Fenomenologia Del Espiritu, Abada

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FENOMENOLOGIA GEORG DEL ESPÍRITU WILHELM ^^^^^^ FRIEDRICH HEGEL» IO ; edición bilingüe de ANTONIO GÓMEZ RAMOS

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G. Hegel.

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  • FENOMENOLOGIA GEORG DEL ESPRITU WILHELM ^ ^ ^ ^ ^ ^ FRIEDRICH

    HEGEL IO ;

    edicin bilinge de ANTONIO GMEZ RAMOS

  • La FENOMENOLOGA DEL ESPRITU es la primera gran obra de Hegel, la ms fascinante para generaciones enteras de lectores y la ms extraa dentro del corpus hegeliano. Producto de un explosiva inspiracin especulativa y literaria como ha habido pocas en la historia de la cultura, fue concebida como introduccin al Sistema de la Ciencia, como ciencia de la experiencia de la conciencia en su camino hasta el saber, pero acab siendo una obra autnoma y completa que recoge y articula a su manera la totalidad de la filosofa de Hegel. Su autor la finaliz en 1806, bajo el tronar de los caones de la batalla de Jena; y mientras Napolen se pona a la cabeza de la histo-ria, la Fenomenologa del espritu expona la historia de la conciencia humana en su devenir hasta el saber absoluto.

    Una historia que es a la vez la historia del mundo y de la cultura, una gnesis del sujeto moderno por la que desfilan, en una serie de figuras, las formas del conoci-miento humano, as como la ciencia natural, la tragedia griega, la religin, la vida cortesana, la Ilustracin, el Terror o el Romanticismo. Oscura a veces en su sentido, brillante siempre en su expresin y en su ejecucin, salpicada de una punzante irona, esta exposicin del saber segn l llega a ser -as la describi el mismo Hegel una vez-tanto culmina la metafsica clsica como anticipa las visiones y conocimientos funda-mentales del mundo moderno: ha sido y es una fuente a la que retornan el marxismo o el psicoanlisis, la hermenutica, la teora crtica, el existencialismo o el pragmatismo.

    ABADA Editores la presenta ahora en espaol, por primera vez en edicin bilinge, con una introduccin y un aparato critico de notas, glosarios e ndices que sin duda permitirn al lector acercarse del modo ms directo posible al texto hegeliano.

    * * K I > I < IONES

    + + E D I C I O N E S

  • Serie DIRECTOR

    LECTURAS

    Filosofa Flix DUQUE

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transforma-cin de esta obra slo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogr-ficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra

    TTULO oRtciNAL: Phnomenologie des Geistes

    ANTONIO GMEZ RAMOS. 2 0 1 0

    de la i n t r o d u c c i n , t r a d u c c i n y n o t a s

    UNIVERSIDAD AUTNOMA DE MADRID, 2 0 1 0

    ABADA EDITORES, S.L., 2 0 1 0

    de la presente edicin

    Cal le del G o b e r n a d o r , 18

    2 8 0 1 4 M a d r i d

    Tel . : 914 2 9 6 8 8 2

    fax: 914 297 507

    w \ w . abadaedito res. co m

    d i s e o SABTICA

    p r o d u c c i n GUADALUPE G I S B E R T

    ISBN 9 7 8 - 8 4 - 9 6 7 7 5 - 7 1 -

    d e p s i t o legal M - 4 4 3 6 7 - 2 0 1 0

    p r e i m p r e s i n DALUBERT ALL

    i m p r e s i n LAVEL

  • G. W. F. HEGEL

    Fenomenologa del espritu

    edicin bilinge de ANTONIO GMEZ RAMOS

    A B A D A EDITORES L E C T U R A S D E F I L O S O F I A

  • P R E S E N T A C I N

    Antonio Gmez Ramos

    Hubo un tiempo, no tan lejano, en que la frase de Heine: la filosofa alemana

    es un asunto importante, que afecta a toda la humanidad' se tomaba en serio

    y literalmente, a pesar de venir de un maestro de la irona como Heine. En ese

    tiempo, ningn libro de la fi losofa alemana pareca afectar tanto a toda la

    humanidad como la Fenomenologa del espritu de Hegel: al f in y al cabo, era el

    libro que expona, entrelazados uno con otro, toda la historia de la conciencia

    humana y todo el saber del mundo; la propia circunstancia de su escritura,

    como se ver ms abajo, vena a coincidir con lo que se poda tener por el

    desenlace de la historia de la humanidad. Afortunadamente para todos, ese

    tiempo ha pasado (lo cual no quiere decir que el destino de la humanidad no se

    juegue tambin en la filosofa, y en particular en la alemana de en torno a 1800).

    Pero la Fenomenologa del espritu sigue siendo un libro importante, uno de los

    mas importantes de toda la filosofa. Uno de los ms bonitos, deca Levinas,

    junto a algunos dilogos de Platny la Crtica de la raznpura: un libro gran-

    dioso. el primero que concibe la autogeneracin del hombre como proceso,

    escribi Marx ; el joven Kafka la lea con su amigo Hugo Bergmann en el saln

    de Berta Fanta. Heidegger y Gadamer le dedican ensayos decisivos4; los franc-

    fortianos, de Adorno a Honneth, estn recorridos por ella; y la deriva pragma-

    tista que ha tomado en los ltimos aos la filosofa postanaltica encuentra en

    Hegel. en concreto en la Fenomenologa del espritu, los argumentos para una

    racionalidad intersubjetiva y una teora del significado3. Son slo algunas apre-

    ciaciones. tomadas casi al azar, de lectores completamente lejanos unos de

    otros, ninguno de los cuales se tomara literalmente en serio la frase de Heine.

    1 Sobre la historia de la filosofayla religin en Alemania. Madrid. Alianza, pg. 206. 2 Etica e infinito. Madrid, Visor. 1991. pg. 35. 3 Manuscritos de economa)-filosofa. Madrid, Alianza, 1966, pg. 189. 4 Heidegger, El concepto de experiencia en Hegel.en Sendas perdidas. Madrid. Alianza

    Editorial. 1993; Gadamer, El mundo invertido y La dialctica de la autoconciencia en Hegel, ambos en La dialctica de de Hegel. Madrid, Ctedra, 1980.

    5 Ello, tanto si sus autores vienen de los estudios hegelianos, como Pinkard o Pippin, cuanto si viene de la filosofa analtica pura, como Robert Brandom. Vase nota 23 ms abajo.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    Impenetrable pero inolvidable, fascinante como slo unas pocas grandes

    obras de la cultura humana pueden serlo, la Fenomenologa del espritu quiere

    hallarse -y seguramente se hal la- al final de toda la historia de la filosofa.

    Pero, a la vez, no es tanto la culminacin de la metafsica como la anticipacin

    de las visiones y conocimientos ms fundamentales del mundo moderno, el

    cual no ha dejado de mirarse perplejo en ella. Hoy ms que en el tiempo inme-

    diatamente posterior a su escritura'. Al f in y al cabo, era la obra que llev al

    espritu de su tiempo (el tiempo de Goethe y Napolen, el del nacimiento del

    mundo industrial moderno) a tener conciencia de s mismo, recogiendo en un

    sistema, o en una nica narracin, el saber de las ciencias naturales, el desa-

    rrollo de la moral, del arte o de la poltica, poniendo adems a la religin den-

    tro de (o paralelamente a) todo ello. Por mucho que cualquier sistema se haya

    quedado hecho trizas, la conciencia de sus elementos, de su desgarro, de la

    voluntad del sistema, se mira en ella. Como todo buen final, era un comienzo:

    expona la gnesis del sujeto moderno, liberado de todo vnculo con un funda-

    mento externo o pasado, inserto en una vida comunitaria, abocado a ser otro y

    dependiente exclusivamente de s mismo. La relacin entre la mente y el

    mundo que haba ocupado a la fi losofa moderna se resuelve en la relacin

    entre los sujetos, y esta ltima resulta ser una historia de transformaciones, o

    de autotransformaciones, llamada la marcha del espritu que llega a saber de

    esas transformaciones; espritu que, por eso, no se funda sobre nada externo,

    sino que se autoexpone en la Fenomenologa. Desde luego, algo as puede afec-

    tar, si no a toda la humanidad, s a cualquier pensamiento que la humanidad

    pueda tener de s misma. Tal vez por eso es el libro que nunca hemos dejado de

    (empezar a) leer.

    No se tome lo anterior como una introduccin. En realidad, ni siquiera

    alivia el sinsentido de anteponer unas pginas a un libro de filosofa cuyo pr-

    logo comienza con una diatriba contra los prlogos en filosofa y cuya introduc-

    cin es un desmontaje soberano de la idea de introduccin a una obra filos-

    fica. En ambos casos, con el argumento de que no se puede presentar la cosa

    misma en este caso, justo este libro con un proceso externo y previo a ella;

    sino slo hacindola pasar y ejecutndola: en este caso, escribiendo el libro

    mismo o, dado que ya est escrito, leyndolo. Es un libro que no se deja susti-

    6 Falke. Begffne Geschichte. Berln. 1996. pg. 9. De manera anloga, una culminacin seme-jante del pasado que anticipa todo el porvenir moderno sera, segn Falke. la msica de Bach: ese compendio de toda la msica anterior que anticip, sin que muchos lo supieran, todo el clasicismo y la modernidad.

  • PRESENTACIN II

    tuir por un resumen o una interpretacin; pero que de las ltimas reclama y

    provoca a montones, y es imposible leer el libro sin acompaarse de algunas de

    ellas. Antes que aventurar una ms, estas pginas previas intentar dar cuenta

    de algunas de las circunstancias biogrficas, histricas y culturales en las que el

    libro surgi, a fin de empezar a situarse ante l. Sigue, pues, una descripcin de

    la trayectoria de Hegel en Jena (i) que le llev hasta la obra, de las circunstan-

    cias de escritura y edicin (2). de la relacin de la obra con el resto del pensa-

    miento hegeliano (3), y de la historia posterior de la obra y sus efectos e

    influencias hasta hoy (4). Aunque la Fenomenologa del espritu no pueda ser

    presentada, su edicin y traduccin en castellano s deben serlo. A ello, y a las

    instrucciones de uso de esta edicin, se dedica el apartado (5).

    1 . H E G E L EN JENA

    Hegel haba llegado a Jena en enero de 1801 . Era la cuarta mudanza de su

    juventud (tras Tubinga. Berna y Frncfort) ; iba a ser la decisiva de su carrera.

    Haba pasado los ltimos aos, an como preceptor domstico, en Frncfort

    (1797-1800). All, el reencuentro y la intimidad con un Hlderlin que acababa

    de estar en Jena oyendo a Fichte, cerca de Schillery Goethe, le haban revelado

    cunto quedaba aun por revolver en la fi losofa kantiana y en los intentos de

    Fichte por completarla. Adems lo que no deja de tener relevancia para quien

    se decida a leer este libro, o a Hegel en general, le haban hecho cambiar su

    prosa fcil de los primeros aos (prosa que. en todo caso, nunca publicara en g

    vida), por un estilo que exiga una activa participacin y esfuerzo del lector ,

    7 Hegel haba nacido en Stuttgart, en 1770. Tras estudiaren elStift de Tubinga de 1788 a 1793,

    recibiendo formacin en filosofa y teologa para ser pastor protestante, vivi como precep-

    tor domstico en Berna ( 1793-97) y Frncfort hasta 1800. La biografa ms actualizada y

    completa de Hegel actualmente es la de Terry Pinkard. Hegel. A biography. Cambridge UP.

