sus ca-
bezas orientadas al Este, correspondiendo a la tradición
cristiana. Por otro lado, la mayoría exhibía deformacio-
nes craneales, una práctica que se abandonó después
de la conquista. Pocas ofrendas mortuorias fueron res-
catadas en contraste con la práctica mortuoria prehis-
pánica y estas corresponden a objetos y adornos perso-
nales tales como inserciones labiales, abalorios de jade
y botones de “cobre”. Dos monedas españolas fueron
encontradas, incluyendo una que data de 1512 (Petersen
y Green, 1987).
Basados en los indicios fechables de este conjun-
to, la mayoría, si no es que todos los entierros, corres-
ponden al periodo de contacto debido a que personas
indígenas fueron enterradas bajo prácticas mortuorias
cristianas. Evidencia de que en un alto número son las
víctimas de la matanza misma nos lo indican los es-
queletos decapitados o desmembrados (Castro Mora-
les y García Moll, 1972). También los cortes en los hue-
sos hechos con un instrumento filoso como espadas.
Las monedas fechadas indican también que el depósito
mortuorio está relacionado con la matanza ya que esas
monedas debieron estar en posesión de los españoles
antes de arribar a México.
Un perfil demográfico de los entierros indica que
aproximadamente el 50% eran adultos (342); a jóvenes
corresponden 47 entierros y a infantes 256. Se exca-
varon 671 entierros pero son solo una pequeña parte
de todo el conjunto mortuorio que los arqueólogos es-
timan es de hasta 27 mil individuos (Castro Morales y
García Moll, 1972). Este total es excesivamente eleva-
do como para dar cuenta solo de la matanza por lo que
el conjunto mortuorio debe incluir víctimas de las epi-
demias durante el periodo colonial.
La evidencia arqueológica da otra perspectiva a la
masacre en Cholula. Por un lado comprueba el alto nú-
mero de víctimas y que las muertes fueron con violen-
cia; y confirman inquietantemente algunos eventos fi-
gurados en el Lienzo de Tlaxcala. Por otro lado, el perfil
demográfico contrasta con los datos históricos de los
conquistadores que dicen que mujeres y niños fueron
puestos a salvo antes de la batalla o fueron salvados por
la compasión de los españoles.
DISCUSIÓN
Por lo menos doce distintos autores narraron o dibujaron
su versión de la matanza en Cholula en el primer siglo de
la conquista. Estas “historias” enfatizan distintas accio-
nes y motivaciones y en algunos casos registran contra-
dicciones. Un análisis crítico comparativo aporta señas
sobre las razones de algunos autores, así como sobre el
proceso mismo de construir una narrativa histórica. Al-
gunas narraciones dicen más sobre las intenciones del
que “hace la crónica” que sobre los sucesos mismos.
El arribo de Cortés a Cholula tiene varias facetas
que están narradas por los variados autores de mane-
ra distinta:
1. La decisión de ir a Cholula.
2. La recepción y el acomodo en la ciudad.G e o f f r e y M c Caf f e r t y
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Cortés estuvo ansioso de eliminar al poderoso enemigo
situado en la línea de retirada y mandar así un mensaje
a Tenochtitlán al mismo tiempo.
Otra posibilidad sería que los españoles fueron há-
bilmente manipulados con descripciones de la riqueza
de Cholula para que fueran a la ciudad de los enemigos
políticos de los tlaxcaltecas (¿y Malintzin?). Muchas
crónicas describieron al ejército tlaxcalteca con un nú-
mero de entre 30 y 100 mil guerreros acompañando a
los españoles hasta la entrada de la ciudad e incorpo-
rándose a la matanza y al pillaje unos días después.
Confrontaciones de facciones en la Cholula prehis-
pánica están sugeridas por Torquemada y Díaz del Cas-
tillo (también por M. Olivera y C. Reyes, 1969). La ciu-
dad pudo haber estado divida entre secciones aliadas
de tlaxcaltecas y mexicas; después de la matanza los
españoles indicaron que Cholula y Tlaxcala se volvieron
cercanos aliados insinuando que el tema de las divisio-
nes se resolvió con la espada española.
Varias crónicas comentan que la bienvenida que ofre-
cieron los cholultecas a los españoles incluyó la ofrenda
3. Las evidencias de una emboscada contra los
españoles.
