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MÓDULO 5:
EDUCAR PARA APRENDER
A SER
2ª PARTE
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Educar para aprender a ser
INDICE:
1 LA CONFIANZA: DECIR LA VERDAD # AMENAZAS...............................3
2 EDUCAR NIÑOS FELICES:.........................................................................8
3 LA IDENTIDAD POSITIVA:........................................................................10
3.1 La autoestima (El yo positivo):.........................................................103.2 Atención Plena (Mind Fullness): Tomar conciencia de ello...........123.3 El Optimismo:.....................................................................................12
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Educar para aprender a ser
1 LA CONFIANZA: DECIR LA VERDAD # AMENAZAS.
Decir la verdad es importante para que exista una relación entre educador y
educando, o entre dos personas cualesquiera.
Gran parte de las protestas o quejas que tenemos los educadores es sobre:
“No me hace caso”.
“Le amenazo y no sirve para nada”.
Esto viene dado por la falta de credibilidad que alcanzan los educadores
respecto a sus educandos.
Cuando nacemos no conocemos las reglas del juego, del juego de la “vida”,
por lo tanto lo vamos aprendiendo a través de la experiencia. Aprendemos a
caminar cayéndonos, aprendemos que el fuego quema cuando nos
quemamos, aprendemos que montar en columpio es divertido cuando lo
hacemos.
Nosotros, los educadores, muchas veces les queremos enseñar las reglas
del juego, transmitiéndoles determinados conocimientos, con la intención de
evitar que tengan que experimentar determinados sucesos. Así muchas
veces, le decimos, “Si te subes ahí, te vas a caer y te vas a hacer daño”,
aquí lo que estamos es intentando transmitirle un conocimiento que
nosotros tenemos sin la necesidad de que el niño lo experimente.
Cuando nosotros confiamos en alguien es porque somos capaces de
discernir en que esta persona es una persona que nos dice la verdad, y
confiamos en lo que nos dice es cierto.
Por ejemplo cuando empezamos un trabajo nos enseñan las normas de la
empresa: las vacaciones, los horarios de descanso, como se hacen las
Para que nuestros educandos confíen en lo que le decimos, tienen que tener la certeza de que le decimos la verdad, de que somos personas veraces.
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Educar para aprender a ser
cosas, etc. Pero si la persona que nos está explicando nos dice que se ha
de ir vestido formal, con traje y chaqueta y va en vaqueros, vemos que el
mensaje que transmite no es muy coherente, no nos parece veraz y
dejamos de confiar en lo que nos dice esta persona. Por lo que para saber
si hay que ir de traje preguntaremos a un tercero. En cambio si esta persona
fuera vestida de traje y chaqueta, confiaríamos que así será como hay que ir
vestido.
Lo mismo ocurre con los niños, si no existe una coherencia entre lo que
decimos y hacemos, van a aprender que lo que le decimos no corresponde
a lo que hacemos. Aprende que la información que le da no es fiable.
Por ejemplo:
Si nuestro hijo está jugando con la arena en el parque y de pronto
observamos que empieza a echarse la arena por encima de la cabeza.
Nosotros sabemos que si se echa arena encima de la cabeza puede que le
entre arena en el ojo, además de ensuciarse, etc. Entonces le pedimos que
deje de echarse arena encima de la cabeza, pero como no nos hace caso a
la primera y para que no suceda más, con nuestra buena intención
lanzamos la amenaza:
“Como no te dejes de echar arena encima de la cabeza ahora mismo
nos vamos a casa”.
Pero como ve que no hace caso, te levantas y le quitas el cubo, y la cosa
queda ahí, pero no hace falta irse para casa cuando acabamos de llegar.
¿Qué es lo que ha aprendido el niño? Que lo que dice el padre o la madre,
su educador, no corresponde con lo que hace. Que la información que le
dan sus padres no es fiable. Y esto lo hacemos una y otra vez:
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¿Qué es lo que tendríamos que hacer? Lo primero pararse a pensar:
¿Esto qué voy a decir es cierto, lo voy a poder cumplir?