    1998. Traduccin en castellano en editorial Debate. 2001 . Tambin es reciente y completa,

    aunque con otra perspectiva, la de Jacques D'Hont. Hegel. Calman-Lvy. Pars, 1998, tradu-

    cida con el mismo ttulo en Barcelona. Tusquets. 2002. Y. por supuesto, siempre est la cl-

    sica de Rosenkranz. Hegels Leben. de 1844. an por traducir al espaol.

    8 En el cuaderno de notas de los aos de Jena. el llamado Wastebook. apunta Hegel: No se trata

    ya slo de pensamientos. De eso tenemos ms que de sobra, buenosy malos, bellosy atrevi-

    dos. Se trata de conceptos. Pero, mientras que a aquellos se los puede hacer valer inmediata-

    mente ypor si mismos, en cuanto conceptos, en cambio, se los debe hacer comprensibles con -

    ceptualmente [o concebibles: begreiflichj. con lo que la forma de escritura se altera y adquiere

    un aspecto que exige un esfuerzo quiz incluso penoso, como en Platn y Aristteles.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    anlogamente a como la poesa de Hlderlin se vea responsable de forjar una

    nueva lengua para la nueva poca, y exiga de los lectores una participacin en

    esa responsabilidad. La muerte de su padre, en 1799. le haba proporcionado

    una mediana herencia que le permitira independizarse por unos aos; pero

    tambin, como sugiere su bigrafo Pinkard. debi de provocar en l la clase de

    autorevisin personal que produce un acontecimiento as, en mitad de la vida:

    en el caso de Hegel, la que le llev a poner f in a su existencia como preceptor

    domstico en ricas casas burguesas, mantenido espiritualmente por sus aspi-

    raciones literarias a ser un filsofo popular que desarrollase un kantismo apli-

    cado. No era slo cuestin de sentar la cabeza y hacer una carrera, sino de hacer

    filosofa mucho ms a fondo, de llegar al fondo de la filosofa. En noviembre de

    1800. quiz ya distanciado de Hlderlin, que estaba a punto de iniciar el viaje

    definitivo a la locura. Hegel se decide a escribirle a Schelling, el antiguo amigo

    de Tubinga, lanzado en Jena a una carrera meterica. En una carta clebre, le

    dice: en mi formacin cientfica, que empez por necesidades humanas ms

    elementales, me vi empujado hacia la ciencia, y el ideal de juventud tuvo que

    transformarse en la forma de la reflexin y. a la vez, en un sistema4. Era. al

    mismo tiempo, una confesin y una peticin. Peda ayuda para encontrar un

    puesto acadmico en alguna ciudad sugera Bamberg: confesaba que la

    juventud se haba acabado, con su ideal, y que la filosofa sistemtica, la ciencia

    justo lo que Schelling llevaba aos haciendo era el camino a seguir. El

    amigo, como es sabido, lo llam a Jena.

    Cuando Hegel lleg. Jena no era ya el centro intelectual que haba llegado a

    ser en el ltimo decenio del siglo anterior. Fichte haba sido expulsado de su

    ctedra en 1799. como resultado deMthesmusstreit: Paulus. Thibaut, Voss y

    otros, se haban marchado a Heidelberg, Halle, o Gotinga, con mejor paga y ms

    libertad. Pero estaba Schelling, estaba an el crculo de los romnticos entorno

    a los Schlegel. Merced a Schad. discpulo de Fichte. Jena segua siendo el centro

    del fichteanismo. todava la filosofa de vanguardia en Alemania. Goethe, con

    Schiller a su lado, proyectaba desde Weimar su sombra protectora. Y Hegel, que

    an no haba publicado nada' . se puso enseguida a la tarea. Quera elaborar un

    sistema. Tenia que hacerse un nombre en un medio que era. como se dira en el

    lenguaje de hoy, extremadamente competitivo, lleno de talentos jvenes y

    9 Briefe von und an Hegel, ed. de Hofmeister. Hamburgo. 1952. vol. 1, pg. 59. 10 Salvo, annimamente, la edicin en alemn de las Cartas confidenciales sobre la anterior con-

    dicin jurdica del pas de Vaud. de la ciudad de Berna. un panfleto francamente subersivo del suizo francfono Jean Jacques Carts. al que aadi un comentario propio y public en 1798.

  • PRESENTACIN I I

    ambiciosos pugnando por brillar en el efervescente firmamento intelectual ale-

    mn; y de paso, hacerse con un puesto. Puede que el reino animal del esp-

    ritu de la Fenomenologa se le hiciera presente en los primeros aos de Jena.

    Al principio, las cosas parecieron ir rpido. El 27 de agosto de 1801, da de

    su cumpleaos, defenda su tesis de habilitacin Dissertationi Philosophicae de

    Orbitis Planetarum, lo que le converta en Privatdozent y le autorizaba a dar clase

    (sin sueldo). En septiembre, sala a la luz la Diferencia entre los sistemas de Fichte

    /Schelling, su primera publicacin; un texto ya propio, hegeliano. por ms que

    se ofreciera, y el pblico as lo recibiera, como una obra de filosofa schelling -

    niana. Durante 1802y i8o3 publica, conjuntamente con Schelling, el Kritisches

    Journal der Philosophie. En esta revista oficial del schellingnianismo publica

    textos nada desdeables, como Fe y saber o los ensayos sobre el derecho natural

    y el escepticismo. Aparecen sin firma, pues ninguno de los dos amigos y coau-

    tores pone su nombre. Pero son reconocidamente suyos reconocibles por el

    mal estilo, diran las malas lenguas. En el semestre de 180 1 -02 , imparte un

    curso de Lgica y Metafsica, y anuncia ya que la editorial Cotta publicar un

    libro suyo, o un manual con ese ttulo, para el curso siguiente.

    Publicar un manual, o un libro propio para las propias clases, era lo

    menos que se esperaba de un profesor en la universidad alemana en aquellos

    aos. Hegel. por su parte, no poda tener reparo en vincular su vocacin de sis-

    tema a una necesidad pedaggica. Pero la promesa de una pronta publicacin

    se reiterara en vano, ante diversas personas y de diversas maneras, durante

    cinco aos ms. La necesidad pedaggica estaba an dentro de l mismo. El

    caso es que Hegel, que en algn momento ironizara sobre la rpida sucesin

    de publicaciones del joven Schelling, cada una cambiando de posicin respecto

    a la anterior, diciendo que su amigo llevaba a cabo su educacin en pblico,

    tenda ms bien a cumplir con la suya en privado, y a solas. Lo haba hecho en

    los silenciosos aos de Berna y Frncfort; y no pudo dejar de hacerlo en Jena. a

    pesar de que la urgencia por producir un libro era tanto intelectual como, a

    partir de cierto momento, material: la herencia paterna se iba consumiendo

    con la inflacin de esos tumultuosos aos, y sin libro no haba perspectivas de

    aspirar a obtener una ctedra; con ella, un sueldo. Pero la constancia, la resis-

    tencia o la parsimonia de Hegel no cedieron a la necesidad. Despus del Kritis-

    ches Journal, a partir de i8o3. deja de publicar; sin embargo, los manuscritos

    en general, manuscritos para sus lecciones no paran de crecer, corregirse y

    reorientarse, siguiendo una ruta que la investigacin hegeliana no ha conse-

    guido desentraar hasta los aos 70 del siglo xx.

    Parte del carcter legendario de la Fenomenologa del espritu se debe a las

    condiciones casi heroicas en las que se gest. A partir de i8o3, el mundo inte-

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    lectual de Jena se queda definitivamente despoblado. Schell ingse marcha a

    Wrzburgo: en parte, para evitar el escndalo social de su matrimonio con la

    mujer de Schlegel. Caroline: en parte, para aprovechar las oportunidades que

    ofrece la vinculacin de esa universidad a Baviera. y de Baviera al orden napo-

    lenico. Niethammer. otro antiguo estudiante de Tubinga. y el amigo ms cer-

    cano. marcha tambin para ocupar un cargo en la nueva administracin bvara.

    Las relaciones de Hegel con los dos hermanos Schlegel fueron siempre entre

    fras y nulas: pero la marcha de stos, y la disolucin del crculo romntico que

    constituan con Doroteha y Caroline. ms Novalis (muerto en 1801) y Ludwig

    Thieck todos los cuales abandonan la ciudad en diversas direcciones, sella-

    ban casi definitivamente la decadencia intelectual de Jena. Cuando comienza el

    semestre de invierno de 1803-04. a Hegel no le queda apenas ningn interlo-

    cutor filosfico o literario. S lo tena entre los cientficos, merced a los cuales

    se hace asesor de la Sociedad Mineralgica Ducal, condicin que har constar

    puntualmente en la portada de la Fenomenologa. Pero, aparte de la devocin de

    un grupo de alumnos, que se mantendr ya toda la vida (Gabler, el holands

    van Geehrt) y del librero Frohmann. con cuya familia se entretiene jugando a

    las cartas, la soledad de Hegel es completa.

    Profesionalmente. las cosas tampoco van mejor. Aspira a conseguir una

    plaza en alguna universidad (Bamberg. Wrzburgo. Heidelberg) de las que

    estn siendo reestructuradas y revitalizadas merced a las reformas de los Esta-

    dos alemanes aliados con Napolen. Pero sus intentos, apoyados en la promesa

    de un libro que no llega, quedan sin fruto. Para colmo. Jakob Fres, su enemigo

    irreconciliable, obtiene una plaza de profesor extraordinario en Jena. y poco

    ms tarde alcanzar una ctedra en Heidelberg. Slo el ruego de Hegel ante

    Goethe, que le aprecia, y la intervencin de ste en su favor, le proporciona la

    plaza de ausserordentlicher Professor. catedrtico no numerario, por as decirlo,

    sin sueldo, aunque, posteriormente, con una gratificacin de 100 tleros al

    ao: la mitad de lo que gastaba entonces un estudiante muy modesto". En un

    clima de empobrecimiento generalizado, debido a la situacin poltica y eco-

    nmica. Hegel se ve obligado a pedir dinero prestado a Niethammer (y ayuda

    para conseguir un puesto con el que pagarle las deudas). Carolina Schelling

    11 Los 100 tleros, adems, se concedan graciosamente en compensacin por la paga simb-lica que Hegel reciba del Ducado de Wrtenberg en cuanto licenciado del Stift de Tubinga en espera de ocupar un puesto de pastor. Con este nombramiento, Hegel se cerraba defini-tivamente aquello a lo que haba renunciado muchos aos antes la carrera eclesistica, y perda tambin esa paga simblica.

  • PRESENTACIN II

    (antes Schlegel), de paso por Jena en 1806, le escribe a su marido: No me

    explico cmo se las arregla Hegel para salir adelante

    Sali adelante, y al decir de quienes le trataban por entonces, mante-

    niendo siempre, al menos en pblico, el buen humor. Unos aos ms tarde, en

    1810. le escribi a un amigo, el telogo Windischmann: Conozco, por expe-

    riencia propia, esa disposicin afectiva (Stimmung) del nimo, o de la razn,

    cuando sta se ha metido por inters, siguiendo sus propios barruntos, en un

    caos de fenmenos (Erscheinungen) [ . . . ] He sufrido de esta hipocondra

    durante un par de aos, casi hasta quedarme sin fuerzas; en general, todo

    hombre pasa alguna vez por ese momento decisivo (Wendepunkt) en su vida,

    ese punto nocturno en que se contrae todo su ser. vindose forzado a atravesar

    su angostura para llegar, consolidado (befestigt) y cerciorado (vergewissert), a la

    seguridad de s mismo ' . Si estaba refirindose a los aos de Jena. o a una

    poca interiormente ms oscura y lejana, quiz a la estancia en Berna, no lo

    sabemos. Pero los consejos que le da a Windischmann s encajan perfecta-

    mente con su actitud de Jena: aunque uno est interiormente seguro de cul es

    su meta, tiene que trabajarse el camino a travs de ese caos de fenmenos,

    hasta alcanzar la claridad y una explicacin del todo. Es la ciencia quien le ha

    metido a uno en el laberinto, y slo ella puede sacarle y curarle.

