Introducción al dossier Dolarización y desdolarización · general, para el manejo democrático...

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ICONOS 22 Fander Falconí 1 Este dossier de ÍCONOS pone énfasis en el análisis de la dolarización en el caso ecuato- riano y una comparación de ésta con la expe- riencia argentina previa y posterior a la con- vertibilidad, planteando ciertos escenarios posibles para la economía del país andino. La temática que aborda este informe cons- tituye un elemento central en la historia con- temporánea de la economía ecuatoriana. En enero de 2000, el gobierno decretó la dolari- zación oficial y unilateral de la economía. Es- te sistema fue adoptado debido a la grave inestabilidad provocada por una aguda crisis bancaria. Esta crisis inició a finales de 1998 y provocó un costoso salvataje bancario, en donde se socializaron las pérdidas hacia los sectores más débiles y con menos opción de operar o imponerse políticamente en el mer- cado. Luego de cuatro años de aplicación de este esquema, aún con una coyuntura externa favorable y con una cada vez más marcada es- tabilidad de precios internos, las expectativas de desarrollo económico no se han logrado y el costo social es alto. El proceso de dolarización aplicado en el Ecuador fue un plan severo (si se lo compara con crisis similares vividas por otros países). Bajo este sistema, la igualdad en la producti- vidad tácitamente fue impuesta entre la na- ción que emite la moneda, en este caso los Es- tados Unidos, y la nación que adoptó la mo- neda. Sin embargo, este paralelismo econó- mico entre los Estados Unidos y el Ecuador no es una posibilidad real; por tanto, el plan adolece de equilibrio en el mediano y largo plazo. La dolarización implica perder grados de libertad respecto a ciertas políticas económi- cas nacionales. Una pregunta aparece de in- mediato: ¿tiene un país viabilidad de desarro- llo apoyado solamente en políticas fiscales? La oferta monetaria es en gran medida endóge- na, depende del saldo de la balanza comercial y del flujo neto de divisas por el pago de in- tereses, transferencias y deuda, de tal forma que se genera una mayor dependencia de los recursos de las organizaciones financieras in- ternacionales. La dolarización tiene dos peligros, Escila y Caribdis, y a diferencia de Ulises, muchos no estamos seguros si los podrá sortear adecua- damente: a) la vulnerabilidad ante los flujos externos financieros y comerciales, y b) el de- sequilibrio de las finanzas públicas, ligado al desvarío de priorizar el pago del servicio de la deuda externa, lo que provoca presión sobre la balanza de pagos. La espada para enfrentar estas amenazas es el típico recetario ortodoxo que tanto daño económico, social y ambien- tal ha provocado en América Latina y que ac- tualmente es promovido por los organismos internacionales: la restricción del gasto públi- co, la liberalización comercial -especialmente la eliminación de las trabas a la importación, elementos para el debate Introducción al dossier Falconí, Fander, 2004, “Dolarización y desdolarización: elementos para el debate. Introducción al dossier”, en ICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.22-24. 1 Coordinador del Programa de Economía de FLAC- SO Sede Ecuador. Dolarización y desdolarización:

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Fander Falconí1

Este dossier de ÍCONOS pone énfasis en elanálisis de la dolarización en el caso ecuato-riano y una comparación de ésta con la expe-riencia argentina previa y posterior a la con-vertibilidad, planteando ciertos escenariosposibles para la economía del país andino.

La temática que aborda este informe cons-tituye un elemento central en la historia con-temporánea de la economía ecuatoriana. Enenero de 2000, el gobierno decretó la dolari-zación oficial y unilateral de la economía. Es-te sistema fue adoptado debido a la graveinestabilidad provocada por una aguda crisisbancaria. Esta crisis inició a finales de 1998 yprovocó un costoso salvataje bancario, endonde se socializaron las pérdidas hacia lossectores más débiles y con menos opción deoperar o imponerse políticamente en el mer-cado. Luego de cuatro años de aplicación deeste esquema, aún con una coyuntura externafavorable y con una cada vez más marcada es-tabilidad de precios internos, las expectativasde desarrollo económico no se han logrado yel costo social es alto.

El proceso de dolarización aplicado en elEcuador fue un plan severo (si se lo comparacon crisis similares vividas por otros países).Bajo este sistema, la igualdad en la producti-

vidad tácitamente fue impuesta entre la na-ción que emite la moneda, en este caso los Es-tados Unidos, y la nación que adoptó la mo-neda. Sin embargo, este paralelismo econó-mico entre los Estados Unidos y el Ecuadorno es una posibilidad real; por tanto, el planadolece de equilibrio en el mediano y largoplazo.

La dolarización implica perder grados delibertad respecto a ciertas políticas económi-cas nacionales. Una pregunta aparece de in-mediato: ¿tiene un país viabilidad de desarro-llo apoyado solamente en políticas fiscales? Laoferta monetaria es en gran medida endóge-na, depende del saldo de la balanza comercialy del flujo neto de divisas por el pago de in-tereses, transferencias y deuda, de tal formaque se genera una mayor dependencia de losrecursos de las organizaciones financieras in-ternacionales.

La dolarización tiene dos peligros, Escila yCaribdis, y a diferencia de Ulises, muchos noestamos seguros si los podrá sortear adecua-damente: a) la vulnerabilidad ante los flujosexternos financieros y comerciales, y b) el de-sequilibrio de las finanzas públicas, ligado aldesvarío de priorizar el pago del servicio de ladeuda externa, lo que provoca presión sobrela balanza de pagos. La espada para enfrentarestas amenazas es el típico recetario ortodoxoque tanto daño económico, social y ambien-tal ha provocado en América Latina y que ac-tualmente es promovido por los organismosinternacionales: la restricción del gasto públi-co, la liberalización comercial -especialmentela eliminación de las trabas a la importación,

elementos para el debate

Introducción al dossier

Falconí, Fander, 2004, “Dolarización y desdolarización:elementos para el debate. Introducción al dossier”, enICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.22-24.

1 Coordinador del Programa de Economía de FLAC-SO Sede Ecuador.

Dolarización ydesdolarización:

el alza de los precios internos de servicios pú-blicos como la energía, la flexibilización labo-ral y el congelamiento de salarios -ajustesefectivos por debajo de la tasa de inflación-.

A esto se suman los problemas seculares ehistóricos del país que constituyen una ame-naza para cualquier sistema cambiario y, engeneral, para el manejo democrático de la po-lítica económica independientemente del go-bierno de turno. Entre otros, esos problemasson pobreza, inequidad, elevado endeuda-miento público (en relación al tamaño de laeconomía), baja productividad, migracióncreciente de su fuerza de trabajo, crisis insti-tucional, inserción en el mercado internacio-nal a través de un reducido grupo de produc-tos primarios (que muestran un consabidodeterioro de los términos de intercambio -aexcepción de la extraordinaria revalorizacióndel precio del petróleo-) y que además se ven-den a precios que no incluyen los costos so-ciales y ambientales inherentes a su produc-ción. Así, la “memoria ambiental” de petró-leo, banano, camarón, flores, etc. es muy ele-vada. Esta situación se agrava aún más por lapérdida de competitividad, es decir, la capaci-dad de competir sin provocar un deterioro so-cial o un menoscabo del patrimonio natural.

Este informe cuenta con la colaboraciónde dos destacados especialistas internaciona-les. El primer artículo es de Saúl Keifman deArgentina, quien es doctor enEconomía de la Universidad deCalifornia y actualmente directorde la Maestría en Economía yprofesor titular de la Univer-sidad de Buenos Aires.Uno de los argumentoscentrales del profesorKeifman es que elorigen de la crisis dela convertibilidadargentina se encuentra en el pro-pio terreno de las políticas eco-nómicas aplicadas por el país,particularmente en el período1991-2001. El segundo artículoes de Carlos Parodi de Perú, master

en Economía por la Universidad de George-town, profesor e investigador de la Universi-dad del Pacífico y autor del libro La Crisis Ar-gentina: lecciones para América Latina, publi-cado por la Universidad del Pacífico en 2003.

Adicionalmente, se presentan los trabajosde dos especialistas ecuatorianos: uno de Car-los Larrea, Doctor en Economía Política de laUniversidad de York, Canadá, y Posdoctora-do en Salud y Desarrollo de la Universidad deHarvard; y otro de Alberto Acosta, consultorinternacional y del Instituto Latinoamericanode Investigaciones Sociales (ILDIS-FES) enEcuador, asesor de organizaciones indígenas ysociales, quien plantea un artículo que sin du-da levantará polémica: “¡Dolarización o des-dolarización, esa no es toda la cuestión!”. Re-cientemente, el profesor Larrea presentó el li-bro “Pobreza, Dolarización y Crisis en elEcuador”, un aporte fundamental para elanálisis de la situación de la economía y la do-larización en el Ecuador. Alberto Acosta plan-tea una desdolarización ordenada (muy difícilsi se considera el desenlace caótico de los re-cientes procesos económicos, sociales y políti-cos vividos en el Ecuador). Desde mi puntode vista, cualquier reflexión sobre una even-

tual salidade este

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sistema de tipo de cambio rígido pasa por undebate y toma de posición respecto a la posi-ble socialización de las deudas privadas con-traídas con agresividad desde el inicio delproceso de dolarización y a no retomar esque-mas en donde se obtenía una competitividadsubrepticia vía devaluaciones, entre otros as-pectos importantes.

En contraparte, Marco Naranjo de Ecua-dor, doctor en Economía por la Universidadde Alcalá de Henares, quien también acaba depublicar el libro “Del Patrón Oro a la Dolari-zación en el Ecuador” (Universidad Católica,Quito, 2004), plantea los costos sociales quese tendrían por salir de la dolarización. Mar-co Naranjo polemiza con los enfoques ante-riores y señala que el caos económico genera-do por una supuesta salida del sistema de do-larización oficial provocaría graves y hasta in-salvables problemas políticos y sociales, loscuales determinarían la posibilidad de la bal-canización del país y la probable extinción delEstado nacional.

Desde una perspectiva completamente di-ferente y además muy refrescante, Emilia Fe-rraro, Ph.D en Antropología Social de la Uni-versidad de Kent, explora una de las muchasdimensiones de la dolarización: los imagina-rios alrededor del dólar como moneda circu-lante. Esto, a decir de la autora, “significa sa-lir de los debates y explicaciones ‘técnicas’ delmodelo y de las reformas que ameritaría, yempezar a explorar sus otras dimensiones másdiscursivas y simbólicas; metodológicamentesignifica dejar a un lado los números y cifraspara tomar en cuenta las palabras”.

Los trabajos presentados en el dossier, aexcepción de los artículos de Emilia Ferraroy Marco Naranjo, forman parte de los resul-tados del proyecto de investigación “Econo-mía ecuatoriana y dolarización”, que se lolleva a cabo con la participación de la Facul-tad Latinoamericana de Ciencias Sociales, elInstituto Latinoamericano de Investigacio-nes Sociales (ILDIS -FES-), y el Fondo de

las Naciones Unidas para la Infancia(UNICEF).

En Ecuador hay producción intelectualeconómica, pero escaso o nulo debate sobremuchos temas de trascendencia y determinan-tes para el futuro. En una Antología de Econo-mía 1990-2002, que FLACSO-Ecuador pu-blicará próximamente, se han detectado másde 1.300 títulos aparecidos en todo tipo de pu-blicaciones de economía, y de las más variadastendencias aunque, por supuesto, sobresalenen número aquellas identificables con la co-rriente dominante (la economía de mercado decorte neoclásico). Tal vez por esta razón, tam-bién destacan por su volumen los aportes dealcance coyuntural, mientras que escasean losestudios de largo plazo más cercanos al análisisde la estructura. Del total de títulos registra-dos, al menos 75 artículos centrados en la do-larización se han escrito en los últimos años.

No obstante, existe una ausencia de deba-te sobre muchos temas cruciales, entre ellos ladolarización y los distintos escenarios, por loque aparece necesario propiciar rigurosos es-pacios de reflexión que coadyuven al entendi-miento y conocimiento de la realidad delEcuador, enriqueciéndose además del caso ar-gentino, cuya experiencia arroja muchas lec-ciones, aún a sabiendas que los dos sistemascambiarios tienen similitudes, pero tambiéndiferencias. Vale recordar que en ese país seobstruyeron las puertas para la discusión so-bre la convertibilidad, lo que después devinoen una salida anárquica de la rigidez cambia-ria. A veces, los espacios dedicados al debateson tan parcializados que no toleran contra-dicción alguna. De esta manera, la teoría eco-nómica se anquilosa, deviene en ideología y aveces en vergonzosa propaganda. Este infor-me dedicado a la dolarización pretende abrirun ámbito de discusión que rebasa la perti-nencia de mantener, rectificar o cambiar unsistema de tipo de cambio, sino que más bieninvolucra el porvenir económico y social denuestros países.

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de la convertibilidad argentina:lecciones para Ecuador

yAugederrumbe

Saúl Keifman1

La violencia de la crisis argentina, causadapor el agotamiento y derrumbe de la conver-tibilidad en Argentina, es de una magnitudpoco frecuente, aun en la experiencia macroe-conómica altamente inestable de los países la-tinoamericanos. La crisis argentina no fueproducto de catástrofes naturales, guerras en-tre países ni conflictos civiles. Tampoco en-contramos entre sus determinantes funda-mentales perturbaciones económicas exóge-nas como caídas de precios de productos deexportación, cierre de mercados externos o al-zas en las tasas internacionales de interés. Elorigen de la crisis se halla en el terreno de laspolíticas económicas aplicadas por el país,particularmente, en el régimen de políticasimplementado de 1991 a 2001. Para evitarque la tragedia argentina se repita en cual-quier lugar del mundo, es muy importantecomprender sus raíces. Esto es particularmen-te relevante para los países que apliquen regí-menes monetarios similares, como es el casode la dolarización en Ecuador.

Hechos estilizados de la experiencia argentina

El plan de estabilización y reformas estructu-rales lanzado en abril de 1991 y conocido co-mo Plan de Convertibilidad tuvo como ante-cedente una década y media de estancamien-to económico y alta inflación que culminó, asu vez, en dos brotes hiperinflacionarios en1989 y 1990. Este período de inestabilidadmacroeconómica estuvo marcado por los in-tentos de reestructuración económica y socialperseguidos por la sangrienta dictadura mili-tar que gobernó el país en 1976-1983, y lascontradicciones y limitaciones del primer go-bierno civil de la democracia recuperada a fi-nes de 1983.

Los ambiciosos planes de la dictadura dereemplazar el régimen de acumulación basa-do en la industrialización por sustitución deimportaciones con fuerte presencia del estadoen la economía, que había predominado en....

Keifman, Saul, 2004, “Auge y derrumbe de la conver-tibilidad argentina: lecciones para Ecuador”, enICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.25-34.

1 Doctor en Economía (Universidad de California). Di-rector de la Maestría en Economía y profesor titularde la Universidad de Buenos Aires.

las cuatro décadas anteriores, por un régimende economía más abierta con mayor peso delmercado, no tuvieron éxito. Los distintos in-tentos monetaristas de controlar la inflaciónfracasaron culminando en las crisis cambia-rias de 1981. Finalmente, luego de la aventu-ra militar de Malvinas en 1982, la dictaduradecidió abandonar el poder dejando la secue-la de gravísimas violaciones a los derechos hu-manos, una distribución del ingreso bastantemás regresiva, y una economía estancada alborde de la hiperinflación y agobiada por unapesada deuda externa.

El primer gobierno democrático, presidi-do por Raúl Alfonsín, debió enfrentar desa-fíos formidables. La construcción de un nue-vo régimen político, la subordinación de lasfuerzas armadas al poder civil, la recomposi-ción de las relaciones internacionales del país,la resolución de la cuestión de los derechoshumanos, la atención de las demandas socia-les y la recuperación de una senda de creci-miento económico eran, a la vez, las tareasineludibles de la flamante democracia y fuen-tes de serios conflictos. El clima de fuertecompetencia política entre el gobierno con elprincipal partido de oposición y, en especial,con los sindicatos asociados a éste, agravó laconflictividad. Debido a las dudas del gobier-no y la resistencia de los militares, los grandesavances en la investigación de las violacionesa los derechos humanos se vieron limitadosen el plano judicial porque el juicio y castigosólo abarcó a un puñado de los responsables.Al comienzo de su gestión, el gobierno de Al-fonsín convocó a otros países latinoamerica-nos a coordinar acciones por la deuda externay trató de eludir la aplicación de las recetasortodoxas del Fondo Monetario Internacio-nal. El fracaso del cártel de deudores, sumadoa las presiones de los países desarrollados y elFMI, llevaron al gobierno a encarar un fuerteproceso de ajuste externo y fiscal destinado ano interrumpir el servicio de la deuda exter-na. A la larga, este ajuste exacerbó el conflic-to distributivo y la inestabilidad macroeconó-mica no pudo evitar la moratoria y culminócon la hiperinflación del segundo trimestre de

1989 y que obligó a adelantar en seis meses eltraspaso del poder al nuevo presidente electo(lo que se efectivizó en julio de 1989).

El gobierno de Carlos Menem eligió des-de un principio no confrontar con el podereconómico y propuso, en cambio, implemen-tar el programa de reformas neoliberales quela dictadura no había logrado aplicar con éxi-to, ahora impulsadas por el Consenso deWashington. En una primera etapa, el énfasisestuvo puesto en una notable aceleración dela apertura comercial (que se había iniciado afinales de la administración anterior) y el lla-mado a licitación para las privatizaciones de laEmpresa Nacional de Telecomunicaciones yAerolíneas Argentinas. Sin embargo, en mate-ria de política de estabilización se sucedierondiversos ensayos infructuosos: maxidevalua-ción con política de ingresos seguido de tipode cambio flotante, combinados con distintospaquetes fiscales y hasta una conversión forza-da de la deuda pública y los depósitos banca-rios de corto plazo en moneda doméstica, abonos en dólares de largo plazo, para frenarun segundo brote hiperinflacionario.

El Plan de Convertibilidad

Cuado en abril de 1991 se lanzó el Plan deConvertibilidad, ya estaba preparado el terre-no para un cambio drástico. El Plan estable-ció por ley un régimen de caja de conversión(currency board) que exigía al Banco Centralun respaldo de al menos 100 por ciento de labase monetaria con reservas internacionales,lo obligaba a intervenir en el mercado cam-biario para sostener la paridad vigente del pe-so con el dólar estadounidense en un nivelque (luego de una reforma monetaria) seríade 1 a 1, y prohibía la inclusión de cláusulasde indexación en los contratos privados. Elnuevo régimen monetario se vio acompañadopor una profundización notable del procesode reformas económicas anunciado al co-mienzo de la gestión Menem. Entre éstas sedestacaron la privatización masiva de las em-presas estatales, la drástica apertura de la eco-

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nomía tanto en la cuenta corriente como enla cuenta capital, un fuerte ajuste de las cuen-tas públicas y la desregulación general de laeconomía. La velocidad y profundidad de lasreformas superaron a las del Chile de Pino-chet y convirtieron rápidamente a la Argenti-na en el “alumno modelo” de los organismosmultilaterales de crédito y en el “niño mima-do” de las finanzas internacionales.

En materia de estabilización, el Plan fueexitoso al lograr una caída muy rápida de latasa de inflación. Además, indujo un fuerteingreso de capitales que provocó una baja im-portante en la tasa de interés, y un aumentodel crédito que llevaron a la reactivación de laeconomía. El ingreso de capitales tiene variasexplicaciones. Fue favorecido por la fijacióndel tipo de cambio gracias al arbitraje de tasasde interés. Además, se vio alentado tambiénpor la baja en las tasas de interés dispuesta porla Reserva Federal para combatir la recesiónen Estados Unidos. Más adelante, el ingresode capitales persistió por el desarrollo de laburbuja típica de los mercados emergentes,estimulada primero por el ingreso de Argen-tina al Plan Brady y luego por la persistenciay profundización de las reformas estructura-les, especialmente, las privatizaciones y laapertura irrestricta a la inversión extranjera.El Banco Mundial y el BID también inyecta-ron capitales a la economía para apoyar elproceso de reforma. El éxito inicial en térmi-nos de crecimiento económico (1991-1998)está estrechamente ligado al comportamientode la cuenta capital.

Uno de los problemas más serios de laconvertibilidad fue el nivel del tipo de cam-bio real que se cristalizó con la estabilización.La moneda argentina se había apreciado sig-nificativamente en términos reales meses an-tes del lanzamiento del Plan. Debido a la in-flación inercial, el proceso de apreciación realcontinuó en los primeros años y se vio refor-zado por la avalancha de capitales del exterior.El daño eventual de esta configuración deprecios relativos se vio potenciado por la im-plementación de la liberalización comercial.Argentina eliminó en este período todas las

restricciones no arancelarias a las importacio-nes (excepto en automotores) y redujo drásti-camente la protección arancelaria. Estas me-didas exigían un aumento del tipo de cambioreal para preservar la competitividad de lossectores productores de bienes comerciables,pero sucedió exactamente lo contrario. Enconsecuencia, la balanza comercial exhibióun déficit crónico. A su vez, la cuenta de ren-tas de la inversión sufrió un déficit fuerte-mente creciente debido a la cuadruplicaciónde los intereses de la deuda externa y a la du-plicación de los giros de utilidades de la in-versión extranjera. De tal manera, la cuentacorriente tuvo un déficit persistente por enci-ma del 3% del PIB.

Sin embargo, el daño sufrido por los sec-tores comerciables no fue tan evidente alprincipio del Plan, cuando la demanda se ex-pandía. Muchas empresas reaccionaron fren-te a la pérdida de competitividad causada porla fuerte elevación de los salarios en dólares,endeudándose para comprar bienes de capi-tal, en general importados, lo cual se vio favo-recido por las rebajas arancelarias, la aprecia-ción real de la moneda y el aumento inicialdel crédito. El componente de insumos im-portados de los sectores comerciables tam-bién se incrementó significativamente. Estoocurrió tanto en la industria manufactureracomo en la agricultura, que adoptó masiva-mente el paquete tecnológico de granos trans-génicos.

Estas respuestas tuvieron un efecto negati-vo sobre el empleo, que se sumó a la reduc-ción de personal de las empresas privatizadasy los planes de retiro voluntario de empleadosdel gobierno central. La consecuencia paradó-jica fue el crecimiento sistemático de las tasasde desocupación y subocupación desde 1992,aun cuando el nivel de actividad se expandíavigorosamente. Argentina pasó de ser un paíscon tasas de desocupación bajas de un dígito,a tasas altas de dos dígitos que superaron el18% en la recesión de 1995. El desempleo,con sus efectos sobre la pobreza y la distribu-ción, se convirtió el principal problema eco-nómico y social del país (Beccaria 2002: 5).

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Inicialmente hubieron dos factores exter-nos que compensaron parcialmente el dañocausado por la apreciación real del peso a lossectores comerciables. La fuerte elevación delos precios internacionales de exportación be-nefició al sector agropecuario, mientras que lapuesta en vigencia del MERCOSUR y el ul-terior lanzamiento del Plano Real que apreciófuertemente la moneda brasileña, tuvieron unimpacto positivo en la industria argentina.

No obstante, el problema de precios rela-tivos se vio reforzado por otros factores. Laprivatización de servicios públicos, que sonmonopolios naturales sin marcos regulatoriosadecuados, los encareció significativamente.Por otro lado, la desregulación del sector fi-nanciero, la privatización de los bancos de losestados provinciales y los contagios de las su-cesivas crisis de los mercados emergentes, fa-vorecieron un proceso de concentración ydesnacionalización del sistema financiero queterminó con la otrora importante banca pri-vada nacional y la banca cooperativa, a la vezque redujo el peso de la banca pública. ElBanco Central de la República Argentinaalentó entusiastamente este proceso alegandoque fortalecería al sector. Como resultado, seagravaron los problemas de racionamientocrediticio por información asimétrica, y elcosto real del crédito aumentó.

