- Estamos imaginando, se te olvida eso. ¿Si pudieras, qué pedirías?- Ahora que lo preguntas no lo he pensado.- Yo pediría tener más tiempo.- ¿En qué sentido?- Vivir, vivir infinitamente. Tengo mucho que leer, hay mucho que escribir también.- Suenas como un loco romántico, puede que el sol te esté afectando.

Se puso a danzar solo, pero como con una acompañante imaginaria. Los movimientos elegantes y graciosos a ella la llenaban de risa, tanto así que casi dejó caer la cámara fotográfica al vacío. No podía parar de reir con los gestos y mofas que Julio hacía allí, en el lugar menos pensado para estar bailando, era evidente que no le importaba en lo más mínimo ser visto por los encargados de la seguridad del edificio o directamente quería que lo arrestaran de nuevo.

- Julio, está saliendo.- Ufff, menos mal. Después de tres horas de espera estaba bueno. Haz lo tuyo.- Ya verás como te doy clases.

Julio prendió el radio comunicador, Ana apuntó la cámara hacia su objetivo.

- Pichón en mira, dirección sur-oriente por calle Principal. Síganle no muy de cerca. Cambio.- Entendido. 10-4. – Contestaron del otro lado de la línea.

- ¿Pudiste hacerte de buenas fotos?- Con todas las que saqué tenemos al tipo donde queremos, hay suficiente evidencia para 40 años. Si sumamos la otra tarjeta está podrido.- Bien, bajemos de prisa.

Bajaron por las escaleras de emergencia, hasta llegar al centro comercial. Una vez allí era fácil hacerse pasar por una pareja común y corriente, Julio jugaba a ser el marido mandón y ella a la eposa sumisa y querendona. Cuando salían del papel se partían de risa. Esta vez había sido sencillo, unas cuantas fotos y organizar un poco a los demás. El trabajo sucio no les tocó en esta ocasión y por eso estaban algo más relajados que de costumbre.

- Quiero tomar helado…- ¡¡¿Qué?!!- Ana, quiero tomar un helado.- No puedes, estamos en una misión. Hay que entregar las fotos y además tienes que cargar el auto con el encarguito, no tenemos mucho tiempo.- ¿Cuántos años de tu vida has dedicado a esto? No es vida, siempre haciendo cosas por y para otros, sin elección. Quiero un helado y punto.- Está bien, pero apúrate, carajo.

Pasaban los minutos y Ana se desesperaba con algo que le parecía absurdo, las cámaras estaban vigilando en todo lugar y si alguno de los guardias despertaba, o alguien detectaba todas las infracciones que habían perpetrado en el lugar tendrían problemas, pequeños al principio, pero grandes después.

- Julio, ¿Qué esperas?- Pues que me atiendan.

La música de fondo se cortó y por los altavoces se calló por unos instantes