    Y la ciencia, por cierto, empez a mostrarle la salida del laberinto. No

    directamente, desde luego. Puede, adems, que la marcha de Schelling ayu-

    dase: por un lado, a partir de 1804. aumenta el nmero de sus alumnos matri-

    culados'4. y los conocidos comentan que ha mejorado mucho su capacidad y

    soltura en clase (la cual, como es notorio, nunca dej de basarse en una retrica

    de balbuceos y reiteraciones con una diccin deficiente v montona, salpicada

    de carraspeos: lo cual no le impidi tener ms y ms alumnos, especialmente

    en Berln); por otro, a partir de esa fecha, el carcter y contenido de su escri-

    tura se transforma. De 1801 a i8o3. haba producido unos textos de carcter

    polmico, como los del Kritisches Journal, o tico-poltico, el ltimo de los cua-

    les era un manuscrito ya copiado a limpio y prcticamente listo para publicar.

    12 Hegel in Berichten seiner Zeitgenossen, ed. porG. Nicolin. Hamburgo. 1971. pg. 71. La relacin de Carolina con Hegel, por cierto, era de mutua antipata. Hegel. que era un devoto de Ant-gona. tena problemas para tratar con mujeres de carcter independiente (Carolina, en Jena: Rahel Varnhagen. posteriormente, en Berln).

    13 Carta del 27.5.10. Vase Briefe, vol. 3. loe. cit.. pg. 519. 14 Schiller le escribe a Goethe: parece que nuestro doctor Hegel tiene muchos oyentes, y que

    no se quedan descontentos, ni siquiera de su modo de dar la clase . Hegel in Berichten seiner Zeitgenossen, loe. cit.. pgs. 52 s.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    pero indito, que se ha conocido como System der Sittlichkeit (traducido como

    sistema de la eticidad); todos ellos dentro de la rbita de Schelling. A partir

    de 1804. se amontonan los manuscritos que deban acompaar a las clases, y

    que ensayan diversas maneras de pensar y exponer el ansiado sistema, cada vez

    ms alejadas de Schelling. Se han conservado bastantes (Hegel era ordenado y

    meticuloso con sus papeles) y la crtica ha credo poder reconstruirlos y orde-

    narlos a partir de los aos 70 del siglo pasado. Son los llamados Jenaer Syste-

    mentwife (Esbozos de sistema de Jena), publicados ahora en tres volmenes,

    paralelos a los cursos acadmicos. El de 1803-04, Sistema de la filosofia especu-

    lativa, el de 1804-05. Lgica, Metafisica y Filosofia de la Naturaleza, y el decisivo

    de 1805-06, Filosofa de la Naturaleza y Filosofia del Espritu'".

    El primero corresponde a unas lecciones anunciadas para el semestre de

    invierno de 1808-04, c o m o philosophiae speculativae systema. complectens

    a) Logicam et Metaphysicam. sive Idealismum transcendentalem b) philosop-

    hiam naturae et c) mentis , dedicadas, no obstante, casi en sus tres cuartas

    partes a la filosofa de la naturaleza, y es todava deudor de la terminologa de la

    filosofa de la identidad de Schelling. Es el ms fragmentario de todos los esbo-

    zos de sistema, pero el nico que abarca el sistema completo, de modo que la

    fi losofa de la naturaleza y la del espritu tambin caen dentro de la fi losofa

    especulativa. El segundo corresponde a una lecciones anunciadas para el

    semestre de invierno 1804-05 sobre totam philosophiae scientiam, i.e. phi-

    losophieam speculativam (logicam et metaphysicam) naturae et mentis, ex

    dictatis. Aunque fragmentario, est escrito a limpio; probablemente, corres-

    ponde a lo que deba ser el libro que Hegel le prometa a Goethe al solicitarle

    una plaza, o a Voss. en Heidelberg, con el mismo propsito. Falta toda la filoso-

    fa del espritu (o lo que hoy llamaramos filosofa social y poltica), y tiene una

    parte importante dedicada a la Lgica : de hecho, es la nica Lgica de Jena con-

    servada, aunque Hegel dio lecciones a menudo sobre ella. Pinsese que en ese

    momento, 1805, dado lo precario de su situaciny lo avanzado del manuscrito,

    lo natural hubiera sido que Hegel lo transformase rpidamente en un libro.

    15 Son. respectivamente: Jenaer Systementwrfe /.- Das System der spekulativen Philosophie, ed. por Klaus Dsingy Heinz Kimmerle. Hamburgo. Flix Meiner, 1986. y corresponde al volumen 6 de las Gesammelte Werke editadas por la Academia de las Ciencias de Renania-Westfalia. Jenaer Systementwrfe II: Logik. Metaphysik. Naturphilosophie, ed. por Rolf-Peter Horstmann, Hamburgo. Felix Meiner. 1982. que corresponde al vol. 7 de dichas obras, y Jenaer Syste-mentwurfe IIINaturphilosophie und Philosophie des Geistes, ed. por Rolf-Peter Horstmann. Hamburgo. Flix Meiner, 1976, que corresponde al vol. 8. De este ultimo existe una ejem-plar edicin castellana de J. M. Ripalda. Filosofa real. Madrid, F.C.E.. 1983 (2a ed. 2006).

  • PRESENTACIN II

    Sin embargo, se contuvo, como si tuviera que rehacer lo que haba

    logrado. Para el semestre de invierno de 1806. anunci su curso philosop-

    hiam realem. i.e. naturae et ments ex dictatis; y. por primera vez. dio un

    curso historiam philosophiae. mientras que para el verano anuncia el curso

    en philosophiam speculativam s. logicam. De estos ltimos no se ha con-

    servado nada, como tampoco del curso de matemticas que ofreci y que su

    discpulo Gabler todava alababa muchos aos despus. En cambio, el curso de

    Filosofa real, o filosofa de la naturaleza y del espritu (que ahora ya no pertene-

    cen a la filosofa especulativa), est casi completo, a falta del principio de la

    filosofa natural. Y ya es Hegel. sin huella de Schelling. Hegel con su propia voz.

    Hegel cree saber ya cul es la forma del sistema, y la tiene prcticamente

    desarrollada. Las ltimas lneas del manuscrito". casi telegrficas, ya tratan de

    la ciencia absoluta, la filosofa, cuyo contenido es el mismo que el de la religin

    y el arte, pero teniendo la forma del concepto, y que constara de la fi losofa

    especulativa (o Lgica), de la filosofa de la naturaleza, y de una parte reflexiva

    en la que el espritu, inicialmente conciencia sensible inmediata llegara,

    en la Historia, a ser un saber de la naturaleza y del espritu mismo. Hegel ya

    tena el sistema esbozado. Slo faltaba una introduccin, aparentemente no

    muy complicada, ms dedicada a cuestiones de teora del conocimiento, que

    permitiese el acceso de la conciencia al sistema: su camino hasta l. Terminada

    la introduccin, podra abordar la Lgica, que deba tener ya muy avanzada (en

    la cabeza, o en un manuscrito perdido), y ofrecer finalmente la filosofa real, o

    sea. la filosofa de la naturaleza y del espritu que estaba redactando con las lec-

    ciones de 1805-06.

    Se puso, pues, a escribir esa introduccin al sistema de la ciencia, o su

    primera parte, como luego llegara transitoriamente a ser. en verano de 1805, y

    la fue redactando en los meses siguientes, a la vez que imparta, y probable-

    mente redactaba, el curso de Filosofa real, e imparta tambin, sin que nos

    hayan quedado restos, el curso de Historia de la Filosofa. De este ltimo curso

    tenemos el testimonio de Gabler, su discpulo en Jena y sucesor en Berln: el

    llamado informe Gabler sobre la vida de Hegel en Jena' cuenta la fascinacin

    de los estudiantes por ese curso en el que Hegel haca desfilar todas las figuras

    de la historia de la filosofa, las haca ocupar la escena dndoles su momento de

    16 En la edicin citada de J. M. Ripalda. pgs. 232 ss. 17 Fue escrito por Gabler en los aos 40. a peticin de Rosenkranz. ocupado en la biografia de

    Hegel. Puede leerse una traduccin parcial en la introduccin de J. M. Ripalda a la citada Filosofa real. pg. xivpassim.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    brillo, y luego su sepelio para dejar paso a la siguiente. Ni siquiera Schelling,

    para sorpresa de todos, se libro de ese tratamiento. El esquema del desfile de

    figuras, ciertamente, suena ya mucho a lo que conocemos como Fenomenologa

    del espritu, que, con otro ttulo, se estaba escribiendo por esos meses". Gabler

    relata, adems, que Hegel iba exponiendo sta misma, an introduccin a la

    ciencia, a sus propios alumnos en el curso de verano de 1806 anunciado

    como Lgica, entregndoles los cuadernillos que el editor ya haba empezado a

    imprimir, sin haber terminado l de escribirla. Hegel no haba previsto que esa

    introduccin le crecera mucho ms all de lo que inicialmente pensaba, que se

    convertira en lo que, en sus ltimos aos, l llam su viaje de descubri-

    miento ", y acabara por ser el libro tantos aos prometido. Demasiado tarde,

    porque para cuando acababa de escribir libro, en otoo de 1806 (el prlogo lo

    escribira en enero de 1807), los acontecimientos externos, histricos, y los

    personales ya le haban expulsado de Jena, y de la enseanza universitaria Y

    en una medida suficiente para nutrir leyendas, esos acontecimientos se intrin-

    caron en la escritura de una obra gestada durante tanto tiempo.

    2. EL PROCESO DE ESCRITURA E IMPRESIN. LA HISTORIA DEL TTULO

    De pronto. Hegel haba publicado un libro: un volumen de ms de 800 pginas,

    absolutamente original, de un cuo y carcter como no se conoca en toda la

    historia de la filosofa. Para los contemporneos, y para gran parte de la poste-

    ridad. el libro sali de golpe, casi de la nada. Puede parecer un juicio distorsio-

    nado por el desconocimiento. El estudio del desarrollo del joven Hegel, y de su

    etapa de Jena. que acabamos de ver sumariamente, ha puesto de manifiesto

    que. en aquellos aos, Hegel se dio a s mismo los cimientos para mucho de lo

    18 Sobre la estrecha relacin entre esos cursos de historia de la filosofa y la concepcin de la

    Fenomenologa ha insistido Manuel Jimnez Radondo en su edicin espaola de la Fenome-

    nologa del espritu. Valencia. 2007. pgs. 50 ss. 19 Michelet, C. L.. Geschichte der letzten Philosophie in Deutschland von Kant bis Hegel, vol. 2, Ber-

    lin. i838. pg. 616.

