Investigación sobre Barrabás

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La verdad detrás del mito ¿Quién halló el diamante de Barrabás? “El diamante de Barrabás el viento se lo llevó. Solían decir los mineros al recordar la historia” Emiliano Del Campo Es probable que pocos sepan quién fue Barrabás, menos aún las nuevas generaciones de la era de la información. No estamos hablando del personaje bíblico que fue liberado en lugar de Jesús de Nazaret, sino del minero que descubrió, en octubre de 1942, el diamante más grande de Venezuela, una piedra de 155 quilates y gran pureza ubicada entre los diez de mayor tamaño en el mundo. Menos conocido es entonces, los detalles relacionados con el hallazgo y que dan cuenta de una versión distinta a la reflejada por los periódicos de la época y autores conocidos como Oscar Yánez y Américo Fernández. Comencemos por lo conocido hasta ahora. Jaime Teófilo Hudson, alias Barrabás era hijo de venezolana con trinitario, nacido en El Callao. Se dedicó en sus años mozos a la minería de relave en las inmediaciones de la mina El Polaco, zona de Paraitepuy en La Gran Sabana. Se dice que contaba con unos veinticinco años para el momento del hallazgo, aunque su edad exacta no se ha podido determinar. De acuerdo a la prensa de la época, Barrabás trabajaba en compañía de dos socios, Israel Jaime, apodado Tambara y José Solano, llamado el Indio Solano. Los tres se

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La verdad detrás del mito

¿Quién halló el diamante de Barrabás?

“El diamante de Barrabás el viento se lo llevó. Solían

decir los mineros al recordar la historia”

Emiliano Del Campo

Es probable que pocos sepan quién fue Barrabás, menos aún las

nuevas generaciones de la era de la información. No estamos hablando

del personaje bíblico que fue liberado en lugar de Jesús de Nazaret, sino

del minero que descubrió, en octubre de 1942, el diamante más grande de

Venezuela, una piedra de 155 quilates y gran pureza ubicada entre los

diez de mayor tamaño en el mundo. Menos conocido es entonces, los

detalles relacionados con el hallazgo y que dan cuenta de una versión distinta a

la reflejada por los periódicos de la época y autores conocidos como Oscar

Yánez y Américo Fernández.

Comencemos por lo conocido hasta ahora. Jaime Teófilo Hudson, alias

Barrabás era hijo de venezolana con trinitario, nacido en El Callao. Se dedicó

en sus años mozos a la minería de relave en las inmediaciones de la mina El

Polaco, zona de Paraitepuy en La Gran Sabana. Se dice que contaba con unos

veinticinco años para el momento del hallazgo, aunque su edad exacta no se

ha podido determinar.

De acuerdo a la prensa de la época, Barrabás trabajaba en compañía de

dos socios, Israel Jaime, apodado Tambara y José Solano, llamado el Indio

Solano. Los tres se encontraban trabajando en la referida zona de la Gran

Sabana desde hacía varias semanas sin tener suerte, por lo tanto el 10 de

octubre, decidieron disolver la sociedad y buscar diamantes por separado.

El descubrimiento

Es cuando alrededor del mediodía, mientras Barrabás maldecía su

suerte y lavaba la tierra con la suruca, que los rayos del sol se reflejaron en una

piedra espectacular. El minero la terminó de limpiar y exclamó “somos ricos,

somos ricos” sin percatarse de que estaba completamente sólo.

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Posteriormente, la llevaría con sus anteriores socios y de ahí a la casa del

señor Gilberto Daly, el cual financiaba a los mineros en su búsqueda.

“Al principio no lo creyó; pensaba que se trataba de un cristal de roca”-

menciona Paulo Carvalho, minero retirado que conoció del propio Barrabás la

historia. El cristal de roca, según la clasificación propia de los mineros, “es una

piedra que le faltaron años para convertirse en diamante y se diferencia por su

brillo vítreo. En cambio el diamante tiene un brillo diamantino” – aclara el

mismo Carvalho.

El Universal destacaba: “Santa Elena, 12 de octubre de 1942, Ha sido

encontrado por obrero venezolano en estas minas, diamante de ciento

cuarenta y cinco setenta y cinco karates, bautizado Gran Sabana, avaluado

trescientos mil bolívares. – Ramón Ochoa Tucker”. Olga Calzadilla, vecina de

Tumeremo, recuerda: “La bulla del diamante se expandió y casi todo el mundo

minero se trasladó a la mina El Polaco con las mismas pretensiones de

encontrar otro diamante, pero después de ese, creo que no ha habido otro

igual”.

