Evangelios sinópticos y hechos de loa apóstoles. Joseph Auneau y otros

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  • INTRODUCCIN A LA LECTURA DE LA BIBLIA - 9 i

    jloseph Auneau Francois Bovon LEtienne Charpentier Michel Gourgues_

    Jean Radermakers

    Evangelios Sinpticos y

    echos de los Apstoles

  • INTRODUCCIN A LA LECTURA D E LA BIBLIA

    Dirigida por E. Charpentier f y A. Paul

    Aspira a ser el instrumento de trabajo y reflexin esperado por grupos bblicos, comunidades o simples lectores. No se dirige a especialistas, sino a ese am-plio pblico que desea leer y comprender la Biblia. Dts ah que se hayan re-dactado todos sus volmenes en forma eminentemente didctica y formativa.

    Plan de la obra

    Antiguo Testamento

    1. Historia de Israel hasta Alejandro Magno 2. Escritos del Oriente Antiguo y fuentes bblicas 3. Pentateuco, Josu, Jueces, Samuel, Reyes 4. Profetas y libros profticos 5. Salmos y restantes libros

    Nuevo Testamento

    6. El mundo judo en tiempos de Jess (publicado) 7. Los escritos judos en tiempos de Jess 8. Cartas de Pablo, Santiago, Pedro y Judas 9. Evangelios sinpticos y Hechos (publicado)

    10. Los escritos de Juan

    Vol. 0. Introduccin general a la Biblia

    J. AUNEAU / F. BOVON / E. CHARPENTIER M. GOURGUES / J. RADERMAKERS

    EVANGELIOS SINPTICOS Y

    HECHOS DE LOS APOSTLES

    EDICIONES CRISTIANDAD Huesca, 30-32

    M A D R I D

  • De la edicin original: DESCLE, Pars 1981 Derechos de lengua espaola: E D . CRISTIANDAD, Madrid 1982 Ttulo original: Evangiles synoptiques et Actes des Apotres

    Lo tradujo al espaol J.-L. SIERRA CORTES

    Depsito legal: M. 5.165.1983 ISBN: 84-7057-329-2

    Printed in Spain Fotocomposicin: Grafilia - Pajaritos, 19 - Madrid Impresin: Artes Grficas Benzal, S. A. - Virtudes, 7 - Madrid-3

    CONTENIDO

  • I

    I

    Presentacin 17

    M. Gourgues/E. Charpentier INTRODUCCIN A LOS EVANGELIOS

    I. La palabra evangelio y su contenido 25 Una buena noticia 25 El trmino evangelio en los textos profanos 26 El trmino evangelio en la Biblia griega 27 El trmino evangelio en el Nuevo Testamento.... 28

    II. Del evangelio a los evangelios 35 1. Jess, origen de los evangelios 37 2. El evangelio en las comunidades 38

    Lugares donde naci el evangelio 38 Formas que toma el evangelio 43 Gneros literarios: a) Relatos de milagro 44 b) Parbolas 47 c) Sentencias enmarcadas 49 d) Controversias 50 e) Anunciaciones 50 f) Midrs 51 g) Arte profano de la composicin 52 Estilos literarios: a) Estilo epifnico o teofnico 52 b) Estilo apocalptico 53 Hacia la redaccin de los evangelios 53

    3. La redaccin de los evangelios 54 Los evangelios, entre el acontecimiento y no-sotros 56

    Etapas histricas 57 Etapas literarias 58

  • 10 Contenido

    Etapas del estudio 59 Algunos bosquejos de anlisis en el pasado 61

    Notas complementarias 63 1. Uso profano de la palabra evangelio y

    del verbo evangelizar 63 2. Primeros testimonios de evangelio en el

    sentido de texto escrito 64 3. Los milagros 64 4. Parbolas 66

    J. Auneau EVANGELIO DE MARCOS

    I. Presentacin del libro 71 1. Inventario de los materiales utilizados 71

    Unidades literarias del evangelio de Marcos .... 72 Unidades agrupadas 75

    2. Marcos, una obra bien construida 76 En busca de criterios 76 Una hiptesis de lectura 80

    Notas complementarias 84 1. Colecciones de milagros 84 2. Aportacin de la semitica estructural 86

    II. Presentacin literaria 87 1. La manera de escribir de Marcos 87

    Vocabulario 87 Fraseologa 88 Conexin entre las frases 89 Matiz semtico 89 Latinismos 90

    2. La manera de narrar 91 Esquematismo de los relatos 91 Vivacidad de los relatos 91 Dramatizacin de los relatos 92

    3. Algunos procedimientos de composicin 93 Duplicidad de expresiones 93 Tcnica de las interpolaciones 93 Disposicin concntrica 94 Relatos de transicin 95

    Contenido 11

    Notas complementarias 96 1. Instrumentos para estudiar la lengua de

    Marcos 96 2. Me 3,7-12. Tradicin y redaccin 96 3. Tradicin y redaccin: aproximacin me-

    todolgica 97 La comunidad de Marcos 99 1. Una comunidad en un perodo de crisis 99 2. Una comunidad que se define al escribir su *

    historia 101 Una comunidad invitada a reconocer a Jess 101 Una comunidad misionera que integra a los paganos 103 Una comunidad que se organiza 103

    3. Lugar de origen del evangelio 105 Un evangelio galileo 105 El evangelio de la Iglesia de Roma 106

    Teologa de Marcos 108 1. Del acontecimiento proclamado al texto pro-

    clamacin 109 2. El reino anunciado, instaurado, esperado 111 3. Jess, ayer, hoy, maana 113

    Jess, Mesas, Hijo de Dios 113 Revelacin y secreto 116 a) Una dinmica de revelacin 116 b) Una tensin entre revelacin y secreto 117 Jess, parbola de Dios 119

    4. Convertios y creed en el evangelio 120 Creer en el evangelio es seguir a Jess 121 Creer en el evangelio: el paradjico camino de lafe 122 Creer en el evangelio: una vida de fe a pesar de todo 123

    Notas complementarias 125 1. Estudiar la cristologa de Marcos 125 2. Cristologa del Theios-aner 125 3. Marcos y el Antiguo Testamento 126

    A utor del evangelio 129 1. El testimonio de Papas y la tradicin antigua 129 2. Marcos en el Nuevo Testamento 131 3. Marcos y Pedro 132

    Relacin de influencia o dependencia 132

  • 12 Contenido

    La figura de Pedro en el evangelio de Marcos 133 4. Marcos y Pablo 134 Notas complementarias 136

    1. Marcos y 1 Pe 5,13 136 2. Me 14,51-52. La huida del joven desnudo.. 137

    Conclusin 138 1. Evangelio, historia, teologa 139 2. Evangelio, relato, praxis 140 3. La posteridad de Marcos 141

    Nota complementaria 142

    J. Radermakers EVANGELIO DE MA TEO

    Introduccin 147

    I. Estructura del evangelio segn Mateo 149 El texto 149 Plan del evangelio 149 Una estructura orgnica? 150 En doce etapas 151 El contenido del evangelio 154

    II. El modo de escribir de Mateo 163 Procedimientos de composicin: los discursos 163 El midrs de los captulos 1-2 165 La carta magna del reino 166 La misin de los discpulos 167 El misterio del reino en crecimiento 168 Las disposiciones de la comunidad 170 El grito del amor traicionado 171 El discurso apocalptico 171 Citas de la Escritura 173 Races palestinenses 174 El vocabulario: palabras y expresiones 175 La composicin: ritmo, inclusin, palabras de en-garce , repeticin 175 Sentido de los nmeros 177 Universalidad 178 Estructura orgnica 179

    III. La comunidad de Mateo 181 Una comunidad judeo-cristiana 181

    Contenido 13

    Un pasado que permanece 181 Un distanciamiento 183 Apertura a los paganos 184 Una Iglesia organizada 185 Sacramentos y ministerios 186 De la Iglesia al evangelio 187

    IV. Teologa de Mateo 191 Jesucristo, Seor de la Iglesia 191 1. Mesas de Israel 191 2. El Israel realizado 192 3. El Maestro y Seor de la comunidad 193 4. El advenimiento del Hijo del hombre 195 La Iglesia del Seor Jess 195 1. El espritu de la comunidad 196 2. El servicio misionero 198 3. Discernimiento y crecimiento espiritual 198 4. El servicio pastoral 198 5. La exigencia radical 199 6. Israel, la Iglesia y el reino 201

    V. Quin es Mateo? 203 El evangelio y la tradicin 203 1. Datos del evangelio 203 2. Datos de la tradicin 204 Imgenes y representaciones 205 1. El evangelista 205 2. El evangelio 206 Comentarios del evangelio .... 206

    Conclusin 208

    Francois Bovon EVANGELIO DE LUCAS

    Y HECHOS DE LOS APOSTLES

    Introduccin 213

    I. El texto y su lugar en el canon de las Escrituras 214 1. El evangelio y los Hechos en los manuscritos... 214 2. Ttulo .de los dos libros 216 3. Texto de Lucas-Hechos 216

  • 14 Contenido

    Variantes en el texto del evangelio 218 Variantes en el texto de los Hechos 219

    II. La lengua de Lucas 221 III. Los dos libros a Tefilo 223

    1. El evangelio 223 Infancia de Jess 224 Ministerio de Jess en Galilea 228

    Documentos utilizados por Lucas: la fuente de los logia (Q) y Marcos 228 Visita de Jess a Nazaret 231 Mensaje de este conjunto 232

    De Galilea a Jerusaln 234 La existencia creyente 236 El amor de Dios. La persona de Jess 238 El fin de los tiempos 239

    En Jerusaln 240 En el templo 240 La pasin 242 El da de Pascua 248

    2. Los Hecho de los Apstoles 250 El grupo de los Doce en Jerusaln 252 Transicin de Pedro a Pablo: los helenistas 256 De Jerusaln a Antioqua por Samara 257 Desde Antioqua: primera misin oficial 260 Pablo misionero 262

    Viaje misionero por Grecia 264 Efeso. La palabra de Dios corrige los erro-res 266 Subida a Jerusaln 266

    Pablo perseguido. El futuro del mensaje 268 La voluntad de Dios pasa por los designios humanos 268 La gran prueba 272 xito de la misin cristiana 272

    Nota complementaria 274 IV. Propsitos del autor v composicin de la obra 275 V. Teologa de Lucas 279

    1. De Jess a la Iglesia: los recuerdos y el espritu 279 El arte de hacer ver lo invisible 280 Misin de los testigos 281 El designio de Dios en las Escrituras 281

    2. Una enseanza moral? 282

    Contenido 15

    3. La Iglesia 283 Organizacin de la Iglesia 283 Bautismo y eucarista 284 Oracin 285

    VI. El autor 287 Notas complementarias 290

    Conclusin 291 Lucas-Hechos en la liturgia 294 Lucas-Hechos y la literatura apcrifa 295 Lucas-Hechos y la literatura hagiogrfica 296 Lucas-Hechos y la teologa 296 Lucas-Hechos y el arte 298 Lucas-Hechos y la historiografa cristiana 299

  • PRESENTACIN

    Scrates no escribi nada. Su discpulo Platn dio forma y puso por escrito el pensamiento del maestro. Ahora estudia-mos a Platn, pero nos interesa la persona de Scrates.

    Jess tampoco dej nada escrito. Pero su vida y su persona han dado origen a una incesante e inmensa literatura. Ahora estudiamos los evangelios, pero lo hacemos para acercarnos a la fascinante persona que es Jess.

    Toda persona es un misterio. Sabemos que es imposible en-cerrarla en un solo retrato. Esto es mucho ms difcil cuando se trata de una persona como Jess, en quien los creyentes reconocen a Cristo, el Hijo de Dios. Han hecho falta, al me-nos, cuatro retratos, los cuatro evangelios, para poder descu-brir algo de su riqueza.