    20 Para el semestre de verano 1807. que no lleg a impartir. Hegel pudo por fin anunciar el

    curso Logicam et Metaphysicam. praemissa Phaenoir.enologia Ments ex libro suo: System

    der Wissenschaft, erster Thei l (Bamb. U. Wrzb. Bey Goebhardt 1807). Cuando ya tena

    el manual , dej de tener clases. En 1807 march de Jena definitivamente, a Bamberg,

    donde Niethammer le haba encontrado un puesto como director de la Bamberger Zeitung.

    La siguiente estacin de su vida, un ao despus, sera Nurenberg. como director del Gym-

    nasium.

  • PRESENTACIN II

    que construira despus, de la Ciencia de la Lgica a la Historia de la Filosofa-, que

    la Fenomenologa del espritu tena, cuando menos, un fondo de trabajo y pensa-

    miento silencioso en el que nutrirse. Algunos de sus temas, aunque con otra

    perspectiva y tratamiento, estn ya en la Filosofa real. Y sin embargo, es cierto

    que la obra sali de golpe, en un arrebato sbito y fulgurante como slo rara-

    mente se da en las grandes creaciones artsticas o literarias. Para el tamao y la

    densidad que tiene, Hegel la concibi y escribi con una rapidez desconcer-

    tante. Ms, si se tiene en cuenta que surga de modo imprevisto en la meticu-

    losa construccin del sistema - i b a a ser slo una introduccin, y que, como

    discutiremos ms abajo, nunca encajara del todo en l.

    Hegel escribi la Fenomenologa del espritu a la vez que imparta el curso

    sobre Filosofa real, que es ya un libro por s mismo, y a la vez que daba, por pri-

    mera vez, un curso de Historia de la Filosofa. Cuando menos, hay que decir

    que no tena mucho tiempo para pensar lo que iba escribiendo. Probable-

    mente, empez en el verano de 1805, cuando ya haba concebido el sistema y

    sinti la necesidad de escribir una introduccin. Lo termin en octubre de

    1806, y y a no como introduccin, sino como la primera parte del sistema. Si

    damos crdito a la carta que le escribi a Schelling en mayo de 1807, disculpn-

    dose por errores y confusiones, y previniendo justificadas suspicacias de su

    todava amigo, lo termin exactamente la medianoche antes de la batalla de

    Jena, que tuvo lugar el 14 de octubre"'. Todava en el discurso fnebre, 25 aos

    ms tarde, su discpulo Eduard Gans recordara que la Fenomenologa se ter-

    min de escribir bajo el tronar de los caones de la batalla de Jena, lo que ha

    alimentado no poco la leyenda del libro y su conexin intrnseca con la historia

    universal. Como toda buena leyenda, se nutre de la verdad, sin serla. Lo que

    sabemos de cierto es que la noche del i3 de octubre, Hegel, huido de su casa,

    que haba tenido que dejar expuesta al saqueo de los soldados franceses"", y

    refugiado en la del comisario Hellfeld. estaba escribindole a su amigo Niet-

    liammer, en Bamberg: le contaba las tribulaciones de esos das (die Stunde der

    Angst, el momento del miedo, los llamaba), mencionaba las hogueras de los

    21 La carta es del i de mayo de 1807. Bnefevon und an Hegel. vol. 1, ed. cit.. pgs. 161 s. 22 Parece que una primera vez entraron unos soldados con las maneras propias de los con-

    quistadores. Hegel vio que uno de ellos llevaba la legin de honor, y apel a l para que tra-taran civilizadamente a un pobre erudito alemn. Los soldados se marcharon calmados con el regalo de una botella de vino. En la siguiente acometida de un segundo grupo de soldados, no haba ya nadie a quien apelar, con lo que Hegel y los dems habitantes hubieron de mar-charse a otra casa ms segura. En toda caso, Hegel no perdi en ningn momento su simpa-ta por los franceses frente a los prusianos en esa guerra, ni le dio mayor trascendencia a esos desagradables incidentes personales.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    batallones franceses acampados en la plaza del mercado, bajo su ventana, le

    peda dinero, expresaba su angustia por el destino de los captulos manuscritos

    que ya haba enviado al editor por un servicio de correo sometido a los avatares

    de la guerra, y, sobre todo, le haca el clebre relato de cmo haba visto a

    Napolen, o ms exactamente, al emperador, esa alma del mundo. cabal-

    gando hacia las afueras de la ciudad para reconocer el terreno" . En todo caso,

    en esos dias de confusin, huyendo de una casa a otra, reencontrando la suya

    saqueada y con todos los papeles revueltos. Hegel llevaba siempre en el bolsillo

    las ltimas partes de la Fenomenologa -probablemente, el final del captulo

    VII, y todo el VI I I - , y les dio fin. Se las pudo enviar al editor el 18 de octubre,

    cuando se reanud el servidio de correos. El Prlogo -que no se present como

    prlogo a la Fenomenologa propiamente dicha, sino al Sistema de la Ciencia, y

    haciendo ms bien de puente entre aquella y ste- lo escribira ms adelante,

    ya entre diciembre y enero.

    Al caos y confusin de la vida cotidiana generada por el estado de guerra,

    que determin, sin duda, la redaccin de las ltimas semanas, se aada la dif-

    cil situacin personal de Hegel. A la soledad que ya hemos descrito, se sumaba

    otra circunstancia: desde la primavera de 1806. la patrona de la casa donde

    Hegel se alojaba. Christine Charlotte Johanna Burckahrdt. esperaba un hijo de

    Hegel. que nacera en febrero de 1807. dos semanas despus de entregada la

    Fenomenologa a la imprenta. En otras clases sociales, ms altas o ms bajas, un

    asunto semejante hubiera sido un asunto sin importancia, ni siquiera digno de

    mencin. En la burguesa respetable de la que Hegel vena, y en la que aspiraba

    a entrar, en la burguesa que ya le daba una dimensin moral al matrimonio y

    las relaciones sexuales, un hijo natural era, cuando menos, un problema de

    conciencia. Y lo fue para Hegel, independientemente de la solucin primero

    ambigua, y al final trgica, que encontr para el hijo ilegtimo"'4. Parece

    23 Al emperador -esa alma del mundo- lo he visto salir cabalgando de la ciudad, para un reconocimiento. Es. en verdad, una sensacin maravillosa la de ver a un individuo tal. que asi. concentrado en un punto, sentado en un caballo, toma el mundo con sus manos y lo domina (Rosenkranz. Hegels Leben. Berln. 1844. pg. 229). La admiracin por el indivi-duo. en todo caso, hace olvidar aqu la reflexin filosfica. En la propia Fenomenologa, Hegel va haba dejado escrito, y seguramente enviado a la imprenta, que el espritu haba pasado de Francia a Alemania, y yahaba puesto la figura de Napolen en su sitio histrico (cf.. ms abajo, el captulo del Espritu. VI. B. 3).

    24 El nio. Ludwig. creci con una familia amiga de Hegel en Jena. Cuando Hegel se cas, aos ms tarde, lo llev a Nurenbergy le dio su apellido. Pero no pudo, o no supo, integrarlo en la vida familiar, donde haba ya otros dos hijos legtimos ms pequeos. Ludwig ya no fue a Berln con los Hegel. En los aos veinte, su padre le repudi (parece que se le acus de

  • PRESENTACIN II

    seguro que esta expectativa de paternidad ilegtima y no deseada gener en l

    una angustia que le acompa durante la redaccin de gran parte de la Fenome-

    nologa del espritu. En qu medida est presente esa angustia en el libro

    mismo, es cosa que queda para los crticos.

    En todo caso, cuando Hegel est escribiendo la Fenomenologa es un hom-

    bre econmicamente arruinado, sin perspectivas de trabajo, un autor descono-

    cido o vagamente conocido como robusto apologeta de Schelling en una uni-

    versidad que se disuelve, en una Europa en guerra, y con una situacin

    personal ms que complicada. Estas circunstancias externas pueden explicar

    quiz el apresuramiento que a veces delata la escritura, y las confusiones o pre-

    sunta falta de acabamiento en las ltimas partes, a las que Hegel se refiere en su

    carta a Schelling. Pero hacen admirar tanto ms la brillantez de su estilo, su

    calidad literaria incluso en su oscuridad, la altura de sus metforas, la acidez de

    sus sarcasmos, su sofisticadsima construccin y la refinada trabazn, casi sin-

    fnica. de sus motivos y argumentos. Sin duda alguna, durante el ao y medio

    de redaccin. Hegel estuvo tocado por la clase de inspiracin extraordinaria de

    la que nacen las obras maestras. Extraordinaria incluso dentro de lo extraordi-

    nario que Hegel ya es de por s.

    El libro se cre y escribi sobre la marcha. Lo que iba a ser una introduc-

    cin al sistema se convirti en la primera parte del sistema (que, ya despus de

    escrito, cuando el sistema se desarroll y concluy en los decenios siguientes,

    saliera de hecho fuera del sistema, pertenece a la interpretacin de toda la obra

    de Hegel en general, y de la Fenomenologa en particular, pero no a la de su

    escritura); lo que iba a ser una exposicin desde la conciencia hasta la razn se

    convirti en la recoleccin de toda la historia universal del espritu, y de la tra-

    bazn de la conciencia filosfica individual con ella hasta el saber absoluto. En

    cierto modo, un sistema por s mismo. La dinmica de esos cambios internos

    en el plan de escritura es objeto ya de las interpretaciones de la obra. Hay quien

    defiende que el libro se le fue de las manos a Hegel a partir del captulo V ' \

    como algo monstruoso y creciente que se alimenta a s mismo. Hay quien

    piensa que el cambio tuvo lugar antes*', y que Hegel mantuvo en todo caso el

    un pequeo robo); gracias a la mediacin de Van Gehrt. el alumno holands de Hegel. mar-ch a Java, colonia holandesa entonces, donde muri unos pocos meses antes que su padre.

    25 Por ejemplo. Pggeler. en Die Komposition der Phnomenologie des Geistes, en Fulda y Henrich (eds.), Materialien zur Hegels Phnomenologie des Geistes'. Francfort, 1974. pgs. 329-33i .

    26 Eckart Frster, Hegels Entdeckungsreisen. Entstehung und Aufbau der Phnomenologie des Geistes, en Vieweg & Welsch. Hegels Phnomenologie des Geistes. Francfort, Suhrkamp, 2008, pgs. 37-57.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    control sobre esos cambios. Hay quien defiende que. por esas circunstancias

    de escritura" . el libro carece de una estructura consistente propiamente dicha,

    y es ms bien una rapsodia de temas geniales, cuyos materiales puede utilizar la

    filosofa posterior para sus posteriores construcciones, y hay quien da buenos

    argumentos para mostrar la slida estructura sobre la cual se va construyendo y

    edificando con una coherencia orgnica tan bella como admirable" .

