Informe La oscuridad del cielo, en peligro · La oscuridad del cielo, en peligro Informe La...

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fesora de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III en su informe “El derecho a ver las estrellas”, es un derecho constitucional poder vivir en unas “con- diciones de sosiego público”, o sea, en un entorno urbano sin ruidos, vibraciones, olores y emisiones lumínicas molestas. PÉRDIDA DE LA BIODIVERSIDAD. La emisión de luz producida artificialmente hacia un medio naturalmente oscuro tiene conse- cuencias nefastas sobre la flora y fauna nocturnas, mucho más numerosa que la diurna, señalan investigadores como Al- fons Dolsa, entomólogo y director del Museo de las Mariposas de Cataluña. Tanta luz es la causa del deslumbramien- to y desorientación de las aves que surcan el cielo de noche, ocasionándoles pro- blemas en sus desplazamientos e, inclu- so, la muerte. En las islas Canarias hay una especie protegida, las pardelas, que revolotean si cesar en torno a la luz de las torres de radiotransmisión hasta caer muertas. Es evidente que existen muchas instalaciones que no pueden quedarse a oscuras, pero el derroche lumínico de otras es totalmente prescindible. Más cu- Sólo en Madrid, la contaminación lumínica reduce de 6.900 a 50 los astros visibles desde la ciudad. La Vía Láctea ha de- saparecido de la bóveda celeste urbana. En las noches des- pejadas, con suerte, resplandecen Júpiter y Venus. Los ob- servatorios astronómicos fueron los primeros en dar la voz de alarma y en adoptar medidas contra la contaminación lu- mínica en España. En 1988, la Ley del Cielo de Canarias per- mitió la creación de la mejor reserva astronómica de Euro- pa alrededor de uno de los observatorios más importantes de las islas, el de Roque de los Muchachos, en La Palma, y de la Oficina Técnica de Protección de la Calidad del Cielo. BÓVEDA CELESTE La desaparición de la noche estrellada La oscuridad del cielo, en peligro Informe La contaminación lumínica pasa factura al planeta y a nuestra salud luz aumenta la visibilidad y la seguridad ciudadana. Nadie parece pensar en que el alumbrado de calles y carreteras debería diseñarse de acuerdo con las peculiarida- des de nuestra visión nocturna, informa CelFosc. Las luces de la ciudad nos des- lumbran porque son excesivas, inciden directamente sobre el ojo y dificultan su natural adaptación a la oscuridad, impi- diendo sus funciones de visión nocturna a pleno rendimiento. Lo ideal sería apli- car un modelo de alumbrado progresivo, sobre todo en las carreteras, de manera que la potencia se incrementara o dismi- nuyera poco a poco, dando al ojo tiempo necesario para adaptarse a la oscuridad. DERROCHE ENERGÉTICO. Todo rayo de luz que salga por encima del horizonte es inútil y está malgastado; sin embargo, nuestro alumbrado público lanza casi el 60% de su flujo luminoso al cielo. Si esto se evitara, ahorraríamos porcentajes mí- nimos de un 25% en la factura de la luz (en la Comunidad de Madrid se estima un gasto energético innecesario de más de 15 millones de euros anuales). Estos porcentajes serían superiores al 40% si las lámparas utilizadas fuesen de vapor de sodio de baja presión (que consumen la mitad y son menos contaminantes que las de mercurio), se rebajaran las poten- cias, eligiendo no las máximas sino las suficientes, o se instalaran reguladores de intensidad. La lumínica es, quizá, la úni- ca contaminación ambiental cuya solu- ción se amortiza a muy corto plazo: estu- dios piloto realizados en ciudades como Tàrrega (Lleida) han permitido com- probar que el ahorro energético ob- tenido en un año basta para asumir el coste que supone la adaptación de las infraestructuras. ALTERACIÓN DE LOS RITMOS CIRCADIANOS. La intromisión de la luz de la calle en la vida privada de las personas durante, por ejemplo, las horas de sueño produce tam- bién efectos sobre la salud, aunque los es- tudios son todavía muy escasos. Se sabe que la presencia de luz cuando queremos dormir produce la alteración de los rit- mos circadianos (del ciclo del sueño, ín- timamente ligado al de la luz natural) y causa insomnio, fatiga y nerviosismo. Además, como señala María Calvo, pro- riosa es la alteración que la luz provoca en los ciclos de ascenso y descenso del plancton del mar, afectando la alimenta- ción de las especies marinas que viven cerca de la costa. Iluminar en demasía también incide sobre los ciclos repro- ductivos de los insectos. EN EUROPA, LA REPÚBLICA CHECA ES UNO DE los pocos países que cuentan con una nor- mativa estatal contra la contaminación lumínica. Italia dispone de leyes regiona- les, que son modélicas, en la mayor par- te del territorio. En España, a falta de una ley de alcance nacional, un revoltijo de ordenanzas municipales y planes au- tonómicos velan por la protección de nuestro cielo. Cataluña fue pionera en el mundo y en España al establecer en 2001 una Ordenación Ambiental del Alum- brado para la Protección del Medio Noc- turno. Sin embargo, esta ley es objeto de un contencioso por parte de CelFosc puesto que, a su juicio, la redacción de ciertos artículos convierte la ley en papel mojado. “Básicamente –apunta el presi- dente de la asociación–, por establecer una zonificación muy permisiva, sobre todo en zonas de especial protección, como los parques naturales.” A la ley catalana le si- guieron otras autonómicas (Baleares, Cantabria y Navarra) y diversas ordenan- zas municipales –Castro Urdiales (Canta- bria), en Santander, Burgos, Córdoba, Tàrrega (Lleida) y Figueres (Girona)– que repiten sus carencias y errores. Carlos Herranz tiene muy claro lo que debería establecer la esperada legislación estatal: horarios de uso del alumbrado, niveles de iluminación máxima y una re- gulación de la iluminación ornamental publicitaria y de seguridad. A las admi- nistraciones, por su parte, les correspon- dería responsabilizarse de valorar el im- pacto medioambiental y la eficiencia energética de las instalaciones. HELENA MIGUEIZ Y ESTHER MIRA Más información en Integral Práctica. S ólo con alejarnos unos kilómetros de Madrid observamos un inmen- so globo luminoso de unos 20 km de alto y unos 50 de ancho que no es otra cosa que luz innecesaria perdida hacia el cielo. Barcelona también tiene su halo perceptible a 300 km de distancia, desde el Pic du Midi (Francia) y las sierras de Mallorca. Son dos de los ejemplos con los que CelFosc, la mayor organización ciudadana contra la contaminación lu- mínica en España, ilustra la necesidad de salvaguardar nuestra bóveda celeste. Si los niveles de luminosidad artificial del cielo siguen creciendo como hasta ahora, un 10% anual, en los próximos años la noche natural desaparecerá del todo. Pero, ¿qué ganamos con querer trans- formar la noche en día? Pues más bien poco, acaso una falsa sensación de segu- ridad. En cambio, perdemos mucho, ad- vierten expertos como Carlos Herranz, físico y presidente de CelFosc. DESLUMBRAMIENTO E INSEGURIDAD. El mo- delo luminotécnico vigente prima el des- lumbramiento porque se fundamenta en la falsa concepción de que el exceso de Si la luminosidad artificial sigue creciendo, en los próximos años la noche natural se perderá En 2004, un colectivo de 40 instituciones científicas españolas pidieron a la UNESCO declarar el cielo oscuro Patrimonio de la Humanidad. FERNANDO PEGUEROLES Correo del Sol