    Este volumen de la Introduccin a la lectura de la Biblia presenta los tres primeros evangelios. Su gran parecido permite disponerlos en tres columnas paralelas y leerlos simultnea-mente (syn-opsis en griego); por esto se los llama evangelios sinpticos.

    Pero, a pesar del gran parecido, estos evangelios son tam-bin diferentes entre s. Nacieron en comunidades distintas, y cada uno de ellos toc un aspecto peculiar de la persona de Jess.

    En el modo mismo de presentar los evangelios sinpticos, este volumen intenta respetar tanto su parecido como su diver-sidad. Por eso se encontrarn en cada una de las partes los mismos planteamientos sobre la estructura del evangelio, sus particularidades literarias, su teologa, la comunidad que lo vio nacer y su autor; pero estos elementos se modularn en fun-cin del carcter propio de cada libro. Los colaboradores del volumen han gozado de libertad para hacernos sentir cmo perciben ellos la obra que presentan. A tres evangelios, tres comentarios diferentes.

  • 18 Presentacin

    JOSEPH A U N E A U , sacerdote sulpiciano francs, es profesor en el seminario mayor de Caen. Mediante un estudio muy mi-nucioso nos introduce en la lectura del evangelio de Marcos. Analizando su vocabulario, su estructura y sus gneros litera-rios, nos permite descubrir cmo este evangelio, largo tiempo marginado, ofrece una estructura y una teologa muy elabora-das.

    JEAN RADERMAKERS, jesuta belga, ensea en el Instituto Lumen Vitae de Lovaina. Despus de publicar un comentario a Mateo, y otro a Marcos, prepara uno ms sobre Lucas. En el presente volumen, con precisin y pedagoga, nos hace pene-trar en la construccin majestuosa del evangelio de Mateo co-mo en un santuario armonioso donde percibimos la alabanza de una Iglesia que celebra a su Seor.

    FRANCOIS BOVON, protestante suizo, es profesor en la Uni-versidad de Ginebra. Se dio a conocer particularmente con la publicacin de un libro sobre Luc le thologien, en el que ofre-ce una notable sntesis de todas las investigaciones realizadas en el mundo durante veinticinco aos. Al presentar los dos li-bros de Lucas, Evangelio y Hechos de los Apstoles, logra ad-mirablemente desvelar el proyecto del autor en esta obra don-de brilla la ternura de Dios.

    Pero antes de leer estos evangelios convena entrar un poco en contacto con su prehistoria: cmo se pas de la predicacin de Jess, all por los aos 28-30, a la predicacin sobre Jess, consignada en estos evangelios, escritos entre los aos 70 y 90. MICHEL GOURGUES, dominico canadiense, profesor del centro de filosofa y teologa de su orden en Ottawa, nos lo explica con claridad en un texto que hemos elaborado juntos.

    Con la presentacin de los colaboradores se habr dado cuenta el lector de algunos de los objetivos que se propone esta coleccin.

    Los autores proceden de los diversos territorios de lengua francesa (Blgica, Canad, Francia, Suiza) y pertenecen a Igle-sias diferentes, catlica y protestante. Esta superacin de fron-teras, geogrficas y confesionales, manifiesta una voluntad de apertura, puesto que estos volmenes, escritos por creyentes comprometidos con los textos que presentan, quisieran permitir a todos, creyentes o no, respetando todas las convicciones, des-

    Presentacin 19

    cubrir la riqueza de unos libros que para unos son textos fun-dacionales y para otros tesoros de la humanidad.

    Los autores son especialistas y pedagogos; ensean en uni-versidades, seminarios o institutos pedaggicos y son animado-res de crculos bblicos. Y esto indica tambin claramente el objetivo de la coleccin: ser, a un tiempo, seria, cientfica y accesible. Quiere facilitar el acceso fructfero a los escritos b-blicos tanto al que abre la Biblia por primera vez como al que estudia teologa.

    Por ello se ha cuidado al mximo la presentacin y la tipo-grafa de los volmenes. El lector comprobar la existencia de tres niveles en la presentacin:

    1. El texto bsico, al alcance de todos los lectores. 2. Pasajes impresos con caracteres ms pequeos. Sin nin-

    gn inconveniente los pueden desechar los principiantes que no se quieran complicar con demasiados detalles, o se pueden omitir en una primera lectura, en espera de profundizar ms en una segunda.

    3. Notas complementarias al final de cada captulo, que facilitan a los estudiosos un conocimiento ms profundo de los temas. Precisan puntos difciles, citan documentos, presentan una bibliografa cientfica y pueden servir de gua para un tra-bajo o memoria.

    Por su apertura, seriedad y carcter pedaggico, esta colec-cin quiere proporcionar a todos, creyentes o no, laicos deseo-sos de iniciarse en la lectura de la Biblia, animadores litrgi-cos, catequistas y estudiantes, una biblioteca bsica de las cien-cias bblicas.

    ETIENNE CHARPENTIER f

  • Los autores JOSEPH AUNEAU: Sacerdote sulpiciano, nacido en 1936. Es profesor de exgesis del Nuevo Testamento en el seminario mayor interdioce-sano de Caen.

    FRANCOIS BOVON: Naci en Lausanna en 1938. Es profesor de Nuevo Testamento y orgenes del cristianismo en la Facultad de Teologa de la Universidad de Ginebra. Es tambin autor de numerosos estudios exegticos y animador de crculos de estudio.

    TIENNE CHARPENTIER t: Naci en 1930. Fue primero profesor en los seminarios mayores de Chartres y de Laval y despus director del equipo bblico Evangile et vie y de Cahiers Evangile. Falleci en accidente de coche en 1982.

    MICHEL GOURGUES: Dominico canadiense, nacido en 1942. Es profe-sor en el colegio dominicano de filosofa y teologa de Ottawa.

    JEAN RADERMAKERS: Jesuta belga, nacido en 1924. Es profesor de Sagrada Escritura en Bruselas (Instituto de Estudios Teolgicos e Ins-tituto de Pastoral y Catequesis Lumen Vitae). Es muy conocido por sus estudios sobre los evangelios, sus numerosas publicaciones y con-ferencias.

    SIGLAS Y ABREVIATURAS

    1. Libros bblicos

    Abd Abdas Ag Ageo Am Amos Ap Apocalipsis Bar Baruc Cant.... Cantar de los Cantares Col Colosenses ICor.. . 1.* Corintios 2 Cor... 2." Corintios 1 Cr 1. Crnicas 2 Cr 2." Crnicas Dn Daniel Dt Deuteronomio Ecl Eclesiasts Eclo Eclesistico Ef Efesios Esd Esdras Est Ester Ex xodo Ez Ezequiel Flm Filemn Flp Filipenses Gal Glatas Gn Gnesis Hab Habacuc Heb Hebreos Hch Hechos Is Isaas Jr Jeremas Job Job Jl Joel Jon Jons Jos Josu Jn Juan 1 Jn 1.a Juan 2Jn 2.a Juan

    3 Jn Jds Jdt Jue Lam.... Lv Le 1 Mac . 2 Mac . Mal Me Mt Miq Nah Neh Nm Os 1 Pe 2 Pe Prov ... 1 Re... 2 Re... Rom... Rut Sab Sal 1 Sm.... 2Sm..., Sant . Sof ITes. . . 2 Tes... ITim... 2 Tim... Tit Tob Zac

    3.a Juan . Judas . Judit . Jueces . Lamentaciones . Levtico

    Lucas . 1." Macabeos . 2. Macabeos . Malaquas . Marcos . Mateo

    Miqueas , Nahn . Nehemas , Nmeros , Oseas

    1.a Pedro 2.a Pedro

    . Proverbios

    . 1." Reyes

    . 2." Reyes

    . Romanos Rut

    . Sabidura , Salmos . 1." Samuel , 2. Samuel

    Santiago Sofonas 1." Tesalonicenses 2.a Tesalonicenses 1.a Timoteo 2.a Timoteo Tito Tobas Zacaras

  • 2. Publicaciones peridicas y colecciones ASgn Assembles du Seigneur, Pars. BETL Biblioteca ETL. Bi Bblica, Roma. BSR Bibliothque de Sciences Religieuses, Pars. BTS Bible et Terre Sainte, Pars. BVC Bible et Vie Chrtienne, Pars. BZ Biblische Zeitschrift, Paderborn. CBi Cahiers Bibliques. Foi et Vie, Pars. CBQ Catholic Biblical Quarterly, Washington. CE Cahiers Evangile, Pars. CNT Commentaire du Nouveau Testament, Neuchtel-Pars. DS Dictionnaire de Spiritualit, Pars. DBS Dictionnaire de la Bible. Supplment, Pars. EB Etudes Bibliques, Pars. Ech.SM Echos de Saint-Maurice, Pars. ETL Ephemerides Theologicae Lovanienses, Lovaina. FRLANT Forschungen zur Religin und Literatur des Alten und

    Neuen Testaments, Gotinga. JBL Journal of Biblical Literature, Filadelfia. LD Lectio Divina, Pars. LLB Lire la Bible, Pars. LMB Le Monde de la Bible, Pars. LVie Lumire et Vie, Lyon. MKNT Kritisch-exegetischer Kommentar z. N.T. (Meyer), Gotin-

    ga. MO Masses Ouvrires, Pars. NRT Nouvelle Revue Thologique, Lovaina. NT Novum Testamentum, Leiden. NTS New Testament Studies, Cambridge. PdD Parole de Dieu, Pars. RB Revue Biblique, Pars. RevSR Revue des Sciences Religieuses, Estrasburgo. RSPT Revue des Sciences Philosophiques et Thologiques,

    Pars. RSR Recherches de Science Religieuse, Pars. SB Sources Bibliques, Pars. SBG La Sacra Bibbia, Turn. SCE Supplments aux Cahiers Evangile, Pars. THK Theologischer Handkommentar z. N.T., Leipzig. TKNT Herders Theologischer Kommentar z. N.T., Friburgo de

    Brisgovia. TOB Traduccin ecumnica de la Biblia, Pars. TWNT Theologisches Wrterbuch z. N.T., Stuttgart. TZ Theologische Zeitschrift, Basilea. VB Verbum Domini, Roma. VS Verbum Salutis, Pars.

    M. GOURGUES/E. CHARPENTIER

    INTRODUCCIN A LOS

    EVANGELIOS

  • CAPITULO PRIMERO

    LA PALABRA EVANGELIO Y SU CONTENIDO

    UNA BUENA NOTICIA

    Hablar de Jess no implica compromiso mayor ni menor que hablar de Scrates o de Buda. Pero hablar de Jesucristo ya es diferente. Al juntar al nombre propio el ttulo de Cristo, es decir Mesas, se reconoce en un personaje histrico, Jess de Nazaret, la figura excepcional en quien ha tenido cumpli-miento la larga espera de una humanidad en busca de Dios.

    Lo mismo ocurre con el evangelio. En rigor, slo desde la fe se puede hablar de evangelio (en singular); tambin slo desde la fe se puede decir Jesucristo. La palabra evangelio, efectivamente, no es ms que la transcripcin del trmino grie-go euaggelion, formado, a su vez, de otros dos: el adverbio eu, que significa bien1, y el verbo aggell, yo anuncio, comuni-co un mensaje, una noticia. Anuncio, noticia se sitan en el plano de la objetividad: sabemos que tal hecho, tal aconteci-miento se produjeron de tal modo y en tal momento. Por el contrario, evangelio se sita en el plano de la interpretacin: reconozco una buena noticia en tal acontecimiento que se me comunica. Ello implica un juicio de valor positivo, un reconoci-miento. Dos personas, por ejemplo, pueden leer al mismo tiempo en la primera pgina de un peridico la misma noticia: El presidente X o el primer ministro Y dimite. Las reac-ciones sern diferentes segn las opiniones polticas de los lec-tores: para uno ser una buena noticia; para el otro, mala.