Si la respuesta es que no, abortar la amenaza. Ganaras mucho más si no la
haces que si la haces y no la cumples. Pues en ambos casos el hecho será
el mismo. Pero si amenazas y no lo cumples, en ese caso, además mermas
tu credibilidad y la confianza de tu hijo. Por lo tanto, pensarlo bien antes de
decirlo. Lo mejor no amenazar, porque cómo ya explicaremos en el módulo
de los castigos, los niños no hacen als cosas o no se mueven porque
entiendan las razones por la que se lo decimos y lo interioricen, sino movido
por el miedo.
También es importante no expresarse con certeza, por ejemplo si decimos:
“Bájate de ahí, que te vas a caer y te vas a hacer daño”.
“Tomate la medicina, ya verás que esta buena”: y resulta que al
niño le sabe malísima.
“Como no te vistas solo no salimos”: Finalmente saldrán se vista o
no se vista solo, porque ya tienes hechos los planes.
“O comes, o te quito el plato y te quedas sin comer”: Al final o
esperas a que se lo coma o le darás tú la comida, pero sabes que el
niño no se va a quedar sin comer.
“No te subas ahí que te vas a caer”: Puede que el niño se caiga o
no.
“Como no apruebes todas, no nos vamos este año a la playa”: Sabes que te vas a ir de todas formas, porque ya lo tienes todo
organizado, y realmente el niño también lo sabe.
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Como hemos dicho, esto puede que ocurra o puede que no, si no ocurre, el
niño pensará que la información que le mandas no es fiable.
Pero si le decimos:
“Subirse ahí es peligroso, está muy alto, podrías caerte y hacerte
daño”.
En el segundo caso, no das una orden si no que estás dando información al
niño que subirse es peligroso. La razón de porque es peligroso es que está
muy alto y las posibles consecuencias: caerse y hacerse daño.
Es importante explicar y dar información a nuestros educandos de lo que
queremos, para qué lo queremos así, para cuando lo queremos, etc., cuanto
más detalles demos, más fácil será para ellos comprender lo que queremos.
Por ejemplo:
Si en vez de amenazar a nuestro hijo, con que si se tira arena otra vez
encima de la cabeza nos vamos a casa. Podemos acercarnos a nuestro hijo
y decirle que si se echa arena encima de la cabeza podría entrarle arena en
los ojos (mientras que con amor se la vamos retirando de la cara) además
se ensucia toda la cabeza y le podría picar, y que ya está duchado y
supondría tener que ducharse otra vez y lavarse la cabeza.
Seguramente tu hijo entenderá porque no quieres que se eche arena
encima de la cabeza y lo dejara de hacer, si a pesar de esto lo vuelve a
hacer, te levantas, le quitas el cubo con cariño y lo mandas a los columpios.
Así evitamos mermar la confianza de nuestro hijo, además de una posible
rabieta y disgusto.
También nos sorprendemos cuando vemos que los niños empiezan a
mentir cada vez a más corta edad, y nosotros incrédulos, le decimos que
“mentir no está bien”, que “yo no miento”. Imagino con que incoherencia
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reciben esto nuestros educandos, si han aprendido eso de nosotros mismos
desde bien pequeño.
Cuando los niños mienten, puede ser porque lo han aprendido de nosotros.
También puede haber otros factores que seguramente hayan tomado del
núcleo familiar, como puede ser la de eludir las responsabilidades, o bien el
miedo a un castigo, a decepcionarnos, a que nos enfademos, etc.
Si desde bien pequeño educamos sin amenazas, explicando las
consecuencias de sus propios hechos, con una comunicación efectiva y en
confianza, sin mentiras, nuestros educandos, no tendrán la necesidad de
mentirnos.
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2 EDUCAR NIÑOS FELICES:
En realidad todos los padres y educadores queremos que nuestros
educandos se eduquen felizmente, que sean felices.
Pero lo que muchos no sabemos es que la felicidad se aprende, no se nace
feliz, se vive feliz y se muere feliz. La felicidad no depende de la disposición
genética de la persona, aunque sí que es verdad que a veces nos parece
que influye, que una persona sea más positiva que su propio hermano
criado en las mismas circunstancias, nos hace pensar que puede influir la
genética, pero también puede haber un montón de factores que pueden
influir. Y además nunca se cría a los hijos en la misma circunstancia,
aunque eso nos pueda parecer. No es lo mismo ser el hermano mayor, que
el pequeño o el del medio.