4. Detalles de la matanza misma.
5. Eventos que sucedieron después de la matanza.
Varios autores discuten la decisión de abandonar
Tlaxcala para desviarse esa corta distancia hacia Cho-
lula que no representaba la ruta más directa hacia Te-
nochtitlán y requería del dificultoso paso por las mon-
tañas. La perspectiva indígena tlaxcalteca de Muñoz
Camargo enfatizaba la naturaleza desafiante de la acti-
tud de los cholultecas debido a que mutilaron al primer
emisario tlaxcalteca y enviaron a un emisario de me-
nor rango a cambio. Supuestamente los tlaxcaltecas in-
tentaron disuadir a los españoles de su desplazamiento
hacia Cholula pero también rápidamente enfatizaron las
razones protocolares del porqué el ataque fue justifica-
do. Los españoles, por otro lado, insinuaron que a pe-
sar de las advertencias de sus aliados indígenas sobre
la naturaleza hostil de los cholultecas ellos deseaban co-
nocer la riqueza de la maravillosa ciudad. Pudieron haber
sido incitados a ello por los emisarios mexicas ansio-
sos por descomponer la creciente alianza entre españo-
les y tlaxcaltecas. Petersen y Green (1987) sugieren que L a m a t a n z a e n C h o l u l a : c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s . . .
© John O'Leary. Bendición del pulque por los concheros, fiesta de la Tlahuanca, capilla de Naturales, San Pedro Cholula, Puebla, 2016.
12
de comida e incienso. Los españoles fueron alojados en
palacios en el corazón de la ciudad. Lo que está dispu-
tado en las fuentes es cuánto continuó esta hospitalidad;
los españoles sostienen que las provisiones fueron inte-
rrumpidas después de unos días y de acuerdo con Agui-
lar esto fue lo que provocó el ataque.
Cercano a este tema de la hospitalidad está uno más
controversial sobre la emboscada a los españoles insti-
gada por los mexicas. Signos de inminente peligro se re-
portaron incluso antes de partir de Tlaxcala y la eviden-
cia incluía pertrechos para la guerra en la ciudad; rituales
con sacrificios que eran preparaciones para la batalla; ru-
mores de un ejército mexica en las afueras de la ciudad
así como el “hecho” que las mujeres y los niños fueron
sacados de la ciudad. Andrés de Tapia describe que gue-
rreros armados se disfrazaron de cargadores para escol-
tar a los españoles fuera de la ciudad y pre-sumiblemente
emboscarlos. Los datos sustanciales de esta embosca-
da fueron contados a Malintzin por una mujer de la ciu-
dad. Esto fue posteriormente confirmado por Cortés, a
través de Malintzin, cuando interrogó a nobles y sacerdo-
tes, aunque fue negado por los emisarios mexicas cuan-
do fueron confrontados con los planes de una embosca-
da. Otras crónicas, sin embargo, indican que nunca hubo
tales planes ni otra provocación.
El consenso entre Cortés, Andrés de Tapia, López
de Gómara y Díaz del Castillo de que hubo un plan para
emboscarlos vuelve muy notoria la negación de dicho
plan de parte de Vázquez de Tapia. Como se había he-
cho notar, la invasión de México sucedió en contra de
órdenes de Cuba y algunos de los oficiales de Cortés
se mantuvieron leales al gobernador cubano provocan-
do divisiones en su ejército. Es posible que el relato de
Vázquez represente una voz disidente y un intento por
desacreditar a Cortés otorgándole toda la culpa de la
matanza. Pero hay otras fuentes que tampoco mencio-
nan un conjuro traicionero, incluyendo a Aguilar y las
crónicas mexicas que registró Sahagún.
La idea de una emboscada hubiera elevado las tensio-
nes entre los españoles y los cholultecas haciendo mu-
cho más probable un ataque. Si los tlaxcaltecas querían
utilizar a los españoles como medio de venganza sobre la
facción gobernante en Cholula introduciendo sospechas
esto hubiera jugado a favor de ellos. El episodio clave en
todos estos escenarios de emboscada, sin embargo, in-
volucró a Malintzin no solo al dar el aviso precautorio si-
no como traductora en los interrogatorios a los nobles y
los sacerdotes.