    Cuando las primeras comunidades cristianas escogen la pa-labra evangelio para denominar ese acontecimiento nico e indito que se les comunica y del que quieren dar testimonio, se manifiestan decididamente comprometidas con el mensaje. Decir buena noticia excluye toda neutralidad y refleja un re-

    1 Como en muchas palabras transcritas del griego: eutanasia (bien mo-

    rir), eufona (bien sonar), eucarista (buena gracia), eufemismo (bien hablar) y en nombres propios como Eulogio, Eulalia (buena palabra), Eu-genio (bien nacido), etc.

  • 26 La palabra evangelio

    conocimiento, una opcin de fe. Otras personas, al tener noti-cia de los mismos hechos, pudieron guardar sus distancias o incluso reaccionar negativamente. Pensemos, por ejemplo, en el juicio severo del historiador Tcito (ca. 55-119):

    Este nombre (chrestian, cristianos) les viene de Cristo, quien en poca de Tiberio fue condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato Esta supersticin detestable, aunque reprimida por algn tiempo, volva a resurgir, no slo en Judea, lugar de origen de esta plaga, sino en la misma Roma, donde se difunde y encuentra clientela todo lo que hay de odioso e infame en el mundo (Annales, XV,64) Y en nuestra poca no deja de ser significativo, por ejem-

    plo, que en una reciente traduccin del Nuevo Testamento rea-lizada por un autor judo, la palabra euaggelion se traduzca por el trmino neutro de anuncio. As, un pasaje como el de Me 1,1, que solemos traducir por Comienzo del Evangelio de Je-sucristo Hijo de Dios, aparece en dicha traduccin del si-guiente modo: Inicio del anuncio de Yesha el mesas, ben Elohim.2 La diferencia es clara: tras la palabra evangelio hay un testimonio comprometido; la palabra anuncio denota un relato neutro.

    EL TERMINO EVANGELIO EN LOS TEXTOS PROFANOS

    El trmino euaggelion, evangelio, era conocido y usado por los autores profanos. En un primer momento signific el rega-lo que se daba al portador de una buena noticia. En el griego clsico, adems de este sentido de regalo, viene a designar ms especialmente el sacrificio ofrecido con ocasin de una buena noticia. Finalmente, en el griego helenstico, equivale a la buena noticia en s misma. Y se usa sobre todo para designar el anuncio de una victoria militar. De tal empleo existen abun-dantes testimonios como, por ejemplo, en el historiador Plutar-co {ca. 45-120), que es casi contemporneo del comienzo del cristianismo. Tambin es empleado el trmino en relacin con el emperador romano, considerado como un dios. El anuncio

    2 Chouraqui, Evangiles Les 4 annonces (Pars 1976) Otro ejemplo El

    proclama el anuncio de Elohim (= el evangelio de Dios), dice El plazo se ha cumplido El reino de Elohim est cerca Cambiad Acoged el anuncio (Me 1,15)

    Evangelio en los textos profanos 27 del nacimiento del prncipe heredero, de su mayora de edad o de su subida al trono eran otras tantas buenas noticias (cf. la nota complementaria de pgina 63).

    En Pnene, Asia Menor, se encontr una inscripcin del ao 9 a.C en la que se pudo inspirar Lucas para celebrar la buena noticia del nacimiento de Jess (cf. Le 2,10-11). Se trataba de hacer comenzar el ao en el aniversario del nacimiento del em-perador Augusto y para ello se daban las siguientes razones:

    Cada uno puede considerar con razn este acontecimiento co-mo el origen de su vida y de su existencia, como el tiempo a partir del cual nadie puede lamentar haber nacido... La Provi-dencia ha promovido y adornado maravillosamente la vida hu-mana dndonos a Augusto... para hacerlo el bienhechor de los hombres, nuestro salvador, tanto para nosotros como para los que vengan despus de nosotros... El da del nacimiento del dios (es decir, Augusto) ha sido para el mundo el comienzo de bue-nas noticias, recibidas gracias a l

    Vemos, pues, cmo en la vida profana abundan los evan-gelios, las buenas noticias. Cada acontecimiento feliz, a lo largo de un reinado, es una buena noticia; cada victoria, un evangelio, segn lo indica la reaccin del estratega Focin recogida por Plutarco: Como del ejrcito llegaba, por escrito o de viva voz, una buena noticia (euaggelion) tras otra, excla-m: Pero no van a terminar nuestras victorias?

    En cambio, para los judos, y luego para los cristianos, slo existe una buena noticia.

    EL TERMINO EVANGELIO EN LA BIBLIA GRIEGA

    No es invencin de Jess o de los primeros cristianos el uso que hacen de la palabra evangelio; al parecer, lo tomaron de la Biblia griega3. Esta utiliza unas veinte veces el verbo euaggeli-zesthai y seis veces el sustantivo euaggelion, euaggelia. Es parti-cularmente significativo el modo de usarlo del Segundo y del Tercer Isaas: la buena noticia que se anuncia es la de la prxima llegada del reino de Dios, y se dan como signos la paz, la liberacin (Israel se encuentra exiliado en Babilonia o

    3 En los LXX el verbo euaggehzesthai traduce el hebreo basser, el sustanti-

    vo es ms raro y aparece en dos formas (euaggelion y euaggelia) en seis pasaies (2 Sm 4,10; 18,20 22 25 27, 2 Re 7,9)

  • 28 La palabra evangelio

    acaba de ser liberado) y la felicidad (Is 40,9; 52,7; 62,6; 61,1; cf. Sal 40,9; 96,2).

    Para los judos no hay ms que una buena noticia, la buena noticia de la llegada del reino de Dios. Y en este sentido la utiliza Jess.

    EL TERMINO EVANGELIO EN EL NUEVO TESTAMENTO

    En los escritos del Nuevo Testamento observamos un signi-ficativo cambio de sentido. Los 54 casos en que se emplea el verbo euaggelizein y los 76 en que se emplea el sustantivo euaggelion se podran distribuir en tres grandes categoras: a) Jess anuncia la buena noticia de la llegada del reino de Dios. b) Los discpulos anuncian la buena noticia de Jess, c) Marcos escribe la buena noticia de Jess. El anunciante pasa a ser el anunciado, y el acto de proclamacin se convierte en texto.

    a) Jess anuncia el evangelio del reino de Dios

    Jess se sita claramente en la lnea del mensaje de Isaas; mensaje que, segn Lucas, toma el mismo Jess como base de su discurso programtico en la sinagoga de Nazaret (Le 4,18, citando Is 61,1-2). Jess anuncia la buena noticia de que el reino de Dios, esperado para el futuro, llega con su predica-cin.

    Entre los textos ms claros se podran leer: Mt 4,23; 9,35; 11,5; 24,14; Me 1,14; Le 4,18-43; 7,22; 8,1; 16,16; Hch 8,12 (Felipe); 10,36 (Pedro); 13,32 (Pablo).

    En la poca en que se redactan los evangelios, los cristianos utilizaban desde haca tiempo la palabra evangelio en el se-gundo sentido (se anuncia a Jess). Pero es de notar que, in-cluso entonces, se conserva el primer sentido. Parece ser que aqu entramos en contacto con lo esencial de la predicacin de Jess: l tiene conciencia de que, por su medio, o al menos con ocasin de su ministerio, el reino de Dios est llegando. Y se es el objeto de la oracin que ensea a sus discpulos: Venga a nosotros tu reino (Mt 6,9).

    b) Los discpulos anuncian el evangelio de Jess

    El anunciante pasa a ser el anunciado. Jess anunciaba el reino de Dios; los discpulos anuncian a Jess resucitado. Esto puede sorprender al lector moderno, pero no a un judo. En efecto, despus de la crisis macabea de los aos 167-164, algu-nas corrientes espirituales del judaismo crean en la resurrec-cin de los muertos y la esperaban como el acontecimiento que marcara el final de los tiempos y la venida del reino de Dios. Por tanto, proclamar que alguien ha resucitado, que Dios ha resucitado a Jess, equivale a proclamar que ha llegado el rei-no de Dios, que los ltimos tiempos han comenzado. La nueva situacin de Jess es el signo ms manifiesto de esta llegada del reino.

    As, para los cristianos, la buena noticia no consiste, como para griegos y romanos, en una multitud de acontecimientos sucesivos y pasajeros, de importancia ms o menos relativa, sino en un acontecimiento nico, capital y fundamental: en Je-sucristo, Dios se ha acercado a los hombres de un modo decisi-vo y definitivo. De una vez para siempre, Dios se ha compro-metido con la humanidad y la ha llamado a entrar en comu-nin con l. Conocer a Dios, acercarse a l, vivir en plenitud, ya no es un sueo prohibido al hombre. Dios no es un ser lejano e inaccesible, perdido en las brumas de su trascenden-cia. En Jesucristo, Dios se ha manifestado en la historia como un Dios cercano, al que los hombres de todos los tiempos pue-den acercarse como hijos reconciliados. En Jesucristo, Dios ha realizado el proyecto de acercamiento que haba ido desvelan-do en mltiples ocasiones y de muchas maneras a nuestros padres por los profetas (Heb 1,1). Tal es el nico y exclusivo evangelio, la nica y exclusiva buena noticia que cambia el cur-so de la historia y que transforma el sentido y los horizontes de cada existencia humana.

    De este modo se actualiza, por fin, la buena noticia, el euaggelion de que haba hablado en otro tiempo el Segundo Isaas: Dios envi su mensaje a los hijos de Israel, anuncin-doles la buena noticia (euaggelizomenos) de la paz por Jesucris-to, que es el Seor de todos los hombres (Hch 10,36; el pa-saje subrayado hace referencia a Is 52,7). Este versculo forma parte del discurso (Hch 10,34-43) que pronunci Pedro ante el primer grupo de paganos que entraran en la Iglesia. Y puede reflejar algo de lo que fue la predicacin cristiana primitiva, a

  • 30 La palabra evangelio pesar de estar escrito por Lucas, autor de los Hechos, varios aos despus del acontecimiento.

    Es el mismo contenido que la carta a los Efesios asignar al evangelio en una perspectiva teolgica mucho ms desarrolla-da, en la que se encuentra, sin embargo, la misma relacin con el evangelio anunciado por el Segundo Isaas. En lugar de situar el evangelio en relacin con Dios, como se haca en Hch 10,36; Ef 2,15-18 lo sita en relacin con Cristo. Pero el conte-nido esencial de la buena noticia sigue siendo el mismo: entre Dios y cada uno de los hombres se ha establecido la paz de un modo definitivo; la comunicacin se ha hecho posible: As (el Mesas Jess) con los dos pueblos (judos y paganos) cre en s mismo una humanidad nueva, estableciendo la paz, y a ambos, hechos un solo cuerpo, los reconcili con Dios por medio de la cruz, matando en s mismo la hostilidad. Por eso vino a traer la buena noticia (eueggelisato) de la paz, la paz a los que estaban lejos y la paz a los que estaban cerca, pues gracias a l unos y otros, por un mismo Espritu, tenemos acceso al Padre (Ef 2,15-18; lo subrayado hace referencia a Is 52,7 y 57,19).

    De un modo esquemtico se podra resumir el contenido del evangelio en una frmula de tres miembros:

    1. Dios intervino de un modo decisivo, 2. en Jesucristo, 3. en favor nuestro.

    Si se pone el acento en el primer miembro, en el origen y la iniciativa, se hablar del evangelio de Dios (7 veces en Pablo). Si se subraya el segundo, el cmo, el rostro concreto, histrico y personal que tom la intervencin de Dios, se ha-blar del evangelio de Cristo4. Finalmente, si se piensa sobre todo en los destinatarios y en el impacto de la intervencin de Dios, se hablar, por ejemplo, del evangelio de la paz, como en el texto de Ef que acabamos de citar, o del evangelio de vuestra salvacin, como en Ef 1,13.