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fesora de Derecho Administrativo de laUniversidad Carlos III en su informe “Elderecho a ver las estrellas”, es un derechoconstitucional poder vivir en unas “con-diciones de sosiego público”, o sea, en unentorno urbano sin ruidos, vibraciones,olores y emisiones lumínicas molestas. PÉRDIDA DE LA BIODIVERSIDAD. La emisiónde luz producida artificialmente hacia unmedio naturalmente oscuro tiene conse-cuencias nefastas sobre la flora y faunanocturnas, mucho más numerosa que ladiurna, señalan investigadores como Al-fons Dolsa, entomólogo y director delMuseo de las Mariposas de Cataluña.Tanta luz es la causa del deslumbramien-to y desorientación de las aves que surcanel cielo de noche, ocasionándoles pro-blemas en sus desplazamientos e, inclu-so, la muerte. En las islas Canarias hayuna especie protegida, las pardelas, querevolotean si cesar en torno a la luz de lastorres de radiotransmisión hasta caermuertas. Es evidente que existen muchasinstalaciones que no pueden quedarse aoscuras, pero el derroche lumínico deotras es totalmente prescindible. Más cu-

Sólo en Madrid, la contaminación lumínica reduce de 6.900a 50 los astros visibles desde la ciudad.La Vía Láctea ha de-saparecido de la bóveda celeste urbana.En las noches des-pejadas, con suerte, resplandecen Júpiter y Venus. Los ob-servatorios astronómicos fueron los primeros en dar la vozde alarma y en adoptar medidas contra la contaminación lu-mínica en España.En 1988, la Ley del Cielo de Canarias per-mitió la creación de la mejor reserva astronómica de Euro-pa alrededor de uno de los observatorios más importantesde las islas, el de Roque de los Muchachos, en La Palma, yde la Oficina Técnica de Protección de la Calidad del Cielo.