Otro problema serio de la convertibilidadfue la dolarización progresiva del sistema fi-nanciero. La participación de los préstamosen dólares en el total se duplicó hasta alcanzarcasi el 80%, mientras que la de los depósitosllegó al 70%. En este sentido, la estabilidadde precios no revirtió la dolarización de losahorros locales (Fanelli 2003:34-36). Al con-trario, el gobierno la oficializó y favoreció aúnmás al reconocer al dólar como moneda decurso legal a la par del peso, facilitar el desa-rrollo de un mercado financiero de depósitosy préstamos en dólares, y por el seguro decambio implícito en la convertibilidad. Ob-viamente, la dolarización del sistema finan-ciero incrementaba dramáticamente los cos-tos de una devaluación eventual; para el go-bierno era una forma de “quemar las naves”,

una señal que en su visión debía reforzar lacredibilidad del régimen.

Una paradoja importante de la caja deconversión fue el alto nivel de las tasas realesde interés, especialmente, desde 1995 en ade-lante. Por ejemplo, la tasa real de interés endólares de empresas de primera línea de tresmeses (un piso para las demás tasas de interés)no bajó del 9% anual de 1995 a 1998, y su-bió luego de manera sostenida hasta nivelesdel 30% a fines de 2001. Este comporta-miento de la tasa de interés debe ser motivode reflexión ya que la principal promesa de laliberalización financiera con apertura de lacuenta capital ha sido la de asegurar un aba-ratamiento del crédito.

La crisis de la convertibilidad

El ciclo económico bajo la convertibilidad es-tuvo determinado por el comportamiento dela cuenta capital del balance de pagos. La en-trada de capitales se revirtió desde 1998. Lacrisis de Asia Oriental y el default ruso cam-biaron el humor de los mercados internacio-nales de capital respecto a los regímenes de ti-po de cambio fijo. La reversión del alza de losprecios internacionales a partir de 1997 agre-gó un elemento de desconfianza originado enla economía real. Finalmente, la crisis de Bra-sil, el principal de socio comercial de Argen-tina, tuvo un efecto devastador, especialmen-te, en la industria manufacturera. Así, la eco-nomía comenzó a mediados de 1998 la rece-sión más larga que, cuando devino depresiónen 2001, arrastró consigo la convertibilidad ydos presidentes (Damil, Frenkel y Maurizio2002:15-40).

La recesión llevó a un progresivo deteriorode la situación fiscal. En 2000-2001, el presi-dente De la Rúa implementó subas de tasasimpositivas y recortes de salarios y jubilacio-nes que profundizaron la recesión pero no al-canzaron a restablecer la “confianza”. En2001, el financiamiento externo se interrum-pió abruptamente y la fuga de capitales llevóa una caída de 12 mil millones de dólares de

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las reservas internacionales del Banco Cen-tral. La drástica contracción monetaria causa-da por la evaporación de las reservas interna-cionales llevó a la depresión y la crisis del sis-tema financiero. La depresión incrementósustancialmente el desempleo y la pobreza.

La crisis bancaria se originó en la moracreciente en las carteras de préstamos y la fu-ga de depósitos que se convertían en dólares.El papel del Banco Central como prestamistaen última instancia estaba severamente limi-tado por el régimen de caja de conversión. ElFMI suspendió el apoyo a la Argentina, inau-gurando el enfoque Krueger-Rogoff de no in-tervención en las crisis financieras para evitarel “riesgo moral”. En este cuadro, los bancosextranjeros solicitaron al gobierno la imposi-ción de severas restricciones al retiro de depó-sitos, en lugar de recurrir al respaldo de suscasas matrices. A comienzos de diciembre de2001, el gobierno accedió implementando el“corralito”, un feriado cambiario de duraciónindefinida y restricciones a la compra de divi-sas. Así terminó de facto no sólo la convertibi-lidad de pesos en dólares sino también la dedepósitos en efectivo (Rapetti, 2003).

Las medidas generaron un masivo rechazoque a través de los “cacerolazos” que conduje-ron a la caída de De la Rúa y el reclamo “quese vayan todos”. En su fugaz paso por la pre-sidencia, Rodríguez Saá decretó lo que los“mercados” habían anticipado y precipitadovarios meses antes: la moratoria de la deudaexterna con los acreedores privados.

La salida de la convertibilidad

A principios de enero de 2002, el presidenteinterino Duhalde oficializó el fin de la con-vertibilidad devaluando la moneda y elimi-

nando el requisito de respaldo en reservas in-ternacionales para la base monetaria. Sin em-bargo, la crisis política y económica hereda-das, el abandono de la comunidad financierainternacional, sumados a la falta de prepara-ción de una salida ordenada de la convertibi-lidad, llevaron a un proceso de ajuste caóticoque tuvo un costo social enorme.

Inicialmente, se desdobló el mercado cam-biario. El gobierno fijó en $1,40 la cotizacióndel dólar oficial y creó un mercado de flota-ción libre. Paralelamente, se congelaron enpesos las tarifas de los servicios públicos pri-vatizados que estaban fijadas en dólares. Elproblema más serio era qué hacer con loscontratos financieros formulados en dólares,es decir, la mayoría de los préstamos y depó-sitos del sistema. El gobierno decidió pesificarlos depósitos y préstamos en dólares a la coti-zación de $1,40, ajustarlos ulteriormente porel índice de costo de vida, y fijarles una tasade interés baja. Los préstamos hipotecarios,de consumo personal o de PYMEs, de mon-tos menores otorgados por los bancos, se pe-sificaron a $1 y se ajustaron según un índicede salarios nominales. Las restricciones al re-tiro se generalizaron a todos los depósitos, seprohibió la transferencia de depósitos entrebancos y cuentas, (presumiblemente por pre-sión de los bancos que se encontraban en si-tuación más frágil) y se anunció un cronogra-ma de devolución de depósitos que llegabahasta 3 años y medio (Rapetti 2003).

Los ahorristas rechazaron estas restriccio-nes conocidas como “corralón” y la pesifica-ción de sus depósitos a $1,40 mientras el dó-lar libre se cotizaba a $2. Por otro lado, ungrupo de grandes empresarios presionó conéxito al gobierno para lograr la pesificación desus deudas a $1. La resultante pesificación asi-métrica de préstamos y depósitos tuvo un

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Convertibilidad y dolarización son similares, no idénticos: ambas comparten la visiónde que una economía de mercado librada a sí misma tiende automáticamente al

equilibrio con pleno empleo. El problema es que esta visión ha sido desmentida porla historia y refutada por la teoría económica.

gran costo fiscal y un impacto político muynegativo, porque fue percibida como injusta ytransmitió la imagen de un gobierno débil. Enesta situación muchos ahorristas presentaronrecursos de amparo para hacer efectivo sus de-pósitos o para recuperar los dólares original-mente depositados. En numerosos casos susreclamos fueron reconocidos por la Justicia.Esto complicó el manejo de la política mone-taria que debió incrementar fuertemente losredescuentos a los bancos que habían devuel-to depósitos por orden judicial. Entretanto,los depósitos del sistema seguían cayendo porlos resquicios del “corralito” y el “corralón”,mientras que las reservas internacionales delBanco Central disminuían por la persistenciade la fuga de capitales (Rapetti 2003).

Ante la carrera ascendente del dólar, elgobierno impuso impuestos a las exportacio-nes de productos primarios. La fuerte subadel dólar se realimentó por dos factores: larenuencia de los exportadores a liquidar divi-sas, y la actitud del FMI y los países desarro-llados que dejaron a la Argentina librada a supropia suerte. Mientras el gobierno mostrabala disposición a tomar cualquier medida contal de alcanzar un acuerdo con el FMI, el or-ganismo multilateral agregaba progresiva-mente nuevas condiciones previas a la discu-sión del acuerdo. Por ejemplo, a pedido delos bancos extranjeros el Fondo demandó laderogación de la ley de subversión económi-ca y la modificación de la ley de quiebras; es-tos cambios fueron finalmente aprobadospor el Congreso. Mayores consecuencias tu-........

vo la exigencia del Fondo de unificar y libe-rar totalmente el mercado cambiario en elpeor momento de la crisis, sin otorgar a cam-bio respaldo alguno cuando el gobierno nocontaba aún con instrumentos de manejo dela política monetaria debido a la situacióndel sistema financiero. El resultado de cum-plir con la exigencia del Fondo fue provocaruna escalada del dólar que llegó a $3,85 enmarzo de 2002. Así Argentina se hundía ensu peor depresión mientras el secretario delTesoro de Estados Unidos y la principal eco-nomista del Fondo deploraban la falta de unprograma sostenible, lo cual obviamente noera independiente del apoyo que retaceaban(Frenkel 2003). La disparada del dólar, la per-sistencia de la crisis económico-financiera y lafalta de apoyo del Fondo, precipitaron la caí-da del ministro de economía Remes Lenicov.

Su sucesor, Lavagna, adoptó medidas quealiviaron la presión sobre el mercado de cam-bios, forzando la liquidación de divisas de losexportadores e imponiendo algunas restric-ciones a la compra de dólares. También logrónormalizar la situación financiera levantandoel “corralito” (diciembre de 2002) y el “corra-lón” (marzo de 2003). En el delicado caso delos depósitos en dólares, los ahorristas pudie-ron disponer del valor pesificado a $1,40 e in-dexado por el IPC, mientras que la diferenciaentre este valor y la cotización de mercado deldólar se canjeó por bonos del gobierno a 10años. Por su parte, los depósitos del sistemafinanciero se empezaron a recuperar desdemediados de 2002. Entretanto, el nivel de ac-tividad económica empezó a recuperarse, es-pecialmente en los sectores de bienes transa-bles y de la construcción, de manera graduala partir del segundo trimestre de 2002, y conmás vigor en 2003. El sector agropecuario sevio favorecido no sólo por la inédita suba deltipo de cambio real sino también por el alzade los precios internacionales. La reactivaciónde la industria manufactura operó principal-mente por sustitución de importaciones (Ra-petti, 2003).

Lavagna manejó la negociación con elFMI con un estilo diferente. Cuando en no-

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viembre de 2002, en medio de una impasseen las tratativas con el Fondo, vencieron 805millones dólares adeudados al Banco Mun-dial, el gobierno argentino sólo desembolsólos 79 millones correspondientes a intereses.El mensaje fue claro: Argentina estaba dis-puesta a extender la moratoria a los organis-mos multilaterales de crédito si no llegaba aun acuerdo con el organismo. La decisión ar-gentina no afectó a las variables financieras lo-cales. El Fondo cambió de postura y en enerode 2003 se firmó un acuerdo “puente” hasta elpróximo gobierno que permitió reprogramarhasta agosto de 2003 vencimientos de capitaldel FMI, el Banco Mundial y el BID por untotal de 11 mil millones de dólares. El acuer-do no incluía dinero fresco, y contenía metasinconsistentes típicas: generar un superávitprimario muy importante, de 2,5% del PIB,en una economía que sólo crecería en 2003entre 2 y 3% desde el pozo de la depresión,combinado con una política monetaria con-tractiva y previsiones de inflación de 22%. Pa-ra sorpresa de los funcionarios del Fondo, elPIB creció 8%, la inflación fue de 3,7%, se al-canzó la meta fiscal, y la base monetaria cre-ció más del 50%. Paradoja del Fondo: si sehubiera cumplido la meta monetaria, no sehabría podido alcanzar la meta fiscal, porqueaquella hubiera abortado la recuperación.

Sin embargo, a pesar del reordenamientode la situación macroeconómica y la rápidareactivación de la economía, debe destacarseque la situación social sigue siendo muy gra-ve. Esto se debe a dos razones: la profundidadde la caída de la producción y el empleo cau-sada por la depresión, y la dramática caída delos salarios reales, que es la contracara de lahiperdevaluación que resultó de la salida caó-tica de la convertibilidad. El PIB per cápita de2002 retrocedió al nivel de 1991, el año deinicio de la convertibilidad, pero con tasas dedesempleo del triple, y salarios reales muy in-feriores. En consecuencia, no es de extrañarque la incidencia de la pobreza y la indigenciase haya multiplicado por factores de 2 y 5, res-pectivamente, en relación a 1991. A fin de pa-liar esta situación, el gobierno lanzó en 2002

el Plan de Jefes y Jefas de Hogar que consisteen un subsidio para jefes de hogar desocupa-dos con hijos, con contrapartida de tiempoparcial en trabajo o capacitación. A pesar desu carácter extendido, su impacto en términosde disminución de la pobreza y la indigenciaha sido muy limitado, probablemente por sureducido monto (50 dólares mensuales). Laterrible herencia de la convertibilidad y su trá-gico final, plantea desafíos formidables en tér-minos de crecimiento y equidad al nuevo go-bierno de Néstor Kirchner.

Hipótesis alternativas sobre las causas de la crisis

Los economistas ortodoxos han propuestodistintas explicaciones sobre las causas de sucolapso. La discusión nos parece pertinentetambién para anticiparse a los problemas depaíses con regímenes de dolarización. La hi-pótesis más importante propuesta ha sido laque sostiene que la convertibilidad fracasópor un excesivo déficit fiscal incompatiblecon la sostenibilidad de la paridad cambiaria.La hipótesis fiscalista ha sido refutada porDamill, Frenkel y Juvenal (2003). El déficitfiscal promedio durante la Convertibilidadfue de 2% del PIB, el nivel más bajo de lasúltimas décadas en Argentina, y también pe-queño en términos de comparaciones inter-nacionales (cumpliría con Maastricht). Ade-más, el promedio oculta una dinámica reve-ladora, ya que el déficit fiscal promedio en1991-1994 fue de 1% del PIB, en 1995-1997 de 3% y en 1998-2001 de 4%. Los au-mentos posteriores a 1994 son de naturalezaendógena al régimen de convertibilidad y susreformas, ya que se explican primero por laprivatización del régimen de seguridad socialy luego por la suba de los intereses sobre ladeuda pública. A su vez, la factura de intere-ses se explica tanto por el endeudamientocreciente causado primero por el déficit de laseguridad social y luego por la suba de las ta-sas de interés, alimentada por las crecientesprimas de riesgo país originadas primero por

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las crisis de los mercados emergentes y luegopor el deterioro endógeno así desencadena-do. Podría agregarse, la baja en la recauda-ción tributaria provocada por la caída del ni-vel de actividad desde 1998 en adelante, cau-sada a su vez por los problemas de competi-tividad y fuga de capitales originados en laconvertibilidad.

En nuestra opinión, el régimen de conver-tibilidad colapsó porque en su misma esenciaera insostenible. El argumento de la insoste-nibilidad se desarrolla en la última sección.Lo sorprendente fue que el régimen duraracasi once años, tal vez porque se había lanza-do en una etapa de la economía internacionalmuy favorable al mismo: el auge de la globa-lización financiera.

Lecciones para Ecuador

La convertibilidad (o caja de conversión) y ladolarización son regímenes monetarios simi-lares aunque no idénticos. Calvo (2000:4) losllama “fijaciones cambiarias rígidas” (hardpegs). En ambos, el gobierno renuncia a la so-beranía monetaria, abandona la facultad derealizar política monetaria activa y desapareceel prestamista local en última instancia. Lacantidad de dinero depende del resultado delbalance de pagos y el estado nacional pierdeel “señoriaje”. En la dolarización desaparecenformalmente la moneda nacional y el tipo decambio; en consecuencia, el país pierde ade-más los intereses que los dólares en circula-ción podrían ganar si se invirtieran en títuloscomo ocurre con las reservas internacionalesen la convertibilidad.

Ambos regímenes se sustentan en una vi-sión común y simple: el único problema ma-

croeconómico es la inflación y esta se originaen el financiamiento del déficit fiscal conemisión monetaria. Por lo tanto, eliminandola soberanía monetaria se impondrá la disci-plina fiscal y se alcanzará la estabilidad deprecios. ¿Qué pasará con la balanza de pagos?Las “fijaciones cambiarias rígidas” implicanun mecanismo monetario automático deajuste del balance de pagos, explicado porHume para el caso del patrón oro, otromiembro de la familia. ¿Qué pasará con elempleo, la reducción de la pobreza y el creci-miento económico? Con disciplina fiscal ymonetaria, en una economía abierta y demercado, todo lo demás vendrá por añadidu-ra, pues la estabilidad monetaria generaráconfianza, lo cual atraerá inversiones.

Lo que subyace a la convertibilidad y ladolarización es la visión de que una economíade mercado librada a sí misma tiende auto-máticamente al equilibrio con pleno empleo.El problema es que esta visión ha sido des-mentida por la historia y refutada por la teo-ría económica.

En primer lugar, habría que decir la queinflación no es un fenómeno meramente mo-netario como ya ha sido señalado por la es-cuela estructuralista latinoamericana. Comoen una economía monetaria los precios sonrígidos a la baja, cambios importantes en losprecios relativos vinculados al propio procesode desarrollo, llevan a las autoridades mone-tarias al dilema de elegir entre mayor infla-ción sin recesión o privilegiar la estabilidad deprecios con un costo recesivo. El estructura-lismo latinoamericano enfatizaba la necesidadde anticiparse a estos cambios con políticastransformadoras que aliviaran las rigideces es-tructurales de las economías latinoamerica-nas. Una política de estabilización que ignoreestos determinantes podría tener éxito en el

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Las lecciones de la experiencia argentina: a) los regímenes monetarios rígidos soninsostenibles, b) mientras duran sólo aseguran estabilidad de precios, c) tienen altoscostos sociales, d) tales costos son mayores cuanto mayor es su duración y e) los

efectos distributivos de una salida caótica pueden ser muy elevados.

corto plazo pero no en el largo. Dicho de otramanera, una economía que no resuelve susproblemas de desarrollo no puede asegurar laestabilidad monetaria. La crítica estructuralis-ta entonces dirigida al monetarismo, siguesiendo válida en relación a la convertibilidady la dolarización, que constituyen su versiónmás extrema (Olivera, Sunkel, 1967).

En segundo lugar, habría que recordar laamplia experiencia histórica de un régimenmonetario afín intelectualmente a los que es-tamos discutiendo y que fue abandonado porsu patente fracaso: el patrón oro. Este régi-men guardaba, sin embargo, una importanteventaja en relación a la convertibilidad y ladolarización: era un sistema monetario inter-nacional de paridades fijas. En contraste, enun mundo donde las principales divisas flo-tan, la competitividad de los países dolariza-dos depende en buena medida de los avataresdel dólar. La lección principal del patrón oro,de acuerdo a los textos de historia económicaes que fue uno de los principales determinan-tes de la Gran Depresión debido a su extremarigidez para acomodarse a los cambios que sehabían producido en la economía mundialluego de la Primera Guerra Mundial (Eichen-green, 1992, Temin, 1989).

En tercer lugar, las razones de la rigidezdel patrón oro (y sus émulos actuales) han si-do bien comprendidas por la teoría económi-ca y constituyen las raíces de la macroecono-mía desde la Teoría General de Keynes. Enuna economía monetaria, los contratos, entrelos que se destacan los salariales y financieros,se establecen en términos nominales. Unapérdida de competitividad causada, por ejem-plo, por una baja en los precios de exporta-ción, implicaría un desequilibrio del balancede pagos, que idealmente se corregiría con elabaratamiento de los precios en moneda ex-tranjera de los bienes nacionales. En un régi-men cambiario rígido, la única manera de lo-grarlo es a través de la deflación generalizada.La salida de dólares desencadena un procesode ajuste externo por la caída en la cantidadde dinero, pero a diferencia del mecanismode Hume, el equilibrio externo se restablece

por la caída en las importaciones causada porla recesión por suba en la tasa de interés, yaque el carácter nominal de los contratos difi-culta la deflación. El restablecimiento del ple-no empleo por deflación podría operar muylentamente pues se precisaría aumentar signi-ficativamente el desempleo para inducir re-ducciones salariales. La ventaja de contar conmoneda propia y un tipo de cambio variableradica en que se pueden corregir los preciosen dólares de los bienes nacionales, sin causaruna recesión y sin necesidad de alterar loscontratos monetarios, simplemente deva-luando la moneda, como ha sido señaladopor Milton Friedman.

Un punto frecuentemente olvidado es quela flexibilidad de precios y salarios no es unacondición suficiente para evitar fuertes rece-siones en caso de regímenes cambiarios rígi-dos. Las significativas deflaciones salariales enlas depresiones de la época del patrón oro sonla mejor prueba. Los contratos financieros sonal menos tan importantes como los salariales.Ya Irving Fisher, uno de los grandes arquitec-tos de la teoría cuantitativa del dinero, habíaseñalado en la década del treinta que la defla-ción deprimía el nivel de actividad, al transfe-rir riqueza real de individuos con mayor pro-pensión a gastar, los deudores, a individuoscon menor propensión a gastar, los acreedores,y proponía, por la tanto, combatirla. El fuerteincremento de los costos de transacción deri-vado de la liquidación y reorganización deempresas en quiebra, agrega otro efecto depre-sivo de la deflación al anterior.

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En cuarto lugar, los desarrollos aportadospor premios Nobel recientes como GeorgeAkerlof (2001), Daniel Kahneman (2003) yJoseph Stiglitz (2001), refuerzan la idea deque las rigideces macroeconómicas arriba dis-cutidas tienen una fuerte base empírica, noson producto de regulaciones gubernamenta-les, mientras que las teorías económicas másrecientes enfatizan su persistencia ya que tie-nen una sólida base en el comportamiento delos agentes económicos.

De acuerdo a estos antecedentes afirma-mos que las principales lecciones de la histo-ria y la teoría económicas, confirmadas por laexperiencia argentina reciente, son las si-guientes: a) los regímenes monetarios rígidosson insostenibles, b) mientras duran sólo ase-guran estabilidad de precios, c) tienen altoscostos sociales en materia de empleo, distri-bución y pobreza, porque el precio al que ase-guran la estabilidad monetaria es que incre-mentan la volatilidad macroeconómica de lasvariables reales, d) sus costos sociales son ma-yores cuanto mayor es su duración, e) losefectos distributivos de una salida caóticapueden ser muy elevados por las crisis políti-cas que suelen acompañarlos y la dificultad demanejar las transferencias de riqueza entreacreedores y deudores en la transición a unsistema basado en la moneda nacional.

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Carlos Parodi Trece1

¿Por qué se necesita un nuevo rumbo?

América Latina se encuentra en un períodode transición. Luego de más de una década deaplicar un recetario emanado de los países de-sarrollados y apoyado por las elites locales, lafrustración y el descontento de la poblaciónes creciente; en paralelo existe una fatiga re-formista (Lora, Panizza y Quispe-Agnoli,2003). Esto ocurre al menos por dos razones.En primer lugar, el objetivo de cualquier es-trategia de desarrollo debe ser elevar el bienes-tar, es decir, la calidad de vida de los habitan-tes de una sociedad y ello no ha ocurrido. Laspolíticas económicas son un medio, y no unfin, para elevar el desarrollo humano; estaconfusión entre medios y fines es una carac-terística regional. En segundo lugar, salvo ex-cepciones, la distancia entre las ofertas electo-rales de los candidatos a la presidencia denuestros países y lo que realizan una vez en elpoder, parecen ser la pauta2. Esta ausencia de consistencia

temporal socava las bases de la gobernabili-dad y coloca en riesgo la viabilidad democrá-tica. De ahí que no sorprenda la turbulenciapolítica regional, pues la población no cree ensu clase política.

La información disponible es elocuente.En el campo social, basta observar dos indica-dores: pobreza y desigualdad. En el cuadro 1se presenta la evolución de la pobreza y la in-digencia en la región entre 1990 y 2003. En2003, América Latina tenía 25 millones másde pobres que en 1990 y 7 millones más deindigentes o pobres extremos.

