INFORME EUTANASIA
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FACULTAD DE MEDICINA.
ESCUELA DE ENFERMERÍA.
CÁTEDRA: ÉTICA Y BOIÉTICA.
Profesora Jefe Cátedra:
Josephine Bratz.
GRUPO: MINCHEKEWÜN
Enfermería y los Problemas Éticos y Bioéticos
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INTRODUCCION
La muerte es una parte inevitable del proceso vital, tan natural como nacer o crecer, aunque
resulta mucho más difícil de afrontar. Cada persona adopta actitudes diferentes ante ella,
según la época y cultura en que nos contextualicemos, mientras en la cultura occidental
dominada por la tradición religiosa, se defiende la vida, aceptaba la muerte como una
limitación del hombre. Para los orientales no existe la muerte, solo hay reencarnaciones,
por tanto para ellos hay muchas vidas con fases y modalidades distintas
La muerte ha ocupado en todas las épocas una posición central en la vida de las personas y
por ende en el pensamiento y la práctica de la tecnología, los avances médicos van
orientados principalmente a este punto, a encontrar la manera de fabricar maquinas cada
vez más modernas que puedan mantener la vida lo más posible, lo importante es sobrevivir
a cualquier costo, sin considerar la calidad de vida que llevara la persona involucrada.
Considerando los avances tecnológicos, el control que hemos llegado a tener de la vida y
la negación de la finitud de la vida es que, se ha llegado a plantear la Eutanasia, que se
define como el acto de dar muerte o dejar morir sin sufrimiento físico a otra persona por
su bien o interés de ella; por tanto se considera como una vía para obtener la muerte,
cuando esta se desea, en el desarrollo de patologías severas donde el paciente se ve
expuesto a sufrimientos extremos y prolongados.
En base a lo mencionado anteriormente, es común que como profesionales de la salud nos
enfrentemos a diferentes dilemas éticos y uno de los más discutidos actualmente es la
eutanasia, esto nos ha motivado a realizar este trabajo con el objetivo de analizar este tema
desde una perspectiva ética y bioética relacionándolo con el ser y que hacer de enfermería,
identificar nuestro rol de enfermeros.
La idea de este informe es plantear un debate en torno a la eutanasia y las decisiones del
final de la vida; considerando opiniones variadas y contradictorias, dependiendo del
trasfondo religioso, cultural y profesional al cual se pertenezca. Además expondremos una
Enfermería y los Problemas Éticos y Bioéticos
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situación donde se ve involucrada una decisión ética respecto a la eutanasia. Con el fin de
analizar los aspectos ético-morales que se puedan observar.
Los objetivos que se lograran al final del trabajo son:
Analizar y estimular la discusión en torno a la eutanasia desde una perspectiva ética
y bioética, enfocada desde la relación de entre estos y el ser y quehacer de
enfermería
Identificar el rol ético y bioético que le corresponde al profesional de enfermería
Identificar a lo menos 4 dilemas éticos en la situación presentada aplicando a cada
dilema el principalismo como metodología de análisis.
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MARCO TEÓRICO.
Definición.
Etimológicamente, la expresión eutanasia deriva del griego Eu, bien y thánatos, muerte,
entendida como "buena muerte" o "muerte apropiada".
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es definida como
"muerte sin sufrimiento físico" y "acortamiento voluntario de la vida de quien sufre una
enfermedad incurable, para poner fin a sus sufrimientos". La primera de las acepciones
corresponde al significado etimológico del término, comprende aquellas situaciones en
donde se produce la muerte sin padecimientos, sea ésta por causas naturales o consecuencia
de conductas (activas u omisivas), tendientes a acelerar la muerte del enfermo terminal, en
ambos casos con o sin intervención de terceros.
Existen tres tipos principales de eutanasia:
1. Eutanasia Activa Voluntaria: Es la acción destinada a provocar la muerte de una
persona que padece una enfermedad terminal o irreversible que le causa
sufrimientos importantes e insoportables y en donde existe clara intensión de matar
por compasión. Aludible a su libre petición, voluntaria y reiterada, con el único fin
de evitarle estos sufrimientos, pero solo en países donde ésta no esta penalizada.
2. Eutanasia Pasiva: es la ausencia de intencionalidad de matar por parte del médico o
personal de salud. La ayuda al bien morir se centra entre los límites del acto
terapéutico y la inutilidad de prolongarlo. Este tipo de eutanasia permite que la
muerte aparezca en forma natural. Evita todo tratamiento desproporcionado y
extraordinario. Desde el momento en que se decide no hacer nada activamente en el
sentido de curar, aparece la obligación del cuidar física, psíquica y espiritualmente.
Es el periodo que demanda un mayor actuar resguardando la dignidad de la
persona, lo que se entiende como el “bien morir”.
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3. Eutanasia Indirecta: Es la anticipación de la muerte por el principio del doble efecto.
Con el objetivo de tratar síntomas, al enfermo se le administran medicamentos
contra el dolor y tranquilizantes que precipitan la muerte como efecto secundario.
Desde otros autores, aparecen algunos conceptos relacionados, que se incluirían en algunos
de los tres tipos principales, algunos son:
- Eutanasia doble efecto: Provisión de tratamiento paliativo que puede tener efectos
adversos fatales es conocida también como "eutanasia por doble efecto". La
intención del tratamiento en este caso es mitigar el sufrimiento, no finalizar la vida
del paciente, pero la muerte es una consecuencia posible del tratamiento. Ejemplos
de "eutanasia por doble efecto" es el incremento gradual de la dosis de morfina
usada por el médico para aliviar el dolor del cáncer de un paciente terminal, que
podría deprimir la respiración y provocar anticipadamente la muerte. La diferencia
entre la eutanasia voluntaria y la "eutanasia por doble efecto" radica en la intención,
más que en la acción. La intencionalidad que guía la acción es de completo
beneficio para el paciente, por lo que no implica problemas éticos.
- Suicidio asistido: el agente no actúa directamente produciendo la muerte en el
moribundo, sino que lo asiste para que el paciente ejecute las maniobras necesarias
para provocar su muerte. Esta acción será siempre voluntaria por parte del
solicitante. La intención del agente será ayudar a producir la muerte, pero no
realizándolo directamente con sus propias manos. Atenta contra el mandato de n
matar
- Homicidio por piedad: es una forma de homicidio atenuado por el motivo del autor
(medico o personal de salud) y por el pedido de la víctima. No hace primar la
piedad y el carácter insoportable del dolor sobre la incolumidad de la vida y, por
consiguiente, no justifica el hecho. Tampoco acepta la exoneración del castigo, ni
que se atenúe la pena. Se diferencia del homicidio simplemente consentido o del
homicidio a pedido de la víctima, porque el móvil de piedad del autor es esencial.
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- Encarnizamiento terapéutico: es la utilización de tratamiento de manera inútil para
prologar la vida biológica, son desproporcionadamente molestos y caros para el
resultado que se espera de ellos.
