Historia de La Filosofia Medieval
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HISTORIA DE LA FILOSOFA MEDIEVAL
F. CANALS VIDAL
CAPTULO SPTIMO
LA ESCOLSTICA ARISTOTLICA DE SANTO TOMAS
I. LA ANTIGUA ESCOLSTICA ENTRE LOS PRIMEROS
DOMINICOS
El hecho capital del siglo XIII es la integracin del
aristotelismo en la sntesis escolstica. El significado doctrinal y la
trascendencia histrica de la obra de los grandes telogos dominicos
san Alberto Magno y santo Toms de Aquino, que sumieron la
filosofa de Aristteles al servicio de la doctrina grada, han de ser
comprendidos desde el enfrentamiento en que un aristotelismo
intransigente, que se profesaba autntico y se inspiraba sobre todo
en las interpretaciones de Averroes, se situaba no slo al margen del
lenguaje tradicional sino en contra de la concepcin cristiana del
mundo y de la vida.
Las prohibiciones del estudio de Aristteles no frenaron en la
facultad de artes de Pars el entusiasmo por las nuevas doctrinas, en
las que el profesionalismo de los maestros de la facultad de artes
encontraba por primera vez desde haca siglos un sistema completo
de filosofa real, apoyado en principios y referido a autoridades
distintas de las que servan de base al trabajo de los telogos. Surge
as la primera filosofa separada desde la constitucin de la
filosofa cristiana de san Agustn.
Con respecto a este hecho toman su sentido no slo el
recelo de la antigua escolstica y su reafirmacin polmica que la
consolida y la configura como agustinismo, sino tambien la tarea
de construccin de la sntesis teolgico-filosfica de la escolstica
aristotlica.
Incluso los ms moderados de entre los representantes de la
corriente antigua, que incorporan a su pensamiento algunas ideas de
las nuevas doctrinas, ven la incompatibilidad entre el
averrosmo y la fe cristiana como algo que hay que atribuir al
propio Aristteles. Combaten as al aristotelismo en nombre de la
teologa tradicional. Los escolsticos aristotlicos vern, por el
contrario, el averrosmo como una deformacin del pensamiento
del Filsofo, y combatirn sus errores no slo en nombre de la fe,
sino tambin con los instrumentos de lo que entienden ser el
aristotelismo autntico.
Esto explica que el combate contra el aristotelismo lleva a
los antiguos a condenar como heterodoxas incluso algunas tesis de
santo Toms de Aquino, mientras que para san Alberto Magno y
para santo Toms la polmica antiaverrosta tiene la doble funcin
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de combatir el error y de vindicar la ortodoxia de su propia empresa
doctrinal.
La actitud de la orden de predicadores ante los estudios
sagrados est condicionada por su vocacin. El apostolado
dominicano tiene su intento central en la predicacin y enseanza de
la verdad, y para la defensa de la misma contra los errores y para su
difusin entre los infieles la ciencia sagrada fue elemento intrnseco
para una institucin que se ha caracterizado a veces como orden
de doctores.
La empresa de integracin del pensamiento aristotlico en la
sntesis filosfica y teolgica fue ciertamente posibilitada e incluso ha
de verse como ntimamente motivada por aqul espritu de la orden
de predicadores. Pero la empresa hubo de realizarse con esfuerzo,
incluso frente a resistencias surgidas en el propio ambiente. Con
anterioridad a la obra de los dos grandes doctores, los primeros
autores dominicos se haban movido en efecto en la lnea de la
antigua escolstica, incluso con un exclusivismo que, en nombre de
la teologa y reaccionando contra los peligros que se sentan
provenir del campo de la nueva filosofa, quera mantener la ciencia
sagrada incontaminada frente a las nuevas doctrinas.
Entre estos telogos que quieren excluir la filosofa de la
ciencia sagrada podemos citar a Juan de san Egidio, Hugo de
Sancher y Rolando de Cremona. Pedro de Tarantasia, que ocup la
ctedra de Pars a partir de 1259 y fue ms tarde arzobispo de Lyn
y papa con el nombre de Inocencio v, an sin una hostilidad temtica
a la corriente albertino-tomista, mantiene las posiciones antiguas en
la impugnacin de la posibilidad de la creacin ab aerterno, e incluso
parece aceptar el hilemorfismo universal de Avicebrn.
Esta corriente de antigua escolstica en la orden de Pre-
dicadores se prolonga en figuras como Roberto de Kilwardby, obispo
de Oxford, ardiente adversario del tomismo y que tuvo un papel
decisivo en la consolidacin del agustinismo.
La obra de san Alberto Magno (1206-1280)
Alberto de Bollstadt, primognito de los condes de este ttulo,
naci en Lauingen. Despus de estudiar en Padua las artes
liberales, con excepcional atencin al quadrivium, ingres en la
orden de santo Domingo. Entre 1228 y 1245 fue maestro en Colonia,
Hildesheim, Friburgo de Brisgovia, Ratisbona, Estrasburgo y de
nuevo en Colonia, en donde cre el Estudio General de la orden y en
donde tuvo por discpulo a Toms de Aquino. Graduado de maestro
en teologa, la profes en Pars en el Colegio de Santiago.
Durante su magisterio en Pars inici una amplsima obra
enciclopdica, que complet a lo largo de su vida. San Alberto fue un
extraordinario hombre de accin y de gobierno. Provincial de su
orden y despus obispo de Ratisbona ejerci diversas legaciones.
Su actividad se extendi a mltiples pases e instituciones y su
biografa nos presenta la figura de un hombre influyente y de fuerte
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originalidad.
Sus obras escritas constituyen el cuerpo doctrinal ms
amplio creado durante la edad media, que en la edicin Vives abarca
38 volmenes. Los tratados filosficos abarcan los 12 primeros
volmenes de esta edicin; escribi parfrasis o comentarios sobre
la casi totalidad de los libros aristotlicos, y tratados originales como
De untate intellectus c. Averroistas, De causis et processus
universitatis, Sumira philosophiae naturalis.
Sus obras teolgicas, en las que se concede el gran
desarrollo a los temas metafsicos, noticos y de filosofa natural,
son principalmente la Summa de creaturis y el Comentario a las
Sentencias de Pedro Lombardo. Su labor de comentarista de
amplsima erudicin abarca los aristotlicos rabes y judos y los
santos padres, en especial san Agustn y el pseudo Dionisio
Areopagita.
Alberto Magno mezcla su propio pensamiento en el comen-
tario y en la parfrasis, y aprovecha toda la herencia doctrinal en su
obra sistemtica. Es enciclopdico ms que coherente y sistemtico.
La trascendencia de su obra, de inmenso prestigio entre sus
contemporneos, ha sido definitiva en la historia del pensamiento
cristiano, sobre todo por haber trazado el camino y reunido los
materiales para la integracin del aristotelismo al servicio de ste. Se
conexiona intrnsecamente con esta distincin entre el orden del
saber racional y filosfico y el orden de la teologa sobrenatural o de
la fe.
En san Alberto Magno parece haberse llegado por primera
vez a la conciencia clara de la imposibilidad de hallar argumentos
racionales estrictamente demostrativos de los misterios revelados.
La Trinidad deja de ser algo investigado por razones necesarias, y la
contemplacin del vestigio y de la imagen de la Trinidad en el mundo
y en la mente es tambin una temtica entendida como teolgica, y
por lo mismo ya no tratada en un contexto unitario de filosofa
cristiana. Alberto Magno es un telogo que tiene .como tal el
cuidado de no pretender demostrar por la razn lo que se apoya en
la fe sobrenatural.
En cuanto la utilizacin del argumento de autoridad en la
ciencia, entiende que mientras los santos padres han de ser
utilizados por el telogo para ilustracin de su conocimiento de la
doctrina revelada y transmitida en la Iglesia, no han de ser
preferidos, en el campo de la fsica y aun de la filosofa a Aristteles
o a los filsofos que hayan enseado verdades de orden natural.
San Alberto Magno incorpora definitivamente el aristotelismo
en el orden del conocimiento, y no slo profesa sino que tiene
vitalmente conciencia de que en cuanto al conocimiento de las cosas
sensibles slo la experiencia tiene valor de punto de partida de la
demostracin y de la ciencia. Su antropologa es por lo mismo
aristotlica, y afirma el carcter del alma racional como forma nica
del compuesto humano. Su pensamiento es todava vacilante por
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cuanto no expresa claramente que sea el alma la constitutiva de la
corporeidad del cuerpo humano, aun sin afirmar propiamente que se
d una forma de corporeidad distinta del alma racional.
Su hilemorfismo aparece tambin entreverado con la
doctrina tradicional de las rationes seminales, y con la afirmacin de
que las substancias compuestas mantienen en ellas las formas y
cualidades de los elementos o cuerpos simples.
Combate la eternidad de la materia e incluso parece re-
chazar la posibilidad de la creacin ab aeterno. Pero no aparece
claro en esto su pensamiento, ya que en algunos momentos parece
considerar, no slo la temporalidad de la creacin, sino la creacin
misma del mundo, como una verdad teolgica fundada en la fe y no
demostrable por la razn natural. Su pensamiento sobre las pruebas
de la existencia de Dios es eclctico y poco preciso. A pesar de su
insistencia en el origen sensible de nuestros conceptos metafsicos,
y de la consiguiente necesidad de un ascenso a partir del mundo
sensible, acepta en algn momento la validez de la prueba de san
Anselmo.
