Identidad de la mujer desde la fe crisitana
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La mirada desde la idea del género
El sexo sería la condición biológica.
El genero, o vivencia masculina o femenina, se aprendería.
La mirada desde la idea del género
El sexo se expresaría solo lo corporal y exterior.
El genero, y la orientación sexual serían un aprendizaje cultural.
La mirada desde la idea del género
Podríamos tener un sexo biológico
Y vivir una orientación sexual distinta.
La mirada desde la idea del género
¿Entonces se puede separar lo exterior y corporal de lo interior y afectivo?
¿El cuerpo es independiente del espíritu?
Desde la revelación de nuestra fe sabemos que...
Dios creó al ser humano...
varón y mujer...
ordenandolos el uno al otro...
para acompañarse, ayudarse, complementarse y ser fecundos.
La "humanidad" existe como hombre o mujer.
Y las diferencias corporales y externas,
tienen dimensiones interiores.
El cuerpo hombre tiende hacia fuera, significando características como
conquistar, vencer,
dominar someter.
El cuerpo de la mujer, en cambio, se encuentra configurado hacia el interior y representa
acoger, conservar,
cuidar, guardar,
hacer crecer.
Tal exterioridad del cuerpo del hombre lo hace naturalmente... moverse según las apariencias externas de las cosas.
Esto lo vuelve vulnerable al egoísmo de los sentidos...lo que se traduce en una búsqueda del placer inmediato.
La inclinación a la sensualidad lo hace vincularse con la mujer por sus características físicas...y puede llegar a olvidar a la persona de la mujer para quedarse con su utilidad.
La interioridad de la mujer la dispone... a ser más afectiva, por lo que es más subjetiva en su aproximación a la realidad.
Así es como, al recibir un regalo, por ejemplo, lo más preponderante para ella es la dedicación que este implicó y el hecho mismo de ser regalada.
Esta maternidad revela además que la mujer está orientada hacia el hombre:...ella es madre con la colaboración del hombre.
El hombre, naturalmente configurado para la paternidad, comunica un don
que la mujer recibe y le da la posibilidad de ser madre.
Y ella, a su vez, hace real la paternidad del varón,
que no puede ser padre sin la colaboración de la mujer.
Ordenados pues a complementarse el uno al otro, cada uno aporta al otro la mitad de la existencia y la otra mitad de la visión del mundo.
En la disponibilidad propia de la mujer apreciamos algo esencial de la humanidad:
desde siempre es creatura.
Primero ha recibido...
solo después puede dar.
Desde la mirada de la fe se puede vincular a la mujer con el Espíritu Santo, el Amor infinito entre el Padre y el Hijo Eterno.
Espíritu puede ser llamado el beso de amor del Padre al Hijo y la respuesta de amor del Hijo al Padre.
La mujer puede representar la encarnación humana del amor.
Es el lazo de amor, el vínculo perfecto entre el padre y el hijo.