- Distanasia: Es la muerte en malas condiciones, con dolor, con molestias y
sufrimientos. Es la muerte con un mal tratamiento del dolor o asociada al
encarnizamiento Terapéutico. No considera muerte digna.
- Distanasia: Omisión moralmente aceptada.
- Ortotanasia: Es la muerte con todos los alivios médicos adecuados y todos los
consuelos humanos posibles.
- Tanatología: es una rama de la medicina que se encarga del estudio relativo a los
procesos de la muerte, tiene relación directa con el Derecho y la Ley, haciendo a
esta ciencia que también se conozca comúnmente como medicina legal.
Eutanasia: Contexto histórico y actualidad.
La eutanasia no es algo nuevo. Está ligada al desarrollo de la medicina moderna. El solo
hecho de que el ser humano esté gravemente enfermo ha hecho que en algunas distintas
sociedades la cuestión quede planteada. La eutanasia es un problema persistente en la
historia de la humanidad en el que se enfrentan ideologías diversas.
Edad Antigua.
La eutanasia no planteaba problemas morales en la antigua Grecia: la concepción de la vida
era diferente. Una mala vida no era digna de ser vivida y por tanto ni el eugenismo, ni la
eutanasia suscitaban grandes discusiones. Hipócrates representa una notable excepción:
prohíbe a los médicos la eutanasia activa y la ayuda para cometer suicidio. En el juramento
Hipocrático, la santidad de la persona y el verdadero bienestar del paciente es central: nadie
puede asignar el valor paciente porque él tiene valor inherente. Reconoció, sin embargo,
que se podría violar fácilmente esta ética ya que los médicos, no tienen sólo el poder para
curar sino también para matar. Por esta razón hizo que los médicos juraran que nunca
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usarían su conocimiento y experimentarían para matar, e incluso a la propia demanda de un
paciente. En cambio, Platón, (427-337 a.C.) en La República dice: "Se dejará morir a
quienes no sean sanos de cuerpo".
Edad Media.
El término Eutanasia se cita por vez primera en la Utopía de Tomás Moro (1478 a 1535 en
que fue decapitado) aparece el concepto médico y moral de la Eutanasia: "...Cuando a estos
males incurables se añaden sufrimientos atroces, los magistrados y sacerdotes, se presentan
al paciente para exhortarle, tratan de hacerle ver que está ya privado de los bienes y
funciones vitales... y puesto que la vida es un puro tormento, no debe dudar en aceptar la
muerte, no debe dudar en liberarse a sí mismo o permitir que otros le liberen...”
En esta cita podemos ver una atención esmerada a los enfermos, una enfermedad
intolerable, que legitima la muerte voluntaria y la eutanasia en utopía, tiene en cuenta los
derechos de la persona: responsabilidad moral, libertad, los sacerdotes son intérpretes de la
divinidad.
Durante la Edad Media se produjeron cambios frente a la muerte y al acto de morir. La
eutanasia, el suicidio y el aborto bajo la óptica de creencias religiosas cristianas son
considerados como «pecado», puesto que la persona no puede disponer libremente sobre la
vida, que le fue dada por Dios. El arte de la muerte (ars moriendi), en la cristiandad
medieval, es parte del arte de la vida (ars vivendi); el que entiende la vida, también debe
conocer la muerte. La muerte repentina (mors repentina et improvisa), se consideraba como
una muerte mala (mala mors). Se quiere estar plenamente consciente para despedirse de
familiares y amigos y poder presentarse en el más allá con un claro conocimiento del fin de
la vida.
Era Moderna.
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La llegada de la modernidad rompe con el pensamiento medieval, la perspectiva cristiana
deja de ser la única y se conocen y se discuten las ideas de la Antigüedad clásica. La salud
puede ser alcanzada con el apoyo de la técnica, de las ciencias naturales y de la medicina.
David Hume, (711 a 1776) refiere que " si el disponer de la vida humana fuera algo
reservado exclusivamente al todopoderoso, y fuese infringir el derecho divino el que los
hombres dispusieran de sus propias vidas, tan criminal sería el que un hombre actuara para
conservar la vida, como el que decidiese destruirla."
Justifica la eutanasia en términos prácticos al decir que: " una vez que se admite que la
edad, la enfermedad o la desgracia pueden convertir la vida en una carga y hacer de ella
algo peor que la aniquilación. Creo que ningún hombre ha renunciado a la vida si esta
mereciera conservarse."
Para Kant (1724 a 1804), el suicidio es malo, porque viola los deberes y el respeto para
consigo mismo. Frente a la eutanasia tiene en cuenta la potencialidad de ese ser humano
que se quita la vida, las posibilidades de desarrollo de sus capacidades. " La vida no vale
por sí misma, sino en función de un proyecto de vida ligado con una libertad y una
autonomía, ésta se justifica si permite la base material para una vida digna".
El darwinismo social (a creencia que la evolución social puede ser explicada por medio de
leyes de la evolución biológica) y la eugenesia son temas que también comienzan a
debatirse. En numerosos países europeos se fundan, a comienzos del siglo XX, sociedades
para la eutanasia y se promulgan informes para una legalización de la eutanasia activa. En
las discusiones toman parte médicos, abogados, filósofos y teólogos.
La escasez económica en tiempos de la primera guerra mundial sustenta la matanza de
lisiados y enfermos mentales. La primera cámara de gas fue diseñada por profesores de
psiquiatría de doce importantes universidades de Alemania. Ellos seleccionaron a los
pacientes y contemplaron cómo morían. Luego comenzaron a reducir los "requisitos" para
los candidatos hasta que los hospitales psiquiátricos quedaron prácticamente vacíos. A estos
psiquiatras se les unieron algunos pediatras, que en 1939 empezaron a vaciar instituciones
para niños discapacitados. Para 1945, estos médicos se habían perfeccionado tanto que ya
mataban a niños que mojaban la cama, a otros con orejas que no eran perfectas, y a aquellos
con dificultades de aprendizaje.
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La realidad de los programas de eutanasia ha estado en contraposición con los ideales con
el que se defiende su implementación. Por ejemplo, los médicos durante el régimen nazi
hacían propaganda en favor de la eutanasia con argumentos tales como la indignidad de
ciertas vidas que por tanto eran, según aquella propaganda, merecedoras de compasión:
“Quedan autorizados para disponer cuanto sea necesario, a fin de que los enfermos
considerables incurables, a tenor de los conocimientos actuales, se los pueda eliminar
físicamente para poner fin a sus sufrimientos.” (Adolf Hitler) para conseguir así una
opinión pública favorable a la eliminación que se estaba haciendo de enfermos,
considerados minusválidos y débiles según criterios médicos. Por eso, ante la realidad de
los crímenes médicos durante el régimen nazi, en los Juicios de Núremberg (1946 – 1947)
se juzgó como criminal e inmoral toda forma de eutanasia activa y además se estableció de
manera positiva, es decir expresamente, que es ilegal todo tipo de terapia y examen médico
llevado a cabo sin aclaración y consentimiento o en contra de la voluntad de los pacientes
afectados.