Alberto Magno sistematiz la doctrina que vino a ser clsica
sobre los conceptos ontolgicos trascendentales. El tema de la
distincin entre la esencia y el ser se mueve todava en la
terminologa y concepcin de Boecio aunque aparezca tambin
influido por Avicena. Parece en todo caso muy problemtico que
pueda hallarse en Alberto Magno la concepcin que fue propia de
santo Toms sobre el ser como acto del ente. Su ontologa, que
contiene tambin muchos elementos neoplatnicos heredados
especialmente del pseudo Dionisio Areopagita, tal vez podra
caracterizarse, a pesar de su complejidad, como movindose en una
lnea de pensamiento esencialista. Esto se revela especialmente
en su definicin metafsica do Dios, que ms que moverse en la idea
del acto puro, se mueve en la lnea de la infinidad de la esencia con
presupuestos de ontologismo platonizante.
A pesar de que el resultado ms significativo de la obra de
Alberto Magno es el haber abierto el camino preparando la tarea de
su discpulo Toms de Aquino, sera un error de perspectiva
contemplarlo slo desde este punto de vista. Otras vas podan
seguirse a partir de la obra de Alberto Magno, que fueron de hecho
realizadas en la mstica especulativa de Eckhart. Tan opuesta en
orientacin y en espritu a la del aquinatense. En todo caso la
responsabilidad y el mrito de la sntesis de santo Toms no podran
diluirse o confundirse en la de su genial maestro Alberto de Colonia.
II. Santo Toms de Aquino (1225-1274)
Naci en el castillo de Roccasecca, de familia noble en la
que por lnea materna heredaba la sangre de los normandos
establecidos en el reino de Npoles. Educado en la abada de
Montecasino, despus de cursar en Npoles las artes liberales,
ingres en 1244 en la orden de Predicadores. Tuvo que vencer la
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oposicin de su familia, explicable por el hecho del prestigio e
influencia escasos de la nueva orden mendicante.
Estudi en Pars y en Colonia con Alberto Magno. Entre
1252 y 1255 es bachiller o lector en Pars, en donde se grada
como maestro en 1256. Por intervencin pontificia fue, con san
Buenaventura, promovido a la ctedra de teologa establecida en la
Universidad, despus de la querella de los seculares contra las
rdenes mendicantes. Entre 1259 y 1268 sigue a la corte pontificia
en Anagni, Orvieto, Roma y Viterbo. Su segundo perodo de
magisterio en Pars se desenvuelve entre 1269 y 1272, fecha en que
se traslada a la universidad de Npoles. Cuando se diriga por
mandato pontificio al II concilio de Lyn muere en la abada
cisterciense de Fossa Nova el 7 de marzo de 1274.
A la poca de su primera estancia en Pars como lector
pertenece su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo,
adems de algunas obras de exgesis bblica. Ya maestro, a partir
de 1256, redacta el libro I de la Summa contra Gentiles, los
Comentarios a as obras de Boecio y las cuestiones disputadas De
Veritate.
A su perodo de estancia en Italia, en que se le asocian
Guillermo de Moerbeke, el traductor de Aristteles, y su amanuense
Reginaldo de Piperno, corresponden los Comentarios a Aristteles
sobre la Metafsica, el De Anima, etc.; termina tambin la Summa
contra Gentiles y escribe la primera parte de la Summa Theologica.
Tambin pertenecen a este tiempo sus lecturas sobre san Pablo y
la Catena urea sobre los cuatro Evangelios. Redacta las cuestiones
disputadas De Potentia Dei, De Anima, De spiritualibus creaturis.
Algunos Quodlibeta pertenecen tambin a esta poca.
En su segundo perodo de magisterio en Pars, 1269-1272,
escribe los Comentarios a las obras lgicas y fsicas de Aristteles, y
la segunda parte de la Summa Theologica. A sus ltimos aos de
Npoles corresponde la tercera parte de la Summa (que qued
incompleta) y profes en la universidad la lectura sobre los
salmos, mientras redactaba nuevamente la exposicin sobre las
epstolas de san Pablo, que qued tambin incompleta por su
muerte.
Sus opsculos, entre los que destaca por su importancia
filosfica el De ente et essentia, escrito en Pars hacia 1255, y los de
tipo polmico, suscitados por las disputas averrostas, completan el
elenco de sus obras escolsticas. Hay que subrayar que la
orientacin general de su vida y su obra es no slo la de un telogo,
sino que se orienta progresivamente hacia las tareas de teologa
positiva y de exgesis bblica, en la que sus exposiciones sobre Job
(escrita tal vez en Pars hacia 1271 o en Npoles en los ltimos aos
de su vida) y sobre la epstola a los Romanos son obras maestras,
que han de considerarse entre las ms caractersticas y reveladoras
de su autntica fisonoma.
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Teologa y filosofa
Puesto que la gracia no destruye a la naturaleza sino que la
perfecciona, es necesario que la razn natural sirva a la fe (ST I q.
1, a. 8, ad 2).
Este principio, una de las ideas directivas de la obra del
telogo santo Toms de Aquino, da razn de que, siguiendo a su
maestro san Alberto Magno, insistiese en la definicin precisa, y en
su distincin respecto de la doctrina sagrada, de las disciplinas
filosficas.
Hay un doble orden de verdades cognoscibles por el
hombre, incluso sobre las cosas divinas. Mientras la inteligencia
de la fe en la tradicin de la sabidura cristiana de san Agustn
haba buscado la comprensin de que Dios existe como la de una
verdad creda, para proseguir en la bsqueda de razones
necesarias sobre la Trinidad y la encarnacin del Verbo, para santo
Toms que Dios existe, y otras cosas de este gnero, que pueden
ser conocidas por la razn natural sobre Dios, no son artculos de la
fe, sino prembulos para los artculos.
Y lo razona a partir de aquel principio capital: pues la fe
presupone el conocimiento natural, as como la gracia presupone la
naturaleza y toda perfeccin presupone lo que es perfectible (ST I
q. 2, a. 2, ad 2).
La racionalidad del hombre, entendida como su aptitud para
traspasar con su conocimiento metafsico el ente mundano y
ascender a Dios como su causa primera, es para santo Toms la
potencia obediencial de la naturaleza humana en la lnea
cognoscitiva, en orden a la elevacin por la fe y la gracia.
Sobre estos supuestos se fundamenta la distincin de
objeto, principios y mtodo entre la teologa y la filosofa. Mientras en
la doctrina sagrada el objeto es Dios mismo segn que se revela, y
por ser los principios de la misma las verdades credas por la fe
procede por va de autoridad divina y subsume y utiliza bajo ella la
argumentacin racional, el conocimiento filosfico se apoya en los
principios connaturales del conocimiento humano, y de tal modo
razona apoyado en ellos que en este orden el argumento que se
apoya en la autoridad es el ms dbil de todos (ST I, q. 1, a. 8, ad
2).
La racionalidad de la filosofa, que la especifica frente a la
doctrina sagrada, es asumida en la perspectiva total de su sntesis
teolgico filosfica tambin como una salvaguardia de la
trascendencia del misterio revelado: la doctrina sagrada al utilizar la
razn humana no lo hace ciertamente para demostrar la fe, con lo
que se excluira el mrito de la misma (ibid.) Hereda de su maestro
Alberto Magno la preocupacin por no admitir en ningn orden como
demostrativas argumentaciones aparentes o meramente probables,
que podran dar lugar a que pensasen los infieles que se apoya
nuestra fe en tan dbiles razones y no ms bien en la enseanza
solidsima de Dios
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(II CG c. 38).
Para no desenfocar histricamente la comprensin del
pensamiento de santo Toms, no hay que olvidar que en su obra el
ms importante material de tipo filosfico pertenece a tratados
teolgicos en los que se integra y sistematiza en una sntesis regida
por los principios revelados. Tampoco hay que olvidar la insuficiencia
tctica de las disciplinas filosficas en orden a la perfeccin y
felicidad del hombre, a la que se ordenan como a fin todas las artes
y ciencias humanas.
Y esto no slo por la necesidad de la doctrina revelada en
orden al fin ltimo a que est destinado, sino por la impotencia y
deficiencia efecto de la herida del pecado. Sin la revelacin
permanecera la humanidad en las mximas tinieblas de la
ignorancia (i CG c. 3). Y llega a afirmar la necesidad del
conocimiento del misterio trinitario por la fe para que el hombre
sienta rectamente sobre la libertad y la no indigencia de la creacin
del mundo por Dios (ST I, q. 32, a. 1, ad 3)
La filosofa y sus partes
El concepto de filosofa es en santo Toms plenamente
aristotlico. La divisin en racional, natural o real, y moral, toma el
sentido que haba tenido en las escuelas aristotlicas, en las que la
lgica o filosofa racional tena el carcter de organon o instrumento
del saber, quedando como tema de la metafsica la pregunta sobre la
verdad del conocimiento humano. El significado agustiniano de la
divisin, mantenido vigente durante siglos, queda desplazado junto
con el concepto unitario e indistinto de filosofa cristiana.
