Fricazzé Navideño - Federico Falco

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Fricazzé navideño. (Acacia y dos fotos) por Federico Falco Uno. Foto Noche de Calor. Usualmente, al final de la tarde el tío Abel comienza a preparar el cordero. Desde mi patio, desde mi casa, se pueden oír las brasas y también la voz de mi nonna que a cada rato pregunta usted quién es, qué hace acá. “Fuera, fuera, porcachún”, grita. Mi nonna está arterioesclerótica. En su casa haremos el festejo de esta Navidad. Es una mujer pequeña y gruesa. Con el tiempo y la enfermedad la cara se le ha ido deformando, corriéndose la piel: siempre el ceño fue adusto. En una foto que se conserva, de su época de recién casada, es una gordita feliz, todo risas y cosquillas, igual a como es mi tía Mary ahora. Sin embargo, yo nunca la conocí en ese estado: cuando yo nací ella ya era vieja. Mi tía Isabel tiene una foto de la nonna en un portaretratos, en el comedor de su casa. Están ellas dos: mi tía Isabel y su mamá –mi abuela- abrazadas. Sin embargo, en el gesto de mi nonna se ve que la idea no le ha gustado nada. Quiere huir. Está muy vieja, muy malhumorada. Tiene todo el pelo gris y revuelto, como si recién se levantara de la cama: aplastado a los costados, y levantado en el centro. Sin embargo, seguramente la foto fue tomada en alguna ocasión especial. Un aniversario. Una fiesta. Una navidad. En los últimos tiempos ella no se dejaba peinar. Algún día le voy a pedir a mi tía Isabel que me regale una copia de esa foto. O que me la preste para hacer una fotocopia color. Como está ahí, así la recuerdo a mi nonna Margarita.

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Cuento de Federico Falco

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Fricazz navideo. (Acacia y dos fotos)por Federico Falco

Uno. Foto

Noche de Calor. Usualmente, al final de la tarde el to Abel comienza a preparar el cordero. Desde mi patio, desde mi casa, se pueden or las brasas y tambin la voz de mi nonna que a cada rato pregunta usted quin es, qu hace ac. Fuera, fuera, porcachn, grita.

Mi nonna est arterioesclertica.En su casa haremos el festejo de esta Navidad.

Es una mujer pequea y gruesa. Con el tiempo y la enfermedad la cara se le ha ido deformando, corrindose la piel: siempre el ceo fue adusto. En una foto que se conserva, de su poca de recin casada, es una gordita feliz, todo risas y cosquillas, igual a como es mi ta Mary ahora. Sin embargo, yo nunca la conoc en ese estado: cuando yo nac ella ya era vieja.

Mi ta Isabel tiene una foto de la nonna en un portaretratos, en el comedor de su casa. Estn ellas dos: mi ta Isabel y su mam mi abuela- abrazadas. Sin embargo, en el gesto de mi nonna se ve que la idea no le ha gustado nada. Quiere huir. Est muy vieja, muy malhumorada. Tiene todo el pelo gris y revuelto, como si recin se levantara de la cama: aplastado a los costados, y levantado en el centro. Sin embargo, seguramente la foto fue tomada en alguna ocasin especial. Un aniversario. Una fiesta. Una navidad.

En los ltimos tiempos ella no se dejaba peinar.

Algn da le voy a pedir a mi ta Isabel que me regale una copia de esa foto. O que me la preste para hacer una fotocopia color. Como est ah, as la recuerdo a mi nonna Margarita.

Dos. La acacia

Mi ta Isabel es la hermana de mi ta Mary. Ellas son las dos nicas hijas de mi nonna. Despus estn el to Nstor y mi pap. Mi to Abel es el marido de mi ta Mary.

Mi to Abel asa el cordero. A veces, es lechn en lugar de cordero. A veces lo asa mi to Nstor. Mi primo Lucas siempre fue el encargado de ayudar a hacer esas cosas: le gusta. A m me gusta esto, y a l le gusta aquello. Mi primo Mauricio tambin ayudaba.

De todas maneras, la nonna no reconoca a ninguno. A todos nos echaba.