Durante 1948, fue la consecuencia de la segunda Guerra Mundial. Casi toda Europa había
sido asolada. La pérdida de vida era inconcebible. Pero la pérdida de vida no empezó en los
campos de batalla, ni con el ruido de ejércitos o los actos de saboteadores. Empezó en los
vestíbulos de medicina, con los hechos de "misericordia," o eutanasia.
La Declaración de Tokio (1975) señala que " la misión del médico es velar por la salud de
la humanidad, sus conocimientos y su conciencia deben dedicarse a la realización de esta
misión..."
La problemática médica asienta en los 4 postulados que fueran enunciados en 1979 por
Beauchamp y Childress en el libro" Principles of Biomedical Ethics":
No Maleficencia (No hacer daño), o "Primun non nocere"
Beneficencia (Hacer para nuestros semejantes lo que haríamos para nosotros
mismos)
Autonomía (Respetar el derecho inalienable de todo ser humano para decidir por sí,
para sí y sobre sí mismo)
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Justicia (Todos somos iguales ante la ley asumiendo que nuestros derechos terminan
donde comienzan los del semejante).
Esta destrucción brutal y dispendiosa de la vida humana durante la segunda Guerra
Mundial incitó a las naciones del mundo para concebir un documento que protegería a los
seres humanos de las violaciones similares en el futuro.
La Declaración, hace del ser humano su hecho explícito, y hace de su protección una meta
universal. Ese es el documento.
En la actualidad.
En el presente, se sustentan diferentes opiniones sobre la eutanasia y son variadas las
prácticas médicas y las legalidades en los distintos países del mundo. En general en los
hospitales, los profesionales de medicina paliativa, en residencias especializadas en el
tratamiento de enfermos terminales (hospice en inglés), en los domicilios particulares, y
también los grupos de autoayuda, trabajan por la humanización en el trato con los
moribundos y quieren contribuir a superar la distancia entre la vida, la muerte y las
prácticas médicas.
Juan Pablo II, en su encíclica "El Evangelio de la Vida" define la Eutanasia como:
"Adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin
"dulcemente" a la propia vida o a la de otro".
Se considera esto como una "cultura de la muerte" que se ve en las sociedades del
bienestar, caracterizadas por una mentalidad eficientista, que va en contra de los ancianos y
los más débiles, caracterizadas como algo gravoso e insoportable, aisladas por la familia y
la sociedad, según lo cual una vida inhábil no tiene ya valor alguno. Y vuelve a definir la
Eutanasia como una "acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la
muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor "situada en la intención y los métodos
usados".
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Se sabe que hasta fines del siglo XIX en América del Sur existía la persona del
«despenador» o «despenadora», encargada de hacer morir a los moribundos desahuciados a
petición de los parientes.
Estos son algunos de los hechos históricos que se producen en un ámbito
fundamentalmente público. Poco investigadas y mucho menos conocidas son las diferentes
prácticas reales de las personas frente al acto de morir.
Actualmente, existe una diversidad de posiciones legales referentes a la aplicación de la
eutanasia; a continuación una síntesis de las posturas legales en algunos países de América
y Europa:
Canadá:
Se sostiene que el suicidio es legal, mas nunca un medico puede intervenir en él. Sin
embargo, por más que existe un número alto de casos que involucran a enfermos terminales
en busca de asistencia para el suicidio, el gobierno, al parecer, evita discutir este tema.
Estados Unidos:
El 16 de Noviembre de 1994, de legalizó la eutanasia en el estado de Oregon, bajo
condiciones limitadas. Luego, el 7 de Marzo de 1996, la Novena Corte de circuito de
Aplicaciones declaró: "cuando los pacientes ya no pueden perseguir la libertad o la
felicidad y no desean tener la vida, el rigor del Estado en vigor para mantenerlos vivos es
menos obligatorio. Un adulto enfermo terminal tiene un interés fuerte en la libertad de
elegir una muerte digna y humana, en vez de ser reducido a un estado de impotencia". Esta
decisión fue condenada por la Asociación Médica de Estadounidenses y por la Iglesia
Católica Romana.
Finalmente, en la actualidad, la condición legal de la eutanasia se rige solo en pacientes
terminales.
Australia:
En este país se decidió permitir la eutanasia activa, bajo cuidadosos controles. En una
encuesta realizada en 1995, se llegó a la conclusión que el 81% de los adultos australianos
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apoyan la eutanasia. Una votación separada mostró que el 60% de los doctores y el 78% de
las enfermeras favorecen la eutanasia.
Asimismo, una votación adicional mostró que u 40% de 6500 congregaciones cristianas
estaban de acuerdo con el suicidio asistido para enfermos terminales.
Cambodia:
El 20 de mayo de 1997, la Corte Constitucional legalizó la eutanasia únicamente para
enfermos terminales que hayan dado claramente su aquiescencia. Mas, ahora, los jueces
tendrán que escribir una reglamentación y evaluar cada caso separándolo.
Holanda:
La eutanasia en este país ha sido aprobada en el 2002, por el Parlamento. Los que se
encuentran en contra afirman que un 16% de las personas que fallecen anualmente son
matadas por los médicos; puesto que, se considera al paciente en estado crítico, y declaran
que lo más prudente es acabar con la vida del enfermo, con el fin de no alargar su agonía.
La eutanasia se empezó a utilizar, al principio, interrumpiendo el agua y los alimentos de
tales pacientes; sin embargo, para hacerlo más rápidamente y sin sufrimiento, empezaron a
utilizar las inyecciones letales, y los jueces toleraron esta práctica.
A diferencia de otros países en Holanda no se le considera eutanasia a procedimientos
como el suspender los tratamientos a petición del paciente; también se prohíbe aplicar
tratamientos que sean médicamente inútiles, solo para buscar prolongar la vida.
Mientras que en la mayoría de países es posible penar el uso de eutanasia hasta con doce
años de cárcel, en Holanda las leyes justifican esta acción de acuerdo a diversas causas; por
ejemplo, el Código Penal Holandés Art. 40 señala: "No será punible el que se viere
obligado a cometer un acto debido a causas de fuerza mayor". Esta ley, justifica a la
eutanasia al ser usada en casos como condiciones físicas deficientes, estado vegetativo
irreversible o la dolorosa y permanente experiencia en una sala de cuidados intensivos.
La aplicación de la eutanasia es posible bajo diversas condiciones impuestas por la ley:
a.- Que el enfermo padezca el sufrimiento permanente e insoportable. Además de no
dejarse de aferrar a su deseo de morir.
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b.- La decisión de morir debe ser por la libre voluntad del paciente, sin ser persuadido por
nadie, y este perfectamente consciente de su situación y no haya posibilidades de mejora.