En los comentarios a la tica a Nicmaco hallamos
distinguido un cudruple orden a considerar por la razn humana: el
que la propia razn forma en su acto, y que es el objeto de la lgica
en cuanto ciencia especulativa, conexa pero distinta con la lgica
como arte; el que la razn contempla en la naturaleza de las cosas,
como siendo en ellas y no como debiendo ser obrado o efectuado
por el hombre: objeto de la filosofa natural en un sentido amplio
que abarca tambin la metafsica; el orden que la razn causa en el
obrar libre del hombre que debe ser ordenado al fin de la vida
humana en cuanto tal, objeto de la filosofa moral o tica distinta
del ejercicio prctico del entendimiento en que consiste la prudencia
; y ltimamente el orden que la razn humana causa en los efectos
de las operaciones humanas producido segn las artes
mecnicas.
La consideracin especulativa del orden que la razn con-
templa y no causa o produce se distingue a su vez segn los tres
modos de abstraccin sealados por Aristteles en las tres ciencias:
fsica o filosofa natural en sentido estricto, matemtica y teologa
o metafsica teologa filosfica estrictamente sinnima, como
veremos, del saber metafsico.
En este horizonte aristotlico los nombres de filosofa
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primera, metafsica y teologa santo Toms emplea con la mxima
frecuencia el trmino doctrina sagrada para significar la teologa
sobrenatural designan la misma ciencia, que es la sabidura
suprema de orden racional. Su sujeto nico es el ens commune,
es decir, el ente comn a todas las categoras que dividen el
contenido de la experiencia humana. Dios no es sujeto de la
filosofa primera o teologa, que es llamada as porque compete a
ella la consideracin de Dios en cuanto causa primera del ente
comn, sin caer en el horizonte objetivo del conocimiento racional
(cf. prlogo al Comentario a la Metafsica).
Ni el ente comn significa en santo Toms el ente en
general objeto de una supuesta ontologa a modo de metafsica
general, ni Dios es objeto propio de un tratado de metafsica
especial, sino slo conocido desde el punto de vista del objeto formal
de la ciencia del ente en cuanto ente como causa primera de aquel
nico sujeto que es el ente comn. Entre la filosofa de la
naturaleza, que abarca tambin en su contenido el alma humana, y
la ciencia del ente en cuanto ente hay una coincidencia de objeto
material y una diversidad de objeto formal fundada en el distinto
grado da abstraccin. Por lo mismo tampoco hay para santo Toms
una cosmologa y una psicologa racional a modo de
metafsicas especiales sobre esta doble regin del ente finito.
La confusin contempornea sobre este punto, que es efecto
del predominio en el uso acadmico de esquemas neoescolsticos
dominados por la sistematizacin wolfiana que parte de supuestos
totalmente opuestos a los de santo Toms de Aquino hacen
necesario subrayar algo que es histricamente obvio.
No hay metafsicas especiales en santo Toms. A la ciencia
del ente en cuanto ente le compete tratar de todos y cada uno de los
entes en cuanto entes, pero no descender a la consideracin de
ningn objeto determinado desde su propio concepto especfico o
genrico. Las categoras ontolgicas y los grados de entidad son
divisiones del ente en cuanto tal y no gneros supremos
precisamente abstrados de los contenidos conceptuales
naturales.
Tampoco puede hallarse en la sistematizacin tomista
originaria lugar para una gnoseologa o epistemologa como
disciplina filosfica independiente. La filosofa primera considera la
verdad universal de los entes, y por esto pertenece al meta-fsico
considerar cmo se comporta el hombre en orden al conocimiento de
la verdad (Comentario a la Metafsica l. II 1,273).
La tica que santo Toms trata en el comentario a la tica a
Nicmaco de Aristteles y asume al servicio de la teologa en la
segunda parte de la Summa, se divide en las tres partes clsicas de
tica individual, familiar o domstica y poltica. Santo Toms no
despliega el sistema de las llamadas artes mecnicas, ni realiza un
estudio especulativo sobre la funcin factiva o artstico-tcnica del
entendimiento, cuya virtud propia es el arte. Pero la doctrina
expuesta en el comentario a Aristteles deja abierto el tema de la
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contemplacin terica de los productos de la cultura humana.
Tampoco desarrolla una reflexin terica sobre la funcin
factiva de la lgica como arte. En cuanto ciencia especulativa la
lgica fue tratada en forma de comentario a los segundos analticos
de Aristteles en forma de teora de la demostracin.
El aristotelismo en la sntesis de santo Toms
Se ha entendido a veces la recepcin de la filosofa
aristotlica realizada por san Alberto Magno y santo Toms de
Aquino como una revolucin intelectual realizada frente a la tradicin
agustiniana y platnica de la teologa anterior. Los grandes doctores
habran depurado el aristotelismo para hacerlo compatible con la
visin cristiana del mundo, enfrentndose audazmente a aquella
tradicin y optando por la actitud innovadora. Se ha dicho incluso
que santo Toms no intent optar propiamente por la filosofa
aristotlica sino que su actitud profunda no era sino una opcin por
la cultura humana.
Para acercarse sin prejuicios contemporneos a una com-
prensin autntica del sentido que tuvo para santo Toms la
incorporacin del aristotelismo ser tal vez oportuno atender a
algunos aspectos de su doctrina en los que se expresa inequvo-
camente la conciencia que l mismo tena del sentido de su tarea.
Santo Toms no es desde luego un aristotlico exclusivo. No
slo es profundamente agustiniano en el terreno de la teologa, sino
que el ncleo del platonismo cristiano de san Agustn, es decir el
ejemplarismo por cuya ausencia denunciaba san Buenaventura las
tinieblas del aristotelismo es asumido por Santo Toms.
Igualmente, la metafsica trinitaria del espritu y la ontologa del
bien, en su doble nivel de participacin como vestigio e imagen,
mantienen en la sntesis de santo Toms su lugar central.
Incluso el elemento platnico de su metafsica se enriquece
con los temas, tomados del pseudo Dionisio, de la, naturaleza
difusiva del bien y de la teora de la escala de la perfeccin del ente
en su triple nivel de ser, vida e inteligencia.
Pero al asumir el aristotelismo no lo hace ni con actitud
eclctica ni como arrastrado por la presin del ambiente. Como su
maestro Alberto Magno lo acepta con la conciencia de incorporar la
filosofa, a la que interesa no lo que los hombres han dicho sino
cul sea la verdad de las cosas. Depura la doctrina de Aristteles de
los puntos que tiende a considerar como contaminaciones de los
comentaristas, pero en todo caso la compatibilidad del aristotelismo
con una correcta doctrina teolgica no es para santo Toms sino la
armona de la verdad revelada con la verdad racionalmente
cognoscible.
Consciente de la suspicacia que despierta tal actitud entre
los representantes de la antigua escolstica, su pensamiento se
expresa con irona velada y sutil al observar la necesidad de que el
platonismo fuese recibido con precauciones para evitar la
corrupcin de la fe cristiana. Sus palabras vienen a contratacar con
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oportunidad a los adversarios escandalizados de la contaminacin
filosfica de lo sagrado al recordar cunta filosofa, y no fcilmente
asimilable, estaba ya presente desde siglos en la tradicin de la
doctrina sagrada.
Como dice Agustn en De doctrina christiana 2, c.40, los
llamados filsofos, si tal vez dijeron algo verdadero y acomodado a
nuestra fe, tiene que ser vindicado de ellos como de posesores
injustos para tomarlo para nuestro uso. Pues tienen las doctrinas de
os gentiles ficciones simuladas y supersticiosas, que deben ser
evitadas por cada uno de nosotros al salir de la sociedad de los
gentiles y por esto Agustn, que haba sido imbuido en las doctrinas
de los platnicos, si algo encuentra en lo que dicen acomodado a la
fe, lo tom, y lo que encontr opuesto a nuestra fe, lo cambi en
mejor (ST I, q. 84 a. 5 c....). Santo Toms observa expresamente
que parece contraria a la fe la subsistencia de las formas de las
cosas fuera de las cosas mismas, para atribuir a san Agustn una
rectificacin en su ejemplarismo con respecto al ideal realismo
platnico.
Y en dilogo con la doctrina de la iluminacin agustiniana
dice: Agustn, que sigui a Platn cuanto lo soportaba la fe
catlica (De Spirit. creat. q. 1, a. 10, ad 8). Introduce as una
presentacin de la doctrina de Aristteles sobre el conocimiento
como ms acorde con la realidad y ms fcilmente armonizable con
la fe cristiana.
Si la idea central de santo Toms como telogo es la
afirmacin de la dignidad de la naturaleza entendida como una
exigencia de la gracia es una lnea de pensamiento caracterstica
en l el que el desprecio hacia lo inferior en algn orden minimiza la
perfeccin de lo superior, hay que reconocer como una implicacin
circular entre aquella actitud teolgica y la recepcin del
aristotelismo.
Acepta la filosofa porque el hombre es racional, pero a la
vez la consistencia que el realismo aristotlico permite reconocer al
hombre en su unidad con el mundo sensible contribuye a librar al
pensamiento cristiano de algunas tentaciones seculares. La antigua
tradicin vea a veces el conocimiento sensible, y no ya slo la
tendencia a cerrarse el hombre en lo material, como un efecto del
pecado, y pareca atribuir al hombre en estado de inocencia la
aptitud para la contemplacin de la misma vida divina; en santo
Toms no puede ya confundirse la corporeidad del hombre con la
cada, ni por lo mismo cabe el riesgo de suplantar el espritu
entendido en su contraposicin bblica a la letra o a la carne
por el mundo inteligible platnico.