    Los creyentes comprendieron progresivamente la amplitud y la significacin del evangelio, explicitaron los diversos com-ponentes de la intervencin de Dios en Jesucristo y se adentra-ron en la comprensin del misterio. De los testimonios ms

    8 veces en Pablo; o una expresin equivalente, como evangelio de nues-tro Seor Jess (2 Tes 1,8), de su Hijo (Rom 1,9).

    Evangelio en el NT 31 antiguos de la fe cristiana lo que solemos llamar formularios prepaulinos, es decir, anteriores a la redaccin de las cartas de Pablo se desprende que la atencin se centr primeramente en la resurreccin, en lo que Dios hizo por Jess: Dios resuci-t a este Jess, y todos nosotros somos testigos. (...) Dios ha constituido Seor y Mesas al mismo Jess, a quien vosotros crucificasteis5. Todo se aclaraba a la luz de la resurreccin: la identidad de Jess, el sentido de su muerte y el de su nueva condicin. El evangelio abarcaba as no slo lo que Dios hizo por Jess, sino lo que hizo por nosotros mediante Jess. Un testimonio de esto es el antiguo credo citado por Pablo al co-mienzo de 1 Cor 15:

    Os recuerdo, hermanos, el evangelio que os prediqu (...): que el Mesas muri por nuestros pecados, como lo anunciaban las Escrituras, que fue sepultado, y que resucit al tercer da, como lo anunciaban las Escrituras; que se apareci a Pedro y ms tarde a los Doce (1 Cor 15,1. 3-5).

    Para Pablo, el contenido esencial del evangelio se reduce a eso, al misterio pascual, a la muerte y resurreccin de Jess. Por eso no se fija especialmente en la vida y en la actividad de Jess antes de Pascua. ,

    Pero tambin esto se iluminara a la luz de la resurreccin, pues sta era el s de Dios a lo que Jess haba vivido. As, lo que un pequeo grupo de discpulos haba presentido antes de Pascua, y la muerte haba parecido desmentir por un momen-to, apareca ahora desvelado. Poco a poco, reflexionando sobre los hechos pasados, se comprenda cada vez mejor el sentido de la misin de Jess. En lo que l haba vivido, hecho o dicho se reconoca el contenido del evangelio, es decir, la interven-cin de Dios en favor de los hombres. Finalmente, se llegaba hasta la preexistencia, es decir, hasta el estadio anterior a la manifestacin del evangelio: Al principio ya exista la Palabra, la Palabra se diriga a Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1).

    Si situamos el cuarto evangelio a finales del siglo I, esto significa que el proceso de explicitacin que realizaron las co-munidades cristianas, cuyas principales etapas hemos bosqueja-

    5 Hch 2,33-36; en la misma lnea 1 Tes l,9s; 2 Cor 4,14; Rom 10,9; Ef

    1,20; 1 Pe 1,21.

  • 32 La palabra evangelio

    do brevemente, se desarroll durante casi tres cuartos de siglo. Este proceso, que consisti en explicitar a la luz de la Pascua el sentido del acontecimiento de Jess y la plena dimensin del evangelio, aparece como condensado, a modo de proclama es-quemtica, en el himno primitivo que cita Pablo en Flp 2,6-11:

    El, a pesar de su condicin divi- preexistencia na, no se aferr a su categora de Dios;

    al contrario, se despoj de su existencia terrestre rango y tom la condicin de esclavo,

    hacindose uno de tantos. As, presentndose como simple hombre,

    se abaj, obedeciendo hasta la muerte muerte y muerte en cruz.

    Por eso Dios lo encumbr sobre resurreccin-exaltacin todo y le concedi el ttulo que sobrepasa todo ttulo;

    de modo que a este ttulo de condicin actual Jess toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abis-mo y toda boca proclame que Jess, el Mesas, es Seor, para gloria de Dios Padre.

    Todo lo que precede a la resurreccin de Jess su muer-te, existencia terrestre, preexistencia o la sigue exaltacin en la gloria, donacin del Espritu, retorno final de Cristo, no son acontecimientos que pueden constituir otras tantas buenas noticias y dar lugar a varios evangelios? No lo vie-ron as los primeros cristianos. Para ellos, lodo apareca unifi-cado en la referencia a Dios. Toda esa serie de acontecimien-tos no eran ms que facetas de la intervencin de Dios, sobre-

    Evangelio en el NT 33

    venida en la plenitud de los tiempos. Todo eso, en definiti-va, constitua un solo acontecimiento. Y en l reconocan los creyentes con asombro la buena noticia, el evangelio de Dios.

    c) Marcos escribe un evangelio Comienzo del evangelio referente a Jesucristo, Hijo de Dios

    (Me 1,1). Es difcil imaginar la novedad que supona esta frase de Marcos. Hasta entonces se proclamaba el evangelio oral-mente. La transmisin de la enseanza corra a cargo de testi-gos vivos, apstoles, profetas, doctores, ancianos, presbteros, menos preocupados por citar exactamente las palabras de Jess que por aplicarlas a la vida de las diferentes comunidades. Y eran esos testigos vivos los garantes de su autenticidad. Los cristianos, a diferencia de los judos, no tenan escritos parti-culares, libros sagrados propios a los que referirse; sus nicos libros eran las Escrituras (el Antiguo Testamento para nosotros)6.

    Al escribir un evangelio, Marcos introduce una novedad, y tenemos noticias por la tradicin de la perplejidad que caus esta iniciativa entre los testigos supervivientes.

    En su Historia eclesistica, terminada en el 325, Eusebio de Ce-srea recurre a los escritos de Clemente de Alejandra (ca. 150-215), quien cita la tradicin de los antiguos presbteros sobre la redaccin de los evangelios:

    El evangelio segn Marcos fue escrito en las siguientes cir-cunstancias. Habiendo predicado Pedro la doctrina pblicamen-te en Roma y expuesto el evangelio por el Espritu, sus oyen-tes, que eran numerosos, exhortaron a Marcos, que lo habra acompaado desde haca mucho tiempo y tena presentes sus recuerdos, a que pusiera por escrito lo que haba dicho Pedro. Marcos lo hizo y puso por escrito el evangelio para los que se lo haban pedido. Llegando esto a su conocimiento, Pedro no aconsej en ningn sentido, ni para impedirlo ni para alentarlo (HE VI, 14, 6-7).

    Subrayemos particularmente en este testimonio la perpleji-dad de Pedro ante la iniciativa de Marcos.

    Al reunir los diversos elementos aportados por la tradicin 6 Cf. H. von Campenhausen, La formation de la Bible chrtienne (Neuch-

    tel 1971) 114-115. 3

  • 34 La palabra evangelio

    y organizarlos en una historia de Jess, Marcos abre el camino a un gnero literario nuevo que apenas tiene equivalente en otras literaturas. A partir de entonces se van a componer mu-chos evangelios, pero el sentido cristiano realizar una selec-cin entre ellos y slo se quedar con cuatro.

    Esta innovacin corresponda a una necesidad: los testigos autnticos comenzaban a desaparecer; frente a las numerosas interpretaciones, a veces divergentes, que se daban al pensa-miento de Jess, se haca necesario procurar unas garantas y asegurar sus races en el pasado de Jess.

    Pero se trata siempre del nico y exclusivo evangelio anun-ciado por los diferentes testigos, llmense Pablo, Marcos, Ma-teo, Lucas o Juan. En este sentido, habra que hablar del evan-gelio segn Pablo o segn Mateo o segn Pedro, ya que cada uno da testimonio, a su manera y de forma diferente, del mis-mo evangelio de Dios.

    Fue en la segunda mitad del siglo II cuando se comenz a emplear la palabra euaggelion en plural. Parece ser Justino (muerto en 165) el primero en introducir este uso, que ha veni-do a ser el nuestro, consistente en designar como evangelio no ya el contenido, sino el continente, por decirlo as (cf. nota complementaria). En adelante, el trmino se aplicara a cuatro de los testimonios dados por escrito al evangelio en la era apos-tlica, a saber, los relatos sinpticos y el de Juan. De Evange-lio segn Marcos, por ejemplo, se pasa a Evangelio de Mar-cos. Pero este uso no se impondr de golpe. Todava, durante mucho tiempo, habr Padres que continuarn hablando del evangelio de la misma manera que el Nuevo Testamento, inclu-so conociendo, como es el caso de Ireneo, el uso particular y restrictivo que se haba introducido insensiblemente en el s. II.

    En el decurso de medio siglo, entre los aos 30 y 70, se pasa as del evangelio a los evangelios. Cmo ocurri esto? Qu etapas se recorrieron? Es lo que vamos a recordar a con-tinuacin.

    CAPITULO II

    DEL EVANGELIO A LOS EVANGELIOS

    Para intentar resumir la historia de la formacin de los evangelios podemos utilizar dos mtodos: seguir el orden del descubrimiento o el de la historia. Nos puede valer el ejemplo de una excavacin arqueolgica. El arquelogo, en su trabajo, sigue evidentemente el orden del descubrimiento: parte del te-rreno tal como se encuentra en la actualidad; cavando el suelo, remonta poco a poco el curso de la historia, descubriendo los vestigios de civilizaciones cada vez ms alejadas en el tiempo. Pero si tiene que exponer el resultado de su trabajo, escoger, sin duda, el orden de la historia: contar cmo se han ido suce-diendo las diferentes civilizaciones en tal lugar hasta nuestros das. El orden del descubrimiento es evidentemente el nico que puede seguir el especialista; el orden de la historia es ms simple y se ajusta mejor a una exposicin rpida, pero supone que los destinatarios de la informacin tengan confianza en la seriedad del especialista.

    Ocurre lo mismo con el estudio de los evangelios. Slo te-nemos entre manos los cuatro textos, el producto acabado. Mediante estudios minuciosos, de los que sern ejemplos los captulos siguientes, consagrados a Mateo, Marcos y Lucas, el exegeta se esfuerza en remontar el tiempo, en descubrir las diferentes capas sucesivas que han precedido al texto actual. El trabajo del especialista sigue obligatoriamente el orden del des-cubrimiento. Pero para exponer aqu el resultado de sus inves-tigaciones nosotros seguiremos parcialmente el orden de la his-toria: resumiendo el trabajo de los exegetas, veremos cmo se pas de la primera predicacin de los discpulos a los textos actuales.

    Tres grandes etapas han marcado la gnesis de los evange-lios:

    1. Predicacin y actividad pblica de Jess hacia los aos 28-30.

  • 36 Del evangelio a los evangelios

    2. Los discpulos, en sus diferentes comunidades, predican a Jess resucitado y, poco a poco, van dando forma a sus pala-bras y a los relatos sobre su vida. Esto es lo que se conoce con el nombre de historia de la formacin (de los evangelios) (en alemn: Formgeschichte).

    3. Cuatro redactores recopilan los materiales ya elaborados a fin de escribir sus respectivos evangelios. Este proceso se de-nomina historia de la redaccin (de los evangelios) (en alemn: Redaktionsgeschichte).

    Una comparacin nos puede ayudar a discernir estas dife-rentes etapas y situar adecuadamente algunos aspectos que lue-go se analizarn.

    Pensemos en alguien que decide hacer y presentar un mon-taje de sus fotos de vacaciones. Comienza por reunir sus diapo-sitivas. Evidentemente, stas son muy diferentes, puesto que al tomar las fotos no pensaba en el montaje y no segua ningn guin preestablecido. Esas diapositivas no son ms que reflejos de los diferentes lugares en que ha pasado las vacaciones: de la montaa tiene, sobre todo, fotos de cumbres y escaladas; de su estancia en el campo, escenas de familia; pero hay tambin algunos recuerdos culturales de visitas a monumentos, etc. Los distintos lugares en que fueron tomadas han influido en la elec-cin de las fotos. Pero stas se distinguen tambin por su gne-ro. Unas son instantneas; slo pretendieron captar y fijar un incidente interesante y fugaz; no es su valor artstico lo que ms interesa, sino su valor de documento vivo. Otras, por el contrario, estn muy estudiadas, encuadradas minuciosamente; revelan una preocupacin tcnica...