Desde el mismo momento del hallazgo, empezaron las ofertas de los

comerciantes locales, los cuales trataban de comprar la piedra muy por debajo

de su precio y tratando de aprovechar el poco conocimiento del valor de la

gema. “Por una piedra como esa, Alemania arriesgaría sin cuidado una cuantas

divisiones para conseguirla” – Escribe Oscar Yánez en su libro “Los Años

Inolvidables”, debido a que los diamantes eran utilizados en la fabricación de

instrumentos de precisión de los componentes bélicos. No hay que olvidar que

la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno desarrollo.

“Ante la imposibilidad de venderla en la boca de la mina, decidieron

trasladarse a Caracas para buscar una mejor venta” – comenta el historiador

Américo Fernández. “Los tres mineros nombraron a Gilberto Daly como su

apoderado e igualmente buscaron a un abogado llamado Matías Carrasco.

Partieron el 29 de octubre Barrabás, Daly y Carrasco del aeropuerto de

Tumeremo, en donde antes habían vuelos directo de Caracas – Tumeremo”

Paseando por la capital

La capital era para Barrabás un espectáculo de luces y colores; nunca

había estado en una gran ciudad y menos con el dinero para disfrutarla. Sus

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financistas le adelantaban dinero a cuenta de la posterior venta de la piedra,

con lo cual Barrabás aprovecharía para darse “la gran vida”.

Y así lo hizo. Los periódicos de Caracas de aquel entonces, como Ahora

y La Esfera, se deleitaban al relatar las andanzas del humilde minero por los

locales nocturnos y las tiendas exclusivas de ropa. El Universal del 31 de

noviembre de ese año, describe como Barrabás se compraba, por primera vez,

un par de zapatos, pues toda la vida había usado alpargatas y su dificultad

para acostumbrarse al cuero, aunque de muy buena calidad, duro en

comparación con las sandalias de tela que siempre lo habían acompañado.

También destacaban la lealtad del minero guayanés, al cual no le importo

compartir su fortuna aún cuando pudo guardarse para sí el hallazgo. Claro está

que la historia la estaban escuchando del propio Barrabás sin verificar la

certidumbre de dichos datos.

“La noticia llegó a oídos del entonces presidente Isaías Medina Angarita,

el cual solicitó conocer a Barrabás y la piedra” – Comenta Américo Fernández.

Es así como el tres de noviembre, a las doce del medio día, Barrabás

acompañado de Daly y Carrasco, estrecha la mano del presidente. “De

Miraflores el diamante saldría con un nombre; El Diamante Libertador” –

Continúa Fernández.

Cada vez más personas se involucraban en la negociación del diamante.

Diferentes abogados, representantes de casa de diamantes e intermediarios

pujaban por comprar el diamante. Por otro lado, Tambara y el Indio Solano ya

habían vendido su parte del diamante por mucho menos del valor

correspondiente en su desesperación por obtener dinero y salir de las cuentas

que ya habían contraído.

Vida de rico

Varios conocidos de Barrabás, entre ellos mineros y vecinos de

Tumeremo, recuerdan las anécdotas contadas por él mismo acerca del uso que

le dio al dinero. Elizabeth Aponte, su última vecina, recuerda: “el me dijo que

usaba lo mejor, las mejores marcas en zapatos y ropa, el se las puso, porque el

era un hombre importante…. el decía que con los billetes prendía los cigarros”.

Ricardo Salti, maestro orfebre de El Callao, le escuchó decir acerca de sus

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conquistas amorosas “Hoy me acostare con una inglesa, mañana con un

francesa”.

Los días pasaban y Barrabás seguía gastando el dinero. Según Oscar

Yánez en su libro “Los Años Inolvidables”: “Barrabás se estaba dando la gran

vida. Se mando a hacer 7 fluxes con Morreo, el sastre de los presidentes

Medina Angarita y López Contreras, paseó por el Trocadero en compañía de

buenas mujeres y comió en restaurantes como el Roof Garden, mientras se

comentaba que el dinero se le estaba acabando al minero y que el diamante

aún no encontraba comprador”.

La venta de “El Libertador”

Finalmente, a mediados de noviembre de 1943, un comprador,

intermediario de la casa Harry Winston Inc. De Nueva York, ofrecería

trescientos mil bolívares por la gema (unos 63.000 dólares al cambio de la

época). Barrabás junto a sus apoderados, aceptaría la oferta realizándose los

trámites correspondientes de liquidación de aranceles y registro de la venta

frente a las autoridades correspondientes.

De acuerdo a lo relatado por Oscar Yánez, tan sólo un cheque por 7.000

bolívares restaba al minero, después de descontar todos los gastos en que

había incurrido durante el año en que tardó la venta del diamante.