Es congruente con el propio contenido de su sntesis
filosfica acercarse a la comprensin de la misma partiendo de su
Fsica o filosofa de la naturaleza. No slo en lo inmediato el
conocimiento sensible precede al intelectual, sino que en el plano
especulativo nicamente se accede a la abstraccin metafsica
traspasando el horizonte abstractivo propio del conocimiento natural.
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En sus comentarios a las obras de Aristteles y en sus obras
sistemticas hallamos siempre una filosofa de la naturaleza
ntegramente aristotlica. La negacin del movimiento es para l una
posicin extraa a la filosofa, destructiva de toda posibilidad de
un conocimiento sobre las cosas naturales.
El movimiento, entendido en las cuatro lneas clsicas, es
acto del ente en potencia en cuanto tal. La doctrina de las potencias
o capacidades y de los actos o energeia en las lneas operativas y
del sujeto o materia y la forma o entelekheia en la lnea de la
consistencia estable de lo substantivo, es recibida y asa a ser central
en la interpretacin de la realidad del universo sensible.
El hilemorfismo explica los caracteres de las cosas
sensibles, que son singulares pero intrnsecamente constituidas en
su entidad compuesta de materia y forma, de tal manera que al
entender su naturaleza o esencia queda fuera de su concepto lo
individuante y singular, afectado por las condiciones de
cuantificacin de la materia concreta. Si bien lo singular es percibido
sensiblemente, al ser entendido tenemos ya lo universal.
No se trata de que este principio fisiolgico fundamente el
realismo moderado de santo Toms; podra decirse que se da
ms bien una implicacin circular entre la estructura hilemrfica de lo
fsico y sensible y la relacin gnoseolgica entre la percepcin de lo
individual y la inteleccin de lo universal en las cosas materiales.
Las esencias de las cosas no son otra cosa que las cosas
mismas, a no ser accidentalmente, lo que ocurre en todo lo que tiene
forma recibida en la materia porque se da en tales cosas algo
extrnseco a sus principios especficos (In III De Anima, lect 8, n.
705-6). En todo lo material las condiciones accidentales de la
materia determinan y conmensuran los principios intrnsecos de su
esencia (cf. Quodlibet 2, q. 2, a. 4, ad 1, ad 2).
La autenticidad aristotlica del hilemorfismo de santo Tomas
se muestra en su comprensin del carcter puramente potencial de
la materia como sujeto de la forma substancial, y en la natualeza de
la potencia en cuanto tal como un trmino medio entre el no ente y
el ente en acto (cf. Comentario a la Fsica, 1. ni, 7). En
consecuencia carecen de sentido en este contexto las cuestiones
sobre la posibilidad de un acto entitativo de la materia, y
correlativamente cualquier pluralidad de formas. Lo compuesto de
materia y forma es ya en s un ente y no puede admitir en la misma
lnea categorial una nueva determinacin formal, sino slo la
inherencia de formas accidentales.
Por esto la escolstica tomista haba de quedar enfrentada
en estos puntos a la escuela franciscana y al agustinismo, y ser
combatida por la afirmacin, inevitable y central en la sntesis del
Anglico, de la estructura hilemrfica del hombre.
Se abandona tambin por santo Toms la doctrina de las ra-
llones seminales; a pesar de la posibilidad reconocida de cierto
modo de generacin equvoca en virtud de causas superiores como
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la virtud del sol, la cosmologa aristotlica de santo Toms viene a
tomar una fisonoma ms fijista por causa de su empeo en
mantener la consistencia y carcter intrnseco de las actividades de
las causas naturales.
El hombre y su unidad substancial
Si alguien quiere sostener que el alma intelectiva no es la
forma del cuerpo, es necesario que encuentre el modo de afirmar
cmo esta accin que es el entender puede ser la accin de este
hombre. Pues experimenta cada uno que es l mismo quien
entiende (ST I, q. 76, a. 1, c.). La estructura hilemrfica del
individuo humano, coherente con la filosofa aristotlica de la
naturaleza y exigida por el reconocimiento de que el hombre forma
parte del universo de las cosas sensibles, es afirmada por santo
Toms sobre fundamentos tomados de la experiencia que cada
hombre tiene de la identidad y unidad de s mismo como sujeto de
conocimiento sensitivo e intelectual.
Habra que optar entre atribuir la inteleccin a cada hombre
individual segn todo lo que hay en su naturaleza diciendo que
Scrates entiende segn todo s mismo, como sostuvo Platn
diciendo que el alma intelectiva es el hombre, o bien se hace
necesario decir que el entendimiento es parte de Scrates. Lo
primero no puede sostenerse porque el mismo e idntico hombre es
el que percibe, entiende y siente. Pero el sentir no es sin cuerpo.
Por lo que el cuerpo tiene que ser parte del hombre. Resta pues que
el entendimiento, con el que Scrates entiende, es una parte de
Scrates, de modo que el entendimiento est de algn modo unido
al cuerpo (ibid.).
Es innecesario recordar que santo Toms no vacila nunca en
el reconocimiento de la espiritualidad y de la inmortalidad personal
del alma del hombre. Lo que se discuti por sus adversarios, hasta el
punto de incluir el hilemorfismo antropolgico entre las tesis
condenadas simultneamente con el aristotelismo averrosta, es la
coherencia del espiritualismo y personalismo cristiano con una
doctrina que pareca atribuir a las condiciones materiales la
individuacin y por lo mismo la personalidad de cada hombre
singular.
Puesto que toda multiplicidad numrica se funda en el ca-
rcter material y cuantificado de los caracteres individuantes, santo
Toms tuvo que afirmar que no se daba nmero, por no darse
pluralidad intraespecfica, en el mundo de las substancias separadas
o espritus creados. Cada uno de los ngeles tiene en s identificada
su individualidad con su naturaleza especfica, lo que equivale a
decir que la naturaleza individual agota la especie. Todo lo que sea
otro individualmente ser tambin otro y diverso especficamente.
No hay que pensar que lo espiritual en cuanto tal reciba de la
accidentalidad material su carcter de personalidad y subsistencia.
Si nuestras almas hubiesen sido creadas fuera del cuerpo dice
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san Toms con un evidente sentido de argumento polmico sera
necesario que cada una de ellas difiriese de las otras
especficamente (cf. De Anima q. un. ad I y II).
La afirmacin de que el alma intelectiva es forma del cuerpo
es precisamente para santo Toms el nico camino coherente para
afirmar el carcter espiritual y personal de unos entes, cada uno de
los hombres individuales, evidentemente computables segn nmero
y poseedores de una misma naturaleza especifica. De otro modo no
hubiera podido dar razn de la comunidad de linaje y de su
propagacin; la naturaleza y la vida del hombre quedaran
escindidas de su subsistencia personal.
El conocimiento humano
Si el hombre no es un espritu unido a lo corpreo sino un
compuesto hilemrfico su entendimiento no tiene en los sentidos,
constitutivamente, un obstculo para el conocimiento de la verdad, ni
puede atribuirse a pecaminosidad y cada que el alma intelectiva
humana tenga su mirada constitutivamente dirigida a las imgenes
sensibles.
Con el hilemorfismo antropolgico es coherente la tesis de
que el entendimiento humano est en potencia en orden al co-
nocimiento de las naturalezas de las cosas, y que el inicio y origen
de su informacin est en lo sensible.
La potencia cognoscitiva se proporciona a lo cognoscible.
El entendimiento del ngel, totalmente separado de lo corpreo,
tiene su objeto propio en la substancia inteligible separada del
cuerpo; y por tales inteligibles conoce lo material. Pero el
entendimiento humano que est unido al cuerpo tiene como propio
objeto la quiddidad o naturaleza existente en la materia corporal; y
por tales naturalezas de las cosas visibles alcanza incluso a algn
conocimiento de las cosas invisibles (ST I, q. 84, a. 7, c.).
La doctrina de los sentidos externos y de sus objetos pro-
pios, comunes y per accidens, e internos, con precisa afirmacin de
la funcin mediadora de la cogitativa y del carcter del sensus
communis de raz y principio incluso de los sentidos externos (cf. ST
t, q. 78 a. 4 ad 1) se recibe fielmente de Aristteles, lo que posibilita
tambin la afirmacin plena de la gnesis de los objetos inteligibles
universales por abstraccin sobre las imgenes y en virtud de la luz
del entendimiento agente.
Nuestro entendimiento, en cuanto es potencial, carece total-
mente de formas y, comparable a lo que es la materia prima en el
gnero de lo sensible, est destinado a ser constituido en acto por la
recepcin de las formas o especies inteligibles a partir de la
presencia en la conciencia de las imgenes que representan
aquellas naturalezas determinadas, que existen en acto en las cosas
pero de un modo extrnseco al orden inteligible en razn de su
materialidad.
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Con respecto a ellas la mente humana se comporta tambin
como el acto a la potencia en cuanto la mente misma es inteligible
en acto, y segn esto le compete el entendimiento agente que hace
los inteligibles en acto (De Veritate, q. 10 a. 6. c.).