BÓVEDA CELESTE

La desaparición de la noche estrellada

La oscuridad delcielo, en peligro

Informe

La contaminación lumínica pasafactura al planeta y a nuestra salud

luz aumenta la visibilidad y la seguridadciudadana. Nadie parece pensar en que elalumbrado de calles y carreteras deberíadiseñarse de acuerdo con las peculiarida-des de nuestra visión nocturna, informaCelFosc. Las luces de la ciudad nos des-lumbran porque son excesivas, incidendirectamente sobre el ojo y dificultan sunatural adaptación a la oscuridad, impi-diendo sus funciones de visión nocturnaa pleno rendimiento. Lo ideal sería apli-car un modelo de alumbrado progresivo,sobre todo en las carreteras, de maneraque la potencia se incrementara o dismi-nuyera poco a poco, dando al ojo tiemponecesario para adaptarse a la oscuridad.DERROCHE ENERGÉTICO. Todo rayo de luzque salga por encima del horizonte esinútil y está malgastado; sin embargo,nuestro alumbrado público lanza casi el60% de su flujo luminoso al cielo. Si estose evitara, ahorraríamos porcentajes mí-nimos de un 25% en la factura de la luz(en la Comunidad de Madrid se estimaun gasto energético innecesario de másde 15 millones de euros anuales). Estosporcentajes serían superiores al 40% si

las lámparas utilizadas fuesen de vapor desodio de baja presión (que consumen lamitad y son menos contaminantes quelas de mercurio), se rebajaran las poten-cias, eligiendo no las máximas sino las suficientes, o se instalaran reguladores deintensidad. La lumínica es, quizá, la úni-ca contaminación ambiental cuya solu-ción se amortiza a muy corto plazo: estu-dios piloto realizados en ciudades comoTàrrega (Lleida) han permitido com-probar que el ahorro energético ob-tenido en un año basta para asumir elcoste que supone la adaptación de las infraestructuras.ALTERACIÓN DE LOS RITMOS CIRCADIANOS. Laintromisión de la luz de la calle en la vidaprivada de las personas durante, porejemplo, las horas de sueño produce tam-bién efectos sobre la salud, aunque los es-tudios son todavía muy escasos. Se sabeque la presencia de luz cuando queremosdormir produce la alteración de los rit-mos circadianos (del ciclo del sueño, ín-timamente ligado al de la luz natural) ycausa insomnio, fatiga y nerviosismo.Además, como señala María Calvo, pro-

riosa es la alteración que la luz provocaen los ciclos de ascenso y descenso delplancton del mar, afectando la alimenta-ción de las especies marinas que vivencerca de la costa. Iluminar en demasíatambién incide sobre los ciclos repro-ductivos de los insectos.EN EUROPA, LA REPÚBLICA CHECA ES UNO DE

los pocos países que cuentan con una nor-mativa estatal contra la contaminaciónlumínica. Italia dispone de leyes regiona-les, que son modélicas, en la mayor par-te del territorio. En España, a falta de unaley de alcance nacional, un revoltijo deordenanzas municipales y planes au-tonómicos velan por la protección denuestro cielo. Cataluña fue pionera en elmundo y en España al establecer en 2001una Ordenación Ambiental del Alum-brado para la Protección del Medio Noc-

turno. Sin embargo, esta ley es objeto de un contencioso por parte de CelFoscpuesto que, a su juicio, la redacción deciertos artículos convierte la ley en papelmojado. “Básicamente –apunta el presi-dente de la asociación–, por establecer unazonificación muy permisiva, sobre todoen zonas de especial protección, como losparques naturales.” A la ley catalana le si-guieron otras autonómicas (Baleares,Cantabria y Navarra) y diversas ordenan-zas municipales –Castro Urdiales (Canta-bria), en Santander, Burgos, Córdoba,Tàrrega (Lleida) y Figueres (Girona)–que repiten sus carencias y errores.

Carlos Herranz tiene muy claro lo quedebería establecer la esperada legislaciónestatal: horarios de uso del alumbrado,niveles de iluminación máxima y una re-gulación de la iluminación ornamentalpublicitaria y de seguridad. A las admi-nistraciones, por su parte, les correspon-dería responsabilizarse de valorar el im-pacto medioambiental y la eficienciaenergética de las instalaciones.

HELENA MIGUEIZ Y ESTHER MIRAMás información en Integral Práctica.

Sólo con alejarnos unos kilómetrosde Madrid observamos un inmen-so globo luminoso de unos 20 km

de alto y unos 50 de ancho que no es otracosa que luz innecesaria perdida hacia elcielo. Barcelona también tiene su haloperceptible a 300 km de distancia, desdeel Pic du Midi (Francia) y las sierras deMallorca. Son dos de los ejemplos conlos que CelFosc, la mayor organizaciónciudadana contra la contaminación lu-mínica en España, ilustra la necesidad desalvaguardar nuestra bóveda celeste. Silos niveles de luminosidad artificial delcielo siguen creciendo como hasta ahora,un 10% anual, en los próximos años lanoche natural desaparecerá del todo.

Pero, ¿qué ganamos con querer trans-formar la noche en día? Pues más bienpoco, acaso una falsa sensación de segu-ridad. En cambio, perdemos mucho, ad-vierten expertos como Carlos Herranz,físico y presidente de CelFosc.DESLUMBRAMIENTO E INSEGURIDAD. El mo-delo luminotécnico vigente prima el des-lumbramiento porque se fundamenta enla falsa concepción de que el exceso de

Si la luminosidad artificialsigue creciendo, en lospróximos años la nochenatural se perderá

En 2004, un colectivo de 40 instituciones científicasespañolas pidieron a la UNESCOdeclarar el cielo oscuroPatrimonio de la Humanidad.

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