Posteriormente, Barrabás regresaría a las minas a probar nuevamente

suerte, esta vez trajeado de punta en blanco, con un costoso guardarropa y la

fama de haber descubierto el diamante más grande de Venezuela.

Sin la suerte que lo acompañó antes, Barrabás pasaría su vida tratando

de sacar adelante varios negocios de ventas de licor o botiquines cercanos a

las minas, sin tener éxito. Hasta que murió, de forma miserable, en Tumeremo.

Según Bernabé Morales, celador del Cementerio Municipal donde yacen los

restos del finado minero, “El murió, vamos a decir… pobre y abandonado,

como murió el Libertador”

Nuevas luces sobre una vieja historia

Pero esto no es lo que se dice de él en los pueblos al sur del Estado

Bolívar, en donde se conoce otra versión de los hechos. Su vecina y confidente

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en sus últimos años, Elizabeth Aponte, conoció de su propia boca la verdadera

versión acerca del hallazgo:

“El me dijo fue así; ese diamante no lo encontré yo, lo encontraron mis

socios, pero como ellos no sabían de eso, lo agarre, me lo metí en el bolsillo y

me fui a Caracas”

Jesús Bermúdez, amigo de Barrabás y minero por más de 30 años

cuenta: “Estaban lavando la tierra y el Indio agarró la piedra. No creyó que

fuera un diamante, pero por capricho y sospecha la dejo ahí esperando a

Barrabás”. Según Bermúdez, Barrabas era el jefe de la sociedad y había

dejado a Támbara y al Indio a orillas del río lavando material. Cuando llegó el

mediodía, pasó a revisar como estaba la faena y le dieron lo que ellos

pensaban, era un cristal de roca, mineral de escaso valor comparado con el

diamante.

“Barrabás fue el que se apoderó de la piedra, el la agarro la negoció y

vendió, pero el no fue el que la cogió. El que la cogió fue el indio”. Relata

Bermúdez.

Posteriormente, Barrabás con la gema en el bolsillo la llevaría a su casa,

en donde se encontraba su mujer, Luisa Solano, hermana del Indio Solano. Le

arrojo la piedra sobre la mesa donde estaba cocinando y le dijo: -“mira Luisa el

diamante que agarre” – “Cómo va a ser, eso no es diamante” - Respondió ella.

Comenta Lorenzo Antonio Gutiérrez, otro de los amigos mineros de Barrabás.

Después de convencerla del hallazgo, Barrabás reposó el almuerzo

tendido en un chinchorro y jugando con su tabaco, el cual movía de un lado al

otro de la boca, según lo relatado por Isaías Ezequiel Durand, quien también

era minero y amigo de Barrabás y actualmente vive de lo que le regala la gente

en la plaza Bolívar de El Callao.

Después fue con un comerciante de la zona y este le ofreció 80 mil

bolívares a lo que Hudson respondió “Dame mi diamante”, quitándoselo de las

manos en respuesta negativa a lo que consideraba como una pobre oferta.

A partir de aquí, la historia vuelve a ser la misma; partió a Caracas y

ocurrió lo antes mencionado, hasta la venta del diamante. Es en la vuelta a las

minas donde se vuelve a separar la nueva versión de lo conocido hasta ahora.

Entre prostitutas te veas

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Quienes conocieron de verdad a Barrabás, saben que supo gozar la

oportunidad que le dió el diamante y vivió bajo su propia ley. Hasta ahora se

pensaba que el minero había muerto pobre y abandonado, victima de la

ignorancia típica del minero artesanal.

La realidad fue distinta. Elizabeth Aponte, vecina y confidente en sus

últimos años, recuerda: “El dice que eso fue una aventura irse a la mina. A el lo

que le gustaba era el negocio, ser comerciante y tener bares”. De acuerdo a

Elizabeth, Barrabás volvió de Caracas directamente a Ikabarú y Santa Elena

para establecer bares de prostitutas, su negocio predilecto, pues siempre dijo,

refiriéndose a ellas, que eran “mujeres serviciales”, molestándose cuando

alguien decía “esa es una puta”.