¿Pudo ser Malintzin misma la que orquestó la matan-
za en Cholula? Es importante recordar que ella era miem-
bro de la nobleza olmeca xicalanca así haya sido exiliada
y quizás vendida en esclavitud por su pueblo. Cholula fue
alguna vez la capital de los olmeca xicalancas en el altipla-
no (Jiménez Moreno, 1942; McCafferty, 1997, M. Olivera
y C. Reyes, 1969). Aunque probablemente para el final del
Posclásico estos pueblos eran ya una minoría y aliados
a los tlaxcaltecas en su oposición a la facción cholulteca
aliada a los aztecas. Es probable que Malintzin haya to-
mado nota de la dinámica sociocultural en Cholula. Qui-
zá se encontró con parentela; la advertencia que le hace
una mujer noble, incluyendo una propuesta de matrimo-
nio con su hijo, apoya la idea que Malintzin fue calurosa-
mente bienvenida en Cholula. Al revelar el conjuro y me-
diante posteriores interrogatorios que colocaron la culpa
en la facción gobernante, Malintzin pudo haber focalizado
la sospecha de un conjuro en los rivales políticos de los
olmeca xicalancas. El papel de Malintzin como orquesta-
dora del ataque sobre Cholula lo sugiere además el rela-
to tlaxcalteca: 1. Los guerreros tlaxcaltecas utilizaron pe-
nachos de malinalli en identificación con Malintzin, y 2.
La imagen del Lienzo de Tlaxcala la muestra dirigiendo la G e o f f r e y M c Caf f e r t y
© John O'Leary. Xinacate, San Nicolás de los Ranchos, Puebla, 2005.
13
batalla. La estrategia, al parecer, tuvo éxito, ya que Díaz
del Castillo y Torquemada comentan de una reunión en-
tre Cortés y nobles de otra facción cholulteca después
de la matanza y que siguieron relaciones amistosas con
guerreros cholultecas que se incorporaron al ejército de
Cortés para el asalto final a Tenochtitlán.
Una de las pistas de las intenciones hostiles de los
cholultecas, citada en varias crónicas españolas, fue
que en preparación para esta emboscada los niños y
las mujeres abandonaron la ciudad. Otros, como Saha-
gún, dicen que los ciudadanos fueron sorprendidos, su-
giriendo que las mujeres y niños permanecían en la ciu-
dad. En este aspecto la evidencia arqueológica muestra
que casi la mitad de los entierros son de niños y las
mujeres están bien representadas, lo que apoya la idea
que las mujeres y los niños estuvieron presentes en la
matanza y no fueron puestos a salvo. Petersen y Green
(1987) sugieren que si Cortés y su ejército hubieran
anunciado que se preparaban para partir muchos niños
y mujeres saldrían para ver a los barbados dejar la ciu-
dad y por lo tanto debieron estar presentes cuando Cor-
tés dio la orden de iniciar el ataque.
Los detalles de la matanza misma varían en lo que
respecta a la intensidad del ataque y también en las
connotaciones religiosas. La duración de la batalla fue
desde unas pocas horas hasta 4-5 días. Las muertes
se estiman en un rango entre 2 mil a 6 mil. Si la ciudad
en el Posclásico tenía una población de entre 30 mil y
50 mil habitantes esto representaría entre el 5 y el 20%
de la población total. La estimación de 27 mil entierros
basada en la exploración arqueológica (Castro Mora-
les y García Moll, 1972) es demasiado elevada como
para dar cuenta de muertes exclusivamente atribuidas
a la matanza, por lo cual puede asumirse que muchos
entierros son de víctimas de las epidemias.
La defensa final del templo de Quetzalcóatl fue re-
portada por varias crónicas. Los conquistadores espa-
ñoles le pusieron menos énfasis a su simbolismo reli-
gioso. La crónica tlaxcalteca (Muñoz Camargo, 1550;
ver también León Portilla, 1992) entra en mayor detalle
sobre el asalto al templo sugiriendo que fue solo des-
pués de que los guerreros tlaxcaltecas se cercioraron
que no se produciría un desbordamiento de las aguas
que ahogaría a los españoles cuando ellos se decidie-
ron a asistir en el ataque.
