Ética

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Universidad Galileo Galilei Catedrática: Lic. Leidy Yadira Félix Curso: Ética Carrera: I semestre de enfermería Tema: Aborto-Etica Nombres: Díaz Martin Henry Everildo García Godínez Carlos Gómez Alvarado DarlenNoemy López Sosa IsmaeryAbizzay Morales Ramírez Julio Recinos Ordoñez YeseniaFerlandina

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ALGO BUENO DE ETICA

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Universidad Galileo Galilei

Catedrática: Lic. Leidy Yadira Félix

Curso: Ética

Carrera: I semestre de enfermería

Tema: Aborto-Etica

Nombres: Díaz Martin Henry Everildo

García Godínez Carlos

Gómez Alvarado DarlenNoemy

López Sosa IsmaeryAbizzay

Morales Ramírez Julio

Recinos Ordoñez YeseniaFerlandina

Huehuetenango 11 de abril 2015

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Introducción

El presente trabajo trata sobre el aborto-ética, Interrupción voluntaria del embarazo, Aborto terapéutico y aborto indirecto en donde los cuales se relacionan entre si. A continuación cada uno de los temas contiene su definición.

El aborto: La consideración ética de lo que llamamos aborto y también interrupción

voluntaria del embarazo viene dada por aspectos de lo que en la realidad ocurre:

La mujer está embarazada, y deja de estar embarazada

La interrupción voluntaria del embarazo: Es una acción que no se ejecuta

primariamente sobre la embarazada, sino de forma directa sobre el feto y sólo

transeuntemente sobre la embarazada.

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Aborto y ética

La consideración ética de lo que llamamos aborto y también interrupción voluntaria del embarazo viene dada por los dos aspectos de lo que en la realidad ocurre:

La mujer está embarazada, y deja de estar embarazada El embrión o feto que la mujer lleva dentro muere.

Excluir una de las dos, independientemente de la valoración que se le dé, supone un error en la valoración ética de lo que se lleva a cabo. De hecho en la sociedad se suele utilizar uno de los dos términos según el aspecto que se quiera remarcar: el hecho de interrumpir el embarazo, o de abortar. No parece encontrarse un término que abarque simultáneamente las dos realidades.

En la secuencia biológica de los hechos, lo primero que nos encontramos es que la presencia del embrión o feto, produce que la mujer esté embarazada, lo segundo el reconocimiento del embarazo, a continuación la decisión de acabar con él, y para ello acabar con la vida de ese feto. Por tanto también bajo el aspecto lógico hay que considerar que producir el aborto tiene como fin interrumpir el embarazo.

Además, en el tema del aborto, existen prejuicios -en el sentido de juicios previos al tema-, que se deben tener en cuenta.

El primero es la anuencia legal con la que cuenta en muchos países El estar extendido por muchos lugares puede lleva a concluir con que se trata de una situación normal y, por tanto, que es supérfluo debatir sobre su eticidad.

Otro punto a tener en cuenta es el planteamiento de relegar este tema al ámbito de las creencias –de lo religioso-, que por ser de ámbito subjetivo no puede salir a la palestra de lo social. Independientemente de que las religiones tomen una posición, parece que el tema de la vida forma parte de los objetivos del bien común que se plantea cualquier sociedad.

La participación en la decisión de legalizar o no el aborto es evidente que debe llevarse a cabo en el ámbito democrático, y con el respeto que cada persona merece, y en un ámbito detolerancia.

Para ordenar los diversos aspectos con valencia ética que surgen en el ámbito del aborto hemos hecho cuatro apartados.

Interrupción voluntaria del embarazo

La expresión “interrupción voluntaria del embarazo”, se ajusta a uno de los dos focos éticos que deben considerarse al estudiar el aborto. En concreto a que hay una persona que sufre el proceso del embarazo, y que puede llevarlo:

Por decisión propia: porque ha decidido quedarse embarazada, y así ha sido. A veces se decide pero después no se produce;

Por comportamientos propios: no se había planteado quedarse embarazada, pero por las relaciones sexuales que sí que ha decidido llevar a cabo, resulta que inesperadamente se queda embarazada. Aquí hay que contemplar también el caso de quedarse embarazada

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por “fallo”, bien sea por pensar que estaba en un día no fértil, como porque los medios que ha utilizado contra la concepción han fallado;

Contra la voluntad y sin poner actos propios, como es el caso de una agresión sexual, que –aunque sea en una proporción muy baja- puede producir el embarazo.