    Una vez reunidas todas esas fotos dispares, hay que organi-zaras en secuencias, utilizando el mtodo ms adecuado al objetivo que se busque. Si slo interesa revivir las vacaciones siguiendo su desarrollo temporal, se ordenarn cronolgica-mente, mezclando los diversos gneros. Pero se pueden agru-par por temas familia, naturaleza, monumentos.

    Finalmente, se realizar el montaje de esas secuencias, em-palmndolas convenientemente para presentar una visin de las vacaciones. Podramos apostar que, con unas mismas diapositi-vas, el hijo mayor ofrecera un montaje diferente del de su padre; cada uno hara ver su mes veraniego de modo distin-to.

    Jess, origen de los evangelios 37

    Puede ocurrir que se invente un guin una aventura, una historia de amor, etc. que permita organizar las secuencias en funcin de una narracin imaginaria. En dicho caso algunas fotos corren el riesgo de adquirir un sentido nuevo que, evi-dentemente, no tenan en el momento en que fueron tomadas.

    Esta comparacin permite emplazar diferentes aspectos que vamos a reconsiderar. En los diferentes contextos vitales de las comunidades primitivas, los recuerdos de Jess se concretarn en otras tantas visiones sobre l, que se plasmarn en moldes o formas de pensamiento de la poca, los gneros literarios.

    A la etapa de formacin de los evangelios suceder la de la redaccin, que se har en dos tiempos: los recuerdos de Jess se reagrupan en secuencias que un da los redactores de los evangelios reunirn para hacer cada uno su montaje.

    Veamos con ms detalle las tres etapas.

    1

    JESS, ORIGEN DE LOS EVANGELIOS Este prrafo dedicado a Jess'va a ser muy breve. Por un

    lado, es preciso situar a Jess en el comienzo de la historia de la gnesis de los evangelios, puesto que l es evidentemente la fuente primera. Su predicacin y su vida originaron un movi-miento que sigue vivo en la actualidad, pero parecieron tan subversivas a las autoridades de su poca que le acarrearon la muerte. Si su historia hubiera terminado en la tumba, a lo ms habra suscitado alguna biografa que celebrara una figura mo-dlica del pasado. Pero si su historia ha engendrado una litera-tura tan inmensa es porque su muerte no fue el trmino de su destino: sus discpulos afirman que Jess vive ms all de la muerte, que Dios lo ha resucitado. La fe en la resurreccin de Cristo es para ellos la buena noticia que da un sentido nuevo a su vida y los invita primero a predicar y luego a escribir.

    Pero, por otra parte, est claro que la fe en la resurreccin cambi por completo en los discpulos el modo de considerar la historia de su maestro. En un simple plano humano, no conta-mos del mismo modo la enfermedad grave de un ser querido si muere o si recupera la salud casi milagrosamente. La resurrec-cin abri a los discpulos perspectivas nuevas sobre la accin y la personalidad de Jess; cambi por completo el modo de in-

  • 38 Del evangelio a los evangelios

    terpretar su vida. Es cierto que para el creyente tal interpreta-cin es un progreso hacia un mejor conocimiento de Jess, un descubrimiento de su verdadera personalidad y de los mviles profundos de su accin; pero al historiador le plantea necesa-riamente una cuestin: en qu medida transform la fe los recuerdos que se guardaban de Jess, de sus palabras y de sus actos? Cmo remontarnos hasta el Jess de la historia, par-tiendo de unos textos compuestos despus de Pascua? Los his-toriadores han marcado algunos criterios para ello. Bstenos aqu situar el problema: Jess de Nazaret est en el origen de los evangelios; pero la historia del nacimiento de los textos s-lo comienza verdaderamente con la fe de las comunidades en la resurreccin de Jesucristo1.

    2

    EL EVANGELIO EN LAS COMUNIDADES

    Para precisar el trabajo realizado en las comunidades sobre los recuerdos de Jess, vamos a fijarnos en dos aspectos: los lugares principales en que se oper la reflexin y las formas (o gneros literarios) que adoptaron esos recuerdos.

    LUGARES DONDE NACI EL EVANGELIO

    a) De la fe al evangelio Evangelio, segn dijimos al comienzo, implica una inter-

    pretacin particular de los acontecimientos, una opcin favora-ble, la de la fe. Dicho de otro modo, el juicio de valor positivo sobre el acontecimiento y su expresin en trminos de buena noticia emana de- la fe. En este sentido, la fe precede al evan-gelio. Es ella la que en la noticia de un acontecimiento, medi-tndolo, apropindoselo, descubre una buena noticia. En lo que ocurri con Jess de Nazaret, en una serie de aconteci-mientos histricos, la fe reconoce la intervencin de Dios.

    Cmo se efectu la apropiacin del sentido del aconteci-1 Cf. X. Lon-Dufour, Los evangelios y la historia de Jess (Madrid, Ed.

    Cristiandad, 1982). Este libro, que ha hecho poca, sigue siendo la mejor pre-sentacin de conjunto.

    El evangelio en las comunidades 39

    miento que se tradujo en trminos de euaggelionl Podemos descubrir lo que, en concreto, pudo favorecer el proceso de fe descrito en el prrafo anterior? Podemos identificar cules fueron, en la vida de las comunidades primitivas, los lugares de apropiacin y de penetracin en el sentido del acontecimiento?

    La actividad litrgica fue ciertamente uno de esos lugares privilegiados: Eran constantes en escuchar la enseanza de los apstoles y en la comunidad de vida, en el partir el pan y en las oraciones (Hch 2,42).

    Una parte de los formularios prepaulinos, de los que ya he-mos hablado (p. 31), consisten en himnos y confesiones de fe, cuyo origen y utilizacin hay que relacionar con un contexto litrgico, bautismal o de otro tipo. La celebracin litrgica, la oracin comunitaria, proporcionaban la ocasin de proclamar y comprender mejor el sentido del acontecimiento y del misterio de Cristo. Lo que, a comienzos del siglo II, dir Plinio el Jo-ven a propsito de los cristianos de la regin del Mar Negro debe responder bastante bien a lo que fue, desde el comienzo, la experiencia de las diversas comunidades: Mi investigacin ha probado que se renen en das fijos, antes del amanecer, para cantar himnos a Cristo como a un dios (carta al empera-dor Trajano, Cartas, X, 96).

    La celebracin eucarstica, en particular, mantena viva la memoria de lo que Jess haba vivido, la certeza de su vida y de su presencia actuales y la esperanza en su venida: ... haced lo mismo en memoria ma. Y de hecho, cada vez que comis de ese pan y bebis de esa copa, proclamis la muerte del Se-or, hasta que l vuelva (1 Cor 11,26). El relato de Le 24 refleja sin duda alguna la experiencia litrgica de las comunida-des. Para ellas como para los discpulos de Emas, la fraccin del pan (24,30) debi de constituir un lugar privilegiado del reconocimiento del Seor.

    La relectura e interpretacin de las Escrituras, ligadas tal vez a la liturgia o, ms probablemente, a la catequesis y a la ense-anza de los apstoles, desempearon tambin un papel capi-tal. Lo podemos afirmar a juzgar por el puesto importante que la referencia a las Escrituras ocupa en todos los estratos del testimonio neotestamentario. Lo vemos, en efecto, desde el an-tiguo credo citado en 1 Cor 15,3-5 (muri por nuestros peca-dos, como lo anunciaban las Escrituras) hasta el cuarto evan-

  • 40 Del evangelio a los evangelios

    gelio, que multiplica anotaciones como sta: Sus discpulos no comprendieron esto a la primera, pero cuando se manifest la gloria de Jess se acordaron de que haban hecho con l lo que estaba escrito (Jn 12,16).

    Todo esto hace pensar que la interpretacin de las Escritu-ras debi de constituir una funcin central en la vida eclesial. Lo que, de nuevo, se refleja en la narracin de Emas: En-tonces Jess les dijo: 'Qu torpes sois y qu lentos para creer lo que anunciaron los profetas! No tena el Mesas que pade-cer todo eso para entrar en su gloria?' Y comenzando por Moi-ss y siguiendo por los profetas, les explic lo que se refera a l en toda la Escritura (Le 24,25-27; cf. 44-47).

    A partir de las Escrituras, lo que haba ocurrido en Jess adquira dimensiones nuevas y se iluminaba como intervencin de Dios, anunciada y preparada desde mucho tiempo antes. Poco a poco el contenido del evangelio se precisaba, se ex-plicitaba y destacaba como cumbre y mira ltima del designio de Dios2.

    En fin, de modo ms amplio y tambin ms difcil de deter-minar con exactitud, fue la misma vida la que, en gran parte, debi de conducir a la explicitacin del contenido del evange-lio de Dios. La vida con sus problemas, necesidades, interro-gantes y experiencias, tan diversas como las iglesias y sus situa-ciones particulares. Ante una determinada cuestin que se planteaba, ante una situacin nueva, intentaban profundizar un peculiar aspecto del misterio, evocaban tal o cual aconteci-miento, o recordaban algunas palabras del Seor, capaces de proporcionarles luz.

    El captulo 7 de 1 Cor es una ilustracin en este sentido. A los cristianos de Corinto que le preguntan sobre el matrimonio (7,1), Pablo responde: A los ya casados les mando no yo, el Seor que la mujer no se separe del marido (7,10). Lo que equivale a decir: Recordad que un da el Seor se pronunci sobre este punto. El haba dicho: Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (Me 10,9). O tambin, cuando se plantea la cuestin de si hay que admitir a los paganos en la Iglesia, Pedro declara: Y me acord de lo que haba dicho el Seor: 'Juan bautiz con agua, pero vosotros seris bautizados con Espritu Santo' (Hch 11,16). Y saca al punto las conse-

    2 Cf. P. M. Beaude, L'accomplissement des entures (Pars 1980), o, de

    modo ms simple, Selon les Ecritures (CE 12, 1975).

    El evangelio en las comunidades l'. -- ' 4 1 * / ' /- , ? /'

    cuencias para el presente: Pues si Dios quiso darles a ellos' el mismo don que a nosotros, por haber credo en el Seor Jesu-cristo, quin era yo para poder impedrselo a Dios? (11,17).

    Es fcil imaginar otras situaciones que debieron de exigir idntico proceso. Hay que seguir observando la ley, el sba-do, los ritos de purificacin? Qu actitud tomar ante las ri-quezas, el impuesto, la persecucin? Qu pensar del celibato? Hasta cundo hay que perdonar? Qu quiere decir exacta-mente amar al prjimo? Hay qu evitar el contacto con los pecadores? Son preguntas que los cristianos se hicieron sin du-da y a las que, cada vez, alguien respondera: yo me acuerdo de que un da el Seor dijo tal cosa a ese respecto... En otra ocasin hizo tal cosa. Poco a poco, a medida de las circuns-tancias y de las necesidades, la memoria cristiana se fue car-gando de referencias y explicitando el contenido del euagge-lion.

    b) Del evangelio a la fe: proclamacin de la buena noticia Puesto que descubren maravillados que se trata de una bue-

    na noticia y que sta concierne a todos los hombres, no la pue-den guardar para s. La apropiacin desemboca as, de un mo-do natural, en la participacin, la proclamacin y la misin: Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y odo (Hch 4,20). Pobre de m si no anunciara el evangelio! (1 Cor 9,16).

    El evangelio es una realidad que hay que anunciar 3, proclamar4, dar a conocer5, ensear6. Por ello, llegado el caso, puede Pablo hablar de mi evangelio o de nuestro evangelio7.