Se debe de tener en cuenta que en Holanda, el tema de la eutanasia, ha sido llevado y
estudiado durante años para su aceptación, además que los valores de dicho país son
diferentes (y no por ello negativos), por tanto, debe ser respetada por los demás países.
Japón:
Este país permite la eutanasia bajo cuatro restricciones:
El paciente sufre un dolor físico inaguantable
La muerte es inevitable e inminente
Se han tomado todas las medidas posibles para eliminar el dolor
El paciente ha expresado claramente su consentimiento.
La eutanasia fue un problema social en aquellas sociedades primitivas en que se practicaba
la eliminación de vidas consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida respecto a los
recién nacidos con malformaciones o los ancianos en distintos pueblos de la antigüedad,
hasta que la influencia del cristianismo acabó con tales prácticas inhumanas. Desde la
llegada del cristianismo, la eutanasia dejó de ser un problema social hasta el siglo XX, en
que algunos vuelven a convertirla en problema al pretender su legalización.
Desde los años 30 de este siglo se vienen constituyendo asociaciones en defensa de la
eutanasia y se han propuesto leyes permisivas, que habitualmente han sido rechazadas, en
distintos países.
Sin embargo, la actitud a favor de la eutanasia de estos pequeños grupos, y cierta
mentalidad de relativización del respeto debido al ser humano (que se expresa, por ejemplo,
en el aborto), van calando en la sociedad, convirtiendo de nuevo a la eutanasia en un
problema social que vuelve a aparecer después de haber sido superado durante siglos.
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Regulación legal de la Eutanasia.
Pese a los esfuerzos legislativos de los últimos años, la eutanasia, como tal, no se encuentra
regulada en Chile, por lo que encontramos ciertas normas que permiten establecer un
determinado criterio sobre ésta. Sin embargo, para tratar acabada y asertivamente este tema,
es preciso distinguir los tres tipos de eutanasia existentes, a saber:
a) Eutanasia pasiva: se produce cuando un paciente, en calidad de enfermo terminal,
decide voluntariamente, o su médico, según corresponda, suspender el tratamiento que
prolonga artificialmente su vida utilizando métodos extraordinarios de tratamientos; o bien,
impedir que estos tratamientos le sean aplicados.
En chile no existe regulación especial sobre este tipo de eutanasia pero, ciertamente, no se
producen mayores dificultades, puesto que el art. 23 del Código de Ética del Colegio de
Médicos de Chile, lo permite expresamente al señalar que “Ante la inminencia de una
muerte inevitable, es lícito que el médico, en conciencia, tome la decisión de no aplicar
tratamientos que procuren únicamente una prolongación precaria y penosa de la
existencia, debiendo procurar al enfermo los cuidados paliativos inherentes a la dignidad
de todo ser humano, hasta el final de sus días. Si se comprobare la muerte cerebral de un
paciente, el médico estará autorizado para suspender todo procedimiento terapéutico”.
Por su parte el art. 28 señala que el médico deberá respetar la decisión del paciente a
rechazar total o parcialmente un tratamiento.
Un claro ejemplo de esto, son aquellos casos de muertes cerebral, donde el médico o la
familia del paciente, decide poner término a los tratamientos que prolongan artificialmente
la vida del paciente. Pero cabe destacar, que se presentan ciertos problemas en aquellos
casos en que el paciente, enfermo terminal, en estado consiente decide, por ejemplo,
terminar con la respiración asistida. Este caso se discutió en España a propósito de la
paciente Inmaculada Echeverría, la cual el 14 de marzo del año 2007 logró lo que tanto
anhelaba por más de 20 años, ser desconectada de un respirador mecánico. Este caso se
resolvió por la regulación expresa existente en España respecto de la eutanasia pasiva.
Existen varios países que han optado por regular expresamente la eutanasia pasiva,
señalando en que consiste ésta y sus casos de procedencia. De este modo se tratan de evitar
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cualquier inconveniente que se plantee respecto a la petición de un paciente a descartar la
continuidad de un tratamiento médico. Ejemplo de estos son Francia, España, Uruguay,
Perú entre otros.
b) Eutanasia indirecta: es aquella que se produce cuando a un paciente con una
enfermedad terminal se le administran tratamientos para combatir o aliviar los dolores pero,
como una consecuencia indeseada y a raíz de los medicamentos, se produce la muerte del
paciente.
Este tipo de eutanasia también se encuentra permitida por el Código de Ética del Colegio de
Médicos de Chile en su art. 23, el cual prescribe lo siguiente: “El médico procurará
siempre aliviar el sufrimiento y el dolor del paciente, aunque con ello haya riesgo de
abreviar la vida”.
c) Eutanasia activa: Es aquella que responde al concepto específico y particular de
eutanasia y la que suscita los mayores problemas médicos, morales, jurídicos y por cierto,
éticos alrededor de todo el mundo.
La eutanasia activa es aquella que consiste en dar muerte a una persona con enfermedad
terminal que padezca dolores insoportables a pedido del propio paciente. La Organización
Mundial de la Salud la define como la “acción del médico que provoca deliberadamente la
muerte del paciente”.
La eutanasia activa esta prohíba y sancionada con pena de presidio en gran parte del
mundo. En el año 2001, tras 27 años de debate sobre el tema, Holanda fue el primer país
en reconocer la eutanasia como un acto legal, aunque sometidas a estrictas condiciones,
tanto legales como éticas. Las rigurosas condiciones que se deben cumplir para que proceda
la eutanasia, a través de la administración de una dosis letal al paciente que lo ha solicitado,
son las siguientes:
a) El paciente debe padecer una enfermedad terminad que le causa dolores
insoportables y para la cual no haya cura.
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b) El médico debe tener la convicción férrea de que se trata de un pedido expreso y
autónomo por parte del paciente, el cual ha llegado a este convencimiento después de una
profunda reflexión.
c) El médico debe consultar, por lo menos, a otro médico el cual deberá dar un
diagnostico independiente.
d) Cada caso de eutanasia será reportado a una comisión especializada, la cual
velará por el cumplimiento de todos los requisitos.
Aquellas eutanasias que no cumplan con los requisitos antes expuestos siguen prohibidas
en Holanda, estando tipificada en el Código Penal holandés con pena de hasta 12 años de
presidio.
Luego de Holanda, sólo Bélgica, Suiza y Luxemburgo han regulado la eutanasia. También
se encuentra permitida en ciertos estados de Estados Unidos.
Situación en Chile.
En nuestro país no existe regulación legal respecto de la eutanasia, por lo cual se encuentra
prohibida como un acto constitutivo de homicidio sancionado en el art. 391 del Código
Penal, el cual prescribe:
Art. 391. El que mate a otro y no esté comprendido en el artículo anterior, será penado:
1° Con presidio mayor en su grado medio a presidio perpetuo, si ejecutare el homicidio
con alguna de las circunstancias siguientes:
Primera: Con alevosía.