Cuando le explicbamos quines ramos, qu hacamos ah, porqu le estbamos trastocando la casa, se largaba a llorar y peda disculpas. Tena siempre un pauelito en la mano. Lo guardaba en la manga, hecho un buchn. Se restregaba la cara de una manera muy particular, como queriendo arrancarse una suciedad de aos, como queriendo sacarse ese velo que no la dejaba entender nada.

Mientras vivi, el nonno Falco controlaba la coccin del cordero, y todos los preparativos, sentado en un banco de piedra, debajo de una acacia, frente a la galera. No recuerdo mucho de l. Cosas aisladas. Una vez, en una de estas tardes de preparativos, lade su cuerpo hacia un costado y se tir un pedo. Nadie dijo nada. Slo mi hermano, que era el ms chico, se ri de lo que haba pasado.

Pelaba ajos, sentado en la punta de la mesa. As tambin lo recuerdo. Aunque eso debe haber sido en invierno: estara preparando la bagna cauda. O tal vez s eran los ajos para el chimichurri del cordero. Tal vez era verano y llova, o haba refrescado de pronto: por eso estaba adentro, sentado en la punta de la mesa.

De su muerte, yo slo recuerdo imgenes parciales, lugares, algunos gestos, y la camisa horrible que me haban puesto. Tambin recuerdo a mi prima Vernica llorando.

Mi nonna nunca memoriz la muerte de su esposo, nunca se acostumbr a su falta. Cada tanto notaba la ausencia y caminaba hasta mi casa a preguntar si Jos no haba vuelto del campo.-No, nonna, Jos muri- le respondamos.Entonces ella se quedaba llorando bajito, limpindose la cara con su pauelo, apenas sentada en una esquina de la silla. Haca de nuevo el duelo.Eso pasaba cinco o seis veces por da.

Despus de que el nonno Falco muri, alguien cort la acacia. El sol comenz a pegar de lleno sobre la galera. Ya no haba atenuantes.

Tres. Otra Foto

Hay otra foto. Seguramente es de cuando cumplieron sus bodas de oro. Estn ellos al centro, y detrs mi familia: mi pap, mi mam, mis hermanos y yo.Mi pap es muy joven y todava flaco. Mam tiene el pelo largo. Yo no debo tener ms que ocho o nueve aos.En la mesa, al frente, hay una torta, de hojaldre, con la cubierta hecha de franjas alternas de azcar impalpable y cacao. Son las tortas que hacan en la panadera de Smutt. Venan envueltas en papel con unos panes rojos impresos, de tanto en tanto, y protegidas por dos tiras de cartn cruzadas.

En esta foto es el nonno Falco el que se encuentra malhumorado. Como si no quisiera estar ah. Todo ese festejo le parece demasiado. Lo hace slo para dar el gusto.

Pareciera que cuando uno es viejo todo le molesta.

El cordero lo asan a dos brasas. Arriba de la parrilla va un chapn, apoyado en cuatro ladrillos, sobre el que se acomodan ms carbones, algunos troncos encendidos. Si nos acercamos al asador, mi to Abel, o mi to Nstor, levantan la chapa y nos muestran la carne en coccin.

Al lado del asador hay un frasco con chimichurri. De tanto en tanto esparcen la salsa sobre el cordero. El chimichurri est hecho con perejil, ajo, aj picante, especias, pimienta, sal. Todo bien molido.

Cuando se clava un cuchillo profundo en la carne, en la paleta, por ejemplo, y ya no sale un jugo rojo, es porque la comida ya va estando.

Cuatro. Las dos mesas

Cada una de las mujeres se ocupa de llevar algo. Un postre, una entrada. Ahora, cuando ya todos somos grandes, cuando ellos ya son grandes, tienen maas propias. Mi ta Mary siempre lleva berenjenas en escabeche. Y se re mucho.Mi ta Mary siempre se re con una risa aguda. Dicen que mi nonna era igual que ella.

Para los cumpleaos de cada uno de sus sobrinos, la ta Mary nos regala una tarta de coco. Hace aos.

Dicen que la nonna Margarita haca unos ravioles exquisitos. Cuando yo la conoc ya no saba hacerlos. A veces, si la dejaban, pona algunas cosas en un sartn y haca un fricazz. Siempre haba olor a aceite quemado, y a cosa recalentada en su cocina.