    En este caso, el evangelio no sigue a la fe (en el sentido que se ha dicho), sino que la precede y llama: Habis odo el evangelio que os salva y habis credo en l (Ef 1,13). No se trata de transmitir un mensaje neutro, ni de ofrecer un conte-nido objetivo de conocimientos, sino de proclamar el aconteci-miento tal como ha sido percibido y aceptado (1 Cor 15,1), es

    3 Euaggelizesthai: 1 Cor 15,1; 2 Cor 11,7; Gal 1,11; kataggellein: 1 Cor 9,14.

    4 Keryssein: 1 Tes 2,9; Gal 2,2; 1 Cor 1,23.

    5 Gnorizein: 1 Cor 15,1.

    6 Didaskein: Gal 1,12.

    7 Rom 2,16; 16,25; 2 Tim 2,8; 1 Tes 1,5; 2 Tes 2,14; 2 Cor 4,3.

  • 42 Del evangelio a los evangelios

    decir, como una realidad significativa, de importancia capital y que interpela.

    Durante veinte aos, desde la muerte de Jess hasta la re-daccin de las primeras cartas de Pablo, la predicacin, tanto la realizada en la comunidad como la dirigida al exterior, se expande oralmente. Poco a poco, afianza su temtica, encuen-tra su tono, afina los argumentos y desarrolla sus reminiscen-cias. Algunos discursos de los Hechos 8 son testigos de este pro-ceso, a pesar de llevar la marca de Lucas.

    c) Comunidades de orgenes diversos La fe en el Resucitado se propag primero en la comunidad

    de los discpulos en Jerusaln, en Judea, en Galilea, es decir, en comunidades de judos convertidos al cristianismo. Pero muy pronto se va a implantar en ambientes prximos al judais-mo, aunque marginales, como los samaritanos. Luego, unos aos ms tarde, a partir del nuevo centro misionero que fue la comunidad de Antioqua de Siria, la fe cristiana se difundir en ambientes paganos: la mayora de las comunidades fundadas por Pablo en la cuenca mediterrnea sern de ese tipo. La sen-sibilidad religiosa de esos diferentes grupos no es la misma y va a matizar el modo de apropiarse el mensaje cristiano. Encon-traremos esas sensibilidades distintas al estudiar los evangelios, que son ecos de las comunidades. Dejemos ahora slo plantea-do el problema, poniendo algunos ejemplos.

    En las comunidades judeacristianas, que percibimos tras el testimonio de Mateo, se pueden adivinar la formacin doctrinal y la piedad judas. La referencia a las Escrituras es fundamen-tal, y vemos la preocupacin por situar la obra de Cristo en el designio de Dios gracias a citas precisas, hechas segn los m-todos rabnicos. Jess aparece claramente como el nuevo Moi-ss, que viene a cumplir las Escrituras y a dar a su pueblo la nueva ley; as, el tipo de Iglesia que aparece al final de Mateo es el de una sociedad bien estructurada y organizada, con su liturgia, su enseanza...

    Las comunidades samaritanas han dejado huellas ms difci-les de discernir. Estaban, tal vez, ms preparadas que otras para adorar a Dios en espritu y no en lugares precisos como

    8 En particular los que se encuentran en los cap. 2(14-36), 3(12-26), 4(8-

    12), 5(29-32), 10(34-43) y 13(16-41).

    El evangelio en las comunidades ' 43

    el templo de Jerusaln (cf. Jn 4,24)? Sin duda eran sensibles a todo lo que era apertura y atencin a los marginados, a los despreciados en el judaismo: los leprosos (cf. Le 17,11-19), los publcanos (cf. Le 18,9-14); el amor totalmente desinteresado no vale menos que la prctica minuciosa de la ley (cf. el buen samaritano, Le 10,29-37).

    En las comunidades paganocristianas, la enseanza se haca tambin partiendo de las Escrituras, como lo demuestran las cartas de Pablo. Pero tal vez se preocupaban menos por encon-trar citas precisas que por situar a Cristo en la gran corriente espiritual de la Biblia, como suele hacer Lucas. Si buscan un retrato de Jess en las Escrituras, lo encuentran menos en Moiss que en Elias, el profeta de fuego, arrebatado por el Espritu, que acepta el trato con paganos y realiza milagros en favor de ellos. La ruptura entre el cristianismo y el judaismo no reviste el carcter doloroso que tiene en las comunidades judeocristianas, y viven el universalismo como un dato de he-cho: se mostrarn particularmente sensibles a todas las apertu-ras que, en este sentido, pudo hacer Jess durante su vida te-rrestre.

    Las anteriores notas son evidentemente muy sucintas para perfilar la sensibilidad de cada comunidad y su modo propio de interpretar el evangelio de Jess. Pero se proponen, al menos, llamar la atencin sobre este aspecto importante, a la hora de leer los evangelios.

    Dejemos apuntado solamente otro aspecto de no menor im-portancia: la composicin sociolgica de las comunidades. Si el cristianismo se desarroll rpidamente en los estratos ms hu-mildes de la poblacin que, a veces, encontraban en l, como ocurri en Corinto, la ocasin de adquirir una sabidura de la que estaban privados por las condiciones de vida, no es' me-nos evidente que, desde el comienzo, las comunidades conta-ron con gente rica e influyente. Est claro que unos y otros y las comunidades, segn la importancia de una u otra capa so-cial seran ms sensibles a ciertos aspectos del mensaje de Jess, como la riqueza, el poder en la Iglesia, el perdn, la fraternidad.

    FORMAS QUE TOMA EL EVANGELIO

    El pensamiento, incluso el ms original, a la hora de expre-sarse, tiene que tomar forma en moldes prefabricados, en

  • 44 Del evangelio a los evangelios

    determinados gneros literarios. Unos son universales: el modo de contar un accidente o de expresar el sufrimiento es sensible-mente el mismo en todos los pases del mundo y en todos los tiempos. Otros son ms particulares: un pueblo de tradicin oral y de pensamiento concreto utilizar de un modo normal, por ejemplo, la parbola; otros pueblos preferirn el razona-miento abstracto. La eleccin del gnero literario est tambin en funcin de lo que se pretenda: no hablamos igual de la en-fermedad a un mdico, a un amigo o a un funcionario de la seguridad social. As, cada gnero literario tiene un modo pro-pio de presentar la verdad, y es importante descubrirlo. Antes de intentar una rpida descripcin literaria de los mismos con-vendr recordar su papel sociolgico.

    Todo grupo social, en efecto, necesita, para existir, una se-rie de textos, escritos u orales: su misma vida suscita una lite-ratura diversificada. Pongamos el ejemplo vulgar de una pe-quea sociedad de pescadores de caa; sta compondr escritos de tipo jurdico (los estatutos de la sociedad), consignas o fra-ses cortas destinadas a darse a conocer (reljese: vaya a pes-car), relatos que, a veces, se convertirn en verdaderas epo-peyas donde la captura de un modesto barbo se convierte en hazaa nacional; inventar tambin sus celebraciones: el ban-quete de amistad. Una sociedad religiosa como la Iglesia nece-sita toda una literatura: textos fundacionales (la Biblia), estatu-tos (el derecho cannico), libros de oracin, obras de teolo-ga, etc.

    Sin olvidar este aspecto sociolgico fundamental, vamos a intentar, sobre todo, una descripcin literaria de las diferentes formas que modelan el pensamiento, al menos las que eran usuales en la poca en que se formaron los evangelios. Para simplificar, distinguiremos, de manera totalmente emprica, g-neros literarios y estilos de expresin.

    1. Gneros literarios

    Jess y los primeros discpulos eran judos. Por tanto, van a utilizar con toda naturalidad los gneros literarios usuales en el judaismo; los conocemos por los evangelios, pero tambin por el Antiguo Testamento y por los textos judos. a) Relatos de milagro.

    El modo de contar un milagro es muy parecido en las lit-

    is/ evangelio en las comunidades 45

    raturas juda, helenstica o cristiana (cf. n. complementaria). En los evangelios, estos relatos, bien sean de curaciones, de intervenciones en la naturaleza o de exorcismos, incluyen habi-tualmente cinco puntos:

    1. Introduccin, que expone la situacin.

    2. Peticin de intervencin, que manifiesta la confianza del demandante o de su entorno.

    3. Intervencin de Jess, generalmente en forma de ex-presin breve; a veces, de un gesto.

    4. Mencin del efecto producido, que suele ser inmediato.

    5. Reaccin de los espectadores: temor, admiracin.

    Comparemos , por e jemplo , el relato de un exorcismo (Me 1,23-27) y el de la tempestad calmada (Me 4,37-41).

    Me 1 Me 4

    Presentacin del enfermo Descripcin de la tempestad 23. Result que en aquella si-nagoga estaba un hombre pose-do por un espritu inmundo y se puso a gritar:

    El poseso interpela a Jess 24. Quin te mete a ti en es-to, Jess Nazareno? Has veni-do a destruirnos? S quin eres: el Consagrado por Dios.

    Jess manda al demonio 25. Y Jess le increp: Cllate la boca y sal de este hombre!

    37. Se produjo un fuerte tor-bellino de viento y las olas se abalanzaban contra la barca hasta casi llenarla de agua.

    Los discpulos despiertan a Je-ss 38b. Lo despertaron gritndo-le: Maestro, no te importa que perezcamos?

    Jess manda a la tempestad 39a. Se despert, increp al viento... y dijo al lago: Silen-cio, cllatel

  • 46 Del evangelio a los evangelios

    El efecto: curacin del poseso ... Calma de la tempestad 26. El espritu inmundo lo re- 39b. El viento amain y so-torci y, dando un alarido, sa- brevino una gran calma, li.

    El temor se apodera de los testi- ...de los discpulos Sos 41. Les entr un miedo atroz 27. Se quedaron todos tan es- y se decan unos a otros: Pero tupefactos que se decan unos a entonces, quin ser ste, que otros: Qu es esto? Incluso da incluso el viento y el agua lo rdenes a los espritus inmundos obedecen? y le obedecen.

    X. Lon-Dufour, Estudios de Evangelio (Madrid, Ed. Cristiandad, 1982), pp. 153-154.

    Cada evangelista tendr su modo propio de tomar ese esquema. As, por ejemplo, Mateo seguir habitualmente la regla de los dos personajes: elimina del relato todos los rasgos narrativos que no son indispensables y los personajes secundarios para conservar slo a Jess y al interesado (cf. por ej. el relato de la curacin de la suegra de Pedro en Mt 8,14-15 y en Me 1,29-31 y Le 4,38-39). Por el contrario, Mateo suele desarrollar el aspecto de la enseanza.

    Para Jess, hacer milagros aparece como un modo de reali-zar los signos que anuncian, segn los profetas, que el reino de Dios llega (cf. Mt ll,4s; Le 7,22s).

    Cuando los discpulos relatan esos hechos, parecen asignar-les dos funciones principales que se podran llamar apologtica y catequtica, y que hallamos en dos citas de Pedro en los dis-cursos de los Hechos: Jess el Nazareno, el hombre que Dios acredit ante vosotros, realizando por su medio los milagros, signos y prodigios (Hch 2,22); Jess de Nazaret... que pas haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, por-que Dios estaba con l (Hch 10,38).

    El relato, en el primer caso, al mostrar que Pedro atribuye un poder especial a ese hombre, intenta interpelar a los oyen-tes, abrirlos a la interpretacin dada a continuacin por los creyentes: ese hombre es el Mesas, enviado por Dios para esta-blecer su reino. En el segundo caso, el milagro tiene como mi-sin mostrar de modo visible la accin interior obrada por Je-ss: la fe, la liberacin del mal.