Segunda: Por premio o promesa remuneratoria.
Tercera: Por medio de veneno.
Cuarta: Con ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor al
ofendido.
QuintA: Con premeditación conocida.
2° Con presidio mayor en sus grados mínimo a medio en cualquier otro caso.
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Por tanto, la eutanasia la tratarse de una acción por la cual se causa la muerte, corresponde a
lo que nuestra legislación penal sanciona como el que “mate a otro”. Por ende, la persona
que cause la muerte de un enfermo terminal, incluso teniendo como móvil de acción la
piedad, compasión o cualquier otra consideración de carácter altruista, como sucede en la
eutanasia, será sancionado como autor de homicidio, el cual podrá ser simple o calificado
según los tribunales de justicia.
Actualmente se encuentran en tramitación dos proyectos de ley en el Congreso Nacional
que buscan regular, tanto la eutanasia pasiva, como la posibilidad de eutanasia directa. El
primero es el “Proyecto de ley que establece el derecho a la muerte digna” ingresado al
Senado en Junio del 2006, y el proyecto de ley, Bolín 7736-11 “Derecho a optar
voluntariamente para recibir asistencia médica con el objeto de acelerar la muerte en caso
de enfermedad terminal e incurable” ingresado el 16 de Junio del presente año a la Cámara
de Diputados.
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PRESENTACIÓN DE CASO CLÍNICO REAL.
Janet Adkins (1936-1990).
A finales de 1989, el Doctor Jack Kevorkian (1928-2011) recibió un llamado de un hombre
de Portland, Oregón, que se había enterado de la campaña del apodado “Doctor Muerte”. El
perseguía poner a disposición de quien lo necesitase sus servicios para un suicidio asistido a
las personas que él considerara pertinentes, considerando la naturaleza de la enfermedad y
la determinación, lucidez y voluntad de someterse al “medicidio”.
Ron Adkins explicó en esta llamada la situación de su esposa Janet de 54 años: una mujer
extraordinaria, hábil y activa – esposa, madre, abuela, amiga muy querida, maestra, música,
escaladora, y amante de la vida al aire libre – que, durante algún tiempo, había observado
un sutil y gradualmente progresivo deterioro de su memoria.
La conmoción de enterarse de que padecía la enfermedad de Alzheimer cuatro meses
después, había sido mayor por la manera brusca y algo insensible en que su médico se lo
anunció.
La inteligente mujer sabía qué suponía el diagnóstico y decidió en aquel instante que no
viviría para experimentar el horror de una muerte semejante.
Sabiendo que Janet era una luchadora valiente, Ron y sus tres hijos le suplicaron que lo
reconsiderara y que por lo menos probara un nuevo y prometedor régimen de terapia. Ron
le explicó al Doctor Kevorkian que Janet podía ser elegida para tomar parte en una prueba
experimental que utilizaría el fármaco recientemente desarrollado Tacrine o THA (1, 2, 3,
4-Tetrahidro-9-acridinamina) en la Universidad de Washington, en Seattle. Kevorkian
estuvo de acuerdo en que Janet debería participar en el programa porque todo candidato al
Mercitron (aparato creado por Kevorkian en la que por vía intravenosa administra una alta
dosis de Tiopental y a los 60 segundos cronometrados se iniciaría un goteo rápido de una
dosis concentrada de cloruro de potasio, lo que finalmente produciría la muerte de la
persona) debe haber agotado toda intervención médica potencialmente beneficiosa, por
remotamente prometedora que sea.
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Hasta Abril de 1990 los Adkins no se comunicaron con el Doctor Kevorkian. Ron volvió a
llamar, después de que Janet y él vieran el Mercitron en un programa de entrevistas
televisado a nivel nacional. Janet había entrado en el programa experimental en Enero, pero
éste había sido interrumpido al cabo de poco tiempo porque el nuevo fármaco era poco
efectivo. De hecho, su estado había empeorado, y estaba más resuelta que nunca a poner fin
a su vida. A pesar de que desde un punto de vista físico, Janet no era una enferma terminal,
parecía haber pocas dudas de que mentalmente lo era y, al fin y al cabo, es el estado mental
de una persona lo que determina la esencia de su existencia. Kevorkian le pidió a Ron que
le mandaran copias de los historiales médicos de Janet, y los mismos corroboraron lo que
Ron había dicho.
Luego, Kevorkian llamó al médico de Janet en Seattle. Se oponía al plan de acción y a la
idea del suicidio asistido en general. Él era de la firme opinión de que Janet seguiría siendo
mentalmente competente durante por lo menos un año (pero por el relato de Ron,
Kevorkian llegó a la conclusión de que la opinión de su médico era equivocada y de que el
tiempo era esencial). Dado que el estado de Janet se estaba deteriorando y que no había
nada más que pudiera ayudar a frenarlo, Jack Kevorkian decidió aceptarla como primera
candidata al Mercitron, una candidata adecuada y justificable, aunque no “ideal”.
Propusieron una fecha: el lunes 4 de junio. Janet, Ron y una buena amiga de Janet
compraron los boletos de avión para viajar a Michigan.
Hallar el lugar donde hacerlo fue un obstáculo mayor. El apartamento de Jack no podía ser
utilizado a causa de las limitaciones impuestas por el contrato de arriendo, y lo mismo
sucedía con el apartamento de la hermana de Jack. Preguntó a incontables personas, pero
nadie cedía sus propiedades para tal procedimiento. La única alternativa que quedaba era la
vieja camioneta de acampada de Jack, modelo 1968 y un terreno de cámping adecuado.
Como era de esperarse, los propietarios de un terreno comercial le negaron la autorización,
a pesar de que simpatizaron con el plan propuesto. Ellos sugirieron entonces una solución
al recomendarle que alquilara un espacio de cámping público muy lejano.
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Cuando llegaron los Adkins más Carroll, la amiga de Janet, la tarde del 2 de Junio de 1990,
Jack ya había preparado impresos de autorización que indicaban la intención, resolución y
libertad de elección de Janet, que ella accedió a firmar rápidamente.
Alrededor de las 17 horas del día siguiente, cenaron todos en un conocido restaurante local.
Sentados alrededor de la misma mesa durante muchas horas, la conversación cubrió
muchos temas, e incluso se contaron chistes. Sin que se notara demasiado, Kevorkian
observó constantemente el comportamiento de Janet, y sopesó sus estados de ánimo, así
como el contenido y la calidad de sus pensamientos. No había duda alguna de que sus
facultades mentales estaban intactas y de que no estaba en absoluto deprimida por su
muerte inminente. Por el contrario, la única ansiedad o actitud intranquila detectable se
encontraba entre el resto de los que estaban presentes en mayor o menor grado. Incluso en
respuesta a los chistes, la risa apropiadamente oportuna y modulada de Janet indicaba una
comprensión clara y coherente. El único desasosiego, o inquietud que mostraba se debía a
su turbación por ser incapaz de recordar aspectos del tema que se estaba hablando en aquel
momento. Y ello es de esperar en individuos inteligentes, sensibles y diligentes.