En cualquiera de los casos, si sólo se considera el aspecto del embarazo como situación sufrida por una persona, se podría afirmar, apoyándose en el respeto a la autonomía de la persona, la capacidad de cada mujer para decidir si sigue adelante o no con el proceso del embarazo.

De hecho parece que, en los casos de embarazo no deseado, o no fácilmente aceptado, esta suele ser la consideración principal: se ha producido un problema, que se desea resolver cuando antes. El modo de resolución es parando el embarazo. Se trata de decisiones que se toman con cierta urgencia, movidos por el deseo de resolver el problema que se ha presentado ya que puede afectar de forma importante a diversos aspectos de la vida de la persona: estético, de relación de pareja, económica, profesional, etc.

La multiplicación de las dificultades puede empujar a tomar decisiones con poca deliberación, y sin considerar los problemas que pueden surgir para la misma persona por el hecho de interrumpir el embarazo. Es especialmente importante que se suministre la suficiente información para que el consentimiento realmente sea informado. No debería dejar de informase de los efectos secundarios de tipo médico, y psicológico que se pueden producir.

La irreparabilidad de la decisión tomada, acentúa la importancia de que se procure un ambiente adecuado para que el consentimiento se pueda ejercer con el mínimo de coacciones psicológicas.

La interrupción voluntaria del embarazo es una acción que no se ejecuta primariamente sobre la embarazada, sino de forma directa sobre el feto y sólo transeuntemente sobre la

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embarazada. Es decir, no se deja de estar embarazada sino mediante la producción de la muerte del feto. Esta es la primera acción que se lleva a cabo aunque lo que se quiera finalmente es detener el embarazo. Por ello no se puede valorar éticamente el hecho y la utilidad de poner fin al embarazo, sin considerar el valor ético de la muerte del feto, es decir del aborto.

La expresión "con mi cuerpo hago lo que quiero", aunque utilizada en algunas ocasiones, no es correcta desde el punto de vista biológico, y por tanto ético. Relacionar el aborto con la disponibilidad que una persona puede tener respecto a órganos o partes de su propio cuerpo, no parece tener un fundamente ético, por carecer de fundamento biológico.

Independientemente de lo que se pueda pensar sobre el carácter personal, o el valor de dignidad que tenga el feto, es evidente que se trata deindividualidades biológicamente distintas la madre y el hijo.

El núcleo de la cuestión ética podría plantearse de una forma sencilla y sintética:

Acabar con la vida de un ser humano en el feto materno hoy es legal. Matar a un niño no lo es. Por tanto cualquier defensor del aborto, que quiera defender este comportamiento de una

forma racional y humana, debe demostrar por qué es distinto, desde el punto de vista biológico o ético, matar a un feto en las últimas semanas del embarazo y matar a un niño.

Respecto a la realidad biológica individual, hay que decir, que las discusiones que se han dado con referencia al embrión preimplantatorio, han tenido como efecto indirecto que el campo de discusión sobre si estamos o no ante una realidad biológica individual, se ha restringido a los 14 primeros días de su existencia, o al período previo a la implantación. No parece que haya discusiones razonables acerca de la individualidad del embrión implantado o del feto.

Respecto a la realidad ética del aborto suelen plantearse dos posturas:

Los que hacen una opción “pro vida”, entienden que el ser humano es un todo único, y que debe ser respetada su vida desde que empieza, con la concepción, hasta su finalización natural. Que en algún momento pueda no poder expresar algunas de las características más plenamente humanas por falta de desarrollo de órganos corporales, no cambia lo que ya se es. No hay un cambio de quién es uno desde el primer momento en que empieza su vida. Para estas personas el aborto siempre será un mal ético

Los que admiten la posibilidad del aborto defienden que el ejercicio de algunas de estas características es clave para reconocer la intangibilidad de esa vida o no. Para estas personas, el aborto en ocasiones será un mal, y en otras un bien.

El problema que se plantea en este segundo posicionamiento es que no es posible hablar de una gradación en la intangibilidad de la vida. Es decir, no puede darse que una vida humana sea más o menos intangible, en función de otro, porque eso ya es no reconocerle la dignidad que exige ser tratado como un fin y no como un medio. Por tanto estos deberían establecer muy claramente cuál es la característica o el conjunto de características que se deben fijar para que haya obligación de respetar siempre esa vida humana.

