Franco Intervenciones Del Yo Primeras Hojas

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In(ter)venciones del yo Escritura y sujeto autobiográfico en la literatura hispanoamericana (1974-2002) Sergio R. Franco Iberoamericana Vervuert 2012 www.elboomeran.com

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  • In(ter)venciones del yoEscritura y sujeto autobiogrfico

    en la literatura hispanoamericana (1974-2002)

    Sergio R. Franco

    Iberoamericana Vervuert 2012

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  • Reservados todos los derechos

    Sergio R. Franco

    De esta edicin:

    Iberoamericana, Madrid 2012Amor de Dios, 1 E-28014 MadridTel.: +34 91 429 35 22Fax: +34 91 429 53 [email protected]

    Vervuert, 2012Elisabethenstr. 3-9 D-60594 Frankfurt am MainTel.: +49 69 597 46 17Fax: +49 69 597 87 [email protected]

    ISBN 978-84-8489-658-6 (Iberoamericana)ISBN 978-3-86527-710-7 (Vervuert)ISBN: 978-3-86527-986-6 (Ebook)Depsito Legal: M-22758-2012

    Cubierta: Carlos ZamoraImpreso en Espaa The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706

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  • NDICE

    AGRADECIMIENTOS ....................................................................................... 11

    INTRODUCCIN ............................................................................................ 15

    CAPTULO I. Historia y naturaleza en Confieso que he vivido, de Pablo Neruda ....................................................................................................... 29

    CAPTULO II. Ruina, repeticin y sincdoque en Las genealogas, de Margo Glantz ......................................................................................................... 73

    CAPTULO III. La infancia re-cobrada: mercantilismo de la piel y punicinen El pez en el agua, de Mario Vargas Llosa ................................................ 105

    CAPTULO IV. Mstica y mquina en los Autorretratos, de Severo Sarduy 139

    CAPTULO V. Carnaval y documento en Vivir para contarla, de Gabriel Garca Mrquez .......................................................................................... 171

    BIBLIOGRAFA ............................................................................................... 203

    NDICE ONOMSTICO .................................................................................... 237

    NDICE ANALTICO ........................................................................................ 245

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  • Para Berenice, Luzmila y Romelia

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  • AGRADECIMIENTOS

    Este libro es fruto del concurso de colegas, amigos y parientes. Quiero agrade-cer, en primer lugar, a Mabel Moraa, directora de la serie ETC, por su genero-so apoyo crtico, as como a Klaus Vervuert, editor de este volumen. A GeraldMartin, por esclarecedoras sugerencias y a Ral Bueno Chvez, mi maestrodesde los aos de la Universidad de San Marcos, por el permanente y enriquece-dor dilogo. Debo indicar tambin mi reconocimiento a Margo Glantz, quienme recibi en su casa de Coyoacn en el clido julio del 2007 y con paciencia res-pondi a mis preguntas.

    Esta investigacin no hubiese sido posible sin los fondos de la HillmanLibrary de la University of Pittsburgh, en cuyos laberintos siempre me fue tangrato perderme y encontrarme, y en particular de su admirable Eduardo Loza-no Latin American Collection. De la misma manera, la Frick Fine Arts de la Uni-versity of Pittsburgh, la Samuel Paley Library de Temple University y la CharlesPatterson Van Pelt Library de la University of Pennsylvania han sido fundamen-tales para este trabajo.

    Deseo agradecer tambin a mis colegas del Department of Spanish and Por-tuguese de Temple University y, en particular, a Luis Gonzlez del Valle, por suapoyo en esta empresa acadmica.

    Finalmente, mi gratitud a mis hermanos, Patricia y scar, y a mi ta RomeliaFranco Alvarado, por su amor constante.

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  • Simplifiquemos desaforadamente una vida: imaginemos que la integran trecemil hechos. Una de las hipotticas biografas registrara la serie 11, 22, 33;otra, la serie 9, 13, 17, 21; otra, la serie 3, 12, 21, 30, 39 No es inconcebibleuna historia de los sueos de un hombre; otra, de los rganos de su cuerpo;otra, de las falacias cometidas por l; otra, de todos los momentos en que seimagin las pirmides; otra, de su comercio con la noche y con las auroras.

    JORGE LUIS BORGES, Sobre el Vathek de William Beckford

    If one looks at the history of post-Enlightenment theory, the major problemhas been the problem of autobiography: how subjective structures can, in fact,give objective truth. During these same centuries, the Native Informant wastreated as the objective evidence for the founding of the so-called sciences likeethnography, ethnolinguistics, comparative religion, and so on. So that, onceagain, the theoretical problems only relate to the person who knows. The per-son who knows has all the problems of self hood. The person who is known,somehow seems not to have a problematic self.