    En cualquier caso, las variaciones en la arquitectnica de la obra, cuales-

    quiera que fuesen, estuvieron coimplicadas con el proceso de su impresin y

    edicin, que no estuvo exento de problemas para Hegel. En agosto de 1806, se

    quejaba a su amigo Niethammer de que el editor. Goebhardt. incumpla el con-

    trato de edicin. La impresin del libro haba comenzado en febrero (por lo

    que Hegel poda ir poniendo los cuadernillos que salan a disposicin de los

    alumnos que asistan al curso de Lgica y metafsica) : segn el contrato original,

    que no se conserva, parece que el editor se comprometa a entregar para

    Semana Santa de ese ao 18 florines por pliego, una vez que estuviera entre-

    gada la mitad del manuscrito, y a imprimir 1000 ejemplares. El problema es

    que no se puede saber cul es la mitad de un manuscrito, si no se tiene el

    manuscrito entero. Los anuncios de lecciones para el semestre siguiente

    ( 1806- 1807) , adems, seguan hablando de una Lgica como sistema de la

    ciencia, sin mencionar su primera parte, la Ciencia de la experiencia de la con-

    ciencia. y el editor, que slo haba recibido un trozo sin acabar de esta ltima,

    tena razones de sobra para desconfiar; con lo que no cumpli los pagos e inte-

    rrumpi la impresin. Hegel haba entregado 21 pliegos (lo que significa hasta

    el captulo IV. C. La individualidad que se es real e n y para s misma). Con

    su generosidad habitual. Niethammer encontr la solucin: f irm l con

    Goebhardt un contrato, el 29 de septiembre, por el que se obligaba a comprar

    de su bolsillo los 21 pliegos impresos si para el 18 de octubre Hegel no haba

    entregado el resto de la obra. Dado que Hegel todava estaba redactando el

    final, y conociendo los antecedentes del autor, que llevaba prometiendo un

    libro desde 1802. el movimiento de Niethammer no estaba exento de riesgos.

    Es posible, desde luego, que Niethammer hubiera visto ya ccn sus propios ojos

    una buena parte del texto restante, que Hegel tendra ya escrita a la altura de

    septiembre, y pudo por eso confiar en l. En todo caso, sabemos que casi toda

    27 Jaeschke. W .Hegels Handbuch. Metzler. Stuttgart-Weimar. 2oo3. pgs. 175 ss. 28 Forster, en el artculo citado en la nota 19. Tambin, v seguramente el primero en plantearlo

    Labarriere. en su libro cirtado abajo en bibliografa. Tambin Jon Stewart, en el libro citado en la bibliografa al final.

  • PRESENTACIN II

    la segunda mitad del libro (ltima seccin de la Razn. Espritu. Religin y

    Saber absoluto) se escribi entre abril y octubre de 1807. y que en septiembre.

    Hegel todava no haba terminado. Entendemos, tambin, el lamento de Hegel

    por los problemas con el librero y la impresin que. segn le deca en carta a

    Schelling. haban dominado la composicin de la ltima p a r t e " A d e m s de la

    precaria situacin creada por la guerra y la perspectiva del nacimiento del hijo

    natural. Hegel escriba apremiado por la urgencia del librero y por el compro-

    miso financiero de su amigo. Sin embargo, nadie dira del captulo sobre el

    saber absoluto, el ltimo, que es un texto mal escrito...

    Donde s dejo una huella notable la premura del proceso de edicin fue en

    la confusin sobre el ttulo de la obra, confusin que no se ha aclarado hasta

    mucho ms tarde ". Lo que iba a ser una introduccin al sistema se convirti en

    su primera parte. De hecho, la portada de la edicin original - l a nica en vida

    de Hegel- llevaba el ttulo correspondiente:

    Sistema de la ciencia.

    Primera parte,

    la Fenomenologa del espritu

    A la portada y un ndice les segua el prlogo que era. por tanto, un pr-

    logo a todo el sistema, y tras el prlogo, antes de la introduccin, aparece

    interpuesta una pgina con el ttulo que debera corresponder al libro como tal.

    El problema es que en algunos ejemplares de esa edicin original esa pgina

    reza: Ciencia de la eocperiencia de la conciencia (que designaremos como ttulo

    A), en otros. Ciencia de la fenomenologa del espritu (que designaremos

    como ttulo B), y en otros, se hallan las dos pginas, una detrs de otra. Durante

    siglo y medio, las ediciones posteriores de la obra fueron variando sobre cul

    ttulo poner, y cmo, sin hallar nunca un criterio claro. Aparte de lo que tenga

    de anecdtico, cul sea la pgina adecuada es importante para saber cmo con-

    sideraba Hegel a su obra y cul es su lugar en el conjunto de su sistema. Fue una

    29 Tengo la sensacin de que el trabajo del detalle ha perjudicado la visin global del con-junto: pues este, por su naturaleza, es un iry venir tan entrelazado que, si hubiera querido resaltarlo ms. me habra costado mucho tiempo para que quedara claro y listo [ . . . ] Por lo que se refiere a la falta de forma de los ltimos pasajes, le dejo a tu tolerancia que tenga a bien el que finalic la redaccin en la media noche anteriora la batalla de Jena, carta del 1 de mayo de 1807. (Briefe von und an Hegel, vol. 1. Hofmeister, pgs. 161 s.).

    30 Friedrich Nicolin. Das Titelproblem der Phnomenologie des Geistes, en Hegel-Studien. 4. 1967. pgs. u 3 - i 2 3 .

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    contingencia curiosa lo que ha permitido aclarar la confusin, o el cambio de

    Hegel a ltima hora. En los aos 6o del siglo pasado, apareci un ejemplar que

    contena indicaciones para el encuadernador; entre otras cosas relativas a la

    correccin de erratas, estaba la instruccin cortar la pgina con el ttulo (A) y

    pegar en su lugar otra con el ttulo (B). De hecho, muchos ejemplares origina-

    les con el titulo (B) la llevan pegada. Lo cual explica definitivamente lo ocu-

    rrido. Hegel propuso primero el ttulo (A), al que se refiere adems en la intro-

    duccin: Ciencia de la experiencia de la conciencia, y luego, con el libro ya

    imprimindose y algunos ejemplares encuadernados o en encuademacin,

    pens en el ttulo (B) y dio instrucciones para que el ttulo fuera Ciencia de la

    Fenomenologa del espritu. Instrucciones tardas que. adems, no debieron

    de llegar a todos sus destinatarios por igual. En la poca, si bien los cuaderni-

    llos del libro se impriman en la misma imprenta, se enviaban a encuaderna-

    dores diferentes y en todo caso, no se encuadernaban de una vez. La confu-

    sin y desorden que rode la obra se mantuvo hasta el final. Pero su ttulo, a la

    altura de 1807, est claro: Ciencia de la Fenomenologa del espritu.

    Y. al final, ni siquiera Ciencia. En las correcciones al prlogo que Hegel

    emprendi poco antes de morir, con vistas a una segunda edicin, elimin las

    alusiones al libro como primera parte del sistema3'. y dispuso que el libro se

    llamase ya, simplemente. Fenomenologa del espritu. En i83 i , haba dejado,

    para su autor, de ser la primera parte del sistema, como la cual haba nacido.

    3. LA FENOMENOLOGA COMO SISTEMA Y SU RELACIN CON EL S ISTEMA HEGELJANO.

    EL PROBLEMA DE UNA INTRODUCCIN A LA C I E N C I A

    Esta inestabilidad del ttulo iba asociada, como es lgico, a la inestabilidad del

    significado de la obra para el propio Hegel o, si se quiere, del significado de la

    obra por s misma. Hay, de hecho, una ambigedad en el sentido de la Fenome-

    nologa que va ligada, en parte, a la historia de su gestacin esbozada ms

    arriba: pero que. realmente, forma parte de la propia obra: si es ciencia de la

    experiencia de la conciencia, y por tanto, una exposicin casi narrativa del

    camino de la conciencia hasta llegar al saber, o si es ya el saber mismo como

    espritu que se sabe a s. y entonces ya como sistema (quedando por aclarar qu

    se debe entender por espritu). Este dilema forma parte de la idea misma de

    3i Vase ms abajo, nota 29. pg. 83.

  • PRESENTACIN II

    una posible introduccin a la ciencia, y por lo tanto, de cualquier obra que se

    pudiera llevar a cabo a partir de lo que Hegel se propona hacer desde 1801 .

    Tambin marca, por un lado, la ambigedad de su propio significado interno, y

    por otro, su peculiar descolocacin en el conjunto del sistema hegeliano, una

    vez desarrollado ste. Una de las grandezas del libro reside, seguramente, en

    que a pesar de esa inestabilidad propia, es realmente una obra slida y unitaria,

    un libro: al decir de Adorno, el nico libro de Hegel. siendo todos los dems, a

    partir de la Ciencia de la Lgica, y de forma extrema sus Lecciones, antitex-

    tos Ciertamente, la Fenomenologa del espritu es, por su forma y por su

    escritura, distinta de todos los dems escritos de Hegel. llmeselos libros o no-,

    pero no es esta presentacin el lugar para discutir un juicio como el de Adorno.

    S lo es. en todo caso, toda vez que gran parte de la fascinacin que la Fenomeno-

    loga ejerce nace de esa ambigedad de ser un libro y de ser inestable, para

    detenerse al menos en los dos modos en que la ambigedad de la obra se pre-

    senta: hacia dentro de s misma, por su posible significado y estructura intrn-

    seca, y hacia fuera, por su lugar (im)posible en el conjunto de la obra de Hegel.

    En la medida en que una presentacin no puede proponerse sustituir al libro ni

    resumirlo, pero s debe dar cuenta de su posible construccin interna y de su

    relacin con el contexto, ser conveniente abordar estos dos puntos.

    Para empezar, es. quiz, demasiado libro, incluso para su autor, que haba

    visto cmo le creca entre las manos. Todava en enero de 1807, antes de su

    publicacin, con el texto en la fase de impresin, le escribe a Niethammer que 33

    vendr una segunda edicin que mejore esta primera. No vino. Y en el apunte

    que al final de su vida hizo con vistas a una segunda edicin de la obra, anot

    distanciadamente: peculiar trabajo temprano, no reelaborar. est referido

    al tiempo de cuando se escribi en el prlogo: lo abstracto absoluto es lo que

    entonces dominaba5*. Es decir. Hegel renunciaba a una refundicin pro-

    funda. y lo consideraba algo ya acabado y de otro tiempo. Pinsese que la Enci-

    clopedia s recibi aadidos importantes en sus dos reediciones, y que para la

    Ciencia de la Lgica s anunci antes de morir, en el prlogo de la segunda edi-

    cin. la refundicin de algunas partes. En la Fenomenologa, a Hegel slo le dio

    tiempo a realizar algunas revisiones estilsticas en las primeras pginas del Pr-

    logo. pero parece claro que no se propona mucho ms. Ello no quiere decir que

    renegara de un libro que haba calificado de viaje de descubrimiento, y que.

    32 Tres estudios sobre Hegel. Madrid. Taurus, pgs. 155-156. 33 Carta de 17.1.07, enBriefevon und an Hegel. loe. eit.. vol. .pg. i36. 34 Vanse apndices, ms adelante, al final de este volumen, pg. 939.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    tambin parece presentarse como una fractura que desarticula el conjunto y

    que modifica el mecanismo funcional de todo el argumento explicado por el

    propio Hegel en la Introduccin-, el juego entre la conciencia que va avanzando,

    por un camino de duda y desesperacin, merced a la experiencia de su negati-

    vidad, y la presencia del filsofo, o del nosotros que, desde la parte trasera

    del discurso, mira detenidamente la penosa marcha de la conciencia, o la

    acompaa como un coro trgico.

    Pero el hecho de que Hegel tuviera que cambiar el plan sobre la marcha*'

    no significa que la obra no obedeciera a una lgica propia; ms bien, podria ser

    precisamente al contrario: que esa lgica, con la arquitectnica que le era inhe-

    rente, fuera la que impuso el cambio de plan. Y si Hegel improvisaba como

    parece que indican los cambios de ttulo y de ndice, por lo menos, lo haca

    por fidelidad a una lgica arquitectnica de la que era ms o menos consciente.