Si Cortés se estaba haciendo pasar por el dios Quet-
zalcóatl que retornaba, ¿por qué destruir su templo y
masacrar a su pueblo en su ciudad capital? Existen con-
siderables discrepancias sobre qué tanto sabía o le in-
teresaba a Cortés la mitología indígena. Además existen
dudas acerca de si la decepción de Cortés no haya sido
una invención colonial. Esto lo sugiere la crónica de Ber-
nal Díaz del Castillo (1580) cuando dice que no recorda-
ba el nombre de la deidad a la que estaba dedicado el
templo en Cholula, y del mismo Cortés, que ignora con-
tar el suceso. Al margen de si hubo o no esfuerzos de
Cortés por arrogarse atributos de Quetzalcóatl, el ataque
de los españoles sobre Cholula y su centro ceremonial
puede explicarse como una afrenta para destruir el sis-
tema de creencias indígenas demostrando la superiori-
dad del dios europeo.
CONCLUSIÓN
Este análisis ofreció varias posibles narrativas en rela-
ción con un solo evento: la matanza en Cholula. Todas
estas narrativas se derivan de registros coloniales y to-
das son recuentos de testigos o se derivan de un com-
pendio de esas crónicas. Como tal todas son considera-
das “autorizadas”. Aunque una vez que estas narrativas
son comparadas, la variedad en la percepción del even-
to es notable y eso nos obliga a recuperar los prejuicios
o agendas presentes consciente o inconscientemente
en la estructuración de cada una de las versiones.
El sesgo de cada fuente está bien documentado en
el análisis histórico y mayores advertencias no son ne-
cesarias. Lo que este ensayo quisiera agregar, enton-
ces, es un énfasis no solamente en lo que cada narra-
tiva pudiera agregar sobre el evento discutido, sino lo
que esos énfasis y omisiones en cada crónica develan
de la naturaleza política del proceso mismo de hacer
historia. En este sentido no tiene por qué sorprender-
nos que Cortés y López de Gómara apunten las pro-
vocaciones previas al ataque; Díaz del Castillo, por su
lado, enfatiza los peligros por el sacrificio y el caniba-
lismo que enfrentaban los soldados de la tropa; y Mu-
ñoz Camargo acentúa el papel que juega Tlaxcala en
los eventos. Otras crónicas son aún más reveladoras:
L a m a t a n z a e n C h o l u l a : c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s . . .
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los informantes mexicas de Sahagún estaban conmo-
cionados por la traición de los tlaxcaltecas quienes en-
gañaron a los españoles para que estos atacaran a una
comunidad desprevenida; y la crónica de Vázquez de
Tapia ante la Corte dice que Cortés fue personalmente
responsable por una matanza sin provocación de mi-
les de indígenas en una versión que quizás participa
de estrategias de rivales de Cortés para desacreditar-
lo. Estas crónicas contradictorias cuestionan la vera-
cidad de relatos de testigos o de fuentes documenta-
les primarias, aunque al mismo tiempo revelan nuevas
pistas sobre las facciones existentes durante el perio-
do colonial.
La evidencia arqueológica, además, da nuevos datos
para un análisis crítico de estas fuentes. El perfil demo-
gráfico de los entierros con los reportes documentados
acerca de que las mujeres y los niños o abandonaron
la ciudad o fueron puestos a salvo durante el ataque es
contrastante. ¿Ofrece la arqueología una mirada más
objetiva del pasado? Hasta que no tengamos más infor-
mación sobre las excavaciones y análisis subsecuentes
de los restos funerarios y estos sean publicados es difí-
cil valorar adecuadamente esos datos arqueológicos. La
sugerencia que por lo menos algunos de estos entierros
pueden estar relacionados con otras causas, tales como
las epidemias posteriores, nos puede indicar que estos
datos demográficos pueden tener múltiples causas. Co-
mo lo observaron correctamente Castro Morales y Gar-
cía Moll, este es el conjunto mortuorio más importante
excavado en México y merece ser estudiado y amplia-
mente publicado.