La doctrina del entendimiento agente centra el dilogo en
que se mueve el pensamiento de santo Toms, encarado a la
interpretacin averrosta a la vez que en contraste con el
iluminismo agustiniano.
Si el alma tiene virtud activa para formar en s las especies
inteligibles que la actan es porque su naturaleza espiritual la
constituye en el orden de lo inteligible. El entendimiento posible y el
entendimiento agente son la potencialidad y la actualidad del alma
misma respecto de los inteligibles, que recibe de las imgenes en
cuanto a su especificacin y a los que constituye en acto respecto a
ser de inteligibles: el entendimiento humano est o totalmente en
potencia con respecto de los inteligibles, como entendimiento
posible; o es el acto de los inteligibles abstrados de las imgenes,
como entendimiento agente (ST I. q. 87, a. 1, ad 2).
La naturaleza universal de los inteligibles abstrados de las
cosas materiales no lleva a santo Toms a reconocer una
incompatibilidad entre el carcter individual del alma humana y la
pertenencia a ella, en su misma singularidad, del entendimiento
agente y posible.
Su oposicin radical a los monismos intelectuales del
aristotelismo rabe se revela esplndidamente en este punto: la
universalidad de lo que el hombre entiende de las cosas materiales
radica en la espiritualidad de la misma alma, que es inteligible por
ser espiritual. El sujeto cognoscente, lejos de sumergirse o diluirse
en un objeto abstracto, slo halla el fundamento de la unidad
inteligible en la individual inteligibilidad del espritu. A la objecin
segn la cual habra que deducir de la unin del alma intelectiva al
cuerpo a modo de forma su incapacidad para la recepcin de
inteligibles universales, santo Toms responde: el alma humana es
una forma individuada, e igualmente su potencia que llamamos
entendimiento posible, y tambin las formas inteligibles que en ella
se reciben. Pero esto no impide que sean entendidas en acto; pues
algo es entendido en acto en tanto que es inmaterial, y no en tanto
que es universal; ms bien lo universal tiene el ser inteligible en
cuanto es abstrado de los principios materiales individuantes. Pues
es manifiesto que las substancias separadas son inteligibles en acto,
y sin embargo son substancias individuales (De Anima q. III. a. 2,
ad 5) La polmica ulterior, prolongada durante siglos, entre un
tomismo con voluntad de aristotelismo exclusivo, y las corrientes
agustinianas que parecan tener como patrimonio propio el
reconocimiento de la experiencia del espritu humano, obscurece el
sentido que histricamente tuvo el pensamiento de santo Toms en
este punto capital.
A la connatural estructura de intimidad y autopresencia
consciente de la mente humana, atribuye santo Toms la
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connaturalidad de la participacin por la misma de la luz por la que
es capaz de juzgar de las cosas segn la verdad inviolable
presente en ella como participacin de la luz eterna y divina (cf. De
Veritate, a. 8).
El ejemplarismo y la primaca de la accin divina en la
fundamentacin de la verdad, entiende salvarlos santo Toms con
mayor coherencia atribuyendo a la accin creadora la presencia en
la mente de una luz participada connatural: el entendimiento agente
es como una luz participada... La luz del entendimiento agente de
que habla Aristteles, y segn que discernimos lo verdadero de lo
falso nos es inmediatamente impreso por Dios... No es muy distinto
decir que los mismos inteligibles son participados de Dios, o que
participamos de una luz que forma los inteligibles (De Spirtu creat.
q. un., a. 10).
La idea caracterstica de santo Toms de que se reconoce
mejor la omnipotencia divina afirmando las actividades de la
naturaleza en virtud de los principios activos puestos en ella por la
creacin, inspira aqu su gnoseologa para evitar las imprecisiones y
confusiones tradicionales cubiertas bajo la terminologa de la
iluminacin divina.
Si en las cosas sensibles lo singular es extrnseco a la inteli-
gibilidad directa y slo cognoscible por reflexin sobre los actos que
lo perciben, y la inteleccin se mueve directamente y slo en lo
universal, santo Toms es fiel a san Agustn en la afirmacin de la
experiencia interna e inmediata que cada hombre tiene de su propia
mente en su misma singularidad.
Hay un doble conocimiento de la mente por s misma: aquel
en que cada hombre percibe en s lo que se obra en su interior, y
que es un conocimiento del alma segn que tiene ser en tal
individuo, y el conocimiento universal de la naturaleza de la mente
humana.
El primer conocimiento es de algo singular e inteligible en
cuanto a su contenido, e inmediato y perceptivo en cuanto a su
modo. El hombre al pensar algo percibe que existe (De veritate, q.
10, a. 12 ad 7).
El segundo conocimiento se adquiere discursivamente por
reflexin sobre los contenidos objetivos que revelan la naturaleza
espiritual de las facultades y del alma misma. A este segundo modo
de conocimiento aplica santo Toms las frmulas aristotlicas segn
las cuales los objetos son conocidos antes que los actos y stos
antes que las potencias, y el entendimiento se entiende a s
mismo como a las otras cosas.
La inteleccin de la naturaleza del alma se hace ciertamente
a partir de las especies abstradas de lo sensible pero no como si
entendisemos que tal especie es una semejanza del alma, sino
porque considerando la naturaleza misma de la especie abstrada de
los sentidos, hallamos la naturaleza del alma en la que la especie se
recibe (De veritate, q. 10 a. 8, ad 9).
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Algunas representaciones generalizadas encubren tambin
en esto el pensamiento que de hecho profes santo Toms. Para l,
las quiddidades abstradas de lo sensible no podran dar base por s
mismas para el conocimiento del mundo espiritual separado, lo que
sostena Avenpace. En cuanto al alma humana se conoce a s
misma por su acto propio que es el entender, que pone de manifiesto
perfectamente su facultad y su naturaleza (ST I, q. 88, a. 2. ad 3)
reitera santo Toms la afirmacin de que si el hombre no conociese
por s mismo en su mente lo que es el ser intelectual no podra
racionalmente ni por la fe recibir noticia alguna de lo suprasensible y
divino (cf. m CG c. 46).
Santo Toms parece ser consciente de moverse en este
punto en la lnea de la tradicin agustiniana, a la vez que se esfuerza
tambin en mostrar que el propio Aristteles no hubiera podido
negarse a aceptar esta perspectiva: Por la autoridad de Agustn
as como la mente misma recoge por los sentidos del cuerpo las
noticias de las cosas corpreas, as las de las cosas incorpreas las
adquiere por s misma se puede afirmar que aquello que nuestra
mente recibe sobre el conocimiento de las cosas incorpreas lo
puede conocer por s misma. Y esto es de tal manera verdadero que
incluso en el Filsofo encontramos dicho que la ciencia sobre el alma
es como el principio del conocimiento sobre las substancias
incorpreas (ST I, q. 88, a. 1, ad 1). Puede notarse incluso un
sorprendente matiz diferencial entre la posicin de santo Toms de
Aquino y de san Agustn en lo referente a aquel primer conocimiento
singular, existencia! y perceptivo por el que cada uno percibe lo que
en l se obra. En el libro IX De Trinitate el platonismo lleva a
ponderar el contraste entre un conocimiento en la verdad misma y
que puede ser por muchos entendido, y aquella percepcin singular
que no alcanza algo incomputable sino fctico y contingente. Para
santo Toms es obvio que aquella experiencia singular, no resoluble
bajo los primeros principios (cf. De veritate, q. x, a. 12, ad 7) se
refiere a algo contingente y no esencial, y no obstante
reiteradamente califica de inteligible lo singular espiritual incluso
en esta su facticidad y contingencia: as como se entiende a s
mismo nuestro entendimiento aunque sea un individual
entendimiento, as entiende su entender singular dado en el presente
o en el pretrito (ST I, q. 79, a. 6, ad 2).
Lo singular materia) no queda siquiera excluido de la
inteligibilidad en razn de su accidentalidad. Habla siempre del
carcter material de sus condiciones individuantes como razn de
que no pertenezca al orden de lo inteligible. Ciertamente lo inteligible
es lo esencial en el ente, pero lo mximamente formal del ente es
para santo Toms el ser; no concibe la necesidad de la
abstraccin como precisin respecto de la existencia, sino como
separacin con respecto de las condiciones materiales. Por esto
exige incluso para el conocimiento de lo universal inteligible la
conversin a la imagen para que se considere la naturaleza como
existente en lo particular (ST q. 84, a. 7, c.). Por esto lo esencial
viene a ser el espritu, porque slo el espritu tiene el ser segn el
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modo perfecto de participacin del mismo en que consiste la vida de
la conciencia.
El ente y sus propiedades trascendentales
En la historia de la metafsica la originalidad creadora de
santo Toms ha de ser reconocida en la trasposicin de la doctrina
del acto y la potencia al plano de lo trascendental.
La metafsica trata, como Avicena afirm, del ente en cuanto
ente, y el ente es lo primero que cae en la concepcin del
entendimiento. La significacin del trmino este se toma del acto de
ser mientras que el de cosa res significa la quiddidad o esencia
de lo que tiene ser.