    GAYATRI CHAKRAVORTY SPIVAK, Questions of Multiculturalism

    That is what the highest criticism really is, the record of ones own soul. It ismore fascinating than history, as it is concerned simply with oneself. It is moredelightful than philosophy, as its subject is concrete not abstract, real and notvague. It is the only civilized form of autobiography, as it deals not with theevents, but with the thoughts of ones life; not with lifes physical accidents ofdeed or circumstance, but with the spiritual moods and imaginative passions ofthe mind.

    OSCAR WILDE, The Critic as Artist

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  • Los estudios acadmicos dedicados a autobiografas y memorias hispanoameri-canas son relativamente recientes. No obstante, estas modalidades expresivas,cuya produccin se viene acrecentando con celeridad, resultan menos novedo-sas si se piensa que sus antecedentes son tan antiguos como Comentarios reales,del Inca Garcilaso de la Vega; Respuesta, de Sor Juana Ins de la Cruz o ciertostextos de la literatura monacal del perodo de la colonia. Esta antigedad nodebe hacernos perder de vista el carcter perifrico del discurso autobiogrficoen el mbito de nuestras letras. Si como plantea Silvia Molloy, autora de un estu-dio pionero en este campo, At Face Value: Autobiographical Writing in Spanish Ame-rica (1991), la autobiografa implica tanto una forma de escribir como una formade leer (12),1 la cada vez ms sostenida produccin de (y atencin a) textos auto-biogrficos de nuestra zona cultural, desde la segunda mitad del siglo XX a nues-tros das, indica una clara modificacin en las sensibilidades que dan forma anuestras letras y en los protocolos de expresin y legibilidad donde se inscribenmodificaciones culturales de mayor hondura, a cuyo anlisis el presente libroaspira a contribuir.

    El discurso autobiogrfico constituye territorio privilegiado para el examende la construccin de subjetividades, de identidades nacionales, sexuales y degnero. Precisamente en su fundacional artculo de 1956, Conditions et limitesde lautobiographie, Georges Gusdorf sostena que el texto autobiogrficoderiva de un a priori: la conciencia de la unicidad y singularidad de s mismo queposee el sujeto. Para que ello fuera posible, la humanidad debi abandonar mar-cos de referencia mticos a fin de internarse en la historia (Gusdorf, Conditionsand Limits 30). En esta orientacin individualista prima lo que Paul Ricoeur hadenominado la tradicin de la escuela de la mirada interior, la cual se extiendedesde san Agustn hasta Edmund Husserl y se define por el criterio de singulari-dad (los recuerdos de uno no son los del otro), por su carcter mediador entre laconciencia y el pasado y, finalmente, por su vnculo con el sentido de la orien-tacin en el paso del tiempo (Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido 128-9).

    INTRODUCCIN

    1 Se citar por su traduccin al espaol, Acto de presencia. La escritura autobiogrfica en Hispano-amrica (1996).

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  • En tanto que elaboracin occidental, la autobiografa parece territorio privi-legiado para asediar la conflictiva insercin de nuestro continente en las lgicasdel occidentalismo, puesto que Hispanoamrica no fue engendrada bajo la gidade la modernidad sino que la modernidad constituye la consecuencia del descen-tramiento de las tradicionales coordenadas espacio-temporales que el descubri-miento de Amrica provoc. En efecto, ese acontecimiento modific la idea dela geografa del mundo, de las distancias y los lapsos de desplazamiento; dio ori-gen, adems, al eurocentrismo como perspectiva hegemnica de conocimientoy poder as como al despegue del capitalismo como patrn global de control deltrabajo, de los recursos y del intercambio comercial. Todos estos cambios resul-taron determinantes para la consolidacin de Europa, la cual se constituy enrelacin a su periferia, de ah que Amrica fuese la primera identidad geocultu-ral moderna (Dussel 21-6; Quijano Colonialidad del poder, eurocentrismo yAmrica Latina 201-14). Por lo dicho, no parece casual que Georges Gusdorf,quien explica la expansin de la autobiografa en el mundo por la empresa colo-nial moderna, establezca una analoga entre la acumulacin de experiencias y elacopio de capital (Conditions and Limits 29).