    Constatamos, finalmente, una diferencia fundamental entre los relatos de milagro en los evangelios y el Nuevo Testamento en general, y los relatos, a menudo muy cercanos literariamen-

    El evangelio en las comunidades 47

    te, del mundo helenstico. A diferencia de los helensticos, los relatos de milagro en el Nuevo Testamento no estn relaciona-dos con santuarios preocupados por mantener el orden en una sociedad cuyas estructuras no se piensan modificar. Tampoco se relacionan con operaciones de tipo mgico que constituyen reacciones individuales tendentes a desintegrar la sociedad. Pro-vienen de personalidades carismticas que quieren proponer una nueva forma de vida.

    b) Parbolas. La parbola era en el mundo judo el modo ms usual de

    presentar el pensamiento, bien para exponerlo, bien para de-fenderlo (cf. nota complementaria de pgina 66).

    La parbola se presenta como una comparacin desarrolla-da en forma de historia. En las parbolas rabnicas, sta co-mienza habitualmente por la frmula: Una parbola. A qu se parece esto? O bien: Es como... y fcilmente introduce en esce-na a un rey o a un propietario agrcola.

    Al presentar una historia verosmil, comparable a la situa-cin de los oyentes, los debe llevar a emitir un juicio sobre la historia y, consecuentemente, sin que tengan de ello concien-cia, sobre su propia situacin. Por ejemplo, para hacer a David consciente del pecado que cometi al apropiarse de la mujer de Uras y al hacerlo morir, el profeta Natn le cuenta una historia; David emite un juicio sobre ella: Ese hombre mere-ce la muerte!, y Natn no tiene ms que concluir: Ese hom-bre eres t! (2 Sm 12). Los detalles de la historia deben ser verosmiles para no despertar sospechas en el oyente. Muchos detalles suelen servir solamente para hacer la historia creble y no tienen importancia por s mismos.

    Puesto que la parbola es una comparacin normalmente se puede resumir en dos frases: As como... as tambin. Para ello hay que dejar de lado todos los rasgos secundarios que no apa-recen en la conclusin (lo que se llama frecuentemente la pun-ta de la parbola). As, en la parbola de los obreros de la hora undcima (Mt 20,1-16), la historia presenta cinco catego-ras de obreros contratados; al final no encontramos ms que la primera y la ltima categora; las otras tres slo sirven para hacer la historia verosmil.

    Las parbolas pueden tener varias puntas o conclusiones, porque han sido reledas y actualizadas por la comunidad pri-mitiva y a veces por los redactores de los evangelios. Esta ac-tualizacin ha sido motivada particularmente por el cambio de

  • 48 Del evangelio a los evangelios

    auditorio: Jess hablaba a los judos y, a menudo, a los jefes judos; los discpulos hablan a los cristianos; eso lleva a un cambio de orientacin, y frecuentemente se acenta el alcance cristolgico, mostrando que Jess, al hablar del reino de Dios, habla tambin de s mismo y de su papel en el establecimiento de ese reino. As, la parbola de los viadores homicidas (Mt 21,33-44; Me 12,1-11; Le 20,9-18), en labios de Jess, se refira ante todo a la suerte del reino: si Israel rechaza al hijo, el ltimo de los enviados de Dios, el reino ser dado a otros. Al aadir la cita de Sal 118, la comunidad se interesa por la suerte de Jess y convierte la parbola en un anuncio de la muerte y resurreccin de Cristo. O bien, el cambio de audito-rio lleva a insistir en el aspecto moral: en la parbola de los invitados al banquete, Lucas inserta las razones principales por las que, en su comunidad, los cristianos se hacan negligentes en la fe (Le 14,18-20). Aadiendo una segunda parbola (el traje nupcial), Mateo advierte a los cristianos que pueden ser excluidos incluso despus de haber entrado en el banquete (Mt 22,11-14).

    Hay que poner mucho cuidado en distinguir el gnero lite-rario parbola de otro muy cercano y con el que se le con-funde a menudo: la alegora. Esta se presenta tambin como una historia. Pero aqu lo que se intenta sobre todo es dar una enseanza. Es una historia compuesta para hacer comprender algo, una especie de historia en clave, en la que la mayora de los rasgos tienen una correspondencia en la realidad. Por tan-to, es ms bien una serie de comparaciones. Los detalles pue-den no ser verosmiles; lo esencial es que presentan una ense-anza. Mientras la parbola se dirige, sobre todo, a la voluntad del oyente, la alegora se dirige ms bien a su inteligencia. As en la alegora de la vid segn Juan, Jess se compara a la vid, y compara a los discpulos con los sarmientos (Jn 16).

    Por tanto, hay que distinguir claramente los dos gneros literarios. Pero, en la realidad, se mezclan a menudo. En una parbola Jess pudo incluir rasgos alegricos; y detalles que nos parecen ahora anodinos evocaban inmediatamente, en un odo judo, determinados textos del Antiguo Testamento. As, la vid haca pensar de inmediato en Israel, a causa del poema de Is 5.

    Los primeros cristianos y todava ms los predicadores a lo largo de la historia tendieron a alegorizar las parbolas. Tomemos de nuevo el ejemplo de los obreros de la hora und-

    El evangelio en las comunidades 49

    cima (Mt 20,1-16). La parbola se presenta en la actualidad con dos conclusiones. La verdadera, la correspondiente a la historia narrada, se encuentra en el v. 15: As como el dueo no es injusto al dar a todos el mismo salario, porque lo mide no por el mrito o por el trabajo realizado, sino por su bondad, as Dios no es injusto abriendo el reino a todos, porque es bueno.

    Pero en el texto actual, el v.16 se presenta como la verdade-ra conclusin: De igual modo los primeros sern los lti-mos... Esto nos lleva a resumir as la parbola: As como los primeros obreros que trabajaron todo el da fueron pagados los ltimos, as tambin vosotros, los judos, llamados por Dios los primeros, iris detrs de los cristianos. Eso no corresponde a la historia; los obreros protestan no porque hayan sido pagados despus que los otros, sino porque han sido pagados lo mismo. Los primeros cristianos se han apoderado, por tanto, de un de-talle de la parbola para hacer de ella una alegora, explicando su situacin presente.

    Los predicadores cristianos, a lo largo de la historia, irn todava ms lejos, tomando la interpretacin alegrica de Or-genes: Dios nos llama sin cesar, en las cinco edades de la exis-tencia humana: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez y vejez.

    c) Sentencias enmarcadas. Damos el nombre de sentencia enmarcada a un dicho de

    Jess que se encuentra actualmente inserto en un relato. Puede ser un relato de milagro, de controversia de Jess con los ju-dos, una ancdota sobre la vida de Jess... El inters en este caso, no se centra directamente en el milagro o el episodio en cuestin, que slo estn presentes para servir de marco, para poner de relieve las palabras recogidas. As la curacin del hombre con el brazo atrofiado (Me 3,1-6) apenas respeta el esquema habitual del relato de milagro: no se presenta al enfermo, ni ste pide la curacin, ni se termina con la admira-cin o el asombro; al contrario, desde el comienzo, el v.2 nos orienta hacia la cuestin del sbado, y toda la narracin slo pretende poner de relieve la cuestin esencial de si est permi-tido hacer el bien en sbado.

    Algunos especialistas hablan a veces de palabras flotantes de Jess: se han conservado tales o cuales palabras que origi-nalmente haban sido pronunciadas en un marco histrico pre-ciso, pero que se ha olvidado. Entonces se incorporan esas pa-labras a otros marcos o, a veces, a varios: discurso, relato, mi-lagro...

  • 50 Del evangelio a los evangelios

    d) Controversias. La controversia o disputa entre Jess y sus adversarios per-

    tenece a un gnero literario muy conocido y cultivado por los rabinos: la discusin entre especialistas. En ese caso, el recurso a la Escritura es el elemento fundamental y se introduce cuida-dosamente.

    Jess se enfrent a menudo con sus adversarios y, al pare-cer, manej el argumento escriturstico con gran maestra. Sus discpulos, enfrentados con los mismos adversarios, tenan inte-rs en recordar y aprender la leccin.

    El modo, por ejemplo, de argumentar Jess con los fari-seos, segn Mateo, a propsito del hijo de David, es muy h-bil: su pregunta provoca en ellos una respuesta que Jess muestra estar en contradiccin con la Escritura (Mt 22,41-46).

    Algunas controversias han podido ser reagrupadas en la co-munidad para mostrar que Jess conoca bien las reglas en uso. Los rabinos tenan contumbre de hacerse plantear tres cues-tiones a las que respondan, y a continuacin interrogaban ellos a sus discpulos; tal es la secuencia que encontramos en Mateo (22,15-46). (X. Lon-Dufour, Los Evangelios y la historia de Jess [Madrid, Ed. Cristiandad, 1982] 286). e) Anunciaciones.

    Dios anuncia a un personaje que debe cumplir una misin en el seno del pueblo: se trata de un gnero literario muy co-nocido en el Antiguo Testamento y que aparece varias veces en el Nuevo. En l se encuentran generalmente siete partes:

    1. Se presenta la escena y los personajes. 2. Un enviado divino saluda al personaje. 3. Este se extraa y manifiesta su temor. 4. El enviado divino comunica su mensaje. 5. Esto provoca una pregunta por parte del interesado:

    Cmo se har eso?, y hay una nueva precisin del mensaje.

    6. Se da un signo. 7. El enviado divino se retira.

    Podemos comparar el anuncio a Geden (Jue 6,11-24), a Zacaras (Le 1,5-25), a Mara (Le 1,26-38), pero encontrara-mos los elementos principales en otros muchos lugares: anun-cio a Abrahn, a Moiss, a Jeremas, a los pastores de Beln...

    El evangelio en las comunidades 51

    En este caso, el inters se centra, no en la psicologa del personaje o sus mritos, sino en la misin que se le confa9. /) Midrs.

    El midrs, de la raz dars, investigacin, designa a la vez un mtodo de exgesis y el producto literario resultante de este mtodo. Se hace una investigacin sobre la Escritura para ver cmo concierne a su lector contemporneo: es un intento de actualizacin de la Escritura10. Se distinguen varias clases de midrs:

    el midrs halakah (de una raz que significa camino). Se buscan en la Escritura reglas de conducta, leyes para hoy. En el judaismo, halakoth (plural de halakah) es sinnimo de leyes;

    el midrs aggadah (de una raz que significa narrar). Aqu se busca sobre todo edificar, y muchas vidas de santos escritas a travs de los tiempos se sirven, sin saberlo, de este gnero literario.

    Desde el descubrimiento de los manuscritos de Qumrn nos es ms conocido un gnero particular de midrs: el peser. Con l se intenta mostrar cmo acontecimientos o personajes con-temporneos hacen realidad el texto de las Escrituras.

    Los evangelistas utilizaron a veces este gnero literario, pe-ro con mucha sobriedad e invirtiendo el funcionamiento. Para un judo del siglo I, el texto de Moiss es normativo por ser el lugar fundamental de la revelacin. La reflexin exegtica de los escribas y el comentario aggdico de los predicadores de la sinagoga entendan esencialmente 'servir' a la palabra siempre viva de Dios, en una literatura (escrita u oral) sobre la Escritu-ra. El midrs, actualizacin de la palabra para el tiempo pre-sente, no pierde jams de vista su vinculacin radical al texto sagrado. Pero los primeros cristianos invirtieron los datos. El lugar radical de referencia es Jess resucitado y, en consecuen-cia, la Escritura no es ms que la sierva de la nueva palabra de Dios. Jess sustituye a la Tora. Segn esto, el cristiano no 'sir-ve' ya a la Escritura, sino al Seor apoyndose, de una manera totalmente nueva, en la Escritura, mientras que el autor midr-sico judo parte de la Escritura para volver a ella adaptndola

    9 Sobre el gnero literario anunciacin, cf. J. P. Audet, L'annonce

    Marie: RB 63 (1956) 346-374. 10

    Sobre el midrs, cf. A. Paul, Intertestament (CE 14, 1975) 48-66.