En el ente que cae bajo nuestra experiencia la quiddidad o
esencia no da razn de que una cosa exista. Mientras para una lnea
de pensamiento que toma su definitivo punto de arranque en
Avicena y conduce a la metafsica esencialista del racionalismo
moderno, se infiere de aqu la accidentalidad del ser para todo
ente que no existe en virtud de su misma esencia, es decir, para
todo ente no divino, santo Toms invierte la perspectiva para llegar a
concebir precisamente la contingencia y finitud del ente desde la
estructura compuesta por la que aquello que es Id mximamente
formal y perfecto en la entidad, es decir, el ser, es participado en una
esencia que viene a tomar carcter de sujeto y potencia respecto al
acto de ser.
Toda la metafsica de santo Toms parte de esta indita
comprensin del ente segn la cual el ser es lo perfectsimo de
todo, lo que se compara a todas las cosas como acto, recibido y
participado, y que nunca es perfectible ni recipiente de
determinaciones o perfecciones. El ser es la actualidad de todas las
cosas, aun de las mismas formas o esencias (cf. ST I, q. 4, a. 1, ad
3).
Toda forma o esencia es, en cuanto tal, acto, pero en cuanto
finita y receptiva del ser se comporta en una respectividad
trascendental de potencia a acto anloga, pero en ningn sentido
unvoca, con la que se da entre la materia y la forma o entre el sujeto
substancial y sus formas perfectivas accidentales.
La consideracin del ser como acto, y de la esencia que no
es su ser sino que participa del ser como potencia, libera a santo
Toms de toda tentacin de transigir con el reconocimiento de una
materia espiritual. El papel de explicacin de la finitud que por influjo
de Avicebrn tiene en el agustinismo la tesis de la existencia de
materia en el espritu finito, la desempea con coherencia y ventaja
la consideracin del ser o acto existencia! no como algo
sobreaadido a la esencia sino como la actualidad ms ntima y
constitutiva de toda entidad.
El lenguaje de santo Toms es enrgico en el rechazo de
aquella tesis ya innecesaria y sin sentido, y que adems, desconoce
el sentido propio del trmino materia: si alguien quiere llamar
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materia, a lo que no es materia sino acto, nadie puede impedirlo,
como si alguien quisiese emplear el trmino piedra para significar
lo que otros llaman hombre.
Mientras en la ontologa esencialista, que realiza el que se
ha dicho ser destino de la metafsica de occidente: el olvido del ser,
ste tiende a ser excluido de la realidad, a no ser que sea exigido
por ella como se entiende ser el caso de Dios, para santo Toms la
esencia se dice tal por cuanto por ella y en ella el ente tiene que ser
(De ente et essentia, c. 1).
La esencia en cuanto tal no pone el ser, antes se constituye
y esencializa desde el ser mismo del ente. No se trata de la
recusacin de la lnea ejemplar, sino de la afirmacin de la mxima
esencialidad y ejemplaridad del acto del ente que es el ser.
La escolstica de santo Toms
Precedido por su maestro san Alberto Magno, santo Toms
desarrolla la doctrina de los conceptos trascendentales, de los que
en algunos pasajes enumera seis: ens, res, unum, aliquid, verum,
bonum, mientras que en otros, sin duda por el carcter reductivo del
trmino res significativo de la esencia, y por el carcter consecuente
al unum del trmino aliquid, reduce a cuatro en su orden de
objetivacin ontolgica, segn el cual lo uno sigue al ente, mientras
que funda el concepto de verdadero, que a su vez precede y
fundamenta el de bien.
El trmino verdadero tiene su primaria acepcin por
referencia al trmino inmanente al entendimiento por el que se ma-
nifiesta y juzga en conformidad con lo que el ente es.
Pero santo Toms no entiende como originario y radical lo
verdadero que est en el entendimiento, sino que fundamenta que
esta verdad que est en el entendimiento consista en el juicio,
en la pertenencia de esta manifestacin del ente a la esencia
verdadera del entendimiento en cuanto cognoscente (ST I, q. 14, a.
2, c.). Y concibe la verdad trascendental como la entidad misma por
s adecuada a ser conocida y en s misma fundante del pensamiento
que manifiesta y declara el ente. El conocimiento es efecto de la
verdad (De veritate, q. 1, a. 1, c.). La ontologa del bien desarrolla,
enriquece y sintetiza la herencia de san Agustn y la del pseudo
Dionisio con la metafsica centrada en la comprensin del ser como
acto.
El bien es difusivo de s mismo. Si puede concederse por lo
mismo su primaca en la lnea de la causalidad, no tiene sentido
poner esta primaca en un sentido absoluto, ni colocarlo ms all de
las esencias. El bien no est fuera del ente ni sobre l, ya que su
difusin es la perfectividad misma de lo perfecto y actual. Es de la
naturaleza del acto que se comunique a s mismo (De pot. n, a.) y
as la habitud de perfectividad que define formalmente el bien se
fundamenta y constituye desde la actualidad misma del ente. Bueno
es lo perfectivo a modo de fin y segn su ser, y no slo segn la
esencia inteligible al modo de lo verdadero.
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La metafsica del bien difusivo no tiene en el pensamiento de
santo Toms un carcter secundario o sobreaadido. Definir el bien
como aquello a que todas las cosas tienden, porque toda las cosas
apetecen su perfeccin, no slo no se contradice antes implica
definir lo apetecible como lo perfecto, que es, por s mismo y en
virtud de su comunicatividad, perfectivo de aquello que tiende a su
participacin. La naturaleza comunicativa del bien es puesta por
santo Toms en el punto da partida de la doctrina sobre la creacin
(cf. i, q. 19 y 44) y utilizada como idea directiva y nuclear tambin en
la teologa sobre las procesiones trinitarias, en las que se identifican,
sin yuxtaposicin ni complejidad, esta concepcin heredada de la
patrstica griega con la va constituida por la metafsica agustiniana
del espritu. Precisamente su concepcin del ser del ente como acto
y la definicin de los grados de participacin en el ser como consti-
tutivas de los grados o niveles de perfeccin el vivir es cierto ser
perfecto, y la naturaleza cognoscente no se aade a la entidad del
ente sino que se constituye como un plenario y supremo grado de
participacin en el ser y en el vivir libera en santo Toms la idea
neoplatnica de la difusin del bien de todo emanatismo racionalista,
que lleva a comprender la causacin de lo mltiple desde lo uno
como una deduccin esencial y necesaria.
La metafsica del ser es as, en santo Toms, instrumento de
la afirmacin de la contingencia de lo finito y de la libertad del acto
creador de Dios.
El sentido de los trascendentales se interpreta en el
pensamiento de santo Toms por la doctrina de la analoga. La
polmica ulterior y el prestigio de Cayetano hicieron que durante
mucho tiempo se atendiese demasiado exclusivamente a la llamada
analoga de proporcionalidad. Santo Toms evidentemente utiliza
adems la analoga de atribucin o de proporcin, e incluso
aparece sta como predominante en los pasajes de la Summa
Theologica de la Summa contra Gentes en que trata del significado
analgico de los trminos predicados respecto de Dios y de las
criaturas.
La radical exclusin de la proporcin en el clebre pasaje De
veritate, q. 2, a. 11), en que se bas Cayetan oen su De nominum
analoga no parece que pueda ignorarse, pero es tambin clara la
presencia y el predominio de la atribucin en los pasajes antes
aludidos.
Creemos que puede comprenderse unitariamente su
doctrina sobre la analoga si se tiene en cuenta el carcter teolgico
y descendente de los pasajes en que se presenta a Dios como el
primer analogado en la lnea de la atribucin.
En el horizonte de la objetivacin ontolgica y en el punto de
partida del ascenso al conocimiento de Dios como causa del ente, es
obvio por el contrario que la primaca de la atribucin que puede
concederse deducida y virtualmente implicada en la proporcionalidad
misma del objeto trascendental no podra ser concedida por santo
Toms sin desmentir el sentido mismo de su metafsica para la que
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Dios no es objeto inmediato o sujeto propio, sino el ente mundano.
Con esta precedencia de la analoga de proporcionalidad en
el contenido objetivo de los trascendentales se relaciona la
posicin constante de santo Toms: reconocer una intrnseca y
diversa perfeccin trascendental en el ente creado mismo, en cuyo
conocimiento se fundamenta la ulterior afirmacin de su
dependencia y efectuacin respecto de Dios como causa primera.
De la verdad y del bien as entendidos dir santo Toms que se dan
intrnsecamente en los entes creados, y no ya denominativamente
desde una verdad primera nica. Pero dir tambin que la entidad,
verdad y bien son en s mismas y en cuanto tales diversas segn su
razn. Por esto se explica que deduzca santo Toms la dependencia
y la abaliedad (propiedad de ser ab alio) del ente creado de su
estructura compuesta que lo patentiza intrnsecamente como
partcipe del ser y como no siendo ente por s mismo (cf. ST I, q. 44,
a. 1, c., ad 1).
El ascenso racional a Dios. Su esencia y atributos
La posicin de san Anselmo, entendida como la tesis de que
la existencia de Dios es conocida al modo de un primer principio
evidente por s, es rechazada en virtud de una doble lnea de
argumentos.
Nosotros no conocemos lo que Dios es. Quien captase en s
la esencia de Dios ciertamente no podra dudar de su existencia.
Pero Ni el infiel ni el creyente conocen qu sea Dios, aunque uno y
otro alcancen de algn modo a conocerlo (ST I. q. 13, a. 10, ad 5).