En segundo lugar, la región muestra la dis-tribución de ingresos más desigual del mun-do, tendencia que no ha variado en la décadaanterior. El cuadro 2 muestra la informaciónrelevante. Se presenta al coeficiente de gini,que es un indicador de desigualdad de ingre-sos. Fluctúa entre 0 y 1 y cuánto más se acer-que a 1, mayor es la desigualdad. Los altos ni-veles de desigualdad impiden lograr consen-

AméricaLatina:

Parodi,Carlos, 2004, “AméricaLatina: buscando el rumbo perdi-do”, en ICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.35-42.

1 Master en Economía (Universi-dad de Georgetown). Profesor einvestigador de la Universidaddel Pacífico, Lima, Perú.

Cuadro 1Pobreza e Indigencia en América Latina

% de Millones de % de Millones depobres pobres indigentes indigentes

1990 48.3 200 22.5 93

1997 42.5 204 19.0 89

2003 44.4 225 20.0 100

Fuente: CEPAL, 2003.

2 En términos metafóricos, se llega al poder por la iz-quierda, pero luego se gobierna por la derecha.

rumbo perdidobuscando el

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sos y están en el corazón de nuestras dificul-tades. No es de extrañar que la combinaciónde una extremada desigualdad con el aumen-to de pobres e indigentes presentada en elcuadro 1, determinen una turbulencia socialy política, que parece no tener solución,mientras no ocurra un cambio en la forma deconcebir el desarrollo y en un nuevo conjun-to de políticas, funcionales al mismo, que co-loque primero a la gente. En cuanto al comportamiento de las princi-pales variables macroeconómicas, los resulta-dos tampoco han sido alentadores. En primerlugar, el crecimiento económico, medido porla variación en el Producto Bruto Interno(PBI), ha sido lento e inestable. Durante ladécada de los noventa el PBI mostró un au-mento de 3.0% como promedio anual, me-nor al ocurrido en los años 60s y 70s (véasecuadro 4); más aún, la tendencia se ha dete-riorado a partir de 2001, con una ligera recu-peración en 2003. En el cuadro 3 se muestrala variación del PBI y del PBI por habitanteen América Latina entre 2001 y 2003.

En segundo lugar, la inversión, como por-centaje del PBI, ha disminuido de 20.1% en1994 a 17.9% en 2003; desde 1998, y hasta2003, la tendencia ha sido negativa. En tercerlugar, la deuda externa bruta total se elevó deUS$ 569,946 millones de dólares en 1994 aUS$ 744,300 en 2003. Probablemente, elúnico aspecto positivo ha sido la reducción dela inflación, que pasó de 324.4% en 1994 a9.0% en 2003 (CEPAL 2003).

Como se ha mencionado, con una pers-pectiva de largo plazo, las reformas neolibera-les no han logrado tasas de crecimiento quesuperen a aquellas de las décadas de los 60s y70s. El cuadro 4 es ilustrativo al respecto.

Puesto en términos simples, la reducciónde la inflación aparece como el principal lo-gro de la década anterior. Sin embargo, ello esun medio, pero no un fin, que además se pre-senta como un símbolo de estabilidad, adop-tando este último término una acepción es-trecha: aquella referida a la esfera monetaria.

Cuadro 2Indicadores Regionales de Desigualdad 1960s – 1990sCoeficiente de Gini

1960s 1970s 1980s 1990s

América Latina y el Caribe 0.532 0.491 0.498 0.493

África Subsahariana 0.499 0.482 0.435 0.470

Medio Oriente y Norte de África 0.414 0.419 0.405 0.380

Asia Oriental 0.374 0.399 0.387 0.381

Sudeste Asiático 0.362 0.340 0.350 0.319

Países Industriales 0.350 0.348 0.332 0.338

Europa del Este 0.251 0.246 0.250 0.289

Fuente: John Sheahan y Enrique Iglesias (1998:31).

Cuadro 3Tasas de Crecimiento 2001-2003

2001 2002 2003

PBI 0.4 -0.4 1.5

PBI por habitante -1.1 -1.9 0.0

Fuente: CEPAL, 2003.

Cuadro 4América Latina: Crecimiento Medio Anual

1960-70 1970-80 1980-90 1990-01

PIB 5.32 5.86 1.18 3.05

PIB per cápita 2.54 3.36 -0.80 1.39

Fuente: Joseph Stiglitz (2003:7-40).

1990-1997: ¿los años felices?

Desde 1990, América Latina se embarcó enun programa de profundas reformas a favordel libre mercado y de la apertura, bajo el aus-picio y soporte de un pensamiento único, ins-pirado en un recetario emanado en 1989 ydenominado Consenso de Washington(CW)3. Esto amerita una breve explicación.Con la desaparición de la Unión Soviética y lacaída del muro de Berlín, llegó a su fin el mo-delo de desarrollo de planificación central y laregión giró como un péndulo hacia el otro ex-tremo: el neoliberalismo. En el fondo era elreflejo de la transición abrupta de un mundobipolar hacia uno unipolar. Más allá de losdetalles, el CW se resume en dos palabras:mercado y apertura. Bajo ese contexto, la in-versión privada se convertiría en el motor delcrecimiento, en un entorno más general, den-tro del cual los flujos de capital privados setrasladarían del norte al sur.

En sus inicios, el recetario se aplicó en unentorno internacional favorable; la reducciónde las tasas de interés de Estados Unidos, uni-da a la recesión de los países desarrollados y laadherencia a las reformas estructurales a favordel mercado, generó un amplio ingreso de ca-pitales privados que llevaron a un crecimien-to importante, pero no sostenible en la re-gión. Entre 1990 y 1997, el ingreso de capi-tales privados aumentó de US$ 14,000 millo-nes a US$ 86,000 millones (Parodi,2002:42). Al levantarse la restricción externa,la región vivió una ola de optimismo.

De ahí en adelante, los esfuerzos se concen-traron en portarse bien con los mercados inter-nacionales, pues los inversionistas internacio-nales se convirtieron en los jueces de la situa-ción (Parodi, 2001). Ello pasaba por reducir unindicador denominado “riesgo país”, que midela capacidad de repago de la deuda externa delos países. En teoría, a menor riesgo país, ma-yor confianza (no queda claro de qué) y por en-de mayor atracción de capitales privados e in-versión. Sin embargo, las economías crecieronsin que el empleo aumente; el caso argentino esparadigmático, pues fue el país que más avanzóen las reformas estructurales. Mientras que en-tre 1991 y 1997 el ritmo de crecimiento anualde la economía fue de 6.1%, el empleo sólo lohizo en 1.8%. La tasa de desempleose elevó de 7.4% en 1990 a17.2% en 1996 (Parodi,2003:105). A nivel re-gional, el número depobres había aumenta-do de 200 a 204 millo-nes de habitantes.

Los problemas conesta visión son obvios: enprimer lugar, incrementaron la dependenciade la región de la percepción externa; en se-gundo lugar, la estrategia no había sidoconcebida desde adentro, sino desdeafuera, es decir, sin reconocer las carac-terísticas históricas, estructurales y polí-ticas de cada país; en tercer lugar, seplantearon como un recetario, dentrodel cual el mercado, de manera auto-mática solucionaría los problemasde la región. En síntesis, másmercado y menos Estado; losgobiernos de la región abdicaronen su autonomía de plantear unconjunto de políticas propias.

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Según el Consenso de Washington, había que crecer sobre la base del mercado ytodo lo demás vendría por añadidura. En América Latina, la crisis argentina de 2001ilustra los límites de la estrategia neoliberal y por ende debe dejar lecciones para el

resto de la región. Se necesita reevaluar la relación Estado-mercados.

3 El CW incluyó las siguientes recomendaciones: disci-plina fiscal, reorientación del gasto público hacia lainversión en recursos humanos, reforma tributaria, li-beralización financiera, tipo de cambio unificado ycompetitivo, liberalización comercial, apertura a lainversión extranjera directa, desregulación y respeto alos derechos de propiedad.

1997-2003: Las crisis y el descontento

La extrema liberalización, en especial de lacuenta de capitales, originó una serie de crisisque pusieron en entredicho el paradigmaneoliberal. La primera clarinada de alertaocurrió en México (1994), seguida por AsiaOriental (1997), Rusia (1998), Brasil (1999),Turquía (2000) y Argentina (2001), pormencionar algunas de las más relevantes. Loscostos sociales fueron altos, contraviniendo elobjetivo de cualquier estrategia: el desarrollo,que a diferencia del crecimiento, tiene unaconnotación humana.

¿Qué había ocurrido? De un período ca-racterizado por un amplio ingreso de capita-les (1991-1997), se transitó a una escasez delos mismos. El flujo de capitales privados seredujo de US$ 86,000 millones en 1997 aUS$ 8.3 millones en 2001 (Parodi 2003:28).Los mercados financieros internacionales ha-bían dejado de canalizar recursos a la región,a pesar de los esfuerzos de la misma de cum-plir con el CW. La recesión generada ampliólas brechas fiscales y las externas. La región sehabía portado bien con los mercados, pero es-tos no respondían. A pesar de ello, se insistióen más de lo mismo. Es interesante notar, queno obstante la nueva reducción en las tasas deinterés de Estados Unidos, que llegó a 1% en2003 (la menor desde 1958), los capitales pri-vados no fluyeron como sí lo hicieron entre1991 y 1997.

Desde luego, para los defensores de la es-trategia, la región había fallado en la imple-mentación de más reformas estructurales; sinembargo, una lectura más cuidadosa de loshechos demuestra que fueron las mismas re-formas las que precipitaron las crisis, aumen-tando así la aversión al riesgo de los inversio-nistas. La apertura aumentó la vulnerabilidadexterna de los países y la región quedó al vai-vén de los mercados financieros internaciona-les. Una prueba de ello es lo ocurrido en AsiaOriental. Hasta antes de la década de los no-venta, la activa participación estatal en la eco-nomía permitió que estas economías crecie-

ran con equidad. La apertura indiscriminadade la cuenta de capitales de la balanza de pagosprecipitó la crisis. Ahora bien, de aquí no de-be inferirse que el mercado no es relevante. Lalectura correcta es que debe buscarse una mez-cla más balanceada entre Estado y mercado.Por ejemplo, Chile -que es usado como el pa-radigma del neoliberalismo- mantuvo durantela década de los noventa controles al ingresode capitales, en especial, los especulativos.

Ante esta situación, apareció un nuevodiscurso de Washington (Birdsall y de la To-rre 2001). Las razones fueron tres: los progre-sos en reducción de pobreza y desigualdad deingresos fueron nulos (véase cuadros 1 y 2);segundo, la preocupación por los aspectos ne-gativos de la globalización; tercero, la pobre-za y desigualdad parecen ser más causas queconsecuencias del bajo crecimiento. Este nue-vo discurso ampliaba el recetario anterior, pa-ra incluir aspectos sociales.

Más allá de los consensos y disensos, pue-den plantearse algunas consideraciones bási-cas (Parodi 2003:46-47):

• No existe un modelo único que puedaaplicarse por igual a todas las economías.El reconocimiento de la heterogeneidadestructural, el devenir histórico y las carac-terísticas culturales e institucionales debenser el punto de partida. La existencia deun pensamiento único reduce el margende maniobra de los diseñadores de la polí-tica económica interna.

• La globalización tiene aspectos positivos ynegativos. Cualquier visión de desarrollono puede diseñarse a espaldas de la globa-lización. La transferencia tecnológica, ade-cuadamente diseminada a todas las em-presas del país, es necesaria. Los países po-bres necesitan del mercado y la tecnología,a los cuales pueden acceder sólo si estre-chan sus vínculos con el resto del mundo.La llave está en cómo insertarse a la econo-mía global. Esta función requiere de un rolpara el Estado. En paralelo, deben mini-mizarse los costos de la misma, cuya prin-cipal manifestación, en el ámbito econó-

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mico, es la sucesión de crisis financieras,cuyos impactos son globales. De ahí quelas instituciones globales no deben de-mandar las reformas institucionales desdela perspectiva de la integración, sino deldesarrollo, es decir, del crecimiento conequidad (Rodrik, 2002).

• Muchos de los problemas sociales tienencaracterísticas más estructurales que co-yunturales. La pobreza y la desigualdadtienen una larga historia. Esto obliga a de-finir estrategias de Estado y no de gobier-no y tener claro que los resultados macroe-conómicos son un medio para elevar losniveles de bienestar de la población.

En resumen, la idea es pensar en forma globa-lizada sin que ello implique pensar en un mo-delo único, sino, más bien, adaptar la estrate-gia de cada país a la realidad global.

Lecciones de la década de los noventa: una aplicación a partir del caso argentino

En América Latina, la crisis argentina de2001, gestada desde 1991, ilustra los límitesde la estrategia neoliberal y por ende debe de-jar lecciones para el resto de la región. Hacia1991, Argentina optó por una junta de con-vertibilidad, que se trata de un arreglo mone-tario y cambiario bastante similar a la dolari-zación oficial, tal como la tiene Ecuador. Es-tos sistemas monetario-cambiarios abandonanla política monetaria y toman aquella del paísque emite la moneda ancla. Con ello, el paíspasa a depender del ingreso de dólares. En elcaso de la junta de convertibilidad, la ofertamonetaria aumenta sólo si se incrementan lasreservas (la autoridad monetaria convierte losdólares en pesos al tipo de cambio fijo estable-cido por ley; los dólares son el respaldo de lospesos emitidos). En el caso de la dolarizaciónoficial, la existencia de moneda depende de lacantidad de dólares en circulación, que sonemitidos por la reserva federal de los EstadosUnidos. Ambos suponen una profundización

del modelo neoliberal, pues, de acuerdo con lateoría, el hecho de portarse bien con los mer-cados (es decir, profundizar las reformas) ase-gura el ingreso de dólares. En la práctica, estono ha sido así y los mercados no siempre res-ponden como se espera. Cuando los dólaresdejan de ingresar, la economía se “seca” y elpaís hace crisis (Parodi, 2003:223-227). Acontinuación se presentan 16 lecciones de lacrisis argentina, que deben ser tomadas encuenta por el resto de la región.

a. Los tipos de cambio fijos, en un entornode libre movilidad de capitales, son másvulnerables a los ataques especulativos.Son útiles para reducir la inflación, perono necesariamente para lograr un creci-miento alto y sostenible, a menos queexista un fuerte y permanente ingreso dedólares.

b. La estabilización va más allá de derrotar ala inflación y debe entenderse desde unaperspectiva ampliada, que incluya la re-ducción en costos y el uso de políticas fis-cales contracíclicas.

c. Evitar el exceso de optimismo en períodosde crecimiento. Si los dólares ingresan poruna coyuntura internacional favorable(como puede ser un aumento en los térmi-nos de intercambio) la economía crece; noobstante, los cambios en la economíamundial (por ejemplo, un aumento de latasa de interés mundial o un deterioro delos términos de intercambio) pueden tor-nar en insostenible la situación y precipi-tar una crisis.

d. Los paquetes de rescate internacionales soncada vez menos viables. Los organismosmultilaterales cada vez son más renuentes aorganizar paquetes de rescate, por el temoral riesgo moral (en términos simples, pen-sar que en caso de dificultades siempre ha-brá alguien que inyecte los dólares faltan-tes); además ellos vienen acompañados decondicionalidades asociadas a una profun-dización de las reformas liberales.

e. Los organismos multilaterales no siempretienen la razón. Lo ocurrido en Argentina,

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así como en el Asia Oriental es una prue-ba de ello.

f. Lo que funciona para un país no necesa-riamente funciona para otro. Los puntosde partida (niveles de deuda, dotacionesde recursos, etc.), así como los entornosinstitucionales son distintos. Nadie dudaque para reducir la pobreza y la desigual-dad se debe crecer y ello se logra sólo conmayor inversión. Sin embargo, el cómolograrlo depende de cada país.

g. Cuidado con el crecimiento de la deudaexterna. Ninguna estrategia de desarrollosostenible puede basarse en el endeuda-miento externo de manera indefinida. Lavalidez de esta premisa se extiende tanto alsector público como al privado. Esto nosignifica que siempre sea negativo endeu-darse, sino hacerlo en función de la capa-cidad de pago. Por lo tanto, colocar lími-tes universales al ratio deuda/PBI carecede sentido.

h. Diferenciar lo que se quiere hacer de loque se puede hacer. Toda economía tienerestricciones. La población de cada paísdebe conocer lo que se puede hacer y enespecial, las prioridades, pues no se puedehacer todo al mismo tiempo. Es clave evi-tar la disociación entre las expectativas dela población y lo que se puede hacer. EnArgentina, la población creyó en la con-vertibilidad como si fuera un sistema quesolucionaría todas la dificultades. El tiem-po demostró que ello no es así.

i. Respeto a los derechos de propiedad. Nin-guna estrategia funciona si se violan losderechos de propiedad, como por ejem-plo, la restricción al retiro de depósitosbancarios, conocido en Argentina, comoel “corralito”.

j. Las medidas aisladas no tienen efectos du-raderos. Los países deben contar con unaestrategia de desarrollo que comprenda to-das las esferas de la política económica ysocial. Es la adecuada mezcla de las diver-sas herramientas de la política económicala que brinda resultados positivos. Nopuede haber inconsistencia entre ellas.

k. La economía política de la política econó-mica sí importa. Esto significa que las au-toridades deben prestar atención no sóloal qué hacer, sino al cómo hacerlo. La via-bilidad de la implementación de las medi-das de política económica es crucial. De-ben buscarse consensos, que son la base dela democracia.

l. Las políticas sociales no son independien-tes de las políticas económicas. Ambas de-ben ser parte de la misma estrategia de de-sarrollo.

m. El entorno político interno sí importa. Enun mundo globalizado, con libre movili-dad de capitales, la percepción sobre la es-tabilidad, en su acepción más amplia, de-pende, en buena medida, de los aspectosde la política interna de cada país. Los lí-deres políticos deben ser conscientes deello y les compete una función crucial. Lasalianzas políticas deben ser el resultado deuna visión común de futuro y no de cues-tiones de corto plazo.

n. La demanda interna no sustituye a la de-manda externa. América Latina, como seha visto, se caracteriza por amplios nivelesde pobreza y desigualdad. Los mercadosinternos son pequeños. Sin un vuelco a lasexportaciones con valor agregado, cual-quier estrategia siempre estará restringida.

o. La pobreza y la desigualdad son problemasestructurales, pero la coyuntura puede de-teriorarlas rápidamente. Los problemas

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Dolarización y convertibilidad suponen una profundización del modelo neoliberal,pues, de acuerdo con la teoría, el hecho de portarse bien con los mercados (es decir,profundizar las reformas) asegura el ingreso de dólares. En la práctica, esto no ha

sido así y los mercados no siempre responden como se espera.

sociales no se van a solucionar en el cortoplazo, pero las inconsistencias en la políti-ca económica pueden acrecentarlos en po-co tiempo. En términos simples, una crisiseconómica incrementa la pobreza en pe-ríodos muy cortos; el crecimiento econó-mico la reduce muy lentamente.

p. No se trata de ir en contra de la globaliza-ción, sino en insertarse a la misma a partirde una agenda propia.

Hacia un nuevo rumbo:elementos para el debate

Cada día que pasa se torna más complicadocontinuar con las reformas estructurales pues,más allá de consideraciones técnicas, carecende viabilidad política. La lección es clara: laeconomía no se puede aislar del entorno políti-co. América Latina requiere redefinir su estra-tegia de desarrollo. Como se ha visto, en ladécada de los años 60s y 70s la región creciómás que en los 90s. El crecimiento se tornóinsostenible y se transitó a la década perdida,básicamente por el aumento de la tasa de in-terés internacional de los inicios de los 80s,que generó un aumento insostenible de lasdeudas externas (Stiglitz 2003:10). Cierta-mente hubo errores internos, pero ellos noexplican todo el problema. Había temas porcorregir, como la ineficiencia de las empresaspúblicas y altas tasas de inflación, asociadas alfinanciamiento monetario de las brechas fis-cales. El CW se concentró en derrotar a la in-flación y en minimizar el rol del Estado. Esinnegable que la inflación se controló, pero elnuevo marco confundía los medios con los fi-nes. Se impulsaron las privatizaciones, perono se mejoró el accionar del Estado, que per-dió en eficacia y en eficiencia. Así, a pesar delaumento en el gasto social, los problemas depobreza, desempleo y exclusión se mantuvie-ron. Esto obliga a retomar al desarrollo hu-mano como fin y a las políticas económicascomo medio.

Considerando las premisas anteriores, nose trata de retornar al pasado, pero tampoco

insistir en una estrategia que luego de 13 añosde aplicación tampoco ha dado frutos. ¿Esacaso que la región está condenada a jamásdesarrollar? ¿Qué elementos deberían conte-ner una nueva agenda, desde América Latina?

El CW planteó objetivos muy estrechos.Había que crecer sobre la base del mercado ytodo lo demás vendría como consecuencia delo anterior. La estabilización (entendida comola reducción de la inflación), la liberalizacióny las privatizaciones se entendieron como fi-nes y no como medios. Por lo tanto, el puntode partida del nuevo rumbo debe basarse enuna orientación hacia el desarrollo, es decir,hacia la reducción de la pobreza, la desigual-dad y la exclusión. Los mercados, si bien sonimportantes, deben estar adecuadamente re-gulados; cuando actúan sin una supervisión seproducen dificultades, como los escándaloscontables ocurridos en Estados Unidos. Tam-poco es cierto que el libre mercado solucionelos problemas relacionados con la distribuciónde ingresos, pues se focaliza en la eficiencia,pero no en la distribución de los frutos delcrecimiento. De ahí que se requiera reequili-brar la mezcla entre Estado y mercados.

Para ello se requiere de una reforma delEstado, funcional a la nueva orientación. Elloimplica, al menos, los siguientes elementos:en primer lugar, regular los mercados, ahídonde fallen; por ejemplo, la movilidad irres-tricta de capitales especulativos. En segundolugar, diseminar el progreso tecnológico y losnuevos conocimientos, en especial a las pe-queñas y medianas empresas que son las quemás empleo generan. En tercer lugar, invertirmás y mejor en educación y salud, así comoen la infraestructura para el desarrollo. Se tra-ta de acercar a las pequeñas y medianas em-presas al mercado. En cuarto lugar, más alláde la retórica, un compromiso real con la re-ducción de la pobreza y las desigualdades.

En pocas palabras se necesita contar conuna visión de qué tipo de país se desea; luegoorganizar el Estado y cuantificar los recursosque sean funcionales a esa visión. Luego de loanterior, definir el sistema tributario que per-mita la adecuada captación de recursos.

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Ciertamente, todo lo mencio-nado supone diseñar una estrate-gia de desarrollo alternativa a laactual. Ahora bien, tampoco setrata de rechazar todos los ele-

mentos de la visión vigente, porejemplo, el respeto de los derechosde propiedad, el reconocimiento de

la importancia de los incentivos pri-vados, el manejo de políticas ma-

croeconómicas prudentes, lo que im-plica mantener la inflación bajo con-

trol y reducir la volatilidad del creci-miento, etc. (Rodrik:2002). No se tratade rechazar al mercado, sino manejar susdebilidades. Las 16 lecciones presentadasson simplemente una lectura a tomar encuenta, pues los problemas de la región nopueden esperar. De ahí que sea necesarioabrir espacios de debate, para buscar una

estrategia desde adentro y hacia fuera.En síntesis, el principal desafío esproveer de un conjunto alternati-vo de políticas que tengan comoobjetivo central la promocióndel desarrollo, sin caer en el error

de diseñar un nuevo recetario,que se asuma como correcto para

todos los países.

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Carlos Larrea M.1

En enero de 2000, en medio de una profun-da crisis, el gobierno de Mahuad decretó ladolarización de la economía, convirtiendo alEcuador en el primer país latinoamericanoque elimina su moneda nacional. Este artícu-lo estudia los efectos sociales y económicos dela dolarización, y evalúa los obstáculos actua-les para el desarrollo humano y sustentable.