Finalmente, los prejuicios asociados con este suce-
so histórico continúan. En 1980, el alcalde de San Pedro
Cholula, Ramón Blanca García, declaró que la matanza
de Cholula era un mito: una crónica exagerada de una
peste menor adquirida por los indios cuando algunos be-
nevolentes españoles pasaron por la ciudad. Unos años
después, sin embargo, un gran mural de la historia de
Cholula fue pintado en el patio interior de una de las ofi-
cinas municipales. Este mural exhibe una escena par-
ticularmente violenta de españoles montados atacando
a ciudadanos cholultecas. En contraste con los colores
oscuros que se utilizan para exhibir a los españoles, a
Malintzin la pintaron con un resplandeciente huipil blan-
co mientras observa la escena desde un lado.
Esto nos conduce a ejemplos recientes de “la crea-
ción de la historia”; por ejemplo, como la que yo pro-
pongo aquí. En las muchas versiones escritas sobre la
matanza de Cholula, el papel de Malintzin ha sido nota-
do como central solo en el aspecto de que ella devela la
conjura. Se le representa cumpliendo con su obligación
como sirviente de Cortés y en verdad existe una única
crónica que se refiere directamente a ella, así sea solo
“como mi intérprete, una mujer indígena de Putunchan”,
como la describe Cortés en 1519-1521. Crónicas román-
ticas de la conquista, especialmente las generadas du-
rante el periodo republicano cuando un recientemente
independiente México intenta construir una identidad
nacional vilipendiendo su herencia colonial, representan
este momento como uno crucial en la historia cuando
Malintzin, convertida en “la Malinche”, intercambia su
identidad india por su subordinación a “su capitán Cor-
tés” (Cypess, 1991). De ello se desprende el concepto de
malinchismo, un término peyorativo que hace referencia
a los mexicanos que venden su cuerpo y alma a ideales
extranjeros. En otro nivel este concepto androcéntrico
enfatiza la subordinación de las mujeres por su depen-
dencia del razonamiento emocional y su impulso sexual.
(O. Paz, 1961).
He reconstruido diferentes narrativas históricas re-
lacionadas con la matanza de Cholula y en las que Ma-
lintzin pudo haber sido un actor principal. Al enfatizar su
herencia como miembro de la nobleza sugiero su edu-
cación multilingüe y multicultural para la negociación,
así como para la estrategia militar y su habilidad para
azuzar la competencia entre facciones como miembro
de los olmeca xicalancas, grupo étnico asociado a los
pochteca (que tenían la reputación no solo de comer-
ciantes de bienes exóticos sino de información estraté-
gica). Cuando Malintzin arriba a Cholula como intérpre-
te/consorte/asesora de Cortés la reciben miembros de
su propio grupo étnico así como representantes de fac-
ciones locales afiliadas a los aztecas. Cuando una mu-
jer noble supuestamente le advierte de la conjura tam-
bién le ofrece salvoconducto, pero Malintzin lleva esta
información a Cortés.
¿Existió tal conjura? Cualquier información al res-
pecto debió ser traducida primero por Malintzin, por lo G e o f f r e y M c Caf f e r t y
15
cual ella controlaría la información. Evidencia indirecta
tal como el desalojo de mujeres y niños de la ciudad es-
tá contradicha por la evidencia arqueológica, sugiriendo
que Cortés y sus seguidores pudieron haber fabricado
las causas para atacar. Recuentos de pertrechos gue-
rreros sobre techos y en zanjas en las calles pudieron
haber sido también invenciones... aunque desde otro
punto de vista es razonable suponer que estos pertre-
chos defensivos existieron debido a que Cortés arribó
a la ciudad con más de 100 mil guerreros tlaxcaltecas.
Ninguna evidencia existe de un ejército azteca escondi-
do en los matorrales en las afueras de la ciudad, salvo
los rumores que corrieron en relación con este supues-
to complot y es de notarse que ningún ejército azteca
acompañó la matanza.
Al margen de si existió o no una conspiración para
emboscar a los españoles, Cortés y la mayoría de sus
hombres parecieron convencidos de que ese era el ca-
so. Cuando se tomó la decisión de atraer a los nobles
cholultecas y se inicia la matanza fue Malintzin la que
dirige el ataque. Los guerreros tlaxcaltecas participan
con insignia que los identifica como guerreros de Ma-
lintzin. Esta descripción de una Malintzin guerrera no
es única ya que en el Lienzo de Tlaxcala se le muestra
con espada y escudo y en una pose militar durante la
batalla por Tenochtitlán.