Lo que prueba contra san Anselmo el carcter no totalmente
equvoco del trmino Dios al ser utilizado por los no creyentes. Slo
conocemos verdaderamente a Dios cuando creemos que est por
encima de todo lo que podemos pensar (i CG c. 4).
Pero tampoco sera suficiente conceder que todos los
hombres forman un concepto de Dios como del ente omniperfecto
para verse obligado a inferir inmediatamente la evidencia de que
Dios existe. La prueba anselmiana slo sera concluyente supuesta
la demostracin de la necesidad de que exista en la realidad de las
cosas una naturaleza suprema y omniperfecta (cf i CG c. 11). Una
evidencia ontolgica sobre la realidad de las cosas tiene sentido
en la comprensin metafsica de santo Toms desde la inteleccin
de lo que tiene ser, pero nada podra afirmarse ni sobre las cosas
mundanas ni sobre las cosas divinas que posibilitase la afirmacin
del acto de ser en virtud de la inteleccin de la esencia.
Por esto las cinco vas ascendentes por las que es
demostrable que Dios existe (cf. ST I, q. 2, a. 3), no tienen su punto
de partida en el orden de las esencias al modo como lo hara la
metafsica esencialista de Duns Escoto sino que arrancan de
puntos de partida fcticos y existenciales, y alcanzan a concluir con
carcter absoluto en la afirmacin del primer motor inmvil, de la
primera causa incausada, del ente por s necesario, de lo
mximamente perfecto causa de todo ser y perfeccin, y de la
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inteligencia suprema ordenadora, en virtud de la formalidad
ontolgica de los primeros conceptos y principios bajo los que se
subsume el dato de experiencia.
Por esta razn es claro que toda la prueba de Dios se mueve
en el plano metafsico, y la primera va supera en el contexto de la
sntesis el horizonte fisiolgico de un aristotelismo naturalista.
Ninguna va abandona la lnea de la eficiencia, aunque la causalidad
ejemplar y final son tenidas en cuenta.
La va tradicional de la verdad eterna no hubiera podido ser
asumida por santo Toms en sus presupuestos iluministas y su
ambientacin en el idealismo platnico. La verdad de los inteligibles
no es otra cosa que la verdad del entendimiento. Y as si ningn
entendimiento fuese eterno no habra ninguna verdad eterna (ST I,
q. 16, a. 7 c.).
Este principio, expresivo de la primaca del espritu
subsistente, sobre cualquier inteligibilidad que pretendiese consistir
por s como esencialidad intuible frente a la inteligencia, divina o
creada, cancela la va en su estricto sentido tradicional.
Evidentemente la cuarta va asume la ejemplaridad de lo
mximamente verdadero como causa de toda verdad en las cosas y
en el entendimiento, pero no puede verse en ella una reasuncin de
un ideal-realismo platnico.
El ascenso, demostrativo de que Dios existe, conduce en el
plano racional a algn conocimiento de la esencia de Dios; aunque
de Dios ms propiamente sabemos lo que no es que lo que es,
nuestra teologa filosfica no es meramente negativa. Todos
nuestros conceptos sobre Dios tienen su punto de partida en el
conocimiento de los entes creados y no alcanzan a Dios sino por va
de causalidad, pero los atributos positivos y substanciales no
dicen meramente que Dios sea la causa totalmente desconocida de
las perfecciones que vemos en las cosas del mundo. El agnosticismo
de Maimnides tiene que ser rechazado, ya que de otra manera nos
moveramos en la pura equivocidad y en definitiva podramos
indistintamente decir que Dios es espritu o que es corpreo, por ser
la causa de lo espiritual y de lo corpreo en lo creado (cf. i CG c. 33).
La infinidad y simplicidad de Dios impide reconocer una
distincin real entre los contenidos significados por los distintos
nombres divinos. Pero tampoco hay que afirmar la estricta
sinonimia entra ellos, supuesto que su punto de partida en las
criaturas fundamenta la distincin entre las perfecciones significadas.
Esto no obsta a la simplicidad afirmada del ser de Dios precisamente
por el carcter analgico con que se predican respecto de Dios y de
las criaturas.
Aunque santo Toms no formula nunca de intento un criterio
de seleccin de los nombres divinos se puede resumir
adecuadamente su pensamiento, no con el trmino tardo de las
perfecciones puras opuestas a las perfecciones mixtas, sino
entendiendo que se predican de Dios positiva y substancialmente los
trminos que significan perfeccin en sentido simple y absoluto,
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removidas las condiciones de composicin y finitud con que se
encuentran en lo creado.
Trascendentales, grados de perfeccin de ser, y actos
inmanentes propios de la vida del espritu se incluyen as en el
elenco de lo que se predica propiamente de Dios. En definitiva todo
aquello que ms propiamente conviene a los entes espirituales que a
los corporales se dice de Dios propsimamente (De Veritate, q. 4, a.
1, sed contra).
Acepta la enseanza tradicional que interpreta el texto Yo
soy el que soy como una definicin de la naturaleza divina. Pero a
diferencia de san Buenaventura no lo considera, en el mismo sentido
que el expresado en el Itinerario de la mente a Dios, el nombre
primario de Dios. El trmino Dios, que designa la naturaleza
suprema que gobierna el mundo apuntando misteriosamente ms
all del alcance de todo saber metafsico humano, significa ms
propiamente el ser de Dios que el trmino el que es, que slo
puede ser presentado como el ms propio nombre divino en cuanto
a su punto de partida en la inteligibilidad de lo concebible por el
hombre, pero no en cuanto a su intencin significativa. Dios est
ms all de la entidad metafsicamente concebida (cf. ST I, q. 13, a.
11, ad 1).
En una sistematizacin teolgica se expresan no obstante
las conexiones deductivas, formalmente metafsicas, por las que los
atributos divinos explicitan la omniperfeccin divina definida en la
subsistencia del acto de ser. Siguiendo al pseudo Dionisio y a
diferencia de san Agustn se afirma la mayor perfeccin, en su propia
lnea esencial y en el plano de las distinciones de concepto, del ser
sobre la vida, y de la vida sobre la misma inteligencia o sabidura (cf.
ST I, q. 4, a. 2, ad 3; CG i, c. 28).
Dios y el mundo creado
La creacin del mundo en el tiempo no es racionalmente
demostrable con razones apodcticas (cf u CG c. 38). Como se
patentiza no obstante en el punto de partida de la tercera va, es
razonablemente aprehensible la contingencia del ente mundano que
conduce a afirmar su efectuacin por la causalidad creadora. Ms
an, la creacin es concebida como la misma dependencia del ente
creado del principio por el que es constituido (CG u, c. 18) hasta tal
punto se implica necesariamente en el carcter de la entidad
participada su dependencia de la causa que le pone en el ser.
La ciencia de Dios es causa de las cosas en cuanto tiene
unida a s la voluntad. El ejemplarismo de las ideas divinas es
liberado por santo Toms de todo vestigio de independencia de un
mundo inteligible. Las ideas divinas son la misma esencia de Dios en
cuanto est en su mente conocida como participable
multiformemente. Supuesta su metafsica del conocimiento y la
recepcin de la temtica aristotlica sobre la subsistente inteleccin
de la inteleccin, la teora de las ideas se hace compatible con la
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omnmoda simplicidad y con la afirmacin de Dios como fuente de
toda entidad creada.
De la dependencia en el orden entitativo se sigue tambin la
dependencia en el orden operativo. El gobierno de Dios alcanza
todos los modos y diferencias del ente y ninguna causa segunda
natural o libre se acta desde su potencialidad ni comunica el ser a
su efecto sino en cuanto obra por la virtud divina (cf. De pot. q. 3, a.
7, c.).
El fin de la creacin no es otro que la difusin del bien divino
participado por semejanza por las criaturas. Todo ente apeteciendo
su propia perfeccin apetece a Dios, y en tanto apetece su propia
perfeccin en tanto es semejanza de la bondad divina, y no a la
inversa (cf. ST I, q. 19 y 44).
Por esto hay que negar el error de quienes excluyen la
actividad propia de las causas segundas a pretexto de sostener la
primaca de la causalidad divina. Siendo propio de lo bueno causar
lo bueno, es propio del sumo bien causar lo ptimo. Pero es mejor
que el bien de uno sea comunicado a muchos y no slo a s propio...
Dios comunic a las cosas creadas su bondad de manera que cada
una de ellas pudiese trasfundir a otra lo que recibi. Negar sus
propias acciones a las cosas es, pues, negar la bondad divina (CG
ni, c. 69).
Slo las criaturas racionales son por s intentadas en el
universo, y todas las dems cosas en razn de ellas. El fin ltimo
del mundo coincide pues en las criaturas con la felicidad de los seres
racionales, que santo Toms, ciertamente en la lnea del
intelectualismo aristotlico, pero de un modo plenamente sintetizado
con la concepcin contemplativa de san Agustn, e incluso, ms
radicalmente, con el tema evanglico del testimonio de la verdad
como fin de la misin del Verbo, define como no siendo otra cosa
sino la verdad. Es necesario que la verdad sea el fin del universo
(CG i, c. 1).
Estimulado por la vigencia contempornea del maniquesmo
ctaro, santo Toms elabor con estricta fidelidad a la doctrina de
san Agustn, cuya doctrina sobre la naturaleza del bien es uno de los
ncleos fundamentales de su sntesis, la doctrina sobre el mal y su
permisin en el universo por la providencia divina. La causalidad
deficiente que explica la posibilidad del mal en la libertad finita es
expuesta magistralmente tambin en coherencia con la misma
tradicin agustiniana.