El contexto socio-económico

Hacia 1982 el “boom petrolero” se agotó, y elpaís inició su transición hacia un nuevo pe-ríodo de su historia bajo los lineamientos del“Consenso de Washington”. Aunque estaspolíticas se han dado en forma tardía y pococonsistente, hacia mediados de los años 90 elEcuador había liberalizado los tipos de cam-bio y de interés, desmantelado su protecciónarancelaria, abierto sus mercados, eliminadosubsidios y desregulado parcialmente el siste-ma financiero y el mercado laboral.

Los resultados económicos de esta estrate-gia han dejado mucho que desear. El ingresopor habitante en 1998 era apenas un 5% su-

perior al de 1980, con un crecimiento medioanual del 0.3%.

La baja diversificación de las exportacio-nes ecuatorianas, el predominio de bienes pri-marios, y su limitado dinamismo reflejanproblemas estructurales de competitividadque han afectado históricamente a la econo-mía, como resultado del carácter eminente-mente rentista de las clases dominantes, lainequidad social, el bajo desarrollo del capitalhumano, deficiencias en el desarrollo institu-cional y la inestabilidad política, entre otroselementos (Larrea y North, 1997).

Varios índices comparativos de competiti-vidad ubican al Ecuador en condiciones des-ventajosas. La calidad de la educación básicaha sido calificada como la peor entre 19 paí-ses de América Latina (Fretes-Cibils, Guigsa-le y López-Calix, 2003). El Índice de Percep-ción sobre la Corrupción ha ubicado al Ecua-dor -en 2002- en la posición 92 entre 102países, superando en América Latina sola-mente a Haití y Paraguay (Transparency In-ternational Web Site). El 88% de las exporta-ciones ecuatorianas corresponden a produc-tos primarios. En América Latina, solamenteNicaragua y Venezuela tuvieron porcentajesmás altos (CEPAL, 2002). La ONUDI haelaborado un índice de desempeño competi-tivo industrial, y el Ecuador se ubicaba en1998 en la posición 61 entre los 87 países es-tudiados (UNIDO, 2002). De acuerdo a losíndices de competitividad internacional ela-borados anualmente por el World EconomicForum, el Ecuador se ubicaba en 2002 en las

Larrea, Carlos, 2004, “Dolarización y desarrollohumano en Ecuador”, en ICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.43-53.

1 Doctor en Economía Política (Universidad de York,Canadá) y Posdoctorado en Salud y Desarrollo (Uni-versidad de Harvard). Profesor-investigador deFlacso-Ecuador.

desarrollohumano

en Ecuador

Dolarización y

posiciones 73 y 78 entre los 80 países estudia-dos, manteniéndose, por sus condiciones ins-titucionales, tecnológicas y macroeconómi-cas, entre los países menos competitivos delmundo (World Economic Forum, 2002).

En medio del estancamiento económico yla apertura comercial, los problemas estructu-rales de inequidad social, exclusión y pobrezase profundizaron en Ecuador. En 1995 la po-breza alcanzó el 56% de la población, y el76% en el área rural, cifras superiores a lospromedios latinoamericanos. La concentra-ción del ingreso, estimada por el coeficientede Gini (0.57), ubicaba al Ecuador en la ter-cera posición más desventajosa en la región,solamente después de Brasil y Paraguay(IADB, 2000). En 1994, el 57% de la pobla-ción urbana ocupada tenía empleos de bajaproductividad (CEPAL, 2001), el analfabetis-mo afectaba al 10.5%, y la escolaridad mediade la población adulta llegaba a 7 años (1995)(PNUD, 2001). En 1998, el 26% de los ni-ños menores de 5 años sufría de desnutricióncrónica (Larrea, Freire y Lutter, 2001).

De la crisis a la dolarización

A finales de los años 90 el panorama se agra-vó. El fenómeno de El Niño en 1998, la caí-da de los precios del petróleo y la crisis finan-ciera internacional desencadenaron una pro-funda crisis económica, social y política. En1999 y 2000 el sistema financiero nacionalsufrió el cierre o transferencia al Estado demás de la mitad de los principales bancos delpaís. Como resultado, en 1999 el ingreso porhabitante cayó en el 9%, luego de haber de-clinado el 1% en 1998.

La crisis se manifestó en una vertiginosaexpansión del desempleo abierto, el subem-pleo y la pobreza. El primero ascendió, en lastres principales ciudades el país, del 8% en1998 al 17% a mediados de 1999, mientras lapobreza urbana pasó del 36% al 65%. Se pro-dujo también una masiva migración interna-cional. Al menos 700.000 ecuatorianos handejado el país a partir de 1998.

Ante la amenaza de hiperinflación y otrosproblemas generados por la inestabilidad y es-peculación, el Estado adoptó la dolarizaciónoficial de la economía en enero de 2000.Aunque la medida no logró evitar la caída deMahuad, los próximos gobiernos la respalda-ron, con una estrategia de estabilización y re-cuperación económica.

Noboa y Gutiérrez han buscado estabilizarla economía a través de la dolarización y con-solidar la recuperación mediante la inversiónextranjera en el sector petrolero. Se esperabaque las divisas del petróleo, la austeridad fis-cal, la mayor eficiencia tributaria, y la reduc-ción de la inflación y las tasas de interés bajola dolarización crearan un ambiente de estabi-lidad y confianza favoreciendo la inversión yla reactivación.

Resultados económicos de la dolarización

Algunos elementos del contexto han repercu-tido en condiciones externas altamente favo-rables a partir de 2000.

• El precio del petróleo se recuperó desdemediados de 1999, alcanzando valores fa-vorables hasta el presente.

• La masiva emigración internacional a Es-paña, Estados Unidos e Italia repercutióen elevadas trasferencias de divisas. Las re-mesas se ha convertido en la segundafuente de divisas después de las exporta-ciones de petróleo, ascendiendo de 200millones de dólares en 1993 a 1.432 mi-llones de dólares en 2002.

• La construcción del oleoducto de crudospesados (OCP) ha dinamizado la econo-mía y ha constituido la inversión extranje-ra más voluminosa en el Ecuador desde losaños 1970.

• El tipo de cambio al que se adoptó la do-larización (25.000 sucres por dólar) per-mitió precios relativos excepcionalmentefavorables para las exportaciones en el año2000, que al momento de la dolarizaciónduplicaron su valor de 1994.

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• Las tasas internacionales de interés han al-canzado su nivel más bajo en muchosaños, como resultado de las políticas dereactivación norteamericanas.

Las condiciones favorables han comenzado aagotarse, configurando una situación másvulnerable.

• Aunque los precios del petróleo se hanmantenido elevados, su evolución despuésde la invasión a Irak es declinante y pue-den descender. Los ingresos petroleros sehan reducido también por la menor pro-ducción petrolera estatal, que ha caído enun 37% desde 1993. La producción decrudos pesados por empresas privadascompensa sólo parcialmente esta declina-ción, ya que la participación nacional esmenor, los costos son mayores, y los pre-cios más bajos.

• Las remesas de los emigrantes han dejadode crecer y posiblemente declinarán en lospróximos años. La migración a Europa seha reducido desde la imposición de visas,y en Estados Unidos los controles migra-torios y la crisis la han afectado también.

• El tipo de cambio se ha tornado desfavo-rable como resultado de la inflación, afec-tando la competitividad de las exportacio-nes no petroleras.

• La construcción del OCP ha concluido.Las inversiones privadas han sido inferio-res a las planificadas, y el nuevo oleoduc-to operará durante los próximos años pordebajo de su capacidad instalada. La par-ticipación nacional en estos recursos es li-mitada.

La recuperación no permite aún reestablecerlos niveles de ingreso por habitante de 1998.En 2002, éste es de un 4% bajo su valor en1998, y a un nivel comparable al de 1980.Las proyecciones auguran un crecimientomoderado en los próximos años.

La dolarización no fue el resultado de unaestrategia económica de largo plazo. Por elcontrario, se adoptó como una medida emer-

gente para evitar la hiperinflación en un con-texto de aguda crisis. Como resultado de laacelerada devaluación del sucre en los mesesprevios a la dolarización, los salarios reales ca-yeron dramáticamente, se ampliaron los sub-sidios y se generaron notables distancias entrelos precios relativos y los costos reales.

Como consecuencia de factores como losdesequilibrios acentuados en los precios rela-tivos al momento de la dolarización, la capa-cidad de los oligopolios y otros agentes eco-nómicos para elevar los precios, la demandade las remesas internacionales, y la reducciónde algunos subsidios, el país mantuvo altas ta-sas de inflación, a pesar de la eliminación dela emisión monetaria. Aquella llegó al 91%en 2000, 22% en 2001, 9% en 2002, y 6%en 2003. Pese a su reducción, la inflación

continúa siendo substancialmente superior ala internacional (3% anual).

La inflación no solamente ha eliminadolas ventajas alcanzadas por el sector externoen el tipo de cambio real, sino que ha reverti-do la situación, afectando gravemente lacompetitividad internacional del país. El ín-dice de tipo de cambio real descendió de 207en enero de 2000 a 90 en febrero de 2003, suvalor más bajo en 10 años, y luego se ha recu-perado por la devaluación del dólar.

El tipo de cambio desfavorable limita el cre-cimiento y diversificación de las exportaciones

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Ant

onio

Men

a

no petroleras. Si la inflación ecuatoriana conti-núa superando a la internacional, el panoramase tornará más difícil, configurando una situa-ción similar a la argentina desde 1995. El cre-cimiento abultado de la importación de bienesde consumo confirma los efectos desfavorablesde la dolarización. Las perspectivas para com-pensar las desventajas en los precios relativos delos bienes no transables mediante incrementosen la productividad del trabajo son limitadas,debido a las frágil situación del sistema banca-rio, las altas tasas activas de interés y un contex-to institucional desfavorable.

La recuperación obedece principalmente alas remesas de emigrantes, al alza del preciodel petróleo y al impacto de la construccióndel OCP, pero no refleja una dinamización delas exportaciones. Por el contrario, los princi-pales productos no petroleros enfrentan pro-blemas serios, principalmente en los casos delbanano y el camarón, y ningún otro productopresenta perspectivas muy favorables. El pe-tróleo tiene dificultades por la limitación delas reservas, la baja calidad de los crudos pesa-dos y sus impactos ambientales negativos. Laexpansión en la producción de crudos pesadostendrá un impacto limitado en el crecimientoeconómico, debido a la participación modestadel Estado en el excedente petrolero, y en elempleo previsto de la mayor parte de estos re-cursos en el pago de la deuda externa.

Las reservas petroleras remanentes, evalua-das en 4.629 millones de barriles (Fretes-Ci-bils, Guigsale y López-Calix, 2003) permiti-rán la extracción de petróleo por 18 a 25años, dependiendo de los nuevos yacimien-tos. El 40% de estas reservas corresponde acrudos de alta densidad con altos costos y ba-jos precios.

En este contexto, las exportaciones no pe-troleras son medulares. Estas están afectadas

por un tipo de cambio real desfavorable y de-clinante. Como telón de fondo, los productosagrícolas de exportación, y en particular losmonocultivos, se hallan afectados tanto porsus precios inestables y declinantes, como porla amenaza de plagas. La experiencia recientedel camarón es ilustrativa.

El tipo de cambio real posterior a la dola-rización ha generado un abaratamiento relati-vo de los bienes importados. La disponibili-dad de crédito para consumo y las crecientesremesas de divisas de los emigrantes han faci-litado un crecimiento acelerado de las impor-taciones, en particular de bienes de consumo.El crecimiento total de las importaciones essignificativo. Su promedio mensual entre ju-lio de 2002 y junio de 2003 es 63% mayor alde 1996. A pesar del peso de la construccióndel OCP, el rubro de mayor crecimiento es elde bienes de consumo.

Como resultado, la balanza comercial seha deteriorado dramáticamente. Este dese-quilibrio profundo es insostenible en el me-diano plazo, sobre todo considerando el pesode la deuda externa, cuyos compromisos su-peran los 2.000 millones de dólares anuales, yel incierto panorama del sector externo y losprecios del petróleo.

El crédito ha influido en la escasa capaci-dad de la economía para adaptarse a las nue-vas condiciones impuestas por la dolarización.Podría haberse esperado que, ante el tipo decambio favorable entre inicios de 1999 y finesde 2001, se produzca una expansión de las ex-portaciones, y posteriormente se compensenlos efectos de un tipo adverso de cambio conmejoras sostenidas en la productividad. Estastransformaciones, sin embargo, presuponenuna disponibilidad de crédito a tasas de inte-rés que permitan la adecuada rentabilidad delas inversiones. Desafortunadamente la crisis

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La dolarización no fue el resultado de una estrategia económica de largo plazo.Fue la crisis la que condujo a la dolarización. Se esperaba que la estabilidadfavoreciera la recuperación económica. Los hechos demuestran no sólo que laeconomía no se ha estabilizado, sino que han aparecido nuevos desequilibrios.

bancaria de 1999, y la quiebra de la mayorparte de los bancos privados, han creado unarestricción prolongada de crédito, de formaque el crédito disponible es escaso, con tasasde interés demasiado altas, y en su mayor par-te se canaliza al comercio o al consumo.

El crédito para la agricultura, la industria yla construcción ha declinado en al menos el50% respecto a sus valores previos a 1998, y lamayor parte del crédito se canaliza con fines noproductivos como el consumo o el comercio.Las tasas activas de interés se han mantenidoentre el 15% y el 17% después de la dolariza-ción, y las tasas pasivas han fluctuado entre el7 y el 10%. Entonces el sistema financiero haperdido en gran parte su rol de canalizacióndel ahorro hacia la inversión. En consecuencia,las transformaciones productivas se han res-tringido a las empresas con acceso al créditointernacional. El sector exportador perdió engran medida la oportunidad generada por el ti-po de cambio favorable, y actualmente carecede crédito adecuado para adecuarse a condicio-nes desfavorables. El resultado es un ajuste re-cesivo y concentrador, en el cual sobrevivenúnicamente las empresas grandes con acceso alcrédito internacional, o aquellas establecidasen ramas menos vulnerables.

La inversión social ha declinado fuerte-mente. El gasto social en el Ecuador no sola-mente se encuentra entre los más bajos deAmérica Latina, sino que ha sufrido una ten-dencia decreciente a partir de 1982 (Vos,2002). La caída es tan pronunciada que, entérminos reales por persona, el gasto públicosocial de 2001 fue menos de la mitad del va-lor alcanzado en 1981.

En síntesis, el Ecuador ha experimentadouna limitada recuperación económica, atribui-ble a condiciones externas favorables. Sin em-bargo, en vista de la magnitud de la deuda ex-terna, el tipo de cambio real sobrevaluado y lalimitada competitividad del país, las perspecti-vas económicas de mediano plazo son pocoalentadoras. El impacto positivo esperado delas exportaciones petroleras en los próximosaños no permitirá alcanzar un crecimiento sig-nificativo, debido tanto a limitaciones en la ca-

lidad del crudo y las reservas existentes como ala reducida participación del Estado.

Perspectivas económicas

Pese a la riqueza y diversidad de sus recursosnaturales, Ecuador se ubica entre los paísescon mayor pobreza e inequidad social enSudamérica. Su prolongado estancamientorefleja problemas estructurales de competiti-vidad internacional por su débil capital hu-mano, deficiente sistema educativo, debilidadinstitucional y falta de infraestructura. Estadifícil situación se ha agravado por la crecien-te vulnerabilidad del país ante desastres natu-rales (agravados por el calentamiento global)y crisis económicas como la de 1999.

La crisis condujo a la dolarización, y se es-peraba que la estabilidad favoreciera la recupe-ración económica. Los hechos demuestran nosolamente que la economía no se ha estabili-zado, sino que han aparecido nuevos desequi-librios (déficit fiscal y en la balanza de pagos,tipo de cambio sobrevaluado) y que el ajusteen el futuro toma una forma recesiva, ante larigidez de los salarios y precios a la baja.

Las perspectivas favorables en los alboresde la dolarización no pudieron aprovecharseporque la reconversión productiva demanda-ba crédito y el sistema financiero nacional nopudo responder. El contexto actual es menosfavorable, como resultado del deterioro en eltipo de cambio real, y la incertidumbre en losmercados de los productos de exportación,principalmente el petróleo. La vulnerabilidadexterna del país se acrecienta por la rigidez enel tipo de cambio.

Los problemas de competitividad del paísrequieren una sólida institucionalidad públi-ca para su superación. La crisis, sin embargo,aumenta la conflictividad social, reduce la go-bernabilidad y aleja las perspectivas para esca-par del círculo vicioso generado por la inequi-dad social, el estancamiento económico y ladebilidad de las instituciones.

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Efectos sociales de la crisis y dolarización

Para entender los efectos sociales de esta crisis,aquí se analizan en particular la pobreza, el em-pleo y los salarios, a partir de encuestas de ho-gares2. La información nacional disponible so-bre la pobreza desde 1995 sugiere un aumentosignificativo iniciado en 1998, que se habríamantenido hasta el 2000, y una declinaciónposterior que no compensa la totalidad del de-terioro. La pobreza subió de 56% en 1995 al69% en 2000, declinando hasta el 61% el2001. El deterioro se concentra principalmen-te en las ciudades, donde las cifras correspon-dientes son 42%, 60% y 52%. En el caso de laindigencia se observa un deterioro más perdu-rable y una recuperación más modesta.

Pobreza, salarios y empleo en las principalesciudades. A partir de las series de pobreza, sa-larios y empleo en Quito, Guayaquil y Cuen-ca, se pueden diferenciar tres fases:

a. Deterioro social. Comprendida desde elinicio de la serie (marzo de 1998) hastamayo de 2000 (4 meses después de la do-larización). La pobreza asciende del 35%al 68%, los salarios reales caen en aproxi-madamente el 40%, y el desempleo abier-to sube del 8% al 17%, con un deteriorosimilar en términos de subempleo.

b. Recuperación. Entre mayo de 2000 y di-ciembre de 2001 se producen simultánea-mente una reducción de la pobreza e indi-gencia, una recuperación salarial y unacaída del subempleo y desempleo. Aunquela recuperación en general no llega hastaniveles previos a la crisis, es significativa.La pobreza desciende hasta aproximada-mente el 49%, el desempleo abierto caehasta el 8% y los salarios recuperan casitodo su valor inicial.

c. Nivelación. En 2002 la recuperación co-mienza a agotarse, dando lugar a un nuevo

escenario con características diferentes alperíodo previo a la crisis. El desempleoabierto repunta hasta su nivel actual del10%3, y la pobreza e indigencia tienden abajar lentamente, llegando a mediados de2003 al 45% y 20% respectivamente, valo-res superiores a los iniciales. Sin embargo,la recuperación de los salarios reales conti-núa hasta alcanzar los niveles de 1998.

Este panorama tiene perfiles definidos porciudades. Mientras Guayaquil sufre más fuer-temente la crisis y tiene una recuperación dé-bil, Quito presenta una evolución más simé-trica en las dos fases principales, y en Cuencala recuperación es vigorosa; tanto la pobrezacomo el desempleo se reducen a niveles infe-riores a los de 1998.

Pueden explicarse estas diferencias a partirde la estructura social en estas ciudades. Gua-yaquil no solamente sufrió más fuertementeel impacto social del fenómeno de El Niño,sino que esta ciudad tradicionalmente tieneun sector informal más numeroso, sectoresmedios más débiles, mayor inequidad social,una menor presencia del sector público, y ni-veles más bajos de escolaridad.

Cuenca, la ciudad menos afectada y la demás dinámica recuperación, se ha beneficiadode una masiva emigración internacional y lasremesas de divisas, que han promovido elconsumo y la construcción. Además, se hadestacado por otros factores como el turismo.

Quito se ubica en una posición interme-dia. La crisis se expresa principalmente me-diante el empobrecimiento de los estratosmedios, y en su recuperación influyen la re-mesa de divisas, la migración y el repunte dela construcción

Pobreza e indigencia. El incremento de la po-breza en la primera etapa se explica por la de-clinación de los salarios, el aumento del de-sempleo y subempleo y la crisis financiera que

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3 La tasa de desempleo abierto alcanzó el 8.2% en ene-ro de 2003 (BCE-PUCE), y el 10% en junio de 2003(BCE-FLACSO).

2 La metodología y fuentes se analizan en detalle enCarlos Larrea (2004).

condujo al congelamiento de los depósitos ya la virtual eliminación temporal del créditoformal.

En la recuperación influye principalmentela masiva emigración internacional desde1998, que conduce a una reducción del de-sempleo. La remesa de divisas, comparablecon los ingresos petroleros, permite una recu-peración del consumo de los hogares pobres.La emigración internacional no está com-puesta únicamente por trabajadores no califi-cados, sino que incluye obreros especializa-dos, técnicos y profesionales. Como resulta-do, en varias ramas comienza a observarseuna escasez de mano de obra, que contribuyea la elevación de los salarios y a la reducciónde la pobreza. A estos factores se añade la bo-nanza fiscal originada en la elevación de losprecios del petróleo y la generación de em-pleo vinculada a la construcción el OCP.

Mercado laboral. En general, el ciclo decaída y recuperación salarial se manifiesta enforma similar al desagregarlo por sexo y porsectores informal y moderno. El análisis porciudades revela, en contraste, no solamentediferencias significativas en los niveles salaria-les (atribuibles a diferencias en escolaridad afavor de Quito y Cuenca respecto a Guaya-quil), sino también una recuperación máspronunciada en Cuenca, como efecto de lasmigraciones y remesas.

Salarios y género. Hay evidencia de una situa-ción discriminatoria contra la mujer en elmercado laboral. A igualdad de otras condi-ciones -educación, experiencia, inserción la-boral, horas de trabajo, etc.- las mujeres reci-ben remuneraciones inferiores a los hombresen un 13.4%. También se observa una seg-mentación del mercado de trabajo, con remu-neraciones menores para los trabajadores in-

formales (20%) y de servicio doméstico(42%), bajo condiciones similares. Cabe re-cordar que estos sectores concentran el traba-jo femenino.

Otra dimensión de la discriminación la-boral de la mujer se produce por su inserciónmás precaria. El subempleo y el desempleoafectan principalmente a las mujeres. La recu-peración laboral es, además, más lenta entrelas mujeres. En enero 2003 el subempleo fe-menino era del 50% frente al 25% para loshombres, mientras que las correspondientescifras para el desempleo abierto eran 11% y6.5%.

Hay también un deterioro no revertido enla calidad del empleo. La participación delsector moderno declina del 64% al 57%, enbeneficio tanto del sector informal como delservicio doméstico. Esta evolución confirmaque la caída en el desempleo abierto no se de-be a una recuperación del empleo, sino a laemigración internacional.

La recuperación en el empleo adecuadoes consecuencia principalmente del alza enlos salarios reales, que reduce el subempleoinvisible (debido a baja productividad). Pesea su declinación, el subempleo afecta al 40%de la fuerza laboral, superando el 50% enGuayaquil.

En síntesis, la situación actual muestrauna recuperación salarial amplia, aunque nocompleta ni uniforme, acompañada de unacaída de la pobreza y el desempleo hasta lími-tes cercanos a los iniciales. Sin embargo, en2003 se observa un repunte del desempleoabierto, que habría ascendido del 8% en ene-ro al 10% en junio.

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Mantener la dolarización en las condiciones actuales, mediada por ajustes recesivos,conducirá a un escenario de lento crecimiento, creciente inequidad social y deteriorode los recursos naturales, algo poco compatible con un régimen democrático. Las

alternativas de retorno a un tipo de cambio flexible tampoco son simples.

Evaluación y perspectivas

La dolarización en Ecuador ha logrado con-solidarse en su crítica etapa inicial, principal-mente debido a condiciones externas favora-bles, como los precios del petróleo, las reme-sas de divisas y la construcción del OCP.

La inflación ha socavado la competitivi-dad internacional del país, dificultando la di-versificación y crecimiento de exportacionesno petroleras. El incremento proyectado en laproducción petrolera, central en la estrategiade recuperación promovido por el Estado, di-fícilmente alcanzará una magnitud y estabili-dad suficientes para sustentar por sí solo unarecuperación consistente. Los límites de estaestrategia se originan en las reducidas reser-vas, la baja calidad del crudo y la limitadaparticipación del Estado.

