Figuras lietrarias Benedetti

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La noche de los feos MARIO BENEDETTI

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La noche de los feos

MARIO BENEDETTI

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Notas sobre el autor Uruguay, Paso de los Toros 1920 – Montevideo 2009.

Poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico, figura más relevante de la literatura uruguaya.

La tregua 1960.

Gracias por el fuego 1965.

Su poesía a sido musicalizada.

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En la obra de Benedetti pueden diferenciarse dos periodos marcados por sus circunstancias vitales, así como por los cambios sociales y políticos de Uruguay y el resto de América Latina.

En el primero, Benedetti desarrolló una literatura realista de escasa experimentación formal, sobre el tema de la burocracia pública, a la cual él mismo pertenecía, y el espíritu pequeño-burgués que la anima.

Poemas de la oficina 1956 (versos)

Montevideanos 1959 (cuentos sobre la vida funcionarial)

El país de la cola de paja 1960 (ensayo)

La tregua 1960 (historia amorosa de fin trágico)

Gracias por el fuego 1965 (crítica amplia de la sociedad nacional)

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En el segundo periodo, sus obras se hicieron eco de la angustia y la esperanza de amplios sectores sociales por encontrar salidas socialistas a una América Latina subyugada por represiones militares. Durante más de diez años, Mario Benedetti vivió en Cuba, Perú y España como consecuencia de esta represión.

El cumpleaños de Juan Ángel 1971 (novela en verso).

La muerte y otras sorpresas 1968 (cuentos fantásticos)

Primavera con una esquina rota 1982 (novela sobre el exilio)

La borra del café 1993 (autobiográfica)

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Análisis literario Dos personajes principales:

Él y Ella

Narrador protagonista:

“Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas.”.

Diálogo indirecto libre:

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.

"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

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Analepsis:

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera.

Amplificación

…allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

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Retrato

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Paradoja

…esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza…

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Hipérbole

Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Antítesis

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína.

Epíteto, reduplicación, metáfora

"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"

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Sinestesia

Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

Etopeya

Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Alusión

A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

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Intertextualidad

“yo sé que Él es una lejana soledad, a la que no tuve ni tendré nunca acceso. Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos” La Tregua

…”allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades.

“hacíamos el amor a oscuras. Tengo una memoria táctil de esas noches” La Tregua

“Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.”