La vida moral
La psicologa aristotlica de las pasiones y la doctrina tica
de las virtudes morales e intelectuales no slo es expuesta de-
talladamente por santo Toms en el Comentario a la tica a
Nicmaco, sino que penetra el desarrollo total de la segunda parte
de la Summa Teolgica.
La tica y psicologa aristotlicas, al ser asumidas en una
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perspectiva teolgica a la que no se podra acusar en modo alguno
de minimizar la primaca agustiniana de la gracia, consiguen una de
las sntesis ms vigorosas de la historia del pensamiento cristiano.
Tambin el aristotelismo sirve aqu a la fe para conseguir una visin
profundamente humana en que se salvaguardan todas las
dimensiones intelectuales y afectivas de la naturaleza.
El ejemplarismo moral de san Agustn queda aceptado en
cuanto a su fundamentacin trascendente, al presentarse la ley
natural impresa en la mente humana como una participacin de la
ley eterna. Pero liberando el conocimiento de los preceptos de la ley
natural de todo extrinsecismo iluminista, se sostiene la
correspondencia entre los preceptos naturalmente conocidos por la
sindresis con las inclinaciones propias de la naturaleza humana:
Segn el orden de las inclinaciones naturales es el orden de los
preceptos de la ley natural (ST 1-11, q. 94, a. 2, c.). Una moral
plenamente teocntrica no podra ser as acusada de heteronomia
extrinsecista.
El reconocimiento del carcter natural de lo corpreo y
sensible explica tambin toda superacin de contaminacin estoica
en el espiritualismo cristiano. Las virtudes morales moderan las
pasiones desordenadas por exceso, pero por lo mismo son ellas
mismas causa en la vida humana de las mismas pasiones en el caso
de su deficiencia, es decir: la virtud modera las pasiones
desordenadas y causa las pasiones moderadas (ST I, q. 49, a. 5,
ad 2).
La filosofa jurdica y poltica de santo Toms se desarrolla
en torno a la idea de la justicia legal recibida de Aristteles y al
concepto agustiniano del orden. La conocida definicin de la ley
cobra su sentido sobre estos supuestos por cuanto el bien comn,
respecto al cual es la ley ordenacin racional de las actividades de
los que forman parte de la comunidad, es concebido no comn con
comunidad genrica o especfica, sino con comunidad de causa
final (ST I-ir, q. 90, a. 2, ad 2). El bien comn es el fin comn a que
se inclinan intrnsecamente los hombres que conviven ordenados
bajo la ley. Y este fin comn a que tiende cualquier ley es definido
por santo Toms como la amistad entre los seres personales. A
esto tiende toda ley, a que se constituya la amistad, ya sea entre los
hombres entre s, ya entre los hombres y Dios (ST I-II, q. 99, a. 1
,ad 1). Esta idea clave hace su filos poltica plenamente coherente
con su visin personalista y te cntrica del universo.
III. DIFUSIN DE LAS DOCTRINAS DE SANTO TOMS
La obra teolgico-filosfica de santo Toms de Aquino ocupa
en la historia de la escolstica un puesto singular: en unidad con un
pensamiento teolgico profundamente fiel a san Agustn en
algunos puntos centrales santo Toms es ms agustiniano que san
Buenaventura es incluso en lo metafsico el que conserva con
mayor fidelidad entre todos los escolsticos aristotlicos la herencia
del platonismo cristiano de san Agustn. Precisamente la reaccin
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del agustinismo posterior frente al tomismo haba de producir una
serie sucesiva de momentos de desplatonizacin de la tradicin
agustiniana.
La sntesis de santo Toms de Aquino es as ms platnica
que la de Duns Escoto, Ockham o Surez. Se presenta pues en la
historia de la escolstica como un sorprendente momento de
equilibrio y armona. A sta haba de servir la originalidad profunda
de su metafsica del ser. El aristotelismo de su maestro Alberto
Magno es ontolgicamente aviceniano, mientras que la concepcin
tomista del ser como acto si se libera por una parte de la va
esencialista ofrece la posibilidad de integrar el aristotelismo en el
contexto de una metafsica de la participacin. En este sentido es no
slo el ms platnico de toda la historia ulterior de toda la escolstica
aristotlica, sino tambin el que en toda la tradicin del aristotelismo
ha conseguido librar a ste del riesgo de constituirse en un sistema
cerrado naturalista e inmanentista.
La profunda renovacin que la sntesis de santo Toms
aportaba a la ciencia sagrada y a la filosofa cristiana explican que su
difusin se viera acompaada de reacciones hostiles que vean en
ella un sistema paralelo al del averrosmo, o, por mejor decir, que
consideraban incompatibles con la tradicin teolgica algunas tesis
del aristotelismo tomista.
La condenacin antiaverrosta de 1270 por parte del obispo
de Pars Esteban Tempier, alentada por el agustinismo de los
telogos del clero secular y de la escuela franciscana, se refera
tambin a tesis tomistas como la unidad de forma en el hombre y la
indemostrabilidad racional de la temporalidad del mundo. Esta
intencin hostil a la nueva escolstica se revela todava ms en la
condenacin de 1277. Se escogi la fecha de 7 de marzo, tercer
aniversario de la muerte del hermano Toms para un acto que se
refera a 219 proposiciones, en su mayora averrostas, pero entre
las que se incluan tambin, con las tesis antes aludidas, las
referentes a la doctrina tomista sobre la individuacin por la materia,
que se consideraba incompatible con la inmortalidad personal del
alma humana.
No slo los telogos seculares de Pars y los franciscanos se
contaron entre los adversarios de la escolstica aristotlica. En la
misma orden de predicadores se mantuvo en ciertos sectores la
posicin de la antigua escolstica. Y se exacerb la hostilidad a la
obra de san Alberto de Colonia y de santo Toms de Aquino. Los
dominicos ingleses, en especial los maestros de Oxford, cuentan
entre los adversarios en los que la tradicin agustiniana se endurece
hasta plasmarse en el agustinismo definitivamente antitomista.
Casi simultneamente con la condenacin formulada en
Pars por Esteban Tempier, el arzobispo de Canterbury, Roberto
Kilwardby, dominico, reiteraba el 18 de marzo de 1277 aquella
actitud condenatoria insistiendo especialmente contra el
hilemorfismo antropolgico. Su sucesor en la sede fue Juan
Peckham, franciscano, heredero de la tradicin de san Buena-
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ventura, que exacerb su antitomismo, y renov los juicios
condenatorios contra santo Toms en 1284 y 1286.
En su carta al obispo de Lincoln, a que hicimos referencia en
el captulo anterior, el arzobispo franciscano define las tendencias de
esta actitud: Rechazamos las novedades profanas del lenguaje,
que en los ltimos veinte aos se han venido introduciendo hasta lo
ms ntimo de la teologa, que son contrarias a la verdad filosfica y
en evidente menosprecio de las afirmaciones de los santos. Cul sea
la doctrina ms sana y slida, si la de los hijos de san Francisco, es
decir, la de lo hermanos Alejandro y Buenaventura de santa
memoria, y los dems de su escuela, que apoyan sus doctrinas en
ion santos y filsofos, o aquella otra ms reciente o casi contraria en
todo, que pone en duda y llega a privar de su fuerza cuanto ensea
san Agustn sobre las normas eternas y la luz inconmutable, ...que lo
examinen los antiguos en quienes reside la sabidura, y que lo vea y
reprenda el Dios del cielo.
Algn testimonio de fines del siglo XII habla ya, no obstante,
de la utilizacin del ttulo de doctor comn aplicado por muchos a
santo Toms de Aquino. Su autoridad, en efecto, se haba extendido
entre sus hermanos en religin, pero sera un grave desenfoque
histrico el atribuir a los siglos medievales la primaca que en la
teologa y filosofa cristiana lleg a tener santo Toms, y que es un
hecho posterior y moderno. La orden de predicadores, ciertamente,
en un captulo general reunido en Zaragoza en 1309 estableci el
carcter normativo de la enseanza de las doctrinas de Toms. Pero
todava durante el siglo XIV se mantena en un sector de la orden la
posicin antigua y las doctrinas y actitudes del agustinismo.
En la historia de la difusin del tomismo ocupa un lugar
especial Egidio Romano (1247-1316), que en la orden de ermitaos
de san Agustn introdujo las nuevas tendencias aristotlicas y
reaccion contra la hostilidad de los agustinianos afirmando la
oposicin a la fe cristiana de la tesis de la pluralidad de formas en el
compuesto humano.
Egidio Romano no ha de ser considerado no obstante como
un tomista. Adems de profesar algunas doctrinas tradicionales,
como la de las radones seminales, e introducir una correccin al
ejemplarismo, de signo voluntarista, difiere tambin de santo Toms
precisamente en su modo de concebir la distincin entre la esencia y
la existencia. Su terminologa, que distingue del esse essentiae, el
esse existentiae, que sirvi histricamente para plantear el carcter
real de la distincin, se mueve en el fondo en una lnea diversa de
la ontologa de santo Toms al obscurecer la concepcin del ser
como acto del ente y actualidad entitativa de la misma esencia.