Las perspectivas de crecimiento se ven li-mitadas por la sobrevaloración del tipo decambio, por los problemas del sector externoy por factores estructurales como la deuda ex-terna y las condiciones institucionales y dedesarrollo tecnológico en el país.

Aunque a partir de 2000 se observa unarecuperación en las condiciones sociales en elárea urbana -reducción de la pobreza, aumen-to salarial y caída en el desempleo- la consoli-dación y continuidad de esta evolución favo-rable parecen, al menos, inciertas.

La recuperación se ha originado principal-mente en la masiva emigración internacional(que ha aliviado la sobreoferta laboral y haconducido a una recuperación de los salarios)y a la remesa de divisas, que bordea el 6% delPIB. No hay una reactivación consistente enel aparato productivo, ya que ésta última seha concentrado en una sola rama de limitadaarticulación con la economía nacional: el sec-tor petrolero.

En un futuro con crecimiento económicomodesto, la mejora en las condiciones de vi-da va a depender de la capacidad y efectividaddel sector público para implementar políticassociales con efectos dinamizadores y redistri-butivos. Estas políticas requieren una inver-sión substancial en formación de capital hu-

mano (educación, ciencia y tecnología, nutri-ción y salud), la formación de empleo pro-ductivo entre las pequeñas y medianas em-presas en sectores estratégicos de la economíay un apoyo consistente a los campesinos y pe-queños productores rurales, acompañado deuna redistribución de la tenencia de la tierra.

Si, por el contrario, las políticas sociales si-guen basadas en las expectativas de una distri-bución progresiva de los frutos del crecimien-to por mecanismos de mercado, como haocurrido en las últimas décadas, las perspecti-vas de una mejora en las condiciones de vidaserán efímeras.

Crisis, dolarización y desarrollo

El objetivo central del desarrollo es la satisfac-ción sustentable de las necesidades humanas,incluyendo tanto las necesidades básicas co-mo la participación libre de las personas en laconstrucción de su destino bajo sus propiaspautas culturales. La sustentabilidad implicaun desarrollo que mantenga y preserve los re-cursos naturales en armonía con las necesida-des humanas.

La pobreza es una situación estructuralque impide a las personas la satisfacción desus necesidades básicas, excluyéndolas delumbral mínimo para la expansión de sus po-tencialidades humanas. La pobreza constitu-ye, como tal, la carencia y negación de losprerrequisitos para el desarrollo humano.

En el caso ecuatoriano, la capacidad eco-nómica actual permitiría holgadamente la sa-tisfacción de las necesidades básicas de toda lapoblación, ya que el ingreso por habitante esaproximadamente el doble de la línea de po-breza. La pobreza masiva es una consecuenciade la desigualdad social. La inequidad socialse constituye en el obstáculo principal para eldesarrollo humano. El uso no sustentable delos recursos naturales amenaza la satisfacciónde las necesidades de las generaciones futurasy genera la inequidad intergeneracional, unasegunda dimensión de desigualdad que seañade a las diferencias sociales en el presente.

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La sociedad ecuatoriana sufre desde la co-lonia por la pobreza masiva y grandes desi-gualdades sociales, étnicas, regionales y degénero. La inserción del Ecuador en el mer-cado mundial se ha fundamentado en venta-jas comparativas tradicionales, como laabundancia de mano de obra barata no cali-ficada, y la riqueza de sus recursos naturales,muchos de ellos no renovables, con frecuen-cia explotados en forma no sustentable. Enestas condiciones, el crecimiento económicoha consolidado la inequidad social y se hafundamentado en ella, y también ha condu-cido a una explotación no sustentable de losrecursos naturales.

Las políticas ajuste estructural no han lo-grado restablecer el crecimiento económico, yhan tenido un costo elevado sobre la pobreza,la distribución de la riqueza y el empleo. Adi-cionalmente, la capacidad institucional, regu-ladora y redistributiva del Estado se ha debi-litado, y la presión de la economía sobre losrecursos naturales ha crecido como resultadodel aumento de los volúmenes exportados deproductos primarios, y del empleo no susten-table de los recursos naturales. Además, lavulnerabilidad del país a crisis económicas yfinancieras internacionales, caídas de los pre-cios de los productos de exportación o desas-tres naturales agravados por el cambio climá-tico, se ha acrecentado.

El debilitamiento del Estado y el compor-tamiento rentista de algunos sectores domi-nantes han impedido un adecuado desarrolloinstitucional en el país, y han fortalecido lacorrupción y formas políticas clientelares ypopulistas, donde los intereses particulares yde corto plazo han prevalecido ante las de-mandas de un proyecto nacional integrador.En este contexto socio-político, no solamentese ha afectado el desarrollo de infraestructurabásica sino que, al mismo tiempo, la calidady cobertura de los servicios sociales básicos eneducación, salud y seguridad social se han de-teriorado, debilitando varios elementos cen-trales para la competitividad internacional enel contexto de la globalización; todo ello haafectado la inserción internacional del país,

confinándola a la exportación de un grupo deproductos primarios tradicionales, en un con-texto internacional en el cual las ventajascomparativas tradicionales pierden relevanciafrente a otras dimensiones, vinculadas al capi-tal humano y a la investigación científica ytecnológica, al fortalecimiento institucional ya la equidad social.

La dolarización, adoptada como una me-dida de emergencia en un contexto de crisis,buscaba reducir la vulnerabilidad externa, fa-voreciendo la convergencia de la inflación ylas tasas de interés a sus niveles internaciona-les y reduciendo los costos de transacción conla economía mundial. Se esperaba que la esta-bilidad resultante impulsara el crecimiento.Al cabo de cuatro años, estas expectativas nose han cumplido. Por el contrario, la propiadolarización ha generado desequilibrios ma-croeconómicos difíciles de superar. El desajus-te en los precios internos condujo a una pro-longada inflación, afectando el tipo de cam-bio real y generando un desequilibrio crónicoen la balanza de pagos, cuya superación sólopuede darse, dentro de los rígidos parámetrosvigentes, por la vía recesiva, la contraccióneconómica y el deterioro social. La escasez y elalto costo del crédito han agravado la situa-ción, ya que el debilitado sistema financierono canaliza del ahorro nacional hacia la re-construcción de la estructura productiva.

En el mediano plazo, la vulnerabilidad delpaís ante eventuales crisis financieras interna-cionales, los avatares en los mercados de pro-ductos primarios –en particular el petróleo- odesastres naturales y climáticos es alta. En es-te contexto es difícil vislumbrar una contri-bución positiva del tipo de cambio fijo al de-sarrollo humano en el largo plazo.

El mantenimiento y consolidación de ladolarización demanda de una substancial in-versión en capital humano y físico que elevela productividad y conduzca a una diversifi-cación de la oferta de bienes transables encondiciones internacionalmente competiti-vas. Un cambio de esta magnitud sólo puedeoperarse en el mediano plazo, y requiere flu-jos financieros y condiciones institucionales

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difícilmente disponibles en el corto y media-no plazo.

El mantenimiento de la dolarización enlas condiciones actuales, mediada por ajustesrecesivos, conducirá a un escenario de lentocrecimiento, creciente inequidad social y de-terioro de los recursos naturales, difícilmentecompatible con un régimen democrático.

Las alternativas de retorno a un tipo decambio flexible tampoco son simples, ni sevislumbran caminos sencillos de transición.Entre los problemas para estas vías se desta-can la necesidad estabilidad y confianza de losactores económicos, la distribución social yregional de los costos y beneficios del cambioy las políticas complementarias que enfrentenlos obstáculos estructurales al desarrollo, co-mo la pobreza, la inequidad social, el deterio-ro de los recursos naturales, el desempleo, lascarencias en educación y salud y la limitadainstitucionalidad.

Más allá del debate sobre el régimen cam-biario, se acrecienta la evidencia de la incapa-cidad de las fuerzas del mercado para condu-cir a un crecimiento económico compatiblecon la equidad social, la superación de la po-breza y la armonía con la naturaleza.

Las políticas de desarrollo social debentrascender su rol actual que las limita a pro-gramas asistencialistas de emergencia y a laprovisión de servicios básicos de baja calidad,principalmente en educación y salud. La es-trategia alternativa que se plantea, por el con-trario, busca el aprovechamiento integral delpotencial de los sectores populares, medianteun apoyo a las iniciativas de generación deempleo, la dotación universal de servicios deeducación y salud, encaminados al desarrollodel capital humano, como base para unatransformación productiva, y el impulso a ladistribución del ingreso y los activos produc-tivos. Esta política social se constituye en eleje de una estrategia nacional participativahacia el desarrollo (Larrea y Sánchez, 2002,Coraggio et. al., 2001).

Los principios de equidad y respeto a ladiversidad cultural y étnica guían la propues-ta. El énfasis en la equidad no solamente pro-

viene de principios éticos y filosóficos que ha-cen inaceptable la desigualdad social prevale-ciente en el Ecuador, sino también de la ne-cesidad de constituir bases sólidas para unaestrategia participativa de desarrollo social yambientalmente sustentable. La igualdad deoportunidades y derechos no se opone a la di-versidad de culturas, posiciones políticas yopiniones. El Ecuador debe reforzar su carác-ter multicultural.

La estrategia social propuesta se articulaen torno a tres líneas complementarias de ac-ción: a) la promoción de empleo productivo,b) el desarrollo del capital y las potencialida-des humanas y c) las políticas redistributivas.

La política de promoción de empleo produc-tivo se basa en el apoyo integral a sistemasproductivos socialmente eficientes y econó-micamente sostenibles, a partir de la articula-ción de micro, pequeñas y medianas empre-sas y organizaciones económicas cooperativasy comunitarias. Sus instrumentos básicos sonla provisión de crédito, capacitación, asisten-cia técnica, información e investigación enciencia y tecnología para fortalecer este sector.Esta estrategia está concebida como un mar-co de acción transversal, integrador y estruc-turante del conjunto de las políticas sociales yeconómicas en el corto y mediano plazo, y nomeramente como una política sectorial al la-do de otras políticas sociales.

Las políticas de desarrollo del capital y po-tencialidades humanas se proponen, en primerlugar, consolidar el acceso universal a unaeducación dignificante, que promueva lacreatividad y participación, respetando y fo-mentando la diversidad cultural y étnica delpaís, y preparando los recursos humanos paraenfrentar adecuadamente los retos del desa-rrollo científico y tecnológico del futuro; adi-cionalmente, se promueve un sistema de ca-pacitación laboral que fortalezca el empleoproductivo, prevenga el desempleo y demo-cratice el acceso al conocimiento técnico en-tre los trabajadores; finalmente, se plantea laconsolidación de un acceso universal a servi-cios primarios de salud y protección social,reduciendo la inequidad actualmente existen-

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te en este campo, y protegiendo, de maneraespecial, a los grupos más vulnerables de lapoblación, como los niños.

Finalmente, las políticas redistributivas seproponen promover directamente la equidadsocial, no solamente ampliando las oportuni-dades de acceso a los activos productivos (co-mo la tierra, el crédito y la asistencia técnicaa los sectores populares) y mejorando su cali-dad, mediante programas de riego, conserva-ción y recuperación de suelos, control de laerosión, etc., sino también fomentando su ca-pacidad productiva mediante programas deasistencia técnica, capacitación y educación.

Estas tres estrategias se complementan mu-tuamente para su aplicación en un contextoparticipativo, que integre esfuerzos del estadocentral, los gobiernos locales, las agencias depromoción social y organizaciones de base. Suimplementación requiere la consolidación y elfortalecimiento de la institucionalidad del Es-tado y la promoción simultánea de un esfuer-zo de diversificación productiva que apoye lasoberanía alimentaria y promueva nuevas for-mas de inserción internacional sobre basessustentables, como el turismo y ecoturismo.

Los rumbos futuros de la sociedad ecuato-riana están condicionados por factores políti-cos, el contexto internacional y, en últimainstancia, la capacidad de los actores sociales,y en particular los sectores subalternos, parasuperar los obstáculos para la construcciónparticipativa de su propio destino.

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Alberto Acosta1

“La autoridad pública que va perdiendo sumoneda no gobierna, sino que se vuelve unmero administrador que usa su fuerza legalpara garantizar la ‘gobernabilidad’ que exigeel poder económico para expandirse. La ciu-dadanía que debe cancelar sus créditos y deu-das recíprocos en una sociedad que no tienemoneda soberana, queda sometida al arbitriode los poderes económicos”.Rubén M. Lo Vuolo, 2001.

La dolarización se impuso en Ecuador en unmomento de desesperación, trasgrediendo elmarco constitucional y apoyándose en unasuerte de “terrorismo económico”. Se la justi-ficó como vacuna para enfrentar una inexis-tente hiperinflación, cuya proximidad se lapresentaba como inminente si no se dolariza-ba; una “posibilidad” simplemente imposibleen medio de la recesión que se vivía y cuan-do, además, no había aquellas condiciones so-cioeconómicas que han desatado normal-mente los procesos hiperinflacionarios2. Tam-

bién se dijo que no había alternativas, algoabsolutamente falso3. Y ahora, pasados másde cuatro años de su imposición, cuando losresultados de esta decisión irresponsable nocumplen los ofrecimientos iniciales, se tratade apuntalar la dolarización presentándolacomo la única opción para sostener el futurodel país, pues ésta, además, sería irreversible.Adicionalmente no faltan quienes pintancuadros terroríficos para el caso de la finaliza-ción de la dolarización, calculando incluso loscostos sociales que esta debacle provocaría yanunciando que todo será un desastre.

La dolarización más allá de la propaganda

En Ecuador, la inflación de un dígito, al cabode cuatro años de dolarización, no da para unentusiasmo desbocado. La inflación de 6,1%en diciembre del 2003 representa un valortres veces superior a la inflación en losEEUU. El nivel de precios de la economíaecuatoriana, que ahora “gozaría” de un índiceinflacionario de un solo dígito, es de los másaltos de la región; además, su inflación es su-perior a la de economías vecinas sin dolariza-ción: Perú, Colombia, Chile y la misma Ar-gentina para citar apenas cuatro casos. En tér-minos de estabilización este largo e inconclu-so proceso, que implicó una acumulación demás 150 puntos de inflación frente a 11 pun-

Acosta, Alberto, 2004, “Dolarización o desdolarización,¡esa no es toda la cuestión!”, en ICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.54-65.

1 Economista (Universidad de Colonia, Alemania).Consultor internacional y del InstitutoLatinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS-FES) en Ecuador. Asesor de organizaciones indígenasy sociales. Profesor universitario. Dirección electróni-ca: [email protected] y [email protected]

2 Véase el aporte de Acosta y Schuldt (2000).3 Basta ver la propuesta elaborada por Acosta y Schuldt

(1999).

Dolarización o desdolarización

¡esa no es toda la cuestión!

tos acumulados en EEUU, demuestra el fra-caso de la dolarización. La evolución de losprecios de los bienes transables se reducen -vía importaciones-, mientras que los de losbienes no transables se mantienen elevados:combinación que demuele aún más la com-petitividad del aparato productivo.

La calma conseguida por la ausencia de ladevaluación tampoco se refleja en una caídasustantiva de las tasas de interés en dólares,que superan para la mayoría del aparato pro-ductivo el 18%, más del 40% para los empre-sarios pequeños, aún el 80% en compras quese realizan en establecimientos comerciales ysobre el 100% en dólares a nivel de los presta-mistas informales4. La tasa de interés activa essuperior a las tasas también en dólares en va-rios de los vecinos -Colombia, Perú, Bolivia,Costa Rica-, que no han dolarizado sus econo-mías. Mientras tanto, los banqueros, principa-les promotores de la propaganda estabilizado-ra, tienen más de mil millones de dólares de-positados fuera del país y en el interior no de-jan de obtener enormes utilidades. Si bien au-mentaron los depósitos en la banca en los últi-mos años, el grueso de los créditos otorgadosva al comercio y a las importaciones, quedan-do menos del 25% para la industria y la agri-cultura. Y se dan el lujo que en el año 2003 lascaptaciones superen a los depósitos, algo ver-daderamente sui géneris, y pese a todo ello, au-mentan las utilidades.

La dolarización tampoco garantiza el equi-librio fiscal; basta ver la errática evoluciónmensual del saldo de las cuentas fiscales, sobretodo en el 2003. En efecto, se puede apreciarque desde que asumió el coronel Lucio Gutié-rrez la Presidencia, la evolución del saldo fis-

cal fue más inestable, aumentaron los déficitsmensuales y se amplió el rango entre superá-vit y déficit. Así, en el 2003 se registraron cin-co déficit mensuales, en febrero, mayo, agos-to, septiembre y noviembre; y el año habríacerrado con un monto cercano a los 500 mi-llones de dólares de atrasos.

Una verdadera estabilidad debería mani-festarse, también, en una política fiscal con-tracíclica, en la reducción de los costos deproducción a niveles competitivos en el con-texto internacional, así como en una estabili-dad laboral y salarial que mejore las condicio-nes de vida de la población (fin último de laeconomía), algo que está lejos de suceder.

Es ampliamente aceptado que la estabili-dad macroeconómica no se logra sólo aba-tiendo la inflación, sino que ésta debe reflejarla capacidad de una economía para enfrentarcon eficiencia la sucesión de auges y caídas.En este punto, a contrapelo del ingenuo ytendencioso optimismo reinante a nivel delos grandes medios de comunicación y porcierto en las esferas palaciegas y de la banca,hay que anotar el pobre desempeño de estaeconomía dolarizada que en el 2003 crecióapenas en 3%, a pesar de tener tantos ele-mentos externos a favor: los precios de petró-leo más altos de los 17 últimos años, el mayormonto histórico de remesas de los y las emi-grantes, las bajas tasas de interés en el merca-do internacional, la recuperación de la econo-mía de los EEUU, la devaluación del dólar, laconstrucción del nuevo oleoducto, los narco-dólares... Ese magro crecimiento, apenas su-perior al crecimiento de la población y logra-do exclusivamente por el repunte de la activi-dad petrolera,

4 Además, la eliminación de ladevaluación no terminó con laespeculación en el país, comoafirman los dolarizadores. Eincluso la tasa de interés activareferencial, establecida por elBanco Central para marzo del2004, luego de que ésta fueradeterminada por el oligopoliobancario, alcanzó el 19,77% ¡endólares!

Antonio Mena

representa una tendencia declinante luego del5,1% alcanzado en el 2001, que fue seguidode un crecimiento del 3,5% en el 2002. Ade-más, debería preocupar el déficit comercialregistrado en los últimos tres años: por primera vez la economía ecuatoriana pre-senta un déficit comercial cuando hay eleva-dos precios del petróleo5. Cabe indicar que,de acuerdo a la CEPAL, la economía ecuato-riana fue una de las seis economías regionalesque menos creció en el 2003.

En suma, estamos frente a una ilusión deestabilidad macroeconómica lograda especial-mente por la sobrevaluación del tipo de cam-bio real y por el ahorro compulsivo para aten-der el servicio de la deuda pública, pero sobretodo por obra y gracia de la propaganda. En-tonces, sólo desde el desconocimiento o in-cluso por la mala fe se puede hablar de la exis-tencia de un círculo virtuoso en la economíadesatado por la dolarización.

En este punto, hay que reconocer algofundamental. Los problemas del país no sedeben sólo a la dolarización (y tampoco ex-clusivamente a causas externas). No podemoscaer en la trampa de creer que la dolarizaciónocasiona todas las dificultades. Sin embargo,el tipo de cambio rígido es nocivo en una eco-nomía impactada por la apertura de la cuen-ta de capitales y la apertura comercial, queaumentan su fragilidad.

En estas condiciones, el esquema dolariza-dor ecuatoriano sólo podrá sobrevivir mien-tras se garantice el ingreso abundante de re-cursos externos provenientes de exportacio-nes primarias, particularmente petroleras(inestables e impredecibles), crecientes remi-siones de emigrantes (que podrían comenzara estabilizarse y aún a caer como consecuen-cia de las crecientes barreras para el ingreso depersonas a Europa y los mismos EEUU, ocuando la migración afiance sus raíces en lospaíses de acogida) o si se logra mendigar per-manentemente el financiamiento externo ne-cesario para mantenerla en vida, a través deuna mayor deuda externa. Esto es financiar elproblema, no resolverlo6.

De todas maneras, esta apuesta no sóloque es riesgosa, sino que se perfila como difí-cil de sostener desde una perspectiva econó-mica, no se diga por las reacciones sociales ypolíticas que provocará. También resulta ilu-so pensar en un verdadero manejo económi-co alternativo con las ataduras de diversa ín-dole que representa la dolarización, a cuyasombra sólo una persona ingenua puede espe-rar que se pueda procesar un cambio estruc-tural profundo. Por eso hay que tener el valorsuficiente para desnudar las debilidades delesquema de dolarización y sus componentes

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A la sociedad ecuatoriana le urge preparar y procesar una salida ordenada de ladolarización, sin creer que con eso se van a resolver todos los problemas.Tal salidaordenada, con costos relativamente controlados y equitativamente distribuidos, debe

contar con los consensos políticos necesarios.

5 Hay que manejar con cuidado las cifras estadísticas,no sólo porque se las manipula abiertamente oporque se hacen comparaciones a la ligera, sinoporque con frecuencia se las presenta incompletaspara fraguar argumentos destinados a demostrar lassupuestas bondades de la dolarización. Así, por ejem-plo, para minimizar los riesgos de un déficit comer-cial crónico, hay quien se pregunta cínicamente si sepodría decir que el año 1999 (el peor año de la crisis)habría sido el mejor porque se registró un superávitcomercial notable, cuando bien se sabe que esesuperávit fue producto de una masiva contracción delas importaciones, a causa de la recesión.

6 Tampoco asoma como una posibilidad cierta la intro-ducción de regímenes cambiarios rígidos -convertibil-idad o dolarización- en los principales socios comer-ciales del Ecuador; una situación que disminuiría laspresiones que sufre el Ecuador derivadas de las suce-sivas devaluaciones en dichos país. Es más, salvo quese produjera alguna situación inesperada imposible deanticipar en la actualidad, esta opción no tiene futuroal menos en lo inmediato; recuérdese que en el BancoInteramericano de Desarrollo, en Washington, losdías 1 y 2 de diciembre del 2003, se discutió en unseminario internacional el tema de “Desdolarizaciónfinanciera: opciones de política económica”, parabuscar mecanismos que permitan reducir la desdolar-ización espontánea de las economías regionales.

ortodoxos, aún con el riesgo de ser tildadoscomo “apocalípticos”. En tanto la crítica sesostenga sobre análisis teóricos serios o sobrela rigurosa lectura de varias experiencias simi-lares, ésta será bienvenida para preparar el ca-mino alternativo. Y si las críticas (que nuncaserán la causa de los problemas de la dolariza-ción) aceleran el fin del esquema vigente,cuanto mejor; recuérdese “la lección final” delprofesor Kenneth P. Jameson de la Universi-dad de Utah, profundo conocedor de la ma-teria, quien afirma que mientras más esperaun país para enfrentar la disparidad entre elcrecimiento de la productividad, los incre-mentos de costos domésticos y la consecuen-te sobrevaloración del tipo de cambio, másduro será romper esta relación. Por lo tanto,siguiendo con su reflexión (y recordando quede la dolarización salimos ordenadamente oque lo más probable es que ésta nos saque apatadas, tal como sucedió con la convertibili-dad en Argentina7), la decisión a favor del ini-cio de la desdolarización (que por sí sola noresolverá los problemas nacionales) tendríaque ser asumida temprano, y la coalición deapoyo debería ser establecida antes de que sedeteriore más la economía.

A pesar de este cuestionamiento funda-mental a la dolarización, hay que mencionarque su sostenibilidad podría darse, al menospor un mayor tiempo, desde la vertiente polí-tica. Por el papel que cumple el Ecuador en ladivisión del trabajo regional impuesta porWashington dentro del Plan Colombia, cabepreguntarse si llegará a ocupar este pequeñopaís andino un puesto estratégico similar alde Panamá8.