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Aborto terapéutico

El aborto terapéutico es el aborto inducido justificado por razones médicas:

Riesgo grave para la vida de la madre, cuando la continuación del embarazo o el parto significan un riesgo grave para la vida de la madre;

Para salvarguardar la salud física o mental de la madre, cuando éstas están amenazadas por el embarazo o por el parto;

Riesgo de enfermedad congénita o genética, para evitar el nacimiento de un niño con una enfermedad congénita o genética grave que es fatal o que le condena a padecimientos o discapacidades muy graves.

Reducción de embriones o fetos en embarazos múltiples, hasta un número que haga el riesgo aceptable y el embarazo viable.

Riesgo grave para la vida del hijo, cuando la continuación del embarazo o el parto significan un riesgo grave para la vida del hijo, ya sea porque viene con una malformación, o tiene un alto riesgo de vida cuando nazca.

La valoración ética del aborto terapéutico está muy ligada a la valoración general sobre el aborto. Si se atribuye un valor de respeto a la vida desde la concepción, las razones que puedan darse explicarán los motivos por los que era más o menos difícil respetar esa vida, pero no justificarán el haber acabado con ella.

Para quien retrasa la atribución de dignidad al ser humano en el seno materno hasta determinados estadios de su desarrollo, antes de ese momento la acción abortiva podrá tener una valoración ética positiva. Así con una ética consecuencia lista, el derecho a la vida del feto puede ser relativizado en función del valor que se otorgue a determinados aspectos de salud física o psíquica de la madre. En este enfrentamiento de derechos el juicio de la eticidad del aborto estará en función de las consecuencias más o menos valoradas: desde el peligro cierto de muerte en la madre, a aspectos de la figura, o del deseo de tener un hijo.

No hay que confundir el aborto terapéutico, con las terapias que pueden producir indirectamente un aborto. Puede ocurrir que una terapia necesaria o muy conveniente para la salud de la madre, indirectamente produzca una aborto. En este caso se habla de aborto indirecto

En los casos de malformación del feto, hay que hablar más bien del aborto eugenésico. En este caso se manifiesta más claro que el término "terpéutico" aplicado al aborto es ciertamente confuso, porque el feto no recibe ninguna terapia que le cure, y no se puede hablar de terapia cuando lo que se hace es acabar con su vida.

Aborto indirecto

Para los que admiten el aborto terapéutico o en general el inducido, el aborto indirecto también es éticamente correcto.

Para los que no admiten ningún tipo de aborto inducido puede provocar una cierta perplejidad esta situación del aborto indirecto. Parece una situación en la que se haga lo que se haga, se obra mal. La solución es aceptar que en ocasiones hay acciones que es obligatorio poner y sin embargo no se puede evitar que se produzcan efectos que no se

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desearían. En este caso puede existir la obligación para la salvación de la vida de la madre, llevar a cabo acciones terapéuticas que también produzcan daños al embrión o al feto. Se puede optar por no hacer nada, y correr el riesgo de perder la vida, pero también procurar la salud y aceptar que morirá el niño.

La justificación ética de este tipo de comportamiento se encuentra en el principio del doble efecto

El aborto indirecto es una situación distinta de producir el aborto directamente para evitar que el niño ponga en riesgo la vida de la madre. Este tipo de aborto sería un aborto inducido.

El aborto, desde un punto de vista ético

El aborto constituye un importante problema moral de nuestros días. La relajación de las leyes contra el mismo, en muchos países, y la propaganda en favor de más relajación, lo han puesto a la orden del día. Necesitamos distinguir cuidadosamente entre la moralidad del aborto mismo y la supuesta moralidad de su legalización.

El aborto se define como la expulsión de un feto de su matriz antes de que sea viable, esto es, antes de que pueda vivir fuera de la madre. No es el alumbramiento prematuro de un feto viable. El acelerar el nacimiento no es un acto malo si el niño puede mantenerse vivo, pero presenta un riesgo tan grave, con todo, que se requieren razones de mucho peso para autorizarlo. Podrá justificarse acaso por el principio del doble efecto, siendo las razones proporcionadas el peligro para la salud de la madre, del niño o de ambos, si se permite que la gestación llegue a su término natural.