Los bebés cuando nacen y hasta los 3 meses no tienen capacidad
suficiente para expresar emociones positivas. Para muchos autores, la
sonrisa aparece a partir de las 5 semanas, pero la risa no aparece hasta los
4 meses.
Se considera, por lo general, que los niños son felices, pero no más felices
que los adultos. Ya que en estas etapas las emociones negativas se
expresan espontáneamente, las emociones positivas se han de aprender.
Podemos dividir por etapas como se van desarrollando las emociones
negativas y positivas:
En la más tierna infancia, las emociones negativas son superiores y se
expresan a través del llanto, de los gritos, y de pegar.
En la infancia media, ya aparecen determinadas emociones sociales
como culpa, vergüenza, timidez y orgullo.
En la adolescencia, se da un periodo de crisis emocional. La presión
escolar, las exigencias, la pubertad, la sexualidad, hacen que se vivan
las emociones de forma muy intensa, tanto que pueden llevar a
comportamientos inmaduros e incluso de riesgo.
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Por lo que la capacidad de expresar emociones negativas, sobre todo en
la infancia y en la adolescencia, es superior que la capacidad de
expresar emociones positivas.
En cambio en la etapa que va de los 18 años a los 35 años , se
observa un aumento de emociones positivas y disminución de las
negativas. Se produce un aumento de la autoestima y de la capacidad
de regular las propias emociones, es una etapa en la que debe haber un
mayor equilibrio emocional, aunque luego entra el estrés y otros factores
emocionales.
La felicidad va muy en la línea de la capacidad de la persona de generar
emociones positivas y de tomar conciencia de ello.
Pero para ser felices no basta con generar emociones positivas, hay que
tener en cuenta:
La identidad positiva: que es el concepto que nosotros tenemos de
nosotros mismos.
Esta se genera a través de:
1. La autoestima: el yo positivo.
2. Tomar conciencia de ello: atención plena.
3. El optimismo: el cristal por donde miramos la vida.
También hay que tener en cuenta cómo vivimos la vida y las formas que
tenemos para vivirlas, así como también la implicación personal que tienes.
Por lo tanto, las emociones negativas nos llegan inevitablemente. Las emociones positivas hay que buscarlas o se aprenden.
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3 LA IDENTIDAD POSITIVA:
3.1 La autoestima (El yo positivo):
La autoestima no es más que la definición o el auto concepto que tenemos
de nosotros mismos, este auto concepto viene de:
Las experiencias que hemos vivido.
De cómo nos vemos a nosotros mismos.
De la comparación subjetiva de nosotros mismos frente a los demás.
De lo que lo demás nos dicen.
De las conductas que tienen hacia nosotros.
Muchas veces y aún más cuando somos pequeños, no tenemos conciencia
de nuestra autoestima. No sabemos ni tan siquiera como nos dirigimos a
nosotros mismos, ni como nos tratamos. Es fundamental tomar conciencia
de ello, para saber cuál es nuestro nivel de autoestima. Y más importante
aún como educadores, es saber qué nivel de autoestima tienen nuestros
educandos.
Es pues de significativa importancia que los padres y educadores fomenten
en los niños y adolescentes una buena visión y valoración de sí mismo, para
tener una adecuada identidad positiva que les permita tener una buena
autoestima, con todos los efectos beneficiosos que ya sabemos.
Si nos dirigimos a nosotros mismos con adjetivos positivos, potenciadores y talentosos tendremos una buena autoestima.
Pero si nos referimos a nosotros mismos con adjetivos limitantes, negativos e incapacitantes, tendremos una baja autoestima de nosotros mismos.
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Una persona con baja autoestima:
Suele ser alguien inseguro, que desconfía de sí mismo, de sus propias
facultades y que le da miedo tomar decisiones por temor a equivocarse.
Tiene muchos complejos, por lo que necesita de la constante aprobación
de los demás para auto identificarse.
Tiene una imagen distorsionada de sí mismo en todos los sentidos, de
sus rasgos físicos, capacidades intelectuales, etc.