La desdolarización ordenada,una posibilidad compleja pero posible

¿Se puede salir ordenadamente de la dolariza-ción? Sí, todo depende de cómo. Una salidaordenada, con costos relativamente controla-dos y equitativamente distribuidos, debe con-tar con los consensos políticos necesarios. Ypor cierto debe ser el resultado de una acciónplanificada a partir de una estrategia adecuada.

También es indispensable reconocer quesalir de la trampa cambiaria no es suficiente.Hay que pensar en una alternativa de desarro-llo, que tenga en mente atender las demandasbásicas del ser humano y no las exigencias deacumulación del capital. Estas son las que enúltima instancia atienden las políticas fondo-monetaristas, cuyo éxito se mide en los índi-ces de riesgo-país para determinar el nivel derentabilidad de los papeles de la deuda, o seael grado de sumisión frente a los acreedoresde la deuda externa y no el nivel de bienestarde la población en la escala del desarrollo hu-mano.

Habrá que tener claras las precondicionespara que funcione una desdolarización orde-nada, entre las que cabría considerar:1. El “consenso político”, no sólo para des-

dolarizar y sobre la forma de hacerlo, sinosobre todo sobre la nueva estrategia de de-sarrollo9

2. Una significativa reserva monetaria inter-nacional

3. Una baja inflación4. Una adecuada reforma fiscal y arancelaria

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7 De muchos dolarizadores se escucha que Ecuador noes Argentina, y que toda comparación es inadecuadae inútil. Pero la analogía debe entenderse en la medi-da que compara dos economías latinoamericanas,ambas subdesarrolladas, que adoptaron un tipo decambio extremadamente rígido en busca de estabi-lización y en respuesta a una dura crisis. MientrasArgentina logró resolver su grave problema de hiper-inflación, Ecuador no logra controlar todavía un pro-ceso inflacionario que no fue nunca un asunto tancomplejo como el vivido por Argentina.

8 Un análisis de la realidad panameña permite desecharla posibilidad para que ese sea el referente delEcuador. Panamá, a más del canal y de todo lo queeste implica, a más de tener al FMI como prestamistade última instancia, cuenta, adicionalmente, con unarreglo para recibir al menos parte del señoreaje porno tener moneda nacional. Y los resultados de 100años de dolarización son realmente magros en térmi-nos de desarrollo.

9 La desdolarización puede darse también en el marcodel esquema neoliberal, incluso con la primacía deintereses oligárquicos. Entre otras razones por estemotivo hay que preparar salidas alternativas de unatrampa cambiaria alternativa.

5. Y como es ingenuo creer que un gobiernova a llevar por si sólo las transformacionesnecesarias, se precisa la movilización social.

Hay que empezar por alentar la reactivación,la economía, con miras a aumentar sus nive-les de autodependencia; la reorientación delas inversiones hacia aquellos sectores con unamayor capacidad de reacción productiva, degeneración de empleo y de satisfacción de lasnecesidades vitales de la población, como ali-mentación, salud, vivienda; la redistribuciónde los ingresos y la riqueza; la resolución delsobreendeudamiento externo e interno; asícomo el diseño y aplicación de políticas es-tructurales destinadas a elevar la productivi-dad y competitividad sistémicas, fortalecer laeducación y la investigación tecnológica, de-sarrollar una concepción estratégica para in-tervenir en el mundo.

Un punto aparte: el Ecuador, a diferenciade Argentina, para empezar a caminar en lasenda de recuperación de la política moneta-ria y cambiaria, requiere reintroducir unamoneda nacional; tema que desarrollamos enforma esquemática a continuación.

Pero que quede absolutamente claro, nose propone recuperar la capacidad de emi-sión para financiar déficits fiscales o para unnuevo salvataje bancario o para que reduci-dos grupos de exportadores puedan benefi-ciarse permanentemente con incrementos es-purios de la competitividad vía devaluacio-nes. Para impedir complicaciones mayores,no conviene dar crédito a aquellos mensajesde quienes aseguran que la desdolarización, osea el retorno a la moneda nacional, necesa-riamente conducirá al país al anterior sistemaespeculativo en el manejo cambiario, que ex-plotó como consecuencia de la corrupciónen y alrededor del sistema bancario, tanto co-mo por efecto del reiterado ajuste neoliberal.Igualmente no se puede creer que la únicaopción existente sea el mantenimiento de larigidez cambiaria que, como demuestran di-versas experiencias, sistémicamente resultainsostenible10.

La emisión monetaria es una facultad delEstado que bien manejada contribuye a forta-lecer el crecimiento económico; por eso hayque recuperarla y preservarla como herra-mienta del desarrollo, no por alguna justifica-ción nostálgica. Y esa facultad sólo será acep-tada socialmente en el marco de una políticamonetaria que no sea arbitraria, pues la con-fianza en ella existe en tanto dicha políticacontribuye al bienestar de los miembros de lasociedad. Si bien el asunto de la confianzaexigirá algunos requisitos tangibles, como po-dría ser la existencia de una importante can-tidad de reservas y la aplicación de adecuadaspolíticas económicas, lo que sí debe estar cla-ro es que, en definitiva, se requiere construirun sistema de pagos y de relaciones comercia-les que sea consistente, confiable y dinámico.Se trata de establecer condiciones relativa-mente predecibles y manejables.

El proceso será complejo y de múltiplesrepercusiones, en el que no hay mucho espa-cio para improvisaciones. Los tiempos y con-tenidos estarán determinados por las fuerzaspolíticas que lideren dicho proceso, lo que re-quiere cuanto mercado sea posible y cuantaregulación sea necesaria. Por eso, luego deanalizar los riesgos para impulsar un procesoordenado, procurando identificar los posiblesgrupos afectados y los beneficiarios, hay quedesarrollar las capacidades necesarias paraajustar sobre la marcha la propuesta a partirde las cambiantes condiciones.

¿Cómo introducir una moneda nacionalpara desplazar al dólar y cómo hacerlo sin pro-vocar una descapitalización de la economía?He aquí un primer reto fundamental.

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dossier10 Basta tener presente lo que sucedió en Argentina con

la convertibilidad, ejemplo mencionado varias vecesen este texto, o lo que aconteció en los EEUU que, en1971, de forma unilateral, terminó la convertibilidaddel dólar en oro porque Washington ya no podíaseguir manteniendo en forma rígida esa paridad.Durante el boom petrolero en Ecuador se tenía untipo de cambio rígido -25 sucres por dólar-, que sesostuvo mientras duró el flujo de recursos externos,incluido el endeudamiento externo. Luego, superadoel auge petrolero con todas sus secuelas, el proceso deajuste neoliberal resultó catastrófico.

Tres deberían ser los principios para una sali-da ordenada:

1) a nadie se le obligaría a devolver sus dóla-res y a nadie se le debería congelar suscuentas en moneda extranjera;

2) resulta indispensable el fortalecimientodel Banco Central, con capacidad de emi-sión a partir de reglas claras; y,

3) el Estado requiere maximizar sus fuentesde financiamiento a partir de una reformafiscal progresiva y del control de la mayorcantidad de ingresos petroleros posible.

Respetando las premisas expuestas, la tarea espropiciar la tenencia de dinero en monedanacional y reducir la tenencia de dinero endólares. Eso implica estimular la preferenciapor activos en moneda nacional y desestimu-lar la tenencia de activos en dólares, al mismotiempo que se alienta la sustitución del dólarpor la nueva moneda nacional en las transac-ciones de la economía. En una primera etapacoexistirían el dólar y la moneda nacional (bi-monetarismo), en lo posible con un esquemade convertibilidad que algún rato deberá serrevisado, no para intentar vía devaluacionesapuntalar una competitividad espuria y me-nos aún para socapar la corrupción, como su-cedió durante el salvataje bancario. Por ciertoque esta definición es fácil plantearla en el pa-pel; la realidad puede provocar diversas situa-ciones complejas, que desembocarían en unadepreciación de la moneda nacional11.

Hay que tener siempre presente que conuna devaluación, que podría requerir la im-posición de impuestos especiales para que losexportadores no obtengan beneficios excesi-vos, lo que se busca es reajustar de una solavez la estructura de precios internos a lascambiantes condiciones internacionales, in-cluso con beneficios sobre la producción y elempleo por los impulsos que pueda provocaral alentar exportaciones y desalentar importa-ciones12.

Volviendo a la reintroducción de la mone-da nacional: para aumentar la tenencia de mo-neda nacional habría que incrementar el ren-

dimiento nominal de los conceptos moneta-rios denominados en moneda nacional y re-ducir los costos de las transacciones en mone-da nacional. Mientras que la reducción de latenencia de dinero en dólares exige la dismi-nución del rendimiento nominal de los con-ceptos monetarios denominados en dólares yel aumento de los costos de las transaccionesen dólares. La sustitución de activos deberíadarse a través del incremento del rendimientoreal de los activos denominados en monedanacional en relación a los activos en dólares yla reducción del riesgo cambiario implícito enla tenencia de activos en moneda nacional.

La tasa de crecimiento de la masa moneta-ria sería en base de la tasa anual de crecimien-to proyectada del PIB (por ejemplo con elempleo de “metas de inflación”, como haceChile actualmente). Dicha autonomía, sinembargo, no debe entenderse como una ga-rantía para sostener intocada la dictadura ma-croeconómica del pensamiento neoliberal.Nada indica que mecánicamente una amplia-ción de la emisión monetaria debe transmitir-se a los precios. Incluso el patriarca del mone-tarismo, Milton Friedman, reconoció que “elempleo de la cantidad de dinero como objeti-vo no ha sido exitosa”, concluyendo que “noestoy seguro de que hoy abogaría tan fuertecomo lo hice en el pasado” (Financial Times,7 de junio de 2003).

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11 Por cierto, no se está defendiendo la convertibilidad.Lo que se asume, para ponerlo en términos muy sen-cillos, es que para salir del “infierno” de la dolar-ización habría que transitar por el “purgatorio” de laconvertibilidad, al menos hasta reintroducir unamoneda nacional en la economía.

12 Basta con revisar las actuales experiencias de depre-ciación de los EEUU y de Argentina, que han con-tribuido a la recuperación de sus aparatos productivossin provocar procesos inflacionarios nocivos, sinoque, por el contrario, en el caso argentino -comoreconoció en enero de 2004 el economista argentinoAlberto Luque- han permitido cambiar “el clima deresignación y ajuste por un ambiente de optimismo yde propuestas de todo lo que se puede hacer conmoneda propia. Resurgen las empresas quebradas,hay cientos de rescates de empresas por sus propiosobreros, hay miles de proyectos de exportación”).

En el campo financiero serán indispensa-bles diversas medidas, por ejemplo, encajesdiferenciados para los depósitos de ley, másaltos para dólares o menores para moneda na-cional (de ser del caso se tendría que introdu-cir un sistema de remuneraciones diferencia-do para el encaje en moneda extranjera y enmoneda nacional). Simultáneamente habríaque incrementar los costos de las transaccio-nes en dólares y también por la conversión dela moneda nacional en dólares. En paralelo,un alza del rendimiento real de los activos fi-nancieros denominados en moneda nacional,debe venir acompañada de una disminuciónde los denominados en dólares.

La banca de desarrollo, como banca deprimer piso, tendrá que jugar un papel crucialen el proceso, incluso con el fin de romper eloligopolio bancario. Esta banca colocaría -enforma selectiva, dependiendo de su impactoen la generación de empleo sobre todo- los re-cursos propios y los contratados en el exteriorcon plazos mayores o tasas de interés inferio-res a los créditos que se ofrecen en dólares; enotras palabras los créditos en moneda nacio-nal serán más baratos que los créditos en dó-lares. Medidas complementarias y que debenser oportunamente analizadas para no provo-car reacciones negativas o impactos inequita-tivos, son la desdolarización de las colocacio-nes en dólares y su transformación a monedanacional con tasas de interés más altas y en loposibles con plazos más amplios de repago.Esta transformación voluntaria de las cuentasen dólares en cuentas en moneda nacionalcontaría, a más de los posibles alicientes fi-nancieros, con ventajas de tipo tributarios.Una desdolarización ordenada debe evitar atoda costa un congelamiento de depósitos,que se anuncia como inevitable en un esque-ma de desdolarización desordenado.

Para estudiar cómo evitar situaciones in-deseables y plantear las medidas adecuadas, sedebería pensar en establecer una instancia en-cargada de diseñar los mecanismos que per-mitan salvaguardar los valores y liquidar lasoperaciones suscritas hasta ahora. Si no sepuede tolerar un nuevo congelamiento de de-

pósitos, tampoco sería aceptable una nueva“sucretización” de las deudas

13.

En lo relativo a las medidas que incidirándirectamente sobre la ciudadanía, la desdolari-zación deberá darse en bloque para las transac-ciones básicas: cobro en moneda nacional detributos, aranceles y tasas, así como de los bie-nes y servicios públicos; por otro lado habráque proceder al pago en moneda nacional desalarios, subsidios, seguros, etc.

La idea, en definitiva, es aumentar el cos-to del uso de los dólares y reducir el de la mo-neda nacional. El manejo de las tasas de inte-rés diferenciadas es muy importante paraalentar el uso de la moneda nacional, la que,incluso, podría subastarse colocándola con al-gún descuento para que aumente su atractivo;un punto a favor para impulsar la desdolari-zación radica en la disponibilidad de monedanacional fraccionaria emitida por el Estadoecuatoriano -moneda que no está ni puede es-tar denominada en dólares de los EEUU yque cuenta con la confianza de la sociedad-, apartir de la que se podría comenzar la emisiónsoberana de la nueva moneda nacional en ba-se a la ampliación del circulante existente eincluso acuñando monedas de mayor valor,paso previo a la impresión de billetes de di-versas denominaciones.

Se requiere una estrategia muy clara parala aplicación de las medidas mencionadas,pues deben darse en forma planificada paraevitar distorsiones y reacomodos indeseados,así como para disminuir las resistencias.Igualmente debe quedar muy claro que estasmedidas deberán venir acompañadas con ac-ciones que generen confianza productiva yque reduzcan la percepción del riesgo cam-biario. Lo que interesa es una sostenida recu-peración del PIB que podría contribuir a una

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13 Recuérdese la socialización de la deuda externa priva-da decretada en forma indiscriminada durante el gob-ierno de Oswaldo Hurtado Larrea y que luego secomplementó con nuevas prebendas por parte delgobierno de León Febres-Cordero. Una medida que,a más de ser un enorme subsidio a un grupo muyreducido de personas naturales y jurídicas, nacionalesy extranjeras, contribuyó a exacerbar la inflación.

reducción virtuosa de la relación deuda/PIB,incrementando la propia capacidad de pagodel país, lo que resta recursos para la reactiva-ción, como se hace en la actualidad). Una re-cuperación vigorosa del aparato productivoincluso alentaría inversiones extranjeras, puescomo reconoce Joseph Stiglitz, Premio Nóbelde Economía, “los capitales van a los paísesque crecen, no a los modelos”, menos aún alos “modelos” -como el modelo dolarizadoecuatoriano- que generan tendencias recesivaspara atender las demandas de los acreedores -especuladores- de la deuda. Esta mención aSitglitz, empero, no puede ser entendida co-mo una aceptación de que las inversiones ex-tranjeras serían indispensables y tampoco co-mo que el autor de estas líneas adhiere acríti-camente al dogma del crecimiento económi-co como el único o el mejor mecanismo paraenfrentar los retos del subdesarrollo y para re-ducir la pobreza14.

Si Ecuador experimentó una dolarizaciónespontánea a través de una intermediación fi-nanciera alentada por una serie de reformasjurídicas, particularmente aprobadas desde1992, la recuperación de la moneda nacionaltambién se debe procesar por el camino de ladesdolarización jurídica; un asunto que por lodemás no reviste mayor dificultad si se re-cuerda que lo único que hay que hacer es po-ner en vigencia la Constitución, en la que elsucre sigue siendo la moneda nacional

15. Los

contratos dentro de la economía ecuatoriana,por ejemplo de arrendamiento, que quieranhacerse con protección legal deberán ser enmoneda nacional.

Una medida indispensable en este procesoemergente constituye el control de cambios -un “toque de queda” para situaciones de crisis,como plantea Paul Krugman-. Con este con-

trol se quiere respaldar el proceso de transi-ción y de reconstitución de la reserva moneta-ria internacional, que se alimentaría tambiéncon los ingresos petroleros que deberá recupe-rar el Estado; incluso se puede estudiar la po-sibilidad de una operación de facilidad petro-lera o una titularización de las reservas hidro-carburíferas exclusivamente para apuntalar elcanje monetario. Por cierto que este esfuerzode reintroducción de una nueva moneda nodebe ser ajeno a aquellas iniciativas regionalesorientadas a la constitución de una zona mo-netaria óptima a nivel andino y/o suramerica-no (aquí incluso cabría una unión monetariainicialmente con Colombia, que luego podríaampliarse al resto de la región16).

Otro espacio de acción radica en la resolu-ción del reto de la deuda pública, particular-mente externa. Por un lado, habrá que encon-trar respuestas inmediatas orientadas a frenarla sangría de recursos que implica el serviciode la deuda y, por otro, controlar el nuevo en-deudamiento externo, que obligadamente de-bería contemplar mecanismos para reducir elriesgo cambiario. Téngase presente que Ar-gentina está señalizando esquemas audacespara confrontar la voracidad de los acreedoresy que, además, está saliendo de la crisis a pe-sar del FMI (aunque quizás lo está lograndopor el hecho mismo de no contar con el “apo-yo” del FMI).

Como se ve, emitir una nueva moneda re-quiere de una decisión política muy fuerte;debe estar apoyada por un amplio consenso y

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14 El manifiesto divorcio entre el ritmo de acumulacióndel capital, por ejemplo en los ciclos tiempo-espaciode la industria, y el ritmo de reproducción de la nat-uraleza es uno de los factores fundamentales paracuestionar el dogma del crecimiento, pues éste, demantenerse las tendencias presentes, conducirá anuevas y mayores crisis ecológicas que ponen cada vezmás en riesgo la vida del ser humano en el planeta.

15 Por decir lo menos, es curioso observar cómo defen-sores de la dolarización, que dicen estar preocupadospor “el imperio de la ley en el Ecuador” (Steve Hanke2004), no se preocupan para nada por la permanenteviolación constitucional que representa la dolar-ización.

16 Cuando no se tiene soberanía monetaria y cambiariaes preferible recuperarla aunque sea en forma relativanegociando opciones de decisión en el ámbito region-al. Una unión monetaria con los países vecinos impli-ca una salida del entrampamiento del dólar y tambiénuna reducción de la influencia de la economíanorteamericana, pues las economías de los paísesandinos, mejor aún de toda América Latina, tienenmuchos elementos más en común con el Ecuador quela economía de los EEUU.

puede ser preparado el camino con algunasacciones gubernamentales. Hay que tenermuy claro, tal como afirman Michel Aglieta yAndré Orleán, que la moneda no se sostieneni como mercancía, ni en el Estado, ni en uncontrato, sino en la confianza, tal como se re-saltó anteriormente. Es una suerte de fe socialel fundamento último que provoca la acepta-ción de la moneda por parte de la sociedad ode una comunidad, en tanto cada uno de susintegrantes asume como que todos los otrosmiembros la desean. Y la moneda, siguiendoa estos autores, en tanto instrumento, se con-solida como la institución primera entre losfundamentos de una economía de mercado,incluso del mercado mismo.

En este caso, imitando el ejemplo de lasprovincias argentinas, el gobierno, dada unasituación de desfinanciamiento externo o pa-ra prevenirlo, mientras la economía está dola-rizada, podría emitir “bonos internos” parapagar sueldos e incluso proveedores naciona-les17. Este bono, premiado con una tasa de in-terés atractiva, serviría para pagar impuestos,y debido a esto, sería requerido por el merca-do (el pago de impuestos con este bono po-dría incluso tener un descuento). Se suponeque se trata de un bono a corto plazo, comoun bono de tesorería. En el caso de la econo-mía dolarizada, el descuento es bajo, pero esun incentivo. Esto implicaría una inyecciónmonetaria interesante y serviría de puerta pa-ra empezar con la desdolarización sistemática.

El problema de esta propuesta es que se debedesafiar la posible negativa del FMI, por loque a lo mejor habría que impulsarla desdelos organismos seccionales, por ejemplo, des-de las municipalidades.

Aquí nuevamente es enriquecedora la ex-periencia argentina por el papel cumplido por“las despreciadas cuasimonedas”. Esas mone-das, con diferentes denominaciones -Pataco-nes, Lecop, Federales, Bocado, Lecor-, ayuda-ron a evitar una depresión aún mayor duran-te la vigencia de la convertibilidad y luego ac-tuaron como palanca inicial para la reactiva-ción. Como apunta Alfredo Zaiat (Página 12,Buenos Aires, 21.1.2004), estas monedas sir-vieron para

“poner en evidencia el absurdo dogma quepostula que la emisión monetaria es nocivaen sí misma. Esos papeles, que salvaron a laArgentina de la paralización total de la acti-vidad y, por lo tanto, de un caos de propor-ciones, nacieron para esquivar las restriccio-nes de la convertibilidad. Y luego para echarun poco de agua al incendio de una devalua-ción descontrolada”.

Queda claro que estos instrumentos mo-netarios -entre los que podrán incluirse op-ciones electrónicas- tendrán un papel subsi-diario, no competirán con la moneda de cur-so legal; sin embargo, estos sistemas moneta-rios contribuirían a incrementar los márgenesde solidez económica y de gobernabilidad de-mocrática desde las bases mismas de la socie-dad. El discurso contra la emisión monetariapor parte del Banco Central en la Argentina,continúa Zaiat,

“quedó grabado a fuego ante la experiencia dela hiperinflación, cuyo saldo fue la cárcel del1 a 1. Ese régimen sólo permitía crear pesos

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La emisión monetaria es una facultad del Estado que bien manejada contribuye afortalecer el crecimiento económico; por eso hay que recuperarla y preservarla comoherramienta del desarrollo, no por alguna justificación nostálgica.También hay que

pensar una estrategia de desarrollo alternativa a la neoliberal.

17 Incluso personas que han alentado y defienden ladolarización dejan abierta esta puerta para enfrentarlos problemas de la rigidez cambiaria: Walter Spurriercree que a partir de los CTES (certificados de tesor-ería), que servirían para que las empresas puedanpagar sus tributos, se podría dar paso a una emisiónde una nueva moneda nacional; Alberto March hablade un “bono de ineficiencia empresarial”, paracumplir la misma tarea.

contra el ingreso de divisas a la arcas del Ban-co Central. Pero esa prisión acompañada defuga de capitales, como la registrada en el pe-ríodo 2000-2002, tuvo como resultado la des-trucción del aparato productivo. Como se en-seña en textos básicos de economía, en rece-sión o para fortalecer la salida del valle de unciclo económico la recomendación es expan-dir y no contraer la masa monetaria. La rece-ta de subir la tasa de interés y bajar el gastopúblico, vademécum del FMI y de economis-tas locales expertos en pronósticos errados,fue la aplicada en Estados Unidos que derivóen la Gran Depresión del ‘30. Y esa vía fue laque profundizó la recesión en Argentina des-de 1998 hasta un nivel que de haber conti-nuado, hubiera tenido como desenlace la di-solución nacional. Las cuasimonedas, desde laelemental función de alimentar el circulante,colaboraron en evitar ese trágico destino”.

Ese es el doble y oportuno mensaje de Zaiatpara Ecuador.

Vistas así las cosas, aceptando que el grue-so de la tarea para desdolarizar la economíarecae en el Estado, desde la sociedad tambiénhay mucho por hacer. A más de apoyar unaestrategia consensuada y comprometerse conel cambio, desde ahora las organizaciones so-ciales pueden sentar las bases para una salidamenos conflictiva y costosa, si en forma siste-mática consolidan los existentes esquemas dedineros alternativos, un asunto ampliamentepracticado a nivel mundial e incluso analiza-do detenidamente en los últimos años por di-versos especialistas (ver Schuldt 1997).