  • 52 Del evangelio a los evangelios

    a su tiempo. El evangelista parte de Jess, declara su identidad y narra su obra de salvacin, con la ayuda de la Escritura y de las tradiciones orales, en esa 'Biblia continuada' que constituye el evangelio. No se puede por tanto definir el gnero literario de los relatos de la infancia, definindolos simplemente como midrs, sin traicionar la situacin original de los evangelistas con relacin a la Escritura (Perrot, Les rcits de l'enfance de Jsus [CE 18, 1976] 15). Tendremos, pues, que ser prudentes al sealar rasgos midrsicos en los relatos de la infancia de Jess en Lucas y, sobre todo, en Mateo.

    Podemos pensar que un relato como el de Mt 27,52-53 (al-gunos santos resucitan al morir Jess) tambin pertenece a este gnero.

    g) Arte profano de la composicin. Los gneros literarios presentados hasta aqu pertenecen so-

    bre todo al mundo judo. Desde hace algunos aos, se ha des-pertado especial inters por el arte de la composicin entre los antiguos, griegos y latinos, para ver si los autores de los evan-gelios recurrieron tambin a la retrica profana. Un buen ejemplo de esta investigacin y de su aplicacin al evangelio de Marcos se puede ver en B. Standaert, L'Evangile selon Marc. Composition et genre littraire (Brujas 1978). Volveremos so-bre este ensayo en el captulo consagrado a Marcos.

    2. Estilos literarios

    Esta denominacin no es propiamente cientfica. Al hablar de estilo se quiere llamar la atencin sobre un cierto modo de expresarse para producir un determinado efecto. Pero esta manera de expresarse se inserta en corrientes de pensamiento lentamente maduradas en el judaismo, y el problema es por tanto mucho ms complejo de lo que esta presentacin hara suponer. Quisiramos llamar la atencin solamente sobre un hecho: las expresiones empleadas, a causa de todo su trasfondo de referencias, dicen, a menudo, otra cosa de lo que a primera vista parece.

    a) Estilo epifnico o teofnico. Este modo de expresin quiere manifestar (phainein en

    El evangelio en las comunidades 53

    griego) que Dios se hace presente. Cuando se utiliza se toman ordinariamente expresiones de la teofana fundamental: la del Sina, donde, segn el libro del xodo, el fuego, los relmpa-gos, el temblor de la montaa, la nube y la columna de fuego manifiestan que Dios est all. Y esa presencia provoca en el hombre sentimientos de temor.

    El uso de esas imgenes tiene una clara intencionalidad: quiere sugerir la presencia; no describir acontecimientos. Pode-mos, pues, pensar que fenmenos como las lenguas de fuego de Pentecosts, la aparicin del ngel en la anunciacin o en la tumba abierta, recurren a este uso. Y, cuando personajes como Mara, las mujeres o los oyentes de Jess, son invadidos de temor, eso quiere decir que tienen el sentimiento de encon-trarse en presencia de Dios.

    b) Estilo apocalptico. Los cielos se desgarran, la tierra tiembla, las estrellas caen:

    estas imgenes desconciertan al lector moderno. Pertenecen al gnero apocalptico. Nacido durante la persecucin de Antoco IV (167-164 a.C), este gnero, del que la segunda parte del libro de Daniel es el mejor exponente, tena sus races en los profetas (Ezequiel, Zacaras...), conoci en tiempos de Cristo una fortuna extraordinaria y dio lugar a un gran nmero de obras. De su nacimiento en perodos de persecucin y de an-gustia ha conservado un tono doloroso y misterioso. Por enci-ma de las imgenes, quiere expresar la certeza de que Dios es el dueo de la historia y que intervendr, al fin, cuando el mal haya llegado a su paroxismo, para ponerle trmino, restable-ciendo la justicia11.

    Cuando Jess en su discurso apocalptico recurre a esas imgenes, expresa la misma conviccin. Por tanto, no hay que tomarlas al pie de la letra, sino percibir a travs de ellas la certeza de fe y de esperanza que quieren inculcar.

    HACIA LA REDACCIN DE LOS EVANGELIOS Para presentar las diferentes etapas de la formacin de los

    evangelios pusimos una comparacin: realizar un montaje con las diapositivas tomadas durante las vacaciones (cf. p. 36). En

    11 Sobre la apocalptica, cf. A. Paul, Intertestament (CE 14) 48-66.

  • 54 Del evangelio a los evangelios

    los dos prrafos precedentes an estbamos en el estadio de la recogida de materiales: tenemos un conjunto de diapositivas, independientes unas de otras. Aplicado a los evangelios, en el decurso de dos o tres decenios se forma, en las diferentes co-munidades, una serie de textos: palabras de Jess, relatos so-bre l, parbolas, relatos de milagro...

    En dichas comunidades esos fragmentos, independientes, se unirn para formar secuencias. Las razones de este hecho pueden ser muy diversas.

    Se agrupan fragmentos de igual gnero literario. As, a los predicadores cristianos les sera prctico disponer de series de milagros o de parbolas; para las necesidades catequticas se reagrupan palabras pronunciadas por Jess en circunstancias diferentes y se comienzan a formar discursos.

    Pudo influir la geografa. En Cafarnan, por ejemplo, re-cordaran lo que Jess haba hecho y dicho all. Y encontramos en Marcos y Lucas lo que se llama la jornada de Cafarnan, que presenta una jornada tpica de Jess, con su actividad de predicador, de taumaturgo...

    Tambin tendern a reagruparse los recuerdos sobre un mismo personaje: Juan Bautista, Pedro...

    Muy pronto, finalmente, se constituy un relato de la pa-sin de Jess, que abarcaba, sin duda, desde su prendimiento en Getseman hasta su sepultura.

    Las secuencias, a su vez, se unirn formando un mon-taje. Parece ser que, desde muy pronto, tuvieron lugar dos intentos de montaje, de los que encontramos indicios en los evangelios. Uno de ellos ser utilizado por Marcos, seguido de Mateo y Lucas: hablamos entonces de triple tradicin. El otro slo fue conocido por Mateo y Lucas: en este caso habla-mos de doble tradicin.

    As llegamos a la ltima etapa: la redaccin de los evange-lios.

    3

    LA REDACCIN DE LOS EVANGELIOS

    El montaje es importante en cine: ensamblando planos y secuencias les da un sentido, y del conjunto resulta la produc-cin cinematogrfica.

    La redaccin de los evangelios 55

    Tomando las distintas secuencias sobre Jess y aumentn-dolas con fuentes personales, cuatro redactores nos ofrecern cada uno una produccin diferente. Hubo un tiempo en que su trabajo se consideraba de poca importancia: lo esencial estaba hecho con anterioridad a ellos, y ellos se habran limitado a reunir unos fragmentos dispersos. Desde hace unos cuarenta aos se ven las cosas con menos simplicidad. Se reconoce que cada redactor ha realizado una labor de telogo; ha organizado los materiales en funcin de un fin preciso, y hoy nos esforza-mos por descubrir la teologa de Marcos, de Mateo y de Lu-cas, como, desde haca tiempo, se vena haciendo con Juan o Pablo.

    No insistiremos ms en esto, puesto que cada sinptico ser analizado detalladamente. Baste con insistir en la importancia de tener, no uno solo, sino cuatro evangelios. Toda persona es misterio, y sabemos que no la podemos circunscribir en un re-trato nico. Lo mismo ocurre, y mucho ms, con la persona de Jesucristo. Se haca preciso revelar algo de ese misterio y pre-servarlo al mismo tiempo, mediante enfoques diferentes; pero a condicin de respetar cada uno de esos enfoques.

    En todas las pocas se ha soado con reunir los cuatro evangelios en uno solo para formar una especie de vida de Jess, que no dejara perder ningn detalle. Ya Taciano, por los aos 170-180, hizo una especie de compilacin, de acopla-miento de los evangelios, que llama Diatssaron (Eusebio), lo que, segn L. Vaganay, parece querer decir a travs de cuatro (evangelios), o ms probablemente la cuarta o el acorde en el lenguaje de la msica antigua. Pero ante tal intento experi-mentamos la misma impresin que ante un mosaico reconstrui-do a partir de mltiples elementos tomados de cuatro mosaicos distintos que representan la misma escena. Para captar el senti-do de tal escena, tenemos que considerar cada mosaico separa-damente y luego comparar los cuatro, pero no destruirlos para intentar armonizarlos. Por eso, ms que recurrir a ilusorios cuatro evangelios en uno hay que recurrir a lo que llamamos sinopsis.

    Fue a finales del siglo XVIII cuando se dio el nombre de sinp-ticos a los tres primeros evangelios cannicos. Viene de la Sy-nopsis Evangeliorum, obra publicada en Halle en 1776 por el erudito alemn J. J. Griesbach, quien haba tenido la idea de hacer una edicin de Mateo, Marcos y Lucas que permitiera contemplarlos simultneamente. De este modo se haca eco de

  • 56 Del evangelio a los evangelios

    la opinin que ya san Agustn haba expuesto, hacia el 399, en su De consensu Evangelistarum. Para el obispo de Hipona, los evangelios, habran sido escritos en el orden que tienen en el canon: Marcos habra seguido fielmente a Mateo, aunque abre-vindolo, y Lucas dependera de ambos.

    La aparicin de la Sinopsis en el siglo XVIII contribuy grandemente a instaurar la era de la crtica evanglica. La cues-tin de la formacin de los evangelios, apenas sospechada por Agustn, se iba a plantear desde entonces sin ambages. Hasta entonces, se consideraba a los evangelistas como testigos ocula-res, independientes entre s, pero directos, de los hechos ocurri-dos, y todo lo que haban escrito estaba inmune de error o contradiccin. El modo de abordar la vida de Jess resultara tambin profundamente modificado y ella misma caa bajo el anlisis crtico. Por otra parte, la sinopsis evanglica marcaba el fin de lo que se llamaba armona evanglica, que era una narra-cin seguida de la historia de Jess, constituida exclusivamente por elementos procedentes de los cuatro evangelios. Esa narra-cin se organizaba de modo que todas las informaciones reuni-das se complementaran en un conjunto coherente y armonioso. Ya hemos dicho que Taciano haba realizado un interesante ejemplo de armona, el Diatssaron (a travs de cuatro). Ejemplo que cre historia: hubo grandes armonistas en los siglos XVI y XVIII; y la obra inaugurada por Griesbach no consigui destronarlos por completo.

    LOS EVANGELIOS, ENTRE EL ACONTECIMIENTO Y NOSOTROS

    A partir de lo visto hasta ahora, podemos intentar situar los relatos evanglicos los evangelios en el sentido de escritos en relacin con nosotros y con todo lo que les precedi.

    Estos relatos se proponen dar testimonio del evangelio, de la buena noticia, la cual se refiere a un acontecimiento funda-mental: la intervencin de Dios en Jesucristo. Tal intervencin se tradujo en una multitud de acontecimientos: la resurreccin y todo lo que la precedi, a saber, el conjunto de la existencia prepascual de Jess.

    Ahora bien, los relatos fueron redactados varios aos, e in-cluso varios decenios despus de los acontecimientos que na-rran. As estn marcados por el desarrollo de la fe que, entre tanto, se produjo en las comunidades cristianas, preocupadas por asimilar el sentido de los acontecimientos y proclamarlo a los dems. Adems, esos relatos fueron redactados por autores

    La redaccin de los evangelios 57

    que eran tambin creyentes y tenan una visin propia y una comprensin particular de los acontecimientos.

    1. Etapas histricas

    Si intentamos situar esas diversas etapas desde un punto de vista diacrnico, es decir, en cuanto al orden de sucesin o desarrollo histrico, obtendremos el siguiente esquema:

    I II III IV Acontecimiento Comunidades Redactores Nosotros

    Todos esos elementos se encuentran en el prlogo de Lu-cas:

    Muchos han emprendido la ta-rea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros,

    siguiendo lo que nos han trans-mitido los que fueron testigos oculares desde el principio y luego se hicieron predicadores del mensaje.

    Por eso yo tambin, despus de investigarlo todo cuidadosamen-t