    La descripcin de esa arquitectnica, que reconoce estructuras paralelas de

    una complejidad creciente entre los captulos de la obra, ha sido realizada

    recientemente por diversos autores con algunas variaciones, pero encontrando

    un patrn comn de crecimiento en espiral4 . Mirada con atencin, la Fenome-

    nologa del espritu es una obra maestra de composicin; una sinfona, dice

    Labarriere4', con una slida estructura que el propio Hegel reexpone, tambin

    con complejidad creciente, en la introduccin, y en los comienzos del captulo

    sobre la religin y sobre el saber absoluto. En definitiva, la Fenomenologa no

    slo contiene casi todos los elementos del sistema posterior de Hegel, pero sin

    encajar en l, sino que es por s misma una obra sistemtica. Que a la vez sea

    una obra en movimiento, fluida, que se va ejecutando evolutivamente (quiz

    narrativamente, dicen algunos), cuyos elementos (conciencia, espritu, con-

    cepto, objeto, razn, moralidad...) van modificando y complejificando su sig-

    nificado es, seguramente, su mayor fascinacin, y lo que hace de su lectura un

    trabajo tan difcil como inacabable.

    Hegel fue variando su propia interpretacin de ese sistema a lo largo de la

    obra posterior. Inmediatamente despus de publicarla, en el anuncio editorial

    que l mismo escribe4^, habla de que vendr un segundo volumen que con-

    39 Es Otto Pggeler quien lo ha argumentado con ms detalle, vid. Die Komposition. . . . e n loe. cit.

    40 En concreto, por Labarriere. Forster. Stewart en los textos citados en las notas 26 y 28. Fulda ha argumentado, sobre todo, a favor de la correspondencia entre los pasos de la Feno-menologa y los momentos de la Lgica, vif. Zur Logik der Phnomenologie, en FuldaS Henrich, Materialien zu Hegels Phnomenologie des Geistes, o.e.. pgs. 391 -434.

    41 En la Prsentation a su traducin al francs junto a Gwendoline Jarczyk. pg. 21. 42 Vase el apndice al final de este volumen, pg. 937.

  • PRESENTACIN II

    tenga el sistema de la lgica como filosofa especulativa, y una filosofa de las

    ciencias de la naturaleza y del espritu. Lo que aparece, sin embargo, cinco

    aos ms tarde, en 1812. es la primera parte de la Ciencia de la Lgica-, la lgica

    del ser y la lgica de la esencia. Una pequea parte de lo prometido, pues, y ya

    suficientemente voluminosa. Pero el resto no se cumplira, o no como estaba

    anunciado. En el prlogo a la segunda edicin de la Ciencia de la Lgica, en

    i83 i 1 . se despoja a la Fenomenologa de ttulo de primera parte de Sistema de la

    Ciencia, y se lo deja en mera Fenomenologa del espritu. Adems, se deja claro

    que lo que deba haber sido el sistema de la ciencia ha quedado sustituido por

    la Enciclopedia de las ciencias filosficas, la gran obra de 1817 concebida a partir

    de la experiencia pedaggica en el Gpnnasium de Nurengerg. Pero el libro de

    1807, la llamada Fenomenologa del espritu, no es. ni mucho menos, la primera

    parte de la Enciclopedia, tampoco una introduccin a ella. De hecho, a juzgar

    por los informes a su superior y amigo Niethammer44. el intento de introducir

    a los alumnos de bachillerato en la filosofa con el texto de su obra impresa

    debi de tener unos resultados decepcionantes. La Enciclopedia tiene su propia

    introduccin, ms un Vorbegriff en la parte primera denominada Ciencia de la

    Lgica. Y \a fenomenologa del espritu queda reducida a (o integrada y asimilada

    como) una seccin de 11 pginas entre la Antropologa y la Psicologa. Una

    breve seccin que recoge la conciencia, la autoconciencia (con una versin

    abreviada de la lucha por el reconocimiento), y la razn: apenas un plido

    reflejo del gran libro de un decenio antes.

    Hegel saba que ese libro, el camino de la experiencia de la conciencia,

    era ya un sistema, capaz de conjugar en un precario equilibrio toda la articula-

    cin conceptual con el itinerario conjunto, individual y colectivo, de la con-

    ciencia y del espritu: una historia concebida, haba escrito en las ltimas

    lneas. Era un sistema paralelo a la Enciclopedia, y no el sistema que Hegel que-

    ra. ni el que haba querido. En cierto modo, no le qued ms remedio que des-

    pedazarlo en la obra posterior, reduciendo el itinerario gnoseolgico de la con-

    ciencia a la seccin indicada de la Enciclopedia, asumiendo la reflexin de la

    conciencia en las determinaciones lgicas, y dispersando todas las figuras del

    mundo que aparecen por el espritu y la religin en otras partes del sistema, ya

    sea en la Enciclopedia, ya sea en los escritos y lecciones de Berln. Sin duda

    43 Gesammelte Werke, editadas en asociacin con la Deutsche Forschungsgemeinschaft, y bajo el patrocinio de la Academia de Ciencias de Renania-Westfalia. vol. 21. pg. 9.

    44 En Werke in 20 Bnden. Theorie Werkausgabe. Francfort. Suhrkamp, 1970. vol. 4. Nrnberger und Heidelberger Schriften (1808-1817). pgs. 70 ss.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    tambin parece presentarse como una fractura que desarticula el conjunto y

    que modifica el mecanismo funcional de todo el argumento explicado por el

    propio Hegel en la Introduccin. el juego entre la conciencia que va avanzando,

    por un camino de duda y desesperacin, merced a la experiencia de su negati-

    vidad. y la presencia del filsofo, o del nosotros que, desde la parte trasera

    del discurso, mira detenidamente la penosa marcha de la conciencia, o la

    acompaa como un coro trgico.

    Pero el hecho de que Hegel tuviera que cambiar el plan sobre la marcha' '

    no significa que la obra no obedeciera a una lgica propia; ms bien, podra ser

    precisamente al contrario: que esa lgica, con la arquitectnica que le era inhe-

    rente, fuera la que impuso el cambio de plan. Y si Hegel improvisaba como

    parece que indican los cambios de ttulo y de ndice, por lo menos- , lo haca

    por fidelidad a una lgica arquitectnica de la que era ms o menos consciente.

    La descripcin de esa arquitectnica, que reconoce estructuras paralelas de

    una complejidad creciente entre los captulos de la obra, ha sido realizada

    recientemente por diversos autores con algunas variaciones, pero encontrando

    un patrn comn de crecimiento en espiral4 . Mirada con atencin, la Fenome-

    nologa del espritu es una obra maestra de composicin; una sinfona, dice

    Labarriere41, con una slida estructura que el propio Hegel reexpone, tambin

    con complejidad creciente, en la introduccin, y en los comienzos del captulo

    sobre la religin y sobre el saber absoluto. En definitiva, la Fenomenologa no

    slo contiene casi todos los elementos del sistema posterior de Hegel, pero sin

    encajar en l, sino que es por s misma una obra sistemtica. Que a la vez sea

    una obra en movimiento, fluida, que se va ejecutando evolutivamente (quiz

    narrativamente, dicen algunos), cuyos elementos (conciencia, espritu, con-

    cepto, objeto, razn, moralidad...) van modificando y complejificando su sig-

    nificado es, seguramente, su mayor fascinacin, y lo que hace de su lectura un

    trabajo tan difcil como inacabable.

    Hegel fue variando su propia interpretacin de ese sistema a lo largo de la

    obra posterior. Inmediatamente despus de publicarla, en el anuncio editorial

    que l mismo escribe42, habla de que vendr un segundo volumen que con-

    39 Es Otto Pggeler quien lo ha argumentado con ms detalle, vid. Die Komposition. . . . e n loe. cit.

    40 En concreto, por Labarriere. Frster. Stewart en los textos citados en las notas 26 y 28. Fulda ha argumentado, sobre todo, a favor de la correspondencia entre los pasos de la Feno-menologa y los momentos de la Lgica, vif. Zur Logik der Phnomenologie, en Fulda& Henrich. Materialien zu Hegels Phnomenologie des Geistes, o.e.. pgs. 391 -434.

    41 En la Prsentation a su traducin al francs junto a Gwendoline Jarczyk, pg. 21.

    42 Vase el apndice al final de este volumen, pg. 937.

  • PRESENTACIN II

    tenga el sistema de la lgica como filosofa especulativa, y una filosofa de las

    ciencias de la naturaleza y del espritu. Lo que aparece, sin embargo, cinco

    aos ms tarde, en 1812. es la primera parte de la Ciencia de la Lgica-, la lgica

    del ser y la lgica de la esencia. Una pequea parte de lo prometido, pues .yya

    suficientemente voluminosa. Pero el resto no se cumplira, o no como estaba

    anunciado. En el prlogo a la segunda edicin de la Ciencia de la Lgica, en

    18314,3. se despoja a la Fenomenologa de ttulo de primera parte de Sistema de la

    Ciencia, y se lo deja en mera Fenomenologa del espritu. Adems, se deja claro

    que lo que deba haber sido el sistema de la ciencia ha quedado sustituido por

    la Enciclopedia de las ciencias filosficas, la gran obra de 1817 concebida a partir

    de la experiencia pedaggica en el Gymnasium de Nurengerg. Pero el libro de

    1807. la llamada Fenomenologa del espritu, no es, ni mucho menos, la primera

    parte de la Enciclopedia, tampoco una introduccin a ella. De hecho, a juzgar

    por los informes a su superior y amigo Niethammer44. el intento de introducir

    a los alumnos de bachillerato en la filosofa con el texto de su obra impresa

    debi de tener unos resultados decepcionantes. La Enciclopedia tiene su propia

    introduccin, ms un Vorbegriff en la parte primera denominada Ciencia de la

    Lgica. Y la fenomenologa del espritu queda reducida a (o integrada y asimilada

    como) una seccin de 11 pginas entre la Antropologa y la Psicologa. Una

    breve seccin que recoge la conciencia, la autoconciencia (con una versin

    abreviada de la lucha por el reconocimiento), y la razn: apenas un plido

    reflejo del gran libro de un decenio antes.

    Hegel saba que ese libro, el camino de la experiencia de la conciencia,

    era ya un sistema, capaz de conjugar en un precario equilibrio toda la articula-

    cin conceptual con el itinerario conjunto, individual y colectivo, de la con-

    ciencia y del espritu: una historia concebida, haba escrito en las ltimas

    lneas. Era un sistema paralelo a la Enciclopedia, y no el sistema que Hegel que-

    ra. ni el que haba querido. En cierto modo, no le qued ms remedio que des-

    pedazarlo en la obra posterior, reduciendo el itinerario gnoseolgico de la con-

    ciencia a la seccin indicada de la Enciclopedia, asumiendo la reflexin de la

    conciencia en las determinaciones lgicas, y dispersando todas las figuras del

    mundo que aparecen por el espritu y la religin en otras partes del sistema, ya

    sea en la Enciclopedia, ya sea en los escritos y lecciones de Berln. Sin duda

    4.3 Gesammelte Werke, editadas en asociacin con la Deutsche Forschungsgemeinschaft, y bajo el patrocinio de la Academia de Ciencias de Renania-Westfalia. vol. ai , pg. 9.