Este esfuerzo desdolarizador, que implica-rá un proceso revitalizador de la democracia yde la misma estructura social, deberá veniracompañado con programas de trabajo en to-dos los frentes. Esto implica -simplementepara enumerar algunos campos de acción-una política financiera selectiva, que aliente laproducción y no la especulación; una políticafiscal reactivadora y redistribuidora, coordi-nada con la política monetaria y cambiaria,que entre otros puntos restablezca y amplíe elinstrumental para poder intervenir contrací-clicamente; la reconstrucción del aparato es-tatal como actor activo -no exclusivo- del de-

sarrollo, incluso para poder viabilizar la mo-dernización efectiva de los mercados a travésde combatir las tendencias monopólicas exis-tentes; una política salarial dinámica parareactivar desde adentro el aparato productivo;reformas estructurales que tiendan al fortale-cimiento del mercado interno y que permitanaplicar una concepción estratégica para parti-cipar en el mercado mundial. Todo esto recla-ma reformas para incrementar la competitivi-dad sistémica del país y para sentar las basesde una sociedad solidaria, lo que exige refor-mas educativas y políticas de investigación,reformas agraria y urbana.

Para superar los problemas previstos porRubén M. Lo Vuolo cuando se pierde la so-beranía monetaria y por tanto cambiaria, elEstado tiene que recuperar su moneda pen-sando en mejorar su capacidad de gobernar,para dejar de ser un mero administrador queusa su fuerza legal para garantizar la “gober-nabilidad” que impone el Consenso de Was-hington. La ciudadanía, en suma, debe frenarel abuso de los poderes económicos y esto selogrará sólo con más democracia. No se pue-de olvidar que la imposición de la dolariza-ción no sólo que fue y sigue siendo inconsti-tucional -algo que al menos debería preocu-par a quienes se autoerigen como defensoresde la institucionalidad-, sino que fue un actoeminentemente antidemocrático, en tantoimplicó una claudicación del poder públicoante intereses de definidos grupos de poderdentro y fuera del país. Téngase presente que“si el poder económico neutraliza la políticamonetaria y tributaria, le quita al Estado loselementos para ejercer su autoridad. La polí-tica monetaria y la política tributaria son ele-mentos esenciales para ejercer el poder político”,insiste Lo Vuolo (énfasis mío). Esto no signi-fica que con moneda nacional, dependiendodel modelo de desarrollo, la ciudadanía no es-tará de ninguna manera sometida al arbitriode los poderes económicos, lo que si es ciertoque con un adecuado manejo de la monedaésta se protegería un poco más de dichos po-deres. En más, el propio manejo monetariono es socialmente neutro.

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En este camino habrá que arriesgarse conacciones propias y concertadas, discutiendo yproponiendo salidas en los temas planteados,así como en otros igualmente importantes co-mo son la democracia, los derechos humanos,la planificación, la función de las Fuerzas Ar-madas, la autonomía de poderes, el deterioroambiental, el papel de los medios de comuni-cación y la acción de la “sociedad civil”, la ca-lidad de los bienes y servicios y el respeto alconsumidor. Si la sociedad ecuatoriana plas-ma su capacidad vital en una salida sin mayo-res sobre saltos de la trampa cambiaria, estarádemostrando su capacidad para enfrentar consolvencia los retos planteados y otros quepuedan presentarse.

Este esfuerzo, que lo que busca también esimpulsar la equidad en la sociedad, deberácomplementarse con respuestas políticas quegeneren espacios y formas de participaciónigualitaria para los segmentos de la poblaciónactualmente marginados en las diversas ins-tancias de poder político y económico, tantopúblico como privado. Seguir una estrategiade desarrollo de este tipo pondrá a un país pe-queño como Ecuador en condiciones deplantear un esquema de acumulación diferen-te al planteado por el Consenso de Washing-ton, ajustado a sus necesidades y especificida-des (que además podría ser decidido demo-cráticamente).

La ingenuidad de las actuales estrategiasdel Banco Mundial, del BID y del FMI, radi-ca precisamente en la creencia de que toda laeconomía puede, de la noche a la mañana, in-corporarse activamente a la “nueva” divisióninternacional del trabajo; cuando, en reali-

dad, la “globalización neolibe-ral” en marcha margina en for-ma estructural a la mayoría dela población y a partes sustanti-vas del propio aparato produc-tivo; un asunto aún más difícilcon la actual inflexibilidadcambiaria. El sendero “ortodo-xo, conservador y prudente”de los neoliberales en el poder

debe ser cambiado. Y con seguridad no sólohabrá que marchar por un camino diferente,sino que la meta final deberá diferir de losimaginarios (imposibles) del neoliberalismo.

En este sentido, un punto clave radica enque no se trata de estimular simultáneamenteel crecimiento de todas las ramas productivasy de cada uno de los sectores, sino preferente-mente de aquellos que -vertical y horizontal-mente integrados- permitan configurar nú-cleos económico-tecnológico-financieros.Esos núcleos, endógenamente constituidos,surtirían tanto bienes de consumo masivo,como equipo, insumos y bienes de capital, in-tegrados a aquellos. Se trata, por ende, de unareconversión industrial y agrícola -en un sen-tido muy amplio- dirigida sustancialmente arevitalizar el mercado interno/subregional y agarantizar una creciente inserción de las acti-vidades exportadoras en la economía nacio-nal. Esto permitiría generar un crecimientoendógeno de la economía, evidentemente sinmenospreciar las exportaciones, que necesitanser diversificadas e integradas a otras ramaslocales.

Si alguien ve y comprende las amenazasque se ciernen por efectos de la dolarización ydel modelo económico, no puede permanecerimpasible y menos aún sumarse al coro de losque contemplativamente cantan sus excelen-cias, más imaginarias que reales. Por eso, aúnestando conciente de que será difícil alcanzarun grado de racionalidad y de consenso ade-cuados para impulsar una salida ordenada dela trampa cambiaria, con estas reflexiones loque se quiere es desmontar el discurso del “te-rrorismo económico” que pretende hacernoscreer que no hay alternativas a la dolarización

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Ant

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Men

a

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y al neoliberalismo, o que necesariamente lasalida implica un retorno al escenario de cri-sis que vivió el país a fines del siglo XX o unasituación de recesión casi crónica vivida en lasdos décadas anteriores.

Esta propuesta -apenas esbozada en las lí-neas precedentes- no representa una receta in-discutible, ni es la única. Esta es simplemen-te una invitación para diseñar y construir enforma colectiva nuestro futuro, estando aten-tos para que los grupos oligárquicos que ga-naron con la dolarización no vuelvan a ganarcon la desdolarización. Lo que se quiere esprevenir que los representantes de la econo-mía “ortodoxa, conservadora y prudente” im-pulsen una salida cobijada en los principiosneoliberales.

En suma, a la sociedad ecuatoriana le ur-ge preparar y procesar una salida ordenadade la trampa cambiaria, sin creer que con esose van a resolver todos los problemas. A vie-jos retos hay que ofrecer remozadas respues-tas, que sean viables en tanto beneficien a lasmayorías, con la participación activa de di-chas mayorías que deberán hacer viables loscambios necesarios. Además, ya es tiempode proponer respuestas compartidas entrelos pueblos latinoamericanos, incluida laconstitución de una unión monetaria regio-nal, que tengan en su mira inmediata la su-peración del modelo neoliberal. El asunto,visto desde una perspectiva integral del desa-rrollo, no se reduce, entonces, a una simpleresolución del tema monetario y cambiario.Dolarización o desdolarización, ¡esa no estoda la cuestión!

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ICONOS 66

Marco P. Naranjo Chiriboga1

La aplicación de un proceso de dolarizaciónoficial de una economía significa mucho másque una variación en el régimen monetario oen el régimen cambiario. Significa, en reali-dad, la puesta en marcha de un nuevo sistemaeconómico que traspasa el ámbito monetarioy cambiario y que tiene fuertes implicacionesen las finanzas públicas, en el comercio exte-rior, en la competitividad, en la inversiónreal, en el crecimiento, en las tasas de interés,en la inflación, en el riesgo país, en el riesgosoberano, en el sector financiero, etc.

La dolarización oficial de una economía nodebe ser considerada como un régimen cam-biario alternativo, similar a anteriores aplica-dos, como por ejemplo -en el Ecuador- los re-gímenes de mini devaluaciones, maxidevalua-ciones discrecionales, flotación controlada, flo-tación limpia, bandas cambiarias, tipo de cam-bio fijo, entre otros. Objetivamente, en dolari-zación oficial no existe tipo de cambio en es-tricto sentido. Al ser el dólar de los EstadosUnidos la moneda nacional, es el tipo de cam-bio de esta divisa el que se toma como propio.

Ahora bien, en el caso ecuatoriano, lasprecondiciones para la adopción de la dolari-zación formal estuvieron centradas en la pér-dida de credibilidad en el sistema monetarionacional por parte de la mayoría de la pobla-ción. Recurrentes y hasta explosivas devalua-ciones, elevada inflación, caída constante delproducto per cápita, estancamiento de la in-versión productiva, crisis de los sistemas fi-nanciero y de pagos, elevadas tasas de desem-pleo y subempleo, fuga masiva de capitales,emigración de ecuatorianos al extranjero, cri-sis política, entre otros factores, demandaronde manera urgente un cambio de 180 grados,una vuelta de timón, que significó el nuevosistema económico sustentado en la adopcióndel dólar de los Estados Unidos como signomonetario nacional.

Adicionalmente, en un porcentaje muyelevado (cerca del 90%) las funciones del di-nero se habían trasladado del sucre al dólar.En efecto, los ecuatorianos básicamente aho-rraban en dólares, fijaban los precios en esamoneda y exigían los pagos también en dóla-res, especialmente a finales de 1999, cuandose había profundizado la crisis. Igualmente,los créditos del sistema financiero se habíanrealizado en dólares.

Por lo señalado, se puede afirmar que ladolarización oficial no hizo otra cosa queconfirmar y formalizar lo que en la prácticadiaria ya existía, esto es, una dolarización defacto o extraoficial generalizada.

Una muy breve evaluación de la aplica-ción del sistema de dolarización en el Ecua-

Naranjo, Marco P., 2004, “Costos del abandono de ladólarización en Ecuador”, en ICONOS No.19, Flacso-Ecuador, Quito, pp.66-70.

1 Doctor en Economía. Funcionario de carrera delBanco Central del Ecuador. Profesor de la FacultadLatinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO sedeacadémica del Ecuador, y de la Universidad Católicade Quito.

Costosdel abandono de la dolarización

en Ecuador

dor nos evidencia resultados bastante positi-vos. El Producto Interno Bruto, que descen-dió a 16.675 millones de dólares en 1999, al-canzó los 24.417 millones en el 2002; el PIBper cápita, que disminuyó a 1.429 dólares enaquel 1999, en el 2002 superó los 1.960 dó-lares por habitante; la inversión real, esto es laFormación Bruta de Capital Fijo, que decre-ció en el –35,5% en 1999, tuvo recuperacio-nes permanentes desde la dolarización, concrecimientos del 12,9% en 2000, 39,1% en2001 y 25,5% en 2002. Todo esto con dismi-nuciones constantes en la inflación y aumen-tos importantes en el empleo2.

Precisamente, las disminuciones en la in-flación a niveles de un dígito, el crecimientode la inversión real y por lo tanto del empleoy los salarios, los cuales han pasado de cercade 50 dólares en 1999 a 148,6 dólares en surango mínimo, han provocado que el ecuato-riano promedio mejore de manera importan-te su poder adquisitivo, pues en marzo de2000, cuando comenzaba la dolarización ofi-cial, el costo de la canasta básica era de 217dólares y el ingreso familiar llegaba a 79 dóla-res, lo que significaba una restricción en elconsumo del 63,6%. A finales del 2002, elcosto de la canasta básica era de 341 dólares,mientras que el ingreso familiar alcanzaba los221,3, lo que implicaba una restricción en elconsumo del 35%.

No obstante de la mejora en los indicado-res señalados, el Ecuador demanda una seriede reformas institucionales que fortalezcan elaparato productivo, doten de competitividada las exportaciones y generen confianzas adi-cionales a la inversión. En ese sentido, el Ban-co Central del Ecuador ha desarrollado unapropuesta de plan estratégico de desarrollo delargo plazo para el país, la cual aborda temasclaves como la competitividad y productivi-dad, las bases para la inserción del Ecuador almercado mundial globalizado, una renovadaestrategia de crecimiento y una nueva arqui-tectura para el sistema financiero.

Sin embargo, en lugar de apuntalar el nue-vo modelo de dolarización, que ha empezadoa generar crecimiento, estabilidad y credibili-dad, existen voces que lo cuestionan e inclu-so propugnan una salida hacia el esquemadiscrecional anterior, que sumió al Ecuadoren la más profunda crisis de su historia du-rante los últimos veinte años.

A mi entender, la salida del sistema de la do-larización por parte del Ecuador tendría costoscomparables a los de una catástrofe, los cualesle restarían viabilidad económica, social y polí-tica al país de manera permanente. En apreta-do resumen dichos costos serían los siguientes:

Liquidación del sistema financiero

Al momento en que se decida emitir una mo-neda nacional, su sólo anuncio podría provo-car una corrida bancaria general, pues los de-positantes considerarían que sus ahorros y de-pósitos, por decreto, se convertirían de dólaresa moneda nacional, la cual no tiene respaldoalguno, pues la Reserva Monetaria Internacio-nal se encuentra en manos de los ciudadanos,una vez que se hizo la dolarización oficial.

Una corrida generalizada provocaría unaquiebra del sistema financiero por iliquidez,la cual sólo podría ser enfrentada con emisio-nes inorgánicas de una moneda que nadiequiere. Volverían entonces los dólares a fugar-se del país o a las cajas de seguridad (al llama-do “colchonbank”), paralizándose de esta ma-

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2 Banco Central del Ecuador, 2003, Información Esta-dística Mensual No. 1.812, BCE, Quito, febrero. A

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nera las corrientes financieras y deteniéndoseel crédito.

Además, la iliquidez podría desembocaren una crisis de solvencia cuando los créditospactados en dólares deban servirse, puestoque la imposición de una moneda nacionalsignificaría que los deudores deban percibirsus ingresos en aquella nueva moneda nacio-nal, no pudiendo servir sus deudas que hansido contratadas en moneda extranjera. Todavez que la nueva moneda no tendría ningúnrespaldo en reservas, prontamente se devalua-ría, lo que significaría que las deudas se incre-mentarían rápidamente, debiéndose recurrirnuevamente a procesos de “sucretización”que generarían graves perjuicios al Estado y alos sistemas financiero y productivo.

El sistema financiero, convaleciente toda-vía de la reciente crisis, se desplomaría casi deinmediato, con enormes costos económicos ysociales. La economía moderna, sustentadaen el dinero bancario, volvería al trueque congraves perjuicios para la producción, el con-sumo y el comercio.

Ahora bien, para evitar la iliquidez y la in-solvencia del sistema financiero, la puesta encirculación de una nueva moneda nacionaldemandaría como condición inicial y básicael congelamiento de los depósitos que tiene elpúblico en el sistema financiero (“corralito”),el cual partiría de un feriado bancario. Estasmedidas serían ilegales, pues están prohibidaspor la Ley. No obstante, tanto el feriado co-mo el congelamiento provocarían la inmedia-ta paralización del sistema de pagos, caídasabruptas en la inversión, la producción y elempleo, lo cual conduciría al país a una crisiseconómica, política y social superior a la vivi-da por el Ecuador en el año 1999.

Crisis de confianza

No por la imposición de una moneda nacio-nal desaparecerá la desconfianza en dicha mo-neda, y por lo tanto se mantendrá universali-zada la dolarización informal. El mismo ejer-cicio operativo de la puesta en circulación dela nueva moneda, la cual en este momento no

tendría ningún respaldo, generaría su inutili-zación como reserva de valor y unidad decuenta. Los agentes económicos, de maneraracional, no la utilizarían para sus ahorros (re-serva de valor), ni tampoco para fijar precios(unidad de cuenta). Objetivamente la nuevamoneda nacional estaría muy lejos de ser di-nero genuino.

Además, después de un historial de deva-luaciones constantes, lo más probable es quela nueva moneda empiece a devaluarse desdesu propio nacimiento. El público conoce quese vuelve a emitir una nueva moneda nacio-nal básicamente con tres objetivos: generardevaluaciones con la finalidad de ofrecercompetitividades espurias a la producción na-cional, bajar los salarios reales y financiar alfisco mediante la emisión inorgánica y el co-bro del impuesto inflacionario. Detengámo-nos en estos aspectos.

Uno de los beneficios trascendentes de ladolarización oficial es la eliminación del ries-go cambiario y la particularización de loschoques externos. Este beneficio es especial-mente cierto cuando la experiencia previa nosmuestra manejos especulativos en el tipo decambio, caracterizados por devaluacionestraumáticas.

Productores, consumidores y público engeneral, dolarizados informalmente ya antes dela reforma económica, trasladaron totalmentesu confianza desde la unidad monetaria nacio-nal hacia el dólar de los Estados Unidos, preci-samente por el inestable manejo cambiario.

Pocas probabilidades tiene entonces lanueva moneda de ser aceptada como reservade valor, unidad de cuenta o medio de pago,pues la experiencia previa induce al público aevitar usarla, en tanto las probabilidades deque se devalúe son inminentes.

A esto se suma el hecho de que la discre-cionalidad de la política económica, auspicia-da desde determinados grupos de poder, bus-cará “proteger la competitividad” de ciertosrubros de producción mediante devaluacio-nes constantes, las cuales favorecen a dichosgrupos en detrimento de la gran mayoría. Enel esquema discrecional anterior era común

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“subsidiar” con una devaluación a los produc-tores de un bien exportable que había sufridouna caída de precios en el mercado interna-cional. La pérdida en los términos de inter-cambio se compensaba con modificacioneshacia arriba en el tipo de cambio nominal.No obstante, a pesar de elevadísimas devalua-ciones, para el caso ecuatoriano, las exporta-ciones apenas si crecían.

Por otro lado, la pérdida de confianza pro-vocará no solo la disminución de los ingresosy la paralización del aparato productivo, sinoque liquidarán las recaudaciones tributarias,provocando que el Fisco deba financiarse através del impuesto inflacionario, esto es, conemisiones inorgánicas del Banco Central, lascuales redundarán en elevaciones de precios yen presiones cambiarias.

La inflación sumada a la devaluación dete-riorarán de manera permanente los sueldos ysalarios reales de los trabajadores y de quienestengan ingresos fijos.

Desequilibrios macroeconómicos

Las devaluaciones y la inflación, gestadas porla nueva moneda nacional, provocarán incre-mentos de las tasas de interés y disminucionesen la producción. La volatilidad de los indica-dores macroeconómicos favorecerán nueva-mente la especulación y el rentismo, quitan-do posibilidades a la inversión productiva realy disminuyendo la demanda de quienes tie-nen ingresos fijos.

Por lo señalado anteriormente, con la mo-neda nacional aparecerá nuevamente el circu-lo viciosos aberrante de déficit fiscal, infla-ción, devaluación, altas tasas de interés, espe-culación y rentismo, paralizando al aparatoproductivo, incrementando el desempleo,disminuyendo los salarios y los ingresos rea-

les, generando fuga de capitales, fragilidad fi-nanciera y emigración de compatriotas.

Los objetivos de estabilidad de la economíaecuatoriana, ampliamente alcanzados por elsistema de dolarización oficial y que estuvie-ron ausentes en las décadas de los ochenta ynoventa, serían echados por la borda con lapuesta en marcha de una nueva moneda na-cional, la cual solamente satisfaciría a los agen-tes que medran de la especulación y la des-trucción nacional. En este punto es muy im-portante recordar lo que señalaba quien fueragerente del Banco Central en los momentosde mayor brillantez de esta institución.

“Conservar el valor del dinero equivale a es-timular el ahorro y la capitalización; mante-ner un clima de paz, equilibrio social, estabi-lidad política, y adelantar a las fuerzas pro-ductivas de la nación. No existe nada másdestructor del espíritu y la moral nacionalque destruir la confianza en el valor del sig-no monetario. Un país puede alcanzar eleva-das tasas de desarrollo sin sacrificar la estabi-lidad monetaria. Se puede asegurar quecuando se utilizan métodos inflacionarios ydevaluatorios de estímulo, nos encontramosfrente a una economía injusta, desequilibra-da y enfermiza, en que se ha sacrificado a losmás en beneficio de los menos”3.

Descrédito internacional

La adopción del sistema de dolarización ofi-cial por parte del Ecuador ha provocado quelas miradas del mundo se focalicen en el país.Los resultados positivos producidos por laaplicación del nuevo sistema han significadoque la inversión extranjera alcance los mayo-res niveles de las últimas dos décadas, se rees-

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3 Guillermo Pérez Chiriboga, 1954, Memoria del geren-te del Banco Central del Ecuador, BCE, Quito.

La dolarización oficial confirmó y formalizó lo que en la práctica ya existía.La salida del sistema de la dolarización tendría costos comparables a los de una

catástrofe, los cuales le restarían viabilidad económica, social y política al país de manera permanente.

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tructure la deuda externa y se logren acuerdoscon los organismos multilaterales.

No obstante, esa credibilidad ganada a lolargo de estos años de aplicación del nuevoesquema se la perdería de inmediato en elmomento que se abandone la dolarizaciónpor un esquema discrecional, pues, la garan-tía de estabilidad de las variables macroeco-nómicas desaparecería, con lo que inversio-nistas y organismos internacionales se ausen-tarían del país, con graves perjuicios para elaparato productivo nacional.

En un mundo globalizado, en el que seadelantan esquemas de integración continen-tal como el europeo o el americano, medianteel ALCA este último, la disminución de loscostos de transacción pasa por la utilización deuna moneda única continental. En ese senti-do, la dolarización, ciertamente, constituye unadelanto a lo que definitivamente vendrá.

El planeta camina hacia la utilización dedos o tres monedas. El euro en Europa y suzona de influencia, el dólar en el continenteamericano y, probablemente, el yen en el ex-tremo oriente. Las monedas señaladas sonaceptadas universalmente gracias a la credibi-lidad y confianza ganadas por los países quelas emiten a lo largo de décadas de desempe-ño económico eficiente.

El dólar, sin lugar a dudas, es la monedagenuina de la América Latina, en tanto repre-senta la reserva general de valor. Los ahorrosde los latinoamericanos, tanto de su sectorpúblico como del sector privado, se realiza endólares, y en la mayor parte de los países delsubcontinente la divisa norteamericana tam-bién es utilizada como unidad de cuenta ymedio general de pago. Es más, el comerciointernacional e interregional de la AméricaLatina se efectúa en casi un 100% en dólaresde los Estados Unidos. Por ejemplo, el petró-

leo que el Ecuador vende al Perú, o el bana-no, el café, el cacao, los camarones que nues-tro país vende a Chile, Argentina, Uruguay,Brasil o México se facturan esencialmente enla moneda norteamericana.

Definitivamente, si Latinoamérica quiereadelantar su proceso de integración, sin loscontratiempos de las devaluaciones competi-tivas entre sus integrantes, deberá ir hacia unaconvergencia de sus políticas macroeconómi-cas. Para alcanzar dicha convergencia, un pa-so inicial es contar con una moneda únicacontinental lo suficientemente creíble y esta-ble. Esta moneda, por credibilidad y consen-so, es el dólar de los Estados Unidos.

En este sentido, entonces, si la dolariza-ción implica un adelanto hacia la integraciónregional, su abandono significa un retrocesoque con agudeza afectaría la credibilidad delpaís ante el mundo.