A las 8:30 del día siguiente, lunes 4 de junio de 1990, Janet se despidió llorando por última
vez de su afligido marido y de Carroll, que estaban destrozados. Era deseo de Janet que no
la acompañasen al parque.
Más o menos a las 14:00 horas Jack y sus 2 hermanas tenían listo el Mercitron y habían
remozado la camioneta. Janet entró sola por la puerta corredera abierta y se tendió
completamente vestida sobre la cama empotrada cubierta con sábanas recién lavadas. Su
cabeza descansaba cómodamente sobre una almohada limpia. Con el permiso de Janet, el
Doctor Kevorkian hizo unos pequeños agujeros en las medias de nylon de Janet a la altura
de los tobillos, y le colocó los electrodos del ECG en los tobillos y las muñecas, y cubrió su
cuerpo con una manta delgada. Su conversación fue mínima. Jack repitió las instrucciones
previas a Janet sobre como activar el dispositivo y le pidió que obrara de acuerdo con ellas.
Janet, al contrario de Jack, estaba tranquila y aparentemente relajada.
El momento había llegado. Previa instalación de una vía venosa periférica en la zona
frontal de su codo derecho, a un gesto de Janet, Kevorkian puso en marcha el ECG y dijo:
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“Ahora”. Y Janet le dio al interruptor del Mercitron con el borde exterior de la palma de su
mano. Al cabo de unos diez segundos, sus párpados comenzaron a cerrarse. Levantó la
vista, miró a Jack, y dijo: “Gracias, gracias”. Él le contestó: “Que tenga un buen viaje”.
Estaba inconsciente y completamente quieta, salvo por dos ligeras toses muy espaciadas
varios minutos después. Los complejos agónicos del registro del ECG señalaron la muerte
debida a la completa interrupción de la circulación sanguínea al cabo de seis minutos.
Eran las 14:30 horas. De pronto – por vez primera en ese día frío y oscuro – un cálido sol
bañó el parque.
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DILEMA ÉTICO EN BASE A PRINCIPIOS BIOÉTICOS.
En el suicidio asistido entran en conflicto 2 principios bioéticos (en mayor medida): el
principio de Autonomía versus el principio de No Maleficencia.
En este caso en particular, se hace mucho más difícil tomar una decisión, ya que Janet no
estaba físicamente enferma terminal, pero sí mentalmente, y como bien dice Jack
Kevorkian: “el estado mental de una persona es lo que determina la esencia de su
existencia”. La decisión que tomó esta mujer, difícilmente hubiera sido aceptada
legalmente, de no haber existido un Doctor con la voluntad y fe en la causa de Jack
Kevorkian. Se está respetando íntegramente el principio de autonomía, pero al mismo
tiempo (en cierto sentido), se está transgrediendo el de no maleficencia, ya que la muerte es
un mal y los médicos y cualquier profesional de la salud debe proteger la integridad y
globalidad del estado de salud de un paciente. Pero, si nos ponemos en el caso hipotético de
que nadie hubiera ayudado a Janet, ¿qué le deparaba el futuro? Ciertamente uno en el que
no habría podido interactuar con su familia y el ambiente de manera normal, desconociendo
a sus seres queridos, desorientándose, teniendo episodios de gravedad, un eminente
encamamiento y consiguiente contención. ¿Es eso una vejez digna?
Tal vez Janet hubiera tenido un año más con sus cercanos, como lo predijo su médico, y así
poder posponer la fecha de su muerte, pero Janet sintió que ya había vivido lo que tenía que
vivir. Fue madre, abuela, maestra, escaladora, música, casi el triple de lo que personas
comunes y corrientes desearían hacer en su vida. Al momento del diagnóstico de
Alzheimer, decidió que no quería llegar a la etapa final de ese mal, y prefirió quedarse con
los buenos recuerdos que aún le quedaban y atesorarlos mientras estuviera mentalmente
sana (siempre y cuando su enfermedad se lo permitía). Dejar a Janet vivir la tortura de estar
en el patio de su casa y no reconocer donde está parada, de ver a su marido en las mañanas,
con quien compartió toda una vida, y no reconocerlo, verse acostada en una cama ajena, en
un cuarto extraño y rodeada de personas desconocidas, hubiera sido maleficencia.
Al poner término a su vida en el momento en que ella decidió hacerlo, fue un acto de
Beneficencia, ya que se le ahorró todo ese encarnizamiento que viven miles de personas
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alrededor del mundo, y que no sólo los afecta a ellos, si no que el trauma también lo viven
sus familiares, afectando a una población exponencialmente mayor.
Si nos ponemos en el caso de una enfermedad físicamente terminal como lo es el cáncer,
las personas, generalmente, prueban con los métodos disponibles necesarios para detener el
avance de la metástasis (en los casos más graves), los que son la radioterapia y la
quimioterapia. Cuando estos tratamientos no funcionan, pasamos a la etapa de cuidados
paliativos, que consiste en dar analgesia según el grado de dolor que sienta el paciente. Es
decir, la persona debe pasar un sin número de horas de tratamiento radiológico, debe
consumir un centenar de fármacos, pasar horas y horas hospitalizado mientras dura el
tratamiento, para que al final el médico le diga que lamentablemente los esfuerzos fueron
en vano y que el paso a seguir es esperar la llegada de la muerte, anestesiado casi hasta la
inconsciencia en algunos casos. ¿A esto se le puede llamar vivir? La calidad se deja de lado
por conservar una pequeña cantidad de vida que sabemos que tarde o temprano se va a
acabar.
Como grupo, llegamos a una conclusión en mayoría: la calidad de vida no va por sobre la
cantidad, cuando sabemos que el tiempo que le queda a una persona desahuciada es poco,
sin importar si son meses, semanas o días. Ese pequeño lapso de tiempo se debe aprovechar
de vivir de la manera en que la persona lo desee, estando dentro de una consciencia que le
permita a la persona tomar decisiones coherentes.
En este sentido, podríamos pensar que lo anterior es relativo dependiendo de la edad de la
persona, ya que si tenemos a un anciano de 80 años con un diagnóstico de cáncer terminal,
tal vez lo más sensato es apoyarlo si se decide por un suicidio asistido. Pero si nos ponemos
en el caso de una niña de 15 años de edad, diagnosticada con leucemia, como en la película
“My Sister`s Keeper”, es una persona que tiene toda la vida por delante, pero en la película
se ve que lo poco que vivió, le sirvió para tener una hermosa relación con sus hermanos,
para compartir con sus padres, para tener una fugaz relación amorosa con un joven en su
misma situación. Finalmente, es ella la que debe decirle a su madre que ya estaba cansada
de tanto tratamiento/sufrimiento y que lo que correspondía era que la dejara ir.