    44 En Werke in 20 Bnden. Theorie Werkausgabe. Francfort. Suhrkamp, 1970. vol. 4. Nrnberger und Heidelberger Schriften (1808-1817). pgs. 70 ss.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    alguna. Hegel fue el primero en reutilizar toda la riqueza material de la Fenome-

    nologa como fuente para otros trabajos y caminos de pensamiento. Como todas

    las obras verdaderamente clsicas, la Fenomenologa del espritu se presta gene-

    rosamente al reciclaje de sus partes, y su autor se apresur a aprovecharlo. Pero

    no le neg el respeto y homenaje el mayor de todos de preservarla intacta y

    compacta para el futuro, sin reelaborar, aunque fuera como peculiar trabajo

    temprano. La obra se le impuso.

    4. HISTORIA EFECTUAL DE LA LA OBRA. LA FENOMENOLOGA HASTA HOY

    No iba a ser el ltimo en tener esa experiencia. La historia de cualquier obra cl-

    sica es la de las interpretaciones y, tambin, la de los reciclajes a los que se la

    somete. Y pocas obras han tenido, de unas y otros, tantos como la Fenomenologa.

    No fue un xito de ventas; y puede que no slo por las complicadas cir-

    cunstancias polticas. La primera edicin, de 750 ejemplares, no empez ago-

    tarse hasta cerca de la muerte de Hegel, a los veinticinco aos de su publica-

    cin. Pero s fue recibida con inters. Al f in y al cabo, Hegel llevaba aos

    despertando expectativas entre amigos y conocidos. Las reseas iniciales43 no

    son negativas, aunque tampoco profundas ni agudas. Critican la oscuridad del

    estilo, a lo que Hegel replica que el pensamiento especulativo no puede expre-

    sarse de otra manera; no es como el periodismo, ni como Locke o la filosofa

    francesa ordinaria. Pero, sobre todo, se centran ms en la exposicin de las

    figuras y captulos sueltos, y casi nadie se lamenta Hegel parece capaz de

    reconstruir el mtodo por el que se da un paso necesario de una figura a otra, la

    necesidad de los momentos y su articulacin. Quedaba as marcado un pro-

    blema que acompaar toda la recepcin del libro en los siguientes doscientos

    aos.

    Los discpulos berlineses de Hegel se sienten ms familiarizados con las

    obras posteriores, y de ellos, Hinrichs, el ms interesado en la Fenomenologa,

    parece haberle hecho notar a su maestro que ni siquiera los llamados hegelianos

    llegan a entenderla. En todo caso, le concedan ms fama que atencin. Durante

    los aos 3o del siglo xix, los posteriores a la muerte de Hegel, construyen a toda

    45 Puede verse W. Bonsiepen. Erste zeitgenssische Rezensionen der Phnomenologie des

    Geistes, Hegel-Studien, vol. 14 , 1979 . pgs. 9 ss. Tambin, la introduccin del mismo autor

    a la edicin de la Fenomenologa de la Philosophische Bibliothek. Felix Meiner. Hamburgo,

    1988. pgs. LVl ss.

  • PRESENTACIN II

    prisa un corpus hegeliano, unas obras completas cuyo segundo volumen consti-

    tuye, justamente, la segunda edicin de la Fenomenologa, a cargo de J. Schulze,

    publicada en I8324' : pero el protagonista de ese corpus son ms bien las Vorie-

    sungen de Berln, que se editaban por primera vez, y la Fenomenologa se man-

    tiene ms bien con el halo de lo legendario. A la altura de 1843, un antihegeliano

    como Trendelenburg se permita recomendar a sus contrarios que no se llena-

    sen tanto la boca con la Fenomenologa, l iber laudatus magis quam lectus4 .

    Era ms alabada que leda; pero Marx, desde luego, s que la haba ledo

    por esas fechas, y la calificaba en los Manuscritos de fuente verdadera y

    secreto de la f i losofa hegel iana4 . localizando en ella al Hegel dialctico y

    verdaderamente revolucionario; si bien la historia de las relaciones del mar-

    xismo con Hegel y, desde luego, con la nocin de Entfremdung. iban a ser muy

    complejas todava. Pero la sentencia histrica inmediata iba a ser ms sumaria

    y dura. En 1851 . Rudolf Haym publica Hegel undseineZeit (Hegel y su poca).

    Haym es un nacionalista conservador decidido a enterrar a Hegel como filsofo

    del Estado prusiano. Es sabido que tuvo xito, y casi todos los tpicos que an

    circulan acerca de Hegel (el denostador de los hechosy de la experiencia, el

    apologeta de la Historia, el f i lsofo oficial del rey de Prusia, etc.), todos

    ellos demostradamente falsos, proceden de ese libro, donde la Fenomenologa

    del espritu queda despachada como una psicologa llevada a la confusin y el

    desorden por la historia, y una historia llevada a la ruina por la psicologa4

    46 Werke. Vollstndige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten. Berlin, 1832-1845. vol. II, ed. por J. Schulze. Berlin. i83a (aa ed., 1841) [Es la edicin a la que. en las notas del texto, me referir como SI. Como es sabido, esa apresurada edicin de las obras completas es en parte responsable de la imagen algo rgida y en exceso sistemtica, carente de grietas, que tiene la obra de Hegel. Sus discpulos necesitaban darle toda la soli-dez posible - d e ahi la urgencia por un corpus- al pensamiento del maestro, incluso blin-darlo para las agrias disputas polticas, f i losficasy religiosas del momento. Vase Flix Duque. La Escuela Hegeliana r sus enemigos, Madrid. Akal. 1998. y Walter Jaeschke. Hegel. la conciencia de la modernidad, loe. cit.. pgs. 53 ss.

    47 Die logische Frage in Hegel s System. Leipzig. 1843. pg. 25. (Tomado de la citada introduccin de Bonsiepen a la Fenomenologa).

    48 Manuscritos economa-filosofa. Madrid. Alianza editorial. 1968. pgs. 187 ss.. trad. de Fran-cisco Rubio Llrente. En la Fenomenologa, pese a su aspecto totalmente negativo y crtico, y pese a la crtica real en ella contenida, que con frecuencia se adelanta mucho al desarrollo posterior, est latente como germen, como potencia, el positivismo acritico de las obras posteriores de Hegel, ib.. 188; original en MEW, complementos al vol. 1. pgs. 588 ss.

    49 Hegel und seine Zeit. Berln. 1857, pg. 243. Un cuidadoso desmontaje de todos estos tpicos sobre Hegel se encuentra en el volumen colectivo: Jon Stewart (ed.), The Hegel Myths and Legends. Northwestern University, Evaston, 1996.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    Era una forma particularmente burda de redescribir lo que era una de las

    grandes aportaciones del libro de Hegel. a saber, la intrnseca trabazn del

    espritu con la historia. Y no sera el nico malentendido, aunque s el ms

    estril y, en cierta medida, esterilizante. En conjunto. Haym contribuy a rele-

    gar a Hegel de la escena alemana durante la segunda mitad del siglo xix. Y aun-

    que Hegel s mantuvo una fuerte presencia fuera de Alemania en ese tiempo,

    sobre todo en el mundo anglonorteamericano, fue mucho ms por la Ciencia de

    la Lgica que por el libro de 1807.

    Este resurgira en el siglo xx. merced a unos malentendidos no menos

    crasos que el de Haym, pero, sin duda, mucho ms productivos5 . El neohege-

    lianismo alemn en la estela de Dilthey. el marxismo hegeliano revitalizado por

    Lukcsy, a su modo, por Ernst Bloch. el propio Heidegger, tornan su atencin

    hacia el joven Hegel. y con l a la obra de 1807. Pero el impacto ms sonoro

    llega, sin duda, en la Francia de los aos 3o. cuando Alexandre Kojve, un exi-

    liado ruso, expone la Fenomenologa del espritu en la Ecole des Hautes Etudes ante

    unos oyentes fascinados que resultan ser la flor y nata de lo que constituir el

    pensamiento francs durante los siguientes cuarenta aos: Levinas, Jean Paul

    Sartre. Simone de Beauvoir, Raymond Aron. Jacques Lacan... Es difcil exage-

    rar en qu medida todo el existencialismo francs y todo el pensamiento que

    vino despus de l, no slo en Francia constituye una reaccin a esas confe-

    rencias de Kojve''. No es este el lugar para ello. La Fenomenologa pasa a pri-

    mer plano: entre los oyentes estaba Hyppolite. que produce poco despus la

    primera traduccin al francs y el primer comentario completo y exhaustivo

    del libro, hoy todava imprescindible ". Pero la interpretacin de Kojve

    genial al enlazar la dialctica de la conciencia en su lucha por el reconoci-

    miento con motivos heideggerianos muy cercanos a la sensibilidad existencia-

    lista- es particularmente parcial, cargando todo el peso del libro sobre la dia-

    50 Al fin v al cabo, la Fenomenologa en particular, y Hegel en general, debe gran parte de su resonancia v su efecto - su efecto real- a las decisivas lecturas ms o menos superficiales de grandes lectores, de Marx o Kierkegaard a Heidegger o Sartre v Bloch: cf. Siep, Der Wegder Phnomenologie des Ceistes, Frncfort. Suhrkamp. 2000. pgs. 9 s. Calificar de superficial la lectura de autores como estos puede parecer arriesgado. No es necesariamente injusto. Como dice el propio Siep, en la Fenomenologa, todo lo que vaya ms all de una lectura superficial cuesta'unos cuantos aos en la vida de uno.

    51 Editadas por Raymond Queneau, son la Introduction la lecture de Hegel. Paris. Gallimard,

    '947-52 Gense et structure de la Phnomnologie de l'esprit de Hegel. Paris. 1946 (trad. esp. de Fran-

    cisco Fernndez Buev. Gnesis restructura de la Fenomenologa del espritu de Hegel. Barcelona. 1974).

  • PRESENTACIN II

    lctica del seor y el siervo, lo que daba mucho juego a marxistasy lacanianos.

    pero cegaba partes enteras del libro, y cambiaba su sentido general.

    Desde entonces, la Fenomenologa del espritu no ha desaparecido nunca

    del horizonte del pensamiento europeo, ya sea en su vertiente francfortiana, ya

    en la fenomenolgico-hermenutica. Lo decisivo para su historia efectiva ha

    estado, sin embargo, en el laborioso trabajo de reconstruccin e interpretacin

    del Hegel de Jena que se ha ido realizando en Alemania a partir de los aos 60

    del siglo pasado: una interpretacin mucho ms cercana a los textos reales y, en

    cierto modo, ms desideologizada de lo que lo fuera la de tiempos anteriores.