En síntesis, el paso dado por el Ecuador ainicios del año 2000 es un hito histórico, só-lo comparable a la incorporación al PatrónOro en 1900 o al Sistema Monetario Interna-cional de Bretton Woods en 1944.

La evidencia histórica demuestra que elEcuador ha tenido estabilidad y crecimientocuando ha pertenecido y ha estado guiadopor un patrón monetario internacional quedisciplinaba a la discrecionalidad. La dolari-zación oficial de la economía, a falta de unpatrón monetario internacional, es la nuevaancla que sujeta a la economía, como en losmejores tiempos del Patrón Oro o de BrettonWoods. El romper dicha ancla significará vol-ver a la inestabilidad y al estancamiento, en elmejor de los casos, aunque, lo más probablees que la emisión de una nueva moneda na-cional lleve al país hacia el desastre económi-co, con altas probabilidades de conmociónsocial y política.

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Emilia Ferraro1

“Las relaciones entre personas y cosas gene-ralmente están fetichizadas como dos cam-pos contradictorios, pensados en los térmi-nos de estados y mercados, actores abstractosen un universo Maniqueo de bien y mal quetiene espacio solamente para una sola cara dela moneda a la vez. Sin embargo, el caso esque la moneda tiene dos caras y que lo querealmente importa es su relación, la mutuaconstitución de la política y los mercados enun todo social móvil” Hart (1986:647)

Premisa

El debate sobre definiciones y conceptos depobreza es muy amplio2. Los acercamientos

que hasta hace poco han dominado este deba-te son aquellos que privilegian los criterios deingreso y consumo; su importancia reposa enel hecho que tales acercamientos se centran so-bre los aspectos esenciales de la “privación”, esdecir “no tener suficiente comida”; además, se-gún algunos autores, estos acercamientos estánmejor equipados para medir y comparar situa-ciones de privación, lo cual es necesario para laubicación de las políticas anti-pobreza3.

Sin embargo, desde hace unos años existeun consenso en la comunidad internacionalacerca de que la pobreza es un fenómenomulti-dimensional que no puede ser fácil-mente reducido a unos cuantos indicadorescuantitativos4 y que es necesario ampliar loscriterios para su definición y medición. Esteconsenso se ha difundido y ha sido legitima-do gracias al trabajo y la difusión de docu-mentos por parte de organismos internacio-nales, como por ejemplo el UNDP HumanDevelopment Report, y de investigadores ypensadores como A. Sen y sus trabajos sobrelas capacidades humanas. Sin embargo, estareconocida multi-dimensionalidad de la po-breza no se refleja en una pluralidad de mar-cos analíticos que guíen, por ende, el diseñode políticas multidimensionales.

El dólar vale másUna reflexión sobre

dinero, Estado e identidad*

* Este artículo fue elaborado gracias a la contribucióndel Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales(CLACSO), a través del esfuerzo conjunto del Pro-grama Regional de Becas y el Programa CLACSO-/CROP de estudios sobre pobreza en América Latinay el Caribe. El trabajo forma parte de los resultadosdel Proyecto “Las voces de la pobreza. Una etnografíade la dolarización”, que fue premiado con una beca deinvestigación en el Concurso para investigadores se-nior “La economía política de la pobreza” en 2003 yque se encuentra todavía en ejecución. Este artículopresenta los resultados parciales de la investigación.

1 Ph.D. en antropología social (Universidad de Kent,Inglaterra). Profesora e investigadora asociada deFLACSO-Ecuador; becaria senior de CLACSO.

2 Para una revisión de este debate ver por ejemplo elnúmero monográfico de IDS Bulletin (1998); tam-bién A. Sen (1985).

3. Cf. A. de Haan (1998: 17).

4 L. Hanmer et al. (1996:24), citado en A. de Haan yS. Maxwell (1998:4). Ver también World Bank(2000).

Ferraro Emilia, 2004, “El dolar vale más. Una reflexiónsobre dinero, Estado e identidad”, en ICONOS No.19,Flacso-Ecuador, Quito, pp.71-77.

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dossier

En el país, los debates sobre la dolariza-ción, sobre su validez, sus efectos y posiblesescenarios futuros, son un caso ilustrativo deesta tendencia, ya que se asume que el tema esde competencia exclusiva de los economistasy estos debates están, consecuentemente, cir-cunscritos a la discusión “técnica” del modelosegún los parámetros delineados por la disci-plina económica. Con este artículo me pro-pongo contribuir a este debate enriquecién-dolo y complementándolo con datos obteni-dos a partir de una mirada antropológica altema, con el intento de fomentar el diálogointerdisciplinario absolutamente imprescin-dible para la comprensión profunda de los fe-nómenos tan complejos que caracterizan elmomento actual.

La “era del dinero salvaje”

La década de 1990 ha visto la celebración, co-mo nunca antes, de los valores del libre mer-cado, que se han convertido en valores de re-ferencia a través de los cuales todos los demásestán juzgados. Esta década se ha caracteriza-do, entre otras cosas, por “el declive del poderrelativo del estado [que] ha coincidido con unrápido incremento de la violencia étnica, yaque las minorías luchan por el poder y el re-conocimiento (...) Los varios llamados al na-cionalismo y a la etnicidad son idiomas crea-dos en un contexto más amplio de accionespolíticas” Gregory (1997:3).

Gregory define esta época como “la era deldinero salvaje”, es decir, la era del capitalismo“desorganizado” caracterizado por un decliveen el poder del Estado para domesticar lasfuerzas del mercado y por la desconfianza delos ciudadanos en la capacidad del Estado deactuar moralmente.

La era del dinero salvaje no está marcadasolamente por la victoria de los valores delanarquismo del mercado libre, sino tambiénpor la emergencia simultánea de culturas di-vididas, y se da en un contexto de “globaliza-ción” de la cultura y de la economía capitalis-ta en el cual existen varias contradicciones.

Una de éstas es, justamente, la coexistencia dela fragmentación de la ilusión de los estados-naciones y la simultánea homogenización delas culturas5.

Con estas premisas, en este artículo explo-ro una de las muchas dimensiones de la dola-rización, entendida justamente como produc-to de la era del dinero salvaje, es decir, explo-ro los imaginarios alrededor del dólar comomoneda circulante. Adopto como punto departida un concepto de economía definidacomo un sistema socio-cultural, es decir, par-to de la convicción de que la economía no es-tá conformada solamente por un conjunto deprácticas sino también por un entramado designificados que tiene un papel muy activo endeterminar las acciones y decisiones econó-micas “prácticas”. Por lo tanto, ambos niveles-de la práctica y de las representaciones- sonnecesarios de analizar para tener una visióncompleta (y más compleja) de cualquier fenó-meno económico.

En el caso de la dolarización, esto signifi-ca salir de los debates y explicaciones “técni-cas” del modelo y de las reformas que ameri-taría, y empezar a explorar sus otras dimen-siones más discursivas y simbólicas, teniendoen cuenta que la realidad humana siempre seescapa de los modelos a los cuales queremossometerla. Metodológicamente, esto significadejar a un lado los números y las cifras paratomar en cuenta las palabras de quienes vivena diario los estragos y/o beneficios supuestoso reales de tal medida.

Mientras tales premisas pueden resultarinútiles para los economistas, representan encambio la esencia de la antropología, que es ladisciplina que enmarca mi acercamiento epis-temológico y metodológico al fenómeno de ladolarización.

Las preocupaciones que planteo en este ar-tículo no son solamente académicas, pues tie-nen repercusiones políticas inmediatas; dehecho, es ya de conocimiento general que las

5 Según Gregory (1997) estos cambios se reflejan tam-bién en la academia, en donde el lenguaje de “socie-dad” e “individuo” se ha sustituido por el de “cultu-ra” e “identidad”.

medidas políticas que se dirigen a solucionarproblemas económicos apremiantes muchasveces se revelan ineficientes precisamenteporque fallan en entender las dinámicas ypracticas de “la gente común” y las ideas y re-presentaciones que guían tales decisiones6.Así, si la decisión de adoptar el dólar nortea-mericano como moneda nacional del Ecua-dor respondía, en última análisis, a la volun-tad de mejorar la situación económica delpaís y de sus ciudadanos y ciudadanas, anali-zar lo que estos ciudadanos y ciudadanaspiensan de esta medida es un imperativo im-postergable.

Las dos caras de la moneda

Toda moneda tiene literalmente dos caras: launa representa un personaje histórico quesimboliza la autoridad política que emite lamoneda; la otra cara (el reverso de la mone-da) representa un número, es decir la canti-dad específica que, en un intercambio, hayque pagar por esa moneda. Estas dos carasrepresentan respectivamente el Estado y elmercado: la una nos recuerda que es el Esta-do que produce el sistema monetario nacio-nal (la moneda), pero nos recuerda tambiénque originariamente el dinero encierra en sí,y representa, una relación entre las personasde una sociedad, es personalizado y es el sím-bolo de una identidad nacional que une aquienes lo usan. La otra cara nos revela quela moneda es un objeto capaz de entrar enrelaciones definidas con otros objetos, encuanto medida independiente de las perso-nas involucradas en cualquier transacción

particular. En cuanto tal, el dinero es, enton-ces, tanto un símbolo de autoridad “persona-lizada” como una mercancía que tiene un pre-cio y, en este sentido, su lógica es la de losmercados anónimos. La ambigüedad que en-cierra esta doble cara de la moneda se reflejaen la ambigüedad de percepciones, opinionesy manejo del dólar en la realidad ecuatoriana.

Estas dos caras representan la organizaciónsocial de la cual el dinero es producto; en lateoría moderna están sintetizadas respectiva-mente por el Estado y el mercado (cf. Hart1986). Sin embargo, a lo largo de la historiadel pensamiento económico occidental, lasteorías económicas sobre el dinero se hancentrado siempre sobre la una o la otra carade la moneda, llevando a que del debate selleve en los términos de una falsa polariza-ción. Mientras, en general, las teorías econó-micas privilegian la cara del mercado y restanimportancia -cuando no la niegan- a la la ca-ra relacionada con el estado, en este artículodesdibujo (aunque parcialmente) las comple-jas relaciones que se establecen entre las dos7.

La cara del mercado

La investigación sobre la cual se basa este ar-tículo -y que es de corte eminentemente cua-litativo-8 demuestra que la evaluación que lagente común hace de la dolarización se ubicaen campos no estrictamente “económicos” si-no que se da en el mundo del imaginario.

ICONOS 73

6 Ver por ejemplo, Arce y Long (2000:186).

7 Según Hart (1986: 638), el impulso medieval mani-queísta está profundamente arraigado en el pensamien-to económico moderno y, en el siglo XX, estas dos ten-dencias mutuamente excluyentes han sido infladas alpunto que han dado vida a una peligrosa lucha ideoló-gica entre el socialismo estatal y el libre mercado.

8 La investigación se está desarrollando principalmenteen el barrio “La Floresta” de Quito, que ha sido esco-gido por varias razones, entre ellas, la heterogeneidadde sus habitantes que refleja la heterogeneidad pobla- A

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Mis interlocutores, sujetos de esta investi-gación, reconocen que la dolarización ha signi-ficado para casi todos una devaluación de sussueldos, los cuales en el paso de sucres a dóla-res han sufrido una fuerte disminución de lacapacidad de adquisición, provocando una“depreciación” del dinero mismo y simultánea-mente una subida muy fuerte en los precios deconsumos básicos, etc. “Todo está muy caro,todo, todo”, es el lema casi de sus respuestas:

“Por ejemplo, tenían un sueldo de ahora, di-gamos de 100 dólares, pero equivalente ensucres creo que era dos millones y medio,pero al inicio era dos millones y medio queganaba la gente y le hicieron la transforma-ción a dólares quedó con 100 dólares que ensucres podía comprar muchas cosas, creoque estuvo en 10.000 u 11.000 sucres y sepuso a un cambio de 25.000, cosa que lacantidad que él ganaba se puede decir queera 200 dólares, pero de la noche a la maña-na le rebajaron a 100 entonces ya no podíacomprar lo mismo, compraba lo indispensa-ble nada más”.9

A. D. es una joven mujer dueña de una salade belleza, quien ha sido inicialmente benefi-

ciada por el cambio de moneda, pues teníaunas propiedades que había comprado en su-cres justo a la víspera de la dolarización y quevendió inmediatamente después en dólares,con un margen de ganancias muy alto. Esto leha permitido comprar un local propio e im-plementar un negocio independiente quehasta ahora, dice, le ha ido muy bien. Sin em-bargo, así se expresa del dólar:

“...entonces, así cuando comentamos entregente decimos ‘el maldito dólar’, ‘el malditodinero’, porque cuando nosotros teníamossucres si bien es cierto que no, ahora el dólarnos ha permitido hacer cosas, pero nosotrosle tratamos a la moneda así como ‘el malditodólar’ (...) porque decimos que si se cambiaun billete de diez dólares se desaparece el bi-llete, no sabemos ni en qué, y es como quemágicamente se va el billete (...) esta mone-da tonta cómo se va, ni bien se recibe ya sevan los billetes (...) por ejemplo, en el caso demi familia, entonces cuando nos ponemos aconversar ellos dicen ‘¡ay este maldito dólar!’,pero es que ni bien cambiamos el billete dedólares y ya no hay. Siempre nos estamosquejando de la parte económica. Igual, cuan-do vamos al mercado, a mí me parece terri-ble que todos quieran hacer montos de 50centavos, entonces decíamos ‘no nos educa-ron para tener la dolarización’, porque esagente humilde lo único que hizo, si antes va-lía 5 mil sucres le convirtió a 5 dólares las co-sas, así más o menos”.10

Esta misma percepción del dólar como unamoneda que tiene vida propia y “se va más rá-pido” y que, por ende, comercialmente ha-blando, tiene un valor “menor”, está presenteen la casi totalidad de mis interlocutores. Porejemplo, E.C., vendedora de comida en elmercado de la Floresta, dice:

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9 Entrevista a F. C. del 6 de noviembre de 2003.

10 Entrevista a A. D. de noviembre de 2003.

cional de la ciudad. La metodología escogida combi-na la etnografía, es decir la observación de la vida y lasactividades cotidianas en el sitio en el cual se desarro-llan, con entrevistas semi-estructuras y abiertas a los ylas habitantes del barrio, así como a los miembros delComité Barrial. Como toda investigación cualitativa,no está tan preocupada de la representatividad numé-rica de las y los sujetos de la investigación, cuanto dela rigurosidad interna de sus premisas, métodos y re-sultados. En otra palabras, el objetivo final de mi in-vestigación no es arrojar datos que den cuenta de lasopiniones de una muestra numéricamente “represen-tativa” de hombres y mujeres acerca de la dolariza-ción, sino dar cuenta de las relaciones que se estable-cen entre representaciones y actividades económicas;en este caso específico, lo que quiero demostrar es quelas consideraciones “no económicas” tienen relacióndirecta con los resultados económicos.

A pesar de algunas manifestaciones de contrariedad, mis entrevistadas/os se niegana la idea de "regresar" al sucre o de abandonar el dólar como moneda nacional.En el sentir popular, la dolarización ha cumplido con su objetivo: frenar el continuo

aumento de la tasa de cambio del sucre a dólar.

“Me voy cada día al mercado de San Roque ahacer compras con un billete de $20. Un po-co de azúcar, unas legumbres y el billete ya seha ido, no queda nada, no alcanza para nada.Así es desde que cambiamos de moneda”.11

Cualquier tema relacionado con el dinero le-vanta la cuestión general del valor, pues im-plica adoptar algún estándar de valor. Los va-lores implican tanto el deber ser como lo quees, prescriben las normas y describen los he-chos, median entre las normas y los hechosentendidos como parte de una unidad dialéc-tica. Los valores “son aquellas cadenas invisi-bles que ligan las relaciones entre las cosascon las relaciones entre personas. Son invisi-bles en el sentido de que (...) son formas deconciencia humana que describen lo que es yprescriben lo que debe ser. Como descripcio-nes, aclaran las relaciones entre la reproduc-ción de cosas y de personas en contextos his-tóricos, geográficos y sociales específicos; co-mo prescripciones guían las acciones que setoman” para cambiar un estado de cosas(Gregory 1997: 12).

Cualquier sistema de valor necesita, a suvez, de un estándar aceptado, implica unaevaluación, es decir un proceso de compara-ción entre entidades distintas que son juzga-das como iguales/diferentes en referencia conese estándar y que establezcan parámetros dereferencia. Las citas literales aquí transcritasnos revelan una construcción cultural del “va-lor” del dinero que es independiente de lacantidad “objetiva” marcada en la una cara dela moneda. Es decir, el valor de este nuevo di-nero no está dado tanto por el numeral queindica una cantidad numérica, cuanto por lacomparación con un estándar de referenciaanterior, el sucre, a través del cual se compa-ra la capacidad de adquisición de los “núme-ros” de cada moneda.

Sin embargo, cuando hablamos del “valordel dinero” no nos referimos solamente a suvalor “comercial” y a su poder de adquisición.Como veremos a continuación, hay otra face-

ta del dinero y del valor que convierte la bús-queda de soluciones y de respuestas inmedia-tas en una empresa más compleja.

La cara del Estado

A pesar de las contrariedades manifestadasmás arriba por mis entrevistadas/os, estasmismas personas, contradictoriamente, seniegan a la idea de “regresar” al sucre o deabandonar el dólar como moneda nacional.

Esto coincide con los datos de los sondeosy encuestas de opinión llevadas adelante porlas mayores encuestadoras del país que, enseptiembre de 2003, revelaban que en Quitoy Guayaquil el 63.5% y el 60.5% respectiva-mente estaban en desacuerdo con el regreso aun cualquier tipo de moneda nacional.

Algunos economistas justifican esta resis-tencia a abandonar el dólar con la ausencia depolíticas económicas y de reformas apropia-das, que preparen adecuadamente el caminopara un nuevo cambio de moneda. Sin em-bargo, profundizando en las conversacionescon mis interlocutores, sus palabras comenza-ron a revelar la existencia de otra posible ex-plicación para este “apego” al dólar, y que tie-ne sus raíces en la imagen percibida del Esta-do. En otras palabras, la resistencia a regresara un tipo de moneda nacional se debe a la fal-ta de legitimidad y confianza en el estadoecuatoriano, emisor de la moneda nacional.

Estas personas consideran que el Estadoecuatoriano –y el actual gobierno que lo re-presenta- ya no tenga la capacidad y la volun-tad de garantizar el “valor” y la estabilidad dela moneda. La cita literal que transcribo acontinuación es ejemplar de muchas otrasque he recogido a este propósito:

“Desde mi punto de vista ha sido positivo ladolarización, porque ahora lo que tengo nose me va a desvalorizar, tengo esa confianzade que no se va, tengo lo mismo, cada día(...) no como antes que no tenía esa confian-za (...) la estabilidad del dólar, más le tengoconfianza en el dólar porque sé que ese capi-tal no se me va a disminuir. [Lo que me daesta confianza] es la economía del gobiernoamericano [énfasis agregado].

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11 Conversación personal con E.C. de 9 de febrero de2003.

(...) Sí, se está mejor con el dólar, por esa per-cepción, porque igual es una moneda queotra, igual se puede trabajar con el dólar ocon el sucre, pero la confianza que uno llegaa tener en algo y no preocuparse por lo quepueda sucederle a esa moneda es algo magní-fico (...) Si regresaríamos al sucre estaríamossiempre preocupados que en momento se vaa desbaratar nuevamente, no hago negocio,qué voy a emprender, qué confianza me da elsucre y qué confianza me da el dólar”.12

La dolarización como tal es un fenómeno to-davía muy reciente y sus impactos empiezana estabilizarse solamente a partir de la segun-da mitad de 2003, como lo demuestran losartículos publicados en este número de ICO-NOS. La dolarización se implementó unosmeses después del “feriado bancario”, unamedida extrema tomada por el gobierno de J.Mahuad que jamás se había dado en el país.La gente recibió un verdadero shock con estamedida y nunca le perdonó al presidente,quien fue derrocado en una levantamientopopular en enero de 2000, no sin tener tiem-po, de todas formas, de elevar el cambio deldólar en 25.000 sucre, cifra récord jamás al-canzada antes.

En el sentir popular, el feriado bancario estodavía una herida abierta y la dolarizaciónestá asociada a esta crisis que precedió su im-plementación: es entendida como la medida

destinada a frenar el continuo aumento de latasa de cambio del sucre a dólar y, en este sen-tido, la dolarización ha cumplido con su ob-jetivo. De esta manera, en el sentir popular eldólar es considerado una moneda fuerte, por-que “fuerte es su gobierno” y por lo tanto esegobierno fuerte –Estados Unidos- no permi-tiría un nuevo congelamiento bancario, quede todas formas, según la opinión popular, nova a ser necesario en la medida en que la mo-neda nacional sea el dólar.

Así, en este caso, el estándar de referenciaque crea y da valor a la moneda es la confian-za en el Estado que emite esa moneda. Las ca-racterísticas de la economía estadounidenseson así definidas por mis interlocutores: el te-ner una moneda nacional que es también lamoneda de referencia internacional, fuerte,aceptada en todo lado, y que por ende no sedevalúa a los ritmos del sucre, produce unafuerte estabilidad económica; los bancos fun-cionan y no hubo jamás congelamiento ban-cario. Estas supuestas características del dólary de la economía en la cual circula, se trasla-dan con la moneda misma, son inherentes aella. Cuando Ecuador adopta esta moneda,adopta, por tanto, también sus característicasy garantías.

En los tiempos actuales experimentamosla sociedad en dos formas principales: el esta-do y el mercado; de hecho, nos recuerda Gre-gory (1997:14), la característica distintiva delestado es el dinero que crea, a través de unproceso por el cual marca unas mercancíascomo oro, bronce, papel, con signos específi-cos (ej. $) y así todos las ciudadanas y ciuda-danos de ese estado reconocen ese productocreado como la moneda de uso legal dentrode un territorio definido. Sin embargo, laadopción de una moneda extranjera y domi-nante como moneda nacional demuestra,concretamente, que la economía global sepresenta como una red social singular que de-safía las pretensiones de los estados territorial-mente individuales de convertirse en el refe-rente central y exclusivo de la idea de socie-

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12 Entrevista a F.C. de noviembre de 2003.

dad que sus ciudadanas/os manejan. Mien-tras que una vez los mercados nacionales do-minaban la vida económica, hoy en día“nuestra civilización se concibe a sí misma co-mo a una economía más que como un mediode asociación política” (Hart, 2001: 6).

Gregory (1997:1) dice que el signo de to-do imperialismo es la capacidad de organiza-ción de mercancías especiales y la creación deun estándar nacional de valor que es conver-tible en oro a una tasa de cambio fija; es de-cir, la creación de una moneda. Cuando elpoder político de quien crea esta moneda em-pieza a desvanecer, así lo hace el valor de lamisma.

Sin embargo, el dinero también es vehícu-lo del poder del Estado que lo emite. Así, lasmonedas “mas fuertes” adquieren un uso y unvalor más amplios a través de políticas estata-les coercitivas, y el vacío dejado por el poderpolítico nacional viene colmado por un poderpolítico “supra-nacional” más fuerte y domi-nante, que es el poder que da legitimidad a supropia moneda y se expresa a través de ella.

La adopción del dólar como moneda na-cional significa, por lo tanto, la adopción deuna nueva identidad nacional (cf. Alemán2002). Esto explica por qué, a pesar de losefectos “económicos” negativos, en general lamayoría de los y las entrevistadas perciben ala dolarización como positiva: lo que estánexpresando no es tanto su conformidad conuna moneda “extranjera” cuanto su inconfor-midad con un Estado y una identidad nacio-nal desgastada.

Bibliografía

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El dólar es considerado una moneda fuerte, porque "fuerte es su gobierno"; un gobierno fuerte -EEUU- no permitiría un nuevo congelamiento bancario. Lo que seestá expresando no es tanto la conformidad con una moneda "extranjera" cuanto

la inconformidad con un Estado y una identidad nacional desgastados.