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Tal vez no todos, y quizás muy pocos profesionales de la salud, estén de acuerdo con poner
fin a una vida cuando esa persona lo desea, pero he ahí la habilidad de desarrollar una
habilidad, que como grupo es fundamental para desenvolvernos como profesionales de
Enfermería: la empatía. Tal vez ninguno de nosotros haya pasado por una experiencia en
que nos hayan dado un terrible diagnóstico, y tras meses y/o años de tratamiento hayamos
recuperado nuestra integridad. Entonces no estaríamos en condiciones de decir: “te
entiendo a la perfección, pero sigue intentándolo, porque podrías recuperarte”. Como
estudiantes y futuros profesionales de Enfermería, debemos aplicar la empatía en cada
acción que realicemos y siempre teniendo en cuenta y respetando las decisiones del
paciente y su familia.
Principio de No Maleficencia.
La base fundamental de este principio es no hacer daño intencionalmente, teniendo en
cuenta un concepto apropiado de daño o mal, que ciertamente cubre muchas esferas de la
vida y alude a diversos cuerpos de creencias y doctrina, es decir, lo que para una persona
puede representar un daño puede no serlo para otra, dependiendo de los puntos de vista
desde los cuales se analice la situación y de los intereses que tenga cada persona. En
medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación adecuada pues a
veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien. Entonces, de lo que se trata es de
no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este principio va de la mano con el de
beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el perjuicio. Si bien, en el caso, Janet
no estaba físicamente enferma terminal, desde el momento en que le diagnosticaron
Alzheimer, tomó la decisión de que no viviría para experimentar el horror de una muerte
semejante. El doctor Jack Kevorkian quien a accede a otorgarle un suicidio asistido
mediante el Mercitron, transgrede este principio fundamental de la medicina, propuesto en
el juramento hipocrático, causando en ella un daño intencional provocando su muerte,
aunque la finalidad sea respetar la decisión de la paciente. ¿Seria más fácil tomar la
decisión si fuese una paciente terminal?, claramente el caso es una situación compleja como
queda demostrado cuando Jack refiere que no es una candidata ideal, sin embargo de una u
otra manera se transgrede el derecho de la vida. En este caso el juicio del doctor para tomar
la decisión está basado en la calidad de vida que tendría Janet, que se relaciona
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directamente con la dignidad de su vida y el respeto por su autonomía con el objetivo de
dar un cuidado integral, es decir, no sólo físico o biomédico si no que psicológico y
espiritual, respetando creencias y valores que son inherentes de los seres humanos, pero
¿Cuáles son los límites del debido cuidado que hacen justificar los riesgos?. Podría decirse
que estas situaciones complejas, deberían analizarse siempre a la luz del respeto a la
autonomía del paciente, para poder establecer un balance entre los daños y beneficios que
pueden causar determinados tratamientos o cualquier decisión que intervenga sobre el
estado de salud de una persona.
Principio de Beneficencia.
Este principio muchas veces se mal entiende, y se tiende a confundir con piedad, gentileza
o la caridad, pero la beneficencia es actuar en beneficio del otro, pero desde la perspectiva
de la persona en cuestión, o sea, desde lo que ésta solicita. Por lo tanto, actuar en
beneficencia es actuar según lo que solicita una persona que tiene derecho, y puede decidir,
ya que es un sujeto de derechos y no de caridad. De esta forma, la beneficencia depende del
principio de autonomía, por lo que no se puede obrar sin considerar la voluntad de la
persona en juego.
Entonces, si la beneficencia obra a partir de lo que una persona (paciente) solicita, ¿por qué
no es valorado y considerado el hecho de que una persona, tras un diagnóstico de vida poco
esperanzador (cáncer terminal, enfermedades degenerativas irreversibles), solicite morir de
mejor forma y evitarse los sufrimientos posteriores? Muchas veces creemos que la decisión
que tomamos en nuestra práctica diaria profesional es la correcta y más apropiada, porque
anteponemos la vida del otro por sobre todas las cosas, y utilizamos todo lo humanamente
posible y lo que la tecnología hoy en día nos facilita, para alcanzar nuestro objetivo:
mantener con vida a la persona, pero, ¿es lo que desea mi paciente? A veces los
profesionales de la salud actúan de forma un tanto egoísta, pues actúan según lo enseñado
en su vida de estudiante, y según lo que han jurado en sus disciplinas, velar por la vida del
otro, pero, ¿es velar por la “vida” o por una “calidad de vida”? Estas interrogantes se
enmarcan muy bien en el caso de Janet, una mujer joven, enérgica, alegre, agradecida de la
vida, que de un momento a otro se cruza en su vida el diagnóstico de Alzheimer, y desde el
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primer minuto decide que ella no vivirá para ver cómo sus recuerdos más preciosos se le
escapan, y la vida se torna entre lugares, personas, olores, aromas desconocidos, con todo el
sufrimiento que significa tanto para ella como para su familia; entonces, lo más adecuado
para ella, según sus convicciones y creencias, es decidir por una muerte programada, en
paz, libre, y con todos sus recuerdos de vida intactos.
La beneficencia en este caso es actuar según lo que decide Janet, pues ésta se encuentra
consciente de su diagnóstico y de la irreversibilidad de éste, cuenta con total autonomía de
hacerlo, por lo que al momento de decidir contactarse con el Dr. Jack Kevorkian, la
beneficencia se realiza en torno a su decisión y no bajo los sentimientos, creencias de cada
uno, porque de esta forma, actuaremos según nuestras decisiones, desconociendo la
autonomía de Janet, por lo tanto, ya no podríamos hablar de beneficencia en base a
autonomía, pues los estamos pasando a llevar por un mero egoísmo, pues no somos quienes
para decidir cuando y cómo debe vivir Janet, ni ninguna otra persona, aun más, si esta se
encuentra bajo todas sus capacidades mentales para decidir, por lo tanto es un ser de
derechos y no caridad, otra historia, y el dilema sería totalmente diferente si esta persona no
tuviese las capacidades suficientes para decidir por sí misma.
Principio de Autonomía.
Las personas por el hecho de tener conciencia son capaces de tomar decisiones por sí
mismas, sin intervenciones de terceros. Es un derecho de los seres humanos, el poder
establecer sus leyes personales y actuar de manera independiente; sin ningún tipo de
presión para poder llevar a cabo sus ideas, pensamientos o acciones.