    Los trabajos de Pggeler, Fulda, Henrich, o Kimmerle pusieron en marcha un

    debate que permiti corregir muchas imgenes errneas de Hegel, empezar a

    ver el Hegel que fue y poner de manifiesto la estructura completa y la lgica

    interna de la Fenomenologa. Pero, sobre todo y tambin, todo hay que decirlo,

    en virtud de la situacin geopltica de la segunda mitad del siglo pasado abrie-

    ron la obra de Hegel a la filosofa anglosajona de corte analtico, cuyos repre-

    sentantes, o sucesores, han visto, para sorpresa de muchos, que prcticamente

    todas las cuestiones de teora del conocimiento, de criteriologa de verdad, de

    teora de la ciencia o de filosofa social, de filosofa de la cultura, de la filosofa

    de la mente, de la subjetividad y de la intersubjetividad cuestiones que ya

    haban provocado un dilogo intenso entre el pragmatismo postanalticoy la

    herencia de la filosofa hermenutica- pueden plantearse muy fructferamente

    en el marco de la obra de Hegel y, en concreto, de la Fenomenologa. En reali-

    dad. Hegel tiene una larga historia en el mundo angloamericano desde el siglo

    xix (Bradleyy Mctaggart en el Reino Unido, Royce o Harris en Estados Unidos,

    el Dewey joven ms tarde). El llamado positivismo signific ms bien un

    parntesis que lo condenaba a ejemplo preclaro lo que justamente un filsofo

    no debe sen pero, a partir de los aos 60 se produce un fuerte renacimiento en

    los estudios sobre Hegel. Las razones estn en la propia crisis interna del posi-

    tivismo lgico1 . en la intensa disputa entre liberales y comunitaristas, con

    estos recurriendo a Hegel va TaylorD4, y en el descubrimiento de Hegel por la

    53 Sellars. que lleg a denominar mditations hegeliannes a sus textos, es el caso ms claro. Detrs de l. Macdowell (Mind and World) y Robert Brandom (para la Fenomenologa en con-creto. puede verse Tales of the Mighty Dead. Historieal Essays in the Metaphrsics oflntentiona-lity, Harvard UP. 2002. pgs. 178-210) se consagran a Hegel desde los seminarios de Pitts-bugh de 1980. Como sugiere Richard Bernstein, la historia de la propia filosofa analtica parece repetir el argumento de la conciencia en la fenomenologa, desde la certeza sensorial hasta la autoconciencia.

    54 La aparicin del voluminoso Hegel. CUP. 1975. de Charles Taylor. marc un hito en su momento, por muchas criticas que recogiera. La resea de Bernstein Why Hegel Now?,

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    izquierda marxista del 69 (pinsese en la influencia de Marcuse). Todos estos

    caminos han conducido hasta el joven Hegel de Jena y hasta la Fenomenologa:

    han llevado a que Hegel est igual de presente en la agenda de la discusin filo-

    sfica a los dos lados del Atlntico, mientras justo en aquel lado se est pro-

    duciendo una potente relectura de Hegel. El resultado de todo ello est porver,

    tanto ms cuanto que hay otras lecturas de Hegel en curso. Pero un hegeliano

    norteamericano como Terry Pinkard puede comenzar su exhaustivo comenta-

    rio a la Fenomenologa diciendo que. gracias al trabajo realizado en los ltimos

    cincuenta aos sobre el joven Hegel. estamos finalmente en posicin de

    empezar a asimilar lo que Hegel tena que decirnos3 '.

    Puede ser el optimismo de los comienzos: es probable que, al modo en

    que lo pintaba Foucault3'. Hegel est ya aguardndonos, con su sonrisa irnica

    y grave, en un recodo del camino, al final de una interpretacin presuntamente

    definitiva. Pero, al menos, el autor Hegel se ha liberado de los pesados tpicos

    que lo atenazaban, y la verdad es que en pocos momentos de sus doscientos

    aos ha dado lugar la Fenomenologa del espritu a tantas lecturas, tan intensas y

    tan cercanas al corazn del presente como ahora.

    5. ACERCA DE ESTA TRADUCCIN Y DE ESTA EDICIN. INSTRUCCIONES DE u s o

    Como muy tarde en este punto de una Presentacin, el traductor de una obra de

    este calibre y dificultad debe rendir cuentas de los criterios que ha seguido en

    su trabajo. Evitar, en todo caso, extenderme sobre la legendaria hermeticidad

    del lenguaje de Hegel. especialmente aguda en la Fenomenologa del espritu. El

    chiste, frecuente entre filsofos alemanes, de que primero habra que traducir

    la obra al alemn mismo puede excusar de algunos errores de traduccin (por

    desgracia, no de todos), pero en ningn caso de la decisin de trasladarla al

    castellano, de la que surge todo lo dems. Adems, cualquier traductor un poco

    experimentado sabe que la famosa dicotoma de Schleiermacher entre con-

    ducir al lector hasta el original o transportar el original al mundo del lector,

    entre ser literal o tomarse libertades en bien de la lengia receptora tiene.

    Review of Metaphysics. 3 i . 1977. no es muy favorable al Hegel de Taylor, pero explica muy

    bien la presencia de Hegel en el pragmatismo americano de Dewevv Peirce. as como las

    razones del renacimiento hegeliano en los Estados Unidosy su creciente importancia.

    55 Pinkard. Hegel's Phenomenology. The Sociality of Reason. CUP. 1996. pg. 3.

    56 Foucault. El orden del discurso. Barcelona. Tusquets. 1983. pg. 62.

  • PRESENTACIN II

    a la hora de la verdad, tantos matices, que no se puede pensar sin ms en dos

    polos opuestos entre los cuales hubiera que decidir. Fidelidad, literalidad y

    libertad son aqu exigencias tan ambiguas que resulta imposible jactarse de

    haber cumplido con cualquiera de ellas.

    Dentro de la escritura de Hegel. la Fenomenologa posee una creatividad,

    un dinamismo potico y una inspiracin explosiva que, como ha dicho Jean-

    Pierre Lefebvre, su segundo traductor al francs, la parangonan con las gran-

    des obras literarias de la cultura occidental, y no slo las filosficas. La fuerza

    del libro es, a la par, fi losfica y lingstica. Si Hegel encuentra su voz en la

    Fenomenologa, si con esta obra se hace por f in un nombre propio como pensa-

    dor. es porque en ella, a la vez, est encontrando, o creando, un lenguaje: un

    lenguaje suyo que deba ser. tambin, el lenguaje de la Filosofa. De hecho, ms

    al fondo que las decisiones terminolgicas, esta es la primera decisin trascen-

    dente a la que se enfrenta el traductor. No se trata slo de verter fielmente el

    contenido, ni tampoco de encontrar equivalentes lo ms exactos posibles

    para las multvocas palabras hegelianas, sino de dar cuenta de un lenguaje in

    statu nascendi. pero en una poca en la que el lenguaje filosfico ya ha nacido y

    crecido, incluso en espaol. En gran medida, el resultado de esta primera deci-

    sin es una renuncia. Las situaciones originales no pueden reproducirse, y

    tampoco, por ende, la fuerza creadora de ese original a la que se enfrentaron

    unos lectores originarios que nosotros, por cierto, ya no somos-. Pero, an

    con esa renuncia, la traduccin tiene que intentar dar cuenta de esa creatividad

    original-, no puede reproducirla, pero s debe dar testimonio de que all estaba.

    En poca de Hegel, como es sabido, el alemn se haba recin formado

    como lengua culta. Y cuando Hegel, de modo casi programtico, se propone, en

    1805. ensear a hablar alemn a la filosofa3 . est pensando en contribuir

    esa formacin, y quiz, ya. en lo que los hijos del giro lingstico del siglo xx

    tenemos por algo evidente: que la filosofa es un aprender a hablar, y un hacer

    que el lenguaje sepa de s mismo. Por eso, no basta, aunque es imprescindible,

    con replicar que tambin el espaol tiene una tarea pendiente como lengua

    filosfica como la tena el alemn hace doscientos aosy que eso autoriza a

    forzar el lxico para verter las palabras hegelianas. hasta acostumbrarnos, por

    ejemplo, a decir determinidad para Bestimmtheit. As se ha hecho en los

    ltimos decenios, y nos hemos acostumbrado: pero el problema de la traduc-

    cin de Hegel va ms all. Cuando Hegel quiere ensear a hablar alemn a la

    filosofa est pensando menos en un lenguaje filosfico especficamente ale-

    57 En una carta a Voss, en Briefe von und an Hegel, vol. 1 Joe. eit.. pgs. 95 ss.

  • IO ANTONIO GMEZ RAMOS

    mn que en una relacin peculiar de la filosofa con el lenguaje. El era muy

    consciente de la relacin entre lenguaje y f i losofa ' . Y por eso. un lenguaje

    especfico consistente en un tesauro terminolgico ms o menos formalizado,

    una jerga relativamente estricta, es lo que Hegel tenda a evitar. En cierto

    modo, esto aumenta las dificultades: porque las jergas siempre se pueden tra-

    ducir fcilmente de un idioma a otro: aunque sea con una traduccin que con-

    siste, ms bien, en el establecimiento de correspondencias terminolgicas ms

    o menos rgidas.

    Pero Hegel no es nada jerguista. Wolff o Kant se esforzaban por el

    rigor terminolgico, por la acuacin de nuevos trminos y por su definicin

    unvoca, que introducan de manera metalingsticay, a menudo, ajena a la

    realidad del habla como por ejemplo, los vanos esfuerzos de Kant por distin-

    guir traszendental de transzedent, Hegel, en cambio, no crea trminos nuevos,

    ni trata de precisar usos y definiciones unvocas. Dejar hacer a la Cosa misma

    consiste, ms bien, en dejar hacer al lenguaje mismo, y eso significa explotar al

    mximo los recursos de la lengua de que dispone: la apertura de la gramtica y

    la sintaxis alemanas, la polisemia de muchos sus vocablos (como el famoso auf-

    heben) o la duplicidad de los vocablos germnico y latino de que dispone para

    muchos conceptos. A lo cual habra que aadir, al decir de muchos, su dialecto

    original suabo. que l nunca borra del todo. Mimetizartodo esto en una traduc

    cin es imposible, y por eso tiene tan poco sentido traducir a Hegel trmino a

    trmino como intentar emular en espaol su instinto lingstico alemn, al

    modo en que los poetas se traducen entre s.

    En el caso de la Fenomenologa, se aaden algunas cosas ms. Se trata de

    un libro casi oral, que Hegel escribe muy deprisa. Escribe segn piensa, y

    piensa segn deba de hablar: frases muy extensas, con largos rodeos encajo-

    nados en ellas, yuxtapuestas por medio de comas o puntos y comas: nfasis fre-

    cuentes que la escritura slo puede reproducir resaltando palabras en cursiva

    (un recurso que Hegel utiliza aqu muy a menudo). La puntuacin misma la

    practica Hegel de una manera extremadamente libre. Para el traductor puede

    ser una tentacin corregirle aqu: poner un punto donde haba una coma que

    daba lugar a una ambigedad, o trocear una larga frase repleta de oraciones

    subordinadas, por mor de la claridad. As lo hacen, por ejemplo, las traduccio-

    58 La propia Fenomenologa contiene buenos ejemplos de ello. Por lo dems, ya en Nurenberg, comentando la obra de Jacobi. Hegel escribe que El progreso sistemtico en la actividad de filosofar no consiste en otra cosa que en saber lo que ya se ha dicho (Werke in 30 Bnden. TWA. vol. 4. pg. 434). Vase, tambin, el libro de Josef Simon. El problema del lenguaje en Hegel. Madrid. Taurus. 1982. traduccin de Ana Agud.

  • PRESENTACIN II

    nes al ingls. Creo, sin embargo, que respetar estrictamente la puntuacin ori-

    ginal. por poco elegante que parezca, es una de las pocas vas que tiene el tra-

    ductor para dar cuenta de la espontaneidad de la Fenomenologa, de la frescura

    y el mpetu con que Hegel iba escribiendo. En realidad, ms que por los signos

    de puntuacin, la estructura del discurso hegeliano se sostiene por ciertas

    marcas y partculas muy orales que van sealando los pasos de su pensamiento.

    Sobre todo. aber, indem o insofern: es importante que el traductor las mantenga

    siempre, y mantenga una cierta coherencia al verterlas, de modo que sean

    reconocibles.

    La otra dificultad de la Fenomenologa para el traductor surge de que Hegel,

    que est hacindose con un lenguaje, no es del todo consciente de ste, y va

    muchas veces por detrs de su intuicin. As. aunque ya en el captulo de la Per-

    cepcin hace ya notar