El aborto espontáneo no es culpa de nadie. De lo que aquí tratamos es del aborto inducido, que es provocado voluntariamente. Si se persigue la muerte del niño como fin o como medio, se trata de un matar directo y no de una simple exposición del niño a peligro, porque mediante dicho acto se lo saca del único lugar en donde puede vivir, y se le pone en un lugar en donde no puede vivir; no hay manera más eficaz de matar a una persona que esta. Nadie puede pretender seriamente que el niño muere de causas naturales después que ha nacido, porque no se le ha permitido nacer apropiadamente. Todo matar consiste en contrariar la naturaleza, de tal modo que una persona muera de ello.

 El principio del doble efecto no tiene aplicación en los casos de aborto directo. El acto mismo es directamente destructor del feto, y el efecto malo, esto es, la muerte del feto, no es solamente un efecto lateral permitido, sino que es el medio utilizado para la realización de cualquier efecto bueno que pueda resultar para la madre. Puesto que las dos primeras condiciones del principio del doble efecto no se verifican, no importa que haya o no una buena intención y una proporción suficiente. Resulta inútil, por consiguiente, intentar una justificación moral cualquiera del aborto directo sobre la base del principio del doble efecto. Cualquier justificación, de ser posible, necesitaría basarse en otros principios. 

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La situación es distinta si la muerte del niño nonato es solamente indirecta, de modo que sólo sea permitida y no querida como un medio o como un fin. La situación del aborto indirecto se produce cuando la madre ha contraído alguna enfermedad grave (el embarazo mismo no constituye una enfermedad, sino un estado natural) y el único tratamiento viable, ya sea médico o quirúrgico, habrá de tener dos efectos, esto es: la cura de la enfermedad de la madre y la muerte del niño. Este es el tipo de caso al que sí puede aplicarse el principio del doble efecto.

En efecto, el niño no es atacado directamente y su muerte, aunque deba seguir sin lugar a dudas, constituye un efecto secundario incidental inevitable de la ejecución de un acto legítimo. La madre misma necesita el tratamiento, sea cual sea el efecto que pueda tener sobre el niño, y la muerte del niño no es un medio empleado para curarla. Aquella tiene el derecho de someterse al tratamiento y está autorizada moralmente para hacerlo. El médico tiene la responsabilidad de decidir si el estado de la madre es realmente patológico y si el tratamiento considerado constituye o no el único remedio eficaz.

 Resumiendo las distinciones necesarias para la comprensión de los argumentos, diremos: el aborto puede ser espontáneo, en lo que no hay culpa de nadie, o inducido, esto es, producido voluntariamente. El aborto inducido puede ser indirecto, esto es, la consecuencia prevista, pero no querida de hacer alguna otra cosa, o directo, esto es, la expulsión del feto, perseguida como un fin o como un medio. El aborto directo se designa como terapéutico, si el propósito es salvar la vida o la salud de la madre, o como criminal, si el propósito es algo distinto, no aceptado por las leyes.

Las dos primeras distinciones son importantes para el moralista, por cuanto separan el acto involuntario del voluntario, y el indirectamente voluntario del directamente voluntario. Esta última distinción de la ley civil presenta poco interés para el moralista.

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Edad Media

Por lo que se refiere a la práctica pastoral, es preciso recordar que, entre los largos y meticulosos cuestionarios ofrecidos por los libros penitenciales, con vistas a la administración del sacramento de la Penitencia y a la imposición de una satisfacción, nunca falta la pregunta por el aborto.

El canon Aliquando lo declaraba homicidio tan sólo cuando el feto estaba ya “formado”, es decir “animado”, según una antigua precisión que se remonta a Empédocles de Agrigento (s. IV a.C.) y que influyó incluso en la traducción griega de Exodo 21,22-23 - como ya se ha dicho - y en toda la doctrina de los pensadores medievales. El canon Si aliquis, en las Decretales, equiparaba la práctica de la contracepción y del aborto, en cualquier estadio que se realizasen, al homicidio voluntario.

Por lo que se refiere a la reflexión teológica, hay que subrayar de modo especial que Santo Tomás afirma que matar a un embrión “animado” es un homicidio. Tal afirmación ha de ser matizada. Es cierto que considera que la “animación”, o infusión del alma racional en el cuerpo humano,  no tiene lugar en el momento mismo de la concepción. La “causa material” habría de estar suficientemente preparada para recibir la “causa formal”. En consecuencia, la animación tendría lugar a los 40 días en el varón y a los 80 días para la mujer. Recuérdese su dificultad para admitir como verdad de fe la Inmaculada Concepción de María. De todas formas enseña Santo Tomás que el aborto es un grave pecado, contrario a la ley natural. Tal  teoría de la animación retardada, que se remonta a la filosofía griega,   se encuentra también recogida por Sigiero de Brabante y aun por  laDivina Comedia.