Cualquier tipo de decisión, debe ser tomada por alguien competente, es decir, mentalmente
capacitado. En el caso que estamos analizando, resulta complejo definir si la eutanasia era
el método más adecuado para otorgar alivio a esta mujer, y también si su voluntad debía ser
cumplida, pues sus facultades mentales estaban disminuidas tras el avance de la
enfermedad; sin embargo, ésta tenía la convicción de que la muerte sería su única forma de
descansar y lo que le produciría un verdadero bienestar. En una primera instancia debemos
pensar que no se trata de una enfermedad de carácter terminal, pero el progreso de ésta,
haría que la calidad de vida de la mujer se deteriorara a tal punto, que vivir en esas
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condiciones, sencillamente no sería digno. Es aquí donde pensamos en cuándo se muere;
¿cuándo el cuerpo no es capaz de luchar o cuándo la mente deja de funcionar? Ante esta
situación no podemos olvidar que la psiquis, cuerpo y alma no se pueden dividir.
Constituyen un todo, un ser; por ende para catalogar algo como muerto debiésemos pensar
en el deterioro de todos sus constituyentes. En este caso, la mente de Janet está llegando a
su fin, y antes de empeorar aún más su dificultad para razonar y recordar, prefiere partir.
No quiere que su cuerpo se dañe, quiere que su alma descanse en condiciones dignas de su
calidad de “persona”.
Sin embargo, el egoísmo de aferrarnos a una persona, limita nuestra capacidad para
entender y respetar las particulares decisiones que adoptan algunas de ellas. Desde el punto
de vista del profesional de enfermería, esto se contradice con el deber ético que es la
ciencia del cuidado; velar por la integridad de la persona y la conservación de la vida. Si
bien, debemos respetar la autonomía del paciente, realizar actividades de promoción y
prevención, orientar acciones hacia el mantenimiento, recuperación y rehabilitación de la
salud, también es nuestro deber ayudar a que la persona tenga un buen morir. Eso es
justamente lo que se realizó con Janet. Se respetó su decisión por sobre todo lo demás.
¿Hasta qué punto se puede llegar a respetar la autonomía? ¿Es la calidad o riesgo de perder
la vida, una limitación válida para romper el cumplimiento de este principio? ¿Qué
importancia se le da a las creencias personales de los profesionales en el momento de
decidir brindar ayudar o no en la muerte de un paciente que lo ha solicitado? ¿Hasta dónde
puede llegar el profesionalismo de las personas?... Estas son algunas de las interrogantes
que surgen a raíz de estos verdaderos dilemas éticos, en cuyas respuestas aún no hay un
consenso, de allí su carácter de “dilema”.
Principio de justicia.
Este principio consiste en dar y tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de
disminuir las situaciones de desigualdad sean esta del tipo que sean (ideológica, social,
cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad se pretende disminuir el nivel de
desigualdad, aunque en el ámbito de la salud la igualdad entre todas las personas es sólo
una aspiración, por lo que se precisa la obligación de tratar igual a los iguales.
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La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y
de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. Por otra
parte, la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en cuanto
consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las desigualdades.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o
desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada
uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud; pero
también espera que se respete en todo momento su capacidad de decisión frente a las
situaciones que su salud implican.
El paciente tiene el derecho a que se respeten en todo momento las decisiones que toma con
respecto a su salud, para lo cual debe contar en todo momento con el máximo de
información asociada para que las decisiones que tome, sean en conocimiento de los pros y
contra que esta implica. Para lo anterior el paciente debe contar con información veraz,
completa y sencilla, libre de tecnicismos clínicos que dificulten la comprensión de la
información.
Por lo mismo, cuando los principios de Beneficencia y No maleficencia entran en conflicto
en problemas bioéticas, como los casos de Eutanasia, es el principio de Justicia el que entra
en juego, de tal forma que en base a él se determinan las directrices a seguir. Lo anterior,
debido a que el procedimiento para la resolución de los conflictos consiste en postergar
alguno de los principios dando prioridad a otros. Se ha dicho que hay que considerar las
consecuencias de la aplicación de cada uno de los principios en conflicto y decidir de
acuerdo con ello. Dentro de los criterios para la resolución de los conflictos entre
principios, se plantea la necesidad de establecer una jerarquía que defina cual debe tener
prioridad por sobre el resto. Tal jerarquía consta de una premisa ontológica “El hombre es
persona, y en tanto que tal tiene dignidad y no tiene precio” y una premisa axiológica “En
tanto personas, todos los hombres son iguales y merecen igual consideración y respeto”.
Así, en caso de conflicto, los principios de No maleficencia y Justicia tendrán prioridad
sobre los de Autonomía y Beneficencia.
Es por ello, que lo anterior se traduce, en que las obligaciones derivadas de los primeros
pueden ser impuestas, incluso coactivamente a todos los miembros de la sociedad. Los dos
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últimos, en cambio, definen ideales de vida buena, perfección y felicidad que pueden ser
propuestos, pero no impuestos a todos los miembros de la sociedad.
Así es que la legislación en muchos países, incluido el nuestro, se basa en ello; por lo cual
la Eutanasia, es un tema difícil de aceptar y plantear, o más aun legalizar. Más aun cuando
hasta los temas universales avalan el planteamiento anterior, un ejemplo de esto es que
incluso en la Declaración universal sobre Bioética y Derechos Humanos, del 19 de Octubre
de 2005, en su artículo numero 10 queda planteado el respeto al derecho de Igualdad,
Justicia y Equidad.
Por lo tanto, y en conclusión, podemos decir que el principio de Justicia siempre tendrá un
enfoque de privilegiar la vida, aun en contra de la voluntad de la persona que desea hacer
uso de su Autonomía e incluso en pleno uso de sus facultades mentales.
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CONCLUSIÓN.
Sin duda, que la eutanasia es un dilema ético legal que debe ser tratado y abordado desde
un prisma integral y holístico, es decir tomando en cuenta la perspectiva social, cultural,
académica, profesional, familiar y personal tanto del enfermo como del equipo de salud que
abordará el tema.
Por lo tanto, consideramos primordial que existan estas instancias de debate y discusión
sobre temas relevantes y esenciales como es la eutanasia, en donde se interponen,
entremezclan o se superponen muchas veces los valores, principios éticos y morales
individuales con los resquicios legales o con principios bioéticos propios de la profesión.
Consideramos que indagar, analizar y reflexionar respecto a la eutanasia, nos otorgó la
posibilidad de tener un atisbo biopsicosocial de sus implicancias legales, conocer el
concepto de calidad de vida, interiorizarnos en la ética de mínimos, cuáles son los
principios bioéticos respecto al tema, tales como la autonomía, justicia, beneficencia y no
maleficencia.
De esta manera, podremos tener una postura ética y moral al momento de opinar, discernir
o presenciar dicha situación. Y desde luego, debemos considerar que la aceptación o
rechazo de la eutanasia por parte del enfermo o familiares, siempre va a estar asociado a
factores que influyen fuertemente e su decisión como, son la falta de equidad y justicia
socioeconómica, la desigualdad de posibilidades o mejores expectativas de vidas, ya sea
para el manejo de la enfermedad, refiriéndonos específicamente al acceso, oportunidad,
equidad y calidad de la atención de salud, como por ejemplo en el control o manejo del
alivio del dolor.
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