Las consecuencias de la matanza de Cholula pro-
bablemente se mostraron en la transferencia del po-
der local a favor de los barrios de olmeca xicalancas.
Se reportó que Cholula pudo recomponer relaciones
amistosas con los tlaxcaltecas, lo que indica que fac-
ciones pro aztecas perdieron el control del consejo de
gobierno local. Desde este punto de vista Malintzin lo-
gró una importante victoria política para su pueblo.
Malintzin obtuvo otros beneficios más personales.
Al “develar” una conjura hostil ella demuestra su leal-
tad a Cortés y a sus hombres. Y procede a asistirlos en
la conquista de la capital azteca jugando nuevamen-
te un papel central en las negociaciones, al grado que
la nobleza nativa se refiere a Cortés como ”Malinche”.
Eventualmente ella le da un hijo a Cortés, Martín, que
es reconocido como un heredero legítimo en la heren-
cia del conquistador. En la ideología de género de la
Mesoamérica prehispánica producir un heredero real
era uno de los mayores prestigios que podía lograr una
mujer debido a que le aseguraba que su línea matri-
lineal no se interrumpía en la gobernanza. Finalmen-
te Malintzin se casa con un noble español y le fueron
otorgadas tierras sobre la calzada que unía a la ciudad
de México con Veracruz; es muy probable que esto ha-
ya sido motivado políticamente por Cortés para remo-
verla de la capital debido a su prestigio, por igual entre
nobles indígenas y españoles. Notablemente fue su hi-
jo Martín quien intentó derrocar al gobierno español en
México (Jara y Spadaccini, 1992).
Esta nueva versión de los sucesos de la matanza de
Cholula está inspirada por teorías feministas que buscan
reconocer el papel de las mujeres en sucesos históricos.
© John O'Leary. Carnaval, Santiago Xalitzintla, 2008
L a m a t a n z a e n C h o l u l a : c r ó n i c a s d e f a c c i o n e s . . .
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Las reconstrucciones androcéntricas han minimizado o
ignorado por completo la importancia de Malintzin en la
conquista y en algunas crónicas ella es incluso la culpa-
ble, debido a su inferioridad biológica y sexual, por ha-
ber traicionado su herencia indígena y permitido el éxito
de la conquista. Aunque al mismo tiempo la evidencia
etnohistórica está disponible para reconstruir su historia
como una historia “feminista” en la que ella controla los
eventos de la conquista e incluso pudo haber instigado
la matanza en Cholula.
Muchos autores han reconstruido una diversidad de
versiones de la masacre de Cholula. Una arqueología más
ampliamente definida devela múltiples narrativas y múlti-
ples voces históricas, incluyendo la mía. Aunque la prác-
tica arqueológica ha dado datos que probablemente se
relacionan con eventos de la conquista, solo presentacio-
nes preliminares han sido publicadas y por lo tanto esta-
mos a la espera de más interpretaciones detalladas. La
naturaleza contradictoria de las crónicas y los datos de
enterramientos, sin embargo, no deberían inhibir el análi-
sis sino más bien prevenir la búsqueda de la verdad histó-
rica y más importante aún, abrir nuevas líneas de investi-
gación y de pistas sobre la agenda y las preocupaciones
de las facciones de los que hacen historia.
N O T A S
1 Tomado de: The Entangled Past: History and Archaeology. The Archaeology
Association of the University of Calgary, Calgary Alberta, Canada, 2000.
2 Que Malintzin fue una ahuiani o sacerdotisa del templo se sugiere o se especula
porque ella y las otras mujeres presentadas a Cortés no eran parte de núcleos fami-
liares, por lo tanto eran capital “líquido” que podía ser transferido a los españoles.
3 Ver Petersen .D.A. y Z.D. Green The Spanish Arrival and the Massacre at Cholula.
Notas Mesoaméricanas, 1987.
Geoffrey McCafferty Departamento de Arqueología Universidad de Calgary de Alberta, Canadá
Traducción: Anamaría [email protected] e o f f r e y M c Caf f e r t y
© John O'Leary. Xinacates, San Nicolás de los Ranchos, Puebla, 2012.