El aborto en la edad moderna, media y contemporáneaEdad Moderna

Los célebres Martín de Azpilicueta y Tomás Sánchez condenaban la contracepción, pero admitían el aborto “terapéutico” con tal que se realizara dentro de los 40 días primeros del embarazo. Sixto V promulgó en 1588 la famosa bula Effraenatam, con la intención de eliminar la prostitución en la ciudad de Roma. Invocando el canon Aliquando, extiende la pena de excomunión reservada a la Santa Sede al uso de anticonceptivos y a todo tipo de prácticas abortivas, sin atender a la precisión relativa al feto “no formado”, ni a los casos del llamado aborto terapéutico. La bula fue abrogada en parte por su sucesor.

Durante el pontificado de Inocencio XI, el Santo Oficio condenaba, al menos como escandalosas, 65 proposiciones laxistas, denunciadas por la universidad de Lovaina, dos de ellas relativas al aborto. Una de ellas afirmaba la licitud de procurar un aborto antes de la animación del feto. La otra consideraba probable que el feto, mientras está en el útero, carece de alma racional propia con lo que el aborto no sería un homicidio.En el siglo XVII algunos médicos comenzaron a seguir una nueva orientación y a dejar de lado la hipótesis aristotélica sobre la animación del feto a los 40 días. Uno de ellos, Paolo Zacchia, sería nombrado caballero pontificio.

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Edad contemporánea

En la constitución ApostolicaeSedis, el papa Pio IX excomulgaba en 1869 a los que practicaran el aborto, sin admitir ya la antigua distinción aristotélica entre la animación y la no-animación del feto.Pio XI, en la encíclica Casticonnubii (1930) ofrece una respuesta explícita a las objeciones más graves que se suelen plantear a favor del aborto, al que considera como crimen gravísimo con el que se viene a agredir la progenie escondida en el seno materno.Pio XII excluye todo aborto directo, ya pretenda la destrucción de la vida humana como fin o como medio.Juan XXIII recuerda la doctrina de los Padres sobre el carácter sagrado de la vida, “la cual desde su comienzo exige la acción creadora de Dios”El Concilio Vaticano II se refirió al aborto con unas célebres palabras que tratan de defender la vida humana en su totalidad:

“Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado...- todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes” Más adelante, en el marco de la problemática relativa a los conflictos de valores y deberes que surgen en el ejercicio de la vida conyugal, afirma que “la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes execrables” (GS 51).Pablo VI, en la encíclica Humanae Vitae (25.7.1968), en la que se estudian el tema de la anticoncepción y la procreación responsable,  dedica igualmente unas líneas al tema que nos ocupa:“En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos, una vez más, declarar que hay que excluir absolutamente como vía lícita para la regulación de los nacimientos,  la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas”

En 1974 la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un extenso documento al que es necesario referirse al tocar este tema. En él se mencionan muchos de los datos de la tradición que quedan recogidos más arriba. Y en él se subraya decididamente la calidad humana del nuevo ser concebido, basándose no sólo en la tradición o en la reflexión cristiana sino en las mismas aportaciones de las ciencias:

“Desde el momento en que el óvulo ha sido fecundado comienza una vida, que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano, que se desarrolla por su propia cuenta... La Genética moderna proporciona preciosas confirmaciones de esta evidencia de siempre (perfectamente independientes de las discusiones acerca del momento de la animación). Ha mostrado cómo, desde el primer instante, está fijado el programa de lo que será este ser vivo: un hombre individual, con sus características bien determinadas. Desde la fecundación se ha iniciado la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar. Lo menos que puede decirse es que la ciencia moderna, en su estadio más evolucionado, no presta ningún apoyo sustancial a los defensores del aborto”

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Conclusiones

La consideración ética de lo que llamamos aborto y también interrupción voluntaria del embarazo.

El aborto constituye un importante problema moral de nuestros días. La relajación de las leyes contra el mismo, en muchos países, y la propaganda en

favor de más relajación, lo han puesto a la orden del día.

E-grafía

http://www.abc.com.py/articulos/el-aborto-desde-un-punto-de-vista-etico-708633.html http://www.enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/201-etica-del-aborto http://www.bioeticawiki.com/Aborto%28%C3%A9tica%29