Tiene miedo al rechazo, al que dirán de él y al ser abandonado.
Le cuesta mucho expresar sus sentimientos, por miedo al rechazo, a no
ser correspondido.
Se siente culpable, cuando en una relación algo no va bien, se auto
culpa.
Tienen baja tolerancia a la frustración.
Una persona con una buena autoestima:
Posee una visión de sí mismo realista y positiva, no necesita de la
aprobación de los demás.
Tiene una mayor facilidad para gestionar las emociones y de expresarlas.
Tiene una buena tolerancia a la frustración, toma los obstáculos como
oportunidades de aprendizaje.
Se comunica con facilidad, y es buen hacedor de relaciones sociales y
buen amigo de sus amigos.
Posee una mayor aceptación de las responsabilidades personales.
Es una persona independiente en todos los sentidos.
Tiene una mayor capacidad de escucha activa y empatía.Disfruta de estar acompañado y también de la soledad.
Aumenta su sentido del humor, la confianza y la creatividad.
Posee un mayor entusiasmo e ilusión por disfrutar de las pequeñas
cosas y placeres de la vida.
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3.2 Atención Plena (Mind Fullness): Tomar conciencia de ello.
La atención plena no es más que tomar conciencia. Es un tomar conciencia
de lo que vives, piensas y sientes en cada momento, en el presente, sin
valorarlo ni juzgarlo, solo aceptándolo.
No existe el pasado, no existe el futuro, solo existe el presente y prestamos
plena atención al momento presente.
Existen multitud de herramientas para trabajar la atención plena de los
padres y educadores, así como para los niños y adolescentes, tanto en el
ámbito escolar cómo familiar. Al ser un tema transcendental para nosotros,
le vamos a dedicar un módulo completo para trabajarla.
3.3 El Optimismo:
El optimismo, es la interpretación positiva, favorable, esperanzadora y
confiada de lo que nos acontece en la vida y en el futuro.
Afrontar la vida con optimismo nos da una energía poderosa y nos anima a
la acción.
El pesimismo, es todo lo contrario, es la interpretación negativa,
desfavorable, en la que únicamente se ven las dificultades y los
inconvenientes de lo que acontece en la vida y en el futuro.
Es importante tener en cuenta, que el ser optimista incluye ser también
realista y tener una buena tolerancia a la frustración. Dentro de las
circunstancias de la vida, puede pasar lo que nosotros esperamos que
suceda, pero también puede pasar que no sucedan las cosas como
esperamos y tenemos que estar bien preparados para afrontar esa situación
y ser optimista y saber que de esa situación también se aprende.
Aceptamos cada pensamiento o cada emoción que vivimos en el momento presente sin evitarlas, sin enjuiciarlas y sin intentar controlarlas.
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Además, no vale con solo ser optimista para que las cosas sucedan como
queremos que sucedan, pensar en positivo, es un gran empuje para ello,
pero no es lo único.
Ejemplo:
Tu hijo no aprobará el examen solo con pensar en positivo. Tendrá que
estudiar y prepararse la materia, si a eso, además, se le añade el pensar en
positivo, “yo puedo”, “voy a aprobar”, seguramente ese será el resultado que
obtenga.
Es importante observar cual es el discurso del niño, si tiene un discurso
positivo y optimista, o si tiene un discurso negativo o pesimista. Si se da el
caso de que es negativo y pesimista, habría que estar atento a que se debe,
y sobre todo si se debe a que tiene una mala imagen de sí mismo, es decir,
una baja autoestima, habrá que reforzarla antes de intentar hablarle de
discursos negativos o positivos.
Si quieres ayudar a una persona a que cambie su discurso negativo a
positivo, no sirve para nada decirle “habla en positivo” pues no lo va a
cambiar por el simple hecho de que le digamos esto. Pero si le podemos
preguntar sobre las razones que tiene para pensar en negativo, por ejemplo,
que nos diga las razones por la que piensa que eso va a ir mal, con esto
hacemos que se cuestione su discurso. También le podemos ayudar
encontrando razones para pensar que pueda salir bien.
Otra técnica muy eficaz, es jugar al “cómo sí”, le haces visualizar a la
persona “cómo si ya hubiera sucedido aquello”.