    No existe una definicin plenamente satisfactoria de la autobiografa. Lams famosa, sin embargo, es la que propuso Phillipe Lejeune en Le pacte autobio-graphique: Rcit rtrospectif en prose quune personne relle fait de sa propreexistence, lorsquelle met laccent sur sa vie individuelle, en particulier sur lhis-toire de sa personnalit (14). Esta definicin implica cuatro categoras: a. formalingstica: narrativa en prosa; b. sujeto tratado: historia individual; c. situacindel autor: el autor, cuyo nombre designa a una persona que existe, y el narradorson idnticos y d. posicin del narrador: el narrador y el protagonista son idnti-cos y la narracin posee una orientacin retrospectiva. En opinin de Lejeune,la autobiografa entraa una relacin contractual entre el lector y el autor deltexto sobre la base de que c y d se cumplan, lo que lleva a que el lector asumaque el autor, el narrador y el protagonista del texto comparten una misma iden-tidad rubricada por el nombre. Tal es el eje de su famosa propuesta de pactoautobiogrfico (26).

    Las objeciones son obvias. Al comprender Lejeune la identidad autobiogrfi-ca no como representacional y cognitiva sino como un acuerdo fundamentadoen actos de habla antes que en tropos, desplaza el problema autobiogrfico delplano ontolgico al de lo contractual, con lo que el lector deja de ser una figuraespecular con respecto a la del autor para asumir la funcin de control respectoa la autenticidad de la firma y a la consistencia del comportamiento del firman-te (De Man, The Rethoric of Romanticism 71). De otro lado, esta propuesta se fun-damenta en un principio de identidad del nombre propio, de la firma y la pre-existencia de un yo esencial abstrado de las relaciones sociales y de la Historia

    Sergio R. Franco16

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  • (Ryan, Self-Evidence 5-10). Sin embargo, constituye un error considerar que elnombre propio ofrece una evidencia slida de la presencia de la persona. Consi-deremos lo siguiente: si el nombre propio, y no otro nombre propio, designa aun individuo, y no a otro individuo, entonces el nombre propio est marcadopor las huellas de los dems nombres propios a los que debe preterir para efectode afirmar su propiedad y unicidad. As, el mero acto de nombrar con el nom-bre propio conlleva la violacin de la unidad que pretende instaurar. La cone-xin entre una persona y un nombre es mero legalismo y no existe nada quepermita distinguir un nombre propio de cualquier otro nombre comn.2 Paraque el nombre propio funcione ha de poder operar en ausencia del designado.Podemos imaginar una ausencia absoluta: la de quien ya muri. Por lo tanto, esjusto decir que el nombre propio lleva ya inscrita la muerte de su portador comolmite ltimo de una ausencia presente en el nombre por el mero hecho de nom-brar (Derrida, The Ear of the Other 7-10). La firma tampoco resulta un criterioms consistente de presencia, puesto que firmar no garantiza la identidad dequien firma sino que produce una marca, que correr la suerte de todo signo: laiteratividad. Por definicin, toda firma es falsificable; tal es la razn por la cualella debe ser avalada en importantes actos pblicos mediante el control de lascondiciones de su produccin (presencia del ejecutor, testigos dignos de crdi-to). Si algo representa la firma, entonces, es la ausencia del firmante a la vez queretiene el haber estado presente de aqul. La firma figura la pura reproducibili-dad de un evento (Derrida, Margins of Philosophy 328).

    La autobiografa es un campo discursivo tensionado por diversas fuerzas. Deuna parte consiste en un proceso de autoinvencin. El proyecto autobiogrficoconstituye un modo de figuracin con capacidad de productividad referencialen tanto que las demandas de autopresentacion determinan lo que el escritorrealiza (De Man, The Rethoric of Romanticism 69). La autobiografa, prosigo conDe Man, implica un doble movimiento mediante el cual un autor escribe suvida a la par que lee su vida escrita, lo que supone una duplicacin del yo queescribe en el yo escrito, y, adems, una duplicacin del rol del lector. Por lodicho, la autobiografa no es un gnero o modo sino una figura de lectura ocomprensin que ocurre en todo texto, en cierta medida. Existe una estructura

    Introduccin 17

    2 The proper name is a mark: something like confusion can occur at any time because theproper name bears confusion within itself. The most secret proper name is, up to a certain point,synonymous with confusion. To the extent to which it can immediately become common and driftoff course toward a system of relations where it functions as a common name or mark, it can sendthe address of course. The address is always delivered over to a kind of chance, and thus I cannotbe assured that an appeal or an address is addressed to whom it is addressed (Derrida, The Ear ofthe Other 107-8).

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