Luis Alcides Díaz, fue su compañero de andanzas por los bares de

Tumeremo, porque a pesar de tener uno propio, no perdía oportunidad en

visitar aquellos locales en donde hubieran llegado “nuevas mujeres”. Díaz

recuerda las costumbres de Hudson al llegar a un botiquín: “Yo salía con el a

los bares y adonde llegaba invitaba a una mujer y le decía hola como estas

tu… bébete una cerveza… al poco rato le preguntaba ven acá ¿cuánto vales

tu esta noche?... cuando ella le respondía él le decía no tu eres muy cara…”

De esta manera, entre bares, mujeres, amigos y sus negocios

transcurrió la vida de Barrabás sin mayores alteraciones. Quienes lo recuerdan

saben que era reservado con los extraños, pero de un elegante vestir y buen

hablar. Le gustaba jugar dominó y beber Brandy con leche. Así se mantuvo

casi hasta el final de sus días; sin perder las mañas ni los vicios.

La muerte de Barrabás

Barrabás murió el 1º de junio de 1992, producto de una enfermedad de

la próstata no tratada, presumiblemente cáncer y, aún cuando no se puede

decir que tuvo éxito en sus negocios, tampoco es válida la idea de que murió

en pobreza. “Barrabás no murió pobre. Tenía su negocio aquí (Tumeremo).

Cuando murió todas sus deudas se pagaron con lo que quedó en el negocio”

señala Elizabeth Aponte.

“El entierro fue muy bonito”, recuerda Bernabé Morales, celador del

cementerio, “vino mucha gente, todos le tenían mucho cariño aquí en

Tumeremo”

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Paradójicamente, nadie lo visita en el cementerio. Según Morales el

único es él que le limpia la tumba de vez en cuando. “Una que otra gente que

pasa por aquí y me pregunta ¿tu sabes donde está la tumba del finado

Barrabás? Y yo con mucho gusto lo llevo.

A manera de conclusión

Tanto Bermúdez como Aponte coinciden en señalar que Barrabás era el

jefe de los dos anteriores y por tanto se adjudico el hallazgo. Inclusive su

vecina explica que a Jaime Hudson no le gustaba la mina, fue simplemente una

oportunidad y fue él quien dispuso del capital necesario para la búsqueda de

diamantes.

El resto de la historia es la misma, destacando el detalle que tanto los

periódicos como los historiadores que reflejaron el hecho no realizaron ninguna

corroboración de las declaraciones dadas por el propio Barrabás.

No hay lugar a dudas que malgastó y derrochó el dinero, pero

comparado con lo poco que percibieron sus socios y el uso que le dio,

aprovecho el golpe de suerte de la única manera que conocía.

Su muerte en soledad y pobreza no fue tal. Cualquiera que visite las

poblaciones mineras puede darse cuenta del estado paupérrimo en que se

encuentran otros mineros como Barrabás. Por lo menos disfrutó de su vida

como le gustaba. Juan Bermúdez engloba en una frase la forma de vida del

minero:

“Dinero de mina es para darle camino… y el placer de uno es agarralo

pa` gastalo”

Terminología básica del minero

Botiquín: establecimiento donde liban los mineros y sacian sus necesidades

carnales con prostitutas.

Bulla: se dice cuando algún minero dio con un hallazgo y el resto se dirige al

mismo sitio para tratar de encontrar oro o diamantes.

Cristal de roca: formación cristalina que no llegó a convertirse en diamante. Se

diferencia del diamante por su brillo vítreo.

Corte: forma de escarbar la tierra de manera que se va seccionando el terreno

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de forma vertical.

Embombarse: es cuando un minero da con un yacimiento sin decir nada a

nadie. “Ese anda embombao”.

Lavar la tierra: proceso en que se toma el material extraído de un hueco y se

lleva al río para pasarlo por la suruca.

Machina: polea parecida a la utilizada en los pozos de agua, que sirve para

sacar la tierra de los huecos donde se está buscando. Proviene del ingles

machine que significa máquina.

Quilate: unidad de medida para los metales y piedras preciosas. Equivale a 0.2

gramos.

Suruca: llamado también el triple tamiz. Se utiliza para separar la tierra de los

diamantes.

El paradero del Diamante Libertador

Poco se sabe acerca del paradero del diamante más grande hallado en estas

tierras, o el de alguna de sus partes, pues fue fraccionado en Nueva York

después de once meses de estudio. Como resultado se obtuvieron 4 piedras

con forma de pera, siendo de 40 quilates la más grande, otra de 11, la tercera

de 9 y la última de 2. Se estimó la pérdida, por el corte, en un 50%. Harry

Winston subastó la más grande en 185 mil dólares. Después de eso no se

volvió a saber de la gema o de sus partes. Es probable que adorne el cuello de

alguna acaudalada mujer.

El mito popular acerca de la piedra es que forma parte del cetro de la Reina

Isabel de Inglaterra, aunque esto es falso y sólo responde a la mitificación de

la que es objeto la historia del diamante más grande de Venezuela.