Los grandes coman en la mesa del comedor. Los chicos nos acomodbamos en una mesa que usualmente colgaba del techo del lavadero: la mesa de los chicos. Siempre alguien, por integrarla a la conversacin, le preguntaba cundo iba a hacer los ravioles. Ella asenta.

Despus de que muri el Nonno, a ella la sentaban en la punta de la mesa. En algn momento preguntaba qu hacamos todos ah, cundo nos bamos a ir. Sobre los postres, el berrinche era tal que haba que levantarse y abandonar todo. Festejbamos nosotros, para ella era una molestia.

Podra haber mirado la familia reunida, alrededor de la mesa, discutiendo, o charlando, o peleando. La familia que ella haba parido. Y disfrutarlo.

Pero no.

Viva sola, en esa casa grande. No permita que nadie la acompaara, o no soportaba a nadie. A pesar de eso, una seora siempre se quedaba a dormir. Ella, entonces, esconda cosas. Guardaba. Todo el tiempo pensaba que le robara.

Frascos de dulce de leche en el cajn de las medias.Medallitas de lata en la alacena.Fiambre en el botiqun del bao.Trapos. Remiendos. Trapitos. Por todos lados.

Perda todo el tiempo la llave del lavadero o la de su propia casa. Le atbamos la llave al pauelo que esconda en la manga.

Una maana entr a su casa sin hacer ruido. Llam. nonna?, nonna?. No responda. Camin por el pasillo hasta los dormitorios. Estaba acostada en su cama, tapada, boca arriba. Me acerqu muy despacio: todava lata.

Seis: la casa vaca

Cuando muri, vaciaron la casa. Acumularon todos los muebles en el living, cerrados bajo llave. Otros se los llevaron. Algunas ventanas quedaron abiertas para que el aire circulara. En las paredes se podan ver las marcas de los cuadros, las estanteras que haban estado colgadas. Quedaban los clavos.

El viento llen la casa de tierra. Caminar descalzo por los pisos frescos era pisar el polvo.

Todo un verano trabaj en esa casa vaca. En esa casa muerta. Haba armado un laboratorio para revelar y copiar fotos en el lavadero. Mis tas me haban dado permiso.

La casa se llamaba La Isabel. Lo tiene escrito en bajorelieve en el frente. Tal vez le hayan puesto ese nombre en honor al nacimiento de mi ta Isabel.

En la galera el viento arremolinaba hojas secas. Al lado de la entrada, entre la puerta y la casilla del gas, haba un gomero gigante. Los yuyos crecan hasta los dos metros en el patio. El gallinero abandonado. Muchos de esos yuyos eran plantas de lechuga amarga, el nico cultivo de esa quinta en las ltimas pocas. Altas varas con flores azules, lavanda. Margaritas azules: la flor de la salvaje lechuga.

A los nenes que iban a sacar mandarinas de las dos plantas del jardn delantero, a la hora de la siesta, la nonna los corra gritndole fora, fora, fuin de un fuin, fuinazzn. Los corra con un palo. Ejerca sus dominios.

Ahora las mandarinas se pudran en los rboles. Ya haban advertido que, en realidad, la planta slo daba de las amargas.

En esa casa slo quedaba, de ella, algunos trapitos, retazos manoseados, que haban quedado olvidados en el fondo de los cajones.

Y el papel de diario manchado, cubriendo las alacenas.

Siete: nuestras fiestas

Entonces brindbamos. Entonces nos besbamos. Entonces alguna ta nos pellizcaba los cachetes. Entonces salamos a tirar cuetes, o a ver cmo mis primos tiraban cuetes. Entonces corramos y le hacamos ring raje a la ta Feliza y al to Clemente. Entonces pelebamos. Entonces siempre volvamos llorando. Entonces nos odibamos. Entonces no queramos volver a esas fiestas. Entonces mirbamos televisin. Entonces leamos Mi planta de naranja lima. Entonces hacamos los deberes. Entonces llegaba la nonna Margarita. Entonces preguntaba por Jos. Entonces le decamos que se haba muerto, que estaba en el cementerio, que se dejara de joder. Entonces nos confunda y nos llamaba por el nombre de sus primos, de sus hermanos, de sus padres.

Entonces era una nia pequea.

Una nia pequea, pequea, sin la sombra de la acacia.